Capítulo 17, Polos opuestos
(Punto de vista de Alexandra y Martina)
¿Cómo decirlo? Sin sonar paranoica, el pasado se hacía presente una vez más y el escenario se volvía a repetir. Esa sensación que sintió hace unos años atrás y que la dejo trastocada un tiempo del cual se repuso y, sin embargo, había que admitirlo, le dejo un mal sabor de boca.
Estaba más que clara que en el submundo que se movía las
emociones o sentimientos estaban lo más claro posible y que no tenían cabida de
ninguna manera. El amor o enamoramiento aquí no se estaba permitido por razones
de sobra. Era otra cosa la que se buscaba y no complicarse con tipo de
relaciones sentimentales. Salvo que fuesen una pareja; matrimonio; que se
permitía experimentar más profundamente su relación o llevarla a un erotismo
más abierto por así decirlo.
Si bien se puede llegar casi a un comparación con la vida de
una médico que después de un tiempo la piel se vuelve cuero de chancho de
tantas cosas dolorosas que les toca enfrentar que la parte empática comienza
como a fallar (sin ofender al área de la medicina) De este mismo modo, está
envuelto este mundo perverso como suelen llamarle los más puritanos por así
decirlo. Acá se viene a experimentar lo que normalmente no puedes sin andar con
rodeos. Vives tu sexualidad de un modo distinto, sensualidad, erotismo y más junto
a tu pareja, acompañante, amante, etc., etc.
Decir que no estaba preparada, es una mentira más grande que
el porte de un buque, no se la esperaba, era otra cosa. No se le paso por la
cabeza que se volverían a reunir ya que había quedado muy claro que se había
terminado la relación amo/sumiso. No obstante, a esto último, había una razón
más que poderosa para que se solicitase dicha yuxtaposición.
¿Realmente vale el precio? Fue el cuestionamiento de parte
de la morena que también contemplaba el horizonte tras esa gran ventanal frente
a ella.
—¡Ya está hecho! — admitió y asumió Calixta perdida su
mirada en la nada.
Solo le tomaría unos momentos más hasta que se pudo
despabilar de ese trance en que se sumió al meditar las cosas sucedidas y sin
más, sacó nuevamente el móvil y marcó un número en particular.
Tiempo después…
—¿Qué sucede Calixta? — fue la pregunta al otro lado de la
línea.
—Martina — habló ésta con el ceño fruncido. — quiero que me
digas ¿Cuánto tiempo estarás en Totoralillo con Laura?
—¿Por? — cuestionó quisquillosamente la pelirroja. —Te dije que
me dejarás hacer las cosas a mi manera ¿lo olvidaste?
—No te pongas en ese plano quisquilloso ¡Quieres! — reclamó
Calixta sin amilanarse. —¡Respóndeme!
—¡Um! — exclamó Martina enfadada por la exigencia. — Por lo
visto andamos de mala, chica linda. Pero te lo diré de todos modos. Estaremos
una semana acá ¿satisfecha?
—Necesitaba saberlo porque me llamó Patricia — mencionó
Calixta.
—¿Y qué con eso? — inquirió Martina sin miramientos. — Si le
preocupa su hija, ella estará bien conmigo.
—Patricia ha solicitado reunirse conmigo — develó Calixta
con un tono de voz muy serio. — ¿tú sabes lo que ello significa?
—¡Estás de broma! — exclamó Martina sorprendida de la
confesión y sopesando las cosas — Ellas hicieron una promesa de… ¡Mierda! ¿Dime
que no está relacionado con Laura?
—Temo que sí…Martina — confirmó Calixta sacando sus propias
conclusiones en su cabeza. — Por eso te llamé y de paso saber tus planes.
—¡Ya veo! — asumió contrariada Martina rascando su frente. —
Voy a permanecer aquí hasta que me digas que sucede con Patricia. De seguro que
no es bueno para que ella haya tomado la decisión de pedir reunirse contigo.
—Temo que no será la única que lo haga — planteó Calixta.
—¿Te refieres a Lucía? — indagó la pelirroja.
—Sí — afirmó Calixta. — Lo que significa que hay mucho más
de lo que suponía a primera vista y Alexandra se verá envuelta lo guste o no.
—Dudo mucho que Pía lo permita, Calixta — cuestionó Martina.
— Ninguna dominante dejará que otra tome lo que ha sido su propiedad.
—Estoy clara en ello, pero insisto que hay algo más profundo
aquí — especuló ésta reflexionando en ello. — Estamos hablando de dos sumisas
que decidieron alejarse de la noche a la mañana sin mediar nada más y
precisamente son sus hijas las que están inmersas en nuestro mundo
¿coincidencias? No lo creo ¿Karma? Tal vez. De lo único que puedo estar segura es
que son madres y harán cuanto esté a su alcance y más allá por protegerlas. Por
lo tanto, Pía tendrá que hacer concesiones con Alex, le guste o no. ¿Ahora
entiendes porque te llamé?
—Me hago a la idea — asumió Martina muy reflexiva sobre su
propia situación. — Lo que me lleva a pensar en que tú y yo tendremos que
reunirnos con ellas tarde o temprano.
—Más temprano que tarde…Martina — aclaró Calixta siendo
intransigente en ese aspecto. — Ya no son dos en historia. Estamos hablando que
hay cuatro de nosotras involucradas con dos novatas. ¿entiendes ahora el
escenario?
—¡Um!... ¡Un dolor de culo! — soltó sin empacho la pelirroja
mirando el cielo raso de su casa. — ¿En qué estaba pensado cuando decidí ir ese
día?
—No te lamentes — reprendió Calixta a su compañera. — Que de
igual forma tiene su lado positivo para ti y Alexandra.
—¿Cuál? — inquirió Martina algo picada.
—¡No te hagas la ofendida conmigo! — recriminó Calixta
risueña del descaro de su compañera de correrías. — Lo bien que te lo pasas en
compañía de tu niña.
—No responderé a eso — mencionó sin inmutarse Martina
mirándose las uñas de su mano. — Es algo vulgar de tu parte insinuarlo.
—¡Aha! — se burló Calixta que conocía de sobra al veneno de
Magnolia y no era dada a prenderse de alguna novata en todo lo que llevaba en
el sado. —Te gusta que Laura te desafíe después de todo. Nunca has permitido
que te lleven por las narices: llamase familia, negocios y menos en el sado. ¿miento?
—¡Eres insufrible! — masculló picada Martina. — ¿Algo más
que necesites?
—No, querida — repuso Calixta que sonrió entre dientes ante
la réplica de su compañera. — Quedas libre para hacer tus…Asuntos.
—¡Idiota! — contestó cabreada Martina y cortó la llamada.
—Jajaja — se carcajeó Calixta ante la respuesta esperada de
la pelirroja. — Cómo se nota que Laura te tiene en su mano y no te has dado
cuenta de ello, mi querida Martina. Me preguntó si es muy pronto para suponer
que puedas por primera vez involucrarte sentimentalmente con una mujer y que
decir de Alexandra, anda en las mismas ¡Um! Esto se está tornado color de
hormiga.
Si bien, la morena es de la misma edad que sus otras cinco
amigas y camaradas de correrías ya que se conocen desde el colegio. Se puede
decir que es de todas ellas, es la más perspicaz y analítica.
Unos momentos más de reflexión y otra vez, marcó a…
Tup…tup… Era esa especie de sonido que hacía el móvil al
llamar a determinado número.
—¿Qué bicho te picó para que me llames justo ahora? —
protestaron al otro lado de la línea.
—¿Interrumpo algo bueno? — cuestionó divertidísima Calixta
que ya se hacía a la idea.
—¡Obvio! — replicó molesta la otra mujer.
—¡Sorry! — se disculpó a medias Calixta. — Lamento dejarte
toda alborotada de tu placer y privarte de ello, pero necesito que vengas a
Viña hoy.
—¿Qué sucede? — fue la pregunta de la otra mujer.
—Es Patricia — respondió seca Calixta. — se reunirá conmigo
mañana, lo que significa que Lucia lo hará pronto y contigo.
—¿De qué estás hablando Calixta? — inquirió contrariada su
contra parte.
—Estás involucrada con su hija y deberás asumir lo que ello
implica…Alexandra — advirtió la morena.
—Estoy muy clara con eso — asumió Mirelles.
—La razón por la que te estoy pidiendo que vengas a verme es
que de darse el caso de que Lucia pida una reunión contigo, deberás negociar
antes con Pía ¿lo entiendes ahora? — aclaró Calixta.
—¡Mierda! — exclamó contrariada Alexandra sopesando las
cosas. —Esta no me la perdonaría con nada.
—¡Exacto! — afirmó la morena. — En el sado, se respeta la
propiedad y lo sabes de sobra, Alexandra.
—¡Uf! — bufó pesadamente Mirelles.
—¿Entonces? — apremió Calixta. —¿Vienes o no?
—Voy — aceptó asumida Alexandra.
—Trata de que tu niña no se percaté de nada de lo que vas a
hacer — demandó Calixta. — ¿Estamos? Es por su bien.
—De acuerdo — repuso Mirelles.
—Te espero dentro de una hora a más tardar — concluyó
Calixta. — No demores porque también yo debo hacer los preparativos para mi
reunión con Patricia.
—Ni modo — masculló Alexandra y cortó.
—¡Bueno! — murmuró Calixta viendo el reloj de su sala y especulando
sus tiempos. — Después me ocuparé de Pía. Ahora debo ver lo de la suite.
Con esto en mente, la morena salió de su casa para ir
directo al lugar de interés y disponer que todo estuviese como precisaba.
Mientras que en otro sitio…
Una pelirroja seguía con la vista fija en el cielo raso
después de haber cortado esa llamada. No cabía duda de que eso fue más que un
balde de agua fría, fue una de advertencia de que se cernía un nuevo escenario
para ella como para todo su grupo y cuando hablamos de esto último, se debe
aclarar que son conocidas de hace muchos años.
Se podría decir que todas ellas provenían de la crema innata
de la alta sociedad de la conocida ciudad jardín o viña del mar y sus
alrededores en el caso de Mirelles. Todas estudiaron en un colegio privado para
señoritas e iniciaron un camino juntas desde los cinco años y se mantendrían
hasta la actualidad. Con diversas formaciones profesionales, algunas a cargo
del negocio familiar y otras vinculadas con el mundo de inmobiliario e
inversiones. Con respecto a sus asuntos de índole sentimental, ha sido un
camino largo y escabroso, muy privado, a decir verdad. Manteniendo un perfil bajo
en su círculo social y familiar.
Se podría decir que ellas en sí, se consideraban una familia
por sobre la propia y es que han sorteado muchos obstáculos y desafíos juntas y
hoy por hoy disfrutan vivir su vida en completa libertad sin ataduras de
ninguna índole afectiva.
Son mujeres inteligentes y exitosas, prolijas, con una buena
educación, cultas, empresarias todas y dueñas de una personalidad bien como se
ha dicho; Dominante. Les encanta el control, pero no el compromiso del corazón.
Para llegar a una determinada situación se necesita haber
atravesado por variadas circunstancias que te llevan a escoger una senda
alternativa, que refleje lo que necesitas. En pocas palabras muchas veces los
caminos (de la vida) nos hacen lo que somos hoy.
No siempre se puede suponer que nacer en cuna de oro por así
decirlo, implica ser el prototipo idóneo de perfección. Más alejado no se puede
estar y cobra con creces el dicho que entre más se tiene más grande es el
capricho de una persona y los excesos llegan a ser bestiales en algunos casos.
Aunque las apariencias dejen ver lo contrario porque la exigencias son mayores
de igual modo.
Y nuestra pelirroja lo sabía de sobra y al igual que las
demás, sobre sus hombros llevan una carga con la cual lidiar. Ser libres tiene
un precio que pagarse.
—¡Rayos! — musitó Martina sin dejar de escudriñar el cielo
raso. — ¿Qué pasará por la cabeza de Patricia?
Hizo una mueca con sus labios tratando de dilucidar el
motivo que podría tener la madre de quién es su sumisa y eso la va a mantener
en guardia, lo quiera o no.
—Se supone que no volveríamos a cruzar caminos de ninguna
forma posible — meditó en alta voz Martina. — Si bien cuando Alexandra nos puso
en antecedentes de que ambas estaban trabajando en el hotel con el
consentimiento de sus padres, optamos todas por dejar pasar aquello y hacer de
cuentas que no las conocíamos.
—Y fue Calixta la que más al margen se mantuvo de
acompañarnos en salidas que estuviesen cerca o en Limache mismo. Aunque no lo
dijo en su momento, sé que para ella no fue fácil dejar ir a Patricia. Hubo un vínculo
profundo entre las dos y estoy más que segura que aún queda algo de ello.
—Ahora con respecto a Pía, es otra historia. Ella no se tomó
bien lo de Lucia en su momento y aunque el tiempo hizo lo suyo, no creo que le
haga ninguna gracia que regrese para pedir reunirse con Alex. — recordaba los
hechos la pelirroja. — Esto se pondrá color de hormiga y algo me dice que, para
mí, también. ¡Oh, Laura! ¿qué hicimos?
Con desgano suspiró pesadamente sacudiendo su melena cobriza
para sacudirse las malas vibras de sus pensamientos y es que no le gustaba en
lo más mínimo tener un sentir nefasto.
—¡OH, vamos Martina! Nada de andar con malos presagios — se
amonestó la pelirroja viendo ahora en dirección a una puerta en particular. — ¡Cómo
sea! Ya estoy en esto y no pienso dar pie atrás. Aún debo conseguir asegurar mi
dominio sobre ti y voy a dejarles a todos en claro que no estás disponible.
¡Ahí estaba lo dicho por Calixta! Difícilmente una dominante
renuncie a su propiedad y una vez que eran aceptadas sus intenciones, era una
especie de contrato tácito. Aunque en algunos casos, éstos sí estaban plasmados
en un acuerdo mutuo.
Como en todo, hay normas o reglas que respetar y aquí no es
la excepción y tanto Tania como Laura deberán asumir tarde o temprano.
Y hablando de Briceño…
Limache, casa de Mirelles…
Una mujer que se pasea de un lado a otro como animal
acorralado después de finalizar esa llamada de parte de Calixta.
—¡Mierda! — masculló Alexandra rascando su mentón al sopesar
cientos de cosas por su cabeza. — Si no tengo cuidado Pía podría tomarse las
cosas muy mal.
—Alex… ¿está todo bien? — preguntaron desde la habitación.
Eso la sacó de golpe y porrazo de su histeria por así
decirlo y le vino a recordar que estaba en compañía de su chica.
—Sí — fue la respuesta de Mirelles. — Dame un momento.
—Ok — respondió Tania desde el dormitorio.
Hizo unos ejercicios de respiración para calmarse y a su
vez, le sirvió de respiro para apartarla de un escenario incierto y que estaba
lejano de ocurrir por el momento.
Después de unos cuantos intentos, consiguió su objetivo de
alejar la ansiedad como el temor a…
—Hablaré con Pía una vez que lo haga con Calixta — se dijo
para sí Alexandra y sobando sus brazos en el proceso. — Ahora me ocuparé de
dejar a Tania con su madre. Aunque me disgusta tener que dejar las cosas de
este modo justo cuando estaba divirtiéndome.
Al igual que su amiga de correrías no iba a dar marcha atrás
y renunciar a su sumisa y menos con lo que le costó asumir liarse con una
chiquilla mucho más joven. ¡no lo iba hacer! Ella ya estaba en esto y en honor
a la verdad hace mucho rato que no se sentía bien y disfrutaba de tener
exclusividad tan grata y placentera.
—Es hora de dejar en claro que eres de mi propiedad — murmuró
con dientes apretados y una mirada que demostraba que no estaba jugando. — Con
Lucía o con Pía ¡ya es muy tarde! Mi decisión está tomada.
Una vez que se aceptaba una petición y se asumía los hechos,
se establecía una relación ama/sumisa y el control quedaba directamente en las
manos de una dominatriz.
Poco y nada podrían otros, salvo asumir ¿Quizás no? Dos
mujeres que ante todo son madres y tienen mucho que decir. O tal vez, es hora
de hablar con la verdad por delante y asumir las consecuencias de hechos del
pasado que pueden revestir más de una sorpresa mayúscula y de proporciones.
Una historia que encierra más de un misterio y que enfrenta una
sociedad con polos muy opuestos.
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