mujer y ave

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domingo, 17 de noviembre de 2024

Escalada

Capítulo 23 Escalada, polos opuestos


 ¡Al fin! Los cielos costeros comenzaban a abrirse paso dentro de esa densa capa de nubes que bañaba todo a su alrededor obstaculizando la visibilidad y dificultando otras formas a su vez. Todo en la vida está estrechamente relacionado e incide de una manera u otra en las acciones que todos debemos realizar.

Por eso todo quiebre por decirlo de este modo significa una especie de respiro a nuestra congestionada vida y también en la de nuestras protagonistas.

Centro de Viña del mar…

Un vehículo se aparca justo al frente de la entrada de un edificio momentáneamente para dejar bajar a una mujer que ingresa de prisa a dicho recinto.

Tras los saludos de rigor de parte de ella como del personal que se encuentra en el lugar se encaminó sus pasos directo a la oficina del gerente general. Siendo recibida por éste con un cálido abrazo y luego de ello, pasaron al tema que le apremiaba y que les tomaría sus buenos minutos, derivando a la casi hora de dichos trámites.

Mientras en otro sector de la misma ciudad…

En la comodidad de su despacho, digita al número de un contacto de la Policía de investigaciones (PDI) y espera a que respondan a la llamada.

—PDI ¡Buenos días! — respondieron del lugar. —¿En qué puedo ayudarle?

—¡Buen día! — saludó dicha mujer jugando con el cordón de su auricular. — Necesito que me comunique con el prefecto Briones, por favor.

—¿Tiene cita previa con el prefecto? — preguntó el oficial.

—No — respondió la mujer y continuó con su cometido. — Tengo autorización expresa de parte de su jefe para llamarle en caso de requerir contactarme con él.

—¿De parte de quién para informarle al prefecto Briones? — solicitó el oficial que no perdió su tiempo en más cuestionamientos.

—Catalina Minard — mencionó aquella mujer.

—Enseguida le comunico — informó el empleado.

—¡Adelante! — repuso Minard.

Una musiquita de fondo le vino a dejar a la espera de ser traspasada con el superior y encargado de la brigada de investigación criminal de Puerto Montt.

Al poco rato…

—Cata, hermosa mía ¿A qué debo el honor de tu llamada? — saludaron entusiastamente.

—¡Buenos días, José Luis! — Saludó Minard a su contra parte y con una sonrisa autosuficiente que hablaba por sí sola.

—¡Buenos días preciosa! — correspondió el gesto el oficial risueño. — Olvido que eres intransigente con el protocolo de educación.

—Sin duda amigo mío— aseguró Minard. — La educación es una obligación y un deber.

—Por supuesto — coincidió José Luis fascinado de rebatir con aquella mujer. — no serías tú, si no lo hicieras.

—Exactamente — afirmó ella.

—Ahora, dime preciosa el motivo de tu llamada. — preguntó el prefecto. — Mira que ya hace unos meses que no habíamos tenido el placer de charlar tú y yo.

—Cierto y corregiremos aquello una vez que zanje este tema en particular que me llevó a comunicarme contigo — expuso Minard.

—Tú dirás — apremió Briones.

—El motivo de mi llamada está relacionado con un personaje que necesito investigar a profundidad — explicó Catalina.

—¿Nombre del sujeto en cuestión? — inquirió José Luis.

—Javier Andrés Tello Salas — informó Minard. — Y quiero lo siguiente…

De este modo Minard entraría en detalles de su plan para obtener información de aquel que supuestamente es padre de cierta joven y fuese, además, el cónyuge de Patricia Vidal. Una conversación que tomaría ribetes peculiares y trascendentales.

En los alrededores de Recreo, parte de viña del mar…

En el interior de una antigua y majestuosa casa, una mujer se encuentra reunida con su empleado e impartiendo sus órdenes respectivas.

—Necesito que te dirijas de inmediato a Olmué a recoger a la señorita Tania Briceño y la lleves directo a mi suite — ordenó una rubia. — Te quedarás con ella a la espera de que Sebastián pase a dejar a otra joven a eso del mediodía. No debes permitir que ellas abandonen el lugar hasta no recibir nuevas instrucciones mías. ¿Se entiende bien lo que estoy pidiendo Samuel?

—Perfectamente mi señora — contestó el empleado conocedor de las implicancias de dicha tarea.

—Alexandra estará esperando por ti con la joven — instruyó su jefa. — cualquier imprevisto me llamas de inmediato.

—Se hará como usted ha solicitado señorita Calladrie — acató Samuel.

—¡Ve! — despidió Pía a su empleado.

En un santiamén el hombre se dispuso en cumplir con lo solicitado por su jefa. Mientras que ella se disponía para salir al encuentro de su compañera en espera de poder reunirse con todas las demás.

A su vez en la ciudad de Limache…

Otra de las involucradas se prestaba para salir de su hogar con rumbo a su trabajo e interceptar a cierta persona y poder concretar con lo solicitado por su amiga.

Este sería un día duro, intenso y significativo en la vida de todas ellas y en especial de las chicas. Muchas cosas no fueron dichas en su momento y hoy sería el inicio de buscar las respuestas y dependiendo de ello, es como se procedería en las acciones para las implicadas en esta historia.

—Debo darme prisa antes de que Lucia interfiera en mis planes — masculló entre dientes Mirelles.

Tomó las llaves de su Harley, dos cascos junto con su portafolio. Sacó su motocicleta y antes de irse acarició a su guardián. Luego, salió con rumbo al hotel.

Mientras que en Totoralillo…costa del norte de Chile.

—¡Puedes darte prisa Laura! — ordenó Farkless que tuvo que alzar más la voz para ser oída por su contra parte que estaba alejada en el pasillo.

Al cabo de unos segundos asomaba la susodicha en cuestión con una cara entre sueño e irritada para variar.

—Son las siete de la mañana — protestó Laura con molestia—¿Quién se ha muerto para estar tan madrugadora? Que yo sepa teníamos clase de surf hoy, pero no tan temprano.

¡Hay cosas que nunca van a cambiar! Y una de esas es la actitud de Tello que por más que le den de garrotazos, disciplinen y le refrieguen cualquier manual en la cara, simplemente seguirá siendo ella. Una chiquilla dolor de culo como suele sindicarla su dominante.

—Deja tu pesadez y solo limítate a cumplir con lo que se te ordenó — demandó seca Martina que no iba a gastar energías hoy con su sumisa. Más adelante ajustaría cuentas con ella no sin antes resolver las cosas con Calixta.

—¡Aha! — exclamó sin inmutarse Laura. — lo olvidaba…mi señora.

—Laura no colmes mi paciencia — replicó de inmediato Martina. — No estoy para aguantar tus arrebatos de niña malhumorada hoy.

—¡Yap! — fue lo dicho por Tello y al quedarse frente a frente, añadió. —¿Qué?

—No sigas por ese camino gatita — espetó Martina sosteniendo su rostro en las manos. — Desde ayer que estás insufrible y tus razones me importan un carajo en este momento. Tengo asuntos que resolver en viña de suma importancia y una vez que los resuelva, tú y yo vamos a dejar las cosas bien clara entre las dos ya que has tenido demasiadas confianzas de tu parte y que partir de ahora tendrás que trabajar duro para ganarte cualquier beneficio de mi parte y comenzaremos con lo que te pedí que usarás y no es una opción Laura.

Se puede decir que la furia se arremolinaba en espiral en el iris de la joven Tello y en poco tiempo ha conseguido no dejar salir sus arrebatos, pero no quiere decir que esté contenta con todo lo que se le impone ya que no encaja en el rol de sumisa como se lo piensa su dominante. Y menos a contar desde ayer en que le oyó decir algo que la tienen con la vena sangrante y un genio podrido como el de alcantarilla.

Sin mencionar que lo último dicho por parte de Farkless la tiene resistiendo a con dientes apretados porque no está dispuesta a ceder y darle en el gusto. Ella no va a usar esa cosa, primero muerta que asumida.

—Si vamos a conversar mi señora sobre devolverme mi libertad con mucho gusto lo haré sin chistar. — agudizó el sarcasmo Laura y una mirada burlesca a más no poder. — De lo contrario tendrá que ser paciente a que pase el cometa Halley y ver si hay milagros todavía ¿no le parece mi sádica señora?

Tuc, tuc…era la especie de sonido que se emitía en la vena yugular de Farkless ante las palabras desafiantes y cínicas de parte de su sumisa. Entrecerró sus ojos unos instantes sujetando con frenos mentales del porte de un buque para no darle una lección a su sumisa.

Contó una cuantas veces hasta que volvió en sí misma y a su acostumbrado descaro de siempre y procedió a responderle a la condenada chiquilla y ponerla en su lugar.

—Perderás el tiempo y toda esperanza que una cosa de esas llegue a ocurrir…Gatita — siseó Martina al borde de sus labios para añadir. —Nunca podrás librarte de mí. Te advertí que no iba a dar pie atrás en mi decisión y es cuestión de tiempo nada más para que comiences a usarlo ¡Ya verás! Ahora andando mi preciosa que nos espera un viaje largo nuevamente.

Si por un momento Tello pensó que la besarían se quedó con las ganas o en sus fantasías porque la pelirroja se burló de ella haciendo un simple amago de piquito y, por el contrario, envolvió su mano con la de la muchacha para conseguir su objetivo de apresurar sus pasos.

De un solo tirón ya estaban dentro del vehículo que las llevaría al aeropuerto de la Serena y con destino al aeródromo de Con- con.

A su vez en el borde costero de Bosque de monte mar…

Una morena quitaba las amarras de las muñecas de su sumisa que estaba desfallecida sobre aquel mueble. Estaba más que claro que conservaba el toque para someter a su amante y llevarla hasta el agotamiento y la prueba estaba ante ella.

—No tendrás descanso…Pri — murmuró con alevosía Calixta y tomándola en brazos para llevarla al cuarto de baño de su alcoba— Esto recién está comenzando para ti y el precio que pagarás son los años que me sometiste a tu ausencia.

Tiempo más tarde…

Es la segunda vez que revisa su reloj de pulsera y aunque lo mire cuántas veces no podrá evitar llegar retrasada a su trabajo y para colmo de males el taxi sigue rodando a la vuelta de la rueda provocándole un dolor de cabeza.

—¿Por qué no le habré hecho caso a mamá? — se lamentó la joven Briceño que iniciaba su día con el pie izquierdo. — aunque no sé si hubiera sido lo mejor, ella aún sigue enojada conmigo por haberme escapado con Alex el otro día.

Resignada se recostó nuevamente en el asiento para observar por la ventanilla el paisaje a su vez que sus pensamientos estaban por todas partes.

El primero: era el impasse que tuvo con su madre y Alex cuando la fueron a dejar. Nunca la había visto tan encabronada y en tres tiempos mando a volar a Mirelles a la calle y le quedo claro por las miradas que ambas se dieron que esto estaba lejos de terminar y se avecinaba un temporal entre las dos. Tenía que hablar del tema cuánto antes y, sin embargo, se le puso cuesta arriba ya que Lucía la mandaba a darse la vuelta directo a su habitación sin darle opción a un misero hola. Tenía que reconocerlo que las había jodido por haber echo enojar a su madre.

El segundo: tenía relación con su mejor amiga…Laura y es que hace cuatro días que no sabe nada de ella y menos respondía el celular. Intentó preguntarle a su tía Patricia sobre la joven; pero se encontró con la novedad de que se ausentó por dos días del trabajo y no tenía a quién más preguntar ya que su mamá no le paraba bola.

El tercero: estaba relacionado a una conversación que tuvo con su mellizo, Álvaro. En dónde le comentó acerca de un ascenso que le dieron en su empresa a pesar de llevar menos de dos años. Estaba feliz por su hermano, era un buen comienzo para hacerse una carrera laboral. Lo que sí la tenía pensando más de la cuenta fue en lo dicho por su mellizo y que tenía relación con una capacitación que le fue entregada por la propia dueña del consorcio y que estando en su despacho junto con el jefe de personal y dos compañeros más para firmar los documentos que ameritaban, se topó con dos retratos muy familiares. Uno estaba colgado en la pared y el otro sobre el escritorio de la dueña. En ellos se retrataba a una muy joven Lucía Quiroz (pared) y el de escritorio estaba su madre abrazada y feliz junto con aquella empresaria, ambas se veían muy jóvenes no más de veinte años a lo sumo.

El joven Briceño, no hizo intento alguno de preguntar por las fotografías dado que podría tomarse a mal hacer averiguaciones, él era respetuoso. No obstante, le comentó que fue sorprendido varias veces observando aquellos retratos por la propia dueña y tampoco de su parte hubo comentario alguno.

Álvaro le comentó que no ha tocado el tema con su madre dado que detesta inmiscuirse en los asuntos de su progenitora, que conoce su lugar como hijo y lo atribuyó a que pueden haber sido conocidas en su juventud nada más. Añadiendo que en la vida las personas van y vienen, unas se quedan y otras siguen su camino.

A diferencia de su hermano, Tania si tenía curiosidad dado que su familia era oriunda de Concepción y mucho tiempo en Limache no tenían como haber forjado lazos de amistad con otras personas, salvo su tía Patricia que siendo del sur, tenían familia en la zona desde hace mucho.

Algo no le calzaba aquí a la muchacha para ese nivel de cercanía que le comentase su hermano y muy poco podría averiguar con su madre porque estaba intratable y no se iba a exponer aumentar más su enojo con ella. Esperaría que la tormenta pasase para empezar sutilmente con las averiguaciones de rigor. Ella era Briceño después de todo, la curiosidad estaba en su ADN.

Y el cuarto punto que le inquietaba es que su vida se estaba poniendo patas para arriba y es que en su sado/relación con Alex, estaba un poco tirante dado que a la joven no le tinco simplemente una proposición que le dijese su dominante, no se lo dijo abiertamente, pero pensándoselo bien, sin una explicación que respaldase aquella solicitud no iba a ponerse en otro plan con ella. Ya la cosa pinta Espinoza con su mamá por no hacer caso a sus consejos y no pedir permiso para irse sin más con su dominante. Al fin y al cabo, ella era su madre y tenía todo el derecho a preocuparse y molestarse al respecto. Lucía siempre respaldo sus acciones en muchos aspectos, pero éste le era quisquilloso por así decirlo.

Entre los pensamientos que iban raudos de un lado a otro manteniéndola absorta que no se percató de que estaba a punto de llegar a las inmediaciones del hotel.

—¡Al fin! — exclamó Tania después de ser devuelta al mundo por el chofer de dicho transporte. — Aquí tiene su dinero.

—Que tenga un buen día señorita — dijo el hombre.

—Igualmente usted — devolvió el gesto Tania.

Entró por la portería saludando a los guardias, quienes le jugaron bromas sobre su puntualidad y además de mortificarla un poco en que la jefa de operaciones y la de finanzas habían preguntado por ella, lo que la hizo ponerse roja de la vergüenza y de los nervios.

Con dos mujeres como esas, no había elástico que resistiera su temperamento y por mucho que se considerase relajada y super positiva, loca no era como para a bancarse dos reprimendas por su irresponsabilidad de no llegar a la hora.

Tania dejo que hicieran su inspección rutinaria sobre su mochila; que no ingresará nada prohibido tal como estaba estipulado en su manual del trabajo lo requería; y terminado salió disparada hacia la entrada principal del hotel, en la planta baja que estaba las oficinas de la jefatura de operaciones.

—¿Llegando tarde encanto? — se burló Fernanda que venía del segundo piso.

—Hay sí ¡Qué fastidio! — masculló Tania rascando su cabeza. — el taxi vino a paso de tortuga.

—Te creo — dijo Fernanda e intuyendo una cosa, agregó. — Si buscas a tu madre, anda en Finanzas. Te aconsejo que no vayas todavía mira que ambas estaban con cara de pitbull hoy y de seguro que te tocará recibir más de un coscacho si te pones en medio.

—¡Chuta la mala pata mía! — se lamentó Briceño.

—Te aconsejo que la esperes en su oficina mejor — advirtió Fernanda. — Mira que esas dos sacan chispas hoy, todos le estamos haciendo el quite ¡Son terribles cuando andan de malas!

—¿Tan feo es? — inquirió Tania un poco incomoda. — Muchas veces exageran un poco sobre su carácter. Al menos no he visto a Alex o a mamá en esos días que mencionas.

—¿Exagerar? No mija linda, lo que pasa es que tú llevas poco tiempo haciendo tu práctica y no has visto cómo se comportan esas dos y con el debido respeto a que Lucía sea tu madre, petiza y todo, se gasta un genio de la p… y qué decir de Alexandra, en los años que trabajo con ella he visto a varios llorar y mandarse a cambiar — recalcó Fernanda haciendo sus descargos con saña. — Son dos de las jefaturas más perras que puedas ver en este trabajo, sin contar con Paula, que es toda sonrisa, ellas te pegan el garrotazo y ¡Zas! Estas despedido. Así que, no vayas a meterte a las patas del caballo ahorita.

—¡Ya entendí! Voy a esperarla en su oficina — repuso Tania que no quiso seguir con la conversa ya que no le iba a gustar como se referían a su madre como su amante (si tenía el derecho a llamarlo como tal) — Gracias por el consejo, nos vemos Feña.

La colorina la quedo viendo un rato mientras se alejaba la muchacha en cuestión.

—¡Cómo se nota que no sabes nada! — murmuró Fernanda con una mirada insidiosa. — Alexandra y Lucía son una simbiosis terrible. Están unidas por el poder y el respaldo de los dueños del hotel. No funcionan la una sin la otra. Tienes suerte de ser su hija.

Pasarían unos segundos más contemplándola hasta que giró sus talones para irse a su lugar de trabajo y hacerse cargo de los requerimientos de los huéspedes.

A su vez, en el edificio de finanzas.

—¿Estás hablando en serio? — preguntó Lucía con cara de pocos amigos.

—¿Acaso me ves que estoy bromeando? — contra preguntó Mirelles cruzando sus brazos y apoyando su espalda en el respaldo de su silla.

—No — fue la respuesta de Lucía y acercando su rostro más al interior del escritorio de su contra parte y apoyándolo en su mano. —Pero no puedes negar que aparte de la relación jefa/empleada, difícilmente cruzamos palabra y menos estar en la compañía de la otra.

—¡A ver Lucía! — reclamó de inmediato. — No abuses de tu posición, puede que seas la persona de confianza de mis padres y estar a cargo del funcionamiento del hotel, pero quién manda aquí soy yo. No te vayas a olvidar de ese detalle.

—Sabes que nunca lo he hecho — replicó Lucía de igual forma. — Jamás he desobedecido una orden tuya, tampoco me inmiscuido en tus asuntos referente al trabajo y lo único extraordinario que solicité ante ti fue que me dejases trabajar y he mantenido mi promesa contigo y te consta.

—Estoy clara en eso — replanteó Alexandra. — Cuentas con mi respaldo a pesar de nuestro pasado y he tenido la deferencia de pedirte que me acompañes a viña. Hay asuntos que debemos tratar y no lo vamos a resolver en este lugar como tampoco en casa de ninguna de las dos, por eso nuestro viaje juntas ya que iremos dónde Calixta ¿entiendes ahora?

—Claro que lo entiendo — afirmó Lucía reclinándose en su asiento fastidiada. — Ella me llamó temprano para solicitar una reunión.

—¿Tienes algún inconveniente con eso? — indagó Mirelles intuyendo que algo la molestaba. — Hasta dónde yo sé, no has tenido contacto con ningún miembro de mi familia y menos con tu señora.

—Alexandra ¿De qué estamos hablando? ¿de trabajo? O ¿de mi pasado? — cuestionó Lucía debatiéndose en varias cosas a la vez.

—No te hagas la listilla conmigo…Lucía— recriminó Mirelles que dejo su anterior pose para acercar su rostro lo más cerca de la otra mujer. —No te servirá al igual que suele hacerlo tu hija. Sabías muy bien el momento en que pusiste un pie en mi oficina que no tiene relación al trabajo y que estamos obligadas a reunirnos para ver el tema de Tania, por lo tanto, he dejado de ser tu jefa y tu mi empleada en este instante. Te guste o no, somos dominante y sumisa porque el pasado se ha hecho presente con la petición de Patricia y mi interacción contigo toma otro ribete a raíz de Briceño ¿nos entendemos?

Los colores se le subieron hasta la raíz del pelo a la jefa de operaciones ya que la pusieron en su lugar y al igual que su amiga de toda la vida, asumía que el precio a pagar iba ser intenso y duro debido a la omisión de ciertos detalles de su partida. Se dice que el tiempo pasa factura tarde o temprano. Lo que no suponía era que esta cofradía de dominantes estaba a las puertas de esclarecer más cosas de lo que se dejaron ver en su momento.

Ella al igual que Patricia tenía un secreto que han mantenido bajo llave y por razones de circunstancias en el caso personal, había mantenido de ese modo dado la naturaleza de su otrora relación. No había muchas vueltas que darle y fue lo suficientemente valiente y bien mujercita para salir adelante solita.

—Tú ganas…Alexandra — asumió Lucia desviando la vista en otra dirección que no fuese el rostro de Mirelles. — Te acompañaré.

—¡Voltea a verme Lucía! — exigió Alexandra sin un ápice de contemplación.

Dicha orden no se hizo esperar y el rostro de Quiroz quedo de frente a su superior.

—¡Educación Lucía! — denostó Mirelles. — Es una regla intransable para nosotras y lo sabes bien. Al igual que el respeto y la obediencia.

—Ok — fue la renuente respuesta de Quiroz.

—Sabes muy bien que implica reunirse con alguna de nosotras, independiente del tema — enrostró Alexandra escudriñando las facciones de la mujer. — ¿estás consciente de lo que vas a asumir nuevamente?

—Tú lo has dicho claramente — reconoció Lucía. — Debemos hablar de Tania lo que me pone en una situación difícil, pero necesaria y la asumiré como tal.

—Perfecto — aceptó Mirelles colocándose de pie. — Ve a recoger tus cosas que nos vamos a viña de inmediato y no te preocupes por el hotel dejaré a cargo a Paula.

—Bien — repuso Lucía y antes de salir de dicha oficina. — Antes hablaré con mi hija.

—¿En función de qué? — cuestionó Alexandra que tomaba su portafolios.

—Soy su madre y es mi derecho. — defendió Lucía con un rostro serio. —Puedes ser su dominante, pero no vayas a olvidar que ella es mi hija y si tengo que enfrentarme a todas ustedes lo haré sin asco, no te quepa duda alguna y soy diferente de Patricia.

Dicho esto, salió de aquel lugar sin esperar respuesta a su amenaza y dando un portazo que hizo saltar a todos cuanto estaban ya en el departamento de finanzas.

Estaba claro que la mujer tenía lo suyo, habrá sido sumisa en su juventud y estar bajo el dominio de Pía Calladrie, pero no cabía la menor duda que carácter y valentía no le faltaban, algo que siempre elogió su señora.

—Calixta tenía toda la razón — admitió al fin Mirelles pasando su mano por el rostro. — son madres y están dispuestas a todo por las chicas al punto de retomar algo que abandonaron por propia voluntad.

Estaba a punto de salir de su oficina cuando recordó algo y sacando su móvil de la chaqueta de su traje, marcó a un número en particular.

—Alex — respondieron al otro lado. — ¿todo bien?

—Ella aceptó acompañarme— indicó Mirelles sin dejar de ver la puerta. — Y tenías razón Pía. Ellas están dispuestas a todo contar de proteger a sus hijas.

—Entonces Cali y yo tendremos que presionar mucho más para sacarles la verdad — advirtió Calladrie. — Veremos qué es lo que consigue Ariana al respecto. De mi parte tengo todo listo en espera de Tania y Laura.

—¿Solo de ellas nada más? — soltó suspicazmente Alexandra conocedora de la ímpetu de su mejor amiga.

—¿Te refieres a Lucía? — abordó Pía a sabiendas de la trampa de su amiga.

—¿De quién más? — contra preguntó Mirelles ahora risueña.

—Ella es otra cosa — admitió suelta de cuerpo Calladrie con una mirada intensa en sus azules. — No la espera un lugar acogedor como mi apartamento en el caso de las chicas, le espera uno del cual tiene escrito su nombre desde hace mucho tiempo y ha estado vacío ¿tú me entiendes Alex?

—¡Uf! — exclamó ésta que sabía el lugar preciso a lo que se refería Calladrie. — Por supuesto y no esperaba menos de ti, aunque te advierto una cosa de ante mano.

—¿Sería? — instó Pía muy curiosa al respecto.

—Tiene más temple que antes, mi querida amiga — develó Alex y presionando aún más, añadió. — ¿podrás dominar semejante portento? No queda rastro de aquella adolescente de tu pasado.

—Tú lo has dicho Alex…El pasado ya fue y yo tampoco soy la misma mujer — musito Pía con soberbia. — Y será un placer rebajarle su temple hasta convertirla en seda en mis manos.

—Jajaja — se carcajeo con maldad Alexandra. — Realmente esto será un espectáculo para ustedes dos.

—No solo para nosotras — objetó Pía con malicia. — Tú y Martina no se quedan atrás, lindura ¿no es así Alex?

—No lo niego — admitió ésta con total honestidad. — Hace mucho tiempo que no me sentía tan viva y plena en compañía de una mujer y Tania consiguió lo que otras no pudieron. Pase lo que pase, Pía, no voy a renunciar a ella.

—Celebro escucharte amiga mía — acotó Calladrie. — Hablaremos una vez que solucionemos lo de nuestras sumisas ¿te parece?

—Estoy contando con ello, Pía — aceptó Mirelles. — Ahora debo colgar ya que le di unos minutos a Lucía para que hable con su hija antes de que nos vayamos.

Esto alertó a Calladrie que clavó sus ojos en el reloj de su sala de estar.

—Alex, llévatela pronto contigo Samuel está por llegar a Olmué — demandó Pía. — No podemos permitirnos que se den cuenta de nuestro plan.

—Voy en camino — dijo Mirelles cortando la conversación.

En unas cuantas zancadas ya había bajado las escaleras de su edificio entraba de lleno a la recepción del hotel. Dio dos órdenes en particular dejando con temblores a sus empleados y se encaminó directo a la oficina del jefe de operaciones.

—¿Estamos listas Lucía? — preguntó de frentón Mirelles entrando de golpe a la oficina.

Tanto la mencionada como la joven Briceño quedaron viendo sorprendidas por la entrada abrupta de la jefa de finanzas.

—Alex — murmuró Tania. — ¡Hola!

—¡Buenas noches, Briceño! — espetó gelida Mirelles. — Te recuerdo que la hora de entrada es 8:30 y no a las 9 ¿estamos?

—Lo siento, no volverá a ocurrir — asumió Tania que seguía con su mala pata y de lleno se iba con puras reprimendas de parte de las dos mujeres más importantes en su vida.

—Lucía puedes esperarme afuera un minuto — ordenó Alexandra. — Te di tu tiempo, ahora es mi turno.

Por mucho que le molestase el tono autoritario de parte de Mirelles, no le quedo de otra que aceptar los hechos. Recogió su cartera y chaqueta y salió de la oficina no sin antes de darle una mirada intimidante a su contra parte.

Una vez que hubo salido Quiroz, Alexandra quedo viendo a la joven Briceño y sin más, tomó entre sus brazos a la muchacha.

—Alex ¿qué sucede? — inquirió Tania al sentir la ansiedad de Mirelles.

—Nada preciosa, pero necesito que confíes en mí — solicitó Alexandra. — No puedo explicarte en este momento, pero lo hablaremos más tarde.

—Bueno — aceptó Tania que beso los labios de su dominante.

—Tania — habló Alexandra interrumpiendo el beso.

—Dime — contestó ésta.

—Más tarde vendrán a recogerte para llevarte a Viña — indicó Alex con el rostro serio. — Acompáñalo por favor.

—¿Tú lo quieres así? — inquirió Briceño viendo a los ojos.

—Es mi deseo — respondió Mirelles abrazando a su niña. — dame en el gusto.

—Lo haré — confirmó Tania que de inmediato fue compensado por un beso abrasador de parte de la dominatriz.

Uno, dos, tres y la caricia terminó abruptamente de parte de la dominante.

—Ahora debo partir — señaló Alexandra. — espera en tu lugar y no hagas nada de trabajo, lo veremos otro día.

—Bien — aceptó la morena.

—Ve — ordenó Mirelles que salió junto con su sumisa, se despidió fríamente ante los demás empleados y viendo a dónde le esperaba Quiroz.

—¡Acompáñame! — demandó Alexandra a Lucia.

Cuando se disponían a salir entraba una mujer bastante alta, trigueña y de unos ojos bien picaros.

—Quedas al mando Paula — indicó Mirelles.

—Descuida Alex, sabré guiar este buque — mencionó ésta que, por cierto, era nada menos que la jefa de recursos humanos y una pieza fundamental también en esta historia.

—No me cabe la menor duda — repuso Alexandra, guiñando un ojo a la mujer. — nos vemos.

Dicho esto, salieron directo al estacionamiento, a Quiroz se le paso un casco y se ubicó detrás de Mirelles. Había que decirlo que la Harley de Alexandra era espaciosa y cómoda. Una joyita de esas raras y muy valiosa.

Al poco rato estaban en la carretera con rumbo a la ciudad Jardín en dónde dentro de muy poco tendría una doble reunión de las cuales desconocían aquellas dos sumisas.

Una verdad, una promesa y un juramento que hicieron en presencia de un solo testigo que conocedor del curso de los hechos y respaldo plenamente la decisión que tomasen aquellas dos muchachas en su tiempo.

Todo en la vida se logra descubrir en su determinado momento, nada está oculto y nada es lo que parece a simple vista ¿polo opuesto qué es realmente este término?

Lo que estaba claro que todo esta historia había comenzado a escalar a unas proporciones sin precedentes, levantando una polvareda inmensa y destapando sucesos en la vida de las protagonistas.

 

 

 

 

 Tema que acompaña este capítulo es “Turn off the lights” Ava Max.

 

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