Polos opuestos.
Capítulo
6
Una
lección en el manto de la noche
—Eso
ya lo veremos. — siseó Martina antes de apoderarse de los labios de la
chiquilla.
Como
dicen por ahí, el que busca, encuentra. Las cosas se pueden tornar feas y no
ser para nada de lo que tenías planeado.
Sería
una noche larga de esas que no podrás borrar de tu mente como tampoco de tu
propia historia. En donde todo se confabula en tu contra y tan solo puedes
rogar porque sea un mal sueño. Pero en muchos casos no sucederá y tendrás que
asumir las consecuencias de tus actos.
Decir
que estaba entre sus planes ser abordada por una desconocida y en especial por
una mujer ¡Por Dios! Ella es heterosexual por donde se le mire ¿por qué le
ocurría esto?
Si
bien al entrar a ese ascensor quedo en shock al ver a semejante mujer vestida
de cuero y con una belleza felina que erizaban los vellos de los brazos. ¿Quién
la puede culpar? No estaba acostumbrada a semejante espectáculo y menos en una
mujer madura, ya que en cualquiera discoteca se ven cada cosa, pero en versiones
muy juveniles y casi con sabor a diente de leche.
¿Y lo
otro qué? Desde luego que se ven pero muy camuflado estaba el sistema dado que
costaba encontrar cosas más fuertes o de personas mayores. Mejor dicho mayores
ligas.
Ahora
bien, estaba de lleno inmersa en una situación inusual y que la pilló
desprevenida completamente. ¡Se suponía que solo fueron a divertirse con un
poco de baile nada más! ¿Pero esto?
Sentía
que le había caído una avalancha encima y no tenía como salirse indemne del
caos que se provocó por una simple obsesión de su mejor amiga con esa canalla
de mujer que era su jefa.
Podía
sentir esos labios devorarla y qué decir de sus manos iban y venían provocando
una secuencia sísmica de nervios y escalofríos por todo lo que sentía. ¡Jamás
algún chico la tocó con semejante perversión y atrevimiento!
Intentó
una y otra vez, poder sacársela de encima pero todo esfuerzo simplemente estuvo
condenado al fracaso.
— Deja
de resistirte tanto — susurró con una voz cargada de lujuria aquella
desconocida sin separarse de su boca. — Ambas sabemos que esto es tú verdadera
esencia. ¡No te mientas más!
No la
dejo siquiera responder y nuevamente se apoderó de sus labios y en esta
ocasión, la intensidad se multiplicó a más no poder.
Entre
la lucha de poder tomar un poco de aire para sus pulmones e intentar una y otra
vez, poder repeler el asalto de perversión que la estaba sometiendo.
Esas
manos largas ya le tenían desprendido dos botones de su blusa y baboseado todo
su cuello y clavícula antes de reclamar su boca las veces que se le dio en
gana.
¡No
supo si fue un clic lumínico o las neuronas le funcionaron al fin! Lo único que
cuerdo que le paso por su brillante cabecita fue recordar un consejo de sus
primos en caso de…
Un,
dos y tres…Justo cuando su blusa se elevaba por su cuerpo…Una pierna se estira
y se incrusta la rodilla en el estómago de aquella mujer; sacándole un gemido
al igual que todo el aire de sus pulmones.
—
¡Maldita imbécil! — masculló la joven, despegándose del lado de la mayor y
volviendo su ropa a su sitio. — ¿Qué te piensas? Que ando buscando pegarme un
revolcón con una vieja como tú.
—
¡Auch! — se lamentó la pelirroja al tiempo que
enderezaba su cuerpo después de doblarse del dolor.
—No
solo eres una pervertida sino una sinvergüenza y depravada que no sabe
reconocer el límite de un acoso a una violación — espetó furiosa la joven y
dejándose llevar por la ira, le aventó una feroz cachetada al quedar enfrentada
con el rostro de la mujer.
¡90
grados precisos y concisos! Fue lo que giró el cuello de la pelirroja y además,
de sonoro el golpe que recibió, dejando sus mejillas teñirse de escarlata de
golpe.
De un
segundo a un minuto paso a ser el efecto de letargo de la acosadora en que su
rostro quedo ladeado sin reacción alguna
momentáneamente. Solo en sus pupilas se veían rastros de sorpresa y a la vez,
indignación.
El verdoso pasó a convertirse casi en un color oscuro y sus ojos
se empequeñecieron al asumir los hechos en el momento preciso en que decide
incorporarse y hacerle frente a su agresora…
— ¡Dos
veces no funciona el truquito chiquilla! — siseó la pelirroja sujetando la
muñeca que ya iba en busca de su rostro de nuevo.
—
¡Suéltame! — masculló la joven tirando su brazo, pero fue inútil.
—No lo
haré fíjate — repuso la pelirroja y jalando con fuerza pegó el cuerpo de la
menor a su torso. — Puede que sea vieja como tú dices y pervertida, pero hay
una cosa indesmentible en todo esto. Tú eres jodidamente hipócrita y trancada.
— ¿Qué
insinúas? — preguntó rabiosa.
—No
dejas salir lo que llevas aquí dentro — respondió tocando el centro de su torso
y continuó. — Solo te dejas llevar cuando estás bailando nada más. ¡¿Crees que
no fui capaz de ver tu verdadero yo mientras bailabas?!
—No sé
de qué hablas. — dijo la joven.
—
¡Chiquilla tonta! — repuso la pelirroja desvistiéndola con la mirada. — ¿Segura
de qué no sabes de qué hablo?
—Muy
segura. — respondió.
—Tendré
que mostrarte personalmente de lo que estoy hablando — mencionó la pelirroja y
clavando sus ojos en los labios de la chica, agregó. — Pero no te daré el gusto
de que vuelva a besar tus labios. Vas a rogarme para que lo haga, te lo puedo
asegurar.
—En
tus sueños, idiota. —espetó la chica. — Ahora déjame ir que tengo que buscar a
mis primos.
—
¡Olvídate de eso! — refutó la mujer y con un movimiento rápido sacó algo de su
chaqueta y en el acto tapó la boca de la menor con un paño, usando el resto
como un cinto que anudo detrás de su cuello.
Por
más que intentó gritar y zafarse de su agarre le fue imposible librarse lo que
le sucedió y quedo completamente silenciada y al segundo, sus manos también
eran maniatadas con otra pañoleta. De sus ojos se podría vislumbrar el miedo,
la rabia e impotencia que sentía en ese instante. ¡Totalmente vulnerada!
—
¡Verás! No suelo ser tan directa con ninguna novata y menos les doy lo que a ti
voy a darte. — señaló la pelirroja y acercando su rostro al de la joven,
observando sus impresiones, añadió. —Pero mentiría si te dijera que pasas
desapercibida porque no es el caso. ¡Tú baile así me lo demostró! Eres muy
sensual y erótica tanto que te sale por los poros de tu piel. Aunque niegues
una y otra vez que lo tuyo es un tema heterosexual, Estás completamente errada,
lo tuyo, lindura. Es lisa y llanamente lésbico por decirlo amablemente. Un
hombre no te va a dar lo que estás buscando encanto.
Los
ojos de la muchacha irradiaban odio puro que ocultaba algo que deseaba dejar
sumido en lo más profundo de su ser. Por eso dicen que si las miradas matasen,
aquella pelirroja estaría bajo tierra.
—No
seas densa —reclamó la pelirroja besando su mejilla y susurrando. — Sabes que
digo la verdad. Ahora, antes de iniciar nuestra instrucción, me presentaré: Mi
nombre es Martina Farkless y de ahora en adelante me llamarás AMA porque me
convertiré en tu dominatriz y no harás nada sin consultarme. Cubriré tus
necesidades en la medida que me complazca tu comportamiento de lo contrario, te
castigaré por cada transgresión que cometas ¿Entiendes?
—
¡Grrrr! —fue una especie de sonido dado que estaba anulada vocalmente hablando
y se puede decir que esa respuesta estaba cargada de ira.
— ¡Mal
hecho! — repuso Martina, dejando sentir toda la palma de su mano sobre el
glúteo derecho de la joven que la sobresaltó por lo imprevisto y a la vez, le
arrancó una lágrima de impotencia mostrando una faceta bien oculta por lo
demás. — No es la respuesta que espero de ti.
Tragó
tan fuerte como dolorosamente puesto que estaba expuesta y dejaba entrever algo
que no deseaba que se conociese. Pero nada escapaba a esos ojos verdes que le
quedaron viendo con un dejo de sorpresa.
— ¡Ya
veo! —repuso Martina acercando su mano al rostro de la joven y delicadamente,
limpió esa lágrima rebelde que se escabullía por la mejilla de la joven. — Eres
muy frágil. ¡Todo va a estar bien! Yo cuidaré de ti y velaré porque disfrutes
de mi compañía.
De un
lado a otro movió la cabeza, negando los hechos. No se iba a dejar, lucharía
contra esa mujer infeliz que no solo se aprovechaba de ella si no que sacaba a
relucir sus debilidades.
—Cariño,
no insistas. — murmuró Martina acariciándole el rostro. — Nada puedes hacer. Tú
búsqueda ha terminado hoy porque hace mucho que esperabas una mujer como yo y
voy a complacerte hazte borrar todo rastro de la vieja chiquilla y vas a gozar
como en tus sueños más sórdidos que sé que has tenido.
Una
descarga descomunal sintió apoderarse de su cuerpo al oír las intenciones de
esa mujer. ¡Qué horror! Fueron los pensamientos de la joven que se debatía
entre la rabia y los nervios de no poder evitar lo que estaba por desatarse.
« ¡¿Por
qué?! ¡Diantres! Todo por ir detrás de ti…Tania y ahora ni siquiera puedo
librarme de esta loca. ¿Qué voy hacer ahora? » Trataba de desenredar la madeja de pensamientos
que tenía la jovencita.
—Es
hora de irnos preciosa — siseó Martina asiéndola del brazo y tirando de ella.
— ¡Verás! Tengo la seguridad
que lo vamos a pasar muy bien las dos al igual que tu amiga ha de estar pasándosela
con Alex.
Bastó
escuchar el nombre de esa mujer para que la bronca se apoderara nuevamente de
la joven y aplicando fuerzas desconocidas consiguió desestabilizar a la
pelirroja que puso que apenas consiguió un poco de equilibrio al balancear su
peso en su pie izquierdo en sentido contrario y de inmediato respondió a su
cautiva.
—No
quieras pasarte de lista chiquilla — advirtió Martina y en un dos por tres pasó
su brazo entre ella y la joven para quedar de espaldas a la muchacha y dos
palmazos se dejaron sentir. —
Fui bien clara hace un rato que tu mal comportamiento lo castigaría enseguida.
Entre
la tela que cubría su boca, los dientes de la joven apretaban con fuerza
conteniendo todo el coraje que le producía aquella represalia y sus ojos eran
dos volcanes a punto de entrar en erupción.
— ¡Veo
que tienes mucha energía para combatirme! — mencionó Martina y de forma
traviesa pasó la punta de su lengua por su labio superior sin apartar los ojos
de su víctima para terminar de decir. —
Y eso me excita de sobre manera.
Por su
parte, aquellos parpados se expandían tantas veces casi por salirse de sus
orbitas ¡Definitivamente esa mujer era la perversión total!
— ¡Andando!
— ordenó Martina no sin antes lamer la mejilla de su presa.
Y con
una risa cargada de sensualidad y perversión, se llevó a su joven y futura sumisa
hacia su lugar favorito. En dónde pondría a prueba toda su experiencia para
someter y debilitar esa coraza que vestía la muchacha. En pocas palabras se
daría un festín.
Mientras
ello se iba desarrollando…
En
otro sitio y no muy lejos de aquel corredor de inicio como mencionó Martina en
un principio. Otra joven desconocía lo que estaba por sucederle a su mejor
amiga y solo tenía conciencia para poder lidiar con lo que a ella le estaba
sucediendo.
— ¡Vamos
dilo! — ordenó una mujer. —
Quiero oírtelo pedírmelo.
Apenas
podía abrir sus parpados de lo pesado que sentía tras la abundante cantidad de
gotas de sudor que resbalaban desde su frente. Tragaba saliva con dificultad e
intentaba mantenerse lo más cuerda dentro de ese mar de castigos que estaba
siendo sometida.
Se
mantuvo en silencio por un momento y es que le costaba una enormidad poder
articular palabra ya que si bien, gemidos escapaban desgarradores de su
garganta. Eso no significaba que hablar pudiese resultarle fácil dado la
cantidad de escarnio que estaba sumido su cuerpo.
— ¡Ya
veo! — volvió hablar la mujer. —
te resistes en darme el gusto y solo consigues provocar una tortura mayor para
tu cuerpo que por lejos me muestra que está deseoso de pertenecerme.
Las
pupilas oscuras de la muchacha se clavaron de lleno en el rostro de aquella
mujer y haciendo un esfuerzo por sacar el sonido, consiguió…
— ¡No
lo haré! — respondió la chica y con una sonrisa cargada de malicia que se dibujó
de inmediato, agregó. —
No importa si dejo de ser virgen está noche, pero te aseguro que me llevaré
algo tuyo conmigo… ¡Alex!
Ahora
fue el turno que los ojos miel se dilataran a más no poder y su quijada se
pusiera rígida de inmediato al igual que una certera patada en la boca del estómago.
Seguro que aquello provocó además, que los vellos de sus brazos se erizaran al
paso de una ráfaga helada.
Empuñó
su mano y el látigo que sostenía con la otra casi se rompe con la presión que
le ejerció de pronto. ¡Estaba claro! Que en un juego de seducción ambas partes
podrían resultar con rasguños o heridas en la contienda.
— ¡Chistosita
Briceño! — exclamó Alexandra cuando consiguió dominar sus emociones y con dos
latigazos al aire, descargando parte de su frustración, agregó. — si bien quiero tener dominio sobre
ti. No busco arrebatar tu virginidad. ¡Así que tranquila niñita! Eso puedes dejárselo
a otra mujer que se crea esos cuentitos de entregarse al ser amado. Yo solo
busco divertirme un poco nada más. ¡Detesto los idilios románticos!
De
pronto sintió que la garganta se cerró fuertemente y una punzada dio directo a
su centro. Estaba claro que aquellas palabras lastimaron sus sueños de amor que
toda niña idealiza desde temprana edad y se fortalece con los bríos dela
juventud.
—Te
sugiero que guardes esa faceta romántica para cuando te consigas una novia y
puede hartarse de promesas ridículas de amor eterno y sueños de un futuro en
parejas. — terminó
por enlodar con su comentario Alexandra. —
Así que… ¡Sácate de esa cabecita que el sueño del pibe de tener un amor de
ensueño con una mujer mayor se te va a cumplir! Conmigo no van esas patrañas.
Tanto
la mirada como la sonrisa torcida de Mirelles, solo acaban de sepultar las
esperanzas de la joven Briceño. Es lo que dio por sentado ésta.
Lejos
de imaginar los pensamientos de la morena que solo la observó unos momentos más
y respondió al ataque de su jefa…
—No
importa lo que digas o hagas para salirte con la tuya, Alex. — repuso Tania con una seriedad
en su timbre de voz. —
Voy a llevarme conmigo una parte de ti y no lo podrás evitar. ¡Ya lo verás!
— ¡Silencio!
— ordenó golpeado Alexandra y colocó su mano para tapar su boca. — quite tu mordaza solo para
oírte gemir y suplicar mis caricias…Niñita. No quieras pasarte de lista
conmigo.
Algo
paso entre las dos después de eso, porque ambas se quedaron viendo por unos
momentos sin poder apartar sus ojos la una de la otra.
— ¿No
sé qué tienes que me embrujas por momentos? — dijo Alexandra y retiró su mano
de la boca de la chica y el impulso fue mayor que acercó sus labios a los de la
joven y los cubrió con los suyos.
¡Al
fin! Tania, tenía su anhelada revancha de ser besada por Alex de la forma que
deseó desde el primer instante que fueron presentadas.
Estaba
más que claro que Alexandra se contradijo así mismo porque no pudo evitar
dejarse llevar por ese arrebato y fue siendo sustraída por la pasión expresada
en ese beso por la muchacha y fue siendo arrastrada en un torbellino sin fin.
Los delgados
brazos fueron liberados por su dominatriz e instintivamente se posesionaron
sobre los hombros de la mujer mayor. Mientras que una de las manos de Mirelles,
acariciaba el torso desnudo de la más joven provocando una serie de escalofríos
que las envolvió a ambas por igual; ya que la sensación era devastadora y traía
consigo despertar a la pasión en la menor y el deseo frenado por mucho tiempo
en la mayor.
¡Dicen
que polos opuestos se atraen! ¿quién sabe si efectivamente sea tan así?
1 comentario:
Oh! dios, por fin recibió lo que tanto buscaba, aunque de una forma que no se esperaba. Y la pobre amiga ya le sacaron a flote su secreto
jajajaja...y como siempre un capítulo genial. Saludos y nos vemos en el próximo.
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