Polos opuestos
Capítulo
12
Contra
parte…
El fin
de semana pasó volando para las protagonistas de esta sórdida historia de
mujeres o mejor dicho entre mujeres maduras como se les califica y otras dos
más tiernas jovencitas. Pero el dejo pervertido de esta asombrosa relación
estaba comenzando a cobrar ribetes muy interesantes.
Un
nuevo día y una nueva semana comenzaba en el resort o paraíso veraniego. ¡Los
términos que ustedes quieran darle!
Cuando
las manecillas del reloj mural de la oficina marcaba justo las 8 en punto de la
mañana. Una mujer dejaba diversas instrucciones en los escritorios de su
personal; dado que aún no llegaban sus residentes laborales.
Luego
de ultimar los detalles específicos que
deseaban implementar en su área de trabajo. Reclutó los informes que estaban en
los archivadores principal y se fue a su despacho a esperar que su telaraña
comenzase hacer su trabajo y ver que le tría de presa. Estaba más que segura
que iba a provocar el desconcierto mayúsculo, pero era hora de cambios en toda
la empresa e iniciaría por su área principalmente para luego extenderse a los
otros rubros de la compañía.
─
Regresé con el único fin de encontrar al responsable de todo esto. ─ se aseguró
así misma Mirelles. ─ He tardado un tiempo, pero ha valido cada segundo de mi
tiempo. Es hora de mover las piezas precisas.
Le
echó un último vistazo a todo lo que había dejado. Cuadró sus hombros y alzó su
mentón en forma altanera y salió de área de finanzas con rumbo a la parte de
recursos humanos. ¡Había mucho trabajo por hacer! E iba a disfrutar de cada momento del mismo.
40
minutos más tarde muchos iniciaban sus labores e ingresaban raudos a marcar su
entrada antes de tener sanciones. Dentro del grupo de trabajadores ingresaban
cuatro miembros jóvenes junto a otros más.
─
Espero podamos reunirnos en la hora de colación y pasar un rato juntos ─ dijo
Pablo a la joven, acariciando su mejilla. ─ Y continuar con lo que dejamos
pendiente el Sábado.
Casi
imperceptiblemente, la tráquea de la muchacha se agitó brusca al tragar saliva.
Sin embargo, como toda fémina es
delicada o sutil en esconder lo obvio. Dedicó una sonrisa de esas trabajadas a
pulso, tan perfectas que parecía ser construida en la más absoluta precisión.
Lo que no implica que sea ciento por ciento…Genuina.
No
olviden que el engaño es parte del arsenal de la astucia del género femenino. Digamos
sagazmente que en el arte de la seducción para no entrar en detalles escabrosos
y de un debate eterno de protestas y descargos fundados o no.
─ No
prometo nada, pero intentaré desocuparme
temprano ─ respondió Tania al joven que estaba bastante entusiasmado con
ella. ─ Sabes que dependerá de la carga de trabajo y de los planes que tenga mi
jefa.
─ ¡Oh
esa vieja! ─ Se quejó Pablo haciendo una mueca como cabro chico.
─
Pablo ─ reprendió Tania. ─ No importa si es joven o mayor, es mi jefa y es
quién manda en Finanzas. No puedo hacer lo que se me de la gana solo para darte
el gusto a ti y lo sabes bien.
─ Tú
ganas hermosa ─ se rindió Pablo que sabía que no llegaría a ningún lugar con
esa conversación. ─ seré positivo y declararé al universo que se concretará lo
que deseo.
─ ¿Y
qué deseas? ─ sondeó Tania a sabiendas de la posible respuesta.
─ De
que todo el universo se alineé conmigo para que tú me des la oportunidad de que
pasé algo entre nosotros. ─ Se sinceró el muchacho.
« ¡Um!
Esto no es precisamente dónde quiero ir » meditó para sí la joven Briceño.
─
¡Vamos a pasar un buen rato! ─ intervino el otro joven apañando a su compañero.
─ Ese es el eslogan del pana aquí. ¿No es así?
─ Exacto
es lo que mi esplendoroso corazón tiene para darle a esta belleza. ─ respaldo
Pablo bromeando entre ellos. ─ Puro suim latino.
─ ¡Que flaite (vulgar) que son! ─ Se lamentó Laura que se unió
a la conversación.
─ ¿Qué
tiene de malo expresar el candor latino? ─ cuestionó Gerardo.
─ Una
cosa es embrujo y encanto latino; y otra muy distinta es ser picante de clase
rasca ─ espetó Laura.
─ Tú
siempre tan delicada para tus cosas nena ─ contravino Gerardo con pica. ─
¡Relájate! Y solo vive la vida y deja de pasar rabias que te amargas linda.
─ ¡Me
rindo! ─ exclamó Laura que sabía que perdería con la excéntrica de su compañero
que era casi reina del drama.
─
Chicos no peleen entre ustedes ─ llamó a la calma Tania que no le gustaba ese
tipo de enfrentamiento ahora que se habían unido con un propósito en común.
─ No
lo hacemos ─ defendió Gerardo y viendo a Tello, agregó. ─ solo somos
divergentes en puntos de vistas ¿no es así? Pero no en mala onda.
─ Sí
tú lo dices ─ dijo Laura sin ánimos de darle la razón. No se rebajaba con ese
chico.
─ ¡Ay
que soberbia! ─ espetó Gerardo. ─ ¿No sé
cómo te soporto linda?
─ Porque
entre gitanos no nos sacamos la suerte, my Queen. ─ enrostró Laura sacándole la
lengua. ─ Eres igual que mi primo ¡Totalmente ridículo!
─
Ustedes verdaderamente son un matrimonio de papel. ─ indicó Pablo divertido de
los bien complementados que eran esos dos.
─
¡Nica! (en sueños) ─ aullaron los dos jóvenes.
─
¡Oka! Ya entendí ─ Defendió Pablo. ─ No
me muerdan.
─ Bueno
se me está haciendo tarde ─ cambió el rumbo de la conversación Tania. ─ nos
veremos más tarde.
─
Estaré esperando por ti, belleza ─ aseguró Pablo y le dio un beso en la
mejilla.
─ Nos
vemos al rato ─ secundó Gerardo.
─
Suerte ─ fue todo lo que dijo Laura a sabiendas de lo que estaba queriendo
decir.
─ Lo
mismo digo ─ replicó Tania guiñando un ojo.
─ Por
suerte está lejos la dimensión oscura ─ ironizó Laura haciendo mueca al
respecto.
─ Te
envidió Tello ─ siseó en broma Tania.
─ No
lo hagas ─ dijo Laura. ─ No es algo de que estar orgulloso y menos compartir.
Es un punto bien negro.
─ Lo
sé ─ repuso Tania. ─ Verás que saldremos adelante.
─ Eso
espero ─ secundó Laura y encaminó sus pasos a su lugar de trabajo. ─ Nos vemos.
─ Bien
─ murmuró Tania y también se fue rumbo a su área de trabajo.
Estaba
claro que ninguna de las chicas sopesaba en su mente el peso de sus acciones
del sábado y que les traería consecuencias a mediano y largo plazo.
Una
cosa que ellas no lograban discernir y
menos, dilucidar era el alcance de haberse involucrado con una dominatriz.
Lejos estaban de estar a salvo o salirse con la suya. Cuando te sumerges a un
mundo profundo como el sado, tienes que saber que debes ir preparado para vivir
una experiencia distinta y fuerte. Muy distinta de lo que se suele llamar
normal o saludable. Es un mundo que no es apto para personas remilgadas,
mojigatas y menos, asustadizas. Es mejor no meterse en dónde no estás preparado
para ir con una mente abierta y no ser cuadrado para tus cosas. Los prejuicios
aquí se van a las pailas.
Las
chicas iban a descubrirlo de un modo no tan encantador. Hasta el momento solo
habían visto pinceladas en su primera experiencia y eso que fue lo más
placentera para ellas porque así lo quisieron sus dominantes.
Era la
hora de que el juego se volviera interesante para ambas y el tablero comenzó a
cambiar para ellas. Las niñerías debían quedar de lado y pasar a la acción.
Dos
escenarios, dos ciudades y dos mujeres que iniciaban a mover sus fichas en pos
de sus objetivos que afectarían a otras dos para bien o para mal. Comenzaba el
segundo acto para unos polos muy opuestos.
Viña
del mar…
En una
sala de estar…
─ Te
lo vuelvo a repetir Calixta, no pretendo faltar a mi palabra ─ señaló
acaloradamente la pelirroja. ─ Pero no puedo seguir con ese plan. No servirá
con ella. Secará el mar antes que ella admita o ceda a mis peticiones.
Una trigueña
quedó viendo a su compañera de correrías mientras daba unos sorbos a su café Irlandés. Realmente la situación le
resultaba molesta a un punto puesto que las reglas eran muy claras para las que
estaban inmersas en su mundo.
─ Le
prometí a su madre que su hija no saldría lastimada y que cuidarías de ella tal
como lo hice yo hace unos años ─ Mencionó Calixta. ─ Conoces las reglas mejor
que nadie, Martina.
─ Lo
sé, lo sé ─ bufó cansada Martina. ─ E intenté respetar nuestro acuerdo, pero no
está funcionando.
─ No
me sirve que intentes, Martina ─ amonestó Calixta con una mirada acerada. ─ Estás
obligada asumir tu impertinencia con la hija de mi sumisa.
─
¡Dios lo sé! ─ explotó Martina que sentía la presión dado que Calixta era una
mujer muy fuerte e inflexible cuando se trataba de sus amantes por así decirlo.
─ Voy a cumplir pero no de la forma en que acordamos.
─
Aunque Patricia se haya casado y formado una familia aún está bajo mi
protección ─ aclaró Calixta sin dejar de paladear su café. ─ Nos separamos en
buenos términos y respaldaré su petición, te guste o no.
─ Yo
en ningún momento he dicho que no voy a faltar a mi palabra. ─ defendió Martina
cabreada. ─ Asumí mi error delante de ti y tu sumisa, pero no puedo hacer de la
chiquilla mi esclava de rompe y raja
porque jamás lo consentirá de ese modo ¿Entiendes?
─ ¿Qué
propones entonces? ─ preguntó de frentón Calixta.
─ Que
me dejes hacerlo a mi manera ─ respondió Martina con seguridad. ─ Laura no es
como su madre. Es una joven de mucho carácter y no se dejará dominar tan
fácilmente como tu amante. Ella es fuego puro y necesito domesticar su mente y
su espíritu de un modo que no le permita confrontarme nuevamente.
─ De
acuerdo. ─ aceptó Calixta con una tincada en mente. ─ Se hará como tú veas que
es lo mejor. Mientras la mantengas bajo tus cuidados y eso también implica que
no podrás tener otra sumisa estando con ella. En eso no tranzare y ve
olvidándote de buscar consuelo en otros brazos.
─
Olvido por momentos que esto es más posesivo de lo que muchos creen ─ Ironizó
Martina y fulminó con la mirada a su amiga. ─ ¡sin reproches a eso!
─ No
te diré nada tampoco ─ repuso Calixta. ─ Es una pérdida de tiempo pelear
contigo sobre ese asunto.
─
Haces bien ─ afirmó Martina que ahora sí bebió un café; que lo había aplazado
porque no le irritará su estómago por el coraje.
─ Tú y
yo nos conocemos desde hace mucho y desde que tengo uso de razón ─ comentó
Calixta observando las facciones de la pelirroja. ─ Las cosas siempre han
estado muy claras y en orden entre las dos en lo concerniente a la diversión.
Pero nuestro código nos impide cruzar los límites de cada dominio. Soy consciente de que no tenías como saber
que Laura, es hija de una de mis chicas, pero eso no te exime de las reglas y
quieras o no; debes asumir las consecuencias de tus actos.
─ ¡Dame
crédito Calixta! ─ rezongó Martina que escupió el café después de oír la serena
amenaza. ─ No soy una novata en este juego y conoces mis credenciales.
Mantendré mi palabra, pero he de hacerlo a mi manera ¿Cuento con tu voto?
─
Tienes carta blanca ─ respaldó Calixta que solicitaba la cuenta al garzón. ─
Pero no demores mucho ya que las cosas se volverán intensas entre nosotras
¿Estamos?
─
Asumo ─ fue la categórica respuesta de Martina que limpiaba sus ropas tras
verter parte del café sobre sí misma. ─ ¿Con cuánto tiempo cuento?
─ Lo
vamos hacer más interesante ─ dijo con intransigencia Calixta y a modo de meter
más presión. ─ dos meses, no más.
Aquellos
ojos verdes oliva se hundieron en los grises de su contra parte y el mensaje
era fuerte y claro. Su quijada no estaba tensa sino en un punto de rigidez casi
al borde de la petrificación. Sus pupilas dejaban ver claramente su frustración
y molestia por el ultimátum que fue puesta por un simple y burdo error.
─ Eres
muy considerada ─ soltó con la viva ironía Farkless.
─ Digamos
que es como un cheque en garantía por tu falta ─ indicó Calixta. ─ con ello
quedas atada a un contrato tácito. Tú
sabes, nada personal.
─
¡Mierda! ─ exclamó Martina que volvía a estar furibunda por la encerrona que le
pusieron.
─ No
despotriques tanto, mujer ─ calmó Calixta levantándose de su asiento. ─ Que
después vas agradecérmelo porque no puedes negarme que te trae de cabeza la
hija de Patricia. De lo contrario no le hubieras parado bola y hubieras
dimitido ante mí. ¡Reconoce de una vez que te tiene prendida! ¿Vale la pena no
es así?
─ Por
respeto a nuestra amistad declinaré responder esa pregunta ─ contestó firme
pero evasivamente Farkless. ─ No tengo deseos de hablar del tema y lo único que
debe importar aquí es que cumpliré mi promesa. El resto carece de importancia.
─
¿Segura de eso? ─ cuestionó Calixta.
─
Absolutamente ─ respondió contundentemente Martina. ─ No es pertinente el
sentimiento solo la acción.
─ ¡Ya
veo! ─ exclamó Calixta sacando sus propias conjeturas a la reacción de su
contra parte.
─
Bueno como ya está todo dicho entre nosotras, será mejor que ponga en marcha mi
plan ─ repuso Martina dejando su asiento y tomando su bolso de mano. ─ ¿Dos
meses entonces?
─
Exacto ─ afirmó Calixta leyendo el rostro de su compinche. ─ Y quiero noticias
de tus progreso con respecto a Laura.
─ No
será de ese modo, Calixta ─ objetó una seria Martina. ─ No estás no estás
tratando con una novata y te recuerdo que aceptaste mi propuesta tal como la
planteé y eso significa libertad completa de acción.
─ De
acuerdo…Querida ─ consintió ésta y se levantó de su asiento para despedir a su
vieja amiga y camarada de juergas. ─ Hazlo a tu modo, pero no vengas a mí sin
resultados.
─ Y no
cuentes con ello ─ espetó Martina con una mirada desafiante, de esas que no
dejan margen a dudas sobre sus intenciones. ─ No por nada soy…el veneno de
Magnolia.
No
hubo respuesta verbal de parte de la otra mujer, pero una sonrisa se curvó en
los labios de la morena para terminar en una sonora carcajada. Ellas no necesitaban
mediar muchas palabras entre sí, se conocían desde hace mucho y tanto su lenguaje corporal como miradas podían
llegar hacer su medio de comunicación.
─ Nos
vemos ─ señaló Farkless, besando la mejilla de la otra.
─ Nos
veremos entonces ─ secundó Calixta dejando que ese beso se depositará sobre su
rostro.
Momentos
después que se marchase su compañera, la morena se quedó reflexionando al
respecto…Sabía que las cosas tomaron un curso imprevisto y que jamás imaginó
que esa noche en que al fin se reunieron todas, terminaría con dos de sus
amigas involucradas con dos jovencitas que estaban relacionadas con un pasado
bien guardado bajo llave por el bien de otras dos.
─ ¡Um!
─ exclamó la morena caminado hacia uno de los ventanales y viendo el horizonte.
Con un mar en calma en la lejanía que no era más que la antesala a la
tempestad. ─ Después de tanto tiempo pensé que había dado vuelta la página y
por lo visto, el pasado me encadena a zanjar un tema que nadie desea tocar.
La
vida tiene muchos misterios ocultos en cada persona que en el momento menos
pensado salen al paso para cobrarte la cuenta que debes saldar sí o sí.
─ Por
lo visto… ─ murmuró entre dientes Calixta con la mirada perdida en el
horizonte. ─ Laura será la pieza discordante de toda esta historia.
La
meditación dejaría sumida a la morena en lo profundo de su Psiquis y mientras a
unos pasos del lugar…
Una
pelirroja salió del ascensor de aquel condominio de edificios y respiró
profusamente como si le faltase el aire.
─
¡Mierda! ─ Se quejó Martina. ─ Por poco y no lo consigo. Calixta es un hueso
duro de roer.
Tomó
varias respiraciones pausadas hasta que su frecuencia cardiaca se estabilizó y
pudo volver a la normalidad. Luego, se encaminó hasta su motocicleta y tras
guardar su bolso, se colocó su casco para subirse y marcharse a casa…
─ Es
hora de ir por ti ─ se dijo Martina. ─ Gatita…Y
nadie podrá salvarte.
Una
perversa sonrisa se delineó en la comisura de sus labios antes de bajar el
visor de su casco y una vez dado el encendido de la máquina. Salió del recinto
con una fija idea en su mente y ello, trajo consigo nuevos bríos que le dieron
la motivación propicia que necesitaba.
Muy
pronto la joven Tello iba a conocer la verdadera mujer detrás de la
dominatriz, denominada el veneno de la
magnolia y sabía de ante mano que no habría margen de escapatoria para su
presa.
Mientras
que en otro sitio bien distante…
Una
joven estornudo de improviso y le quedo resentido su fosa nasal dado que era
extraño aquello, ya que no era dada a ser alérgica y menos que estuviese frente
a un cuadro febril.
─ De
seguro alguien se acordó de mí ─ murmuró la joven Tello, restregando su nariz
que había quedado resentida.
Luego
de soplarse su nariz con un pañuelo, volvió a su rutina o trabajo en que estaba
metida en libros contables de la tienda de suvenir y no paro hasta que el reloj
marcaba las tres de la tarde justa y recordó que debía marcharse más temprano
hoy.
Se
había saltado la hora de colación y su estómago comenzó a resentirse con un
fuerte sonido que hizo sonrojar a la muchacha que no era dada a incomodarse por
tonteras como esa.
Buscó
en su bolso y encontró una golosina que aliviaría su león que había en sus
entrañas hasta llegar a Limache y poder servirse algo más contundente.
Luego, guardó todo cuanto tenía sobre su
escritorio e informó a su jefe que se marchaba. Con el consentimiento de éste,
se despidió de algunos de sus compañeros de trabajo y salió rauda de las
dependencias hasta llegar al lobby y dejar las llaves respectivas y de un
intercambio entre los recepcionistas, la joven se fue directa a la salida de la
guardia.
Al
cabo de unos momentos y del escrutinio rutinario en las reglas del hotel en
revisión a las pertenencias para evitar fuga de elementos propios de la
empresa. Tello quedo libre y caminó hacia la salida del portón principal.
Tras
echar un vistazo a su reloj y ajena a su entorno en ese momento. Caminó hacia
la parada de auto bus que estaba a unos tres metros del lugar y se encaminó sin percatarse de que un auto
se detuvo a un costado muy próximo a ella.
Estaba
hurgando entre su bolso para buscar su monedero y tener el dinero para el pago
de su transporte cuando unos brazos rodearon su cintura en un suave pero firme
apriete y unos labios posarse cálidamente en su mejilla para hacerla
sobresaltar de la impresión con un fuerte matiz rosa en su rostro. No tuvo
tiempo en hilvanar palabra algunas en el momento que escuchó…
─ ¿Me
extrañaste gatita? ─ susurró una voz seductora y conocida para la joven Tello,
negándose abandonar la suave mejilla de la chica.
La
sacudida eléctrica fue total y letal para aquella joven, que vio que su peor
pesadilla se concretaba una vez más…No hubo sonido en ese instante, tampoco
reacción alguna…Estaba completamente estupefacta casi al punto de un paro cardíaco. Hasta que la risa burlona de aquella mujer, la trajo de sopetón a la
realidad.
─
¡Mierda! ─ exclamó Laura reponiéndose a la desagradable sorpresa. ─ ¡Martina!
Otra
vez la risita burlona de la pelirroja le trajo escalofríos a su columna
vertebral y sabía que eran sinónimos de problemas.
─ No
era la respuesta que estaba esperando precisamente. ─ susurró Farkless pegada
su oído de la joven en forma deliberadamente sensual que la estremeció de pies
a cabeza. ─ Pero me conformo que recuerdes mi nombre.
─
Q…qu… Qué…¿Qué diablos haces aquí? ─ se recompuso con dificultad Laura al
hablar.
─ He
venido a llevarte conmigo, gatita ─
respondió Martina arrastrando las palabras y provocando más sensaciones
incomodas en la joven. ─ recuerda que eres mi…sumisa y vengo a reclamarte.
─ Yo
no soy nada tuyo ─ protestó Laura que intentó zafarse del agarre de Farkless. ─
Y menos irá algún sitio con una imbécil como tú.
─ No
estoy pidiendo tu consentimiento, gatita ─ refutó Martina y cerró más su agarre
sobre la joven. ─ Ya has tenido suficientes libertades. Es hora de conocer tu
lugar y asumir las consecuencias de tus desobediencias, querida mía.
─
¡Estás demente! ─ rabió Laura e insistió en oponerse a Farkless. ─ No haré nada
contigo.
─ Eso
está por verse ─ sentenció Martina y la arrastró con ella hacia el automóvil
que les esperaba. ─ Aún tienes mucho que aprender dulzura. No soy una mujer que
renuncie a lo que quiero.
─ Me
importa un reverendo bledo tus méritos, atributos o cualidades ─ rebatió Laura,
forcejeando un tanto para conseguir y un pequeño espacio que le sirvió para
liberar uno de sus brazos y sin más lo enterró de lleno en el estómago de la
pelirroja. ─ Solo tengo en mente una sola cosa con respecto a ti…Y es que te
quiero a kilómetros de mí.
─
¡Auch! ─ Se lamentó Martina después de esa agresión, pero que no consiguió que
aflojase el agarre que tenía sobre la joven y después de sobre ponerse a la
agresión, agregó─ Olvido por momentos que eres tan salvaje al igual que un
gato.
─ No
me compares con un animal ─ espetó Laura persistiendo en liberarse.
─ ¿No
me digas? ─ provocó Martina con una mirada cargada de perversión a pesar de
resentir la agresión en su ser. ─ Tus reacciones tan salvajes demuestran que
eres la versión humana de un felino. Tan fiera e indomable, pero que en el
fondo se vuelve seda en las manos de su dueño.
─ Yo
no te pertenezco idiota ─ contra dijo Laura roja de la rabia que la causaba la
comparación y para colmo de males, estar nuevamente a merced de esa mujer. ─ Lo
único que puedo desear en este momento que se relacione contigo, es que
desaparezcas de la faz de la tierra.
─ ¡Tan
bravucona como siempre! ─ Se burló
Martina y tomando uno de los brazos de la joven para doblarlo sobre su espalda.
─ Pero no lamento en absoluto ir en contra de tus deseos porque no estás en
posición de transar nada conmigo hasta que no te hayas ganado ese privilegio y
como has sido una niña mala y desobediente, tendré que tomar cartas en el
asunto y reprimir ese espíritu combativo.
─
¡Suéltame! ─ rugió Laura utilizando ahora su cuerpo hacia adelante y desestabilizarlas,
teniendo al menos una chance de obtener su libertad.
─ No y
¡Quédate quieta de una vez! ─ respondió Farkless haciendo uso de su estatura y
complexión física para anclarlas al pavimento y no irse de bruces al piso. ─ Esto
se está volviendo reiterativo entre nosotras cada vez que deseo llevarte a un
lugar más privado y cómodo. Tendremos que cambiar esa mala costumbre de una vez
por todas ¿no te parece?
─ ¡Sí
seguro! ─ siseó Laura que continuaba forcejeando. ─ No cuentes que habrá una
próxima ya que será la última vez que me pilles desprevenida. Con los pacos
(carabineros u oficiales de la ley) voy a denunciarte y no podrás acercarte más
a mí.
─ ¿En
serio? ¡No me digas! ─ cuestionó Martina volteando a un costado para hacer
señas a su chofer. ─ ¿De qué vas acusarme según tú?
─ De
acosadora y secuestro ─ bufó altiva Laura removiéndose más entre los brazos de
la pelirroja.
─ ¿Y
tú lo crees en verdad? ─ preguntó burlona Farkless dando pasos en dirección del
coche.
─ Por
supuesto ─ defendió su postura Tello. ─ Les diré que abusaste de mí la primera
vez y si no te meten presa por eso, pasas raspando.
─ Para
tu mente tan obtusa que tienes, debo decirte que difícilmente nuestro encuentro
sexual pueda llamarse violación, si es que estás usando esa figura legal en mi
contra ─ aclaró Martina con un tono venenoso en la voz. ─ No te obligue como tú
deseas engañarte, fue consensuado entre las dos y si mal no recuerdo, aún oigo
tú voz suplicando por tu liberación. Te
haría bien refrescar la memoria, gatita.
─
¡Cállate! ─ bramó fuera de sí, Laura.
─ Lo
que sucede aquí niñita, es que odias reconocer tus debilidades y errores ─
enrostró Martina muy cercana a la puerta del vehículo. ─ Prefieres volcar todo
tu enojo contra otros que asumir tus propias equivocaciones.
Justo
en ese momento, la puerta le era abierta por su chófer y se introdujo en el
amplio vehículo con la joven Tello arrastras dado que podría usar cualquier
ardid para agredirla y escapar. Si bien ninguna de las dos quedó cómoda por la posición que terminaron dentro del
auto, fue lo que les tocó asumir. Tras cerrar la puerta, el hombre tomó su
lugar frente al volante y partieron con rumbo a la carretera.
─
¡Detén el auto! ─ ordenó Laura. ─ debo irme a casa, mi madre estará preocupada
porque no avisé que saldría.
─ No
haré tal cosa ─ contra dijo Martina. ─ En cuanto a tu madre descuida, ya está
informada de que pasaría a recogerte.
─
¡Mientes! ─ acusó Laura. ─ Mi mamá está acá en el trabajo, no hay ninguna
factibilidad de que hayas hablado personalmente con ella. Me lo hubiera
advertido con anticipación.
─ ¡Qué
poco conoces a tu mamá! ─ criticó Martina, acariciando el cabello de la joven. ─
Ella está al tanto de todo y para satisfacer tu curiosidad, existe algo
llamado…Celular.
Los
ojos de la joven Tello casi se salen de sus órbitas al oír la afirmación de
Farkless. ¡En verdad deseaba retorcerle el pescuezo en este momento! No había
forma en poder liberarse de ella y mucho menos olvidar esa noche. Y para colmo
de males; sus males. Ahora todo estaba a su favor e incluso su madre al
parecer.
─ ¿Y
ahora qué sucede lindura? ─ preguntó Martina puesto que la expresión facial de
la joven lo decía todo.
Los
ojos de la joven se movían desmesuradamente, por así decirlo; en sus órbitas pensando en mil formas de poder eludirla. Pero…Eso estaba lejos de ocurrir al
parecer.
─ Será
acaso que a la linda gatita le comieron la lengua los ratones o mis palabras la
dejaron en un profundo estado de shock ─ insistió Martina sin dejar de
contemplar a la muchacha.
Un
solo resoplido fue suficiente para liberar la cantidad de presión acumulada
dentro de su ser y pudo sentir algo de alivio en ello. Pero… la batalla estaba
lejos de terminar.
─ ¿Qué
tengo que hacer para verte desaparecer de mi vida? ─ inquirió Laura con una
renovada valentía o simplemente estupidez. ─ ¿cómo te hago entender a esa
cabezota tuya que no deseo relacionarme contigo bajo ningún concepto? No
entiendo por qué pierdes tu tiempo en mí; si está claro como el agua que me
produces aversión y estoy casi al borde de despertar mi instinto asesino si
sigues presionándome de esa forma machista y retrógrada tuya.
¡Ahí
está! Para la idiotez no hay cura, menos solución.
Una
ceja se alzó en el rostro de Farkless ante semejante comentario que hiciera
aquella rebelde chiquilla que por poco le hizo chirriar los dientes al oírla.
Realmente se necesitó mucha de su fuerza de voluntad para no darle un zendo
coscorrón por estúpida. Sin embargo, una parte de su yo más reflexivo; no dejo
de reconocer una verdad y esta concernía al de un espíritu libre que no deseaba
someterse a nada ni nadie. Pero como dicen los más pesimistas; lastimosamente
el error fue absolutamente de ella.
─
¿Cuántas veces hemos oído lo mismo? ─ contra preguntó Martina.
─
Evades mi pregunta ─ respondió Laura. ─ Y lo haces a propósito.
─
Insisto en mi pregunta ─ volvió a la carga Farkless.
─
Pregunté primero ─ cuestionó Laura.
─ Pero
te recuerdo que eres mi sumisa aquí ─ golpeó bajo Martina. ─ Primero se ganan
los premios y no al revés.
─
¿Quién lo dice? ─ refutó con pica Laura. ─ ¿Tú?
─ Sí,
yo ─ respondió simplemente Martina.
─
Entonces no sirve ─ provocó Laura. ─ Al menos no para mí.
─ En
verdad eres bien desafiante después de todo ─ señaló Farkless. ─ Y será un
placer doblegar ese espíritu tuyo y no esperes respuesta hasta que bajes de esa
nube y cumplas tu parte.
─ No
lo hare. ─ desafió Laura.
─
Entonces esperaras eternamente mi respuesta ─ repuso livianamente Martina y se
acomodó bien en el asiento y volteó su cara para observar el paisaje.
El
asombró quedo pintado en el la joven Tello ya que le resultaba inusual que
aquella pelirroja dejase una batalla así como así ¡Aquí había gato encerrado!
Después
de unos breves momentos de silencio…Farkless se inclinó hacia adelante y
descorrió el cristal que lo separaba de su chófer.
─ Pasa
a la siguiente gasolinera y recarga el estanque porque nos iremos a Totoralillo
─ comunicó Martina viendo el tablero de controles de auto. ─ Nos detendremos en
Busquet para recoger algunas cosas y también provisiones para la despensa.
─
Entonces ¿No pernoctaremos en un hotel como siempre? ─ inquirió el chofer.
─ No
esta vez ─ respondió Martina. ─ nos tomará un poco de tiempo llevar víveres y
debo darle tiempo a que Busquet reúna mis requerimientos que preciso.
─
Comprendo señorita ─ dijo el hombre ajustando el GPS del auto. ─ estaremos en
la madrugada en su casa de la playa.
─ Me
avisas cuando lleguemos camino a Santiago para recoger mi pedido antes de ir a
un supermercado ─ ordenó Martina.
─
Cuente con ello ─ respondió el chofer.
Al
instante se cerró la separación entre ellos y Farkless volvió acomodarse en el
asiento sin siquiera mirar a la ocupante que estaba a su lado.
─
¡Podrías al menos preguntarme si quiero ir contigo a ese lugar! ─ mencionó
pasmada Laura.
─ No
creo haberte dado el derecho a cuestionar mis acciones ─ señaló Martina en un
tono seco.
─
¿Necesito permiso para hablar también? ─ desafió una indignada Laura que estaba
acumulando nuevas fuerzas para otra contienda.
─ ¡A
ver chiquilla! ─ reprendió Martina que se giró para verle la cara a la
muchacha. ─ Tres cosas para que las entiendas de una buena vez: 1 soy la
dominante aquí y no tú sumisa. 2 las órdenes las doy yo y no tú. 3 aprende tu
lugar y serás recompensada en todo momento.
Si los
fuegos artificiales salieron de golpe, esta sería la mejor escena que
describiría ese preciso momento. Fuego artificiales son los que salieron de los
ojos de la joven Tello…Estaba totalmente aireada con semejante desfachatez.
─ ¿¡No
me digas?! ─ explotó Laura con un vivo enojo que emanaba de todo su ser. ─ ¿3? Son tus reglitas que debo obedecer sin
chistar. Entonces aquí tienes mi respuesta a eso…1 no eres mi dueña, 2 que te
las metas en dónde más te quepan y 3 te puedes ir a la misma mierda. ¿Qué te
parece? Por el culo me voy a pasar tus normitas pervertidas…Doña depravada.
Segundo
round y sumando…
Con un
movimiento delicado, Farkless miró la hora en su reloj de pulsera e hizo unos
cálculos mentales sin responder a la bravuconería de la joven. Luego, hizo algo
impensado…
Desabrochó
su chaqueta y se despojó de esta última. Quedando solo en una blusa y que
también soltó una parte de su abotonadura para darle más libertad de movimiento
y finalmente se giró para ver a la joven en cuestión.
Tanto
la sonrisa como aquellos ojos verdes realmente demostraron una clara intención
al respecto y que concernía propiamente tal a dicha chica. La perversión estaba claramente pinta en ese
semblante y aquella chiquilla iba a pagar las consecuencias de su imprudencia.
─ ¿Así
que deseas que te den por el culo? ─ fue la pregunta directa y sin tapujos de
Martina que se acercó despacio y deliberadamente a la muchacha. ─ No imaginaba
que fueses tan pervertida, mi querida gatita.
No
solo fueron sus palabras, sino sus ojos, su postura y esa voz que hicieron que
Laura palideciese como cadáver y el
valor saliera huyendo como cual cobarde. Por un acto reflejo saltó hacia atrás
del asiento y se arrinconó en su esquina cual cachorro asustado.
─
¡Aléjate! ─ Casi ladró Laura chocando con la puerta.
─
Jajaja ─ burló Martina y lamiéndose los labios, clavó sus ojos en la chica. ─
No voy hacer tal cosa, por el contrario voy a probar a una gatita que me tiene
prendida.
─ No
lo intentes…si no ─ intentó defender Laura claramente nerviosa porque ya tenía
casi encima a Farkless.
─ ¿Si
no qué? ─ desafió Martina que estiró su mano y la cogió de la nuca acercándola
a ella y su otra mano tomó un manojo de cabellos que los enrolló entre sus
dedos y jaló de éstos hacia atrás para que quedase su rostro alzado a ella. ─ son
en vano tus intentos de alejarme porque bien sabes que lo deseas…
─ Yo…n
─ murieron las palabras en la boca de Tello porque fue cubierta con los labios de la pelirroja.
Un
beso que desde el primer instante fue demandante y dominante dejando muy en
claro que los roles estaban definidos…
Solo
un segundo para tomar un poco de aire y un susurró fue balbuceado…
─
Deseas...tanto…que…te dominen ─ fue el susurro aplastante de Martina hasta de
volver a reclamar la boca de su sumisa.
Una de
las dos jóvenes entraba de lleno en el terreno de la dominación, mientras que
la otra y principal estaba a las puertas de ser golpeada por su propia
realidad…
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