mujer y ave

mujer y ave

domingo, 21 de febrero de 2021

Inicios (Polos opuestos)

 

Capítulo 14

Inicios

 

Es un día que comenzó bastante lento en términos laborales y también personales. No obstante, el transcurso de la rutina fue completamente diferente y totalmente opuesto al diario vivir. Se podría decir en palabras, hubo casi un silencio sepulcral en todo el lugar. No daba la impresión de haber personas, clientes o huéspedes, menos personal. Demasiado silencio para un lugar, que si bien es de descanso como todo resort, es un espacio físico con mucho tránsito de personas, pero no en esta ocasión.

La finalización del turno o día, fue totalmente diferente para dos jóvenes que no pensaron o supusieron que serían visitadas por dos mujeres muy especiales para ellas. Realmente la vida te da sorpresas y sorpresas le das a la vida.

Una estaba a las puertas de un viaje imprevisto y la otra, se halló en casa con su sorpresa de carne y huesos. La consternación estaba en camino de mostrar la falta de previsión de ambas chicas al jugar con fuego y estar en medio de ello.

Laura estaba que hervía en ideas poco brillantes o acertadas para salir escapando de un vehículo en movimiento.

Por su parte Tania, no conseguía siquiera hilvanar un pensamiento claro para actuar porque la sorpresa en sí, era mayúscula.

Muchos hablan que ser joven es la mejor y más linda etapa de aventuras, formaciones, valentías y osadías. Pero a veces o en ocasiones no tiene mucho que ver con lo que está sintiendo un/una adolecente. Hay resolución y determinación sí, pero también hay momentos en que hay temor, por lo que generan ciertas situaciones y los riesgos difieren mucho de lo que es aceptar responsabilidades cuando se hay una vida por delante para ponerse serios o adultos.

Y estas dos chicas tampoco eran la excepción a esta disyuntiva de la vida e intentaban dilucidar el enigma que estaba frente a sus narices.

Dos escenarios, dos chicas y dos situaciones muy similares con un mismo denominador común…Una dominatriz.

Decir que la sorpresa estaba pinta en el rostro de la trigueña, era trillado porque era mucho más que eso. Estaba clavada al piso y ni siquiera podía dar un mísero paso para desentumecerse y menos pensar hablar porque nada le salía de esa boca suya. ¡Muda! Era el término correcto.

Habrían sido unos cinco, quizás 10 minutos envueltos en un silencio incómodo y grosero por decirlo con todas sus letras.

Por su parte, aquella visitante estaba cómodamente evaluando el escenario que tenía frente a ella y le resultaba casi chistoso que pudiera dejar sin habla a la chiquilla más confrontacional que le había tocado conocer.

Contemplaba sus facciones y esos ojos negros que estaban impactados o en shock. Estaba segura que la iba a sorprender pero a ese nivel, jamás lo espero. Resultaba incitante por decirlo así.

Después de esos largos y agobiantes minutos en que no había indicio alguno de conseguir una acción de parte de la muchacha. Decidió que era hora de jugar las fichas de una vez por todas.

─ Jamás imagine que te dejaría tan conmocionada ─ habló Mirelles. ─ De saberlo, hubiera preparado un mejor escenario.

Esa fue la tecla precisa para sacar del estado de estupefacción a la joven Briceño al escuchar las palabras de su jefa. La reacción no se hizo esperar.

─ Note confundas ─ replicó Tania que entró definitivamente a la sala de estar y cerró la puerta detrás de ella con suavidad para no alertar a su hermano. ─ Te pregunté qué hacías acá.

─ Te concedo el punto ─ aceptó Mirelles colándose de pie y acercándose a la muchacha. ─ Pero no negarás que después perdiste el valor o la libertad de acción que suele caracterizarte.

─ Digamos que me sorprendió verte en mi casa cuando no te vi en todo el día ─ justificó Tania  pasando al frente de la otra mujer  y asomarse por uno de los ventanales, observando hacia afuera.

─ ¿Me extrañaste? ─ preguntó Alexandra observando a la muchacha .

─ Te gustaría que dijera que sí ¿No? ─ repuso Tania volteando a verla. ─ Solo diré  que fue raro no verte en la oficina.

─ Insisto ─ dijo Mirelles que se acercó a la muchacha hasta apegarse a ella y levantó su mentón. ─ ¿Me extrañaste?

─ Un poco ─ respondió Tania sin ceder totalmente y sin amedrentarse al verla fijo a los ojos.

─ ¿Solo un poco? ─ indagó Alexandra observando aquellos ojos negros en su profundidad.

─ ¡Um! ─ exclamó Tania. ─ sí.

─ ¡Mentirosa! ─ acusó Mirelles acercando más su rostro al de la chica. ─ Puedo verlo en tus ojos.

─ Si lo sabes. ─ desafió Tania. ─ Entonces porqué preguntas.

─ Porque me gusta constatarlo en persona y de primera mano ─ aclaró Alexandra casi rosando sus labios con la joven.

─ Entonces yo insisto ¿por qué estás aquí? ─ cuestionó Tania devolviendo el gesto de su contra parte.

─ Le recuerdo a tu linda cabecita que venía por ti ─ susurró Alexandra antes de apoderarse de los labios de Tania. ─ y es lo que haré ahora mismo.

Dicho esto último, uno hubo más palabras entre ellas y solo sus labios devorarse entre sí. Que decir de las manos que deambulaban en la blusa de la más joven y ésta que tiraba de los cortos cabellos de la mayor. Una guerra de dominio al parecer.

Si no fuese por unos pasos que sintieron acercarse, hubiesen escalado mucho más allá de la prudencia y el control hubiese quedado olvidado en una repisa o en el sofá junto con prendas de vestir.

─ ¡Ven conmigo! ─ demandó Mirelles rompiendo el abrazo o la pasión que estaba prendiéndose entre las dos.

─ Dame un momento ─ contestó Tania, bajando su blusa. ─ Iré hablar con mi hermano.

Después de echar un vistazo sobre sí misma en su aspecto, abrió la puerta y se topó con su hermano. Dirigieron sus pasos más al interior de la casa para mantener una conversación más privada.

Al cabo de unos momentos, la joven Briceño regreso nuevamente y tiró de una de las manos de Mirelles para arrastrarla hacia la puerta principal.

─ ¿Qué dijo tu hermano? ─ preguntó Alexandra.

─ Le avise que saldría unas horas y que le dijese a mamá que estaría cerca ─ comunicó Tania antes de cerrar la puerta del jardín. ─Pero me gustaría saber dónde vamos.

─ A mi casa ─ respondió al hilo Alexandra pasando un casco a la joven. ─ Acabas de afirmar que estaremos cerca y no podemos alejarnos de la ciudad o Lucia, hará pedazos de mi persona.

─ ¿Tanto le temes a mamá? ─ preguntó Tania.

─ No lo hago ─ respondió seria Mirelles. ─ Pero sé que es madre y estoy consciente cuán fiera se ponen cuando se trata de sus cachorros.

─ ¡Vaya qué opinión tienes! ─ señaló Tania tomando colocándose el casco y antes de bajar la visera, añadió─ De cualquier forma no exageras, las madres son así.

─ Luego hablaremos de madres ─ dijo Alexandra colocándose el casco igualmente. ─ Otra cosa nos convoca más relevante ¿o te parece?

─ ¡Pervertida! ─ protestó Tania risueña.

─ Lo bien que te gusta que lo sea ─ refutó suelta de cuerpo Mirelles.

─ Tampoco lo voy a negar─ respondió Tania dejando caer sus manos sobre la cintura de su jefa.

─ ¡Cuidado! ─ clamó Alexandra. ─ No seas traviesa eso sí. Recuerda que debo conducir.

─ No lo hago ─ refutó Tania con malicia. ─ Pero no soy culpable de lo que tengo por delante.

─ ¡Chiquilla descarada! ─ exclamó complacida Mirelles. ─ ¡Ya veremos en casa tu apropiado castigo!

─ ¡Aha! ─ murmuró con dientes apretados Tania y con una voz más rasposa que sabía que movería más que una molécula en la mujer mayor.

Precisamente es lo que ocurrió y un escalofrió recorrió la espalda de la jefa de finanzas que sintió esos espasmos por un buen rato. Tenía que darle crédito a la muchacha, tenía armas que la descolocaban más veces de las que deseaba reconocer sinceramente consigo misma.

Fue así que Alexandra Mirelles no devolvió el comentario, pero en sud efecto…Gruñó. Y decidió arrancar del lugar con las hormonas revolucionadas más de lo que deseaba permitirse.

Y eso causó una gran complacencia en la joven Briceño, que se relamió los labios en victoria por ese gruñido que no se consiguió ser controlado.

No les tomó mucho tiempo en llegar al domicilio de Mirelles. Más precisamente  15 minutos entre dos paradas que hicieron por alimentos y algunas cosillas que necesitarían en su privacidad.

Una vez en casa, aparcó la motocicleta e invitó a la joven adentrarse en casa, una vez que saludaron a su amigo cuatro patas, que le hizo fiestas a la joven Briceño que se enamoró de inmediato de la mascota de su jefa.

Instalándola en la parte principal de su sala de estar. Mirelles se ocupó en guardar su moto y asegurar  puertas.

─ Veo que lo has conquistado al instante. ─ mencionó Alexandra que ingresaba y guardaba los cascos en su respectiva estantería.

─ Es hermoso y tan tierno que dudo que exista alguna persona que no lo haga ─ admitió Tania sentada en uno de los sitiales. ─ Por cierto es muy bella tu casa. Diríamos que te representa en todo.

─ ¿Estás tratando de ganar puntos conmigo? ─ preguntó divertida Alexandra que se acercó a la joven.

─ Puede ser ─ dijo Tania sin dar y tampoco quitar.

─ Ingeniosa ─ repuso Alex, que la tomó de la cintura y la acercó para tomar los labios de la chica sin piedad.

─ ¿Por? ─ indagó Tania una vez que la dejaron libre y poder recuperarse para tomar aliento.

─ Al jugar a la indecisa ─ indicó Mirelles. ─ no arriesgas pero tampoco pierdes lo que te interesa.

─ Tal vez…He aprendido de ti ─ señaló Tania viendo directo a los ojos de su dominante.

─ Desde que te vi supe que eras demasiado listilla ─ confesó Alexandra, volviendo acercarla a su cuerpo y subiendo una de sus manos por el torso de la chica , arrastrando sus dedos en el trayecto con detenciones para pellizcar la piel y ver su reacción.

─ ¿Te molesta aquello? ─ preguntó Tania mordiéndose los labios al sentir el tirón en sus senos y suprimiendo que un gemido escapara tan temprano.

─ No ─ respondió Mirelles con un cara de perversión. ─ Pero me complace por momentos en ver cómo luchas para ocultar actos que sabes que te delatan.

─ ¿Qué tiene eso que ver con lo supuestamente listilla  que dices que soy? ─ inquirió Tania que daba un respingo cuando asaltaron su otro seno y la reacción no pudo disfrazarla.

─ En algunas ocasiones es molesto ver como intentas adelantarte a mis acciones y eso sin duda que me desagrada. ─ explicó Alex tirando con alevosía ambos pechos de la chica hasta sacar una mejor respuesta de la muchacha. ─ Y eso responde tu pregunta.

─ ¡Um! ─ exclamó Tania aguantando lo que más podía que su cuerpo fuera tan evidente en respuestas hacia aquella mujer.

─ No luches ─ ordenó Alexandra acercando su boca hasta uno de ellos y mordió moderadamente aquella parte que le gustaba tratándose solo de ella. ─ Debes hacerlo placentero y no que se vuelva estresante.

─ Es fácil decirlo para ti ─ protestó Tania que estaba con escalofríos por toda su columna vertebral. ─ Eres la que tienes la experiencia. No me pidas que responda de otra manera.

─ Nunca entenderé por qué debes siempre querer tener la razón y el control de tu cuerpo, cuando obviamente no te responde en absoluto ─ recriminó Mirelles ocupándose de su gemelo y dándole el mismo tratamiento.

─ Será porque no asumo las cosas porque sí ─ contestó a duras penas Tania.

─ ¡Um! ─ exclamó Alexandra. ─ me pregunto si vas a dedicarte a conversar todo el rato o quieres disfrutarlo.

─ Depende ─ repuso Tania.

─ ¡De qué? ─ Preguntó Mirelles besando el cuello de la joven.

─ De ti─ respondió Briceño.

─ ¿Eso sería por? ─ insistió en preguntar Alexandra dando mordiscos en la base de ese cuello.

─ Del plano en que quieras ir ─ explicó Tania mordiéndose su propio labio. ─ si vas a jugar o me lanzaras al limbo  como siempre.

Bastó aquello para que Mirelles se despegue de ese cuello y fuera distanciándose hasta quedar frente al rostro de la joven y le viese con una cara un tanto descompuesta.

─ Si no hubieras querido hacerlo, no hubieses venido ─ rebatió Mirelles observando esos ojos negros.

─ No me dejaste mucho margen a decir que no ─ objetó Tania. Ladeando un poco su cabeza y siendo ella la que estudiase sus facciones.

─ ¿Cuál es tu queja realmente? ─ inquirió Alexandra separándose por completo de la joven y apoyando parte de su cuerpo en el borde de un sofá, cruzándose de brazos en su pecho.

─ Es tan propio de ti que te pongas a la defensiva cuando las cosas salen al revés de lo que esperabas. ─ indicó Tania siendo muy pero muy franca.

─ ¡A ver! ─ protestó al instante Mirelles.

─ Déjame terminar. ─ intervino de inmediato Tania.

Con un profundo suspiro, cedió Mirelles.

─ Continua entonces ─ espetó Alexandra. ─ y explica bien tu punto.

─ ¡Uf! ─ exclamó Tania rascando su frente a un principio de ansiedad y frustración. ─ Eres una mujer muy complicada Alex. Primero me buscas y cuando te enfrentó me mandas a dar calabazas al África. Luego pones una barrera de no pasar y cuando buscó terminar cualquier tipo de relación contigo, te enfadas y nuevamente caemos en la primera vueltecita entre ambas. ¿Y para qué? Para montarme un show de bajo calibre con tu amiguita de correrías y el colmo de tu arrogancia es que no aguantas que te dé de tu propia medicina y zanjas la cancha con ese slogan machista de juego de roles imponiéndome tu presencia y tus actos sin chistar.

Decir que la mandíbula de Mirelles estaba caída era decir poco, estaba totalmente desencajada por una dosis brutal de realidad.  Sin contemplaciones y sin anestesia alguna.

─ ¿Terminaste? ─ fue lo único en que atinó en decir Mirelles, aún con el estupor pintado en el rostro, pero más le valía el ego y el orgullo tonto.

─ No ─ respondió Tania. ─ Pero esa sería mi queja y responde a tu pregunta Alex.

─ Si yo soy una mujer complicada como dices tú, estabas más que advertida y no veo el motivo de tu reclamo a estas alturas del partido─ aclaró ella, rompiendo su postura defensiva. ─ Hay cierta razón en lo otro de que tenemos una tirante relación sado-laboral y creo que vamos a tener que separar las cosas entre las dos. Ahora y antes de que me refutes esto último. Soy quién tiene el problema aquí y la que tendrá que remediarlo. Es una de las razones por las que no mezclo el placer con los negocios, en este caso el trabajo.

─ ¿Qué propones? ─ indagó Tania sin perder de vista sus facciones, puesto que dicen mucho más que las palabras.

─ No me interrumpas. ─ reclamó Mirelles.

─ ¡Qué mandona! ─ se quejó Tania.

─ Lo soy ─ replicó Alexandra y se acercó nuevamente a la chica. ─ En todos los aspectos lo soy y tendrás que acostumbrarte a ello.

─ Podría ─ repuso Briceño.

─ ¿Podrías? ─ cuestionó tajante Alexandra. Levantando el mentón de la joven.

─ ¿Tú quieres? ─ contra preguntó Tania empleando una voz algo empalagosa.

─ Me gustaría que lo hicieras ─ afirmó en respuesta Alex acariciando la mejilla de la muchacha con uno de sus dedos.

─ ¡Está bien! ─ aceptó Tania entregándose a esa caricia. ─ Lo haré solo porque me lo pides.

─ Gracias ─ dijo Mirelles.

─ De nada ─ repuso Tania viendo esos ojos miel con ternura.

─ ¿Hacemos las paces? ─ preguntó Alexandra.

─ Estaba esperando a que lo dijeras ─ contestó muy pícara Tania robándole un beso de sopetón.

─ Realmente te gusta salirte con la tuya por lo visto ─ argumentó Mirelles esbozando una cálida sonrisa.

─ ¡Pero que bella sonrisa tienes Alex! ─ alabó Tania con sus ojos brillando de entusiasmo. ─ Deberías hacerlo más seguido. Es preciosa.

─ Tania ─ protestó Alexandra sintiendo que las mejillas adquirían un rubor que le incómodo en demasía.

─ No quiero que te molestes porque le acabo de decir, pero me ha encantado, tienes una sonrisa hermosa que cambia completamente tus facciones y te hace ver mucho más sexy ─ Defendió Tania en plena convicción de su punto. ─ Me gustaría que dejases verla muchas veces más ¿Por favor? Dime que sí.

─ ¡Um! Eres incorregible ─ mencionó Mirelles.

─ ¿Y? ─ insistió Tania.

─ ¡Tú ganas! ─ terminó cediendo Alexandra. ─ lo intentaré en lo posible, pero te advierto que no será en público.

─ No esperaba que lo hicieras ─ respondió Tania dándole un piquito en sus labios. ─ La quiero solo para mí por el momento.

─ ¡Mira que egoísta me saliste niña! ─ se quejó Mirelles encantada de esos besos que le estaban dando en recompensa y la atrajo más a ella para recibirlos de muy buena gana.

─ Solo contigo ─ contestó Tania dejándose abrazar más y más.

─ Es bueno saberlo ─ murmuró Alex acercándose ahora hasta el hueco de ese cuello moreno que le fascinaba desde la primera que lo vio. ─ ¡Sabes delicioso! Y hueles rico.

─ ¡Um! ─ ronroneó en éxtasis Tania dejando caer su cabeza hacia atrás y dando más acceso a su cuello. ─ ¡No te detengas!

─ No tengo pensado hacerlo─ susurró entre besos Mirelles y lamidas en la piel. ─ ¡Definitivamente es una delicia!

─ Alex ─ gruño Tania entre el placer y el dolor de sentir un mordisco en su cuello.

─ Dime ─ repuso ésta.

─ Me gusta ─ susurró Tania temblando de placer.

─ Lo sé ─ dijo Alexandra lamiendo nuevamente para volver a marcar la piel. ─ lo disfruto tanto como tú.

─ Me doy cuenta de que ─ apenas hablaba Tania entre el placer que estaba sintiendo. ─ te gusta…mucho.

Solo un par de gruñidos más es lo que se escuchó en esa sala hasta que de pronto Mirelles detuvo sus atenciones para colocarse de pie y arrastrar a la joven al interior de la casa.

─ ¿Dónde me llevas? ─ intentó preguntar Tania que sentía su cuerpo entre un ardor y frustración.

─ A un lugar más cómodo para las dos ─ respondió Mirelles guiándola por un pasillo.

─ Supongo que será tu dormitorio ¿No es así? ─ inquirió pícaramente Tania.

─ Si ya sabes la respuesta, para qué preguntas ─ recriminó suavemente Alexandra dándole una mirada mandona pero comprensiva a la vez.

─ Solo quería escuchártelo decir ─ dijo sin tapujo Briceño con una sonrisa descarada.

─ Insisto que eres una listilla de lo peor ─ amonestó Alexandra encogiéndose de hombros en aceptación.

─ Pero te gusta que lo sea ¿no es así? ─ expuso deliberadamente Tania que se mordió el labio a propósito frente a esa mirada felina de su amante.

─ ¡Diablos chiquilla astuta! ─refunfuño Mirelles que la tiro contra la pared y la devoró en un beso hambriento.

Ese beso no solo demostraba el hambre que se tenían ambas mujeres sino que tampoco tenía límites para otras partes de su cuerpo como las manos que se perdían entre los cabellos cortos y otras por el cuerpo de la más joven manoseando toda la piel a su paso, rasgando algunas prendas en el camino.

─ ¡Wow! ─ exclamó divertida Tania cuando después que le dieron un segundo de libertad por aire. ─ ¿alguien parece ansioso esta noche?

─ ¡Acaso lo dudas! ─ rebatió descaradamente Alexandra, quitándole el resto de la ropa del torso de la joven con un apremio mayor que en cualquier otra ocasión anterior. ─ Es lo que me provocas niñita.

─ Lo de niñita para otras ─ refutó Tania con una mirada muy intensa y acercando el rostro de la otra mujer. ─ Yo no lo soy cuando estoy entre tus brazos y menos cuando te hago sentir de ese modo o ¿Me lo vas a negar acaso?

─ No y no ─ respondió con una voz ardiente Mirelles que la consumía el deseo por la joven. ─ Contigo he mandado al carajo todas mis normas y la verdad, ya poco me importa y menos en este instante, solo quiero cogerte hasta al amanecer.

─ Y yo quiero dejarte que lo hagas ─ admitió sensualmente Tania mordiendo el labio inferior de la otra con alevosía. ─ tengo muchas ganas de hacerte mía hasta borrar todo en tu cabeza.

─ ¡Um! ─ exclamó con placer y dolor Alexandra que se estremeció no solo con el gesto sino con las palabras de aquella chiquilla que había puesto su mundo de cabezas. ─ voy darte tanto placer que jamás tengas que buscar en otra mujer lo yo solo puedo darte.

─ ¿Qué te detiene? ─ provocó con descaro Tania jalando nuevamente su labio inferior haciéndolo sangrar esta vez.

─ Serás mi muerte algún día ─ murmuró Alexandra cogiendo en brazos a la muchacha que se aferró con sus piernas en la espalda de la otra para no caerse.

─ No te daré esa satisfacción ─ refutó a dientes apretados mordiendo el cuello de la mujer de paso. ─ no cuando necesito de ti tanto que duele y me muero por probarte hasta el punto que enloqueceré si no lo hago pronto.

─ No habrá descanso esta noche Tania ─ advirtió Alexandra. ─ si quieres detenerte esta sería la única oportunidad que tendrás.

─ No la quiero ─ contestó la joven mordiendo la oreja sin compasión. ─ y tampoco espero descanso.

─ ¡Condenada chiquilla! ─ rugió Alexandra apretando sus ojos ante el dolor y el deseo que la estaba haciendo desvariar. ─ Voy a disfrutar castigándote por tu descaro.

─ ¡Hazlo! ─ provocó más Tania que continuaba jugando con su lengua en el interior de la oreja de Mirelles.

─ Sin lamentaciones después ─ bramó Mirelles que en dos zancadas llegó a su alcoba y no siendo muy delicada abrió la puerta y entró con la joven acuesta para lanzarla sobre su cama. ─ a partir de ahora, no quiero oírte hablar más ¿queda claro?

─ Sí ─ fue la tonta respuesta de Tania.

Al instante una palmada le fue dada en sus nalgas…

─ ¿En qué quedamos? ─ preguntó irritante Mirelles con ojos fulminantes.

Esta vez, la lección fue aprendida al instante y solo un movimiento afirmativo de cabeza fue la respuesta a la pregunta. Lo que provocó que una sonrisa socarrona se pintara en el rostro de la mujer mayor.

Se enderezó y caminó  hacia su comodín, dónde extrajo algunos objetos y nuevamente se acercó a la cama.  Tomo del brazo a la muchacha y la acercó a ella, levantó su mentón y dispuso un antifaz oscuro sobre sus ojos, pero que le tapaba la visión por completo. Luego, agarró sus dos manos y una cuerda fue pasada entre ellas para después tomar a la muchacha en brazos y llevarla al centro del lecho y pasar aquellas manos por sobre su cabeza y atarlas al travesaño del respaldar.

─ Buena chica ─ señaló Mirelles que observó a la joven mujer que buscaba instintivamente saber que estaba sucediendo a u alrededor. ─ ¡solo relájate! No pienses y menos estés ansiosa. Disfruta del placer que voy a darte.

Justo cuando iba abrir sus labios para responder, recordó la advertencia anterior y solamente  atino en asentir con su cabeza dentro de lo que se podía.

─ Esta noche voy a darte todo cuanto necesites y si te comportas bien puede que te deje hacerme algunas cosas que desees ─ mencionó pícaramente Alexandra pasando sus dedos por las piernas de la muchacha  hasta casi llegar a su entre pierna. ─ Es hora de comenzar tu adiestramiento.

Dicho esto, se inició una larga y placentera noche de enseñanza  entre otras cosas más solo gemidos saldrían de esa habitación que estarían ausentes de todo y en especial del sonido de un aparato celular que quedo olvidado en la sala de estar.

Esta noche no sería una más de tantas que transcurren en la vida sino que también iba a iniciar para otra joven muy al norte del país en una segunda parte de esta historia.  

 

1 comentario:

elisiem dijo...

genial, súper capítulo, nunca decepcionas en tu escritura tan envolvente, gracias por este nuevo capítulo, saludos y cuidate mucho.

Publicar un comentario

Una verdad del pasado

  Capítulo 24, atada por un testamento. —Amor — murmuró quedamente sopesando cada letra de esa palabra. Mientras que a la distancia era ...