Capítulo 27, En el precipicio III parte (continuación)
Tanto Farkless como Mirelles a duras penas aguantaban las
lágrimas que amenazaban con darse a la fuga.
Minard estaba con la mandíbula temblorosa y sus manos
sudaban bastante.
Banzer había dejado caer simplemente los documentos al piso y a pesar de ser una mujer no dada al sentimentalismo, no pudo evitar con nada de abstraerse de que sus ojos estuviesen nublados con todo lo escuchado. Realmente esto era muy profundo para ella.
Calladrie simplemente estaba brutalmente afectada porque por
primera vez se puso en los zapatos de Vidal y comprendió lo que significaba esa
confesión ya que se daba una idea de lo que también debió pasar Lucía y porqué
ella la protegió contra todo y todos. incluyéndola especialmente porque por
mucho tiempo le guardó un resentimiento a Patricia por haber alejado a Luc de
su vida. Ahora se deba cuenta de lo equivocada que estaba e iba a remediar
aquello una vez que se calmaran los ánimos.
—Yo te hubiera elegido…Pri — contestó Calixta cuyos ojos
eran un monumento de una marea de lluvia y viento. — Las hubiera elegido. Jamás
quise ofenderte con respecto a tu calidad de sumisa porque eras mi sumisa, la
primera y la única que he tenido a los largo de estos años. Nunca pude olvidarme
de ti, dejaste una huella profunda en mi corazón, en mi ser entero. Llevo años
esperando a que regresarás a mí y admito que estuve buscando la forma legal de
hacerte volver.
Con respecto a mis palabras de ese día, nunca estuvieron relacionada
contigo ya que había tenido un altercado muy fuerte con mi padre horas antes de
reunirnos en la suite. Él deseaba que me comprometiera con una joven para
casarme, no le importaba mi orientación sexual, le daba igual, solo quería que
le diera un descendiente que pudiese llevar el apellido Bezanni. Tenía todo
listo para firmar los documentos y que ya había pedido a la clínica la inseminación
de un óvulo mío. Le dije que jamás consentiría un hecho así y que menos me
involucraría con una desconocida que no era apta en ningún sentido como pareja
de vida. Fue una pelea muy grande que sacó todo lo malo en mí y cuando llegué a
tu lado, simplemente me llevé todo por delante.
No tenía como saber que esperabas una hija mía, tal como
mencionó Ariana nunca se nos informó que habían autorizado la inseminación ¿en
qué momento lo hiciste? No lo sé porque siempre pasábamos tiempo juntas y no me
percaté de una ausencia prolongada.
Nuestros padres nos obligaron a temprana edad usar la
criogenia para asegurar que les daríamos nietos ya que estaban al tanto de
nuestro estilo de vida y pagamos un precio por ello.
Me hubiera gustado que me lo hubieras dicho esa noche porque
ninguna de las dos hubiésemos pasado por lo que nos tocó vivir y lo vuelvo a
repetir y las veces que sea necesario hacerlo — explicó Calixta tomando el
mentón de su avecilla como suele llamarla. — Te hubiera elegido mil veces. Te
elegí esa primera vez y ahora, lo vuelvo hacer, yo Calixta Bezanni, te escojo a
ti Patricia Vidal como mi pareja de vida, madre y mi sumisa ¿Me aceptas?
—¡Oh, Cali! — exclamó sobre cogida Patricia que era un mar
de lágrimas y su garganta estaba rasposa a esas alturas. — Cali.
—¡Aquí estoy cariño! — susurró entre llanto y depositando
pequeños besos sobre los ojos de su sumisa y ahora compañera. —¡Ayúdenme para
quitarles estas esposas!
—Enseguida — se apresuró en decir Martina con llave en mano.
Tras quitarla, la propia Patricia se abrazó al cuerpo cálido
de su dominante sin mediar palabras entre ellas por unos segundos hasta que
Bezanni la tomó en brazos y se la llevó a uno de los sofás en silencio y
abrazadas la una a la otra.
—Bien — acotó Catalina limpiando sus ojos con un pañuelo, —
Creo que no hay necesidad de continuar más con esto.
—Es verdad — afirmó Ariana recogiendo dichos documentos. —
Aunque me hubiera gustado saber quién las ayudó.
—Yo puedo contestar esa pregunta — respondió una cansada
Lucía que tenía los ojos hinchados tras escuchar a su mejor amiga, estaba
orgullosa por su valentía, agotada por el desgaste emocional que ello involucró
y deseaba zanjar esto de una vez por todas y así lo decidió.
—¿Estás segura? — indagó Calladrie apoyando su rostro sobre
el hombro de su sumisa.
—Sí — afirmó Lucía viendo en dirección de su amiga y
compañera. —Se lo debo a ella y también lo hago por mí. Quiero terminar con
todo esto de la mejor manera posible.
—¡Habla entonces Lucía! — solicitó Cata.
—¿Quién les ayudó? — de inmediato preguntó Ariana.
—Quién nos ayudó con lo de bioferty y el parto. Que pagó
nuestra educación técnica y sostuvo económicamente los primeros años a Pati, no
es otro que Francesco Bezanni — develó Lucia viendo a las demás mujeres. — También
tu padre estuvo involucrado en todo lo relacionado con mis embarazos (dos) y se
debe en parte a Don Francesco que lo convenció. Con la ayuda del señor Minard
se pudo mantener alejado al padre de Patricia para que no la lastimase como
tampoco a Laura. No hubiéramos podido sin la ayuda del padre de Calixta.
¡Bum! Esta confesión fue una bomba nuclear para las
dominantes que jamás sospecharon que sus progenitores estaban detrás de escena.
Calladrie quedo de una pieza al igual que lo hizo Catalina
que sabía del pensamiento de su padre.
Sin embargo, mayúscula fue la sorpresa para la propia
Calixta y de sopetón todas las piezas le encajaron con esta confesión.
Francesco Bezanni, no daba puntada sin hilo, era el titiritero detrás de escena
moviéndolo los hilos a su conveniencia.
—¿Es así lo que ha dicho Lucía? — indagó Calixta a su
pareja.
—Si — respondió Patricia hundiendo más su rostro en el pecho
de Bezanni.
—Hablaré con él muy pronto — dijo Calixta besando la mejilla
de Vidal. — No antes de conocer y poder hablar con mi hija.
—¿De verdad quieres conocer a Laura? — preguntó Patricia
levantando su cabeza para ver a los ojos de su señora y ahora, pareja.
—¡Pri! — musito con ternura Calixta apoyando su frente con
la de su sumisa. —Hablo muy en serio ¡Laura es mi hija! Quiero no solo
conocerla y poder compartir con ella, si no que deseo que tome mi apellido como
le corresponde y eso incluye a Carlina. No dejaré a ninguna de las dos fuera de
mi vida.
—Cali — apenas pudo hilvanar esa frase cuando nuevamente la
emoción cobro su precio.
—Cariño — repuso Bezanni buscando calmar a su sumisa. — Todo
va a estar bien, ya no estás sola, me tienes a mí ahora.
—Ahora lo sé — murmuró entre lágrimas Vidal guardándose en
el cuello de su dominante.
Momentos después de un largo silencio…
—Nosotras hablaremos más tarde y en privado ¿te parece Luc?
— señaló de pronto Calladrie.
—Si, por favor — acordó Lucía y de pronto recordó. — Mi
señora.
—¿Quieres que te las quite? — preguntó Pía sonriendo pícara
a los ojos grises de su sumisa. — O prefieres mantenerla y hacerlo más
especial.
—Yo preferiría que me las quitará — respondió Lucía con las
mejillas ardiendo de la vergüenza ya que sabía que su turno pronto llegaría
para estar en las manos de su dominante y aún tenía fresca en su memoria los
cuidados de su señora a pesar de los años.
Una semana estuvo sin poder caminar que no pareciera un
patito al andar y saberse que ahora no habría nada que la libraría de ello, la
dejo con escalofríos. Mas ahora que toda la verdad había sido dicha y el
escenario había cambiado radicalmente, una familia las unía y sabía que Pia
Calladrie jamás permitiría estar lejos de su pareja y de sus hijos.
—Haré los arreglos para traerlos con nosotras — de pronto se
oyó decir a Calladrie que intuyó los pensamientos de Lucía. —Es hora de darte
tu lugar y el de ellos.
Al igual que su mejor amiga, Quiroz tenía acuosos nuevamente
esos ojos grises y es que en años no se atrevió en soñar con una situación como
la que estaban viviendo. Había mucho más aquí que lo que imaginaron en una
primera instancia. No solo fue retomar un rol sumiso en sus vidas, sino que,
además, venia cargado con una realidad muy potente en especial para aquellas
dos dominantes que como bien mencionó Bezanni, los padres de todas ellas
estaban en pleno conocimiento de las actividades de sus hijas y en una primera
instancia se opusieron rotundamente y se valieron hasta de amenazas entre otras
cosillas más. Siendo la más potente de todas haberles pactados uniones
matrimoniales con jóvenes muy prometedores de familias de su círculo social. En
resumen, a todo ello, terminaron por cancelarlas cada una de ellas tras duras
confrontaciones con sus hijas, siendo muchas de éstas únicas y solo Mirelles
tenía hermanos.
Y como bien hemos dicho a lo largo de esta historia se debe
pagar un precio alto por ser libre entre comillas y el de estas mujeres fue
alto en varios aspectos de entre los cuáles firmaron un acuerdo de cuatro veces
al año debían entregar óvulos para un futuro embarazo y aquel pacto fue tajante
e irreversible tenían un fecha tope para concretar aquella petición y estaban a
las puertas de vencerse el plazo para cuatro de ellas ya que no sería el caso
de Bezanni y Calladrie. Sin haber estado en pleno conocimiento de que ya habían
canalizado este hecho con ayuda de Vidal y Quiroz.
Por este motivo tanto Lucía y Patricia tomaron la decisión
de partir de la vida de sus dominantes dado que el tema sacaba ronchas en
cualquiera de esas seis mujeres y con el pasar de los años temían que al
saberse la verdad les quitaran a sus hijos en represalias de haber ser atrevido
a actuar sin consentimiento de las parte involucrada.
No obstante, a todo ese temor y complejo escenario que
surtió en el pasado, salieron bien libradas por así decirlo. Al contrario, se
preguntaban a esas alturas porqué esperaron a llegar a estas instancias. Sus
dudas fueron infundadas ya que el propio Francesco Bezanni, en nombre de los
otros progenitores; les dijo que eran ellos los que estaban agradecidos por su
entrega y valentía, que más adelante sus hijas aceptarían los hechos y deberían
proteger a brazo partido el último de sus proyectos de vida, la familia.
Lucía a tope con las emociones solo atinó en sonreír
tímidamente en respuesta a lo dicho por Pía. No es que le devolvieran las
ilusiones de su juventud si no que ahora se concretaba esta realidad que abrazó
en su momento junto a su dominante y sólo les restaba un último movimiento y
precisamente tenía relación con ellos, su descendencia.
—Estaremos juntas en esto — señaló la rubia dominante
acariciando la mejilla de su sumisa. —para hablar con la verdad delante de
ellos. Pero ahora, voy a quitarte este artilugio para que puedas darte una
ducha y esperemos a que las chicas lleguen. Alex querida.
—Dime preciosa — respondió ésta que se prestó a levantarse
de su asiento.
—Ten la bondad de quitarlas — solicitó Calladrie.
—Será un placer — acotó Alexandra que dos zancadas y con
delicadeza quitaba el cerrojo y las retiraba de las muñecas. — ¡Ya estás libre
Lucía!
—Gracias — dijo ésta y viéndola a los ojos seriamente,
añadió. — Alexandra, independiente de todo lo sucedido, mi razón de estar aquí
es hablar contigo sobre Tania.
—Lo sé — acotó ésta. — Acordé con Pía hablar sobre mis intenciones
para con Tania.
—Sin duda que lo haremos — intervino de inmediato Calladrie
viendo a su amiga. — Más no en este momento. Han sido muchas emociones para un
día y por hoy, necesito reponernos antes de llamar a Samuel.
—Entiendo — fue la respuesta de parte de Mirelles.
—Cali — llamó Pía.
—Dime — contestó Bezanni.
—Permite que Lucía ocupe mi habitación para ducharse — solicitó
la rubia dominante viendo a su sumisa que tenía un rostro confundido ante lo
expuesto y se apresuró en aclarar. — Sabes que todas somos familia y decidimos
hace unos años adaptar nuestros hogares para que cada una de nosotras tuviese
su propio dormitorio y mantener fortalecido nuestro vínculo.
—Entiendo — adujo Lucia y de pronto lo recordó. — mi señora.
—Amo cuando te portas tan bien — alabó Pía tomándola entre
sus brazos. — ¡No sabes cuanto te he extrañado en mi vida Luc!
En eso se oyó…
—Inés— llamó la propia Calixta.
Segundos después…
—Dígame señorita Calixta — se apresuró en decir a la mujer.
—Vaya con sus otras compañeras y preparen las recamaras de mi
familia— ordenó Calixta poniéndose de pie y tomando la mano de su pareja, agregó.
— Llevé a Patricia a mi alcoba, dejé lista su muda de ropa en uno de los
closets para que se lo entregue. Luego, habilite dos cuartos para visitas con
todo lo necesario. Dispongan un almuerzo para doce personas y nos avisa cuando
esté todo listo.
—Como usted ordene señorita Calixta — acató Inés viendo a
Patricia. — ¡Acompáñeme por favor!
Al instante nuestra rubia dominante se apresuró a…
—Inés lleve con usted también a Lucía y le muestra mi
habitación— indicó Pía viendo a su sumisa. — Ve con ella, hermosa. Mientras yo
me ocupo de conseguir el guarda ropa que van a necesitar.
—Ok — repuso Lucia.
—Antes de que se retire, Inés — recordó Bezanni frente a su
empleada y tomando a Vidal de la mano. — No tuve oportunidad en la mañana de
presentarla como es debido. Patricia es mi pareja y la madre de mis dos hijas
que pronto se reunirán con nosotras al igual que Lucía es la compañera de Pía,
también madre de sus hijos por lo que le pido a usted el respeto debido y
apropiado para con ellas ¿me hago entender?
—Por supuesto señorita Calixta — afirmó Inés (15 años de
servicio para Bezanni) que a esa altura ya intuía que esas dos mujeres eran
especiales dado que jamás su jefa ha traído a ninguna mujer (tampoco varón) que
no sean su familia (todas las dominantes) al hogar y le sorprendió que su
señora fuese madre, pero eso a ella no le concernía, solo acataría las órdenes
nada más. — Se hará todo como usted desee.
—Bien. Puedes retirarte entonces — indicó Calixta.
Una vez que Vidal y Quiroz se fueron junto a Inés con rumbo
a los aposentos que se indicaron. En aquella sala todas respiraron más aliviadas
de que hubiese terminado de buena forma y mejor de lo que esperaban.
—Bueno, creo que salió — abordó Catalina viendo a las demás.
— ¡Terriblemente bien!
—Coincido contigo — secundo Ariana abanicándose porque aún
estaba superada en emociones. — temía hasta cierto punto que esto se tornara
color de hormiga para todas nosotras, en especial después de constatar los
cambios en Lucía y la valentía de parte de Patricia.
—Son madres y eso las hace muy fieras al momento de tratar
con ellas — señaló Alexandra. — les advertí que ellas no eran la sombra de lo
que fueron en su adolescencia.
—Es verdad que han cambiado, pero para mejor ¿no les parece
así ustedes? — recalcó Martina limpiando su rostro con un pañuelo.
—Efectivamente es notable el cambio en ellas y les favorece
— expuso Calixta con alegría y rastros de lágrimas en sus ojos nuevamente. — La
vida les puso muchas trabas e impedimentos y, no obstante, salieron triunfantes
ante todo y personalmente les confieso que me siento muy orgullosa de Pri. ¡Ya
quiero conocer a mi hija!
—Coincido plenamente contigo, Cali querida — habló Pía cuya
voz salía rasposa por todo lo vivido y que siente en su ser interno. — Nos han
demostrado que aún sin nosotras en su vida, pudieron revertir situaciones complicadas
y consiguieron plasmar su sueño de ser madres que se les negó en una primera
instancia y nada menos que nuestros hijos. No sé imaginan cómo me siento en
estos momentos, todo cuanto quería conseguir con ella, me lo está dando y
pensar que saqué conclusiones mal fundadas con respecto a Patricia y es algo
que rectificaré delante de ti Cali en su momento, pero ahora solo deseo conocer
a la última de mis hijas.
—Tania — respondió Alexandra recordando algo y preguntó de
inmediato. — ¿conoces ya a Vanessa?
—Por supuesto que si — aseguró Calladrie sonriendo entre
lágrimas. — Con ella es la conexión de la que les hablé. Fue tan potente cuando
la conocí en la universidad hace un mes, fue verme a mí misma a esa edad, con
tono de piel más bronceado, cabello negro y esos ojos azules característicos de
mi familia. Es mi copia y de una dulzura que solo puede provenir de Lucía.
—Ahora que lo dices, es verdad. Vanessa tiene ese parecido
contigo — afirmó Alexandra cuando le vino a la mente sus encuentros en el
hotel. — Ella es un amor de chica ¿cómo no me di cuenta antes? Siempre tuve la
tincada que me recordaba a alguien, pero no supe descifrar en su momento.
—No tenías como saberlo — repuso en favor de su mejor amiga,
la propia Pía. — Ninguna de nosotras. Solo puedo decirte que Álvaro y Vanessa tienen
un parecido conmigo físicamente, solo cambia el color de piel nada más y estoy
que muero por conocer a Tania y aunque la vi de lejos en el antro ese día, fue
tan breve que no pude apreciar sus facciones realmente porque te la llevaste
más que de prisa, mi querida amiga. De lo contrario te detengo en el acto
porque es de mi hija a quién has hecho tu sumisa y aunque te amo como mi propia
sangre, no quita que seré muy estricta contigo dadas las circunstancias ¿lo
entiendes bien Alex?
—Pía, lo sé perfectamente que las cosas han cambiado muchísimo
ahora y lo asumiré como es debido ante ti y Lucía, con toda la familia como
testigo, pero no voy a renunciar a Tania — decretó Firmemente Alexandra. —
Sabes que no tenía como saber en aquel entonces que ella era, mejor dicho, es tu
hija. No puedo cambiar mis acciones pasadas y, no obstante, te pido que me des
la oportunidad de cortejarla como es debido a mi forma de ser como dominante.
Además, debo confesarte algo.
—Habla — instó la rubia viéndola con la ceja alzada en forma
inquisitiva.
—Ella es como tú, Pía — develó Mirelles viendo a todas las
demás mientras hablaba. — en los años que hemos compartido no he conocido mujer
más astuta, listilla, atrevida y descarada como lo es Tania. Es tu fiel retrato
y por más que luché por romperle las ilusiones y quitármela de encima, terminó
por vencerme con su obstinación, en pocas palabras ella me dominó sin asco
¿puedes creerlo?
Todas las ahí presente simplemente tenían la mandíbula caída
por la admisión de Mirelles y es que no es dado en un dominante admitir
semejante hecho. ¡Eso sí y no olvidar! Son seres humanos después de todo con
todos sus toc y trancas que se tengan.
—Bueno, creo que has encontrado la horma de tu zapato y
tienes quién te ponga en cintura amiga mía — asumió con una sonrisa Calladrie. —
no quita eso sí, que respondas como es debido y no apartaré mis ojos de ti ¿lo
sabes no es cierto?
—Estoy totalmente asumida de ello y no esperaría menos de
ti, preciosa — aceptó Alexandra zanjando las cosas entre ellas.
—Insisto en que salió bien esta reunión — adujo Cata. — No
sé ustedes, pero necesito un baño urgente mira que tanto llanto me arruinado el
maquillaje terriblemente.
—¡Ni hablar! — alegó Ariana pasando sus manos por sus ojos. —
Estoy en las mismas y no quiero asemejarme a María Magdalena a estas alturas.
Es mucha emoción para un día como has dicho querida Pía.
—Lo es — aseguró Calixta viendo a las demás con una sonrisa
tonta de su parte. — Esperemos que Inés nos avise y así, mandemos a buscar a las
chicas.
—Creo que deberías mandar a Luis también por seguridad y
apoyo, digo yo — reflexionó Martina viendo a su compañera. — Estamos hablando
de tu hija Cali y créeme cuando te digo que mi gatita, destrozará a Samuel de
darle una mínima oportunidad. No dé por gusto tengo mi mano lastimada.
—¿Tan así es Laura? — inquirió Calixta algo asombrada y a la
vez complacida.
—Es una Bezanni de tomo y lomo — respondieron a la par
Martina y Alexandra.
—¡Miércale! — exclamaron ahora Ariana y Catalina a viva voz
para luego hablando terminar completando las frases de la otra. — No tuvimos
descanso contigo y menos ahora, con un clon tuyo ¡A dios a la paz alcanzada!
—Dulzura, tienes algo en que mantener tus manos ocupadas por
lo que estoy viendo — acotó sin miramientos Pía que sabía de la reputación de
su compañera y lo significaba lidiar con ella.
—No quiero sonar a pájaro de malos augurios y andar sacando
trapitos al sol — sacó a colación Mirelles viendo a su amiga. — pero les
recuerdo que Tania es igual de impulsiva e impredecible que su madre
(Calladrie). Les aseguro basado en mi experiencia que esas dos juntas son
terribles y de armas tomar. Les aconsejo reforzar la escolta.
—¡Mierda! — exclamaron a la par Calixta y Pía.
—No es broma, chicas lindas. — admitió Martina mostrando su
mano. — Ese par, se las trae. Son sus hijas y está en su ADN después de todo
¿no les parece?
—Siendo así, enviaremos a Sebastián, Luis y Héctor para que
vayan a buscarlas — asumió Calixta viendo a— Ari, Cata.
—¡Adelante! — dieron su consentimiento Banzer y Minard.
—Llamaré enseguida a Samuel — repuso Calladrie sacando su
móvil de su chaqueta y marcó…
Pasarían al menos dos minutos y no hubo respuesta por lo que
cambio de táctica y marcó el número residencial de su suite y al cuarto intentó
le respondieron. Lo que vino después le sentó fatal a la rubia dominante que
palideció al instante tras lo informado por su empleado.
—¡Mierda! — exclamó consternada Pía al cortar la llamada.
—¿Qué sucede Pia? — preguntó de frentón Calixta que intuyó
que no era nada bueno por el semblante de su amiga.
—Ustedes tenían razón — admitió Pía sobando su mejilla como
si le hubiesen dado una bofetada. — Ellas escaparon. Golpearon a Samuel
dejándolo inconsciente y se llevaron el auto.
—¡Rayos! — exclamó Bezanni contrariada.
—Se los advertí — espetó Martina sacando cálculos mentales. —
Puedo esperar eso y más de mi gatita.
—¡Vaya que si son de armas tomar! — señaló espantada Ariana.
— Ni siquiera nosotras nos atrevimos a tanto.
—¿Qué haremos ahora? — inquirió Catalina. — de seguro que
Patricia y Lucia no estarán nada contentas con esto.
—Farkless. — habló Calixta.
—Dime — repuso ésta.
—Tu rubro es la cibernética ¿hay alguna manera de rastrear
el GPS del auto? — solicitó Bezanni sacando sus propios cálculos.
—Necesito mi portátil para ello — aclaró Martina— y me
tomará unos buenos minutos si no tengo la mía.
—Tendremos que arriesgarnos — indicó Calixta sopesando las
cosas. — De seguro que ellas tendrán sus celulares apagados con tal de no ser
ubicadas.
En eso se prendió el foco a…
—Espera, hay una forma — revelo Martina en busca de su
chamarra y sacando su móvil. — No tengo el contacto de Tania, pero si el de
Laura y aunque apague su celular daré con ella.
—¿Le tienes intervenido el celular a mi hija? — espetó
Calixta incrédula.
—¿Qué querías que hiciera? Me disté carta blanca para
ocuparme de mi fierecilla y cumplí — asumió sin empachó Martina monitoreando desde
la aplicación el aparato de su sumisa y tamaños ojos abrió cuando se percató de
su ubicación. —¡Imposible!
—¿Qué sucede? — preguntaron varias de las presente salvo
Calladrie que estaba viendo por el ventanal en ese instante algo que llamó su
atención de inmediato.
—Ellas ya están aquí — fue la respuesta de Pia al instante
de divisar su automóvil que ingresaba a la propiedad.
—¿Qué? — exclamaron Minard y Banzer al mismo tiempo.
—Así es — confirmó Martina viendo en la misma dirección que
Calladrie. — Sus hijas acaban de ingresar.
En eso fueron recibidas por uno de los choferes que quedó
pasmado después de que estacionaron el vehículo en un apartado especial y se
bajaran dos muchachas de éste sin el respectivo chofer a cargo de dicho automóvil.
—¿Por qué será que no me extraña? — se cuestionó Martina
sacudiendo su cabeza al verlas descender. — No sabía que supiera conducir.
Realmente Laura es tu hija por dónde se le mire, Calixta.
—Señorita Bezanni — ingresó una Inés descolocada que se
apresuró en informar a su señora.
—Inés — fue lo dicho por ésta.
—Hay un par de jovencitas que piden hablar con usted y que
no se irán hasta no dar con sus madres. — informó Inés a su señora.
—Hazlas pasar de inmediato— ordenó Calixta. — Luego, le pides
a Patricia y Lucía que vengan con nosotras.
—De inmediato mi señora — acató la empleada y se fue con
rumbo a la entrada principal.
Al instante…
—Llegó la hora de conocerlas — asumió Calixta viendo a Pía.
—Así es— secundó Calladrie.
En solo cosa de segundos las muchachas fueron conducidas
hasta la sala de estar en dónde se encontraban sentadas las seis dominantes a
la espera de este parcito.
En el acto se presentaron ante ellas las dos susodichas y el
impacto fue dantesco para esas dominantes (cuatro a excepción de Farkless y
Mirelles) que frente a ellas se encontraban con:
Una joven relativamente alta de caballera larga y azabache,
de ojos negros, un rostro jovial a primera vista, un manto pecoso en la parte
de su nariz. Con un lunar en su mejilla derecha a la altura de su oreja, algo
muy peculiar (marca de nacimiento de parte de Calladrie). Vestida en jeans, zapatillas,
blusa a cuadros y una chaqueta de invierno. Sus rasgos faciales de inmediato le
recordaron estar en presencia de cierta rubia dominante.
La otra muchacha era más alta que la anterior, cabellos semi
rizados de una tonalidad castaña y largo hasta la cintura, unos profundos y analíticos
ojos almendrados y cuyo entrecejo se plegó de inmediato al contacto con cierta
personita. Estaba ataviada en un pantalón de vestir, camisa celeste a rayas y
una campera de cuero negro. Al igual que la otra, tenía un lunar distintivo
(Bezanni) en su cuello a la altura de la clavícula en el centro precisamente y
a vista de todas las presentes. Unas características que no paso desapercibidas
para ninguna de las dominantes.
Continuará...
1 comentario:
omg giro totalmente inesperadooo, no hay duda de tu talento, sigo disfrutando tanto tal como el primer día en que leí Polos opuestos.
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