Un nuevo amanecer, capítulo 12
Por
más que trataron de aprovechar al máximo lo que les quedaba de luz; no
alcanzaron a ir a casa de la joven Villar; dado que tuvieron que ocupar un poco
más de tiempo en casa del abuelo de Carla. Por lo que tuvieron que conformarse
con llamar por teléfono a su madre e informarle que se quedaría a dormir en un
hotel con su pareja, y fue ahí que, su madre casi pega el grito en el cielo.
Y
es que la señora no creía que su hija estuviese emparejada ya y menos que ésta
hubiese venido en su busca; mejor dicho que ella hubiese venido huyendo de su
novia. Al menos ahora, encajaba un poco mejor las cosas y es que aún cuando
Florencia los llamaba una vez por semana, cero confesión de que estuviese de
novia con alguna mujer capitalina. En ese sentido no había cambiado nada, era
muy reservada de su intimidad.
Fue
la propia Sofía, que tuvo que salir en su apoyo y se presentó por vía fono,
dejando a la señora más o menos conforme. Tuvo que prometer que a primera hora
ambas estarían en su casa y harían las presentaciones como correspondían.
Sin
duda que para la Arquitecta Almagro, fue una situación algo incómoda y de paso
le sirvió para hacerse una idea de cómo era su futura suegra. Una mujer
difícil, desconfiada y exigente, nada que ver con su novia.
─
Sin duda tu madre no será nada fácil de convencer, cariño ─ confesó Sofía,
después de colgar. ─ Habrá un intenso interrogatorio te lo aseguro. Espero
entienda que soy la mujer correcta para ti.
─
¡Sofí lo siento! ─ murmuró apenada Florencia, bajando su cabeza. ─ Mamá siempre
ha dicho que las cosas no se hablan por teléfono y que uno debe dar la cara.
Ella no confía mucho que digamos en las personas desconocidas.
─
Flopy, mi vida ─ expresó con ternura la Arquitecta. ─ No te disculpes por ello.
Es normal y lógico que sea de ese modo, más que mal, yo soy una desconocida
para ella y hasta no presentarme personalmente seguiré siéndolo.
─
Tal vez yo debería hablar con mis padres primeramente y luego, lo hacemos las
dos ─ convino Florencia.
─
Nada de eso cariño ─ refutó Sofía ─ Lo haremos juntas desde un principio. ¿Sino
qué clase de novia sería a los ojos de tus padres, si dejo que tú hables por
mí?
─
Yo lo decía para ir preparando el terreno ─ señaló Flo, algo insegura. ─ Uno no sabe cómo pueden reaccionar de buenas
a primera.
─
Mi dulce Flo ─ repuso Sofía, acariciando la mejilla de su pareja. ─ Cuando
aceptas y comienzas una relación, no puedes ni debes excluir a tu pareja porque
es perjudicial a largo plazo, fractura una relación. Y es lógico que los
desafíos lo asuman entre ambos y así, fortalecer los lazos de amor y crear un
vínculo firme entre ambos. Además, señorita Villar, usted ya enfrentó esa
situación al conocer a mi familia y ahora es mi turno de hacerlo. De seguro no
será fácil, pero indiscutiblemente es algo por lo que sí quiero pasar y conocer
a mis futuros suegros y cuñados.
─
¿Estás segura Sofí? ─ inquirió Florencia, cuyo rostro estaba ansioso y a la vez
expectante.
─
Muy segura de querer conocerlos, cariño ─ adujo sonriente la Arquitecta. ─ Son
tus seres queridos e importantes para ti y yo quiero ser parte de la familia
Villar también.
─
Me haces muy feliz, Sofía ─ murmuró complacida Florencia y se abrazó tanto a su
pareja como si quisiese fundirse a ella. ─ Te amo tanto Arquitecta Almagro que
cada día mi corazón se vuelve loco al verte y se hincha tan grande de lo
emocionado de ser amado por ti.
─
Cariño mío ─ susurró dichosa Sofía. ─ No solo me siento profundamente halagada
con tus palabras sino que, el mío no cabe en sí de lo feliz que le haces cada
día con tu amor. Soy muy afortunada de haberte conocido Florencia, has sido el
regalo más bello y valioso que la vida me ha obsequiado.
─
Sofí ─ balbuceó apenas Flo, y acercó sus labios a los de su pareja y los
envolvió con los suyos, en un beso suave y delicado, que mostraba toda la
ternura y amor que llevaba consigo.
Pasaría
mucho tiempo entre caricias y palabras cargadas de amor y adoración, que
nuevamente ese dormitorio se cargó de una energía tan pura e intensa que el
ambiente se intensificó a mil y es que el amor puede no solo llevarte a la
dicha más plena e infinita, sino que puede mitigar, fortalecer y perdonar
tantas cosas en la vida, que es un verdadero prisma de transmutación cambiando
todo lo adverso en cosas mágicas y positivas. El amor es la fuerza más grande
del universo y su poder es infinito. Ya lo dicen las escrituras y viejos sabios
de la historia.
Al
marcar las 20:30, unos golpes tocan a la puerta…
─
¡Flopy! Siento interrumpir el idilio de las tortolitas ─ mencionó pícaramente
Carla, guiñando su ojos a Sofía que venía del baño en ese momento. ─ Pero, les
traigo una proposición de Mariela y mía para que salgamos a bailar y des
estresarnos así de un día tan agitado y corrido como el que tuvimos hoy, ¿Qué
dicen?
─
¡Excelente idea! ─ apoyó Sofía, acercándose a su novia y envolviéndola en sus
brazos. ─ Hace mucho que no salgo a divertirme en una discoteca y ¡qué mejor!
Que sea acompañada de mi novia.
─
¡Pero! ─ exclamó sorprendida Florencia y sin guardarse lo que pensaba, añadió. ─
¿no era que deseabas descansar y estar fresca para ver a mis padres? Yo creía
que a cierta edad, uno dejaba de lado esas cosas.
Carla,
no pudo evitar taparse la boca para no reírse por el comentario, en cambio
Sofía, lo dicho le causo mucha gracia.
─
Jajaja ─ se carcajeó la Arquitecta Almagro ─ Cariño, disculpa que te saqué de
aquella convicción, pero debo decirle señorita Villar que no hay edad para
divertirse y pasarlo bien. Podremos ser más maduros y responsables en la vida
cotidiana, pero no quita que hagamos un alto y nos dediquemos a disfrutar de
las cosas buenas y en especial tratándose de bailar. Aún no estoy hecha para
ser conservada en un museo como reliquia. ¡Aún soy joven! ¿No te parece amor?
─
Yo…lo siento…Sofí ─ murmuró avergonzada Florencia, que bajaba su cabeza e
inconscientemente hizo un puchero.
─
¡Oh! ─ exclamó extasiada Sofía, que la sobrecogió el gesto de su pareja. ─ ¡Eres
tan adorable! Mi vida no te disculpes tanto, solo vamos a disfrutar de un grato
baile y te prometo que antes que el sol asomé estaremos en casa de tus padres.
─
Por suerte no es verano sino tendrías que levantarte a las cuatro de la mañana,
ya que a esa hora amanece aquí ─ confesó
sin pensar Florencia.
─
¿En serio? ─ preguntó perpleja Sofía y con un rostro que lo decía todo.
─
Jajaja ─ estalló en risas Carla, que no pudo abstraerse de ver a su jefa y su
cara de aflicción─ Se nota que no has vivido en el sur, Sofía. Las horas
solares acá son muy distintas de lo que son en la zona central y en Santiago.
Por eso, los sureños extrañamos mucho nuestra tierra natal y las costumbres que
varían tanto de otros lugares. Deberías pasar una temporada y te darás cuenta
de lo que te hablo.
─
¡Ya veo! ─ señaló ésta, meditando un tanto para añadir. ─ Tienes razón soy una
mujer de ciudad y capitalina como dicen ustedes y muy poco sé de otras
regiones. Pensaré en lo que me has dicho y no seré la única que deberá pasar
una temporada por estas tierras después de todo ¿No es así Carla?
─
¡Ups! ─ exclamó divertida la contadora. ─ ¡Así es! Será todo un reto hacer que
Mariela, quiera una estadía prolongada en Coihaique.
─
¡Um! ─ murmuró Sofía y viendo a la joven Ramos, añadió. ─ Sin duda que ninguna
de las dos, estamos hechas para el frío. Sin embargo, ambas tienen familia acá
por lo que deberemos acostumbrarnos y de paso nos servirá para un nuevo desafío
que emprenderá Almapric en toda la zona austral.
─
¿Qué van hacer acá, Sofí? ─ preguntó de lleno Florencia, viendo a su mejor
amiga con signo de interrogación.
─
No me mires a mí ─ se defendió Carla. ─ Yo no sé nada, Flopy. Estoy en las
mismas que tú.
─
Jajaja ─ se burló un poco Sofía, indicándole a la contadora a que tomará
asiento. ─ Es algo que barajamos con Mariela cuando supimos que ciertas
personitas se querían incorporar a una empresa de obras viales sin nuestro
consentimiento.
A
ambas chicas se les subió el color a las mejillas de la vergüenza y al igual
que los perritos que son regañados por sus amos, pusieron cara de penita. Por
lo que la Arquitecta Almagro, esbozó una sonrisa a modo de aceptar sus
disculpas.
─
La idea que tenemos con Mariela y dado, que aquí presente tenemos una experta
en obras civiles. ─ prosiguió Sofía. ─ Almapric se propondrá como contratista
para este consorcio Francés y adquirir experiencia suficiente para que en un
corto plazo, podamos presentarnos solos a licitaciones públicas de vialidad.
─
¡Wow! ─ exclamó sorprendida Carla ─ así que nuestra venida a Coihaique no fue
en vano después de todo.
─
Claro que no ─ respondió Sofía. ─ ha sido muy provechoso este viaje para todas.
Dado que Mariela y yo, conoceremos a sus familias. Sumado a eso, descubrimos
que en nuestras narices teníamos a un profesional con experiencia en la única
área que le estaba faltando a Almapric por incursionar y antes de irnos haremos
contacto con el encargado de este holding y mantenernos en contacto para
comenzar una sociedad con ellos, ya que su proyecto tendrá una larga duración y
eso, es muy viable para nosotros como constructora. Además, de disfrutar de un
breve descanso antes de regresar a casa.
─
¿Qué pasará con los proyectos que están desarrollándose? ─ indagó Florencia. ─
Para trabajar en carreteras debes pasar mucho tiempo fuera y en campamento. Por
lo que quedaría un margen muy pequeño de participación en otras obras. Como
Sapunar y edificios que Almapric está construyendo.
─
Comprendo tus dudas cariño ─ convino Sofía ─ Pero no olvides que somos un
equipo y tenemos una variada gama de profesionales con los cuales contamos.
Cualquiera de las tres socias podemos estar viajando con trabajadores o
contratar jóvenes a punto de egresar y formarlos para Almapric en obras viales.
Además, debo mencionarles y advertirles desde ya que regresando a Santiago,
ustedes dos pasaran a tener nuevas responsabilidades dentro de la empresa y
jugaran un rol muy activo; y las quiero muy concentradas en lo que se viene.
─
¿Qué planes tienen para nosotras? ─ preguntó de frentón Carla. ─ Supongo que no
nos castigaran por habernos ausentado de la empresa. Pedimos permiso por
escrito.
─
¡Aha! ─ señaló con malicia Sofía. ─ Pues déjame aclararte eso Carla, que dicho
permiso quedo nulo el mismo día por falta de anticipación, eso tú lo sabes
mejor que nadie y en cuanto a ser castigadas; en tu caso; depende netamente de
Mariela y a ti, cariño. ¡Ya veremos en casa!
─
Sofí ─ protestó Florencia. ─ No es justo. Te di mis explicaciones.
─
¡Ups! ─ exclamó Carla, rascando su cuello nerviosamente. ─ mejor no hubiese
dicho nada. Conociendo a Mariela, tendré el sermón de mi vida. Aún así, valió
la pena el riesgo.
─
Por supuesto que valió la pena, Carla ─ afirmó la Arquitecta Almagro. ─ aunque
fue algo precipitado de su parte, nos sirvió a Mariela y a mí, para saber la
verdad de lo sucedido y de paso, demostrarles a ustedes que son lo más
importante en nuestras vidas y lucharemos por su amor contra quién sea y en
pareja cada cual, salvaremos los obstáculos. Tú y Mariela han pasado por mucho
y merecen ser felices y estar juntas. No olvides jamás eso, Carla.
─
Descuida, Sofía. No lo hare ─ convino Carla, que se levantó de su lugar y
avanzó en dirección a la puerta, antes de abrirla, añadió. ─ Mariela ha sido la
única persona a quién amado en estos años y desde que la conocí supe que era
para mí aunque estuviese prohibida en aquel entonces. Bueno chicas, nos vemos
en unos minutos más.
─
Es bueno oírtelo decir. Mariela es mi mejor amiga y no quiero verla sufrir más ─
expuso Sofía, viendo fijamente a la joven contadora. ─ Eres la única persona
capaz de conseguir ese cambio que he visto en ella. Veo a una Mariela muy
distinta, sonriente y feliz a tu lado. Disfrutando al máximo del amor y soy
testigo de su pasado mejor que nadie, y he visto que eres lo más importante en
su vida junto a su hijo; por lo que te ruego que uses ese poder que tienes en
fortalecer a tu familia y no dejes que las vuelvan a separar nunca más.
─
Te doy mi palabra que no dejaré que me aparten de su lado y junto a nuestro
hijo, cuidaremos de Mariela ─ respondió enérgicamente Carla ─ ahora las dejo.
─
Nos vemos ─ repuso Sofía, cerrando la puerta.
La
Arquitecta quedo unos segundos pensando en las palabras de la contadora y
suspiro aliviada, pues aún recordaba las muchas veces que vio llorar
desconsoladamente a Mariela, creyendo que era por su esposo y el hecho de haber
roto su matrimonio. Ahora, comprendía la pena que consumía a su socia cada vez
que le tocaban el tema de Carla en las circunstancias que fueran y ahora, advertía
el por qué de sus constantes peleas entre ellas, el mal humor de su socia, las
ironías de la contadora, los comentarios sarcásticos entre ambas. Y es que hubo
un tiempo que con Casandra, no sabían qué hacer o pensar, hasta que su otra
socia le aconsejó que las dejara en paz, que no se debían inmiscuir porque
tarde o temprano se solucionarían las cosas entre ellas. De seguro que Casy, se
había dado cuenta de esa relación que había entre su amiga, colega y socia con
su joven empleada. Por eso sus consejos y su actitud de mantenerse al margen de
las cosas de Mariela.
Sofía,
se alegraba de todo corazón que las cosas se hubiesen aclarado entre Mariela y
Carla, dándose una oportunidad de ser felices y luchar por su amor. No es fácil
darle cabida a un sentimiento tan hermoso como el amor, cuando se presenta
vestida de mujer y estás en otra relación tan seria como es el matrimonio. No
es grato, es un escenario muy adverso y muchas veces no termina bien para una
de las involucradas. Fueron 3 años de tormento para ambas mujeres y solo su
amor pudo sostenerlas y mantener ardiendo esa llama, que hoy les daba la mayor
de las dichas.
─
Hoy comienzas a disfrutar del amor, Mariela y tu futuro será mucho mejor que tu
pasado ─ murmuró Sofía, aspirando profundamente y volverse en dirección en la
que estaba su pareja. ¿Lista para
divertirnos cariños?
─
Sí ─ respondió Florencia y en eso recordó. ─ Sofí, pero debo advertir que no
soy muy buena bailando y es que no soy mucho de ir a fiestas.
─
¿En serio? ─ preguntó una anonada Arquitecta Almagro, admirada de la confesión
hecha por su pareja.
─
Por mis estudios no tenía tiempo para estar farreando como decían mis
compañeros ─ confesó Flo, recordando esos tiempos universitarios. ─ Ha decir
verdad, me gusta más el compartir en casa o de amigos como un asado al palo,
conversar con unos picadillos de por medio, que estar yendo de discoteca en
discoteca, lleno de humo, borrachos y de otros tantos que se la pasan
consumiendo drogas.
Sofía,
no sabía si reírse de buena gana o preocuparse por lo que expuesto por su novia
y es que a los 23 años, se está en la flor de la vida y con la adrenalina a
mil, con ganas de llevarse al mundo por delante y darle rienda suelta a la
diversión. ¿Quién no ha pasado por esa etapa de carrete en carrete y vivir la
vida a mil antes de casarse?...Muchísimos y el que diga que no, es un embustero
consigo mismo. Todos hemos sido jóvenes impetuosos.
La
cuestión es que para la Arquitecta
Almagro, más que un descubrimiento lo hogareña que era la mujer que amaba, le
resultaba extraño que una chica tan joven fuese tan centrada para sus cosas y
quiso indagar un poco más.
─
¿Siempre has sido tan hogareña? ─ preguntó con delicadeza Sofía, viéndola
fijamente a los ojos.
─
Desde muy niña y que recuerde, siempre se nos habló de los peligros que pueden
haber en fiestas y celebraciones ─ confesó sin tapujos Flo. ─ Se nos aconsejo
que tuviésemos cuidado con extraños y el alcohol que nos ofrecen desconocidos.
─
Comprendo ─ acotó Sofía, mientras reflexionaba en lo dicho por su novia. ─ Es
muy bueno que los padres adviertan sobre estas cosas, pero son etapas que la
mayoría de la juventud debe atravesar. Es tan solo una etapa, aunque hay muchos
que quedan pegados en esta etapa por temor a decidir su futuro.
─
Sofí ─ dijo Florencia, viéndola detenidamente.
─
Dime, cariño ─ animó ésta.
─
¿Tú solías salir mucho cuando estabas en la universidad? ─ preguntó sin rodeos
Florencia.
─
¡Um!...Veamos ─ respondió Sofía, algo descolocada pero a la vez, consciente de
la curiosidad de su mujer. ─ participe lo típico que se espera de un estudiante
universitario y también, lo hice en fiestas en casa de amigos o compañeros.
Pero jamás fui irresponsable con mi persona y mucho menos con mis estudios.
Siempre llegue a casa consciente de mis actos. Al igual que tú, mis padres me
dieron una excelente formación y valores a los cuales respetar.
─
¡Ya veo! ─ mencionó Florencia, rascando su barbilla, añadió. ─ No creo cuadrar
mucho con ese perfil universitario que muchos suponen.
─
Cariño, el que no hayas participado en ese aspecto, no quiere decir que eres
extraterrestre o fenómeno como suelen llamarse a muchos que no comulgan con el
común de la mayoría ─ admitió Sofía. ─ Cada quién vive la vida como mejor le
parezca manteniéndose fiel a sus principios. Recuerda que no todo es
diversión en la vida. Hay
responsabilidades que asumir y mantener conductas apropiadas acorde al lugar y
situación que deba enfrentar.
─
Sofí, solo te pido que me guíes un poco en algunos bailes ─ suplicó Florencia,
escondiendo su rostro en el pecho de su novia.
─
Por supuesto que lo haré cariño ─ respondió feliz la Arquitecta, acariciando
los cabellos de su mujer.
─
Gracias, Sofí ─ murmuró quedito Florencia, mientras se dejaba consentir.
─
No hay nada que agradecer mi vida ─ acotó la Arquitecta y separándola un poco,
añadió. ─ Siempre es el mayor de los placeres servirte amor.
─
Sofí ─ susurró Flo. ─ a veces pienso que no te merezco.
─
Florencia Villar ─ regañó ésta, alzando el mentón de su novia. ─ no vuelvas a
decir otra vez una barbaridad como esa ¿Me oyes? Tú eres digna de mi amor, mi
tiempo, mi corazón de todo en mi vida.
─
Pero ─ balbuceó algo insegura Florencia.
─
Nada de peros señorita Villar ─ corrigió Sofía muy seria. ─ te prohíbo que
vuelvas a sentirte así. Tú eres mi gran amor y lo más bello que me ha podido
suceder, así que, deja siquiera de fantasear que eres poca cosa. Tú eres y
serás lo más maravilloso que puede haberme sucedido.
─
Sofí ─ murmuró Florencia, sonrojada hasta lo indecible. ─ me apenas, yo solo
soy la mujer que te ama nada más.
─
¿Y te parece poco? ─ inquirió Sofía pasmada con los dichos de su pareja. ─
¿Cuándo lo vas aceptar Flo? Que te amo más que a mi vida y para mí eres la joya
más preciada que puedo tener y que eres invaluable.
─
Yo…yo…yo ─ tartamudeaba ésta, incapaz de refutar lo expuesto por su novia.
─
¿Tú qué? ─ instó amorosamente Sofía.
─
Yo…─ susurró nerviosamente Florencia, apretando sus manos. ─ Yo…solo…
─
¿Sí? ─ apremió Sofía enternecida por la timidez de su mujer.
─
Te…Amo demasiado Sofía tanto o más que a mi vida ─ acabó por decir Florencia
roja como la grana, pues sentía el peso de la mirada de la Arquitecta.
─
¿Ven acá? ─ demandó ésta, estrujándola en un abrazo que correspondió a los
sentimientos de la joven Villar. ─ Parece mentira que llevemos 2 meses como
novias y siento en este momento como si recién confesáramos nuestro amor.
─
También tengo esa impresión ─ concordó Flo, abrazándose más a la Arquitecta.
─
Lo que nos demuestra que nuestro amor es único y especial como aquellos de
epopeyas─ esgrimió Sofía, con una sonrisa que iluminaba todo su rostro y era
fiel reflejo de su sentir.
─
Sofí ─ llamó Flo.
─
Dime cariño ─ respondió ésta.
─
¿Prevalecerá al tiempo? ─ preguntó Florencia con cierto temor y curiosidad.
─
Dependerá exclusivamente de nosotras, cariño ─ señaló con total convencimiento
Sofía. ─ nos esforzaremos para mantener viva esa llama y alimentaremos ese amor
dándonos la una a la otra y con la base del cariño, respeto y lealtad.
─
¡Y la honestidad y la comunicación! ─ aportó Florencia.
─
Exactamente cariño ─ acotó Sofía pícara. ─ son bases solidas para trabajar en
enriquecer el amor de pareja y el cariño inmenso nos ayudará a mantener cálidas
esas frías noches de invierno al calor de tu cuerpo.
─
¡Sofí! ─ exclamó avergonzada a más no poder Florencia. ─ Sólo piensas en
aquello.
─
Jajaja ─ se carcajeó la Arquitecta a expensas de su novia y la miró con malicia.
─ Hacer el amor contigo es el platillo principal de esta relación y debe estar
en el menú matiné, vermut y noche.
─
¡¿Eh?! ─ balbuceó solamente la joven Villar viendo con tamaños ojos a su
pareja. ─ ¿Es enserio?
─
Of course ─ señaló divertida Sofía y con una cara de bribona a más no poder. ─
De lo contrario presentaré cargo por publicidad engañosa y falta a la
prioridad.
─
¿Qué? ─ aulló Florencia, con sus ojos saltones.
─
Jajaja ─ estalló en carcajadas Sofía y es que disfrutaba sacarle mil gestos a
su novia. Jamás hubiese imaginado que se pudiera expresar tanto, ser tan
transparente en su forma de actuar y sentir. Era inusual e increíble por lo
demás presenciar aquello cuando las personas aprenden a ocultar sus impresiones
de mil formar para no sufrir como para no tener puntos débiles con que
lastimarlos.
─
¿Por qué te ríes? ─ preguntó Florencia que trataba de dilucidar un poco aquella
conducta. ─ ¿dije algo malo?
La
Arquitecta echó un poco para atrás su cabeza y mirarla bien a los ojos. Esos
ojos tan negros como una noche sin luna, pero que trasmitían tanto que era
estar viendo la pureza de un niño sin maldad de por medio. Le costaba un poco
reconocer que una chica que se consideraba adulta ya a sus años, tuviese ese
tipo de conducta.
A
pesar de toda la educación y valores que recibió a lo largo de sus años y lo
que fue recibiendo de la vida, sociedad y el medio en que se desenvolvía. Era
evidente que encontrarse con personas como su novia, era bastante difícil o
fuera de este mundo. Se dice que los niños en cierta etapa son tan puros como
los mismos ángeles sin maldad por decirlo así. No obstante, dicta mucho que
decir en una etapa adolecente y mayormente adulta o joven adulta como es el
caso de su chica. A esa edad, las personas son un manto de contradicciones,
emociones dispares y disyuntivas a más no poder. Con los valores bien
trastocados en muchos dado que prevalecen más los terrenales que los
espirituales; es decir; lo material por sobre la dignidad de un ser humano.
Como eres, vistes, naces, educación obtenida o apellido que ostentas son los
parámetros que marcaran tu vida y cambiarlos o modificarlos ya por sí es un
reto mayor.
Por
este motivo, le resultaba increíble a Sofía convencerse que su novia era real y
no una mítica mujer de esas novelas rosa que suelen destacarse en tantas líneas
de mujeres con un alto concepto del género femenino y sus tan narcisistas
ideales perfeccionistas.
─
No has dicho nada malo ─ atinó en decir Sofía, mientras seguía escudriñando sus
facciones para terminar de convencerse a sí misma.
─
¿Entonces? ─ insistió Florencia. ─ ¿Porqué muchas veces te me quedas viendo
como si yo fuese algo extraño?
─ Puede
que seas extraña para una sociedad que está acostumbrada a mentir, engañar y
fingir casi la mayoría del tiempo ─ confesó sinceramente la Arquitecta. ─ Tú
haces la diferencia entre la mayoría de tu edad. Piensas diferente, ves la vida
sin mucho prejuicio; aunque eres tímida y debo trabajar en tu autoestima;
actúas acorde a tu sentir y confirmo verdaderamente que eres undiamante
en bruto no solo en lo profesional sino en tu forma de ser. Y a decir verdad,
es lo que me maravilla de ti, el que seas tan tú, tan propia y a la vez tan
sencilla.
─
¡Ah! ─ exclamó Florencia, de tantos elogios inmerecidos según su punto de
vista.
─
¡A ver! ─ advirtió Sofía al ver en su rostro vestigios de incredulidad. ─ ¿Por
qué esa ¡Ah!?
─
Por ─ titubeó Florencia. ─ Por…por…porque me parece exagerado de tu parte decir
tantas cosas buenas de mí cuando llevas muy poco tiempo de conocerme y
compartir conmigo. Eso debería ser más apropiado para unos buenos años más
adelante. Sería una opinión más acabada e imparcial ¿no te parece a ti?
─
Es verdad que no soy tan imparcial tratándose de ti y aunque tienes razón el
punto de que llevamos poco tiempo de conocernos y compartir. ─ aclaró Sofía con
firmeza. ─ No quita que en este breve lapso no haya aprendido a conocerte en
profundidad porque es bien sabido y de sabios, que por el fruto se conoce el
árbol, así mismo tus acciones me demuestra quién tú eres. Así de simple cariño
sin mayor lógica ni explicación. No son exagerados mis comentarios cariño. Son
bien aterrizados en la realidad que vivo a diario contigo.
─
Como dije, yo hubiese esperado aquello en varios años más ─ contradijo
Florencia. ─ No es bueno ensalzar tan a la ligera a una persona sin tener una
buena trayectoria de hechos y actos. Las primeras impresiones también pueden
ser erradas sin una buena objetividad.
─
¿Me dices en mi cara que soy poco objetiva? ─ inquirió Sofía con suspicacia y
una ceja levantada a modo de desacuerdo.
─
No, nada de eso ─ se excusó avergonzada Florencia, mordiéndose los labios de
los nervios ante lo que provocó sus dichos. ─ Yo jamás trataría de insinuar una
cosa así y menos tratándose de ti, es solo que nosotros nos dejamos llevar
mucho por las apariencias y como tú has dicho, somos dados a dar una falsa
imagen y mentir todo el tiempo.
La
Arquitecta, sonrió con un leve toque de sarcasmo porque no le cabía la menor
duda que su pareja era fuera de este mundo y que por sobre todas las cosas
tendría una larga tarea de trabajar en ella y en su amor propio porque a leguas
se notaba una falta de amor y consideración hacia su persona. Valorarse más y
estar consciente de sus cualidades y virtudes.
─
Primero que nada. Quita ese término de «nosotros» porque aquí no hay un plural sino un
simple singular, eres tú y no otros ─ contradijo de inmediato Sofía en desacuerdo
con el planteamiento con su novia. ─ A mí no me interesa lo que piensan o hacen
el resto, ellos son dueños de sus acciones. Lo que realmente es importantísimo
es tu persona y del verdadero valor que debes darte. Recibir elogios hará que
tomes conciencia de tu valía y hará que ganes confianza. Además, voy invertir
mucho tiempo para que comiences acostumbrarte a ello y hacer que ames cada
molécula de tu ser, cada rincón de tu cuerpo y hasta la profundidad de tu
corazón por lo que te sugiero que te vayas haciendo desde ya a la idea.
La
mandíbula de Florencia estaba caída al escuchar cada palabra e intención de su
novia, solo abría un poco más su boca siendo solo un gesto sin sonido alguno
que demostrase oposición a lo esgrimido y que decir que sus mejillas ya no
estaban teñidas de rojo sino que pasaron a un tono más encendido aún por estar
entre lo descolocada como avergonzada hasta la médula ante cada aseveración que
hiciera Sofía, su flamante novia.
─
Cariño ─ llamó sutilmente la Arquitecta, acercándose a ella y con dos dedos
levantarle la quijada y cerrar sus labios de una. ─ Que mis palabras no te
conmocionen tanto porque tú debes aceptar que no estoy errada en mis dichos,
¿no es así?
─
¡Um!...No ─ exclamó en un principio Florencia, rodando sus ojos.
─
¿No? ─ inquirió con un dejo de apremio en aclarar esa negación.
─
Que no estás errada ─ confesó Florencia. ─ no soy muy dada en ensalzarme ya que
creo que no es propio hacerlo porque das pies a que la soberbia y el ego
terminen anulando la objetividad que se debe tener.
─
Cariño, aquí no se trata de ser objetivo o no, sino que tú le bajas demasiado
el perfil a tus cualidades, logros y virtudes ─ aclaró con ternura Sofía,
asumiendo que le tomaría un buen tiempo revertir esa manía en su pareja. ─ No
vas a ser soberbia ni nada que se le parezca porque comiences a reconocerte a
ti misma y posesionándote de tu corona de meritos interiores y exteriores. Mi
vida, déjate llevar que no estarás cometiendo ningún pecado capital de
soberbia, eso solo son mitos baratos de una doctrina nada más.
─
Yo…yo ─ balbuceó Flo, ante la intensa mirada de su novia que la sofocaba y a la
vez, le menguaba fuerzas para oponerse, aunque ese tampoco era su ánimo.
─
¿Sí? ─ incitó Sofía, con una cara entre traviesa y pícara a la vez.
─
¡Uf! ─ Exclamó con un suspiró Florencia para añadir. ─ me esforzaré para
mejorar. No te prometo nada tan concreto en el corto plazo, pero tienes mi
palabra que iré trabajando en ello.
─
Bueno eso ya es un avance ─ dijo Sofía, acariciando el rostro de su novia. ─ De
todas formas me asegurare que progreses en este aspecto. Quiero que mi
prometida se fortalezca en todos los sentidos, no solo laboral sino personal.
─
Tú ganas ─ admitió su derrota Flo, ya que supuso que nada haría cambiar de
opinión a su pareja.
─
Aquí ganas tú, cariño ─ refutó Sofía. ─ Nunca lo olvides que primeramente los
cambios se hacen por uno y después para los demás. Uno se debe para sí mismo.
Ahora preciosa es hora de vestirnos o se nos hará tarde para nuestra salida.
Lo
último dicho por su pareja bastó para que Florencia, callera en cuenta que
había pasado por alto un pequeño asunto y su rostro reflejó de inmediato su
preocupación al punto que rascó su cabeza ante el descuido. Siendo visto por
Sofía, que notó de inmediato la expresión en su pareja.
─
¿Sucede algo cariño? ─ preguntó Sofía. ─ ¿porqué esa carita?
─
Tengo que regresar a casa para buscar algo de ropa ya que no puedo ir con el
traje que usé para la entrevista ─ confesó Flo, tocando repetidamente su rostro
con un dedo, típico tic nervioso.
─
¡Quizás yo pueda ayudarte en eso! ─ mencionó Sofía yendo al rescate de su
princesa.
─
¿Cómo? ─ indagó Florencia, alzando su cabeza en dirección dónde se hallaba
ésta.
─
Muy fácil ─ respondió ésta, dirigiendo sus pasos hasta el armario. ─ ¡esto
podría servirte de mucho ¿no te parece cariño? (sacando unas perchas con ropa y
colocándolas sobre la cama junto con otras interiores)
─
¿Pero cómo? ─ inquirió confundida la joven Villar y echando un vistazo a las
prendas. ─ Nada de esto es mío.
─
Cariño, después de la aventura de buscarte por casi medio Santiago y sin
exageración. Después de saber el paradero en que ambas se encontraban y por
falta de tiempo, tuvimos la idea de comprar algo de ropa para cada una. ─
explicó Sofía, sacando las prendas de su estuche y envoltorio. ─ Ambas sabíamos
que tendríamos que permanecer más de un día en Coihaique y resolver el
inconveniente de su rauda salida de nuestras vidas junto con el privilegio de
conocer a sus familias y presentarnos como lo que somos sus novias.
─
Comprendo ─ dijo Florencia al recibir aquellas prendas de su pareja y antes que
pudiese decir algo más, fue interrumpida por la Arquitecta.
─
Todo es de tu medida ─ se adelantó Sofía en responder las dudas de su novia. ─
busqué ropa con la que estuvieras cómoda.
─
Es bella, mucha gracias por el gesto ─ respondió Florencia, dedicándole una
sonrisa en agradecimiento o mejor dicho, fue la respuesta innata de su corazón.
─ es perfecta para el clima de esta zona dado que ya muy pronto entraremos en
invierno.
─
¡Cuántas veces deberé decirle bella señorita que no debe agradecerme! ─
corrigió Sofía, tomando la palma de su mano y depositando un beso en ella. ─ Con
una sola vez basta y eso ya lo has hecho muchas veces. Solo deja que te
consienta a mi manera. Es natural procurar a mí ser amado, no basta solo
decirlo con palabras si no hay que hacerlo con hechos. Es así como tiene que
ser. En la vida lo damos todo o no, no existen los términos medios porque
demuestras el egoísmo con hacemos las cosas.
─
¡Sofí! ─ murmuró feliz Florencia, llevando la mano de su novia a su mejilla y
sintiendo esa calidez que solo el amor puede conseguir. ─ soy muy feliz de que
estés en mi vida.
─
Yo más aún, cariño ─ correspondió Sofía, arrobada por el gesto de su pareja. ─
Ahora mi vida, démonos prisa o de lo contrario tendremos a Mariela echando
abajo esa puerta por la demora.
─
¿Tú crees que ella haría eso? ─ inquirió algo pasmada Flo. ─ Es una salida, no
tiene que ver con el trabajo.
─
Claro que lo haría ─ contestó la
Arquitecta, cogiendo ropa para ella. ─ para Mariela, la puntualidad es
importantísimo sea cual sea la circunstancia o acontecimiento. No tranza con
nada, cariño. Así que te sugiero que te vistas rápido u oiremos sus descargo
hasta el amanecer.
─
De inmediato ─ respondió Florencia, movida como un resorte y motivada por el
pavor que le daría ver aquel rostro de la Arquitecta Sopric, de solo
imaginárselo le dio, un dolor punzante a la altura del colón.
Se
puede decir que ambas mujeres volaron literalmente hablando al vestirse, dado
que contaban con muy pocos minutos para estar completamente arregladas. Estaban
en ese menester, cuando dos cortos y fuertes golpes a la puerta le indicaron
que ya venían por ellas.
─
¡Y hablando del rey de Roma! ─ murmuró entre dientes Sofía.
En
unos cuantos pasos, la Arquitecta Almagro ya se hallaba abriéndoles la puerta.
─
¡Buenas noches Mariela! ─ saludó muy cordialmente Sofía, con una sonrisa tan
amplia como sorpresiva.
─
¡Eh! ─ exclamó Mariela, y alzando su ceja derecha, agregó. ─ ¡Aha! Para que me
recibas tan amablemente, me indica que estás ganando tiempo ¡Sofía Almagro
Subercaseaux!
─
¡Buenas noches Sofía! ─ saludó por el contrario Carla, al entrar.
─
¡Buenas noches Carla! ─ correspondió el saludo Sofía y agregó con un poco de
ironía hacia su colega. ─ Por lo menos ella tiene lo que tú estás perdiendo.
─
No pongas excusas baratas, Sofí ─ recriminó Mariela. ─ no quita que estés
retrasada y eso es un pecado capital y si tanto deseas oírlo, lo diré… ¡Buenas
noches Sofía! ¿Contenta ahora?
─
Nada mal aunque un poco tarde llegó ─ respondió Sofía, picando a su amiga en
dónde más le dolía, el tiempo. Y dirigiéndose hacia la contadora y con una
mueca en sus ojos e indicando hacia su pareja,
añadió. ─ Solo nos falta un toque de maquillaje y en un minuto estamos listas.
Carla,
enfocó a su compañera y amiga estar hecha, un lio con el delineador, así que se fue de
prisa en ir a su rescate…
─
¡Déjame que te ayude! ─ solicitó Carla, arrebatando el lápiz en sus manos.
─
Gracias ─ dijo una Florencia un tanto avergonzada por el contratiempo.
Por
su parte, la Arquitecta Sopric, observó la escena y comprendió un poco la
demora de las chicas y por única vez en su vida, decidió ser más flexible con
sus reglas.
─
Solo tienes un minuto nada más ─ sentenció Mariela para darle solemnidad a su
acostumbrado martirio de los horarios y ser oída por las demás, pero que no
dejó de ver a Sofía y guiñarle un ojo en complicidad.
─
Uno bastará ─ respondió la Arquitecta Almagro, sonriendo a modo de
agradecimiento, aunque no dejo de sorprenderle aquel milagro.
Justo
cuando el minutero se acoplaba para indicar que había expirado el minuto, las
chicas justo concluían su labor.
─
¡Ya está! ─ señaló Carla, que le pasó un espejo para que su compañera se viese.
─ Velo por ti misma.
─
¡Wow! ─ exclamó Florencia, viéndose en el espejito con asombro. ─ ¡Eres seca
Carlanga!
─
¡Admítelo! Soy lo máximo mi querida Flopy ─ se ufanó Carla.
─
Sí, pero sigo pensando que te hacen falta clases de humildad ─ repuso la joven
Villar.
─
¡Idiota! ─ refutó Carla, pegándole en su frente con un dedo.
El
espectáculo era observado por ambas Arquitectas que no dejaban de asombrarse de
ver la complicidad que sus respectivas novias tenían entre sí y que eran muy
dadas a gastarse bromas. Además, le mostró otra mirada a Sofía con respecto a
su pareja al contemplar el comportamiento con la contadora y eso le hizo caer
en cuenta que la oportunidad perfecta estaba frente a ella y que haría de la joven
Ramos su aliada para potenciar la personalidad de su novia.
─
Carla. ─ llamó Sofía e interrumpiendo a las chicas.
─
Dime ─ respondió ésta y volteando a verla.
─
Llegando a Santiago quiero que te pases a mi apartamento para que podamos
hablar de un asunto muy importante y estoy más que segura que te gustará ─
señaló Sofía, indicando nuevamente con la mirada a su novia.
─
Cuando tú digas ─ repuso sonriente Carla, que captó enseguida la indirecta.
─
Este fin de semana ¿te parece? ─ gestionó en acuerdo, Sofía.
─
Cuenta con ello ─ respondió la contadora que tenía la venía de su pareja con un
movimiento de cabeza, que no perdió el hilo de la conversación y comprendió al
instante las intenciones de su colega y amiga.
─
¡Perfecto! ─ concluyó Sofía.
─
¿Nos vamos ya? ─ interrumpió Mariela. ─ porque ha sido mucha cháchara y el minuto
se extendió más de la cuenta.
─
¡Disculpe Arquitecta! ─ Se justificó como resorte Florencia y al ver la mirada
de Sopric, corrigió de inmediato su error. ─ Digo, Mariela. Soy algo de morona
para maquillarme.
─
¡Déjate de disculpar tanto Flo! ─ rebatió Mariela siendo bien comprensiva y
viendo a su amiga. ─ Tienes una ardua tarea aquí, Sofí.
─
Lo sé ─ repuso ésta y delicadamente tomó la mano de su pareja, añadió. ─ Muy
pronto todo esto cambiara. ¡Ya verás, Mar!
─
Estoy segura de eso ─ acotó Sopric y viendo su reloj. ─ ¡vámonos ya! No
saldremos cuando ya esté amaneciendo.
─
¡Relájate Mar! ─ reprendió Sofía. ─ es una noche de diversión solo por una vez
en tu vida ¡olvídate del tiempo! Ahora, nada nos apura y requiere de nosotras.
─
¡Um! ─ gruñó Mariela.
─
¡Solo por hoy! ─ suplicó con ternura Carla, depositando un beso en la mejilla
de su novia.
─
¡Uf! ─ suspiró pesadamente la Arquitecta Sopric y cedió finalmente. ─ Ok.
Ustedes ganan.
─
Gracias cariño ─ dijo Carla, fascinada con el acuerdo.
Por
su parte, la socia y colega de Almapric, no pudo evitar sonreírse para sus
adentros y de igual forma se las arregló para gastarle una broma a su amiga.
─
¡No puedo creerlo! La temida Arquitecta Sopric, cediendo a sus infranqueables
normas ante un simple beso ─ se burló Sofía. ─ ¡Cómo han cambiado las cosas!
─
No te burles ─ masculló herida en su orgullo Mariela. ─ Estoy siendo
considerada con ustedes y esto me gano en pago. Pero lo soportaré y lo
encerraré en el baúl del olvido con tal de que no le digan ni una sola palabra
a Casy sino seré el hazme reír de esa mujercita hasta que le dé hipo ¿Prométemelo
Sofí?
─
Tienes mi palabra ─ respondió Sofía pues conocía de sobra el humor de su otra
colega y lo que le gustaba mortificar a Mariela.
─
Bien y ¿ustedes? ─ mencionó Mariela, viendo a su novia como a Florencia.
─
Tú sabes que yo estoy contigo ante todo ─ señaló Carla, acariciando la mejilla
de su novia. ─ No tienes que temer en ese aspecto.
─
De mi parte no diré nada ─ indicó resuelta Florencia.
─
Gracias ─ balbuceó Mariela, tomando la manilla de la puerta. ─ ¡Salgamos de
aquí! Que esto me está poniendo muy sensible y no es mi estilo.
─
Jajaja ─ se carcajeó Sofía y frenó su risa al ver la mirada reprobatoria de su
amiga. ─ ¡Vamos!
No
hubo más palabras entre ellas, dado que fue verdad lo que dijo la Arquitecta
Sopric, estaba muy sensible con todo lo que ha tenido que vivir que estaba muy
presta a llorar ya que la dicha plena le fue negada por mucho tiempo. Y en ese
aspecto Sofía, no iba a dar más motivos para que su compañera, amiga y colega,
siguiese derramando más lágrimas. Además, que ella podía comprender bien su
dolor porque le tocó vivirlo por partida doble una por la pérdida de su esposo
y la otra con la huida de Florencia. Así que sabía del dolor y comprendía mejor
que nadie el sentir de Mariela.
Las
cuatro chicas tras salir de la doble habitación, tomaron de inmediato el
ascensor marcando el tablero el 1 piso. Minutos después estaban dejando sus
llaves con la recepcionista, a quién le solicitaron que pidiera un taxi
ejecutivo que las llevará a una discoteca o bar, porque ambas Arquitectas había
decido no conducir y beber un coital.
Tras
otros minutos de espera, llegó un taxi (uber) que las llevó al centro de la
ciudad a una de las mejores discotecas que tenía la ciudad. Luego, de ponerse
de acuerdo con el conductor de que pasara a recogerlas a eso de las 4. Bajaron
del coche y caminaron directo al edificio de dos pisos de vidrio ahumado e
iluminado exorbitantemente con luces de led y neón que invitaban a descubrir un antro de vida y cuerpos danzando
al ritmo del amor o del placer.
Las
cuatro compraron su ticket y los entregaron a los respectivos guardias en la
entrada. Momentos después se abrían paso entre los tumultos de personas que
estaban apostadas en esa primera plata que era un pub.
─
¡Uf! Esto está abarrotado ─ señaló Mariela. ─ ¿les parece que vayamos arriba y
ver de qué se trata?
─
De acuerdo ─ respondió Sofía ─ ¿te parece cariño?
─
Sí ─ dijo Florencia.
─
Ustedes deciden ahora ─ repuso Carla al ser consultada por su pareja. ─ Aunque
seamos locales, ustedes tienen la última palabra. Son ustedes quienes nos
complacerán y nos darán lo mejor ¿no es así?
─
Punto a tu favor ─ contestó Sofía. ─ nosotras esta noche estamos al mando,
mañana serán ustedes ¿les parece justo?
─
Muy justo ─ respondió ahora Florencia.
─
¡Ya lo dije! ─ acotó Carla muy asumida por lo demás.
─
Bien ─ dijo Mariela.
Y
las condujo hasta las escaleras de caracol que las llevaría a la segunda
planta. Lo que si les extrañó fue que nadie bajaba por esas escaleras. Cosa que
más tarde sería respondida.
Al
llegar al lugar se encontraron que todo el sitio era mucho más amplio que la
parte baja. Estaba compuesto con tres pistas y en el medio de las tres, se
encontraba una isla con cuatro pilares
en forma de cascada de agua, una tarima en forma de bloque de hielo y que se
tornaba de llamativos colores según la música que empleaban en el momento. Todo
el material del Dj estaba escondido en esos bloques que no dejaban ver nada más
que sus manos desplazarse de un lugar a otro. Y debajo de los pies del mismo,
salía una cortina de humo blanco en forma ascendente, dándole al lugar una
verdadera isla en medio de las pistas que tenían la particularidad de tocar
tres temas distintos en cada una de ellas. En una sonaban ritmos electrónicos,
la segunda, Salsa y la tercera, reggaetón. Una proeza del Dj.
─
Nada mal. Hablando arquitectónicamente ─ señaló Sofía
─
¡Por Dios! En Santiago hay mejores y más elaborados ─ refutó en el acto
Mariela, una capitalina de tomo y lomo.
─
Ustedes que son tan capitalinos no pueden reconocer que en regiones también
tenemos lo nuestro y muchas veces es mejor que lo de Santiago y que sea dicho
de paso, Santiago City no es Chile ─ reprendió sarcásticamente Carla a su
novia.
─
Te recuerdo mi cielo que tú ya no vives
aquí. ─ soltó con pica Mariela. ─ Además tu hogar y tu familia está en Santiago
city, como dices.
─
¡Ya no discutan por pequeñeces! ─ convino Sofía enfriando a ambas y bajando el
perfil de la discusión. ─ solo vinimos a divertirnos y eso es lo que cuenta.
¿No es así?
─
Toda la razón, amor ─ secundó Florencia que junto a su novia se apartaron de
las demás y se fueron a disfrutar del baile y la música.
─
¡Deja que te lleve! ─ suplicó Sofía. ─ concédeme ese honor de guiarte todo el
baile.
─
De acuerdo ─ aceptó Florencia.
La
pareja escogió la pista de Salsa y siendo la Arquitecta, quién dio los primeros
pasos para enseñarle a su pareja y luego, tomándola de la cintura, fue marcando el ritmo y guiando a su novia en la
pista.
Estuvieron
casi tres horas bailando sin parar y decidieron hacer un alto tras el largo
baile y fueron en busca de unas sillas que estaban en toda la orilla del lugar
para permitir el descanso. Antes solicitaron unos tragos para calmar la sed y
estaban reposando entre besos cuando fueron interrumpidas por unas palabras de
una mujer.
─
Es una lástima que tu acompañante solo te haga perder el esplendor que emanas
en todo el lugar ─ mencionó una sensual
voz de mujer a espaldas de la joven pareja. ─ Realmente has opacado a todas
mientras bailabas.
Solo
al finalizar lo esgrimo por la voz desconocida, hizo que Sofía fue la primera
en voltear seguida de su pareja y ambas se toparon con la dueña de aquella voz
cargada de sensualidad. Y es que la voz correspondía a una rubia escultural, de
una piel muy bronceada, llena de curvas por donde le mirases, un cuerpo muy
tonificado que se notaba a leguas las horas invertidas en un gym. Enfundada en
unos jeans negros, una blusa de seda blanca con un escote bien abierto para el que
desease mirar y unos zapatos de taco alto que la hacían ver más alta de lo que
ya era de por sí(manías de la dotas en altura de hacerse ver más aún) Además de
poseer la mirada más pícara y provocadora que la Arquitecta hubiese visto antes
y acompañada de una sonrisa radiante, de una dentadura bien trabajada por los
especialistas y a eso, añádele su estampa rodeada de un aura desafiante y
arrollador que dejaba entrever que no se detenía ante nada por obtener su
objetivo en cualquier plano. Una mujer con un sello de triunfadora, pero…
─
¡Perdón! ─ exclamó Sofía, indicando claramente una aclaración al comentario
emitido por la rubia.
─
¿Cuál es el motivo del perdón? ─ repuso en forma calculadora la rubia y a la
vez, probando a la dueña de su atención.
─
Quiero saber ¿A quién te refieres con ese comentario? ─ preguntó sin rodeos
Sofía, posando la mirada en esos ojos avellana. ─ ¿Acaso es a nosotras? Tal vez
interpreté mal.
─
No has interpretado mal mis palabras porque obviamente me refiero a ti ─ señaló
la rubia.
─
¡Ya veo! ─ dijo Sofía─ ¿Y por qué del comentario?
─
Es muy obvio, eres una mujer estupenda, regia y elegante ─ señaló la susodicha.
─ Eres mucha mujer para esa acompañante tuya, que lo único que hace es restarte
brillo y mal gastar tu tiempo al tener que rebajarte a enseñarle a bailar,
estar guiándola en cada paso. Se nota que es una novata para todo y lo que tú
necesitas es estar con alguien a tu altura. Una verdadera mujer.
Gradualmente
aquellos ojos azules de la Arquitecta Almagro se fueron empequeñeciendo ante el
tenor de las palabras despectiva con las que se refería aquella mujer que
presumía de ser un monumento hecho mujer y tener tan alto concepto de sí misma
de ver a los demás por sobre la altura de su hombro. Sin embargo, se las mordió
por completo y salió a relucir una particularidad que poseía que era la
educación y a pesar de tan desagradable encuentro, quiso indagar unas cuantas
cosas más.
─
Y tú… ¿Quién eres y de dónde eres? ─
preguntó de frentón Sofía, poniendo su mejor rostro, mejor dicho una sonrisa
apropiada a la situación. ─ No tengo el gusto de saber con quién hablo.
En
lo que la Arquitecta interpelaba a la rubia en cuestión, llegaban la pareja de
Mariela y Carla, quienes alcanzaron a oír parte de la conversación. Una mano
con la palma abierta en dirección hacia la pareja, les hiso entender que no
interviniesen en ello. Gesto que no fue percibido por aquella rubia.
─
Me llamo Isidora Mackterson, vivo en Santiago, soy empresaria de gastronomía y tengo una cadena de restaurant de
comida y repostería alemana. ─ mencionó y detalló su presentación la rubia. ─
Soy divorciada hace ocho años y digamos que la causa fue incompatibilidad con
mi ex.
─
¡Interesante! ─ repuso Sofía, tomando una postura jovial y educada. ─ ¿Y qué
haces en un lugar como éste? Digo, a una ciudad tan pequeña como ésta.
─
Estoy abriendo un local en este pueblito ─ respondió la tal Isidora. ─ Veré
como va. El turismo es el fuerte de esta zona y espero recuperar pronto mi
inversión.
─
¿Y de qué parte de Santiago eres? ─ prosiguió indagando la Arquitecta Almagro.
─ No recuerdo haberte visto en alguna reunión social a los que acostumbro ir.
Esto
último dicho por la Arquitecta, vino a encender las luces de advertencia a la
presuntuosa rubia Mackterson. Puesto que el matiz en el timbre de la voz, le
indicó una seriedad letal, lo que vino a incomodar un poco Isidora.
─
Vitacura ─ respondió un poco dudosa Isidora y en cosa de un segundo, recuperó
su confianza. ─ Y supongo que tú eres de Santiago o me ¿Equivoco?
─
¡Ya veo! ─ puntualizó Sofía y siendo más inquisitiva que nunca. ─ Como dije y
vuelvo a reiterar. No recuerdo haberte visto en reuniones sociales, lo que me
hace una idea de que llevas muy poco tiempo en Santiago o recién estás
comenzando amasar tu fortuna o riqueza; digo esto para que no suene tan
impropio o indigno de ti; para que no me figure tu rostro o nombre ya que en mi
círculo social nos conocemos todos.
Una
primera advertencia fue dada…
─
Poco tiempo Santiago ya que nací en La Serena y viví mucho tiempo en el
extranjero ─ afirmó Isidora. ─ Vivo básicamente de los años después de mi
divorcio. Ya he respondido a tus preguntas pero no digo lo mismo de ti.
─
¿Qué deseas saber? ─ inquirió la Arquitecta acompañándola con una sonrisa
perfecta, que le erizó en un santiamén los bellos de los brazos a Mariela.
─
Si eres de Santiago o no ─ repuso Isidora y posando su mirada desdeñosa sobre
la joven Villar, añadió. ─ Y saber que hace una mujer estupenda como tú con una
niñata como esa.
─
¡Repíteme eso último! ─ instó Sofía, sosteniendo aún su sonrisa que se veía más
perfectamente…
Segunda
advertencia y solo Mariela, comprendía la magnitud de esa sonrisa…
─
Que eres una mujer estupenda ─ respondió Isidora alabando la belleza y porte de
la Arquitecta y bajándole el perfil a su acompañante.
─
¡Lo otro! ─ Ya exigió Sofía tomando una postura muy conocida para su colega.
La
rubia ya comenzaba a perder un poquito la paciencia de no entender como un
tremendo portento de mujer estuviese acompañada de una infanta en pañales.
─
Veo que te refieres a lo que dije sobre ésa ─ dijo desdeñosamente Isidora con
fastidio y un marcado desprecio.
Esa
término despectivo no solo sentó fatal a Sofía sino que desagradó hasta la
médula más intima de Carla e iba a encarar a esa tipa, cuando un fuerte apretón
en su mano; enlazada con su novia; la instó a detenerse. Alzando un poco la
mirada se topó con aquellos ojos verdes y un movimiento de cabeza en forma
negativa, le indicaron que no interviniese.
Hizo
muy bien Mariela de impedir que su novia interviniese en un asunto y derecho
que solo le concernía la Arquitecta Almagro, porque sabía de sobra el
significado de esa sonrisa en su amiga y la respuesta no se hizo espera.
─
¿Ésa? ─ preguntó con dientes apretados Sofía.
Tercera
advertencia…
─
¿Por qué la sorpresa a que me refiera a tu acompañante como esa? ─ Contra
preguntó Isidora. ─ ¡Si mírala! Es una niña, una infanta que no sabe nada de
cómo tratar a una mujer como tú. Se nota que no es tu tipo, de tu clase o
posición social ¿Qué podría darte o enseñarte? Mejor dicho ¿puede hacerte feliz
una muchachita como esa? Te mereces una mujer a tu altura y digo mujer, a la
que puedas presentar a todos y no pasar vergüenzas con ella porque, tú me
disculparas pero se nota a leguas que no sabe nada de nada. Y como bien dicen
los pueblerinos de acá, es una campesina bonita pero con falta de cultura y
estampa. ¿Puedes culparme por decirle esa? Aun no es nadie, le falta madurar a
la chiquilla esta. ¡Discúlpame pero no te conviene! ─ Con ello finalizó el despectivo argumento
Isidora.
Como
dicen en jerga campesina…El difunto ya estaba muerto, sacramentado y sepultado.
No había más que hacer. Lo dicho estaba lapidado y solo hazte cargo de tus
dichos y sus consecuencias.
Uno…dos…
tres…y…
La
sonrisa perfecta se esfumó en el acto o mejor dicho se calló la careta, porque
en su lugar asomó otra que distaba mucho de la anterior.
─
¿Quién te ha dado el derecho de ofenderla de esa manera? ─ masculló
indignadísima Sofía.
─
¡¿Derecho?! ─ indagó sin remordimiento Isidora. ─ Ella misma con su presencia.
Las verdades duelen, pero es la realidad. Es una niña que nada puede ofrecerte
que no sean malos ratos y vergüenzas. ¿Es un pecado decir la verdad acaso?
─
¡Retráctate! ─ exigió Sofía sin dejar de verla.
─
¡Cómo se te ocurre que voy hacer una locura como esa! ─ refutó Isidora, tocando
su pecho con la mano en ademán exagerado. ─ ¿Rebajarme yo? ¿Ante ella?, ¡Por
favor! No me llega ni a los talones. Simplemente no lo hare, es más, sostengo
lo que dije y lo vuelvo afirmar. Esa chiquilla es una pobre diabla que nada
bueno te dará.
¡Splah!...Es
el sonido del elástico al cortarse y llegar a su punto final de elasticidad.
Sofía,
llegó a su punto de ruptura y no soportó que siguiesen ofendiendo a su mujer.
En lo que en dos pasos y ágilmente, cogió fuertemente el brazo de la rubia y se
lo pego en su espalda hasta el punto de hacerle doler muchísimo y pegada a su
oído la amenazó…
─
Te van a faltar días para lamentar tu error ─ murmuró con ira Sofía y aplicando
más fuerza en el brazo de la otra mujer. ─ Eres tú la que no le llegas a los
tobillos a mi novia. Tú no eres lo suficiente mujer para hacer feliz nadie por
eso no pudiste salvar tu matrimonio. Eres una mujerzuela arribista y promiscua,
que se ve con un poco de dinero y te crees mejor que otros. No tienes
educación, no eres para nada una dama distinguida sino una simple vulgar mujer
con ínfulas de grandeza y que hace alarde de unos cuantos centavitos.
¡Créeme!
Que ella es cien mil veces mejor que tú y no voy rebajarme en pedirte que
disculpes porque no someteré a mi mujer a semejante humillación, pero te
advierto que puedo hacer de tu vida un infierno si te vuelvo a ver u osas ofenderla
una vez más.
Toma
en cuenta mi advertencia porque voy a gastar todo el dinero que sea necesario y
las influencias que tengo para cerrar cada uno de tus restaurantes y dejarte en
la calle, sin un mísero peso, sin ningún respaldo o persona que te tienda la
mano. ─ fueron las palabras finales de Sofía antes de soltarle el brazo a la
rubia. ─ Y respondiendo a tus preguntas, soy de Santiago y mi nombre es Sofía
Almagro Subercaseaux. Nieta de uno de los mejores empresarios de este país. No
vayas a olvidarlo y por favor… ¡Hazte humo de nuestra presencia!...Nos das asco.
Una
estocada perfecta, con clase pero también con severidad e infundiendo un terror
a futuro…Aunque muchos no concuerden en que se pueda utilizar esa brutalidad,
pero en la vida todo suele suceder.
Isidora
no supo si era por el dolor en su brazo y hombro o quizás fue la humillación a la
que la sometieron pero una cosa si estaba consciente y era el apellido de la
joven. Uno que nunca olvidaría, puesto que seguiría arrastrando las
consecuencias de haber ofendido a la novia de una las mujeres más importantes
en la banca y mundo de la construcción.
En
eso se oyó…
─
¿Qué esperas para largarte? ─ fue el turno de Mariela para hablar. ─ No eres
bienvenida aquí. O ¿deseas que sume más carga a la advertencia de mi amiga y te
dé tu merecido?
─
¡No serías capaz! ─ siseó la rubia, sobando su hombro e importándole poco lo
que esta otra mujer dijese.
No
tuvo tiempo en decir nada más, cuando una mano se incrustó con su rostro e hizo
girar su cabeza noventa grados del solo sopetón que le propinaron.
─
Ella no, pero yo sí ─ masculló una iracunda Carla, que no se aguantó las ganas
de darle su merecido a la rubia. ─ Eso fue por atreverte a ofender a mi mejor
amiga y esto (recortó el brazo hacia atrás y un certero gancho corto se
estrelló con la mejilla de Mackterson) va por mí, por tratarnos de pueblerinos.
Ahora puedes ver que yo si estoy a tu altura, puedo lidiar con basuras como tú.
Isidora
no solo recibió ese certero combo (dicho chileno) sino que se trastabilló por
la fuerza del golpe e iba derecho a chocar con una de las Arquitectas, pero
ésta se hizo a un lado y terminó por caer a los pies de quién menos hubiese
querido. Y unos ojos negros la observaban desde su posición por algunos
segundos, y sin una gota de resentimiento en sus ojos, tendió una mano en
dirección de la rubia para ayudarla a levantarse. No obstante, su mano fue
retirada en el acto tanto por Sofía como Mariela al mismo tiempo, que no
permitieron que llegase a ser agredida por aquella mujer.
─
Esta mujer no vale la pena que gastes tu amabilidad después de haberte
ofendido, Flo ─ señaló Mariela. ─ Las de su tipo jamás aceptaran tu ayuda y tú
eres muy valiosa a diferencia de ésta mujercita.
La
joven Villar iba justo a decir algo, cuando llegaron dos hombres de seguridad
del local que fueron avisados por otros clientes del altercado que estaba
sucediendo en la segunda planta.
─
¿Qué está sucediendo aquí? ─ preguntó uno de ellos al contemplar a la rubia en el piso. ─ saben muy bien que
no se permiten las peleas en este lugar. Cualquier problema que tengan entre
ustedes lo arreglan afuera.
─
¿Estaí (modismo propio del país) bien? ─
inquirió el otro guardia tocando el
hombro de la rubia y extendiendo su mano para ayudarla a levantarse.
─
Si y quita tus sucias manos ─ masculló furiosa Isidora, dando un manotazo. ─
Primero aprende hablar bien y tampoco te
he dado la confianza para tutearme. ¡Confianzudo el roto!
─
¡Allá! Con que esas tenemos. Estaba siendo amable nada más ─ mencionó el
agredido. ─ Si no querís ayuda, allá tú, pero te me salís cascando de aquí. Y
el local se reserva la entrada a tipas como tú. Asustai a la clientela y el
dueño no le gusta eso.
─
¡Ya oíste a mi compañero! ─ adujo el otro y dirigiéndose a las demás. ─ ¿Y
ustedes se van a comportar o las tengo que sacar para fuera también?
─
Nosotras nos sabemos comportar y fue culpa de esta mujer todo el incidente ─
explicó Carla, adelantándose a las demás porque deseaba que sacasen solamente a
la tipeja esa. ─ No te preocupes, que nos mantendremos al margen de cualquier
lío siempre y cuando saquen a esta señora.
─
¡Ah bueno! Siendo así, nos llevamos a la
revoltosa ─ indicó el joven que fue agredido. ─ ¡andando lindura! Que no tengo
toda la noche para perderla con vo…
─
Se dice usted o contigo, roto mal educado. ─ corrigió Isidora, poniéndose de
pie por sus propios medios.
─
Sí lo que digai ─ soltó ya con fastidio el guardia y tomándola del brazo la
condujo hacia el primer piso.
─
No me toques roto ─ advirtió Isidora. ─ voy a quejarme con tu jefe.
─
¡Ya! Otro día ─ masculló el guardia. ─ Andando no más que me duele la guata de
solo verte.
Entre
protestas y amenazas se fueron los tres. Dejando a las cuatro chicas perplejas
ante la conducta de la rubia y el vocabulario del empleado.
─
¡Qué espectáculo! ─ dijo Sofía, aún con rastros de fastidio, tocando su frente.
─ Lamento todo esto chicas.
─
No te disculpes por ello, Sofí ─ refutó Mariela, viendo como todos regresaron a
bailar y se fueron enfriando las cosas. ─ Ella se lo buscó solita y si le tocó
un flaite (modismo de roto) que mala suerte por ella. Además, que fue mi
Mohamed Ali Ramos, quién realmente la puso en su lugar ¿no es así mi vida? ¡Qué
gancho izquierdo te gastas!
─
¡Sopric! ─ reprendió risueña Carla. ─ Nadie sabe lo que puedo llegar hacer por
los míos.
─
¡Uf! Ni lo digas ─ acotó Mariela. ─ me hago a una idea ahorita. No hare nada
que te haga enojar te lo aseguro.
─
Tienes muchas agallas, Carla ─ repuso Sofía, abrazando a su pareja. ─
Terminaste haciendo lo que yo deseaba hacer pero no hice por educación. Gracias
por darle su merecido.
─
Descuida, Sofía ─ puntualizó Carla viendo a su mejor amiga. ─ Ella no se
merecía que la humillasen de ese modo y ¡Créeme! Me dio un gusto tan enorme de
darle ese puñete, que volvería hacer las veces que fuesen necesarias.
─
Carlanga ─ murmuró la susodicha del meollo, pero que no se había pronunciado en
absoluto sobre todo lo sucedido. ─ No hace falta que ensucies tus manos por
personas como ella. Por mucho que nos ofendan o digan las barbaridades más
grandes, no valen un minúsculo de segundo de tu tiempo en tomarte la molestia
de rebatirles. Nada ganarás tan solo más ofensas y hacerte sentir mal a ti
misma por haberle agredido. Como dicen mis padres, a palabras infectadas oídos
penisilinicos. De todos modos, gracias.
Las
tres mujeres quedaron viendo a la joven Villar tras oírle hablar y les costaba
trabajo asimilar que esa sabiduría proviniese de alguien tan joven e ingenua.
Sin duda que la chica no era de este mundo tan frívolo. Una especie única.
─
¡Ay Flopy! Verdaderamente eres muy fuera de este mundo ─ mencionó Carla,
rascando su barbilla. ─ No todos comulgan con tu forma de ser o actuar. Habrán
muchos que solucionan sus cosas de otro modo y es muy válido porque hay
personas que no entienden con buenas palabras y también es de sabios, saber que
el que te ama te disciplinara aún con una varilla para que corrijas el rumbo. Y
no lo digo yo, sino que está escrito. Además que, disfrute darle a esa tipa un
poco de su propio chocolate ¿no se vanagloriaba de estar a la altura? ¡Bueno!
Yo si lo estuve puse en su lugar a semejante brabucona. ¿No es así?
─
Efectivamente ─ concordó y apoyó de inmediato Sofía. ─ Carla, no ha faltado a
la ley universal, corrigió a miss simpatía.
─
Jajaja ─ se regocijó Mariela y aplaudiendo. ─ No podría haberlo dicho mejor.
Las alabo a las dos. ¡Magistrales!
─
Pero ─ balbuceó Florencia e intentó protestar pero fue interrumpida de
inmediato por…
─
Nada de, peros, Cariño ─ instó Sofía. ─ la ley es justa…Se te hizo justicia por
la ofensa recibida y no paso a mayores porque las tres nos contuvimos mucho
para no llevarlo a otra instancia. No permitiré que nadie te falte más el
respeto.
─
Chicas no sigamos dándole más vueltas a este asunto y disfrutemos lo que nos
queda ya que son las 3:45 de la noche para continuar amargándonos con todo lo
sucedido. ─ hizo hincapié Mariela viendo su reloj y luego, viendo a Florencia,
añadió. ─ Un consejo, haz solo lo que desees hacer según tus valores, pero deja
que los demás hagan lo que crean correcto para ti. Es su derecho de protegerte
y ello, te demuestra cuánto vales para cada uno de ellos. No reprimas el amor
que se te ofrece gratuitamente Flo. No desprecies el cariño de otros.
Ninguna
de las otras dos, objetó nada como tampoco agregaron nada más porque todo el
resto sobraba.
─
Lo tendré muy presente. ─ asumió la joven Villar. ─ Gracias por tus palabras.
─
Para servirte, Flo ─ respondió Mariela. ─ ¡Vamos a bailar un poco más! Antes
que salga el sol y tengamos que ir a
casa de sus padres. Ustedes saben…La puntualidad y la educación ante todo.
─
¡Por favor! ─ rebatió consternada Sofía. ─ Puedes olvidarte de eso por un
momento. ¡Mira! Que no vas a quedar mal con nadie. Tú ya conoces a tus suegros
en cambio yo, no. Estoy en más desventaja que tú.
─
¿Qué? ─ chilló Carla al oír lo dicho por la Arquitecta Almagro. ─ ¿conoces a
mis padres?, ¿cuándo?, ¿Cómo?
─
¡Stop! ─ señaló concisa Mariela ante el ataque de preguntas. ─ De a una por
favor. Sí los conozco. Segundo, tuve que hacerlo cuando decidiste venirte a
Coihaique. Tercero, saben mis intenciones con respecto a ti y por último
también conocí a tu yayo. Solo me faltan tus hermanas.
─
¡Ah! ─ exclamó más calmada Carla.
─
¿Eso es todo lo que tienes que decir? ─ preguntó Mariela, pasmada.
─
Sí ─ fue la escueta respuesta de Carla y jalando del brazo a su novia. ─
¡Bailemos mejor!
─
Ok ─ dijo Mariela y se dejo arrastrar a la pista.
Por
su parte, Sofía, sonreía con la forma de interactuar que ellas tenían y de
pronto posó sus ojos en su novia. Levantó su mentón y viéndola a los ojos,
agregó.
─
Sé que no te gusta arreglar las cosas por la violencia y las amenazas. ─
refirió Sofía. ─ Pero era el único modo de parar que ella te ofendiera. Me
dolió hasta el infinito como te humillaba de ese modo sin conocerte siquiera.
Tú no merecías eso. Jamás lo permitiré. En la vida debemos hacer un alto
queramos o no, de lo contrario nos arrastraran hasta la misma ruina y ellos,
seguirán tan felices como siempre sin importarle lo que sus víctimas sientan o
vivan después de haber sido vulnerados en su paz y bienestar. No consentiré que
otra persona te rebaje de ninguna forma.
─
¡Está bien, mi vida! ─ asumió y acordó Flo, siendo ella que devolvió el gesto
de acariciar la mejilla de su novia. ─ no te impediré hacer lo que debas hacer.
Solo no expongas en salir lastimada ¿Quieres?
─
¡Trato hecho! ─ aceptó más que feliz Sofía y cogiendo la mano de su pareja, la
llevo directo a la pista. ─ Como dijo Mar, aún la noche es joven para disfrutar
y olvidarnos de todo lo que sucedió. Además, que mañana nos espera un día muy
especial ¿No es así cariño?
─
Sí ─ respondió Florencia.
─
Te amo mi hermosa señorita Villar ─ susurró Sofía antes de reclamar los labios
de su novia y acallarla para disfrutar solo de sus caricias.
En
la pista de baile, cuatro mujeres de olvidaron de todo. En especial aquella que
decidió darlo todo con tal de quedarse junto a la mujer que le devolvió la
esperanza, la dicha y el amor. Esa mujer que la salvo de tanto dolor.
Una
mujer que se daba la oportunidad de volver a ser feliz junto a una mujer que le
entregó todo e hizo conocer que la vida nunca nada es lo que parece porque el
amor no se viste según los prejuicios sino es simplemente amo y señor de los
corazones.
4 comentarios:
Que bello! Me encantan tus novelas, tu forma de escribir, expresarte sobre tantas cosas, es simplemente hermoso.
Valió la pena esperar la nueva entrega de esta historia, me encanta y muchas gracias por el tiempo dedicado.
De antemano ¡Feliz Navidad y Año nuevo!
Holiii de nuevo amiga, como siempre es un placer leer y maravillarme con tus escritos es emocionante. Me ha encantado este nuevo capitulo un millón de gracias igual no te olvides de tu publico vale la pena esperar. Un gran abrazo espero estés muy bien...
Tiempo sin pasar por aquí y me encuentro un capítulo nuevo-genial-Solo puedo decir antemano Feliz Año Nuevo y como siempre un grandioso capítulo,vale la pena la larga espera.Bien al pendiente del próximo.Saludos y que estés bien.
Tiempo sin pasar por aquí y me encuentro un capítulo nuevo-genial-Solo puedo decir antemano Feliz Año Nuevo y como siempre un grandioso capítulo,vale la pena la larga espera.Bien al pendiente del próximo.Saludos y que estés bien.
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