mujer y ave

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jueves, 25 de junio de 2020

Admisión y verdad


Polos opuestos


Capítulo 13   Admisión y verdad.

Si bien se despidió de sus compañeros de trabajo y también de Laura,  algo había en el ambiente que la dejo o mejor dicho, la hizo sentir como descolocada. Primeramente llegó a su lugar de trabajo que extrañamente estaba envuelto en un silencio casi sepulcral.  La mayoría estaba en su sitio hace más de veinte minutos o un poco más y estaban absortos en sus labores que ni se molestaron en levantar la vista cuando ella entró a la oficina. ¿Extraño? Mucho ya que eran dados a ser conversadores y amables entre ellos, aunque su área se caracterizaba por guardar más silencio del normal debido a la concentración en los números. Pero que sin embargo, no quitaba que fueran sociables entre ellos.


─ ¡Buen día! ─ se obligó a saludar y marcar la diferencia Tania.
Solo unos segundos después…
─ ¡Buenos! ─ respondió un compañero para solidarizar con la joven y no ser roto por decir  lo menos.

La joven alzó una ceja por la respuesta y tan solo se limitó en esbozar una sonrisa un tanto parca debido a la actitud de los demás.
Se quitó la chaqueta que dejo en su respaldo y se dispuso a trabajar en unos libros contables, pero seguía sintiendo esa atmosfera rara que no lograba dilucidar.

Esperar trabajar en relativa paz no era exactamente lo que creía en ese momento, una y otra vez, veía  las columnas de números , fechas, nombres de artículos, facturas, guías, número de cheques, depósitos , Etc. Pero no conseguía concentrarse completamente. Tenía un presentimiento de algo estaba raro.

Alzó su barbilla y miró para todos lados, viendo compañeros, el reloj, la puerta y todo parecía normal. Aun así sentía la vibra extraña.

En eso un clic hizo su cabecita al recordar algo esencial. Su jefa. Lleva más de media hora en esa oficina y no la había escuchado, ni visto la punta de la nariz. Nada de nada a decir verdad.

Miro el reloj y por la hora tendría ya que estar en su oficina despotricando a diestra y siniestra.  Ladeó su cabeza y prestó atención al ruido de aquella oficina que estaba muy cerca de su escritorio. Pero nada, ni un alma o mosca volando.

─ ¡Qué raro! ─ se dijo Tania meditando en que era día Lunes y eso significaba ene trabajo y su líder entrando y saliendo como loca.

Tomó unos minutos deambulando en su psiquis sobre varias ideas que cruzaron por ella y nada tenía sentido.

─ Quizás decidió no venir ─ Se auto convenció Briceño. ─ Tendrá que ser no más.

Tamborileó sus dedos sobre la superficie de su escritorio y tras tomar conciencia que no iría a ninguna parte pensando; optó por reanudar su labor con los libros.

Fueron unos pasos, unos minutos, los que le tomó concentrarse y meterse de lleno en su rutina de trabajo hasta que el tiempo pasó volando y no se dio cuenta hasta que un golpe pequeño pero áspero  se colocó delante de sus ojos que la sacó por completo de su hermetismo laboral y al alzar los ojos despacio; se topó con un gran vaso de café puesto delante de ella y al subir más en la altura se encontró de lleno con los ojos de su madre.

─ Por mucho que me sienta orgullosa de tu dedicación en el trabajo y a la empresa; no quita que hallas saltado tu colación y que para colmo no te des cuenta que son las 5 de la tarde y debes ir ya a casa en unos minutos más. ─ Mencionó Lucia e indicando a su alrededor. ─ ya casi todos se han retirado.
─ Mamá, me asustaste ─ atinó en decir Tania. ─ Lo siento estaba de cabeza en los registros que olvide todo.
─ Me doy cuenta, Tania ─ coincidió Lucia. ─ Pero debes irte ya que Gabriel debe dejar todo cerrado por orden de Alexandra.

Aquello le pareció sorpresivo a la chica, aunque tenía sus dudas al respecto.

─ ¿No vino? ─ preguntó Tania.
─ ¿En qué mundo vives hija mía? ─ cuestionó Lucía. ─ Es el primer lunes de mes y toca ir a puestos internos en Quillota y Alexandra vino muy temprano a recoger documentos y se marchó de inmediato.
─ ¿Qué tan temprano? ─ inquirió Tania. ─ Yo llegué antes de las 8 y no le he visto ni la punta de su nariz.
─ Según me comentó Camilla, ella vino a eso de las 5 ─ respondió Lucia.
─ ¿De la mañana? ─ preguntó estupefacta Tania.
─ Y no iban a ser las cinco de la tarde, Tanía por favor. ─ Se burló sarcásticamente Lucía. ─ Obvio que era de la madrugada para ser clara.
─ ¡Wow! ─ exclamó Tania ahora admirada. ─ Re temprano.
─ Es una jodida trabajólico que puede pasarse las 24 horas en la pega ─ enfatizó Lucia. ─ Nada de eso me extraña en ella.
─ Madre. ─ llamó la atención Tania.
─ Te escuchó ─ respondió ésta.
─ ¿Por qué se tienen tanto resentimiento ustedes dos? ─ Se atrevió en preguntar Tania.
─ Es un tema bien delicado ─ confesó Lucía. ─ E intricando entre las dos.
─ ¿Desde hace mucho? ─ prosiguió Tania.
─ Desde nuestra juventud ─ develó la madre. ─ y es todo lo que te diré. Esa etapa forma parte de mi pasado y no comulgaré contigo a estas alturas de mi vida.
─ Tampoco te lo pediría ─ repuso Tania. ─ No ha sido mi intención entrometida con tu vida y pasado. Solo me causa curiosidad ver y sentir esa animosidad entre ambas.
─ Tampoco es que nosotras nos odiemos o algo por estilo. ─ aclaró Lucia. ─ Simplemente decidimos mantener una relación laboral sin inmiscuirse en labor de la otra.
─ Comprendo. ─ dijo Tania y de repente un pensamiento cruzó por su cabecita. ─ Mamá, tengo una duda, mejor dicho; curiosidad sobre Alexandra.
─ ¿Y qué sería esa duda? ─ animó lucía a su hija.
─ ¿Qué relación tiene Alex con los dueños de la empresa? ─ fue directo al grano Tania.
Su madre quedo en silencio por unos segundos observando a su hija y luego, agregó…
─ Esta empresa está bajo la figura de una sociedad anónima ─ Respondió Lucia.
─ ¡Um! ─ meditó Tania y luego, añadió. ─ Yo pensé que ella estaba relacionada con los propietarios del resort.
─ ¿Qué te llevó a esa conclusión? ─ fue el turno de su madre en cuestionar.
─ Su apellido y una familia que vivió en Granizo con ese mis apellido que tenían también empresas con el rubro del turismo. ─ admitió Tania.
─ Desde que yo entré a trabajar a este lugar que sé que la empresa es sociedad anónima y tiene dos administradores ─ explicó Lucia. ─ Uno es Orlando y el otro se mantiene también en el misterio dado que rara vez se le ha visto en el hotel.
─ ¿Un administrador fantasma? ─ indagó Tania.
─ ¡No cómo crees! ─ expresó espantada Lucia de las  suposiciones de su hija. ─ Yo admito que no le he visto nunca, pero sé que está al tanto dado que tiene injerencia en todas las transacciones y nada se hace  sin su firma.
─ O sea que si viene ─ intuyó Tania. ─ para que firme y esté en conocimiento.
─ Así es, el administrador A, ha venido y dejado todos los documentos bancarios listos para trabajar y de hecho los contratos de personal pasan directamente con él. ─ Nuevamente develó Lucia.
─ ¿Administrador A? ─ inquirió perceptivamente Tania.
─ Orlando es el segundo, lo que lo hace el B ─ confidenció su madre. ─ Y le pusimos A por el peso que tenía y por su firma.
─ ¿Su firma? ─ preguntó más curiosa la joven Briceño.
─ Su firma es una rareza ilegible y lo único que se puede distinguir es la A con que inicia su sello caligráfico y lo demás es una majamama que nadie puede distinguir─ respondió la jefa de operaciones.
─ Uno de estos días, me mostrarías esa firma ─ solicitó Tania sopesando algo en su cabecita.
─ Lo que tú quieres saber es si es Alexandra ¿No es así? ─ Cuestionó Lucia. ─ Se por dónde vas traviesa.
─ Puede ser mamá, pero no le hago mal a nadie con solo preguntar o querer saber ─ admitió sinceramente Tania aún sumida en sus pensamientos.
─ ¡Ya veremos! ─ indicó Lucia haciendo gestos con sus manos para que su hija dejará de trabajar. ─ Nosotras vamos hablar de lo que está pasando entre tú y Mirelles pero eso será en casa. Ahora quiero que te vayas mira que Laura se aburrió de esperarte y se fue hace unos minutos.
─ ¿Laura se fue? ─ preguntó incrédula Tania.
─ Obviamente ─ contestó su madre. ─ dijo que no iba a perder su tiempo contigo ya que no le respondiste ninguna de sus llamadas.
─ ¡Miércale! ─ exclamó Tania al recordar algo y sacar  su móvil. ─ ¡Con  razón! Olvidé que lo deje en silencio.
─ ¡Ahora veo porque tampoco a mí me contestaste! ─ se quejó su madre.
─ Lo siento, mamá ─ se disculpó Tania.
─ Ya ni modo. ─ señaló Lucia. ─ ahora ve a casa que yo llegaré más tarde porque debo cubrir el turno de Pato que no llegará hasta la diez.
─ ¡Oh que pena mamá! ─ se compadeció Tania. ─ Yo cocinaré algo rico para esperarte.
─ Cobraré tu palabra hija mía, mira que tengo un hambre bárbara y no estoy dispuesta a comer nada en el hotel. ─ develó Lucia.
─ Entonces está dicho ─ adujo Tania. ─ cocinaré tus favoritos y los llevaré a tu dormitorio para consentirte.
─ ¡Qué hija me gasto! ─ aduló Lucia besando la mejilla de su hija. ─ Ahora guarda todo eso y vete casa mi bebé.
─ Te amo mami ─ lisonjeo Tania con un abrazo tan cálido como su amor. ─ Nos vemos en casa.
─ Salgamos de aquí antes que Mahoma sepa que continuamos en su santuario. ─ expuso Lucia abriendo la puerta principal.
─ ¿Tan así? ─ preguntó Tania.
─ Sí y es decir poco ─ confirmó su madre. ─ Tiene un radar y oídos en todos lados.
─ Jajaja ─ se carcajeó la joven Briceño. ─ ¿Quién diría que se porta como una tirana?
─ ¡Que no te oiga! ─ ordenó su Lucia. ─ Alexandra, no es una mujer para enfrentársela sin tener un buen plan entre manos y una defensa cuantiosa. Escucha mi consejo, hija, no vayas a buscar enfrentarte con ella porque puedes ver un lado que pocos han visto y tienen malos recuerdos.
─ ¿Lo has vivido? ─ inquirió la joven.
─ No personalmente ─ respondió Lucia. ─ Pero lastimosamente una amiga mía sí y tiene guardado malos recuerdos de aquello días.
─ Comprendo ─ dijo Tania y viendo a su madre mientras caminaban, añadió─ Seguiré tu consejo mamá en lo más posible. Pero no pretendo ir por la vida sintiendo temor o reservas  cada vez que ella u otra persona ladre porque sí.
─ Jajaja ─ fue el turno de Lucia de reírse. ─ En eso eres igualita a tu padre.
─ Por algo dice el dicho: de tal palo ─ señaló Tania sin concluir.
─ Tal astilla ─ terminó la frase por su hija. ─ Pero por mucho que encuentres placentero llevarle la contra o darle unos cuantos dolores de cabeza. Ella no es una mujer con la que puedas jugar o explorar sin estar prevenida.
─ ¿Te refieres a su lado dominante? ─ Tania fue directo al hueso al preguntar e intuía que su madre sabía mucho más de lo que daba a suponer.
─ Tania Briceño ─ exigió Lucia que detuvo sus pasos y vio a su hija con una mirada muy suspicaz. ─ ¡Explícate mejor!
─ Bien… ¡Aquí vamos! ─ comenzó a tratar de aclarar la joven. ─ Digamos que más o menos estoy enterada que Alex es una dominatriz al igual que la mujer que la acompaña dos veces por semana. Esa colorina del averno.

La jefa de operaciones empequeñeció sus ojos al oír la confesión de su hija e instintivamente se llevó una mano a su frente como intentando quitar el sudor frío que la recorrió y después de unos segundos prolongados. Ella suspiró con resignación y decidió que era hora de hablar con su retoño.

─ ¡Ay Dios! ─ se quejaba aún Lucia y tomando del brazo a su hija la llevó directo hasta su oficina en el lobby central. ─ Es hora de que hablemos sin tapujos.
─ Bien ─ fue la contestación de la muchacha.

La hizo entrar a su oficina y le indicó que tomará asiento en uno de los sillones. Mientras que se aseguró de cerrar la puerta con seguro a pesar de ser una de cristal ahumado. Pero verdaderamente, no quería interrupciones.

─ ¿Qué te hace pensar que Alexandra es una dominatriz? ─ inició el interrogatorio o la conversación Lucia.
─ Como dije, estoy en conocimiento de que es una dominatriz. ─ respondió la chica. ─ Y no lo supongo o imagino si no que lo estoy asegurando.
─ A veces olvido que estoy tratando con mi propia hija y olvido lo demasiado francota que eres; herencia de tu padre. ─ puntualizó Lucia un poco hosca al respecto.
─ Espero que no te moleste que tanto me parezca a papá ─ contravino Tania que sintió un dejo de irritación en el tono de su madre.
─ Por supuesto que no lo estoy. ─ aseguró Lucia. ─ simplemente estoy diciendo que tengo que recordarme que eres mi hija y no una de mis amigas de vida o mi difunto esposo con quienes manteníamos  un nivel de franqueza y honestidad a toda prueba.
─ Me alegro saber que con papá tuvieras ese nivel de confianza ─ mencionó Tania admirada por ella.
─ Tania, siempre te he dado la confianza suficiente y mucho más que el resto de tus hermanos ─ aclaró Lucia. ─ Y eso se debe a tu nivel de madurez con que vez la vida. Pero no significa que eres mi mejor amiga y contigo a todo vivir. Tenemos un límite que no vamos a cruzar y te pido que mantengamos aquello en un nivel de respeto entre ambas.
─ Me parece bien, mamá ─ aceptó la joven.
─ Bien y ahora con respecto a lo que estábamos hablando sobre Mirelles ─ continuó Lucia yendo por un camino que sabía que era embarazoso del lado que lo mirase. ─ El tema es delicado y privado y quiero que entiendas que esto no es de andar de boca en boca, puesto que toca la vida privada de una persona, que mantiene sus resguardos y no le hará gracia que estén esparciendo a los cuatro vientos su vida ¿Nos entendemos en ese punto?
─ Lo tengo más que claro ─ correspondió Tania.
─ Perfecto. ─ retomó Lucia. ─ No soy quién para develar algo que no me corresponde, pero viendo que sabes más de la cuenta, solo puedo afirmarlo nada más. Solo te pido que mantengas discreción de esto.
─ Lo prometo ─ respondió la joven.
─ Ahora quiero que me digas cómo descubriste que ella es una dominante ─ exigió Lucia. ─ Y no quiero que te vayas por las ramas o intentes engañarme porque lo voy  a saber de inmediato.
─ Lo supe por accidente ─ fue la respuesta de parte de Tania. ─ Y fue en una disco en Con –Con y me topé con ella y sus amigas.
─ Tania ─ siseó su madre. ─ ¿Dime que no fuiste al antro de sado que está cerca de la playa?
─ Tú lo has dicho, mamá ─ repuso la joven. ─ es el mismo lugar.
─ ¡Mierda! ─ exclamó Lucia.
─ ¿Te molesta que haya ido a un lugar como ese? ─ preguntó Tania al ver las líneas de expresión en la frente de su madre.
─ Primeramente ¿Qué rayos estabas haciendo ahí? ─ cuestionó su madre. ─ Segundo jamás te he prohibido las salidas con tus amistades y tercero, no me molesta que te diviertas pero me enerva que salgas sin decirme dónde irás porque pasan este tipo de cosas dónde los padres no tienen idean al lugar que van a parar sus hijos y lo descubren cuando ya es demasiado tarde y el peligro no se pudo evitar.
─ Mamá…Mamá… ¡Cálmate! ─ suplicó Tania al ver a su madre pasearse como león enjaulado.
─ No intentes bajarle el perfil Tania Briceño ─ reclamó su madre en un tono severo. ─ Ha sido irresponsable de tu parte ocultarme que fuiste a un antro sado.
─ No lo intento hacer, mamá ─ refutó la joven sin intimidarse por la actitud de su madre. ─ Pero déjame al menos explicarte como sucedió todo.
─ ¡Hazlo entonces! ─ ordenó tajantemente Lucia.
─ Quedamos con Laura y sus primos en salir a una disco en Limache, pero cambiaron los planes y nos fuimos a Viña ─ explicó Tania. ─ Pensé que era una discoteca más. Una de las tantas que conocen los primos de Laura y no me preocupe al respecto como para llamarte y decirte.
Cuando llegamos solo vimos un lugar de cuatro pisos con diferentes ambientes y estilos de música para el público y decidimos pasar un  buen rato con un trago y repito un trago suave. Por nada del mundo estábamos borrachos porque sabes que no es mi estilo perder la razón por el alcohol.
Estuvimos un buen rato bailando hasta que de pronto me topé con Alex en la pista de baile y ahí, descubrí que el lugar era sado y que ella era, perdón; es una dominatriz. ─ finalizó a grandes rasgos su relato la joven.
Los penetrantes ojos de su madre se cernían sobre ella como escudriñando cada línea o poro de su rostro, buscando rastros o indicios de embuste.
─ ¿Eso fue todo? ─ preguntó Lucia.
─ Sí. ─ repuso la muchacha.
─ La verdad Tania ─ cuestionó Lucia que intuyó un vació en su afirmación.
─ Más o menos ─ repuso ésta.
─ Escucho ─ instó su madre.
─ Digamos que tuvimos una interacción con Alex ─ admitió al fin Tania.
─ ¿Qué tipo de interacción? ─ hizo hincapié Lucia cuya vena saltaba  en su cuello. ─ Sé más específica y no intentes ser ambigua porque no te funciona conmigo.
─ ¡Um! ─ se le dificulto a Tania confesar propiamente la verdad. ─ Tuvimos un poco de contacto entre nosotras.
─ ¡Al grano Tania! ─ exigió su madre.
─ ¡Rayos! Mamá ─ intentó seguir ésta con un dejo de nervios. ─ Si digo que tuvimos una interacción física con ella, es porque fue así como descubrí que Alex es una dominante y siendo bien sincera. A mí, ella me gusta y tú conoces mis gustos.
─ Por supuesto que lo sé ─ enfatizó Lucia viendo a su niña y tratando de suavizar sus facciones al pasar una de sus manos por su rostro continuó. ─ Pero te das cuenta que te involucraste con una dominante y por mucho que apoye en tus decisiones y la opción de vida que has escogido; me resulta doloroso oírte. ¿Desde cuando estás con ella?
─ Mamá ─ protestó Tania sujetando la mano de su madre y calmarla. ─ Yo no estoy en una relación con Alex si es lo que te preocupa. Solo estuvimos juntas una vez y después de eso, ella me rehúye como plaga.
─ ¡Uf! ─ exclamó con suspiró y todo Lucia. ─ Ahora entiendo su comportamiento contigo, pero no la culpo y aunque eres mi hija y te amo y valoro mucho; eres una tentación para cualquier mujer cuando te lo propones por esa personalidad tuya que conquista a cuanta mujer pase por tu lado.
─ ¡Mamá tampoco así! ─ protestó su hija. ─ No soy una bomba sexy ni nada que se le parezca, pero reconozco que tengo un magnetismo; heredado de ti por cierto; que ayuda a la causa.
─ ¡Aduladora! ─ amonestó Lucia. ─ si bien no me gusta mucho lo que has confesado con respecto a conocer la tendencia de Mirelles, te ruego que te mantengas  al margen lo más que puedas. El mundo del sado, no es un ambiente bueno para ti si no estás clara en lo que te has metido. No lo recomiendo y menos se lo daría a ninguna de mis dos hijas.  Por mucho que pueda gustarte Alexandra hay muchas razones por las cuales debes apartarte de ella.
─ ¿Por qué? ─ preguntó Tania. ─ por favor, dime la verdad mamá.
─ Como dije anteriormente el mundo del sado masoquismo, no es nada glamoroso ni romántico, tampoco idílico como puedan pensar jovencitas inclinadas al romance y a los cuentos de príncipes rosa a lo que acostumbran a inculcarte las abuelas ─ explicó Lucia. ─ Este es un mundo frío, en el cual buscas llenar vacíos por medio de experiencias físicas o sexuales  en una primera instancia. O busques conocerte a ti misma y abrirte a tu propia sensualidad escondida por medio del placer y los castigos.
En un principio te enfrentarás a ti mismo y el deseo de explorar a través del placer físico, tendrás que dejar de lado tus miedos, trancas y todas esas cosas y abrir tu mente a lo nuevo. Desde el punto de vista de la sensualidad y la pareja, es bien recomendado para proyectar en el dormitorio cuanto puedes disfrutar del sexo con tu pareja.
Ahora, si vas en busca de sentir más adrenalina sexual puede ser una opción, pero como todo principiante pasarás un tiempo en manos de un dominante y construirás una relación con esa persona que puede durar mucho tiempo según las necesidades que quieras satisfacer.
No obstante, ha habido ocasiones  puntuales en que se forma un vínculo muy dependiente  al punto de volverse muy posesivo casi rayando en lo territorial y es ahí, dónde les cuesta salir de este ambiente que puede destruir un hogar o tú propia Psiquis, sino estás bien claro en lo que estás incursionando.
Debo aclararte que las experiencias y vivencias son distintas para cada persona y muchos pueden diferir de esto, pero es lo puedo decir a grandes rasgos porque no quiero ahondar mucho en el tema y menos interiorizarte de cómo sé de esto.
Ahora con respecto a lo que enfrentas, solo puedo confirmarte algo que ya descubriste que Mirelles es una dominatriz desde hace mucho tiempo. No es bueno que te vuelvas a involucrar con ella porque puedes resultar lastimada ya que ella no te permitirá que continúes socavando sus convicciones y es por el simple hecho que jamás ha involucrado a personas que trabajen para ella y menos que sean unas crías como suele decir ella y tú, mi querida hija has cruzado esa línea.
Yo puedo o trato de comprender que pueda gustarte como mujer y nada me agradaría más que apoyarte, pero no es el caso y te instó como madre a que no sigas por ese camino ya que puedes resultar lastimada ya que ella jamás podrá amarte como puedas tu aspirar y la razón es que Alexandra se juró nunca volver a entregar su corazón a otra mujer. Hubo una mujer en su pasado que la lastimó mucho y por eso, su celo ferviente de no involucrarse más.
No quiero verte sufrir Tania al perseguir un imposible y es mejor dejarlo ir porque ella no es para ti ─ con esto Lucia finalizó sus explicaciones. ─ En su minuto yo hablaré con ella y espero que medites en lo que acabo de decir.

Hubo unos minutos incómodos y llenos de silencio entre las dos en aquella oficina y si bien, son madre e hija, en ese instante pasaron hacer dos mujeres enfrentando una realidad un tanto osca para ambas. La vida te presenta retos y situaciones bastante engorrosas en ciertas etapas de tu vida y debes aprender a lidiar con ellas, te gusten o no.

Fue la propia Tania, quién rompió ese silencio incómodo…

─ Mamá. Yo aprecio en verdad la sinceridad con la que has hablado y en reciprocidad debo decirte que no busco enamorarme y que Alexandra se vuelva el amor de mi vida. ─ expuso Tania y viendo fijamente los ojos de su progenitora. ─ Pero admito que ella me gusta como mujer y que fue un accidente la forma en que conocí ese lado sádico y si bien estoy plenamente consciente de que entre las dos hay una química muy fuerte que nos juega malas pasadas a ambas, no deja de ser un gusto que pretendo dilucidar qué tan real es; o simplemente algo pasajero que hay que dejar ir.  No obstante, tendré en cuenta tu consejo y sabré tomar resguardos, pero necesito descubrir por mí misma si vale la pena o no.
─ Veo que no podré hacerte cambiar de opinión y aunque me duela escuchar tus planteamientos, soy tu madre y respetaré tu decisión en lo que más pueda ─ advirtió Lucia. ─ Pero no quita que intervendré en caso de que las cosas se compliquen para ti. No dejaré que te lastimen por más que  te estés convirtiendo en una mujer adulta y busques tu propio camino en la vida.
─ Te amo, mamá ─ dijo Tania y abrazó a su madre. ─ Como eres y por agradezco por cuidar de mí y de mis hermanos, Prometo que tendré cuidado.
─ Yo también te amo, bebé ─ afirmó Lucia. ─ son mi vida, todos ustedes  y siempre estaré ahí cuando me necesiten.
─ Gracias. ─ expresó Tania.
─ Solo espero que no estés enamorada de esa mujer ─ confesó Lucia. ─ Tan pronto, digo yo.
─ Jajaja ─ soltó en risas Tania por lo aprensiva y sobre protectora que es su madre. ─ No creo en el amor a primera vista, esos son argumentos tontos e irresponsables, pero sí creo en la atracción a primera vista.
─ Insisto…Eres como tu padre ─ declaró Lucia sacando algo de su cartera. ─ Directo y muy realista.
─ Difiero de ello ─ refutó su hija. ─ En lo realista salí a ti mamá.
─ Puede ser ─ dijo Lucia sin admitir la verdad del todo. ─ Eres una especie de mutante con lo mejor de tus padres.
─ ¡Mamá! ─ chilló Tania que no le gustaba que le dijesen aquello.
─ Jajaja ─ se burló a expensas de su hija, ─ pero eres un monstruito delicioso y hermoso.
─ ¡Mamá! ─ volvió a protestar la joven.
─ Nada de mamá que me gastas el título y será mejor que vayas a casa de una buena vez ─ recordó Lucia y le dio un dinero extra a su hija. ─ Quiero que te vayas en un Uber o llames a un taxi. No quiero que andes dando vueltas tanto en la calle.
─ Es temprano aún ─ mencionó Tania viendo su reloj.
─ Te recuerdo que estamos en invierno y oscurece pronto ─ expuso Lucia. ─ No quiero oír tus quejas y llama a ese auto y vete pronto.
─ De acuerdo ─ aceptó Tania, sacando el móvil y llamando para tranquilidad de su madre. ─ Listo llega en unos 10 minutos más.
─ ¿Y qué estás esperando aquí? ─ preguntó seria Lucia. ─ Debes llegar a la guardia primero, así que, andando jovencita.
─ Ok, está bien ─ redundó en la respuesta y aceptación la joven Briceño que tuvo que salir rauda antes que su madre le tirase algo en la cabeza.

Ambas se dieron una última mirada por la puerta y una continuó con su trabajo  y la joven salió del lobbies del hotel rumbo a la guardia. Tras comprobar sus pertenencias y despedirse de los guardias. Aguardo en la parada a que la viniera a recoger el coche que solicitó.

Al cabo de unos minutos llegó el automóvil y la joven subió en él con dirección a su hogar y tras unos 30 minutos de viajes, llegó al pasaje de la población o condominio en el que residía y le sorprendió ver aparcada una motocicleta en la acera.  Tras cancelar la tarifa se bajó del automóvil y observó sus alrededores porque le parecía extraño que dejasen dicho transporte ahí.

En ningún momento reparó en el modelo de motocicleta y menos en la matricula, sino que sacó sus llaves y entro primeramente al ante jardín y luego, a su hogar.

Cuando ingresó en el interior de la vivienda se topó con su hermano y le indicó que tenía una visita y le estaba esperando en el living.
Le restó importancia y dejó sus cosas primeramente en su habitación, sin mirar en el interior de sala de estar y se tomó unos segundos más para cambiarse unos pantalones deportivos y una sudadera. Luego, recién se dignó en bajar a la primera planta para ver a la persona en cuestión.
Sin mayores preámbulos ingresó con la vista baja en ese momento puesto que recordó algo…

─ ¡Buenas tardes! Me dice mi hermano que me espe…ra…ba ─ saludó a medias Tania al ver de quién se trataba.
─ ¡Buenas! ─ saludó su contra parte.
─ ¿Qué haces aquí? ─ fue la pregunta directa de Tania. ─ Alex.

Esos ojos miel brillaron con entusiasmo al ver la sorpresa pintada en el rostro de la joven Briceño y se acercó lo suficiente para acortar distancias y robarle el aliento.

─ He venido por ti ─ respondió Alexandra y la agarró firme de la cintura para apegarla a ella. ─ Mi dulce sumisa.
Tamaños ojos fueron los que abrió Tania al enfrentarse de lleno a su cruda realidad…

Bien es sabido que muchas veces los consejos pueden ser tomados o no, pero vale la pena ser tomados en cuenta ya que se puede evitar problemas a futuro y evitar lamentaciones.

1 comentario:

elisiem dijo...

súper, estupendo como siempre, me hizo el día la actualización, saludos. Gracias por el capítulo.

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