Capitulo 35, destino implacable
Después de llegar al campamento y dejar sus pertenencias en
su habitación en la casa I de mujeres. Se fue con rumbo de producción más
precisamente en sala de producción a ver a sus compañeros de turno y se topó
con que Patricio estaba de turno está noche junto con Manuel y Héctor en las
diferentes plantas haciendo sus rondas.
─ ¿Qué haces aquí mujer? ─ preguntó Pato con cierta sorpresa. ─ Pensé que te habían dado permiso médico.
─ Así era en un principio ─ Contestó la rubia inspectora.
─ ¿Y qué
paso para que estés aquí Marce? ─
insistió
Pato. ─ Pensé que Alejandro fue bien claro que debías
hacerte exámenes por el tiro de esa loca.
─ Lo
hice ─ Repuso la inspectora─ y me mandaron hacerme otro a Santiago al parecer
perdí un grado de audición y quieren ver más en profundidad.
─ Entonces
¿Qué haces aquí? ─ cuestionó
Patricio más que confundido.
─ Tengo
tres días para preparar a Ata para que me reemplace por unos días ─ Explicó Marcela, tomando asiento al lado de
su compañero. ─ Antes
de que viaje a Santiago.
─ Pero
estos huevones son tontos o se hacen ─ Contradijo Pato con el ceño fruncido. ─ No cachan (entender) que estás bajo
tratamiento médico y si te pillan laburando la multa es la tonta de las
hediondas. Cuál es la gracia de que llevaran para hacerte una evaluación si se
pasan las indicaciones por la raja (trasero).
─ Lo sé
pero son ordenes de Carlos ─ aseguró
Marcela observando la cara de molestia de su compañero.
─ ¡Quien
otro si no! ─ exclamó
Pato levantando las manos con fastidio. ─ Ese tiene el año que le pidan y es capaz de
vender hasta su abuelita con tal de salirse con la suya.
─ Sí ─ Confirmó la inspectora que sonrió ladinamente
ante el espectáculos de gesticulaciones de su colega de trabajo. ─ Y no sabes la última con la que salió.
─ ¡A ver
sorpréndeme con algo nuevo! ─instó
éste. ─
─ No
llegué sola ─ respondió
Marcela.
─ Habla─ exigió con la curiosidad viva Pato. ─ aparte de que te vinieron a dejar en algún
vehículo administrativo porque dudo que fuese un bus por un solo trabajador.
─ Vine
en un mini ─ confirmó
la inspectora para luego verlo seriamente a los ojos. ─ ¡Afírmate bien en tu silla con lo que te voy
a decir.
─ Suéltalo
ya ─ recriminó Pato. ─ Das mucho rodeo.
─ Jaja ─ intentó bromear un poco Marcela pero no lo
consiguió bien pues su cara estaba muy tensa. ─ ¡Al punto! Estamos con auditoria.
─ Repite
lo que dijiste ─ solicitó
Patricio que trataba de limpiarse los oídos cómicamente. ─ creo que escuche mal.
─ Carlos
me envió con un auditor que se hizo pasar por un chofer de la empresa y viene a
investigar lo que ha está sucediendo aquí en la panta de Gregorio y al parecer
todo apunta a que Ariza Pedrales está detrás de todo esto. ─ Explicó Marcela con un caracho bien seco.
─ ¡La
mierda que lo parió! ─ vociferó
Pato que se levantó de su silla sin dejar de ver a su compañera. ─ Así que la mesa central le cree más a esta
mujer del invierno que a sus empleados.
─ Bueno
eso tú y yo lo sabemos ─ secundó
Marcela que se puso de pie para caminar mientras y poder continuar explicando,
aliviaba tensiones. ─ No es
la primera vez que sucede pero todo en esta ocasión apunta que esta mujer y su
familia han ido más allá y están intentando forzar a Enap y de paso intentar
ingresar al círculo de inversionistas de la empresa. Así que puede hacerte una
idea para dónde va todo esto.
─ Me
estoy desayunando con todo esto que estás diciendo y siento que a Alejandro le
va a sentar fatal ─ indicó
Pato. ─ Y no hace mucho que se fue al gimnasio a
quitarse el estrés.
─ Te
aseguro que Alejandro ya está en conocimiento porque Carlos no es de pasar por
encima de las demás jefatura y tú sabes que le encanta adosarlo bien antes de
soltarles la bomba. ─ reveló
la inspectora. ─ Creo
que le voy a ir a ver antes de irme acostar porque el viaje fue un poco
desagradable con ese tipo.
─ ¿El
nombre del susodicho? ─ preguntó
Pato. ─ Para saber con quién estamos tratando.
─ Nombre
no tengo idea solo sé que se apellida Román ─ Contestó Marcela.
─ Bueno.
Román entonces es el sapo que enviaron de Santiago ─ dijo Patricio. ─ no será el único del que tendremos que
cuidarnos por lo visto. Esto apesta a huevones traidores.
─ ¿Quién
más? ─ consultó la rubia inspectora que detuvo sus
pasos pues le pareció extraño ese comentario.
─ Olvidaba
que te habías ido cuando supimos de un soplón asqueroso que tenemos en la
empresa y qué ha estado dándole información a la Quintrala ─ informó Pato y sin asco admitió. ─ Pero no te preocupes le dimos una tunda que
no se olvidará en toda su vida y no le dará tiempo para andar hociconeando (se
refiere a una persona suelta de lengua)
─ ¿Quién
fue? ─ insistió ella.
─ El
mejor de todos… Esteban─ reveló
Pato y mostrando su mano con algunos parches. ─ Tuve el placer de enseñarles algunas cosas
que no debe olvidar nunca un enapino.
─ No
puedo creerlo ─ dijo
horrorizada la inspectora que no daba crédito a lo que le habían revelado. ─ Precisamente Estaban. A quién todos hemos
ayudado a salir adelante cuando le han pasado cada cagada en la empresa y más
encima estaba por recomendarlo para que se presentara en un proyecto en cabo
negro con Ximena. ¡Dios qué mal!
─ Eso se
llama el pago de Chile con ese infeliz ─ despotricó Pato sin un ápice de
arrepentimiento. ─ con su
carita de buena gente nos cagó a todos pasándole información a la bruja de
Pedrales. Pero no le van a quedar ganas de seguir hinchando pelotas te lo puedo
asegurar y es que aquí le hicieron el vacío todos hasta los más perros de Enap.
Ninguno de ellos quiere verlo en pintura incluso de la mutual solo lo curaron y
el cobarde está más solo que un perro en una oficina.
Eso fue algo que es bien sabido que un accidente puede
denunciarse de inmediato pero en algunos lugares es muy mal visto que hallan
traidores que venden a sus compañeros y eso se paga caro en lugares lejanos
dónde la justicia se hace a mano y tú debes asumir las consecuencias de tus
acciones para bien y mal. Aquí se hace la vista gorda porque hay cosas que no
las resolverá la justicia legal sino que impera la ley de códigos entre hombres
de campo.
─ De
igual modo hay que tener cuidado ─ instruyó Marcela─ Mira que con el auditor rondándonos encima,
Esteban puede complicarnos las cosas y con la inspección.
─ No ira
a la inspección porque sabe de ante mano que tendrá que cantar todas sus
fechorías también y no le conviene. ─ aseguró Patricio y meditando un poco, añadió─ Igual hay que ver que no tenga contacto con
el tal Román.
─ Ojo
con eso Pato que no es bueno darle más armas a la mesa central para que nos
castiguen y perdamos la pega por culpa de bestias ─ ordenó Marcela.
─ Voy a
estar pendiente junto con los otros para que ese tal Román no asome por dónde
está ese canalla ─ Aseguró
éste.
─ Cuento
con ello ─ dijo
la inspectora. ─ Ahora
que mi labor está cumplida aquí voy a
buscar a Alejandro antes que se vaya a dormir.
─ Nos
vemos en la mañana chiquilla ─ se
despidió Pato.
Al instante salió de aquella oficina de operaciones y
monitoreo para dirigirse al gimnasio que se ubicaba en la parte central del
campamento. Eran como sus tres buenas cuadras del lugar aunque con un espacio
tipo parque campesino. Como suelen ser en aquellos parajes, nada muy urbano
sino típico ambiente estanciero.
Mientras caminaba sacó su aparto móvil y chequeó a ver si
había algún mensaje o llamada de parte de cierta persona.
─ Bianca
─ murmuró con tristeza la inspectora al
comprobar que todo seguía tal que al principio. ─ van a ser casi cuatro días desde que me
prometiste comunicarte conmigo para tener noticias de tu parte y tu silencio no
viene a confirmar que no vas a mantener tu palabra y esto me está matando viva.
Siguió caminando hacia su destino pero a medida que
avanzaba la congoja la tenía más que abrumada y eso empeoro al no encontrarla
en la casa que compartían.
“Rayos soy una idiota” despotricó para sí, la rubia que le
dolía estar en esta posición de poner tantas esperanzas en alguien.
Ella sabía mejor que nadie que es difícil tener cierto
nivel de confianza cuando se trata de
temas sentimentales y más aún si tienes una historia anterior en tu vida en la
cual, ya han lastimado a tu corazón.
─ ¡Cálmate
Marcela! ─ se
reprochó la rubia, detuvo un poco su andar y aspiro varias veces hasta que pudo
templar un poco su ansiedad. ─
Dale
un día más. Un día más y podrás actuar en consecuencia.
Ella sabía que esto no iba a ser fácil y que debía estar
preparada para cualquier escenario porque todo podría pasar con una mujer como
Ariza Pedrales y sus tácticas.
No obstante a esto, Marcela no era una jovencita que se
desploma por falta de experiencia y al igual que esa odiosa mujer tenía bien
plantado sus treinta y picos de años bien puestos y ha pasado ya por muchas
cosas que la han fortalecido con el pasar del tiempo y armas tenía para hacerle
frente a la estanciera y por mucho poder y dinero que ésta tuviese. Ella
contaba con otras cosas a su favor y sabía cuándo presionar y como usar sus
encantos para atraer a más de una persona a su lado. Lo sabía de sobra y no iba
en dudar en poner a prueba estás facetas suyas con tal de aprovechar la
oportunidad que la dieron en ese camino.
Una cosa estaba clara, iba hacer que honraran su promesa
tal como ella lo estaba haciendo a pesar que por dentro se estaba derrumbando
por la espera.
Se consideraba una mujer paciente pero estaba claro que no
estaba hecha para martirizarse como una santa. Tenía un límite y era parte de
ser humano imperfecto si se puede hablar con total honestidad. Eran pocos los privilegiados
que conocían el espíritu impulsivo que
se gastaba Paredes en su juventud y lo que era capaz de hacer con tal de conseguir
su objetivo. Aunque hoy por hoy la vida había templado su carácter no extinguió
esa llama dentro de ella, solo estaba dormitando.
─ Solo
hasta mañana Bianca ─ susurró
Marcela antes de entrar al recinto. ─ No hay plazo que no se cumpla.
Solo unos minutos le tomó ubicar a su jefe que estaba con
otros dos empleados quitándose el estrés de encima. La inspectora hizo unas
señas a uno de ellos.
Tal fue el asombro de Miranda al ver a su segunda a bordo y
a esas horas que lanzó el balón lejos de la cancha en un acto de rabieta podría
decirse.
─ Marcela
¿Qué haces aquí? ─ fue el
cuestionamiento de su jefe.
─ ¿Adivina
quién me envió de vuelta? ─ Contra
preguntó ésta con un poco de alevosía.
─ No me
digas más…Carlos ─ respondió
Alejandro.
─ Bingo ─ confirmó Marcela y sin tapujos, agregó. ─ Y eso
no es todo.
Con solo escucharle decir eso, le basto al mandamás de
Gregorio que serían más problemas de los que ya tenía en mano sin mencionar que
mañana habría una reunión con cierta persona no deseada.
─ Porque
siento que no me va a gustar y mi dolor de cabeza se va a disparar ─ se puso el parche antes de la herida
Alejandro Miranda. ─ Así
que no le saquemos el poto (trasero) a la jeringa y cuéntame ¿Qué hizo Carlos
ahora?
─ No se
trata de lo que él hizo sino a quién Santiago envió conmigo a través de nuestro
amado Carlos ─ señaló
la inspectora.
─ ¿Y? ─ instó Alejandro.
─ Enviaron
a un auditor, Alejandro. ─ repuso
Marcela.
─ ¿En
base a? ─ Cuestionó Miranda sin comprender.
─ A los problemas con la estanciera ─ contestó Paredes.
─ ¿Quiénes
están bajo sumario? ─ inquirió
Alejandro.
─ Héctor,
Bianca y yo ─ informó
la inspectora.
─ ¡Shus!
─ exclamó cabreado el mandamás de Enap. ─ Estamos hasta los cojones entonces.
─ Así
parece ─ confirmó Marcela que estaba igual que su
jefe. ─ El hombre se apellida Román y de seguro te
buscará para hablar contigo antes de comenzar con nosotros tres.
─ Más
que seguro ─ dijo
Alejandro y que rascaba su barbilla meditando. ─ El problema pasa porque Héctor lo mandaron a
Natales y Bianca no se ha presentado desde que fue a ver a la Quintrala.
─ ¿Cómo?
─ preguntó la rubia inspectora con un enojo
saliendo por los ojos. ─ ¿Cómo qué
ella no ha regresado al campamento?
─ El
mismo día que te fuiste, Bianca se fue a los pozos hablar con Ariza ─ mencionó Alejandro viendo a su empleada. ─ Y creo que eso tú ya lo sabías.
─ Sí ─ Respondió Marcela. ─ Pero no estaba al tanto que no había
regresado. Ella no ha respondido a los mensajes que le envié. Esa mujer tiene
que haberle hecho algo.
─ Mira
Marce, no voy a engañarte con las cosas que están pasando pero Ariza vino a
verme junto con su hermano al día siguiente e hicieron que llamase a Carlos
para convertirse en nuevos accionistas ─ puso en antecedentes Alejandro. ─ Lo cual fue aceptado desde la mesa central.
─ Pero
Enap es estatal y no de una junta directiva─ intervino la inspectora. ─ No necesita socios.
─ Eso lo
sabemos todos ─ secundó
Miranda. ─ Pero la política cambió y ahora buscan
inversores, no accionistas.
─ Entonces
Carlos tenía razón en decirme que los hermanos Pedrales iban a ser aliados de
Enap ─ reveló Marcela.
─ Exactamente
y si estás al tanto sabrás que la veremos muy a menudo ─ confirmó Alejandro tocando el hombro de su
subalterna. ─ Por lo
que te ruego que te andes con cuidado y con respecto a Bianca, espero que se
presente mañana con la estanciera o de lo contrario tendré que informar a
Santiago de su ausencia y sería lamentable que hechara por la borda su carrera
laboral.
─ Espera
a mañana entonces ─ solicitó
Marcela que no se achaplinó con la intención escondida de su jefe. ─ No olvides que sí seguimos trabajando es
porque se lo debemos a ella.
─ Estoy
más que claro, Marce ─ respondió
enérgicamente Alejandro. ─ Si no
di aviso antes es porque la he estado esperando pero también debo recordarte
que tengo que regirme por el contrato aunque nos guste o no.
─ Lo sé ─ respondió ésta viéndolo a los ojos, añadió. ─ Gracias por la consideración hacia Bianca.
─ No
agradezcas ─ indicó
Alejandro. ─ me
baso en las acciones de Bianca y soy consecuente a ello. No sería un buen líder
si no supiera reconocer y valorar a mi personal. Además, admito que soy un poco
egoísta también porque lo estoy haciendo por ti.
─ ¿Mí? ─Balbuceó la rubia inspectora un poco
confundida.
─ Mira
Marcela, no te sorprendas tanto que no soy ciego y llevamos mucho tiempo juntos
en estas tierras alejadas de Dios y lo tuyo por esa muchacha no es una ilusión
de verano de adolescentes. Te pego bien
fuerte y duro o ¿estoy equivocado?
─ No ─ contestó la rubia con las mejillas sonrojadas
pero alzo de inmediato su mentón altivamente. ─ ella dejo de ser una simple compañera de
trabajo y esa mujer es muy especial para mí por lo que voy a dar la pelea pero
en mis términos y no voy a inmiscuir los asuntos de trabajos en esto, pero no
quita le vaya a dejar el camino libre a Ariza.
─ Solo
ten cuidado ─ aconsejo
Alejandro abrazando a su empleada porque
sabía que esto no sería fácil para ella. ─ que esa mujer del infierno no es una rival
para subestimar.
─ No le
temo ─ mascullo con dientes apretados Marcela y ojos
altaneros. ─ y más
le vale a ella no subestimarme a mí.
El mandamás esta vez no respondió sino que quedo viéndola fijamente
a los ojos y después de unos momentos, solo sacudió su cabeza.
─ ¡Ven
vamos! ─ solicitó Alejandro pidiendo la pelota sus
compañeros. ─ Juguemos
un partido dos contra dos y nos quitamos las malas vibras de encima.
─ Bueno ─ aceptó la rubia que estaba vestida
deportivamente. ─ Pero
te advierto que los voy a hacer trizas y más ahora, que no está mi pareja
conmigo y con ustedes voy a desquitarme.
Tamaños ojos abrió Miranda cuando escuchó el término pareja
de parte de la joven Paredes y era de conocimientos que con Rangel, eran una
dupla dura de roer en partidos de dos pero no se engañó ni por un segundo ante
el significado con que fue empleado esta vez.
─ Aquí ─ fue lo último que se escuchó de parte del
mandamás.
En eso, una mano detuvo el pase que iba directo a Miranda y
fue interceptado por la rubia inspectora que sonrió maliciosamente y desde su
lugar les encestó un tiro de tres puntos.
Ella iba en serio tal como se prometió y esto recién iba a
empezar para dos guerreras.
Por su parte…
Unos ojos se abrieron de repente presintiendo que algo se
había gestado en su contra e intuyó que debería estar en guardia.
─ No
perderé otra vez ─ murmuró
Ariza.
Y mientras…
─ Ya
estoy en el lugar y te aseguro que las cosas no son lo que dijeron los abogados
─ informó un moreno alto mientras contemplaba
la lluvia desde su habitación. ─
Mañana
iniciaré el proceso…
─ Tenme
informado ─ solicitó
desde la línea telefónica.
─ Eso
haré ─ aseguró el moreno.
En la vida siempre se ha dicho que lo que siembras es lo
que cosechas y tus acciones te rebotaran para bien o para mal.
Un capítulo acompañado por un tema de Loreen “everytime”
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