mujer y ave

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domingo, 28 de diciembre de 2025

Frente a los hechos.

 

 Polos opuestos: Capítulo 34 Frente a los hechos (Francesco y Calixta) I parte

Esto cambiaba todo, ya no solo el tiempo y el acuerdo que tenían pactados legalmente con sus progenitores desde hace muchos años.

Intentó varias veces hacer ejercicios de respiración para recuperar su equilibrio hasta que lo consiguió a punta de tesón y disciplina. Ella no estaba para perder los estribos por segunda vez en este día y en ningún otro.

Los años no habían pasado en vano y había a base de trabajo duro en tener autocontrol y dominio sobre sus emociones. Solo se perdió un poco tras lo revelado por su hija y más que nada fue la sorpresa de las acciones de aquel hombrecito, un factor que no tenía como prever y menos tener control de esta situación que detonaron el comportamiento hostil que casi le cuesta arriesgar el bienestar emocional no solo de sus hijas sino también de su ahora compañera de vida. Es un descuido que no se volverá a permitir más, ya que ella se hizo una promesa que jamás volvería a consentir que la alejaran de su compañera y ahora sus hijas.

Esta vez tenía todo cuanto necesita para cumplir con su propósito y ¡Ay! Del que se interponga en su objetivo y camino, lamentará sus acciones.

Después de la ejercitación mental, se armó de renovadas vibras para retomar su vida y partiendo por acercarse nuevamente hasta la cama y comprobar el estado de Carlina. Revisó parpados y ojos, constató que no hubiese inflamación en la parte de las amígdalas y por último de un cajón de su velador tomó un termómetro para comprobar la temperatura. Espero unos minutos hasta que lo retiró y su entrecejo se arrugó de inmediato ante el resultado, tendría que esperar un poco más para tomar una decisión antes de comprometerse seriamente en cualquier evento.

Con aparato en mano fue hasta el baño para limpiarlo ya que tenía esa manía de higiene muy marcada y todo debía estar limpio y esterilizado. Al poco rato retornó al dormitorio para guardar el termómetro en su cobertura correspondiente.

Reflexionó unos segundos y fue hasta uno de sus closets y sacó un pijama de los suyos y procedió con sumo cuidado en desvestir y vestir a su hija. Limpiando con cuidado y una toalla húmeda parte del cuerpo de la joven que presentaban alguno finos pelos de la mascota de Alexandra que se habían adherido a su cuerpo.

Una vez terminada su labor, la acomodó delicadamente en el lecho y procedió arroparla nuevamente y demoró unos segundos comprobando esa marca de nacimiento en el cuello de su hija. Acarició con sus dedos largos unos buenos segundos intentando asentar el sentimiento.

—Es la prueba de que eres mía — murmuró Calixta sin dejar de contemplar las facciones de su hija menor. —Ambas son completamente mías…Mis hijas.

Cejó sus meditaciones como su caricia y subió un poco más la ropa de cama. Programaría suaves luces en la habitación e inspeccionaría la temperatura ambiente que estuviera dentro de lo que su hija necesitara ya que el exceso de calor y frialdad le sientan fatal a personas alérgicas.

Al segundo un suave clic fue lo que se escuchó al cerrarse la puerta de aquella habitación.

Al poco de andar se encontró con su empleada que venía con unos paquetes a dejar a uno de los cuartos de su familia.

—Mi señora ¿cómo se encuentra la señorita Carlina? — preguntó Inés.

—Ella está descansando en estos momentos — respondió Bezanni. —Más tarde vendré a revisar su estado o de lo contrario llamaremos al médico de la familia. No deseo que sea molestada, encárgate de que no interrumpan su descanso.

—Cómo usted mande señorita Calixta — acató Inés. — Con su permiso iré a dejar estas pertenencias a la alcoba de la señorita Calladrie.

—Vaya, Inés — instó Bezanni y retomó su camino al interior de la casa.

Por uno de esos ventanales (a prueba de balas y otras cualidades) pudo comprobar que la lluvia se había intensificado y de inmediato sacó su celular y marcó…

—¡Inmobiliaria y consorcio Bezanni, Buenos días! — saludaron desde la otra línea.

—¡Buenos días, Luisa! — saludó Calixta.

—Señorita Bezanni ¿qué necesita que haga por usted? — de inmediato inquirió la empleada.

—Despacha al personal directo a casa y que se conecten a partir de la una y hagan teletrabajo directamente contigo — ordenó Calixta. — Que las dos obras de terreno efectúen faenas de trabajos interiores y sean despachados con salida a las cuatro en punto. Has que una doble guardia trabaje hoy con un recargo de 40 % de bonificación. A eso de las ocho me envías los avances de los trabajos y los estados de la corredora y que toda la maquinaria quede bajo resguardo. Cualquier inconveniente que se presente me llamas directo al privado ¿se entiende?

—Por supuesto señorita Bezanni — respondió Luisa tomando nota de todo cuanto se le ordenó. — ¿algo más que necesite?

—Eso sería Luisa — acotó Calixta. — Espero tus informes.

—Qué tenga un buen día — señaló la empleada.

—Igualmente para ti — se despidió Bezanni cortando la llamada.

Retomó su camino hasta uno de los salones en que se hallaba su familia reunida en torno a la chimenea y al calor de una conversación.

Al momento de ingresar la primera en acercase a ella fue su pareja…

—¿Cómo está Carlina? — preguntó Patricia con la preocupación a flor de piel.

—Nuestra hija está descansando — respondió Calixta tomando entre sus manos la de su sumisa y compañera, sin evadir su mirada agregó. —al parecer el cambio de clima le afectó y tiene un poco de temperatura. De todas formas, llamaré al médico para que haga un chequeo completo y de paso veamos lo de su alergia y si necesita un tratamiento más efectivo.

—Comprendo — dijo Patricia y viendo a su señora, indagó —¿Cómo te encuentras tú?

—Te seré muy sincera mi avecilla — refirió seria Calixta sin dejar de ver esos ojos almendrados de su pareja. — Estoy molesta en demasía y quiero que estes al tanto de que a partir de hoy se cortó todo tipo de conexión entre tú, mis hijas y ese hombrecito. Voy a encargarme legalmente de arruinarle su existencia y te pido encarecidamente que te mantengas al margen de mis actos y solo abocada en cuidar de nuestras hijas. Esto es personal para mí, Pri. ¿comprendes?

—Se hará como tú desees, Cali — respaldó y aceptó Patricia consciente de que había sucedido algo muy grave para detonar aquella reacción en su señora y ella, sabía cómo era el carácter de Calixta Bezanni cuando transgredían sus límites. Era un punto sin retorno. — Estoy contigo al igual que nuestras hijas.

—Gracias, Cariño — alabó el respaldo de su pareja, esa lealtad es fundamental para ella. Abrazó de inmediato a su avecilla para expresarle en ese gesto, su dicha. —Haremos los tramites de inmediato para legalizar el cambio de apellidos de Laura y Carlina. También se hará el examen de ADN para respaldar dicha tramitación junto con los informes que nos ha traído Ariana. Ellas son Bezanni Vidal y es un hecho.

—Bien — apoyó Patricia recostando su cabeza sobre el torso de su señora.

—Y todas nosotras estaremos contigo — respaldó Catalina que enderezó su postura con soberbia y con un sobre en mano que extendió hacia su compañera. — Aquí tienes lo que me solicitaste y te ayudará muchísimo ¡¿Créeme?!

—¡Excelente! — exclamó complacida Calixta de tener herramientas a su favor.

—De mi parte tienes el apoyo de mis abogados para trabajar por ti — comprometió Calladrie viendo con seriedad a su compañera. — Vanessa nos puso al tanto a todas del proceder de Javier Tello con respecto a Carlina.

—¿Vanessa? — preguntó sorprendida Calixta viendo a la muchacha que estaba sentada junto a Tania que la sostenía en brazos.

—Mi hija ha sido la única que conocía los hechos y mantuvo silencio debido a una promesa que hiciera con Carlina hace unos años — explicó Pía. — y rompió su voto para con ella después de oírte gritar y no tener acceso a tu hija. Esto la dejo muy mal y terminó por ceder a mi presión y contarnos lo sucedido con ese hombre.

—¡Ya veo! — refirió Bezanni sopesando las cosas. — Es una carga pesada para llevar a esa edad y me disculpó contigo Vanessa por sostener una promesa dolorosa que no tenían por qué vivirla. Está claro que todas nuestras acciones serán pesadas con el paso del tiempo e influirán para bien o mal en otros. Son las consecuencias de nuestras decisiones pasadas.

—Ahora es tu turno de protegerla —espetó una Vanessa alicaída y frunciendo el ceño, advirtió. —Eres su madre y si no lo haces tú, me haré cargo yo. No volverán a lastimar a Carli.

Esta advertencia sacó ronchas en las dominantes por el tono y el contexto en que fueron dichas, en pocas palabras en un mal momento.

—No aprecio tu advertencia, Vanessa — recriminó Calixta y viendo directamente a su madre, añadió. — Por el inmenso cariño y respeto a Pía aquí, presente, voy a aclararte que Laura y Carlina son mías. Es mi derecho a velar por ellas, no le consentiré a ninguna otra persona tomarse atribuciones que no le corresponden. Solo cambiara cuando se presente una pareja de vida (matrimonio) hasta ese entonces, mis hijas son mi derecho y reconociendo tu valía delante de mi familia, agradezco la sinceridad que has mostrado y lealtad para con mi hija, más no tu impertinencia ¿nos entendemos Vanessa?

—Perfectamente — contestó la joven Calladrie y fiel a ella, agregó. — Nunca fue mi intención irrespetarte o desafiarte, solo busco protegerla de personas que le hacen daño, por eso mis palabras. Me disculpo si te ofendí, Calixta.

—Insisto que agradezco tu lealtad para con Carlina y acepto tus disculpas —suavizó su temperamento Bezanni viendo ahora a la muchacha. — Un consejo para ti a futuro, cuida siempre la entonación de tus palabras y te ahorraras pasar malos ratos. Estoy dispuesta ayudarte si necesitas apoyo en ese sentido.

—Lo tendré presente — convino Vanessa. — Gracias.

—Otra cosa más — continuó Bezanni.

—Dime — dijo la joven.

—Carlina debe descansar y cuando haya sido auscultada por el médico, podrás visitarla sin ningún inconveniente —mencionó Calixta ya totalmente templado su carácter y suavizando su mirada. —¿estás de acuerdo?

—Por supuesto que sí — aceptó Vanessa también más repuesta de la llamada de atención y se olvidó por completo de todo cuando se trata de Carlina y sin más soltó. — Yo también insisto, en que me entiendes mejor que nadie y sabes lo que necesito.

—¡Hija mía! — protestó Lucia que había estado en silencio y solo intervino cuando su retoño, hizo de las suyas. — No abuses.

—No lo hago, mamá — refutó Vane con cara de yo no fui. —soy sincera y realista que es distinto.

—Realmente eres una Calladrie — expuso Calixta soltando tensiones y sonriendo ante la frescura juvenil. — De seguro tendremos una interacción más fluida tú y yo, una vez que tengamos una conversación apropiada entre las dos y sabes a lo que me refiero. Hasta entonces, estás bajo el cuidado de tu madre y creo sin equivocarme que de Ariana ¿no es así Banzer?

—Tú lo has dicho, encanto — respaldó Ariana viendo a la rubia dominante a su vez. — Personalmente apadrinaré a esta jovencita aquí, si su madre y ella, me dan el consentimiento correspondiente ¿qué dicen?

—Por mí, encantada— aceptó sin cuestionamiento alguno Vanessa y su acostumbrada picardía. —siempre hay mucho que aprender de personas y mujeres con experiencia, temple y una garra de querer comerse al mundo.

—¡Vanessa! — protestó nuevamente Lucía llevando su mano a la cara ante la imprudencia de su hija.

—¡¿Qué?! — chilló la joven mostrando su mejor rostro de santidad.

—¡Realmente eres un espectáculo para mis ojos y oídos! — enfatizó una sonriente Ariana que veía con malicia a la rubia, añadió. — Definitivamente será un placer pulir a este hermoso diamante ¿no te parece hermosura?

—Está muy claro para mí que es una Calladrie en toda su extensión y por mucho que ame su espontaneidad que me recuerda mis acciones de juventud — expresó Pía tomando la mano de su hija entre la suya y agregó. — La prudencia y mesura es una de las cualidades que debe trabajar y acepto tu deseo de apadrinarla porque sé que estará en muy buenas manos.

—¡Excelente! — ensalzó Ariana y enfocando su mirada ahora en Bezanni. — ¿algo más que nos quieras informar Cali?

Con esto todas miradas se dirigieron hacia la morena que a esa altura se había acomodado al lado de Laura y su pareja.

—He contactado a mi padre — respondió Calixta.

—¿Y? — inquirió de lleno Catalina.

—Debo reunirme con él mañana en las torres del coracero — profundizó más en el tema Bezanni y dejo por unos segundos su mirada pérdida.

—¡Calixta! —llamó Pía consiente de lo profundo de ese comportamiento de su familiar.

—Ha solicitado la presencia de todas — informó ésta enfocada en una de las ventanas que da al mar. — Es muy posible que mañana nos reunamos todos de una vez y saben lo que esto significa.

—¡Cáspita! — exclamó Alexandra pasando su mano por su cabellera—Justo ahora.

—Él jamás ha dado una puntada sin hilo — recriminó Martina juntando cabos y develó. —Tenía preparado todo. Por eso mi padre me escribió que había regresado a Chile anoche.

—¿Acaso tienen miedo ahora? — cuestionó Catalina viendo a todas las demás. —¿qué no hemos aprendido nada en todo este tiempo? Si bien tenemos un acuerdo con nuestros progenitores y accedimos a cumplir en un plazo determinado. No significa que nos volverán hacer una encerrona cuando teníamos diecisiete años ¡Ya no somos esas niñas! Somos mujeres adultas ¿y qué si nos desheredan? ¿importa? ¿no hemos sido capaces de trabajar por todo cuánto tenemos? Nuestro patrimonio no está basado con la economía de nuestros padres. Ellos nos dejaron herramientas con las que trabajar al inicio y todo lo demás ha dependido de nuestro ingenio.

—Tienes razón Cata — respaldo Pía meditando en lo dicho por su compañera. — Ha pasado mucho tiempo desde que se nos puso contra la pared y hemos multiplicado todo cuanto nos facilitaron para comenzar nuestra labor. Si bien hay algunas de nosotras que administramos algunas de las empresas de nuestros padres, no comprometen nuestro patrimonio tal como has dicho.

—¡Exacto! — recalcó Cata haciendo gesto con sus manos al hablar. — ¿Por qué debemos temer a volvernos a reunirnos con ellos? ¿nos pedirán descendencia? Obviamente que sí, ese era el acuerdo. Tú y Calixta están bien en ese punto. En cuanto a nosotras, vamos en esa dirección de todas maneras. ¿y si no se pudiese concretar? No fue no más. Perdonen lo majadera que voy a ser en mis planteamientos y quiero que entiendan que la herencia jamás estuvo en juego aquí porque ellos querían que demostrásemos que éramos capaces de luchar y sostener nuestro estilo de vida con poco capital ¿no es ese el precio que pagamos todos estos años al final de cuentas?

—Definitivamente —correspondió Ariana sopesando cada palabra de Minard.

—Tú misma Ari — continuó Cata. — tienes a cargo dos clínicas solamente del patrimonio Banzer. El resto de los negocios farmacéuticos y centros médicos, son tuyos solamente. En el caso de Martina y Alexandra, tienen sus propias inversiones en el extranjero. Un hotel es todo lo que administra Mirelles y con probabilidades de ser nuestro en poco tiempo. Con respecto a Pía, tomó a cargo la administración de un casino y una agencia de viajes de sus padres. Toda la cadena de repuestos para vehículos pesados, concesionarias, etc. Le pertenece a ella. Y hablemos de Calixta, es quién menos debe preocuparse, solo la corredora de propiedades es lo que entregó en regencia su padre para administrar y todo el resto es producto de su trabajo. Y de mi parte, dos restaurantes que tengo a concesión porque lo mío es el rubro de la alimentación y transporte privado. Mi pregunta ahora es ¿qué pueden exigir a esta altura de la vida?

En muchas ocasiones tras una presentación o un discurso contundente se suele aplaudir efusivamente o guardar un silencio finito por la profundidad con la que se cala en el cerebro de cada persona.

Ninguna de las cinco restantes dominantes dijo nada por el momento. Los demás miembros de la familia (adultos) como Patricia y Lucía mantenían un rostro serio. Mientras que la parte joven salvo Carlina, se miraban unos a otros muy incómodos en especial Álvaro y Laura. A su vez que Tania meditaba en lo dicho por Minard. Tan solo la menor de todos rascaba su barbilla.

—Vanessa — instó Catalina al ver levantada la mano de la muchacha.

—Disculpa que te lo diga de este modo ¿no era una conversación que debían tener solo ustedes? — habló sin pelos en la lengua la muchacha. — Que es de adultos y nosotros tendríamos que haber

estado en otro lado ¿no es así? Porque mamá me enseñó que en pláticas de adultos nada tenemos que hacer nosotros.

—¿No eres parte de la familia? — amonestó Catalina sin demostrar emoción en su rostro (a propósito)

—¡Eh! — balbuceó Vanessa viendo a su rubia madre y rascando su cabeza, soltó. — Si y no.

—¡Expláyate! — exigió Cata con suma curiosidad.

—No vayas a contenerte ahora, princesita — demandó Ariana a la espera de su ahijada que estaba segura de que saldría con una bestialidad al estilo Calladrie.

—No lo hago — replicó con propiedad Vanessa sacando pecho, haciendo énfasis con sus manos a medida que explicaba. —Lo soy porque recién nos integramos a la familia como ustedes han recalcado tanto y, por otro lado, no lo soy porque está esto del apellido y se me enseñó de niña que la firma constituye pertenencia y seguridad. Así que, al no haberla, no confirma ese estado propiamente tal y como dice mi abuelo, con la mano entregando y el látigo dando. ¡Eso!

—¡Por las barbas de mi madre! — musitó sorprendida Minard que no se la aguantó mucho tras la explicación dada por la muchacha. —Realmente eres todo un caso señorita. Superas a tu madre con creces.

—¡Divina! — exclamó Ariana cuyo rostro lo decía todo. — No esperaba menos de ti.

—Tu hija es extraordinaria, Lucía — dijo Alexandra viendo a Quiroz sonriente.

—Realmente le has quitado la tirria a esta conversación. — Elogió Bezanni más relajada y analizando todo el paquete. —Has

conseguido distraernos del foco de tensión y hacernos ver un punto importante aquí y es la familia.

—Coincido contigo Cali. — dijo Martina. —Esta jovencita nos trajo de vuelta a dos cosas importantes, el poder de una familia y el significado de su dicho; que se ajusta como anillo al dedo; un acuerdo. Y es nuestro emblema de vida, apropiado para enfrentar a nuestros padres y como bien señaló Cata, ya no somos unas niñas. No somos títeres de nadie, el respeto no se impone, se otorga y se aplica en ambos sentidos ¿no les parece a ustedes?

—A eso es lo que quería llegar y gracias a la intervención de la más joven de esta familia pudimos tomar consciencia — expuso Catalina.

—No hay más vuelta que darle al asunto — fue el turno de Pía en hablar. — mañana asistiremos a dicha reunión y será un día normal para nosotras y la tensión esta vez estará en su lado de la cancha. Ya no tenemos nada que demostrar, ni exigencias que cumplir. Nuestras prioridades han cambiado, hemos elegido nuestro propio camino a seguir y nuestros objetivos ahora son otros. Personalmente hablando, Lucía y mis hijos son ahora la razón de mi existencia junto con todas ustedes que por años han sido mi fiel y verdadera familia. No necesito nada más.

—¡Así es como se habla! — alabó Catalina resuelta a encaminar a su familia a una nueva senda. — ¿estamos de acuerdo todas?

—Sí — una potente respuesta de grupo.

—Ahora jovencita — indicó Minard viendo a la hija menor de Calladrie. — seré quién hablé en nombre de todas y aclaremos un punto esencial con respecto a tus palabras y al igual que todos ustedes (Álvaro, Laura y Tania) son hijos de Calixta y Pía, lo que los hace miembros de esta familia. Ninguno es menor de edad primeramente y les asiste el derecho a decidir y opinar temas familiares, respetando eso sí el derecho de potestad de su madre. Por tanto, se incluyó bajo ese concepto para escuchar una conversación como la que sostuvimos. No quiero volver escucharlos decir que una firma les autoriza a comportarse de determinada manera ¿me hago entender?

—Sí — respondieron Tania y Laura.

—Perfectamente— aceptó Álvaro viendo a las demás.

—Para mí ahora está clarísimo como el agua — acotó Vanessa con una sonrisa brillante.

—¡Excelente! — selló el acuerdo Catalina y viendo a la dueña de casa, agregó. — Es aconsejable querida mía que llames al médico para que atienda a Carlina y aprovechando la oportunidad para pedirles a ti y a Patricia que me dejen ocuparme de ella en algunos aspectos y el motivo es muy sencillo, estando en la habitación con ustedes hice una conexión de inmediato con ella, a pesar de su estado de salud. Es mi deseo tomarla bajo mi tutela ¿aceptan mi petición?

—Debes saber Cata que será solo con el consentimiento de mi hija — respondió sin rodeos Calixta. — Es lo mismo que le expliqué a Martina, es su derecho a decidir. Si ellas están de acuerdo, de mi parte tendrán mi aprobación. ¿se entiende?

—Comprensible y aceptó también tu planteamiento — repuso Minard y ahora viendo a…—¿y de tu parte Patricia?

—Ya lo ha dicho Cali — secundó Vidal a su señora. — y cerraré filas con ella. Depende de Carlina.

—De acuerdo — acató Cata ambas respuestas. — Esperaré hablar con Carlina.  Pero insisto en algo.

—Dime — apremió Calixta.

—Llama al médico — demandó Catalina. — No es aconsejable bajarle el perfil a una alergia. Mejor que nadie lo sabes Calixta.

—Aprecio mucho tú consejo amiga mía — aceptó Calixta sopesando las palabras de su familiar. — Eso me habla de la seriedad de tu compromiso para con mi hija. Dame un momento para contactarlo.

Dicho esto, la morena dominante sacó nuevamente su móvil y marcó al número de su médico de cabecera. Después de saludos protocolares, hablaron de la salud de su hija y sopesando el clima, acordaron en unas dos horas visitar el domicilio para inspeccionar a la joven y terminaron la conversación.

—Dos horas es un tiempo viable — señaló Catalina animando a su compañera y amiga. — Sé que no es lo tuyo la dilatación de las cosas. Pero si gustas ¿podemos turnarnos para cuidarla?

—Lo haremos Cata — accedió Calixta viendo la hora en el reloj. — el médico vendrá a eso del medio día, lo que nos da chance de ocuparnos de acabar con el informé de Alexandra.

—Me parece, perfecto — secundó Cata viendo a las demás. — Es hora de ponernos a trabajar, preciosas mías.

—Pri ¿puedes ocuparte del almuerzo cariño? — solicitó Bezanni a su pareja.

—Por supuesto que sí, Cali — acató Patricia.

—Te ayudaré mamá — se ofreció Laura que ya se disponía a levantarse del lado de una pelirroja que hizo pucheros a diestra y siniestra tras el abandono. —Haz méritos Martina, no te creas que no vi tus muecas y todavía tengo en la retina eso de «tus sumisas»

—¡Ups! — refunfuñó la pelirroja y poniendo los ojos en blanco. — Eres rencorosa gatita.

—No te quejes — recriminó Laura viéndola con cara de malas pulgas. —Es lo que tú misma buscaste al cruzarte en mi camino y siguiendo tú línea de acción… «Hay un infierno que pagar lindura»

—¡Con gusto pago tu precio! — soltó descaradamente Martina sin empacho alguno.

—¡Ya veremos Farkless! — siseó Laura girándose para irse en pos de su madre que la esperaba cerca del marco de las puertas y que escuchó la conversación. —¡Ya veremos!

—Espérennos que las acompañamos a cocinar — saltó Vanessa que ni loca se quedaba en fuego cruzado. —prefiero atacar con un chuchillo una verdura que hacer de escudo entre ustedes dos.

—¡Vane! — recriminó Tania que salió detrás de su hermana y amiga Laura.

—¿Qué? — replicó la menor con cara de malcriada y sacando la lengua. — ¿qué no las has visto? Lo suyo es amor a lo tarzán ni a palos se dan tregua.

—¡Vanessa Calladrie! — fue el turno de Lucía en amonestar a su hija menor.

—¡Ya me sacaron el título! — despotricó la joven arrancando de su mamá. —Te amo mamá, nos vemos en la cocina. Prefiero desollar un pollo antes que mi vieja me desollé a mí (fue lo que se escuchó decir a Vanessa a las otras dos muchachas)

—Creo que lo más sensato es que vaya a vigilarlas — se apresuró en decir a Álvaro que también encaminó sus pasos en pos de las demás.

Al cabo de unos miseros segundos de silencio…

—Jajaja — fue la réplica de risotadas de parte de todas las dominantes e incluso de la propia Lucía.

—¡Madre mía! — exclamó entre lágrimas y risas Ariana. — tu hija es fenomenal.

—Está clarísimo que tiene cero filtros — adujó Cata que apenas contenía el doblarse literalmente de la risa.

—Siempre creí que era un amor de chiquilla — señaló Alexandra limpiando sus ojos de lágrimas que brotaron a causa de la risa. —no sabía que tenía oculta esta faceta tan chispeante.

—Es una Calladrie de tomo y lomo sin duda — repuso Martina divertida. — con ella no sé pasan penas.

—Lo mejor es que nos ha traído de vuelta esa chispa picante de nuestra juventud — puntualizó Calixta reconfortando a la rubia dominante en palmaditas de apoyo. — dos veces en este día tu hija, nos ha sacado de nuestra nube de pesimismo (viendo a Lucía agregó) hay que agradecerte por la valentía de ser madre y darnos este extraordinario regalo, en especial para Pía.

—Siempre quise formar una familia con Pía a pesar de mis años en ese entonces — se sinceró Lucía viendo a todas y más a su señora. — Estaba clara al igual que Pati que no teníamos nada que ofrecer y, sin embargo, nuestro compromiso con ustedes era mayor que nuestra falta de experiencia. Los malentendidos socavaron esas esperanzas. Ahora es distinto, somos más fuertes a causa de nuestros hijos que son el reflejo de una combinación de sus madres.

—¡Mi preciosa Luc! — ensalzó Pía con adoración y robando un beso a su sumisa y compañera, luego, preguntó. — ¿Ellos cocinan?

—Todos — respondió Lucía. — Siempre que nos reunimos en fin de semana ya sea en casa de Pati o la mía, los chicos se encargan de cocinar. Laura y Vanessa les encantan hacer sus propias pastas. Álvaro se especializa en carnes. Tanía siempre está inventando con ensaladas y mariscos. En cambio, Carlina le gusta la repostería y

casi siempre en invierno nos consiente en hornear panes dulces. Somos poco de salir a restaurantes, se compran las cosas y se hace una comida o una once en casa.

—¡Qué lástima que esté delicada de salud hoy! — recalcó Catalina viendo hacia afuera la intensa lluvia y viento que traía consigo un fuerte oleaje. — Con este clima nos hubiera venido bien unos panes dulces.

—Hablando de Carlina, iré a verla — señaló Calixta. — me reuniré un momento más con ustedes ¿les parece?

—Te acompaño, quiero verla — solicitó Minard.

—¡Vamos! — accedió Bezanni.

—De mi parte ayudaré a Pati y a los chicos con el almuerzo — dijo Lucía.

—Ve preciosa — consintió Pía depositando un beso en la mejilla a su pareja en premio.

—¿Nos ponemos en marcha? — demandó Ariana viendo al resto.

—Vamos — contestaron las otras tres.

De este modo cada una de esas mujeres fueron con rumbo distintos al interior de esa casona habiendo zanjado un primer escollo para enfrentar los hechos tal cual deben ser.

 


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