En aras del pasado, capítulo 9.
En el despacho Anabelle y Anette esperaban reunirse con Raniel para ver
los bocetos, aunque ambas ya tenían una idea clara de lo que habían podido
apreciar en las fotografías de Alesia.
─ Hey tú, ¿estás lista? ─ dijo Alesia ─ he venido por ti antes de que te reúnas con los demás.
─ Tú dirás. ─ señaló Raniel.
─ Aprovechando tu
estancia aquí, quisiera pedirte que hicieras un retrato para mí ─ dijo Alesia.
─ Me encantaría poder
retratarte, pero no se podrá, ya que mi block está completo y no creí
necesario traer uno ─ indicó Raniel un poco triste por no poder cumplir
el deseo de Alesia.
─ Pero no hay problema con eso, vamos a la ciudad y compramos todo
lo que necesites, ¿qué me dices? ─ argumentó Alesia, cuyos ojos eran típicos de una niña
traviesa y vivas.
─ No se sí podre, debo mostrarles esto a tu familia y sería descortés de mi parte no hacerlo en persona. ─ expuso Raniel, que detestaba ser
irresponsable.
─ ¡Oh vamos!, no es para tanto,
puedes dejárselo a ellas y luego te dirán qué piensan al respecto. ─ sentenció una Alesia, que sabiendo las normas de su país, quiso ser un poco más condescendiente al respecto.
─ Pero sería mal visto Alesia. ─ reprochó la actitud la joven Larson.
─ ¡A ver! Eres, demasiado cortes. Esto
es lo que haremos: yo hablare con ellas y así podremos ir juntas. Además, que
te aburrirías ahí adentro esperando ¿o me equivoco? ─ concluyó Alesia con esa pequeña exposición.
─ Jajaja… tienes razón me sentiría muy incómoda─ admitió una vencida y risueña Raniel.
─ No ves que tengo razón ─ dijo con desenfado Alesia sin cortarse un ápice en su comentario y guiñándole coquetamente un ojo a la
joven ─ además, conmigo te divertirás más.
─ Eres tremenda Alesia. ─ acotó con asombro la chica.
─ ¡Um!... eso me han dicho… Jajaja ─ indicó entre risas y sin una gota de humildad Alesia, pues le resultaba tan agradable entablar conversación con esa chica.
─ Tú, ganas. ─ señaló una derrotada Raniel.
─ Bien. Vamos entonces...dónde la pérfida bruja. ─ expuso llanamente Alesia.
─ ¡Eh! ─ exclamó Raniel, avergonzada y su cara tomó un intenso color escarlata, que hizo que
Alesia riera a carcajadas.
En esos momentos Alesia tocó a la puerta…
─ Adelante ─ se escuchó al otro lado.
Ella, entró en el despacho dónde estaban su prima y tía.
─ ¿Y bien? ─ exclamó Anette
─ Espera un momento ─ dijo Alesia y fue en un busca de la joven ─ vamos no seas tímida.
─ Disculpa, pero no lo soy ─ mencionó Raniel ─ sólo es cuestión de ser prudentes antes de hacer determinada
cosa.
El comentario de la joven, sacó una sonrisa en la señora, que veía como
colocaban en su sitio a su sobrina y ésta se quedaba totalmente perpleja.
─ ¡Vaya!... la niña sacó sus garras ─ dijo Alesia haciendo alarde de estar ofendida.
─ Deja ya de hacer payasadas ─ comentó Anabelle
─ Ok. Bueno hemos venido a dejarles esto (entrega el block) para que puedan apreciar ustedes mismas y además, avisarles que Raniel y yo iremos
a la ciudad a hacer unas compras. ─ sentenció Alesia.
─ ¿Cómo? ─ preguntó Anabelle.
─ Veras, no tiene sentido tenerla aquí mientras ustedes están ocupadas con los bocetos ¿no te parece? ─ expuso la joven Bringston sin dar margen a que se rebatiera sus
argumentos.
─ Tienes razón, Alesia ─ respaldó Anette ─ será lo mejor. Vayan
pues y diviértanse, a su regreso hablaremos Raniel.
─ Como usted diga Señora Anette ─ respondió la muchacha mirando de
soslayo a Anabelle, quién mostró una actitud indiferente.
« Ella me confunde, hace unas horas era toda amabilidad y ahora fría como un
iceberg. Incluso en el almuerzo parecía que me sonría y varias veces me dirigió
la palabra... ¡cielos es tan inalcanzable!...será mejor que mantenga mi
distancia entonces» se dijo a si misma Raniel, abatida por la actitud de
Anabelle.
─ Bien. Nos vamos entonces ─ dijo Alesia.
─ ¿Sucede algo Anabelle? ─ inquirió su madre.
─ Nada, madre ─ respondió ésta.
─ Cualquiera diría que estás molesta ─ mencionó Anette.
Alesia, tomó de la mano a Raniel y de prisa salieron del castillo.
─ Marcus, por favor llévenos a la ciudad. ─ demandó Alesia.
─ A sus órdenes señorita ─ respondió el chofer.
Después de dos horas en la ciudad, dónde las jóvenes entraron a varias
tiendas, encontraron lo que buscaban y llevando sus bolsos hasta el
automóvil.
─ Dime Raniel ¿qué más te gusta a parte de dibujar? ─ indagó una curiosa Alesia que no se iba por las
ramas al preguntar determinada cosa.
─ Fotografiar la naturaleza ─ respondió ésta.
─ ¡Vaya! Pensamos igual, adoró todo lo que se relacione con el medio ambiente, por ello, soy
miembro de un grupo ambientalista ─ confidenció Alesia.
─ ¿En serio? ─ preguntó muy asombrada Raniel.
─ Así es. ─ contestó Alesia.
─ Fabuloso.
─ ¡Has traído tu cámara para que salgamos juntas de excursión? ─ preguntó de súbito Alesia.
─ Sí, pero no es profesional, aunque es muy práctica para mis clases y hobbies. ─ señaló Raniel.
─ ¡Um!, bien, acompáñame ─ indicó Alesia.
─ ¿Dónde vamos? ─ inquirió Raniel.
─ Cerca de aquí hay una tienda con diferentes cámaras, de seguro
te encantarán ─ mencionó Alesia.
Al rato después...
─Y… ¡¿qué me dices?! ─ inquirió ansiosa Alesia, esperando deslumbrar a su
invitada.
─ ¡Wow!... son espectaculares. ─ murmuró como niña pequeña la joven Larson.
─ ¿Hay alguna qué haya llamado tu
atención? ─ preguntó con curiosidad mal disimulada Alesia, ya que
su pregunta tenía un propósito puntual.
─ Pues hay varias, pero no he venido a comprar
una, Alesia ─ admitió Raniel, sin preámbulos.
─ Lo sé, lo que quiero es que escojas una. ─ respondió ésta, sin rodeos también.
─ ¿Por qué? ─ preguntó con pica Raniel.
─ ¡Ay niña!... tan desconfiada ─ exclamó Alesia ─ quiero hacerte un presente y no quiero que te ofendas.
─ ¡Um!... no sé ─ refutó Raniel ─ yo puedo comprar mis propias cosas.
─ ¡Uf! eso ya lo sé ─ respondió una cansada Alesia, que no entendía que
fuese tan orgullosa la joven ─ sólo acepta mi regalo por favor. Así me podrás acompañar y tomaremos fotos geniales. Tengo unos
lugares que te van a encantar.
─ Está bien ─ aceptó al fin y al cabo, Raniel.
─ Gracias, muchas gracias, señorita ─ dijo una sonriente Alesia, que ya estaba ideando la forma de
hacerle cambiar de parecer si su respuesta hubiese sido contraria.
Mientras en el despacho...
─ ¡No lo puedo creer!... esta niña a dibujado todos los lugares del castillo
como si hubiese vivido toda su vida aquí─ enfatizó Anette
─ Además el retrato, es idéntico al que tenemos aquí, se puede decir que ella dibujo a la duquesa
XVII como si la hubiera conocido en persona. ¿Tú qué opinas hija mía? ─ mencionó Anette.
─ Es sorprendente madre. No tengo palabras,
estoy tan sorprendida como tú. ─ concluyó Anabelle.
─ ¿Cómo puede ser posible esto? ─ inquirió Anette.
─ Tal vez, como dijo Alesia, ya trae recuerdos
de una vida pasada que tiene relación con nuestra familia. ─ expuso Anabelle.
─ Puede ser, hija mía ─ concordó en cierto aspecto Anette.
─ Bien madre, me retiro. Debo atender unos
asuntos, cuándo ellas lleguen me avisas por favor. ─ señaló Anabelle.
─ Lo hare ─ dijo ésta y se quedó viendo fijamente a su hija
alejarse.
Una vez que Anabelle salió de la habitación, una sombra surgió desde un costado
de la biblioteca.
─ Toma asiento y dame tu opinión David...
En su cuarto una malhumorada Anabelle, se recostó en su cama. No podía creer
que ella no se hubiese quedado. Si había una cosa que no soportaba Anabelle,
era la falta de cortesía y mala educación.
Era tal su enojo, que terminó por botar todas sus almohadas al piso, pero era
más que eso...Estaba molesta porque la joven había preferido estar con Alesia
en vez de quedarse a su lado.
Esos síntomas no eran nada de buenos en el corazón de Anabelle, ella tenía un
prometido, a quién amaba ¿por qué rayos tuvo que llegar a desordenar así su
vida?
Tantas cosas pasaban por su cabeza y recién esto era el comienzo, quedaba un
mes para que ella partiera de regreso a su hogar. Y Robert, que se le había
ocurrido asistir a un seminario a Norteamérica, en nada le facilitaba las
cosas...sería preciso alejarse de ella.
Al cabo de unas horas, Alesia y Raniel están de regreso, una vez dentro del
recibidor...
─ Bien voy a dejar esto. Tú espérame aquí, regreso enseguida ─ señaló Alesia.
─ Está bien ─ se limitó en decir, Raniel.
─ ¡Vaya!... parece que disfruto mucho su salida
señorita Larson ─ dijo Anabelle, quién las había visto llegar y esperaba hablar a solas con Raniel.
«Cielos aquí vamos de nuevo» pensó Raniel
─ La verdad sí. Realmente es
muy agradable la compañía de Alesia ─ contestó algo irritada ésta.
Las palabras de Raniel, disgustaron en demasía a Anabelle, quién frunció
el ceño, algo dentro de su corazón se resintió y miró con mucha frialdad a la
muchacha.
─ Déjeme decirle entonces, que acá estamos acostumbrados al respeto, y fue de muy mala educación haberse retirado sin habernos consultado personalmente, ya que
estábamos esperando por usted. ─ propinó duramente Anabelle cada palabra.
Raniel palideció de golpe, sabía que no fue buena idea haberse ido a la ciudad
y ahora pagaba las consecuencias de sus actos.
─ Tenía otro concepto de usted señorita Larson ─ acabó por rematar Anabelle.
« ¿Pero qué rayos le pasaba a esta mujer?, porque de repente era tan
antipática. Está bien se equivocó, pero la trataba como si fuese un monstruo y
ese tono al subrayarle su apellido, la hacía tan odiosa» reflexionaba
interiormente, la joven.
─ Creo que el disculparme no servirá en este
caso ─ respondió Raniel.
─ Por supuesto que no. Ahora tenga la
amabilidad de acompañarme, mi madre le espera ─ sentenció severa, Anabelle.
─ Para Anabelle, he sido yo quién ha insistido. Si tienes que culpar a
alguien es a mí ─ señaló Alesia, que había alcanzado a escuchar
todo.
─ No le defiendas y no es precisamente contigo
con quién estoy hablando ¿está claro Alesia? ─dijo enfática y con bastante coraje, Anabelle.
Raniel, miró suplicante a Alesia para que no dijese nada que
empeorara más la situación. La joven Larson, maldecía por lo debajo, no
le gustaba causar molestias y ahora, seguía con la cabeza baja a
Anabelle, pensando que hablaría con sus padres para regresar lo antes posible.
─ Ten la amabilidad de pasar ─ apremió Anabelle.
Cuándo Raniel paso a su lado, los ojos azules se percataron de la tristeza que había en los ojos de la chica y se dio cuenta que había sido muy dura con ella. Tal vez, debió escuchar a su prima, pero ella se había ido con Alesia y eso le había dolido mucho, aunque no le quisiera reconocer.
1 comentario:
Vaya vaya... No has perdido tiempo querida mía. Espero que no te haya ofendido aquello de aclarar de donde son los capítulos presentados jeje. Has sido muy rápida, y te estoy muy por públicar mi fic en tu blog. Muchas gracias!!
Ángelus Drakul
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