Polos opuestos
Capítulo
15
Lucha
desigual…
Sus ojos aún no se acostumbraban a la oscuridad que fue creciendo y menos ver el exterior desde el interior del vehículo. Se suponía que habían salido; no olvidar que fue raptada en contra de su voluntad; y eso hace mucho tiempo. A lo sumo deben haber pasado sus buenas 4 horas entre llegar a las afueras de Santiago y comprar unas cuantas chucherías según ella porque no se bajó a dichas adquisiciones junto con otra detención unas cuantas cuadras más por no sé qué asunto que tomo sus cuarenta minutos. ¡Toda una pérdida de tiempo!
¡Y qué
decir del silencio! Simplemente fue tal como su nombre lo dice…Silencio. No
cruzaron palabras entre ellas en lo que iba del viaje y de vez en cuando,
miradas a hurtadillas se daban como para constatar que Tello permanecía en el
mismo sitio y no se había lanzado fuera en pleno movimiento y es que razones
tenía de peso por lo impulsiva que solía comportarse. También para no decir que
temía esas acciones temerarias de la muchacha.
En la
vida nada es eterno y todo tiene que acabar en un punto y lo sería en esta
ocasión o de lo contrario esa falta de comunicación jugaría más en contra de
sus planes.
─ No
imaginé que fueras una chica retraída ─ comentó Martina viendo a la joven. ─ Te
creía un tanto más parlanchina.
─ No
somos amigas ─ defendió Laura.
─ Lo
sé─ respondió Martina sin inmutarse por la actitud defensiva de la chica. ─ Pero
no quita que seas educada y puedas charlar.
─
¿Según qué norma? ─ preguntó seca Laura.
─
Principios…Laura ─ refutó Martina. ─ Y valores que inculcan desde la niñez.
─ Si
fuera por principios, eres la menos indicada para hablar de valores ─ disparó
Laura directo al colon de la mujer mayor. ─ ¿Y de educación? Tendría que
preguntarle a tu madre a dónde diablos te mandaron a estudiar porque no la
conoces.
─
¡Dios que chiquilla más jodida eres! ─ masculló cada palabra Martina a punto de
hacerla nudo ciego por su altivez.
─
¡Quizás! Solo quizás pueda ser tu némesis ─ refirió Laura en aires de soberbia.
─ No
eres mi enemiga que yo sepa ─ contradijo Martina. ─ Por tanto, es un argumento
poco válido y menos se ajusta a tu situación real conmigo.
─ Pero
ganas de vengarme de ti no me faltan ─ aseguró Laura y remarcando lo último. ─
Por tanto, se ajusta en mi opinión.
─ No
es tu caso ─ objetó Martina. ─ Lo digo y sostengo una vez más, Te falta coraje
y agallas para enfrentarte a mí cara a cara. No podrás vengarte nunca de ese
modo.
─ No
tientes a tu suerte ─ provocó con pica
Laura.
─ ¡Créeme!
No lo harás ─ refutó Martina con burla en sus ojos. ─ Son otras cosas las que
te dominan más.
─ ¿Y
cuál serían según tú? ─ preguntó Laura.
─ La
pasión, curiosidad y perversión ─ contestó Martina disfrutando mencionar
aquello. ─ Todo eso lo tienes bien oculto bajo esa capa de niña malhumorada,
sarcástica y sabelotodo.
─ No
soy ninguna pervertida ─ contrarresto Laura. ─ Y menos una cursi apasionada
como haces ver.
─
¿Segura? ─ rebatió Martina. ─ ¿Quieres que demuestre lo contrario?
─
¡Púdrete! ─ soltó llena de coraje Laura.
─
Jajaja ─ se carcajeó Martina lindamente. ─ ¡Cuánta gracia me haces! Saltas como
saltamontes cuando están por agarrarte.
─
¡Cállate! ─ exigió Laura.
─Nunca
─ replicó Martina más divertida. ─ Me encanta cuando pierdes el control y te
defiendes a morir contra mí. Realmente haces mi día tan encantador.
─
¡Imbécil! ─ insultó Laura.
─ Te
quedas sin argumentos, mi gatita ─ susurró lascivamente Martina ajustando el
rostro de la joven en su mano para acercarla hasta rozar sus labios. ─ Eres una
delicia siempre provocándome para que te tome sin contemplación.
─ ¿No
te atreverías aquí? ─ desafió pavoneándose Laura cuando había pavor en su
mirada que contrastaba con su altivez.
─ ¿Por
qué no? ─ cuestionó Martina.
─ ¿Por
qué? Estamos en un auto, idiota ─ respondió tajantemente Laura.
─ ¿Y
eso qué? ─ refutó con voz melosa. ─ ¿Te preocupa que mi chofer sepa que me
estoy jodiendo a mi sumisa?
─
Entre otras cosas ─ rebatió Laura con firmeza. ─ no es un lugar para hacer una
escenita depravada ¿No te parece?
─
¡Hipócrita! ─ acusó Martina mordiendo el labio de la joven. ─ Te gusta estar al
borde del peligro ¡Niégalo! Además me importa un bledo mi chofer, le pago por
su trabajo, silencio, fidelidad y discreción. Te aseguro que no sabrá que
hicimos y tampoco te cuestionará por si eso te preocupa tanto.
─
¡Martina! ─ protestó Laura resistiendo esa boca que la maltrataba y degustaba a
placeré.
─
¿Qué? ─ susurró la pelirroja mordiendo nuevamente esos labios.
─
¡Detente! ─ demandó Laura reuniendo un poco de coraje e intentando apartarse.
─
¿Quieres que lo haga en verdad? ─ desafió Martina que prontamente volvió a
reclamar esos labios y subyugarlos.
─
N…N…─ fue el intento y fracaso rotundo por parte de Laura.
─ Lo
imaginé ─ repuso socarronamente Martina y silencio cualquier respuesta.
Bien
es sabido que la bravuconería solo acaba cuando la atacas de frente y puedes
constatar que tan gallardo puedes llegar a ser.
Una
mujer que lucha contra sí misma e intenta negar sus propios demonios internos
que nacen de la curiosidad innata que se despierta con la sensualidad que se
descubre por accidente o hastío de lo que comúnmente conocemos como
tradicional, sexualmente o físicamente hablando. A muchos no les basta con un
ritual romántico y amoroso establecido desde tiempos antiquísimos y con el
marco de amor hacia tu pareja puede parecer
sublime y mucho más. Pero que sin embargo, a otros los deja con más preguntas
que satisfacción plena después de un encuentro disque amoroso. Y unos cuantos
simplemente necesitan experimentar más adrenalina para explotar su máxima
sensación sensitiva en dichas lides pasionales. Un tema que se debe dejar para
los expertos en el tema sexual y un profundo análisis del caso.
Esta
es la lucha que sobrelleva de algún modo la joven Tello que a su corta edad
enfrenta una disyuntiva que escapa a su razonamiento como a las respuestas que
salen sin permiso o consentimiento de su propio cuerpo. Dejándola vulnerable y
expuesta a manos de esta mujer experimentada que la moldea como arcilla
conduciéndola por caminos que la dejan extremadamente sensible y mostrando que
tiene un apetito menos convencional de lo que ella suponía. Consiguiendo que
preguntas como: ¿es normal? ¿Sensualidad o perversión? ¿Control o ceder? ¿Moral
o inmoral? Invadieran su cabeza y la estresaran muchísimo.
─ No
pienses tanto ─ fue el murmullo que salió de los labios de Martina entre el
aire que se daban entre beso y beso. ─ Cede el control a tu cuerpo y déjate
llevar.
Eso
fue el clic que hizo que la joven Tello fuera presa aún más de esas emociones
que le herían su Psiquis y la llevo a congelarse de golpe dejándola rígida en
brazos de la pelirroja que sintió el cambio brusco en la muchacha.
─ ¿Qué
sucede ahora contigo? ─ preguntó Martina abandonando las caricias que prodigaba
a la joven para también conseguir un poco de distancia entre ambas y dándole
ese espacio necesario para hablar.
─ No
está bien ─ recriminó Laura más para sí misma que un reproche a su contra
parte.
─ ¿Por
qué? ─ cuestionó Martina.
─ No
quiero esto ─ respondió Laura frotando su mano por su cara en frustración. ─ Yo
no soy ninguna promiscua y tampoco una depravada.
─
Nadie ha dicho que seas una promiscua ─ aclaró Martina viendo a la muchacha
pensativamente. ─ No veo más personas en este auto que nosotras dos por lo
tanto, sácate eso de tu cabeza y el que te dejes llevar por lo que pide tu
cuerpo no te hace una depravada. Solo demuestras que eres más fogosa y
apasionada de lo que estás dispuesta a reconocer.
─ Es
fácil para ti decirlo tan livianamente ─ replicó Laura que apartó la mano de su
rostro y la vio con una mirada intangible que no mostraba mucho en verdad. ─ no
tienes que lidiar con tus principios o normas que estabas acostumbrada. No te
cuestionas nada porque estás tan acostumbrada a vivirlo como algo normal para
tus parámetros y vives sin remordimientos. Pero no es mi caso Martina. No vivo
la vida loca.
─
Chiquilla tonta ─ dijo Farkless.
─
Gracias por lo que me toca. ─ criticó duramente Laura.
─ ¿Te
crees la única con problemas existenciales de sexualidad? ─ inquirió Martina lo
más paciente posible─ No eres la primera y tampoco serás la última.
─ ¡En
serio! No soy tan Narcisa para que creerme ser tan excepcional ─ contravino
Laura. ─ solo hablo por mis necesidades y principios, no por lo que otros
sientan.
─
Gatita, no eres tan diferente de otras ¡Créeme! ─ aclaró Martina. ─ Buscas
respuestas a tus preguntas que te formulas desde hace mucho. Buscas la forma de
ser libre y una prueba de ello, es la forma de bailar que tienes sin inhibición
alguna.
─ Es
distinto ─ defendió Laura.
─ No lo
es ─ refutó Martina tomando la mano de la muchacha entre las suyas. ─ Cuando te
toco puedo sentir como te estremeces y respondes de una manera especial ante
una simple caricia. Es tu sensualidad que despierta cuando la mano correcta
sabe conducirte y te da lo que pides desde adentro de tu ser.
─ ¿Por
qué una mujer? ─ Preguntó Laura. ─ ¿Por qué tú?
─ En
parte creo que podrías llegar a ser bisexual ─ respondió sin empacho Martina. ─
Pero tengo mis dudas al respecto. Ahora ¿por qué yo? Simple, soy la persona
correcta en el lugar correcto para enseñarte. No fue casualidad que nos
conociéramos ese día. Recuerda que te mencioné que no tenía pensado ir ese día
con las demás.
─ Eso
dijiste ─ confirmó de mala gana Laura. ─ Que no era tu intención, pero igual
fuiste ese maldito día.
─ No
maldigas gatita ─ reprendió Martina mordiendo la yema de uno de sus dedos. ─ No
es bueno para tu salud y belleza. Te quita años y arroja a la basura tu
serenidad y no vale la pena ¡Créeme! Ahora nada es casualidad en la vida hay
propósitos que se deben cumplir y el nuestro fue conocernos.
─ Para
beneficio tuyo más que nada ─ acusó Laura cruzándose de brazos. ─ No le veo el
mío por ningún lado.
─ Sé
que todavía te molestan cosas sobre mí. ─ mencionó Martina viendo a la muchacha
leyendo su postura. ─ Y todo lo que sucedió ese día y los siguientes. Sin
embargo, no debes olvidar una cosa muy importante en todo este asunto.
─
¿Sería? ─ instó Laura con cara de escepticismo.
─ Aunque
todo te disguste siempre has tenido el poder de decir no ─ aclaró Martina
mordiendo sus labios al ver decaer el rostro de la chica en cuestión. ─ Puede
que nuestro primer encuentro no haya sido así, pero en el resto has podido
cambiarlo y no lo has hechos. En pocas palabras has consentido en todos los
sentidos que yo sea tu dominatriz.
Tamaños
ojos abrió la joven Tello y no fue suficiente que se le cayera la mandíbula
literalmente hablando si no que ni con todo el coraje y bravuconería que
poseía, pudo encontrar un solo argumento para refutarle tal acusación porque le
gustase o no debía admitir que en ese mundillo que se involucró, los sumisos
tenían poder de elegir y decidir continuar o aceptar los acuerdos que le
planteara un dominante. En este caso y tal como lo planteó Farkless, solo el
inicio pudo ser más unilateral que nada hasta cierto punto, pero las demás
veces no fue lo que realmente sucedió.
─
¿Estoy en lo correcto o miento? ─ preguntó burlonamente Martina asechando una
vez a la muchacha en busca de una respuesta.
Casi
con la pelirroja encima de ella, casi la aplasta con su cuerpo, no le quedó
otra que responder o atenerse a las consecuencias.
─ No ─
contestó Laura.
─ ¿No
qué? ─ insistió Martina aún más cerca de Tello.
─ No
mientes ─ se apresuró en responder Laura que ya estaba siendo contorsionista de
tanto alejarse de la dominante.
─
Insisto ─ demandó más Martina sujetando el mentón de la chica con un dedo y
obligándola a verla a los ojos. ─ ¿No qué?
─ ¡No
sé a qué te refieres! ─ repuso Laura.
─ ¿Qué
soy? ─ exigió más severamente Martina dejando verle parte de su poder. ─
Recuerda lo que te enseñé.
─ No
lo haré ─ protestó altivamente Laura. ─ No te lo diré jamás, prefiero morir a
qué llamarte así.
─ Muy
bien ¿si eso quieres? ─ advirtió Martina sujetando rápidamente las manos de la
joven sobre su cabeza. ─ he sido muy tolerante contigo y tendré que
disciplinarte un poco más hasta que aceptes tu lugar.
─ No
te atrevas ─ siseó Laura que intentó en vano zafarse del agarre.
─
¡Silencio sumisa! ─ ordenó Martina y con su otra mano dio una nalgada realmente
dura en parte del muslo de la muchacha. ─ no volverás a provocarme de esta
manera Laura y solo hablarás cuando yo te diga ¿Has entendido?
La
susodicha no respondió y no es porque no quisiera sino que estaba en trance y
perpleja que apenas le permitía procesar lo sucedido con su primer castigo
real.
─ Veo
que persistes en tu actitud desafiante ─ acusó Martina y en dos movimientos
jaló de la joven y la puso sobre sus rodillas. Posando su codo izquierdo sobre
la espalda para impedirle movimiento. ─ No me dejas más alternativa Laura
(antes de dejar caer su mano derecha sobre sus nalgas)
El
impacto fue más grande de lo que imaginó. De pasar de la confusión llegó
velozmente a la ira de ser castigada de esa manera y para terminar sintiendo
una impotencia atroz que le arrancaron lágrimas de frustración y humillación.
Dicho
castigo se extendería casi llegando a la ciudad costera o poblado de
Totolarillo y un poco antes de llegar a una residencia que se situaba en medio
de un conjunto de rocas con pendiente en un desfiladero hacia el mar. La
propiedad también se extendía más allá, abarcando hermosos jardines nipones con
sus típicas caídas de agua en estanques de bambú. Con tres inmuebles adosados entre sí,
construidos en diferentes tipos de madera nativa y traída de otras partes.
Todos de una sola planta.
La
propiedad contaba además con una piscina lateral pequeña, pero precisa para los
requerimientos de sus propietarios. Dos cocheras, una cabaña para el personal
que trabaja en el lugar y una caseta de seguridad a la entrada de los portones
principales.
Al
momento fueron recibidos por un guardia que procedió abrirles y recibir
instrucciones de parte de Farkless. Luego el coche se detuvo en la entrada
principal y fueron recibidos por un señor mayor y tres mujeres.
El
chofer procedió abrirle la puerta del automóvil y no hubo ningún tipo de
reacción al ayudar a la joven a salir del carro a pesar de su incómoda
posición.
─
Llevaré el equipaje a su recámara señorita ─ indicó el chofer. ─ ¿quiere que le
ayude a llevar a la joven?
El
hombre se atrevió a sugerir tal cosa dado que la muchacha apenas podía dar un
paso sin que se resintiera su humanidad al pisar.
─ Yo
me haré cargo ─ respondió Martina viendo fríamente a la joven. ─ ¡Detente!
Al
instante la joven Tello permaneció tiesa en el lugar sin atreverse a voltear y
es que no deseaba ingresar sino que solo quería alejarse lo que más podía de
ese demonio de mujer. La odiaba con una intensidad que superaba su capacidad
física y se juraba y re juraba vengarse algún día por esa humillación que le
dieron.
─
Entonces llevaré el equipaje ─ indicó el chofer.
─
Hazlo ─ repuso Martina y acercándose a los demás. ─ ¡Buenas tardes!
─ ¡Bienvenida
señorita! ─ saludaron los demás empleados.
─ Por
favor acércate ─ demandó Martina haciendo señas a Tello. ─ Quiero presentarles
a Laura. Ella se quedará unos días conmigo y quiero que la traten como un
miembro más de la familia en el respeto. Pero cualquier cosa que llegase a
necesitar debe verlo directamente conmigo. Ella no puede salir de esta
propiedad sin mi consentimiento y tampoco permitan que deambule sola cerca de
la playa. ¿He sido clara?
─ Sí ─
fue la respuesta grupal.
─
Bien, por favor vuelvan a sus labores ─ indicó Martina.
De
inmediato sus empleados regresaron al interior de la casa sin omitir palabra
alguna. Ellos sabían particularmente que las órdenes de la señorita no se
discutían y menos cuestionaban a sus invitados. Claro que era la primera vez
que traía a una joven desconocida fuera de su círculo íntimo y familiar.
─ No
quiero por nada del mundo verte manipulando a mis empleados ¿Estamos? ─ señaló Martina sin apartar la
mirada de la casa y se giró para enfrentar a la muchacha.
─ Sí ─
repuso Laura.
─ ¿Sí
qué? ─ confrontó Martina cerniéndose sobre la joven.
─ Sí
Martina ─ respondió Laura.
─
Inténtalo de nuevo ─ exigió ésta no conforme con su respuesta.
─
Si…si (batallando consigo misma) sí…Ama ─ cedió finalmente Laura con dientes
apretados.
─
Estás progresando ─ señaló Martina y jalándola de la joven, paso un brazo por
sobre su hombro. ─ Te ayudaré un poco, será tu premio por ser una buena chica.
Laura
chispeaba por dentro y solo puso los ojos en blanco de la rabia que sentía pero
con eso le bajo un tanto el perfil. El aura vengativa y negativa se podía
percibir con solo ver lo tenso de su rostro con sus músculos contraídos por la
presión de su dentadura. Estaba claro que urdiría un plan conspiratorio a largo
plazo para vengarse de Farkless pues su resentimiento no se escondía como
tampoco se disimulaba mucho que digamos.
─ No
necesito de sus premios ─ contestó seca Laura y apartando la mano de la mujer. ─
Prefiero hacerlo por mí misma que de necesitar de su ayuda se lo haré saber.
Una
ceja arqueada asomó en el rostro de la pelirroja al momento de finalizar los
descargos de la joven y ser rechazada su ayuda.
─ Creo
que aún no entiendes muy bien las cosas e insistes en tu porfía de hacer tu
voluntad. ─ amonestó duramente Martina tirando del brazo de la joven hacia su
cuerpo. ─ Si yo digo esto harás, entonces lo harás sin objeción alguna. Además
no estás en posición de rechazar mis atenciones cuando se nota que no gobiernas
tu propio cuerpo.
Tello
estaba al borde del abismo de la tolerancia y apenas se aguantaba las ganas de
asesinarla con sus propias manos. Y es que no podía soportar que la tratase
como un burdo objeto sin derecho a opinar o hacer. Se negaba rotundamente
asumirlo.
─ ¡Hazlo!
─ incitó Martina juntando sus rostros en el mínimo espacio entre ellas. ─ Cumple
tus deseos y demuéstrame de que eres capaz de luchar por salirte con la tuya.
─ ¿De
qué rayos hablas? ─ increpó defensivamente Laura evitando dar rienda suelta a
sus pasiones.
─ ¿Acaso
no quieres asesinarme aquí mismo? ─ Contra preguntó Martina. ─ Lo puedo leer en
tus ojos ¡Inténtalo niña! Sácate esas ganas locas que tienes por mí.
─
¡Púdrete! ─ explotó Laura se empujó hacia atrás sin importarle nada más.
Fue
tal la fuerza que salió de ella que perdió el equilibrio por completo al estar
mal parada. Llevándose con ella a Farkless en el intertanto y de no ser por los
rápidos reflejos de la colorina que alcanzó a posar una mano en la baldosa
junto con dejar caer una rodilla además y poder contener el golpe que ambas
hubieran sufrido desafortunadamente.
─ Realmente
eres una chiquilla estúpida que no piensa en las consecuencias de sus actos ─
reclamó molesta Martina resintiendo el dolor en su mano pero estoicamente no se
quejó. ─ Dejas que tus emociones te dominen por completo y te nublan el juicio.
─
¡Cállate! ─ ladró asustada Laura muy asustada por la posición en que seguían
sumergidas. ─ ¡Apártate!
─ A mí
no me gritas de ese modo ─ tronó encolerizada Martina que se levantó de sopetón
y de un solo jalón puso de pie a la joven. ─ Y tampoco me das órdenes niñita.
¡Ubícate en tu lugar!
Los
ojos de Tello no dejaban de abrirse en automático sin procesar bien del todo la
furia desatada en Farkless. Algo se estaba trastocando en ella o simplemente
estaba viviendo una pesadilla de la que deseaba despertar. Aunque sinceramente
exageraba en algunos puntos.
Sabía
de ante mano que reconocer la violencia de cualquier género estaba mal por
donde se le mirase, pero no estaba segura si estaba cayendo en ello o esto
formaba parte de las tácticas corruptas del sadomasoquismo o definitivamente
necesitaba ir urgente a un loquero por seguridad emocional.
Aunque
le doliera admitir las cosas por su nombre ella estaba consciente de que era
dada en llevar la contra en muchos asuntos y su terquedad la metía en problemas
más a menudo de lo que estaba en sí dispuesta aceptar. Pero obtener este tipo de
reacciones la sacudían por completo y desequilibraban su enfoque dejándola
pérdida por unos instantes en espacio tiempo y ello, le preocupaba porque se
sentía muy vulnerable y a merced de que realmente le pudiera pasar algo por la
falta de reacción ante un estallido como ése o tragedia u accidente.
Tantas
cosas pasaron por su mente, escenarios, personas, hechos violentos o mejor
dicho; temores ocultos que la dejaron más sumida en su Psiquis que no percibió
como una mano pasaba una y otra vez frente a su rostro sin poder sacarla de su
estado.
─
Laura…─ Llamaron cerca de su cara. ─ Laura…Laura… ¡Mierda reacciona!...Laura.
No
había respuesta hasta que de pronto una sombra cubrió su visión por completo y
en pocos segundos un hormigueo se sintió en la parte baja de su rostro y a
medida que avanzaba los segundos se convirtió en un calor demandante que reclamaban
sus labios con una persistencia increíble hasta que la constante demanda fue
fracturando sus barreras y una a una fue cayendo y cediendo a la exigente
invasión que consiguió remover cada fibra de su ser hasta la misma medula ósea.
Igual
que una cámara lenta sintió que su cuerpo comenzaba a despertar a sus sentidos
y todo lo que involucra la conciencia plena de su propia hegemonía y fue así
que sus parpados se volvieron abrir y tomó cognición de que era besada
delicadamente por aquella pelirroja de sus pesadillas más reales. Y se congeló
al percatarse de que estaba correspondiendo al calor del beso del mismo modo
que causó que se congelara por completo ocasionando que los parpados de la
mujer se abriesen y unos profundos ojos verdes le mirasen con cautela y alivio
al mismo tiempo.
─
¿Estás mejor? ─ preguntó Martina una vez que se alejó después de la
interrupción del beso.
─ Creo
─ fue la escueta respuesta de la joven.
─ No
vuelvas asustarme de ese modo ─ demandó en más control Martina acariciando su
mejilla. ─ Necesitamos hablar de algunos temores tuyos, pero lo haremos
despacio ¿Estás de acuerdo?
─
Podría intentarlo, pero no será fácil con mi temperamento ─ repuso sinceramente
Laura que dejo caer su rostro en el pecho de Farkless.
─
Estoy consciente de ello ─ dijo Martina delineando la nariz de la joven. ─ No
obstante, lo manejaremos con calma entre ambas. Necesitas dejar salir muchas
cosas y estaré ahí para ti.
─ ¿Por
qué lo haces? ─ indagó Laura sin dar mucho crédito.
─ Ya
lo he dicho y es que realmente me interesas Laura ─ respondió con igual
franqueza Martina. ─ Ahora vayamos adentro. Necesitamos un largo baño ¿te
parece?
─
Sí…a…m…Martina ─ luchaba por decir Laura.
─ Solo
por hoy lo dejaré pasar ─ acotó Martina tomando en sus brazos y pasando uno de
ellos por su hombro para guiarle en el camino. ─ ¡Apóyate en mí!
No
hubo respuesta verbal, pero si un asentimiento de cabeza que le dio luz verde a
Farkless para encaminarse al interior de la casa.
Las
puertas fueron abiertas desde adentro por el hombre mayor que les indicó que
sus aposentos estaban dispuestos junto con una tina con sales de baño. Además
de hacerle saber que una bandeja con frutos estaba junto a una mesita.
La
joven Tello sentía sus mejillas arder a más no poder de tanto sentir la mirada
del hombre, más que nada era un poco de vergüenza como si leyeran en ella que
era una sumisa de su señora.
─ No
pienses y solo confía en mí ─ apuntó Martina mientras avanzaban a una de las
habitaciones de la casa que suponía debía ser la de Farkless.
─
Quisiera ─ atinó en decir Laura que no se sentía muy segura de nada en esos
instantes.
─
Aprenderás hacerlo ─ sugirió Martina. ─ Es solo un hábito que deberás dominar
con el pasar del tiempo.
─ ¿Y
si no puedo hacerlo? ─ cuestionó la joven cansada de tanta lucha emocional.
─ Yo
creo en ti ─ respondió Farkless presionando más su brazo en la cintura de la
muchacha.
─ No
deberías ─ instó Laura. ─ Soy complicada.
─
Nunca dije que yo lo fuera tampoco ─ argumentó en respuesta Martina. ─ Será un
desafió muy interesante conocernos íntimamente en el proceso ¿no lo crees?
─ A
veces pienso que eres extremadamente irritante con un ego más grande que la
torre Eiffel y un complejo masoquista abismante ─ señaló Laura con agudeza sin
sopesar mucho sus palabras pero sin ánimos de una confrontación.
─ Sí a
lo primero, sí a lo segundo aunque no lo había pensado antes y un
definitivamente y rotundo sí a lo tercero porque me encanta ser sado ─
respondió coquetamente Martina sin empacho alguno.
─ ¿En
qué me he metido? ─ Se lamentó Laura casi asumida de su locura.
─ En
ser completamente mío y estar a merced de una mujer que hará que disfrutes de
cada segundo de tu existencia y despiertas a tu sensualidad ─ aclaró Martina
dejando un beso en la mejilla de la muchacha. ─ Te había dicho que amo como
hueles.
─ No ─
contestó Laura tocando su mejilla tras la caricia. ─ a veces me confundes.
─ ¿Por
qué sería eso? ─ fue de lleno en la pregunta Martina.
─ Es
como si fueras dos mujeres en una─ dijo Tello.
─ ¿Sí?
─ instigó Farkless intrigada por el punto de vista de la chica.
─ No
sé cómo explicarlo bien ─ titubeó Laura.
─
Comienza por decir tu primera impresión ─ aconsejó Martina.
─ La
primera vez, te encontré tan arrogante que parecías dueña del lugar y de todo
por dónde pasabas─ inició la explicación Laura. ─ Resumiendo creo que es la
imagen de una mujer fuerte, dominante, controladora y muy astuta.
─ ¡Ya!
Eso muy obvio ─ musitó Martina. ─ ¿Qué más?
─ Esta
otra faceta es muy dispersa de la primera ─ vaciló un poco Laura antes de
proseguir, reflejándolo en su rostro. ─ Hay una especie de niña no insegura,
pero si se esfuerza en ser amable. Más bien diría que intentas reconectar un
tendón de sensibilidad a tu perfecta imagen de autosuficiente y creo que para no volverte completamente
dura; por no decir que te conviertas en una perra frígida sin emoción alguna
por esto del sado que quita esa parte humana.
¡He
aquí la sorpresa! Los verdes ojos de Farkless se expandieron de asombro al
escuchar los argumentos expuestos. Aunque reconocía cierta verdad en todo ello.
─
Interesante conjetura la tuya ─ acotó Martina rascando su barbilla unos
momentos al meditar. ─ Aunque debo confesar que abusas de ese lenguaje pre
concebido de que todos los que estamos inmersos en el sadomasoquismo somos una
especie de ente insensible y desquiciado con un alto nivel de autodestrucción.
Baja autoestima y todas esas burradas de la que te suelen contar los
Psicólogos, respetable o no su profesión, tienden a exagerar todo con sus
presunciones en la disfuncionalidad de una vida sana sexualmente hablando.
Puedo decirte desde mi enfoque personal que son patrañas sobre alimentadas por
la verdadera perversión del morbo que tienen los disque normalitos. Hablan más de
la cuenta sin muchas bases que digamos.
─ ¿Y
tú eres una experta? ─ cuestionó Laura que nunca dejaba pasar una oportunidad
para debatir.
─ En
honor a la verdad tengo bases concretas desde mi experiencia en el tema ─
respondió Martina. ─ Sin embargo, es petulante de mi parte generalizar las
diversas vivencias de los demás. Cada cual vive y siente distinto. En mis
zapatos puedo mencionar que el explorar la sensualidad es permitido en una
relación y no hay nada malo en ello siempre y cuando no vayas a vulnerar a una
persona al punto de caer en locura. Eso no tiene nada que ver con lo que es el
sado y para terminar puedo decir que el erotismo en el sexo ayuda bastante a
parejas que no siempre se unieron por amor.
─ Pero
el amor lo es todo en una pareja ─ rebatió como resorte Laura.
─ ¿Realmente
lo crees? ─ cuestionó Martina estudiando el lenguaje de sus ojos.
─ Sí ─
fue la respuesta de parte de la joven.
─
Defíneme qué es el amor según tu perspectiva ─ demandó Martina.
─ Amor
en general no puedo hablar es un tema muy ambiguo ─ replanteó Laura.
─ Sin
duda ─ intervino Martina sonriendo perversamente. ─ Continua por favor. Quiero
saber.
─ Si
me baso en lo que busco en una relación lógicamente es amor, respeto y
comunicación. ─ alegó Laura jugando con su mano mientras exponía su punto de
vista. ─ No podría estar con una persona por la cual no sintiera el más mínimo
cariño y menos saldría por compromiso. Sin amor no existe relación posible por
algo se le conoce por una relación sentimental.
─ ¡Ya
veo! ─ exclamó una Martina no muy convencida e insistió. ─ Entonces dime una
cosa ¿Dónde deja eso a las parejas que se casan por compromiso anticipados? Por
no decir arreglado como dirías tú. Además, tienes que saber que muchos han
llegado amarse profundamente y sus matrimonios han sido exitosos.
─ Son
contados con las manos ─ rebatió Laura bien escéptica al respecto.
─ Son
mucho más que esos que indicas gatita. ─ invalidó Martina. ─ Antiguamente las
personas se casaban por compromiso y basado en tu punto de vista el amor lo es
todo para una relación. Sin embargo, esas personas llegaron a conocerse y como
dije anteriormente, el amor llegó tiempo después. Es más; muchos casos se
involucran en una relación dónde dicen amarse hasta la locura, pero un simple
problemita y se murió el tan inmenso amor. Diciendo adiós a una relación de
tiempo o matrimonio de buen presagio ¿se ajusta aún a tu prototipo?
─
Pueden haberlos, pero en mi caso sin amor no hay nada ─ replicó Laura gastada
por el discurso. ─ Además, estábamos hablando de sadomasoquismo aquí y no de lo
que yo pienso del amor.
─
Jajaja─ abruptamente se carcajeó Martina por el cambio de giro en la
conversación. ─ Realmente te exaspera que te lleven la contraria, mi dulce
gatita.
─ No
soy tu gata ─ increpó Laura que se levantó del lugar que le dejaron al entrar a
la habitación.
─
Despacio mi hermosa fiera ─ ordenó Martina tras sujetarla de la cintura y
evitar que se lastimara. ─ Puedes lastimarte al perder el equilibrio por salir
tan de brusco.
─ Lo
siento ─ se disculpó Tello que ultimadamente en presencia de la pelirroja se
volvía un desastre completo. ─ No me fijé.
─
¡Tranquila! ─ murmuró al oído Farkless acercándola a su pecho para apoyarse
mejor y de paso, torturarla un poco más. ─ Me haré cargo de ti en todo el
sentido de la palabra.
─ ¿Qué
quieres decir? ─ preguntó Laura sin presentar resistencia al abrazo.
─ Voy
a ocuparme de atender todas tus necesidades y vamos a comenzar por un relajante
baño en el que te aseguro que voy a dejarte completamente como la seda en mis
manos. ─ siseó con un timbre demasiado sensual y pervertido.
La
réplica no se hizo esperar y de inmediato una descarga eléctrica sacudió el
cuerpo de la joven Tello que sentía adormecida su oreja entre los mordiscos y
lamidas que le estaba ministrando aquella descarada pelirroja; mejor dicho, su
dominatriz.
─ Eres
alucinante ─ exclamó en éxtasis. ─ m…m…mi…!bruja…pelirroja!
No
hubo más palabras porque fueron sus labios absorbidos plenamente por la pasión
de su dominante tras cerrarse la puerta del baño y no dejar ver la fogosa
escena que comenzaba a desarrollarse entre ellas.
Una
contienda que inicio desfavorablemente para un participante, pero que
terminaría revelando mucho más que una desigualdad.
1 comentario:
Excelente capitulo, me dejas con ganas de mucho mas. Esperándote siempre!
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