mujer y ave

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lunes, 29 de diciembre de 2025

Frente a los hechos (continuación)

 Polos opuestos

Capítulo 35 frente a los hechos, II parte

Las inclemencias del tiempo proseguían su curso natural, causando estragos en la vida cotidiana de una ciudad que se caracteriza por estar en movimiento y con mucha afluencia de personas en sus calles.

Esto pasó de una suave llovizna a eso de las primeras horas a ser un verdadero temporal que estaba afectando no solo la rutina, sino que los primeros síntomas del invierno se comenzaban a sentir en toda su magnitud y es que nunca se debe olvidar que la naturaleza es indomable y aunque la cimentes de hormigón, siempre recupera su cause habitual.

De la misma manera, la vida de un ser humano tiene su comportamiento habitual, crecimiento, desarrollo y asentamiento. Nada que no se haya pauteado de esa forma y es bien dicho que todos los caminos conducen a Roma, es decir, al final llegamos a una misma senda, no importan los desvíos y atajos que tomemos siempre llegaremos al lugar que estamos programados a estar. Unos antes otros después, pero al mismo sitio al final de cuentas.

Su mirada estaba pérdida mirando el horizonte y sus consecuencias…

—¿Deberíamos cancelar nuestra reunión? — fue la pregunta formulada a espaldas de la persona que contemplaba por la celosía de su terraza.

—No es apropiado — contestó la persona.

—El tiempo está fatal como para salir de casa — enfatizó su interlocutor.

—Dime una cosa — Retomó el dialogó el observador.

—Habla— instó su contra parte.

—¿Alguna vez un obstáculo ha detenido a nuestras hijas?

—Claramente que no Francesco — repuso el oyente.

—Ellas jamás han consentido que una pequeñez como esta, las desvíe de su camino — aclaró Francesco Bezanni, girándose a ver al interior de su propiedad. — Evaristo Calladrie has sido testigo de lo tozuda que es tu hija ¿no has tenido suficiente prueba de lo que es capaz de hacer por ser fiel a sus creencias?

—Aún lo tengo fresco en mi memoria como si fuese ayer — refirió Evaristo.

Un hombre ya de cabellos blanquecinos cortos y bien cuidados, caucásico, ojos azules, un mostacho estilo Picasso. Impecablemente vestido en un traje azul con una pipa en su mano derecha, sentado en un sitial estilo victoriano.

—Tres veces ha torcido tu mano y me preguntas si es aconsejable suspender la reunión — amonestó Francesco caminando con rumbo a su bar, extrayendo un vaso y una botella de jerez. — la experiencia amigo mío debió enseñarte que no hay poder en el mundo que se interponga entre tu vástago y su deseo. Menos lo hará en pleno conocimiento de que tiene su propia descendencia.

—En eso estamos de acuerdo — convino Evaristo inhalando de su pipa. — Demoró mucho eso sí, en reclamarlos.

—Error, mi estimado Evaristo. — rectificó Bezanni observando a sus invitados. — su demora no se debió solo a la falta de conocimiento de sus hijos, si no a respetar lo único que ha sido importante para ella que le significó estar en plena ignorancia de los hechos. A diferencia de mi hija, que estaba urdiendo un plan para reclamar lo que siempre consideró que era suyo y la prueba está ante ustedes en aquel portafolios.

—Coincido contigo en ese punto, Francesco — fue el turno de intervenir de un hombre trigueño de un aspecto elegante y refinado, igualmente vestido en un traje gris a rayas. Cabellos cortos, con una barba bien cuidada y de ojos grises. — como abogado me tomó un tiempo recopilar la información que solicitaste y fue aplastante confirmar el entramado del plan de tu hija para traer de vuelta a Patricia.

—Han sido cinco años de delicado y metódico trabajo de joyería para tejer su telaraña en torno a su pareja. —Develó Francesco. — Lo que te viene a decir Maximiliano (Padre de Catalina) que no claudicó en su propósito a pesar de mi oposición inicial y tampoco aceptó la voluntad de Patricia de buenas a primera como nos hizo creer. Demoró un tiempo en reaccionar por su rigidez de vida y, sin embargo, estaba a un paso de concretar su objetivo de no ser por la intervención de la madre de mis nietas que congeló sus intenciones y la obligó a dejarlas en standby, lo que te demuestra hasta dónde son capaces de llegar con tal de obtener lo que se han propuesto.

—Eso claramente habla de que nos podrán trabas a nuestro acuerdo — planteó otro hombre, cabellos cortos, sin barba o bigote, ojos negros y un semblante al estilo militar, ataviado en ropa casual, nada menos que Leopoldo Banzer, padre de Ariana. — que fue preciso y conciso y por el momento no hay indicios que mi hija esté en busca de una candidita que se preste a cumplir con darme un heredero.

—¡Y qué decir de Martina! — habló el padre de Farkless, un señor alto, tez blanca y pecas en gran parte de su cara, cabellos y barba cobriza y unos penetrantes ojos verdes. Con un acento europeo aún marcado en su hablar a pesar de los años que reside en Chile. —Dudo mucho que quiera sentar cabeza. Ella es un petardo al aire como es la menor del grupo, no se lo piensa siquiera. Mi mujer y yo estamos pensando en llevárnosla a Escocia y ver si surte efecto un cambio de escenario.

—¡Oh vamos Robert! — reprendió Francesco bebiendo lo último de su trago. — ¿te piensas por un momento que a su edad podrás llevártela como cabra chica?

—Soy su padre — refutó éste. — y me lo debe ya que he consentido muchas cosas de su parte y es comprensible que acceda ahora a mi petición.

—Sin duda estaría plenamente de acuerdo contigo, amigo mío si hubiese sido cuando era unas adolescentes o niñas — rebatió Bezanni. — mi casa, mis reglas. Ahora es distinto, es nuestro deber asumir que parte de su personalidad se debe a nuestro proceder y fuimos quienes accedimos al final de cuentas en dejarles libre el camino con lo mínimo posible y a esta altura del partido, no pretendan que vas a enderezar su vida.

—¿Qué sugieres entonces? — preguntó un hombre bonachón de barba corta y bien tratada, ojos miel, contextura robusta, un semblante serio. — Me has hecho venir desde Miami para zanjar el pendiente que tenemos con nuestras hijas. Ustedes saben que Alexandra, tiene cero intereses en eso de tener familia y me lo hizo patente hace años. Si bien la mandé de regreso para ocuparse del hotel con la finalidad de encontrar al responsable del desfalco que tuvimos hace unos seis años. También tenía como objetivo que entrará en vereda y complacer de paso a su madre que me suplicó que la dejase ser ella misma. Ahora, no espero mucho de ella en ese aspecto porque sé la hija que tengo y se secará el mar antes de que quiera darme un nieto. En lo demás, no tengo reparos porque sé lo que críe y es una Mirelles por dónde se le miré.

—Señores…señores — puso énfasis Francesco en llamar a la calma. —Les recuerdo que con alterarse no conseguirán absolutamente nada, el tiempo nos demostró que fallamos rotundamente cuando lo aplicamos a nuestras hijas. Segundo, por favor levanten ustedes dos (Farkless y Mirelles) esas tarjetas que están boca abajo.

De inmediato procedieron en cumplir con la orden de Bezanni.

—Ahora es tu turno Maximiliano — demandó el padre de Calixta. —Levanta la tuya.

De igual forma se procedió a ejecutar Minard.

—Y, por último, Leopoldo — solicitó Bezanni.

Tras esperar unos breves segundos en cumplir con lo pedido, todos quedaron viendo una fotografía en particular sin comprender el significado.

—Mis queridos amigos, delante de ustedes se encuentran las candidatas que cumplirán con el objetivo de cumplir con nuestras aspiraciones de tener un descendiente que perpetué nuestra labor.

—¡Me estás jodiendo! — masculló Evaristo que se acercó a ver a su acompañante más cercano que era precisamente Rafael Mirelles.

—De ninguna manera — aseguró Francesco Bezanni que estaba viendo a una parte determinada de su casa. — y se los explicaré mientras almorzamos ya que Marta acaba de indicarme que está listo todo ¿les parece bien?

—No queda de otra — aceptó Evaristo que estaba impactado con lo revelado por Bezanni.

—¡Andando entonces señores! — demandó Francesco. — Tenemos mucho de qué hablar.

Sin duda que había causado un tremendo impacto a todos los mencionados y que tenía relación con una raíz profunda conectada directamente con el hotel.

No lejos, pero si apartado de dónde estos hombres se encontraban, en el borde costero de Reñaca y en la propiedad de Calixta Bezanni, también se encontraban todas en el comedor principal; salvo Carlina que aún permanecía bajo el dominio de Morfeo.

 

Todos disfrutaron de una especialidad casera por parte de los miembros más jóvenes de la familia y supervisados por Patricia y Lucía contando con la colaboración de Inés. Un menú consistente en una crema de mariscos como entrada, carne al horno con papas salteadas, acompañado de una guarnición de cuscús y de postre una especie de natilla de amarula (licor de África).

Luego de terminar de comer, estuvieron en una especie de sobre mesa en dónde compartieron bastantes anécdotas de juventud e impresiones de parte de los jóvenes con respecto al estilo de vida de sus madres y su visión en cómo ellos apreciaban la vida y oportunidades. Realmente eran otros tiempos y diferentes enfoques de enfrentar las circunstancias que te plantea el día a día.

Mientras que afuera, el clima seguía indolente a cualquier objeción protesta de parte de personas inconformista con todo y por todo.

Horas más tarde y al interior de aquella habitación…

—Laura — llamaron suavemente.

Solo una especie de gruñido en respuesta.

—¡Pajarito! — persistieron nuevamente.

Esta vez surtió efecto el llamado y aquellos parpados se abrieron despacio enfocando sus ojos.

—¡Mamá! — susurró Laura algo somnolienta. —Hola. Me quedé dormida, lo siento.

—Hola mi hermoso pajarito — saludó Calixta con cariño. —Ponte un pijama y te acuestas al lado de tu hermana.

—¿Tan tarde es? — preguntó confundida Laura.

—No lo es — respondió su madre dominante. —No hay mucho por hacer en casa y sería bueno que le sacásemos provecho a la

oportunidad de pasar un tiempo en familia nosotras cuatro ¿no es lo que me pediste hoy?

—Sí — contestó feliz Laura que se enderezó de golpe en abrazar a su madre y restregando su nariz en el torso de ésta, agregó. —No me quiero ir de tu lado.

—¿Qué tienes mi pajarito? — inquirió Calixta reflexionando en lo dicho por su hija mayor. —Háblame.

—No quiero irme — persistió en su respuesta Laura. — yo no quiero.

—¡Laura, mírame! — ordenó Calixta.

—Sí — adujo ésta apartándose de mala gana del lado de su madre y verla directo a los ojos.

—¿Por qué tendrías que irte mi pajarito? — apremió en su cuestionamiento Bezanni para con su hija.

—Tendrás que ver a ese señor mañana y querrá que te apartes de nosotras al igual que le pasó a mamá — reveló su temor Laura que la carcomía por dentro. — siempre es igual, es por un tiempo lo bonito y luego, se van como si nada. Ustedes no saben lo que se siente depender de otra persona a ese nivel emocional, tener esa ansiedad todo el tiempo. Había ocasiones en que la encontré llorando en su habitación abrazada a mi mantita, sin nadie que la conforte o que le diera un consejo. Primero fueron sus padres y hermanos, tú y finalmente Javier. Siempre ha tenido que estar sola y siendo fuerte para nosotras. Por lo mismo, yo no quiero apegarme a una ilusión con Martina, prefiero que se alejé ahora. Pero contigo ahora es distinto, yo no deseo perderte, no ahora que nos hemos encontrado. No quiero.

¡Al fin! Conocía las razones de porque esos temores detonaban tal ansiedad en su hija tal como lo comentase Martina anteriormente y

estaba claro para ella que tendrían que trabajar mucho en quitar esa inseguridad en su pajarito al igual que lo percibió en su pichón. Ambas muchachas tenían esa tranca por causa de acciones de los demás.

—¡Escúchame muy bien Laura! — demandó Calixta tomando el rostro de su hija entre sus manos y procedió en explicar su parecer. —yo nunca hubiera querido alejarme del lado de tu madre poque ella siempre fue vital en mi vida y por causa de un malentendido nos separamos. Desconocía en ese tiempo de tu existencia de lo contrario no hubiera consentido jamás que se marchará llevándose a una de mis hijas y que ese hombrecito formará parte de la vida de ustedes tres. Soy una dominante con una alta dosis de dependencia de su sumisa, compañera y madre de sus hijas ¿Eso te puede decir que el sentimiento es mutuo? Fueron años sintiéndome vacía y extrañaba mucho a Pri al punto de buscarla en el rostro de otras mujeres y terminar por aceptar que es con ella y solo ella, con quién siempre desee tener todo.

—Con respecto a los padres de tu madre, jamás estuve informada de sus acciones porque no le hubiesen tocado un solo cabello y ese matrimonio de mierda jamás se hubiera concretado y no sabes cómo duele saber por todo lo que vivió Patricia, fallé como su dominante en velar por sus necesidades cuando era mi propósito y deber. Es algo que no estoy dispuesta a volver a repetir.

—Quiero que entiendas que tú, Carlina y Pri no se irán de mi lado por el simple hecho que todas ustedes son míos y les voy a demostrar a todos de lo que soy capaz de hacer con tal de proteger a mi familia y eso incluye a ese señor como lo llamaste, que es mi padre. Yo no renunciaré a ninguna de mis avecillas, le guste o no a los demás.

—Ahora con respecto a tu pareja, es algo que deberemos conversarlo entre las tres en el momento en que tú me digas que estás lista para esa charla. De lo único que puedo testificar en favor de Martina es que la conozco mejor que nadie y sé que va muy en serio contigo porque nunca ella consintió permanecer mucho tiempo con una mujer y proyectarse del modo que desea hacerlo a tu lado, Laura.

—Lo que tú decidas, yo lo respaldaré completamente y velaré por que se cumpla. Eres mi hija mayor y tienes prioridad en mi vida y si necesitas pasar todo el tiempo conmigo, se hará de ese modo — concluyó con sus descargos Calixta, besando a su vez, el rostro de su hija. — yo también soy muy egoísta cuanto se trata de mis cosas (Sangre) y tampoco es mi deseo que estén lejos de mi vista, por lo tanto, difícilmente dejaré que estén a menos de un metro mío ¿aclara tus dudas mi pajarito?

—Sí y mucho —asumió una llorosa Laura que se volvió abrazar a su madre y su solo olor volvió a calmarla. — ¿puedo dormir con ustedes toda esta semana?

—Por supuesto, mi hermoso pajarito — complació totalmente su madre. —Esta semana, la otra y todo el año si lo quieres.

Y justo cuando una campanada marcaba las cuatro de la tarde en punto, se escuchó…

—¿Pajarito? — preguntaron entre un balbuceó rasposo de voz.

En el acto, dos cabezas voltearon a ver a la dueña de la voz y unos ojos celestes les contemplaba desde su lugar en aquella inmensidad de cama.

—¡Hermanita! — exclamó feliz Laura que se soltó y le cayó encima a la menor.

—¡Cuidado que pesas y rompes mis huesitos tonta! — protestó una sonriente Carlina que envolvió a su hermana.

—¡Bruta! — masculló picada Laura llenando de besos en el rostro a su hermana sin miramientos.

—¡Ya para pajarito mamón! — despotricó Carlina entre tanto beso y dosis de cariño a más no poder.

—Tú eres la mamona, no yo — contra dijo Laura ahora haciéndole cosquillas.

—No era yo quién le estaba pidiendo dormir con nuestra madre — corrigió Carlina, guiñando un ojo a la dominante. —Si ella es un pajarito ¿Qué sería yo?

—Mi pichón — contestó sonriente Calixta contemplando el caos que estaban teniendo sus amores. — ¿cómo te sientes?

—Mejor, ya no me siento ardiendo — repuso Carlina ahora acariciando los cabellos de su hermana, suavemente.

—Debieron inyectarte porque tenías fiebre y había comenzado a escalar — mencionó Calixta estudiante el rostro de ambas chicas. — He pedido una cita para que ambas sean chequeadas con un especialista en alergias. Es muy probable que genéticamente hayan heredado mi falencia y quiero estar segura al respecto. No voy a correr riesgos en ese sentido y estaremos abocadas con Pri en que les hagan todos los exámenes necesarios por lo que la semana siguiente estarán alejadas de la universidad y del trabajo. Es más, no deseo por el momento que se comprometan con nada que no sea realizar los trámites y diligencias pertinentes en la salud y asuntos legales ¿estamos?

—Sí — fue la respuesta a dúo de las hermanas Bezanni.

—¡Excelente! — adujo Calixta y viendo a la puerta que se abría en ese momento e ingresaba su pareja. — Qué bueno que ya estés aquí, cariño.

—Estaba terminando de decorar unos pastelillos con Lucía y poder disfrutarlos más tarde — explicó Patricia viendo la sonrisa cómplice

entre sus hijas al observar el rostro de su madre dominante. — Veo que estás despierta mi bebé.

—Mamá soy una adulta — protestó Carlina con los cachetes inflados.

—Y mamón — se burló Laura a expensas de su hermana.

—No lo eres para mí — corrigió Patricia que se acercó al lado de su señora y se abrazó a ella. — Ahora eres el pichón de la familia. ¿no es así Cali?

—Efectivamente es el pichón — afirmó Calixta con una sonrisa soñada y juntando sus frentes, le susurró. —¿te bañas conmigo?

—Sí — contestó complaciente Patricia.

—¡Excelente! — alabó Calixta robándole un beso a su pareja y viendo ahora a sus hijas. —Cambia tus ropas, pajarito porque dormirás con nosotras tal como te prometí.

—Sí — fue la respuesta de una feliz Laura que saltó al suelo y de pronto, recordó. —Pero no tengo un pijama mío acá.

—Eso tiene solución mi pajarito — señaló Calixta que rompió el abrazo con su pareja para sacar del closet otro de sus prendas de vestir. —¡Aquí tienes uno de los míos! Hasta que vayamos de compra las cuatro ¿estás de acuerdo?

—Pero — musitó cabizbaja Laura.

—¿Pero? — apremió la dominante tomando en brazos a su hija. —¿Qué tienes mi hermoso pajarito?

—Yo quiero usar el tuyo — confesó Laura turbada un poco. —tiene tu olor.

—¡Oh, mi preciosa hija! — exclamó extasiada Calixta que sentía salirse de su pecho el corazón con tantos signos de cariño para con su prole y sus demandas. —Entonces yo seré quién renueve y refuerce la dotación de pijamas para tener contentas a mis pichones ¿están de acuerdo las dos?

—Sí — se apresuró en decir Laura con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Y qué opina mi pequeño pichón? — prosiguió la morena viendo a su otra hija.

—Estoy de acuerdo, siempre que mamá no se oponga — expuso Carlina viendo a Patricia.

—Entonces, mi avecilla hermosa — instó Calixta viendo a su compañera. — ¿qué piensas responder a nuestro pichón?

—Siempre y cuando no abusen ninguna de las dos de su madre — accedió Patricia viendo a sus hijas.

—No lo haremos — aseguraron ambas hermanas a la vez.

—¡Perfecto! — mencionó super complacida Calixta y tomando de la mano a su pareja, añadió. — Nos daremos una ducha breve con su mamá, mientras ustedes dos se acomodan y así compartimos una tarde en familia ¿les parece?

—Sí — contestó Carlina viendo a su hermana. — No hay problema.

—¡Vamos cariño! — demandó Calixta tirando de su pareja hasta llevársela al cuarto de baño, que sea dicho de paso, no era nada pequeño y tenía todo cuanto necesitaba la dominante para disfrutar del menester de la limpieza y algo más.

A los pocos segundos…

—¡Acostúmbrate hermanita! — resaltó Laura que quitaba sus ropas y colocarse el pijama de su madre. — Nuestra madre es una dominante y son intensas con sus parejas. Además, nosotras estamos en una situación parecida ¿no es así?

—No me lo recuerdes — se lamentó Carlina cerrando sus ojos. — ¿el baño es aprueba de ruidos?

—Lo es — confirmó Laura que dobló sus prendas de vestir y las depositó en su banquillo para dicho propósito. — de seguro no sabremos nada de lo que hagan adentro de ese baño.

—Eso espero — murmuró Carlina un tanto insegura.

—Tranquila hermanita — consoló Laura. — Ya lo comprobé no se escucha nada y por lo demás. No podemos culparlas de querer pasar tiempo juntas después de tantos años de separación.

—En todos los casos — concordó Carlina viendo a su hermana. —Ha sido mucho el tiempo y dime una cosa ¿nuestra madre ha estado con otras mujeres o sumisas como le dicen?

—Hasta dónde ella misma mencionó, solo tuvo encuentros ocasionales con algunas que llaman novatas — refirió Laura tomando su lugar con su hermana. — Tengo entendido que es algo pasajero de una noche o momento. Pero no quiero entrar en más detalles porque es algo entre nuestras mamás y no nos compete a nosotras. Es parte de su pasado ¿no te parece?

—Por supuesto — convino la menor meditando al respecto. —lo que sí, mamá ahora debe ser prioridad.

—En eso estamos completamente de acuerdo — coincidió Laura que frunció el ceño. — No compartiré a mi madre con otras fulanas. Ella es de nuestra mamá.

—¿Y me dicen a mí celosa? — cuestionó divertida Carlina sonriendo a mas no poder a costa de su hermana mayor. —Creo que está en nuestro código genético.

—Lo soy y mucho — replicó Laura abrasando a su hermana, acariciando sus cabellos. — Estoy segura de que lo sacamos de nuestra madre.

—También lo creo — convino Carlina dejándose consentir por los cuidados de su hermana. —Ella es muy hermosa y mira con total

intensidad a mamá como si quisiera mantenerla dentro de una jaula para que nadie se acerqué o intente nada imprudente.

—Esa misma impresión me dio cuando la conocí — admitió Laura entre caricias y reflexiones. —Se nota que es intratable cuando se trata de mamá y solo una cosa me preocupa al respecto.

—¿Qué sería hermanita? —preguntó Carlina con curiosidad.

—Nuestra madre nos pidió que no tuviésemos compromiso alguno para la semana que viene — explicó Laura sopesando la situación. — Pero pronto deberemos volver a nuestra rutina y mamá deberá volver al hotel y es ahí, donde se encuentra el problema.

—¿Lo dices por Fernanda? — indagó su hermana.

—Precisamente por esa polilla simplona con gusto a leche agria — masculló con saña Laura. —Le tiene ganas a mamá y no es para nada disimulada, siempre busca la excusa para visitarla en casa con puras chivas (pretextos) y si por mi fuera, le aplano esa nariz que tiene de puros portazos que le diera.

—Es verdad que a Feña, le gusta mamá — concordó Carlina meditando sobre aquello. — Eso no debemos permitirlo porque no quiero ni pensar en lo que puede hacer nuestra madre de saber que hay otra mujer interesada en su pareja.

—Ella la elimina del mapamundi, de eso estoy más que segura — concluyó de igual modo Laura. —No quiero que nadie las separé como en el pasado. Son nuestras madres y tienen el derecho estar juntas y ser felices.

—Nuestra madre no lo consentirá — afirmó Carlina besando la mejilla a su hermana. — no te preocupes más hermana por lo que las oí conversar hace un rato, ella lo aseguró y yo le creo firmemente.

—Es verdad — fue la respuesta de Laura que solo se quedó abrasada a la menor, mientras disfrutaban de un momento entre hermanas.

A su vez en el interior de esa sala de baño…

—¡Dilo! — demandó con voz ronca la dominante a su sumisa.

—Por favor, mi señora — murmuraba Patricia en medio del placer y dolor. —Necesito que dejes que me libere.

—No de ese modo — gruñó Calixta eufórica por no conseguir su objetivo y a la vez, torturaba los pezones de su sumisa con sus dientes y apretaba más las cuerdas sobre el cuerpo de su pareja. —Te quiero oír como a mí me gusta, te recuerdo que tu cuerpo y placer es mío y solo mío.

—¡Cali! — clamó apenas Patricia en medio de una tortura intensa y placentera que difícilmente podía contener su cuerpo.

Entre la lluvia de afuera y el agua que caía de la regadera, amortiguó el grito de placer que salió de los labios de la sumisa e hizo reverberar en deseo puro a la dominante que se volcó de lleno en saborear a su sumisa a paciere.

—Mía — masculló entre dientes la morena al momento de cobrar su premio.

En un día que para nada se veía auspicioso, los resultados se volcaron a favor de quién ha perseverado hasta las últimas instancias y ha ido de frente a los hechos.

 

Tema que acompaña este capítulo “Somebody like U” de Alan Walker y Au/ra


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