mujer y ave

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sábado, 13 de marzo de 2021

Lucha desigual

 Polos opuestos

Capítulo 15

Lucha desigual…

Sus ojos aún no se acostumbraban a la oscuridad que fue creciendo y menos ver el exterior desde el interior del vehículo. Se suponía que habían salido; no olvidar que fue raptada en contra de su voluntad; y eso hace mucho tiempo. A lo sumo deben haber pasado sus buenas 4 horas entre llegar a las afueras de Santiago y comprar unas cuantas chucherías según ella porque no se bajó a dichas adquisiciones junto con otra detención unas cuantas cuadras más por no sé qué asunto que tomo sus cuarenta minutos. ¡Toda una pérdida de tiempo!

¡Y qué decir del silencio! Simplemente fue tal como su nombre lo dice…Silencio. No cruzaron palabras entre ellas en lo que iba del viaje y de vez en cuando, miradas a hurtadillas se daban como para constatar que Tello permanecía en el mismo sitio y no se había lanzado fuera en pleno movimiento y es que razones tenía de peso por lo impulsiva que solía comportarse. También para no decir que temía esas acciones temerarias de la muchacha.

En la vida nada es eterno y todo tiene que acabar en un punto y lo sería en esta ocasión o de lo contrario esa falta de comunicación jugaría más en contra de sus planes.

─ No imaginé que fueras una chica retraída ─ comentó Martina viendo a la joven. ─ Te creía un tanto más parlanchina.

─ No somos amigas ─ defendió Laura.

─ Lo sé─ respondió Martina sin inmutarse por la actitud defensiva de la chica. ─ Pero no quita que seas educada y puedas charlar.

─ ¿Según qué norma? ─ preguntó seca Laura.

─ Principios…Laura ─ refutó Martina. ─ Y valores que inculcan desde la niñez.

─ Si fuera por principios, eres la menos indicada para hablar de valores ─ disparó Laura directo al colon de la mujer mayor. ─ ¿Y de educación? Tendría que preguntarle a tu madre a dónde diablos te mandaron a estudiar porque no la conoces.

─ ¡Dios que chiquilla más jodida eres! ─ masculló cada palabra Martina a punto de hacerla nudo ciego por su altivez.

─ ¡Quizás! Solo quizás pueda ser tu némesis ─ refirió Laura en aires de soberbia.

─ No eres mi enemiga que yo sepa ─ contradijo Martina. ─ Por tanto, es un argumento poco válido y menos se ajusta a tu situación real conmigo.

─ Pero ganas de vengarme de ti no me faltan ─ aseguró Laura y remarcando lo último. ─ Por tanto, se ajusta en mi opinión.

─ No es tu caso ─ objetó Martina. ─ Lo digo y sostengo una vez más, Te falta coraje y agallas para enfrentarte a mí cara a cara. No podrás vengarte nunca de ese modo.

─ No tientes  a tu suerte ─ provocó con pica Laura.

─ ¡Créeme! No lo harás ─ refutó Martina con burla en sus ojos. ─ Son otras cosas las que te dominan más.

─ ¿Y cuál serían según tú? ─ preguntó Laura.

─ La pasión, curiosidad y perversión ─ contestó Martina disfrutando mencionar aquello. ─ Todo eso lo tienes bien oculto bajo esa capa de niña malhumorada, sarcástica y sabelotodo.

─ No soy ninguna pervertida ─ contrarresto Laura. ─ Y menos una cursi apasionada como haces ver.

─ ¿Segura? ─ rebatió Martina. ─ ¿Quieres que demuestre lo contrario?

─ ¡Púdrete! ─ soltó llena de coraje Laura.

─ Jajaja ─ se carcajeó Martina lindamente. ─ ¡Cuánta gracia me haces! Saltas como saltamontes cuando están por agarrarte.

─ ¡Cállate! ─ exigió Laura.

─Nunca ─ replicó Martina más divertida. ─ Me encanta cuando pierdes el control y te defiendes a morir contra mí. Realmente haces mi día tan encantador.

─ ¡Imbécil! ─ insultó Laura.

─ Te quedas sin argumentos, mi gatita ─ susurró lascivamente Martina ajustando el rostro de la joven en su mano para acercarla hasta rozar sus labios. ─ Eres una delicia siempre provocándome para que te tome sin contemplación.

─ ¿No te atreverías aquí? ─ desafió pavoneándose Laura cuando había pavor en su mirada que contrastaba con su altivez.

─ ¿Por qué no? ─ cuestionó Martina.

─ ¿Por qué? Estamos en un auto, idiota ─ respondió tajantemente Laura.

─ ¿Y eso qué? ─ refutó con voz melosa. ─ ¿Te preocupa que mi chofer sepa que me estoy jodiendo a mi sumisa?

─ Entre otras cosas ─ rebatió Laura con firmeza. ─ no es un lugar para hacer una escenita depravada ¿No te parece?

─ ¡Hipócrita! ─ acusó Martina mordiendo el labio de la joven. ─ Te gusta estar al borde del peligro ¡Niégalo! Además me importa un bledo mi chofer, le pago por su trabajo, silencio, fidelidad y discreción. Te aseguro que no sabrá que hicimos y tampoco te cuestionará por si eso te preocupa tanto.

─ ¡Martina! ─ protestó Laura resistiendo esa boca que la maltrataba y degustaba a placeré.

─ ¿Qué? ─ susurró la pelirroja mordiendo nuevamente esos labios.

─ ¡Detente! ─ demandó Laura reuniendo un poco de coraje e intentando apartarse.

─ ¿Quieres que lo haga en verdad? ─ desafió Martina que prontamente volvió a reclamar esos labios y subyugarlos.

─ N…N…─ fue el intento y fracaso rotundo por parte de Laura.

─ Lo imaginé ─ repuso socarronamente Martina y silencio cualquier respuesta.

Bien es sabido que la bravuconería solo acaba cuando la atacas de frente y puedes constatar que tan gallardo puedes llegar a ser.

Una mujer que lucha contra sí misma e intenta negar sus propios demonios internos que nacen de la curiosidad innata que se despierta con la sensualidad que se descubre por accidente o hastío de lo que comúnmente conocemos como tradicional, sexualmente o físicamente hablando. A muchos no les basta con un ritual romántico y amoroso establecido desde tiempos antiquísimos y con el marco de amor hacia tu pareja  puede parecer sublime y mucho más. Pero que sin embargo, a otros los deja con más preguntas que satisfacción plena después de un encuentro disque amoroso. Y unos cuantos simplemente necesitan experimentar más adrenalina para explotar su máxima sensación sensitiva en dichas lides pasionales. Un tema que se debe dejar para los expertos en el tema sexual y un profundo análisis del caso.

Esta es la lucha que sobrelleva de algún modo la joven Tello que a su corta edad enfrenta una disyuntiva que escapa a su razonamiento como a las respuestas que salen sin permiso o consentimiento de su propio cuerpo. Dejándola vulnerable y expuesta a manos de esta mujer experimentada que la moldea como arcilla conduciéndola por caminos que la dejan extremadamente sensible y mostrando que tiene un apetito menos convencional de lo que ella suponía. Consiguiendo que preguntas como: ¿es normal? ¿Sensualidad o perversión? ¿Control o ceder? ¿Moral o inmoral? Invadieran su cabeza y la estresaran muchísimo.

─ No pienses tanto ─ fue el murmullo que salió de los labios de Martina entre el aire que se daban entre beso y beso. ─ Cede el control a tu cuerpo y déjate llevar.

Eso fue el clic que hizo que la joven Tello fuera presa aún más de esas emociones que le herían su Psiquis y la llevo a congelarse de golpe dejándola rígida en brazos de la pelirroja que sintió el cambio brusco en la muchacha.

─ ¿Qué sucede ahora contigo? ─ preguntó Martina abandonando las caricias que prodigaba a la joven para también conseguir un poco de distancia entre ambas y dándole ese espacio necesario para hablar.

─ No está bien ─ recriminó Laura más para sí misma que un reproche a su contra parte.

─ ¿Por qué? ─ cuestionó Martina.

─ No quiero esto ─ respondió Laura frotando su mano por su cara en frustración. ─ Yo no soy ninguna promiscua y tampoco una depravada.

─ Nadie ha dicho que seas una promiscua ─ aclaró Martina viendo a la muchacha pensativamente. ─ No veo más personas en este auto que nosotras dos por lo tanto, sácate eso de tu cabeza y el que te dejes llevar por lo que pide tu cuerpo no te hace una depravada. Solo demuestras que eres más fogosa y apasionada de lo que estás dispuesta a reconocer.

─ Es fácil para ti decirlo tan livianamente ─ replicó Laura que apartó la mano de su rostro y la vio con una mirada intangible que no mostraba mucho en verdad. ─ no tienes que lidiar con tus principios o normas que estabas acostumbrada. No te cuestionas nada porque estás tan acostumbrada a vivirlo como algo normal para tus parámetros y vives sin remordimientos. Pero no es mi caso Martina. No vivo la vida loca.

─ Chiquilla tonta ─ dijo Farkless.

─ Gracias por lo que me toca. ─ criticó duramente Laura.

─ ¿Te crees la única con problemas existenciales de sexualidad? ─ inquirió Martina lo más paciente posible─ No eres la primera y tampoco serás la última.

─ ¡En serio! No soy tan Narcisa para que creerme ser tan excepcional ─ contravino Laura. ─ solo hablo por mis necesidades y principios, no por lo que otros sientan.

─ Gatita, no eres tan diferente de otras ¡Créeme! ─ aclaró Martina. ─ Buscas respuestas a tus preguntas que te formulas desde hace mucho. Buscas la forma de ser libre y una prueba de ello, es la forma de bailar que tienes sin inhibición alguna.

─ Es distinto ─ defendió Laura.

─ No lo es ─ refutó Martina tomando la mano de la muchacha entre las suyas. ─ Cuando te toco puedo sentir como te estremeces y respondes de una manera especial ante una simple caricia. Es tu sensualidad que despierta cuando la mano correcta sabe conducirte y te da lo que pides desde adentro de tu ser.

─ ¿Por qué una mujer? ─ Preguntó Laura. ─ ¿Por qué tú?

─ En parte creo que podrías llegar a ser bisexual ─ respondió sin empacho Martina. ─ Pero tengo mis dudas al respecto. Ahora ¿por qué yo? Simple, soy la persona correcta en el lugar correcto para enseñarte. No fue casualidad que nos conociéramos ese día. Recuerda que te mencioné que no tenía pensado ir ese día con las demás.

─ Eso dijiste ─ confirmó de mala gana Laura. ─ Que no era tu intención, pero igual fuiste ese maldito día.

─ No maldigas gatita ─ reprendió Martina mordiendo la yema de uno de sus dedos. ─ No es bueno para tu salud y belleza. Te quita años y arroja a la basura tu serenidad y no vale la pena ¡Créeme! Ahora nada es casualidad en la vida hay propósitos que se deben cumplir y el nuestro fue conocernos.

─ Para beneficio tuyo más que nada ─ acusó Laura cruzándose de brazos. ─ No le veo el mío por ningún lado.

─ Sé que todavía te molestan cosas sobre mí. ─ mencionó Martina viendo a la muchacha leyendo su postura. ─ Y todo lo que sucedió ese día y los siguientes. Sin embargo, no debes olvidar una cosa muy importante en todo este asunto.

─ ¿Sería? ─ instó Laura con cara de escepticismo.

─ Aunque todo te disguste siempre has tenido el poder de decir no ─ aclaró Martina mordiendo sus labios al ver decaer el rostro de la chica en cuestión. ─ Puede que nuestro primer encuentro no haya sido así, pero en el resto has podido cambiarlo y no lo has hechos. En pocas palabras has consentido en todos los sentidos que yo sea tu dominatriz.

Tamaños ojos abrió la joven Tello y no fue suficiente que se le cayera la mandíbula literalmente hablando si no que ni con todo el coraje y bravuconería que poseía, pudo encontrar un solo argumento para refutarle tal acusación porque le gustase o no debía admitir que en ese mundillo que se involucró, los sumisos tenían poder de elegir y decidir continuar o aceptar los acuerdos que le planteara un dominante. En este caso y tal como lo planteó Farkless, solo el inicio pudo ser más unilateral que nada hasta cierto punto, pero las demás veces no fue lo que realmente sucedió.

─ ¿Estoy en lo correcto o miento? ─ preguntó burlonamente Martina asechando una vez a la muchacha en busca de una respuesta.

Casi con la pelirroja encima de ella, casi la aplasta con su cuerpo, no le quedó otra que responder o atenerse a las consecuencias.

─ No ─ contestó Laura.

─ ¿No qué? ─ insistió Martina aún más cerca de Tello.

─ No mientes ─ se apresuró en responder Laura que ya estaba siendo contorsionista de tanto alejarse de la dominante.

─ Insisto ─ demandó más Martina sujetando el mentón de la chica con un dedo y obligándola a verla a los ojos. ─ ¿No qué?

─ ¡No sé a qué te refieres! ─ repuso Laura.

─ ¿Qué soy? ─ exigió más severamente Martina dejando verle parte de su poder. ─ Recuerda lo que te enseñé.

─ No lo haré ─ protestó altivamente Laura. ─ No te lo diré jamás, prefiero morir a qué llamarte así.

─ Muy bien ¿si eso quieres? ─ advirtió Martina sujetando rápidamente las manos de la joven sobre su cabeza. ─ he sido muy tolerante contigo y tendré que disciplinarte un poco más hasta que aceptes tu lugar.

─ No te atrevas ─ siseó Laura que intentó en vano zafarse del agarre.

─ ¡Silencio sumisa! ─ ordenó Martina y con su otra mano dio una nalgada realmente dura en parte del muslo de la muchacha. ─ no volverás a provocarme de esta manera Laura y solo hablarás cuando yo te diga ¿Has entendido?

La susodicha no respondió y no es porque no quisiera sino que estaba en trance y perpleja que apenas le permitía procesar lo sucedido con su primer castigo real.

─ Veo que persistes en tu actitud desafiante ─ acusó Martina y en dos movimientos jaló de la joven y la puso sobre sus rodillas. Posando su codo izquierdo sobre la espalda para impedirle movimiento. ─ No me dejas más alternativa Laura (antes de dejar caer su mano derecha sobre sus nalgas)

El impacto fue más grande de lo que imaginó. De pasar de la confusión llegó velozmente a la ira de ser castigada de esa manera y para terminar sintiendo una impotencia atroz que le arrancaron lágrimas de frustración y humillación.

Dicho castigo se extendería casi llegando a la ciudad costera o poblado de Totolarillo y un poco antes de llegar a una residencia que se situaba en medio de un conjunto de rocas con pendiente en un desfiladero hacia el mar. La propiedad también se extendía más allá, abarcando hermosos jardines nipones con sus típicas caídas de agua en estanques de bambú.  Con tres inmuebles adosados entre sí, construidos en diferentes tipos de madera nativa y traída de otras partes. Todos de una sola planta.

La propiedad contaba además con una piscina lateral pequeña, pero precisa para los requerimientos de sus propietarios. Dos cocheras, una cabaña para el personal que trabaja en el lugar y una caseta de seguridad a la entrada de los portones principales.

Al momento fueron recibidos por un guardia que procedió abrirles y recibir instrucciones de parte de Farkless. Luego el coche se detuvo en la entrada principal y fueron recibidos por un señor mayor y tres mujeres.

El chofer procedió abrirle la puerta del automóvil y no hubo ningún tipo de reacción al ayudar a la joven a salir del carro a pesar de su incómoda posición.

─ Llevaré el equipaje a su recámara señorita ─ indicó el chofer. ─ ¿quiere que le ayude a llevar a la joven?

El hombre se atrevió a sugerir tal cosa dado que la muchacha apenas podía dar un paso sin que se resintiera su humanidad al pisar.

─ Yo me haré cargo ─ respondió Martina viendo fríamente a la joven. ─ ¡Detente!

Al instante la joven Tello permaneció tiesa en el lugar sin atreverse a voltear y es que no deseaba ingresar sino que solo quería alejarse lo que más podía de ese demonio de mujer. La odiaba con una intensidad que superaba su capacidad física y se juraba y re juraba vengarse algún día por esa humillación que le dieron.

─ Entonces llevaré el equipaje ─ indicó el chofer.

─ Hazlo ─ repuso Martina y acercándose a los demás. ─ ¡Buenas tardes!

─ ¡Bienvenida señorita! ─ saludaron los demás empleados.

─ Por favor acércate ─ demandó Martina haciendo señas a Tello. ─ Quiero presentarles a Laura. Ella se quedará unos días conmigo y quiero que la traten como un miembro más de la familia en el respeto. Pero cualquier cosa que llegase a necesitar debe verlo directamente conmigo. Ella no puede salir de esta propiedad sin mi consentimiento y tampoco permitan que deambule sola cerca de la playa. ¿He sido clara?

─ Sí ─ fue la respuesta grupal.

─ Bien, por favor vuelvan a sus labores ─ indicó Martina.

De inmediato sus empleados regresaron al interior de la casa sin omitir palabra alguna. Ellos sabían particularmente que las órdenes de la señorita no se discutían y menos cuestionaban a sus invitados. Claro que era la primera vez que traía a una joven desconocida fuera de su círculo íntimo y familiar.

─ No quiero por nada del mundo verte manipulando a mis empleados  ¿Estamos? ─ señaló Martina sin apartar la mirada de la casa y se giró para enfrentar a la muchacha.

─ Sí ─ repuso Laura.

─ ¿Sí qué? ─ confrontó Martina cerniéndose sobre la joven.

─ Sí Martina ─ respondió Laura.

─ Inténtalo de nuevo ─ exigió ésta no conforme con su respuesta.

─ Si…si (batallando consigo misma) sí…Ama ─ cedió finalmente Laura con dientes apretados.

─ Estás progresando ─ señaló Martina y jalándola de la joven, paso un brazo por sobre su hombro. ─ Te ayudaré un poco, será tu premio por ser una buena chica.

Laura chispeaba por dentro y solo puso los ojos en blanco de la rabia que sentía pero con eso le bajo un tanto el perfil. El aura vengativa y negativa se podía percibir con solo ver lo tenso de su rostro con sus músculos contraídos por la presión de su dentadura. Estaba claro que urdiría un plan conspiratorio a largo plazo para vengarse de Farkless pues su resentimiento no se escondía como tampoco se disimulaba mucho que digamos.

─ No necesito de sus premios ─ contestó seca Laura y apartando la mano de la mujer. ─ Prefiero hacerlo por mí misma que de necesitar de su ayuda se lo haré saber.

Una ceja arqueada asomó en el rostro de la pelirroja al momento de finalizar los descargos de la joven y ser rechazada su ayuda.

─ Creo que aún no entiendes muy bien las cosas e insistes en tu porfía de hacer tu voluntad. ─ amonestó duramente Martina tirando del brazo de la joven hacia su cuerpo. ─ Si yo digo esto harás, entonces lo harás sin objeción alguna. Además no estás en posición de rechazar mis atenciones cuando se nota que no gobiernas tu propio cuerpo.

Tello estaba al borde del abismo de la tolerancia y apenas se aguantaba las ganas de asesinarla con sus propias manos. Y es que no podía soportar que la tratase como un burdo objeto sin derecho a opinar o hacer. Se negaba rotundamente asumirlo.

─ ¡Hazlo! ─ incitó Martina juntando sus rostros en el mínimo espacio entre ellas. ─ Cumple tus deseos y demuéstrame de que eres capaz de luchar por salirte con la tuya.

─ ¿De qué rayos hablas? ─ increpó defensivamente Laura evitando dar rienda suelta a sus pasiones.

─ ¿Acaso no quieres asesinarme aquí mismo? ─ Contra preguntó Martina. ─ Lo puedo leer en tus ojos ¡Inténtalo niña! Sácate esas ganas locas que tienes por mí.

─ ¡Púdrete! ─ explotó Laura se empujó hacia atrás sin importarle nada más.

Fue tal la fuerza que salió de ella que perdió el equilibrio por completo al estar mal parada. Llevándose con ella a Farkless en el intertanto y de no ser por los rápidos reflejos de la colorina que alcanzó a posar una mano en la baldosa junto con dejar caer una rodilla además y poder contener el golpe que ambas hubieran sufrido desafortunadamente.

─ Realmente eres una chiquilla estúpida que no piensa en las consecuencias de sus actos ─ reclamó molesta Martina resintiendo el dolor en su mano pero estoicamente no se quejó. ─ Dejas que tus emociones te dominen por completo y te nublan el juicio.

─ ¡Cállate! ─ ladró asustada Laura muy asustada por la posición en que seguían sumergidas. ─ ¡Apártate!

─ A mí no me gritas de ese modo ─ tronó encolerizada Martina que se levantó de sopetón y de un solo jalón puso de pie a la joven. ─ Y tampoco me das órdenes niñita. ¡Ubícate en tu lugar!

Los ojos de Tello no dejaban de abrirse en automático sin procesar bien del todo la furia desatada en Farkless. Algo se estaba trastocando en ella o simplemente estaba viviendo una pesadilla de la que deseaba despertar. Aunque sinceramente exageraba en algunos puntos.

Sabía de ante mano que reconocer la violencia de cualquier género estaba mal por donde se le mirase, pero no estaba segura si estaba cayendo en ello o esto formaba parte de las tácticas corruptas del sadomasoquismo o definitivamente necesitaba ir urgente a un loquero por seguridad emocional.

Aunque le doliera admitir las cosas por su nombre ella estaba consciente de que era dada en llevar la contra en muchos asuntos y su terquedad la metía en problemas más a menudo de lo que estaba en sí  dispuesta aceptar. Pero obtener este tipo de reacciones la sacudían por completo y desequilibraban su enfoque dejándola pérdida por unos instantes en espacio tiempo y ello, le preocupaba porque se sentía muy vulnerable y a merced de que realmente le pudiera pasar algo por la falta de reacción ante un estallido como ése o tragedia u accidente.

Tantas cosas pasaron por su mente, escenarios, personas, hechos violentos o mejor dicho; temores ocultos que la dejaron más sumida en su Psiquis que no percibió como una mano pasaba una y otra vez frente a su rostro sin poder sacarla de su estado.

─ Laura…─ Llamaron cerca de su cara. ─ Laura…Laura… ¡Mierda reacciona!...Laura.

No había respuesta hasta que de pronto una sombra cubrió su visión por completo y en pocos segundos un hormigueo se sintió en la parte baja de su rostro y a medida que avanzaba los segundos se convirtió en un calor demandante que reclamaban sus labios con una persistencia increíble hasta que la constante demanda fue fracturando sus barreras y una a una fue cayendo y cediendo a la exigente invasión que consiguió remover cada fibra de su ser hasta la misma medula ósea.

Igual que una cámara lenta sintió que su cuerpo comenzaba a despertar a sus sentidos y todo lo que involucra la conciencia plena de su propia hegemonía y fue así que sus parpados se volvieron abrir y tomó cognición de que era besada delicadamente por aquella pelirroja de sus pesadillas más reales. Y se congeló al percatarse de que estaba correspondiendo al calor del beso del mismo modo que causó que se congelara por completo ocasionando que los parpados de la mujer se abriesen y unos profundos ojos verdes le mirasen con cautela y alivio al mismo tiempo.

─ ¿Estás mejor? ─ preguntó Martina una vez que se alejó después de la interrupción del beso.

─ Creo ─ fue la escueta respuesta de la joven.

─ No vuelvas asustarme de ese modo ─ demandó en más control Martina acariciando su mejilla. ─ Necesitamos hablar de algunos temores tuyos, pero lo haremos despacio ¿Estás de acuerdo?

─ Podría intentarlo, pero no será fácil con mi temperamento ─ repuso sinceramente Laura que dejo caer su rostro en el pecho de Farkless.

─ Estoy consciente de ello ─ dijo Martina delineando la nariz de la joven. ─ No obstante, lo manejaremos con calma entre ambas. Necesitas dejar salir muchas cosas y estaré ahí para ti.

─ ¿Por qué lo haces? ─ indagó Laura sin dar mucho crédito.

─ Ya lo he dicho y es que realmente me interesas Laura ─ respondió con igual franqueza Martina. ─ Ahora vayamos adentro. Necesitamos un largo baño ¿te parece?

─ Sí…a…m…Martina ─ luchaba por decir Laura.

─ Solo por hoy lo dejaré pasar ─ acotó Martina tomando en sus brazos y pasando uno de ellos por su hombro para guiarle en el camino. ─ ¡Apóyate en mí!

No hubo respuesta verbal, pero si un asentimiento de cabeza que le dio luz verde a Farkless para encaminarse al interior de la casa.

Las puertas fueron abiertas desde adentro por el hombre mayor que les indicó que sus aposentos estaban dispuestos junto con una tina con sales de baño. Además de hacerle saber que una bandeja con frutos estaba junto a una mesita.

La joven Tello sentía sus mejillas arder a más no poder de tanto sentir la mirada del hombre, más que nada era un poco de vergüenza como si leyeran en ella que era una sumisa de su señora.

─ No pienses y solo confía en mí ─ apuntó Martina mientras avanzaban a una de las habitaciones de la casa que suponía debía ser la de Farkless.

─ Quisiera ─ atinó en decir Laura que no se sentía muy segura de nada en esos instantes.

─ Aprenderás hacerlo ─ sugirió Martina. ─ Es solo un hábito que deberás dominar con el pasar del tiempo.

─ ¿Y si no puedo hacerlo? ─ cuestionó la joven cansada de tanta lucha emocional.

─ Yo creo en ti ─ respondió Farkless presionando más su brazo en la cintura de la muchacha.

─ No deberías ─ instó Laura. ─ Soy complicada.

─ Nunca dije que yo lo fuera tampoco ─ argumentó en respuesta Martina. ─ Será un desafió muy interesante conocernos íntimamente en el proceso ¿no lo crees?

─ A veces pienso que eres extremadamente irritante con un ego más grande que la torre Eiffel y un complejo masoquista abismante ─ señaló Laura con agudeza sin sopesar mucho sus palabras pero sin ánimos de una confrontación.

─ Sí a lo primero, sí a lo segundo aunque no lo había pensado antes y un definitivamente y rotundo sí a lo tercero porque me encanta ser sado ─ respondió coquetamente Martina sin empacho alguno.

─ ¿En qué me he metido? ─ Se lamentó Laura casi asumida de su locura.

─ En ser completamente mío y estar a merced de una mujer que hará que disfrutes de cada segundo de tu existencia y despiertas a tu sensualidad ─ aclaró Martina dejando un beso en la mejilla de la muchacha. ─ Te había dicho que amo como hueles.

─ No ─ contestó Laura tocando su mejilla tras la caricia. ─ a veces me confundes.

─ ¿Por qué sería eso? ─ fue de lleno en la pregunta Martina.

─ Es como si fueras dos mujeres en una─ dijo Tello.

─ ¿Sí? ─ instigó Farkless intrigada por el punto de vista de la chica.

─ No sé cómo explicarlo bien ─ titubeó Laura.

─ Comienza por decir tu primera impresión ─ aconsejó Martina.

─ La primera vez, te encontré tan arrogante que parecías dueña del lugar y de todo por dónde pasabas─ inició la explicación Laura. ─ Resumiendo creo que es la imagen de una mujer fuerte, dominante, controladora y muy astuta.

─ ¡Ya! Eso muy obvio ─ musitó Martina. ─ ¿Qué más?

─ Esta otra faceta es muy dispersa de la primera ─ vaciló un poco Laura antes de proseguir, reflejándolo en su rostro. ─ Hay una especie de niña no insegura, pero si se esfuerza en ser amable. Más bien diría que intentas reconectar un tendón de sensibilidad a tu perfecta imagen de autosuficiente  y creo que para no volverte completamente dura; por no decir que te conviertas en una perra frígida sin emoción alguna por esto del sado que quita esa parte humana.

¡He aquí la sorpresa! Los verdes ojos de Farkless se expandieron de asombro al escuchar los argumentos expuestos. Aunque reconocía cierta verdad en todo ello.

─ Interesante conjetura la tuya ─ acotó Martina rascando su barbilla unos momentos al meditar. ─ Aunque debo confesar que abusas de ese lenguaje pre concebido de que todos los que estamos inmersos en el sadomasoquismo somos una especie de ente insensible y desquiciado con un alto nivel de autodestrucción. Baja autoestima y todas esas burradas de la que te suelen contar los Psicólogos, respetable o no su profesión, tienden a exagerar todo con sus presunciones en la disfuncionalidad de una vida sana sexualmente hablando. Puedo decirte desde mi enfoque personal que son patrañas sobre alimentadas por la verdadera perversión del morbo que tienen los disque normalitos. Hablan más de la cuenta sin muchas bases que digamos.

─ ¿Y tú eres una experta? ─ cuestionó Laura que nunca dejaba pasar una oportunidad para debatir.

─ En honor a la verdad tengo bases concretas desde mi experiencia en el tema ─ respondió Martina. ─ Sin embargo, es petulante de mi parte generalizar las diversas vivencias de los demás. Cada cual vive y siente distinto. En mis zapatos puedo mencionar que el explorar la sensualidad es permitido en una relación y no hay nada malo en ello siempre y cuando no vayas a vulnerar a una persona al punto de caer en locura. Eso no tiene nada que ver con lo que es el sado y para terminar puedo decir que el erotismo en el sexo ayuda bastante a parejas que no siempre se unieron por amor.

─ Pero el amor lo es todo en una pareja ─ rebatió como resorte Laura.

─ ¿Realmente lo crees? ─ cuestionó Martina estudiando el lenguaje de sus ojos.

─ Sí ─ fue la respuesta de parte de la joven.

─ Defíneme qué es el amor según tu perspectiva ─ demandó Martina.

─ Amor en general no puedo hablar es un tema muy ambiguo ─ replanteó Laura.

─ Sin duda ─ intervino Martina sonriendo perversamente. ─ Continua por favor. Quiero saber.

─ Si me baso en lo que busco en una relación lógicamente es amor, respeto y comunicación. ─ alegó Laura jugando con su mano mientras exponía su punto de vista. ─ No podría estar con una persona por la cual no sintiera el más mínimo cariño y menos saldría por compromiso. Sin amor no existe relación posible por algo se le conoce por una relación sentimental.

─ ¡Ya veo! ─ exclamó una Martina no muy convencida e insistió. ─ Entonces dime una cosa ¿Dónde deja eso a las parejas que se casan por compromiso anticipados? Por no decir arreglado como dirías tú. Además, tienes que saber que muchos han llegado amarse profundamente y sus matrimonios han sido exitosos.

─ Son contados con las manos ─ rebatió Laura bien escéptica al respecto.

─ Son mucho más que esos que indicas gatita. ─ invalidó Martina. ─ Antiguamente las personas se casaban por compromiso y basado en tu punto de vista el amor lo es todo para una relación. Sin embargo, esas personas llegaron a conocerse y como dije anteriormente, el amor llegó tiempo después. Es más; muchos casos se involucran en una relación dónde dicen amarse hasta la locura, pero un simple problemita y se murió el tan inmenso amor. Diciendo adiós a una relación de tiempo o matrimonio de buen presagio ¿se ajusta aún a tu prototipo?

─ Pueden haberlos, pero en mi caso sin amor no hay nada ─ replicó Laura gastada por el discurso. ─ Además, estábamos hablando de sadomasoquismo aquí y no de lo que yo pienso del amor.

─ Jajaja─ abruptamente se carcajeó Martina por el cambio de giro en la conversación. ─ Realmente te exaspera que te lleven la contraria, mi dulce gatita.

─ No soy tu gata ─ increpó Laura que se levantó del lugar que le dejaron al entrar a la habitación.

─ Despacio mi hermosa fiera ─ ordenó Martina tras sujetarla de la cintura y evitar que se lastimara. ─ Puedes lastimarte al perder el equilibrio por salir tan de brusco.

─ Lo siento ─ se disculpó Tello que ultimadamente en presencia de la pelirroja se volvía un desastre completo. ─ No me fijé.

─ ¡Tranquila! ─ murmuró al oído Farkless acercándola a su pecho para apoyarse mejor y de paso, torturarla un poco más. ─ Me haré cargo de ti en todo el sentido de la palabra.

─ ¿Qué quieres decir? ─ preguntó Laura sin presentar resistencia al abrazo.

─ Voy a ocuparme de atender todas tus necesidades y vamos a comenzar por un relajante baño en el que te aseguro que voy a dejarte completamente como la seda en mis manos. ─ siseó con un timbre demasiado sensual y pervertido.

La réplica no se hizo esperar y de inmediato una descarga eléctrica sacudió el cuerpo de la joven Tello que sentía adormecida su oreja entre los mordiscos y lamidas que le estaba ministrando aquella descarada pelirroja; mejor dicho, su dominatriz.

─ Eres alucinante ─ exclamó en éxtasis. ─ m…m…mi…!bruja…pelirroja!

No hubo más palabras porque fueron sus labios absorbidos plenamente por la pasión de su dominante tras cerrarse la puerta del baño y no dejar ver la fogosa escena que comenzaba a desarrollarse entre ellas.

Una contienda que inicio desfavorablemente para un participante, pero que terminaría revelando mucho más que una desigualdad.


1 comentario:

Sofia dijo...

Excelente capitulo, me dejas con ganas de mucho mas. Esperándote siempre!

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