mujer y ave

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miércoles, 29 de abril de 2020

Contra luz


Polos opuestos


Capítulo 11
Contra luz…

Las manecillas de un reloj pueden volverse una tortura verdaderamente asfixiante cuando te centrabas como objetivo principal. Es decir, todo se volvería en tu contra porque igual titiritero juagará contigo hasta lo indecible y hará que tus emociones fluctúen como olas enloquecidas por el magnetismo de la luna. Sin auto control.


No sabía qué más hacer para dejar de pensar, sentir o actuar. Porque decididamente casi había hecho de todo en esas escasas dos horas. Caminó, rompió cosas, borró cosas, se equivocó en el balance, garabateó algunas hojas, rasguño sus manos, sus piernas, se mordió los labios por pura ansiedad, rascó y desordenó sus cabellos una infinidad de veces que ya pensaba que se quedaría calva de tanto hacerlo.

Nada era suficiente para calmarla, para consolarla, para motivarla o hacerle olvidar lo que vio con sus propios ojos hace unas horas atrás. Tenía atenazados en su cabeza, esos malditos recuerdos, esa escena que la devoraba por dentro y le contraía el corazón hasta hacerle dolor. ¡Quizás por humillación! Despecho o simplemente porque le dolía ver que sus ilusiones eran pisoteadas sin asco alguno.

Sabía de sobra que involucrarse sentimentalmente con ella estaba fuera de lógica, orden o sentido común de raciocinio. Pero y ese era la calve. ¿Quién pensó en ella cuando fue seducida por esa testaruda mujer? Que se volvió su dominante, que le robó no solo su virginidad, ilusiones y libertad. ¿Quién pensó en su propio sentir? O de sus necesidades y ahora justo, cuando decidía cobrarse una pequeña revancha y aprovecharse de la situación, la trataban como la peor cosa; sin exagerar;  un objeto que desechan cuando se les da la gana.
¡Y ese era el problema! ¿Por qué ella tendría que convertirse en un objeto sexual? Cada vez que se le antojara a esa mujer de cabellos cortos. ¡No era justo! Si bien le gusto desde la primera vez y apostó en que podría tener una aventura o primera experiencia que fuese placentera para ambas partes y no lo que le estaba tocando vivir. Ser tratada como  alguien insignificante y eso le molestaba a rabiar.

Joven, no significa ser denostado por  falta de experiencia o impulsividad. Había que asumir que involucrarse con alguien menor equivalía a tener nuevos aires o bríos para vivir la vida más a plenitud. Es como alargar un poco más tus años. Porque deberías renovarte con esa misma juventud y de paso, compartir tu extensa o mayor experiencia para equilibrar ambas partes y sacarles un mayor provecho en una relación. Se dice que dos polos opuestos se atraen por eso mismo porque no son iguales, también se aplica en relación con disparidad de años. Pero… ¿Quién sabe si puede aplicar? Dependerá de los involucrados y los factores que los llevó a cruzar caminos.

Luego de casi aplanar la oficina y de hacer cuanto desastre inconsciente pudo, optó por salir de la oficina alejarse de la fuente negativa de sus emociones. Caminó bastante dentro del recinto hasta que sus pies se detuvieron junto a unos jardines que colindaban con unas piletas y sector de los novios (lugar para celebrar uniones o matrimonios)

Sin mucho preámbulo, dejo salir en completa libertad sus emociones y de a poco las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas y el torque del corazón se liberó expulsando ese dolor que le corría desde lo profundo.
Entre temblores y ahogados gemidos de dolor, la joven Briceño fue abandonándose al sentimiento de despojarse de todo lo negativo que la estaba embargando hasta limpiarla gradualmente de esas molestas emociones que convergieron entre celos, impotencia, humillación y despecho. Una combinación pesada de llevar a cuestas en el corazón.

Lo bueno de ser muy joven es que se renuevan luego las fuerzas internas y si bien, se es más vulnerable o volátil en emociones. También es conocido el coraje que poseen para enfrentar las situaciones adversas o complejas de la vida. En casos realmente dignos de destacar, porque otros simplemente hay que hacer vista gorda y no mencionar.

Cuando la calma recién se asomó en su persona pudo aspirar un aire fresco en lo profundo de su alma y comenzó a recomponerse gradualmente. Ya no había lágrimas y aunque sus mejillas dolían por el ardor de la sal que fue quedando como vestigio y un poco estirada la piel por el mismo efecto salino. Ya no había más mar por exudar de sus lumbreras.

─Tú has ganado esta vez ─ murmuró entre dientes Tania y apretando su puño derecho, se hizo una promesa así misma. ─ No seré tu juguete. No estoy dispuesta a seguir tus reglas y me amo demasiado para creerme inferior a cualquier otra mujer que haya formado parte de tu mundillo.

Reflexionó varios minutos más en un plan a corto plazo y las posibles alternativas a ello. Especuló varios escenarios y cuando barajó todo el asunto. Tomó unos segundos más y decidió echar andar su táctica ¡Qué fuese lo que tuviese que ser!

Sacó su celular del bolsillo de su pantalón y marcó un número en particular… Al cabo de un rato tuvo respuesta.

─ Hola Tania ─ Saludaron al otro lado de la línea.
─ ¡Qué animo el tuyo! ─ se quejó de frentón Briceño.
─ Deja el fastidio para otro día. ─ replicaron. ─ No estoy de humor para estupideces.
─ Lamento que sea así ─ refutó Tania sin amedrentarse. ─ y menos que te hayas sumido en una depre por una fulana que no vale la pena.
─ ¿Quién te dijo que estoy así por ella? ─ mascullaron con pica al otro lado.
─ ¡Oh vamos Laura! ─protestó Tania. ─ No eres ni la sombra de lo que eras y todo cambio desde esa noche. No es como si hiciéramos borrón y cuenta nueva. Pero nos quedaremos pegadas y las únicas perjudicas seremos nosotras con un viajecito directo al loquero y dudo que quieras ese final para ti porque no es mi objetivo. Además dudo que esa tipa pueda sentirse mal consigo misma, mientras qué tú arrastra el poncho de la derrota a morir.
─ ¿Terminaste? ─ preguntó Laura con una voz dura.
─ No y tampoco te llamé para darte el sermón de tu vida ─ aclaró Tania. ─ La verdad ¿quiero saber si estás dispuesta a darle una dosis de su propio chocolate a esa fulana?
Por uno momento hubo silenció  y tras un breve lapsus, se escuchó…
─ Habla ─ fue la escueta respuesta de Laura.
─ Mira…Te propongo lo siguiente ─ inició la explicación la joven Briceño.

Pasarían unos buenos minutos en que dio con lujo de detalle su plan con sus pros y contras. Mientras que su contra parte no solo escuchaba atentamente los argumentos sino que también evaluó mentalmente los futuros escenarios y dentro de su cerebro le pareció una oportunidad perfecta de cobrarse revancha. Aunque fuese un poco de karma para darle a Martina; valdría la pena y en sus ojos retornó el brillo malicioso que solía acompañarla.

Unos minutos más para pulir ideas y luego de ello, hablaron de otras cosas que dejarían a la joven Tello con un mal sabor de boca y unas ganas locas de verle la cara y quitarle esa sonrisa infernal que suele acompañar a Farkless.

─ Nos vemos ─ fue lo último que dijese Laura al otro lado de la línea  y cortó la llamada.
Por su parte, la joven Briceño aspiró profundo antes de guardar su móvil en su anterior lugar para encaminarse a un sector que deseaba visitar ansiosamente.
Sin apuros se fue internando en uno de los edificios que conducía a una especie de subterráneo y su figura fue desapareciendo a los ojos del espectador.
Mientras que en otro sitio…
─ ¿Crees que se creyó todo? ─ fue más un cuestionamiento para sí misma que una pregunta hacia la otra persona.
─ ¡Um! ─ exclamó la pelirroja acariciando su propia barbilla ─ ¡Veamos! (Viendo el reloj de la pared) llevamos metidas en esta oficina aproximadamente un poco más de horas y no he escuchado destrozos afuera y tampoco se ha presentado en esta oficina ¡Por tanto! Me lleva a pensar un poco más de la cuenta.
─ ¿Qué quieres decir? ─ quiso indagar Mirelles.
─ Te lo pongo de esta manera. Una joven con el nivel de hormonas y emociones que suele caracterizar ya estuviera prácticamente echando la puerta abajo y haciendo que arda Troya nuevamente. ─ Conjuró suposiciones Martina. ─ Pero no es este el caso. Lo que me hace preguntarme que hay gato encerrado a tanto silencio y solo puedo pedirte que te prepares. Me da la impresión que no por nada es listilla tu niña  ¡Así que no vayas a bajar la guardia Mirelles!
─ No tiene un pelo de tonta, en eso estamos de acuerdo plenamente ─ coincidió Alexandra sobando un poco su torso.
─ Sin embargo, nuestra actuación fue más que magnifica ─ se alabó así misma Martina. ─ O ¿Tienes alguna queja al respecto?
─ ¡Estás de muerte! ─ protestó en una acalorada autosuficiencia Alex. ─ Nunca podría dudar de estos atributos. Si aún estoy temblando con ese beso.
─ ¡Si quieres podemos seguir puliéndolo! ─ insinuó la pelirroja con una mirada depredadora.
─ Por hoy he tenido suficiente ─ denegó Alexandra.
─ ¡Cobarde! ─ acusó Martina arreglando su escote y colocando en su sitio sus atributos que estaban fuera de lugar.
─ Eres una tentación muy grande y lo sabes ─ refutó Mirelles abrochando los botones de su camisa y acomodando su pantalón. ─ Tu poder es aplastante incluso para mí en este momento y no quiero caer más profundo de lo que ya estoy.
─ Me preguntó ¿por qué nunca antes decidimos acercarnos más íntimamente? ─ se cuestionó la pelirrojo  buscando los ojos de la otra mujer. ─ podría haber funcionado si lo hubiésemos intentado al menos.
─ Será porque siempre hemos sido amigas desde que tengo uso de razón. ─ respondió Alexandra encajando sus ojos miel con aquellos verdosos. ─ Sabes también como yo que hubiese sido por un tiempo breve. Sería algo más pasional.
─ No lo sabremos nunca ─ objetó Martina que se alzó del sillón y quedo viendo a la trigueña. ─ Nos hemos vuelto cobarde en ese aspecto. No queremos cruzar esa línea de la amistad=hermandad y menos ahora.
─ Te picó firme el bichito con esa mocosa ─ dijo Alexandra con una sonrisa torcida.
─ No empieces Mirelles ─ siseó Martina viéndola severamente. ─ Mira que si estamos acá es precisamente porque eres quién está en graves apuros o ¿me equivoco?
─ Olvido que eres muy aguda cuando quieres dejar claro tu punto─ se quejó Alex.
─ No seas densa, chica linda ─ se ablandó Martina acercándose a la otra y picoteando sus labios brevemente. ─ Solo quiero que dejemos el tema de Laura en pausa por el momento y nos concentremos en ti y en tu chica para que puedas recuperar el control o te zafes de ella por tu bien.
─ ¡Eso espero! ─ acotó Alexandra viendo aquellos ojos y bajando la cabeza tras cruzar un pensamiento veloz por su cabecita. ─ Hay momentos que me recuerdan mis errores del pasado.
─ ¡Ey! Eso no ─ protestó en el acto Martina tomando entre sus manos el rostro de la otra mujer. ─ No lo vuelvas siquiera pensar en ello ¿Me oíste? Tú eres una mujer preciosa y no quiero sentirte mal por algo que sucedió y que escapó de tus manos. No vuelvas a menos preciarte ¿Prométemelo?
─ Martina…yo ─ intentó decir Alexandra.
─ ¡Promételo! ─ exigió Farkless.
─ ¡Mierda! ─ luchó Alex.
─ ¡Mirelles! ─ forzó un poco más Martina.
─ ¡Está bien! ─ cedió Alexandra.
─ ¿Qué? ─ insistió Martina.
─ Yo…─ seguía su debate Mirelles y terminó por bajar los brazos. ─ Lo prometo.
─ Gracias ─ dijo Martina.
─ No lo hagas ─ refutó avergonzada Mirelles. ─ No se puede agradecer por algo que debería ser natural en mí.
─ Lo hago porque lo siento ─ refutó Martina siendo comprensiva. ─ Aunque ha pasado el tiempo…Aún (toco el pecho de Mirelles) duele aquí y necesitas sanar verdaderamente y tratándote duramente; no lo conseguirás.
─ ¿Qué sugieres? ─ preguntó Alexandra.
─ Que des vuelta la página  definitivamente ─ respondió Martina. ─ Y te des la oportunidad de ver el mundo con una mirada distinta.
─ ¿Con Tania? ─ inquirió Mirelles. ─ A eso te refieres cuando dices una nueva mirada.
─ ¡Maybe!  ─ dijo no muy convencida Martina. ─ Tú sabes que nos hicimos dominatriz por una cuestión práctica más que nada. Para dejar de lado las emociones y solo disfrutar de una necesidad palpable sin involucrar el corazón. Sabes que aquí el amor no viste para fiestas, es más una cuestión de piel y placer. Aquí no hay romance, solo es cuestión carnal.
─ Suenas tan atroz cuando lo pintas de ese modo ─ lamentó pasmada Alex fingiendo un falso dolor en sus ojos.
─ Soy realista que es otra cosa ─ rebatió Martina. ─ Las cosas por su nombre es como deben ser. Me gusta el placer y darlo en la medida que mi posesión lo necesite y requiera.
─ ¡Tan jodidamente dominante! ─ provocó Mirelles ya más relajada.
─ Lo soy ─ afirmó Martina. ─ Soy una mujer terriblemente apasionada y hago honor a mi esencia. Dicen que los pelirrojos somos fuego y dinamita pura.
─ ¡Qué ego el tuyo! ─ protestó Alexandra divertida. ─ Poco humilde.
─ La humildad nada tiene que ver con mi perfil ─ se jactó Martina. ─ Eso es para mis chicas. No para mí.
─ ¡Ya lo creo! ─ apoyó Mirelles. ─ No podrías estar en el papel de sumisa.
─ Podría tal vez, ceder un poquito el control por un breve momento, pero me conozco ─ convino Farkless. ─ no lo haría al fin de cuentas. Me gusta someter y no que me sometan.
─ Jajaja ─ soltó la presión en una carcajada Alexandra. ─ ¡Te gusta azotar querida!
─ No lo niego ─ convino Martina. ─ Es algo tan fascinante.
─ ¡Realmente eres un demonio! ─ exclamó Mirelles. ─ Creo que siento algo de compasión por Tello. No quiero estar en sus zapatos cuando afirmes tu dominio sobre ella.
─ Ese día sabrá lo que significa el respeto ─ masculló a dientes apretados. ─ Pero hasta ese día, me lo seguiré pensando.
─ ¿Le harás comer esas dudas? ─ preguntó Alexandra. ─ ¿no es así?
─ Tiene un infierno que pagar ─ fue la aplastante respuesta de Farkless.
─ ¡Ups! ─ fue la exclamación de parte de Alex.
─ Ya tuve suficiente del tema ─ protestó Martina y tomando su chaqueta en sus manos, se volvió a mirar a su compinche. ─ ¡Salgamos de aquí! Llevamos ahora 3 horas aquí y es hora de que acabe la jornada de trabajo ¿no es así?
─ ¡Cierto! ─ repuso Mirelles. ─ pasó volando el tiempo y quiero largarme de aquí también.
─ ¿Ya perdiste el encanto por tu niña? ─ indagó Farkless. Mientras se encaminaba a la puerta.
─ Digamos que no le estoy pensando en estos momentos. ─ contestó sinceramente Alexandra.
─ Jajaja ─ fue la sonora carcajada de Martina al momento de abrir la puerta.

Para asombro de las dos mujeres, no hallaron a la joven Briceño y tampoco mucho personal ya que era sábado y la jornada era solo medio día nada más. Al menos en su área.

Poco de los que ahí quedaban solo miraron de soslayos y rehuyeron los ojos de su jefa por temor de ganarse represalias de su parte. Bien sabido era su carácter y el poder que poseía dentro de la empresa.

─ Nos vemos el lunes ─ fue la cortante despedida de Mirelles a su gente y tomó la mano de la pelirroja entre la suya y se fueron ahora por las escaleras para dar más que chismear.

Si bien el mundo de la hotelería mantiene un horario extendido a huéspedes casi de 24 horas. Era completamente distinto para los empleados que mantenían jornadas por turnos o roles (minería) y para muchos que habían comenzado muy al  alba, era tiempo de culminar con la jornada y varios estaban prestos para irse a casa. Por lo que no fue de extrañar que mientras ambas mujeres siguieran su trayecto rumbo al edificio principal, se toparon con varios de éstos (trabajadores) bien prestos a retirar sus pertenencias (cambio de muda o ropa de civil). Algunos tuvieron el gesto de saludar a la jefa del departamento de finanzas por algunos asuntos laborales y otros para cotillear un poco. Sin dejar de apreciar la postura de manos que mantenían aún unidas a ambas mujeres.

Mirelles al llegar al lobby, dejo unas cuantas instrucciones a las recepcionistas de turno y de ahí, se fue directo a donde Orlando (administrador) y estuvieron unos minutos en una acalorada discusión que terminó con el hombre con un color granate en su rostro y una mirada chispeante que hablaba de molestia totalmente. Luego de volverse a reunir con Farkless,  salieron al estacionamiento en busca de su medio de transporte y mientras platicaban cosas superfluas y poco antes de llegar a su destino, sus pasos fueron detenidos abruptamente al quedarse de piedra frente a un hecho que capturó en el acto su competa atención.

Mucho se dice que en la vida hay vueltas que dar o que te dan o en un término un poco más burdo; jugar con fuego trae consecuencias desagradables. Por no decir que el que la hace la paga.

Aquellos ojos miel de Mirelles y también los verdosos de Farkless contemplaron una escena que les heló la sangre de un sopetón. Frente a sus narices, se encontraban dos jovencitas acompañadas de dos muchachos bien parecidos y demasiados amistosos entre ellos.

Ambas veían la interacción entre los cuatro jóvenes sin dejar de flirtear entre ellos; como se dice actualmente para no decir coqueteo puro o más exacto en términos de lujuria, un escarceo provocador y bien sinuoso.
Digamos que en esta parte y dado el actual escenario, la visión cayó como un baldea de agua congelado casi al punto de congelación.

« ¡Como pecas, pagas! » es la ironía de la vida o las vistosas y dolorosas vueltas de la vida.

Si bien un buen montaje toma un tiempo de ensayo bien calculado y perfeccionado hasta lo indecible hasta conseguir la consagración de la escena deseada. Más en este caso, jugó todo a favor porque bien es cierto los adultos o maduritos; como suelen referirse denotativamente los más jóvenes; tienen a favor años de circo  y experiencia a cuesta en su currículum o prontuario de vida. No es menos cierto que la parte más tierna de los años mozos tienden a ser más espontáneos y atrevidos, no se van por las ramas sino directo al grano.

Hay cosas, circunstancias y emociones que se esculpen a fuego y sería bueno ser un poco más esclarecedor en graficarlo del siguiente modo… ¿Un temblor? Simplemente no, ¿Tic nervioso? Never; ¿Escalofríos?  Absolutamente imposible; ¿Una erupción volcánica? Mediamente cercano, pero no se ajusta; ¡Entonces! ¿Qué puede definir la emoción graficada en ambos semblantes? O mejor aún ¿cuál era la emoción más apropiada para describir la mirada en esas dos mujeres?

Una cosa estaba más que clara ahí… ¡Ardería Troya! O se acabarían las oportunidades al punto muerto o como dicen los más pesimistas, llegar al cero absoluto.

Y si de corrientes hablamos; éstas también podrían haber golpeadas en el lado opositor de esta historia…Un par de jovencitas que estaban yendo más allá de lo que pueden contener.

Tras sentir como una fuerza negativa u oscura se cernía sobre aquel grupo y la incomodidad de esa fuerza, hizo que con una mirada de soslayo, una morena viese al origen de energía aplastante y su retina simplemente en una aparente complacencia solo brilló con más malicia.

Se podría decir que ese simple gestó provocó que verdaderamente la piel se erizara en la trigueña que no dejaba lugar  a dudas que le cayó como patada en el estómago ver la insinuante escena.

Como si no bastase con sentir ese vendaval de molestia y con un aura de soberbia y provocación pura, se acercó más al muchacho que la sostenía por la cintura hasta y posesionó sus labios muy cerca de los labios del chico y darle un suave beso antes de subir hasta su oído para susurrarle seductoramente unas palabras que hicieron que éste viese en dirección de las dos mujeres y les sonriera con sorna para luego hacerle señas a los otros dos jóvenes que vieron en la misma línea visual. Y la malicia se pintó de colores tiernos y burlones ya que los cuatro chicos dijeron algo entre ellos y soltaron sonoras carcajadas.

Y esto causó aún más impacto en las molestas espectadoras que a ese instante estaban al límite de su tolerancia con respecto a ciertas descaradas jovencitas.

─ Creo que es hora de largarnos muchachos ─ siseó el moreno que sostenía posesivamente a la joven de cabellos azabaches.
─ Ya estamos fuera del jodido horario de trabajo y podemos darnos el lujo de patear culos a ciertas jefaturas─ masculló un rubicundo que también mantenía férreamente abrazada a la otra muchacha que se cobijaba en su torso a modo de resguardo para no ver en la línea de fuego de…
─ ¿Nos vamos ya? ─ preguntó la morena.
─ Vamos mi bella ─ secundó el chico que con mucho aplomo posesionó su mano en la parte baja de la morena en una clara declaración de territorialidad.

Esos ojos miel se inyectaron de veneno con solo observar esa sucia mano muy cerca del trasero de la joven y las tripas de su estómago se retorcieron severamente al sentir el sabor de la derrota y de algo mucho más intrigante que puede ser denominado como… ¡Lo dejamos a su imaginación para ponerle nombre!
Tanto la trigueña como la pelirroja se tuvieron que conformar con verlos marcharse hasta que pudieron al fin despegar sus pies entumecido del suelo y hacer que sus articulaciones pudiesen desempeñar su papel y ponerla en movimiento.

Estaba claro que la adrenalina junto al coraje les cayó de golpe y pudieron plasmar sus emociones muy nítidamente. Ninguna de las dos mujeres estaba para nada contentas con lo que acaban de ver y mucho menos, lo esperaban como respuesta a su anterior jugada.

Ambas dominatrices estaban en el esplendor del enojo dado que sus sumisas acaban de humillarlas públicamente o mejor dicho, ante sus ojos sin tapujo alguno y eso hizo que la bofetada fuera más desagradable y memorable para su retorcida mente. ¡Las penas del infierno estaban por desatarse!

─ ¿Les damos alcance? ─ preguntó Mirelles mientras caminaban hasta el lugar que estaban sus motocicletas.
─ De ninguna manera voy a rebajarme, preciosa ─ rechazó Farkless con una fiera mirada y dejando su cartera sobre el compartimento de su moto, agregó. ─ Voy a zanjar esto de una buena vez.
─ ¿Qué vas hacer Martina? ─ inquirió confundida Alexandra que replicó las acciones de su amiga guardando su bolso en el compartimento de su propia moto.
─ Voy directo hablar con Calixta para anular el trato que tenemos entre las dos. ─ masculló con rabia Farkless. ─ No pienso ceder ante esta chiquilla  ¡Mierda que le voy a dar el en el gusto!
─ ¡Cálmate! ─ instó Mirelles que se acercó y la abrazó. ─ Podemos revertir esto. No quiero que te enfades a ese nivel.
─ ¡Mierda Alexandra! ─ protestó Martina cabreada. ─ ¿Cómo me pides que no me enoje? Si bien estaba tratando de tomarlo con calma y aguantarme los desplantes de Laura por haberla hecho mi sumisa, arriesgué todo con Calixta y por mucho que me guste toda ella, no voy a dejar que me lleve por las narices. Primero me hago monja y me encierro en un monasterio.
─ Creo que tampoco sea la solución ─ indicó Mirelles dando unas suaves palmaditas en su espalda. ─ Y por mucho que me disguste todo este asunto, sé que en parte y personalmente hablo, fue revés merecido y desafortunado en tu caso. Pero me ha hecho ver algo que no estaba viendo.
─ ¿Qué sería eso? ─ cuestionó Martina un tanto aturdida. ─ creí que deseabas alejar a tu chica.
─ Estamos olvidando que somos…una dominatriz ─ explicó Alexandra y viendo picaronamente a su amiga, añadió. ─ Es hora de mostrarle una o dos casas esa mocosa insolente.
─ Habla por ti ─ corrigió Martina. ─ Yo no seguiré gastando mi tiempo con Laura. Por mí que se quede con ese pobre diablo y desabrido con gusto a leche agria.
─ ¡Martina! ─ exclamó Mirelles sorprendida. ─ Hablas con total despecho.
─ Ella escogió, no yo ─ protestó Farkless. ─ Se lo pierde en todo los casos. ¿Sabes qué? Me cabreé, me largo que haga lo que se le dé la gana. Puedo tener a quién quiera.

Dicho esto, se colocó su casco y encendió su moto para salir rauda del hotel…

─ Me da la impresión  que está más que colada por Tello ─ dijo para sí, Mirelles colocando su casco y largándose también.

Una vez al borde de la avenida principal y detenidas por el tráfico que no las dejaba salir del recinto en cuestión, tuvieron que esperar unos momentos mientras veían a la distancia como los cuatro jóvenes caminaban calle abajo sacando varias cuadras de ventaja.

Cuando por fin, pudieron desplazarse por la calle principal, la motocicleta de Farkless se adelantó a la otra y se apegó bien a la acera mientras calculaba la distancia precisa para realizar su próxima acción y la oportunidad se dio en bandeja de plata justo cuando la primera pareja pasaba por el costado de una charco de agua de una rotura de cañería, apretó el acelerador y pasó deliberadamente por dicha poza levantado una ola de agua sucia que le cayó directamente a la joven pareja dejándolos completamente empapados y como si fuera poco, desaceleró un tanto para verles directo de su espejo lateral y apreciar sus reacciones.

Ésta no se hizo esperar y el joven afectado, levantó su mano izquierda mostrándole el dedo anular groseramente con apoyo de unos cuantos epítetos y garabatos a destajo.  Mientas que su acompañante solo podía ver en la dirección en que iba la motocicleta y no tuvo que ser adivina para saber quién era su propietaria, ya que los cabellos cobrizos sobresalían de su casco. Dejando en evidencia al gestor de tan mal proceder. Sus ojos no podían apartarse de esa moto que les contemplaba por su espejo lateral.

Por su parte, la segunda motocicleta evadió el charco de agua y evitó seguir las acciones de su amiga por mucho que le causó gracia el comportamiento infantil de la pelirroja. Pero por el contrario, paso tan lento por su costado que vio en cámara lenta a los cuatro jóvenes y en especial aquella morena que le vio con un dejo de temor. Pero para su desgracia, tan solo ladeó un poco su cabeza y a pesar de que sus ojos no se podían ver por el casco, su mirada fue fulminante hacia la muchacha en cuestión que sintió escalofríos al sentir sus ojos sobre ella.

Una vez, conseguido su objetivo, con su mano derecha aceleró de golpe y salió rauda en persecución de su compañera y amiga de correrías. Al juntarse con ella, se vieron entre sí y se fueron pegadas una a la otra con una mayor velocidad perdiéndose de la mirada de los jóvenes.
Mientras que en los pensamientos de las chicas…

─ Aunque no me guste esto, es la única forma de hacer que entiendas que no puedes jugar conmigo de ese modo ─ murmuró con un dejo de tristeza la joven Briceño.
Y por su lado…
─ No voy a someterme a ti, Martina ─ se dijo Laura a pesar de sentirse mal consigo misma y molesta a la vez por ese chapuzón que le dieron. ─ Eres una picota de lo peor.
Mientras que en la mente de…

─ Es hora de ponerte en tu lugar ─ masculló con malicia Mirelles. ─ Este juego lo podemos hacer las dos,  niñita.
Y de parte de…
─ Vendrás a mi tarde o temprano ─ siseó con pica Martina. ─ Y tendrás un infierno que pagar, mi querida gatita.

Hay cosas en la vida que simplemente salen por el excusado y nos dan de narices contra el piso. El que se vanagloria con anticipación de los hechos o resultados, simplemente termina con un signo de interrogación más grande que el cristo redentor de Brasil tras haber sido embestido por una aplanadora. Ese el sentimiento cuando te das por ganador antes de tiempo.


1 comentario:

elisiem dijo...

como me encanta todo este tema, gracias, haces más amena la cuarentena, espero que estés muy bien, hiciste mi día, me encantó. Saludos

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