Capítulo 24,
atada por un testamento.
—Amor — murmuró quedamente sopesando cada letra de esa palabra.
Mientras que a la distancia era observada por no solo funcionarios de
carabineros a la espera de que las cosas se mantuvieran relativamente en orden
y a la par que unos ojos verdes contemplaban aquel acercamiento con demasiada
incomodidad.
No deseaba reconocerlo, pero tenía temor porque sabía que no estaba en sus
manos como tampoco tenía injerencia en lo que pueda decir aquella mujer que
estaba a varios metros de ella y lo significaba todo para su corazón.
«No le des chance para que puedan robarme tu corazón» gritaba tanto en sus pensamientos como su propio corazón.