Polos opuestos
Capítulo
11
Contra
luz…
Las
manecillas de un reloj pueden volverse una tortura verdaderamente asfixiante
cuando te centrabas como objetivo principal. Es decir, todo se volvería en tu
contra porque igual titiritero juagará contigo hasta lo indecible y hará que
tus emociones fluctúen como olas enloquecidas por el magnetismo de la luna. Sin
auto control.
No
sabía qué más hacer para dejar de pensar, sentir o actuar. Porque decididamente
casi había hecho de todo en esas escasas dos horas. Caminó, rompió cosas, borró
cosas, se equivocó en el balance, garabateó algunas hojas, rasguño sus manos,
sus piernas, se mordió los labios por pura ansiedad, rascó y desordenó sus
cabellos una infinidad de veces que ya pensaba que se quedaría calva de tanto
hacerlo.
Nada
era suficiente para calmarla, para consolarla, para motivarla o hacerle olvidar
lo que vio con sus propios ojos hace unas horas atrás. Tenía atenazados en su
cabeza, esos malditos recuerdos, esa escena que la devoraba por dentro y le
contraía el corazón hasta hacerle dolor. ¡Quizás por humillación! Despecho o
simplemente porque le dolía ver que sus ilusiones eran pisoteadas sin asco
alguno.
Sabía
de sobra que involucrarse sentimentalmente con ella estaba fuera de lógica,
orden o sentido común de raciocinio. Pero y ese era la calve. ¿Quién pensó en
ella cuando fue seducida por esa testaruda mujer? Que se volvió su dominante,
que le robó no solo su virginidad, ilusiones y libertad. ¿Quién pensó en su
propio sentir? O de sus necesidades y ahora justo, cuando decidía cobrarse una
pequeña revancha y aprovecharse de la situación, la trataban como la peor cosa;
sin exagerar; un objeto que desechan
cuando se les da la gana.
¡Y ese
era el problema! ¿Por qué ella tendría que convertirse en un objeto sexual?
Cada vez que se le antojara a esa mujer de cabellos cortos. ¡No era justo! Si
bien le gusto desde la primera vez y apostó en que podría tener una aventura o
primera experiencia que fuese placentera para ambas partes y no lo que le
estaba tocando vivir. Ser tratada como alguien
insignificante y eso le molestaba a rabiar.
Joven,
no significa ser denostado por falta de
experiencia o impulsividad. Había que asumir que involucrarse con alguien menor
equivalía a tener nuevos aires o bríos para vivir la vida más a plenitud. Es como
alargar un poco más tus años. Porque deberías renovarte con esa misma juventud
y de paso, compartir tu extensa o mayor experiencia para equilibrar ambas
partes y sacarles un mayor provecho en una relación. Se dice que dos polos
opuestos se atraen por eso mismo porque no son iguales, también se aplica en
relación con disparidad de años. Pero… ¿Quién sabe si puede aplicar? Dependerá
de los involucrados y los factores que los llevó a cruzar caminos.
Luego
de casi aplanar la oficina y de hacer cuanto desastre inconsciente pudo, optó
por salir de la oficina alejarse de la fuente negativa de sus emociones. Caminó
bastante dentro del recinto hasta que sus pies se detuvieron junto a unos
jardines que colindaban con unas piletas y sector de los novios (lugar para
celebrar uniones o matrimonios)
Sin
mucho preámbulo, dejo salir en completa libertad sus emociones y de a poco las
lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas y el torque del corazón se liberó
expulsando ese dolor que le corría desde lo profundo.
Entre
temblores y ahogados gemidos de dolor, la joven Briceño fue abandonándose al
sentimiento de despojarse de todo lo negativo que la estaba embargando hasta
limpiarla gradualmente de esas molestas emociones que convergieron entre celos,
impotencia, humillación y despecho. Una combinación pesada de llevar a cuestas
en el corazón.
Lo
bueno de ser muy joven es que se renuevan luego las fuerzas internas y si bien,
se es más vulnerable o volátil en emociones. También es conocido el coraje que
poseen para enfrentar las situaciones adversas o complejas de la vida. En casos
realmente dignos de destacar, porque otros simplemente hay que hacer vista
gorda y no mencionar.
Cuando
la calma recién se asomó en su persona pudo aspirar un aire fresco en lo
profundo de su alma y comenzó a recomponerse gradualmente. Ya no había lágrimas
y aunque sus mejillas dolían por el ardor de la sal que fue quedando como
vestigio y un poco estirada la piel por el mismo efecto salino. Ya no había más
mar por exudar de sus lumbreras.
─Tú
has ganado esta vez ─ murmuró entre dientes Tania y apretando su puño derecho,
se hizo una promesa así misma. ─ No seré tu juguete. No estoy dispuesta a
seguir tus reglas y me amo demasiado para creerme inferior a cualquier otra
mujer que haya formado parte de tu mundillo.
Reflexionó
varios minutos más en un plan a corto plazo y las posibles alternativas a ello.
Especuló varios escenarios y cuando barajó todo el asunto. Tomó unos segundos
más y decidió echar andar su táctica ¡Qué fuese lo que tuviese que ser!
Sacó
su celular del bolsillo de su pantalón y marcó un número en particular… Al cabo
de un rato tuvo respuesta.
─ Hola
Tania ─ Saludaron al otro lado de la línea.
─ ¡Qué
animo el tuyo! ─ se quejó de frentón Briceño.
─ Deja
el fastidio para otro día. ─ replicaron. ─ No estoy de humor para estupideces.
─
Lamento que sea así ─ refutó Tania sin amedrentarse. ─ y menos que te hayas
sumido en una depre por una fulana que no vale la pena.
─
¿Quién te dijo que estoy así por ella? ─ mascullaron con pica al otro lado.
─ ¡Oh
vamos Laura! ─protestó Tania. ─ No eres ni la sombra de lo que eras y todo
cambio desde esa noche. No es como si hiciéramos borrón y cuenta nueva. Pero
nos quedaremos pegadas y las únicas perjudicas seremos nosotras con un
viajecito directo al loquero y dudo que quieras ese final para ti porque no es
mi objetivo. Además dudo que esa tipa pueda sentirse mal consigo misma,
mientras qué tú arrastra el poncho de la derrota a morir.
─
¿Terminaste? ─ preguntó Laura con una voz dura.
─ No y
tampoco te llamé para darte el sermón de tu vida ─ aclaró Tania. ─ La verdad
¿quiero saber si estás dispuesta a darle una dosis de su propio chocolate a esa
fulana?
Por
uno momento hubo silenció y tras un
breve lapsus, se escuchó…
─
Habla ─ fue la escueta respuesta de Laura.
─ Mira…Te
propongo lo siguiente ─ inició la explicación la joven Briceño.
Pasarían
unos buenos minutos en que dio con lujo de detalle su plan con sus pros y
contras. Mientras que su contra parte no solo escuchaba atentamente los
argumentos sino que también evaluó mentalmente los futuros escenarios y dentro
de su cerebro le pareció una oportunidad perfecta de cobrarse revancha. Aunque
fuese un poco de karma para darle a Martina; valdría la pena y en sus ojos
retornó el brillo malicioso que solía acompañarla.
Unos
minutos más para pulir ideas y luego de ello, hablaron de otras cosas que
dejarían a la joven Tello con un mal sabor de boca y unas ganas locas de verle
la cara y quitarle esa sonrisa infernal que suele acompañar a Farkless.
─ Nos
vemos ─ fue lo último que dijese Laura al otro lado de la línea y cortó la llamada.
Por su
parte, la joven Briceño aspiró profundo antes de guardar su móvil en su
anterior lugar para encaminarse a un sector que deseaba visitar ansiosamente.
Sin
apuros se fue internando en uno de los edificios que conducía a una especie de
subterráneo y su figura fue desapareciendo a los ojos del espectador.
Mientras
que en otro sitio…
─
¿Crees que se creyó todo? ─ fue más un cuestionamiento para sí misma que una
pregunta hacia la otra persona.
─ ¡Um!
─ exclamó la pelirroja acariciando su propia barbilla ─ ¡Veamos! (Viendo el
reloj de la pared) llevamos metidas en esta oficina aproximadamente un poco más
de horas y no he escuchado destrozos afuera y tampoco se ha presentado en esta
oficina ¡Por tanto! Me lleva a pensar un poco más de la cuenta.
─ ¿Qué
quieres decir? ─ quiso indagar Mirelles.
─ Te
lo pongo de esta manera. Una joven con el nivel de hormonas y emociones que
suele caracterizar ya estuviera prácticamente echando la puerta abajo y
haciendo que arda Troya nuevamente. ─ Conjuró suposiciones Martina. ─ Pero no
es este el caso. Lo que me hace preguntarme que hay gato encerrado a tanto
silencio y solo puedo pedirte que te prepares. Me da la impresión que no por
nada es listilla tu niña ¡Así que no
vayas a bajar la guardia Mirelles!
─ No
tiene un pelo de tonta, en eso estamos de acuerdo plenamente ─ coincidió
Alexandra sobando un poco su torso.
─ Sin
embargo, nuestra actuación fue más que magnifica ─ se alabó así misma Martina. ─
O ¿Tienes alguna queja al respecto?
─ ¡Estás
de muerte! ─ protestó en una acalorada autosuficiencia Alex. ─ Nunca podría
dudar de estos atributos. Si aún estoy temblando con ese beso.
─ ¡Si
quieres podemos seguir puliéndolo! ─ insinuó la pelirroja con una mirada
depredadora.
─ Por
hoy he tenido suficiente ─ denegó Alexandra.
─
¡Cobarde! ─ acusó Martina arreglando su escote y colocando en su sitio sus
atributos que estaban fuera de lugar.
─ Eres
una tentación muy grande y lo sabes ─ refutó Mirelles abrochando los botones de
su camisa y acomodando su pantalón. ─ Tu poder es aplastante incluso para mí en
este momento y no quiero caer más profundo de lo que ya estoy.
─ Me preguntó
¿por qué nunca antes decidimos acercarnos más íntimamente? ─ se cuestionó la
pelirrojo buscando los ojos de la otra
mujer. ─ podría haber funcionado si lo hubiésemos intentado al menos.
─ Será
porque siempre hemos sido amigas desde que tengo uso de razón. ─ respondió Alexandra
encajando sus ojos miel con aquellos verdosos. ─ Sabes también como yo que
hubiese sido por un tiempo breve. Sería algo más pasional.
─ No
lo sabremos nunca ─ objetó Martina que se alzó del sillón y quedo viendo a la
trigueña. ─ Nos hemos vuelto cobarde en ese aspecto. No queremos cruzar esa
línea de la amistad=hermandad y menos ahora.
─ Te
picó firme el bichito con esa mocosa ─ dijo Alexandra con una sonrisa torcida.
─ No
empieces Mirelles ─ siseó Martina viéndola severamente. ─ Mira que si estamos
acá es precisamente porque eres quién está en graves apuros o ¿me equivoco?
─
Olvido que eres muy aguda cuando quieres dejar claro tu punto─ se quejó Alex.
─ No
seas densa, chica linda ─ se ablandó Martina acercándose a la otra y picoteando
sus labios brevemente. ─ Solo quiero que dejemos el tema de Laura en pausa por
el momento y nos concentremos en ti y en tu chica para que puedas recuperar el
control o te zafes de ella por tu bien.
─ ¡Eso
espero! ─ acotó Alexandra viendo aquellos ojos y bajando la cabeza tras cruzar
un pensamiento veloz por su cabecita. ─ Hay momentos que me recuerdan mis
errores del pasado.
─ ¡Ey!
Eso no ─ protestó en el acto Martina tomando entre sus manos el rostro de la
otra mujer. ─ No lo vuelvas siquiera pensar en ello ¿Me oíste? Tú eres una
mujer preciosa y no quiero sentirte mal por algo que sucedió y que escapó de
tus manos. No vuelvas a menos preciarte ¿Prométemelo?
─
Martina…yo ─ intentó decir Alexandra.
─
¡Promételo! ─ exigió Farkless.
─
¡Mierda! ─ luchó Alex.
─
¡Mirelles! ─ forzó un poco más Martina.
─
¡Está bien! ─ cedió Alexandra.
─
¿Qué? ─ insistió Martina.
─ Yo…─
seguía su debate Mirelles y terminó por bajar los brazos. ─ Lo prometo.
─
Gracias ─ dijo Martina.
─ No
lo hagas ─ refutó avergonzada Mirelles. ─ No se puede agradecer por algo que
debería ser natural en mí.
─ Lo
hago porque lo siento ─ refutó Martina siendo comprensiva. ─ Aunque ha pasado
el tiempo…Aún (toco el pecho de Mirelles) duele aquí y necesitas sanar
verdaderamente y tratándote duramente; no lo conseguirás.
─ ¿Qué
sugieres? ─ preguntó Alexandra.
─ Que
des vuelta la página definitivamente ─
respondió Martina. ─ Y te des la oportunidad de ver el mundo con una mirada
distinta.
─ ¿Con
Tania? ─ inquirió Mirelles. ─ A eso te refieres cuando dices una nueva mirada.
─ ¡Maybe!
─ dijo no muy convencida Martina. ─ Tú
sabes que nos hicimos dominatriz por una cuestión práctica más que nada. Para
dejar de lado las emociones y solo disfrutar de una necesidad palpable sin
involucrar el corazón. Sabes que aquí el amor no viste para fiestas, es más una
cuestión de piel y placer. Aquí no hay romance, solo es cuestión carnal.
─
Suenas tan atroz cuando lo pintas de ese modo ─ lamentó pasmada Alex fingiendo
un falso dolor en sus ojos.
─ Soy
realista que es otra cosa ─ rebatió Martina. ─ Las cosas por su nombre es como
deben ser. Me gusta el placer y darlo en la medida que mi posesión lo necesite
y requiera.
─ ¡Tan
jodidamente dominante! ─ provocó Mirelles ya más relajada.
─ Lo
soy ─ afirmó Martina. ─ Soy una mujer terriblemente apasionada y hago honor a
mi esencia. Dicen que los pelirrojos somos fuego y dinamita pura.
─ ¡Qué
ego el tuyo! ─ protestó Alexandra divertida. ─ Poco humilde.
─ La
humildad nada tiene que ver con mi perfil ─ se jactó Martina. ─ Eso es para mis
chicas. No para mí.
─ ¡Ya
lo creo! ─ apoyó Mirelles. ─ No podrías estar en el papel de sumisa.
─
Podría tal vez, ceder un poquito el control por un breve momento, pero me
conozco ─ convino Farkless. ─ no lo haría al fin de cuentas. Me gusta someter y
no que me sometan.
─
Jajaja ─ soltó la presión en una carcajada Alexandra. ─ ¡Te gusta azotar
querida!
─ No
lo niego ─ convino Martina. ─ Es algo tan fascinante.
─
¡Realmente eres un demonio! ─ exclamó Mirelles. ─ Creo que siento algo de
compasión por Tello. No quiero estar en sus zapatos cuando afirmes tu dominio
sobre ella.
─ Ese
día sabrá lo que significa el respeto ─ masculló a dientes apretados. ─ Pero
hasta ese día, me lo seguiré pensando.
─ ¿Le
harás comer esas dudas? ─ preguntó Alexandra. ─ ¿no es así?
─
Tiene un infierno que pagar ─ fue la aplastante respuesta de Farkless.
─
¡Ups! ─ fue la exclamación de parte de Alex.
─ Ya
tuve suficiente del tema ─ protestó Martina y tomando su chaqueta en sus manos,
se volvió a mirar a su compinche. ─ ¡Salgamos de aquí! Llevamos ahora 3 horas
aquí y es hora de que acabe la jornada de trabajo ¿no es así?
─
¡Cierto! ─ repuso Mirelles. ─ pasó volando el tiempo y quiero largarme de aquí
también.
─ ¿Ya
perdiste el encanto por tu niña? ─ indagó Farkless. Mientras se encaminaba a la
puerta.
─
Digamos que no le estoy pensando en estos momentos. ─ contestó sinceramente
Alexandra.
─
Jajaja ─ fue la sonora carcajada de Martina al momento de abrir la puerta.
Para
asombro de las dos mujeres, no hallaron a la joven Briceño y tampoco mucho
personal ya que era sábado y la jornada era solo medio día nada más. Al menos
en su área.
Poco
de los que ahí quedaban solo miraron de soslayos y rehuyeron los ojos de su
jefa por temor de ganarse represalias de su parte. Bien sabido era su carácter
y el poder que poseía dentro de la empresa.
─ Nos
vemos el lunes ─ fue la cortante despedida de Mirelles a su gente y tomó la
mano de la pelirroja entre la suya y se fueron ahora por las escaleras para dar
más que chismear.
Si
bien el mundo de la hotelería mantiene un horario extendido a huéspedes casi de
24 horas. Era completamente distinto para los empleados que mantenían jornadas
por turnos o roles (minería) y para muchos que habían comenzado muy al alba, era tiempo de culminar con la jornada y
varios estaban prestos para irse a casa. Por lo que no fue de extrañar que
mientras ambas mujeres siguieran su trayecto rumbo al edificio principal, se
toparon con varios de éstos (trabajadores) bien prestos a retirar sus
pertenencias (cambio de muda o ropa de civil). Algunos tuvieron el gesto de
saludar a la jefa del departamento de finanzas por algunos asuntos laborales y
otros para cotillear un poco. Sin dejar de apreciar la postura de manos que
mantenían aún unidas a ambas mujeres.
Mirelles
al llegar al lobby, dejo unas cuantas instrucciones a las recepcionistas de
turno y de ahí, se fue directo a donde Orlando (administrador) y estuvieron
unos minutos en una acalorada discusión que terminó con el hombre con un color
granate en su rostro y una mirada chispeante que hablaba de molestia
totalmente. Luego de volverse a reunir con Farkless, salieron al estacionamiento en busca de su
medio de transporte y mientras platicaban cosas superfluas y poco antes de
llegar a su destino, sus pasos fueron detenidos abruptamente al quedarse de
piedra frente a un hecho que capturó en el acto su competa atención.
Mucho
se dice que en la vida hay vueltas que dar o que te dan o en un término un poco
más burdo; jugar con fuego trae consecuencias desagradables. Por no decir que
el que la hace la paga.
Aquellos
ojos miel de Mirelles y también los verdosos de Farkless contemplaron una
escena que les heló la sangre de un sopetón. Frente a sus narices, se
encontraban dos jovencitas acompañadas de dos muchachos bien parecidos y
demasiados amistosos entre ellos.
Ambas
veían la interacción entre los cuatro jóvenes sin dejar de flirtear entre
ellos; como se dice actualmente para no decir coqueteo puro o más exacto en
términos de lujuria, un escarceo provocador y bien sinuoso.
Digamos
que en esta parte y dado el actual escenario, la visión cayó como un baldea de
agua congelado casi al punto de congelación.
«
¡Como pecas, pagas! »
es la ironía de la vida o las vistosas y dolorosas vueltas de la vida.
Si
bien un buen montaje toma un tiempo de ensayo bien calculado y perfeccionado
hasta lo indecible hasta conseguir la consagración de la escena deseada. Más en
este caso, jugó todo a favor porque bien es cierto los adultos o maduritos;
como suelen referirse denotativamente los más jóvenes; tienen a favor años de circo y experiencia a cuesta en su currículum o
prontuario de vida. No es menos cierto que la parte más tierna de los años
mozos tienden a ser más espontáneos y atrevidos, no se van por las ramas sino
directo al grano.
Hay
cosas, circunstancias y emociones que se esculpen a fuego y sería bueno ser un
poco más esclarecedor en graficarlo del siguiente modo… ¿Un temblor?
Simplemente no, ¿Tic nervioso? Never; ¿Escalofríos? Absolutamente imposible; ¿Una erupción
volcánica? Mediamente cercano, pero no se ajusta; ¡Entonces! ¿Qué puede definir
la emoción graficada en ambos semblantes? O mejor aún ¿cuál era la emoción más
apropiada para describir la mirada en esas dos mujeres?
Una
cosa estaba más que clara ahí… ¡Ardería Troya! O se acabarían las oportunidades
al punto muerto o como dicen los más pesimistas, llegar al cero absoluto.
Y si
de corrientes hablamos; éstas también podrían haber golpeadas en el lado
opositor de esta historia…Un par de jovencitas que estaban yendo más allá de lo
que pueden contener.
Tras
sentir como una fuerza negativa u oscura se cernía sobre aquel grupo y la
incomodidad de esa fuerza, hizo que con una mirada de soslayo, una morena viese
al origen de energía aplastante y su retina simplemente en una aparente
complacencia solo brilló con más malicia.
Se
podría decir que ese simple gestó provocó que verdaderamente la piel se erizara
en la trigueña que no dejaba lugar a
dudas que le cayó como patada en el estómago ver la insinuante escena.
Como
si no bastase con sentir ese vendaval de molestia y con un aura de soberbia y
provocación pura, se acercó más al muchacho que la sostenía por la cintura
hasta y posesionó sus labios muy cerca de los labios del chico y darle un suave
beso antes de subir hasta su oído para susurrarle seductoramente unas palabras
que hicieron que éste viese en dirección de las dos mujeres y les sonriera con
sorna para luego hacerle señas a los otros dos jóvenes que vieron en la misma
línea visual. Y la malicia se pintó de colores tiernos y burlones ya que los
cuatro chicos dijeron algo entre ellos y soltaron sonoras carcajadas.
Y esto
causó aún más impacto en las molestas espectadoras que a ese instante estaban
al límite de su tolerancia con respecto a ciertas descaradas jovencitas.
─ Creo
que es hora de largarnos muchachos ─ siseó el moreno que sostenía posesivamente
a la joven de cabellos azabaches.
─ Ya
estamos fuera del jodido horario de trabajo y podemos darnos el lujo de patear
culos a ciertas jefaturas─ masculló un rubicundo que también mantenía
férreamente abrazada a la otra muchacha que se cobijaba en su torso a modo de
resguardo para no ver en la línea de fuego de…
─ ¿Nos
vamos ya? ─ preguntó la morena.
─
Vamos mi bella ─ secundó el chico que con mucho aplomo posesionó su mano en la
parte baja de la morena en una clara declaración de territorialidad.
Esos
ojos miel se inyectaron de veneno con solo observar esa sucia mano muy cerca
del trasero de la joven y las tripas de su estómago se retorcieron severamente
al sentir el sabor de la derrota y de algo mucho más intrigante que puede ser
denominado como… ¡Lo dejamos a su imaginación para ponerle nombre!
Tanto
la trigueña como la pelirroja se tuvieron que conformar con verlos marcharse
hasta que pudieron al fin despegar sus pies entumecido del suelo y hacer que
sus articulaciones pudiesen desempeñar su papel y ponerla en movimiento.
Estaba
claro que la adrenalina junto al coraje les cayó de golpe y pudieron plasmar
sus emociones muy nítidamente. Ninguna de las dos mujeres estaba para nada
contentas con lo que acaban de ver y mucho menos, lo esperaban como respuesta a
su anterior jugada.
Ambas
dominatrices estaban en el esplendor del enojo dado que sus sumisas acaban de
humillarlas públicamente o mejor dicho, ante sus ojos sin tapujo alguno y eso
hizo que la bofetada fuera más desagradable y memorable para su retorcida
mente. ¡Las penas del infierno estaban por desatarse!
─ ¿Les
damos alcance? ─ preguntó Mirelles mientras caminaban hasta el lugar que
estaban sus motocicletas.
─ De
ninguna manera voy a rebajarme, preciosa ─ rechazó Farkless con una fiera
mirada y dejando su cartera sobre el compartimento de su moto, agregó. ─ Voy a
zanjar esto de una buena vez.
─ ¿Qué
vas hacer Martina? ─ inquirió confundida Alexandra que replicó las acciones de
su amiga guardando su bolso en el compartimento de su propia moto.
─ Voy
directo hablar con Calixta para anular el trato que tenemos entre las dos. ─
masculló con rabia Farkless. ─ No pienso ceder ante esta chiquilla ¡Mierda que le voy a dar el en el gusto!
─
¡Cálmate! ─ instó Mirelles que se acercó y la abrazó. ─ Podemos revertir esto.
No quiero que te enfades a ese nivel.
─
¡Mierda Alexandra! ─ protestó Martina cabreada. ─ ¿Cómo me pides que no me
enoje? Si bien estaba tratando de tomarlo con calma y aguantarme los desplantes
de Laura por haberla hecho mi sumisa, arriesgué todo con Calixta y por mucho
que me guste toda ella, no voy a dejar que me lleve por las narices. Primero me
hago monja y me encierro en un monasterio.
─ Creo
que tampoco sea la solución ─ indicó Mirelles dando unas suaves palmaditas en
su espalda. ─ Y por mucho que me disguste todo este asunto, sé que en parte y
personalmente hablo, fue revés merecido y desafortunado en tu caso. Pero me ha
hecho ver algo que no estaba viendo.
─ ¿Qué
sería eso? ─ cuestionó Martina un tanto aturdida. ─ creí que deseabas alejar a
tu chica.
─ Estamos
olvidando que somos…una dominatriz ─ explicó Alexandra y viendo picaronamente a
su amiga, añadió. ─ Es hora de mostrarle una o dos casas esa mocosa insolente.
─
Habla por ti ─ corrigió Martina. ─ Yo no seguiré gastando mi tiempo con Laura.
Por mí que se quede con ese pobre diablo y desabrido con gusto a leche agria.
─
¡Martina! ─ exclamó Mirelles sorprendida. ─ Hablas con total despecho.
─ Ella
escogió, no yo ─ protestó Farkless. ─ Se lo pierde en todo los casos. ¿Sabes
qué? Me cabreé, me largo que haga lo que se le dé la gana. Puedo tener a quién
quiera.
Dicho
esto, se colocó su casco y encendió su moto para salir rauda del hotel…
─ Me
da la impresión que está más que colada
por Tello ─ dijo para sí, Mirelles colocando su casco y largándose también.
Una
vez al borde de la avenida principal y detenidas por el tráfico que no las
dejaba salir del recinto en cuestión, tuvieron que esperar unos momentos
mientras veían a la distancia como los cuatro jóvenes caminaban calle abajo
sacando varias cuadras de ventaja.
Cuando
por fin, pudieron desplazarse por la calle principal, la motocicleta de
Farkless se adelantó a la otra y se apegó bien a la acera mientras calculaba la
distancia precisa para realizar su próxima acción y la oportunidad se dio en
bandeja de plata justo cuando la primera pareja pasaba por el costado de una
charco de agua de una rotura de cañería, apretó el acelerador y pasó deliberadamente
por dicha poza levantado una ola de agua sucia que le cayó directamente a la
joven pareja dejándolos completamente empapados y como si fuera poco,
desaceleró un tanto para verles directo de su espejo lateral y apreciar sus
reacciones.
Ésta
no se hizo esperar y el joven afectado, levantó su mano izquierda mostrándole
el dedo anular groseramente con apoyo de unos cuantos epítetos y garabatos a
destajo. Mientas que su acompañante solo
podía ver en la dirección en que iba la motocicleta y no tuvo que ser adivina
para saber quién era su propietaria, ya que los cabellos cobrizos sobresalían
de su casco. Dejando en evidencia al gestor de tan mal proceder. Sus ojos no
podían apartarse de esa moto que les contemplaba por su espejo lateral.
Por su
parte, la segunda motocicleta evadió el charco de agua y evitó seguir las
acciones de su amiga por mucho que le causó gracia el comportamiento infantil
de la pelirroja. Pero por el contrario, paso tan lento por su costado que vio
en cámara lenta a los cuatro jóvenes y en especial aquella morena que le vio
con un dejo de temor. Pero para su desgracia, tan solo ladeó un poco su cabeza
y a pesar de que sus ojos no se podían ver por el casco, su mirada fue
fulminante hacia la muchacha en cuestión que sintió escalofríos al sentir sus
ojos sobre ella.
Una
vez, conseguido su objetivo, con su mano derecha aceleró de golpe y salió rauda
en persecución de su compañera y amiga de correrías. Al juntarse con ella, se
vieron entre sí y se fueron pegadas una a la otra con una mayor velocidad
perdiéndose de la mirada de los jóvenes.
Mientras
que en los pensamientos de las chicas…
─
Aunque no me guste esto, es la única forma de hacer que entiendas que no puedes
jugar conmigo de ese modo ─ murmuró con un dejo de tristeza la joven Briceño.
Y por
su lado…
─ No
voy a someterme a ti, Martina ─ se dijo Laura a pesar de sentirse mal consigo
misma y molesta a la vez por ese chapuzón que le dieron. ─ Eres una picota de
lo peor.
Mientras
que en la mente de…
─ Es
hora de ponerte en tu lugar ─ masculló con malicia Mirelles. ─ Este juego lo
podemos hacer las dos, niñita.
Y de
parte de…
─ Vendrás
a mi tarde o temprano ─ siseó con pica Martina. ─ Y tendrás un infierno que
pagar, mi querida gatita.
Hay
cosas en la vida que simplemente salen por el excusado y nos dan de narices
contra el piso. El que se vanagloria con anticipación de los hechos o
resultados, simplemente termina con un signo de interrogación más grande que el
cristo redentor de Brasil tras haber sido embestido por una aplanadora. Ese el
sentimiento cuando te das por ganador antes de tiempo.
1 comentario:
como me encanta todo este tema, gracias, haces más amena la cuarentena, espero que estés muy bien, hiciste mi día, me encantó. Saludos
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