Capítulo 29, destino implacable.
Mientras sus ojos se perdían viendo hacia el exterior, sin estar muy consciente que digamos. Se puede decir que es la costumbre que tenemos de poner superficialmente el cuerpo en una parte, o una parte de éste; cuando vaciamos el cofre de nuestros pensamientos y damos rienda suelta a nuestro profundo yo y así podemos evadir por unos instantes nuestra realidad que por momentos pueden ser amarga o terriblemente estresante llenas de preocupaciones.
Es lo que sucedió con aquella mujer que iba camino a su trabajo en un horario que no era el usual si no que estaba ya oscureciendo y eso es un poco riesgoso cuando debes tomar un trayecto de tres horas y media de viaje.
Había algo que hacer, ocupar la mente para alivianar un poco
la carga de tantas emociones que pueden abrumar en demasía.
Está claro que entre más cosas tengamos pendientes en
resolver más estaremos en aprietos y a un paso de un colapso. Por eso siempre
dicen una cosa a la vez para tomar otra y no todas juntas.
Para ella es fundamental resolver la más transcendental y
eso tenía nombre y apellido, Bianca Rangel
y la estaba poniendo en primer lugar por sobre su trabajo y es ahí,
cuando hay que tener sumo cuidado porque mezclar las cosas es letal y a corto
plazo te va a pasar factura.
De repente recordó algo y buscó entre su chaqueta y halló
su beeper para constatar por enésima vez que no había respuesta a su mensaje.
─ ¡Uf! ─ exclamó la rubia inspectora que habían pasado
tres días desde que entregara dicho aparato y nada aún.
Con un dejo de molestia lo volvió al bolsillo de su chaqueta y sacudió su
cabeza. Estaba claro que una promesa era por norma, un voto. Pero esto no tenía
una fecha de ejecución como tampoco expiración y había que ser un santo para la
paciencia y esperanza que todo saldría como debía ser.
─ Pero
no soy una santa ─ despotricó la inspectora.
En eso…
─ ¡Disculpe!
¡Cómo dijo? ─ preguntó
el chofer de la minivan.
─ No es
nada ─ Se disculpó Marcela que se le subieron los
colores al rostro de la pura vergüenza.
─ Bien─ repuso el hombre fijando aún más su vista en
el camino. ─ Nos
tocará un viaje largo y con algo de lluvia.
─ Así
parece ─ respondió Marcela hacia el horizonte el manto
de las nubes muy negras. ─ Que
alcancemos a llegar a tiempo.
Pero eso estaba lejos de suceder ya que unas dos gotas en
el parabrisas del coche les vino aclarar que llegarían bajo el manto de agua
que se cernía sobre todo San Gregorio.
Hablando de esas tierras…
Una copiosa lluvia se dejaba sentir en este paramo basto
como el mismo estrecho pero inhóspito como muchos parajes alejado de la
civilización. Solo unos pocos se arriesgaban hacer patria o soberanía donde el
diablo perdió su poncho, según la jerga campesina del país.
Hay que tener fuerza de voluntad y a la vez, amar la soledad
del gran bullicio de las grandes urbes. Aquí es donde te conoces propiamente
tal y de qué estás hecho.
Una tierra de contraste al igual que sus pobladores y bien
lo saben quienes visitan por primera vez estos paramos. Fuerza, tesón y amor
por sus raíces.
Hablando de amor o…
La oscuridad ya se había hacer notar en todo lugar al igual
que en aquella amplia habitación dónde la silueta de dos mujeres absortas en un
beso que a simple vista parecía eterno.
Se podría decir que el tiempo se detuvo incluso para ellas,
una morena con aspecto intimidante pero feroz cuando se trataba del amor de su
vida y de una joven más pequeña, impulsiva y bien llevada a su ideas pero que
tenía una profunda capacidad de amar y darse por completo aquel mantenía
cautivo a su corazón.
Un beso, una caricia y un acto que entregaba de lo que podía
caber en su interior; llámese corazón. Que significaba tanto para ambas mujeres
que han debido postergar su pasión y amor por un tiempo largo.
Sin duda que el paso del tiempo hace estragos en la moral o
estima de cada cuál, pero nunca se debe olvidar que el amor cuando es verdadero
es capaz de dar hasta lo indecible. No obstante, decirlo propiamente no es
cosas de una pasión exacerbada o impulsos lujuriosos, si no que va más allá de
la comprensión para mentes estrechas u profundamente egoístas. Amar siempre ha
sido la muestra de cariño que una persona pueda dar, ya tenemos un ejemplo
divino, pero que humanamente estamos algo distantes de esta magnitud y podemos
llegar a más si nos lo proponemos.
No se debe olvidar que las dudas o el temor pueden llegar a
fracturar este sentimiento a un punto de
no retorno.
En el caso de nuestras protagonistas permanecen embelesadas
en su beso que significa mucho para ambas desde cualquier punto de vista.
Un poco más de pasión y cariño enredada con la cercanía de
sus cuerpos que aumentaba ese combustible que daba indicios de querer sobre
consumir todo y a la vez, mostraba una delicadeza que no se puede medir en
ninguna escala.
Aquella mano morena muy despacio comenzó a dejar de lado
las facciones de su compañera para desplazarse hacia a tras del borde de su
cuello y enredarse en ese cabello y darle las atenciones adecuadas, muestras de
lo que sentía en su ser, dar tanto de sí en gestos tan simples como una
caricia.
Y aquello surtió efecto de inmediato porque la respuesta
fue un gemido suave y sutil que demostró que era más que bienvenido y agradable
para ella. No podía negar más esa necesidad de volver a sentir amada, deseada y
procurada por otra persona. Un amor, una pareja, un todo.
Tal respuesta avivó más el deseo de la morena por hacer
sentir a su pareja de todas las formas que pudieran hacerla feliz.
Su beso en vez de acabar, se profundizó más y más despacio alargándolo
hasta casi el infinito, dando y recibiendo como si pudiera absorberse a otro
ser con este acto, bello y demandante.
Una mano que busca apretar más y más aquella cintura de esta mujer que la
hace perder la razón hasta el punto de no reconocerse por esa necesidad
imperiosa de necesitar más y más.
Sus labios la queman, devoran con una suavidad tal y al
mismo tiempo demandante que no sabe cómo ha podido negarse esto por tanto
tiempo.
¡Qué necia que ha sido!
Cada momento que ha perdido por ser una terca de proporciones mayores.
Sin embargo, el amor es paciente y tan tolerante a veces,
que puede limpiar toda acción negativa y solo dejar lo mejor de sí en un abrir
de ojos.
Tras unos largos y moribundos minutos dónde el beso se
transformó en un torbellino de amor y gentileza, el cuerpo comenzó a despertar
más y más a la pasión que dormía en ambas mujeres.
Las manos comenzaron a volverse inquietas en esa cintura,
seguían un camino sinuoso y sin lógica alguna ahora por la espalda morena,
sintiendo el estorbo de la bata de baño de la estanciera que le impedía tocar
esa piel que sentía a través de las yemas de sus dedos, ese calor que le
trastocaba su corazón y anhelaba acariciar.
Estaba decidida a tirar por la borda todo raciocinio y
dejar de frenar los deseos de su propio ser y corazón.
Arriesgándose como si fuera su primera vez, desplazo su
mano entre ambas y con un poco de trabajo consiguió desatar esa bendito nudo de
la bata y torpemente jalaba para abrirla y tener contacto con esa piel caoba
que la quemaba desde muy adentro.
Esto consiguió que la morena sonriese en el beso al darse
cuenta de las intenciones de su apasionada romí y le facilitó las cosas al
tomar la mano de la joven y abrirse ampliamente esa bata.
─ Soy
toda tuya ─ Murmuró
entre el beso, Ariza sin dejar de besarla porque realmente estaba en su límite
de anhelar a su mujer─ ¡Tócame!
No se necesitó que se insistiera en la orden si no que
atacó con renovada diligencia y minuciosidad el vientre, los senos, sus
costados. Arrancando cada ronroneó de su amante gitana que se derretía bajo los
dedos de su amada.
Gemidos que no se podían acallar porque era un corazón
necesitado y suplicante de que le dieran su recompensa por tanta espera e iba a
disfrutarlo como nadie en este mundo.
Pero no sería la única que estaba sobre pasada por las
emociones sino que aquella joven estaba en la cúspide de desatar todo cuánto se
negó que ardería todo a su paso y así, lo demostró, con desesperación quitó esa
prenda del horror y dejo completamente desnuda a la morena que se lisonjeaba en
su mente que sabía que su mujer no dejaría nada a su paso, la conocía y
esperaba tanto esa liberación.
Fue en ese mismo instante que, el beso acabó y se apartó
para contemplar por completo lo que tenía frente así y en sus ojos se podía
constatar el mismo infierno ardiendo…
─ Ariza ─ murmuró con una voz cargada de lujuria.
─ Bianca
─ susurró sensual ésta que quedo encantada por
lo que vio en esos ojos.
─ Dilo ─ ordenó Bianca retrocediendo dos pasos y despojándose
de su propia bata de baño.
Eso fue todo cuanto necesitaría Ariza Pedrales para iniciar
su camino de redención en el amor.
Y…
Una puñalada dejaría un corazón sangrante en el camino de
estas lejanas pampas.
1 comentario:
Mil gracias por este nuevo capítulo!!
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