Capítulo 31, destino implacable.
Esta noche era una de esa noches en que todo cambiaria en sus vidas y todo estaba preparado para celebrar una unión marital que les daría no solo la aprobación de su gente si no que formarían parte de esta familia, de sus costumbres y tradiciones ancestrales.
Era ahora o nunca, aspiro una bocanada de aire y se
prestó en busca de la persona más especial.
─ Anaí ─ llamó una joven morena ataviada con unos
largos y hermosos vestidos según la tradición de su pueblo.
Estaba tan bellamente engalanada junto con alhajas dignas
de una reina y se podría decir que ella lo era en cierta forma.
Al momento de escuchar su nombre en ser llamado, unos ojos
grises se alzan desde su posición en una especie de tocador montado para la
ocasión y quedo de piedra ante la hermosura de quién le llamaba.
─ Arlyn ─ susurró la mencionada jovencita, poniéndose en
pie y no dejar de verla. ─ estás tan hermosa.
─ ¡Soy
yo! ─ respondió la morena haciendo gala de su ropa
y tocando su cabello ensortijado y con picardía, añadió─ Aunque en este instante estoy siendo opacada
por tu belleza mi amor.
─ Eres
una encantadora y atrevida ─ cuestionó
Anaí con sus mejillas rosadas por el alago de la morena.
─ No
podría ser de otra manera ─ Aclaró
Arlyn arrebatando una mano de su amada. ─ Realmente eres la mujer más hermosa que he
conocido y la única que tiene cautivo mi corazón.
─ En
comparación contigo es una simpleza nada más ─ corrigió con amor Anaí. ─ Más alegra de sobre manera a mi corazón oírte
decir que soy la dueña de tu corazón.
─ No sólo
de mi corazón si no que dentro de unos momentos serás por completo tuya en
cuerpo y alma ─ Aseguró
Arlyn con ojos enamorados.
─ ¿Es
hora? ─ preguntó Anaí con algo de nerviosismo.
─ No hay
nada que temor vida mía ─ Aseguró
Arlyn que notó la ansiedad reflejada en los ojos de su amada..
─ Lo sé ─ Respondió Anaí armándose de valor y sonriendo
como una niña. ─ ¡Vayamos
entonces!
─ Vamos ─ secundó Arlyn tomando la mano de su amada y
entrelazando sus dedos con los de ella.
Ambas mujeres salieron al exterior dónde las esperaban más de
una docena de personas entre ellas, un representante del patriarca, familiares
de la joven Arlyn y as sirvientas que esperaban en las tiendas preparadas para
la ceremonia. Además de los cantores de calo y junto con dos mancebos custodios
de caballos finamente engalanados para la ocasión y para el rapto.
Una gitana mayor tomó a la joven Anaí y la presentó con el
oficiante que dio su aprobación y les permitió ir hasta la tienda pequeña y
realizar la prueba del pañuelo.
Del mismo modo, la mayor de las hermanas de su madre, tomo
la mano de la joven Arlyn y procedió a realizar la misma acción y con el
consentimiento del oficiante fue llevada a otra tienda adjunta y realizaron la
misma rutina ceremonial.
Al cabo de unos momentos la gitana mayor con Arlyn mostró
el pañuelo con el testimonio de las rosas rojas y un gran aullido de jolgorio
impero en los presentes.
Un poco más y fue el turno de asomar de la otra mujer
gitana con Anaí arrastra llena de mortificación y sus mejillas teñidas de rojo
.
La mujer con una mirada un tanto seria que veía a la joven
Arlyn, respiró profundamente y mostró el pañuelo a todos con las más pequeñas
pero distintivas rosas rojas.
Unos segundos de silencio hasta que el estallido eufórico de
los gitanos fue la confirmación que la joven era digna en ser desposada por la
princesa de los gitanos.
La prueba del pañuelo era un testimonio de fidelidad y
pureza que era fundamental para las costumbres de este pueblo y que permitiría
tal unión de lo contrario no habría nupcias que celebrar.
Algo que también le devolvió la paz a la morena que estaba
consciente que entre ambas hubieron muchos encuentros cargados de pasión en que
estuvieron en el filo de romper algo crucial para una doncella pero a pesar de
ello, pudieron salir airosas.
Sabía que era importante mantener la castidad hasta antes
del casorio pero quién podría culparla con la sangre que corría por sus venas.
Anaí era una tentación muy grande para dejarla pasar y se haría responsable por
las consecuencias pero no se privaría de disfrutar del placer que le diera su
amada.
Sus ojos verdes brillaban no solo con alegría sino con esa
altivez propia de ella, quién se sabe triunfadora ante los obstáculos.
─ ¡Está
hecho! ─ murmuró entre dientes Arlyn con el pecho
hinchado de orgullo y de amor.
Y con la sonrisa a flor de piel, acortó la distancia entre
ambas y la abrazo con todo la fuerza de su ser. Pero fueron rápidamente
separadas por los hombres puesto que no se les permitía aún estar juntas.
─ ¡Acérquense!
─ Ordenó el oficiante y viendo a dos hombres
fornidos de su pueblo les indicó con un movimiento de cabeza que iniciaran su
labor.
Ambas jóvenes se colocaron delante del hombre y esperaron
que él hablase…
─ Estamos
bajo el manto de los cielos tal como lo han hecho otros antes que nosotros y
con la venia de nuestra señora y patrona. Nos reunimos bajo las estrellas para
unir a nuestra princesa, Arlyn Bicenia Beoumont Ottadri y la joven doncella
Anaí Clorei Geneoul Vicordi en sagradas nupcias como lo manda la ley de
nuestros ancestros, sangre del pueblo gitano.
Al padre creador y toda obra por mano y aliento, quede como
testigo junto a los hombres que hoy celebramos responsablemente y con respeto
este ritual marital que pone de manifiesto el deseo de unir sus vidas como sus
almas para formar un vínculo marital que no podrá mano alguna romper si no el
deseo de quién es dueño de la vida como
su lacayo que la termina, la muerte.
Ante sus ojos, hermanos de la sangre gitana sepan que estas
dos mujeres se unen hoy ante ustedes y que serán los herederos de dar las
afirmaciones de este hito que nos reúne y que está basado en nuestro principio
básico, la ley.
Por lo tanto, preguntó aquí y ahora, tú, Arlyn hija de
Enefias, tu padre, afirmas aceptar a esta mujer como tu consorte y pones
testimonio tu propia sangre como sello de honor ante los tuyos de que
respetaras esta costumbre y la mantendrás hasta el final de tu existencia.
─ Afirmo
─ respondió Arlyn entregando su brazo derecho a
los ojos del oficiante.
Éste por su parte, derramó
una especie de brebaje antes de cortar un trazo limpio de la piel del
brazo y dejar que la sangre brotara para coger sus gotas en una bandeja de
plata y luego de ello, miro a los ojos a la otra joven y…
─ Anaí
hija de Ihliel, hombre burgués y dueño de sus asuntos de mercado, afirmas
abrazar y aceptar las costumbres y tradiciones del pueblo de quién será tu
esposa. Respetando y honrando sus decisiones como los cuidados que ésta te
procurar con brazo firme.
Seguirás sus pasos
en el camino de la vida y unirás tu mente, cuerpo y alma a ella sin desobedecer
sus peticiones. Estás por derecho unida a ella como su pueblo honrado sus costumbres
y no faltar a ella por lo contrario con tu vida asumirás tal deshonra.
─ Afirmo
y acepto las tradiciones de Arlyn como mías. ─ contestó la joven también entregó su brazo
izquierdo para la ceremonia.
Ante la confirmación el oficiante, procedió hacer la
incisión en el brazo de la muchacha y en la misma bandeja mezclo la sangre de
ambas para unirlas y luego, procedió a juntar ambos brazos y derramar sobre
ellos la sangre unida.
─ Que
sea este el brazalete de nupcias que confirme su unión marital ─ Declaró el hombre.
Una vez que la última gota cayó, las dos mujeres con suaves
telas vendaron ambos brazos y lo acordonaron con hilos de oro para darle la
importancia real.
─ Ahora
delante del pueblo recita tu voto nupcial ─ Ordenó el oficiante e hizo las indicaciones a
las mujeres para descubrir los torsos de ambas jóvenes y dos hombre con unas
plumas bañadas en tinta, estaban prestos a escribir sobre la piel.
─ ¡Oh mi
bien amado y razón de mi vida! Sobre tu piel prometo honrarte, procurarte y
amarte hasta el final de mis días y cuidar como la más preciada de las joyas tu
corazón y darme tu aprobación de ser su poseedora y ahora delante de mi raza,
honro este voto de tu fiel…Romí─ Decretó
Arlyn con determinación.
Terminado sus palabras, el hombre a su lado demarco un canguil
(simbología) con la tinta para luego de ventear, una varilla caliente fue
bordando cada trazo del voto sobre la piel morena.
Tragando fuerte por el escozor pero inmensamente feliz de
poder sellar su promesa, levantó con altivez y orgullo renovado su mentó
dejando ver su valentía y confianza en sus acciones.
Al poco tiempo de terminar con el tatuaje fue el turno de
la joven Anaí, quién estaba un poquito nerviosa pero basto con conectar con la
mirada de su amor para entrar en sosiego.
─ Tu
turno en comprometer tu voto Anaí. ─ demandó el oficiante.
─ Arlyn,
ante tu pueblo y testigos de este ritual ancestral, Anaí, soy y prometo honrar,
procurarte y amarte con toda la fuerza de mi ser por todos los tiempos que se
me han asignados e incluso en otras vidas. Acepto con valor y alegría, abrazando
las tradiciones de tu pueblo como también caminar junto a ti dónde quieras ir y
es mi promesa la que se escribe en tu piel por toda una eternidad…tu, Anaí. ─ Decretó la joven.
Al instante, el mismo hombre procedió a realizar el patrón
del tatuaje que fue tallado con la misma varilla por el otro varón.
Tan solo un mordisco de sus labios en forma interna,
indicaban el dolor que conllevaba esa marca y al igual que su esposa, se armó
de una sonrisa que irradiaba ese amor y valor que se necesitaba para hacer
tales acciones.
─ Sean
consideradas ante todos los ojos del pueblo como Romí y acogidas y protegidas
por nuestra raza ─ Finalizó
el oficiante para acabar la tradición.
Dos sabanillas cubrieron el torso de ambas muchachas,
impregnadas con perfumes de rosas blancas que cubrieron todo su pecho y
sujetadas por broches de oro.
Una vez acabado esto, los más recios de los gitanos alzaron
a ambas mujeres sobre sus hombros y comenzaron a cantar y bailar, mientras que
el oficiante y varones rasgaban sus túnicas del pecho en señal de alegría y
bendición para la pareja. Mientras que las mujeres lanzaban rosas blancas sobre
ellas para dar su bendición.
Sería una noche larga llena de alegría, bailes, cantos y
comidas en que dos mujeres comenzaban a escribir su historia de amor.
1 comentario:
Muchas gracias!!!
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