mujer y ave

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sábado, 29 de agosto de 2015

Hablando desde el corazón y mi decisión final.


Capítulo 3 y final
One shot de las vueltas de la vida (Mariela y Carla)


Después de pasar por las cuatro semanas más desagradables de su vida. En las que tuvo que lidiar entre una escena de celos, luego; la indiferencia casi total en el trabajo y para rematar con la guinda de la torta; con el silencio y frialdad de su extraña relación sentimental, sí es que se le puede llamar relación algo que se mantiene en completo anonimato y a puertas cerradas. Sin contar que, no siempre se podían ver a escondidas y sólo era cuando aquella mujer así, lo decidía.

Habían sido 2 años de soportarlo todo, con el único propósito de poder estar junto a la mujer de la cual se enamoró a sabiendas que estaba completamente prohibida para ella, ya que era una mujer casada.



Desde el mismo momento en que la conoció, supo que no pasaría por su vida sin dejar huella ¡Y vaya qué lo hizo! Se enfrentaron a penas de conocerse y por dos años de comienzo, se llevaron fatal. Era tan tirante su relación profesional que no se soportaban verse sin atacarse, hasta que tuvieron la mala idea de desafiarse en el plano sentimental; mejor dicho sexual; que lo que se inició como una desafió de sometimiento entre una a la otra, terminó por enredarlas en lo que no debían que era su corazón y terminaron enamorándose. Lo que conllevo a destruir un matrimonio, un alejamiento de la familia, amenazas e insultos por parte del esposo y acabó con el nacimiento de un niño que fue aborrecido por su padre desde el mismo instante en que fue concebido.

Sin duda que todo aquello, no era digno de enorgullecerse por parte de ambas. Y es que ambas mujeres sabían que habían hecho mal las cosas y las consecuencias de sus actos, trajo un torbellino de caos, que por poco les cuesta un verdadero colapso nervioso.

Cuando las aguas se calmaron un poco, su constante interacción basada en frases cargadas de ironía, constantes reclamos disfrazados de sarcasmo y el fallido intento de enfrascarse en una relación con un hombre, conllevo a que nuevamente terminaran cediendo a la presión a la que sometieron a sus corazones y éstos, le pasaron la cuenta, logrando que sus sentimientos salieran a relucir una vez más y acabasen juntas una vez más, pero con la diferencia que nadie debía saber que ellas mantenían una relación de pareja y solo la de jefa y empleada.

Tras tantas cosas por las que debieron enfrentar, terminó por hacer mella en una de ellas y estas cuatro semanas, después de analizar muchísimo las cosas y darse cuenta que nunca tendría algo serio con la mujer que amaba. Decidió cortar por lo sano e iba a dar un paso al costado y buscaría el camino para alejarse definitivamente de ella y para ello, estuvo realizando consultas con sus padres y presentando sus antecedentes personales en otras empresas para poder concretar su anhelo de alejarse de ella y comenzar una nueva vida.

Fue así, que por cosas de la vida, suerte o cómo se le quiera llamar. Gracias por un lado a lo sucedido con su mejor amiga y colega de trabajo, se vio envuelta en un viaje relámpago a su tierra natal y camino de concretar su tan anhelado deseo de comenzar una vida sin la presencia de Mariela Sopric.

Siendo las 8:45 de la noche, llegaron a Coihaique y una vez que tomaron un taxi para llegar a casa de los padres de Florencia. Ésta, se dispuso enseguida en llamar a su antiguo jefe y concertaron una entrevista para ambas al día siguiente a primero. De este modo, las cosas comenzaban a darse para la joven contadora y su propósito de rehacer su vida. Aunque ello le significará, romper su corazón al alejarse de sus dos amores: de la Arquitecta y de su pequeño hijo Benjamín, porque eso era el niño para Carla, suyo. El hijo que fue concebido pensando en ella y tuvo esa certeza desde el mismo instante en que lo tomó en brazos y el vínculo se cerró entre ellos y se hizo indisoluble al punto de saber cuando el pequeño la necesitaba o cuando estaba enfermo sin siquiera llamar a casa de la Arquitecta. Un hecho muy particular y peculiar. Un lazo entre madre e hijo.

A pesar del gran amor que por ambos profesaba, debía alejarse por salud mental y por el derecho propio a ser feliz. Y es como estaban las cosas con la Arquitecta, no había luces para cuando hacer un futuro juntas y debía volverse egoísta y pensar en ella un poco.

Y es que Carla, se quería muchísimo al punto de tener un ego muy grande por su persona. Sin embargo, lo marginó bastante con tal de dedicarle todo su cariño, tiempo, esfuerzo y más en procurar a la mujer que amaba. Aunque la balanza estuviese muy desequilibrada para un lado, lo que terminó por hacer estragos en su corazón; que se sentía desplazado y poco valorado por el objeto de su adoración.

De este modo a la mañana siguiente de haber llegado a Coihaique, estaba mentalizada en la entrevista que se llevaría a cabo en las instalaciones del holding Francés y en el momento que su mejor amiga le llamó para avisarle que ya estaba a punto de pasarla a recoger. No pudo evitar gastarles bromas y hacer que se incomodará con sus insinuaciones. Algo muy típico de la contadora.

Tras salir de casa para ir al encuentro de su colega y al momento de subirse a la motocicleta de la muchacha. Sintió un escalofrío recorrerle de pies a cabeza, pero no supo deducir el por qué. Solo aspiró profundo y arrancaron del lugar sin demora a la entrevista.

No obstante, lo que se pensaba que sería un día especial y lleno de buenos augurios para un futuro juntas, se volvió incierto de un momento a otro y es que en pocos minutos de llevar rodando por las calles de la ciudad y justo al llegar a una de las esquinas principales, se cruzaron con una camioneta y cuyo interior lo ocupaban nada menos 2 de sus jefas y entre las cuales estaba…Mariela Sopric en persona.

Casi se murió al cruzar sus ojos con los de la mujer que amaba y cuyo corazón retumbaba en sus oídos en ese momento y sintió como el tiempo paso en cámara lenta al enfrentar esos ojos verdes que también conocía.

¿Coincidencias de la vida?, ¿jugarretas del destino? O ¿cadenas que no se pueden romper?..Lo que fuese dejo con el corazón de la joven contadora muy contraído. Y por más que su compañera, trató de escapar con aquella moto de su también amor y novia. Terminaron por provocar la más loca y peligrosa carrera en un escenario de escarcha y humedad. Que les llevo a una encerrona que les provocó un pequeño accidente con su moto y que gracias al divino creador y a las maniobras de la joven Villar, no pasó a mayores.

Sin embargo, gatilló el enojo encendido en la contadora y reprendió duramente a Mariela, al punto de abofetearla ferozmente, movida por los miedos y sumado al dolor y decepción acumulados en su corazón, que la llevaron a reaccionar de esa manera.

Gracias a la oportuna intervención de la Arquitecta Almagro, ceso aquella agresión física, pero que no evitó que los reclamos surgieran de inmediato tras la confesión que hiciera ésta última sobre el divorcio de la Arquitecta Sopric, lo que generó la molestia absoluta de Carla y mandó al mismo carajo a Mariela. No obstante, fue ahí que Sopric, recuperó la compostura y decidió resolver definitivamente las diferencias con su mujer y se la llevó arrastrando a la camioneta y de ahí, al hotel dónde se alojarían.

Una vez que entraron a la habitación, Mariela, trató de armarse de paciencia y explicar lo sucedido y el por qué de sus decisiones. Más, todo intento resultó en vano, ya que Carla, mantenía una actitud de no tranzar en lo más mínimo y se cerró a escucharla. Ignorándola por completo.
Fue así, que momentos después llegaron Sofía y Florencia a la misma suite y al momento de entrar, dedujo que la situación seguía tal cual; con solo verle el rostro a su colega y mejor amiga.
No lo pensó dos veces y decidió intervenir una vez e hizo una sola pregunta a las dos; lo que las remeció hasta el infinito y al constatar ambas respuesta en ellas. Ser marchó junto a su novia a su habitación, ya que al igual que las otras dos, debían solucionar malos entendidos causado por Colomba Peters.

─ Carla ─ susurró Mariela.
─ Dime ─ respondió ésta, alzando sus ojos hacia la Arquitecta.
─ ¿Quieres escuchar lo que tengo que decir? ─ se atrevió a preguntar algo dudosa Mariela, jugando con sus manos.
─ ¿Serás sincera esta vez? ─ Contra preguntó Carla, escudriñando el rostro de Sopric. ─ O ¿te escudarás en que intentabas protegerme?
─ Car…la ─ murmuró dolida Mariela.

La contadora, no apartó sus ojos de Mariela y por primera vez desde que la conoció; pudo apreciar algo que jamás hubiese creído o imaginado siquiera…En la Arquitecta había inseguridad y temor de arruinar las cosas al tratar de explicar las cosas. Y ese silencio confirmó sus apreciaciones. Dejo pasar unos dos minutos a lo sumo y llevando su mano al mentón, reflexionó en lo que debía hacer por el bien de ambas. Exhaló una gran bocanada de aire para darse ánimo y se puso en pie y dirigió sus pasos hasta el sofá en que estaba sentada Mariela y extendió su mano hacia ella.

─ Todos en la vida, tenemos derecho a una segunda oportunidad ─ mencionó seria Carla ─ Si descubro que me mientes, será tu fin, Mariela. Y no esperes que Sofía, interceda por ti, porque no la escucharé.
─ Eres un tanto arrogante, ¿no te parece? ─ señaló Mariela, depositando su mano en la de Carla y alzando su barbilla con altanería, añadió. ─ Pero, no desaprovecharé esta oportunidad y acabaré con los malos entendidos entre tú y yo. Y no necesito que nadie me defienda, puedo solita hacerme cargo de ti.
─ ¡Yap! ─ exclamó de igual modo Carla y dejó que la Arquitecta la guiará al dormitorio. ─ Directo al grano Sopric y sin desvíos. Y de arrogante no me queda mucho contigo; de lo contrario hace mucho te hubiese abandonado.
─ Olvidaba lo directa y acida que eres por momentos, dulzura ─ soltó con un marcado sarcasmo Mariela, abriendo la puerta de la habitación.

Al momento de ingresar, la contadora, miró de soslayo a Mariela; que la dejo pasar primero. Con una mirada un tanto amenazante y al volver de frente, sus ojos grises se empequeñecieron un poco y se giró sobre su eje y clavó la vista en la Arquitecta.

─ ¿Qué estabas pensando en pedir un cuarto matrimonial? ─ preguntó sin miramientos Carla.
─ ¿No es obvio? ─ inquirió Mariela, cerrando tras de sí, y con seguro, asegurándose de no dar chance alguna.
─ ¿Qué es lo obvio para ti, Mariela? ─ indagó Carla ─. Porque hasta dónde yo sé, tú y yo solo tenemos una aventura ocasionalmente y cuando a ti te conviene.
─ ¡Auch! ─ exclamó con pica la Arquitecta, pasando su dedo por debajo de sus labios. ─ Eso dolió, querida mía. Y me permito recordarte lindura que hace unos años atrás, no tuviste queja alguna cuando pedí un cuarto como éste en nuestro primer encuentro. Y bien que lo disfrutaste.
─ De acuerdo; punto a tu favor ─ rebatió Carla y se medio vuelta y se fue derecho a la cama y se sentó en la orilla y desde ahí, continuó. ─ Reformularé la pregunta. ¿Qué pretendes ahora trayéndome aquí; cuando las cosas entre nosotras se han enfriado?
─ Respondiendo a tu pregunta, vida mía ─ comenzó con su alegato Mariela, que se acomodó en un sitial que estaba frente a la cama─. Si te traje hasta aquí con este tipo de habitación, es porque de mi parte; mis sentimientos por ti no se han enfriado como mermado en lo absoluto. Por el contrario, sigo tan enamorada como en un principio y este cuarto es el reflejo de lo que pienso y siento que debemos ser tú y yo de ahora en adelante…Un matrimonio.
─ ¡¿Así?! ─ Se mofó Carla, sin mostrar emoción u alegría con lo dicho ─ ¿Y por qué ahora? Esperaste mucho para insinuar tus verdaderas intenciones ¿No te parece? ¡2 años, Mariela!
─ ¡Uf! ─ exclamó con un resoplido la Arquitecta y prosiguió. ─ Realmente eres despiadada cuando te lo propones, Ramos.
─ ¿Perdiendo la paciencia, Arquitecta? ─ Se burló Carla, con una postura bastante desafiante─ No habla nada bien de la impertérrita Arquitecta Sopric que yo conozco.
─ ¡Estás siendo bastante desagradable! ─ rebatió en el acto Mariela, sin dejarse amilanar por la actitud hostil de su pareja. ─ ¿No te das cuenta que lo único que consigues es poner más obstáculos a nuestra relación?
─ ¡No me digas! ─ refutó de frentón Carla ─ y si vamos aclarar las cosas entre las dos. Comienza por explicarme qué tipo de relación tenemos según tú. Porque en todo este tiempo jamás he podido responderles a mis padres y hermanas qué somos. Así que, ¡Habla!
─ Ok. Me lo merezco ─ contestó Mariela, que se levantó y comenzó a caminar por la habitación─. Tienes todo el derecho de refregarme en el rostro; mi error de haber callado un hecho que yo creí que sería mucho mejor si no estabas al tanto hasta que pudiera resolverlo en tribunales y así, poder proponerte un futuro juntas.
─ No respondes a mi pregunta, Mariela ─ insistió Carla ─ Solo te estás excusando nada más.
─ ¡Mi Dios! ─ exclamó Sopric, deteniendo en seco sus pasos y giro sobre sus talanes, y le que viendo atónitamente ─. ¿Por qué están difícil hacerte entender las cosas cuando te pones en esa estúpida actitud?
─ Dejemos algo claro Arquitecta. ─ protestó de inmediato Carla ─ Querías hablar conmigo para explicar tus decisiones y lo único extra que yo te he pedido, es que me aclares el tipo de relación que tenemos o ¿es mucho pedir?
─ ¡No! ─ Casi lo gritó Mariela y recomponiéndose de inmediato ante la mirada reprobatoria de la contadora ─ Claro que no.
─ ¿Entonces? ─ instó Carla, expectante.
─ Quiero que sepas antes que nada. Que desde nuestra primera vez juntas, desee tener una vida en pareja contigo ─ reveló Mariela con la vista perdida en el piso─ Y en el momento en que me desperté a tu lado, me dolió mucho estar casada con Ricardo y no contigo. Hubiera preferido mil veces esperarte a conocerte que haberme unido a otra persona.

Desde esa primera noche, supe que eras la persona correcta y perfecta para mí. Tan distinta a mi esposo, no dejaste de hacerte notar y a pesar de saber que yo no era una mujer libre; te esforzarte por estar siempre presente, me sedujo verte conquistarme. Brindarme tu tiempo, tus caricias y por sobre todo tu amor.

Cuando me pediste que te entregara mi corazón porque deseabas ser su dueña, me sobrecogió de sobremanera ver lo importante que yo era para ti y que no dejarías de luchar por mí. Aquello me hizo ver que eras tú a quién necesitaba en mi vida. A quién me hiciera sentir amada y viva; y no ser una adorno para alardear con los amigos.

Cuando Ricardo, regresó de uno de esos tantos viajes; comprendí que ya mi corazón no sentía nada por él y solo quedaba un gran cariño y el peso de la conciencia de haberle sido infiel y de haberme enamorado de una mujer, consiguiendo que me sintiera culpable de saber que le causaría un gran dolor cuando supiera toda la verdad.

A medida que pasaba el tiempo, me desesperaba tanto no poder resolver las cosas y para mi desgracia, tú comenzaste a salir con un chico y al verlos juntos y ver cómo se besaban, creí morir de coraje. Y  los celos terminaron cegándome y dejé que Ricardo, se acercase a mí y fue el momento en que concebí a Benjamín. Pensando todo el tiempo en la mujer que amaba.

No fui capaz de verte a la cara después de eso e hice lo que estaba a mi alcance huir de ti y que no vieras en mis ojos la verdad de que te había traicionado. Cuando te había prometido que nunca dejaría que nadie más me tocara que no fueses tú.

Fueron meses de tristeza y soledad, por más que anhelará con toda mi alma verte y decirte lo mucho que te amaba, mi vergüenza pudo más y deje pasar el tiempo hasta que Casy y Sofí, me contaron lo que estaba sucediendo contigo y sin pensarlo dos veces fui a verte. En ese momento, no me importó nada mi estado, solo quería asegurarme de que tú estuvieras bien.

Cuando te vi, creí morir al ver que estabas sumamente delgada, demacrada y tus ojos estaban tan opacos y la culpa volvió a martirizarme por ser la responsable de tu estado de salud. Lo que sucedió después, lo sabes mejor que nadie.

Al alejarme del todo de la constructora y de ti, me hice el firme propósito de olvidarte y retomar mi vida junto a mi hijo. Pero, la vida me tenía deparada otra desagradable sorpresa y fue que al mes de nacido Benjamín, él vino para pedirme el divorcio porque no podía estar junto con una mujer que le fue infiel y que me atuviera a las consecuencia de que me quitaría todo y que jamás reconocería al niño como su hijo porque era de mi amante y que gastaría hasta el último centavo que tenía para encargarse que nunca pudiese estar contigo y que velaría para que ello no ocurriese.

No puedes imaginar el miedo con el cual vivía cada día de saber que en cualquier momento, Ricardo, pudiese materializar su amenaza y tú resultases lastimada por mi descuido. Noche tras noche despertada asustada de pesadillas en las cuales él te agredía. Fueron días horribles, en que solo mi familia conoció absolutamente la verdad y mis hermanos interpusieron una denuncia ante el juzgado y obtuvimos una orden de alejamiento y fue mi padre, quién viajo hasta Buenos Aires y lo encaró. Por mi hermano Damían, supe que papá lo amenazó en que si volvía a poner un pie en Chile, se encargaría de que nunca más volviera a ver la luz del sol y que no intentará hacerse el listo porque tenía contactos en todas las ramas de las fuerzas armadas y lo mantendría vigilado y se iba a convertir en su sombra, si llegaba a saber que estaba rondándome.

Después de eso, mis abogados, se encargaron de sacar adelante el juicio y la demanda de divorcio se cambió por una de nulidad matrimonial y se valieron del agravante de amenazas directas en contra mía y el de mi familia, hubieron testigos que avalaron las acusaciones y por ello, conseguimos después de casi dos años de litigio ganar y salvaguardar mis bienes patrimoniales, mis derechos y potestad de Benjamín. Además, de una compensación por daños y trastornos, lo que le llevó a entregar la mitad de sus bienes.

En ese sentido, mis padres fueron implacables con Ricardo y se valieron de cuanta amistad tenían en la corte suprema como en el de apelaciones. Consiguieron con ayuda de Sofía, cancelar los permisos de 8 de las firmas de multinacionales que tenían sucursal en Chile y que eran representadas por él, como gerente general. Quitaron el respaldo económico en la banca a sus empresas y como si fuese poco, mis padres como los de Sofí, retiraron sus acciones de todos aquellos negocios que tuvieran relación con mi esposo o su familia.

No hubiese querido llegar tan lejos, pero él, no tuvo ninguna contemplación conmigo al pretender lastimar lo que más amo en esta vida, como lo son tú y Benja. Jamás hubiese permitido que te lastimara aunque tuviese que vender mi alma y todo lo que poseo con tal de verte a salvo.

Carla, por más que te amase, mi deber era velar por ti en todas las formas posibles y no me arrepiento de ello y lo volvería hacer si fuese necesario. Pero con la única diferencia, que esta vez, estaría a tu lado en todo momento y hacerte ver lo mucho que te amo y lo importante que eres en mi vida como en la de mi hijo. Mejor dicho, nuestro hijo.

Aún cuando pudimos estar juntas nuevamente, tuve que mantener un amorío a escondidas contigo y no dejar que lo nuestro se supiera. No sabes, cuánto me dolía a mí, dejarte ir cada día en la empresa y verte con la mirada triste al marcharte a casa. Me partía el alma, ver reflejada esa decepción y la resignación que tuviste que asumir en que solo los fin de semanas pudiésemos estar juntas en tu departamento.

Fue doloroso no poder compartir como una pareja normal, con salidas a cenar, al cine o llevar a nuestro pequeño a lugares de entretención. Nos limitamos a salidas de supermercado nada más o algunos encuentros en que pudiésemos estar en más compañía, como los rallys y así, pasar desapercibidas ante los demás.

Cada día en que regresaba a casa al anochecer, tenía que ver como Benja, salía corriendo a mi encuentro y me preguntaba por su mami. No puedes imaginarte como dolía verlo buscarte con tanta desesperación y ver como se dormía en mis brazos después de llorar al no hallarte. Hubo ocasiones en que estando mi hermana en casa, tuvimos que llevarlo a la clínica urgente porque entraba en crisis y la fiebre le subía mucho. Fue horrible, verlo llamarte una y otra vez, mientras deliraba y el pediatra, nos aconsejó que buscásemos la forma de que el niño pudiese compartir más tiempo contigo y así, la separación no fuese tan dolorosa, ya que estaría viéndote más a menudo y se iría acostumbrando a que debía despedirse de ti al finalizar la visita.

Mis padres, me aconsejaron que llevara a Benja a la constructora y pudiese verte más seguido y por eso fue que lo viste a menudo por allá y pasar todo el tiempo en tu oficina, después de recogerlo en el jardín. Eso sí, no me perdonaba que el fin de semana no estuviese en el depa con su mami y las únicas veces que no pude llevarlo contigo por viajar al extranjero, me hizo unos berrinches tan grandes y que papá intervino y se lo llevo con él a la fuerza a Rapel y así, mantenerlo distraído pescando.

Muchas veces nuestras decisiones nos pesan ya sean para bien o para mal, por más que trates de mantener un equilibrio en todo o que todo esté perfecto y en armonía; es más una utopía decirlo que hacerlo, porque siempre habrá muchos que no queden conforme y otros tantos salgan disconforme con algo y como dice el sabio dicho: Es imposible ser monedita de oro para caerle bien a todos y pretender hacerlo es de tontos.

Lo que me lleva a justificarme; en que mis actos por un lado lograron su propósito de mantenerte a salvo, pero al anverso de la moneda consiguieron lastimarte más de lo que traté de evitar que hiciese mi ex esposo. ¡Vaya ironía de la vida! Al final de cuentas, fui yo, quién terminó por herirte.

¡En fin! No hay nada que pueda agregar o decir para borrar el dolor que te provoqué y por más que hubiese anhelado, no podía mantener una relación formal y seria contigo. Por más que me ha dado vueltas en la cabeza, ¿qué hubiese pasado si hubiese hecho lo contrario? Tal vez, hubiese sido distinto…No lo sé y adivina no soy.

La única verdad que puedo decirte desde el fondo de mi corazón es… ¡Siento haberte lastimado Carla! No sabes cuánto me duele ver en tus ojos la decepción y la desconfianza hacia mí. Daría todo lo que tengo con tal de que vuelvas a confiar en mí como aquella vez, en que me decías que dejarías tu vida en mis manos porque sabías que nada malo te sucedería, ya que confiabas plenamente en mí, aún con los ojos cerrados, nada malo pasaría porque yo estaba ahí para ti.

¡Lo siento tanto! No quise lastimarte, mucho menos a ti, Carla. A la única persona que amado más que a mi vida y a la que seguiré amando hasta la muerte, porque eres lo que mejor ha podido pasarme en esta vida. Contigo realmente conocí el verdadero significado de la palabra amar, con todas y cada unas de sus letras. Y es algo que jamás, de los jamases me arrepentiré.

Ahora, ya sabes los motivos por los cuales no podía tener una relación formal y estable contigo ante los demás. ─ fueron últimas palabras con las qué Mariela, justificó sus acciones ante la mujer que amaba.

Bajo aún más la mirada, pero con la salvedad que esta vez, se encontraba mirando por la ventana de aquella habitación, como intentando evitar la mirada de la única persona que más le ha importado, contando a su hijo y que estaba incluso por sobre su familia.

Por su parte, Carla, que había escuchado todo en silencio y que por primera vez en su vida, no interrumpió como tampoco impuso su opinión de sus impresiones a medida que la Arquitecta continuaba hablando.

Varias veces sus ojos se abrieron más de la cuenta mientras oía la confesión de los hechos a la mujer que, amaba a pesar de todo lo que sintió su corazón y lo que le tocó vivir. No podía creer que un hombre así hubiese estado ligado sentimentalmente al lado de una mujer que juró ante Dios, protegerla con su vida en lo bueno y en lo malo, salud como enfermedad. No podía siquiera comprender en que hubiese personas que una promesa o voto de amor, se terminase por esfumarse con la nada y se volviese odio puro. ¿En qué quedaron tantos sentimientos y cariños prodigados en los años compartidos?, ¿puede el amor convertirse en egoísmo extremo?, ¿qué clase de amor es el que profesan los hombres verdaderamente?

Por más que le explicasen mil veces, jamás entendería como un amor o cariño, podía convertirse en lo opuesto. ¿Estaría sintiendo ella lo mismo? Por mucho que la decepción le provocó un sentimiento tan amargo como llegar a creerse poco amada, fue incapaz de vengarse o tomar revanchismo con la ley del Talión. No podía hacer una cosa así.

Si bien, intento una y otra vez, liarse con algún hombre que le pudiese hacer olvidar a Mariela. Fue con el único propósito de dejarla libre y que ella fuese feliz al lado de su esposo y tuviesen una oportunidad de salvar su matrimonio, aunque por dentro se estuviese muriendo de dolor. Y es que su corazón le pedía a gritos ir y quitarle a la Arquitecta a Ricardo. No pudo, ya suficiente daño había hecho ya con haberse interpuesto entre ambos y haberse permitido enamorarse de la única mujer que estaba prohibida para ella.

Reconocía su culpa en parte de los hechos y se sentía responsable del dolor que tuvo que sobre llevar Mariela, pues jamás imaginó que su esposo fuese capaz de reaccionar de ese modo y mantenerla con un miedo constante.

Era bien difícil asimilar todo de golpe y porrazo, varias veces pestañeó más de la cuenta, pues era un trago duro de digerir. Ahora, podía hacerse a la idea del porque su indiferencia, frialdad y despotismo empleado con ella. No podía culparla después de todo. Tenía una justificación muy poderosa. No la correcta, pero justificación verdadera al final de cuentas.

Ahora, era su turno de hablar y de tomar una decisión al respecto. Esto no se trataba de una sola persona. Estaban involucradas ambas partes; mejor dicho; ahora eran tres partes en toda esta historia.

Meditó unos segundos más en su decisión y se dispuso en hacer unos pequeños movimientos más antes de darle a conocer su verdad.

─ Mariela ─ llamó Carla.
─ Dime ─ respondió ésta, sin voltear a verla, aún no se sentía capaz de mirarla a los ojos.
─ Sácame de una de una duda ─ mencionó Carla.
─ ¿Cuál? ─ preguntó Mariela.
─ Tus padres… ¿harán lo mismo conmigo si saben que podría llegar a lastimarte si rompo contigo? ─ indagó con parsimonia Carla, guardando sus emociones al máximo.
Al escuchar la pregunta, Mariela, sintió romperse por dentro y se volteó enseguida a verla y con infinita incredulidad de no creer lo que se le estaba preguntando.

─ ¡¿Es broma, verdad?! ─ inquirió Mariela, cuyo rostro estaba casi desencajado ante interpelación.
─ ¡En lo absoluto! ─ respondió Carla, cruzándose de brazos y elevando la barbilla en forma desafiante─. Puedes creerme, que no estoy para bromas. Arquitecta.

Mariela, tragó en seco y dolorosamente. ¡No cabía duda ya!...Había cavado su propia tumba por imbécil y nada de lo que dijo, sirvió para justificarla ante la mujer que amaba y nada de lo que hizo, valió la pena; puesto que al final, Ricardo, se salió con la suya de no permitirles estar juntas.

─ Aunque me duela tu decisión. ─ respondió Mariela, con la garganta casi cerrada del nudo que se le estaba haciendo al contener el dolor y el deseo de llorar que estaba embargándola en ese momento. ─ sería yo misma, quién les pediría que se mantuvieran al margen de esto y que respetaran tu decisión tal como lo voy hacer yo.
─ ¡Ya veo! ─ exclamó Carla, viéndola directamente a los ojos y su rostro se volvió más serio aún─ hay algo que no entiendo en todo esto.
─ ¿Qué cosa es la que no entiendes? ─ murmuró Mariela, tratando de aclarar su voz y disfrazarla lo más serena posible.
─ No entiendo por qué te tiene que doler mi decisión. ─ soltó brutalmente Carla, sin un ápice de consideración.
─ ¡Mi Dios! ─ Chilló Mariela, que dejó que su dolor saliera a relucir y lágrimas irrumpieron sobre sus ojos, siguiendo un camino alocado por sus mejillas. ─ ¿Cómo diantres no me va a doler? Si estás terminando conmigo a pesar de que te di, una buena explicación del por qué de mis actos. ¿Acaso piensas que soy de fierro? ¡Me duele fíjate! No soy la mujer fría como todos ustedes suponen. Tengo sentimientos y ahora mismo, tú te has encargado de hacer trizas mi corazón, sin importarte nada.
Te amo como una verdadera idiota, que jamás creyó que pudiera sentir lo que hoy siento por ti. ¿Cómo no te das cuenta que me estás matando viva? ¿Tan poco valió mi amor para ti? Que me dejas así como así, porque no puedes aceptar que fue imposible para mí, tomar otra decisión porque estaba arriesgando tu vida. ─ Ya a esas altura Mariela casi gritaba lo que sentía en su interior─ ¡Tenías razón, Carla! Un día pagaría muy caro todo ¡Y maldita sea que se te cumplió! Que llegaría a ti de rodillas para pedirte perdón y que sería muy tarde para mí. ¡Mírame bien! Por qué ahora ¡Sí!, me tienes dónde querías y acabé perdiéndote. ¡Contenta! Búrlate de una vez y dime que me lo advertiste y no te creí; porque ahora sí te doy la razón. Perdí ante ti y no hay nada que pueda devolverte a mí. ¡Hazlo ya! Y luego, lárgate de mi vida y sé feliz con quién desees. ¡Ya no me importa nada! ─ finalizó Mariela, que se derrumbó en el piso y se abrazó a sí misma, mientras lloraba sobre su pecho, impotente y sin consuelo alguno.

La Arquitecta Sopric, se olvido de todo y no se percató como unos pies estaban a su lado y esos ojos pardos le veían muy distintamente de cómo le vieron unos instantes atrás.

─ ¡Levántate Mariela! ─ ordenó Carla ─ ¡Ponte de pie y mírame bien a los ojos!

Al escuchar aquella orden, trató de tranquilizarse y acató lo que se le mandó sin levantar su rostro.

─ ¡Mírame! ─ ordenó nuevamente Carla.

No obstante, no tuvo respuesta alguna a su mandato.

─ ¡Mírame Mariela! ─ insistió tenazmente Carla ─ ¡Atrévete a mirarme de una buena vez!

Esta vez, sí hizo mella su petición y lentamente el rostro de la Arquitecta comenzó a elevarse hasta quedar a la altura de la otra mujer y entre lo nublado que estaban por las lágrimas que aún pugnaban por continuar su curso. Cuando su campo visual se enfocó o se centralizó en aquellos otros ojos, los suyos, fueron los que se abrieron desmesuradamente al contemplar el rostro de la joven contadora y lo que vio en aquellos ojos grises que tanto amaba.

─ Dime ¿por qué te puede doler tanto mi decisión? ─ volvió a preguntar Carla, con la voz quebrada y con su rostro inundado por lágrimas que bullían como mar en tempestad. ─ ¡Cuando no sabes cuál es! Solo hice una simple pregunta hipotética, de la cual tendrías qué haberte dado cuenta.

La pregunta retumbó en el dolorido corazón y por un mísero instante, la trajo a colación a su mente y recordó cada palabra, analizando el mensaje que podría estar oculto.

─ Tú dijiste que podrías lastimarme al dejarme ─ indicó dolida Mariela y tratando de buscar la lógica al cuestionamiento y sacudió su cabeza atormentada sin conseguir su objetivo. ─ Yo no me equivoqué…Yo… ¡Mi Dios!... ¡No puede ser!
─ Dije « podría» lo que no significa que vaya hacerlo ─ intervino Carla, que llevo su mano a la altura de su corazón y trataba difícilmente de mantener limpia su voz a esas alturas─ Nunca dije que iba a terminar contigo, solo hice un supuesto y conociéndome como me conoces; deberías saber que solo intentaba buscar tu verdad. La misma verdad que hay dentro de mi corazón.

Y que si no te amara como lo hago, jamás hubieses tenido una oportunidad conmigo o hubiese aguantado todo lo que he debido pasar con tal de estar a tu lado. De que me dejases amarte como siempre he querido desde que te conocí y a pesar de tu condición de casada, jamás fue impedimento para que mi corazón profesara este sentimiento y te adorara como una idiota; al punto de que justificaba todo lo que hacías y aunque me dolía hasta el infinito no poder estar más tiempo a tu lado o que no me presentarás con tu familia; o que reconocieses como tu pareja frente a los demás. Todo lo perdonaba o le restaba importancia, porque te amaba tanto, que llegué a conformarme con migajas de ti, de tu tiempo, de tu querer y solo momentos en que podía compartir contigo y nuestro pequeño.

Yo también, lloré muchas noches en que deseaba tu compañía, tu amor, tu calor, tus mimos. ¿No sabes la falta que me hacías en las noches o durante la semana? ¡Dolía como diablos, Mariela! Saberte tan cerca y a la vez, tenerte a kilómetros lejos de mí.

¿Cuántas veces, sentí contraerse mi corazón al presentir tu voz llamándome? O ¡Cuándo mi hijo, estaba enfermo! Quería mandar todo al diablo y presentarme en tu casa y reclamarte de una vez por todas y decirle a todo el mundo que tú eras mi pareja.

Me contuve, siempre me contuve porque no deseaba perjudicarte más. No quería ser la causa de más dolor en tu vida y fue así, que me conformé con todo y acepté sin chistar lo que me dabas. Hasta que; decidí que tenía que hacer algo al respecto o de lo contrario me la pasaría esperándote eternamente y me valí de Flo, para hacer mi jugada y ver cuál sería tu reacción.

Si no venías a buscarme, significaría que yo no era importante en tu vida y aunque estaba dispuesta a darme el lugar que merezco y rehacer mi vida. Quise darte una última oportunidad y dejar que fueras tú; con tus acciones, que me demostraras que había valido la pena, luchar por tu amor.

Ya había tomado una decisión cuando te vi aparecer en esa camioneta, pero lo que confesó Sofía, me tomó por sorpresa e hizo que reaccionara de mala manera, sumado al susto que me hicieron pasar en esa moto, que juro que no volveré a subir a otra en mi vida.

¡Cielos Mariela! Deberías haberlo sabido que la promesa que te hice aquella noche, la he cumplido hasta hoy ─ confesó Carla sus sentimientos como sus impresiones a todo lo sucedido entre ambas. ─ Que no iba a renunciar a ti y qué pasara lo que pasara, estaría luchando de una forma u otra para permanecer a tu lado y qué sabría ser paciente hasta que fueses una mujer completamente libre y pudieras pedirme en que me convirtiese en tu novia. ¿Lo olvidaste?
─ ¡Claro que no lo olvide! ─ respondió aturdida Mariela, que la envolvió en sus brazos y en su oído le susurró ─ ¡Por favor! ¡Perdóname mi amor! No quise hacerte sufrir de ese modo. Lo siento tanto, cariño mío…lo siento mucho.
─ ¡Perdóname tú a mí! Por haber interrumpido así en tu vida ─ se disculpó Carla, que lloraba amargamente a esas alturas─ No pude ganarle a mi corazón y terminé cediendo a sus sentimientos aún a sabiendas que eras completamente prohibida para mí.
─ No te disculpes, mi amor ─ rebatió entre llanto y alegría Mariela, que la llenaba de besos en el rostro─ es lo mejor que pudiste haber hecho y no sabes cuan agradecida estaré, porque eres lo mejor que me ha sucedido y fue tu determinación la que terminó conquistándome y enamorándome completamente. Yo no podría ya vivir sin ti, Carla. Eres mi todo, mi vida, mi amor, mi amante, mi compañera y dentro de muy poco, serás mucho más.
─ Mariela ─ susurró con dificultad Carla, conteniendo su llanto y el poder hablar más elocuentemente. ─ ¿esta vez será definitivo lo nuestro?
─ Por supuesto que sí ─ confirmó Mariela, estrechándola aún más a su pecho ─. Y no habrá nadie que se interponga entre nosotras.
─ ¿Tus padres? ─ inquirió Carla.
─ ¿Qué pasa con ellos? ─ preguntó Mariela, separándola un poco y verla a los ojos.
─ ¿Crees que ellos me aceptaran como tu pareja? ─ se atrevió a preguntar  a la joven Ramos─ Después de tu ex esposo. No sé si les parecerá grato tener a una mujer por nuera. Tu vienes de una clase social muy severa con los gay, por decirlo suavemente y no homosexuales.
─ ¡Mi dulce Carla! ─ murmuró una enternecida Mariela, que acarició el rostro de su mujer. ─ Si tú supieras que mis padres saben casi todo de ti. Quién eres y el lugar qué ocupas en mi vida como en la de Benja.

 No te negaré que les costó asumirlo en un principio, pero cuando vieron lo mucho que te amaba y las amenazas de Ricardo. Desde ahí, todo se volvió a tu favor e incluso mis hermanos siempre preguntaban por ti y cómo estabas. Y siendo la misma Romina, que muchas veces se prestó para ir a recoger a Benja al jardín y me insistió en comprar lirios para dejar en tu oficina cada 5 de cada mes. Me llamaba una hora antes de que la alarma de mi celular  sonara y  recordarme que debía encargar las flores.

Cuando Florencia llegó a nuestras vidas, mi hermana quedo muy preocupada al conocerla; y eso que no la presenté con ella. Mi hermana, me advirtió que tuviese mucho cuidado con Flo, porque se notaba que podía ser una seria competencia para mí y que tenía todas las de perder, porque ella tenía lo que a mí me faltaba y lo que tú necesitabas en tu vida. No sabes, lo odiosa que se puede volver tu gemela, miraba con mucha desconfianza a Florencia y me regañaba mucho cuando se enteraba que yo no pasaría contigo por trabajo. Me dijo ciento de veces que era una necia y que si no hacia algo al respecto, irremediablemente te perdería. Llegó al extremo de darme un ultimátum de un mes para que hablase contigo y te confesará lo sucedido y que mi divorcio estaba aprobado.

No tuvo que cumplirlo porque tú, te adelantaste viniéndote a esta ciudad y cuando ella, fue al aeropuerto apenas se enteró por los padres de Sofí, casi me mata y me dijo de todo y que no quería verme regresar a Santiago sin ti ─ confesó un tanto avergonzada Mariela ─ Así que, no creo que mi familia sea un obstáculo en nuestra relación.
─ ¿En serio? ─ preguntó dudosa Carla.
─ Verás, que cuando conozcas a mis padres y hermanos, te llevarás muy bien con todos ─ mencionó positivamente Mariela ─ tu forma de ser les encantará, ya que todos en mi familia son bien independientes y con un sentido del humor muy parecido al tuyo, un humor algo negro. En especial el de Romina.
─ Creo que ya me gusta tu hermana ─ soltó sin empacho Carla, viendo pícaramente a Mariela.
─ No abuses de tu suerte, Ramos ─ replicó en el acto, Mariela, con una mirada severa ─ que yo te vea mirar con otros ojos a mi hermana, porque te juro que no verás luz de día, que no sea del trabajo a la casa.
─ ¡Uy! ─ exclamó burlonamente Carla, secando algunas lágrimas que aún asomaban en su mejilla ─ No conocía esa faceta tan celosa que te gastas, Arquitecta.
─ ¡Eres tremenda! ─ enfatizó Mariela, sacudiendo su cabeza ─ Puedes estar en la peor situación de todas, pero tu humor y coquetería siguen inmaculadas.
─ Me amas con eso o ¿no? ─ provocó Carla ─ Así, me conociste y sabes, que es parte de mi esencia o ¿quieres que cambie? Porque lo hago si tu quieres, pero no te quejes después si me ves con otros ojos.
─ ¡Ay señor! ─ exclamó resignada Mariela ─ ¿de quién me vine a enamorar?
─ Yo te diré de quién te has enamorado, Arquitecta ─ respondió suelta de cuerpo Carla y ya más repuesta─ de la misma chiquilla que conociste en la entrevista y de la cual no querías saber nada y que te parecía muy precoz para todo. ¿Cómo fue qué dijiste?... ¡Ya sé!... ¡Prospecto de perfección!
─ ¡Uy! ─ exclamó divertida Mariela, rascando nerviosamente su barbilla ─ Eres algo rencorosa, dulzura. No olvidas nada de lo que digo.
─ Por supuesto que no ─ respondió Carla, desafiándola ─ desde que te conocí, no he podido olvidar nada de ti y jamás pude sacarte de mi cabeza y mucho menos de mi corazón. Así que, ve olvidando que un hecho así, suceda.
─ ¡Me parece perfecto que no lo hagas! ─ repuso complacida Mariela y le robo un fugaz beso a la joven contadora ─ porque no deseo que me saques de tu vida como mucho menos de ese corazón que desde un principio fue para mí y lo será eternamente. Porque eres solo mía, Carla y no voy a dejar que te vuelvas a separar nunca más de mí.
─ ¡Trato hecho, Arquitecta! ─ convino la joven y sus ojos cristalinos aún, brillaban como nunca, pues lucían radiante de expresar su amor por aquella mujer. ─ ¡Has firmado tu condena, Mariela Sopric! Y no habrá poder en este mundo que pueda arrancarte de mi vida y si alguna mujer u hombre intenta alguna tontería contigo, verá que de lo que soy capaz de hacer con tal defender lo que es mío.
─ ¡Caramba! ─ soltó la exclamación entre risas Mariela y sujetando la barbilla de su mujer, viéndola seriamente, clavó sus ojos verdes en ella, al mismo tiempo que añadió─ Adoro cuando te vuelves así de celosa.
─ ¿Segura? ─ preguntó de frentón Carla, escudriñando sus ojos.
─ Tan segura como lo que voy hacer ahora mismo ─ afirmó resueltamente Mariela y tomándola en brazos, la llevó hasta la cama y la acomodó entre las almohadas. ─ Cierra los ojos un momento.
─ De acuerdo, Arquitecta ─ asintió Carla y se dispuso en cerrar sus parpados.

Mariela, se levantó de la cama y se fue en busca de su maleta que estaba en el armario y de ahí, extrajo un objeto y de otro compartimento adyacente, sacó un pequeño ramo de rosas rojas y regresó sus pasos hasta el lecho que yacía su pareja o que lo iba hacer dentro de muy poco.

Esta vez, se acomodó de tal manera, que inclinó su cuerpo sobre la joven y una de sus rodillas quedó apoyada en el piso y su mano derecha con las flores quedo pegada al pecho y con la otra acarició la mejilla de aquella joven, que era su todo.

─ Ahora puedes abrir tus ojos, preciosa ─ demando cariñosamente Mariela.

Al momento de abrir aquellos ojos pardos, quedaron de frente con el rostro de Mariela y delante suyo con un pequeño cofre abierto con un…

─ Carla Ramos ─ susurró Mariela ─ ¿Me harías el honor de ser mi novia? Y de ser mi compañera de viaje, convertirte en mi esposa en unos meses más y en la madre de mis hijos.
─ ¡Ah! ─ fue todo lo que balbuceó Carla, porque su garganta se cerró en nudo que le impidió articular palabra alguna de la emoción y nuevamente sus ojos se inundaron por completo y es que eran muchas emociones para un solo día y su cuerpo comenzó a temblar de nervios y alegrías al mismo tiempo.
─ ¡Mi vida! ─ exclamó alarmada Mariela al ver la reacción de la muchacha y dejando a un lado el cofre, se apresuró en limpiar sus mejillas de las lágrimas que corrían a raudal ─. ¿Amor qué sucede?, ¿acaso no te ha gusto? ¡Por favor, no llores más vida mía!
─ Yo… Yo ─ luchaba Carla entre sus emociones y el constante balbuceo ─ Claro que sí…me ha gustado, Mariela…Yo… ¡soy tan feliz! …que no puedo evitar llorar.
─ ¡Entonces! ─ volvió a preguntar Mariela, cuyos ojos también estaban acuosos a esas alturas─. ¿Aceptas ser mi novia?
─ Sí…Sí…Claro que acepto ser tu novia ─ respondió efusivamente Carla, abrazándola fuertemente ─ Y nada me harás más feliz que convertirme en tu esposa y en ser madre de muchos niños como mi Benja.
─ ¡Te amo, tanto bebé! ─ susurró Mariela, besando los labios de su flamante y oficialmente, pareja ─ me dejas ponerte ese anillo, que he querido hacerlo desde hace mucho tiempo.

Esta vez, la joven Ramos solo atinó en asentir con su cabeza y Mariela, tomó entre sus manos la de la Carla y sacó uno de los anillos que estaban en el cofrecito y sin dejar de verla a los ojos, dispuso la sortija en su mano y le entregó el ramillete de rosas, que emocionaron aún, mas a la joven contadora y que no paró de llorar de alegría y es que razones tenía de sobra. Habían sido 3 años de una lenta agonía de amar con toda su alma a la Arquitecta y no poder concretar el ferviente deseo de su corazón de hacer una vida en familia con la mujer que amaba con locura. Soportando tantas cosas y miedos a la vez, pero que todo esfuerzo en la vida tiene su recompensa y ésta, se encargó de darle el premio mayor a su tenacidad y lucha para quedarse al lado de la persona que tanto amaba. La propia Mariela Sopric, ya no sería un sueño lejano o incansable, sino que hoy se convertía oficialmente en su novia y en un breve tiempo pasaría en ser la esposa de la Arquitecta.

─ Es tu turno, dulzura ─ instó Mariela, entregando el cofre.

La joven contadora, se inclinó un poco sobre las almohadas y se dispuso en sacar la sortija de la cajita.

─ Mi adorada Arquitecta ─ comenzó diciendo Carla ─ desea usted, hacerme el honor de convertirse en mi novia y mi amante eterna.
─ ¡Jajajaja! ─ Se carcajeó Mariela por la peculiar solicitud ─ Acepto encantada tu propuesta, mi sexy y pervertida, contadora. En ser tu novia y tu amante de por vida.
─ ¡Perfecto! ─ exclamó extasiada Carla, a la vez que deslizaba el anillo por el dedo de Mariela─ Ahora, ya somos oficialmente novias, Arquitecta. ¿Tiene algo qué decir? O calle para siempre.
─ Jajaja ─ estalló en risas una vez más, Mariela y reclamó su boca en el acto y selló su promesa de este modo─. ¡Me encantas tal cual eres, bribona! Es lo único que tengo que decir su señoría.

Carla, se dejo llevar por aquel beso y profundizo la caricia, dando rienda suelta al sentimiento que se había anidado en lo más profundo y recóndito de su corazón. Y que a pesar de las circunstancias, no mermo como se supondría; sino que estuvo por momentos en estado de letargo y que a partir de hoy, se abría la puerta de la libertad definitiva y no habría más obstáculos que impidieran amarse totalmente como también más objeciones a su cariño y vida en pareja.

Además, que el tiempo de espera, hizo que se fueran pavimentando el camino para que una de las familias de las protagonistas, fueran adaptándose a los hechos y a la nueva condición de una de estas mujeres y terminaron por coger cierto cariño y simpatía por la otra parte involucrada en esta historia. Sin mencionar el hecho más importante y es que ellas tenían un hijo que las estaba esperando con ansiedad y para llevar tan solo un día transcurrido de la separación con el niño; estaba causando estragos en casa de sus abuelos y tíos con sus constantes preguntas de la hora en que regresarían sus mamis y si ya podía ir a buscarlas al aeropuerto. Provocando que la familia de la Arquitecta Sopric, cruzara  los dedos y rogaban por que su hija regresara lo antes posible con su pareja o de lo contrario, serían horas muy largas con el pequeño terremoto.

Mientras la familia Sopric Meyer, vivía su propia secuela de  esta historia en casa. Las dos mujeres estaban consintiendo a sus corazones por medio de un lenguaje corporal que ellas conocían tan bien y que desde su primer encuentro, disfrutaban de una forma tan placentera que solo los amantes pueden hacerlo.

Aquellos besos fueron llevándolas a que sus cuerpos despertaran de inmediato a viejas e intimas vivencias que les llevo a despertar el deseo más candente de todos y la lujuria se vistió de fiesta en su piel como en su ser entero.

No es un cliché decir que la temperatura en aquella habitación subió tan rápido en la medida que la pasión las fue envolviendo y sus prendas de vestir, quedaron esparcidas a lo largo de todo el cuarto y dónde primero cayese. Hasta el bello ramillete de rosas, quedo relegado en un rincón a los pies de la cama, ya que sus dueñas estaban en una batalla campal y sin igual en demostrarse y prodigarse todo el cariño y caricias que sus cuerpos anhelaban y necesitaban para respaldar el amor expresado a través de las palabras.

Solo la silueta de una espalda desnuda de una piel tersa como blanca con varias pecas que se dejaban ver y sus largos cabellos dorados se perdía en ella, alborotado como húmedo por el calor de la pasión. Y que mantenía una posición dominante sobre el cuerpo que yacía bajo suyo.

Sus labios devoraban la boca de su amante en juego de lenguas que trataban de someterse una a la otra, en demostrar el dominio de una sobre la otra. Un beso puede serlo todo y decir más que mil palabras, pero que en un momento de lujuria total, se vuelve la mecha perfecta para desatar el mismo infierno pasional que cada pareja experimento en el más bello acto de amor y entrega que se pueda vivir y desear.

En sus rostros acalorados, varias gotas de sudor se desprendían de sus poros y se perdían en loca carrera a lo largo de todo el cuerpo. Dejando tan húmedas aquellas sabanas, testigos del fuego desatado entre esas dos mujeres.

Sus manos mantenían otra batalla propia. En las que las de una se perdían a lo largo de aquella espalda desnuda, siguiendo un lento y tortuoso camino de arriba abajo en la medida que las uñas se arañaban sensualmente la piel, dejando un rastro rojizo en todo su trayecto. Respondiendo  al deseo y la tortura que la desataba aquella rubia provocaba en todo su cuerpo. A su vez, las otras estaban de lleno en uno de sus senos y castigaban sensualmente aquella zona erógena de la morena que yacía abajo del otro cuerpo y su otra mano, se perdía juguetonamente en la entre pierna y avanzaba sin impedimento hacia el interior de la joven y encontraba entre la humedad y palpitación de su amante, el objeto de sus deseos.

Al ser encontrado aquel tesoro, desafió todo obstáculo y se sumergió con alevosía y añoranza en el centro mismo de la femineidad de su amante y al reclamar su premio, hizo que interrumpiera aquel beso, separándose unos escasos milímetros y unos ojos verdes completamente oscurecidos por el deseo, vieran con total adoración a su pareja.

─ Reclamaré este derecho cada noche de tu vida hasta que la muerte nos separe ─ murmuró Mariela con un dejo muy posesivo, sin dejar de verle como de torturarla y que con aquel movimiento provocó que su amante alcanzara su clímax total, arqueando su columna y una serie de espasmos la sacudieran por completo.

Unos segundos después, en que la calma retornó al cuerpo y el letargo la envolvió. Aquella morena, clavó sus ojos pardos en los de su amante y una sonrisa comenzó a dibujarse, primero en forma tímida para luego cobrar fuerza y ser el fiel reflejo de la dicha plena que la embargaba.

─ No sabes cuánto te amo, Arquitecta. ─ susurró Carla, llevando su mano hasta la mejilla de su pareja y acariciando toda ésta. ─ me faltaran días para demostrártelo.
─ Carla… ¡mi bello amor! ─ exclamó enternecida Mariela, dejándose mimar por las caricias de la joven. ─ ¡Sólo ámame por el resto de tu vida!
─ Cuenta con ello, mi amor ─ murmuró feliz Carla y atrajo el cuerpo de su mujer y lo envolvió con sus brazos hasta conseguir su completo abandonó y de un momento a otro, invirtió los papeles.
─ ¿Qué haces amor? ─ inquirió sorprendida Mariela ante la maniobra de su mujer.
─ Es mi turno de hacerte padecer, mi sexy Arquitecta ─ susurró coquetamente Carla, en el oído de su novia ─ ten presente lo que ya te dije una vez…
─ ¿Qué cosa? ─ alcanzó a preguntar Mariela.
─ Que ibas a repetir mi nombre miles de veces mientras te hacía el amor ─ murmuró entre dientes Carla y con una sonrisa de lo más pervertida que se hubiese visto.
─ Car…la ─ balbuceó Mariela, cuando fue silenciada por los labios de la joven y sus manos se pusieron a trabajar de inmediato y comenzaron su lenta y placentera tortura.

Y la amenazo se cumplió a cabalidad porque la joven Arquitecta, llamó una y otra vez a su amante en todo lo que duró el escarnio en que la sometió y la hizo vivir y sentir como nunca antes, quedando su corazón complacido y lleno de júbilo. Mientras que su cuerpo quedo aletargado, sudado y sin fuerza alguna para poder contra atacar y devolver el favor a su compañera.

Horas más tardes, unos ojos pardos disfrutaban viendo el cuerpo desnudo de su pareja sobre el lecho. Estaba tan relajada y lucía tan feliz, que era un pecado interrumpir tanta dicha.

─ Amor ─ susurró Carla, muy cerca del oído de su novia.

No hubo respuesta alguna, por lo que debió insistir.

─ Amor ─ murmuró un poco más alto Carla ─ Es hora de despertar mi bella durmiente.

Un gruñido es todo lo que se oyó en respuesta…

─ Mi bello ángel, despierta ya ─ susurró con cariño Carla y movió el cuerpo de su pareja para conseguir su objetivo.
─ ¡Oh Cary! ─ masculló dormida Mariela ─ vuelve a dormir un poco más.
─ ¿Cómo me llamaste? ─ preguntó en un tono grave Carla y le dio un pellizco en su nalga.
─ ¡Por Dios, Carla! ─ exclamó con espanto Mariela, que se incorporó de un salto y sobaba su parte intima ─ Esas no son formas de despertar a tu mujer, dulzura mía.
─ Jajaja ─ soltó una carcajada Carla y al ver el semblante de su novia, se tapó la boca con su mano y añadió. ─ Lo siento, pero debía despertarte de una forma u otra.
─ Ok ─ convino con resignación Mariela ─ ¿por qué te sorprende que te haya llamado Cary?
─ Es que tú nunca me has llamado de ese modo ─ respondió Carla ─ solo mi familia me llama así, en especial mi yayo. Ahora, dime ¿Cómo lo sabes?
─ Será porque tu yayo me lo dijo ─ confesó traviesamente Mariela, guiñando un ojo.
─ ¿Ustedes dos ya se conocen? ─ preguntó con curiosidad viva Carla.
─ Así es. ─ respondió Mariela ─ él nos indicó hacia dónde ustedes se dirigían. Por cierto, es un hombre muy simpático y peculiar.
─ ¿Peculiar por qué? ─ inquirió Carla, confundida.
─ Por que tu yayo, me confesó que está esperando que la última de sus nietas, le dé bisnietos muy pronto ─ confidenció Mariela, marcando con énfasis eso último.
─ ¡Ay no! ─ exclamó con desgano y martirizada Carla ─ Mi yayo es un bocón. No debió ventilar aquello contigo. Apenas se entere de que tú eres mi pareja, no va a dejar de fastidiarme con el asunto y va a contar los días en el calendario, una vez que sepa que puedo estar embarazada. ¡Qué suplicio el mío!

Mariela, no sabía si reírse de buena gana ante la expresión sublime de su mujer o preocuparse del tema, porque tendrían que solucionar aquello.

─ ¿Y cuál sería el problema? ─ preguntó con ternura Mariela, tras meditar unos segundos.
─ Los hijos, Mariela ─ respondió seria Carla ─ los niños no los trae la cigüeña y menos en nuestro caso.
─ Insisto, ¿Cuál es el problema? ─ indagó Mariela, de lo más relajada y sin preocupación alguna─ Nos pondremos en campaña cuanto antes y asunto resuelto.
─ ¿Estás de broma? ─ inquirió pasmada Carla ─ ¿cómo que asunto resuelto?
─ ¡Mi Cary! ─ mencionó con dulzura Mariela ─ Debo recordarte que tú y yo, ya tenemos un hijo, él que nos ama mucho y se lo presentaremos a tu yayo. Y que además, que si se trata de darle un hermanito, será un placer dejarte embarazada y aumentar la familia.
─ ¿Dejarme embarazada? ─ aulló Carla ─ ¿te volviste loca o qué? ¿Cómo vas hacer eso?
─ Muy simple ─ rebatió con una sonrisa gigante Mariela y se acercó al oído de su pareja y le susurró un secreto que dejo a su pareja roja hasta las orejas y finalizó con lo siguiente ─ ¿qué me dices?
─ De todas las mujeres de este mundo, me tuvo que tocar las más pervertida de todas ─ se lamentó Carla y suspiró profundamente ─ En fin. Tú ganas, pero una cosa te advierto desde ya Sopric, quiero cuatro hijos no más. No quiero ser mamá conejo.
─ ¡Jajaja! ─ estalló en risas Mariela y tomó en sus brazos a su mujer y la besó con pasión ─ Adoro cuando aflora esa faceta de rebelión, te ves realmente tan apetecible.
─ ¡Sopric! ─ advirtió peligrosamente Carla.
─ Ok…Ok ─ repuso enseguida Mariela sin dejar de sonreír ─ Por cierto, dulzura… ¿por qué me despertaste?
─ Porque ya son las 5 de la tarde y porque llamó tu mamá a tu celular y pidió qué le devolvieras la llamada ─ explicó Carla ─ Además, de decirte que hace unos minutos atrás vino Sofía a buscarnos para almorzar y nos daría unos momentos para que nos reuniéramos con ellas en el comedor del hotel.
─ ¿Las 5? ─ exclamó con espanto Mariela ─ ¡Mi Dios! Con razón Sofí, nos vino a buscar. Pasó volando el día y quedamos de almorzar juntas las 4.
─ ¡Aha! ─ se mofó Carla y se levantó de la cama y se dirigió al baño y desde ahí, agregó ─ Entre más te demores, tanto peor para ti, Arquitecta. Además, quiero ver qué explicación le vas a dar a Sofía.
─ No me ayudes tanto, dulzura ─ reprendió Mariela, lanzándole una de sus miradas y saltó de la cama con dirección al baño─ ¿Y qué esperas para bañarte conmigo? Se nos hará más tarde si nos duchamos por separado.
─ Lamento contradecirte, Arquitecta ─ soltó Carla, que buscaba sus ropas del sillón ─ Pero ya me bañe antes de despertarte.
─ ¡Cómo eres! Te aseguro que más tarde recibirás tu castigo, lindura ─ amenazó sensualmente Mariela y antes de entrar directo al baño, se percató de lo que hacía su novia. ─ ¿Qué haces con esas ropas?
─ ¿Qué crees tú? ─ contra preguntó Carla y se encogió de hombros ─ Debo vestirme, cariño.
─ Deja eso, bebé ─ señaló Mariela, que se devolvió y le quitó sus ropas y la llevo hasta el armario y le mostró. ─ Traje ropa de recambio para ti. En el aeropuerto aproveche de comprarte pues sabía que iba a necesitar mudas al estar conmigo en el hotel.
─ ¡Vaya, que novia más lista e inteligente tengo! ─ exclamó admirada Carla, que la abrazó y acercó sus labios al de su pareja y la besó con mucha dulzura. ─ Mereces que te acompañe a tomar esa breve ducha ¿te tinca?
─ Claro que sí ─ afirmó Mariela, tomándola en brazos y llevarla al baño, sin dejar de besarla ─ eres el mejor premio de todos.
Al cabo de unos intensos minutos. La pareja ya alistada, se reunía en el comedor del hotel con otra joven pareja, que les miraban divertidas.

─ ¡Al fin das señales de vida, Mar! ─ se burló Sofía al momento de llegar tomadas de la mano.
─ Discúlpame, Sofí ─ se excusó ésta, tomando asiento en la mesa que estaba su amiga y socia con su pareja, pero antes acomodó la silla para que su novia tomará asiento. ─ El tiempo pasó volando y no me di cuenta.
─ ¡Vaya! ¿Quién lo diría que tú llegarías tarde a una reunión? ─ acusó divertida Sofía, viendo como los colores escarlata se presentaban en el rostro de su amiga ─ Es una fecha histórica que habrá que apuntar en el calendario para la posteridad.
─ ¡Ya no te burles, Almagro! ─ protestó Mariela con pica ─ hay cosas que se escapan de las manos y esto lo que diré por justificación.
─ ¿Entonces? ─ preguntó sin rodeos y de lleno, Sofía. ─ ¿En qué están?
─ ¡Disculpa! ─ exclamó Mariela, sin comprender muy bien. ─ ¿A qué te refieres con la pregunta?
─ Cariño, lo que Sofía quiere saber es en qué situación estamos nosotras ─ aclaró Carla, siendo más intuitiva que su pareja.
─ ¡Ah eso! ─ Mencionó Mariela y tomando la mano de Carla entre las suyas ─ lo siento, estoy algo distraída. Sofí, Flo, quiero que sean las primeras en saber que Carla y yo, arreglamos nuestras diferencias y a contar de hoy, ya somos novias oficialmente.
─ ¡En hora buena! ─ exclamó feliz Sofía, que se levantó de su asiento y abrazó a su mejor amiga. ─ No sabes el gusto que me da saberlo.
─ Mil gracias, Sofí ─ dijo emocionada Mariela.

Por su parte, Florencia, sin pensarlo mucho desde su lugar abrió sus brazos e invitó a su amiga…

─ ¡Felicidades Carlanga! ─ murmuró Florencia, muy contenta con la noticia y al oído le susurró muy bajito. ─ Te lo mereces más que nadie y porque tu amor supo prevalecer por sobre las circunstancias.
─ Gracias, Flopy ─ respondió Carla, que se abrazó tan fuerte a su amiga y sus ojos otra vez se inundaron con lágrimas rebeldes que se negaban a irse. ─ Perdóname por utilizarte y hacer que mi mujer viniera tras de mí.
─ No te disculpes, Carla ─ rebatió de inmediato Flo y rompiendo el abrazó, la quedo viendo fijamente. ─ Yo en tu lugar hubiera hecho lo mismo y por favor, no llores más. No más lágrimas, debes estar feliz y disfrutar de tu amor con Mariela. Es todo lo que debe importar ahora.
─ ¡Lo soy, Flopy! ─ balbuceó Carla sin poder contenerse y su llanto brotó sin control ─ Son lágrimas de alegría porque soy muy feliz…Y yo…yo…Estoy muy sensible hoy.

Aquellas palabras cargadas de emoción y el mismo llanto, hizo que de inmediato las otras dos mujeres reaccionaran ante la situación algo preocupadas.

─ ¿Mi vida qué sucede? ─ preguntó angustiada Mariela, que la tomó entre sus brazos─ ¿por qué lloras así bebé?
─ No es nada ─ susurró Carla, tratando de calmarse y recuperar la compostura.
─ Mariela, tu novia está muy sensible por tantas emociones ─ indicó Florencia, viéndolas con ternura ─ Creo que necesita que la consientas un poco.
─ ¿Es verdad eso, amor? ─ inquirió Mariela, acariciando su mejilla.
─ Sí ─ se desprendió aquella respuesta de los labios de Carla, como un todo.
─ Prometo hacerlo el resto de mi vida ─ repuso fervientemente Mariela y sellando su promesa con un pequeño beso. ─ dedicaré cada segundo en recuperar el tiempo perdido y procurar tu dicha.
─ Amor ─ murmuró Carla ─ te amo más que a mi vida.
─ Lo sé ─ afirmó Mariela ─ lo he sabido desde siempre y mi corazón lo supo desde aquella entre vista y te adora como no tienes idea.
─ Mariela ─ exclamó extasiada Carla y solo se aferró al abrazo y guardó silencio, escuchando solo el palpitar del corazón de su amada y una delicada sonrisa se bordó en sus labios.

Mientras la pareja se entregaba en ese abrazo, Sofía, secó unas lágrimas que comenzaban por escabullirse ante la emoción de ver la dicha que hoy disfrutaba su mejor amiga y sabedora de lo que debió sufrir a causa de su amor y sin embargo, hoy no habrían más dolor o decepción, sino un nuevo escenario se abría apara aquella pareja, uno que recompensaría cada lágrima, cada privación o negación, cada silencio, temor y angustia que tuvieron que vivir. Simplemente ahora, sería distinto ya no habría obstáculos que le impidieran estar juntas y darle carta abierta a sus corazones para que expresaran libremente sus emociones como su sentir.

─ ¿Estás bien, mi vida? ─ preguntó Flo, secando ella misma con su pañuelo una última lágrima que se escabulló por su mejilla.
─ Sí, cariño ─ respondió enseguida Sofía y abrazó a su mujer ─ Creo que sin temor a equivocarme, que hoy es el mejor día de nuestras vidas.
─ También lo creo, Sofí ─ corroboró Flo y junto a su novia, observaban a la otra pareja.

Fueron unos hermosos y breves momentos que disfrutaron las dos parejas antes que un garzón, les interrumpieran.

Ambas parejas, rompieron el encanto del momento y volvieron a sus lugares en la mesa. Cuando les entregaron la carta con el menú. Ambas Arquitectas dejaron que sus parejas como dueñas de casa fueran las que les escogieran el mejor platillo de la zona patagónica. Entre brindis, la comida y una grata conversación las cuatro mujeres compartieron durante una hora y treinta. Dónde acordaron ir juntas a visitar la casa de los abuelos de la joven Ramos y así, ser presentada Mariela como su novia. Y sería al día siguiente, sería el turno para visitar el hogar de la familia Villar y el turno de Sofía de conocer a sus suegros como cuñados.

Finalizado el almuerzo; algo fuera del horario pero que debió ser necesario por no haber ingerido alimento en todo el día. Recogieron sus bolsos y siguieron su curso de conocer a los familiares de sus novias. Lo que provocó una gran sorpresa en el caso de Carla, ya que su Yayo quedo perplejo de ver a su nieta menor con una mujer y más de saber que ya tenía un hijo y a él no se le había dicho nada al respecto.

Fueron unos minutos algo tenso para la pareja como para las demás, pero que gracias al gran cariño que el hombre mayor sentía por su pequeña Cary, que decidió darle una oportunidad a la Arquitecta sin antes advertirle que si hacía sufrir a su adorada nieta tendría serios problemas y que le daba plazo de unos días para que le trajesen a su bisnieto o de lo contrario él mismo viajaría a la capital en busca del pequeño.

Mariela, respiró aliviada cuando salieron de casa de los abuelos de su pareja, ya que le dio un poco de pavor dicho señor al ser tan tajante y sobre protector con su nieta. Sin embargo, le fue tan grato para su corazón escuchar que aquel hombre deseara conocer a Benjamín. En ese aspecto ya era un gran avance. Aunque en su fuero interno, sabía que los hombres de la familia Ramos, eran un tanto difícil de tratar y que tendría que lidiar con eso por un buen tiempo hasta que ellos terminaran de aceptarla como un miembro más de esa familia. Les gustase o no, ella formaba parte de la vida de Carla, era su pareja, su novia y en un tiempo más serían esposas según las nuevas leyes de Chile, que les otorgaba el derecho a unirse bajo la unión civil. Y eso las convertiría en esposas ante la ley y nada ni nadie podría evitarlo; ya bastante habían sufrido a causa de un tercero como para permitirles a otros el derecho de ser felices y formar un hogar como todos los seres humanos, porque jamás se debe olvidar que una persona con una orientación sexual distinta, tiene los mismos derechos y deberes que el común de la gente ante la sociedad.

Las horas pasaron más que volando entre reuniones familiares, fortaleciendo lazos y que además, les permitió compartir y conocer lo mejor de la región en los dos días extras que se quedaron con la promesa de que en dos semanas se reunirían las cuatro familias en casa de de los padres de la Arquitecta Almagro para colocarse las ilusiones de compromiso ante toda la familia y así, darle el lugar que se merecían sus respectivas parejas.

El reloj del aeropuerto marcaba las 18:30 cuando un Airbus de Lan, tocaba la loza del aeropuerto Teniente Merino y 15 minutos después, cuatro chicas salían de la sala de embarque con un prominente cansancio en sus ojos, ya que el viaje demoró más de la cuenta a causa del clima.

Al cruzar las puertas de arribos y entre el tumulto de personas que esperaban a sus seres queridos como encargados del servicio de transporte. Un par de pequeñas piernas se abría paso corriendo y con sus manitas, trataba de apartar aquellos adultos que interrumpían su trayectoria, provocando el asombro entre las personas por la prisa que llevaba.

─ ¡Mami…Mami! ─ gritó un pequeño niño y se abalanzó de lleno sobre las piernas de una morena de ojos pardos.
─ ¡Mi príncipe bello! ─ exclamó con orgullo Carla, tomando en brazos a su hijo y lo llenó de besos. ─ has venido a buscarme. ¿Has extrañado a mamá?
─ Sí ─ murmuró el pequeño Benja, abrazando el cuello de Carla ─ Te extraño mucho ¿Mami ya no se irá más?
─ Príncipe, mami se quedará con nosotros para siempre ─ se apresuró en responder Mariela, que se sobrecogió al ver a su hijo preguntarle de esa forma.
─ ¿Verdad mami? ─ preguntó con Benja, separándose del cuello de Carla y tomando su cara entre sus manitas y sus ojitos brillaban intensamente.
─ Así es mi niño hermoso ─ contestó Carla, emocionada y radiante ante su hijo ─. A partir de hoy me quedaré contigo y con mami Mariela. Y nos quedaremos unos días en mi departamento hasta que compremos una nueva casa para vivir los tres, ¿te parece bien Príncipe?
─ Sí…Sí ─ respondió feliz el niño, llenando de besitos la cara de su mami.
─ ¡Ya, ya Benja! ─ ordenó una voz de mujer a espaldas de ambos─ deja a tu mamá tranquila un momento.

Carla, se giró con el niño en brazos y quedo de frente con una rubia de larga cabellera, de ojos azules y tan alta como cierta mujer que ella conocía tan bien…Mariela. Aquella mujer era idéntica a su novia, salvo por el color de ojos y lunar que tenía cerca de la barbilla.

─ Soy Romina, hermana y gemela de Mariela ─ saludó ésta, extendiendo cordialmente su mano hacia la joven Ramos ─ Tenía muchas ganas de conocerte cuñada.
─ Hola, Romina ─ saludo algo perturbada Carla, que acomodó bien a su hijo en sus brazos y estrechó la mano de la gemela de su novia. ─ El gusto es mío en conocerte.
─ Amor…Dame a nuestro hijo ─ ordenó la mismísima Mariela ─ Bandido ¿No piensas saludar a tu mamá?
─ Te amo mami ─ dijo Benja ya en brazos de la Arquitecta y lleno de besos el rostro de su mamá.
─ Yo también te amo mucho, mi Benja ─ señaló Mariela, acariciando el cabello dorado de su hijo ─ y  cumplí mi promesa de traer a casa a mami Carla ¿estás feliz ahora mi príncipe?
─ Sí ─ afirmó el pequeño Sopric y volteó a ver a su otra mamá ─ ¡Vámonos ya a casa mami!
─ Jajaja ─ rompió en risas Mariela y guiñando un ojo a su mujer ─ Creo que nos salió algo demandante nuestro pequeño ¿no te parece amor?
─ No, porque en ese aspecto se parece mucho a mí ─ soltó sin empacho Carla, alzando su barbilla desafiante y depositando un beso en la mejilla de su hijo y otro en los labios de su pareja─ reclama sus justos derechos (arrebatándole a Benja de sus brazos y llevándoselo consigo)
─ ¡Ups! ─ exclamó Romina risueña, animando a su hermana para que fueran con el resto de la familia que los esperaba un poco más retirado y de paso saludó a las otras dos chicas ─ de tal palo tal astilla. Por cierto, son tal para cual ─ susurró en el oído de su gemela.
─ ¡Son madre e hijo! ─ expuso Mariela, más que orgullosa y respondió de igual forma a su hermana ─ Ella es perfecta para mí en todos los sentidos y seguiré tu consejo, la haré mi esposa muy pronto.
─ Es la mejor noticia que puedes darme ─ acotó Romina ─ ya pensaba que tendría que cumplir mi amenaza.
─ No fue necesario hermanita ─ corrigió Mariela, muy pícara ─ te dije que yo puedo resolver las cosas con mi mujer.

Ambas hermanas estaban tan sumidas en su plática que no se percataron de que dos personitas habían detenido abruptamente su caminar y unos ojos pardos les observaba con curiosidad. Escudriñándolas detenidamente a las dos rubias y encontrando de inmediato las diferencias entre una y la otra.

─ ¿Vienes Arquitecta? ─ instó Carla, y bajando al piso a su retoño, para coger su manita entre las suyas, añadió. ─ Esperan por nosotras mi vida y demorar más, es una falta de educación.
─ Voy dulzura ─ Se apresuró en decir Mariela y cogió del brazo a su hermana y apresuraron el paso y con una sonrisa boba en los labios, añadió ─ estoy contigo en un momento preciosa.
─ ¡Wow! ─ exclamó sorprendida Romina ante la actitud de su hermana. ─ Si no lo veo, no lo creo. La impecable e intratable Arquitecta Mariela Sopric Meyer, siendo manipulada sutil y educadamente por su novia. Esto es algo histórico y memorable que amerita pasarlo al record Ginés.
─ Jajaja ─ fue la sonora carcajada que se escuchó detrás de ellas y provenía nada menos que de Sofía, que guardaba silencio con su novia. ─ Te aseguro que Mariela, ha roto muchos record en este día al dejar de lado su pulcro comportamiento, ¿puedes creer que tu hermana ha llegado tarde a una reunión?
─ ¿Mi hermana llegando atrasada a un lugar? ─ inquirió Romina con tamaños ojos ─ ¡No lo puedo creer! ¡Dios, existen los milagros!...Gracias, Señor. Al fin alguien pudo romper la obsesión horaria de mi hermanita y se comportará como un persona normal… ¡Qué gran día!
─ Cuenta conmigo para poner el nombre de Mariela en el Ginés ─ Secundó Sofía, muy divertida con el asunto en cuestión.
─ ¡Oigan ustedes dos! ─ confrontó Mariela, ─ Ni crean que se saldrán con la suya, solo fue un pequeño desliz horario nada más y diremos que el amor fue el culpable de ello.
─ ¡Aha! ─ exclamaron Sofía y Romina y ésta última agregó ─ ¿segura que tu novia estará de acuerdo con ello?
─ ¡Por supuesto que sí! ─ Se integró a la conversación Carla, que alcanzó a escuchar. ─ yo amo como es ella y no cambiaría su forma de ser en ese sentido. Aunque muchos no estén de acuerdo, es una cualidad que la hace única. Y espero que nuestro hijo sea igual como su madre.
─ ¡No ven! ─ Se burló Mariela, obsequiándole un beso a su mujer y tomando la manita de Benja, añadió. ─ Se los dije. Ella es perfecta para mí.
─ ¡Qué horror! ─ exclamó Romina consternada de oírlas y viendo a Sofía que reía junto a su novia ante las palabras de su socia. ─ Ahora me doy cuenta porque son tal para cual… ¡Dios nos libre de dos maniáticas del tiempo!
─ Jajaja ─ estallaron en risas las cuatro mujeres al comentario de la segunda chica Sopric.
─ Te falto incluir a nuestro príncipe ─ acotó divertida Mariela.
─ Hazte a la idea, Romina ─ instó Sofía ─ Y como dice el dicho: Si no puedes con ellas, únete.
─ Lo pensaré ─ respondió dubitativa la joven Sopric, rascando su barbilla. ─ Definitivamente lo pensaré.

Mariela, vio por el rabillo de su ojo a su gemela y pudo apreciar que a pesar de las palabras recientemente. El rostro de su hermana lucía tranquilo y al notar la mirada inquisidora de su gemela, Romina, sonrió ampliamente puesto que fue capaz de constatar que la joven contadora, era la persona correcta para su hermana y con ella había encontrado el amor, la paz y la dicha. Definitivamente, Mariela Sopric, ya no era la misma y se podía notar en sus ojos. Ya no estaban fríos y distantes como solía lucir su mirada. No emanaba ese aire de supremacía y arrogancia que tanto la destacó en su niñez como adolescencia. Podía percibir la ternura reflejada en sus verdes ojos cada vez que veía a su pareja, mirarla con adoración y apreciar la serenidad de sus mejillas al estar con sus dos seres más queridos, su mujer y su hijo.

Sin duda que la Arquitecta Sopric hoy era feliz e irradiaba esa dicha al estar junto a la mujer que amaba y para Romina, que vivió todo el proceso del divorcio y embarazo de su hermana; aquello era motivo de gozo al comprobar que después de pasar un tiempo difícil y complejo, en que el dolor y el miedo hicieron mella en la vida de dos mujeres que el único daño que pudieron hacer fue enamorarse y que no pudieron evitar lo que sentían. Por más que lucharon contra sus sentimientos, fueron incapaces de impedir que el amor triunfara a pesar de legalmente no podían estar juntas.

Moraleja, nada, ni nadie pueden evitar que dos corazones se encuentren en el camino de la vida y concreten unirse en el único lenguaje que conoce…El Amor.

Las cinco chicas se reunieron con el resto de la familia Almagro y Sopric, quienes las recibieron afectuosamente y emocionados de tenerlas de regreso. Sin contar que entre esas personas, se hallaba, Casy, que las abrazó emocionada entre lágrimas y nervios. Las llenó de preguntas y palmadas de reprimendas a Carla como Florencia y les prohibió alejarse nuevamente de la vida de sus socias y amigas y mucho menos de la empresa, porque para ella, Ramos y Villar, eran la espina dorsal de la constructora y pronto lo descubrirían en una pronta reunión que se llevaría a cabo en las oficinas de Almapric.

Mucho después de una larga reunión en casa de los padres de Mariela y dar la bienvenida a Carla a la familia. La pareja se trasladó al departamento de la contadora y tras acomodar las cosas de la Arquitecta y Benjamín. Llevaron al pequeño a un baño y juntas leyeron un cuento a su hijo como era costumbre. El pequeño Sopric, rápidamente se quedo dormido producto del cansancio y la ansiedad de esperar a su mami.

Luego de ello, ambas mujeres quedaron a solas en la intimidad de su alcoba y a pesar de que el reloj marcaba la media noche. Comenzaron con un lento ritual  de caricias y besos que les llevo a revivir y disfrutar de un lenguaje corporal que despertaba la pasión y el amor que ambas se profesaban casi muy tiempo después de conocerse en aquella entrevista que cambió el curso de sus vidas.

Momentos más tarde…

─ ¡Bienvenida a casa amor! ─ susurró Carla, pegada a los labios de su mujer.
─ Cary ─ murmuró Mariela, acariciando el rostro de su pareja. ─ No puedo ser más feliz, mi amor de tenerte de regreso conmigo y al fin podamos ser una verdadera pareja ante los demás y que tengas el lugar que te mereces en mi vida. El de mi mujer, esposa y la madre de mi hijo. Ya no tendremos que escondernos y mucho menos temerle a otra persona e impida que podamos estar juntas y disfrutar de nuestro amor.
─ ¡Mi dulce Arquitecta! ─ exclamó emocionada Carla, apoyando su cabeza sobre el pecho de su novia. ─ no dejaré que vuelvan a lastimarte como lo hizo, Ricardo.
─ Mi Cary ─ susurró Mariela, besando los cabellos de su mujer ─ yo tampoco dejaré que te nadie te amenace del modo en que él lo hizo. De ahora en adelante, lucharemos juntas para fortalecer nuestro amor como para formar una hermosa familia.
─ Te prometo que muy pronto le daremos un hermanito a nuestro príncipe ─ mencionó Carla, levantando su rostro y jugando con uno de sus dedos en la nariz de la Arquitecta. ─ Quiero llevar en mi vientre a tus hijos y verlos crecer cada día. Voy a recuperar el tiempo que me privaron de Benja al igual que contigo. Voy a dedicar toda mi vida, tiempo y esfuerzo en hacerte feliz Mariela.
─ ¡Oh bebé! ─ exclamó emocionada Mariela, que sentía un nudo en la garganta tras oír aquellas palabras de parte de su ahora, novia. ─ Es una promesa que también voy a cumplir de igual forma.
─ Te amo tanto, Mariela ─ susurró Carla y acercó su boca a la de su pareja.
─ Y más te amo yo, Carla ─ murmuró Mariela sobre los labios de ésta, antes de dejarse llevar por su sentir y necesidad de amar aquella mujer que desde el primer instante la enfrentó sin temor alguno y luchó con todas sus fuerzas para conquistarla.

Al fin podían dar rienda suelta a su amor sin que otros tuviesen que objetar o impedir su relación. Esta historia llegaba a su fin o mejor dicho, comenzaba hoy su verdadera historia de amor en que: …Las vueltas de la vida, enfrentaron a dos mujeres en la situación más compleja de todas y un escenario totalmente adverso y con un camino de espinas que no consiguieron mermar el amor que nació en el corazón de dos mujeres que desde un principio estuvieron destinadas la una para la otra; pero que por circunstancias de la vida, habían tomado rumbos diferentes y que el destino se encargó de cruzar sus caminos y el velo del amor, se descorrió a sus ojos.

No importa lo que digan, las apariencias muchas veces engañan. Solo cree en lo que dicta tu corazón y lucha con todas tus fuerzas por lo que amas y aprende a ser feliz. Demostrándote a ti mismo que tienes todo el derecho en ser feliz y…Amar. Naciste del amor y has venido a este mundo para ello.

Las vueltas de la vida son, eso. Una vuelta que debes revertir a tu favor cueste lo que cueste.





3 comentarios:

elisiem dijo...

WAAAAA, me desmayooo jejejejeje, valio la pena tanta espera, un capítulo genial, ni tengo palabras para describir la emoción que siento, esperare con ansias los otros capítulos de esta súper historia, te felicito la verdad, saludos desde México.

lisbet dijo...

Maravilloso, me encanto la historia. Realmente captas la atención; siempre es un placer seguir tús escritos, felicitaciones.

Delfi Castillo dijo...

Oh!!!..diosa de la santa escritura..que capítulo, difícil de describir lo que te hace sentir al ir leyendo.Realmente señorita un supermegagrandioso y emocionante capítulo.Felicitaciones por tus historias son geniales...Así como ellas esperaron tanto tiempo para ser felices..así estare yo esperando, no importa el tiempo que te tardes vale la pena la espera...Nos vemos y que estes bien...

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