mujer y ave

mujer y ave

lunes, 25 de agosto de 2025

Tú llegada y encarando la verdad

 Polos opuestos.

Capítulo 33, tú llegada y encarando la verdad (Carlina y Francesco)

En la carretera de la vida hay tantas desviaciones y salidas demarcadas que indican un nuevo rumbo a seguir como también hay los que prosiguen hasta el final en su viaje. Aquellos mal llamados exitosos dado que un viaje no se puede catalogar de ese modo ya que en toda su travesía hay miles de obstáculos y baches en el camino que son necesarios para esculpirte en tus habilidades como conductor. El término a final de cuentas debería llamarse…Valiente.

La vida es una carretera larga, amplia, angosta y llena de parajes que harán de ti, lo que debas ser si te atreves a ser valiente y no claudicar a la primera. Recuerda bien: verano, otoño, primavera e invierno es lo que veras por esta senda a lo largo de toda tu existencia, depende de ti si vas a sacarle el mayor provecho a estas cuatro estaciones, niñez, adolescencia, juventud y vejez.

Y…

En sus manos había una taza con un líquido caliente que era sorbido en breves etapas, disfrutando del placer de beber algo sublime para él.

Su mirada se cernía en el horizonte, viendo como la naturaleza presentaba un nuevo escenario y el clima jugaba un papel fundamental para este nuevo teatro creativo. Sus ojos celestes brillaban en contemplación de los hechos presentados ante sí.

—La pieza final ya está por encajar en este tablero — murmuró entre dientes. — y nuestro encuentro se acerca a pasos agigantados. Es hora de saldar cuentas, hija mía.

Tras lo dicho, la densa capa de nubes liberó su canto final y de una a una fueron cayendo las primeras gotas de lluvia que envolverían esta vasta y angosta faja de tierra.

 Al instante, un clic efectuado al roce de las manos del conductor de encendió las luces y las plumillas del parabrisas del vehículo se activaron ante la tempestuosa llovizna que comenzó a caer en forma gradual e intensificando más y más hasta convertirse de una simple garua a una lluvia salvaje que no daría tregua a ser alguno.

—Se nos vino encima el invierno — mencionó el acompañante del conductor.

—Por lo visto — concordó Sebastián al volante y pendiente de la joven que iba en su interior. — Deberemos tener cuidado con esta primera lluvia ya que toda la basura pegada en el asfalto saldrá a relucir pronto y no falta los pajarones (despistados) que circularan rajados (a toda velocidad)

—Eso no te quepa duda — repuso Luis su compañero y viendo de soslayo hacia el interior del coche. — Viene algo callada la señorita. ¿Seguirá enojada?

—No lo creo — contestó Sebastián viendo por el retrovisor a la joven. —si no fuera por la llamada de la señora Patricia, hubiésemos tenido problemas para cumplir con lo que nos encargó la señorita Bezanni.

—Samuel me comentó que su hermana y la hija de su patrona, le hicieron una encerrona — mencionó Luis viendo a su compañero. — y te aseguro que, si me jefa hubiese estado a cargo, otro gallo le cantaría.

—Estuvo mal el proceder de las dos jovencitas y tengo entendido que la señorita Calladrie, hizo disculparse a su hija con Samuel— aclaró Sebastián sin perder contacto con el camino y el aguacero que comenzaba a ponerse más intenso. — Nosotros sabemos que ellas no dejaran pasar nada y en especial mi señora.

—En eso estamos de acuerdo compañero — coincidió Luis que volteó a ver a la joven. — La señorita Calixta es la más difícil de las patronas y si esta muchacha es su hija, la tiene complicada.

—Es algo que debe sortear y aprender ella misma al relacionarse con su madre — expuso Sebastián al recordar hechos pasados de la juventud de Bezanni. — No es nuestra labor inmiscuirnos en los asuntos que se relacionen con nuestras patronas. Como dice la canción somos ciegos, sordos y mudos ¡no lo olvides nunca! Está en las cláusulas de nuestros contratos.

—Tú las has dicho — confirmó Luis viendo de frente. — ya casi llegamos a Viña.

El aguacero mantenía su curso intratable sobre el pavimento de la carretera que conectaba el interior de la quinta región con la ciudad jardín y Valparaíso.

Mientras el vehículo continuaba con su transitar, lejos y más al borde costero todo estaba en pleno apogeo de labores (personal) y conversaciones de parte de los miembros de la familia. Unas estaban inmersas en terminar de revisar los últimos documentos financieros concernientes al flujo económico del hotel. Otras dos estaban abocadas en planificar y organizar algunos asuntos referentes a los nuevos miembros.

—Con esta lluvia no dejaré que Vanessa asista a clases — señaló Pía viendo a su pareja. — Por mucho que aprecie su compromiso y deber como alumna, no es aconsejable exponerse al peligro. Llamaré a la secretaria del decano para ver otra alternativa para entregar ese trabajo.

—Hablaré con ella — respaldo Lucía a sabiendas que sus hijos siempre fueron responsables, pero concordaba que esta no era una simple lluvia porque estaba tomando otros ribetes más serios.

—¡Hazlo! — dijo la rubia tomando el aparato del escritorio y marcando el numero de la facultad que ella conocía de sobra, puesto que fue su casa de estudios.

A su vez…

—¿Qué piensas tanto mi pajarito? — preguntó Calixta al llegar al lado de su hija mayor en compañía también de su pareja.

—En mi hermana — respondió Laura viendo la lluvia caer desde el ventanal con vistas al mar. — No debe venir bien de su visita con Javier para que Carlina se haya comportado de esa forma.

—¿Por? — cuestionó Bezanni. — Dame tus razones. Quiero conocerlas y te pido que no te guardes nada.

—Cada vez que viaja a verlo, mi hermana llega muy abatida por así decirlo — develó Laura viendo a sus madres. — siempre se las arreglas para que tú no te des cuenta (viendo a Patricia) y omite muchas cosas sobre Javier, como la indiferencia con la que la recibe y siempre la hace sentir incómoda como si fuese culpa de Carlina que fuese la responsable de ser padre. Hay días que la deja completamente sola y otras en que se digna a conversar con ella por un rato como si nada hubiese pasado ¿qué clase de papá es ese? Tan distante, tan parco y más encima, es mi hermana la que siempre lo está llamando para saber de él, de lo contrario habría cero contactos entre los dos. Yo puedo entender ahora su comportamiento porque nunca fui una hija para él, jamás me vio así. ¿pero qué pasa con Carlina? Ella es su hija ¿cuál es su problema? Es solo una semana que la ve ¿por qué le es tan difícil mostrarle un poco de cariño? ¿Qué le hicimos mamá para que se comporté de ese modo?

—Laura ¿por qué no me dijiste lo de tu hermana? — inquirió Patricia visiblemente afectada por lo dicho por su hija. — yo hubiera hablado con Javier por su conducta.

—Porque Carlina me lo pidió encarecidamente — confesó Laura triste por la situación. — No deseaba darte más tristezas. Suficiente tuviste con tus padres como para darte más preocupaciones. Nosotras dos solo queríamos que sonrieses y fueras feliz. No merecías más desprecio por gente que no sabe valorarte y que prácticamente te dio vuelta la espalda dejándote en la calle. Por eso nos esforzamos para darte bonitos momentos que te hicieran sonreír y demostrarte que te amamos mucho y que no vamos a dejarte sola como lo hicieron ellos.

—¡Mi amor bello! — exclamó con dolor y alegría a la vez Patricia, abrazando a su hija con toda su fuerza. — mis tesoros hermosos.

—¡Mamá! — murmuró llorosa Laura, abrazada a su madre.

—Gracias por tu sinceridad, mi hermoso y valiente pajarito — habló Calixta acariciando la espalda de su hija y su pareja. — cuando llegue Carlina quiero disculparme con ambas por haberme ausentado de sus vidas y exponerlas a este tipo de personas.

—¿Tú quieres a mi hermana Carlina como tu hija? — preguntó de lleno Laura soltando el abrazo con su otra madre y viendo seriamente aquellos ojos celestes de la dominante.

—Mi pajarito — apelativo que le era muy grato y propio a Bezanni porque Laura es hija de su avecilla y no podría serlo de otra forma y acariciando el rostro de su prole, agregó—Eres tan distraída al igual que tu mamá, ayer fui bien clara en decir que tengo dos hijas a las que deseo reconocer propiamente tal y legalmente tendrán mi apellido como corresponde. Ahora (viendo a su sumisa, continuó) hay un asunto que debo resolver con mi padre a la brevedad posible y estoy en espera de una información que Cata solicitó y la hicieron llegar en el mismo vuelo de Carlina y que Sebastián iba a recoger de mi parte.

—Comprendo — adujo Patricia que desconocía ese tema, pero que estaba al tanto de las sospechas de su señora. —Tendremos que esperar a que lleguen.

—Así es — aseguró Calixta y acariciando más el rostro de su hija. — ¿estás conforme con lo que expliqué?

—Por supuesto que sí — afirmó Laura abrasándose a su mamá dominante y respirando con alegría su aroma. — Estoy segura de que Carlina estará de acuerdo y la harás feliz si la aprecias por lo que ella es. Mi hermanita es muy cariñosa y mamona.

—¿Mamona? — indagó Calixta sonriendo a más no poder. — se nota que han cambiado los términos y son otros tiempos.

—Qué es muy dependiente de la mamá — explicó divertida Laura sin dejar de abrazar a su mantita de carne y hueso.

—¡Ya veo! — dijo Calixta guiñando un ojo a su pareja y sumisa. —Estará bien conmigo tener a dos hijas mamonas ¿te complace esto pajarito?

—Si — respondió extasiada Laura y se despegó un tantito del torso de su madre dominante para verla a los ojos y añadió —¿podemos dormir contigo esta noche con Carlina?

—Laura — intentó llamar la atención Patricia que conocía a su hija de sobra.

—Nuestra cama es amplia, cariño — aceptó Calixta divertida de la manipulación de su hija, pero no le importaba. — Cabremos perfectamente las cuatro sin problema alguno. La mandé a diseñar de esa manera con la esperanza de volver a tenerte en mi vida.

—¡Oh, Cali! — exclamó enternecida Patricia de su señora y los gestos de amor que expresaba a su modo. —¡Te quiero mucho!

Justo en el momento en que la dominante iba a responder, ingresó su empleada de prisa.

—Señorita Calixta — llamó la mujer. — Disculpe que la interrumpa.

—Dime Inés —demandó Bezanni sin soltarse del abrazo a su hija. —¿Qué sucede?

—Llamó Sebastián para avisarnos que está a dos cuadras y si pueden ayudarlo con Don Waldo — comunicó Inés. — viene muy inquieto por el viaje.

—Avísale por favor a Alex para que reciba a su hijo — ordenó Calixta. — y mandé a Manuel para que preparé un lugar para nuestro invitado.

—Como usted diga, mi señora —acató Inés. — Con su permiso me retiro.

—Ve — instó Calixta viendo ahora a su pareja. — Don Waldo es el perro de Alex, su compañero. Me pidió que lo trajésemos porque han sido dos días sin su ama y se resiente su ánimo.

—Estoy segura de que Tania estará feliz de ocuparse de Don Waldo. — mencionó Laura feliz. — Ella siempre ha querido tener una mascota.

—¿Y en tu caso? — preguntó Calixta que continuaba abrasada a su hija.

—No — contestó Laura bajando su cabeza. — No es que no quiera, soy alérgica y debo tomar medicamentos para poder estar cerca de ellos un ratito.

—Por lo visto, mi pajarito heredó mi falencia con los animales — fue el turno en confesar de Bezanni, besando los cabellos de su hija y de pronto le vino a la mente algo, preguntó a su pareja. — ¿Y en el caso de Carlina?

—Es igual — respondió Patricia. — Ambas son alérgicas y deben medicarse. Es el contacto con los pelos.

—¡Ya veo! — adujo Calixta sopesando las cosas y sus ojos se abrieron como plato al constatar un descuido. —Eso quiero decir que Carlina debe venir complicada con la presencia de Don Waldo ¿qué medicamentos toma?

—Erocetin y salbutamol — respondió Patricia preocupada por la situación. —Debo revisar si traigo conmigo alguno de ellos en la cartera.

—Tranquila Pri — llamó a la calma Calixta, rompiendo el abrazo con su pajarito y ocuparse de recibir a su otra hija. — Tengo Salbutamol conmigo y el otro la mandaré a pedir a la farmacia por delivery.

No terminaban de hablar entre ellas cuando sintieron un claxon de un vehículo que anunciaba su llegada y las puertas corredizas se abrían para darle acceso a la entrada.

Entre la torrentosa lluvia que caía sin contemplación alguna y el viento que estaba haciendo de las suyas a la vez, el vehículo pudo aparcarse a la entrada de la vivienda y ser recibidos por muchos que estaban esperando la llegada del coche. Entre ellos parte del personal (Manuel e Inés), Alexandra, Pía junto a Vanessa que estaba muy inquieta, Laura en compañía de Calixta y Patricia.

Fue la empleada y Manuel que con paraguas en mano fueron al encuentro de los ocupantes del vehículo. Siendo Luis que bajo para abrir la puerta y contener a Don Waldo.

Efectivamente el cachorro de Mirelles estaba muy ansioso y casi le dan un empellón de no ser por el silbido que emitió de parte de su ama que logró frenarlo y se dejó agarrar por Manuel que lo llevó de inmediato con su dueña.

—Mi cachorro hermoso — saludó Alexandra acariciando a su familiar y dándole besos en su cabecita. — Ya estás con mamá.

—Es hermoso — convino Pía que se dispuso a acariciarlo y mostrárselo a su hija. — ¿no te parece Vanessa?

—Lo es — confirmó Vanessa a medias porque si bien el cachorro es muy bello, era otra cosa que la tenía con ansiedad.

La rubia Calladrie quedo pensativa al respecto porque detectó de inmediato la desazón de su hija menor y la falta de emoción era una clara señal que estaba pasando algo importante que no estaba viendo y tendría que prestarle más atención a los detalles que suelen escapar en el comportamiento o conducta inusual en los hijos; se aclara que a pesar del poco tiempo compartido entre ambas; existe ese sexto sentido maternal que te hace percatarte de algunos hechos y también incluye el estilo de vida de las dominantes, son mujeres ante todo.

«Tendré que hablarlo con Luc» meditó Calladrie sin dejar de observar a su hija.

Justo en ese momento, una joven desciende del vehículo y se guarece debajo del paraguas que le presenta Inés.

—Gracias — se escuchó decir a la joven.

—De nada señorita — repuso Inés. — la están esperando, por favor acompáñeme.

Fue tan solo un breve trayecto de unos cuantos pasos en la copiosa lluvia cuando alguien se abalanza sobre la joven.

—¡Al fin llegaste! — exclamó una emocionada muchacha que la abrazó sin importarle si se mojaba o no, ya que producto del empellón el paraguas salió volando a un costado.

—¡Vanessa! — reprendió la muchacha viendo seriamente a la otra. —Te estás mojando de por gusto tontita.

—¡Oh por Dios tus ojos! — exclamó alarmada Vanessa al levantar su rostro para verle. — ¡Sabia que no venías bien!

—¡Ya tranquila Van! — le bajo el perfil la joven llevando su mano para ocultarlo con su cabellera. — Es solo mi alergia nada más. No podía dejar solo al cachorro, se nota que estaba desorientado.

—¡Carlina Tello! — protestó sulfurada Vanesa tomándole el rostro con ambas manos. — No intentes escudarte en lo de tu alergia. Mira que te conozco muy bien ¿has estado llorando no es así? Fue ese horrible hombre otra vez.

—¡Basta Vanessa! — refutó la mencionada que alzando su mirada se percató de los demás que estaban observando en especial una mujer en particular. —Iré a saludar a mamá y mi hermana. No es bueno hacerlas esperar con esta lluvia.

—No te vas a salvar de mí y lo sabes — masculló entre dientes Vanessa que le colocó el gorro de su chaqueta sobre la cabeza a la muchacha y tomándola del brazo se dispuso en continuar — Tienes mucho que explicarme.

—Después Van — accedió Carlina bajando su cabeza porque sentía la intensidad de las miradas de todas las presentes, pero había una que la asfixiaba por así decirlo. — Ahora quiero estar con mamá.

Solo serían unos cuantos pasos hasta llegar dónde se encontraban los demás y por mucho que desease escapar del lugar por lo desconocido de todo y todos, ahí estaba su madre y hermana. Por alguna razón que ella desconocía y estaba muy clara que le darían sus respuestas.

Frente a todas, la joven alzó su cabeza y quedó de frente a la mirada escudriñadora de las demás mujeres y fue testigo en como dos de ellas; una rubia y la morena que estaba al lado de su madre; estaban impactadas con su presencia, en especial después de la mirada que se dieran entre ambas.

— ¡Bienvenida! … ¡Oh Carlina! ¡Tus ojos bebé! — saludó en primera instancia y luego exclamó Patricia que de inmediato examinó todo el rostro de su hija menor para luego, abrazarla. — Te extrañé mucho mi bebecito.

—¡Mamá! — intentó protestar Carlina entre el abrazo y sin dejar de ver aquella morena. —Soy una adulta ahora.

—No para mí — rebatió Patricia acariciando la mejilla de su hija y añadió. — Ahora quiero que conozcas a una persona muy importante para mí y al resto de su familia.

—¿Quién? — preguntó la joven rompiendo el abrazo entre las dos.

—Ella — respondió su madre mostrándole precisamente a la morena de mirada intensa—¿Quieres presentarte tú? O ¿deseas que lo haga yo?

—Prosigue con las presentaciones mi adorada Pri — instó la propia morena sin dejar de ver tanto a su pareja y a la recién llegada (el protocolo, ante todo). — Es tu rol de madre y te corresponde los honores como anfitriona.

Aquel respaldo de parte de su señora, le hizo sentir extraña y a la vez, le otorgó su lugar como pareja de vida. Algo que tendría que acostumbrarse de ahora en más y tal como lo mencionará su compañera, debía asumir sus derechos plenamente.

E independiente de ello, lo dicho por la morena causó su efecto en la menor de las hijas de Patricia, tanto por el término cariñoso y lo último que le dejo entrever lo importante que es su madre en la vida de esta mujer y esto solo podría tratarse de una sola persona.

Entre el ardor aún en sus ojos celestes, enfocó su mirada directo a los ojos de la morena y escudriñó sus facciones e intentó leer el lenguaje corporal al igual como la impresión de su iris.

¡No cabía duda alguna! Ella estaba clara de quién podría ser esta mujer y su importancia. Algo que su propia familia no estaba al tanto.

Y antes de que pudiera siquiera contestar Vidal, alguien se adelantó…

—Calixta Bezanni del Solar — fue la respuesta de la propia muchacha, dejando conmocionadas a todos en el lugar.

Tamaños ojos fueron los de su madre y hermana que no daban crédito a que la joven pudiese saber el nombre de quién estaba recién conociendo.

Del mismo modo fue la sorpresa de parte de la Calladrie y Mirelles que se vieron entre sí tras escuchar a la muchacha y solo Vanessa se abstuvo de mostrar cualquier impresión al respecto.

Mientras que la portadora de aquel nombre se quedó viendo a su contraparte detenidamente y en ese preciso momento tuvo la certeza de que sus deducciones debían ser acertadas y terminaría por confirmarlo con la única persona que debía estar al tanto de todo esto…Francesco Bezanni.

Delante de sus ojos estaba una chica espigada, de su misma complexión física, cabellera ensortijada hasta los hombros, cuyo rostro era idéntico al de su sumisa, Patricia; y al igual que su hermana mayor también poseía su marca de nacimiento a la altura de su cuello y era solo propio del clan Bezanni. Además, de poseer otra característica familiar la tonalidad de sus ojos celestes.

En pocas palabras aquella chiquilla era el retrato calcado de Patricia Vidal con la salvedad de sus ojos y su marca en el cuello. Estaba claro para la dominante que no era una simple coincidencia y poder apreciar aquellos rasgos hizo que muy despacio en la comisura de sus labios, una sonrisa comenzará a tomar forma y fuera extendiéndose por completo en su rostro, brillante, soberbia y orgullosa a la vez, esto era lo que trasmitió dicha sonrisa.

—Veo que ya sabes quién soy — habló Calixta sin apartar sus ojos de la joven. — Carlina y me encantaría indagar más al respecto, pero no lo vamos a hacer bajo esta lluvia y exponernos a enfermarnos por lo que me gustaría pedirte que nos acompañes al interior de la casa para darte la bienvenida como corresponde ¿estás de acuerdo?

—Está bien para mi — aceptó Carlina que tocó sus ojos porque le hormigueaban en verdad. — y solo desearía pedirle, si puedo hacer un alto para tomar mis medicamentos que vienen con mi maleta.

—Eso no está en discusión Carlina — expuso Calixta tomándola ella del brazo. — Yo misma me encargaré personalmente de suministrarte el salbutamol.

—¿Sabes de mi alergia? — preguntó sorprendida Carlina.

—Es una afección de familia, razón por la cual no podemos tener mascotas con pelaje — develó Bezanni sin rodeos y viendo a las demás, ordenó. —¡Entremos de una vez!

No hubo replica a la demanda expresada por Bezanni e ingresaron a la casa.

—Procura darle su espacio y tiempo a Carlina para que pueda tratarse y ser presentada con los demás miembros de la familia. — Demandó Calladrie viendo a su hija menor. — Es un derecho que le asiste a Calixta en este momento y ella no consciente que se interpongan en sus asuntos. Sé que no estás interiorizada de nuestra forma de vivir y estás recién integrándote a nuestra familia, más te aconsejo hija mía que seas respetuosa y prudente de los códigos y acuerdos que se establezcan en el interior del seno familiar. Te iremos instruyendo con tu madre para que puedas manejar los conceptos y se te faciliten las cosas ¿de acuerdo Vane?

—¿Lo dices por lo que ocurrió recién? — cuestionó Vanessa viendo directo a los ojos de su progenitora. — No era mi intención ofender, solo que pudo más mi impulsividad y no me controlé para recibir a Carli.

—Vanessa, sé que no lo hiciste intencional y aún no estás al tanto de ciertos patrones que nos rigen a todas nosotras — aclaró Pía, tocando la mejilla de su hija y terminó por ilustrarla en los procedimientos de su familia. — Nuestra forma de comportarnos es exactamente igual a una convencional, hay jerarquías o grados familiares como tú quieras llamarle. El respeto y la educación son intransables para nosotras. Los acuerdos son los fundamentos con lo que nos regimos y las obligaciones o deberes son primordiales.

 Debes saber que hay una especie de protocolo al igual que de toda familia, en que el dueño de casa es anfitrión y tiene prioridad, ante todo, por eso, Calixta ha sido benevolente contigo por tratarse de un miembro nuevo de su familia. Ten presente que no volverá a permitir que vuelva a suceder un hecho de esa magnitud sin el conocimiento previo. De todas las integrantes de esta familia y en nuestro mundo, Calixta Bezanni es conocida por lo intransigente que es. Ella no tranza con nada y es muy protectora de los suyos por lo que deseo que lo entiendas Vanessa, que es un tiempo fundamental para ella y afianzar su vínculo con sus hijas al igual que estamos haciendo nosotras dos ¿estás de acuerdo con esto hija mía? — acabó la rubia Calladrie.

—Es lo que me gusta de ti que vas directo al grano y llamas las cosas por su nombre — puntualizó la menor de las Calladrie, cuyos ojos azules eran vivaces al igual que los de su madre. — yo aprecio mucho eso y aun que recién nos estamos conociendo, es gratificante en lo personal. Sabré comportarme y no traerte inconvenientes a ti o mamá. Eso sí, te confieso que no es tan ajeno a mí estas normas de educación ya que mi madre también es intratable en cuanto al respeto, nunca nos ha dejado pasar una a ninguno de nosotros y es bueno. Ahora, con respecto a lo de Calixta ¿no sé cómo referirme a ella? ¿tía o algo así? ¡Bueno como sea! Lo que quiero decir es que, son ustedes las que no saben mucho de nosotras y se sorprenderán al conocernos porque podemos llegar a ser su propio reflejo y, para terminar, te diré que estoy completamente de acuerdo…mamá.

—¡Oh mi hermosa! — exclamó maravillada la rubia dominante que abrazó a su pequeña. — Gracias por llamarme de ese modo y solo dile…Calixta, nada más.

—Eres mi madre — rectificó con propiedad Vanessa y seriamente, acotó. — y no lo digo por ganar puntos contigo o por interés, lo digo porque lo siento. No soy tonta en pensar que eso de la sangre tira porque puede ser de ese modo realmente, aunque tengo apenas 19 años, si estoy convencida en la conexión que hay entre tú y yo, sin mencionar el parecido físico. Es como una especie de vibra que me da esa seguridad y aunque podemos hacer un examen de ADN, no lo necesito para afirmar el vínculo que tenemos.

—Mi pequeña hija, es tan madura — alabó Pía cuya lágrima rebelde escapó de sus ojos. —Y tan realista como lo soy yo.

—¡Son los genes Calladrie! — se ufanó a broma Vanessa limpiándoles los ojos con su mano a su madre.

—¡Maravilloso! — exclamó la rubia entre suspiros de felicidad. — Vayamos a buscar a las demás ¿te parece?

—Totalmente de acuerdo — aceptó Vanessa no sin antes robarle un beso a su mamá.

—Vamos mi traviesa — espetó con amor Pía, tomando de la mano a su retoño.

Ingresaron al corredor porque se había quedado en el recibidor platicando.

A su vez, en otro sector y más precisamente en el dormitorio principal de la dueña de casa.

—A la cuenta de tres…Carlina — ordenó Calixta al colocar la cámara sobre el rostro de la muchacha. — Uno…dos…tres (el clic del inhalador)

Repitieron el procedimiento dos veces más y luego, quitó el aparato para entregarle, un vaso de agua con su medicamento.

—¡Bebe! — instó Bezanni observando con cuidado aquellos inflamados ojos.

—Gracias — fue lo dicho por Carlina.

—Descansaras un momento hasta que tus ojos y parpados se puedan recuperar — decretó sin rodeos Calixta, inclinándose para retirar el calzado de la joven.

—No es necesario — refutó la joven Carlina.

—¿Qué no es necesario? — indagó seria Bezanni continuando con su propósito.

—El quitar mis zapatos y el descansar acá, en tu habitación — explicó la muchacha.

—No es una opción viable. Carlina — objetó sin contemplación Calixta y sin inmutarse, retiró el segundo zapato. —Descansarás y es definitivo.

—Puedo hacerlo en otro lugar — persistió ésta intentando zafar de la situación. — El descansar, digo yo. Además, es irrespetuoso no saludar a los demás.

A medida que enderezaba su cuerpo, aquellos ojos celestes fulminaron a la muchacha y un escalofrío la sacudió de pies a cabeza ¡qué mirada más intimidante!

—No volveré a repetirme en mi orden — aclaró sin miramientos la dominante y dispuso sus manos sobre la chaqueta de la joven para quitársela sin esperar oposición de su contra parte. —Referente a la educación, estás exenta esta vez por razones obvias y es que no estás en condiciones de hacerlo y en cuanto a otro sitio, no es factible por mucho que ya tengas una habitación acondicionada para ti. Este es mi dormitorio tal cual tú has dicho, lo que lo hace también tuyo y es aquí donde vigilaré que descanses adecuadamente ¿nos entendemos?

—¿Siempre eres tan mandona? — preguntó igual de frentón Carlina. —Puedo entender lo de mamá, pero ¿qué tengo yo que ver contigo?

¡Clic! Fue lo que hizo en la cabeza de la dominante tras escuchar lo esgrimido por la joven y tras apartarla de su chaqueta que dejo a un costado. De inmediato, tomó el mentón de la muchacha entre sus manos y clavó sus ojos en los de la chica. Observó detenidamente todo el rostro de ésta y escudriñó más el iris de aquellos celestes.

Estaba clarísimo para ella que la muchacha estaba en conocimiento de muchas cosas que su otra madre desconocía y lo desafiante de sus ojos le advertían que estaba en presencia de una versión más joven de quién fuera en el pasado.

Por muy inflamado que estuvieran sus ojos, veía en ellos, la llama combativa que también estaba presente en su hermana mayor y esto era un claro indicio que estaba en presencia de sangre y carne suya ¡Ya era indesmentible!

¡Su hija! …

—Lo soy y más de lo que te puedes imaginar — aseguró con firmeza Calixta y ahora, paso delicadamente sus dedos por los parpados de la muchacha, acariciando y delineando toda la extensión de estos. —tal como se lo mencioné a tu hermana, no andaré con rodeos y tampoco voy a adornar las cosas en vista de que estás en conocimiento de algunos hechos. El derecho que me asiste sobre tu persona es porque soy tu madre. Un hecho que acabo de confirmar con tu presencia y voy a esclarecerlo de una vez por todas con la persona que me mantuvo en completa ignorancia todos estos años y me privó de estar junto a mis hijas ¿se entiende ahora nuestra relación?

—Lo hace — asumió Carlina en cuyos ojos las lágrimas comenzaban a asomar y con un nudo en su garganta, agregó. —él fue lapidario en decírmelo hoy sin ningún asco.

—¿te refieres a Javier? — inquirió Calixta adelantándose a una posible respuesta.

—Sí, el mismo hombre que suponía que era mi padre — repuso con dolor Carlina. — No tuvo reparos en decirme que fui el resultado de un favor que le hizo a mamá. Que no deseaba más compromisos conmigo y no le interesaba seguir guardando secretos a la familia Bezanni, sino le pagaban como correspondía por la prestación de servicios que hizo. Que la heredera tenía que pagar con creces su silencio y le iba a dar hasta finales de año para recibir sus honorarios. Que para él había terminado de jugar al rol de papá que nunca quiso y solo lo hizo por lastima a mi madre. Ese hombre, es el mismo que creía mi padre y tan solo fui una burla nada más, un amago de intento paternal. Por eso fue su frialdad y distancia para con Laura y conmigo. Nunca fuimos nada al final de cuentas, solo una donación.

¡Crash! Es lo más similar en palabras del sonido que se hace al romperse un objeto que llevaba mucho tiempo distendiéndose al punto de rotura.

Esa misma situación es lo que eclosionó en la persona de Calixta Bezanni, había llegado al punto de inflexión en un no retorno y las consecuencias de esto iban a ser dantescas, ya era personal.

Se puede decir que, en un momento de ira pura, el color del iris se vuelve filoso por la crudeza de las emociones y por mucho que no es aconsejable llegar a ese nivel crítico de sulfuración, es casi irrefrenable poder contenerla y se necesita de una fuerza de voluntad, autodominio y control extremo para poder doblegarla o de lo contrario te consume vivo y estamos en presencia de esta discordancia precisamente en una persona que el control, es su estandarte de batalla.

Uno a uno los músculos, tendones y ligamentos presentes en el rostro y el cuerpo alcanzaron su plenitud de tensión. Las uñas se clavaron en las palmas de las manos con toda su potencia y lo inevitable, se hizo presente…

—¡Inés! — gritó en un llamado sin igual Bezanni.

Aquella vocalización descomunal se escuchó en toda la amplitud de la casa a pesar de la lluvia que caía y escondía otros sonidos.

Esto alertó no solo al personal, sino que, al resto de toda su familia, que viéndose unas a otras, se dispusieron en ir a ver de inmediato a quién es la dueña de casa.

La primera en llegar fue Minard que estaba en esos momentos en su habitación muy cerca de Bezanni.

—¡Calixta! — irrumpió Catalina al ingresar a la alcoba de su amiga.

De lleno se encontró con su amiga y una muchacha que estaba bañada en llanto, abrazada a la dominante e impedir que se fuera de su lado.

—¡Por favor no te vayas! — suplicó Carlina poniendo todo de si para contener a su madre dominante e impedir que cometiese cualquier disparate. —El no vale la pena. No le des más motivo a mamá para sufrir ¡Por favor!

¡Clic! Fue el segundo quiebre que hizo sentido en la mente encendida de la morena y de golpe bajo su mirada para contemplar el rostro desolado de su hija menor.

—¿Qué está pasando Cali? — insistió Cata intentando entender y ayudar antes que las demás llegasen, era cosa de segundos nada más.

—¡Mierda! — masculló consternada Bezanni al ver los ojos de Carlina. —¡lo siento! … ¡Lo siento mucho! No debí reaccionar de ese modo y menos cuando tú lo has estado pasando fatal ¡Perdóname mi pichón!

—No hay nada que perdonar — repuso entre llanto y una sonrisa tímida de la joven por el término que se empleó involuntariamente con ella. —Era inevitable no llegar a este punto, lo que cuenta es que ahora, vamos a salir adelante y procurar estar mejor. Todo terminó.

—Por supuesto que se terminó — aseguró fieramente Calixta abrazando suavemente a su hija y besó una, otra y otra vez, los ojos de su prole. —No volverán a derramar una sola lágrima más tú y tu hermana por un hombre como ese ¡Eso te lo prometo!

—¡Calixta! — llamaron desde la puerta.

—Un momento por favor — solicitó con voz más grave Bezanni y viendo a su amiga, añadió. — Cata, hazte cargo y llévatelos al salón. Yo iré dentro de unos momentos. Dile a Pri que estamos solucionando unas cosas y solo me deje llevar por un hecho insignificante. Que ya pasó todo. Que cuidaré de mi hija hasta que pueda descansar.

—Se hará como tú pides — respaldó Minard e instintivamente llevada por un deseo superior, acarició los cabellos de la muchacha. —¡Bienvenida!

—Gracias — murmuró Carlina y recordó algo. — ¿Catalina Minard?

—Soy yo — confirmó Cata viendo a la joven.

—Le enviaron un sobre conmigo, el prefecto de Puerto Montt — mencionó Carlina. — No quiso enviarlo por valija. Dijo que era más seguro conmigo.

—¡Ya veo! Por lo visto José Luis ya sabía quién eras tú — develó Minard sonriendo, preguntó. — ¿lo tienes contigo?

—Está en mi maleta — contestó Carlina sin soltarse del abrazo de Bezanni.

—La encontrarás en su habitación — intervino Calixta. —¿puede Catalina tomar esos documentos de tu maleta?

—Por supuesto — accedió la joven y pasándole una llave. —Con esto podrás abrirla.

—Muchas gracias, señorita, por la confianza — adujo Catalina, apreciando ese gesto de sobre manera.

—Mamá dice que la confianza lo es todo — mencionó Carlina y viendo ahora a Bezanni. — Y los acuerdos son importantes en tu mundo ¿no es así?

—Lo son, cariño — afirmó Calixta, besando la frente de su hija. — Ahora vas a descansar tal cual es mi deseo y más tarde veremos una recompensa por tu comportamiento ¿aceptas?

—Sí — repuso Carlina algo somnolienta por el remedio y el desgaste emocional.

—Cata ten la amabilidad de tirar las colchas hacia atrás, por favor — demandó Calixta que tomó en brazos a Carlina que ya estaba perdiendo la batalla para mantenerse despierta.

—Enseguida — acató la petición Minard.

En unos segundos, la propia Calixta, depositaba en su lecho a la menor de sus hijas completamente vencida por el sueño y retiraba sus pantalones que estaban algo húmedo y la arropó de inmediato, tocó su frente y evaluó sus acciones a seguir.

Su amiga ya se había retirado de la habitación a cumplir con su cometido y persona alguna no las interrumpió por lo que respiró profundamente hasta calmarse por completo.

Permaneció unos buenos momentos acariciando el rostro de su hija y supo que no le consentiría jamás a otra persona lastimarlas como lo habían hecho y se apartó de la cama hasta una especie de escritorio que había en el lugar dónde había un antiguo aparato telefónico residencial y marcó un numero en especial.

Tras unos buenos segundos de sonar, pudieron contestar en la otra línea.

—Es hora de hablar padre — siseó Calixta con furia en su mirada. —Has expuesto a mis hijas a un martirio que no merecían y por tu omisión llevan una carga que solo me correspondía a mí ¿cómo fuiste capaz?

—Te recuerdo que hablas con tu padre y no tu personal — amonestó Francesco sin contemplación. — Segundo, la educación Calixta y tercero, hablaremos personalmente de lo que llamas martirio y que desconozco. Vendrás mañana a las torres en dónde nos reuniremos y ve trayendo a tus compañeras que el plazo se acortó para todas ustedes ¿nos entendemos?

—¡Perfectamente señor Bezanni! — respondió igual de cortante Calixta.

—¡Hasta mañana entonces! — concluyó su padre que cortó la llamada.

—Esto es una mierda — farfulló Calixta a dientes apretados.

Hoy no solo era la naturaleza hacia dificultosa las cosas, la llegada de su hija menor había abierto una herida y un comportamiento que había trabajado duro en encriptar y el gestor de todo ello, aparecía en escena en total majestad…Francesco Bezanni.


1 comentario:

Sofia dijo...

Hola Anrhia, es un gusto volver a encontrarte. Te seguía en otra pagina. Y no se como recordé tus historias, las busque y te encontré por aquí. Me da mucha alegría que te encuentres bien y sigas escribiendo. Espero seguirte leyendo y las termines. Sabes ahora hay muchas oportunidades para publicaciones de novelas. Ojala lo puedas realizar y llevar el placer de leerte a mas personas.

Publicar un comentario

Aviso

 Estimadas lectoras y compañeras de viaje. Mil disculpas por no haber posteado nada sobre mi compromiso de un capítulo de las otras novelas ...