mujer y ave

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jueves, 21 de mayo de 2020

Contra parte


Polos opuestos


Capítulo 12 
Contra parte…

El fin de semana pasó volando para las protagonistas de esta sórdida historia de mujeres o mejor dicho entre mujeres maduras como se les califica y otras dos más tiernas jovencitas. Pero el dejo pervertido de esta asombrosa relación estaba comenzando a cobrar ribetes muy interesantes.


Un nuevo día y una nueva semana comenzaba en el resort o paraíso veraniego. ¡Los términos que ustedes quieran darle!

Cuando las manecillas del reloj mural de la oficina marcaba justo las 8 en punto de la mañana. Una mujer dejaba diversas instrucciones en los escritorios de su personal; dado que aún no llegaban sus residentes laborales.

Luego de ultimar  los detalles específicos que deseaban implementar en su área de trabajo. Reclutó los informes que estaban en los archivadores principal y se fue a su despacho a esperar que su telaraña comenzase hacer su trabajo y ver que le tría de presa. Estaba más que segura que iba a provocar el desconcierto mayúsculo, pero era hora de cambios en toda la empresa e iniciaría por su área principalmente para luego extenderse a los otros rubros de la compañía.

─ Regresé con el único fin de encontrar al responsable de todo esto. ─ se aseguró así misma Mirelles. ─ He tardado un tiempo, pero ha valido cada segundo de mi tiempo. Es hora de mover las piezas precisas.

Le echó un último vistazo a todo lo que había dejado. Cuadró sus hombros y alzó su mentón en forma altanera y salió de área de finanzas con rumbo a la parte de recursos humanos. ¡Había mucho trabajo por hacer!  E iba a disfrutar de cada momento del mismo.

40 minutos más tarde muchos iniciaban sus labores e ingresaban raudos a marcar su entrada antes de tener sanciones. Dentro del grupo de trabajadores ingresaban cuatro miembros jóvenes junto a otros más.

─ Espero podamos reunirnos en la hora de colación y pasar un rato juntos ─ dijo Pablo a la joven, acariciando su mejilla. ─ Y continuar con lo que dejamos pendiente el Sábado.

Casi imperceptiblemente, la tráquea de la muchacha se agitó brusca al tragar saliva. Sin embargo,  como toda fémina es delicada o sutil en esconder lo obvio. Dedicó una sonrisa de esas trabajadas a pulso, tan perfectas que parecía ser construida en la más absoluta precisión. Lo que no implica que sea ciento por ciento…Genuina.
No olviden que el engaño es parte del arsenal de la astucia del género femenino. Digamos sagazmente que en el arte de la seducción para no entrar en detalles escabrosos y de un debate eterno de protestas y descargos fundados o no.

─ No prometo nada, pero intentaré desocuparme  temprano ─ respondió Tania al joven que estaba bastante entusiasmado con ella. ─ Sabes que dependerá de la carga de trabajo y de los planes que tenga mi jefa.
─ ¡Oh esa vieja! ─ Se quejó Pablo haciendo una mueca como cabro chico.
─ Pablo ─ reprendió Tania. ─ No importa si es joven o mayor, es mi jefa y es quién manda en Finanzas. No puedo hacer lo que se me de la gana solo para darte el gusto a ti y lo sabes bien.
─ Tú ganas hermosa ─ se rindió Pablo que sabía que no llegaría a ningún lugar con esa conversación. ─ seré positivo y declararé al universo que se concretará lo que deseo.
─ ¿Y qué deseas? ─ sondeó Tania a sabiendas de la posible respuesta.
─ De que todo el universo se alineé conmigo para que tú me des la oportunidad de que pasé algo entre nosotros. ─ Se sinceró el muchacho.

« ¡Um! Esto no es precisamente dónde quiero ir  » meditó para sí la joven Briceño.

─ ¡Vamos a pasar un buen rato! ─ intervino el otro joven apañando a su compañero. ─ Ese es el eslogan del pana aquí. ¿No es así?
─ Exacto es lo que mi esplendoroso corazón tiene para darle a esta belleza. ─ respaldo Pablo bromeando entre ellos. ─ Puro suim latino.
─ ¡Que flaite (vulgar) que son! ─ Se lamentó Laura que se unió a la conversación.
─ ¿Qué tiene de malo expresar el candor latino? ─ cuestionó Gerardo.
─ Una cosa es embrujo y encanto latino; y otra muy distinta es ser picante de clase rasca ─ espetó Laura.
─ Tú siempre tan delicada para tus cosas nena ─ contravino Gerardo con pica. ─ ¡Relájate! Y solo vive la vida y deja de pasar rabias que te amargas linda.
─ ¡Me rindo! ─ exclamó Laura que sabía que perdería con la excéntrica de su compañero que era casi reina del drama.
─ Chicos no peleen entre ustedes ─ llamó a la calma Tania que no le gustaba ese tipo de enfrentamiento ahora que se habían unido con un propósito en común.
─ No lo hacemos ─ defendió Gerardo y viendo a Tello, agregó. ─ solo somos divergentes en puntos de vistas ¿no es así? Pero no en mala onda.
─ Sí tú lo dices ─ dijo Laura sin ánimos de darle la razón. No se rebajaba con ese chico.
─ ¡Ay que soberbia! ─ espetó Gerardo. ─  ¿No sé cómo te soporto linda?
─ Porque entre gitanos no nos sacamos la suerte, my Queen. ─ enrostró Laura sacándole la lengua. ─ Eres igual que mi primo ¡Totalmente ridículo!
─ Ustedes verdaderamente son un matrimonio de papel. ─ indicó Pablo divertido de los bien complementados que eran esos dos.
─ ¡Nica! (en sueños) ─ aullaron los dos jóvenes.
─ ¡Oka! Ya entendí ─  Defendió Pablo. ─ No me muerdan.
─ Bueno se me está haciendo tarde ─ cambió el rumbo de la conversación Tania. ─ nos veremos más tarde.
─ Estaré esperando por ti, belleza ─ aseguró Pablo y le dio un beso en la mejilla.
─ Nos vemos al rato ─ secundó Gerardo.
─ Suerte ─ fue todo lo que dijo Laura a sabiendas de lo que estaba queriendo decir.
─ Lo mismo digo ─ replicó Tania guiñando un ojo.
─ Por suerte está lejos la dimensión oscura ─ ironizó Laura haciendo mueca al respecto.
─ Te envidió Tello ─ siseó en broma Tania.
─ No lo hagas ─ dijo Laura. ─ No es algo de que estar orgulloso y menos compartir. Es un punto bien negro.
─ Lo sé ─ repuso Tania. ─ Verás que saldremos adelante.
─ Eso espero ─ secundó Laura y encaminó sus pasos a su lugar de trabajo. ─ Nos vemos.
─ Bien ─ murmuró Tania y también se fue rumbo a su área de trabajo.

Estaba claro que ninguna de las chicas sopesaba en su mente el peso de sus acciones del sábado y que les traería consecuencias a mediano y largo plazo.

Una cosa que ellas  no lograban discernir y menos, dilucidar era el alcance de haberse involucrado con una dominatriz. Lejos estaban de estar a salvo o salirse con la suya. Cuando te sumerges a un mundo profundo como el sado, tienes que saber que debes ir preparado para vivir una experiencia distinta y fuerte. Muy distinta de lo que se suele llamar normal o saludable. Es un mundo que no es apto para personas remilgadas, mojigatas y menos, asustadizas. Es mejor no meterse en dónde no estás preparado para ir con una mente abierta y no ser cuadrado para tus cosas. Los prejuicios aquí se van a las pailas.

Las chicas iban a descubrirlo de un modo no tan encantador. Hasta el momento solo habían visto pinceladas en su primera experiencia y eso que fue lo más placentera para ellas porque así lo quisieron sus dominantes.
Era la hora de que el juego se volviera interesante para ambas y el tablero comenzó a cambiar para ellas. Las niñerías debían quedar de lado y pasar a la acción.

Dos escenarios, dos ciudades y dos mujeres que iniciaban a mover sus fichas en pos de sus objetivos que afectarían a otras dos para bien o para mal. Comenzaba el segundo acto para unos polos muy opuestos.

Viña del mar…

En una sala de estar…

─ Te lo vuelvo a repetir Calixta, no pretendo faltar a mi palabra ─ señaló acaloradamente la pelirroja. ─ Pero no puedo seguir con ese plan. No servirá con ella. Secará el mar antes que ella admita o ceda a mis peticiones.
Una trigueña quedó viendo a su compañera de correrías mientras daba unos sorbos  a su café Irlandés. Realmente la situación le resultaba molesta a un punto puesto que las reglas eran muy claras para las que estaban inmersas en su mundo.
─ Le prometí a su madre que su hija no saldría lastimada y que cuidarías de ella tal como lo hice yo hace unos años ─ Mencionó Calixta. ─ Conoces las reglas mejor que nadie, Martina.
─ Lo sé, lo sé ─ bufó cansada Martina. ─ E intenté respetar nuestro acuerdo, pero no está funcionando.
─ No me sirve que intentes, Martina ─ amonestó Calixta con una mirada acerada. ─ Estás obligada asumir tu impertinencia con la hija de mi sumisa.
─ ¡Dios lo sé! ─ explotó Martina que sentía la presión dado que Calixta era una mujer muy fuerte e inflexible cuando se trataba de sus amantes por así decirlo. ─ Voy a cumplir pero no de la forma en que acordamos.
─ Aunque Patricia se haya casado y formado una familia aún está bajo mi protección ─ aclaró Calixta sin dejar de paladear su café. ─ Nos separamos en buenos términos y respaldaré su petición, te guste o no.
─ Yo en ningún momento he dicho que no voy a faltar a mi palabra. ─ defendió Martina cabreada. ─ Asumí mi error delante de ti y tu sumisa, pero no puedo hacer de la chiquilla mi esclava de rompe  y raja porque jamás lo consentirá de ese modo ¿Entiendes?
─ ¿Qué propones entonces? ─ preguntó de frentón Calixta.
─ Que me dejes hacerlo a mi manera ─ respondió Martina con seguridad. ─ Laura no es como su madre. Es una joven de mucho carácter y no se dejará dominar tan fácilmente como tu amante. Ella es fuego puro y necesito domesticar su mente y su espíritu de un modo que no le permita confrontarme nuevamente.
─ De acuerdo. ─ aceptó Calixta con una tincada en mente. ─ Se hará como tú veas que es lo mejor. Mientras la mantengas bajo tus cuidados y eso también implica que no podrás tener otra sumisa estando con ella. En eso no tranzare y ve olvidándote de buscar consuelo en otros brazos.
─ Olvido por momentos que esto es más posesivo de lo que muchos creen ─ Ironizó Martina y fulminó con la mirada a su amiga. ─ ¡sin reproches a eso!
─ No te diré nada tampoco ─ repuso Calixta. ─ Es una pérdida de tiempo pelear contigo sobre ese asunto.
─ Haces bien ─ afirmó Martina que ahora sí bebió un café; que lo había aplazado porque no le irritará su estómago por el coraje.
─ Tú y yo nos conocemos desde hace mucho y desde que tengo uso de razón ─ comentó Calixta observando las facciones de la pelirroja. ─ Las cosas siempre han estado muy claras y en orden entre las dos en lo concerniente a la diversión. Pero nuestro código nos impide cruzar los límites de cada dominio.  Soy consciente de que no tenías como saber que Laura, es hija de una de mis chicas, pero eso no te exime de las reglas y quieras o no; debes asumir las consecuencias de tus actos.
─ ¡Dame crédito Calixta! ─ rezongó Martina que escupió el café después de oír la serena amenaza. ─ No soy una novata en este juego y conoces mis credenciales. Mantendré mi palabra, pero he de hacerlo a mi manera ¿Cuento con tu voto?
─ Tienes carta blanca ─ respaldó Calixta que solicitaba la cuenta al garzón. ─ Pero no demores mucho ya que las cosas se volverán intensas entre nosotras ¿Estamos?
─ Asumo ─ fue la categórica respuesta de Martina que limpiaba sus ropas tras verter parte del café sobre sí misma. ─ ¿Con cuánto tiempo cuento?
─ Lo vamos hacer más interesante ─ dijo con intransigencia Calixta y a modo de meter más presión. ─ dos meses, no más.

Aquellos ojos verdes oliva se hundieron en los grises de su contra parte y el mensaje era fuerte y claro. Su quijada no estaba tensa sino en un punto de rigidez casi al borde de la petrificación. Sus pupilas dejaban ver claramente su frustración y molestia por el ultimátum que fue puesta por un simple y burdo error.

─ Eres muy considerada ─ soltó con la viva ironía Farkless.
─ Digamos que es como un cheque en garantía por tu falta ─ indicó Calixta. ─ con ello quedas atada a un contrato tácito.  Tú sabes, nada personal.
─ ¡Mierda! ─ exclamó Martina que volvía a estar furibunda por la encerrona que le pusieron.
─ No despotriques tanto, mujer ─ calmó Calixta levantándose de su asiento. ─ Que después vas agradecérmelo porque no puedes negarme que te trae de cabeza la hija de Patricia. De lo contrario no le hubieras parado bola y hubieras dimitido ante mí. ¡Reconoce de una vez que te tiene prendida! ¿Vale la pena no es así?
─ Por respeto a nuestra amistad declinaré responder esa pregunta ─ contestó firme pero evasivamente Farkless. ─ No tengo deseos de hablar del tema y lo único que debe importar aquí es que cumpliré mi promesa. El resto carece de importancia.
─ ¿Segura de eso? ─ cuestionó Calixta.
─ Absolutamente ─ respondió contundentemente Martina. ─ No es pertinente el sentimiento solo la acción.
─ ¡Ya veo! ─ exclamó Calixta sacando sus propias conjeturas a la reacción de su contra parte.
─ Bueno como ya está todo dicho entre nosotras, será mejor que ponga en marcha mi plan ─ repuso Martina dejando su asiento y tomando su bolso de mano. ─ ¿Dos meses entonces?
─ Exacto ─ afirmó Calixta leyendo el rostro de su compinche. ─ Y quiero noticias de tus progreso con respecto a Laura.
─ No será de ese modo, Calixta ─ objetó una seria Martina. ─ No estás no estás tratando con una novata y te recuerdo que aceptaste mi propuesta tal como la planteé y eso significa libertad completa de acción.
─ De acuerdo…Querida ─ consintió ésta y se levantó de su asiento para despedir a su vieja amiga y camarada de juergas. ─ Hazlo a tu modo, pero no vengas a mí sin resultados.
─ Y no cuentes con ello ─ espetó Martina con una mirada desafiante, de esas que no dejan margen a dudas sobre sus intenciones. ─ No por nada soy…el veneno de Magnolia.

No hubo respuesta verbal de parte de la otra mujer, pero una sonrisa se curvó en los labios de la morena para terminar en una sonora carcajada. Ellas no necesitaban mediar muchas palabras entre sí, se conocían desde hace mucho y  tanto su lenguaje corporal como miradas podían llegar hacer su medio de comunicación.

─ Nos vemos ─ señaló Farkless, besando la mejilla de la otra.
─ Nos veremos entonces ─ secundó Calixta dejando que ese beso se depositará sobre su rostro.

Momentos después que se marchase su compañera, la morena se quedó reflexionando al respecto…Sabía que las cosas tomaron un curso imprevisto y que jamás imaginó que esa noche en que al fin se reunieron todas, terminaría con dos de sus amigas involucradas con dos jovencitas que estaban relacionadas con un pasado bien guardado bajo llave por el bien de otras dos.

─ ¡Um! ─ exclamó la morena caminado hacia uno de los ventanales y viendo el horizonte. Con un mar en calma en la lejanía que no era más que la antesala a la tempestad. ─ Después de tanto tiempo pensé que había dado vuelta la página y por lo visto, el pasado me encadena a zanjar un tema que nadie desea tocar.

La vida tiene muchos misterios ocultos en cada persona que en el momento menos pensado salen al paso para cobrarte la cuenta que debes saldar sí o sí.

─ Por lo visto… ─ murmuró entre dientes Calixta con la mirada perdida en el horizonte. ─ Laura será la pieza discordante de toda esta historia.

La meditación dejaría sumida a la morena en lo profundo de su Psiquis y mientras a unos pasos del lugar…
Una pelirroja salió del ascensor de aquel condominio de edificios y respiró profusamente como si le faltase el aire.

─ ¡Mierda! ─ Se quejó Martina. ─ Por poco y no lo consigo. Calixta es un hueso duro de roer.
Tomó varias respiraciones pausadas hasta que su frecuencia cardiaca se estabilizó y pudo volver a la normalidad. Luego, se encaminó hasta su motocicleta y tras guardar su bolso, se colocó su casco para subirse y marcharse a casa…
─ Es hora de ir por ti ─ se dijo Martina. ─ Gatita…Y  nadie podrá salvarte.

Una perversa sonrisa se delineó en la comisura de sus labios antes de bajar el visor de su casco y una vez dado el encendido de la máquina. Salió del recinto con una fija idea en su mente y ello, trajo consigo nuevos bríos que le dieron la motivación propicia que necesitaba.

Muy pronto la joven Tello iba a conocer la verdadera mujer detrás de la dominatriz,  denominada el veneno de la magnolia y sabía de ante mano que no habría margen de escapatoria para su presa.

Mientras que en otro sitio bien distante…

Una joven estornudo de improviso y le quedo resentido su fosa nasal dado que era extraño aquello, ya que no era dada a ser alérgica y menos que estuviese frente a un cuadro febril.

─ De seguro alguien se acordó de mí ─ murmuró la joven Tello, restregando su nariz que había quedado resentida.

Luego de soplarse su nariz con un pañuelo, volvió a su rutina o trabajo en que estaba metida en libros contables de la tienda de suvenir y no paro hasta que el reloj marcaba las tres de la tarde justa y recordó que debía marcharse más temprano hoy.

Se había saltado la hora de colación y su estómago comenzó a resentirse con un fuerte sonido que hizo sonrojar a la muchacha que no era dada a incomodarse por tonteras como esa.

Buscó en su bolso y encontró una golosina que aliviaría su león que había en sus entrañas hasta llegar a Limache y poder servirse algo más contundente. Luego,  guardó todo cuanto tenía sobre su escritorio e informó a su jefe que se marchaba. Con el consentimiento de éste, se despidió de algunos de sus compañeros de trabajo y salió rauda de las dependencias hasta llegar al lobby y dejar las llaves respectivas y de un intercambio entre los recepcionistas, la joven se fue directa a la salida de la guardia.

Al cabo de unos momentos y del escrutinio rutinario en las reglas del hotel en revisión a las pertenencias para evitar fuga de elementos propios de la empresa. Tello quedo libre y caminó hacia la salida del portón principal.
Tras echar un vistazo a su reloj y ajena a su entorno en ese momento. Caminó hacia la parada de auto bus que estaba a unos tres metros del lugar  y se encaminó sin percatarse de que un auto se detuvo a un costado muy próximo a ella.

Estaba hurgando entre su bolso para buscar su monedero y tener el dinero para el pago de su transporte cuando unos brazos rodearon su cintura en un suave pero firme apriete y unos labios posarse cálidamente en su mejilla para hacerla sobresaltar de la impresión con un fuerte matiz rosa en su rostro. No tuvo tiempo en hilvanar palabra algunas en el momento que escuchó…

─ ¿Me extrañaste gatita? ─ susurró una voz seductora y conocida para la joven Tello, negándose abandonar la suave mejilla de la chica.

La sacudida eléctrica fue total y letal para aquella joven, que vio que su peor pesadilla se concretaba una vez más…No hubo sonido en ese instante, tampoco reacción alguna…Estaba completamente estupefacta casi al punto de un paro cardíaco. Hasta que la risa burlona de aquella mujer, la trajo de sopetón a la realidad.

─ ¡Mierda! ─ exclamó Laura reponiéndose a la desagradable sorpresa. ─ ¡Martina!
Otra vez la risita burlona de la pelirroja le trajo escalofríos a su columna vertebral y sabía que eran sinónimos de problemas.
─ No era la respuesta que estaba esperando precisamente. ─ susurró Farkless pegada su oído de la joven en forma deliberadamente sensual que la estremeció de pies a cabeza. ─ Pero me conformo que recuerdes mi nombre.
─ Q…qu… Qué…¿Qué diablos haces aquí? ─ se recompuso con dificultad Laura al hablar.
─ He venido  a llevarte conmigo, gatita ─ respondió Martina arrastrando las palabras y provocando más sensaciones incomodas en la joven. ─ recuerda que eres mi…sumisa y vengo a reclamarte.
─ Yo no soy nada tuyo ─ protestó Laura que intentó zafarse del agarre de Farkless. ─ Y menos irá algún sitio con una imbécil como tú.
─ No estoy pidiendo tu consentimiento, gatita ─ refutó Martina y cerró más su agarre sobre la joven. ─ Ya has tenido suficientes libertades. Es hora de conocer tu lugar y asumir las consecuencias de tus desobediencias, querida mía.
─ ¡Estás demente! ─ rabió Laura e insistió en oponerse a Farkless. ─ No haré nada contigo.
─ Eso está por verse ─ sentenció Martina y la arrastró con ella hacia el automóvil que les esperaba. ─ Aún tienes mucho que aprender dulzura. No soy una mujer que renuncie a lo que quiero.
─ Me importa un reverendo bledo tus méritos, atributos o cualidades ─ rebatió Laura, forcejeando un tanto para conseguir y un pequeño espacio que le sirvió para liberar uno de sus brazos y sin más lo enterró de lleno en el estómago de la pelirroja. ─ Solo tengo en mente una sola cosa con respecto a ti…Y es que te quiero a kilómetros de mí.
─ ¡Auch! ─ Se lamentó Martina después de esa agresión, pero que no consiguió que aflojase el agarre que tenía sobre la joven y después de sobre ponerse a la agresión, agregó─ Olvido por momentos que eres tan salvaje al igual que un gato.
─ No me compares con un animal ─ espetó Laura persistiendo en liberarse.
─ ¿No me digas? ─ provocó Martina con una mirada cargada de perversión a pesar de resentir la agresión en su ser. ─ Tus reacciones tan salvajes demuestran que eres la versión humana de un felino. Tan fiera e indomable, pero que en el fondo se vuelve seda en las manos de su dueño.
─ Yo no te pertenezco idiota ─ contra dijo Laura roja de la rabia que la causaba la comparación y para colmo de males, estar nuevamente a merced de esa mujer. ─ Lo único que puedo desear en este momento que se relacione contigo, es que desaparezcas de la faz de la tierra.
─ ¡Tan bravucona como siempre! ─  Se burló Martina y tomando uno de los brazos de la joven para doblarlo sobre su espalda. ─ Pero no lamento en absoluto ir en contra de tus deseos porque no estás en posición de transar nada conmigo hasta que no te hayas ganado ese privilegio y como has sido una niña mala y desobediente, tendré que tomar cartas en el asunto y reprimir ese espíritu combativo.
─ ¡Suéltame! ─ rugió Laura utilizando ahora su cuerpo hacia adelante y desestabilizarlas, teniendo al menos una chance de obtener su libertad.
─ No y ¡Quédate quieta de una vez! ─ respondió Farkless haciendo uso de su estatura y complexión física para anclarlas al pavimento y no irse de bruces al piso. ─ Esto se está volviendo reiterativo entre nosotras cada vez que deseo llevarte a un lugar más privado y cómodo. Tendremos que cambiar esa mala costumbre de una vez por todas ¿no te parece?
─ ¡Sí seguro! ─ siseó Laura que continuaba forcejeando. ─ No cuentes que habrá una próxima ya que será la última vez que me pilles desprevenida. Con los pacos (carabineros u oficiales de la ley) voy a denunciarte y no podrás acercarte más a mí.
─ ¿En serio? ¡No me digas! ─ cuestionó Martina volteando a un costado para hacer señas a su chofer. ─ ¿De qué vas acusarme según tú?
─ De acosadora y secuestro ─ bufó altiva Laura removiéndose más entre los brazos de la pelirroja.
─ ¿Y tú lo crees en verdad? ─ preguntó burlona Farkless dando pasos en dirección del coche.
─ Por supuesto ─ defendió su postura Tello. ─ Les diré que abusaste de mí la primera vez y si no te meten presa por eso, pasas raspando.
─ Para tu mente tan obtusa que tienes, debo decirte que difícilmente nuestro encuentro sexual pueda llamarse violación, si es que estás usando esa figura legal en mi contra ─ aclaró Martina con un tono venenoso en la voz. ─ No te obligue como tú deseas engañarte, fue consensuado entre las dos y si mal no recuerdo, aún oigo tú voz suplicando por  tu liberación. Te haría bien refrescar la memoria, gatita.
─ ¡Cállate! ─ bramó fuera de sí, Laura.
─ Lo que sucede aquí niñita, es que odias reconocer tus debilidades y errores ─ enrostró Martina muy cercana a la puerta del vehículo. ─ Prefieres volcar todo tu enojo contra otros que asumir tus propias equivocaciones.

Justo en ese momento, la puerta le era abierta por su chófer y se introdujo en el amplio vehículo con la joven Tello arrastras dado que podría usar cualquier ardid para agredirla y escapar. Si bien ninguna de las dos quedó  cómoda  por la posición que terminaron dentro del auto, fue lo que les tocó asumir. Tras cerrar la puerta, el hombre tomó su lugar frente al volante y partieron con rumbo a la carretera.

─ ¡Detén el auto! ─ ordenó Laura. ─ debo irme a casa, mi madre estará preocupada porque no avisé que saldría.
─ No haré tal cosa ─ contra dijo Martina. ─ En cuanto a tu madre descuida, ya está informada de que pasaría a recogerte.
─ ¡Mientes! ─ acusó Laura. ─ Mi mamá está acá en el trabajo, no hay ninguna factibilidad de que hayas hablado personalmente con ella. Me lo hubiera advertido con anticipación.
─ ¡Qué poco conoces a tu mamá! ─ criticó Martina, acariciando el cabello de la joven. ─ Ella está al tanto de todo y para satisfacer tu curiosidad, existe algo llamado…Celular.

Los ojos de la joven Tello casi se salen de sus órbitas al oír la afirmación de Farkless. ¡En verdad deseaba retorcerle el pescuezo en este momento! No había forma en poder liberarse de ella y mucho menos olvidar esa noche. Y para colmo de males; sus males. Ahora todo estaba a su favor e incluso su madre al parecer.

─ ¿Y ahora qué sucede lindura? ─ preguntó Martina puesto que la expresión facial de la joven lo decía todo.

Los ojos de la joven se movían desmesuradamente, por así decirlo; en sus órbitas pensando en mil formas de poder eludirla. Pero…Eso estaba lejos de ocurrir al parecer.

─ Será acaso que a la linda gatita le comieron la lengua los ratones o mis palabras la dejaron en un profundo estado de shock ─ insistió Martina sin dejar de contemplar a la muchacha.

Un solo resoplido fue suficiente para liberar la cantidad de presión acumulada dentro de su ser y pudo sentir algo de alivio en ello. Pero… la batalla estaba lejos de terminar.

─ ¿Qué tengo que hacer para verte desaparecer de mi vida? ─ inquirió Laura con una renovada valentía o simplemente estupidez. ─ ¿cómo te hago entender a esa cabezota tuya que no deseo relacionarme contigo bajo ningún concepto? No entiendo por qué pierdes tu tiempo en mí; si está claro como el agua que me produces aversión y estoy casi al borde de despertar mi instinto asesino si sigues presionándome de esa forma machista y retrógrada tuya.

¡Ahí está! Para la idiotez no hay cura, menos solución.

Una ceja se alzó en el rostro de Farkless ante semejante comentario que hiciera aquella rebelde chiquilla que por poco le hizo chirriar los dientes al oírla. Realmente se necesitó mucha de su fuerza de voluntad para no darle un zendo coscorrón por estúpida. Sin embargo, una parte de su yo más reflexivo; no dejo de reconocer una verdad y esta concernía al de un espíritu libre que no deseaba someterse a nada ni nadie. Pero como dicen los más pesimistas; lastimosamente el error fue absolutamente de ella.

─ ¿Cuántas veces hemos oído lo mismo? ─ contra preguntó Martina.
─ Evades mi pregunta ─ respondió Laura. ─ Y lo haces a propósito.
─ Insisto en mi pregunta ─ volvió a la carga Farkless.
─ Pregunté primero ─ cuestionó Laura.
─ Pero te recuerdo que eres mi sumisa aquí ─ golpeó bajo Martina. ─ Primero se ganan los premios y no al revés.
─ ¿Quién lo dice? ─ refutó con pica Laura. ─ ¿Tú?
─ Sí, yo ─ respondió simplemente Martina.
─ Entonces no sirve ─ provocó Laura. ─ Al menos no para mí.
─ En verdad eres bien desafiante después de todo ─ señaló Farkless. ─ Y será un placer doblegar ese espíritu tuyo y no esperes respuesta hasta que bajes de esa nube y cumplas tu parte.
─ No lo hare. ─ desafió Laura.
─ Entonces esperaras eternamente mi respuesta ─ repuso livianamente Martina y se acomodó bien en el asiento y volteó su cara para observar el paisaje.

El asombró quedo pintado en el la joven Tello ya que le resultaba inusual que aquella pelirroja dejase una batalla así como así ¡Aquí había gato encerrado!

Después de unos breves momentos de silencio…Farkless se inclinó hacia adelante y descorrió el cristal que lo separaba de su chófer.

─ Pasa a la siguiente gasolinera y recarga el estanque porque nos iremos a Totoralillo ─ comunicó Martina viendo el tablero de controles de auto. ─ Nos detendremos en Busquet para recoger algunas cosas y también provisiones para la despensa.
─ Entonces ¿No pernoctaremos en un hotel como siempre? ─ inquirió el chofer.
─ No esta vez ─ respondió Martina. ─ nos tomará un poco de tiempo llevar víveres y debo darle tiempo a que Busquet reúna mis requerimientos que preciso.
─ Comprendo señorita ─ dijo el hombre ajustando el GPS del auto. ─ estaremos en la madrugada en su casa de la playa.
─ Me avisas cuando lleguemos camino a Santiago para recoger mi pedido antes de ir a un supermercado ─ ordenó Martina.
─ Cuente con ello ─ respondió el chofer.
Al instante se cerró la separación entre ellos y Farkless volvió acomodarse en el asiento sin siquiera mirar a la ocupante que estaba a su lado.
─ ¡Podrías al menos preguntarme si quiero ir contigo a ese lugar! ─ mencionó pasmada Laura.
─ No creo haberte dado el derecho a cuestionar mis acciones ─ señaló Martina en un tono seco.
─ ¿Necesito permiso para hablar también? ─ desafió una indignada Laura que estaba acumulando nuevas fuerzas para otra contienda.
─ ¡A ver chiquilla! ─ reprendió Martina que se giró para verle la cara a la muchacha. ─ Tres cosas para que las entiendas de una buena vez: 1 soy la dominante aquí y no tú sumisa. 2 las órdenes las doy yo y no tú. 3 aprende tu lugar y serás recompensada en todo momento.

Si los fuegos artificiales salieron de golpe, esta sería la mejor escena que describiría ese preciso momento. Fuego artificiales son los que salieron de los ojos de la joven Tello…Estaba totalmente aireada con semejante desfachatez.

─ ¿¡No me digas?! ─ explotó Laura con un vivo enojo que emanaba de todo su ser. ─ ¿3?  Son tus reglitas que debo obedecer sin chistar. Entonces aquí tienes mi respuesta a eso…1 no eres mi dueña, 2 que te las metas en dónde más te quepan y 3 te puedes ir a la misma mierda. ¿Qué te parece? Por el culo me voy a pasar tus normitas pervertidas…Doña depravada.

Segundo round y sumando…

Con un movimiento delicado, Farkless miró la hora en su reloj de pulsera e hizo unos cálculos mentales sin responder a la bravuconería de la joven. Luego, hizo algo impensado…

Desabrochó su chaqueta y se despojó de esta última. Quedando solo en una blusa y que también soltó una parte de su abotonadura para darle más libertad de movimiento y finalmente se giró para ver a la joven en cuestión.

Tanto la sonrisa como aquellos ojos verdes realmente demostraron una clara intención al respecto y que concernía propiamente tal a dicha chica.  La perversión estaba claramente pinta en ese semblante y aquella chiquilla iba a pagar las consecuencias de su imprudencia.

─ ¿Así que deseas que te den por el culo? ─ fue la pregunta directa y sin tapujos de Martina que se acercó despacio y deliberadamente a la muchacha. ─ No imaginaba que fueses tan pervertida, mi querida gatita.
No solo fueron sus palabras, sino sus ojos, su postura y esa voz que hicieron que Laura  palideciese como cadáver y el valor saliera huyendo como cual cobarde. Por un acto reflejo saltó hacia atrás del asiento y se arrinconó en su esquina cual cachorro asustado.
─ ¡Aléjate! ─ Casi ladró Laura chocando con la puerta.
─ Jajaja ─ burló Martina y lamiéndose los labios, clavó sus ojos en la chica. ─ No voy hacer tal cosa, por el contrario voy a probar a una gatita que me tiene prendida.
─ No lo intentes…si no ─ intentó defender Laura claramente nerviosa porque ya tenía casi encima a Farkless.
─ ¿Si no qué? ─ desafió Martina que estiró su mano y la cogió de la nuca acercándola a ella y su otra mano tomó un manojo de cabellos que los enrolló entre sus dedos y jaló de éstos hacia atrás para que quedase su rostro alzado a ella. ─ son en vano tus intentos de alejarme porque bien sabes que lo deseas…
─ Yo…n ─ murieron las palabras en la boca de Tello porque fue  cubierta con los labios de la pelirroja.

Un beso que desde el primer instante fue demandante y dominante dejando muy en claro que los roles estaban definidos…

Solo un segundo para tomar un poco de aire y un susurró fue balbuceado…
─ Deseas...tanto…que…te dominen ─ fue el susurro aplastante de Martina hasta de volver a reclamar la boca de su sumisa.

Una de las dos jóvenes entraba de lleno en el terreno de la dominación, mientras que la otra y principal estaba a las puertas de ser golpeada por su propia realidad…

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