mujer y ave

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lunes, 1 de septiembre de 2014

Las sombras que se aproximan y un pasado que retorna.


En Aras del pasado, capítulo 39.

La luz de un nuevo día, asoma por el cristal de la ventana del dormitorio de aquel departamento. Mientras que sus moradoras aún descansan abrazadas a sus cuerpos.

Los ojos grises de Sara, comienzan a abrirse paulatinamente, y al mover un poco su cuerpo, choca con el torso de su novia. Que por cierto, lleva mucho tiempo observándola.



¡Buenos días, tesoro! saludó Francis, que arrastra el cuerpo desnudo de Sara, a pegándolo totalmente al suyo ¿cómo has dormido amor?
¡Buenos días amor! Correspondió al saludo Sara y luego añadió para habernos quedado dormidas hace menos de dos horas. He dormido de maravilla y por cierto, es una delicia despertar contigo.
Mi vida comentó risueña Francis hazte a la idea, que no te vas a separar más de mi lado, ya te dije que a tu cuarto no vas regresar. Hablaré con mi madre, para que nos deje estar juntas en mi alcoba.
¡Francis! Exclamó Sara ¿será prudente qué hagamos aquello?, no quiero incomodar a tus padres con una situación como esa.
Descuida, tesoro mencionó Francis no haremos tal cosa, ya que estaremos pidiendo su consentimiento para estar juntas. Además, ¿serías capaz de privarme de tu compañía, de tus besos, tus caricias y negarme el placer de hacer el amor contigo?
Eres una descarada Francis  reprochó entre risas Sara jamás pasó por mi cabeza, que aquel día en el que nos conocimos. Esa jovencita con aspecto de tierno y a la vez dulce, escondía a una mujer muy apasionada y demandante. La que no tendría reparo alguno de llevarme  a su cama y convertirme en su prisionera.
¡Mi dulce, Sara! señaló Francis eres mi novia y no veo el problema que disfrutemos de nuestra relación en su plenitud, ya que contamos con la bendición de mis padres y en un tiempo no muy lejano, también con la de tus padres. Además, déjame decirte que tú eres mi mayor tentación y no me voy a privar de disfrutarte cada uno de mis días.
Tienes razón en ello, amor  contestó Sara, mientras le robaba un pequeño beso a su novia y se abrazaba a ese cuerpo, que la hacía estremecer cada noche con sus infinitas muestras de cariño me encanta estar en tus brazos, me hace sentir muy especial.
─ A mi también, tesoro agregó Francis soy muy afortunada de que hayas aceptado la invitación de mis padres, para el compromiso de Anabelle con Raniel. Ese día, se selló mi destino contigo.
─ Sabes, en un principio, estaba temerosa de venir confesó Sara pero, Nataniel, me convenció de que todo estaría bien y que mi presencia sería un hermoso regalo para Raniel.
─ Y sin duda lo fue, amor comentó ésta ya que el rostro de mi cuñadita, lo decía todo. También he de confesarte, que ese abrazo que se dieron, me estremeció demasiado, pues lo único que tenía en mente, era apartarte de su lado. Sé, que es egoísta y posesivo de mi parte, pero no deseo compartirte con nadie Sara.
¡Tontita! Nunca tendrás que compartirme con nadie en el plano sentimental mencionó Sara Sin embargo, tendrás que hacer excepciones de vez en cuando, ya que es inevitable tener contactos con otras personas y mi carrera, me obligara a relacionarme con mucha gente.
-eso lo sé muy bien, tesoro –expresó Francis- pero, siempre estaré pendiente de ti, ya que no quiero que personas, como es el caso de Melanie o mi primo, estén cerca de ti y puedan traer inconvenientes a nuestra relación.
-amor mío –señaló Sara- ella nunca se podrá interponer entre nosotras, pues lo que sentimos tú y yo, es más fuerte y crecerá aún más, por lo que Melanie ni con toda su astucia y bajeza conseguirá someter nuestro amor a una separación.
-eso espero tesoro –acotó seria Francis.
-¿acaso dudas de nuestro amor? –preguntó Sara.
-jamás dudaría del amor que hay entre nosotras –repuso ella- pero, de Melanie no me fío y deberemos tener cuidado con ella, ya que es más peligrosa que Tracy y sé porque te lo estoy diciendo.
-mi adorada Francis –señaló Sara con coquetería- dejemos de hablar de ella, pues no vale la pena y no tengo deseos de desperdiciar más tiempo en tonterías. Teniendo semejante hermosura a mi lado, en la cual puedo recrear mi vista a mi entero antojo.
-¡Um! –Exclamó seductoramente Francis acercando sus labios y besándola detrás de su oreja, mientras sus manos se perdían por el vientre de su novia-. - No me provoques Sara Taffra, ya que no me hare responsable de que no podamos asistir a clases hoy.
-¡detente Francis! –Imploró Sara- me haces cosquillas.
-tú te lo buscaste tesoro –indicó Francis- -cuyos ojos azules brillaban con un dejo de lujuria, tras dejar debajo de su cuerpo el de su amada y descendía muy lentamente su rostro en busca de los labios de la joven-. –no pienso renunciar a ti, jamás.

Mientras la pareja se perdía en un mar de caricias que comenzaba a subir la temperatura de aquella habitación. En el dormitorio contiguo…

El reloj que estaba en el velador, marcaba recién las 6 de la mañana. Los ojos de Anabelle, no  dejaban de contemplar a su prometida que dormitaba profundamente a su lado y su mano jugaba con esa caballera azabache, mientras sus pensamientos se sumían en sucesos pasados que la atormentaban desde hace unas noches.
“desde hace tres noches, que tengo un sueño recurrente, en dónde tú me abandonas y me dejas sumida en una tristeza tremenda. Es lo mismo que sucedió en nuestra vida pasada. Aquella condena que me infringiste esa noche y te llevaste mi corazón contigo y de la cual nunca pude reponerme. No puedo permitir que la historia se vuelva a repetir entre las dos. Me muero sí me dejas Raniel” sumida en sus pensamientos. La Duquesa no puede evitar que la congoja que la invade en ese instante, haga brotar lágrimas de sus ojos, reflejo de que aquella marca, aún estaba presente en su corazón a pesar de los muchos años que han transcurridos. Heridas que hacen que un alma vuelva a zanjar lo que dejó pendiente en otra vida.

La conexión que existe entre ambas mujeres, se traspasa al corazón de la joven Larson, que de súbito abre sus ojos esmeraldas y voltea a ver el rostro de la mujer que ama y pudo apreciar, la tristeza que la embargaba, pues sus lágrimas eran reflejo del sentir de su alma como la voz de su corazón.

-¿amor, qué sucede? –Preguntó de lleno Raniel-  -tiró de Anabelle y la recostó sobre su pecho, para trasmitirle su paz y confortar su corazón-. -¿por qué estás llorando?
-prométeme que nunca te vas alejar de mi lado –imploró Anabelle- que no dejarás que otras personas interfieran en nuestra relación. No quiero volver a perderte Raniel, no otra vez.

Raniel, quedó de piedra al oírla, ya que sus palabras le dejaban ver que se refería a un suceso pasado y por primera vez en lo que va su estadía en Inglaterra, se cuestionaba toda su existencia. El destino, la había traído hasta Inglaterra para solucionar un tema pendiente que tenían, pero la mayor dificultad para la joven Larson, eran esos recuerdos, aún no estaba claro, si todo ello, pertenecía a su propia vida pasada o siempre fue, las vivencias de la joven Rowine.

La joven, sintió oprimirse su corazón. Necesitaba recordar con desesperación y aclarar de una vez por todas, sí, ella y Anabelle, estaban unidas desde hace mucho tiempo. Cómo deseo en ese minuto, tener a su médico para que la indujera a una regresión y terminar con ese sufrimiento que la había acompañado desde su niñez. Aunque ello, significarán problemas para su salud, pero no podía continuar, con esa angustia que la consumía viva, cada vez que los recuerdos volvían a ella y más ahora, al ver a su prometida tan frágil.

-no dejaré que nada ni nadie nos separe amor  -señaló Raniel- haré todo lo que esté a mi alcance para no permitir que un hecho así suceda.
-no vuelvas a abandonarme otra vez –sollozó Anabelle-  -que no sopesó sus palabras en esos instantes y que con ello, estaba abriendo la puerta de los recuerdos de su viejo amor-.   -no podría soportarlo otra vez.

Con eso último, Raniel quedó sumida en un mar de dudas y ansiedad. De pronto sintió como un escalofrío la recorrió por completo y quedó por unos instantes completamente ida, como si  su mente la llevase a otro sitio y de pronto, se vio frente a unas imágenes que desfilaron ante ella. Una mujer, una tumba y un nombre en una lápida “Vivian Brigston” y de golpe, volvió en sí.

El corazón de la joven Larson, quedó acelerado y muy intranquilo con esa visión. Este hecho, gatilló un deseo muy fuerte de querer saber quién era esa joven y qué relación tenía en la vida de la joven Duquesa Anabelle XVII y de su gran amor, Rowine. Aunque le costará, estaba decidida en averiguar la verdad de una vez por todas y eso incluía tomar una decisión, una vez que estuviera de vuelta en su hogar. Algo dentro de su interior se activó y necesitaba respuestas y comenzaría cuanto antes en casa de la única persona que podría ayudarla.

-Amor, antes de que viajemos –comentó Raniel- necesito que me lleves a casa de Alesia o al menos le digas de mi parte que necesito hablar con ella.

La joven Duquesa, puso atención en lo que dijera su pareja, limpiando sus lágrimas de su rostro, despegó un poco su cabeza del pecho dónde estaba recostada y la observó detenidamente. Su prometida, nunca solía reaccionar de un modo tan misterioso o pedir algo sin consultarle previamente, por lo que quiso salir de la duda y consultarle.

-¿sucede algo princesa? –preguntó de lleno Anabelle.
-necesito que me lleves con Alesia, cuanto antes –demandó Raniel- en casa de tu prima, debe haber un retrato en particular, el cuál necesito ver a la brevedad posible.
-por favor amor, no me asustes y dime, ¿Qué te sucede? –Preguntó Anabelle- ¿qué retrato deseas ver tan urgente? , tiene alguna relación con lo que acabo de decir hace un rato.

Raniel, se sentó en la cama y aspiro profundamente y al instante, tenía a su prometida sentada a su lado abrazándola fuertemente, pues quedó demasiado inquieta con esa petición, pero, aún faltaba que la joven le confesará algo que realmente la descolocaría más de la cuenta.

-Anabelle –confesó Raniel- por favor ponme atención, pues llegó la hora de que te confiese algo con respecto a ciertos sueños y nombres que tiene relación con tu pariente, la antigua Duquesa.

La Duquesa, tragó en seco, ya que sabía que cualquier cosa que su pareja, pudiese decirle, tenía directa relación con ella y su pasado. A diferencia de su prometida, apenas tenía noción de algunos sucesos de su vida pasada y que gracias a su madre y prima, sabía mucho más que Raniel. Por tanto, decidió alentarla para que hablase del tema, pero con la precaución de  vigilar en todo momento su estado, pues recordaba las advertencias que le hiciera Fabiola.

-habla, amor –indicó Anabelle.
-desde que llegue a tu hogar. He tenido sueños recurrentes, dónde una joven trigueña, me ha acompañado en ellos, mostrándome ciertos pasajes de su vida y de la persona que tanto amó, pero jamás en todos estos años, pude saber de quién se trataba y mucho menos ver su rostro, ya que hace muy poco pude ver de quién se trataba –comentó Raniel- tú sabes, muy bien de quién estoy hablando, pues la retraté en los últimos bocetos que te entregué en el castillo.
-lo sé –contestó ésta- dime, princesa, ¿cómo se llama esa joven qué siempre te ha acompañado?
-¿te suena el nombre, Rowine? –comentó Raniel.

La Duquesa, tras escuchar aquel nombre, comprendió que su prometida estaba comenzando a recordar más cosas de lo que ellas suponían y eso le indicaba que iría por respuestas, por lo que decidió responderle francamente.

-sí –respondió ella- esa joven, era la hija de una familia amiga y que es pariente de uno de mis socios, más específicamente del gran amigo de mi madre.
-comprendo –señaló Raniel- bueno.  Ella, es la joven que desde niña, ha aparecido en mis sueños y todos los bocetos son parte de sus vivencias, pero lo que más me inquietó, fue ver su rostro por primera vez y darme cuento que nos parecemos. Se podría decir, que soy su retrato.
-¿desde cuándo sabes su nombre? –Preguntó Anabelle- aparte de ello, ¿qué mas sabes acerca de Rowine?
-supe su nombre, cuando mi familia se encontraba acá –mencionó ésta- por lo que he visto en sueños, ella estuvo involucrada sentimentalmente con la Duquesa, pero algo las separó y mucho me temo que hay una tercera persona involucrada y tiene relación con un pariente de Alesia. Por eso, necesito  hablar cuanto antes con tu prima.
-comprendo –dijo Anabelle- descuida amor, me encargaré de hablar con Alesia hoy mismo, pero no podremos ir a su casa hasta que termines ese proyecto y te deshagas de tu odiosa compañera.
-¡uf! –Resopló resignada Raniel- me había olvidado de ella. Tienes razón amor,  una cosa a la vez. Primero a terminar ese dichoso proyecto y luego, iré por esa última joven.
-¿joven? –preguntó con curiosidad la Duquesa.
-sí –respondió Raniel- una mujer, que fue pariente de tu prima al parecer, cuyo nombre es Vivian Brigston.
-la verdad no me suena para nada ese nombre –comentó Anabelle- tal vez mi madre sepa algo de ella o mi tía Mariana.
-puede ser –señaló Raniel- en fin, cuando llegue el momento saldré de dudas. Lo único que te pido es que me lleves a casa de tu prima y cuando estemos en mi país, quiero que me acompañes dónde mi doctor. Necesito hacer unas cosas con él.
-¿qué vas a hacer amor? –inquirió Anabebelle.
-algo que debí hacer hace mucho –fue la respuesta de su prometida- en su minuto lo sabrás.
-de acuerdo –acotó Anabelle- -que buscó la hora en su reloj y decidió levantarse para preparar el desayuno-. –amor, es hora de levantarse, nos espera un largo día, ¿nos bañamos juntas?
-excelente idea, cielo –dijo pícara ésta- pues me parece que nuestras vecinas, duermen profundamente.
-así parece –dijo sonriente Anabelle- -sin más de un saltó salió de la cama y se envolvió en su bata y luego de cerciorarse que no había movimiento alguno. Tomó en brazos a su mujer y la llevó directo al baño-. –tendremos que ducharnos más que rápido, ya que el tiempo apremia y deseo que esa  ducha sea muy reconfortante para mi princesa.
-¡Anabelle! –Susurró tierna su pareja- ya tendremos tiempo para otras cosas.
-nada de eso señorita –sentenció ésta- -depositando un beso en su mejilla, al mismo tiempo que entraban al cuarto de baño-. –nunca dejaré de mostrarte cuanto te amo y lo importante que eres en mi vida.

Mientras la pareja se preparaba para comenzar un nuevo día. Otras personas, también se disponían en buscar el modo de truncar el camino para las hermanas Calguiere.

-¿estás lista Mel? –pregunto Tracy por fono a su compañera.
-¡buenos días Tracy! –Saludó Melanie- sí, voy saliendo en estos momentos, nos vemos en la parada de Canbury Park Rd.
-¡buenos días Mel! -devolvió el saludo ésta- te espero en 10 minutos, ¡no demores más!
-vale –respondió Melanie- descuida no lo haré.

En el tiempo fijado, las chicas se reunían en la esquina de Canbury Park y la joven Wilson, subía al coche de Tracy con rumbo a Kingston.

Por otro lado, en el departamento de Alesia…

La condesa, llevaba un tiempo ya en pie y estaba al fono con Kat, que la ponía al tanto de los reclamos presentado por el abogado de su esposa Misha, que obviamente no quiso aceptar un arreglo previo antes de la audiencia.

-descuida Kat –señaló Alesia- será mucho mejor así, ya que tengo todo a mi favor y voy a demostrarle a mi esposa, que no estoy jugando.
-como tú digas amiga –acotó Kat- Misha, ni se imagina lo que se le viene encima. Creo, sin temor a equivocarme, que se va a lamentar toda su vida de haberte abandonado.
-Kat –mencionó Alesia- en esta vida debemos hacernos responsables de nuestros actos y mi esposa solamente cosechará lo que sembró, pues no fui yo, la que la traicionó.
-en verdad no puedo comprender, cómo fue que se atrevió a casarse contigo –expuso Kat- para después dejarte sola y engañarte con cuanta persona se le dio la gana. Siento que nunca te amó.
-eso solamente lo sabe ella nada más –dijo seca Alesia- por mi parte, me asegurare que nunca más me vuelva abandonar. Misha, va a conocer realmente quién soy, muy atrás quedó la esposa que la consentía en todo.
-amiga, dime una cosa –preguntó Kat- ¿a pesar de todos estos años y todo lo que hizo, aún la amas?
-mi amor por ella, sigue intacto –respondió melancólica Alesia- pero, es algo de lo cual me voy a encargar que no sepa, pues tendrá que merecer nuevamente el cariño y el amor tan grande que tengo por ella.
 -comprendo –acotó Kat- entonces, ¿qué respondes al abogado de tu esposa?
-puedes decirle de mi parte, que la única solución, es que ella regrese conmigo –sentenció Alesia- si  persiste en su postura, no dudes en ir con todo Kat, no le dejes ninguna opción hasta el día de la audiencia.
-será un placer seguir tus órdenes amiga –respondió risueña Kat- debo reconocerlo, no quiero estar en los zapatos de Misha, por mucho que hayamos sido buenas amigas en su tiempo.
-ella se lo buscó –señaló seca la Condesa- ahora me despido amiga, debo recoger algunas cosas en casa e ir en busca de los chicos.
-vale –respondió ésta- nos vemos.

Luego de cortar la llamada, Alesia, fue a su despacho para recoger unos documentos y en eso sus ojos se posaron en el retrato que tenía sobre su escritorio. Una fotografía, dónde estaba abrazada con su esposa, el día que se comprometieron formalmente con sus padres. Aquello, hizo que su corazón se contrajera y no pudo evitar pensar en ella.

-“espero que recapacites o de lo contario, te lo quitaré absolutamente todo” profirió mentalmente la joven Condesa.
Con sus facciones contraídas salió de su despacho y de su departamento rumbo a su coche, para ir a casa de sus padres, ya que este sería una jornada un poco larga. Sin embargo, la joven desconocía que el destino le depararía una sorpresa, la cual la dejaría en una ventajosa posición.

Kingnston 7:30 de la mañana en la oficina del decano Wilson. Un par de alumnas, llevan un buen tiempo reunidas con él, exponiéndoles sus argumentos por una desagradable situación que tuvieron que vivir en el día de ayer, a causa de las hermanas Calguiere e hicieron hincapié que estaban interfiriendo en su trabajo y esto era inconcebible, pues ponían en riesgo su evaluación. No conformes con ello, hicieron saber al hombre, la actitud agresiva y peligrosa de Francis Calguiere,  para con una de ellas y que esto traería una mala reputación para  una prestigiosa casa de estudios como lo es Kingston,  al permitir un comportamiento exacerbado de una de sus alumnas y que esperaban a su vez, un castigo ejemplar para la joven y con ello, evitar un precedente a futuro.

El hombre, las escuchó pacientemente y coincidió plenamente con ellas, en que no se debía tolerar una conducta inapropiada de parte de ningún alumno. Éste se comprometió en estudiar la situación y tenerles una respuesta antes de que continuasen con el proyecto en sí.

-esperaremos pacientes su respuesta decano –acotó Tracy- para nosotras es fundamental egresar con excelentes calificaciones, ya que ello nos abrirá puertas en el mundo laboral y no estoy dispuesta a que otras personas pongan en riesgo mis objetivos.
-comprendo, señorita Evans –comentó éste- descuide, me encargaré personalmente de que nada afecto su desempeño académico.
- se lo agradezco decano –mencionó Evans- por lo demás, tenga presente el comportamiento de Francis, podría traernos vergüenza a los demás alumnos, que una joven como ella, estudie con nosotros.
-ese es un tema que solucionare de inmediato –sentenció el decano- ahora, señoritas les sugiero que vayan a clases tranquilas, por la tarde todo estará solucionado, tienen mi palabra.
-de acuerdo –dijeron ambas alumnas, retirándose del lugar.

Minutos después de marcharse las dos jóvenes. El decano, llamó a su secretaria.

-Clarice –ordenó Williams- antes de que comiencen las clases, busque de inmediato a Claudine y Francis Calguiere, lo mismo con las alumnas, Sara Taffra y Raniel Larson,  de Arquitectura.
-como usted ordene señor Williams –contestó Clarice, saliendo del despacho.

Mientras todo ello ocurría en la universidad y ajenas a todo lo que se vendría. Las chicas disfrutaban de un buen desayuno preparado por Anabelle.

-buenos chicas, debemos irnos –demandó Anabelle- hoy nos espera una larga jornada. Recuerden, que deben terminar ese proyecto a cómo de lugar.
-de eso no te quepa duda amor –dijo seria Raniel- daremos nuestro mejor esfuerzo, ¿no es así Sara?, pues no estoy dispuesta a ir casa de Tracy.
-concuerdo plenamente contigo, Raniel –afirmó Sara- no es prudente el que debamos ir a casa de esas dos.
-ni creas, que te dejaría hacerlo –espetó molesta Francis- si tengo que amanecerme hasta el otro día para que puedas terminar, lo haré con gusto, pero tú, ¡a esa casa no vas!
-apoyo esa moción Francis –acotó Anabelle- jamás consentiría que esa descarada se salga con la suya, antes la mató.
-¡ups! –exclamó Sara, divertida en ver el comportamiento de las hermanas Calguieri.
-¡¿qué par de celópatas tenemos?! –Exclamó risueña Raniel- -mirando a Sara para que le siguiera el juego-. -¿no sé quiénes son más peligrosas, si ellas o nuestras novias?
-me inclino por lo segundo –bromeó Sara entre risas al ver la cara de espanto de su novia.
-jajajaja –bromeó Raniel- de eso no cabe duda, mi querida Sara. Dan miedo con sólo oírlas.
-sí –respondió aún más divertida Sara- imagínate verlas en todo su esplendor, ¡qué horror!
-¡madre mía! –dijo burlona Raniel- que el cielo nos ayude, en el lio en qué nos hemos metido.

Ambas hermanas, no se pudieron contener más y decidieron darles una lección a sus respectivas parejas.

-en ese  caso –comentó Anabelle- quedo en libertad de poder acompañar a unas amigas, que han insistido bastante para que vayamos a divertirnos.
-por mi parte, he pospuesto una salida con unas compañeras de universidad –mencionó Francis- para que fuésemos a conocer un nuevo pub que abrieron no hace mucho y ésta,  será la ocasión ideal para reunirme con ellas y pasar un rato agradable.

Si los baldes de agua fría no te congelan de una, por lo menos, tienen un segundo efecto y así, lo descubrieron el parcito de amigas de infancia, ya que automáticamente se les quitó las ganas de seguir burlándose, apenas escucharon a sus prometidas y sus planes de divertirse con otras chicas.

Raniel como Sara, se quedaron viendo y bajaron sus miradas un tanto apenadas, pues no les causó gracia esos comentarios y no iba a ser nada placentero tener que soportar una jornada tan larga con sus molestas compañeras.
Para ambas hermanas, el espectáculo era dingo de ser visto y disfrutado un poco más, ya que las caras de sus parejas lo decían todo y era impagable, pues resultó ser que ellas no eran las únicas un tanto “celosas” como se burlaron sus prometidas y recibir un poco de su propia medicina, les daría un escarmiento. Sin embargo,  y después,  de dejar pasar unos segundos más, se compadecieron de sus novias y terminaron por ir a su lado y abrazarlas para cambiarles ese semblante.

-¡ya amor! –Exclamó Anabelle- cambia esa carita, era sólo una broma, sabes muy bien que no voy a dejarte solita y menos en esa compañía.
-Tranquila tesoro –señaló Francis- besando los labios de su mujer-. – tú eres, la única dueña de mi corazón y todo el tiempo que dispongo sólo te pertenecen a ti.
-¡Francis! –Susurró Sara- -descansando en su pecho-. –discúlpame por burlarme de ti.
-todo está bien amor –contestó ésta.
-chicas, debemos irnos ya –demandó Anabelle, entrelazando su mano con la de Raniel.
-vale –respondieron las demás.

Minutos después, el coche de la Duquesa se aparcaba en el estacionamiento de la facultad y al momento de bajarse, descubrieron que Claudine,  las estaba esperando y las puso al tanto de que debían ir de inmediato con el decano Williams, pues había solicitado la presencia de las cuatro.

Anabelle, intuyó enseguida que se trataba de las compañeras de su prometida como de su cuñada, que podrían haberse quejado por lo sucedido el día anterior. Sin embargo, Claudine, le solicitó que marchara tranquila y que ella se haría cargo, pues  era la tutora de ambas cuñadas y también responsable de su hermana menor, por tanto, la Duquesa accedió con el compromiso de que la mantuviese informada una vez que concluyera todo, fue así que se despidió de las chicas y se fue rumbo a las empresas Calguieri.

Por su parte. Las chicas, fueron recibidas por el decano, quién les informó de un reclamo presentado por sus compañeras de carrera y que además, se acusaba de conducta violenta a Francis y que ese hecho, no podía dejarlo pasar por alto. Una vez, que el hombre terminó de exponer todo. Éstas, procedieron a explicar cómo sucedieron los hechos y cómo ambas jóvenes habían tratado de chantajearlas para acceder a sus peticiones.

Cuando acabaron de hacer sus descargos. El decano, decidió que haría una excepción en el caso de Francis, pues no le gustaba que se mezclaran cosas de índole personal con los estudios, pero que si se volvían a reiterar, estaba obligado a llamar a su madre y ponerla en antecedentes. Con respecto al proyecto, les informó que buscaría el modo de solucionarlo, comprometiéndose en tener una respuesta equitativa para ambas partes, una vez finalizado las clases. Luego de ello, las instó  a irse a sus respectivos salones.

Claudine, como siempre las aconsejó que por ningún motivo se prestaran para seguir cayendo en el juego de esas chicas y fue muy enfática con Francis en ese aspecto. Para asegurarse de que todo saldría bien y así, evitar cualquier roce entre su hermana y la chica Wilson, les informó que las acompañaría después de clases y como tutora no habría objeción en ello y así, regresaron a sus respectivas facultades.

En el pasillo de la facultad de Ingeniería. Ambas hermanas, caminaban en silencio, la situación les resultaba particularmente embarazosa y a su vez, injusta, de que hubiesen involucrado un tema de índole personal en asuntos netamente estudiantiles. La menor de las Calguieri, se recriminaba internamente, por haber sido incapaz de controlar sus emociones y dejar salir de ese modo su molestia, acarreando esta desagradable situación.

-procura tener más cuidado – fueron las súbitas palabras de Claudine, quién miraba de reojo a su hermana y no le gustó sentirla abrumada por todo lo sucedido.
-¿qué habrías hecho en mi lugar? –preguntó Francis.
-La hubiera ignorado primero que nada –respondió la joven- luego, estaría junto a mi pareja, apoyándola y trasmitiéndole toda mi confianza. Con ello, haría ver que soy la persona que necesita y en la cual se puede apoyar en todo momento y bajo cualquier circunstancia.
-entiendo –mencionó Francis- he sido una tonta al reaccionar de esa forma, cuando Sara tiene que lidiar con esa estúpida y yo le doy más problemas aún con mi comportamiento.
-hermanita, no eres tonta –acotó Claudine- pues amas a Sara locamente y estás dispuesta a defenderla contra quién sea, pero debes ser más lista que tu oponente y usar todo lo que ésta haga en su propia contra.
-tendré en cuenta tus consejos, Claudine –respondió Francis- cuidare más a Sara.
-recuerda hermana –señaló Claudine- una Calguieri siempre sabe cómo proteger lo suyo.
-tienes toda la razón –manifestó más animada Francis- ahora, entremos a clases.

Ambas hermanas fueron a sus respectivas clases.

Mientras que en la facultad de Arquitectura. Las dos jóvenes, ingresan a clases y se topan de lleno con la mirada burlona de sus compañeras, que en ese minuto se sentían vencedoras y más altivas que nunca. A pesar de ello, decidieron restarle importancia  y concentrarse en sus estudios, por lo que optaron por sentarse juntas como en los viejos tiempos en su antigua universidad y les dio bastante resultados, ya que en cosa de minutos habían olvidado el impasse y sus semblantes reflejaban su natural sonrisa y disfrute de sus clases.

Empresas Calguiere…

Después de varias horas de arduo trabajo, Anabelle, daba los últimos ajustes para sus proyectos personales así como los de su familia. Revisaba cada documento antes de firmar y despacharlos para que fuesen ejecutados por sus empleados, ya que todo debía quedar en orden antes de poder viajar este fin de semana. Estaba tan sumida en esa labor, que no se percató de que habían golpeado a  su puerta y que de súbito se encontró con los ojos burlones de Alesia, que la observaba desde hace un rato.

-¿qué trabajólica que estás hoy prima? –se mofó Alesia, tomando asiento enfrente de ésta.
-lo que sucede que debo dejar todo listo para acompañar a las chicas a su país y podamos zanjar de una vez por todas, el tema de la beca –comentó Anabelle.
-entiendo –respondió ésta- pero mira el lado positivo, podrás acompañarla y disfrutar de unas pequeñas vacaciones en su compañía, ¿qué mejor? vas a ver que les sentará muy bien ese descanso.
-puede ser –señaló Anabelle, no muy convencida.
-¿qué sucede? –Preguntó Alesia – noto cierta inquietud en tu rostro, ¿qué está pasando Anabelle?
-hay dos cosas que me están molestando –comentó ésta- la primera tiene relación a esa descarada de siempre y sus ardides para molestar a Raniel. Algo me dice, que no va a detenerse ahí y  sí eso, llega a suceder, te juro que no me voy a quedar tranquila, viendo cómo persigue a mi prometida.
-puede que tengas razón –mencionó Alesia- sin embargo, no hagas nada, hasta ver cuáles son sus movimientos.
-eso lo sé bien –aseveró Anabelle- no quiero exponer a Raniel,  a una situación compleja, pero no quita que la ponga en su lugar, si hace algo estúpido.
-¿Cuál es el otro motivo? –inquirió Alesia.
-tiene relación con los sueños de Raniel –comentó Anabelle- ella ha comenzado recordar  cosas del pasado y quiere saber la verdad, al punto de que me pidió hablar contigo sobre un pariente tuyo llamado Vivian Brigston (la duquesa le refirió todo lo sucedido con su prometida esta mañana)
-¿Vivian? –Preguntó asombrada Alesia- ¡no puede ser!, esa mujer fue un pariente muy lejano, de la cual, la familia no habla, ya que fue muy aborrecida por muchos miembros de la familia Brigston en esos tiempos y mi abuela me contó de ella y de sus muchos males que ocasionó.
-Raniel, desea que le muestres algún retrato de esa mujer –indicó la Duquesa- algo me dice, que esa mujer tiene relación con la desaparición de Rowine.
-las piezas del rompecabezas comienzan a encajar –aseguró Alesia- sabes ahora que lo pienso, tal vez Raniel no esté tan equivocada y esa mujer sea la responsable de la separación de ambas en el pasado. ¿Te comentó algo más, acerca de ella?
-no dijo nada más sobre Vivian –respondió Anabelle- aunque fue muy clara en pedirme que la acompañase a ver a su médico, una vez que llegáramos a casa de sus padres.
-ya veo –señaló Alesia- prima, presta mucha atención a tu prometida de ahora en adelante, ya que sí, mis suposiciones no están erradas. Raniel, podría estar muy cerca de descubrir lo que sucedió con ustedes dos.
Por otro lado, debemos prepararnos sí ello llegase a ocurrir, pues debemos tener informados a tía Anette y a Joseph Mcraune. Recuerda, que antes de que se celebre tu matrimonio, tu socio, reclamará a la descendiente directa y  reencarnación de su tía en una presentación en sociedad. Y sería lamentable, si Raniel, siente que le hemos ocultado cosas que son importantes para ella, como es su pasado.
-conociendo a Raniel, estaría mucho tiempo disgustada conmigo –comentó Anabelle- la verdad no quiero que eso suceda. Estaré al pendiente de ella y la acompañaré a ver su médico. Dependiendo lo que éste diga, entonces hablare con ella con respecto a lo que sé de nuestro pasado en común.
-es lo más aconsejable –indicó Alesia- por cierto, te acompañare a la universidad, pues el viejo dinosaurio Williams,  necesita pedirme un favor con respecto a un proyecto que presenté años atrás y quiere que asista a un par de jóvenes, que deben aplicarlo para su carrera.
-¡vaya! –Se burló Anabelle- ¿quién lo diría?, la escurridiza Condesa de Brigston, vuelve a las pistas estudiantiles y eso que te juraste que no querías saber nada más de Kingston.
-¡pues el talento innato, suele reconocerse a su debido tiempo! –se jactó entre risas Alesia- querida mía.
-pero, ¡qué modesta! –Bromeó Anabelle- realmente eres una boba, ya que siempre has sido reconocida por ese “dinosaurio” como sueles llamarlo y si ha pedido tu ayuda, es porque realmente sabe que fuiste una de las mejores. Así que no me vengas con falsas modestias.
-¡pero qué pesada te pones! –murmuró Alesia- -haciendo carita de niña regañada-. –déjame al menos ser feliz de ese modo.
-¡ay, prima!, no tienes arreglo –dijo Anabelle- será mejor que nos vayamos de aquí, de lo contrario, ¡sabe Dios con qué burrada me saldrás!

La Duquesa terminó de guardar todo y entregó los documentos a otras de sus secretarias, para que los llevase a finanzas, ya que no confiaba más en Mildren. No sabía cómo explicarlo, pero sus actitudes anteriores y sumadas a un cierto pálpito, hacían que la mantuviera  a cierta distancia. Además, Alesia, le había manifestado que había encontrado a la mujer revisando ciertas facturas, que tenían relación con negocios de su padre y no quiso ponerla al descubierto, ya que su prima le aconsejó averiguar más al respecto y mantenerla vigilada.

Ambas acordaron mantener cierto control con respecto a todo lo concerniente a los asuntos contables y es por ello, que dieron órdenes de no entregar ninguna información sin contar con la aprobación y autorización de Alesia, quién se encargaría personalmente de supervisar todo los proyectos y activos dentro de la empresa en ausencia de Anabelle. Claro está que, esto fue informado a su madre como a su socio Joseph para que estuviesen al tanto de lo que estaba ocurriendo en la compañía.

Una vez, que la empleada se retiró del despacho de la Duquesa. Ambas muchachas se dispusieron a preparar sus cosas para ir a Kignston.

-¿vendrá Marcus por los chicos? –preguntó Anabelle, mientras subían al coche.
-sí –respondió Alesia- pues no podré llevarlos a casa, ya que deberé quedarme fuera de los horarios de clases para ayudar a esas chicas.
-¡qué coincidencia! –Señaló Anabelle- pues estamos en las mismas. ¿Qué te parece, si te quedas con nosotras a dormir?
-¡fantástico! –Respondió Alesia- sabes, que me agrada compartir tiempo con ustedes.
-lo sé, tontita –bromeó risueña ésta- vamos por ellas, entonces.

El auto de la Duquesa, salió raudo de las instalaciones con rumbo a  su vieja casa de estudios.

Mientras en el castillo…

En el despacho de Anette. Ésta y grupo de personas, sostenían una reunión urgente, por ciertos sucesos que le comentará su hija, Anebelle.

-entonces, Mariana –inquirió Anatte- cuento con tu ayuda, para que le puedas mostrar ese cuadro a Raniel y así, ayudarla a recordar su pasado.
-cuenta conmigo hermana –afirmó ésta- sabes muy bien que te apoyaré en todo lo relacionado con mi sobrina y su prometida. Además, que es nuestra obligación como miembros de la familia Calguieri, en seguir la voluntad de Henrietta.
-te lo agradezco mucho –mencionó Anette- tenemos una deuda que saldar, ¿no es así Joseph?
-mi querida Anette –dijo el aludido- no es deuda, sino justicia para con Rowine y con vuestra pariente, ya que ambas sufrieron por culpa de la maldad e intrigas que causó Vivian. Tuvo que pasar mucho tiempo, para que se descubriera la verdad y poder dar con el paradero de mi tía. Por ello, lucharé hasta el final para protegerla en esta vida y pueda ser feliz de una vez por todas con tu hija.
-todos estamos dispuestos en ayudarlas y protegerlas, de quién podría ser la reencarnación de Vivian – sentenció Anette- pues no es desconocido para nosotros que Camille Renout, es el retrato de la antigua sobrina del Conde de Brigston.
-además de ser la amante de Robert –dijo asqueado James- pues esa ex compañera de mi hija, ha sido una verdadera arpía y no ha dudado de volver a sus antiguas andanzas del pasado.
-descuida querido –exclamó Anette- no podrá salirse con la suya esta vez, ya que nuestra hija y Raniel, cuentan con todo nuestro apoyo. Sin mencionar, que la familia Larson, muy pronto se establecerá en Inglaterra como son tus deseos, Joseph.
-lo que una vez, fue apartado y negado con malas tretas –comentó Joseph- el destino ha querido volver a reunirlas y darle una nueva oportunidad de ser felices en esta vida.
-ahora es importante –comentó David- poner en marcha tu plan, mi querida Anette y poner la carnada para que esa mujer muerda el anzuelo.
-tienes razón, David –repuso Anette- llegó la hora de que las cosas cambien y sea la propia Raniel, la  que cobre venganza por todo el sufrimiento que debieron pasar, por culpa de una desgraciada como Vivian.
-muchachos –señaló Joseph-  -refiriéndose a los abogados que les acompañaban y  también a sus propios hijos, que eran albaceas de un testamento-. –prepárense y dispongan todo, para que la heredera de Rowine, asuma todo lo que le pertenece.
-así se hará señor Mcraune –respondieron los abogados.
-cuenta con nosotros padre –respondió Enios, su hijo mayor- nada nos dará más gusto, que entregar a la legítima dueña, todo lo que nuestro abuelo y tú han dejado como herencia.
-cómo ya todos tenemos claro lo qué debemos hacer –demandó Anette- sólo nos resta, informar a los demás miembros de la familia Calguieri y Brigston, para que puedan colaborar en nuestros planes y así, proteger a Raniel, de Camille Renout.
-entonces- señaló Joseph- ¿tú viajarás con ellas?
-sí –respondió Anette- claro que es una sorpresa para ellas. Además, que debo ocuparme del compromiso de Francis y Sara, por lo que debo visitar a sus padres, pues me gustaría que pudiéramos celebrar una boda doble.
-creo que el Ducado de Calguieri –señaló Mariana- volverá a vestirse de gala como en los mejores años y sumado a ello, pronto veremos el reencuentro entre mi hija y su esposa, ya que he hablado personalmente con Misha y haremos oficial su matrimonio.
-mis queridas amigas –acotó feliz Joseph- no les parece a ustedes, que estaríamos en presencia de una triple boda, ¿no lo creen así?
-¡cierto! –exclamaron ambas hermanas.
-no quiero privarlos de tan hermoso sueño –sentenció James- pero no debemos bajar la guardia, ya que se vienen tiempos difíciles para las chicas y hacer caer a Camille, no será nada sencillo.

Todos guardaron un silencio sepulcral, pues James, estaba en lo correcto, ya que la reencarnación de Vivian, era  más astuta que en sus mejores tiempos y ya había comenzado a mover los hilos de sus intrigas.

Kingston…

Mientras que en el castillo buscaban la forma de comenzar a echar andar su plan. En la facultad de Arquitectura, terminaban las clases y un par de jóvenes, se preparaban mentalmente para comenzar un arduo trabajo en equipo, pero sin duda, no dejaban de estar un poco nerviosas, ya que aún no conocían la decisión del decano y no estaban seguras de que sus parejas podrían acompañarlas en esta ocasión.

Antes de abandonar el salón, Tracy, le comunicó que se verían en biblioteca dentro de 20 minutos más.

-la verdad, ya no soportó a Tracy – manifestó Raniel, muy molesta- de buenas ganas dejaría pasar este semestre con tal de no verle, pero no es la forma de solucionar los problemas. Jamás pensé, que esa chica fuese tan exasperante, le he dicho en todos los tonos que ella,  no me interesa y que la mujer que amo, es y será, Anabelle.
-creo que esa chica –comentó Sara- no conoce el terminó darse por vencida y lo que sienta por ti, no es nada más que una simple obsesión, que ya raya en el despecho y en la prepotencia de querer someterte por la fuerza.
-pues está demente –bramó Raniel- cómo no se da cuenta, que nada conseguirá actuando de esa forma, ya que el amor, es un sentimiento, el cuál, no puede ser forzado y mucho menos manipulado como si fuese un títere , ¿qué clase de mujer es?
-ya te dije, monstruito –señaló Sara- Tracy, jamás conocerá el significado de la palabra “amor”, pues lo único que tiene dentro de su corazón, no es más que un sentimiento egoísta y mezquino.
-tienes razón, mi Sara –afirmó Raniel- será mejor que no continuemos con esta conversación, que no me llevará a ningún lado y todavía nos queda muchas horas en su desagradable compañía.
-¡Al fin! –Ironizó Sara- ya comenzabas asustarme, pues nunca has sido una mujer que se deje amedrentar por otra. Así que, vamos a darle con todo para que terminemos a tiempo y después salir con los demás a divertirnos, pues no he tenido la ocasión de disfrutar de las muy célebres noches Londinenses.
-mi querida Sara –expuso Raniel- he sido una pésima anfitriona contigo, pero esto lo vamos a solucionar hoy mismo. Verás que nos vamos a divertir en grande, como en los viejos tiempos.
-jajajaja –bromeó Sara- será un placer monstruito. Que se vayan preparando las hermanitas Calguieri, pues ellas, no saben lo que nosotras somos capaces de hacer en una pista.
-ni que lo digas –dijo entre risas Raniel- te aseguro que nos encierran bajo siete llaves.

Tras ese comentario, ambas chicas se detuvieron en seco y se quedaron viendo fijamente, para terminar en sonoras carcajadas de sólo pensar en la cara de sus novias ante un espectáculo de esa magnitud. Sin más, se abrazaron como en los tiempos de infancia y se fueron hasta la biblioteca. Luego pidieron a la encargada de asuntos estudiantiles, una sala y ésta, les asignó la más grande, ya que las otras ya estaban reservadas. Dispusieron sus cosas y comenzaron a adelantar parte del proyecto a la espera de las demás.

Al cabo de un rato, ingresaban al lugar las tres hermanas Calguieri, sorprendiendo gratamente a las chicas, que ya pensaban que no podrían ser acompañadas en esta oportunidad por sus novias, a causa de sus compañeras. Luego de saludarlas como es debido, cada una tomó su lugar con sus respectivas parejas. Entre todas, fueron aportando ideas para sacar adelante ese trabajo.

Sin embargo en cosa de minutos, ese ambiente distendido acabó con la llegada de Tracy y Melanie. Siendo ésta última y sin ningún miramiento, la que hizo saber su molestia…

-¿se puede saber que hacen ustedes dos aquí? –interpeló Melanie, directamente a Francis.
Francis, la contempló unos segundos y viendo por el rabillo de sus ojos a su hermana Claudine, procedió a responderle.
-para tu información. He venido ayudar a mi prometida con su trabajo, al igual que lo hicimos ayer –respondió serena Francis.
-déjame aclararte que ya no podrás hacerlo –se quejó Melanie- ya que tú eres, una persona poco confiable para nuestra seguridad y tu hermana es una persona extraña en esta universidad.
-¿por qué no puedo según tú? –preguntó con toda calma Francis.
-porque hemos hablado con el decano y está al tanto de tu conducta agresiva –comentó seca Tracy- por lo tanto, deben ambas retirarse de este lugar. No tienen nada qué hacer acá.
Con el tono déspota de la joven Evans, la rabia gatilló enseguida en Raniel y Sara, pues no estaban dispuestas a que sus parejas fuesen tratadas tan despectivamente por esas dos y estaban a punto de saltarles encima, cuando Claudine se adelantó…
-chicas –demandó Claudine- les sugiero que dejen de lado su comportamiento hostil y esperen a que llegue el decano Williams, pues fue él mismo que me solicitó que trajese a mis hermanas y velará que estuviera todo tranquilo.
-¿por qué deberíamos creerte y hacerte caso? –siseó Melanie.
-por una razón muy sencilla, Melanie –respondió seria Claudine- pues soy la tutora de Raniel y Sara, y la mentira, querida, no va conmigo. Por consiguiente, te ruego que tomes asiento y trabajes mientras tanto, a la espera del decano.

Las palabras de la joven Calguieri, denotaban tal resolución, que consiguieron hacer mella en ambas jóvenes y aceptaron ponerse a trabajar.

Al poco rato, entraba el hombre en cuestión, pero para sorpresas de todas, no venía solo, sino que en compañía de otras tres mujeres, que resultaron ser conocidas para casi todas las presentes.

-¡Buenas tardes señoritas! –Saludó éste- siento haberlas hecho esperar.
-¡buenas tardes! –saludaron todas.
-según mi compromiso con todas ustedes –comentó Williams- y buscando una solución equitativa para ambas partes y no perjudicar sus calificaciones. Me he permitido traerles, a las gestoras de los proyectos en los cuáles ustedes trabajan.
-¿ellas fueron las que diseñaron, esos proyectos? –preguntó asombrada Tracy.
-así es, señorita Evans –respondió el hombre- permítanme presentarles a Katherine Raymond, Alesia Brigston y Misha Dorwen. Además, que todas ellas, fueron alumnas de esta casa de estudios, por lo que creo, que serán de gran aporte a su trabajo, ¿no es así, joven Evans y Wilson?
-pero… –se quejó Melanie.
-¡pero qué! –Exclamó él- tenía entendido, según sus reclamos; que deseaban cuidar sus notas y qué les parecía injusto que sus compañeras trajesen personas externas para apoyarlas.  Pues bien, he querido ponerlas en igualdad de condiciones trayéndoles a las creadoras de éstos y que por cierto, junto a Anabebelle, aquí presente, han sido las mejores alumnas de su promoción y de toda la carrera de Ingeniería.
-estamos conscientes de ello –manifestó Tracy, muy contrariada, pues le molestó en lo sumo que su rival fuese ensalzada por éste.
-espero, entonces, que no haya más problemas o quejas de su parte –replicó éste- pues me vería obligado a suponer que son otras cosas, las que fundamentan sus reclamos.
-descuide –señaló Tracy- no habrá más reclamos al respecto.
-de mi parte tampoco –señaló seca Melanie.
-¡muy bien! –agregó éste- con su permiso, las dejo para que trabajen en sus deberes.

Dicho esto, el hombre se retiró del lugar, dejando a todas sumidas en un silencio, un tanto incómodo y fue Alesia (un tanto divertida con la situación que percibió) que decidió romperlo y preguntar…

-bueno chicas –señaló Alesia- ¿en qué podemos ayudarlas?
-antes que nada y con tu permiso, Tracy –mencionó Raniel –quisiera presentarlas con mis compañeras y luego, indicarles con quién deben trabajar.

Tracy, asintió con la cabeza, ya que aún estaba molesta, como para volcarse en ridículas presentaciones sociales, pues estaba muy consciente de que todas esas mujeres, eran compañeras, familia y amigas de la Duquesa de Calguieri.

-chicas –señaló Raniel- les presento a Sara Taffra, Melanie Wilson y Tracy Evans, mis compañeras de carrera.
-mucho gusto –respondieron las tres, al momento de ser presentadas y sólo Melanie, se quedó viendo fijamente a Misha por espacio de unos segundos, pero se abstuvo de decir algo.

Raniel, tras saludar personalmente y cordialmente a Misha; tras la mirada penetrante de Anabelle y Alesia; dispuso a las chicas según los proyectos, los que quedaron conformados de la siguiente forma…

El grupo de Sara, trabajaría con Misha y el de Raniel con Katherine, mientras que Alesia, vería con ambos el asunto de los parques temáticos. Luego de ponerse de acuerdo en el objetivo de éste, comenzaron a trabajar de lleno y arduamente, olvidando por completo todos los malos ratos que vivieron.

Por espacio de cinco horas estuvieron, desarrollando dicha labor. Unas revisaban los cálculos constantemente, mientras otras terminaban las maquetas, planos y bosquejos pertinentes. Luego de mucho calcular, desarmar y modificar los diseños, al fin pudieron acabar con el dichoso proyecto, respirando aliviadas, pues sin la ayuda de las demás, no hubiesen podido terminar con un trabajo que demandaba por los menos dos semanas en hacerlo y nos dos días como fue en su caso.

-¡por fin, se acabó todo esto! –resopló cansada Sara.
-¿cuándo deben presentarlo? –preguntó Misha.
-hoy –contestó Sara- debemos entregarlo en el Depto. de Evaluaciones.
-estuvieron al límite –indicó sonriente Misha- no puedo creer, que la señora Welring, sea tan inconsciente de darles tan poco plazo para semejante trabajo.
-esa profesora, no entiende razones –expuso Raniel- es una dictadora y él que la contradiga, se expone a reprobar el semestre.
-jajaja –rió Misha- por lo visto, las cosas no cambian en nada y Kingston, sigue con su fama de devorador de alumnos.
-¿en serio? –preguntaron atónitas las cuatro chicas de Arquitectura.
-sí –respondió Kat- esta universidad, aunque no es tan grande como otras aquí en Londres, es una de las dos más exigentes del país.
-¡vaya! –señaló Raniel.

Mientras limpiaban y ordenaban todo, Melanie aprovecho para acercarse a Misha, que se había alejado un poco y observaba a través del ventanal, recordando viejos tiempos…

-así que tú eres, la famosa Misha –dijo muy coqueta Melanie.
-¿de dónde me conoces? –preguntó de lleno Misha, volteando a ver a la joven, la cual desde que se vieron, no dejó de observarla con un dejo de coquetería de su parte.
-pues, eres el eterno amor de mi hermano –mencionó Melanie.
-¿quién es tu hermano? –inquirió Misha, curiosa.
-Bastian Wilson –señaló la joven.
Los ojos azules de Misha, se abrieron muchísimo al escuchar ese nombre y su semblante se transformó en el acto. Clavó sus ojos en el rostro de la joven y la examinó de pies a cabeza, no cabía duda, eran las mismas facciones, complexión física y el color y brillo petulante de esos ojos grises del antes mencionado.
-así que eres hermana de él –acotó molesta Misha- pues qué lástima que tengas que llevar esa carga. Ahora, si me disculpas.
-Bastian, siempre dijo, que eras una mujer excelente –dijo cizañeramente Melanie- pero, que producto de la pareja que tenías, habías corrompido tus valores y te habían hecho estúpida.

Misha, detuvo sus pasos tras oír las palabras de la joven.

-pues dile a tu hermanito –rabió Misha- -acercándose peligrosamente a Melanie y levantando su mano a la altura de su rostro, tomó el mentón de la joven ejerciendo cierta presión en él-.   –que si antes no me interesó como pareja, menos podría hacerlo ahora y que nunca podrá estar a la altura de esa persona, a quién tanto desprecia.
-resulta ser que mi hermano, es más hombre que el idiota que tenías por novio –masculló furiosa Melanie- -soltándose del agarre de la joven Dorwen y asiéndola firmemente del brazo-. –además, no creo que sigas comprometida ya, pues no tienes nada que lo indique.

En eso, se oye una voz detrás de ellas, que las interrumpe, ya que al parecer su actitud, no había pasado desapercibida para las demás.

-¿sucede algo Misha? –preguntó seria Alesia.
-nada de qué preocuparse, Alesia –respondió ésta- -sin voltear a verla-. –sólo le daba un mensaje a cierta persona, por medio de esta señorita.
-vámonos entonces –demandó ésta- hemos terminado de limpiar y ya podemos irnos a casa.
-vale –respondió Misha, dándose la vuelta e iba a seguirla cuando, nuevamente fue detenida por la otra joven.
-recuerda, Misha –expuso arrogantemente Melanie- mi hermano siempre estará esperándote y le dará mucho gusto saber, que ya no tienes nada con ese imbécil y que ahora perfectamente puedes ser su novia.

Misha, apretó los puños de sus manos y decidió poner en su sitio a la joven y terminar con sus insinuaciones.

-¡ya basta! –Bramó Misha- vengo recién conociéndote y terminaste por agotar mi paciencia. Pues bien niñita, déjame decirte que estás en lo correcto, no estoy comprometida, sino que estoy casada con la misma persona que tu hermanito tanto odia.
-¡casada! –exclamó asombrada Mel.
-sí –respondió Misha enojada- ¿quieres saber de quién se trata?
-¡claro! –Desafió ésta- ver para creer, querida.
-eres tan petulante como tu hermano –expuso Misha- no vale la pena, que te diga nada.
-si no lo haces tú, con gusto lo haré yo –agregó Alesia- -la Condesa se aproximó hasta dónde ambas estaban y tomando la mano de su esposa, la entrelazó con la de ella, para luego ver a la joven -. –Melanie, has de saber que te acaban de decir la verdad, pero como necesitas pruebas, entonces, yo te las daré. Misha Dorwen, es mi esposa y no quiero volver a verte cerca de ella, pues yo no soy como mis primas.

Al finalizar sus palabras, Alesia se llevó consigo a su esposa, no sin antes fulminar con la mirada a la joven Wilson. Tan sólo Tracy, fue a su lado, ya que las demás, que habían escuchado todo en silencio, estaban más que molestas con el comportamiento de Melanie, pues no tenía límites para fastidiar a otros.

Por su parte, Tracy; tras ponerse de acuerdo con las demás; optó por tomar las cosas de ambas y sacar cuanto antes a su amiga de aquel lugar, pues comprendió que Alesia Brigston, era de armas tomar y una mujer de mucho cuidado, a la que no se debía desafiar.

Una vez, que esos dos personajes se retiran de biblioteca, las demás descansaron unos momentos antes de retirarse.

-esa tal Melanie, es todo un personaje –señaló Kat- qué malos elementos, están entrando a mi querido Kingston.
-concuerdo contigo –comentó Anabelle- cada vez, es peor.
-vamos chicas –mencionó Claudine- no sean tan drásticas. Siempre habrá personas “especiales” y no es de ahora solamente. No quiero sacar a colación a cierto individuo.
-pues no deberías hacerlo –dijo seria Anabelle, que supo de inmediato a quién se refería su hermana.
-cambiemos de tema –propuso Francis- Alesia, ¿puedes explicarnos eso que mencionaste hace unos momentos?
-es verdad –señaló Claudine- ¿cómo es eso de que estás casada?
-de ésta no te salvas, amiga –bromeó Kat.

Todas se volvieron a ver expectantes a la joven. Alesia, suspiró resignada y viendo fijamente a Misha, que la veía también cansada y a su vez, asumida de que debía enfrentarse a su realidad, tras la conversación con Mariana (madre de Alesia), en la cual se comprometió en volver con su esposa.

-creo que llegó la hora de decir la verdad, ¿no es así, Misha? –señaló Alesia.
Ésta, asintió y con ello, dio luz verde a su esposa para hacerse a la idea de que regresaría con ella.
-lo que oyeron hace un rato es la verdad –comentó Alesia- Misha y yo, estamos casadas, hace tres años.
-¡tres años! –exclamaron Claudine y Francis.
-sí –fue la respuesta de Alesia.
-pero, ¿cómo es que ninguno de nosotros sabíamos? –Preguntó Claudine- ¿Por qué lo ocultaste?
-yo se le pedí –explicó Misha- Alesia y sus padres, me complacieron, ya que no deseaba que los míos supieran que me había casado con una mujer. Sí mis padres hubiesen sabido en ese momento, me hubiese separado de inmediato de su lado, ya que jamás han aceptado mi condición sexual.
-comprendo –dijo Claudine- sin embargo, ustedes dos, desde hace mucho que no están juntas, ¿por qué?
-Fuimos muy jóvenes al casarnos –mencionó Alesia- la presión de ser la esposa de una condesa, fue lo más difícil de asumir para Misha y a eso, debemos sumarle que resultó complicado mantener nuestro matrimonio en secreto, porque estuvimos bajo la sombra de sus padres y la amenaza de un tercero, en sacar a la luz pública nuestra unión, hecho que derivo en nuestra separación.
-dime una cosa –preguntó Raniel- el hermano de Melanie, ¿tiene alguna relación con ese chantaje al que mencionas?
-no lo sé –respondió Alesia- mis padres son los únicos que saben la verdad.
-Estás en lo correcto, Raniel –mencionó Misha- tus deducciones no están equivocadas.
-¿qué estás diciendo Misha? –Preguntó Alesia, desconcertada con las palabras de su esposa- ¿qué tiene que ver el hermano de esa joven en todo esto?
-Mucho, Alesia –contestó ésta- resulta que, Bastian Wilson, durante la universidad y por muchos años, me extorsionó con revelar a mis padres, mi relación sentimental contigo.
-¡porque rayos no me lo dijiste! –Encaró Alesia, descompuesta con la noticia- tenía derecho a saber la verdad.
-Estuve bajo presión –confesó Misha- era muy joven y me dejé llevar por los miedos. Además, Bastian, sobornó a un amigo para que nos tomasen fotografías, las cuales iba a enviar al despacho de mi padre y tú sabes, que el es un juez reconocido en Londres y eso hubiese sido fatal para su reputación.
-dejé que te fueras de mi vida, creyéndote que no eras feliz conmigo –exclamó dolida Alesia- ahora resulta ser,  que ese maldito acosador que tenías en la universidad, tramó todo. ¿En qué pensabas Misha?, era tu esposa, podías haber confiado en mí.
-¡chicas cálmense! –Trató de conciliar Kat- les sugiero que vayamos a otro sitio y así pueden conversar con más calma.
-lo siento –se disculpó Alesia- tienes razón Kat, éste no es el lugar ni el momento para que pueda hablar contigo, Misha.
-otro día hablaremos –acotó ésta- ahora es preferible que me retire a mi hogar.
-nada de eso, Misha –demandó en el acto Alesia- ya es muy tarde para reprocharnos nuestros errores, pero a contar de ahora, podemos cambiar nuestro presente y forjar el futuro a nuestro antojo.
-¿qué quieres decir? –preguntó Misha.
Alesia, encaminó sus pasos hasta quedar frente a su esposa y sin más, la estrechó fuertemente entre sus brazos, con ese gesto quiso compensarla por todo lo que debió soportar en silencio y que además debió recibir las constantes acusaciones de su parte, que la veían como una traidora e infiel.
-significa que a contar de hoy, volveremos a vivir juntas, como siempre debió ser –señaló Alesia- -acariciando su rostro con mucha ternura-. – y te prometo que esta vez, no dejaré que ese idiota u algún otro, vuelva a extorsionarte, ya que ahora me tienes a mí para protegerte.
-Alesia –murmuró Misha- no es tan sencillo, primero debemos hablar y luego, ver qué sucede entre nosotras.
-claro que hablaremos de eso no te quepa duda –comentó ésta- pero no será en esta ocasión, pues tengo pensado salir a divertirnos junto a las chicas y deseo ahora más que nunca que me acompañes.
-no quiero importunar con mi presencia, Alesia –comentó Misha- -posando sus ojos en las demás, que la observaban con cierta inquietud-. –por favor compréndeme.
-de ninguna forma nos inoportunas, Misha –señaló Anabelle- eres la esposa de mi prima y eso te hace parte de nuestra familia, ¿no es así chicas?
-mi hermana tiene razón –afirmó Claudine- es hora de que te integres a la familia de una buena vez y como dice mi madre, el pasado ya forma parte de la historia, lo que cuenta es el presente y el tuyo es junto a mi prima.
-concuerdo con las palabras de Claudine –acotó Kat- ya es tiempo de que tú y Alesia, se den una nueva oportunidad para ser felices.
-Misha –agregó Raniel- en esta vida hay riesgos que debemos asumir para encontrarnos con el amor y el equivocarse forma parte de todo eso, pero lo que cuenta es atreverse a dejar los miedos de lado y proponerse dar lo mejor de sí mismo para alcanzar la dicha junto a tu pareja.

Misha, no supo que decir ante los comentarios de las demás, ya que cada palabra tenía una gran verdad, la que no podía seguir ignorando.

-¡ya has oído a todas! –Señaló Alesia- no será fácil, pero juntas saldremos adelante, por favor confía en mí.

Para la joven Dorwen, los miedos del pasado se cernían como una sombra una vez más, pero no estaba dispuesta seguir permitiendo que la misma persona, arruinase su vida por segunda vez.

-de acuerdo, Alesia –pronunció Misha- te acompañare y luego, hablaremos con tus padres.
Para la Condesa, no había más palabras que decir y fugazmente depósito un beso sobre los labios de su esposa y muy cerca de su oído, le susurró.
-todo va a estar bien –mencionó ésta y tomando su mano, la entrelazó con la suya, para luego girarse hacia las demás- Es hora de irnos chicas, mañana nos espera un gran día.
-¿nos acompañas Kat? –preguntó Anabelle.
-por supuesto –mencionó ésta- será un placer compartir con todas ustedes.
-¿iremos al castillo amor? –inquirió Raniel.
-sí, mi vida –respondió Anabelle- -viendo a su hermana Francis-. –tú y Sara, vendrán con nosotras.
-vale- respondió ésta.
-¡vámonos de una vez! –Demandó  Alesia- nos espera un largo viaje.

Fue así, que marcharon de la biblioteca y dejaron los proyectos en la facultad de Arquitectura, tal como lo solicitara su docente. Luego de ello, llegaron hasta los coches estacionados y decidieron irse en grupos de tres.

Misha se fue en su auto con su esposa, siendo ésta última la que iba al volante. Kat se llevó a Claudine y la Duquesa se fue con las demás, con la salvedad de que en el asiento del copiloto iba Francis, en caso de que tuviera que conducir, ya que era la única que contaba con licencia, aparte de Anabelle.

Tal como lo mencionará Alesia, les esperaba un largo viaje y fueron raudas en tomar la autopista de Newham Way que los conectaba directo con la ciudad de Brenwood, ya que era la vía más corta y segura a esas horas, lo que les daría un tiempo extra para retornar a casa, ya que el camino al castillo es muy estrecho y dificulta la conducción de noche.

Mientras ellas se alejan de Londres. Otras dos jóvenes, se encuentran en la autopista de Great Cambridge Rd, que las llevará a Enfield, lugar dónde se sitúa la campiña de los padres de Tracy, ya que un descanso les sentará de maravillas y les servirá para replantearse las cosas, pues el bochorno que debieron pasar fue demasiado para ellas.

Sin duda, las cosas cambiarían para muchas a partir de mañana, ya que en el castillo, aguardaban impacientes por la llegada de la joven Larson, pues sus recuerdos comenzarían aflorar más que nunca con la visita a una vieja tumba olvidada.

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