Capítulo 22, Telaraña, un camino hacia ti (lucia)
Ha amanecido en el borde costero de viña del mar con una intensa
bruma que cubre casi todo y es el indicio de tomar precaución a todos ya que es
la mezcla perfecta para todo tipo de accidentes sino se tiene los cinco
sentidos bien puestos. También es un augurio que el día se presentará complejo dado
que se está en medio de la estación de invierno dónde todo puede ocurrir.
Un presagio que no tenía nada de auspicioso como tampoco lo
sería en la vida de cuatro mujeres que arrastrarían a otras cuatro muy pronto a
un viaje bastante tumultuoso con ribetes de despertar emociones muy reprimidas.
Y para colmo de males las pondrían en un escenario inesperado como complejo
cargado de una verdad brutal.
Reñaca…
Sus ojos no dejaban de contemplar el horizonte desde su posición en la terraza que conecta con la piscina. Lleva mucho tiempo embelesada como también levantada. Su cabeza está en caos con pensamientos que le resultan tan discordante e inesperados.
Debía resolver todo este desastre cuanto antes y el tiempo
es limitado antes de que el ave escape de su jaula como solía decir su padre.
Había que tomar cartas en el asunto y presionar los hilos con mano dura.
Ella iría con todo y al precio que sea, no estaba dispuesta
a dejar más cabos sueltos. No volvería a cometer los mismos errores del pasado.
No era la misma chiquilla de antes, era una mujer madura con sus años bien
puestos que no daba nada por sentado, acorralaría sin piedad a su avecilla y
obtendría el último de sus objetivos.
Estaba muy consciente de que los métodos de conversación y
persuasión no funcionaron en su primera tratativa; aunque obtuvo jugosos
dividendos que le dieron carta blanca para tomar las riendas en la vida de su
amante y en su entorno familiar.
Se recargó de una inhalación fría de la bruma matinal y
digito unos números en su celular a…
—¡Buen día! — saludaron al otro lado. — ¿cómo te fue?
—¡Buenos días! — devolvió el saludo y soltó. — Necesito que
la traigas de regreso.
—Veo que es serio el tema — repuso la otra mujer. — Nos
pondremos en marcha enseguida.
—Te espero — acotó y cortó la llamada.
Sin mayor preámbulo ingresó nuevamente al apartamento para
revisar ciertas cosas antes de poner su enfoqué en lo primordial.
Al cabo de unos segundos volvió a marcar a un número con una
video llamada grupal. Una a una se fueron adhirieron a la llamada hasta
conectar las otras cuatro personas y también se incluyó a quién estaba en la
costa norte.
Todas y cada una de ellas se mantuvieron expectante a que su
anfitriona iniciara la conversación y a juzgar por su semblante serio, intuían
que esta llamada tenía un carácter complejo y delicado.
El silencio lo rompió de pronto…
—¡Buenos días! — inició con el protocolar saludo de
educación Bezanni.
—¡Buenos días! — correspondieron todas.
—Tú dirás, Calixta ¿Qué sucede para que nos hayas llamado a
todas? — fue la interpelación de parte de la propia Pia que barajaba un abanico
de opciones. Todas relacionadas con la reunión de ayer.
Aquellos ojos celestes permanecieron fijos a la pantalla por
unos leves instantes perdidos en sus emociones sin poder conectar con sus
pares.
—Calixta — presionó Ariana que conocía de sobra a su amiga
cuando divagaba en asuntos de suma importancia.
—¡Disculpen! Me perdí un instante— adujo ésta.
—¿Qué tienes Cali? — preguntó Catalina. — Por tu aspecto, la
cosa al parecer no funcionó con Patricia.
—Lo mismo pienso yo — fue el turno de Alexandra tras
estudiar el semblante de Bezanni— Llegué a pensar que tendrías la ocasión
perfecta para saldar cuentas con ella y de paso tú y Pía obtendrían las
respuestas que han necesitado saber y que no dijeron en su momento para no
achacarnos al resto.
—Cariño no se trató de achacarles nuestra frustración por lo
que guardamos silencio; sino que no comprendíamos en ese momento por qué se
iban de nuestras vidas — Interrumpió Pía a las demás. —y hablaré por mí en
esto, por más que le pedí a Lucía que me dijese sus verdaderos motivos, ella no
me dio una puta razón lógica de su abandono y se escudó en la frase cliché que
todo se había acabado y no sentía nada. Era una coraza infranqueable y lo único
claro que saqué esa noche fue que había un pacto de silencio a morir entre ella
y Patricia. Una cosa puedo garantizarles después de tanto tiempo y es que ellas
guardan un secreto bien grande y que fue la verdadera razón por la que decidieron
dejarnos a Calixta y a mí.
—¿Por qué rayos no dijiste nada? — cuestionó Ariana.
—Porque me tomó años rebanarme la cabeza y asumir las cosas
como fueron — mencionó Pía. — Ustedes saben que somos rígidas y estructuradas
en el comportamiento sado y si bien hay contratos de mutuo acuerdo con la parte
sumisa, hay reglas que seguir. Toda persona que inicia en este mundo sabe que
no es una novedad pasajera a la cual mandas al carajo y punto. Se espera un
comportamiento apropiado y que se respeten los acuerdos. Esta no es una
experiencia de una noche loca y si te he visto no me acuerdo. Por eso no se
está dispuesto a relacionarse con cualquiera, para eso buscas iniciar a un
novato y se acabó. A ustedes les consta lo que significó ella en mi vida y por
eso me tomé fatal su decisión.
—Lo sabemos muy bien, preciosa — repuso Alexandra que estuvo
en su peor momento con ella.
—¿Y en tu caso Cali? — inquirió Martina que había hecho un
alto a sus planes antes de partir. — ¿Cuál fue tu sentir?
—Asumí de cierto modo la decisión de Pri, pero admito que me
dolió más de lo que siquiera imaginé y tal como le comenté a Pía ayer, no pude
olvidarme de ella en todos estos años — asumió Calixta frente a todas. — No he
vuelto a estar en ninguna otra relación (sado) por la misma razón y es que
ninguna mujer se comparaba con ella. La ironía de todo esto es que en nuestro
mundo hay una dependencia, eso lo saben todas ustedes, la paradoja aquí es que
no es la parte sumisa la dependiente, si no la nuestra y en mi caso ha sido lo
más duro de asumir ya que rompe todos mis esquemas y es un revés para mi ego.
Esta confesión vino a conmocionar a las demás ya que se
tiene una convicción de que se goza de una completa libertad y también como se
ha mencionado anteriormente el precio a pagar es precisamente este, la
dependencia a vivir en control y necesitar a una parte sumisa para dar rienda
suelta a quién se necesita ser verdaderamente.
—Tienes un punto ahí, Cali — concordó Pía sopesando las
palabras de su amiga y compañera. — cuando nos involucramos profundamente a un
sumiso desarrollamos esa dependencia de la cual mencionas y basado en mi
experiencia vivida con Lucía concuerdo contigo. Son personas especiales que
pueden llevarnos a vivir situaciones sencillas y simples llevando a algunos a
formalizar legalmente su estado sentimental.
—No aplica para todos, Calladrie — discrepó Ariana que no
era dada al sentimentalismo por razones profundas. — si bien hay casos en que dominantes
se han casado con sus sumisos, son los menos, uno de cien a lo sumo ¿o estoy
equivocada?
—No lo estás querida — concordó Pía. — en el sado no se
busca lo mismo que en una relación convencional.
—¡Chicas lindas! — intervino Martina. — por mucho que ame el
debate entre ustedes dos, nos estamos desviando del tema ¿no les parece?
—¡Cierto! — dijeron Ariana y Pía a la vez.
—Entonces Calixta — fue el turno de hablar de Catalina. —¿qué
sucedió en tu encuentro con Patricia?
—Es algo que no puedo hablarlo por teléfono y por eso las
estaba llamando para pedirles que se reúnan conmigo — instruyó Bezanni. — Y de
paso pedir unos favores.
—¿Cuándo? — preguntó Mirelles. — lo pregunto porque estoy a
las puertas de una auditoria.
—Hoy — respondió Calixta.
—Haré los arreglos para estar contigo — confirmó sin más
Alexandra. — ¿Necesitas algo más?
—Sí— murmuró Bezanni muy escuetamente.
—¡Habla! — demandó Mirelles que intuyó que sería muy
personal el tema.
—Trae contigo a Lucía — ordenó Calixta sin contemplación
alguna.
La petición provocó que Ariana y Catalina le quedasen viendo
sorprendidas a Bezanni, a su vez que Martina levantase una ceja ante la osadía
de su compañera y que decir de Mirelles quedo con escalofríos puesto que solo
atinó en ver a su mejor amiga que tenía un semblante impertérrito y eso era
sinónimo de ¡Asústate!
—Calixta…Yo… no — intentó justificar Alexandra, pero no
alcanzó a decir nada más.
—¡Tranquila Alex! — intervino la propia Pía. — Estoy al
tanto de la decisión de Calixta y confió plenamente en ella por eso he accedido
a ello.
—¡Uf!... ¡qué bueno! — respiró más tranquila Mirelles en su
comentario.
—Pero eso no es todo — señaló Calixta. —Hay otras cosas que
necesito pedirles.
—Dinos ¿qué más necesitas? — instó Ariana.
—Quiero que traigan a Tania, pero sin la compañía de su
madre — solicitó Bezanni.
—De eso me encargo yo — se ofreció Pía porque era de su
interés personal. — Enviare a mi chofer a buscarla.
—Hazlo antes de que viaje Alex — demandó Bezanni.
—Cuenta con ello — aceptó Pía.
—¿Algo más qué necesites? — fue el turno de Catalina de preguntar
porque conocía de sobra el modo de actuar de su amiga y estaba clara que esta
reunión era más profunda de lo que sospechaba.
—Precisamente requiero tu ayuda Cata, ya que deseo que
investigues todo lo relacionado con Javier Tello— instruyó Calixta. — Tienes
contactos en Puerto Montt y cuando digo que lo quiero todo, es porque es todo.
Escarba hasta la misma médula.
¡Ahí estaba! Lo mencionado por las dos sumisas que en el
mundo en que se mueven estas personas es de mucha influencia y poder.
—Dime Cali ¿Quién es este hombre? — indagó Catalina suspicazmente.
— Para que le des tanta relevancia.
—El ex esposo de Patricia — respondió en un tono ácido
Calixta.
—¡Um! Supongo entonces que es el padre de Laura — reflexionó
Catalina recordando a la sumisa de Martina.
—Eso es lo que precisamente quiero descubrir — soltó con parsimonia
Bezanni.
—¿A qué te refieres con eso? — intervino Martina que no le
entró la curiosidad, sino la preocupación por lo que resultade de lo que se
dejaba entrever.
—Muy simple Martina — aclaro seria Calixta con una cara de
pocos amigos. — y es la razón por la que te he pedido que la traigas de
regreso. Voy a mover cielo y tierra para saber… ¿Quién es Laura?
Esto les cayó como un balde de agua fría para todas las
demás dominantes que no se esperaban aquello y fue ahí que, les golpeó la
realidad sin asco y respondía al semblante de su amiga de infancia y correrías
sado. No hubo tiempo a decir más cuando fueron traídas de nuevo a la realidad.
—Ariana — llamó Bezanni.
—Dime — respondió ésta aún conmocionada por lo recién dicho.
—¿Tú eres quién está a cargo ahora del patrimonio Banzer? —
señaló Calixta.
—Por supuesto ¿Qué pasa con ello? — inquirió Ariana.
—Necesito los archivos de los movimientos de la clínica bioferty
desde sus inicios — solicitó Bezanni. —filtra solo pacientes de esta región
nada más y con una fecha determinada que te daré en unos momentos más.
—¡Qué! — exclamó descolocada Ariana. —Tú… ¡¿No puedes estar
hablando en serio?! ¡Calixta Bezanni! ¿estás perdiendo la razón o qué?
—No lo estoy Banzer — replicó enérgica. — Por algo te lo
estoy pidiendo. Necesito que me apoyes.
—¡Mierda Calixta! —despotricó Ariana sopesando las cosas
como nunca antes. —¡Esto es imposible!
—Entonces ¿no lo harás? — presionó más Bezanni.
—Claro que lo haré, eso no debes ponerlo en duda— aceptó
Ariana aún consternada con la insinuación. — Lo que me preocupa es lo otro. La
implicancia de lo que estás insinuando.
—Es lo que intentó dilucidar, querida — señaló Calixta con
dolor en su voz. — Quiero la verdad sobre lo que está rodando en mi cabeza.
—¿Tienes una base para tu especulación? — espetó Ariana que hervía
en pensamientos no muy limpios. — por tu cara de hace un rato deduzco que
Patricia jamás admitiría un hecho así.
—Pri confesó muchas cosas anoche…Ari. — develó Bezanni. — En
lo único que permanece hermética es sobre su hija y la única prueba que tengo
es la edad de…
—Laura — terminó por responder Martina con la mano en la
frente.
—¡Mierda! — exclamaron Alexandra y Catalina al unísono ante
semejante revelación.
Mientras que la rubia Calladrie estaba pálida a morir y con
su enfoque en una sola cosa…
—Ese es su secreto — murmuró una descompuesta Pía cayendo de
golpe sobre su sofá. — Por eso su silencio.
—Así es Pía y la razón por las que necesito su ayuda para
orillarlas a que confiesen la verdad de una vez por todas — solicitó una
Calixta muy opaca como nunca antes habían visto en sus vidas.
—Cuenta conmigo para ello — Replicó de inmediato Ariana. — Pasaré
de inmediato a la clínica a solicitar los archivos para que lo envíen a mi
email. Vamos a llegar hasta el fondo de este asunto cueste lo que cueste.
—Gracias — dijo Bezanni.
—Cali. —habló Cata.
—Dime — repuso ésta.
—Somos una familia Bezanni, nunca lo olvides — puntualizó
Catalina empoderada de ello. — Nos cuidamos una a las otras. No vuelvas a
sentir que tienes que pedir socorro. La familia no pide favores, respalda.
—Cata está en lo cierto, cariño — expuso Pía después de
recomponerse ante los dichos anteriores, motivo suficiente para despabilar. —Si
tus deducciones son acertadas. Ellas van a responder con la verdad y no es una
opción. Eso te lo garantizo.
A su vez…
—Nosotras saldremos dentro de cinco minutos con rumbo al
aeropuerto de la Serena y a más tardar estaré llegando a medio día — mencionó
Martina que retomó su equipaje. — Ahora con respecto a Laura ¿quieres que la
lleve directo a tu casa?
—No todavía — adujo Calixta. — mi objetivo es dejar sin
opción a mi sumisa y para ello, necesito mantener a Laura alejada de Pri, lo
que más se pueda hasta descubrir la verdad.
—¿Cuál es tu plan con las chicas entonces? — fue el turno de
Alexandra en indagar.
—Enviaré a Sebastián al aeropuerto para recogerlas y luego,
que lleve a Laura al apartamento de Pía en dónde también se encontrará Tania —
explicó Calixta a todas su intención.
—¡Perfecto! — exclamó complacida Pía. — Me parece muy justa
y placentera tu decisión Cali querida y la respaldo por completo. Además, que
nos da la ocasión perfecta para saber las intenciones de Alex y Martina con
respecto a las muchachas o, ¿pensaron por un momento que habíamos olvidado el
hecho de que están liadas con las hijas de nuestras sumisas?
¡Zas! Golpe seco y asertivo de parte de Calladrie al
recordarles de un tema que aún no había sido resuelto y con un cambio de
escenario que pintaba un tanto abrumador por decirlo de ese modo. Estaba claro que,
en el mundo del sado, la propiedad se respeta sí o sí.
—No de mi parte — expuso rápido Martina algo sombría. —
Aunque ya he hablado con Calixta en su momento. El escenario ha cambiado al
parecer y hablaré con ustedes como corresponde una vez que Cali haya resuelto
su objetivo ¿les parece?
—Me parece bien — convino Pía. — ¿Y de tu parte Alex?
La pelota paso directo a Mirelles y era hora de pronunciarse
al respecto sin rodeos. Es con su familia con quién está hablando.
—Tengo muy claro mi omisión para contigo amiga mía y es algo
que rectificaré en este mismo instante — inició su defensa Alexandra. —
Independiente de lo que saldrá de Calixta, y permitiéndome faltar a mis
principios que todas ustedes conocen y es que a contar de hoy haré mi reclamo
de dominio sobre Tania y no voy a dar pie atrás en mi decisión. No voy a
renunciar a ella por nada.
—¿Asumirás tu derecho ante mí? — inquirió Pía directo al
grano.
—Así es Pía— afirmó Alexandra. — Una vez que se resuelva
todo, Hablaremos nosotras dos ¿aceptas mis términos?
—Por supuesto…Alex — aceptó la dominante.
Ahora volvía momentáneamente la paz entre todos y es que la
propiedad es un tema duro de tratar en el sado y más para estas seis amigas que
no solo tienen una historia de toda una vida, sino que ahora sus caminos se
encadenan más todavía.
El semblante de todas volvió a la normalidad y se limaron
las asperezas de unos descuidos por ahí, pero lo más relevante es que se han
fortalecido y unido más en pos de procurar el respaldo hacia una de las suyas.
—Si no hay más que decir chicas mías, me retiró ya que debo
llegar con tiempo — mencionó Martina recuperando su acostumbrada sonrisa. — ¡No
vayan a empezar sin mí!
—Descuida que no lo haré — acotó Calixta. — Voy a prepararme
para reunirme con ustedes en el centro ¿les parece en el lugar de siempre?
—¡Excelente! — replicaron en plural todas.
—¡Las odio! — se quejó con pica Farkless. — en cambio yo
tendré que desayunar en el avión ¡Qué lata más grande!
—¡Qué pena por ti! — se burló de lo lindo Catalina— Eso te
pasa por arrancarte sin avisar, sinvergüenza.
—¡Cata Minard eres lo último! — despotricó Martina indignada
y picada porque deseaba estar con ellas en ese momento.
—Descuida encanto, yo pediré uno para ti — se ofreció Alexandra
que siempre salía en socorro de Farkless. — Y lo tendrás servido cuando llegues
a casa de Calixta.
—¡Esas son amigas verdaderas! — se jactó Martina sacando la
lengua a Cata. — No como otras.
—Jajaja — se carcajeó Minard. — Eres una niñita consentida.
—¡Aha! — repuso Martina. — Ahora sí las dejo si no, no
llegaré a tiempo.
—Te estaremos esperando — repuso Calixta.
Al instante se salió de la conversación Farkless y tras un
último detalles todas se despidieron de Bezanni para reunirse en un par de
horas más.
—Ahora debo atender a mi mayor prioridad — susurró Calixta.
Ingresó al apartamento y se fue directo al cuarto principal
dónde yace dormida una mujer. Despacio se acerca hasta llegar a la altura de la
cabecera y en eso desvía su mirada sobre aquel documento que está sobre el bedside
y de inmediato su rostro se ilumina por completo y el brillo que destilan sus
ojos celestes es entrañable.
—Ahora eres completamente mía…Pri — musito entre dientes
Calixta con una sonrisa sórdida dibujándose en sus labios. — Y puedo hacer
cuanto quiera contigo. Cortaré tus alas para que no puedas escapar. No volveré
a cometer el mismo error de dejarte ir nuevamente.
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