mujer y ave

mujer y ave

domingo, 5 de enero de 2014

Compartir.

Aras del pasado, capítulo 8


Compartir

El viento soplaba sobre su rostro, mientras contemplaba extasiada los paisajes frente a sus ojos, todo, desde los hermosos jardines, el torreón, la glorieta y los salones, pero lo que más le llamó su atención y destacaba, era la fuente que estaba frente al salón mayor, había una pequeña estatua de un cupido y parecía que su flecha apuntaba directamente a su corazón.

Todo era exactamente como en sus sueños, no tenía palabras para describir las emociones que se agolpaban en todo su ser. Es lo más loco que había hecho en su vida, pero sin duda, el viaje había valido la pena. Ver que todo estaba ahí delante de sus ojos y que ya no eran unos simples bocetos o sueños, sino que real, llenaba su espíritu de una inmensa alegría, por no era producto de su imaginación.


Tan cautiva y absorta estaba por todo los que iba descubriendo a su paso, que no se percataba que esos penetrantes ojos azules, le miraban con curiosidad e inquietud.


Para Anabelle, ser anfitriona y mostrar su hogar a sus huéspedes, era algo muy común y protocolar, muy al estilo Inglés, pero esta vez era diferente.


Verla allí, observándolo todo con admiración y ver sus verdes ojos resplandecer  ante lo que tenía enfrente de sí, además su rostro reflejaba asombro y a la vez alegría.


Se podía decir que Raniel, era un libro abierto en esos momentos, no escondía nada, era como un espejo transparente, dónde se apreciaba la pureza e inocencia de su corazón.


Esto era lo que más inquietaba a Anabelle, nunca había conocido a una persona como ella y a pesar de las pocas horas que llevaba en casa, había conseguido llamar poderosamente su atención.
El magnetismo que emanaba de ella, su olor, franqueza  y la jovialidad con la que rápidamente conquistaba  a  las personas, dejaban una sensación extraña en Anabelle. Ésta se sentía vulnerable a su lado, desde el preciso momento en que la conoció; pero lo que más  le causaba espanto,  era el egoísmo que comenzaba a surgir dentro de su corazón, puesto que la joven Raniel, ya tenía cautivados a Alesia y a su hermano Charles, quién le comento lo hermosa que era la muchacha y que sí podía averiguar si tenía novio.


Para Anabelle era tremendamente dificultoso reconocer que una chica llamase su atención, a pesar de que ella no era homofóbica ni nada por estilo, de hecho estando en la universidad tuvo varias amigas les, con las cuales tenía gratos recuerdos y aún compartía una amistad.


El caso era que esta muchacha estaba poniendo de cabeza su  mundo,   también había un hecho que no dejaba de rondarle por la cabeza...Misha, ¿por qué estaba tras ella?... conocía muy bien a Misha y sus gustos personales por hombres y mujeres y que no se detenía ante nada para conseguir su presa, como ella misma solía decir.


¿Qué te está pasando?, ¿porque te preocupas tanto por alguien que recién acabas de conocer? ¿Y desde cuando deseas que esa persona te mire solo a ti? (Se recriminaba Anabelle)

¿Dónde está nuestra invitada? preguntó Anette.
Está con Anabelle mostrándole el castillo dijo Alesia.
Vaya se toma muy en serio su papel.Mencionó Anette.
Así parece, a pesar de que no quiere que se sepa quién esRespondió Alesia.
Ella tiene sus motivos Alesia, aunque a mí también me intriga, pero mientras ella esté aquí debemos mantenernos tal cual.
Por mí no hay problema tía AnetteConstestó la joven Tú, ¿qué opinas de ella?
Es una muchacha muy franca y honesta, tiene muy claro lo que quiere en la vida y además es muy simpáticaRepuso la mujerBien.  Iré a mi despacho, debo hacer una llamada, por favor avísale al mayor domo para cuándo esté listo el almuerzo.
Como tú digasacató Alesia.


Dentro del despacho, Anette procedió a buscar dentro de unos de los cajones, una libreta.


Despacho de O'connell y asociados.contestaron al otro lado de la línea.
Mary, ten la bondad de comunicarme con David.Solicitó Anette.
Enseguida D...
¿A que debo tu llamada?  ¡Adorada dama! dijo un hombre al otro lado de la línea.
Deja de lado tus galanterías baratas David, quiero que vengas hoy mismo, necesito que investigues a una persona.Demandó Anette.
Pero podrías encargarlo a otros del bufete. Tengo dos casos en la corte que ver hoySe excusó el abogado.
No me interesa cuántos casos tengas, te quiero acá y es una orden. Eres el abogado de la familia, no quiero excusas David.Demandó la mujer.
Debe ser muy importante para que uses todo tu encanto mi queridaExpuso éste.
—Lo es, creo que si mis deducciones son ciertas, realmente será muy importante para todosrespondió ella.

En otro sitio del castillo, Anabelle veía como Raniel aspiraba aquella brisa, un poco inusual en esta época.


¿Qué te parecido Raniel el lugar?Preguntó Anabelle.
Hermoso, no tengo palabras para describirlo.Respondió la joven Larson su arquitectura se caracteriza de a comienzo de 1600, jardines, simplemente exquisito.
— ¿Has dicho arquitectura? dijo Anabelle impresionada—Eres la primera persona, quién ha dicho la fecha exacta de la construcción de este castillo.
Así esrepuso escuetamente Raniel.
¿Cómo supusiste eso?insistió Anabelle.
— ¡Oh perdona! Es que soy estudiante de Arquitectura y me fascina todo lo relacionado a dichas construcciones y también estilos neoclásicos.
—Sorprendente dijo Anabelle, profundamente admirada de los conocimientos de la muchacha y lo sencilla que era en  compartirlos sin hacer alarde de ello, sino que mostro su pasión por dicha rama que estudia.


«Esta chica es sorprendente. Nuevamente mi corazón se acelera y quisiera acercarme más y perderme en esos ojos esmeralda»


1 comentario:

Ángelus dijo...

Vaya, aquí hay una pequeña variedad de tamaños de letras. Pero igualmente queda muy chulo ^^. Hace la lectura más divertida y cómoda. 5 estrellas para ti, amiga mía.

Por otro lado, como bien recuerdo ahora, la pareja principal de la historia se esta llevando bien mediante los estudios de Arquitectura y demás.

NOS VEMOS!!!

Ángelus Drakul

Publicar un comentario

Una verdad del pasado

  Capítulo 24, atada por un testamento. —Amor — murmuró quedamente sopesando cada letra de esa palabra. Mientras que a la distancia era ...