Polos opuestos, capítulo 3
─ ¡Briceño! ─ llamaron por enésima vez.
Y la verdad tampoco, hubo respuesta de parte de la
joven practicante.
─ ¡Con un demonio! ─ siseó mal humorada una mujer,
jalándola fuertemente del brazo y añadió con sarcasmo. ─ ¿Acaso has estado
fumando yerba?
Y no fueron las palabras que lograron hacerla
reaccionar sino que fue el jalón que por poco le arranca el brazo.
─ ¡Perdón! ─ Se disculpó la joven Briceño. ─ Estaba
algo distraída. Eso es todo.
Una ceja se alzó en forma inquisitiva y aquellos
ojos miel la observaron más en profundidad al punto se achicarse sus parpados
ante la pobre explicación.
─ Se nota que estabas en la luna niñita y no oíste
nada de lo que dije ─ recriminó la mujer que resultó ser su jefa. ─ ¿En verdad
te recibiste de la universidad o te regalaron el título?
Esta vez sí las palabras fueron las que provocaron
un escozor en la joven y le cayeron como plomo sobre su corazón y comprobó de
buena mano el porqué de la mala fama de la jefa del departamento de finanzas. Y
su malestar lo dejo ver de inmediato al fruncir sus labios.
─ Ya me disculpe contigo ¿Qué más deseas para que
dejes tus ironías de lado? ─ objetó Tania. ─ No soy de las que fui a calentar
el asiento y todas mis notas son esfuerzo y constancia de mi parte.
─ Entonces ─ siseó Mirelles viéndola con la burla
reflejada en sus pupilas. ─ ¿puedo saber por qué esa cara de boba que tenías
hace un rato? Que yo sepa te dije que te dieras prisa en regresar a tu trabajo,
pero no imagine que llegarías casi corriendo y que te quedarás congelada
mirándome. ¿Acaso viste algo extraordinario? O Simplemente deduzco que has
estado fumando yerba porque la cara de idiota que tenías eras subliminal.
Ahora sí que Tania, comprendió el porqué de su
comentario hiriente de hace un rato y es que en verdad, la joven se perdió en
el mismo instante que abrió la puerta del piso de finanzas y se topó de lleno
con su jefa.
─ Por mi mente paso una imagen un poco irreal al
momento de encontrarte ─ admitió sin más
Tania. ─ Por eso me perdí unos instantes en el espacio tiempo.
─ ¡Así que fantaseando despierta! ─ se burló
Mirelles, acortó la distancia entre ambas y se paseó alrededor de la joven
practicante viéndola de pies a cabeza y sus ojos escudriñaban todo el cuerpo de
la chica.
Por su parte, la joven Briceño sentía el peso de la
mirada lujuriosa que le estaba dando y la forma sensual como caminaba a su
alrededor. Por poco casi le quita el aire de sus pulmones. Eran una de esas
miradas que te desvisten de una.
─ ¿Te gusta lo que vez Alex? ─ Tanteó
arriesgadamente Tania, a sabiendas que
era bien difícil conseguir su objetivo sin recibir una reprimenda de su contra
parte.
─ Por lo visto, tú no te cansas de
provocarme…Niñita ─ dijo Mirelles con un tono más grave en su voz y jugando con
sus labios y su lengua en total
provocación porque estaba muy al tanto del calor de la mirada de la muchacha. ─
¿Acaso esperabas encontrarme en algo distinto esta vez?
─ ¡Quizás! ─ susurró sensualmente Tania siguiéndola
con la mirada mientras su jefa seguía dándole le vueltas a su alrededor y
tragando con algo de dificultad al ver esa provocación en la forma de jugar con
sus labios. ─ Pensé que el mensaje estaba claro entre las dos.
─ ¿Así? ─ preguntó Mirelles arrastrando las palabras
y jugando con la joven dándole unas miradas insinuantes que no dejaban dudas al
respecto. ─ ¿Podrías contarme cuál es el mensaje que existe entre las dos?
El solo oír el timbre de voz sensual y sexi de
parte de su jefa estaba haciendo que su torrente sanguíneo comenzará a subir la
temperatura corporal y para sumarle más a su agonía, aquellas miradas la
estaban volviendo loca y dudaba poder
resistir más tiempo ante la provocación de esa mujer.
─ Que…Que… ¡Um! ─ repuso con dificultad Tania que
no perdía de vista aquellos labios y ver como mordía lentamente la parte
inferior de éste y ese simple acto la estaba haciendo desvariar.
─ ¡¿Qué?! ─
indujo provocativamente Mirelles, deteniendo sus pasos y quedando de
frente con la chica y subiendo la mirada despacio desde su busto hasta la
altura de sus labios y viéndola coquetamente. ─ Dime…Niña.
─ Yo pensé que deseabas que jugásemos un poco entre
las dos. ─ confesó abiertamente Tania sin dejar de ver esos labios.
─ ¿Jugar? ─ inquirió curiosa Alexandra e hizo un mohín
con sus labios y mordió completamente al percatarse de las intenciones de la
joven. ─ ¡Ya veo! Dime entonces… ¿cuál fue tu fantasía de hace un rato?
La distancia entre ambas era de unos cuantos pasos
y sin embargo, corporalmente estaban más juntas de lo que imaginaban. Y las
miradas eran intensas entre ambas al punto que una de ellas, tenía ciertos
problemas para respirar al sentir esa tensión entre las dos.
─ ¡Um!... Yo me encontraba atrapada contra la pared
y que tú, me arrancabas la blusa de cuajo y que aceptabas mi desafío ─ respondió
con una voz ronca la joven Briceño que estaba llegando a su límite de
resistencia.
─ In…te…re…san…te ─ susurró Alex, arrastrando a
propósito sus palabras y viéndola con ojos de depredadora, acortó la distancia
entre ambas caminando despacio y sensualmente permitiendo que la chica clavará
sus ojos negros en ella, mientras se desabrochaba unos cuantos botones de su
camisa blanca. ─ ¿de este modo me viste?
─ ¡Uf! ─ exclamó extasiada Tania y respirando con
dificultad. ─ ¡Algo así!
─ ¿Y te gusta lo que vez Briceño? ─ preguntó
coquetamente Alexandra, abriendo su blusa y dejando ver parte de su brassier de
encajes blanco, no del todo pero lo suficiente como para hacer alucinar a un
observador o fisgón.
─ S…s…Síiiii ─ fue la balbuceante respuesta de
parte de Tania, abriendo sus labios ante el panorama que tenía frente a sus
ojos.
─ ¿Mucho? ─ indagó con lascivia. Mirelles, que
apegó más su cuerpo para que viese mejor sus atributos.
─ ¡Muchísimo! ─ respondió Tania, que tenía sus labios
demasiado entre abiertos y una especie de gemido escapó de su boca
inconscientemente.
─ Es bueno saberlo ─ adujo Alexandra y
maquiavélicamente su mirada cambio y levantó de golpe el mentón de la joven
apartando la vista de su busto y con sus dedos cerró de lleno sus labios. ─
¡Cierra la boca niñita! Primera lección, así no te entraran moscas y ahora
ponte a trabajar ilusa.
Se giró sobre el eje de sus tacos y se alejó de la
joven a la vez que abrochaba sus botones…
─ No dejes que te afecte…es parte de tu
aprendizaje. ─ se burló sin asco Mirelles sin voltear a verla. ─ Así que no
sigas soñando despierta ¡Cuando quieras presentas tu dimisión! Estaré esperando
ansiosa.
Sin más nada que decir, se introdujo de lleno en su
despacho y cerró violentamente la puerta. Sacando del shock a la joven Briceño.
Aquellos ojos negros estaban tan sumidos viendo el
piso ante el rotundo fracaso y humillación que sufrió a manos de su jefa.
Gracias a Dios, no había más miembros del personal que trabajaba en ese piso,
si no sería el hazme reír de todo el Depto. Aunque en su corazón sentía que
estaba desbastada por lo idiota que había sido sin haberlo previsto.
─ ¡Esto aún no ha terminado Alex! ─ murmuró con
coraje Tania, que apretó fuertemente sus puños de sus manos. ─ Sé muy bien que
no te soy indiferente y aunque es muy temprano para decirlo, tengo las de
ganar. Soy tu debilidad y lo sabes muy bien…Señorita Mirelles.
Levantó su rostro y suspirando profusamente, dejo
que el desaire del que fue objeto se borrase de su mente y su corazón, por lo
que decidió regresar a sus labores y tomo la cantidad de carpetas que debía
revisar e ingresar los datos a la computadora.
Paso un buen rato antes de que los demás regresaran
a su trabajo y fueron retomando sus labores sin cruzar palabra alguna dado que
todos eras recelosos de la joven Briceño por ser hija de la jefa de operaciones
y pensaban que estaba para espiarlos.
Las manillas del reloj de pared siguieron su curso
sin piedad alguna y mantuvieron a todos absortos en sus labores que no se
dieron cuenta que ya estaba marcando las 6 de la tarde puntual y si no hubiese
sido porque de fueron interrumpidos por la visita de una joven en el Depto. Y
tomaron conciencia de la hora que era.
─ ¡Vaya qué trabajólicos que son por estos lares! ─
Se mofó Laura viendo burlonamente a los colegas de su mejor amiga. ─ Esto es
ene contagioso hasta tú estás perdida entre tanto número.
─ No seas pesada ─ adujo Tania. ─ Tú estás en las
mismas trabajando en el área de ventas.
─ ¡Tal vez! ─ rebatió Laura y de pronto quedo
viendo el pasillo y apuntando en esa dirección, preguntó. ─ ¿Y el ogro de tu
jefa?
─ Supongo que estará en su oficina ─ respondió con
algo de desgano Tania. ─ tú sabes como todos los jefes aparece tarde, mal y
nunca.
─ ¡Aha! ─ exclamó Laura que achinó sus ojos y
alzando su ceja maliciosamente. ─ ¡Te pille chanchita!
─ ¿Así? ─ inquirió bajando el perfil Tania.
─ Tú a mí no me engañas Briceño…─ aseveró Laura
deduciendo las cosas. ─ Con bajarle el perfil no consigues disimular tu
frustración.
No hubo respuesta de parte de la mencionada sino
que guardó todas sus cosas en los anaqueles y puso sus cosas en su bolso. Se
colocó su chaqueta y recogió todo por irse.
─ Ya no seas pesada y cuéntame que te hizo ahora las
malas pulgas de tu jefa para que tengas esa cara de decepción que se te nota la
legua. ─ prosiguió Laura. ─ Porque yo te hacía en brazos de esa loca por la
prisa con te viniste a trabajar.
─ Como te lo digo para que no suene vulgar ─ repuso
Tania que ya se disponía a salir de la oficina. ─ Me dejo vestida en el altar.
─ Jajaja… ¡Que buena! ─ estalló en risas Laura sin
moderarse un ápice. ─ En pocas palabras te dejaron alborotada por las puras.
─ ¡Oye! ─ protestó Tania. ─ No es como para que te
burles a mis expensas.
─ ¡Sorry! ─ Se disculpó Laura. ─ cuéntame qué fue
lo que pasó.
En eso…
─ Hasta el lunes Tania ─ se despidieron varios
compañeros.
─ Hasta el lunes,
chicos. ─ contestó ésta.
Al rato ya se encontraban bajando las escaleras
ambas practicantes en compañía de otros colegas.
─ ¡Ya pues me vas a contar! ¿Sí o no? ─ insistió
Laura por lo bajo.
─ Ya te dije ─ respondió Tania. ─ me dejo con las
ganas.
─ ¿Eso no más? ─ persistió Laura.
─ ¿No vas a darte por vencida? ─ Contra preguntó
Tania.
─ No. ─ contestó Laura. ─ ya me conoces.
─ Mira te lo cuento, pero prométeme no burlarte
¿ok? ─ mencionó Briceño.
─ Tienes mi solemne palabra. ─ aceptó Laura.
─ Resulta que…─ inició la narración de los hechos
la joven Briceño hasta llegar al final. ─ ¡Y eso fue todo lo que paso!
─ ¡Ya sabía yo que esa vieja te quiere comer! ─
apuntó Laura sin miramiento alguno. ─ Y más encima se hace la interesante
cuando está verde por llevarte a su cama.
─ ¡Laura! ─ reclamó Tania, que estaban por entrar
por al lobby del edificio principal.
─ ¿Qué? ─ indagó la susodicha. ─ ¿Dije alguna
mentira?
Ninguna de las dos chicas sintió la presencia de
otra persona en sus espaldas hasta que escucharon decir.
─ ¡Cuida lo que dices Tello! ─ amenazó una dura voz
de mujer pegada a la oreja de la joven. ─ Si quieres terminar tu práctica sin
causarle una vergüenza a tu madre, mantén tu boca cerrada y no vuelvas a
insinuar algo respecto a mí tan livianamente si no eres capaz de sostenerlo con
pruebas ¿Me has oído?
─ ¡Mierda! ─ exclamó pasmada Laura que casi se
murió del susto cuando sintió las palabras pegadas a su oído. ─ No me asuste de
ese modo (pálida al ser escuchada)
─ ¡Más encima cara dura! ─ enrostró Mirelles
fulminándola con la mirada. ─ No eres capaz de reconocer que te pille hablando
mal de mí a mis espaldas y vas a tener razones de peso para asustarte si te
vuelvo a sorprender levantando una acusación como esa. Es la primera y última
vez que te dejaré pasar una cosa así. Para la próxima yo misma te pongo de
patitas en la calle. ¡Cuídate porque tendré un ojo sobre ti!
─ ¡Chuta lo siento! ─ Se disculpó tontamente Laura
roja como tomate y mordiendo sus labios de los puros nervios. ─ No volverá a
suceder.
─ ¿En serio? ─ indagó sarcásticamente Mirelles
alzando su ceja derecha.
─ Sí ─ fue la respuesta inmediata de Laura.
─ Entonces entiendo que no volverá a suceder…─ dijo
insidiosamente Mirelles. ─ ¿Qué hables mal de mí? O ¿lo harás de frente? Porque
dudo mucho que logres mantener tu boca cerrada o tu lengua pegada en tu boca
sin emitir un chisme intencional.
No cabía duda que Alexandra Mirelles, era la reina
del sarcasmo y la ironía personalizada por eso su fama dentro de la empresa.
Sin duda, que no debes meterte con ella porque una vez que entras en su mira
difícilmente te dejará tranquilo hasta conseguir botarte de la empresa y tenía
tal poder más de lo que muchos estuviesen enterados en dicha institución.
─ ¿Y? ─ insistió Miralles. ─ ¿Te comieron la lengua
los ratones Tello?
─ ¡Um!...No ─ fue la respuesta de la chica.
─ ¿No qué? ─ persistió la jefa de finanzas. ─ Es
bien divertido ver que no te faltaba verbosidad hace un rato para hablar mal de
un funcionario y ahora resulta que tengo
que sacarte las palabras a tirabuzón.
─ ¡Alex! ─ salió en su defensa Tania que estaba
bien pálida a causa de su amiga y por haber sido sorprendidas infraganti.
─ ¡Haber Tania! Dentro de la empresa soy tu jefa y
las confianzas no te las permito y a nadie ¿te queda claro? ─ corrigió en seco Alexandra.
─ Muy claro ─ respondió ésta cortada entera por la
reprimenda.
─ Así me gusta. ─ dijo Mirelles. ─ Además no es
contigo que estaba hablando Tania si no con tu compañerita deslenguada que
tienes.
─ Yo… en verdad lo siento ─ terminó por disculparse
Laura. ─ No volveré hablar a sus espaldas y trataré de hablar de frente con
usted si es que necesito decirle algo.
─ Excelente Tello ─ se burló Mirelles pasando
delante de la joven y viéndola por el rabillo de los ojos antes de marchar,
añadió. ─ Por si las moscas te aclaro, que mi vida privada y personal dentro y
fuera de la empresa no es de tu incumbencia niña. Eres apenas una mocosa que no
sabe ni donde está parada. Aprende primero un poco de discreción y quizás
estemos hablando.
Definitivamente eso se podría llamar un párale de carros; como se dice al llamado de
atención en Chile. Ambas jóvenes tan solo pudieron limitarse en ver como la
jefa de finanzas se perdía entre las puertas del lobbies con rumbo al
estacionamiento.
Al rato…
─ Ahora si estoy soná (frita) ─ se lamentó Laura
restregando sus manos por la cara. ─ Esta vieja me va hacer a cuadritos la
práctica y si le llega a decir a mi mamá, adiós a mis vacaciones al sur.
─ Tranquila ─ Confortó Tania, abrazando a su amiga.
─ Ya veré qué puedo hacer al respecto. Hablaré con ella para solucionar las
cosas.
─ ¡Estás loca Tani! ─ protestó Laura señalando
hacia el estacionamiento. ─ ¿Qué no la oíste? No te dará ningún tipo de
confianza y más ahora, te mantendrá a raya. ¡Así que ve olvidándote que
conseguirás conquistar a semejante bestia!
─ ¡Dirás mujer! ─ contravino Tania.
─ Como sea ─ replicó Laura.
─ Mejor cambiemos de tema ─ adujo Tania para no
seguir y discutir por las puras. ─ ¿Te parece si salimos hoy en la noche?
─ ¡Oh my God! ─ exclamó Laura visiblemente
entusiasmada. ─ es lo mejor que puedes haber dicho. Mira que necesito des
estresarme desde que entré en este lugar y además, de echar un vistazo al menú.
─ Jajaja ─ soltó la carcajada Tania y moviendo su
cabeza, agregó. ─ Tú eres terrible amiga.
─ Soy una chica joven y no una vieja amargada como
tu jefa ─ se descargó Laura con pica.
─ Te dio fuerte con ella ¿te dejo picada? ─ expuso
divertida Tania. ─ Debería ser yo la que se queje, ya que me dan con la puerta
en las narices a cada rato y estoy a punto de quedar chata de mi nariz.
─ Jajaja ─ se burló Laura al momento de salir del
lobby y entrar de lleno al patio de estacionamiento. ─ Lo que pasa es que tú eres
masoca. Te das de portazo porque quieres nada más. Como dice la Dani, hay mucho
pez en el estanque como para que pierdas tu tiempo en un saurio como Mirelles.
─ ¡Oye! Respeto que no es para tanto ─ refutó Tania
que esta vez sí le incomodó tanta alevosía con su jefa y la persona en quién se
fijó. ─ Es mayor pero nunca tanto como para que ya la encasilles en un museo
como momia.
─ ¡Aha! ─ picó Laura. ─ ¿te tiene bien prendada?
─ No lo niego. ─ confirmó Tania. ─ Es una mujer
madura y como dije es bien interesante para mí. Y cómo dicen que el vino entre
más viejo más rico ¿no es así?
─ ¡Yaaaa! ─ exclamó pasmada Laura. ─ Te gustan
mayores ¿Entonces? Como dice la cancioncita…
─ Digamos que sí ─ respondió Tania guiñando un ojo
en complicidad con su amiga. ─ Pero...Para aclarar bien las cosas…Solo ella
nada más.
─ ¡Me rindo! ─ dijo Laura moviendo su cabeza. ─ Lo
dejo por la paz.
─ Jajaja ─ bromeó Tania muy divertida de verla
bajar los brazos.
Estaba avanzando ya en la mitad del camino cuando
oyeron sus nombres…
─ Tania…Laura…─ gritaron desde atrás. ─
¡Espérennos!
Ambas chicas giraron a ver y se toparon con Gerardo
y Pablo que se dieron el pique en una corrida para alcanzarlas.
─ Chicas ustedes son bien difícil de pillar ─
reclamó Gerardo.
─ Por si no te has dado cuenta es hora de irse o
¿te quedas para dar horas extras a la empresa? ─ acusó Laura.
─ ¡Ay qué pesa! ─ replicó Gerardo con mala cara. ─
Solo queremos sociabilizar y tú como siempre con tu pesadez.
─ Entonces no digas estupideces Gerardo ─ contra
atacó Laura. ─ bastaba que dijeras espérenme y vayamos juntos. Lo otro estaba
demás idiota.
─ Te mereces el premio limón por simpatía. ─
reclamó Gerardo. ─ Pareces una vieja con todo lo que te quejas.
─ ¡Ey chicos! ─ intervino Tania que veía que estaba
por sacar espadas esos dos. ─ No hay porque discutir.
─ Dile a ella que deje de lado su pesadez. ─
recriminó Gerardo. ─ solo queríamos acompañarlas solamente e irnos juntos.
─ ¡Ves qué tenía razón! ─ soltó con pica Laura. ─
era cuestión de ir al grano.
─ Laura. ─ llamó la atención Tania. ─ Pon un poco
de ti.
─ Ok ─ repuso ésta con mala gana y extendiendo la
mano, dijo. ─ ¡La paz!
─ Está bien…La paz…Tello ─ convino Gerardo y
sellando la tregua transitoria. ─ Ahora ¿podemos irnos juntos los cuatro?
─ ¡Depende! ─ dijo Laura.
─ ¿Depende de qué? ─ preguntó Gerardo.
─ De Tania ─ respondió Laura.
─ ¿De mí? ─ inquirió ésta ─ ¿Y por qué?
─ No se te olvida que hoy está de turno, tu mamá ─
expuso Laura.
─ ¡Ups! ─ exclamó la chica tocando su frente. ─ lo
olvide.
─ ¡Ven! ─ restregó Laura moviendo su cabeza. ─
¿Quién tiene la razón?
Los tres la quedaron viendo y sin pensarlo mucho,
respondieron a la par…
─ Tú. ─ fue la respuesta categórica de los tres
chicos.
Se quedaron viendo los cuatro y la risa brotó de
inmediato entre ellos sin dejar de contemplarse y afiatándose mas entre todos.
─ Entonces ¿no te irás? ─ se atrevió en preguntar
Pablo algo tímido por causa de la negativa de la chica en la hora de almuerzo
en salir con él.
─ No ─ fue la respuesta de Tania que lo veía con un
dejo de ternura por su carita de pena. ─ Debo esperar a mamá.
─ Comprendo ─ dijo Pablo que la veía tan embobado.
A la joven Briceño le dio cierto escalofrío esa
mirada porque estaba consciente de que le gusta al chico, pero no quería darle
falsas esperanzas porque simplemente no estaba en sus planes liarse con nadie y
siendo bien honesta consigo misma. Era otra persona con quién deseaba
relacionarse en algo un poco más personal sin irse al compromiso ni nada que se
le parezca.
Ya estaban muy cerca de la portería y al llegar a
la entrada se encontraron de frente con una mujer sentada en el escritorio de
la guardia observando todo. Los cuatro chicos palidecieron al ver que se
trataba de la jefa de finanzas y observando el reloj de control.
─ ¡Vaya…Vaya! ─ adujo Mirelles al contemplar a los
dos jóvenes con una de esas miradas que te dejaba con escalofríos. ─ parece ser
que parte del personal les gusta arrancarse antes de tiempo de su jornada.
¿Cuál sería la justificación señores?
Ambos muchachos se pusieron rojos y agacharon la
cabeza inconscientemente porque fueron sorprendidos con la mano en la masa.
─ La señorita les hizo una pregunta ─ secundó el
jefe de los guardias. ─ respondan.
─ Había muy poca gente y pensamos que podríamos
irnos un poco más temprano ─ justificó Pablo tratando de aminorar la falta.
─ ¿Así? ─ indagó Mirelles, descolgando el cito fono
hasta que respondieron al otro lado. ─ Paty confírmame si hay algún memo que
indique el área de salvavidas y eventos pueden retirarse antes en el día de
hoy.
No fueron más que dos escasos minutos en que
cruzaron palabras ambas encargadas y quedando satisfecho la curiosidad de la
jefa de finanzas.
─ Tengo al señor Gerardo Maitre y la nueva
incorporación…Espera… ¿cómo te llamas? ─ fue la acusación y cuestionamiento de
Alexandra.
─ Pablo Albornoz ─ respondió el joven trabajador.
─ ¡Ya lo oíste! ─ comunicó Mirelles y se quedó un
tanto en línea. ─ Perfecto. Quiero esa notificación en mi escritorio a primera
hora y con copia a la inspección… ¡Ah por supuesto! Una reunión con el jefe de
área y su personal. No intentes bajarle perfil o dejarlo pasar porque si no
tomaré otro camino Paty.
Tan fácil como llamó así mismo cortó sin un saludo
protocolar de por medio y al instante clavo su mirada en los cuatro jóvenes.
Colocó sus manos sobre sus bolsillos del pantalón y se recargó en la silla y
desde ahí, los quedo viendo con altivez.
─ Ustedes dos señoritas pueden marcar y retirarse ─
ordenó Alexandra. ─ Con respecto a los dos, vayan a su lugar de trabajo hasta
cumplir con su horario. Mañana tendrán una notificación con respecto a su falta
de compromiso con el contrato de trabajo.
─ Oiga, pero solo son unos minutos nada más. ¿Por
qué tanto escándalo? ─ disputó la sanción Gerardo. ─ Además, usted es jefa de
otra área y nada tiene que ver con nosotros. Es con Rodolfo que nos tiene que
dar una amonestación.
─ Oye cabrito, no seas falto de respeto con la
señorita que no está a tu nivel. Fuiste tú que las cagó en arrancarse de la
pega sin aviso alguno ─ intervino el jefe de seguridad.
─ Lo reconozco que las cagamos. ─ defendió Gerardo
viendo molesto a la mujer. ─ Pero ella no tiene ningún derecho de mandar una
carta en contra de nosotros ¡Ni que fuera la dueña! Para que se tomé tantas
libertades.
─ ¡Baja el tonito! ─ ordenó cortante Alexandra. ─
¿cuántos llevas en la empresa?
─ Dos. ─ repuso Gerardo con más bronca.
─ ¿Y en dos años no has aprendido nada? ─ cuestionó
Alexandra. ─ Ni siquiera te has leído el reglamento interno de la empresa por
lo visto.
─ Nunca nos han pasado uno. ─ refuto burlesco
Gerardo. ─ Hay gente que no hace su pega o el segurito no funciona como ustedes
piensan.
─ ¡Mira tú! ¿Tampoco tuviste la ocurrencia de pedir
uno? ─ recriminó Mirelles. ─ No habla muy bien de ti como trabajador y eso me
da una mala impresión tuya. Por lo visto, vamos a cambiar esas cositas y el
lunes directo a mi oficina, voy darte
una charla de inducción junto con tu compañerito. Y si vuelves a caer en una
falta seré yo misma que te ponga de patitas en la calle. Es tu última
oportunidad así que salgan de mi vista y váyanse a cumplir con su contrato.
─ ¿Y por qué usted? ─ preguntó contrariado Gerardo
que a esa altura estaba que le saltaba a la yugular a Mirelles. ─ No es mi jefa
ni la dueña de este lugar.
─ Eso lo vas a descubrir el lunes y ahora, lárgate antes que pierda la paciencia ─
ordenó Alexandra.
─ ¡Ya escucharon cabritos! ─ secundó el jefe de
seguridad.
Con una mirada casi asesina, ambos jóvenes tuvieron
que devolverse y dejar ambas chicas viéndose la una a la otra.
─ Malos elementos tenemos en la empresa, señorita
Mirelles ─ hizo alusión el guardia.
─ Son unos sacadores de vuelta. Tendré que hablar
con Lucia. ─ dijo Alexandra en voz alta y de pronto, recapacitó en que las
muchachas seguían ahí. ─ ¿Ustedes dos qué esperan? ¿Acaso no iban de salida? O
¿desean acompañar a sus amigos y ser solidarias en que cumplan con su horario?
─ No ─ fue la respuesta inmediata de Laura, que le
dio pavor ver la cara de la mujer.
─ Llama a la Lucia ─ ordenó Alexandra, viendo al
hombre de seguridad. ─ Que venga enseguida.
Mientras la jefa de finanzas ordenaba a su
subalterno, ambas chicas aprovecharon para salir. No obstante, unos ojos negros
no dejaban de observarla con curiosidad y decepción.
« ¡Ojalá a mí me diera tanta atención como le da a
los demás! » Se lamentaba en sus pensamientos la joven Briceño.
─ Oye Tania ─ llamó Laura.
─ Dime ─ respondió ésta.
─ Creo que no podrás irte con la tía Lucia. ─ dijo
Laura. ─ ¿por qué no te vienes conmigo? Dudo que esa mujer la deje irse luego.
¿Viste el poder que se gasta? Sabía que era peso pesado pero nunca imaginé que
podía despedir gente por su cuenta.
─ Yo tampoco ─ concordó Tania. ─ Y tienes razón. No
podré irme con mamá.
─ Me pregunto ¿Quién es realmente Alexandra
Mirelles? ─ Se preguntó Laura. ─ Que hasta mi mamá le tiene miedo y todo
recursos humanos se andan con cuidado con ella.
─ A mí también me gustaría saber quién es Alexandra
Mirelles. ─ coincidió Tania e hizo para un colectivo (Auto público de
transporte). ─ Simplemente le preguntaré a mamá.
Estando ambas chicas ya en el carro, la
conversación continuó…
─ Según tengo entendido en esta empresa hay dos
representantes de los dueños. ─ Puntualizó Laura. ─ Uno es Orlando Fires, administrador.
─ Sí es verdad y mamá me comentó hace tiempo que la
otra parte estaba a cargo de todo ─ acotó Tania. ─ Pero que nadie sabe quién es
el otro administrador o representante de los dueños.
─ Según dicen las malas lenguas que es una familia
poderosa los otros dueños y que tienen tres resort en el continente aparte de
éste ─ dijo Laura. ─ Pero nadie habla o conoce al que representante de esa
familia. ¿Es bien extraño no te parece?
─ Claro ─ repuso Tania que meditaba en lo dicho por
su amiga. ─ Tal vez, no lo veamos porque maneja todo desde otro lugar pero está
al tanto de todo.
─ Puede ser ─ convino Laura y de pronto una idea se
le cruzó por su cabecita. ─ ¡Oye! ¿Tú crees que Mirelles pudiera ser ese
representante?
─ No lo creo─ respondió Tania. ─ Todos lo sabrían.
─ Sí es cierto, pero ¿cómo explicas ese poder que
tiene? ─ cuestionó Laura.
─ Si fuese como tú dices, mi mamá lo sabría de
primera mano ─ aclaró Tania sopesando las cosas. ─ Y sería la mano derecha de
ella y no lo es.
─ Tienes razón y se llevan fatal ─ concordó Laura.
─ ¡Ni que me lo digas! ─ acotó Tania. ─ Estuve en
primera fila y fui testigo de ver la animosidad que hay de parte de Alexandra
hacia mi mamá. No la soporta.
─ Sí, es verdad. ─ coincidió Laura. ─ Lo que hace
más misteriosa a esa tal Alexandra Mirelles.
─ Disculpen que me entrometa en su conversación ─
intervino el chofer del colectivo. ─ Pero si de quién hablan es de apellido
Mirelles y no sea un alcance nada más porque es una familia bien conocida en la
zona y son de las tres más poderosas y respetadas de la región.
─ ¿Enserio? ─ preguntaron las dos chicas al mismo
tiempo sorprendidas.
─ Como les dije si no es alcance de apellido, esa mujer
de la que hablaban sería un miembro de esa familia que por cierto hace mucho
que no se sabe nada de ellos porque dejaron el país para incursionar en el
extranjero. ─ aclaró el chofer.
─ ¡Vaya! ─ exclamó pasmada Tania.
─ ¿Y hace cuánto se fueron? ─ indagó de lleno
Laura.
─ ¿Déjenme ver?... Hace unos veinte años más o
menos ─ respondió el chofer. ─ Yo era
cabro chico cuando mi papá trabajaba con esa familia cuidando su parcela en lo
alto de Granizo.
─ ¿Y tenían hijos? ─ continuó el interrogatorio
Laura.
─ Eran como siete hermanos ─ contestó el chofer. ─
Habían unos pequeños y otros adolecentes.
─ ¿Cuántas eran mujeres? ─ fue el turno de Tania en
preguntar. ─ Digo niña porque en esa época eran pequeños.
─ Habían dos mujercitas ─ aclaró el hombre. ─ Una pequeña
de ocho años por lo menos y la otra más mayorcita de como unos catorce
aproximadamente.
─ ¿Cómo eran físicamente esas niñas? ─ inquirió
sumamente curiosa Laura.
─ ¡Um! Según recuerdo eran niñas de piel clara,
blanca. Muy delgaditas y cabellos negro oscuro. ─ fue la respuesta del chofer
que se esforzaba en recordar. ─ Es lo que me acuerdo porque eran niñas y deben
haber cambiado mucho en estos años.
─ Sí muy cierto ─ concordó Laura. ─ Difícil decir
cómo serían ahora. Si es que existen.
─ ¿De que existen? existen ─ aclaró el chofer. ─ Mi
padre fue a Miami en un viaje de turismo y se topó con los Mirelles. Con sus
antiguos patrones y no fue hace mucho. Serán como un año a lo sumo.
─ ¡Wow! ─ exclamó Laura. ─ Eso es suerte de verse
en un mismo lugar.
─ Sí ─ respondió el chofer.
─ Dígame una cosa ─ intervino Tania con un rostro
preocupado. ─ Esas niñas de las que ustedes habló ¿De qué color tenían sus
ojos?
─ Claros ─ repuso el hombre. ─ Así como un color chocolate claro...Como la miel, diría
más exactamente.
Ambas muchachas intercambiaron miradas entre sí y
la complicidad de inmediato las llevó a preguntar…
─ ¿Las dos tenían la misma tonalidad de ojos? ─
inquirieron ambas.
─ Jajaja…son curiosas ustedes. ─ señaló el chofer
deteniendo su auto en un semáforo y les quedo viendo. ─ Les interesa mucho
saber de esas niñas por lo visto. O ¿Desean saber si la mujer de la que
hablaban hace un rato puede ser una de esas niñas?
─ Sí ─ fue la respuesta honesta que recibió de
parte de ambas.
─ Una de ellas lo tenía más claro que la otra ─
explicó el chofer haciendo uso de sus recuerdos. ─ ¿Qué edad tiene la mujer que
ustedes conocen?
─ Creo que tiene 38 si no estoy equivocada ─
respondió Laura que sabía más que nadie por su mamá.
─ Entonces es la niña mayor ─ indicó el chofer. ─ Y
precisamente es la que tenía los ojitos más claros que la otra. Eran como la
miel. Suponiendo que si se trata de la misma familia y no sea un alcance de
apellido.
─ Eso lo vamos averiguar ─ repuso Laura. ─ ¿no es
así amiga?
─ Por supuesto. ─ contestó Tania atando cabos. ─ Voy
averiguar todo lo relacionado con respecto
Alexandra Mirelles.
─ Buena suerte. Entonces ─ dijo el chofer. ─ ¡Ojalá
sea ella! Pero es extraño que solo ella
estuviese aquí cuando su familia está en EE.UU.
─ Ya veremos si es ella, la hija de esa familia ─
adujo Laura.
─ Por el momento, solo tienen relación el apellido
─ comentó Tania. ─ Pero será más que suficiente para que pregunte a mi mamá o
la misma Alex.
─ ¡¿No?! ─ exclamó con asombro Laura. ─ ¿Serías
capaz de preguntarle?
─ Claro que sí ─ respondió Tania. ─ Ya te dije…Alex
es importante para mí. Independiente de su apellido.
─ ¡Ya lo sé! ─ Dijo Laura. ─ Esa bruja se te metió
por los ojos.
─ ¡Aha! ─ exclamó Tania.
─ Bueno señor. ¡Puede dejarnos en la parada! ─
indicó Laura, bajando el perfil a su amiga. ─ Gracias por toda la información
que nos dio.
─ No hay de qué chicas ─ repuso el chofer
deteniendo su auto justo dónde le indicaron. ─ Que les vaya bien con esa mujer.
─ Oka ─ contestó Laura despidiéndose del hombre.
─ ¿A casa para prepararnos para salir? ─ se apresuró en decir Tania.
─ Sí por favor ─ confirmó Laura. ─ A ver si dejamos el tema Mirelles de lado y
nos enfocamos en pasarlo bien.
─ Espero que los chicos no la pasen mal ─ recordó
Tania.
─ Con tu mujercita, dudo que alguien lo pase bien ─
rebatió Laura.
─ ¡Aún no lo es! ─ replicó Tania divertida aunque
le hacía bien hacerse a la idea.
─ ¡Te mueres por serlo ya! ─ acusó con pica Laura. ─
Mira que esa cara de boba que tienes cuando la vez es dantesca.
─ ¡Puede ser! ─ aceptó Tania. ─ Pero Alex, sabe muy
bien cómo ponerme en raya y no dejarme avanzar más.
─ ¡Menos mal! ─ mencionó Laura. ─ Al menos esa
mujer tiene algo de sensatez y no cae en tus encantos.
─ ¡Muy pronto va a caer Alexandra Mirelles! ─
señaló coquetamente Tania viendo divertida a su amiga. ─ Y voy a tenerla entre
mis brazos…Solo para mí.
No hubo necesidad de respuesta porque el rostro de
su amiga lo decía todo…La mandíbula se le cayó de la impresión al escuchar la
confesión de su mejor amiga.
─ Tania…─ susurró una voz y escalofríos recorrieron
su cuerpo y esos ojos miel se achinaron de repente. ─ No te dejaré…
1 comentario:
waaaa, que emocionanteee, siempre me atrapas con tus historias tan geniales, son lo mejor y las disfruto mucho, me alegra tanto cuando actualizas, eres una gran escritora, saludos.
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