¡Al fin! Los cielos costeros comenzaban a abrirse paso dentro de esa densa capa de nubes que bañaba todo a su alrededor obstaculizando la visibilidad y dificultando otras formas a su vez. Todo en la vida está estrechamente relacionado e incide de una manera u otra en las acciones que todos debemos realizar.
Por eso todo quiebre por decirlo de este modo significa una
especie de respiro a nuestra congestionada vida y también en la de nuestras protagonistas.
Centro de Viña del mar…
Un vehículo se aparca justo al frente de la entrada de un
edificio momentáneamente para dejar bajar a una mujer que ingresa de prisa a
dicho recinto.
Tras los saludos de rigor de parte de ella como del personal que se encuentra en el lugar se encaminó sus pasos directo a la oficina del gerente general. Siendo recibida por éste con un cálido abrazo y luego de ello, pasaron al tema que le apremiaba y que les tomaría sus buenos minutos, derivando a la casi hora de dichos trámites.
Mientras en otro sector de la misma ciudad…
En la comodidad de su despacho, digita al número de un
contacto de la Policía de investigaciones (PDI) y espera a que respondan a la
llamada.
—PDI ¡Buenos días! — respondieron del lugar. —¿En qué puedo
ayudarle?
—¡Buen día! — saludó dicha mujer jugando con el cordón de su
auricular. — Necesito que me comunique con el prefecto Briones, por favor.
—¿Tiene cita previa con el prefecto? — preguntó el oficial.
—No — respondió la mujer y continuó con su cometido. — Tengo
autorización expresa de parte de su jefe para llamarle en caso de requerir contactarme
con él.
—¿De parte de quién para informarle al prefecto Briones? —
solicitó el oficial que no perdió su tiempo en más cuestionamientos.
—Catalina Minard — mencionó aquella mujer.
—Enseguida le comunico — informó el empleado.
—¡Adelante! — repuso Minard.
Una musiquita de fondo le vino a dejar a la espera de ser
traspasada con el superior y encargado de la brigada de investigación criminal
de Puerto Montt.
Al poco rato…
—Cata, hermosa mía ¿A qué debo el honor de tu llamada? —
saludaron entusiastamente.
—¡Buenos días, José Luis! — Saludó Minard a su contra parte
y con una sonrisa autosuficiente que hablaba por sí sola.
—¡Buenos días preciosa! — correspondió el gesto el oficial
risueño. — Olvido que eres intransigente con el protocolo de educación.
—Sin duda amigo mío— aseguró Minard. — La educación es una
obligación y un deber.
—Por supuesto — coincidió José Luis fascinado de rebatir con
aquella mujer. — no serías tú, si no lo hicieras.
—Exactamente — afirmó ella.
—Ahora, dime preciosa el motivo de tu llamada. — preguntó el
prefecto. — Mira que ya hace unos meses que no habíamos tenido el placer de
charlar tú y yo.
—Cierto y corregiremos aquello una vez que zanje este tema
en particular que me llevó a comunicarme contigo — expuso Minard.
—Tú dirás — apremió Briones.
—El motivo de mi llamada está relacionado con un personaje
que necesito investigar a profundidad — explicó Catalina.
—¿Nombre del sujeto en cuestión? — inquirió José Luis.
—Javier Andrés Tello Salas — informó Minard. — Y quiero lo
siguiente…
De este modo Minard entraría en detalles de su plan para
obtener información de aquel que supuestamente es padre de cierta joven y fuese,
además, el cónyuge de Patricia Vidal. Una conversación que tomaría ribetes
peculiares y trascendentales.
En los alrededores de Recreo, parte de viña del mar…
En el interior de una antigua y majestuosa casa, una mujer
se encuentra reunida con su empleado e impartiendo sus órdenes respectivas.
—Necesito que te dirijas de inmediato a Olmué a recoger a la
señorita Tania Briceño y la lleves directo a mi suite — ordenó una rubia. — Te
quedarás con ella a la espera de que Sebastián pase a dejar a otra joven a eso
del mediodía. No debes permitir que ellas abandonen el lugar hasta no recibir nuevas
instrucciones mías. ¿Se entiende bien lo que estoy pidiendo Samuel?
—Perfectamente mi señora — contestó el empleado conocedor de
las implicancias de dicha tarea.
—Alexandra estará esperando por ti con la joven — instruyó su
jefa. — cualquier imprevisto me llamas de inmediato.
—Se hará como usted ha solicitado señorita Calladrie — acató
Samuel.
—¡Ve! — despidió Pía a su empleado.
En un santiamén el hombre se dispuso en cumplir con lo
solicitado por su jefa. Mientras que ella se disponía para salir al encuentro
de su compañera en espera de poder reunirse con todas las demás.
A su vez en la ciudad de Limache…
Otra de las involucradas se prestaba para salir de su hogar
con rumbo a su trabajo e interceptar a cierta persona y poder concretar con lo
solicitado por su amiga.
Este sería un día duro, intenso y significativo en la vida
de todas ellas y en especial de las chicas. Muchas cosas no fueron dichas en su
momento y hoy sería el inicio de buscar las respuestas y dependiendo de ello,
es como se procedería en las acciones para las implicadas en esta historia.
—Debo darme prisa antes de que Lucia interfiera en mis
planes — masculló entre dientes Mirelles.
Tomó las llaves de su Harley, dos cascos junto con su
portafolio. Sacó su motocicleta y antes de irse acarició a su guardián. Luego,
salió con rumbo al hotel.
Mientras que en Totoralillo…costa del norte de Chile.
—¡Puedes darte prisa Laura! — ordenó Farkless que tuvo que alzar
más la voz para ser oída por su contra parte que estaba alejada en el pasillo.
Al cabo de unos segundos asomaba la susodicha en cuestión
con una cara entre sueño e irritada para variar.
—Son las siete de la mañana — protestó Laura con molestia—¿Quién
se ha muerto para estar tan madrugadora? Que yo sepa teníamos clase de surf
hoy, pero no tan temprano.
¡Hay cosas que nunca van a cambiar! Y una de esas es la
actitud de Tello que por más que le den de garrotazos, disciplinen y le
refrieguen cualquier manual en la cara, simplemente seguirá siendo ella. Una
chiquilla dolor de culo como suele sindicarla su dominante.
—Deja tu pesadez y solo limítate a cumplir con lo que se te
ordenó — demandó seca Martina que no iba a gastar energías hoy con su sumisa. Más
adelante ajustaría cuentas con ella no sin antes resolver las cosas con
Calixta.
—¡Aha! — exclamó sin inmutarse Laura. — lo olvidaba…mi
señora.
—Laura no colmes mi paciencia — replicó de inmediato
Martina. — No estoy para aguantar tus arrebatos de niña malhumorada hoy.
—¡Yap! — fue lo dicho por Tello y al quedarse frente a
frente, añadió. —¿Qué?
—No sigas por ese camino gatita — espetó Martina sosteniendo
su rostro en las manos. — Desde ayer que estás insufrible y tus razones me
importan un carajo en este momento. Tengo asuntos que resolver en viña de suma
importancia y una vez que los resuelva, tú y yo vamos a dejar las cosas bien
clara entre las dos ya que has tenido demasiadas confianzas de tu parte y que partir
de ahora tendrás que trabajar duro para ganarte cualquier beneficio de mi parte
y comenzaremos con lo que te pedí que usarás y no es una opción Laura.
Se puede decir que la furia se arremolinaba en espiral en el
iris de la joven Tello y en poco tiempo ha conseguido no dejar salir sus
arrebatos, pero no quiere decir que esté contenta con todo lo que se le impone
ya que no encaja en el rol de sumisa como se lo piensa su dominante. Y menos a
contar desde ayer en que le oyó decir algo que la tienen con la vena sangrante
y un genio podrido como el de alcantarilla.
Sin mencionar que lo último dicho por parte de Farkless la
tiene resistiendo a con dientes apretados porque no está dispuesta a ceder y
darle en el gusto. Ella no va a usar esa cosa, primero muerta que asumida.
—Si vamos a conversar mi señora sobre devolverme mi libertad
con mucho gusto lo haré sin chistar. — agudizó el sarcasmo Laura y una mirada
burlesca a más no poder. — De lo contrario tendrá que ser paciente a que pase
el cometa Halley y ver si hay milagros todavía ¿no le parece mi sádica señora?
Tuc, tuc…era la especie de sonido que se emitía en la vena
yugular de Farkless ante las palabras desafiantes y cínicas de parte de su
sumisa. Entrecerró sus ojos unos instantes sujetando con frenos mentales del
porte de un buque para no darle una lección a su sumisa.
Contó una cuantas veces hasta que volvió en sí misma y a su
acostumbrado descaro de siempre y procedió a responderle a la condenada
chiquilla y ponerla en su lugar.
—Perderás el tiempo y toda esperanza que una cosa de esas
llegue a ocurrir…Gatita — siseó Martina al borde de sus labios para añadir. —Nunca
podrás librarte de mí. Te advertí que no iba a dar pie atrás en mi decisión y es
cuestión de tiempo nada más para que comiences a usarlo ¡Ya verás! Ahora
andando mi preciosa que nos espera un viaje largo nuevamente.
Si por un momento Tello pensó que la besarían se quedó con
las ganas o en sus fantasías porque la pelirroja se burló de ella haciendo un
simple amago de piquito y, por el contrario, envolvió su mano con la de la
muchacha para conseguir su objetivo de apresurar sus pasos.
De un solo tirón ya estaban dentro del vehículo que las
llevaría al aeropuerto de la Serena y con destino al aeródromo de Con- con.
A su vez en el borde costero de Bosque de monte mar…
Una morena quitaba las amarras de las muñecas de su sumisa
que estaba desfallecida sobre aquel mueble. Estaba más que claro que conservaba
el toque para someter a su amante y llevarla hasta el agotamiento y la prueba
estaba ante ella.
—No tendrás descanso…Pri — murmuró con alevosía Calixta y
tomándola en brazos para llevarla al cuarto de baño de su alcoba— Esto recién
está comenzando para ti y el precio que pagarás son los años que me sometiste a
tu ausencia.
Tiempo más tarde…
Es la segunda vez que revisa su reloj de pulsera y aunque lo
mire cuántas veces no podrá evitar llegar retrasada a su trabajo y para colmo
de males el taxi sigue rodando a la vuelta de la rueda provocándole un dolor de
cabeza.
—¿Por qué no le habré hecho caso a mamá? — se lamentó la
joven Briceño que iniciaba su día con el pie izquierdo. — aunque no sé si
hubiera sido lo mejor, ella aún sigue enojada conmigo por haberme escapado con
Alex el otro día.
Resignada se recostó nuevamente en el asiento para observar
por la ventanilla el paisaje a su vez que sus pensamientos estaban por todas
partes.
El primero: era el impasse que tuvo con su madre y Alex
cuando la fueron a dejar. Nunca la había visto tan encabronada y en tres tiempos
mando a volar a Mirelles a la calle y le quedo claro por las miradas que ambas
se dieron que esto estaba lejos de terminar y se avecinaba un temporal entre
las dos. Tenía que hablar del tema cuánto antes y, sin embargo, se le puso
cuesta arriba ya que Lucía la mandaba a darse la vuelta directo a su habitación
sin darle opción a un misero hola. Tenía que reconocerlo que las había jodido por
haber echo enojar a su madre.
El segundo: tenía relación con su mejor amiga…Laura y es que
hace cuatro días que no sabe nada de ella y menos respondía el celular. Intentó
preguntarle a su tía Patricia sobre la joven; pero se encontró con la novedad
de que se ausentó por dos días del trabajo y no tenía a quién más preguntar ya
que su mamá no le paraba bola.
El tercero: estaba relacionado a una conversación que tuvo
con su mellizo, Álvaro. En dónde le comentó acerca de un ascenso que le dieron
en su empresa a pesar de llevar menos de dos años. Estaba feliz por su hermano,
era un buen comienzo para hacerse una carrera laboral. Lo que sí la tenía
pensando más de la cuenta fue en lo dicho por su mellizo y que tenía relación
con una capacitación que le fue entregada por la propia dueña del consorcio y
que estando en su despacho junto con el jefe de personal y dos compañeros más
para firmar los documentos que ameritaban, se topó con dos retratos muy
familiares. Uno estaba colgado en la pared y el otro sobre el escritorio de la
dueña. En ellos se retrataba a una muy joven Lucía Quiroz (pared) y el de
escritorio estaba su madre abrazada y feliz junto con aquella empresaria, ambas
se veían muy jóvenes no más de veinte años a lo sumo.
El joven Briceño, no hizo intento alguno de preguntar por las
fotografías dado que podría tomarse a mal hacer averiguaciones, él era
respetuoso. No obstante, le comentó que fue sorprendido varias veces observando
aquellos retratos por la propia dueña y tampoco de su parte hubo comentario
alguno.
Álvaro le comentó que no ha tocado el tema con su madre dado
que detesta inmiscuirse en los asuntos de su progenitora, que conoce su lugar
como hijo y lo atribuyó a que pueden haber sido conocidas en su juventud nada
más. Añadiendo que en la vida las personas van y vienen, unas se quedan y otras
siguen su camino.
A diferencia de su hermano, Tania si tenía curiosidad dado
que su familia era oriunda de Concepción y mucho tiempo en Limache no tenían
como haber forjado lazos de amistad con otras personas, salvo su tía Patricia
que siendo del sur, tenían familia en la zona desde hace mucho.
Algo no le calzaba aquí a la muchacha para ese nivel de
cercanía que le comentase su hermano y muy poco podría averiguar con su madre
porque estaba intratable y no se iba a exponer aumentar más su enojo con ella.
Esperaría que la tormenta pasase para empezar sutilmente con las averiguaciones
de rigor. Ella era Briceño después de todo, la curiosidad estaba en su ADN.
Y el cuarto punto que le inquietaba es que su vida se estaba
poniendo patas para arriba y es que en su sado/relación con Alex, estaba un
poco tirante dado que a la joven no le tinco simplemente una proposición que le
dijese su dominante, no se lo dijo abiertamente, pero pensándoselo bien, sin una
explicación que respaldase aquella solicitud no iba a ponerse en otro plan con
ella. Ya la cosa pinta Espinoza con su mamá por no hacer caso a sus consejos y
no pedir permiso para irse sin más con su dominante. Al fin y al cabo, ella era
su madre y tenía todo el derecho a preocuparse y molestarse al respecto. Lucía
siempre respaldo sus acciones en muchos aspectos, pero éste le era quisquilloso
por así decirlo.
Entre los pensamientos que iban raudos de un lado a otro
manteniéndola absorta que no se percató de que estaba a punto de llegar a las
inmediaciones del hotel.
—¡Al fin! — exclamó Tania después de ser devuelta al mundo
por el chofer de dicho transporte. — Aquí tiene su dinero.
—Que tenga un buen día señorita — dijo el hombre.
—Igualmente usted — devolvió el gesto Tania.
Entró por la portería saludando a los guardias, quienes le
jugaron bromas sobre su puntualidad y además de mortificarla un poco en que la
jefa de operaciones y la de finanzas habían preguntado por ella, lo que la hizo
ponerse roja de la vergüenza y de los nervios.
Con dos mujeres como esas, no había elástico que resistiera
su temperamento y por mucho que se considerase relajada y super positiva, loca
no era como para a bancarse dos reprimendas por su irresponsabilidad de no
llegar a la hora.
Tania dejo que hicieran su inspección rutinaria sobre su
mochila; que no ingresará nada prohibido tal como estaba estipulado en su
manual del trabajo lo requería; y terminado salió disparada hacia la entrada
principal del hotel, en la planta baja que estaba las oficinas de la jefatura
de operaciones.
—¿Llegando tarde encanto? — se burló Fernanda que venía del
segundo piso.
—Hay sí ¡Qué fastidio! — masculló Tania rascando su cabeza. —
el taxi vino a paso de tortuga.
—Te creo — dijo Fernanda e intuyendo una cosa, agregó. — Si
buscas a tu madre, anda en Finanzas. Te aconsejo que no vayas todavía mira que ambas
estaban con cara de pitbull hoy y de seguro que te tocará recibir más de un
coscacho si te pones en medio.
—¡Chuta la mala pata mía! — se lamentó Briceño.
—Te aconsejo que la esperes en su oficina mejor — advirtió
Fernanda. — Mira que esas dos sacan chispas hoy, todos le estamos haciendo el
quite ¡Son terribles cuando andan de malas!
—¿Tan feo es? — inquirió Tania un poco incomoda. — Muchas
veces exageran un poco sobre su carácter. Al menos no he visto a Alex o a mamá
en esos días que mencionas.
—¿Exagerar? No mija linda, lo que pasa es que tú llevas poco
tiempo haciendo tu práctica y no has visto cómo se comportan esas dos y con el
debido respeto a que Lucía sea tu madre, petiza y todo, se gasta un genio de la
p… y qué decir de Alexandra, en los años que trabajo con ella he visto a varios
llorar y mandarse a cambiar — recalcó Fernanda haciendo sus descargos con saña.
— Son dos de las jefaturas más perras que puedas ver en este trabajo, sin
contar con Paula, que es toda sonrisa, ellas te pegan el garrotazo y ¡Zas!
Estas despedido. Así que, no vayas a meterte a las patas del caballo ahorita.
—¡Ya entendí! Voy a esperarla en su oficina — repuso Tania
que no quiso seguir con la conversa ya que no le iba a gustar como se referían
a su madre como su amante (si tenía el derecho a llamarlo como tal) — Gracias
por el consejo, nos vemos Feña.
La colorina la quedo viendo un rato mientras se alejaba la
muchacha en cuestión.
—¡Cómo se nota que no sabes nada! — murmuró Fernanda con una
mirada insidiosa. — Alexandra y Lucía son una simbiosis terrible. Están unidas por
el poder y el respaldo de los dueños del hotel. No funcionan la una sin la otra.
Tienes suerte de ser su hija.
Pasarían unos segundos más contemplándola hasta que giró sus
talones para irse a su lugar de trabajo y hacerse cargo de los requerimientos
de los huéspedes.
A su vez, en el edificio de finanzas.
—¿Estás hablando en serio? — preguntó Lucía con cara de
pocos amigos.
—¿Acaso me ves que estoy bromeando? — contra preguntó
Mirelles cruzando sus brazos y apoyando su espalda en el respaldo de su silla.
—No — fue la respuesta de Lucía y acercando su rostro más al
interior del escritorio de su contra parte y apoyándolo en su mano. —Pero no
puedes negar que aparte de la relación jefa/empleada, difícilmente cruzamos
palabra y menos estar en la compañía de la otra.
—¡A ver Lucía! — reclamó de inmediato. — No abuses de tu
posición, puede que seas la persona de confianza de mis padres y estar a cargo
del funcionamiento del hotel, pero quién manda aquí soy yo. No te vayas a
olvidar de ese detalle.
—Sabes que nunca lo he hecho — replicó Lucía de igual forma.
— Jamás he desobedecido una orden tuya, tampoco me inmiscuido en tus asuntos
referente al trabajo y lo único extraordinario que solicité ante ti fue que me
dejases trabajar y he mantenido mi promesa contigo y te consta.
—Estoy clara en eso — replanteó Alexandra. — Cuentas con mi
respaldo a pesar de nuestro pasado y he tenido la deferencia de pedirte que me
acompañes a viña. Hay asuntos que debemos tratar y no lo vamos a resolver en
este lugar como tampoco en casa de ninguna de las dos, por eso nuestro viaje
juntas ya que iremos dónde Calixta ¿entiendes ahora?
—Claro que lo entiendo — afirmó Lucía reclinándose en su
asiento fastidiada. — Ella me llamó temprano para solicitar una reunión.
—¿Tienes algún inconveniente con eso? — indagó Mirelles
intuyendo que algo la molestaba. — Hasta dónde yo sé, no has tenido contacto con
ningún miembro de mi familia y menos con tu señora.
—Alexandra ¿De qué estamos hablando? ¿de trabajo? O ¿de mi
pasado? — cuestionó Lucía debatiéndose en varias cosas a la vez.
—No te hagas la listilla conmigo…Lucía— recriminó Mirelles
que dejo su anterior pose para acercar su rostro lo más cerca de la otra mujer.
—No te servirá al igual que suele hacerlo tu hija. Sabías muy bien el momento
en que pusiste un pie en mi oficina que no tiene relación al trabajo y que
estamos obligadas a reunirnos para ver el tema de Tania, por lo tanto, he
dejado de ser tu jefa y tu mi empleada en este instante. Te guste o no, somos
dominante y sumisa porque el pasado se ha hecho presente con la petición de
Patricia y mi interacción contigo toma otro ribete a raíz de Briceño ¿nos
entendemos?
Los colores se le subieron hasta la raíz del pelo a la jefa
de operaciones ya que la pusieron en su lugar y al igual que su amiga de toda
la vida, asumía que el precio a pagar iba ser intenso y duro debido a la
omisión de ciertos detalles de su partida. Se dice que el tiempo pasa factura
tarde o temprano. Lo que no suponía era que esta cofradía de dominantes estaba
a las puertas de esclarecer más cosas de lo que se dejaron ver en su momento.
Ella al igual que Patricia tenía un secreto que han
mantenido bajo llave y por razones de circunstancias en el caso personal, había
mantenido de ese modo dado la naturaleza de su otrora relación. No había muchas
vueltas que darle y fue lo suficientemente valiente y bien mujercita para salir
adelante solita.
—Tú ganas…Alexandra — asumió Lucia desviando la vista en
otra dirección que no fuese el rostro de Mirelles. — Te acompañaré.
—¡Voltea a verme Lucía! — exigió Alexandra sin un ápice de
contemplación.
Dicha orden no se hizo esperar y el rostro de Quiroz quedo
de frente a su superior.
—¡Educación Lucía! — denostó Mirelles. — Es una regla intransable
para nosotras y lo sabes bien. Al igual que el respeto y la obediencia.
—Ok — fue la renuente respuesta de Quiroz.
—Sabes muy bien que implica reunirse con alguna de nosotras,
independiente del tema — enrostró Alexandra escudriñando las facciones de la
mujer. — ¿estás consciente de lo que vas a asumir nuevamente?
—Tú lo has dicho claramente — reconoció Lucía. — Debemos
hablar de Tania lo que me pone en una situación difícil, pero necesaria y la
asumiré como tal.
—Perfecto — aceptó Mirelles colocándose de pie. — Ve a
recoger tus cosas que nos vamos a viña de inmediato y no te preocupes por el
hotel dejaré a cargo a Paula.
—Bien — repuso Lucía y antes de salir de dicha oficina. —
Antes hablaré con mi hija.
—¿En función de qué? — cuestionó Alexandra que tomaba su
portafolios.
—Soy su madre y es mi derecho. — defendió Lucía con un
rostro serio. —Puedes ser su dominante, pero no vayas a olvidar que ella es mi
hija y si tengo que enfrentarme a todas ustedes lo haré sin asco, no te quepa duda
alguna y soy diferente de Patricia.
Dicho esto, salió de aquel lugar sin esperar respuesta a su
amenaza y dando un portazo que hizo saltar a todos cuanto estaban ya en el departamento
de finanzas.
Estaba claro que la mujer tenía lo suyo, habrá sido sumisa
en su juventud y estar bajo el dominio de Pía Calladrie, pero no cabía la menor
duda que carácter y valentía no le faltaban, algo que siempre elogió su señora.
—Calixta tenía toda la razón — admitió al fin Mirelles
pasando su mano por el rostro. — son madres y están dispuestas a todo por las
chicas al punto de retomar algo que abandonaron por propia voluntad.
Estaba a punto de salir de su oficina cuando recordó algo y
sacando su móvil de la chaqueta de su traje, marcó a un número en particular.
—Alex — respondieron al otro lado. — ¿todo bien?
—Ella aceptó acompañarme— indicó Mirelles sin dejar de ver
la puerta. — Y tenías razón Pía. Ellas están dispuestas a todo contar de
proteger a sus hijas.
—Entonces Cali y yo tendremos que presionar mucho más para
sacarles la verdad — advirtió Calladrie. — Veremos qué es lo que consigue
Ariana al respecto. De mi parte tengo todo listo en espera de Tania y Laura.
—¿Solo de ellas nada más? — soltó suspicazmente Alexandra
conocedora de la ímpetu de su mejor amiga.
—¿Te refieres a Lucía? — abordó Pía a sabiendas de la trampa
de su amiga.
—¿De quién más? — contra preguntó Mirelles ahora risueña.
—Ella es otra cosa — admitió suelta de cuerpo Calladrie con
una mirada intensa en sus azules. — No la espera un lugar acogedor como mi
apartamento en el caso de las chicas, le espera uno del cual tiene escrito su
nombre desde hace mucho tiempo y ha estado vacío ¿tú me entiendes Alex?
—¡Uf! — exclamó ésta que sabía el lugar preciso a lo que se
refería Calladrie. — Por supuesto y no esperaba menos de ti, aunque te advierto
una cosa de ante mano.
—¿Sería? — instó Pía muy curiosa al respecto.
—Tiene más temple que antes, mi querida amiga — develó Alex
y presionando aún más, añadió. — ¿podrás dominar semejante portento? No queda
rastro de aquella adolescente de tu pasado.
—Tú lo has dicho Alex…El pasado ya fue y yo tampoco soy la
misma mujer — musito Pía con soberbia. — Y será un placer rebajarle su temple
hasta convertirla en seda en mis manos.
—Jajaja — se carcajeo con maldad Alexandra. — Realmente esto
será un espectáculo para ustedes dos.
—No solo para nosotras — objetó Pía con malicia. — Tú y
Martina no se quedan atrás, lindura ¿no es así Alex?
—No lo niego — admitió ésta con total honestidad. — Hace
mucho tiempo que no me sentía tan viva y plena en compañía de una mujer y Tania
consiguió lo que otras no pudieron. Pase lo que pase, Pía, no voy a renunciar a
ella.
—Celebro escucharte amiga mía — acotó Calladrie. —
Hablaremos una vez que solucionemos lo de nuestras sumisas ¿te parece?
—Estoy contando con ello, Pía — aceptó Mirelles. — Ahora
debo colgar ya que le di unos minutos a Lucía para que hable con su hija antes
de que nos vayamos.
Esto alertó a Calladrie que clavó sus ojos en el reloj de su
sala de estar.
—Alex, llévatela pronto contigo Samuel está por llegar a
Olmué — demandó Pía. — No podemos permitirnos que se den cuenta de nuestro
plan.
—Voy en camino — dijo Mirelles cortando la conversación.
En unas cuantas zancadas ya había bajado las escaleras de su
edificio entraba de lleno a la recepción del hotel. Dio dos órdenes en
particular dejando con temblores a sus empleados y se encaminó directo a la
oficina del jefe de operaciones.
—¿Estamos listas Lucía? — preguntó de frentón Mirelles
entrando de golpe a la oficina.
Tanto la mencionada como la joven Briceño quedaron viendo
sorprendidas por la entrada abrupta de la jefa de finanzas.
—Alex — murmuró Tania. — ¡Hola!
—¡Buenas noches, Briceño! — espetó gelida Mirelles. — Te
recuerdo que la hora de entrada es 8:30 y no a las 9 ¿estamos?
—Lo siento, no volverá a ocurrir — asumió Tania que seguía
con su mala pata y de lleno se iba con puras reprimendas de parte de las dos
mujeres más importantes en su vida.
—Lucía puedes esperarme afuera un minuto — ordenó Alexandra.
— Te di tu tiempo, ahora es mi turno.
Por mucho que le molestase el tono autoritario de parte de Mirelles,
no le quedo de otra que aceptar los hechos. Recogió su cartera y chaqueta y
salió de la oficina no sin antes de darle una mirada intimidante a su contra
parte.
Una vez que hubo salido Quiroz, Alexandra quedo viendo a la
joven Briceño y sin más, tomó entre sus brazos a la muchacha.
—Alex ¿qué sucede? — inquirió Tania al sentir la ansiedad de
Mirelles.
—Nada preciosa, pero necesito que confíes en mí — solicitó
Alexandra. — No puedo explicarte en este momento, pero lo hablaremos más tarde.
—Bueno — aceptó Tania que beso los labios de su dominante.
—Tania — habló Alexandra interrumpiendo el beso.
—Dime — contestó ésta.
—Más tarde vendrán a recogerte para llevarte a Viña — indicó
Alex con el rostro serio. — Acompáñalo por favor.
—¿Tú lo quieres así? — inquirió Briceño viendo a los ojos.
—Es mi deseo — respondió Mirelles abrazando a su niña. —
dame en el gusto.
—Lo haré — confirmó Tania que de inmediato fue compensado
por un beso abrasador de parte de la dominatriz.
Uno, dos, tres y la caricia terminó abruptamente de parte de
la dominante.
—Ahora debo partir — señaló Alexandra. — espera en tu lugar
y no hagas nada de trabajo, lo veremos otro día.
—Bien — aceptó la morena.
—Ve — ordenó Mirelles que salió junto con su sumisa, se
despidió fríamente ante los demás empleados y viendo a dónde le esperaba
Quiroz.
—¡Acompáñame! — demandó Alexandra a Lucia.
Cuando se disponían a salir entraba una mujer bastante alta,
trigueña y de unos ojos bien picaros.
—Quedas al mando Paula — indicó Mirelles.
—Descuida Alex, sabré guiar este buque — mencionó ésta que,
por cierto, era nada menos que la jefa de recursos humanos y una pieza
fundamental también en esta historia.
—No me cabe la menor duda — repuso Alexandra, guiñando un
ojo a la mujer. — nos vemos.
Dicho esto, salieron directo al estacionamiento, a Quiroz se
le paso un casco y se ubicó detrás de Mirelles. Había que decirlo que la Harley
de Alexandra era espaciosa y cómoda. Una joyita de esas raras y muy valiosa.
Al poco rato estaban en la carretera con rumbo a la ciudad
Jardín en dónde dentro de muy poco tendría una doble reunión de las cuales
desconocían aquellas dos sumisas.
Una verdad, una promesa y un juramento que hicieron en
presencia de un solo testigo que conocedor del curso de los hechos y respaldo
plenamente la decisión que tomasen aquellas dos muchachas en su tiempo.
Todo en la vida se logra descubrir en su determinado
momento, nada está oculto y nada es lo que parece a simple vista ¿polo opuesto
qué es realmente este término?
Lo que estaba claro que todo esta historia había comenzado a
escalar a unas proporciones sin precedentes, levantando una polvareda inmensa y
destapando sucesos en la vida de las protagonistas.
Tema que acompaña
este capítulo es “Turn off the lights” Ava Max.
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