Capítulo 33, destino implacable.
Presente y miedos II parte
Esos ojos grises contemplaban tan fijamente a esa mujer que estaba frente a ella y no
podía creer que fuese la misma mujer que se reencontró hace unos meses en las
orillas del camino.
¿Dónde estaba esa arrogante mujer? Cuestionó la joven Rangel sin dejar de contemplarla.
Nada la preparó para comprobar en carne propia algo que
estaba lejos de toda lógica e imaginación. Una mujer como ella, orgullosa y
altiva, perteneciente a una raza que se caracteriza en llevar sus vidas a su
manera, sin leyes más que las propias, testarudas e indomables.
Una mujer que cómo habían dicho sus propios peones, que dónde
pone el ojo pone la bala y su lista creció el mito de la mujer más terrible de
las pampas patagónicas. La mismísima Quintrala.
Podría pasar una vida entera observándola y seguiría tan
confundida que fuese distinta, aquí y ahora y lejos quedó la otrora
avasalladora estanciera.
Quería pensar que la habían cambiado y en parte sabía que
incluso su persona había pedido un cambio que no fuese todo por la fuerza
¡Pero!...Esto nada tenía que ver con sus deseos. Aquí había alguien que también había sufrido
y traía cicatrices consigo y la hacía vulnerable a los ojos de los demás e
incluso de su propia familia.
─ Ariza ─ Susurró Bianca.
─ Dime ─ Contestó ésta con ojos perdidos en la nada.
─ ¿Qué
propones entonces? ─ preguntó
Bianca.
─ Bianca
¿Acaso no lo puedes ver por ti misma? ─ cuestionó la estanciera con amargura en su
voz. ─ Estoy parada frente a ti, desnuda con mis
deseos a flor de piel por ti y la larga espera y solo una cosa te he pedido y aun
así das vuelta una y otra vez en qué deseo. ¡Por favor! ¿Cuánto más tengo que
humillar mi corazón?
─ yo…─ Balbuceó Bianca a duras penas.
─ ¿Tú
qué? ─ confrontó Ariza que tomó su propia bata y
cubrió su cuerpo. ─ vas a
decirme que estabas a punto de ceder a los deseos de nuestro cuerpo pero que
soy yo ahora quién pone objeciones.
─ Pero
eso es así ─ replicó
Bianca. ─ quería intentarlo.
─ ¿Intentarlo?
─ cuestionó la morena ─ ¡Dios! ¿No significo nada para ti por lo
visto?
─ No,
estás equivocada ─ amonestó
la joven Rangel parándose enfrente de la estanciera con una pose desafiante. ─ Te lo he dicho en todos los tonos que el amor
no se puede forzar y que lo que nos unió en el pasado puede ser tan diferente
de este tiempo.
─ ¿Te
estás oyendo? ─ replicó
Ariza con una dura mirada. ─
Sigues
dando excusas cuando tu cuerpo me dice una y otra vez que lo ame hasta lo misma
locura y entendí perfectamente que contigo no puedo forzar nada y por eso mismo
rebaje mi orgullo porque pudiéramos buscar el camino para solucionar nuestras
diferencias y ¿Qué te piensas qué soy? Una prostituta que la tomas cuando se te
da la gana y luego, la dejas tirada como
si nada.
─ ¡Para
Ariza! ─ gritó Bianca remeciéndola desde sus brazos. ─ Nunca en mi vida pasada ni en esta te he
tratado de esa manera. Al igual que tú vengo con cicatrices que me subyugan al punto
que me da miedo entregar mi corazón tan fácilmente y también estoy consciente
ahora de que también tienes temor. Puedo entenderte en ese punto, pero jamás
podría usarte del modo en que acabas de mencionar.
Te abandoné sí, es verdad y no lo negaré y tampoco deje que
explicaras las cosas como habían sucedido. Me sentía herida y traicionada por
ti, que solo había sido un pasatiempo y sabes mejor que nadie que en esos tiempos
era mal visto que una jovencita tuvieses relaciones sin haberse casado. Hubiera
sido una burla y humillación para mi familia, por eso hui lejos de todos.
Mi error fue no escucharte, pero no sé si hubiese podido
compartirte con Vladimir por las apariencias y demostraría que solo era una
mujerzuela y bien lo sabes cómo trataban en aquellos tiempos.
No te negaré que me da terror confiar y sé que para ti son
excusas pero estoy luchando por hacer las cosas bien aunque sea presa de mis
temores ─Concluyó Bianca.
La joven no espero respuesta si no que recogió su propia
bata y se vistió para luego, levantar la vista y observar a la estanciera.
Por su parte…
─ Por lo
visto nada será fácil entre tú y yo ─ mencionó Ariza ─ Ya que
son nuestros temores los que no nos permiten acercarnos más y esto debe
terminar de alguna forma. No es sano para las dos.
─ ¿Entonces?
─ preguntó Bianca.
─ Seré
más clara esta vez ─ señaló
Ariza recogiendo algunas cosas de un closet. ─ Mantendré mi promesa de darte el tiempo que
necesites.
─ Pero…─ dijo Bianca que sabía que nada sería fácil
con su esposa.
─ Podrás
seguir trabajando en tu amada Enap pero deberás regresar todos los días
conmigo. Compartirás el fin de semana junto a mí y delante de mis trabajadores
serás presentada como mi Romí─
impuso al fin de cuentas la estanciera. ─ En cuanto a esa mujer, te sugiero que por su
propio bien desistas de avivar su enamoramiento de una vez por todas porque
jamás he sido de compartir los afectos de mí ser amado y no será esta la
ocasión. Si me desafías ella pagará las consecuencias.
─ ¡Ariza!
─ Chilló Bianca casi perdiendo la razón.
─ Ariza
nada ─ Contravino ésta sacando a relucir una vez más
su altivez y prepotencia. ─ Puede
que seas mi punto débil, Bianca y me tengas por las cuerdas por tu amor. Pero
no te creas que puedas venir a ponerme de rodillas. Tú quieres tiempo el cual
se te dará pero a cambio tú me darás respeto y lealtad. ¿Nos entendemos?
─ Pides
mucho ─ protestó Bianca.
─ Nada
en comparación al pasado ─ aseguró Ariza. ─ Soy de seguir los dictámenes de la ley de mi
corazón y voy tras lo que quiero con todo lo que soy y jamás renunciaré a mi
destino y ese eres tú, lo quieras admitir o no.
─ Veo
algunas cosas nunca cambiaran ─ Admitió
la joven Rangel. ─ Eres
implacable.
─ Tú lo
has dicho ─ confirmó
Ariza levantando el mentón de la joven. ─ Soy tu destino e implacable.
Con esto deposito un suave beso en sus labios y se dispuso
a salir de la habitación y…
─ Te
espero afuera para que vayamos a recoger tus cosas al campamento ─ exigió la estanciera.
Tras eso último se fue sin más.
“Aquí vamos de nuevo” se lamentó Bianca “¿Cómo fue que le
entregué mi corazón?”
Se dice que en la vida hay dos mitades de una sola pieza y
llegan a tener un ajuste perfecto al unirlas y del mismo modo ambas mujeres
están unidas a un corazón que no es físico sino…
Uno que fue hecho de amor!!!
A million dreams, cortesía de Pink.
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