mujer y ave

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jueves, 21 de febrero de 2019

Desde el umbral


Aras del pasado, capítulo 55.


Dos mundos, dos lugares, dos historias que alguna vez intentaron cambiarle la suerte al destino pero que terminaron por sucumbir a un gestor que movió los hilos de tal manera, que no solo truncó el curso de sus vidas e intenciones sino que además, se volvía a presentar  en la misma trama y ha comenzado a dejar el manto de la oscuridad y a mostrarse a la luz del escenario.


Londres…

─ ¿Quién lo diría que en esta ocasión las cosas se me sirven en bandeja de plata? ─ Se auto pregunto una colorina que veía el contenido frente a sus ojos. ─ Ya no solo podré cobrarme revancha de ti, Rowine.  Si no que ahora, puedo disfrutar a placeré  del sufrimiento de mis antepasados en sus descendientes. ¿No es así, Alesia Bringston?

Sus ojos veían con tal desprecio del contenido que había en aquel recipiente de vidrio. Como palpando con sus ojos, la veracidad de los hechos plasmados en aquel espectro o masa de lo que pudo haber sido un ser vivo.
Chispas intensas se desprendían de sus ojos como rayos de júbilo tras comprobar que podía servirse la venganza fría y lenta, en el mejor de los platos.

─ ¿Qué me dirías si supieras que tengo conmigo lo que más anhelabas en el pasado? ─ Volvió a preguntarse aquella pelirroja.

Y en eso…

Unos golpes interrumpen sus sórdidos cuestionamientos…

─ ¿Quién es? ─ indagó la mujer.
─ Soy yo, Camille. ─ respondieron al otro lado. ─ Edward.
─ ¡Al fin! ─ dijo la pelirroja que dejo el recipiente guardado en la caja fuerte. ─ Dame un momento.
─ Espero. ─ respondió Edward.

Tras guardar el contenido, poner la clave de la caja fuerte y taparlo con un cuadro. Camille, limpió sus manos con una especie de líquido y tras secarse las manos. Arregló su indumentaria y dirigió sus pasos hacia la puerta de su despacho.

Al abrir, se mostró con un rostro tan sereno y afable que era inimaginable que detrás de esa careta se escondía una mujer sin escrúpulos,  retorcida, despiadada, calculadora y por sobre todas las cosas, una mujer incapaz de sentir el dolor ajeno y mucho menos sentir compasión. Ella era la perfección del termino maldad, envidia y venganza.

Camille Renault, otrora Vivian Bringston; Traía consigo no solo las emociones del pasado sino el propósito de concretar su más anhelado deseo de quedarse con la mujer; que según ella; le pertenecía por derecho.
Una mujer impecable como implacable, inteligente en desmedida pero sus ansias de control era su talón de Aquiles. Sumado a ello, tenía casi de todo: belleza, poder, riqueza y una frialdad y letalidad que en el pasado. 

Si hablamos de lo primero que citamos…Belleza. Camille, lejos estaba de ser la joven esmirriada, frágil y dado a sufrir ataques de ira que conllevaban a auto flagelarse a sí misma. Ahora era déspota y si no podía conseguir franquear a un rival simplemente lo sacaba del camino sin asco. Ya no era una chica desgarbada, pálida y con un rostro enfermo con profundas ojeras del pasado.  Hoy  es una joven mujer fuerte, alta, con muchos atributos físicos y curvos que sabían sacarle partido. Mantenía su tonalidad grisácea pero con unas estrías doradas que le daban un aspecto maquiavélico cuando dejaba ver su verdadero yo.

Se podría decir que la antigua Vivian Bringston regresaba potenciada en todo lo que careció en el pasado y con un nivel de maldad aterradora.  Y a su haber ya había una larga listada de víctimas de su maldad.

─ ¡Buenas! ─ saludó Camille al abrir la puerta. ─ Tenla bondad de pasar a mi humilde morada.
─ ¡Buenas tardes Camille! ─ saludo Edward y entró directo tal como se le indicase. ─ ¿Humilde morada?
─ Lo es ─ contestó Camille tras cerrar la puerta. ─ Por el momento, ya que no se asemeja en nada a lo que aspiro.
─ Esto está lejos de ser un apartamento de suburbios ya que es más elegante que todas las suites presidenciales de los hoteles del mundo ¡Solo mírale! ─ rebatió Edward indicando con su mano, todo. ─ Es más elegante y lujoso que Versalles mismo.
─ Sin duda lo es ─ Coincidió Camille, caminando por derredor con prestancia. ─ Pero, ¡Ya dije! No es lo que aspiro.
─ ¿Qué puede aspirar una mujer como tú? ─ pregunto el joven sentándose en un gran sillón victoriano. ─ lo tienes todo.
─ Aspiro; mejor dicho; reclamo el derecho de residir en el único lugar que es digno de mi persona. ─ Puntualizó Camille viendo al visitante con el semblante fruncido. ─ Es descortés de tu parte tomar asiento cuando no se te ha dado tal confianza de parte de un anfitrión ¿no te parece Edward, querido?

El susodicho, en el acto se puso de pie y entre vergüenza e incomodidad, expuso…

─ ¡Discúlpame el atrevimiento! ─ se retractó éste. ─ Pensé que estábamos en confianza.
─ Eres de mi confianza ─ expuso Camille, tomando asiento ella primeramente. ─ Pero la buena educación y costumbres inglesas nunca deben ser olvidadas, querido. Ahora puedes disponer de mi comodidad y confianza.
─ Gracias ─ dijo Edward que se tragó el orgullo y luego, volvió a su locuacidad acostumbrada. ─ ¿Cuál sería ese lugar digno de tu persona? Digo ¿Qué sitió cumple con tus tan elevadas expectativas?
─ Un castillo ─ respondió Camille.
─ ¿Qué castillo? ─ volvió a preguntar Edward. ─ Hay muchos en Inglaterra o ¿Estamos hablando de otro país de Europa?
─ Hablamos de casa. ─ señaló Camille viéndolo con suspicacia. ─ Europa es un pañuelo mal hecho de la gran Britania.
─ ¡Fuertes declaraciones! ─ adujo Edward sonriente. ─ No te oigan nuestros vecinos.
─ Ninguno está a la altura de una nación, mejor dicho; imperio como es el británico. ─ defendió Camille. ─ Es nuestra la supremacía en casi todas las áreas y la historia así lo ha demostrado por siglos.  Ni siquiera los hebreos pueden atribuirse tanta riqueza cultural, letrada, filosófica, económica, militar, artes, etc... etc.
─ Sin duda que eres la defensora publica número uno de nuestro país. ─ dijo admirado Edward. ─ casi una admiradora.
─ No soy una admiradora sino estoy casada con Inglaterra y su consigna de historia y majestuosidad. ─ explicó Camille, sorbiendo un trago que había sido servido por la servidumbre. ─ Soy la más fiel creyente de los valores y legados de nuestros antecesores de Britania, la indomable.
─ ¡Cuánto orgullo sientes! ─ exclamó deleitado el joven, alzando su copa y haciendo un brindis. ─ ¡Salud por Inglaterra!
─ ¡Vayamos al grano será mejor! ─ señaló Camile desviando el tema para lo que realmente lo había hecho venir. ─ ¿Qué novedades me traes?
─ Te respondo de inmediato, una vez que sacies mi curiosidad de hace un rato. ─ repuso Edward.
─ ¡Está bien querido! ─ aceptó Camille y viéndolo con altanería, continuó. ─ Tu curiosidad será plenamente saciada. Es lugar único y digno de mi persona. Es nada menos que el castillo de Calguiere.
─ ¡¿Qué?! ─ exclamó impactado Edward. ─ Ese es propiedad de la Duquesa de Calguiere.
─ ¡Exactamente! ─ acotó Camille sin inmutarse. ─ Es de Anabelle Calguiere.
─ ¿Y cómo podrías vivir tú ahí? ─ cuestionó Edward. ─ para serlo tendrías que contraer nupcias con algunos de los hijos de Anette y el único varón de esa familia es Charles y es algo joven para ti. ¡Discúlpame! Pero no veo que puedas concretar tu sueño.
─ Charles no está ni estará en mi planes ─ refutó tajantemente Camille con soberbia. ─ La única persona que es de mi interés en esa familia es la principal.
─ Te refieres a ¿Anabelle Calguiere? ─ inquirió Edward.
─ Así es ─ respondió Camille. ─ La misma. Mi amada Anabelle.
─ ¿Tú estás enamorada de la actual Duquesa de Calguiere? ─ preguntó el joven.
─ Desde hace mucho ─ indicó Camille y se levantó de golpe de su asiento y se paseó entre el lugar. ─ Ella es el amor de mi vida y nada ni nadie podrá interponerse en mi camino hasta no ser la esposa de Anabelle.
─ ¡Cielos! Me dejas anonadado ─ dijo Edward y meditando un poco, recordó. ─ ¡Sácame de una duda! No hace muy poco, ella celebró un compromiso con otra persona. Si mal no recuerdo las palabras de mi padre, al parecer era una joven extranjera.
─ Es una mujer ─ respondió seca Camille. ─ Pero será tan pasajera como lo fue David.
─ ¡Ya veo! ─ dijo Edward. ─ intervendrás para que esa joven no se quede con Anabelle y es por ello, que me has pedido ese encargo en particular.
─ ¡Chico inteligente! ─ aduló Camille. ─ Dime ¿Qué noticias me traes?
─ Son buenas noticias para ti y tus planes por lo que me cuentas. ─ repuso Edward. ─ Muy pronto se dará una fiesta para recolectar fondos en pos de la campaña por niños de medio oriente y su majestad la reina, convocará a la nobleza a participar de tal evento.
─ ¡Excelente! ─ alabó Camille que se lisonjeaba de que todo iba saliendo como lo había anticipado y planeado cuidadosamente. ─ Anabelle estará obligada asistir a dicha gala y será el momento crucial de boicotearles los planes y alejarla de su prometida.
─ ¿Y cómo le harás? ─ indagó Edward.
─ Me valdré de David que lo haré venir en secreto y es muy bien sabido por mí que su flamante prometida detesta todas esas cosas protocolares y elitistas. ─ explicó Camille sobando sus manos. ─ No va a soportar la presión de eso te lo puedo asegurar. ¡La conozco demasiado bien! Será el inicio para que esas diferencias comiencen  a socavar su relación. ¡Rowine Mcraune, nunca ha sido devota de ese estilo!
─ ¿Rowine Mcraune? ─ inquirió Edward. ─ ¿quién es ella? No tengo el gusto de tenerla en mi larga lista de personas importantes.
─ Nadie de quién debas preocuparte o considerar. ─ respondió con sarcasmo Camille. ─ Es un punto en el horizonte. ¡Así de insignificante!
─ ¡Qué lástima! ─  repuso el joven.
─ ¿Lástima por qué? ─ fue el turno de Camille de preguntar.
─ Tal vez porque pudiera ser interesante saber más de ella y llegar a conocerla. ─ aclaró Edward.
─ ¡Ay los hombres! ─ se lamentó Camille hastiada. ─ Son tan simplones y conformistas que con ver un pedazo de escoba con faldas les sirve y se conforman.
─ Tenemos nuestras necesidad vitales ─ defendió Edward.
─ No hay ninguna diferencia con la barbarie vikinga y ustedes ─ objetó Camille y siendo malvada, agregó. ─ ¡quizás tengas suerte!
─ ¿Por qué lo dices? ─ preguntó Edward.
─ Tal vez haga los arreglos y pueda presentártela. ─ contestó Camille. ─ Después de lo que le viene, no creo que esté en buen estado para objetar ciertas peticiones de mi parte.
─ ¡Uy das miedo! ─ exclamó Edward que conocía de sobra las andanzas de la joven.
─ Todos deberían temerme, querido mío. ─ se lisonjeó Camille. ─ Todos en verdad.
─ A este paso, lo harán ─ secundó Edward.
─ Por supuesto que lo harán ─ respondió Camille viendo el horizonte tras su ventanal que le ofrecía una vista magnifica de gran parte de Londres.

El horizonte…

En los cielos de Punta Arenas…

Tras un leve segundo, unos ojos esmeraldas quedaron viendo hacia el horizonte y se empequeñecieron como presintiendo un mal presagio.

« No te dejaré salirte con la tuya» susurró mentalmente la joven dueña de esos ojos esmeraldas.

El solo quedarse viendo fija el horizonte, hizo que una joven de cabellera dorada, saliera a su encuentro.

─ ¿Estás bien Raniel? ─ preguntó la joven.
─ Lo estoy Anabelle ─ respondió la joven Larson.

Tres mujeres y dos historias tan estrechas y a la vez, inciertas…

Mientras que…

─ ¡Habla de una vez! ─ exigió otra rubia, sosteniendo el rostro de un joven hombre todo amoratado su rostro y que apenas se mantenía despierto. ─ ¿Dónde se encuentra mi hijo?

Unos ojos azules brillaban con tal coraje al no haber respuesta de su parte y tan solo la mano sobre su hombro, la contenía de no desatar toda la furia contenida en ese instante.

─ ¡Déjalo por un momento! ─ suplicó  Kat. ─ De nada te sirve Bastián en ese estado. Necesita que esté más lúcido para sacarle información.
─ Tendrá una hora nada más ─ señaló Alesia limpiándose los nudillos de su mano. ─ No seré indulgente con un bastardo que sometió a Misha a tal sufrimiento. ¡Más le vale que se recupere!  Porque voy  a dar con el paradero de mi hijo al precio que sea.
¡Ahí está! Dos historias entrelazadas y una sola responsable…Camille Renault.

3 comentarios:

Chef dijo...

Waooooo cada vez se pone mejor ya quiero saber más... Gracias por tan buena historia

gaby dijo...

cierto waaooo este ha sido el libro que mas tiempo he leido 7 años waooo lo bueno es que siempre se encuentra algo nuevo e impactante

Delfi Castillo dijo...

Grandioso capítulo, ya quiero ver ese enfrentamiento de esas mujeres y ver como termina todo y saber si Alesia encuentra a su hijo, estaré a la espera por otro grandioso capítulo. Saludos

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