mujer y ave

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jueves, 9 de mayo de 2024

Pequeñas diferencias.

 

capítulo 59, En aras del pasado

Pequeñas diferencias.

Un tiempo después un auto de locomoción colectiva aparcaba justo enfrente de una casa de dos pisos con vistas al estrecho y fueron recibidos por dos jóvenes morenos.

—Llegan a tiempo bebé — mencionó Nataniel que salió a su encuentro. — De lo contrario tío Pietro haría estragos con tú sabes quién.

Bastó decir aquello para que unos ojos azules se clavasen en toda la humanidad de aquel joven. Que, por cierto, aún no podía gustarle del todo por cosillas que habían pasado en el Ducado de Calguiere, precisamente en el compromiso de su hermana mayor. No era rencorosa, pero está demás decir que, no olvida fácilmente. Y mucho menos ahora con las palabras dichas por él.

—Tú me disculparás Nataniel ¿te refieres a mi persona? — confrontó la joven viéndolo con ojos muy poco amistosos.

El mencionado sonrió con una chispa en sus ojos ante su hermana y se giró para ver a la novia de Sara.

—Precisamente a ti, Francis — afirmó Nataniel sonriente y caminó hasta donde se encontraba detenida la joven y colocando una mano encima de su hombro, añadió— Si bien mi querida Sara ya ha tenido una novia antes que tú y tío Pietro estaba en conocimiento, no dejó que pasaran por encima de sus reglas. Aunque te confieso que lo dije con ánimos de bromear nada más.

—No me gusta tu sentido del humor — replicó Francis con pica y de lleno se quitó la mano de encima. — Tampoco necesito que me recuerdes que mi novia tuvo algo que ver con esa mujer que tuve la desgracia de conocer.

¿Conociste a Lorena? ¿Ella está acá? — indagó Nataniel que le bajo el perfil a lo otro y quiso sacarse la curiosidad a ver a Sara. — ¿Volvió?

—Nataniel — llamó Francis cabreada por ser ignorada.

—Dime — dijo éste sin dejar de ver a la joven Taffra porque él sabía cuánto había sufrido su amiga.

—Es conmigo con quién estás hablando y no con mi novia — replicó Francis ya no disimuló su enojo.

—¡Hermana! — intervino Anabelle que posó su mano en el hombro de ésta disuadiendo a controlar su temperamento.

—¡Anabelle! — confrontó Francis que clavó su mirada en la de su hermana.

Estuvieron unos segundos breves, pero casi eternos hasta que la menor de las Calguiere suspiro pesadamente dejando salir pesadamente el aire con toda la tensión sumada desde su llegada a tierras australes.

—Lo siento — se disculpó Francis.

—Hermana, Nataniel, no desea incomodarte solo intentó bromear nada más. — puntualizó Anabelle. — Además, no debemos olvidar que estamos fuera de casa y debemos ajustarnos a costumbres tanto de la ciudad como de las familias de Sara como Raniel.

—Ok — fue toda la respuesta de Francis.

Anabelle iba agregar algo más cuando vio el rostro de Sara y se abstuvo de continuar con un dialogo algo absurdo por lo demás.

—Lorena regreso a vivir a Punta Arenas como docente en la facultad de enfermería — respondió Sara viendo tanto a Nataniel y por el filo de sus ojos a su novia. — Pero es algo que para mí carece de importancia y fue un encuentro inesperado que tuvimos en la U (universidad) hoy, pero como dije, no es relevante en mi vida.

—Y no debe serlo más — amonestó Francis que nuevamente se molestó con las explicaciones que diera su novia dejando pasmados a los demás debido al temperamento de la menor de los Calguiere.

—No lo es Francis — rectificó Sara que arrugó su entrecejo al comprobar que una simple broma se estaba transformando en algo más molesto de parte de su pareja. — Y solo respondí a la pregunta de Nataniel ¿qué tiene de malo eso?

—No me parece — fue la aplastante respuesta de la joven Calguiere que mantenía una postura confrontacional sin dejar de ver al causante de su molestia. — No debe ser menester de otros lo que suceda en nuestras vidas como tampoco sacar a colación de que hubo alguien más antes que yo sin que se le pidiera opinión alguna.

—¡Francis! — Exclamó asombrada Sara que no le pareció justo aquellas palabras. — Nataniel no solo es hermano de mi Rani, sino que es mi amigo muy querido. Es como un hermano para mí.

—Y yo soy tu prometida — replicó seca ésta. — Lo que hace la diferencia ¿no te parece?

—Francis, no me gusta en la situación que estás colocándome al elegir entre tú y Nataniel — objetó de inmediato Sara sacudiendo su cabeza. — ¿Qué sucede contigo? Estábamos muy bien hasta hace unos minutos atrás. ¿Por qué una simple broma te afectó tanto?

Aquellos ojos azules no dejaron de observar un solo minuto a su novia mientras ésta hablaba y el hecho de no respaldar su compromiso le sentó fatal a la menor de los Calguiere.

—No elijas entonces —contestó Francis que empuñó su mano intentando contenerse lo más posible. — Me queda claro todo. Con tu permiso.

Dicho esto, se giró sobre sus talones y se marchó hacia la calle sin escuchar ni ver a los demás. Dejando totalmente confundida a su hermana y asombrados a los demás.

—¿Qué sucedió? — preguntó Raniel viendo a su amiga del alma.

No hubo respuesta de parte de esta tan solo un simple movimiento de cabeza que hacía alusión a un gesto negativo.

—Iré hablar con mi hermana, princesa — Señaló Anabelle.

—Está bien amor —Respondió Raniel.

Solo vio como la otra rubia se apresuró en sus pasos con dirección que tomase su hermana.

—Sara lamento mucho todo esto —se disculpó Nataniel acercándose a ella y abrazarla. — De verdad solo fue una estúpida broma y con lo de Lorena lo solté de picado si te soy sincero y lo hice de picado porque la encontré muy desafiante. La verdad no tenía ni idea que se habían encontrado con ella y menos que estuviera de regreso porque ni cagando digo lo que dije sabiendo lo aprensiva que es ella contigo.

—Nat — dijo Sara.

—Dime princesa — Contestó Nataniel.

—Yo sé que muy bien que no quisiste molestar a mi novia a propósito, pero desconocía que estuviese molesta por el encuentro con Lorena. — Aclaró Sara todavía medio choqueada por su reacción—ahora deberé esperar que regrese para hablar con ella y ver en qué situación vamos a quedar. La verdad, ¿no sé qué pensar con todo esto? Papá debe estar por llegar y no deseo sumar más cosas negativas a mi relación con Francis ¡rayos! Justo ahora.

—Tranquila, Sara — Consoló Raniel abrazando a su amiga. —Deja que se calme un poco y podrán hablar.

—Verás que todo se va a solucionar mi dulce Sara. — Apoyó Nataniel.

—Eso espero —respondió ésta sopesando muchas cosas en su cabeza. —¿Por qué tuvo que reaccionar así? ¿porqué no me dijo nada en el hostal? ¿cómo vamos a solucionar las cosas si se queda callada?

—Sarita — habló con cariño Nataniel sobando su espalda con mucha ternura. — Ustedes dos están recién comenzando y es lógico que tendrán que ajustar muchas cosas en su vida, pero debes ser paciente. Tu novia es una mujer de carácter y demasiado territorial. Supongo que para Francis todavía debe tener luchas para acomodarse a su nueva situación ya que su plan de vida cambió drásticamente y por mucho que te ame ella no ha vivido plenamente esa transición de pasar a algo diferente. Además, disculpa que lo mencione, pero es muy joven apenas tiene veinte años. No hay mucha madurez que digamos en esa etapa. Son muy hormonales sus reacciones más que contemplativas de una edad más avanzada ¿no te parece?

—Lo… sé — murmuró entre congoja e hipo (cuando la superaban los nervios Sara tendía a tener hipo)

—Mi hermano tiene toda la razón en lo que dice — secundó Raniel besando los cabellos de la joven. — Debes ser paciente con ella por el bienestar de su relación. Sé que tampoco para nosotras es fácil ya que también tenemos poca edad y somos bien impulsivas y aunque el amor que nos tienen sea inmenso no quita también que se les complique las cosas tanto para Francis como Anabelle. Ambas eran mujeres con tendencias heterosexual hasta hace muy poco y de la noche a la mañana se encuentran ligadas sentimentalmente a dos mujeres. No es un proceso fácil y a la ligera, se necesita ser muy valiente para dar el paso que ellas han dado y como bien dijo Nataniel toma tiempo vivir esa transición hay muchas cosas que debemos ajustar tanto ellas como nosotras Sara.

—Yo…lo...(hip)…sé— dijo entre tartamudeos la joven Taffra. — sólo…Hip…hip…quiero…Hip…me…hip…Hip…hip…hip…hable…Hip…hip…Conmigo…hip ¡rayos! hip…hip.

—Tranquila Sara — Instó Nataniel que de inmediato sobó con ambas manos la espalda de la joven. — Intenta respirar despacio.

En eso se escuchó….

—¡Quita tus manos de encima de mi novia! — tronó por así decirlo la menor de las Calguiere que habían llegado hace unos momentos y escuchó la conversación junto a su hermana.

Y al instante…

—Hablando de paciencia — Murmuró entre dientes Nataniel que detuvo sus manos y las quito de la espalda de su amiga. Se apartó de ella y se volteó a ver a su contra parte subiendo sus brazos en el proceso. — todo está bien, solo somos amigos. No hay nada que temer.

—¡Idiota! — enrostró su hermana también soltando de su abrazo a su amiga. — No ayudas mucho con eso que digamos.

—Solo intentó quitarle el hierro a la situación — se justificó entre dientes Nataniel intentando pasar por chistoso. — No quiero morir joven y sin haber dicho lo mucho que me gusta su hermana Claudine.

—Hermano, eres un zoquete — amonestó Raniel que esta vez le dio un palmazo en la cabeza. — Ella no te va a matar o algo parecido.

—¡Díselo a ella! — rebatió Nataniel que continuaba con sus manos arriba con una sonrisa torcida en sus labios. —si las miradas matasen yo estaría bajo tierra. Esa mujer da miedo.

—¡Te pasas hermano! — dijo Raniel viendo a su prometida como a su cuñada dirigir sus pasos hacia el lugar en que se hallaban. —Son un poquito territoriales nada más.

—¿Un poquito? — Cuestionó su hermano más bajito para que no lo oyesen. — Mucho diría yo. Todos ellos tienen un eslogan en la frente con la frase «propiedad Calguiere» ¿no te piensas igual Sarita?

—Hip…Si…Hip…Igual— seguían hipando Sara rígida ante la mirada de su novia. — Hip…hip…es…hip…lindo…hip…ella.

—Jaja — terminó por ceder Nataniel y se apretó la panza de la risa ante las palabras de Sara y la cara de boba con la que su hermana también veía a su prometida. — a ustedes dos les lavaron el cerebro…jajaja… ¡No lo puedo creer!

En eso…

—Nataniel — llamó Francis a unos escasos pasos del joven.

—Dime — respondió éste enderezándose y ponerse serio ante el tono de la joven.

—Yo quiero disculparme por no controlarme y descargar mi furia contigo. — justificó Francis viendo a los ojos esmeralda de su futuro cuñado. —no supe lidiar bien con las emociones que me provocó ese encuentro con esa mujer ¡Lo siento en verdad! No estuvo bien de mi parte exponer a Sara y hacerle escoger entre tú y yo. No corresponde como tampoco incomodar a los demás por mis acciones en algo que debía conversarlo con mi pareja.

Estoy consciente de que soy una persona muy joven y por eso suelo exasperarme con facilidad en situaciones que están fuera de mi control o de las que discrepo. Es algo con lo que debo trabajar para mi propio bienestar, así como el de mi relación con Sara y de mi entorno.

Tal como tú bien lo dijiste, no tengo experiencia alguna en relaciones sentimentales con otras mujeres y tampoco busco tenerlas ya que es solo de Sara de quién me he enamorado. No necesito nada más de otra mujer ya que con ella lo tengo todo y cualquier cosa o situación que deba enfrentar o resolver lo haremos juntas. Construiremos nuestras propias experiencias a medida que vayamos avanzando en este camino de la vida — finalizó su disculpa la joven Calguiere. — No puede ser de otro modo.

—¡¿Así qué me escuchaste?! — indagó el joven Larson.

—Sí — respondió Francis.

—¡Ya veo! Puede que ustedes sean inglesas o europeas y no están acostumbradas al humor latino que es bien dado a molestar a los nuestros cuando estamos muy tensos. Solemos fastidiarnos a menudo, pero es solo eso, una forma de bajarle la tensión a las cosas. — Aclaró Nataniel y se acercó a la muchacha y volvió a poner su mano sobre el hombro de ésta y sin perder de vista sus ojos. —No busco incomodarte y menos entrometerme en su relación solo te pido que no me veas como un enemigo tuyo porque no lo soy. Si bien la otra vez te advertí que no lastimarás a Sara es porque realmente ella es importante para mi como lo es mi familia. Ahora bien, si aquello te incomodó, lo siento, no era mi intención, pero voy a cuidarla siempre que Sara me lo permita. Así que, te parece si hacemos borrón y cuenta nueva y hacemos las paces ¿qué dices?

—Me parece bien — aceptó Francis siendo ella la que posó su mano sobre la que estaba en su hombro. — También acepto tus disculpas.

—Perfecto — secundó Nataniel y por primera vez le sonrió a dicha joven. — Solo te pido que no me muerdas cada vez que toque o abracé a Sara. No te la voy a quitar. Mi interés sentimental es otro. Para que las cosas queden claras entre nosotros.

—¡Hermano! — se quejó Raniel posando su mano en su rostro ante las palabras del joven.

—Descuida Raniel, estoy comprendiendo en algo su humor — comentó Francis que de igual forma sonrió al moreno. — Tenemos algo en común con Nataniel y es que somos atrevidos en lo que decimos ¿no es así?

—¡Um! — exclamó Nataniel sopesando las palabras. — No lo llamaría así, pero parecido.

—Ahora deberás acostumbrarte también a nuestra forma «Territorial de ser» como tú lo mencionaste — hizo hincapié Francis ahora con viéndolo con ojos burlones y añadió. — Te aclaró que Claudine no es distinta de nosotras. Puede parecerte una chica muy calmada y respetuosa, pero no te equivoques es cien veces más fiera que nosotras dos juntas con Anabelle. Así que, tienes un tiempo para ajustarte a la idea «Querido cuñado» no digas que no te advertimos.

Fue el turno de Nataniel de ponerse rígido y tragar grueso. No es que fuera un cobarde o nada parecido, pero sin duda, que la brutal franqueza de la joven le vino a estremecer un tanto.

—¡Um! — exclamó Nataniel rascando un poco su mentón. — ¡ajustes! Lo tendré presente.

—Tú señalaste que no deseabas morir sin antes decirle a mi hermana Claudine cuanto te gustaba ella ¿no es así? — provocó Francis.

—¡Eh!... ¿escuchaste lo que dije? — preguntó asombrado el joven.

—Por supuesto que escuchamos con mi hermana fuerte y claro. — soltó con pica y traviesamente Francis viendo de soslayo a Anabelle. — Es muy interesante saber lo que uno puede desear antes de morir ¿No es así Nataniel?

—¡ups! — exclamó avergonzado el moreno que sus mejillas también se colorearon mortificado por sus propios dichos y saberse oído. — Tienes un oído fino, Francis.

—No solo mi oído, cuñado — se burlo Francis que ahora se plantó de frente a…— y a pesar de mis años, tú no sabes lo que soy capaz de hacer por esta mujer. No te asesinaré esta vez, pero no tientes a tu suerte otra vez y mantén esas manos lejos de mi novia.

—¡Francis! — amonestó con cariño Sara que se dejó caer sobre el pecho de su pareja.

—¡Tesoro! — susurró con dulzura Francis sin importarle el resto de los presente. —¡discúlpame! No volverá a ocurrir.

—Estamos claros — interrumpió Nataniel viendo a la joven pareja. —¿les parece chicas si entramos mejor?

—Por supuesto Nataniel — fue el turno de Anabelle en responder y tomar de la mano a su prometida y arrastrarla hacia la casa.

Así los cinco ingresaron a casa a la espera de sus padres. Encontrándose también con el resto de la familia Taffra, sus demás hermanos. Estaría compartiendo un buen rato hasta la llegada de los padres de Sara, Raniel y Anette.

Apenas ingresar en la morada, aquellos ojos azules se posaron en el cuello de su hija menor para luego, observar a la prometida de Anabelle. Solo tuvo tiempo de posar dos dedos sobre el tabique nasal y respirar profundamente sin emitir palabra alguna.

Solo qué…

—¿Cómo les fue muchachas? — preguntó Emanuel, papá de Raniel.

—Bien — fue la respuesta al unísono de las cuatro chicas.

—¡Oh! — fue la exclamación del hombre que se percató de un detalle. —¿Fueron de compras? — fue el turno de Pietro Taffra en preguntar.

—No papá — contestó Sara. — ¿Por qué lo preguntas?

—Es son porque son bien coloridos sus pañuelos — señaló Pietro sin dejar de ver a su futura nuera. — Y pensé que Anabelle tendría que estar usando el otro en vez de Raniel, que es de casa.

—¡Ah eso! — exclamó nerviosa Sara que no sabía cómo explicar aquello.

—¿Sí? — instó Pietro suspicazmente.

—Nos encontramos con una compañera que nos regaló esos pañuelos — fue el turno de Raniel en aclar a medias las cosas.

—Mi prometida me lo obsequió como usted bien dice, pero me gusta más como se ve en ella. — ahora intentó justificar a Anabelle algo turbada.

—En mi caso fui más egoísta y se lo quité a mi novia para que viera que me gusta la ciudad en que nació — expuso Francis haciendo alarde sacando pecho por su pañuelo.

Habría que decir que en muchas ocasiones justificar las cosas, no las mejoran, solo las empeoran y este era el caso ya que Anette sacudió su cabeza en reprobación de los actos de sus hijas y por parte de Fabiola, colocó su mano sobre la frente al constatar el embuste de las chicas.

—Son jóvenes Pietro querido — intervino Enriqueta, madre de Sara; a favor de las chicas. — Todos tenemos algunos arrebatos a esa edad, nada de qué preocuparse cariño.

—No estaba preocupado — respondió Pietro viendo a su hija. —Pero su hubiera sabido que a nuestra nuera como Anabelle, les gustaba tanto aquellas cosas yo mismo las hubiera llevado al mercado.

—Lo siento padre — dijo Sara. — Con lo de la universidad no tuvimos mucho tiempo para planificar una salida de compras.

—Además el tiempo se nos ha hecho corto tío Pietro — secundó Raniel. — ya debemos partir en un par de horas más.

—Lo sé — contestó éste un tanto con pesar. — Ha sido un viaje relámpago el de ustedes.

—Pronto nos volveremos a reunir, Pietro, Enriqueta — ahora fue el turno de Anette en exponer las cosas. — En un mes más estaremos prestos a celebrar los segundos votos de nuestras hijas y ahí, su estadía con nosotros será más prolongada.

—Lo sabemos y apreciamos enormemente todo lo que estás haciendo por Sara y Raniel — mencionó Enriqueta viendo a su consuegra. — Es algo impagable como muy valioso para nosotros.

—Querida mía, les aclaró que son mis hijas aquí presente quiénes asumieron encargarse de los estudios de las chicas— objetó muy educadamente Anette. — No es mérito mío alguno.

—Estamos consciente de ello querida Anette— fue el turno de Fabiola en hablar. — Más no solo trata de estudios, sino que le has brindado tu hogar, tu cariño y protección tanto A Raniel como Sara. No muchos suelen hacer una entrega como esa. No en estos tiempos y por eso, agradecemos a ti y tus hijas por cuidar de nuestras niñas.

—Lo hacemos con el mayor de los honores y entrega — expresó Anabelle. — Raniel ha traído dicha a mi vida y es mi deber ocuparme de ella y sus necesidades. Es para mí, muy valiosa y es mi todo.

—Lo mismo sucede conmigo — expuso Francis. — Sara es mi mayor tesoro y no permitiría que nadie me prive de velar por ella, así como amarla y protegerla como se lo merece. Al igual que Anabelle, solo he conocido la dicha desde que llegó a mi vida.

Por su parte, ambas mencionadas estaban sonrojadas y extasiadas ante tal despliegue de valor y amor en con que hablaron sus respectivas parejas.

—Bueno creo que nos queda claro a todos nosotros que las niñitas están en muy buenas manos — concluyó Pietro.

—Así es — secundó Anette. — Ahora debemos ver otro tema antes de partir y tiene relación con trasladar los restos de Rowine hacia Inglaterra y toda la documentación que se necesitará en ambas embajadas (viendo directamente a la joven Larson agregó) Hemos hablado entre tus padres y yo respecto a este tema, pero es mi deseo consultar y saber tú opinión Raniel o, mejor dicho, porque tú eres la reencarnación de Rowine Mcraune.

Aquello fue el golpe de gracia asestado por Anette Calguiere que vino a confirmar que hora de asumir una verdad que estuvo guardada por mucho tiempo e iniciar un reencuentro con su antigua familia y concretar el sueño de una vida con su viejo amor.

«Es mi turno de asumir como Rowine» fueron los pensamientos de aquella morena que veía a los demás con cariño y nostalgia a la vez.


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