Capítulo 3 y final
One shot de las vueltas de la vida (Mariela y Carla)
Después
de pasar por las cuatro semanas más desagradables de su vida. En las que tuvo
que lidiar entre una escena de celos, luego; la indiferencia casi total en el
trabajo y para rematar con la guinda de la torta; con el silencio y frialdad de
su extraña relación sentimental, sí es que se le puede llamar relación algo que
se mantiene en completo anonimato y a puertas cerradas. Sin contar que, no
siempre se podían ver a escondidas y sólo era cuando aquella mujer así, lo
decidía.
Habían
sido 2 años de soportarlo todo, con el único propósito de poder estar junto a
la mujer de la cual se enamoró a sabiendas que estaba completamente prohibida
para ella, ya que era una mujer casada.
Desde
el mismo momento en que la conoció, supo que no pasaría por su vida sin dejar
huella ¡Y vaya qué lo hizo! Se enfrentaron a penas de conocerse y por dos años
de comienzo, se llevaron fatal. Era tan tirante su relación profesional que no
se soportaban verse sin atacarse, hasta que tuvieron la mala idea de desafiarse
en el plano sentimental; mejor dicho sexual; que lo que se inició como una
desafió de sometimiento entre una a la otra, terminó por enredarlas en lo que
no debían que era su corazón y terminaron enamorándose. Lo que conllevo a
destruir un matrimonio, un alejamiento de la familia, amenazas e insultos por
parte del esposo y acabó con el nacimiento de un niño que fue aborrecido por su
padre desde el mismo instante en que fue concebido.
Sin
duda que todo aquello, no era digno de enorgullecerse por parte de ambas. Y es
que ambas mujeres sabían que habían hecho mal las cosas y las consecuencias de
sus actos, trajo un torbellino de caos, que por poco les cuesta un verdadero
colapso nervioso.
Cuando
las aguas se calmaron un poco, su constante interacción basada en frases
cargadas de ironía, constantes reclamos disfrazados de sarcasmo y el fallido
intento de enfrascarse en una relación con un hombre, conllevo a que nuevamente
terminaran cediendo a la presión a la que sometieron a sus corazones y éstos,
le pasaron la cuenta, logrando que sus sentimientos salieran a relucir una vez
más y acabasen juntas una vez más, pero con la diferencia que nadie debía saber
que ellas mantenían una relación de pareja y solo la de jefa y empleada.
Tras
tantas cosas por las que debieron enfrentar, terminó por hacer mella en una de
ellas y estas cuatro semanas, después de analizar muchísimo las cosas y darse
cuenta que nunca tendría algo serio con la mujer que amaba. Decidió cortar por
lo sano e iba a dar un paso al costado y buscaría el camino para alejarse
definitivamente de ella y para ello, estuvo realizando consultas con sus padres
y presentando sus antecedentes personales en otras empresas para poder
concretar su anhelo de alejarse de ella y comenzar una nueva vida.
Fue
así, que por cosas de la vida, suerte o cómo se le quiera llamar. Gracias por
un lado a lo sucedido con su mejor amiga y colega de trabajo, se vio envuelta
en un viaje relámpago a su tierra natal y camino de concretar su tan anhelado
deseo de comenzar una vida sin la presencia de Mariela Sopric.
Siendo
las 8:45 de la noche, llegaron a Coihaique y una vez que tomaron un taxi para
llegar a casa de los padres de Florencia. Ésta, se dispuso enseguida en llamar
a su antiguo jefe y concertaron una entrevista para ambas al día siguiente a
primero. De este modo, las cosas comenzaban a darse para la joven contadora y su
propósito de rehacer su vida. Aunque ello le significará, romper su corazón al
alejarse de sus dos amores: de la Arquitecta y de su pequeño hijo Benjamín,
porque eso era el niño para Carla, suyo. El hijo que fue concebido pensando en
ella y tuvo esa certeza desde el mismo instante en que lo tomó en brazos y el
vínculo se cerró entre ellos y se hizo indisoluble al punto de saber cuando el
pequeño la necesitaba o cuando estaba enfermo sin siquiera llamar a casa de la Arquitecta.
Un hecho muy particular y peculiar. Un lazo entre madre e hijo.
A
pesar del gran amor que por ambos profesaba, debía alejarse por salud mental y
por el derecho propio a ser feliz. Y es como estaban las cosas con la
Arquitecta, no había luces para cuando hacer un futuro juntas y debía volverse
egoísta y pensar en ella un poco.
Y
es que Carla, se quería muchísimo al punto de tener un ego muy grande por su
persona. Sin embargo, lo marginó bastante con tal de dedicarle todo su cariño,
tiempo, esfuerzo y más en procurar a la mujer que amaba. Aunque la balanza
estuviese muy desequilibrada para un lado, lo que terminó por hacer estragos en
su corazón; que se sentía desplazado y poco valorado por el objeto de su
adoración.
De
este modo a la mañana siguiente de haber llegado a Coihaique, estaba
mentalizada en la entrevista que se llevaría a cabo en las instalaciones del
holding Francés y en el momento que su mejor amiga le llamó para avisarle que
ya estaba a punto de pasarla a recoger. No pudo evitar gastarles bromas y hacer
que se incomodará con sus insinuaciones. Algo muy típico de la contadora.
Tras
salir de casa para ir al encuentro de su colega y al momento de subirse a la
motocicleta de la muchacha. Sintió un escalofrío recorrerle de pies a cabeza,
pero no supo deducir el por qué. Solo aspiró profundo y arrancaron del lugar
sin demora a la entrevista.
No
obstante, lo que se pensaba que sería un día especial y lleno de buenos
augurios para un futuro juntas, se volvió incierto de un momento a otro y es
que en pocos minutos de llevar rodando por las calles de la ciudad y justo al
llegar a una de las esquinas principales, se cruzaron con una camioneta y cuyo interior
lo ocupaban nada menos 2 de sus jefas y entre las cuales estaba…Mariela Sopric
en persona.
Casi
se murió al cruzar sus ojos con los de la mujer que amaba y cuyo corazón
retumbaba en sus oídos en ese momento y sintió como el tiempo paso en cámara lenta
al enfrentar esos ojos verdes que también conocía.
¿Coincidencias
de la vida?, ¿jugarretas del destino? O ¿cadenas que no se pueden romper?..Lo
que fuese dejo con el corazón de la joven contadora muy contraído. Y por más
que su compañera, trató de escapar con aquella moto de su también amor y novia.
Terminaron por provocar la más loca y peligrosa carrera en un escenario de
escarcha y humedad. Que les llevo a una encerrona que les provocó un pequeño
accidente con su moto y que gracias al divino creador y a las maniobras de la
joven Villar, no pasó a mayores.
Sin
embargo, gatilló el enojo encendido en la contadora y reprendió duramente a
Mariela, al punto de abofetearla ferozmente, movida por los miedos y sumado al
dolor y decepción acumulados en su corazón, que la llevaron a reaccionar de esa
manera.
Gracias
a la oportuna intervención de la Arquitecta Almagro, ceso aquella agresión
física, pero que no evitó que los reclamos surgieran de inmediato tras la
confesión que hiciera ésta última sobre el divorcio de la Arquitecta Sopric, lo
que generó la molestia absoluta de Carla y mandó al mismo carajo a Mariela. No
obstante, fue ahí que Sopric, recuperó la compostura y decidió resolver
definitivamente las diferencias con su mujer y se la llevó arrastrando a la
camioneta y de ahí, al hotel dónde se alojarían.
Una
vez que entraron a la habitación, Mariela, trató de armarse de paciencia y
explicar lo sucedido y el por qué de sus decisiones. Más, todo intento resultó
en vano, ya que Carla, mantenía una actitud de no tranzar en lo más mínimo y se
cerró a escucharla. Ignorándola por completo.
Fue
así, que momentos después llegaron Sofía y Florencia a la misma suite y al
momento de entrar, dedujo que la situación seguía tal cual; con solo verle el
rostro a su colega y mejor amiga.
No
lo pensó dos veces y decidió intervenir una vez e hizo una sola pregunta a las
dos; lo que las remeció hasta el infinito y al constatar ambas respuesta en
ellas. Ser marchó junto a su novia a su habitación, ya que al igual que las
otras dos, debían solucionar malos entendidos causado por Colomba Peters.
─ Carla ─ susurró Mariela.
─ Dime ─ respondió ésta, alzando sus ojos hacia la
Arquitecta.
─ ¿Quieres escuchar lo que tengo que decir? ─ se
atrevió a preguntar algo dudosa Mariela, jugando con sus manos.
─ ¿Serás sincera esta vez? ─ Contra preguntó Carla,
escudriñando el rostro de Sopric. ─ O ¿te escudarás en que intentabas
protegerme?
─ Car…la ─ murmuró dolida Mariela.
La contadora, no apartó sus ojos de Mariela y por
primera vez desde que la conoció; pudo apreciar algo que jamás hubiese creído o
imaginado siquiera…En la Arquitecta había inseguridad y temor de arruinar las
cosas al tratar de explicar las cosas. Y ese silencio confirmó sus
apreciaciones. Dejo pasar unos dos minutos a lo sumo y llevando su mano al
mentón, reflexionó en lo que debía hacer por el bien de ambas. Exhaló una gran
bocanada de aire para darse ánimo y se puso en pie y dirigió sus pasos hasta el
sofá en que estaba sentada Mariela y extendió su mano hacia ella.
─ Todos en la vida, tenemos derecho a una segunda
oportunidad ─ mencionó seria Carla ─ Si descubro que me mientes, será tu fin,
Mariela. Y no esperes que Sofía, interceda por ti, porque no la escucharé.
─ Eres un tanto arrogante, ¿no te parece? ─ señaló
Mariela, depositando su mano en la de Carla y alzando su barbilla con
altanería, añadió. ─ Pero, no desaprovecharé esta oportunidad y acabaré con los
malos entendidos entre tú y yo. Y no necesito que nadie me defienda, puedo
solita hacerme cargo de ti.
─ ¡Yap! ─ exclamó de igual modo Carla y dejó que la
Arquitecta la guiará al dormitorio. ─ Directo al grano Sopric y sin desvíos. Y
de arrogante no me queda mucho contigo; de lo contrario hace mucho te hubiese
abandonado.
─ Olvidaba lo directa y acida que eres por momentos,
dulzura ─ soltó con un marcado sarcasmo Mariela, abriendo la puerta de la
habitación.
Al momento de ingresar, la contadora, miró de
soslayo a Mariela; que la dejo pasar primero. Con una mirada un tanto
amenazante y al volver de frente, sus ojos grises se empequeñecieron un poco y
se giró sobre su eje y clavó la vista en la Arquitecta.
─ ¿Qué estabas pensando en pedir un cuarto
matrimonial? ─ preguntó sin miramientos Carla.
─ ¿No es obvio? ─ inquirió Mariela, cerrando tras
de sí, y con seguro, asegurándose de no dar chance alguna.
─ ¿Qué es lo obvio para ti, Mariela? ─ indagó Carla
─. Porque hasta dónde yo sé, tú y yo solo tenemos una aventura ocasionalmente y
cuando a ti te conviene.
─ ¡Auch! ─ exclamó con pica la Arquitecta, pasando
su dedo por debajo de sus labios. ─ Eso dolió, querida mía. Y me permito
recordarte lindura que hace unos años atrás, no tuviste queja alguna cuando
pedí un cuarto como éste en nuestro primer encuentro. Y bien que lo
disfrutaste.
─ De acuerdo; punto a tu favor ─ rebatió Carla y se
medio vuelta y se fue derecho a la cama y se sentó en la orilla y desde ahí,
continuó. ─ Reformularé la pregunta. ¿Qué pretendes ahora trayéndome aquí;
cuando las cosas entre nosotras se han enfriado?
─ Respondiendo a tu pregunta, vida mía ─ comenzó
con su alegato Mariela, que se acomodó en un sitial que estaba frente a la cama─.
Si te traje hasta aquí con este tipo de habitación, es porque de mi parte; mis
sentimientos por ti no se han enfriado como mermado en lo absoluto. Por el
contrario, sigo tan enamorada como en un principio y este cuarto es el reflejo
de lo que pienso y siento que debemos ser tú y yo de ahora en adelante…Un
matrimonio.
─ ¡¿Así?! ─ Se mofó Carla, sin mostrar emoción u
alegría con lo dicho ─ ¿Y por qué ahora? Esperaste mucho para insinuar tus
verdaderas intenciones ¿No te parece? ¡2 años, Mariela!
─ ¡Uf! ─ exclamó con un resoplido la Arquitecta y
prosiguió. ─ Realmente eres despiadada cuando te lo propones, Ramos.
─ ¿Perdiendo la paciencia, Arquitecta? ─ Se burló
Carla, con una postura bastante desafiante─ No habla nada bien de la
impertérrita Arquitecta Sopric que yo conozco.
─ ¡Estás siendo bastante desagradable! ─ rebatió en
el acto Mariela, sin dejarse amilanar por la actitud hostil de su pareja. ─ ¿No
te das cuenta que lo único que consigues es poner más obstáculos a nuestra
relación?
─ ¡No me digas! ─ refutó de frentón Carla ─ y si
vamos aclarar las cosas entre las dos. Comienza por explicarme qué tipo de
relación tenemos según tú. Porque en todo este tiempo jamás he podido
responderles a mis padres y hermanas qué somos. Así que, ¡Habla!
─ Ok. Me lo merezco ─ contestó Mariela, que se
levantó y comenzó a caminar por la habitación─. Tienes todo el derecho de
refregarme en el rostro; mi error de haber callado un hecho que yo creí que
sería mucho mejor si no estabas al tanto hasta que pudiera resolverlo en
tribunales y así, poder proponerte un futuro juntas.
─ No
respondes a mi pregunta, Mariela ─ insistió Carla ─ Solo te estás excusando
nada más.
─ ¡Mi Dios! ─ exclamó Sopric, deteniendo en seco
sus pasos y giro sobre sus talanes, y le que viendo atónitamente ─. ¿Por qué
están difícil hacerte entender las cosas cuando te pones en esa estúpida
actitud?
─ Dejemos algo claro Arquitecta. ─ protestó de
inmediato Carla ─ Querías hablar conmigo para explicar tus decisiones y lo
único extra que yo te he pedido, es que me aclares el tipo de relación que
tenemos o ¿es mucho pedir?
─ ¡No! ─ Casi lo gritó Mariela y recomponiéndose de
inmediato ante la mirada reprobatoria de la contadora ─ Claro que no.
─ ¿Entonces? ─ instó Carla, expectante.
─ Quiero que sepas antes que nada. Que desde
nuestra primera vez juntas, desee tener una vida en pareja contigo ─ reveló
Mariela con la vista perdida en el piso─ Y en el momento en que me desperté a
tu lado, me dolió mucho estar casada con Ricardo y no contigo. Hubiera
preferido mil veces esperarte a conocerte que haberme unido a otra persona.
Desde esa primera noche, supe que eras la persona
correcta y perfecta para mí. Tan distinta a mi esposo, no dejaste de hacerte
notar y a pesar de saber que yo no era una mujer libre; te esforzarte por estar
siempre presente, me sedujo verte conquistarme. Brindarme tu tiempo, tus
caricias y por sobre todo tu amor.
Cuando me pediste que te entregara mi corazón
porque deseabas ser su dueña, me sobrecogió de sobremanera ver lo importante
que yo era para ti y que no dejarías de luchar por mí. Aquello me hizo ver que
eras tú a quién necesitaba en mi vida. A quién me hiciera sentir amada y viva;
y no ser una adorno para alardear con los amigos.
Cuando Ricardo, regresó de uno de esos tantos
viajes; comprendí que ya mi corazón no sentía nada por él y solo quedaba un
gran cariño y el peso de la conciencia de haberle sido infiel y de haberme enamorado
de una mujer, consiguiendo que me sintiera culpable de saber que le causaría un
gran dolor cuando supiera toda la verdad.
A medida que pasaba el tiempo, me desesperaba tanto
no poder resolver las cosas y para mi desgracia, tú comenzaste a salir con un
chico y al verlos juntos y ver cómo se besaban, creí morir de coraje. Y los celos terminaron cegándome y dejé que
Ricardo, se acercase a mí y fue el momento en que concebí a Benjamín. Pensando
todo el tiempo en la mujer que amaba.
No fui capaz de verte a la cara después de eso e
hice lo que estaba a mi alcance huir de ti y que no vieras en mis ojos la
verdad de que te había traicionado. Cuando te había prometido que nunca dejaría
que nadie más me tocara que no fueses tú.
Fueron meses de tristeza y soledad, por más que
anhelará con toda mi alma verte y decirte lo mucho que te amaba, mi vergüenza
pudo más y deje pasar el tiempo hasta que Casy y Sofí, me contaron lo que
estaba sucediendo contigo y sin pensarlo dos veces fui a verte. En ese momento,
no me importó nada mi estado, solo quería asegurarme de que tú estuvieras bien.
Cuando te vi, creí morir al ver que estabas
sumamente delgada, demacrada y tus ojos estaban tan opacos y la culpa volvió a
martirizarme por ser la responsable de tu estado de salud. Lo que sucedió
después, lo sabes mejor que nadie.
Al alejarme del todo de la constructora y de ti, me
hice el firme propósito de olvidarte y retomar mi vida junto a mi hijo. Pero,
la vida me tenía deparada otra desagradable sorpresa y fue que al mes de nacido
Benjamín, él vino para pedirme el divorcio porque no podía estar junto con una
mujer que le fue infiel y que me atuviera a las consecuencia de que me quitaría
todo y que jamás reconocería al niño como su hijo porque era de mi amante y que
gastaría hasta el último centavo que tenía para encargarse que nunca pudiese
estar contigo y que velaría para que ello no ocurriese.
No puedes imaginar el miedo con el cual vivía cada
día de saber que en cualquier momento, Ricardo, pudiese materializar su amenaza
y tú resultases lastimada por mi descuido. Noche tras noche despertada asustada
de pesadillas en las cuales él te agredía. Fueron días horribles, en que solo
mi familia conoció absolutamente la verdad y mis hermanos interpusieron una
denuncia ante el juzgado y obtuvimos una orden de alejamiento y fue mi padre,
quién viajo hasta Buenos Aires y lo encaró. Por mi hermano Damían, supe que
papá lo amenazó en que si volvía a poner un pie en Chile, se encargaría de que
nunca más volviera a ver la luz del sol y que no intentará hacerse el listo
porque tenía contactos en todas las ramas de las fuerzas armadas y lo
mantendría vigilado y se iba a convertir en su sombra, si llegaba a saber que
estaba rondándome.
Después de eso, mis abogados, se encargaron de
sacar adelante el juicio y la demanda de divorcio se cambió por una de nulidad
matrimonial y se valieron del agravante de amenazas directas en contra mía y el
de mi familia, hubieron testigos que avalaron las acusaciones y por ello,
conseguimos después de casi dos años de litigio ganar y salvaguardar mis bienes
patrimoniales, mis derechos y potestad de Benjamín. Además, de una compensación
por daños y trastornos, lo que le llevó a entregar la mitad de sus bienes.
En ese sentido, mis padres fueron implacables con
Ricardo y se valieron de cuanta amistad tenían en la corte suprema como en el
de apelaciones. Consiguieron con ayuda de Sofía, cancelar los permisos de 8 de
las firmas de multinacionales que tenían sucursal en Chile y que eran
representadas por él, como gerente general. Quitaron el respaldo económico en
la banca a sus empresas y como si fuese poco, mis padres como los de Sofí,
retiraron sus acciones de todos aquellos negocios que tuvieran relación con mi
esposo o su familia.
No hubiese querido llegar tan lejos, pero él, no
tuvo ninguna contemplación conmigo al pretender lastimar lo que más amo en esta
vida, como lo son tú y Benja. Jamás hubiese permitido que te lastimara aunque
tuviese que vender mi alma y todo lo que poseo con tal de verte a salvo.
Carla, por más que te amase, mi deber era velar por
ti en todas las formas posibles y no me arrepiento de ello y lo volvería hacer
si fuese necesario. Pero con la única diferencia, que esta vez, estaría a tu
lado en todo momento y hacerte ver lo mucho que te amo y lo importante que eres
en mi vida como en la de mi hijo. Mejor dicho, nuestro hijo.
Aún cuando pudimos estar juntas nuevamente, tuve
que mantener un amorío a escondidas contigo y no dejar que lo nuestro se
supiera. No sabes, cuánto me dolía a mí, dejarte ir cada día en la empresa y
verte con la mirada triste al marcharte a casa. Me partía el alma, ver
reflejada esa decepción y la resignación que tuviste que asumir en que solo los
fin de semanas pudiésemos estar juntas en tu departamento.
Fue doloroso no poder compartir como una pareja
normal, con salidas a cenar, al cine o llevar a nuestro pequeño a lugares de
entretención. Nos limitamos a salidas de supermercado nada más o algunos
encuentros en que pudiésemos estar en más compañía, como los rallys y así,
pasar desapercibidas ante los demás.
Cada día en que regresaba a casa al anochecer,
tenía que ver como Benja, salía corriendo a mi encuentro y me preguntaba por su
mami. No puedes imaginarte como dolía verlo buscarte con tanta desesperación y
ver como se dormía en mis brazos después de llorar al no hallarte. Hubo
ocasiones en que estando mi hermana en casa, tuvimos que llevarlo a la clínica
urgente porque entraba en crisis y la fiebre le subía mucho. Fue horrible,
verlo llamarte una y otra vez, mientras deliraba y el pediatra, nos aconsejó
que buscásemos la forma de que el niño pudiese compartir más tiempo contigo y
así, la separación no fuese tan dolorosa, ya que estaría viéndote más a menudo
y se iría acostumbrando a que debía despedirse de ti al finalizar la visita.
Mis padres, me aconsejaron que llevara a Benja a la
constructora y pudiese verte más seguido y por eso fue que lo viste a menudo
por allá y pasar todo el tiempo en tu oficina, después de recogerlo en el
jardín. Eso sí, no me perdonaba que el fin de semana no estuviese en el depa
con su mami y las únicas veces que no pude llevarlo contigo por viajar al
extranjero, me hizo unos berrinches tan grandes y que papá intervino y se lo
llevo con él a la fuerza a Rapel y así, mantenerlo distraído pescando.
Muchas veces nuestras decisiones nos pesan ya sean
para bien o para mal, por más que trates de mantener un equilibrio en todo o
que todo esté perfecto y en armonía; es más una utopía decirlo que hacerlo,
porque siempre habrá muchos que no queden conforme y otros tantos salgan
disconforme con algo y como dice el sabio dicho: Es imposible ser monedita de
oro para caerle bien a todos y pretender hacerlo es de tontos.
Lo que me lleva a justificarme; en que mis actos
por un lado lograron su propósito de mantenerte a salvo, pero al anverso de la
moneda consiguieron lastimarte más de lo que traté de evitar que hiciese mi ex
esposo. ¡Vaya ironía de la vida! Al final de cuentas, fui yo, quién terminó por
herirte.
¡En fin! No hay nada que pueda agregar o decir para
borrar el dolor que te provoqué y por más que hubiese anhelado, no podía mantener
una relación formal y seria contigo. Por más que me ha dado vueltas en la
cabeza, ¿qué hubiese pasado si hubiese hecho lo contrario? Tal vez, hubiese
sido distinto…No lo sé y adivina no soy.
La única verdad que puedo decirte desde el fondo de
mi corazón es… ¡Siento haberte lastimado Carla! No sabes cuánto me duele ver en
tus ojos la decepción y la desconfianza hacia mí. Daría todo lo que tengo con
tal de que vuelvas a confiar en mí como aquella vez, en que me decías que
dejarías tu vida en mis manos porque sabías que nada malo te sucedería, ya que
confiabas plenamente en mí, aún con los ojos cerrados, nada malo pasaría porque
yo estaba ahí para ti.
¡Lo siento tanto! No quise lastimarte, mucho menos
a ti, Carla. A la única persona que amado más que a mi vida y a la que seguiré
amando hasta la muerte, porque eres lo que mejor ha podido pasarme en esta
vida. Contigo realmente conocí el verdadero significado de la palabra amar, con
todas y cada unas de sus letras. Y es algo que jamás, de los jamases me
arrepentiré.
Ahora, ya sabes los motivos por los cuales no podía
tener una relación formal y estable contigo ante los demás. ─ fueron últimas
palabras con las qué Mariela, justificó sus acciones ante la mujer que amaba.
Bajo aún más la mirada, pero con la salvedad que
esta vez, se encontraba mirando por la ventana de aquella habitación, como
intentando evitar la mirada de la única persona que más le ha importado,
contando a su hijo y que estaba incluso por sobre su familia.
Por su parte, Carla, que había escuchado todo en
silencio y que por primera vez en su vida, no interrumpió como tampoco impuso
su opinión de sus impresiones a medida que la Arquitecta continuaba hablando.
Varias veces sus ojos se abrieron más de la cuenta
mientras oía la confesión de los hechos a la mujer que, amaba a pesar de todo
lo que sintió su corazón y lo que le tocó vivir. No podía creer que un hombre
así hubiese estado ligado sentimentalmente al lado de una mujer que juró ante
Dios, protegerla con su vida en lo bueno y en lo malo, salud como enfermedad.
No podía siquiera comprender en que hubiese personas que una promesa o voto de
amor, se terminase por esfumarse con la nada y se volviese odio puro. ¿En qué
quedaron tantos sentimientos y cariños prodigados en los años compartidos?,
¿puede el amor convertirse en egoísmo extremo?, ¿qué clase de amor es el que
profesan los hombres verdaderamente?
Por más que le explicasen mil veces, jamás
entendería como un amor o cariño, podía convertirse en lo opuesto. ¿Estaría
sintiendo ella lo mismo? Por mucho que la decepción le provocó un sentimiento
tan amargo como llegar a creerse poco amada, fue incapaz de vengarse o tomar
revanchismo con la ley del Talión. No podía hacer una cosa así.
Si bien, intento una y otra vez, liarse con algún
hombre que le pudiese hacer olvidar a Mariela. Fue con el único propósito de
dejarla libre y que ella fuese feliz al lado de su esposo y tuviesen una
oportunidad de salvar su matrimonio, aunque por dentro se estuviese muriendo de
dolor. Y es que su corazón le pedía a gritos ir y quitarle a la Arquitecta a
Ricardo. No pudo, ya suficiente daño había hecho ya con haberse interpuesto
entre ambos y haberse permitido enamorarse de la única mujer que estaba prohibida
para ella.
Reconocía su culpa en parte de los hechos y se
sentía responsable del dolor que tuvo que sobre llevar Mariela, pues jamás
imaginó que su esposo fuese capaz de reaccionar de ese modo y mantenerla con un
miedo constante.
Era bien difícil asimilar todo de golpe y porrazo,
varias veces pestañeó más de la cuenta, pues era un trago duro de digerir.
Ahora, podía hacerse a la idea del porque su indiferencia, frialdad y
despotismo empleado con ella. No podía culparla después de todo. Tenía una
justificación muy poderosa. No la correcta, pero justificación verdadera al
final de cuentas.
Ahora, era su turno de hablar y de tomar una
decisión al respecto. Esto no se trataba de una sola persona. Estaban
involucradas ambas partes; mejor dicho; ahora eran tres partes en toda esta
historia.
Meditó unos segundos más en su decisión y se
dispuso en hacer unos pequeños movimientos más antes de darle a conocer su
verdad.
─ Mariela ─ llamó Carla.
─ Dime ─ respondió ésta, sin voltear a verla, aún
no se sentía capaz de mirarla a los ojos.
─ Sácame de una de una duda ─ mencionó Carla.
─ ¿Cuál? ─ preguntó Mariela.
─ Tus padres… ¿harán lo mismo conmigo si saben que
podría llegar a lastimarte si rompo contigo? ─ indagó con parsimonia Carla,
guardando sus emociones al máximo.
Al escuchar la pregunta, Mariela, sintió romperse
por dentro y se volteó enseguida a verla y con infinita incredulidad de no
creer lo que se le estaba preguntando.
─ ¡¿Es broma, verdad?! ─ inquirió Mariela, cuyo
rostro estaba casi desencajado ante interpelación.
─ ¡En lo absoluto! ─ respondió Carla, cruzándose de
brazos y elevando la barbilla en forma desafiante─. Puedes creerme, que no
estoy para bromas. Arquitecta.
Mariela, tragó en seco y dolorosamente. ¡No cabía
duda ya!...Había cavado su propia tumba por imbécil y nada de lo que dijo,
sirvió para justificarla ante la mujer que amaba y nada de lo que hizo, valió
la pena; puesto que al final, Ricardo, se salió con la suya de no permitirles
estar juntas.
─ Aunque me duela tu decisión. ─ respondió Mariela,
con la garganta casi cerrada del nudo que se le estaba haciendo al contener el
dolor y el deseo de llorar que estaba embargándola en ese momento. ─ sería yo
misma, quién les pediría que se mantuvieran al margen de esto y que respetaran
tu decisión tal como lo voy hacer yo.
─ ¡Ya veo! ─ exclamó Carla, viéndola directamente a
los ojos y su rostro se volvió más serio aún─ hay algo que no entiendo en todo
esto.
─ ¿Qué cosa es la que no entiendes? ─ murmuró Mariela,
tratando de aclarar su voz y disfrazarla lo más serena posible.
─ No entiendo por qué te tiene que doler mi
decisión. ─ soltó brutalmente Carla, sin un ápice de consideración.
─ ¡Mi Dios! ─ Chilló Mariela, que dejó que su dolor
saliera a relucir y lágrimas irrumpieron sobre sus ojos, siguiendo un camino
alocado por sus mejillas. ─ ¿Cómo diantres no me va a doler? Si estás
terminando conmigo a pesar de que te di, una buena explicación del por qué de
mis actos. ¿Acaso piensas que soy de fierro? ¡Me duele fíjate! No soy la mujer
fría como todos ustedes suponen. Tengo sentimientos y ahora mismo, tú te has
encargado de hacer trizas mi corazón, sin importarte nada.
Te amo como una verdadera idiota, que jamás creyó
que pudiera sentir lo que hoy siento por ti. ¿Cómo no te das cuenta que me
estás matando viva? ¿Tan poco valió mi amor para ti? Que me dejas así como así,
porque no puedes aceptar que fue imposible para mí, tomar otra decisión porque
estaba arriesgando tu vida. ─ Ya a esas altura Mariela casi gritaba lo que
sentía en su interior─ ¡Tenías razón, Carla! Un día pagaría muy caro todo ¡Y
maldita sea que se te cumplió! Que llegaría a ti de rodillas para pedirte
perdón y que sería muy tarde para mí. ¡Mírame bien! Por qué ahora ¡Sí!, me
tienes dónde querías y acabé perdiéndote. ¡Contenta! Búrlate de una vez y dime
que me lo advertiste y no te creí; porque ahora sí te doy la razón. Perdí ante
ti y no hay nada que pueda devolverte a mí. ¡Hazlo ya! Y luego, lárgate de mi
vida y sé feliz con quién desees. ¡Ya no me importa nada! ─ finalizó Mariela,
que se derrumbó en el piso y se abrazó a sí misma, mientras lloraba sobre su
pecho, impotente y sin consuelo alguno.
La Arquitecta Sopric, se olvido de todo y no se
percató como unos pies estaban a su lado y esos ojos pardos le veían muy
distintamente de cómo le vieron unos instantes atrás.
─ ¡Levántate Mariela! ─ ordenó Carla ─ ¡Ponte de
pie y mírame bien a los ojos!
Al escuchar aquella orden, trató de tranquilizarse
y acató lo que se le mandó sin levantar su rostro.
─ ¡Mírame! ─ ordenó nuevamente Carla.
No obstante, no tuvo respuesta alguna a su mandato.
─ ¡Mírame Mariela! ─ insistió tenazmente Carla ─
¡Atrévete a mirarme de una buena vez!
Esta vez, sí hizo mella su petición y lentamente el
rostro de la Arquitecta comenzó a elevarse hasta quedar a la altura de la otra
mujer y entre lo nublado que estaban por las lágrimas que aún pugnaban por
continuar su curso. Cuando su campo visual se enfocó o se centralizó en
aquellos otros ojos, los suyos, fueron los que se abrieron desmesuradamente al
contemplar el rostro de la joven contadora y lo que vio en aquellos ojos grises
que tanto amaba.
─ Dime ¿por qué te puede doler tanto mi decisión? ─
volvió a preguntar Carla, con la voz quebrada y con su rostro inundado por
lágrimas que bullían como mar en tempestad. ─ ¡Cuando no sabes cuál es! Solo
hice una simple pregunta hipotética, de la cual tendrías qué haberte dado
cuenta.
La pregunta retumbó en el dolorido corazón y por un
mísero instante, la trajo a colación a su mente y recordó cada palabra,
analizando el mensaje que podría estar oculto.
─ Tú dijiste que podrías lastimarme al dejarme ─ indicó
dolida Mariela y tratando de buscar la lógica al cuestionamiento y sacudió su
cabeza atormentada sin conseguir su objetivo. ─ Yo no me equivoqué…Yo… ¡Mi
Dios!... ¡No puede ser!
─ Dije « podría» lo que no significa que vaya
hacerlo ─ intervino Carla, que llevo su mano a la altura de su corazón y
trataba difícilmente de mantener limpia su voz a esas alturas─ Nunca dije que
iba a terminar contigo, solo hice un supuesto y conociéndome como me conoces;
deberías saber que solo intentaba buscar tu verdad. La misma verdad que hay
dentro de mi corazón.
Y que si no te amara como lo hago, jamás hubieses
tenido una oportunidad conmigo o hubiese aguantado todo lo que he debido pasar
con tal de estar a tu lado. De que me dejases amarte como siempre he querido
desde que te conocí y a pesar de tu condición de casada, jamás fue impedimento
para que mi corazón profesara este sentimiento y te adorara como una idiota; al
punto de que justificaba todo lo que hacías y aunque me dolía hasta el infinito
no poder estar más tiempo a tu lado o que no me presentarás con tu familia; o
que reconocieses como tu pareja frente a los demás. Todo lo perdonaba o le
restaba importancia, porque te amaba tanto, que llegué a conformarme con
migajas de ti, de tu tiempo, de tu querer y solo momentos en que podía
compartir contigo y nuestro pequeño.
Yo también, lloré muchas noches en que deseaba tu
compañía, tu amor, tu calor, tus mimos. ¿No sabes la falta que me hacías en las
noches o durante la semana? ¡Dolía como diablos, Mariela! Saberte tan cerca y a
la vez, tenerte a kilómetros lejos de mí.
¿Cuántas veces, sentí contraerse mi corazón al
presentir tu voz llamándome? O ¡Cuándo mi hijo, estaba enfermo! Quería mandar
todo al diablo y presentarme en tu casa y reclamarte de una vez por todas y
decirle a todo el mundo que tú eras mi pareja.
Me contuve, siempre me contuve porque no deseaba
perjudicarte más. No quería ser la causa de más dolor en tu vida y fue así, que
me conformé con todo y acepté sin chistar lo que me dabas. Hasta que; decidí
que tenía que hacer algo al respecto o de lo contrario me la pasaría
esperándote eternamente y me valí de Flo, para hacer mi jugada y ver cuál sería
tu reacción.
Si no venías a buscarme, significaría que yo no era
importante en tu vida y aunque estaba dispuesta a darme el lugar que merezco y
rehacer mi vida. Quise darte una última oportunidad y dejar que fueras tú; con
tus acciones, que me demostraras que había valido la pena, luchar por tu amor.
Ya había tomado una decisión cuando te vi aparecer
en esa camioneta, pero lo que confesó Sofía, me tomó por sorpresa e hizo que
reaccionara de mala manera, sumado al susto que me hicieron pasar en esa moto,
que juro que no volveré a subir a otra en mi vida.
¡Cielos Mariela! Deberías haberlo sabido que la
promesa que te hice aquella noche, la he cumplido hasta hoy ─ confesó Carla sus
sentimientos como sus impresiones a todo lo sucedido entre ambas. ─ Que no iba
a renunciar a ti y qué pasara lo que pasara, estaría luchando de una forma u
otra para permanecer a tu lado y qué sabría ser paciente hasta que fueses una
mujer completamente libre y pudieras pedirme en que me convirtiese en tu novia.
¿Lo olvidaste?
─ ¡Claro que no lo olvide! ─ respondió aturdida
Mariela, que la envolvió en sus brazos y en su oído le susurró ─ ¡Por favor!
¡Perdóname mi amor! No quise hacerte sufrir de ese modo. Lo siento tanto,
cariño mío…lo siento mucho.
─ ¡Perdóname tú a mí! Por haber interrumpido así en
tu vida ─ se disculpó Carla, que lloraba amargamente a esas alturas─ No pude
ganarle a mi corazón y terminé cediendo a sus sentimientos aún a sabiendas que
eras completamente prohibida para mí.
─ No te disculpes, mi amor ─ rebatió entre llanto y
alegría Mariela, que la llenaba de besos en el rostro─ es lo mejor que pudiste
haber hecho y no sabes cuan agradecida estaré, porque eres lo mejor que me ha
sucedido y fue tu determinación la que terminó conquistándome y enamorándome
completamente. Yo no podría ya vivir sin ti, Carla. Eres mi todo, mi vida, mi
amor, mi amante, mi compañera y dentro de muy poco, serás mucho más.
─ Mariela ─ susurró con dificultad Carla,
conteniendo su llanto y el poder hablar más elocuentemente. ─ ¿esta vez será
definitivo lo nuestro?
─ Por supuesto que sí ─ confirmó Mariela,
estrechándola aún más a su pecho ─. Y no habrá nadie que se interponga entre
nosotras.
─ ¿Tus padres? ─ inquirió Carla.
─ ¿Qué pasa con ellos? ─ preguntó Mariela,
separándola un poco y verla a los ojos.
─ ¿Crees que ellos me aceptaran como tu pareja? ─
se atrevió a preguntar a la joven Ramos─
Después de tu ex esposo. No sé si les parecerá grato tener a una mujer por
nuera. Tu vienes de una clase social muy severa con los gay, por decirlo
suavemente y no homosexuales.
─ ¡Mi dulce Carla! ─ murmuró una enternecida
Mariela, que acarició el rostro de su mujer. ─ Si tú supieras que mis padres
saben casi todo de ti. Quién eres y el lugar qué ocupas en mi vida como en la
de Benja.
No te negaré
que les costó asumirlo en un principio, pero cuando vieron lo mucho que te
amaba y las amenazas de Ricardo. Desde ahí, todo se volvió a tu favor e incluso
mis hermanos siempre preguntaban por ti y cómo estabas. Y siendo la misma
Romina, que muchas veces se prestó para ir a recoger a Benja al jardín y me
insistió en comprar lirios para dejar en tu oficina cada 5 de cada mes. Me
llamaba una hora antes de que la alarma de mi celular sonara y
recordarme que debía encargar las flores.
Cuando Florencia llegó a nuestras vidas, mi hermana
quedo muy preocupada al conocerla; y eso que no la presenté con ella. Mi
hermana, me advirtió que tuviese mucho cuidado con Flo, porque se notaba que
podía ser una seria competencia para mí y que tenía todas las de perder, porque
ella tenía lo que a mí me faltaba y lo que tú necesitabas en tu vida. No sabes,
lo odiosa que se puede volver tu gemela, miraba con mucha desconfianza a
Florencia y me regañaba mucho cuando se enteraba que yo no pasaría contigo por
trabajo. Me dijo ciento de veces que era una necia y que si no hacia algo al
respecto, irremediablemente te perdería. Llegó al extremo de darme un ultimátum
de un mes para que hablase contigo y te confesará lo sucedido y que mi divorcio
estaba aprobado.
No tuvo que cumplirlo porque tú, te adelantaste
viniéndote a esta ciudad y cuando ella, fue al aeropuerto apenas se enteró por
los padres de Sofí, casi me mata y me dijo de todo y que no quería verme
regresar a Santiago sin ti ─ confesó un tanto avergonzada Mariela ─ Así que, no
creo que mi familia sea un obstáculo en nuestra relación.
─ ¿En serio? ─ preguntó dudosa Carla.
─ Verás, que cuando conozcas a mis padres y
hermanos, te llevarás muy bien con todos ─ mencionó positivamente Mariela ─ tu
forma de ser les encantará, ya que todos en mi familia son bien independientes
y con un sentido del humor muy parecido al tuyo, un humor algo negro. En
especial el de Romina.
─ Creo que ya me gusta tu hermana ─ soltó sin
empacho Carla, viendo pícaramente a Mariela.
─ No abuses de tu suerte, Ramos ─ replicó en el
acto, Mariela, con una mirada severa ─ que yo te vea mirar con otros ojos a mi
hermana, porque te juro que no verás luz de día, que no sea del trabajo a la
casa.
─ ¡Uy! ─ exclamó burlonamente Carla, secando
algunas lágrimas que aún asomaban en su mejilla ─ No conocía esa faceta tan
celosa que te gastas, Arquitecta.
─ ¡Eres tremenda! ─ enfatizó Mariela, sacudiendo su
cabeza ─ Puedes estar en la peor situación de todas, pero tu humor y coquetería
siguen inmaculadas.
─ Me amas con eso o ¿no? ─ provocó Carla ─ Así, me
conociste y sabes, que es parte de mi esencia o ¿quieres que cambie? Porque lo
hago si tu quieres, pero no te quejes después si me ves con otros ojos.
─ ¡Ay señor! ─ exclamó resignada Mariela ─ ¿de
quién me vine a enamorar?
─ Yo te diré de quién te has enamorado, Arquitecta ─
respondió suelta de cuerpo Carla y ya más repuesta─ de la misma chiquilla que
conociste en la entrevista y de la cual no querías saber nada y que te parecía
muy precoz para todo. ¿Cómo fue qué dijiste?... ¡Ya sé!... ¡Prospecto de
perfección!
─ ¡Uy! ─ exclamó divertida Mariela, rascando
nerviosamente su barbilla ─ Eres algo rencorosa, dulzura. No olvidas nada de lo
que digo.
─ Por supuesto que no ─ respondió Carla,
desafiándola ─ desde que te conocí, no he podido olvidar nada de ti y jamás
pude sacarte de mi cabeza y mucho menos de mi corazón. Así que, ve olvidando
que un hecho así, suceda.
─ ¡Me parece perfecto que no lo hagas! ─ repuso
complacida Mariela y le robo un fugaz beso a la joven contadora ─ porque no
deseo que me saques de tu vida como mucho menos de ese corazón que desde un
principio fue para mí y lo será eternamente. Porque eres solo mía, Carla y no
voy a dejar que te vuelvas a separar nunca más de mí.
─ ¡Trato hecho, Arquitecta! ─ convino la joven y
sus ojos cristalinos aún, brillaban como nunca, pues lucían radiante de
expresar su amor por aquella mujer. ─ ¡Has firmado tu condena, Mariela Sopric!
Y no habrá poder en este mundo que pueda arrancarte de mi vida y si alguna
mujer u hombre intenta alguna tontería contigo, verá que de lo que soy capaz de
hacer con tal defender lo que es mío.
─ ¡Caramba! ─ soltó la exclamación entre risas
Mariela y sujetando la barbilla de su mujer, viéndola seriamente, clavó sus
ojos verdes en ella, al mismo tiempo que añadió─ Adoro cuando te vuelves así de
celosa.
─ ¿Segura? ─ preguntó de frentón Carla,
escudriñando sus ojos.
─ Tan segura como lo que voy hacer ahora mismo ─
afirmó resueltamente Mariela y tomándola en brazos, la llevó hasta la cama y la
acomodó entre las almohadas. ─ Cierra los ojos un momento.
─ De acuerdo, Arquitecta ─ asintió Carla y se
dispuso en cerrar sus parpados.
Mariela, se levantó de la cama y se fue en busca de
su maleta que estaba en el armario y de ahí, extrajo un objeto y de otro
compartimento adyacente, sacó un pequeño ramo de rosas rojas y regresó sus
pasos hasta el lecho que yacía su pareja o que lo iba hacer dentro de muy poco.
Esta vez, se acomodó de tal manera, que inclinó su
cuerpo sobre la joven y una de sus rodillas quedó apoyada en el piso y su mano
derecha con las flores quedo pegada al pecho y con la otra acarició la mejilla
de aquella joven, que era su todo.
─ Ahora puedes abrir tus ojos, preciosa ─ demando
cariñosamente Mariela.
Al momento de abrir aquellos ojos pardos, quedaron
de frente con el rostro de Mariela y delante suyo con un pequeño cofre abierto
con un…
─ Carla Ramos ─ susurró Mariela ─ ¿Me harías el
honor de ser mi novia? Y de ser mi compañera de viaje, convertirte en mi esposa
en unos meses más y en la madre de mis hijos.
─ ¡Ah! ─ fue todo lo que balbuceó Carla, porque su
garganta se cerró en nudo que le impidió articular palabra alguna de la emoción
y nuevamente sus ojos se inundaron por completo y es que eran muchas emociones
para un solo día y su cuerpo comenzó a temblar de nervios y alegrías al mismo
tiempo.
─ ¡Mi vida! ─ exclamó alarmada Mariela al ver la
reacción de la muchacha y dejando a un lado el cofre, se apresuró en limpiar
sus mejillas de las lágrimas que corrían a raudal ─. ¿Amor qué sucede?, ¿acaso
no te ha gusto? ¡Por favor, no llores más vida mía!
─ Yo… Yo ─ luchaba Carla entre sus emociones y el
constante balbuceo ─ Claro que sí…me ha gustado, Mariela…Yo… ¡soy tan feliz!
…que no puedo evitar llorar.
─ ¡Entonces! ─ volvió a preguntar Mariela, cuyos
ojos también estaban acuosos a esas alturas─. ¿Aceptas ser mi novia?
─ Sí…Sí…Claro que acepto ser tu novia ─ respondió
efusivamente Carla, abrazándola fuertemente ─ Y nada me harás más feliz que
convertirme en tu esposa y en ser madre de muchos niños como mi Benja.
─ ¡Te amo, tanto bebé! ─ susurró Mariela, besando
los labios de su flamante y oficialmente, pareja ─ me dejas ponerte ese anillo,
que he querido hacerlo desde hace mucho tiempo.
Esta vez, la joven Ramos solo atinó en asentir con
su cabeza y Mariela, tomó entre sus manos la de la Carla y sacó uno de los
anillos que estaban en el cofrecito y sin dejar de verla a los ojos, dispuso la
sortija en su mano y le entregó el ramillete de rosas, que emocionaron aún, mas
a la joven contadora y que no paró de llorar de alegría y es que razones tenía
de sobra. Habían sido 3 años de una lenta agonía de amar con toda su alma a la
Arquitecta y no poder concretar el ferviente deseo de su corazón de hacer una
vida en familia con la mujer que amaba con locura. Soportando tantas cosas y
miedos a la vez, pero que todo esfuerzo en la vida tiene su recompensa y ésta,
se encargó de darle el premio mayor a su tenacidad y lucha para quedarse al
lado de la persona que tanto amaba. La propia Mariela Sopric, ya no sería un
sueño lejano o incansable, sino que hoy se convertía oficialmente en su novia y
en un breve tiempo pasaría en ser la esposa de la Arquitecta.
─ Es tu turno, dulzura ─ instó Mariela, entregando
el cofre.
La joven contadora, se inclinó un poco sobre las
almohadas y se dispuso en sacar la sortija de la cajita.
─ Mi adorada Arquitecta ─ comenzó diciendo Carla ─
desea usted, hacerme el honor de convertirse en mi novia y mi amante eterna.
─ ¡Jajajaja! ─ Se carcajeó Mariela por la peculiar
solicitud ─ Acepto encantada tu propuesta, mi sexy y pervertida, contadora. En
ser tu novia y tu amante de por vida.
─ ¡Perfecto! ─ exclamó extasiada Carla, a la vez
que deslizaba el anillo por el dedo de Mariela─ Ahora, ya somos oficialmente
novias, Arquitecta. ¿Tiene algo qué decir? O calle para siempre.
─ Jajaja ─ estalló en risas una vez más, Mariela y
reclamó su boca en el acto y selló su promesa de este modo─. ¡Me encantas tal
cual eres, bribona! Es lo único que tengo que decir su señoría.
Carla, se dejo llevar por aquel beso y profundizo
la caricia, dando rienda suelta al sentimiento que se había anidado en lo más
profundo y recóndito de su corazón. Y que a pesar de las circunstancias, no
mermo como se supondría; sino que estuvo por momentos en estado de letargo y
que a partir de hoy, se abría la puerta de la libertad definitiva y no habría
más obstáculos que impidieran amarse totalmente como también más objeciones a
su cariño y vida en pareja.
Además, que el tiempo de espera, hizo que se fueran
pavimentando el camino para que una de las familias de las protagonistas,
fueran adaptándose a los hechos y a la nueva condición de una de estas mujeres
y terminaron por coger cierto cariño y simpatía por la otra parte involucrada
en esta historia. Sin mencionar el hecho más importante y es que ellas tenían
un hijo que las estaba esperando con ansiedad y para llevar tan solo un día
transcurrido de la separación con el niño; estaba causando estragos en casa de
sus abuelos y tíos con sus constantes preguntas de la hora en que regresarían
sus mamis y si ya podía ir a buscarlas al aeropuerto. Provocando que la familia
de la Arquitecta Sopric, cruzara los dedos
y rogaban por que su hija regresara lo antes posible con su pareja o de lo
contrario, serían horas muy largas con el pequeño terremoto.
Mientras la familia Sopric Meyer, vivía su propia
secuela de esta historia en casa. Las
dos mujeres estaban consintiendo a sus corazones por medio de un lenguaje
corporal que ellas conocían tan bien y que desde su primer encuentro,
disfrutaban de una forma tan placentera que solo los amantes pueden hacerlo.
Aquellos besos fueron llevándolas a que sus cuerpos
despertaran de inmediato a viejas e intimas vivencias que les llevo a despertar
el deseo más candente de todos y la lujuria se vistió de fiesta en su piel como
en su ser entero.
No es un cliché decir que la temperatura en aquella
habitación subió tan rápido en la medida que la pasión las fue envolviendo y
sus prendas de vestir, quedaron esparcidas a lo largo de todo el cuarto y dónde
primero cayese. Hasta el bello ramillete de rosas, quedo relegado en un rincón
a los pies de la cama, ya que sus dueñas estaban en una batalla campal y sin
igual en demostrarse y prodigarse todo el cariño y caricias que sus cuerpos
anhelaban y necesitaban para respaldar el amor expresado a través de las
palabras.
Solo la silueta de una espalda desnuda de una piel
tersa como blanca con varias pecas que se dejaban ver y sus largos cabellos
dorados se perdía en ella, alborotado como húmedo por el calor de la pasión. Y
que mantenía una posición dominante sobre el cuerpo que yacía bajo suyo.
Sus labios devoraban la boca de su amante en juego
de lenguas que trataban de someterse una a la otra, en demostrar el dominio de
una sobre la otra. Un beso puede serlo todo y decir más que mil palabras, pero
que en un momento de lujuria total, se vuelve la mecha perfecta para desatar el
mismo infierno pasional que cada pareja experimento en el más bello acto de
amor y entrega que se pueda vivir y desear.
En sus rostros acalorados, varias gotas de sudor se
desprendían de sus poros y se perdían en loca carrera a lo largo de todo el
cuerpo. Dejando tan húmedas aquellas sabanas, testigos del fuego desatado entre
esas dos mujeres.
Sus manos mantenían otra batalla propia. En las que
las de una se perdían a lo largo de aquella espalda desnuda, siguiendo un lento
y tortuoso camino de arriba abajo en la medida que las uñas se arañaban
sensualmente la piel, dejando un rastro rojizo en todo su trayecto.
Respondiendo al deseo y la tortura que
la desataba aquella rubia provocaba en todo su cuerpo. A su vez, las otras
estaban de lleno en uno de sus senos y castigaban sensualmente aquella zona
erógena de la morena que yacía abajo del otro cuerpo y su otra mano, se perdía
juguetonamente en la entre pierna y avanzaba sin impedimento hacia el interior
de la joven y encontraba entre la humedad y palpitación de su amante, el objeto
de sus deseos.
Al ser encontrado aquel tesoro, desafió todo
obstáculo y se sumergió con alevosía y añoranza en el centro mismo de la
femineidad de su amante y al reclamar su premio, hizo que interrumpiera aquel
beso, separándose unos escasos milímetros y unos ojos verdes completamente
oscurecidos por el deseo, vieran con total adoración a su pareja.
─ Reclamaré este derecho cada noche de tu vida
hasta que la muerte nos separe ─ murmuró Mariela con un dejo muy posesivo, sin
dejar de verle como de torturarla y que con aquel movimiento provocó que su
amante alcanzara su clímax total, arqueando su columna y una serie de espasmos
la sacudieran por completo.
Unos segundos después, en que la calma retornó al
cuerpo y el letargo la envolvió. Aquella morena, clavó sus ojos pardos en los
de su amante y una sonrisa comenzó a dibujarse, primero en forma tímida para
luego cobrar fuerza y ser el fiel reflejo de la dicha plena que la embargaba.
─ No sabes cuánto te amo, Arquitecta. ─ susurró
Carla, llevando su mano hasta la mejilla de su pareja y acariciando toda ésta. ─
me faltaran días para demostrártelo.
─ Carla… ¡mi bello amor! ─ exclamó enternecida
Mariela, dejándose mimar por las caricias de la joven. ─ ¡Sólo ámame por el
resto de tu vida!
─ Cuenta con ello, mi amor ─ murmuró feliz Carla y
atrajo el cuerpo de su mujer y lo envolvió con sus brazos hasta conseguir su
completo abandonó y de un momento a otro, invirtió los papeles.
─ ¿Qué haces amor? ─ inquirió sorprendida Mariela
ante la maniobra de su mujer.
─ Es mi turno de hacerte padecer, mi sexy
Arquitecta ─ susurró coquetamente Carla, en el oído de su novia ─ ten presente
lo que ya te dije una vez…
─ ¿Qué cosa? ─ alcanzó a preguntar Mariela.
─ Que ibas a repetir mi nombre miles de veces
mientras te hacía el amor ─ murmuró entre dientes Carla y con una sonrisa de lo
más pervertida que se hubiese visto.
─ Car…la ─ balbuceó Mariela, cuando fue silenciada
por los labios de la joven y sus manos se pusieron a trabajar de inmediato y
comenzaron su lenta y placentera tortura.
Y la amenazo se cumplió a cabalidad porque la joven
Arquitecta, llamó una y otra vez a su amante en todo lo que duró el escarnio en
que la sometió y la hizo vivir y sentir como nunca antes, quedando su corazón
complacido y lleno de júbilo. Mientras que su cuerpo quedo aletargado, sudado y
sin fuerza alguna para poder contra atacar y devolver el favor a su compañera.
Horas más tardes, unos ojos pardos disfrutaban
viendo el cuerpo desnudo de su pareja sobre el lecho. Estaba tan relajada y
lucía tan feliz, que era un pecado interrumpir tanta dicha.
─ Amor ─ susurró Carla, muy cerca del oído de su
novia.
No hubo respuesta alguna, por lo que debió
insistir.
─ Amor ─ murmuró un poco más alto Carla ─ Es hora
de despertar mi bella durmiente.
Un gruñido es todo lo que se oyó en respuesta…
─ Mi bello ángel, despierta ya ─ susurró con cariño
Carla y movió el cuerpo de su pareja para conseguir su objetivo.
─ ¡Oh Cary! ─ masculló dormida Mariela ─ vuelve a
dormir un poco más.
─ ¿Cómo me llamaste? ─ preguntó en un tono grave
Carla y le dio un pellizco en su nalga.
─ ¡Por Dios, Carla! ─ exclamó con espanto Mariela,
que se incorporó de un salto y sobaba su parte intima ─ Esas no son formas de
despertar a tu mujer, dulzura mía.
─ Jajaja ─ soltó una carcajada Carla y al ver el
semblante de su novia, se tapó la boca con su mano y añadió. ─ Lo siento, pero
debía despertarte de una forma u otra.
─ Ok ─ convino con resignación Mariela ─ ¿por qué te
sorprende que te haya llamado Cary?
─ Es que tú nunca me has llamado de ese modo ─
respondió Carla ─ solo mi familia me llama así, en especial mi yayo. Ahora,
dime ¿Cómo lo sabes?
─ Será porque tu yayo me lo dijo ─ confesó
traviesamente Mariela, guiñando un ojo.
─ ¿Ustedes dos ya se conocen? ─ preguntó con
curiosidad viva Carla.
─ Así es. ─ respondió Mariela ─ él nos indicó hacia
dónde ustedes se dirigían. Por cierto, es un hombre muy simpático y peculiar.
─ ¿Peculiar por qué? ─ inquirió Carla, confundida.
─ Por que tu yayo, me confesó que está esperando
que la última de sus nietas, le dé bisnietos muy pronto ─ confidenció Mariela,
marcando con énfasis eso último.
─ ¡Ay no! ─ exclamó con desgano y martirizada Carla
─ Mi yayo es un bocón. No debió ventilar aquello contigo. Apenas se entere de
que tú eres mi pareja, no va a dejar de fastidiarme con el asunto y va a contar
los días en el calendario, una vez que sepa que puedo estar embarazada. ¡Qué
suplicio el mío!
Mariela, no sabía si reírse de buena gana ante la
expresión sublime de su mujer o preocuparse del tema, porque tendrían que
solucionar aquello.
─ ¿Y cuál sería el problema? ─ preguntó con ternura
Mariela, tras meditar unos segundos.
─ Los hijos, Mariela ─ respondió seria Carla ─ los
niños no los trae la cigüeña y menos en nuestro caso.
─ Insisto, ¿Cuál es el problema? ─ indagó Mariela,
de lo más relajada y sin preocupación alguna─ Nos pondremos en campaña cuanto
antes y asunto resuelto.
─ ¿Estás de broma? ─ inquirió pasmada Carla ─ ¿cómo
que asunto resuelto?
─ ¡Mi Cary! ─ mencionó con dulzura Mariela ─ Debo
recordarte que tú y yo, ya tenemos un hijo, él que nos ama mucho y se lo
presentaremos a tu yayo. Y que además, que si se trata de darle un hermanito,
será un placer dejarte embarazada y aumentar la familia.
─ ¿Dejarme embarazada? ─ aulló Carla ─ ¿te volviste
loca o qué? ¿Cómo vas hacer eso?
─ Muy simple ─ rebatió con una sonrisa gigante
Mariela y se acercó al oído de su pareja y le susurró un secreto que dejo a su
pareja roja hasta las orejas y finalizó con lo siguiente ─ ¿qué me dices?
─ De todas las mujeres de este mundo, me tuvo que
tocar las más pervertida de todas ─ se lamentó Carla y suspiró profundamente ─ En
fin. Tú ganas, pero una cosa te advierto desde ya Sopric, quiero cuatro hijos
no más. No quiero ser mamá conejo.
─ ¡Jajaja! ─ estalló en risas Mariela y tomó en sus
brazos a su mujer y la besó con pasión ─ Adoro cuando aflora esa faceta de
rebelión, te ves realmente tan apetecible.
─ ¡Sopric! ─ advirtió peligrosamente Carla.
─ Ok…Ok ─ repuso enseguida Mariela sin dejar de
sonreír ─ Por cierto, dulzura… ¿por qué me despertaste?
─ Porque ya son las 5 de la tarde y porque llamó tu
mamá a tu celular y pidió qué le devolvieras la llamada ─ explicó Carla ─
Además, de decirte que hace unos minutos atrás vino Sofía a buscarnos para
almorzar y nos daría unos momentos para que nos reuniéramos con ellas en el
comedor del hotel.
─ ¿Las 5? ─ exclamó con espanto Mariela ─ ¡Mi Dios!
Con razón Sofí, nos vino a buscar. Pasó volando el día y quedamos de almorzar
juntas las 4.
─ ¡Aha! ─ se mofó Carla y se levantó de la cama y
se dirigió al baño y desde ahí, agregó ─ Entre más te demores, tanto peor para
ti, Arquitecta. Además, quiero ver qué explicación le vas a dar a Sofía.
─ No me ayudes tanto, dulzura ─ reprendió Mariela,
lanzándole una de sus miradas y saltó de la cama con dirección al baño─ ¿Y qué
esperas para bañarte conmigo? Se nos hará más tarde si nos duchamos por
separado.
─ Lamento contradecirte, Arquitecta ─ soltó Carla,
que buscaba sus ropas del sillón ─ Pero ya me bañe antes de despertarte.
─ ¡Cómo eres! Te aseguro que más tarde recibirás tu
castigo, lindura ─ amenazó sensualmente Mariela y antes de entrar directo al
baño, se percató de lo que hacía su novia. ─ ¿Qué haces con esas ropas?
─ ¿Qué crees tú? ─ contra preguntó Carla y se
encogió de hombros ─ Debo vestirme, cariño.
─ Deja eso, bebé ─ señaló Mariela, que se devolvió
y le quitó sus ropas y la llevo hasta el armario y le mostró. ─ Traje ropa de
recambio para ti. En el aeropuerto aproveche de comprarte pues sabía que iba a
necesitar mudas al estar conmigo en el hotel.
─ ¡Vaya, que novia más lista e inteligente tengo! ─
exclamó admirada Carla, que la abrazó y acercó sus labios al de su pareja y la
besó con mucha dulzura. ─ Mereces que te acompañe a tomar esa breve ducha ¿te
tinca?
─ Claro que sí ─ afirmó Mariela, tomándola en
brazos y llevarla al baño, sin dejar de besarla ─ eres el mejor premio de
todos.
Al cabo de unos intensos minutos. La pareja ya
alistada, se reunía en el comedor del hotel con otra joven pareja, que les
miraban divertidas.
─ ¡Al fin das señales de vida, Mar! ─ se burló Sofía
al momento de llegar tomadas de la mano.
─ Discúlpame, Sofí ─ se excusó ésta, tomando
asiento en la mesa que estaba su amiga y socia con su pareja, pero antes
acomodó la silla para que su novia tomará asiento. ─ El tiempo pasó volando y
no me di cuenta.
─ ¡Vaya! ¿Quién lo diría que tú llegarías tarde a
una reunión? ─ acusó divertida Sofía, viendo como los colores escarlata se
presentaban en el rostro de su amiga ─ Es una fecha histórica que habrá que
apuntar en el calendario para la posteridad.
─ ¡Ya no te burles, Almagro! ─ protestó Mariela con
pica ─ hay cosas que se escapan de las manos y esto lo que diré por
justificación.
─ ¿Entonces? ─ preguntó sin rodeos y de lleno,
Sofía. ─ ¿En qué están?
─ ¡Disculpa! ─ exclamó Mariela, sin comprender muy
bien. ─ ¿A qué te refieres con la pregunta?
─ Cariño, lo que Sofía quiere saber es en qué
situación estamos nosotras ─ aclaró Carla, siendo más intuitiva que su pareja.
─ ¡Ah eso! ─ Mencionó Mariela y tomando la mano de
Carla entre las suyas ─ lo siento, estoy algo distraída. Sofí, Flo, quiero que
sean las primeras en saber que Carla y yo, arreglamos nuestras diferencias y a
contar de hoy, ya somos novias oficialmente.
─ ¡En hora buena! ─ exclamó feliz Sofía, que se
levantó de su asiento y abrazó a su mejor amiga. ─ No sabes el gusto que me da
saberlo.
─ Mil gracias, Sofí ─ dijo emocionada Mariela.
Por su parte, Florencia, sin pensarlo mucho desde
su lugar abrió sus brazos e invitó a su amiga…
─ ¡Felicidades Carlanga! ─ murmuró Florencia, muy
contenta con la noticia y al oído le susurró muy bajito. ─ Te lo mereces más
que nadie y porque tu amor supo prevalecer por sobre las circunstancias.
─ Gracias, Flopy ─ respondió Carla, que se abrazó
tan fuerte a su amiga y sus ojos otra vez se inundaron con lágrimas rebeldes
que se negaban a irse. ─ Perdóname por utilizarte y hacer que mi mujer viniera
tras de mí.
─ No te disculpes, Carla ─ rebatió de inmediato Flo
y rompiendo el abrazó, la quedo viendo fijamente. ─ Yo en tu lugar hubiera
hecho lo mismo y por favor, no llores más. No más lágrimas, debes estar feliz y
disfrutar de tu amor con Mariela. Es todo lo que debe importar ahora.
─ ¡Lo soy, Flopy! ─ balbuceó Carla sin poder
contenerse y su llanto brotó sin control ─ Son lágrimas de alegría porque soy
muy feliz…Y yo…yo…Estoy muy sensible hoy.
Aquellas palabras cargadas de emoción y el mismo
llanto, hizo que de inmediato las otras dos mujeres reaccionaran ante la
situación algo preocupadas.
─ ¿Mi vida qué sucede? ─ preguntó angustiada
Mariela, que la tomó entre sus brazos─ ¿por qué lloras así bebé?
─ No es nada ─ susurró Carla, tratando de calmarse
y recuperar la compostura.
─ Mariela, tu novia está muy sensible por tantas
emociones ─ indicó Florencia, viéndolas con ternura ─ Creo que necesita que la
consientas un poco.
─ ¿Es verdad eso, amor? ─ inquirió Mariela,
acariciando su mejilla.
─ Sí ─ se desprendió aquella respuesta de los
labios de Carla, como un todo.
─ Prometo hacerlo el resto de mi vida ─ repuso
fervientemente Mariela y sellando su promesa con un pequeño beso. ─ dedicaré
cada segundo en recuperar el tiempo perdido y procurar tu dicha.
─ Amor ─ murmuró Carla ─ te amo más que a mi vida.
─ Lo sé ─ afirmó Mariela ─ lo he sabido desde
siempre y mi corazón lo supo desde aquella entre vista y te adora como no
tienes idea.
─ Mariela ─ exclamó extasiada Carla y solo se
aferró al abrazo y guardó silencio, escuchando solo el palpitar del corazón de
su amada y una delicada sonrisa se bordó en sus labios.
Mientras la pareja se entregaba en ese abrazo,
Sofía, secó unas lágrimas que comenzaban por escabullirse ante la emoción de
ver la dicha que hoy disfrutaba su mejor amiga y sabedora de lo que debió
sufrir a causa de su amor y sin embargo, hoy no habrían más dolor o decepción,
sino un nuevo escenario se abría apara aquella pareja, uno que recompensaría
cada lágrima, cada privación o negación, cada silencio, temor y angustia que
tuvieron que vivir. Simplemente ahora, sería distinto ya no habría obstáculos
que le impidieran estar juntas y darle carta abierta a sus corazones para que
expresaran libremente sus emociones como su sentir.
─ ¿Estás bien, mi vida? ─ preguntó Flo, secando
ella misma con su pañuelo una última lágrima que se escabulló por su mejilla.
─ Sí, cariño ─ respondió enseguida Sofía y abrazó a
su mujer ─ Creo que sin temor a equivocarme, que hoy es el mejor día de
nuestras vidas.
─ También lo creo, Sofí ─ corroboró Flo y junto a
su novia, observaban a la otra pareja.
Fueron unos hermosos y breves momentos que
disfrutaron las dos parejas antes que un garzón, les interrumpieran.
Ambas parejas, rompieron el encanto del momento y
volvieron a sus lugares en la mesa. Cuando les entregaron la carta con el menú.
Ambas Arquitectas dejaron que sus parejas como dueñas de casa fueran las que
les escogieran el mejor platillo de la zona patagónica. Entre brindis, la
comida y una grata conversación las cuatro mujeres compartieron durante una
hora y treinta. Dónde acordaron ir juntas a visitar la casa de los abuelos de
la joven Ramos y así, ser presentada Mariela como su novia. Y sería al día
siguiente, sería el turno para visitar el hogar de la familia Villar y el turno
de Sofía de conocer a sus suegros como cuñados.
Finalizado el almuerzo; algo fuera del horario pero
que debió ser necesario por no haber ingerido alimento en todo el día. Recogieron
sus bolsos y siguieron su curso de conocer a los familiares de sus novias. Lo
que provocó una gran sorpresa en el caso de Carla, ya que su Yayo quedo
perplejo de ver a su nieta menor con una mujer y más de saber que ya tenía un
hijo y a él no se le había dicho nada al respecto.
Fueron unos minutos algo tenso para la pareja como
para las demás, pero que gracias al gran cariño que el hombre mayor sentía por
su pequeña Cary, que decidió darle una oportunidad a la Arquitecta sin antes
advertirle que si hacía sufrir a su adorada nieta tendría serios problemas y
que le daba plazo de unos días para que le trajesen a su bisnieto o de lo
contrario él mismo viajaría a la capital en busca del pequeño.
Mariela, respiró aliviada cuando salieron de casa
de los abuelos de su pareja, ya que le dio un poco de pavor dicho señor al ser
tan tajante y sobre protector con su nieta. Sin embargo, le fue tan grato para
su corazón escuchar que aquel hombre deseara conocer a Benjamín. En ese aspecto
ya era un gran avance. Aunque en su fuero interno, sabía que los hombres de la
familia Ramos, eran un tanto difícil de tratar y que tendría que lidiar con eso
por un buen tiempo hasta que ellos terminaran de aceptarla como un miembro más
de esa familia. Les gustase o no, ella formaba parte de la vida de Carla, era
su pareja, su novia y en un tiempo más serían esposas según las nuevas leyes de
Chile, que les otorgaba el derecho a unirse bajo la unión civil. Y eso las
convertiría en esposas ante la ley y nada ni nadie podría evitarlo; ya bastante
habían sufrido a causa de un tercero como para permitirles a otros el derecho
de ser felices y formar un hogar como todos los seres humanos, porque jamás se
debe olvidar que una persona con una orientación sexual distinta, tiene los
mismos derechos y deberes que el común de la gente ante la sociedad.
Las horas pasaron más que volando entre reuniones
familiares, fortaleciendo lazos y que además, les permitió compartir y conocer
lo mejor de la región en los dos días extras que se quedaron con la promesa de
que en dos semanas se reunirían las cuatro familias en casa de de los padres de
la Arquitecta Almagro para colocarse las ilusiones de compromiso ante toda la
familia y así, darle el lugar que se merecían sus respectivas parejas.
El reloj del aeropuerto marcaba las 18:30 cuando un
Airbus de Lan, tocaba la loza del aeropuerto Teniente Merino y 15 minutos
después, cuatro chicas salían de la sala de embarque con un prominente
cansancio en sus ojos, ya que el viaje demoró más de la cuenta a causa del
clima.
Al cruzar las puertas de arribos y entre el tumulto
de personas que esperaban a sus seres queridos como encargados del servicio de
transporte. Un par de pequeñas piernas se abría paso corriendo y con sus
manitas, trataba de apartar aquellos adultos que interrumpían su trayectoria,
provocando el asombro entre las personas por la prisa que llevaba.
─ ¡Mami…Mami! ─ gritó un pequeño niño y se abalanzó
de lleno sobre las piernas de una morena de ojos pardos.
─ ¡Mi príncipe bello! ─ exclamó con orgullo Carla,
tomando en brazos a su hijo y lo llenó de besos. ─ has venido a buscarme. ¿Has
extrañado a mamá?
─ Sí ─ murmuró el pequeño Benja, abrazando el
cuello de Carla ─ Te extraño mucho ¿Mami ya no se irá más?
─ Príncipe, mami se quedará con nosotros para siempre
─ se apresuró en responder Mariela, que se sobrecogió al ver a su hijo
preguntarle de esa forma.
─ ¿Verdad mami? ─ preguntó con Benja, separándose
del cuello de Carla y tomando su cara entre sus manitas y sus ojitos brillaban
intensamente.
─ Así es mi niño hermoso ─ contestó Carla,
emocionada y radiante ante su hijo ─. A partir de hoy me quedaré contigo y con
mami Mariela. Y nos quedaremos unos días en mi departamento hasta que compremos
una nueva casa para vivir los tres, ¿te parece bien Príncipe?
─ Sí…Sí ─ respondió feliz el niño, llenando de
besitos la cara de su mami.
─ ¡Ya, ya Benja! ─ ordenó una voz de mujer a
espaldas de ambos─ deja a tu mamá tranquila un momento.
Carla, se giró con el niño en brazos y quedo de
frente con una rubia de larga cabellera, de ojos azules y tan alta como cierta
mujer que ella conocía tan bien…Mariela. Aquella mujer era idéntica a su novia,
salvo por el color de ojos y lunar que tenía cerca de la barbilla.
─ Soy Romina, hermana y gemela de Mariela ─ saludó
ésta, extendiendo cordialmente su mano hacia la joven Ramos ─ Tenía muchas
ganas de conocerte cuñada.
─ Hola, Romina ─ saludo algo perturbada Carla, que
acomodó bien a su hijo en sus brazos y estrechó la mano de la gemela de su
novia. ─ El gusto es mío en conocerte.
─ Amor…Dame a nuestro hijo ─ ordenó la mismísima
Mariela ─ Bandido ¿No piensas saludar a tu mamá?
─ Te amo mami ─ dijo Benja ya en brazos de la
Arquitecta y lleno de besos el rostro de su mamá.
─ Yo también te amo mucho, mi Benja ─ señaló Mariela,
acariciando el cabello dorado de su hijo ─ y cumplí mi promesa de traer a casa a mami Carla
¿estás feliz ahora mi príncipe?
─ Sí ─ afirmó el pequeño Sopric y volteó a ver a su
otra mamá ─ ¡Vámonos ya a casa mami!
─ Jajaja ─ rompió en risas Mariela y guiñando un
ojo a su mujer ─ Creo que nos salió algo demandante nuestro pequeño ¿no te
parece amor?
─ No, porque en ese aspecto se parece mucho a mí ─
soltó sin empacho Carla, alzando su barbilla desafiante y depositando un beso
en la mejilla de su hijo y otro en los labios de su pareja─ reclama sus justos
derechos (arrebatándole a Benja de sus brazos y llevándoselo consigo)
─ ¡Ups! ─ exclamó Romina risueña, animando a su
hermana para que fueran con el resto de la familia que los esperaba un poco más
retirado y de paso saludó a las otras dos chicas ─ de tal palo tal astilla. Por
cierto, son tal para cual ─ susurró en el oído de su gemela.
─ ¡Son madre e hijo! ─ expuso Mariela, más que orgullosa
y respondió de igual forma a su hermana ─ Ella es perfecta para mí en todos los
sentidos y seguiré tu consejo, la haré mi esposa muy pronto.
─ Es la mejor noticia que puedes darme ─ acotó
Romina ─ ya pensaba que tendría que cumplir mi amenaza.
─ No fue necesario hermanita ─ corrigió Mariela,
muy pícara ─ te dije que yo puedo resolver las cosas con mi mujer.
Ambas hermanas estaban tan sumidas en su plática
que no se percataron de que dos personitas habían detenido abruptamente su
caminar y unos ojos pardos les observaba con curiosidad. Escudriñándolas
detenidamente a las dos rubias y encontrando de inmediato las diferencias entre
una y la otra.
─ ¿Vienes Arquitecta? ─ instó Carla, y bajando al
piso a su retoño, para coger su manita entre las suyas, añadió. ─ Esperan por
nosotras mi vida y demorar más, es una falta de educación.
─ Voy dulzura ─ Se apresuró en decir Mariela y
cogió del brazo a su hermana y apresuraron el paso y con una sonrisa boba en
los labios, añadió ─ estoy contigo en un momento preciosa.
─ ¡Wow! ─ exclamó sorprendida Romina ante la
actitud de su hermana. ─ Si no lo veo, no lo creo. La impecable e intratable
Arquitecta Mariela Sopric Meyer, siendo manipulada sutil y educadamente por su
novia. Esto es algo histórico y memorable que amerita pasarlo al record Ginés.
─ Jajaja ─ fue la sonora carcajada que se escuchó
detrás de ellas y provenía nada menos que de Sofía, que guardaba silencio con
su novia. ─ Te aseguro que Mariela, ha roto muchos record en este día al dejar
de lado su pulcro comportamiento, ¿puedes creer que tu hermana ha llegado tarde
a una reunión?
─ ¿Mi hermana llegando atrasada a un lugar? ─
inquirió Romina con tamaños ojos ─ ¡No lo puedo creer! ¡Dios, existen los
milagros!...Gracias, Señor. Al fin alguien pudo romper la obsesión horaria de
mi hermanita y se comportará como un persona normal… ¡Qué gran día!
─ Cuenta conmigo para poner el nombre de Mariela en
el Ginés ─ Secundó Sofía, muy divertida con el asunto en cuestión.
─ ¡Oigan ustedes dos! ─ confrontó Mariela, ─ Ni
crean que se saldrán con la suya, solo fue un pequeño desliz horario nada más y
diremos que el amor fue el culpable de ello.
─ ¡Aha! ─ exclamaron Sofía y Romina y ésta última
agregó ─ ¿segura que tu novia estará de acuerdo con ello?
─ ¡Por supuesto que sí! ─ Se integró a la
conversación Carla, que alcanzó a escuchar. ─ yo amo como es ella y no
cambiaría su forma de ser en ese sentido. Aunque muchos no estén de acuerdo, es
una cualidad que la hace única. Y espero que nuestro hijo sea igual como su
madre.
─ ¡No ven! ─ Se burló Mariela, obsequiándole un
beso a su mujer y tomando la manita de Benja, añadió. ─ Se los dije. Ella es
perfecta para mí.
─ ¡Qué horror! ─ exclamó Romina consternada de
oírlas y viendo a Sofía que reía junto a su novia ante las palabras de su
socia. ─ Ahora me doy cuenta porque son tal para cual… ¡Dios nos libre de dos
maniáticas del tiempo!
─ Jajaja ─ estallaron en risas las cuatro mujeres
al comentario de la segunda chica Sopric.
─ Te falto incluir a nuestro príncipe ─ acotó
divertida Mariela.
─ Hazte a la idea, Romina ─ instó Sofía ─ Y como
dice el dicho: Si no puedes con ellas, únete.
─ Lo pensaré ─ respondió dubitativa la joven Sopric,
rascando su barbilla. ─ Definitivamente lo pensaré.
Mariela, vio por el rabillo de su ojo a su gemela y
pudo apreciar que a pesar de las palabras recientemente. El rostro de su
hermana lucía tranquilo y al notar la mirada inquisidora de su gemela, Romina,
sonrió ampliamente puesto que fue capaz de constatar que la joven contadora,
era la persona correcta para su hermana y con ella había encontrado el amor, la
paz y la dicha. Definitivamente, Mariela Sopric, ya no era la misma y se podía
notar en sus ojos. Ya no estaban fríos y distantes como solía lucir su mirada.
No emanaba ese aire de supremacía y arrogancia que tanto la destacó en su niñez
como adolescencia. Podía percibir la ternura reflejada en sus verdes ojos cada
vez que veía a su pareja, mirarla con adoración y apreciar la serenidad de sus
mejillas al estar con sus dos seres más queridos, su mujer y su hijo.
Sin duda que la Arquitecta Sopric hoy era feliz e
irradiaba esa dicha al estar junto a la mujer que amaba y para Romina, que
vivió todo el proceso del divorcio y embarazo de su hermana; aquello era motivo
de gozo al comprobar que después de pasar un tiempo difícil y complejo, en que
el dolor y el miedo hicieron mella en la vida de dos mujeres que el único daño
que pudieron hacer fue enamorarse y que no pudieron evitar lo que sentían. Por
más que lucharon contra sus sentimientos, fueron incapaces de impedir que el
amor triunfara a pesar de legalmente no podían estar juntas.
Moraleja, nada, ni nadie pueden evitar que dos
corazones se encuentren en el camino de la vida y concreten unirse en el único
lenguaje que conoce…El Amor.
Las cinco chicas se reunieron con el resto de la
familia Almagro y Sopric, quienes las recibieron afectuosamente y emocionados
de tenerlas de regreso. Sin contar que entre esas personas, se hallaba, Casy,
que las abrazó emocionada entre lágrimas y nervios. Las llenó de preguntas y
palmadas de reprimendas a Carla como Florencia y les prohibió alejarse
nuevamente de la vida de sus socias y amigas y mucho menos de la empresa,
porque para ella, Ramos y Villar, eran la espina dorsal de la constructora y
pronto lo descubrirían en una pronta reunión que se llevaría a cabo en las
oficinas de Almapric.
Mucho después de una larga reunión en casa de los padres
de Mariela y dar la bienvenida a Carla a la familia. La pareja se trasladó al
departamento de la contadora y tras acomodar las cosas de la Arquitecta y
Benjamín. Llevaron al pequeño a un baño y juntas leyeron un cuento a su hijo
como era costumbre. El pequeño Sopric, rápidamente se quedo dormido producto
del cansancio y la ansiedad de esperar a su mami.
Luego de ello, ambas mujeres quedaron a solas en la
intimidad de su alcoba y a pesar de que el reloj marcaba la media noche.
Comenzaron con un lento ritual de
caricias y besos que les llevo a revivir y disfrutar de un lenguaje corporal
que despertaba la pasión y el amor que ambas se profesaban casi muy tiempo
después de conocerse en aquella entrevista que cambió el curso de sus vidas.
Momentos más tarde…
─ ¡Bienvenida a casa amor! ─ susurró Carla, pegada
a los labios de su mujer.
─ Cary ─ murmuró Mariela, acariciando el rostro de
su pareja. ─ No puedo ser más feliz, mi amor de tenerte de regreso conmigo y al
fin podamos ser una verdadera pareja ante los demás y que tengas el lugar que
te mereces en mi vida. El de mi mujer, esposa y la madre de mi hijo. Ya no
tendremos que escondernos y mucho menos temerle a otra persona e impida que
podamos estar juntas y disfrutar de nuestro amor.
─ ¡Mi dulce Arquitecta! ─ exclamó emocionada Carla,
apoyando su cabeza sobre el pecho de su novia. ─ no dejaré que vuelvan a
lastimarte como lo hizo, Ricardo.
─ Mi Cary ─ susurró Mariela, besando los cabellos
de su mujer ─ yo tampoco dejaré que te nadie te amenace del modo en que él lo
hizo. De ahora en adelante, lucharemos juntas para fortalecer nuestro amor como
para formar una hermosa familia.
─ Te prometo que muy pronto le daremos un hermanito
a nuestro príncipe ─ mencionó Carla, levantando su rostro y jugando con uno de
sus dedos en la nariz de la Arquitecta. ─ Quiero llevar en mi vientre a tus
hijos y verlos crecer cada día. Voy a recuperar el tiempo que me privaron de
Benja al igual que contigo. Voy a dedicar toda mi vida, tiempo y esfuerzo en
hacerte feliz Mariela.
─ ¡Oh bebé! ─ exclamó emocionada Mariela, que
sentía un nudo en la garganta tras oír aquellas palabras de parte de su ahora,
novia. ─ Es una promesa que también voy a cumplir de igual forma.
─ Te amo tanto, Mariela ─ susurró Carla y acercó su
boca a la de su pareja.
─ Y más te amo yo, Carla ─ murmuró Mariela sobre
los labios de ésta, antes de dejarse llevar por su sentir y necesidad de amar
aquella mujer que desde el primer instante la enfrentó sin temor alguno y luchó
con todas sus fuerzas para conquistarla.
Al fin podían dar rienda suelta a su amor sin que
otros tuviesen que objetar o impedir su relación. Esta historia llegaba a su
fin o mejor dicho, comenzaba hoy su verdadera historia de amor en que: …Las
vueltas de la vida, enfrentaron a dos mujeres en la situación más compleja de todas
y un escenario totalmente adverso y con un camino de espinas que no
consiguieron mermar el amor que nació en el corazón de dos mujeres que desde un
principio estuvieron destinadas la una para la otra; pero que por
circunstancias de la vida, habían tomado rumbos diferentes y que el destino se
encargó de cruzar sus caminos y el velo del amor, se descorrió a sus ojos.
No importa lo que digan, las apariencias muchas
veces engañan. Solo cree en lo que dicta tu corazón y lucha con todas tus
fuerzas por lo que amas y aprende a ser feliz. Demostrándote a ti mismo que
tienes todo el derecho en ser feliz y…Amar. Naciste del amor y has venido a
este mundo para ello.
Las vueltas de la vida son, eso. Una vuelta que
debes revertir a tu favor cueste lo que cueste.
3 comentarios:
WAAAAA, me desmayooo jejejejeje, valio la pena tanta espera, un capítulo genial, ni tengo palabras para describir la emoción que siento, esperare con ansias los otros capítulos de esta súper historia, te felicito la verdad, saludos desde México.
Maravilloso, me encanto la historia. Realmente captas la atención; siempre es un placer seguir tús escritos, felicitaciones.
Oh!!!..diosa de la santa escritura..que capítulo, difícil de describir lo que te hace sentir al ir leyendo.Realmente señorita un supermegagrandioso y emocionante capítulo.Felicitaciones por tus historias son geniales...Así como ellas esperaron tanto tiempo para ser felices..así estare yo esperando, no importa el tiempo que te tardes vale la pena la espera...Nos vemos y que estes bien...
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