mujer y ave

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domingo, 10 de noviembre de 2024

Telaraña

 

Capítulo 22, Telaraña, un camino hacia ti (lucia)

Ha amanecido en el borde costero de viña del mar con una intensa bruma que cubre casi todo y es el indicio de tomar precaución a todos ya que es la mezcla perfecta para todo tipo de accidentes sino se tiene los cinco sentidos bien puestos. También es un augurio que el día se presentará complejo dado que se está en medio de la estación de invierno dónde todo puede ocurrir.

Un presagio que no tenía nada de auspicioso como tampoco lo sería en la vida de cuatro mujeres que arrastrarían a otras cuatro muy pronto a un viaje bastante tumultuoso con ribetes de despertar emociones muy reprimidas. Y para colmo de males las pondrían en un escenario inesperado como complejo cargado de una verdad brutal.

Reñaca…

Sus ojos no dejaban de contemplar el horizonte desde su posición en la terraza que conecta con la piscina. Lleva mucho tiempo embelesada como también levantada. Su cabeza está en caos con pensamientos que le resultan tan discordante e inesperados.

Debía resolver todo este desastre cuanto antes y el tiempo es limitado antes de que el ave escape de su jaula como solía decir su padre. Había que tomar cartas en el asunto y presionar los hilos con mano dura.

Ella iría con todo y al precio que sea, no estaba dispuesta a dejar más cabos sueltos. No volvería a cometer los mismos errores del pasado. No era la misma chiquilla de antes, era una mujer madura con sus años bien puestos que no daba nada por sentado, acorralaría sin piedad a su avecilla y obtendría el último de sus objetivos.

Estaba muy consciente de que los métodos de conversación y persuasión no funcionaron en su primera tratativa; aunque obtuvo jugosos dividendos que le dieron carta blanca para tomar las riendas en la vida de su amante y en su entorno familiar.

Se recargó de una inhalación fría de la bruma matinal y digito unos números en su celular a…

—¡Buen día! — saludaron al otro lado. — ¿cómo te fue?

—¡Buenos días! — devolvió el saludo y soltó. — Necesito que la traigas de regreso.

—Veo que es serio el tema — repuso la otra mujer. — Nos pondremos en marcha enseguida.

—Te espero — acotó y cortó la llamada.

Sin mayor preámbulo ingresó nuevamente al apartamento para revisar ciertas cosas antes de poner su enfoqué en lo primordial.

Al cabo de unos segundos volvió a marcar a un número con una video llamada grupal. Una a una se fueron adhirieron a la llamada hasta conectar las otras cuatro personas y también se incluyó a quién estaba en la costa norte.

Todas y cada una de ellas se mantuvieron expectante a que su anfitriona iniciara la conversación y a juzgar por su semblante serio, intuían que esta llamada tenía un carácter complejo y delicado.

El silencio lo rompió de pronto…

—¡Buenos días! — inició con el protocolar saludo de educación Bezanni.

—¡Buenos días! — correspondieron todas.

—Tú dirás, Calixta ¿Qué sucede para que nos hayas llamado a todas? — fue la interpelación de parte de la propia Pia que barajaba un abanico de opciones. Todas relacionadas con la reunión de ayer.

Aquellos ojos celestes permanecieron fijos a la pantalla por unos leves instantes perdidos en sus emociones sin poder conectar con sus pares.

—Calixta — presionó Ariana que conocía de sobra a su amiga cuando divagaba en asuntos de suma importancia.

—¡Disculpen! Me perdí un instante— adujo ésta.

—¿Qué tienes Cali? — preguntó Catalina. — Por tu aspecto, la cosa al parecer no funcionó con Patricia.

—Lo mismo pienso yo — fue el turno de Alexandra tras estudiar el semblante de Bezanni— Llegué a pensar que tendrías la ocasión perfecta para saldar cuentas con ella y de paso tú y Pía obtendrían las respuestas que han necesitado saber y que no dijeron en su momento para no achacarnos al resto.

—Cariño no se trató de achacarles nuestra frustración por lo que guardamos silencio; sino que no comprendíamos en ese momento por qué se iban de nuestras vidas — Interrumpió Pía a las demás. —y hablaré por mí en esto, por más que le pedí a Lucía que me dijese sus verdaderos motivos, ella no me dio una puta razón lógica de su abandono y se escudó en la frase cliché que todo se había acabado y no sentía nada. Era una coraza infranqueable y lo único claro que saqué esa noche fue que había un pacto de silencio a morir entre ella y Patricia. Una cosa puedo garantizarles después de tanto tiempo y es que ellas guardan un secreto bien grande y que fue la verdadera razón por la que decidieron dejarnos a Calixta y a mí.

—¿Por qué rayos no dijiste nada? — cuestionó Ariana.

—Porque me tomó años rebanarme la cabeza y asumir las cosas como fueron — mencionó Pía. — Ustedes saben que somos rígidas y estructuradas en el comportamiento sado y si bien hay contratos de mutuo acuerdo con la parte sumisa, hay reglas que seguir. Toda persona que inicia en este mundo sabe que no es una novedad pasajera a la cual mandas al carajo y punto. Se espera un comportamiento apropiado y que se respeten los acuerdos. Esta no es una experiencia de una noche loca y si te he visto no me acuerdo. Por eso no se está dispuesto a relacionarse con cualquiera, para eso buscas iniciar a un novato y se acabó. A ustedes les consta lo que significó ella en mi vida y por eso me tomé fatal su decisión.

—Lo sabemos muy bien, preciosa — repuso Alexandra que estuvo en su peor momento con ella.

—¿Y en tu caso Cali? — inquirió Martina que había hecho un alto a sus planes antes de partir. — ¿Cuál fue tu sentir?

—Asumí de cierto modo la decisión de Pri, pero admito que me dolió más de lo que siquiera imaginé y tal como le comenté a Pía ayer, no pude olvidarme de ella en todos estos años — asumió Calixta frente a todas. — No he vuelto a estar en ninguna otra relación (sado) por la misma razón y es que ninguna mujer se comparaba con ella. La ironía de todo esto es que en nuestro mundo hay una dependencia, eso lo saben todas ustedes, la paradoja aquí es que no es la parte sumisa la dependiente, si no la nuestra y en mi caso ha sido lo más duro de asumir ya que rompe todos mis esquemas y es un revés para mi ego.

Esta confesión vino a conmocionar a las demás ya que se tiene una convicción de que se goza de una completa libertad y también como se ha mencionado anteriormente el precio a pagar es precisamente este, la dependencia a vivir en control y necesitar a una parte sumisa para dar rienda suelta a quién se necesita ser verdaderamente.

—Tienes un punto ahí, Cali — concordó Pía sopesando las palabras de su amiga y compañera. — cuando nos involucramos profundamente a un sumiso desarrollamos esa dependencia de la cual mencionas y basado en mi experiencia vivida con Lucía concuerdo contigo. Son personas especiales que pueden llevarnos a vivir situaciones sencillas y simples llevando a algunos a formalizar legalmente su estado sentimental.

—No aplica para todos, Calladrie — discrepó Ariana que no era dada al sentimentalismo por razones profundas. — si bien hay casos en que dominantes se han casado con sus sumisos, son los menos, uno de cien a lo sumo ¿o estoy equivocada?

—No lo estás querida — concordó Pía. — en el sado no se busca lo mismo que en una relación convencional.

—¡Chicas lindas! — intervino Martina. — por mucho que ame el debate entre ustedes dos, nos estamos desviando del tema ¿no les parece?

—¡Cierto! — dijeron Ariana y Pía a la vez.

—Entonces Calixta — fue el turno de hablar de Catalina. —¿qué sucedió en tu encuentro con Patricia?

—Es algo que no puedo hablarlo por teléfono y por eso las estaba llamando para pedirles que se reúnan conmigo — instruyó Bezanni. — Y de paso pedir unos favores.

—¿Cuándo? — preguntó Mirelles. — lo pregunto porque estoy a las puertas de una auditoria.

—Hoy — respondió Calixta.

—Haré los arreglos para estar contigo — confirmó sin más Alexandra. — ¿Necesitas algo más?

—Sí— murmuró Bezanni muy escuetamente.

—¡Habla! — demandó Mirelles que intuyó que sería muy personal el tema.

—Trae contigo a Lucía — ordenó Calixta sin contemplación alguna.

La petición provocó que Ariana y Catalina le quedasen viendo sorprendidas a Bezanni, a su vez que Martina levantase una ceja ante la osadía de su compañera y que decir de Mirelles quedo con escalofríos puesto que solo atinó en ver a su mejor amiga que tenía un semblante impertérrito y eso era sinónimo de ¡Asústate!

—Calixta…Yo… no — intentó justificar Alexandra, pero no alcanzó a decir nada más.

—¡Tranquila Alex! — intervino la propia Pía. — Estoy al tanto de la decisión de Calixta y confió plenamente en ella por eso he accedido a ello.

—¡Uf!... ¡qué bueno! — respiró más tranquila Mirelles en su comentario.

—Pero eso no es todo — señaló Calixta. —Hay otras cosas que necesito pedirles.

—Dinos ¿qué más necesitas? — instó Ariana.

—Quiero que traigan a Tania, pero sin la compañía de su madre — solicitó Bezanni.

—De eso me encargo yo — se ofreció Pía porque era de su interés personal. — Enviare a mi chofer a buscarla.

—Hazlo antes de que viaje Alex — demandó Bezanni.

—Cuenta con ello — aceptó Pía.

—¿Algo más qué necesites? — fue el turno de Catalina de preguntar porque conocía de sobra el modo de actuar de su amiga y estaba clara que esta reunión era más profunda de lo que sospechaba.

—Precisamente requiero tu ayuda Cata, ya que deseo que investigues todo lo relacionado con Javier Tello— instruyó Calixta. — Tienes contactos en Puerto Montt y cuando digo que lo quiero todo, es porque es todo. Escarba hasta la misma médula.

¡Ahí estaba! Lo mencionado por las dos sumisas que en el mundo en que se mueven estas personas es de mucha influencia y poder.

—Dime Cali ¿Quién es este hombre? — indagó Catalina suspicazmente. — Para que le des tanta relevancia.

—El ex esposo de Patricia — respondió en un tono ácido Calixta.

—¡Um! Supongo entonces que es el padre de Laura — reflexionó Catalina recordando a la sumisa de Martina.

—Eso es lo que precisamente quiero descubrir — soltó con parsimonia Bezanni.

—¿A qué te refieres con eso? — intervino Martina que no le entró la curiosidad, sino la preocupación por lo que resultade de lo que se dejaba entrever.

—Muy simple Martina — aclaro seria Calixta con una cara de pocos amigos. — y es la razón por la que te he pedido que la traigas de regreso. Voy a mover cielo y tierra para saber… ¿Quién es Laura?

Esto les cayó como un balde de agua fría para todas las demás dominantes que no se esperaban aquello y fue ahí que, les golpeó la realidad sin asco y respondía al semblante de su amiga de infancia y correrías sado. No hubo tiempo a decir más cuando fueron traídas de nuevo a la realidad.

—Ariana — llamó Bezanni.

—Dime — respondió ésta aún conmocionada por lo recién dicho.

—¿Tú eres quién está a cargo ahora del patrimonio Banzer? — señaló Calixta.

—Por supuesto ¿Qué pasa con ello? — inquirió Ariana.

—Necesito los archivos de los movimientos de la clínica bioferty desde sus inicios — solicitó Bezanni. —filtra solo pacientes de esta región nada más y con una fecha determinada que te daré en unos momentos más.

—¡Qué! — exclamó descolocada Ariana. —Tú… ¡¿No puedes estar hablando en serio?! ¡Calixta Bezanni! ¿estás perdiendo la razón o qué?

—No lo estoy Banzer — replicó enérgica. — Por algo te lo estoy pidiendo. Necesito que me apoyes.

—¡Mierda Calixta! —despotricó Ariana sopesando las cosas como nunca antes. —¡Esto es imposible!

—Entonces ¿no lo harás? — presionó más Bezanni.

—Claro que lo haré, eso no debes ponerlo en duda— aceptó Ariana aún consternada con la insinuación. — Lo que me preocupa es lo otro. La implicancia de lo que estás insinuando.

—Es lo que intentó dilucidar, querida — señaló Calixta con dolor en su voz. — Quiero la verdad sobre lo que está rodando en mi cabeza.

—¿Tienes una base para tu especulación? — espetó Ariana que hervía en pensamientos no muy limpios. — por tu cara de hace un rato deduzco que Patricia jamás admitiría un hecho así.

—Pri confesó muchas cosas anoche…Ari. — develó Bezanni. — En lo único que permanece hermética es sobre su hija y la única prueba que tengo es la edad de…

—Laura — terminó por responder Martina con la mano en la frente.

—¡Mierda! — exclamaron Alexandra y Catalina al unísono ante semejante revelación.

Mientras que la rubia Calladrie estaba pálida a morir y con su enfoque en una sola cosa…

—Ese es su secreto — murmuró una descompuesta Pía cayendo de golpe sobre su sofá. — Por eso su silencio.

—Así es Pía y la razón por las que necesito su ayuda para orillarlas a que confiesen la verdad de una vez por todas — solicitó una Calixta muy opaca como nunca antes habían visto en sus vidas.

—Cuenta conmigo para ello — Replicó de inmediato Ariana. — Pasaré de inmediato a la clínica a solicitar los archivos para que lo envíen a mi email. Vamos a llegar hasta el fondo de este asunto cueste lo que cueste.

—Gracias — dijo Bezanni.

—Cali. —habló Cata.

—Dime — repuso ésta.

—Somos una familia Bezanni, nunca lo olvides — puntualizó Catalina empoderada de ello. — Nos cuidamos una a las otras. No vuelvas a sentir que tienes que pedir socorro. La familia no pide favores, respalda.

—Cata está en lo cierto, cariño — expuso Pía después de recomponerse ante los dichos anteriores, motivo suficiente para despabilar. —Si tus deducciones son acertadas. Ellas van a responder con la verdad y no es una opción. Eso te lo garantizo.

A su vez…

—Nosotras saldremos dentro de cinco minutos con rumbo al aeropuerto de la Serena y a más tardar estaré llegando a medio día — mencionó Martina que retomó su equipaje. — Ahora con respecto a Laura ¿quieres que la lleve directo a tu casa?

—No todavía — adujo Calixta. — mi objetivo es dejar sin opción a mi sumisa y para ello, necesito mantener a Laura alejada de Pri, lo que más se pueda hasta descubrir la verdad.

—¿Cuál es tu plan con las chicas entonces? — fue el turno de Alexandra en indagar.

—Enviaré a Sebastián al aeropuerto para recogerlas y luego, que lleve a Laura al apartamento de Pía en dónde también se encontrará Tania — explicó Calixta a todas su intención.

—¡Perfecto! — exclamó complacida Pía. — Me parece muy justa y placentera tu decisión Cali querida y la respaldo por completo. Además, que nos da la ocasión perfecta para saber las intenciones de Alex y Martina con respecto a las muchachas o, ¿pensaron por un momento que habíamos olvidado el hecho de que están liadas con las hijas de nuestras sumisas?

¡Zas! Golpe seco y asertivo de parte de Calladrie al recordarles de un tema que aún no había sido resuelto y con un cambio de escenario que pintaba un tanto abrumador por decirlo de ese modo. Estaba claro que, en el mundo del sado, la propiedad se respeta sí o sí.

—No de mi parte — expuso rápido Martina algo sombría. — Aunque ya he hablado con Calixta en su momento. El escenario ha cambiado al parecer y hablaré con ustedes como corresponde una vez que Cali haya resuelto su objetivo ¿les parece?

—Me parece bien — convino Pía. — ¿Y de tu parte Alex?

La pelota paso directo a Mirelles y era hora de pronunciarse al respecto sin rodeos. Es con su familia con quién está hablando.

—Tengo muy claro mi omisión para contigo amiga mía y es algo que rectificaré en este mismo instante — inició su defensa Alexandra. — Independiente de lo que saldrá de Calixta, y permitiéndome faltar a mis principios que todas ustedes conocen y es que a contar de hoy haré mi reclamo de dominio sobre Tania y no voy a dar pie atrás en mi decisión. No voy a renunciar a ella por nada.

—¿Asumirás tu derecho ante mí? — inquirió Pía directo al grano.

—Así es Pía— afirmó Alexandra. — Una vez que se resuelva todo, Hablaremos nosotras dos ¿aceptas mis términos?

—Por supuesto…Alex — aceptó la dominante.

Ahora volvía momentáneamente la paz entre todos y es que la propiedad es un tema duro de tratar en el sado y más para estas seis amigas que no solo tienen una historia de toda una vida, sino que ahora sus caminos se encadenan más todavía.

El semblante de todas volvió a la normalidad y se limaron las asperezas de unos descuidos por ahí, pero lo más relevante es que se han fortalecido y unido más en pos de procurar el respaldo hacia una de las suyas.

—Si no hay más que decir chicas mías, me retiró ya que debo llegar con tiempo — mencionó Martina recuperando su acostumbrada sonrisa. — ¡No vayan a empezar sin mí!

—Descuida que no lo haré — acotó Calixta. — Voy a prepararme para reunirme con ustedes en el centro ¿les parece en el lugar de siempre?

—¡Excelente! — replicaron en plural todas.

—¡Las odio! — se quejó con pica Farkless. — en cambio yo tendré que desayunar en el avión ¡Qué lata más grande!

—¡Qué pena por ti! — se burló de lo lindo Catalina— Eso te pasa por arrancarte sin avisar, sinvergüenza.

—¡Cata Minard eres lo último! — despotricó Martina indignada y picada porque deseaba estar con ellas en ese momento.

—Descuida encanto, yo pediré uno para ti — se ofreció Alexandra que siempre salía en socorro de Farkless. — Y lo tendrás servido cuando llegues a casa de Calixta.

—¡Esas son amigas verdaderas! — se jactó Martina sacando la lengua a Cata. — No como otras.

—Jajaja — se carcajeó Minard. — Eres una niñita consentida.

—¡Aha! — repuso Martina. — Ahora sí las dejo si no, no llegaré a tiempo.

—Te estaremos esperando — repuso Calixta.

Al instante se salió de la conversación Farkless y tras un último detalles todas se despidieron de Bezanni para reunirse en un par de horas más.

—Ahora debo atender a mi mayor prioridad — susurró Calixta.

Ingresó al apartamento y se fue directo al cuarto principal dónde yace dormida una mujer. Despacio se acerca hasta llegar a la altura de la cabecera y en eso desvía su mirada sobre aquel documento que está sobre el bedside y de inmediato su rostro se ilumina por completo y el brillo que destilan sus ojos celestes es entrañable.

—Ahora eres completamente mía…Pri — musito entre dientes Calixta con una sonrisa sórdida dibujándose en sus labios. — Y puedo hacer cuanto quiera contigo. Cortaré tus alas para que no puedas escapar. No volveré a cometer el mismo error de dejarte ir nuevamente.

 

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