Usando mis instintos.

La maldición de la Luna, capítulo 4.

─ Mi señora ─ gritó James ─ apenas se dio cuenta que algo no andaba bien en la habitación  y se encontró que Elizabeth,  se estaba transformándose en lobo,  sin ser de noche y menos con luna.

─ Déjala ─ repuso Durían ─ espera a que se transforme del todo y ahí me ayudarás  a sacarla fuera de este lugar, es horade que  tu ama aprenda ciertas cosas que sólo como lobo puede hacer.

Deseos.

En aras del pasado, capítulo 13.

 ─Señora, tiene una llamada desde Londres ─ dijo el mayordomo.
─ Por favor Albert pásela al despacho ─ ordenó Anette.
─ Enseguida señora. ─ contestó éste.

Momentos después…

Volveré a intentarlo.

En aras del pasado, capítulo 12.

Son las 8 en punto y en el comedor de la residencia, una sombría Anabelle, toma asiento junto a su madre para desayunar.
─ Estás un poco demacrada hija mía, ¿sucede algo? ─ preguntó Anette.

─ No pasa nada madre. Debe el cansancio producto que tuvimos que trabajar durísimo estos tres días para tener todo listo para el embarque de hoy ─ señaló la muchacha.

Protección.

En aras del pasado, capítulo 11.
En la habitación el ambiente era tenso, una sorprendida  Anette,  trataba de buscar  la manera de que su invitada no se fuese, por dos motivos:

Decisiones.

En aras del pasado, capítulo 10.

─ Bien tu qué opinas, David ─ dijo seriamente Anette.
─ Bueno por lo que he visto, todo es increíble parece un cuento, pero ... ─ exclamó éste.

─  ¿Pero qué? ─ preguntó Anette.

Celos.

En aras del pasado, capítulo 9.

En el despacho Anabelle y Anette esperaban reunirse con Raniel para ver los bocetos, aunque ambas ya tenían una idea clara de lo que habían podido apreciar en las fotografías de Alesia.

─ Hey tú, ¿estás lista? ─  dijo Alesia ─  he venido por ti antes de que te reúnas con los demás.

─ Tú dirás. ─ señaló Raniel.

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Aras del pasado, capítulo 8

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El viento soplaba sobre su rostro, mientras contemplaba extasiada los paisajes frente a sus ojos, todo, desde los hermosos jardines, el torreón, la glorieta y los salones, pero lo que más le llamó su atención y destacaba, era la fuente que estaba frente al salón mayor, había una pequeña estatua de un cupido y parecía que su flecha apuntaba directamente a su corazón.

Desencuentro.

En aras del pasado, capítulo 7.

Los tenues   rayos del sol comenzaban a inundar toda la habitación, anunciando un nuevo día, lentamente los ojos esmeralda de Raniel se abrieron  y buscando como de costumbres las paredes de su habitación, de pronto cayó en cuenta que no estaba en su hogar sino muy lejos de ahí.

La noche había traído el descanso  reparador  que necesitaba tras largas horas de viaje. En esos  precisos momentos tocaron a su puerta.