mujer y ave

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sábado, 23 de diciembre de 2017

Resurgir de las cenizas.


Aras del pasado.

Capítulo 53 Resurgir de las cenizas…

Sus pensamientos estaban tan perdidos en ese instante que por instantes le dificultaban concentrarse en lo que iba hacer. Habían sido dos largos días desde que recibiese la peor de las noticias. Una que le costó no solo su matrimonio en el pasado hace unos años sino que hoy por hoy, le arrebataban el juicio y la lucidez que siempre le caracterizaba desde muy pequeña. Se puede decir que era un rasgo propio de su estirpe los Bringston. Mejor dicho más que nada de su padre, el Conde Michael Bringston.


Estaba tan descolocada con aquella confesión que podría jurar que era ahora ella a quién le robaron todo desde el interior de su ser. Se sentía fatal, ya no era la misma desde aquel día. No dormía más que por unos momentos que se remitían en ser minutos. Estaba ausente y lejana en sus cavilaciones y con un sentimiento que le estaba inundando tan profundamente que sentía que estaba al filo del hilo de la tolerancia y la sensatez.
De una cosa estaba segura y es que esa sensación latente dentro de su pecho la devoraba y reclamaba una revancha a gritos. Sentía cómo si hubiese sido ultrajada también de tan solo imaginarse lo que debió sufrir en carne propia su esposa, su mujer y el amor de su vida.

No bastó con romper a golpes el saco de boxeo de su gimnasio personal o romper en dos su más amado sable de esgrima. Queriendo tener enfrente a sus oponentes, a esos malditos bastardos que le desgraciaron la vida. No había poder en el mundo que le devolviese la paz o que la hiciera entrar en razón. Que le devolviese un poco de perspicacia para templar su carácter al máximo. Ni siquiera el entrenamiento militar que tuvo en su adolescencia le valía de algo a esas alturas. ¡Realmente se sentía miserable e impotente!

¿Qué podrían decirle o acusarle de querer tomar la justicia por sus propias manos? Si fue su propio padre que tuvo que contenerla para que no cometiese una locura cuando ese mismo día, al anochecer fueron ambos padres hasta su departamento y la encontraron saliendo con el semblante descompuesto y con un revólver y una daga en sus manos. Realmente fue una batalla la que tuvieron padre e hija, dado que la razón fue nublada y el odio la ofuscó a tal punto de ver con ojos de resentimiento a su progenitor que se estaba interponiendo en su camino y descargó toda su rabia sobre él al punto de propinarle una paliza dado que la joven Bringston era muy buena en artes marciales y dominaba por la ira y el odio; no midió sus fuerzas ni razonó siquiera que era su padre a quién tenía enfrente.
Se puede decir que el ex Conde Bringston, tuvo que hacer acopió de toda su fuerza y maestría en técnicas de defensa para aplacar a su descendiente. Y que sin embargo, no evitó que recibiera unos buenos golpes que le dejaron rastros en todo su cuerpo. ¿Pero qué padre no lo da todo por un hijo?

Ni siquiera las súplicas de su madre consiguieron hacerla entrar en razón. En ese momento Alesia Bringston era presa de una ceguera total y alimentada por el odio y el dolor que la consumía en su totalidad. Tan solo la acción preventiva de su esposo Michael, llevaron a Mariana a resguardarse tras unos pilares que habían en el estacionamiento del condominio de apartamentos. Su hija no razonaba ni discernía en ese momento y el único pensamiento en mente del progenitor era ayudarla a liberarse de esa carga que estaba sobrellevando y para ello, buscó varias formas de impedirle el paso hacia el vehículo y se convirtió casi en un escudo humano para su hija recibiendo cada golpe que le asestaba sin devolver ninguno de ellos. Sin ser masoquista en absoluto, necesitaba urgentemente que toda esa fuerza negativa explotase cuanto antes en él que tuviese que lamentarse de haber cometido una acción de la cual se arrepentiría por el resto de sus días.

Aquella contienda desigual duro por dos horas en que el rostro del padre denotaba un cansancio extremo por las molestias que presentaba en todo su cuerpo. Por una parte se arrepentía de haber enviado a su heredera a un régimen militar, más precisamente naval. Pero ellos como parte de la nobleza estaban obligados a servir a la reina y a la nación. Aunque el fruto de ese periodo de entrenamiento y servicio se dejaba sentir precisamente en ese instante y constataba en carne propia que su hija sabía muy bien enfrentarse a un enemigo. Sin embargo, le preocupaba en demasía ese desborde de ira y dolor que veía presente en esos ojos azules que se volvieron casi negros por el odio. No podía concebir qué suceso había desatado tal demencia brutal para tener en ese estado  a su primogénita.
Tal como había concebido en su mente, aquella actitud defensiva había conseguido mermar las fuerzas y aplacar su carácter; mejor dicho; había disminuido el nivel de encono presente en su hija y ya los últimos golpes eran más errados y con menos potencia. Ya la ira no estaba presente en la retina de aquellos ojos del color del cielo sino que estaba opaco y su rostro estaba inundado por las lágrimas que se desprendían a raudales de sus ojos.

Le tomó dos movimientos más hasta que la joven dio un  paso en falso y fue el turno del progenitor de tomar desde bajo sus brazos y encadenarse a ella, impidiendo cualquier otra acción e imposibilitando que pudiese moverse más. Fue ahí, que el dolor se abrió paso y un grito desgarrador broto de lo profundo de las extrañas de aquella rubia. Estremeciendo a su propio padre y se aferró más en el abrazo para contenerla y dejar que sacará todo aquello que la consumía.

No cesaba de gritar un NO… Tan potente y repetitivo que logró sacar a su madre de su resguardo y acercarse a dónde estaban sus dos seres amados envueltos en un abrazo. La escena la conmovió a tal grado que también fue presa del llanto al ver como su hija lloraba desconsoladamente como si le hubiesen arrancado el alma.

El instinto materno dio paso a su propio sentir y acortó los pocos pasos que los separaban y silenciosamente y delicadamente se abrazó a ellos y juntos se unieron en el dolor de la joven. Estarían de ese modo hasta que todo se detuvo, el llanto y el silencio hizo su entrada. Dejando los corazones de ambos padres totalmente acongojados con lo que presenciaron.

Fueron exactamente casi cuatro horas las que permanecieron en el aparcamiento del condominio y ambos padres llevaron a su hija casi a la arrastra y en un claro estado de inercia. Subieron por el ascensor, tocaron a la puerta y no hubo respuesta. Tuvieron que llamar al conserje para que les abriera y una vez que el antiguo Conde diera las excusas pertinentes sobre el comportamiento de su descendiente. Entró al inmueble al toque encontraron descansando sobre la cama a la esposa de su hija. Y comprendieron que el motivo del arrebato excarcevado  de Alesia se debía aquella rubia que yacía en el lecho.
Tras llevar Mariana a su retoño al baño y hacer que tomara una ducha que le reconfortara por unos momentos. Atendió a su esposo de las heridas que estaba presente en su rostro como en otras partes del cuerpo. Hacía esfuerzos para sobre ponerse a su propia impotencia y congoja de haber sido testigo de un ataque tan inesperado y que superaba todo cuanto podía concebir de una conducta apropiada de autodominio ¡Hay que estar en los zapatos de esa persona para saber lo que se siente!

Esa noche los esposos decidieron quedarse a dormir junto a ellas por seguridad y tranquilidad personal dado que la actual Condesa y su esposa no estaban en condiciones de quedarse solas para evitar cualquier incidente que se suscitase. Además, estaba más que claro que había una conversación pendiente entre los cuatro para saber qué estaba sucediendo.

Mariana, llamó a casa y puso en conocimiento a sus otros dos hijos que estarían con su hermana y que sería al otro día que tendrían una reunión familiar. En dónde tratarían el tema y que además, presentarían a Misha como miembro de la familia.

Decir que durmieron o descansaron sería una tremenda mentira dado que no pegaron un ojo en las restantes horas nocturnas que quedaban. Estuvieron conversando por largo rato buscando las causas o motivos para haber llegado a semejante situación.

Antes de que el reloj cucú de la sala de estar diera el sonido característico para avisar que el amanecer hacía su entrada. Ambos esposos estaban levantados y preparando un leve desayuno para todos.  Momentos más tarde era turno de Alesia de comenzar un nuevo día y encontró a sus padres inmersos en sus labores. Inexplicablemente sintió una agradable sensación en su corazón al verlos tan unidos y abocados en lo que estaban haciendo. A pesar de que su rostros tenía muy presente la devastación de la jornada anterior. Sus labios hicieron una mueca tímida que imitaba a una sonrisa.

Su presencia fue detectada de inmediata por ambos padres que le vieron y estudiaron el semblante de su hija.

─ ¡Buenos días! ─ saludó Michael. Viéndola con ternura.
─ ¡Buenos días Padre! ─ respondió el saludo Alesia viendo las huellas del combate presente en el rostro de su progenitor. ─ ¡Discúlpame! Yo estaba fuera de mis cabales.
─ No hay nada que disculpar ─ aclaró Michael acercándose a ella y acariciando la mejilla de su retoño, agregó. ─ Necesitabas de mí. No tengo la menor idea de lo que pudo suceder aquí. Pero quiero que sepas que no hay nada que tenga que reprochar. Yo no iba permitir que te vieras involucrada en algo que pudiese perjudicarte. Eres mi hija ante todo y yo soy tu padre y estoy para protegerte incluso de ti misma.
─ Me siento avergonzada, Padre ─ mencionó  con pesar Alesia, bajando su cabeza pues no soportaba ver el semblante de su progenitor.
─ Hija mía ─ trató de confortar éste. Abrazando a la rubia. ─ Hay situaciones que nos superaban a tal modo que muchas veces nos sacan lo peor de nosotros mismos. Ninguna persona es un súper héroe que pueda ser dueño por completo de sus emociones. Somos seres humanos con virtudes y también con debilidades. Eso nos hace ser quienes somos y tener un minuto de debilidad no nos hace una mala persona. Lo que si debemos hablar de lo que sucedió para que reaccionaras de ese modo.
─ Quisiera no hablar del tema y de no haberlo sabido. Pero es algo tan real que por mucho que me cueste asumirlo existió y ha desgraciado mi vida de una manera tal que no sé si pueda ser la misma persona que ustedes conocen. ─ repuso con tal abatimiento Alesia.
─ Debemos hacerlo y tú lo sabes bien ─ adujo Michael. ─ Pero antes de hablar de aquello. Creo que debemos desayunar antes como familia ¿no te parece?
─ La verdad no tengo apetito alguno ─ indicó Alesia.
─ Aun así debes hacerlo hija mía ─ intervino esta vez Mariana que se había limitado en escuchar nada más─ Tal vez una taza de leche tibia pueda ser lo apropiado en este momento para ti.
─ De acuerdo, Madre ─ accedió Alesia. ─ Denme unos momentos para asearme un poco.
─ Ve ─ indicó Mariana.

Desapareció de la vista de sus padres e ingresó al baño. Se miró en el espejo y vio los surcos que estaban debajo de sus parpados y la hinchazón aún presente en los superiores. Si bien el rojo de sus pupilas ya había desaparecido quedaba un escozor algo seco que  le hacía pesado mantener sus parpados abiertos naturalmente. En nada le gustaba ver lo vacío que lucían sus ojos, ya no eran el típico azul intenso sino más tenía una tonalidad casi grisácea en ese minuto. Su mirar, era el reflejo de lo que había en su interior…Un completo vacío, gris y sin vida. Un abismo dónde las tinieblas mantenían la supremacía del lugar.

Ella nunca fue una mujer o joven fatalista dada el pesimismo ni nada que se le parezca. Todo lo contrario derrochaba optimismo y energía al punto que siempre estuvo sumida a muchas actividades deportivas y de estudio, reuniones sociales, eventos y actividades familiares que la mantenían gastando esa cantidad de energía que la mantenía siempre rondando de un lugar a otro. No obstante, en ese preciso momento estaba sumida en la más lánguida sensación de derrota y pérdida.

No sabía cómo diantres saldría de ese abismo de dolor que la sumía, pero debía buscar una razón para salir lo antes posible y no sumirse en un estado de depresión que la llevase a perder parte de su vida por la tristeza.

¡Ya la ira se había ido anoche! Y por mucho que la vergüenza la inundara de cómo se había comportado con su padre. En cierta forma agradecía a Dios por haberlo puesto en su camino y evitar una desgracia más de qué lamentarse.

Se hecho un último vistazo al espejo y abrió el grifo y procedió a lavar su rostro y refrescarlo. Luego, cepilló sus dientes y se dio una breve ducha. Secó su cuerpo y lo abrigó con una de sus batas favoritas que estaba colgada.

Cuando salió del cuarto de baño no solo se topó con sus padres sino que esta vez, Misha; ya estaba levantada y conversaba con ellos. A juzgar por el semblante de ambos, supo que debió confesar ciertas cosas. Tragó saliva por la angustia de verla y rememorar el dolor y la rabia que surgió con la confesión de haber perdido a un hijo y junto con ello, de todo el mal trato que debió sobre llevar su esposa a manos de su suegro.

Se armó de valor y se encaminó hasta el comedor. No sabía que decir en ese instante que pudiese confortar el alma de su esposa ya que no se sentía en condiciones para levantar la moral y a decir verdad, ella también necesitaba ayuda.

─ ¿Cómo te sientes? ─ fue la pregunta de Misha que estaba ya en conocimiento de lo ocurrido con su esposa.

¿Quién lo iba a decir? Deseaba confortarla y fue ella la que fue confortada nada menos por la persona que debió sufrir en carne propia toda la furia y maldad de un vil ser humano que fue incapaz de ponerse en la situación de su hija y apoyarla de la mejor manera posible. O al menos hacerse a un lado o darle vuelta la espalda. Pero… ¡Jamás de los jamases! Maltratarla al punto de tomar la vida de un ser vivo con tal de limpiar su buen nombre  y salirse con la suya. Su egoísmo, brutalidad y maldad no tenían precedentes, no al menos en su retina. ¡Alguien que presume de ser intachable en su profesión! Terminó convirtiéndose en un monstruo más. Un criminal de los que tanto mandaba a prisión. ¿Qué diferencia existía entre un Psicópata y un padre abusivo como Dorwen?  Ninguna por dónde se le mire. Ambos actúan solapadamente.

Aquellos azules no pudieron evitar que se tornasen acuosos producto de las lágrimas que brotaron al instante y el labio inferior tembló cual hoja seca al viento producto de esa impotencia aún presente en ella. Tragó con dificultad porque se hizo un nudo en su garganta que le impedía articular sonido alguno. Por primera vez en su corta vida. Alesia Bringston se sentía tan vulnerable y miserable. Incapaz de pensar con lógica o buscar una respuesta positiva y acertada para dar vuelta la página o superar el obstáculo.

Esta vez fue el turno de la otra rubia, se levantarse de su lugar y abrazar a su antigua pareja. Aquel abrazo le sentó a ambas por igual tan distinto, tan puro como oportuno. Al estar en brazos la una de la otra, les sobrevino en el peor de los momentos en que ambas sentían vacías sus vidas. ¡Compartían ahora simultáneamente el dolor de su pérdida!

─ Estoy aquí ─ fue el susurró que brotó de los labios de Misha que tragaba con dificultad y es que las emociones eran más fuertes que ellas mismas.

Solo un gemido es lo que se escuchó de la otra parte y se maldecía por lo bajo por ser incapaz de reponerse y ser ella, quién confortará a su esposa. Recompensándola de algún modo por no haber estado presenten cuando más la necesitó.

─ ¡Perdóname! ─ murmuró con dolor Alesia aferrándose más a ese abrazo como si su vida dependiese de ello.
─ No hables más ─ repuso Misha sabiendo muy bien lo que estaba sintiendo la Condesa. ─ Tiempo al tiempo…Alesia.

No hubo respuesta verbal de su parte pero si un movimiento de cabeza que consentía la petición que le hiciera su aún consorte.

Por su parte, ambos padres observaban la escena tomando conciencia de que ahí había sucedido algo terrible para tener a su hija en ese estado y a juzgar por la forma de comportarse de su nuera no quedaba duda alguna que estaban en presencia de algo mayor.

─ ¡Por favor tomen asiento y beban algo tibio! ─ suplicó sin más Mariana.
Ambas rubias, rompieron el abrazo y se quedaron viendo unos segundos. Justo le dio chance a Misha para limpiar los ojos de la otra de las lágrimas que se resistían a dejarla.
─ ¡No más de esto! ─ dijo Misha. ─ Hemos tenido bastante y el precio que pagamos fue suficiente para seguir dejando que nos roben lo poco que nos dejaron.
─ ¡Tienes razón! ─ admitió al fin Alesia. ─ Es tiempo de ponerse de pie y con la frente en alto. Debemos demostrarle que nunca tuvieron razón.
─ Estoy dispuesta a intentarlo si tú lo haces conmigo ─ confesó abiertamente Misha siendo valiente por primera vez.

Le bastó verla, con su semblante demacrado y con lo que le confesaron los padres de su esposa para sentir la misma necesidad que tuvo la primera vez que admitió estar enamorada de Alesia para volver a estremecer su mermado corazón y casi seco mejor dicho. Ni siquiera el día que le pidió el divorcio o su libertad la vio tan vulnerable o abatida como estaba en ese momento. ¡Quizás milagro! O no, pero volvió a sentir ese anhelo de creerle y dejarse amar hasta olvidar su propia razón. Dejar de lado esos malditos miedos, la inseguridad y dudas que le sobre saltaban con cada paso que daba. Sin embargo, ahí estaba nuevamente esa sensación tan extraña, tan poderosa, tan cálida y dominante que la hacía ser tan vulnerable a esos encantos y que encendía con su fuego a ese corazón que se negaba a dejarse amar por su par. Su género.

─ No te quepa la menor duda de que deseo fervientemente estar a tu lado hasta el fin de mis días ─ aseguró con vehemencia Alesia que seguía derramando lágrimas ya no de pena sino de alivio.
─ Entonces es hora de que tu familia sepa lo que sucedió en mi vida y el por qué decidí abandonarte ─ sugirió Misha viendo a sus suegros.
─ De acuerdo ─ consintió Alesia.
─ Michael…Mariana ¡Por favor tomen asiento! ─ suplicó Misha. ─ que le voy a decirles es lo más doloroso que he tenido que enfrentar.
─ Tú dirás ─ instó el padre de la Condesa. ─ Dinos ¿Qué sucedió contigo?
─ La mayor de las desgracias ─ comenzó por decir Misha, que ya había tomado asiento junto a Alesia y quién le tomó su mano con la suya y mutuamente se dieron valor para continuar con la conversación.

Sin duda que le escucharon decir a la joven Dorwen les sentó tan mal como les sorprendió de sobre manera. Estaban tan atónitos de escuchar de labios de la rubia las barbaridades que fue capaz de caer el juez. Por más que trataron de mantenerse calmos y que otras tantas veces pasaban sus manos por la cabeza en el caso de él y apretar tan fuertemente la servilleta de paño en el caso de la madre. No pudieron resistirse a la congoja y dolor que les provocó saber que habían perdido a su primer nieto a manos de esos desalmados.

Las lágrimas inundaron por igual ambos semblantes y la garganta se cerró por unos segundos por el dolor causado. Ahora se hacían a la idea por qué la reacción de su hija mayor. Si incluso ellos sintieron la necesidad instantánea de cobrarse revancha.

Fue la una plática cargada de una verdad letal y brutal. Los minutos se volvieron casi una agonizante hora en que el silencio, el llanto y el dolor volvieron adueñarse por completo de todo.

Después que desahogaron sus emociones y de intentar llamar a la lucidez. Quedaron en retornar al palacio ese mismo día y poner en conocimiento a los demás miembros de la familia. De asumir por partes iguales un compromiso de recibir ayuda Psicológica para ambas chicas y un de un terapeuta de familia para sobre llevar ese dolor y comenzar a dar vuelta la página.

Fue así que los cuatro luego de beber a medias lo que se podía porque jamás desayunaron porque las ganas fue ahuyentada por la congoja y la inapetencia. Mandaron llamar al chofer para que los recogiesen y evitar ese largo trayecto de vuelta a  casa. Sin duda que ninguno estaba emocionalmente apto para conducir.

Llegaron a casa en completo silencio y tras ser recibido por los hijos menores del matrimonio. Fueron puestos de inmediato en conocimiento de la situación entre Alesia y Misha. Sin duda que la confesión pillo desprevenidos a los dos menores que tuvieron que asumir de golpe la realidad y guardarse sus impresiones con respecto a la joven Dorwen.
Momentos más tarde todos reunidos en el despacho, Michael relató lo sucedido que llevo a la separación de la pareja y las consecuencias de afrontar la pérdida de ese miembro de la familia no nacido. Aquello fue realmente chocante y fue manejado de una forma distinta por el progenitor que trató se suavizar el impacto y no provocar un agudo dolor de lo que fueron presas ellos mismo.

Tanto para John  como para Alexandra fue impactante y desconcertante enterarse de lo sucedido que permanecieron en shock por un buen rato hasta que la propia Alesia, les solicitó que apoyasen a su esposa. Ambos jóvenes no solo lo acordaron sino que se disculparon con Misha por haberla juzgado tan a la ligera por el abandono de su supuesta amistad.

Más tarde se llamó a toda la servidumbre y Misha fue presentada por la propia Alesia como su esposa y solicitó respeto y lealtad para con ella. Nadie dijo nada porque no era competencia de ellos aprobar o no una situación como esa. Ellos eran los señores de la casa y se hacía lo que su voluntad requería.

El día continuó con sus labores de siempre y algunas pocas doncellas estaban arreglando la nueva alcoba que solicitase la Condesa y se aprestaron en atender a su joven esposa de la mejor manera posible que les permitía su condición.

Al día siguiente fue algo confuso por tener que acostumbrarse a convivir con todo lo sucedido y de paso, tomar nuevas decisiones que traerían nuevos rumbos en la vida familiar.

Llevaba horas sumida en sus pensamientos y a pesar de comenzar hacer los cambios necesarios en su vida de familia. Aún le costaba sacarse el manto de perplejidad y luto que llevaba en su corazón.

─ ¿Qué me dices Alesia? ─ preguntó Michael.
─ ¡Disculpa Padre! ─ dijo la Condesa. ─ No estaba pendiente de lo que me decías.
─ Me lo parecía hija mía ─ coincidió éste. ─ Es necesario tomar cartas en el asunto y saber el paradero de tu hijo o lo que fue de él.
─ Lo sé ─ afirmó una pensativa Alesia. ─ Deberé hablar con ese animal nuevamente y sacarle información.
─ De ningún modo lo harás por mucho que seas  la madre ─ sentenció Michael. ─ A ese hombre lo tratare yo personalmente, Ya has tenido suficiente de él.
─ Pero me asiste el derecho de saber en qué lugar descansa mi hijo ─ refutó Alesia seriamente. ─ Necesito darle sepultura en el panteón de la familia como lo merece. Y no van a privarme de ello aunque tenga que flagelar a ese mal nacido.
─ ¡Deja que yo me encargue del juez Dorwen! ─ demandó su padre. ─ Tengo de mi parte el motivo por que confesará de inmediato.
─ Padre ese hombre debe pagar su crimen ─ masculló con rabia Alesia. ─ Asesinó a mi hijo, tu nieto. No esperes benevolencia de mi parte porque no la tendrá y aunque tenga que llevarlo arrastras sabré el paradero dónde descansan los restos de mi hijo.
─ Él ira a la cárcel no tengas duda de ello ─ mencionó Michael. ─ No habrá poder en el mundo que lo salve y gastaré todo el dinero e influencias que sean necesarias para hacerlo pagar por su delito. Pero ahora te pido que me dejes a mí hacerme cargo de él.
─ ¡Está bien padre! ─ cedió Alesia viéndolo con molestia. ─ Pero de no hacerlo,  yo misma le haré sentir lo que se siente lastimar a un ser indefenso como un bebe. Y te aseguro que ese infeliz hablará de una forma u otra. Le perdoné la vida aquel día sin siquiera imaginar que era el asesino de mi hijo. Que había sido capaz de quitarle la vida a su propia sangre, su nieto. ¡Es algo que jamás le perdonaré! Y no voy a descansar hasta verlo en la miseria más grande.
─ Hija mía, tendrás tu revancha muy pronto ¡Ya lo verás! ─ repuso Michael. ─ Ahora vela por recuperar tu matrimonio y sanar las heridas de esa muchacha que no tuvo la suerte de tener una familia que le apoyase. En cambio tú, nos tienes a nosotros que estaremos contigo siempre.
─ Gracias ─ fue lo que murmuró a duras penas Alesia al palpar la fidelidad de los suyos.
─ Somos una familia ante todo ─ afirmó Michael. Abrazando a su hija.
─ Gracias por apoyarme, Padre ─ dijo conmovida Alesia.
─ Ahora debo dejarte porque iré a Londres a buscar respaldo legal y pedir audiencia con su majestad ─ confesó Michael. ─ Es hora de poner en evidencia a este inmundo juez y quitarlo de escena y de la faz de la tierra.

Padre e hija estuvieron inmersos unos segundos más en el abrazo hasta que el progenitor rompió el contacto y se dispuso en marcharse.

Por su parte, la joven levantó el auricular y marcó a…

─ Kat ¡Buenos días!  ─ saludó Alesia
─ ¡Buen día Alesia! ─ respondió ésta al otro lado de la línea.
─ Necesito que traigas a Wilson acá en el estado que se encuentre ─ ordenó Alesia. ─ Necesito sacar información y saber si hay más personas involucradas en la extorsión que sometieron a Misha.
─ Como tú digas ─ respondió Katherine. ─ Te advierto que está a bien mal traer. Les diré a los hombres que lo lleven contigo.
─ No me preocupa su estado en lo más mínimo ─ adujo con soberbia Alesia. ─ Solo me interesa descubrir toda la verdad y la obtendré al precio que sea. No seré indulgente con ninguno que sea responsable del sufrimiento de mi familia.
─ Bien ─ dijo escuetamente Kat que sabía de sobra que aquel viejo compañero de universidad estaba en problemas.

Había hecho enojar  en demasía a su amiga de infancia, colega y compañera. Y las consecuencias de su extorsión las iba a pagar carísimo.  Cortó la llamada y quedo pensando un poco al respecto.

─ Cometiste el peor de los errores al cruzarte en el camino y en la vida de Misha y ahora vas sentir en carne propia lo que es capaz de hacer Alesia cuando se enoja ─ dijo para sí, Katherine. ─ Eres cómplice de un crimen y te van a faltar días para  suplicar perdón.

Ciertamente la joven Raymond estaba en lo correcto. Nadie puede imaginarse siquiera de lo que es capaz un ser humano por los suyos y cómo una persona alegre y tranquila puede convertirse en tu peor pesadilla y ser casi tu juez y verdugo. Las manos estaban manchadas con sangre por parte de Brandon como Bastián y el precio a pagar estaba por caerles encima de una manera implacable.

Sin embargo, esto no iba a terminar ahí, porque esos dos hombres fueron tan solo títeres en manos de la verdadera gestora de la desgracia de la Condesa de Bringston…

─ ¡A tu salud Alesia! ─ susurró una pelirroja bebiendo brandy. ─ Por lo que no fue…Tu hijo.

Este capítulo fue escrito bajo el tema de TRY  de Pink.


4 comentarios:

elisiem dijo...

aaaayyy por Diosss, que fuerte!!! °.° °0°, gracias por los capítulos, levante la mano quien también quizo llorar, yooooo, muchas felicidades por esta escritura tan genial, que transmite muchas emociones, hasta la próxima y felices fiestas, un abrazo desde México

Sayuri dijo...

Pelirroja del demonio!! Es satanas en persona!

gwen1991 dijo...

He llorado con estos 2 capitulos emocionantes y te pido por favor que actualizes mas esta historia que esta en los momentos cruciales y mas interesantes, no la abandones por tanto tiempo ponle mas empeño a la actualizacion seguido de esta por favor.
Feliz navidad y prospero año nuevo para ti desde Panamá.

SEMA dijo...

Gracias por el combo doble de capítulos de en aras del pasado y más por centrarte en Alesia y Misha, realmente estuvieron bien interesante y es seguro que seguirán así. Que tengas feliz navidad y próspero año nuevo, saludos desde República Dominicana

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