Un nuevo amanecer, capítulo 12
Después de varias horas de vuelo. El
avión se posaba en la losa del aeropuerto de Balmaceda, siendo las 7:30 de la
mañana y tras las recomendaciones rutinarias de la azafata. Los pasajeros
procedieron a bajar sus bolsos de mano de los maleteros y se dispusieron a
salir del avión. Entre ellos, se encontraban dos mujeres jóvenes que después de
coger sus pequeñas maletas, se despidieron de la tripulación y se perdieron por
la manga que les conduciría hasta el lobby del aeropuerto, ya que no debían ir
a la sala de embarque a retirar sus cosas, puesto que su equipaje era tan solo
para una pequeña estadía.
Tras salir de la sala de embarque, se
fueron directo a un stand de renta car, ya que ambas eran enemigas a emplear
taxis estando dentro del territorio nacional y les gustaba desplazarse por sus
propios medios y esta no sería la excepción.
Luego de llenar los documentos y de
cancelar los servicios de una camioneta Ford 4X4 Tuvieron que esperar unos
minutos a que le trajeran dicho vehículo.
Al momento de salir a la intemperie,
una ráfaga de viento les dio más que la bienvenida a ambas mujeres y enseguida
subieron el cierre a sus casacas y mantener un poco el calor corporal de sus
cuerpos. Y es que no es broma que el viento sureño es cosa seria y cala más que
los huesos a sus visitantes al contrario de los lugareños que están aclimatados
con ello y es pan de cada día.
─ ¡Santo Dios, qué frío! ─ exclamó
Mariela, castañeando sus dientes ─ Creo que ni loca viviría en estas tierras.
─ Coincido contigo, Mariela ─ repuso
Sofía, que sobaba sus brazos para darse algo de calor y es que el cambio de
clima es muy brusco ─ No podría aguantar este frío y espero que mi Flo, sólo
quiera venir de vacaciones nada más o de lo contrario estaré frita.
─ Yo espero que Carla, erradiqué
cualquier pensamiento que tuviese su cabecita de residir en esta ciudad ─
mencionó Mariela, al recibir el coche rentado ─ ¿Conduces tú o lo hago yo?
─ ¿Cómo te manejas con la escarcha? ─
preguntó de frentón Sofía.
─ ¡Um!...Hace bastante que no conduzco sobre caminos de
agua nieve ─ señaló Mariela y viéndola
directamente a los ojos ─ ¿Y tú?
─ Por lo visto, estamos en igualdad ─
respondió Sofía y sin más le quitó las llaves a su amiga ─ Ayer estuviste
conduciendo todo el día. Ahora es mi turno de estar frente al volante.
─ ¿Has conducido acá antes? ─ preguntó
Mariela, mientras tomaba su lugar como copiloto.
─ No ─ fue la respuesta de Sofía, tras
abrocharse el cinturón de seguridad y echar andar la camioneta. ─ Pero ha de
ser lo mismo que conducir en Punta Arenas, aunque más pequeña y con los mismos
problemas de nieve que en toda la zona austral.
─ No ha de ser tan difícil, Sofí ─
instó Mariela, que le dio una palmadita en su mano, dando de este modo su
apoyo. ─ estoy segura que daremos con la dirección enseguida.
─ De eso no te quepa la menor duda,
Mariela ─ convino ésta ─ busca en tu móvil, calle Francisco Bilbao y ver cuáles
son las aledañas a ella.
─ Dame un segundo ─ pidió Mariela y
enseguida reviso su celular, en menos de 30 segundos ya tenía listo una ruta
alternativa.
─ Debes tomar Almirante Simpson y
luego, entrar por Gastón Adame y estarás justo a la numeración de la casa de
los padres de Carla. ─ indicó Mariela, guardando su móvil.
─ ¡Vámonos entonces! ─ exclamó Sofía y
arrancaron por el camino del aeropuerto, más conocido por el camino del indio.
El coche avanzó veloz por el estrecho
camino con algunos baches a lo largo de este, aunque tal como lo dijese la
Arquitecta Almagro, los planchones de escarcha negra se hacían sentir y por
momentos, tuvo que disminuir la velocidad al máximo y sortear los coletazos que
le ocasionaba cada vez que la camioneta patinaba sobre la escarcha.
Mientras todo ello ocurría, en otro
sitio de la ciudad de Coihaique…
Una joven se alistaba para salir y
guardaba una carpeta con documentos en su bolso. Tenía todo listo para acudir a
una entrevista que coordinó en horas de la noche junto a su padre y que fue
recibida con mucha alegría por uno de los ingenieros en jefe de un holding
extranjero que estaban en los preparativos para realizar un proyecto de gran
envergadura que se realizaría en la región de Aysén y que también comprendía parte de territorio Argentino. A
lo sumo serían cuatro años como mínimo.
Luego de guardar todo, se fue hasta la
planta del primer piso, dónde le esperaba su madre que disponía todo para el
desayuno de la familia.
─ Hija mía, se te hace tarde y aun no
desayunas ─ amonestó una mujer de cabellos negros azabaches, que disponía todo
sobre la mesa de la cocina.
─ No desayunaré mamá ─ indicó la
joven, que depositó un beso sobre la mejilla de la mujer y solo cogió un trozo
de emparedado ─ si lo hago, perderé un tiempo valioso y no puedo darme el lujo
de llegar tarde para hablar con los ingenieros.
─ Pero…Flopy ─ protestó la señora ─ no
sabes cuántas demorara esa entrevista y tú acabas de llegar hace unos horas
nadas mas y poco has descansado.
─ ¡Mamá! No me llames así que ya no
soy una niña ─ rabió un poco Florencia, que no le gustaba que le llamasen de
ese modo y que no ser porque su abuela estaba en Gallegos de visita, no tuvo
más opción que alojarse en casa de sus padres.
─ Para mí seguirás siendo mi niña y mi
conchito ─ reprendió su madre ─ Por cierto, Flopy, cuando te desocupes de la
entrevista. Tú y yo hablaremos de las verdaderas razones porque has regresado
tan intempestivamente. Anoche no era la ocasión de preguntar ya que estabas
cansada con el viaje.
─ ¡Mamá! ─ imploró Florencia, que
juntó sus manos en señal de una tregua momentánea ─ te diré todo lo que deseas
saber, pero ahorita, no puedo entrar en detalles. ¡Por fis! Entiéndelo.
─ Está bien, Flopy ─ dijo resignada la
señora ─ ahora vete que se te hace tarde.
─ Nos vemos más tarde ─ señaló ésta y
colgando su bolso en su hombro. Echó un vistazo a su ropa y salió de casa.
Una vez afuera, Florencia, dirigió sus
pasos hasta la cochera y fue en busca de su moto. Una Yamaha R& de color
negro con dorado, un regalo de graduación de sus padres al momento de egresar
de la universidad.
La joven Villar, siempre ha sido una
amante de las motos desde que era una niña y a sus catorce años, su padre le
obsequió su primera moto, siendo una motoneta con la cual utilizaba para
asistir a clases, ya que su hogar queda a las afueras de Coihaique.
Revisó que todo estuviera en perfecta
condiciones. Sacó la moto a la calle, se dispuso su casco y tomó el camino sur
que le permitiese cruzarse con calle Baquedano y a las oficinas del holding
Craptux de origen Francés, pioneros en carreteras y puentes mecanos a nivel
mundial.
A medida que su moto ganaba terreno
por el pavimento de asfalto, la joven Villar, trataba de mantener su mente
concentrada en la entrevista que tendría a primeras horas y así, dar una buena
impresión. Sin embargo, una y otra vez, el recuerdo y el nombre de Sofía
Almagro le perseguía como fantasma y no podía sacarse de su mente y mucho menos
de su corazón, todo el sentimiento que por ella profesaba.
A pesar de que su viaje fue más que
imprevisto y necesario tras la desagradable conversación con Colomba y
exponerla a una infinita agonía en dónde se creyó los embustes de aquella
mujer, que llevada por el despecho y los celos, fue capaz de ponerle un precio
a su persona con tal de que dejará en libertad a Sofía y así, pudiese tener
camino abierto para sus bajas intenciones.
Aunque el viaje fue tranquilo y buscó
la forma de dormir, no lo consiguió de ninguna forma, ya que sin piedad las
palabras de la cuñada de la que fuera su pareja, la martirizaban constantemente
al punto que más de una vez, lágrimas rodaron por sus mejillas.
Y ni siquiera la presencia de Carla,
ayudaron a mitigar la desazón que sentía su corazón al abandonar tan
intempestivamente a la mujer que adoraba con todo su ser y que motivada por los
miedos; se atrevió a abandonarla sin dejar que ella se defendiese de algún modo
y le diera la posibilidad de demostrar lo contrario a los dichos de Colomba.
A pesar de mantenerse en vela casi las
pocas horas que llevaba en su ciudad natal, la figura de la mujer que amaba la
acompañaban una y otra vez. Sus caricias, sus promesas como la presentación en
casa de sus padres y ante su familia, le trajeron dicha como incertidumbre de
que hubiese sido una farsa de parte de los Almagro. Era una tortura mantener en
su memoria esas palabras que parecían como si un pájaro carpintero le taladrase
su cerebro y la mantuviese con tal nivel de tensión como de angustia.
─ Debo conseguir sacarte de mi cabeza,
de mi corazón como mi vida ─ murmuró con dolor Florencia.
Sacudió su cabeza para despejarse de
tales pensamientos, cuando una fuerte clavada en su pecho, le indicó que su
corazón se negaba a obedecerle y lucharía fieramente por mantenerse fiel a sus
sentimientos. Fue tal la punzada, que la joven Villar paró en seco su moto y se
llevó la mano a la altura de su pecho y calmarlo de alguna forma.
─ ¡Mi Dios! ─ balbuceó Florencia,
agitada por que sentía como se contraía su corazón ante los deseo de su dueña.
Era como si se retorciese dentro de ella por ser expuesto a una condena
infinita ─ ¡Sofía!.
Permaneció por espacio de unos cinco
minutos, tratando inútilmente de calmarse, pero era tan fuerte el ardor en su
pecho, que tuvo que bajarse de su moto y sentarse en el pavimento para mitigar
en algo aquel dolor.
─ Sofí, debo arrancarte de mi ser de
una vez ─ susurraba Flo a dientes apretados ─ Es por tu propio bien, sólo así
podrás ser feliz.
De una forma extraña como misteriosa,
a la derecha de su oreja, se escuchó decir…
─ No permitiré que lo hagas ─ fueron
las palabras con la voz de Sofía Almagro ─ no puedes abandonarme cuando yo te
amo más que a mi vida.
A la joven Villar, una gota de sudor
frío la recorrió a lo largo de su mejilla y un escalofrío la invadió de pies a
cabeza y es que oír aquellas palabras sin la presencia de esa persona, la dejo
temblorosa y con el mayor susto de su vida.
─ ¡Mi Dios! ─ exclamó Florencia, tocando su
corazón y sobando dicha zona ─Mamá tenía razón de que existe una conexión tan
grande con la persona amada que puedes presentirla y hasta oírla cuando te
necesita. Ahora puedo vivir en carne
propia lo que se siente. ¡Asusta un poco!
Florencia,
meditó sobre aquellas palabras y quiso auto convencerse de que estaba haciendo
lo correcto, aunque su corazón le estuviese indicando lo errado y le diera
muestras de su equivocación. No obstante, ella había tomado una decisión y no
iba echar pie atrás. Debía defender su postura aunque ello implicase negarse el
derecho amar por un tiempo y es que amaba muchísimo a Sofía y no podía
permitirse el lujo de lastimarla a futuro y ser objeto de sus desgracias y
lamentaciones. Más valía sufrir un poco ahora que recién comenzaba todo que
hacerlo cuando fuese más doloroso y su dependencia de ella fuese tan grande que
no concibiese su vida sin Sofía.
─
Por más que me arranques la vida con tus protestas, me mantendré firme corazón
mío ─ murmuró Florencia, levantándose de la acera y se volvió a subir a su
moto. ─ Ella merece a una persona de su nivel y no una novata como yo, que le
acarreará más de un dolor de cabeza.
La
joven Villar, suspiró profundamente y sacó su móvil de la chaqueta y al
encenderlo, constató todos los mensajes como buzón de voz de Sofía como de
Mariela. Haciendo tripas corazón los borró todo y así, no lastimarse más
revisándolo una y otra vez como moribundo. Marcó un número y espero respuesta
del otro lado.
─
¿Ya vienes a recogerme? ─ preguntó una voz de mujer al otro lado de la línea.
─
Estoy en camino, solo me detuve un momento ─ confirmó Flo ─ Estaré en unos
cinco minutos frente a tu casa, así que
Carla, espérame afuera y no perdamos más tiempo.
─
Cómo tú digas, Flopy ─ respondió divertida Ramos.
─
Tarada, no me llames así ─ protestó en el acto Florencia ─ Mi madre nunca debió
llamarme así frente a ti porque no vas a perder ocasión de fastidiarme cada vez
que se te antoje.
─
Jajaja ─ se burló Carla ─ es tan mono ese diminutivo que me derrite el corazón
de solo oírlo. Por lo tanto, dalo por firmado que de ahora en adelante te
llamaré…Flopy…Flopy.
─
¡Carla! ─ reprochó Flo ─ te dejaré plantada si continuas llamándome así.
─
Tú no harás eso, porque me adoras mi bella Flopy ─ se mofó aún más Carla ─
vente enseguida que te estaré esperando con los brazos abiertos y con un sexy
babydoll negro para seducirte.
─
¡Eres el colmo, Carla Ramos! ─ refutó Flo y exhalando un gran suspiro de
resignación, añadió─ Eres un caso serio de locura crónica y contagiosa.
─
Jajaja ─ bromeó la contadora ─ Admítelo nena, soy irresistible.
─
¡Aha! ─ exclamó con pica Florencia ─ lo que tú digas y la humildad con patas
también.
─
¡Oye Villar! ─ exageró Carla ─ tan mal concepto tienes de mi frágil y adorable
personita.
─
¿Frágil tú? ─ chilló estupefacta Florencia ante el descaro de su amiga ─ Mi
abuelita es indefensa, pero tú…Jamás. Eres una descarada de lo peor, ególatra,
egocéntrica, desafiante y con aires de modestia aparte.
─
¡Qué horror! ─ estalló en risas Carla que para nada se ofendió, por el
contrario su ego se fue directo por las nubes mismas ─ debo trabajar más en ti
y así, conseguir tenerte entre mis garras caramelito.
─
¿Estás bromeando? ─ preguntó Florencia casi al borde de un ataque cardiaco y con los ojos saltones del
susto.
─
Para nada, dulzura ─ rebatió Carla sin inmutarse al respecto ─ en casi seis
meses de trabajar conmigo debes haber aprendido que nunca digo al por decirlo.
Todo lo contrario, soy muy tenaz en lo que quiero y lo consigo a punta de
esfuerzo y determinación. Por lo tanto, mi Flopy, ve preparándote mira que ya
te eché el ojo y no digas después que no te lo advertí.
Esto
último lo dijo tan segura de sí que caló hasta lo profundo de su compañera.
Claro está, que al no ser vista por su contra parte, no pudo ver los esfuerzos
que hacía para no largarse a reír de una y comprobar que el silencio que se
hizo, fue la prueba viviente de que la joven Villar estaba traumada con sus
palabras al punto que fue incapaz de refutarle nada y eso la divertía a
montones y fantaseaba a horrores imaginándose la cara sonrojada de su amiga y
compañera, puesto que sería sublime aquello y le restaba un poco de la
diversión de ver tan digno espectáculo.
─
¿Flopy, estás ahí? ─ inquirió sutilmente Carla, aguantando lo más posible las
ganas de reírse a costa de su amiga.
─
¡Este!... Sí ─ balbuceó apenas Flo.
─
Ya pensaba que te habías desmayado o tirado por un puente con mi declaración de
amor ─ fanfarroneó Carla sin empacho alguno.
─
¿Por qué a mí? ─ Se preguntaba Florencia, dándose golpecitos en la frente.
─
¿Qué pasa contigo, caramelito? ─ indagó suspicazmente Carla.
─
Que de todas las mujeres en este país, tuve que conocer a la chica más
descarada de todas y que más encima, tiene que ser mi coterránea ─ explicó
resignada Flo, tomando su casco entre las manos antes de volver a subir a su
moto ─ Tú eres peor que la mismísima Sharon Stone o Angelina Jolie. ¡Eres
tremenda Ramos!
─
Jajaja ─ fue la risa explosiva de Carla al otro lado del móvil, apretando su
vientre de tanta risa que le provocaron aquella comparación y para añadirle más
sabor, agregó ─ Simplemente…Soy divina, regia y apetecible.
─
¡Santo Dios! ─ exclamó Florencia ─ retiro lo dicho. Tú, eres imposible y ahora
me hago a la idea de porqué Mariela, no pudo contigo.
Eso
fue el tiro de gracia y un golpe certero de Villar, sin ser mal intencionado de
su parte, ya que dentro de su ingenuidad en algo vislumbraba el escenario entre
Ramos y Sopric. Sin embargo, no tenía maldad en su comentario porque estaba
lejos de ser mal pensada con su amiga y es por ello, que la misma Carla, solo
guardo silencio por unos escasos segundos y reaccionó a sus dichos.
─
La Arquitecta Sopric, escogió el camino que más le convenía nada más ─
respondió tajantemente Carla ─ Cuando no comprometes nada en una relación, es
lógico que puedas zafarte fácilmente de una persona sin mayores problemas. Por
lo tanto, soy libre de escoger lo más conveniente para mí. Ella ya eligió y ahora es mi turno y no daré
pie atrás en mi decisión.
─
Carla ─ fue lo único que atinó en decir Florencia, pues comprendió que su amiga
estaba muy dolida en su interior con respecto a Mariela y sus palabras eran
fiel reflejo de lo que sentía su corazón.
Con
un fuerte resoplido, Ramos, decidió cambiar de tema y olvidarse del tema.
─
Lo siento, Flo ─ se disculpó Carla ─ No hablemos de temas desagradable y vente
pronto sino llegaremos tardes y eso sí sería mal visto por tus futuros jefes.
─
Nuestros futuros jefes, querrás decir ─ corrigió de inmediato Florencia ─ presta
atención a lo que voy a decirte y no lo olvides, Carla. ¡Juntas vamos a salir adelante y
conseguiremos este empleo y juntas vamos a dar vuelta la página y nos
esforzaremos en ser felices…Juntas y unidas! ¿Queda claro, brujita mía?
─
Muy claro, caramelito mío ─ respondió Carla, con una pequeña sonrisa algo
forzada en sus labios, pues aún se sentía muy sensible al tema mencionado
anteriormente.
─
Sino te conociera tanto, apostaría que en este preciso momentos, tienes una
sonrisa fingida en tu hermosa carita ─ mencionó Florencia, que no era nada
tonta y comprendía los sentimientos de
su amiga ─ agradece que no estás cerca de mí, porque de lo contrario te daría
un gran abrazo del oso en este instante.
─
¡Um! ─ exclamó Carla ─ a veces pienso que eres demasiado buena para este mundo,
mi dulce y bella Flopy.
─
¿Por qué lo dices? ─ preguntó confundida la muchacha.
─
Será porque en ti, no hay maldad alguna ─ explicó la joven Ramos ─ No andas por
la vida viendo lo malo de las personas y mucho menos buscas ser quién no eres.
Flo, tú eres muy autentica dentro de tu ingenuidad, con un corazón muy puro
como pocos en este mundo y eso, no sabes lo sorprendente que llega a ser para
quienes tenemos el privilegio de conocerte. Te puedo asegurar que eres un ser
casi en extinción amiga mía.
─
Creo que exageras ─ refutó conmovida Villar ─ soy una chica sencilla y simple
nada más, que de la vida no sabe nada de nada y que tiene tanto por aprender.
Lo que deriva en mi ingenuidad e ignorancia de la vida y la sociedad y está
expuesta a que algunas personas puedan lastimarme por ello. Sin embargo, no
dejo de ser quién soy, porque no tengo nada de qué arrepentirme y de qué avergonzarme,
pues lo que soy, es el reflejo de lo que siento, pienso y hago. Soy Florencia
Villar, una joven sureña con muchos sueños en su mochila y un mundo que
descubrir. Eso es todo, lo que soy, Carla.
─
Flopy…Tus palabras confirman mis dichos y te lo volveré a repetir una vez más ─
rebatió Carla ─ Eres autentica y trasparente, cosa que muy pocos y casi nadie
puede presumir hoy en día, porque personas como tú, vienen una cada cien años y
se hacen notar al poco tiempo.
─
Carlita bella, no sigas ─ replicó apenada Flo ─ que no haré cambiar tu parecer
y tendríamos toda una vida para explayarnos y será mejor que vaya por ti cuanto
antes y no perdernos esta oportunidad.
─
De acuerdo, Flopy ─ convino ésta ─ ¿qué esperas para recoger a tu damisela en
apuros?
─
¡Ay no! ─ Se quejo Florencia ─ no vas a rendirte, así que Carlanga, te
corto…Chau, nos vemos al rato.
─
Espera ─ trato de insistir Carla, pero fue demasiado tarde, la llamada se cortó
al instante.
La
joven Ramos, se quedo viendo unos segundos el móvil, para luego, sonreír como
si nada y es que la muchacha, la hacía sentir así, feliz como hace mucho tiempo
no sentía. Dado a las circunstancias que le tocó vivir y que ella misma buscó.
─
Debí conocerte antes que a Mariela ─ murmuró para sí, Carla ─ definitivamente,
eres maravillosa, sin duda que hubiese sido muy feliz a tu lado. Sofía, es muy
afortunada de ser tu novia y estoy segura que no te dejará ir de su lado. Eso
te lo puedo asegurar.
Dejando
el teléfono sobre el aparador, buscó su maletín y se colocó su chaqueta y se
dispuso en salir de casa para encontrarse con la joven Villar.
─
En cambio yo, voy a cerrar definitivamente mi capítulo con Mariela Sopric. ─
dijo en voz alta la contadora, mientras daba los primeros pasos en su cuadra ─ Aunque
ello me signifique, romper mi corazón en pedazos y no ver más a mi Benjamín,
pero no puedo seguir viviendo de este modo.
En
ese mismo instante, en que la joven se desplazaba por la calle. Una mujer
sintió una fuerte clavada en su pecho y llevó de inmediato su mano al lugar y
estrujó con fuerzas la ropa en ese lugar. El dolor era intenso, al punto de
dejarla casi sin aliento.
─
Carla ─ balbuceó apenas la mujer, apretando sus ropas ante el persistente dolor
y doblar su cuerpo con ello ─ No…lo
hagas.
Provocando
al instante la reacción de su acompañante…
─
Mariela… ¿Qué tienes? ─ preguntó sumamente preocupada Sofía, que con un
movimiento brusco de volante, consiguió cambiarse de pista y detener la
camioneta de inmediato. ─ ¡Háblame por Dios! ¿Qué pasa Mariela?
La
Arquitecta Sopric, no respondió en absoluto porque el dolor no se lo permitía y
respiraba con dificultad y con la ayuda de Sofía, logró incorporarse sobre el
asiento, pero estaba pálida como la misma nieva y sudaba frío. Y de sus ojos se
comenzó a desprender una lágrima, gruesa que recorrió lentamente su mejilla y
era el reflejo de su angustia.
─
¿Qué tienes por Dios, Mar? ─ insistió Sofía, acariciando el rostro de su amiga
y ver reflejado en sus ojos tanto miedo que le caló hasta lo más profundo de su
corazón.
Aquellas
lágrimas siguieron desprendiéndose de sus ojos y aún, no conseguía pronunciar
palabra alguna, ya aún el dolor estaba presente en su pecho. Consiguiendo que
la Almagro se percatará de sus manos y sobará delicadamente aquella zona.
Cuando hubo pasado la intensidad de la punzada, recién logró articular sonido.
─
La… voy… a… perder ─ balbuceó con dificultad Mariela ─ la perderé… Sofí.
─
¿Te refieres a Carla? ─ preguntó Almagro, ayudando a bajar el cierra de la
casaca y darle un nuevo masaje a su pecho.
─
Sí ─ fue la escueta respuesta de Sopric, cuyas lágrimas no dejaban de salir de
sus ojos ante el sufrimiento de saber que perdería a la mujer que amaba.
Por
primera vez, Sofía Almagro, era testigo en primera fila de lo vulnerable que
estaba su mejor amiga en aquellos momentos y es que a pesar de haberla visto
unos años atrás mal a causa de su ex marido y sin imaginar en ese tiempo que la
joven Ramos, tenía que ver directamente. No obstante, en esta ocasión, el dolor
era distinto del anterior porque en esa oportunidad aunque perdió su matrimonio
en ello, no quedo tan devastada como lo estaba observando ahora y podía palpar
personalmente; la angustia que había en ella al presumir una posible pérdida de
la causante de todos sus desvelos y agonías.
Sin
duda que para Sofía, aquello era un mal presentimiento inclusive para ella, que
estaba en igualdad de condiciones por culpa de su cuñada y sus malas
intenciones, por lo que comprendía mejor que nadie el pavor que sentía su amiga
y socia. No había peor pesadilla que la de ser marginado en forma definitiva
por su pareja.
Tragó
en seco y trató de no perder el objetivo de su mente y se rearmó de valor para
no dejar que el miedo o la angustia, la sometiesen y dejara caer sus brazos,
dándose por vencida antes de empezar siquiera la reconquista de la mujer que
amaba más que a nada en este mundo.
─
No vas a perderla. Mariela ─ refutó enérgicamente Sofía y cuya mirada
demostraba esa determinación de no entregar su amor a las circunstancias ─ y te
prohíbo que sigas diciendo estupideces. Esa no es la Mariela Sopric; con la cual me crié y formamos Almapric. Mi amiga
nunca, pero nunca ha dejado que la adversidad, personas u obstáculos puedan
siquiera amedrentarla y no será esta la ocasión para que te des por vencida sin
siquiera haber hablado con ella. Así que, sácate de esa cabecita esos
pensamientos de perdedora, mira que tú no lo eres y jamás lo has sido. Ponte de
pie y vuelve a ser la mujer más avallasadora, fuerte y arrogante que he
conocido en mi vida.
Aquellos
ojos verdes, contemplaron el rostro de Sofía con tanta ternura como si fuese
cual niño regañado y estimulado por su madre con herramientas de realidad,
superación y objetividad que le permitan un auto crecimiento para valerse por
sí mismo ante un futuro incierto.
─
Muchas gracias, Sofí ─ murmuró Mariela, limpiándose su cara de aquellas lágrimas
que aún se desprendían de sus ojos ─ Tienes toda la razón. Esa no soy yo y
aunque Carla, quiera mandarme al mismo carajo, no se lo permitiré y aunque me
lleve estar un mes en este lugar, no me iré sin ella. Llevaré de vuelta a la
madre de mi hijo a casa y voy a cumplir mi promesa a sus padres de pedir su
mano.
─
Así se habla, Arquitecta Sopric ─ instó Sofía y dándole un fuerte apretón de
manos, añadió ─ ahora vamos por ellas e impedir que tomen ese empleo.
─
Hace mucho que no me llamabas así ─ convino Mariela, cerrando su casaca y
acomodándose en su asiento ─ Esa fue tu consigna desde el primer año de carrera
y nos incentivaste a dar por hecho algo que era incierto y lleno de obstáculos
en esos años de estudios. Esa convicción de que el éxito estaba a la puerta,
nos ayudo a ver que nada es imposible de alcanzar, si te apropias de ello como
si ya estuviese consumado y que solo a ti te pertenecía.
─
La vida hay que llevarla con esa determinación para cumplir todos tus objetivos
y no darle chance alguno a que la mediocridad o la desesperanzas para que te
seduzcan con sus engaños ─ afirmó con propiedad Sofía ─ en este mundo nada es
imposible como tampoco es ridículamente fácil, porque si llegas a creer esto
último, estarías coronando a la soberbia misma como tu emblema y eso, es fatal
para cualquier ser humano. En la vida hay que demostrar nuestra valía a base de
esfuerzos y sólo así, nos daremos a respetar.
─
Concuerdo plenamente contigo ─ apoyó Mariela ─ lo que me recuerda que cierta
personita me demostró que a punta de tesón, consiguió ganar mi respeto en lo
profesional y qué decir en el plano sentimental, ella conquistó mi corazón con
su perseverancia. Ella es la mujer perfecta para mí, es mi complemento y mi
todo. No puedo permitir perder a una mujer tan valiosa como Carla y estoy
segura que juntas haremos grandes cosas. Así que, no perdamos más tiempo y
vayamos por ellas de una vez.
─
¡Vamos! ─ concordó Almagro y encendiendo nuevamente su coche y retomando la
conducción.
La
camioneta enfilo por el último tramo que provenía del aeropuerto y se toparon
de lleno con la avenida Almirante Simpson y doblaron a la derecha en busca de
calle Adame.
─
Mar, llama nuevamente a Casy y pregúntale por la dirección de la empresa en que
deben presentarse las chicas en caso de que no las interceptemos a tiempo ─
demandó Sofía, sin perder de vista el camino que sea dicho de paso estaba
bastante resbaladizo en ese tramo.
─
Enseguida ─ respondió ésta, sacando su celular y marcando al de su socia.
Segundos
después…
─
¡Chicas! ─ saludó efusivamente Casandra al otro lado de la línea ─ ¡Buenos días
mis queridas Romeos! ¿Cómo van? ¿Ya pudieron hablar con las muchachas? ¿Ya
conocieron a los padres de Flo?
─
¡Ey, Goicochea! ─ espetó Mariela, consternada por la ola de preguntas ─ frena
tus ansias, querida. Primero que nada, déjame saludarte y luego, satisfago tu
curiosidad insaciable.
─
¡Ay que espesa que te pones, Mariela! Siempre de malas pulgas ─ rebatió Casy,
resoplando pesadamente ─ por tu forma de responder, apostaría a que aún no dan
con las chicas. Sino que más para que ese genio podrido tan madrugador de tu
parte.
─
Jajaja ─ estalló en una sonora risotada
Mariela, de ser otra ocasión le hubiese contestado una pachotada de costumbre.
─ A ti no se te escapa una, enana.
Deberías haber estudiado esoterismo y te hubieras hecho una fortuna más grande
que la de Bill Gates.
─
Ja ¡Muy chistosita! ─ espetó con pica Casy ─ Tu humor negro me emociona casi
hasta las lágrimas Sopric.
─
Cariño, no te enojes ─ Repuso burlesca
Mariela ─ mira que te pondrás muy viejita pronto.
─
¡Vete al carajo, Sopric! ─ refutó Casy indignada de que la llamaran vieja ─ Y
dime si ya están con las chicas o ¿no?
─
Aún no ─ respondió Mariela ─ por eso te estamos llamando para pedirte ayuda.
─
Ustedes son más lentas que tortuga coja ─ amonestó Casy ─ No puedo creer que
aún no estén juntas a las mujeres que aman. ¡Por Dios! Son un asco chicas, yo
ya hubiera echado abajo ese pueblito con tal de estar con mi pareja. Ahora
díganme: ¿qué debo hacer esta vez?
─
Que nos consigas la dirección de la empresa a la que se van a presentar y así,
contar con una opción más para hallarlas ─ mencionó Mariela ─ estamos por
llegar a casa de los padres de Carla.
─
Oka ─ apuntó Casy ─ dame un momentos para llamarles y te devuelvo la llamada.
─
Vale ─ respondió Mariela.
Ambas
colgaron al mismo tiempo y quedaron a la espera de la respuesta de los padres
de la contadora. A su vez que la camioneta seguí su curso a través de Simpson y
ya estaba próximo a la Calle Adame.
Por
su parte, en otro sector de Coihaique. Una moto se detenía justo en la esquina
de Baquedano con Victoria…
─
¡Al fin llegas, caramelito! ─ exclamó Carla ─ ya estaba congelándome.
─
No exageres, Carlanga ─ protestó Florencia, sacando su casco y saludándola como
correspondía ─ ¡Buenos días, mi bella contadora!
─
¡Um!...Te salvas por decir la palabra mágica ─ refutó con picardía Carla ─ ¡Muy
buenos días, dulce Flopy!
─
¿Cuál palabra mágica? ─ se atrevió preguntar Florencia con curiosidad.
─
¿Cuál más podría ser? ─ bromeó Carla, besando la mejilla de su amiga ─ En que
soy extremadamente bella, dulzura.
─
¡Dios bendito! ─ exclamó con espanto Florencia ─ lo tuyo es un problema de
humildad agudo.
─
¡Idiota! ─ protestó Carla, pellizcando el brazo de su compañera ─ vámonos, será
mejor.
─
De acuerdo… ¡Afrodita! ─ se burló de lindo Flo, pasándole un casco a la joven ─
¡Póntele! Y no te atrevas a protestar que es por tu propio bien.
─
Ok. Será como tú digas, caramelito mío ─ convino Carla sin chistar y se colocó
el dichoso casco y levantando la visera, agregó ─ esto es sofocante y va
arruinar un poco mi look, de mujer fatal.
─
Ya te dije que no te quejes, preciosa ─ rebatió Flo y montando su moto, le hizo
señas a la joven para que hiciese lo mismo ─ aférrate muy bien a mi cuerpo y no
te caerás.
─
¡Ay…Encantada! ─ se apresuró en responder Carla, que se apegó como lapa a su
espalda y se abrazaba como un oso restregándose en la muchacha ─ ¡Cómo voy a
disfrutarlo!
─
¡Oye no te aproveches! ─ espetó divertida Florencia y arrancó del lugar con
sumo cuidado.
« Al menos puedo ayudarte a sentirte mejor y eso es
lo que cuenta para mí» se dijo mentalmente la joven Villar, mientras enfilaba
por Bilbao. « Juntas saldremos adelante»
Una sonrisa se dibujo en su cara al saber que sería
el soporte para que la contadora, pudiese conseguir su objetivo de comenzar una
nueva etapa y le iba ayudar en todo lo que estuviese a su alcance. Olvidándose
por completo de su propio sufrimiento y lo que su corazón trataba de decirle
hace un rato y que se negaba a escucharle para no pensar en la mujer que dejó
atrás por temor de ser desechada a futuro.
Esta dicho que por más que te esfuerces en negar
las cosas o huir de ellas, tarde o temprano quedarás enfrentado a lo que temes
y te guste o no, deberás dar la cara y tomar una decisión al respecto. No basta
con salir corriendo cada vez que tengas problemas o miedos, debes ser capaz de
sobre ponerte y demostrarte a ti mismo que no hay nada que no puedas superar
con voluntad de acero y estar dispuesto a empezar las veces que sean necesarias
hasta conseguir cambiar lo que tú consideras que puedes remediar y sólo así,
podrás estar dando el paso decisivo para evolucionar en este constante mundo
cambiante y oscilante en el cual nos toca vivir. Tú decides ser libre o ser
prisionero de tus cadenas eternamente.
Siendo las 7:30 de la mañana, una camioneta llega
al domicilio Francisco Bilbao 741 justo cuando a menos de una cuadra de la
misma calle, una moto sale a toda velocidad del lugar. Provocando que una de
sus ocupantes al bajarse quedase viendo en la dirección que salió aquella moto
que llamó poderosamente su atención y coincidentemente con un palpito que se
dejo sentir en su corazón. Causando que su acompañante se fijase en la misma
dirección y la misma premonición se apoderaba de ambas, obligándolas en el acto a tocar el timbre de dicho domicilio
con premura y sacarse las dudas de sus inquietos corazones.
Al
momento de abrirse la puerta de aquella casona,
un señor mayor de unos 90 años, salió a recibirlas.
─
¡Buenos días! ─ saludó una de ellas ─ disculpe que moleste tan temprano, pero
estoy buscando a Carla Ramos. ¿Es este el domicilio de la joven?
─
¡Buenos días señora! ─ saludo un poco desconfiado el hombre y las interrogó de
inmediato ─ ¿Quién les dio esta dirección y para qué la buscan?
─
Mi nombre es Mariela Sopric y el de mi compañera, Sofía Almagro ─ respondió
Sopric, dejando de lado su acostumbrado sarcasmo. ─ Somos Arquitectas y dueñas
de Almapric en dónde se desempeña la señorita Ramos junto a otra joven de esta
ciudad. Y han sido los propios padres de Carla, quiénes nos dieron esta
dirección para que pudiésemos hablar con ella.
─
¿Ha dicho Almapric? ─ preguntó el hombre.
─
Así es. Constructora Almapric ─ se apresuró en responder Sofía.
─
¡Ya veo! ─ mencionó el señor más tranquilo y agregó ─ esa es la empresa en la
que trabaja mi nieta menor.
─
¿Carla es su nieta? ─ indagó algo vacilante Mariela.
─
Carla es la menor de mis 28 nietos ─ afirmó con orgullo el hombre ─ y es la
única que me está faltando por dar un bisnieto antes que el señor me lleve de
este mundo.
« ¡Válgame el cielo! La qué me espera a futuro y de
esta no me libro con nada» fueron los veloces pensamientos de Mariela, cuyos
ojos se abrieron bastante al oír los planes del abuelo de la mujer que amaba.
─
Señoras, tengan la bondad de pasar y
hablar más a gusto ─ propuso el abuelo de Carla ─ Soy Anselmo para servirlas.
─
El gusto es nuestro Anselmo ─ señaló Sofía ─ y agradecemos su invitación, pero
nos urge saber si Carla se encuentra en casa.
─
Mi Cari acaba de salir junto a una amiga hace unos minutos atrás ─ respondió
Anselmo─ tienen que haberse topados con ellas, ya que se iban a una entrevista
con gente de la municipalidad y una empresa extranjera.
─
No la vimos en el camino ─ mencionó Mariela de inmediato. ─ solo vimos unos
chicos en moto nada más.
─
Han debido ser ellas, porque su amiga la paso a recoger en una moto negra ─
confidenció Anselmo ─ debían estar temprano para presentarse hablar con un
antiguo jefe de su amiga. Espere… ¿Cómo dijo que se llamaba la muchacha?...Es
que no soy bueno recordando nombres y la chica tiene uno bien raro.
─
¡¿Florencia?! ─ indagó suspicazmente Sofía.
─
Ese mismo ─ corroboró Anselmo ─ ese es el nombre de la amiga de mi Cari y que
tienen una entrevista a las 8:10 con un jefe suyo de la municipalidad que
trabaja en obras viales en donde la joven hizo su práctica y quién está a cargo de la carretera austral.
─
Anselmo ha sido de gran ayuda ─ señaló Sofía, apretando sus manos en forma de
agradecimiento ─ siento ser descortés con usted, pero debemos irnos y alcanzar
a las chicas antes que se nos haga más tarde y llegar a tiempo a esa empresa.
─
Comprendo ─ mencionó el abuelo ─ salgan por Adame derecho y podrían
interceptarlas en esquina Baquedano y si no les quedará a un kilometro la nueva
empresa que tiene unos carteles enormes alusivos a la carretera, porque no
recuerdo su nombre.
─
Descuide, Anselmo ─ repuso Mariela, despidiéndose del abuelo de la contadora ─
nosotras daremos con la dirección. Muchas gracias por todo.
─
De nada señora ─ dijo éste ─ que les vaya bien.
Ambas
Arquitectas, luego de despedirse, subieron raudas a su camioneta y dando marcha
atrás, tomaron calle Adame, y volaron calle arriba.
En
eso, el celular de Mariela, sonaba en su chaqueta…
─
Mariela, ya tengo lo que me pidieron ─ señaló Casy algo agitada. ─ necesitan
moverse rápido. Las chicas están a punto de entrar a una de las empresas de
obras viales más grande de este país.
─
¡Habla ya! ─ demandó Sopric. ─ danos la
dirección, ya que llegamos tarde y las chicas se habían ido.
─
¡Por qué será que no me extraña! ─ dijo contrariada Casy ─ la dirección es
Baquedano 4370 y es un holding llamado Craptux y es una de las compañías con
más renombre en obras viales en Francia y se adjudicó el último tramo de la
carretera austral y otro en Argentina. Así que, tienen terminante prohibido
dejar que esa empresa se quede con nuestra Carla y Flo, quemen el acelerador de
esa camioneta si es necesario, pero no me regresan sin las muchachas o yo misma
las mato por idiotas. ¿Me escucharon?
─
Fuerte y claro ─ respondieron al unísono, dado que iban en alta voz.
─
Ahora las dejo ─ advirtió Casandra con disgusto ─ Más les vale que no me
regresen sin las chicas, de lo contrario aténganse a las consecuencias. (Sin
más cortó la llamada)
─
Hay veces que esa enana en verdad me da escalofríos ─ repuso Mariela algo
inquieta.
─
Casy, no tiene su fama por nada ─ concordó Sofía ─ Depende de nosotras que ese
holding no se quede con nuestro personal. Vamos a truncar esa entrevista a cómo
de lugar.
─
Te das cuenta Sofí ─ dejo entrever Mariela ─ que todo este tiempo hemos tenido
en nuestras narices a un profesional con experiencia en obras viales.
─
Eso mismo estoy pensando ─ convino la Arquitecta Almagro ─ Con mayor razón no
les permitiré quedarse con mi Flo. Voy a pelear por ella con uñas y dientes
hasta convencerla de que es a mi lado que debe estar y no lejos de mí.
─
Entonces vamos a interceptar esa moto ─ instó Mariela ─ ya es tiempo de darles
alcance.
─
No se diga más ─ repuso Sofía, pisando el acelerador a fondo.
A
pesar de la escharcha aún presente en el pavimento, no fue impedimento para que
la camioneta, volase por su tramo hasta conseguir su objetivo de llegar a la
intercesión de calle Baquedano.
En
el preciso momento en que la trompa de la camioneta alcanza la esquina de Adame
con Baquedano. Una moto Yamaha negra, cruza veloz delante de ellas por la calle
opuesta al coche de las Arquitectas. En ese instante exacto, ambos conductores
se quedaron viendo de frente en ese milésimo de segundos que tuvieron y ambas
mujeres se reconocieron al instante, dado que sus corazones se contrajeron de
inmediato al saberse en presencia del otro. Una corriente fría las recorrió de
pies a cabeza como si un rayo se les cayese encima, dejando sus oídos con un
zumbido ensordecedor y acompañado de pulsaciones que se dispararon al agitarse
sus corazones a un nivel insospechado.
─
¡Sofía! ─ murmuró Florencia al instante de que sus ojos negros, reconocieron el
rostro de su pareja.
─
¡Flo! ─ fue el susurró que se desprendió
de los labios de Sofía, formándose un nudo en su garganta de la emoción de
reencontrarse con su ser amado.
No
obstante y a pesar de estar sintiendo miles de emociones y sensaciones, la
joven Villar fue incapaz de detener su moto, prosiguiendo su camino a pesar de
todo.
Provocando
la reacción inmediata de la Arquitecta Almagro, quién giró el volante a la
derecha y dobló rauda la esquina y salió a darle caza a aquella moto Yamaha.
─
¡Rayos! ─ se recriminaba la joven Villar ─ No puede ser. ¡Maldición!
Por
su parte, Florencia, estaba sorprendida como conmocionada de saber que su novia
había ido detrás suyo y que no estaba dispuesta a dejarla marchar de su lado,
porque eso es lo que le demostraban el que ella estuviese justo ahí. Sin
embargo, y por más que su corazón latiese a mil, no había tiempo para aclarar
las cosas, ya que debía llegar a esa entrevista a como diera lugar y luego de
ello, daría la cara y hablaría con Sofía y le daría sus razones porque se
atrevió a dejarla.
─
Flo ─ llamó Carla, destapando su visor y que al igual que su amiga, vivió una
escena similar al sentir sobre sí una mirada intensa y su corazón se estremeció
por completo al chocar su mirada con la de Mariela. ─ ¿Ya sabes quiénes estaban
en esa camioneta?
─
Lo sé ─ fue la respuesta de la joven Villar, que habló de lado para ser
escuchada ─ Pero no tenemos tiempo para hablar con ellas ahora.
─
¿Qué vamos hacer? ─ inquirió Carla ─ si quieres yo hablo con ellas, mientras tú
vas a la entrevista.
─
De ningún modo. Iremos las dos ─ respondió Flo ─ después hablaremos con ellas.
Ahora sujétate bien porque las vamos a perder.
─
Oka ─ repuso Carla, mientras veía hacia atrás y añadió ─ solo hazlo, Flo y que
sea lo que Dios quiera que tenga que pasar.
La
joven Villar con mucha habilidad alzó el tren delantero de su motoneta y se
subió de un salto a la vereda para esquivarlas, ya que estaban que les pisaban
los talones en ese momento.
─
¡Eso si que no, cariño! ─ murmuró Sofía, que se percató de la maniobra y piso
el acelerador hasta quedar a la misma altura de aquella moto negra. ─ No dejaré
que te escapes nuevamente. No te librarás tan fácilmente de mí.
Florencia,
veía por el rabillo de sus ojos como la camioneta estaba a la par que su moto y
por más que imprimía velocidad, le era muy difícil evadirlas.
─
Eres una terca, Sofía ─ balbuceó contrariada Florencia ─ que no te das cuenta
que pones en riesgo tu vida al conducir en una tierra que no es la tuya.
─
Flo, te conté que tu novia es piloto de carreras de rally ─ reveló Carla, que
alcanzó escuchar las quejas de su amiga y quiso ponerla al tanto.
─
¡¿Qué?! ─ chilló Florencia en ese instante ─ ¿Y hasta hora me lo vienes a
decir?
─
Tienes mucho que descubrir de tu mujer, Flopy ─ admitió Carla ─ y solo te puedo
decir a grandes rasgos, que son muy pocas las cosas que Sofía Almagro, no haya
hecho.
─
Por lo visto no sé nada de Sofí ─ repuso algo triste Flo y sobre poniéndose a
ello, agregó ─ Aún que sea piloto y la mujer más formidable, ella no sabe mucho
tampoco de mí y le voy a demostrar que corriendo en moto, soy la mejor de todo
Coihaique.
─
¡Um! … Duelo de titanes ─ murmuró en voz alta Carla y sin pensarlo ─ Debería
preocuparme, mi integridad está en riesgo por partida doble.
─
Confía en mí ─ indicó en el acto Flo, que la escuchó ─ nada malo te sucederá.
Yo cuidaré de ti.
─
Flo, lo siento. Lo dije sin pensar ─ mencionó Carla ─ pero ella es muy buena
conduciendo. Créeme, la he visto compitiendo; por eso te lo digo.
─
Aún así ─ refutó Flo ─ no dejaré que me venza.
Y
sin más que decir, paro en secó su moto, dejando que la camioneta pasara de
largo en su marcha y girando 90 grados la moto, salió al pavimento y se metió
por un pasaje aledaño que la mantendría un tanto a salvo de la Arquitecta
Almagro y arrancando a toda velocidad.
Por
su parte, Sofía al darse cuenta algo tarde de la maniobra que realizó su novia,
tuvo que aplicar sus frenos y jugar con la palanca de cambio para controlar la
camioneta y no dar vueltas en trompos. Cuando consiguió el control, puso marcha
atrás, giró volante y retomó la conducción en sentido contrario del que venía.
─
Mariela, apunta el nombre de esa pasaje en el Gps y en qué lugar termina para
interceptarlas en otro lugar ─ ordenó Sofía.
─
Enseguida ─ dijo ésta y buscando en su móvil y hallando enseguida una
alternativa ─ vuélvete por dónde íbamos y te toparas justo con ellas en Tucapel
Jiménez. Debes acelerar, Sofí para darles alcance.
─
Descuida, Mar ─ acotó Almagro ─ Florencia, no conseguirá escapar de mí, aunque
sea un as en esa moto.
En
cosa de segundo, volvió a frenar y girar el volante para retomar la misma senda
que la vez anterior, con la salvedad que esta vez, se concentró en el camino
como si estuviese en las pistas lodosas en las que solía participar junto a su
marido.
El
velocímetro marcaba los 140 Km/H en el tablero de la camioneta y seguía
aumentando como si nada y lo más sorprendente de todo, que ni un solo vehículo
policial hiciera gala de presencia para controlar aquel exceso de velocidad que
iban tanto camioneta como motocicleta.
Sin
duda que Sofía, era una experta en el tema y es que jugaba con tal facilidad y
maestría con aquella caja de cambio al igual que lo suelen hacer los chicos con
aquellos de tiendas de video juegos. Y es que esquivo todos esos planchones de
escarcha, haciendo que la cola del vehículo se fuese de un lado a otro con tal
de no perder el control en sí y darle más agarre a los neumáticos al momento de
deslizarse por el pavimento resbaladizo.
Por
su parte, su acompañante ni se inmutaba con las maniobras de su compañera,
porque era otra que amaba la velocidad tanto como la Arquitecta Almagro y es
que sea dicho de paso, las tres socias de Almapric, tenía como hobbie conducir
en diversos circuitos motorizados, tal como rally, motocross y carreras de buggies.
Por lo tanto, las carreras eran su pasión y estaba más que claro que la joven
Villar no era oponente para Sofía como sus socias al momento de tomar un
volante.
En
muy pocos minutos, la camioneta de las dos Arquitectas alcanzaba la esquina de
Baquedano con el pasaje Tucapel Jiménez y frenó en seco hasta quedar cruzado en
el camino en el mismo instante en que asomaba a toda velocidad la Yamaha de las
chicas. Bloqueando de este modo la única vía de escape que tenían y dejándolas
sin más alternativa que detenerse y solucionar las cosas definitivamente y sin
más evasivas de su parte.
A diferencia de Sofía, la joven constructora no
tenía tanto elementos a su favor para poder mantener el control total de su
máquina y es que aunque tuviese cambios en su moto, no era lo mismo que un
coche y al momento de encontrarse de sopetón con la camioneta, su primera reacción fue
aplicar los frenos de inmediato pero la distancia era tan poca, que se vio en
la necesidad de inclinarse hacia un lado y cruzando su moto en forma diagonal
para disminuir la velocidad en algo hasta que llegaron hasta la carrocería
misma de la camioneta y a solo escasos centímetros, la joven Villar, estiró su
pierna y golpeó de lleno con el taco de sus botas la superficie del coche,
sirviéndole como catapulta para ser impulsada en sentido contrario. Aquella
maniobra tan osada, dio resultados ya que dejó a ambas ocupantes una encima de
la otra, pero ilesas al fin y al cabo, con la moto a unos escasos pasos de
ellas.
─
¡Mierda!...Eso no ─ fue la exclamación de horror en las dos ocupantes de la
camioneta al momento de venírseles encima la moto.
Aquella
maniobra, provocó que un par de ojos de las ocupantes de la camioneta, se
abrieran desmesuradamente al contemplar toda la escena, estremeciendo por
completo sus corazones al ver cómo fueron las chicas fueron despedida de la
motocicleta. En un santiamén se bajaron raudas del vehículo y fueron auxiliar a
las jóvenes.
─
¿Te encuentras bien? ─ preguntó Florencia a su compañera, que la envolvió con
su cuerpo para evitar que se golpeara más de la cuenta con aquel acto.
─
¡Lo estoy! ─ balbuceó a duras penas Carla ─ pero te aseguro que no me vuelvo a
subir nunca más a una moto.
─
Traté de evitar la caída, pero no lo conseguí del todo ─ admitió apenada Florencia,
viendo el rostro de su amiga.
En eso…
─
¡Florencia! ─ exclamó asustada Sofía al momento de llegar a su lado y de
inmediato le ayudó a levantarse, constatando que no tuviese heridas ─ Mi vida
¿estás bien?
─
Solo un ramillón en mi rodilla nada más ─ respondió ella, sobando su pierna
derecha y al alzar su rostro, se topó de lleno con aquellos ojos azules y no
pudo evitar reprocharles su conducta ─ No debieron cruzarse de ese modo, Sofía.
No se dan cuenta que podríamos habernos lastimado seriamente en especial Carla,
que está traumada con todo esto.
La
Arquitecta Almagro, tragó en seco al contemplar la molestia en aquellos ojos
negros y de inmediato se disculpó con su pareja.
─
No era mi intención que esto pasara, Flo ─ expuso Sofía ─ Lo lamento en verdad,
pero ustedes dos no nos dejaron más alternativa que usar este método para que
se dignaran en hablar con nosotras.
Aquellos
ojos negros, contemplaron a la mujer que tenía en frente suyo sin articular una
sola palabra al respecto.
En
la otra cara de la moneda…
Mariela,
se apresuró en poner de pie a Carla y al momento de colocar una de sus manos en
el brazo de la joven Ramos. Ésta la quitó de inmediato…
─
¡No me toques, Mariela! ─ protestó seca Carla, apartando de un manotazo la mano
de la Arquitecta ─ ¿qué diantres pensaban con hacer una estupidez como esa?
Esto está escharchado por completo y nos hubiésemos matado por su culpa.
Para
Sopric, no supo qué le dolió más aquellas palabras cargadas de enojo o el gesto
de rechazo de su mano.
─
¡No exageres, Carla! ─ refutó seria Mariela, señalando la moto ─ no fue para
tanto, tan solo unos cuantos pasos te separan de esa moto y por lo demás,
Sofía, jamás quiso ponerlas en riesgo. Fueron ustedes las que desde un
principio estuvieron exponiéndose al peligro al correr con ese hielo aún
presente en las calles.
─
¿Qué yo exagero? ─ Se sulfuró Carla, perdiendo los estribos y le estampó una
feroz cachetada a la Arquitecta ante la acusación y sus ojos echaban chispas
por doquier ─ ¡Eres el colmo de la desfachatez, Sopric! ¿Acaso sabes el miedo
qué sentí, grandísima idiota? Si no fuese por Florencia, otro gallo me
cantaría.
Esa
cachetada, no solo encerraba el enojo y miedo que le provocó aquella maniobra,
sino que era el resultado de dos años de contener el dolor y la decepción
dentro de su corazón y descargó en ese golpe; todo ese cúmulo de emociones
guardadas y que nunca antes afloraron por amar demasiado aquella mujer y se
conformó con migajas nada más, pero todo en la vida tiene un límite y las
palabras dichas por Mariela, terminaron por condenarla nada más.
Los
ojos verdes de Sopric, se cerraron de golpe y no fue producto de la bofetada,
sino de sentir y palpar la rabia que provenía de la mujer que amaba y tuvo que
admitir para sus adentros que bien merecido se lo tenía, por exponerla a
semejante peligro y más encima acusarla de exagerar las cosas. Definitivamente,
toda esa tensión y ansiedad de hallarlas, habían causado que equivocaran el
método, más no tuvieron más opción.
Todo ello, no paso inadvertido por las otras
dos mujeres y fue la propia Sofía, que intervino antes que las cosas pasaran a
mayores porque conocía de sobra el enfrentamiento entre esa dos y cómo estaba
todo, podría empeorar mucho más.
─
Les recuerdo a ambas que esta no es la forma de resolver las cosas agrediéndose
de ese modo ─ reprochó enérgicamente Sofía y viendo duramente a Carla, agregó ─
Te pido disculpas por asustarlas de ese modo y la culpa ha sido mía, pero te
pido que te pongas en nuestro lugar. En el lugar de Mariela, que dejo todo
botado por venir detrás de ti y no se merece que la trates así. Cuando mando al
carajo su matrimonio con Ricardo y tuvo que a bancarse todas sus amenazas con
tal de protegerte y mantenerte a salvo hasta que pudiese obtener el divorcio
que le permitiese estar a tu lado; libre y sin ataduras. Me parece increíble tu
reacción y es que no puedo justificarla con nada, cuando mi mejor amiga lo ha
dado todo por ti y espero que seas capaz de valorar su amor como sus acciones y
sepas darle la oportunidad de aclarar los hechos como verdaderamente fueron.
Los
ojos pardos de la contadora, se abrieron como platos al escuchar los descargos
de su jefa y es que aquella revelación la dejo atónita de descubrir que el ex
esposo de la Arquitecta fuese capaz de una cosa así. Pero lo que más la
sorprendió fue saber que Mariela, ya estaba divorciada.
─
¿Has dicho divorcio? ─ se atrevió a preguntar Carla, confundida del todo, sin
dar crédito a lo dicho. ─ ¿te escuché bien?
─
Escuchaste perfectamente, Carla ─ respondió seca Sofía, que no soportaba que
lastimaran a su amiga y menos de ese modo y sin asco soltó lo siguiente ─ Esta
mujer que tienes frente a ti no solo se divorcio sino que tuvo que aguantar dos
largos años las amenazas de su ex esposo para evitar que consiguiera su
objetivo de vengarse de ti al quitarle a su esposa. Si no eres capaz de sopesar
lo que te acabo de mencionar, es porque no te mereces el amor de Mariela.
La
joven Ramos, ya no prestó más atención a Sofía y se volteó a ver a Mariela que
estaba de espaldas a ella.
─
¿Es cierto lo que dice, Sofía? ─ preguntó de inmediato Carla.
─
No es algo que tenga importancia ahora, Carla ─ respondió tristemente Mariela.
Carla,
no aceptó aquello e hizo girar a la Arquitecta y clavó sus ojos pardos en ella.
─
¡Respóndeme, Mariela! ─ demandó Carla, obligándola a verla. ─ No te atrevas a
esconderme más cosas y si estamos de este modo es exclusivamente por la falta
de confianza y los miedos a que tu esposo nos lastimase a ambas.
─
¿Qué dices? ─ inquirió Mariela, reaccionado de inmediato ─ ¿acaso Ricardo,
también te amenazó?
─
Así es ─ confirmó Carla ─ Tu esposo (no
alcanzó a continuar porque fue interrumpida de inmediato)
─
Mi ex esposo ─ corrigió Mariela, con estupor ─ Ricardo ya no forma parte de mi
vida.
─
Como sea ─ repuso con fastidio Carla, de recordar hechos que deseaba olvidar ─
el caso es que él no solo te amenazó a ti sino que también lo hizo conmigo.
─
¿Por qué no me dijiste nada? ─ preguntó seria Mariela cuya mueca en los labios
lo decía todo, de estar muy contrariada con la noticia.
─
Acaso tú lo hiciste conmigo ─ reprochó Carla.
─
No podía ─ se defendió Mariela, viéndola directo a los ojos ─ Tienes que
entender que debía protegerte a como diera lugar.
─
¿Desde cuándo? ─ inquirió Carla.
─
Desde que nuestro Benjamín, cumplió un mes ─ respondió Mariela.
─
¡Por Dios, Mariela! ─ exclamó consternada Carla, y cuyo timbre de voz se notaba
la decepción ─ Han sido casi tres largos años de soportar una dura carga, en la
que creí tantas cosas y tu callaste lo más relevante y que hubiera marcado la
diferencia entre nosotras y nuestra relación. Y es que jamás lo fue, nunca
tuvimos una porque siempre fue a puertas cerradas a escondidas de todo el
mundo. ¡Soy una estúpida por creerte! Confié tanto en ti como un ciego ¿y todo
para qué? para enterarme que me has engañado por tres años.
Los
ojos verdes de la Arquitecta Sopric, se dilataron tanto al escuchar las
palabras de aquella joven mujer a la que amaba más que a su vida y le dolía de
sobre manera oírla y cómo mal interpretaba todo. A pesar de ello, se sobre puso
y salió a rebatirle de inmediato.
─
¡Estás mal interpretando todo, Carla! ─ protestó muy seria Mariela y la tomó de
los hombros para tratar de disuadirla ─ ¿porqué complicas las cosas al verla
solo desde tu dolor? No te das cuenta que estás distorsionando todo y que nos
haces un flaco favor a lo que sentimos la una por la otra.
─
No quiero oír más! ─ señaló con disgusto Carla y se zafó del agarre de la
Arquitecta ─ tuviste tres años para explicar las cosas como fueron y
desperdiciaste tu oportunidad. Ahora solo quiero que me dejes sola.
─
No haré tal cosa ─ espetó Mariela y la tomó de la muñeca esta vez con mucha
fuerza ─ vas a escucharme te guste o no. Siempre dejé que hicieras conmigo lo
que se te diera la gana casi desde el primer momento de conocernos y no tuviste
empacho en saber lo que yo sentía, así que cielito mío, te advierto que no me
moveré de Coihaique hasta que me hayas escuchado todo lo que tengo que decir.
─
¡Estás loca! ─ rabió malhumorada Carla, que le disgustaba que la forzaran hacer
algo que no quería ─ Ya te dije que no deseo hablar contigo.
─
Y yo ya te dije lo que pienso ─ masculló Mariela, que comenzó arrastrar a la
contadora hacia la camioneta ─ Te sugiero que te serenes porque tenemos mucho
de qué hablar.
─
¡Suéltame, Mariela! ─ demandó Carla ─ que no te das cuenta que no quiero estar
contigo.
─
Me importa un comino lo que digas ahora ─ refutó la Arquitecta que no se detuvo
hasta llegar a la camioneta ─ y dudo mucho eso último querida mía, porque sé
perfectamente lo que tu corazón siente por mí y nuestro hijo. Que además, está
esperando por nosotras y créeme que no me iré sin ti. Te llevaré de vuelta a
nuestro hogar con Benjamín como tiene que ser.
─
No iré contigo a ningún lado ─ rebatió Carla, haciendo un último esfuerzo por
liberarse de la mano de Mariela e intentó hacer palanca con su brazo a pesar de
tener mucha fuerza, pero más pudo la determinación de Sopric.
─
¡Ya basta, Carla! ─ ordenó en un tono autoritario de voz, Mariela y cuya mirada
era casi asesina, sobre saltando a la joven y a las otras dos que eran meras
espectadoras en ese momento ─ Déjate de comportar como una niña mal criada a la que le gusta tener la razón en todo y
asume que esta vez no la tienes. Querías que te respetaran como adulta
compórtate como tal.
Aquellos
ojos pardos se abrieron como platos y es que aquello fue un golpe de NK sin
miramientos y cargado de una gran verdad. Siendo la primera vez que la
Arquitecta Sopric, ponía en su sitio a Ramos, doblegando la soberbia de la
muchacha con una dosis de realidad, certera e implacable.
─
Espera un momento, Mariela ─ salió en su defensa Florencia, que no le gusto en
nada ver como trataron a su amiga, pero fue interrumpida al instante por su
pareja.
─
No debes entrometerte en sus asuntos, cariño ─ instó Sofía, que la detuvo
anteponiendo su mano delante de la joven ─ Ellas tienen que solucionar sus
problemas por sí solas.
─
Hazle caso a tu novia, Flo. Es asunto nuestro nada más ─ señaló Mariela sarcásticamente
que se volteó a verla en ese momento. ─ Despreocúpate que Carla es mi mujer y
estará bien. Además, creo que ustedes también tienen asuntos pendientes, ¿No es
así, Sofí?
─
Así es, Mariela ─ convino Sofía y guiño un ojo para que se largasen ya del
lugar, porque percibió de inmediato los celos aflorar en su socia. ─ Flo y yo,
resolveremos ese pequeño inconveniente. ¡Vete ya! Nos encontraremos en el hotel
más tarde.
─
Vale ─ respondió Mariela, que subió de inmediato a su pareja a la camioneta y
procedió a subirse ella, saliendo rápidamente del lugar.
Tanto
Sofía como Florencia, se quedaron viendo por unos instantes alejarse el coche,
esperando en su fuero interno cada cual, que las cosas se solucionasen entre
ellas, porque lo necesitaban y lo merecían por la larga espera y sufrimiento
que debieron pasar.
Al
momento que el coche, se perdió de la vista de aquellos ojos azules, éstos se
clavaron en la persona que tenía a su lado y por unos segundos le observó en
silencio como sopesando todo lo sucedido. Sin mencionar la alegría desbordante
que sentía su corazón de volverle a encontrar.
─
Creo que es nuestro turno de hablar ─ mencionó despacio Sofía.
La
joven Villar, se giró por completo y observar mejor a la mujer que tenía
enfrente…Sus ojos negros se toparon, con aquellos color del cielo que
desprendían un fulgor especial entre alegría y llanto, pues estaban demasiado
cristalinos.
─
Sofía ─ murmuró entre suspiros Florencia ─ ¿a qué has venido a este lugar?
─
¿Es todo lo que me tienes que decir? ─ Contra preguntó la Arquitecta Almagro
sin dejar de verle.
─
Sí ─ respondió tontamente Florencia, algo apenada porque sabía que le debía una
explicación de su huida.
─
¡Qué mal cariño! ─ recriminó Sofía de inmediato ─ No eres nada sincera contigo,
cuando veo perfectamente que tratas de evadir mi pregunta. Cuando sabes muy
bien el porqué estoy aquí y por quién.
─
Sofí, debiste dejar las cosas así y no venir tras de mí ─ mencionó algo
melancólica Florencia, alzando su mentón a los cielos, cuyos ojos estaban
cargados aún de tristeza al recordad la conversación con Colomba ─ era la única
forma de protegerte y no exponerte a algo desagradable a futuro.
Al
instante de escuchar desprenderse aquella confesión a su pareja, la Arquitecta
Almagro intuyó que su cuñada había hecho mella en el corazón de su novia y
aquello, más que provocarle indignación consiguió el deseo férreo de saber toda
la verdad y luego, procedería a encontrar una pronta solución. Porque una cosa
tenía muy clara en ese momento y era que, por nada del mundo iba a renunciar al
amor de la joven Villar y como le dijese a Mariela, iba a pelear por ella con
dientes y uñas contra quién sea. Su corazón jamás consentiría perder al ser que
tanto amaba y que estar en ese lugar había sido la mejor opción de demostrar
cuanto la amaba y lo que estaba dispuesta hacer por ella.
─
No sé habrá dicho la estúpida de mi cuñada sobre mí, pero una cosa te voy a
dejar muy en claro, Florencia ─ aclaró de lleno Sofía con mucha vehemencia al
hablar y tomo entre sus manos el rostro de la mujer que amaba. ─ Jamás voy a
renunciar a ti como tampoco a tu amor. Por lo tanto, sácate de esa linda
cabecita todas las tonteras que ella dijo, porque nada ni nadie podrán impedir
que nos amemos y aunque sobrevinieran mil calamidades en un futuro y perdiese
todo lo que tengo. No sería suficiente razón para abandonar a la mujer que amo
y es que tú lo eres todo para mí y no hay nada este mundo que pueda compararse
contigo.
─
Sofí…─ murmuró con dolor Florencia, que se negaba al derecho de ser feliz junto
a su pareja y es que el miedo la carcomió viva en poco tiempo. ─ No te das
cuenta que seré una carga para ti en el futuro y yo no podré soportar verte
sufrir a mi lado. ¿Por qué no lo entiendes?
─
¡A ver Flo! ─ demandó seria Sofía al ver el miedo reflejado en esos ojos negros
─ ¿Qué fue lo que te dijo Colomba para que este de ese modo?
La
joven Villar apartó los ojos de la Arquitecta y se alejó unos cuantos pasos de
ella quedando de espaldas de ella. Necesitaba reflexionar un poco antes de
referirle los pormenores que tuvo esa plática con su cuñada.
─
Sofía, quisiera decirte lo que sucedió con tu cuñada, pero no puedo hacerlo en
este preciso momento porque antes debo resolver un asunto que debo
solucionar a la brevedad ─ explicó
Florencia ─ luego de ello, tendrás respuestas a lo sucedido con Colomba.
Al
momento de que la joven Villar, se volteará a verla, aquellos ojos azules nunca
dejaron de verla porque la persiguió con la mirada y a medida que su pareja
daba esas pobres escusas para escapar de ella. Un sentimiento molestó se agolpó
en su corazón al mismo tiempo que su pareja le explicaba sus razones.
─
De ningún modo dejaré que te vayas, Flo ─ amonestó Sofía y la cogió de los
hombros y clavó su mirada en los de su pareja y quiso transmitirle su sentir ─
Sé perfectamente que te presentaras a una entrevista de trabajo para un Holding
Francés, pero lamento decirte cariño mío, que no llegarás a esa reunión y hay
dos razones de peso para ello. La primera de ellas es que: yo te amo más que a
mi vida y no consentiré que me abandones. La segunda razón es que tú tienes un
contrato vigente con mi empresa y argumentos para dejar nulo dicho contrato no
tienes. Además, tienes que saber que jamás en los años que lleva Almapric en el
mercado, he cedido a ninguno de mis trabajadores a la competencia y no será
esta la ocasión de hacerlo y menos tratándose de ti. Por lo tanto, vida mía ve
olvidándote de formar parte de ese holding, porque usted tesoro mío, es
exclusividad mía nada más.
─
¡Sofía! ─ exclamó atónita Florencia ─ ¿Cómo sabes que me presentaré a una
entrevista de trabajo?
─
Jajaja ─ Sofía, estalló en una sonora carcajada al contemplar el rostro de su
mujer y ver que lo sentía, lo expresaba en su mirada y gestos y tomando su
barbilla, roso sus labios para luego, agregar ─ Has de saber cariño, que yo
tengo mis métodos para estar al tanto de todo lo tuyo y que solo por tratarse
de ti, te revelare mi secreto y es que han sido los padres de Carla, que nos
informaron de sus planes.
─
¡Oh! ─ exclamó como niña pequeña Florencia, totalmente sorprendida de saber que
fueron los señores Ramos, quienes las delataron. ─ Carla, se va a morir cuando
sepa.
─
Mas que seguro que se va a sorprender ─ afirmó Sofía, que envolvió el cuerpo de
su mujer en sus brazos, pues le arrobó muchísimo su conducta y sobrecogió de
una forma maravillosa ─ y te puedo asegurar que lo agradecerá más adelante,
porque estaba a punto de perder al amor de su vida por causa de Ricardo y
ninguna de las dos merecer estar lejos la una de la otra por el egoísmo de un
hombre que perdió estúpidamente el amor de su esposa.
Florencia,
quedo pensativa unos segundos al escuchar a Sofía y se olvido por completo de
la entrevista al estar en brazos de su novia y es que estar cerca de ella
perdía la noción de todo. Y es como si nunca hubiese ido de su lado. Se sentía
tan bien estar de ese modo y el corazón se sentía complacido y como un bebe
dormía tranquilo dentro de su pecho. Dejándose querer y consentir por el amor
de su vida.
─
Sofí ─ murmuró Florencia, recostando su cabeza sobre el pecho de la Arquitecta.
─
Dime, cariño ─ instó ella, respirando el olor de sus cabellos, esa fragancia
que llenaba sus sentidos y le producía tanta dicha de volver a tenerla entre
sus brazos. La había extrañado tanto en esas pocas horas lejos de ella.
─
¿Crees que ellas puedan arreglar sus diferencias? ─ inquirió Florencia ─ porque
me preocupa mucho Carla, en estas horas pude palpar su dolor y tristeza. Y
estoy segura que aquello se fue gestando
hace mucho.
─
Ambas deberán hacer un esfuerzo para hablar con la verdad y aprender a
escucharse ─ expuso Sofía ─ ya que los que a ellas les tocó vivir ha sido
complejo y difícil desde un principio, pero si se aman, sabrán hallar el modo
de solucionar las cosas y fortalecer su amor, después de semejante prueba.
─
Comprendo ─ dijo Florencia más aliviada ─ Eres una mujer muy sabia, Sofí.
─
No sé si tan sabia, pero he aprendido mucho a lo largo de esta vida y ser
consecuente contigo misma, te ayuda a no perderte en este caos llamado sociedad
─ mencionó Sofía, besando los cabellos de su pareja ─ Ahora señorita Villar,
dejemos de lado el tema Sopric/Ramos y concentrémonos en nosotras, puesto que
debemos aclarar lo sucedido con Colomba y no dejar que esa mujer se salga con
la suya ¿estás de acuerdo conmigo?
─
Tienes razón, Sofí ─ aceptó al fin Florencia ─ debemos aclarar ese
inconveniente. Pero antes debo, ir a Craptux y decirle que declinaré su oferta
de empleo. Aunque confieso que es una
excelente oportunidad de forjarme un nombre en obras viales.
─
Cariño ─ susurró Sofía, dándole su apoyo ─ tú ya has comenzado a forjarte un
nombre en el mundo de la construcción y te has ganado el respeto de todas
nosotras y sin mencionar que cuentas con el voto incondicional de Renzo y tres
de los ingenieros de mayor rango en la empresa.
─
¿De verdad? ─ inquirió la joven Villar.
─
Claro que sí, cariño ─ respondió Sofía ─ solo falta una sola persona a la que
debes conquistar y tendrás toda la plana mayor rendida a tus pies. Y con
respecto a lo de obras viales, tengo una sorpresa para ti.
─
¿A qué sorpresa te refieres, Sofí? ─ preguntó en el acto Florencia, que no
ocultaba sus impresiones al instante.
─
Dentro de unos meses Almapric entrará a concurso de proyectos de obras viales ─
develó la Arquitecta Almagro ─ y habrá una persona importante encargada de
licitar dichos concursos para la constructora.
─
¿En serio postularan a proyectos de obras viales? ─ indagó entusiasmada
Florencia, cuyos ojos mostraban ilusionados al enterarse de los nuevos planes
de la constructora ─ ¿Y quién será el encargado de ello?...disculpa que
pregunte esto último, pero me gustaría solicitar trabajar con esa persona y yo
podría aportar con mis conocimientos al respecto, puesto que hice mi practica
en el Depto. De obras viales de la municipalidad y sé todo los documentos que
se deben presentar para conseguir adjudicarse una licitación. Claro que si tú
no tienes inconvenientes al respecto, ya que trabajamos juntas en lo de
Sapunar.
─
Claro que no tengo inconvenientes para que trabajes en el nuevo proyecto de
Almapric ─ respondió con regocijo Sofía, que no podía estar más orgullosa de su
mujer y más tras enterarse de que la muchacha sabía más de lo ellas sospecharon
en su momento. ─ Es más, será un honor para mí, trabajar codo a codo con la
nueva gerente de obras viales de Almapric.
─
¿Nueva gerente? ─ indagó desconcertada
Florencia y en eso, sus ojos negros se abrieron como platos ─ ¿Quién?... ¡¿Yo?!
─
Así es amor ─ afirmó encantada Sofía ─ dentro de dos meses, nos presentaremos a
licitación de la carretera de San Fernando y tú serás la encargada de sacar
adelante esta nueva meta de la empresa.
─
¿Estás segura, Sofí? ─ preguntó aún aturdida Florencia.
─
Muy segura, cariño ─ respondió Almagro y le robó un fugaz beso, sellando su
promesa con este gesto y añadió ─ Mi Flo, ahora debemos hablar de lo que
sucedió en la obra y nos iremos a un lugar dónde podamos estar cómodas y más
protegidas de este frío, porque estar tanto a la intemperie provocará que el
cambio de clima me afecte muy rápido.
Florencia,
tragó en seco al darse cuenta del descuido que había caído y es que llevaban
más de 20 minutos en la calle y recién reparo en su motocicleta que estaba
tirada a unos metros más allá y tomando la mano de su mujer, se fue hasta ese
lugar.
─
Lo siento mucho, Sofí ─ repuso Flo ─ por
momentos me olvido de todo y pierdo la noción del tiempo y el espacio en el que
me hayo.
─
Ese es un factor común entre las dos ─ mencionó comprensivamente la Arquitecta
─ Nos olvidamos de todo cuando algo nos interesa verdaderamente.
─
Sí, pero tú te estabas pasando de frío por mi culpa ─ acotó Florencia al llegar
junto a su moto y levantarla del piso ─ ¿Te importaría acompañarme en moto? O
¿prefieres que te llame un taxi?
─
Será un placer viajar contigo en esa moto ─ aseveró Sofía con un dejo de celos
─ no sabes lo qué me provocó ver a Carla, junto a ti.
─
¡Sofí! ─ exclamó Florencia, acariciando su mejilla ─ Carla y yo somos muy
buenas amigas nada más.
─
Lo sé ─ convino la Arquitecta con un brillo especial en su mirada ─ de lo
contrario Mariela y yo, tendríamos razones para mantenerlas alejadas.
─
¿Estás hablando en serio? ─ se atrevió a preguntar Florencia.
─
Muy en serio, cariño ─ señaló sin rodeos Sofía ─ cuando uno ama del modo en que
lo hacemos, no podemos evitar caer en nuestra fragilidad de ser egoístas y no
compartir lo que consideramos nuestro. Para todo lo cotidiano es aceptable, familia,
amigos, pero el cariño de nuestra pareja es exclusividad de uno y no se
comparte, mi hermosa, Flo.
─
Comprendo ─ dijo Florencia y le paso el segundo casco a su novia ─ te llevaré a
casa de mis padres y así, hablar tranquilamente. Pero antes, pasaré a excusarme
con los ingenieros, ¿te parece Sofí?
─
Mi vida, no quisiera ser descortés contigo ─ se apresuró en responder la
Arquitecta ─ pero desearía un poco de privacidad y otro día me presentes con
tus padres como debe ser.
─
Entiendo ─ dijo Florencia ─ ¡entonces! ¿A qué lugar deseas que te lleve?
─
Vamos al hotel en que me alojaré estos días ─ mencionó Sofía ni tonta ni
perezosa, pues sabía que la podría tener para ella exclusivamente y ya habría
tiempo de conocer a su futuros suegros.
─ ¿Cuál hotel? ─ preguntó Florencia, que ya se disponía a
subirse a su moto.
─
Diego de Almagro… ─ indicó Sofía. ─ ¿Nos vamos ya? Hace frió y se hace tarde
para que dimitas ese empleo de una buena vez.
Florencia,
se quedo viéndola por unos segundos y al ver esos hermosos ojos azules, no pudo
oponerse a sus deseos y es que la subyugaba de una forma especial y su corazón
estaba feliz de verla nuevamente, por lo que ya no deseaba seguir luchando
contra sus sentimientos con respecto a la joven Almagro, así que, una sonrisa se
formó en sus labios y accedió de inmediato.
─ De acuerdo ─ convino
Florencia y montó en la moto junto a su
novia.
Era
increíble, la sensación de tener pegada en su espalda a la mujer que amaba y
como la calidez de su cuerpo le traspasaba sus ropas e invadía cada célula de
su ser y alborotaba todo a su paso.
En verdad había sido una verdadera estupidez
alejarse de su novia sin siquiera darle una explicación. Huyendo como un
delincuente cualquiera que para colmo de males, no había cometido delito alguno.
Simplemente se dejo influenciar por una mujer de una bajeza tremenda y despertó
los miedos en ella. Gracias al cielo que Sofía, no aceptó aquello y se fue en
su busca hasta dar con su novia, y el tenerla junto a ella, era el premio a su
esfuerzo, determinación y al gran amor que le profesa a la muchacha. En la vida
muchas veces habrá que pelearlas hasta la misma muerte, porque un amor
verdadero o cariño, merece que se entregué todo sin condición alguna. Amar no
es lo que todos presumen ni creen, cuando amas de verdad; comienzas a crecer
realmente y ves la vida desde otra mirada.
El
amor es y será un efecto espejo en la vida de todo ser humano, y el que se
entrega a él por completo; es aquella persona que comienza a evolucionar y ser
una especie muy especial y particular. No naces para ser feliz sino que naces
para ser felices a otros y ahí está, la mitad de tu corazón y nunca más volverá
a estar vacío.
La
Yamaha, se deslizó con suavidad por Calle Baquedano hasta llegar a una esquina,
en dónde se hallaba una especies de galpones y aquel sitio, era la dirección
que pertenecía el holding Craptux.
La
joven Villar detuvo su moto y tras sacarse el casco, arregló sus ropas para
estar bien presentadas y dejo su bolso con su novia porque ya no lo iba a
necesitar.
─
Por favor, Sofí ─ señaló Florencia al entregarle su bolso ─ espérame aquí.
Regresaré cuanto antes. Hablaré con el encargado para darle mis excusas y
agradecerle la oportunidad que me brindó.
─
Espera amor ─ suplicó Sofía, reteniéndola de su brazo ─ ¡Estás olvidando algo
Cariño!
─
¿Qué cosa? ─ preguntó sin más Flo, más que extrañada.
─
Mi beso de la buena suerte ─ mencionó pícara Sofía, guiñándole un ojo
coquetamente.
─
¡Ah! ─ fue el balbuceó de Flo, sonrojada y todo, pero luego, una sonrisa bordo
su rostro ─ me parece una petición excelente.
─
Por supuesto que lo es vida mía ─ susurró Sofía, pegada a los labios de su
novia y se apoderó de ellos, pues estaba sedienta de sus besos, caricias, de su
amor, en resumen de toda ella y no iba a escatimar esfuerzos para recuperar el
tiempo perdido.
Tan
rápido como la besó, así mismo se separó de sus labios y le regalo una hermosa
sonrisa en su lugar. Dejando a la joven Villar temblando de pies a cabeza y es
que Sofía Almagro, sabía cómo seducirla y hacer que se rindiera fácilmente a
sus encantos.
─
¡Sofí! ─ Apenas murmuró Florencia, cuyo rostro estaba tan embobado por su
mujer, que le costó un triunfo apartarse de su lado e irse hacia las oficinas
del Holding.
Al
llegar al portón de la constructora, se topo de lleno con el portero y otros
dos hombres que habían observado todo y quedaron viendo a la muchacha más que
con la boca abierta y es que para algunos hombres, les produce cierto morbo
placentero ver a dos mujeres besarse.
Tras
identificarse, la dejaron ingresar al lugar y fue acompañada por uno de los
empleados hasta la oficina del Administrador de obra, que era el ingeniero
amigo de la joven Villar y que estaba a la espera de la joven y así, incluirla
dentro de la plana de su personal. Y es que el hombre iba hacer dicha entrevista
solo por un mero trámite nada más, un formulismo solamente, ya que estaba todo
definido desde el momento que Florencia, les llamó aceptando la oferta de
empleo y como sabía de su experiencia y desempeño era más que suficiente. Sólo
necesitaba conocer a la otra muchacha para saber su experiencia profesional y
aspiraciones salariales y de este modo, ofrecerle una jugosa oferta, que dudaba
que pudiese rehusar.
El
profesional recibió con mucho entusiasmo a la joven constructora, ya que era
fundamental para él y la empresa contar con personal altamente capacitado y que
mejor con personas que podía confiar. Después de los saludos y de cruzar
algunas palabras de rigor de la vida cotidiana. La joven Villar, procedió a
explicar su decisión de rechazar el empleo que se le estaba ofreciendo y las
razones que suscitaron dicha determinación.
El encargado quedo de una pieza al ver como se
le escapaba de las manos a una excelente profesional y por más que buscó la
forma de persuadirla y de dejar abierta la posibilidad de replantearse los
hechos y así, pudiese solucionar su desvinculación con su actual empleador, ya
que él estaba dispuesto a esperarla al igual que a su compañera porque el
holding, necesitaba de expertos de calidad en el tema de la construcción y
poder confiarles un proyecto de la envergadura de una carretera tan extensa y
ambiciosa como lo era la austral. No obstante, ante la negativa de la muchacha
dejo de todas formas la vacante abierta para ambas jóvenes y les ofreció
personalmente hablar con sus empleadoras para conseguir convencerla de dejarlas
partir, ya que dentro de una semana
debía viajar a la capital e iba a buscar el modo de conseguir su objetivo.
Florencia,
agradeció mucho el interés del ingeniero en su persona como profesional y
aunque trató en vano de convencerle de que no podía aceptar; tuvo que optar por
no continuar con la misma plática porque no conseguiría nada, ya que conocía de
sobra al hombre y sabía de su tozudez.
Una
vez que por fin, pudo conseguir despedirse de buena manera del Ingeniero, quién
le acompañó hasta la salida del recinto; Florencia, dirigió sus pasos hasta el
lugar en que se hallaba su moto junto con la mujer que amaba.
─
¿Cómo te fue cariño? ─ preguntó Sofía, que intuía que no había sido una reunión
muy gratificante que digamos a juzgar por el ceño de su pareja.
─
No lo acepto bien ─ respondió Florencia ─ Don Patricio, es una persona que no
renuncia fácilmente a sus objetivos.
Viajará a Santiago para hablar personalmente con ustedes para que prescindan de
nosotras.
─
¡¿Así?! ─ inquirió Sofía, viendo en ese instante al hombre que seguía en el
portón observándoles, sus ojos se tornaron más oscuros de repente y es que la
noticia le desagrado de inmediato ─ Si quiere viajar que lo haga, pero perderá
su tiempo inútilmente, porque Almapric no va a renunciar a ninguna de las dos
por razones profesional como personales. Está demás decir que Mariela o yo,
permitamos que un hecho así suceda cuando se trata de nuestras parejas.
─
¡Lo sé! ─ fue la acotación de la joven Villar, que giró su rostro para ver al
ingeniero ─ Es una lástima lo sucedido.
─
No te sientas culpable de nada, cariño ─ adujo Sofía, cogiéndola de la cintura
y acercarla a su cuerpo ─ llego demasiado tarde profesionalmente hablando. Yo,
ya te había echado la soga al cuello desde el momento en que te conocí y nada
ni nadie conseguirá apartarte de mi lado ni de mi vida. ¡Te amo demasiado,
Florencia Villar!
─
Sofí ─ murmuró apenas ésta, cuando fue acallada por los labios de la
Arquitecta, reclamándola de forma total.
Como
un cómplice, el tiempo, se confabulo a favor de la pareja y se volvió lento,
porque pareció una eternidad lo que duro ese beso, que no solo las volvía a
reencontrar sino que reafirmaba aún el amor que ambas se profesaban y el latido
de sus corazones así, lo indicaba.
Al
separarse en forma gradual, sin dejarse de estar aún unidas en ese abrazo, la
mirada de ambas era especial, ya que el brillo presente en sus ojos, era
sublime y cargado de una pureza y sinceridad que no cabía duda de ser un amor
verdadero el que estaban viviendo.
─
Es hora de irnos, mi vida ─ indicó Sofía, viendo por el rabillo de sus ojos que
el hombre estaba atónito observándolas ─ tenemos asuntos más importantes que
resolver que estar dándole un pre infarto a ese ingeniero conocido tuyo.
─
¡Eh! ─ exclamó Florencia al momento en que se percató de que aquel hombre aún
permanecía en el mismo lugar, con sus mejillas teñidas de escarlata, agregó ─ ¡Vámonos,
Sofí!
─
Flo…Mi vida ─ espetó cariñosamente la Arquitecta, levantando su mentón y
viéndola fijamente a los ojos ─ No te avergüences jamás de lo que sientes y de
lo qué hacemos en público. Tenemos todo el derecho de expresar lo que sentimos,
es su problema si les gusta o no. Además, es hora de que esta sociedad se vaya
acostumbrando a que los tiempos cambian y no necesitamos de su consentimiento
para ser felices tú y yo; porque nos
amamos y es todo lo que debe importar.
Florencia,
evito decir palabra alguna y solo asintió con su cabeza, apoyando de este modo
los razonamientos de su pareja. Sin más, tomó el casco para su mujer y se
colocó el suyo. Echando andar su moto y así, dirigirse al hotel tal como se lo
pidiese Sofía.
Para
ambas mujeres, sentirse la una a la otra al estar tan apegadas, les lleno de
dicha su corazón al vivir la calidez que emanaban entre sí. Y aunque el frío
aún calaba hasta los huesos, no se notó ante el calor de ambos cuerpos y paso a
convertirse en una suave brisa al final de cuentas. Y es que el amor, puede
producir miles de cosas en una persona tan extraordinarias como sorprendentes.
Tras
rodar por calle Baquedano hasta llegar a Arturo Prat, la moto dobló en esa
esquina y proseguir su marcha hasta alcanzar Ogana con las lengas, lugar dónde
se ubicaba el hotel. La motocicleta aparcó en el estacionamiento de éste y
ambas mujeres descendieron de ella, tomadas de la mano. Al llegar al lobbies
del hotel, se presentaron ante el recepcionista del lugar, quién les entregó
las llave de su habitación doble, con dormitorios individuales separados por
una sala de estar, equipada de una todo tipo de elementos de entretención y un
frigo bar. Además, de tener un yacusi en el baño y una cámara de vapor para la
relajación completa.
Al
momento de entrar a la habitación, se toparon con la otra pareja que estaba en
la sala de estar en silencio y con el rostro sombrío aún. Los ojos azules de
Sofía, vieron a su socia y pudo percibir que algo no estaba bien entre las dos.
─
¿Todo bien? ─ preguntó sin rodeos Sofía sin dejar ver a su mejor amiga.
Mariela,
no respondió la pregunta y solo quedo viendo el rostro de la contadora, como
admitiendo que no dependía de ella sino de la mujer que amaba, que la situación
entre ellas se solucionase.
─
Si te dejas vencer de este modo, habrás
perdido todo por lo que has luchado ─ recriminó seria Sofía, clavando su mirada
en Carla y añadió ─ no se puede permitir que personas como Colomba o Ricardo,
arruinen nuestras vidas y privarnos del derecho de amar. No dejen que la sombra
de ese hombre se siga interponiendo entre ustedes dos y consiga su objetivo de
mantenerlas apartadas eternamente. ¡Por Dios, recapaciten de una vez!...Le
están dando en el gusto y las únicas perjudicadas son ambas, mientras él,
disfruta de los resultados de su venganza.
Aquellas
palabras tan cargadas de molestia y tan sentidas a la vez, consiguieron su
objetivo de mellar en el corazón de ambas, ya que al instante sobre la persona
de la Arquitecta Almagro, se dejo sentir la mirada de aquellos ojos pardos y
verdes…
─
¡Sofía! ─ murmuró Mariela, que por primera vez, sonrió tan limpiamente, sin una
gota de sarcasmo en su sonrisa ─ Gracias por tus palabras, necesitábamos de ese
empujón para darnos cuentas de nuestro error.
La
Arquitecta Almagro, asintió, pero observó de lleno a la joven contadora…
─
¿Y tú? ─ instó Sofía ─ ¿Le permitirás a Ricardo que se salga con la suya?
La
respuesta no se hizo esperar y es que alzo su mentón en forma desafiante y sus
ojos chispeaban por sí solos.
─
¡Por supuesto que no! ─ fue la tajante respuesta de Carla ─ ya he tenido suficiente
de ese hombre.
Sofía,
respiró aliviada al oír aquellos descargos y saber que las cosas comenzaban a
ir por buen camino y tomando la mano de su mujer, agregó…
─
Nosotras iremos a nuestra habitación ─ expuso Sofía, que ya comenzaba a
arrastrar a su pareja ─ Espero verlas más tarde para que podamos almorzar las
cuatro juntas.
─
Ahí estaremos ─ convino Mariela, sin dejar de ver a la pareja y sonreír para
sus adentros, porque intuía que lo de ellas tenía mejor semblante que el suyo.
Sin
previo aviso, Florencia, se soltó de la mano de su novia y se fue hasta donde
estaba Carla, la abrazó fuerte y depósito un beso en su mejilla…
─
Solo deja que tu corazón hable y olvídate de lo demás ─ susurró Florencia al
oído de su amiga.
─
Nos vemos, Flopy ─ murmuró con cariño Carla y le guiño traviesamente un ojo…Sin
ser coqueta, porque no estaba para ello.
─
Nos vemos, Carlanga ─ repuso Flo, y se volteó a verla, obsequiándole una
hermosa sonrisa en forma de apoyo.
Tras
eso último, la joven Villar, dirigió sus pasos hacia dónde se encontraba su
pareja, y fue ella, quién le tomó la mano esta vez y juntas entraron al
dormitorio.
Cuando
se cerró la puerta…
─
¿Flopy? ─ preguntó curiosa Sofía, que la sostuvo entre sus brazos y fijo su
mirada en los de su mujer.
─
Es una larga historia ─ respondió evasivamente Florencia.
─
Tenemos todo el tiempo del mundo para que me cuentes de ello ─ convino Sofía y
sentándola sobre la cama, levantó su barbilla y continuó ─ ahora, vamos hablar
sobre lo que te dijo la víbora de Colomba.
En
el acto, aquellos ojos negros se abrieron más de la cuenta, porque supo por la
forma de expresarse de su pareja, que se vendrían serios problemas y que más le
valía decir todo lo que sucedió ese día en la obra, le gustase o no. De paso,
sabría si lo que dijo Colomba, tenía o no asidero.
Es
bien sabido que cuando haces algo en esta vida, trae consecuencias positivas o
negativas, según hayas actuado. Y es
bien sabido que tu cosecha será, cómo tú hayas sembrado.
De
aquella confesión dependerían muchas cosas y el futuro de un matrimonio estaba
en juego. Sin mencionar las represalias que emprendería la Arquitecta Almagro,
una vez que haya enterado de la verdad.
Un
sombrío futuro se ceñía para una persona, mientras que para una joven pareja se
abría paso un sólido y prospero amanecer, cuyas bases estaban sustentadas en un
amor verdadero y sincero y contra eso es difícil luchar…La luz y la esperanza
siempre acompañaran aquellos que aman verdaderamente.
2 comentarios:
excelente, como siempre si no es que hasta más, me encanta como escribes, siempre es grato disfrutar de esta historia, que en lo personal es una de mis favoritas, pero como no serlo si me envuelve en cada párrafo y palabra que lo constituyen, espero la continuación de todas tus historias, tienes gran talento, en hora buena, un saludo desde México, ^^
Un capítulo demasiado largooooo...pero genial...realmente me gusta tu forma de como describes cada momento y el sentir de cada una de las protagonistas.Así que estare a la espera del siguiente.Un saludo desde mi cueva primitiva.Que estes bien....
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