mujer y ave

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jueves, 6 de marzo de 2025

En el precipicio, II parte

 

Capítulo 26 En el precipicio, con la verdad por delante. II parte.

Después de haber sido convocada por su señora tal como le informase aquella empleada a Vidal, se apresuró en acabar con su objetivo antes de ir al encuentro con su dominatriz. Hecho un vistazo rápido al mensaje que había dejado listo al momento de ser interrumpida y tras comprobar que todo estaba como necesitaba lo envió a su destinataria y elevó una plegaria para que todo saliese como necesitaba.

A los segundos, ya estaba en el corredor de aquella casona, porque eso era en verdad casi un chalé en las dimensiones y cantidad de habitaciones.

Al poco andar vio una silueta conocida de espaldas a ellas y se fue acercando hasta entrar de lleno en aquella sala de estar o mejor dicho salón, lo más acorde a ello. Descuidando un hecho muy relevante como es estar consciente de tu alrededor.

—Lucía — dijo Patricia sorprendida al toparse de frente con su amiga y compañera.

—Pati — repuso ésta viéndola sin mucha sorpresa.

—¿Qué haces acá? — preguntó Patricia sin reparar en absoluto en lo que estaba enfrente de ella y solo centrada en la presencia de la otra mujer únicamente.

—fui citada por ella (refiriéndose a Bezanni) — señaló Lucia viendo al frente. — Mejor dicho, por todas ellas.

De inmediato aquellos ojos almendrados se enfocaron en la dirección correcta y frente suyo. Ahí fue la mayor de las sorpresas para Vidal al comprobar que delante de sí, estaban sentadas las seis dominantes que conformaban esta familia tan particular. Cuyos rostros eran la cúspide misma de la inexpresión y solo su postura física hablaba de contención y rigidez, sinónimo para ellas (parte sumisa) de estar frente a mujeres contrariadas por no decir molestas.

—¡Rayos! —musitó Patricia al contemplar en especial a su señora. — fue una trampa para hacerte venir.

—Más que eso mi querida Pati — indicó asumida Lucía viendo directamente ahora su compañera. — nuestro despido las incluyó a todas y la petición de reunirse nos vuelve a enfrentar nuevamente en el mismo escenario. Es algo que debíamos haber previsto.

—Es el precio que pagar — convino finalmente Patricia. —¡Carajos!

—¡Ya está hecho! — asumió Lucía viendo directo a los ojos de quién fuera su señora. — No hay vuelta atrás para nosotras.

—¡Exactamente! — fue el turno de intervenir de Catalina que les indicó que se pusieran en el centro. — Y nuevamente seré quién lidere está reunión.

—Bien — aceptaron sin mucho que hacer ambas mujeres.

—Están conscientes ustedes dos que han aceptados por voluntad propia volver a ocupar su posición en esta familia — instruyó Catalina paseándose delante de las dos mujeres. — y todo lo que ello implica en cuanto a deberes, respeto y lealtad.

—Sí — respondió Patricia sin más que decir.

—¿Y de tu parte Lucía? — apremió de inmediato Minard sin dejar chance a duda alguna.

—Seré muy honesta con todas ustedes — respondió Quiroz dejando ver que esta versión era muy distinta de su pasado. — no fue mi intención llegar a esta instancia porque tuve un motivo de peso para dejar esta vida y la única motivación ahora era satisfacer una pregunta que tengo como madre y por lo visto está muy lejos de que se me permita llevar a cabo mi cometido.

—Responde lo que se te preguntó Lucía — exigió Catalina siendo enérgica e intransigente. —No pretendas cambiar nuestras normas solo porque haya pasado el tiempo y ahora seas madre. No hay garantía alguna de que una sumisa no asuma su lugar ¿nos entendemos?

Los ojos de Quiroz se empequeñecieron ante la reprimenda y mordió su paladar en el proceso ya que le sentaba fatal estar en esta posición nuevamente. Buscó la forma de calmar sus emociones al máximo y solo la mirada de su mejor amiga le vino a dar esa tranquilidad.

Esa complicidad no pasó desapercibida para ninguna de las dominantes ahí presentes ya que volvían a constatar el vínculo que ambas tenían era muy fuerte y estrecho. Tendrían que manejar muy bien la situación para desarmar aquella coraza inexpugnable que habían forjados esas dos mujeres.

—Lucía — llamó Catalina nuevamente.

En el acto aquellos ojos grises se enfocaron en la dominante y decidió zanjar cuantos antes lo cuestionado.

—Sí entiendo tu mensaje, Catalina — respondió Lucía sin ceder mucho.

—Responde mi pregunta como es debido Lucía — amonestó otra vez Minard.

—Asumiré lo que ello implica, aunque no me guste — replicó Lucía sin más rodeos.

—Rectifica tus dichos — no aceptó los términos la dominante.

Miles de improperios pasaron por la mente de Quiroz, pero ninguno de ellos salió a la superficie y nuevamente fue sosegada por la mirada de Vidal.

—Acepto sus términos — repuso Lucia desviando la mirada.

—¡Mírame cuando te estés dirigiendo a mi o a mi familia! — ordenó en seco Catalina acercándose a dos pasos de la mujer.

En el acto la orden fue acatada, con la salvedad que sus ojos eran un cúmulo de emociones a punto de explotar.

—¿Qué desea? — fue la pregunta de Lucía sin nada de emoción en el timbre de su voz.

—Has cambiado Lucía, claramente no queda rastros de aquella jovencita — refutó Minard y ahora viendo de soslayo a cierta rubia dominante. — Lastimosamente, no me corresponde enseñarte modales y será tu señora quién cobre esta afrenta Quiroz.

—Será como usted ordene — simplemente asumió Lucía bajándole el perfil a la situación.

—Bien — aceptó por su parte Minard. — reafirma tu respuesta entonces.

Unos, dos y tres suspiros mentales para tomar valor y paciencia de parte de la susodicha.

—Asumo las implicancias de lo que significa solicitar esta reunión — admitió finalmente Lucía cansada a su vez.

—¡Excelente! — adujo Catalina. — ahora, aceptan el derecho al dominio de Calixta y Pía sobre ustedes como sus señoras.

—Aceptó a Calixta como mi señora y mi dominante — respondió Patricia que a esas alturas ya lo era y que ahora por asunto de respeto se hacía delante de la familia.

Bezanni por su parte no dejo de ver a su sumisa y lo que esta mujer significaba en su vida, solo un poco más y lo tendría todo como debió ser desde un principio.

A su vez…

—Acepto el derecho a dominio de Pía como mi señora nuevamente— asumió finalmente Lucía.

Con la afirmación de parte de su antigua sumisa, Calladrie, sintió reverberar viejas emociones que mantuvo a raya por muchos años. Este era el momento que más había esperado y se le ofrecía en bandeja de plata a sus pies.

—Perfecto — consintió satisfecha Minard y viendo al resto de sus compañeras, agregó. — ¿aceptan ustedes este compromiso?

Estas palabras iban dirigidas hacia quienes fueron sus dominantes y que hoy guardaban silencio dado que en este mundo del sado y acuerdos hay códigos y ciertos protocolos a seguir. Quién preside una reunión de este tipo es la voz cantante (jerga chilena) u oficiante, que tendrá la misión de exponer los hechos, hacer los cuestionamientos pertinentes y pactar los acuerdos plasmándolos en algunos sellos (contratos, anillos y collar. Siendo este último el símbolo del compromiso oficial ante la comunidad, círculo o en este caso familia) es un acto de connotación íntima y privado por ello el celo en mantenerlo alejados de las miradas indiscretas, morbosas e ignorantes de la sociedad.

La pregunta tal como se mencionó anteriormente buscaba el consentimiento de la parte dominante junto con requerimientos que se pudiesen solicitar al igual que deberes que deben asumir al momento de sellar el acuerdo ante el oficiante. Para ello, generaliza la pregunta dirigidas a todos los presentes, en este caso, la familia. Cada uno de ellos debe dar su consentimiento bajo la figura que ejercen en el mundo del sado.

Como lo apreciaremos a continuación…

—Yo, Magnolia (veneno) estoy de acuerdo y respaldo este compromiso. — Decretó su derecho Martina.

—Yo, Draniia (dama helada) respaldo y acepto este compromiso — fue el derecho de Ariana.

—Yo, Ehnor (látigo) acepto y respaldo este compromiso — emitió su derecho Alexandra.

—Yo, Arlequín como oficiante acepto y respaldo plenamente este compromiso — ejerció su derecho Catalina. — Las cuatro aquí presentes atestiguamos la seriedad de este acuerdo y dejamos bajo sus cuidados a estas dos sumisas y pedimos que se pronuncien de acuerdo con las normas que rigen nuestro señorío.

La familia había consentido la petición de parte de Patricia y Lucia a reunirse con sus antiguas dominantes y les correspondían a ellas ejercer su derecho y reclamo.

—Yo, Aeryl (Sol) ejerzo mi derecho a reclamo sobre la persona de Lucía y todo cuanto ello implica y asumo la responsabilidad de hacerme cargo de atender todas sus necesidades y velar por su bienestar. E incluyo potestad completa y absoluta sobre su familia y pido celebrarlo por contrato — asestó el golpe de gracia y sin miramientos de parte de Pía.

Esta implicancia de parte de Calladrie fue un verdadero balde de agua fría para Quiroz que no contaba con un hecho de esa naturaleza.

—¿Qué rayos pretendes? — rebatió al instante Lucía que olvido por completo todo.

—No se te permite hablar Lucía cuando está hablando tu señora — amonestó severamente Catalina. — Te recuerdo que has convenido un acuerdo con nosotras y te exijo el respeto debido. Cuando finalice el consentimiento de parte de sus dominantes, se te permitirá a ti y Patricia expresar sus deseos, pero antes tendrán que asumir un pendiente que dejaron sin resolver las dos.

¡Ahí estaba el punto de inflexión! Y era lo más temido por aquellas dos sumisas al escuchar los términos de parte de Calladrie y no tenían la menor duda de que iban por todo. Realmente ambas mujeres habían cometido un error fatal y todo por cuanto lucharon para proteger.

A duras penas podía sostenerse en pie sin ponerse en evidencia de que estaba terriblemente afectada y por más que deseaba salir de aquel lugar ya no podía. Era muy tarde para ella y más porque sentía el peso de la mirada de aquella rubia dominante en forma asfixiante.

«¡Mierda! esto no puede estar ocurriendo ¿qué hemos hecho Pati? Nos tienen en sus garras y no nos van a soltar» se lamentó con impotencia Lucía.

Y estaba en lo correcto Quiroz habían sido llevadas hasta el final del camino y a sus espaldas estaba el precipicio. No tenían escapatoria alguna.

—¡Luc! — llamaron.

No hubo respuesta a…

—¡Lucía! — volvieron a insistir.

Nuevamente no hubo respuesta ya que aquella mujer no estaba prestando atención a nada porque estaba sumida en sus pensamientos que le estaban jugando una mala pasada.

Hasta que…

—¡Lucía! — se escuchó de lleno frente a sus ojos.

Fue inevitable el sobre salto de Quiroz que la desconectó por completo sobre esa avalancha negativa de pensamientos.

—Pía — musito Quiroz frente a esos ojos azules que la veían fieramente.

—Aceptaste los términos y condiciones que te solicitó Arlequín y me has dado carta libre para reclamar mi derecho al dominio sobre ti una vez más y te garantizo que cumpliré con mi cometido — demandó implacablemente Pía. — Esta vez Luc, no voy a permitir que evadas tus deberes para conmigo y aprenderás lo que significa el respeto y lealtad para con tu señora ¿estamos?

Los temblores en la barbilla de Quiroz dejaron en evidencia el pavor que le entró al oír a su dominante y más tras esa gélida mirada que le estaba dando. Eran como cientos de azotes a su ser interior.

Cerró sus ojos momentáneamente para recomponerse y no darle motivos a su señora para que los usará en su contra.

—Sí — fue todo lo que atinó en responder.

—¿Qué soy para ti? — cuestionó duramente Calladrie.

—Mi señora — respondió sin más Lucía.

—Entonces responde apropiadamente como te corresponde Luc — espetó Pía alzándole el mentón. — O tendré que volver a educarte y sabes lo que implica para ti.

—Lo sé, señora — repuso Lucía.

—Una vez que termine la petición de Calixta, sellaremos nuestro acuerdo con el símbolo que nos unió en el pasado ¿entendido? — demandó la rubia dominante.

—Sí, mi señora — asumió Lucía que no veía como revertir aquello.

—Bien — repuso Pía que dirigió sus pasos para retomar su lugar y viendo a una de sus compañera, añadió. — Puedes continuar.

—Gracias — contestó Minard y fue de lleno a. —Tu turno, querida.

Tal como dijese la dominante, era el momento de la última participante en expresar sus requerimientos.

—Yo, Siren (sirena) declaro ante mi familia que he asumido mi derecho al dominio sobre Patricia mediante contrato y símbolo ejerciendo potestad que rige desde ayer — señaló Calixta viendo directo a los ojos de su sumisa. — y demandó celebrar por contrato una última clausula en la cual me comprometo en atender las necesidades y el bienestar de Laura y Carlina, ambas hijas de Patricia y exijo ante ustedes la figura legal que me asiste y busco la verdad de parte de mi sumisa.

¡La suerte estaba echada para aquella sumisa! que cerró sus ojos tras oír los requerimientos de parte de su dominatriz. Le quedo claro que sus acciones pasadas no quedarían impunes y habían sido orilladas a una situación de la cual no tendrían como eludir. Ella no se engañaba. La hora de la verdad había llegado para Lucía y ella. Un pasado que amenazaba con devorarlas a ambas por igual. Aunque había hecho una promesa temía que no podría sostenerla por más tiempo y las acciones que tomó su señora se lo había anticipado. Ahora, era cuestión de tiempo en que se desencadenaran los hechos y las fichas cayeran una a una.

«Calixta me venció» asumió Patricia.

Nuevamente el escenario había cambiado para dos mujeres que a sabiendas fueron en busca de proteger lo más importante para ellas sin ningún otro afán que no sea velar por los suyos. Lo que no dimensionaron o les faltó mayor meditación en que las acciones tienen una repercusión a corto o largo plazo con un resultado favorable o adverso dependiendo de tu propósito. En pocas palabras lo que hagas hoy será tu tumba o paraíso a futuro y en el caso de ambas sumisas se estaba presentando con un rostro adverso.

Lucía y Patricia estaban en problemas ya que no tuvieron la más mínima oportunidad de volcar las cosas a su favor y salirse con la suya cuando en el pasado se cometió el error que las pasaba factura ahora.

«Hicimos una promesa entre las dos que nos costó toda la ilusión de nuestra juventud ¿y para qué? Para terminar 21 años más tarde perdiendo irremediablemente» se recriminó Lucía con la mirada clavada en la alfombra a sus pies.

«¿Con qué derecho buscan remover lo que en su minuto rechazaron? ¡Maldita sea! ¿qué ganan ahora? Si supieran que fue él, el único que realmente se preocupó por nosotras ¡Esto es una broma horrible!» se lamentó con pesar Patricia también con la mirada perdida.

Y de pronto alzaron ambas las miradas y se buscaron entre sí, unos ojos almendrados frente a unos grises no dejaron de verse trasmitiéndose sin palabras su sentir. Han sido años de complicidad y manejan un lenguaje corporal cuando las palabras no deben salir por diferentes razones y hoy era una de esas ocasiones. Una muy cargada situación que las enfrentó con el manto de sombras de su mayor temor, injusto o no según sus impresiones, estaban viviendo la otra cara de la moneda y ahora serían ellas, las que sentirían el peso de sus acciones. Sin dejar de verse entre ambas y bullendo en oscilantes emociones no pudieron evitar que una lágrima se desprendiera de los ojos cada una y rodará tan lentamente que parecía en cámara lenta y sería el único canal que dejaría salir aquel cúmulo de sensaciones: tristeza al comienzo, decepción, dolor, rabia y al final una inequívoca vena de…Rebeldía.

«Esto no acaba todavía» al unísono repitieron mentalmente ambas mujeres.

Esta sensación de déjá vu golpeó como una tromba marina golpeando los labios del mar en la presencia de todas las dominantes en aquella sala al presenciar la escena que les recordó el hermetismo que se sumergieron ambas sumisas hace 21 años. Y el ánimo reverberó ahora más potente que en el pasado. Estaban lejos de…

 «Ni creas que te lo permitiré nuevamente …Luc» masculló una feroz Calladrie que ya se levantaba del sofá para iniciar su cometido «Dos veces una misma táctica no funciona conmigo, encanto»

Por su parte…

«Es hora de cortarte las alas definitivamente…Pri» siseó Bezanni irguiéndose de su lugar y con una mirada en llamas en pos de su sumisa. «Te voy a demostrar que no estoy jugando. No volverás a irrespetarme nunca más en tu vida»

A su vez…

Las restantes dominantes se preparaban en cortar las salidas de escape tanto físicas como legales. Ellas iban a respaldar a Siren y Aeryl con todo y de inmediato se pusieron en marcha.

—Si creen ingenuamente que volverán a comportarse de la misma forma que hace 21 años atrás, es que están muy equivocadas ustedes dos — amonestó seca Catalina que se interpuso entre ambas para cortar su conexión y cortar la visión de ambas mujeres de su plan de acción. — Déjenme decirles que el tiempo no pasó en vano para nosotras y aprendimos la lección.

—Ustedes dos van a responder con la verdad por delante de una buena vez por todas — Demandó con firmeza Ariana que extrajo los documentos de su portafolio. — Y nos dirán ¿qué significa esto? ¿y con ayuda de quién?

No hubo tiempo a nada de parte de Vidal o Quiroz porque en cosa de segundos habían sido en vueltas desde atrás tomando ambos brazos y sujetados con firmeza por parte de sus señoras.

—Martina — llamó Calixta sosteniendo los brazos de su sumisa con bastante presión. — coloca las esposas ahora.

—Encantada, hermosa— consintió ésta sacando del estuche junto a si y viendo a Vidal, añadió. — No es nada personal chica linda, pero te has metido con mi familia y aquella noche te dije claramente que solo tendrías una oportunidad nada más y que te lamentarías después.

Ni una sola palabra salió de los labios de Patricia, en cuanto a lo esgrimido por Farkless y un brillo vengativo en la pupilas de sus ojos fue una advertencia para Magnolia y que le recordó la mirada de su pequeña y fiera gatita.

—Alexandra — citó Pía a su compañera y reafirmando su derecho sobre su posesión colocó una de sus piernas entre las de su sumisa y la inclinó un poco hacia adelante. — Has los honores.

—Por supuesto — respondió Mirelles que sacó el segundo par de esposas y las ajustó a las muñecas de Quiroz sin dejar verle. — Es por tu propio bien…Lucía.

—¡Aha! — masculló Quiroz con ojos centelleantes cuando fue enderezada y a pesar de sus circunstancias sacó a relucir su carácter y agregó. — Y tú no olvides mis palabras de hoy Mirelles, no te las dije por decir.

—¡Luc! — reprendió de inmediato la rubia dominante que jaló de sus cabellos con medida fuerza y apegada a su oído, siseó. —No es razonable de tu parte que me des más motivos para corregirte esta noche.

El iris de aquellos grises se dilató de sobre manera ante la amenaza y solo veían de mala manera a los ojos miel de Alexandra.

—Olvidé por completo la otra cara poco glamorosa de este mundo y que de romántico tiene la suela de mi zapato — masculló con enojo para sí, Lucía. —solo chiquillas estúpidas pueden creer que aquí encontraran lo que necesitan.

¡Bum! Fue el disparo enconado de parte de Quiroz y que provocó diversas impresiones en los egos de muchas de las dominantes ahí presente que constataban que no quedaba ni una sola hilacha de aquella jovencita que salió a divertirse junto a su mejor amiga, buscando satisfacer una necesidad que no podían encontrar en otros sitios. Unas precoces adolescentes que cruzaron caminos con este grupo peculiar de amigas y familia. Iniciando un camino de descubrimiento y esperanzas entre comillas para ambas y que, sin embargo, pagarían un alto precio por atreverse a ser ellas mismas.

—Realmente has cambiado — susurró dulcemente (peligro) Pía en su mejilla. — Y no quita el deseo que tengo de recordarte que lo disfrutaste plenamente mientras estuviste conmigo en este mundillo como sueles ahora decir tan despectivamente y si tienes ahora un mal sabor de boca es exclusivamente por haberte atrevido abandonarme. Te aclaro que es lo mismo a lo que me sometiste con tu partida y, sin embargo, tendremos todo el tiempo a nuestro favor para modificar esa sensación hostil que te acompaña. Te prometo que lo haremos mucho más placentero que en el pasado y más ahora, que nos une un lazo indisoluble de sangre y carne ¿no piensas igual mi querida shoi (mujer)?

—¡Pía! — exclamó descolocada Lucía ante el apodo y más, sobre la implicancia de aquellas últimas palabras.

—Ha llegado la hora en que me aclares ¿cuándo pensabas decirme sobre mis hijos? — preguntó de lleno y sin rodeos Calladrie.

La franqueza de la pregunta no fue brutal, sino que, directa, precisa y mortalmente hablando, una realidad más cruda que la misma vida.

Y sin tiempo a dar una respuesta a ello…

—Lo mismo quiero saber yo, mi desconsidera avecilla — fue el turno de Calixta de poner sobre la mesa sus cartas e iba por la verdad de una, asiendo firmemente la barbilla desde atrás de su sumisa — Te fuiste de mi vida sin decirme que Laura es mi hija ¿Por qué lo hiciste Pri?

Ese fue el golpe de gracia certero y abismal de parte de Bezanni y que al igual que Calladrie no le dejo escapatoria alguna para que guardaran silencio y decidieron tomar el toro por las astas y sorprender a sus sumisas con el conocimientos de los hechos. Ellas iban por las causas y quien estaba detrás de aquello. Llegarían hasta el final tal como mencionase Banzer y Minard anteriormente.

Decir que un cataclismo se dejó sentir es muy ambiguo u osado, simplemente es impresionante por decirlo del mejor modo. ¿Inesperado? Por supuesto para la parte sumisa que no contaban con que sus señoras ya estaban al tanto de esa información transcendental.

—¿Quién de las dos hablara primero? — fue el cuestionamiento de parte de Catalina.

—Y me explican esto — demandó Ariana mostrando documentos en mano. — Porque no serían tan cara dura para negarlo ¿o sí? Además de que vulneraron la seguridad de mi empresa y eso señoras está penado por ley.

—¡Oh no cariño! — espetó de una Calixta que corrigió la postura de Patricia levantando su mentón. — Enfrentarás esto con la misma valentía que lo hiciste a espaldas mías y responderás las preguntas de Ariana ¿estamos Pri?

—¿Por qué lo haces? — cuestionó Patricia que no entendía ahora su comportamiento.

—No es lo que se te preguntó…Pri — corrigió Bezanni.

—Ya tienes todo ¿Qué más quieres de mí Calixta? — contradijo Patricia que comenzaba a resentirse de haber vuelto a su vida. — Si ya sabes todo ¿qué buscas ahora?

—La verdad — fue la respuesta de la dominante.

—¿No ha sido suficiente para ti que te haya dicho las razones por las cuales me fui de tu lado? — cuestionó Patricia soltándose del agarre de su dominante y se giró para enfrentarla. — que buscas ahora humillarme más frente a tu familia ¿para qué? ¿venganza por lo que te hice? ¿con qué derecho me reclamas haberte ocultado lo de Laura? Cuando fuiste tú misma una semana antes que me enrostraste que no era apta para tener una familia contigo ¿lo recuerdas Calixta? La gran señorita Bezanni jamás pondría sus ojos en una mujer como yo.

—Pri — balbuceó con dificultad Calixta.

—¿No tienes palabras ahora para mí? — enrostró Patricia. — ¡Mírame Calixta! Estoy a tu merced al igual que en el pasado y, aun así, me atreví a buscarte para pedir tu ayuda para proteger a mi hija a sabiendas lo que implicaba para mí. ¿Quieres saber la verdad? Mejor dicho ¿quieren todas ustedes oír las razones?

—Patricia — esta vez fue el turno de intervenir de Lucía que intentó moverse, pero fue controlada por Calladrie.

—No intervengas Luc — demando Pía con emociones encontradas. —Ella debe responder.

—¡Oh no te preocupes Pía! — masculló una cabreada Patricia aguantando las lágrimas. — No necesito que Lucía me esté protegiendo todo el tiempo. Puedo hacerme cargo de mí misma y mis acciones ¿qué se creen ustedes? Porque tienen poder y dinero pueden pasar por encima de la dignidad de las demás personas. ¡No vine buscando su caridad, vine por mi hija para que no tuviese que pasar por lo mismo que yo pasé!

—Dime Martina ¿qué vas a ofrecerle a Laura? ¿dinero? porque déjame decirte que mi hija no te necesita para salir adelante por sí sola ¿familia? No lo vas a hacer porque ustedes detestan el compromiso que ello implica ¿amor? Realmente me lo cuestiono basado en mi experiencia. Ninguna de esas cosas es relevante para ti, pero si para Laura. Si no tienes nada que ofrecer déjala ir porque si la lastimas voy a gastar hasta mi último día de vida en hacerte pagar caro ¿me oyes Magnolia?

—En cuanto a ti Ariana, dicen que no hay peor ciego que el que no ve más allá de su nariz. Todo lo que te arroje ese informe es verdad y no te lo voy a negar como tampoco me voy a disculpar por haberme pasado tus normas de seguridad por el culo y puedes meterme presa si se te da la gana. Yo no me arrepiento de lo que hice y lo volvería hacer porque pude concebir a una hija a la cual amo con todo mi ser y es una muchacha extraordinaria.

—¡Tú! La gran Calixta Bezanni ¿qué puedo decir? El apellido pesa tal como me lo dijiste en una ocasión. No hacía falta que te hubiera dicho nada antes ¿Estoy equivocada Cali? ¿Quieres la verdad? Te la diré sin asco, mi padre no solo descubrió que estaba en una relación con una mujer, sino que halló el maldito certificado que decía que estaba embarazada de cuatro meses ¿qué crees que hizo? ¿felicitarme? No, hizo mi vida a cuadros a partir de ese día. ¿De quién es la culpa? Mía por haberme atrevido a tener ilusiones, esperanza en un mundo que no acepta las cosas raritas o lo insano como suelen decir.

—Solo te pedí una sola cosa ¿lo recuerdas? Estar a tu lado fue todo lo que te solicité y ¿me reprochas porque te abandoné? No querías ningún compromiso conmigo y menos con aquel bebé — descargó todo cuanto guardaba el corazón de Patricia Vidal. — ahora después de tantos años te lo pregunto ¿nos hubieras elegido?

 

Continuará…


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