mujer y ave

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domingo, 6 de abril de 2014

Una jugada sorpresa.


Un nuevo amanecer, capítulo 6.

Sin duda que las palabras de Sofía, causaron distintas reacciones en las dos jóvenes.

Para Florencia, simplemente era inexplicable ese comportamiento; dado que ellas habían quedado claras con respecto a la conversación de ayer.

Al contrario de su compañera, Carla, no le sorprendía en nada esa reacción. De hecho la estaba esperando, ya que sus acciones apuntaban en esa dirección. Por lo tanto, quiso ir más allá; aún estando consciente del mensaje que veía relucir en los ojos de su jefa.




─ Sofía, permíteme recordar que sigo al pie de la letra tus recomendaciones ─ mencionó Carla y tomando del brazo a su compañera, añadió ─ De relacionarnos con Florencia en horarios fuera del trabajo y es precisamente eso lo que estamos haciendo y que además, vengo a recogerla; ya que tenemos una cita que acordamos con anterioridad, ¿No es así, mi dulce Flo?

No conforme con poner a Florencia, en una situación más que compleja ante la Arquitecta y con un movimiento muy sutil a los ojos de los espectadores, pasó su mano por detrás  de su espalda y presionó con sus dedos en la costilla de la joven Villar. Movimiento con el cuál indirectamente le señaló que le siguiese el juego.

─ ¡Eh!...Sí ─ fue la escueta respuesta de ésta, un tanto vacilante. Esbozando una sonrisa para disimular su sorpresa y evitar dejar en evidencia a Carla. ─ Quedamos en salir hoy.

Pese a que hubiesen conseguido burlar a cualquier otra persona con ese ardid, no consiguieron convencer a Sofía, que siendo fiel a su intuición se percató del engaño, ya que el rostro de Florencia, era un libro abierto para ella y podía leer en sus ojos, el embuste.

─ ¿Estás segura? ─ preguntó de frentón, Sofía, viéndola directamente a los ojos.

Florencia, que no acostumbraba a mentir; salvo como todo joven producto de los años y falta de madurez; se dejaba llevar por amigos y de vez en cuando omitía algo o simplemente decía sus «mentirillas blancas»

La penetrante mirada de esos ojos azules, provocó que su ser entero se estremeciera y sintió como sus piernas comenzaron a flaquear. Muy en su fuero interno, comprendió lo que sentía estar siendo escaneada en cámara lenta y es que era como una radiografía humana en ese instante por la profundidad de esa mirada. Estaba siendo desnudada paulatinamente, provocando un hormigueó incesante en las palmas de sus manos…esos eran nervios a más no poder.

─ Sí ─ fue la concisa respuesta de la joven y desvió en el acto sus ojos por vergüenza.

Ese simple gesto; gatilló en Sofía, una reacción propia de una persona enamorada y que sin poder remediarlo, salieron a relucir los inevitables…celos.

─ ¡Entonces! Prefieres salir con tu compañera, en vez de solucionar un pendiente que tenemos tú y yo ─ descargó con enfado Sofía y sin importarle en absoluto la presencia de Carla, la cogió del  brazo y la plantó frente a ella y agregó. ─ Sabes muy bien que dejamos a medias, un tema muy importante para ambas y no permitiré que lo evadas más.

Por primera vez, fueron los ojos de la joven Villar que se abrieron muchísimo ante la actitud como las palabras de Sofía, pues no entendía por qué deseaba hablar del incidente de ayer. Cuando fue ella misma que dejo muy en claro que no le gustaban las mujeres y que mucho menos era o se calificaba como lesbiana, por consiguiente, era absurdo proseguir hablando de un tema que no tenía futuro alguno.

Pese a la conmoción se repuso de ello y quitó la mano de la Arquitecta de su brazo y retrocedió dos pasos; pues esa mujer la intimidaba hasta decir basta y quería tener esa barrera que le permitiese poner un límite entre ellas.

─ Creo que no tenemos nada de qué hablar, señora Almagro, pues según recuerdo fue muy clara en responder a mi pregunta ─ manifestó Florencia ─ Por lo tanto, no hay nada que discutir. Ahora, me disculpa, pero se nos hace tarde con Carla y debemos alistarnos para nuestra cena que tendremos esta noche.

Fue la propia Florencia, quién cogió la mano de su compañera y comenzaba a tironearla para irse de aquel lugar, cuando oyó decir.

─ Si tanto deseas salir con ella, pues adelante, ya no te detendré más ─ mencionó Sofía, al mismo tiempo que enfilaba hacia su jeep  y al momento de pasar junto a las dos y lanzarle una gélida mirada, agregó. ─ Con huir no conseguirás nada.

Tras eso último, le tomó más que unos cuantos pasos y subió a su coche para salir con las llantas rechinando en el pavimento y perderse de la vista de ambas chicas.

─ ¡Zhisssss! ─ fue el silbido que salió de los labios de Carla ─ Si no lo veo, no lo creo. Tú sí que sabes cómo provocar ciertas reacciones.
─ ¿De qué estás hablando? ─ preguntó una confundida Florencia.
─ ¡Qué no es obvio! ─ señaló Carla y colocando una mano en su cintura a modo de desafío, prosiguió ─ Me refiero nada menos que a Sofía Almagro. ¿Desde cuándo la llamas señora?, ¿de qué me he perdido en esta semana?
─ ¡Ay no!...no empieces con tus juegos detectivescos otra vez ─ amonestó Florencia ─ Mira que cada vez que abres la bocota… ¡Zas! Que tengo problemas y todo por tu culpa.
─ ¡¿Mi culpa?! ─ exclamó con exagerado ademán Carla ─ Perdóname, pero yo no tengo la culpa que tu jadees como bebé cada vez que la ves. Aprende a disimular tontona.

A Florencia, se le cayó la mandíbula tras oír semejante salvajada de su compañera.

─ ¡Tú te pasas Carla! ─ rebatió Florencia, que herida en su amor propio, decidió proseguir con su camino y dejar totalmente sola a la chica. ─ No pienso seguir hablando más contigo hasta que me pidas disculpa por cada disparate que sale de tu bocota.
─ Ja… ¡Disparate! ─ comentó Carla ─ No son mentiras las que te estoy diciendo. Cada vez que la tienes cerca, se te cae la baba por tu jefecita y luego me dices, yo no podría fijarme en una mujer como ella. Mira que la que dice mentiras, eres tú.

No obstante, Florencia, no respondió la queja de su compañera y continuó su camino.

─ ¡Ey, Flo!... ¿En verdad piensas dejarme hablando sola? ─ chilló Carla.

Florencia, tan sólo alzó la mano en señal afirmativa y continuaba su marcha.

─ ¡Oye Angelina Jolie en potencia! ─ provocó Carla y con sus manos en la cadera, demandó enérgica y sensual ─ Quieres traer aquí, tu lindo traserito y dejarte seducir por mis encantos.

Como si fuese un repelente para gatos, esas palabras consiguieron detener en seco a Florencia y que se diera vuelta a verla.

─ ¡Carla! ─ exclamó atónita Flo ─ ¡Eres el colmo! No tienes arreglo mujer.
─ Jajaja ─ con una sonora carcajada, Carla, sonría descaradamente por la cara de espanto de su amiga ─ al menos conseguí que te dieses vuelta a mirarme, nena. ¡Viste che el poder que me gasto!
─ ¡Ah no!...ahora te las das de Casanova Argentina de versión de segunda ─ apabulló Florencia con saña y que hacía esfuerzos para no reírse ─ Creo que tanto número te está fundiendo el ceso.
─ Nada de eso preciosa. Lo que pasa que no puedes negar el talento innato de seducción que hay en este cuerpazo caribeño ─ rebatió coquetamente Carla y tocando su pecho, agregó ─ y te advierto que todo es cien por ciento natural como dijo la Tomka y ciento por ciento chileno, producto de calidad.

Fue el turno de Florencia para estallar en risotadas ante las ocurrencias de la joven Ramos.

─ ¡Yaaaaaa! ¿De cuál te tomaste hoy? ─ se burló entre risas Flo ─ tiene que haber sido muy fuerte para decir tanta tontera junta. ¿Cómo quieres qué te diga ahora?...Sharon Stone.
─ Disculpa que no coincida contigo en ese punto lindura, ya que la imagen de mujer fatal te viene a ti precisamente y no a mí ─ soltó una ofendida Carla.
─ ¿Mujer fatal?... ¿Yo? ─ preguntó picada Florencia ─ en verdad que estás alucinando Carlanga.
─ Tarada, ya te dije que no me llames así ─ murmuró Carla, con el ceño fruncido como niña chica ─ ¿Qué no te has visto en un espejo ultimadamente?
─ Bueno sí para maquillarme y peinarme, creo ─ respondió algo pensativa Florencia.
─ Ese es tu problema y es que eres demasiado despistada ─ mencionó Carla y levantándole con un dedo la barbilla de la joven, añadió. ─ ¿por qué crees que te llame Angelina en potencia?
─ No sé. ─ Contestó Flo, viendo los ojos pardos de Carla y leyendo en ellos ─ Tal vez lo hiciste para molestarme como siempre.
─ ¡Ay mi Dios!...dame paciencia ─ exclamó con un suspiro Carla y tomando el rostro de su compañero con ambas manos, acotó ─ Tienes una belleza inusual para una chica sureña. Con esos labios, ojos tan profundos e inocentes, cuya mirada angelical te hacen lucir muy sexy y que además, el cabello y el color de tu piel, hacen la combinación perfecta. No te das cuenta que a varios en esta empresa los tienes difareando y sin mencionar que a Sofía, la tienes más que loquita.

El rubor hiso presa a la joven Villar, que sentía como la sangre hervía en sus mejillas y casi en todo su cuerpo y es que no estaba acostumbrada a los piropos y menos que elogiaran su presencia física. Simplemente no estaba acostumbrada a ello.

─ Ahora entiendo porque nuestra querida Arquitecta Almagro, no logra despegar sus ojos de ti ─ murmuró Carla, que la veía con mucho cariño ─ y es que tu ingenuidad conquistó ese corazón solitario, que estaba hambriento de volver a sentirse amado por una joven como tú.
─ ¡Ya para Carla! ─ protestó apenada y con tristeza Florencia, quitando las manos de su compañera. ─ Sofía, nunca se fijará en mí y es porque no le gustan las mujeres. Así que no sigas más con ese tema.
─ Florencia ─ susurró Carla, que se conmovió con la congoja de la chica y la estrechó por detrás de su espalda para confortarla. ─ ¿Tanto te gusta Sofía?
─ No  se trata de que me guste o no ─ susurró conteniendo a duras penas el nudo en su garganta que le oprimía su pecho al pensar en ella y sus palabras. ─ Simplemente me enamoré de Sofía y me cuesta mucho acallar lo que siento. Pero entiendo que ha sido mi error por franquear mi regla de oro y por eso estoy viviendo todo esto.
─ ¿Cuál es esa regla? ─ inquirió Carla, muy bajito, sin dejar de abrazarle.
─ No involucrarme jamás con una profesora como tampoco de una superiora ─ reveló con pesar Flo. ─ No debí fijarme en Sofía.
─ Comprendo ─ dijo Carla.
─ Sólo espero que esto que siento muera pronto en mí. De lo contrario deberé presentar mi renuncia y así poder olvidarla ─confesó triste Florencia.
─ ¡Eso nunca! ─ rebatió enérgicamente Carla y la abrazó con más fuerza sin hacerle doler. ─ No puedes tirar por la borda tu futuro por cuestiones del corazón.
─ No tengo más elección, Carla ─ sentenció Florencia, que tenía un tanto brillante su mirada en ese instante.
─ Antes que pretendas hacer cualquier locura, quiero que me aclares algunas cosillas ─ mencionó Carla.
─ ¿Qué cosas? ─ preguntó Florencia.
─ ¿Te afecta  la diferencia de edad que existe entre ambas? ─ indagó Carla y continuó con su interrogatorio. ─ ¿Estás dispuesta a enfrentar su familia y círculo íntimo?, ¿Tienes claro que encontrarás mucha oposición en el entornó en que Sofía se mueve? Y por último, lo más crucial de todo ¿puedes lidiar con el fantasma de Cristóbal en la vida de Sofía?

Florencia, se estremeció al oír cada una de las preguntas que formulase, Carla y es que una de ellas, le devoraba el sueño cada vez que pensaba en la joven Almagro.

Y con un amargo suspiro, respondió de la siguiente forma…

─ Muchas noches me rebanado el ceso de tanto pensar en preguntas similares y créeme que por más que desee que sean positivas, no logro conseguirlo ─ confesó Florencia, cuyos ojos se cristalizaron por todo lo que estaba sintiendo ─ No puedo visualizarme junto a ella porque la imagen de su esposo me persigue cada vez que veo a Sofía con tristeza.

Siento que nunca podré arrancar tanto dolor de su corazón y que por más que luche en mis sueños, veo como se va alejando de mí y como él se la lleva muy lejos. Ese es mi mayor temor y angustia a la vez.

Con respecto a las otras preguntas; la familia no la conozco pero sin duda que no les ha de parecer nada gracioso una situación así y no sé qué más podría decirte.
Con respecto a las demás preguntas, no podría decirte mucho y más porque no conozco a su familia y lo único que tengo claro es que la clase social del cual ella pertenece, sería mal visto y no le perdonarían que hubiese estado casada con un varón y de la noche a la mañana estuviese liada con una mujer.
─ ¡Ya veo! ─señaló Carla. ─ Y… ¿la edad?
─ ¿Qué tiene la edad? ─ respondió con otra pregunta Florencia.
─ Mucho y es que son diez años de diferencia que pueden afectar mucho con el correr del tiempo ─ manifestó Carla.
─ No te negaré que desde que nos volvimos a encontrar, pensé mucho en la barrera de la edad y me inquietó por un tiempo. Luego deseche de mi mente tales pensamientos por dos razones más que obvias: Comprendí que el amor no tiene edad, frontera ni banderas y la segunda razón y la más fuerte de todas; fue oír de la propia Sofía, decir que no le gustaban las mujeres y ese fue un motivo más que suficiente para no seguir alimentando falsas esperanzas, aunque con ello; sintiera que le daba vuelta la espalda a mi corazón ─ admitió con mucho dolor Florencia, que en ese momento terminó por quebrarse y no pudo evitar llorar su desconsuelo.

Carla, dentro de lo poco que podía hacer en ese momento. Giró a Florencia y la atrajo a su pecho y le brindó todo el cariño que podía entregarle y entre sus brazos, consoló a la muchacha.

─ Llora mi dulce Flo… saca afuera todo ese dolor ─ instó con dulzura Carla, mientras acariciaba su cabello. ─ Todo va a estar bien, te lo prometo.

Florencia, no respondió a lo dicho por su compañera, tan sólo se abrazó más a la joven Ramos y se dejo llevar por esa muestra de cariño. Desahogando su ser entero que había estado un tanto alicaído debido a la confesión de la Arquitecta Almagro, sometiéndola a la mayor tristeza que haya enfrentado a sus cortos 23 años.

Ambas jóvenes permanecieron abrazadas hasta que Florencia, consiguió serenar su espíritu y despacio fue rompiendo el abrazo para quedar de frente a su compañera.

─ Muchas gracias ─ expuso Florencia y cogió la mano de la muchacha y la besó delicadamente, mostrando su gratitud ─ Por escucharme y brindarme tu apoyo. Si algún día necesitas de mí no dudes en buscarme en cualquier lugar en que me halle.

Carla, entrecerró un poco sus ojos y en el acto, con una gran sonrisa, añadió…

─ No te creas que te dejaré partir ─ advirtió Carla y devolviendo el gesto de cariño ─ ¿Sabes que es muy fácil quererte sin medidas?
─ No lo sabía ─ dijo apenada Florencia.
─ Lo es créeme, es tan fácil encariñarse contigo y desear protegerte ─ reconoció Carla ─ Realmente Sofía, es muy afortunada de haberte encontrado. Mira que si no fuese porque me gustan los chicos, te hubiese echado la soga al cuello el primer día en que pisaste la constructora, pues llamaste mucho mi atención.

Florencia, no supo como su mano comenzó a temblar producto de los nervios por el halago que le hiciera Carla.

─ Yo… ¡Este!...Gra…cias ─ balbuceó avergonzada Florencia y roja como un tomate.
─ ¡Dios!...eres un encanto a más no poder ─ murmuró extasiada Carla ─ Eres como una fresita toda rojita…Dan ganas de probarte.
─ ¡Carla!... ─ protestó Flo ─ es muy vergonzoso estar toda roja por cualquier cosa.
─ Jajaja ─ saltó en carcajadas, Carla y entre risas, acotó ─ es que no puedo evitarlo y es que me robas el corazoncito cada vez que te pones tomatito para tus cosas.
─ ¡Ya córtala! ─ advirtió Florencia ─ si sigues en ese plan, no iremos a cenar esta noche.
─ ¡Eso si que no!...perderme una cena romántica en tu dulce y sensual compañía…Jamás de los jamases ─ aulló Carla y arrastró de una a su compañera. ─ ¡Vámonos ya! Mira que me toma al menos una hora en estar esplendida.
─ ¡Oye loca, para! ─ protestó Florencia, que trataba de zafarse del agarre de la contadora ─ Me estás haciendo doler.
─ ¡Ups! ¡Lo siento! ─ exclamó con cierto pesar Carla y rascándose un poco la cabeza, acotó. ─ Es que algunas veces olvido medir mi poquita fuerza!
─ ¡Poquita fuerza! ─ rebatió asombrada Florencia, sobando su brazo ─ Yo diría que te pareces a Sansón, pero en versión femenina, ¿No has pensado en hacerte luchadora profesional?... ¡Te iría muy bien!
En el acto, los ojos pardos de Carla, brillaron casi en forma asesina ante el comentario de la chica.

─ ¡Eres una grandísima tarada! ─ masculló picada Carla, dándole un pellizco en el brazo a Flo ─ ¿Cómo puedes compararme con un bruto como ese?, ¿Acaso te parezco, un marimacho o qué?
─ ¡Mil perdones, Carlita bella! ─ Se disculpó Florencia, dándole palmaditas en su espalda a modo de consuelo. ─ No lo dije para ofenderte sino por la tremenda fuerza que te gastas. Eres la chica más bella, femenina y sexy que he visto en mi vida.
─ ¡Eres una embustera! ─ exclamó Carla con una ceja alzada ─ Pero, te disculpo por esta vez, porque has dicho una gran verdad. Y es que soy un portento de mujer y eso nadie lo puede negar.
─ ¡Dios mío, pero qué ego el tuyo! ─ mencionó Florencia entre risas ─
 Madre del hombre que te conquiste, deberá adularte noche y día.
─ Pues le tocará ─ acotó Carla, haciéndose la interesante ─ Una debe hacerse valer y respetar. Si me ama, que luche porque no se la pondré fácil.
─ Jajaja ─ bromeó Florencia ─ ¡Eres tremenda!
─ Eso me han dicho mis admiradores ─ adujo Carla muy suelta de cuerpo ─ ¡Estás de infarto mamacita! ¡Eres una diosa! Esas son algunas frases de algunos chicos con los que salgo de parranda.
─ Jajaja ─ reía a más no poder Florencia, que limpiaba alguna lagrimilla de sus ojos de tanto reír. ─ Ya me imagino de dónde sale toda esa humildad.
─ ¿Acaso tienes algún problema con eso? ─ preguntó con pica Carla.
─ Para nada… ¡Mamacita! ─ respondió muerta de la risa Florencia, doblándose a causa del término que empleaban con su amiga.
─ ¡Tonta! ─ rabió Carla y terminó contagiándose también.

Estuvieron algunos minutos en un severo ataque de risas, hasta que el dolor de panza, les indicó que debían parar por salud.

─ ¡Vamos a alistarnos será mejor! ─ señaló Carla, entre algunos ahogos ─ sino se nos hará tarde y mañana debemos presentarnos a trabajar o de lo contrario nuestra jefecita nos mata de una.
─ Sí ─ Contestó Florencia, un poco más recuperada ─ Aunque no sabes cuál de las tres, lo hará.
─ En lo personal; a mi me toca con la loca de Mariela ─ mencionó Carla, que comenzó a enfilar a la parada ─ y con respecto a ti, está claro que tú Sofía. Rematando en un doble sepelio con Casandra llevándonos al crematorio. Porque esas tres son temibles cuando su personal falta a sus obligaciones y créeme…te dará pavor.
─ ¡En serio! ─ indagó Florencia, siguiendo el paso de su compañera ─ Creo que exageras un poco.
─ ¡Exagerar! No preciosa mía ─ explicó Carla, que ya estaba haciendo parar  un taxi ─ Esas tres son peor que Atila cuando su personal presenta la falla y en los 6 años que llevo con ellas, he visto rodar cabezas por montón. Te aconsejo que ni se te pase por tu cabecita faltar al trabajo, de lo contrario tendrás dos alternativas.

En cosas de segundos, ya estaban rodando por Américo Vespucio, rumbo a la pensión de Florencia y luego, dejarían en Puente Alto a Carla.

─ ¿Cuál son esas dos alternativas? ─ preguntó Florencia.
─ La primera que te despidan ─ mencionó Carla, haciendo un alto a la conversación para luego proseguir. ─ A calle Los escritores por favor (indicándole al taxista) La segunda es que te sometan a un régimen de trabajo duro para que aprendas a cumplir con tus obligaciones.
─ ¿En Maipú? ─ Preguntó el chofer.
─ Pues claro ─ respondió seria Carla ─ Luego me lleva a mí al paradero 20 de Puente Alto.
─ Usted manda o mejor dicho paga ─ exclamó con algo de ironía el hombre.

Carla, le fulminó con la mirada haciendo que el chofer se mortificará por sus dichos. Sin embargo, no se rebajó en discutir con él.

─ ¿A qué hora te paso a recoger a la pensión? ─ inquirió Carla, dirigiéndole la palabra a su compañera.
─ A las 8 estará más que bien, ¿Te parece a ti? ─ Señaló Florencia, que estaba asombrada con el carácter que se gastaba su compañera.
─ Me parece perfecto ─ respondió la contadora.

Durante todo el trayecto se dedicaron a conversar de cualquier tontera para distraerse de tantas emociones que vivieron unas horas atrás y fue así, que Florencia; fue la primera en llegar a destino y el taxi se fue con rumbo a la casa de Carla.

Mientras en otra parte de la capital…

Una mujer lleva bastante tiempo charlando con su mejor amiga y colega en la salita de estar de su casa. Le ha puesto al tanto de los pormenores que han ocurrido en su vida; mejor dicho; confesó su verdad con respecto a una joven que le interesa demasiado.

A pesar que un principio fue reacia a creer la magnitud de la confidencia, terminó por aceptarla, ya que en cierta forma la venía sospechando por la forma de comportarse de su amiga y cómo fue que la vida de ésta giro en 360 grados desde la muerte del esposa de su amiga.

─ ¿Qué piensas hacer cuando la gente empiece a murmurar de ti? ─ preguntó Mariela, bebiendo un sorbo de café. ─ Sabes tan bien como yo, que habrá muchos que te juzgarán severamente y terminen por darte la espalda. Serás el comidillo de muchos en la clase alta.
─ Te seré honesta ─ repuso Sofía, que dejo de lado su taza de café ─ Si hubiese tenido unos 20 años y recién comenzará a trabajar, ten por seguro que me hubiese dado pavor que me viesen mal y más tratándose de un campo laboral donde hay un machismo exagerado principalmente por las propias mujeres.
─ ¡Entonces! ─ instó Mariela.
─ Es muy simple, Mariela ─ explicó Sofía ─ Y es que no soy una adolecente para necesitar de otros para forjar mi futuro profesional. Después de todo lo que he pasado, tengo el pleno derecho de elegir lo que me conviene o no. Tengo derecho de ser feliz con quién yo quiera, le guste a quién le guste.
─ Sabes…te admiro mucho en ese aspecto ─ confesó Mariela ─ Pues has sabido enfrentar verdaderos retos en tu vida y uno de ellos fue la pérdida de Cristóbal. Realmente tienes agallas.
─ No es desmerecerme; porque bien sabes que yo me tengo en un muy alto concepto ─ comentó Sofía, que retomó su café ─ Pero en esta ocasión el destino me torció la mano y créeme que llegué a pensar que de esta no salía. No había cura para tanto dolor emocional y corporal, pues mi corazón parecía romperse cada día y solo encontró una salida con la llegada de Florencia.
─ Es increíble lo que esta muchachita consiguió ─ concordó Mariela ─ ya que ninguno de nosotros pudimos darte consuelo y siendo honesta, jamás se me paso por la cabeza que volvieses a enamorarte; al menos en un largo tiempo; y menos que la persona de quién lo hicieras fue una mujer
─ Sin duda que la primera persona en sorprenderse fui yo ─ confesó Sofía, cuyos ojos brillaban como nunca, un azul profundo, intenso y transparente. ─ No te imaginas, cuántas veces me preguntaba qué me estaba sucediendo al recordarla tanto y desear fervientemente poder verla una vez más, y lo más sorprendente fue escuchar el latir de mi corazón al escuchar como la llamaba en mis sueños como despierta.

Noche con noche en mi estadía en Colombia, no dejaba de pensarla. No había un minuto que no la pensara y que su sola sonrisa pusiera mi vida de cabeza y a mil a mi corazón.

Cuando regresé al país, mi único deseo era volver a verla cuanto antes y ese mismo día, quede como boba al verla entrar a la oficina y no sabes las ganas que tenía de poder estrecharla en mis brazos  en ese momento, aunque fuese una sola vez en la vida.

Definitivamente, Florencia; cambio mi vida para bien y me enseñó que el amor todo lo puede. Aunque te preguntarás cómo llegué a amarla y sólo puedo responderte que ella fuese ganándose un lugar en mi corazón con su bondad, trasparencia y su generosidad en regalarme el único bien que necesitaba en ese instante…Amor, uno sencillo, incondicional y desinteresado.

Florencia, terminó por enamorarme con su simpleza y dulzura. Su ingenuidad terminó por robarme el corazón ─ acabó de referir una Sofía, cuyas palabras eran el reflejo de lo que se vislumbraba en sus ojos, su sentir más verdadero y profundo.

Mariela, escuchó atentamente la confesión de Sofía, que no dudo un segundo de las palabras de ella, pues había tanta pasión, seguridad y convicción que nada ni nadie podría dudar de la veracidad de ese sentimiento que arrobaba su corazón.

─ ¿Y qué harás para confesarle tus sentimientos? ─ inquirió Mariela.

Sofía, no alcanzó a responder cuando su celular sonó fuertemente y era tan persistente, que acabó por contestar.

─ ¡Discúlpame! ─ dijo Sofía ─ Atiendo y te respondo.
─ ¡Adelante! Contesta ─ apremió Mariela.

Sofía, tomó su móvil y procedió a contestar…
─ Sí ─ exclamó Sofía, que supo de quién se trataba por el número en pantalla.
─ Quiero que me escuches atentamente y luego, me respondas ─ se escuchó al otro lado de la línea.
─ Habla ─ respondió Sofía, con su ceño algo fruncido.
─ Verás… ─ fue así que la persona al otro lado de la línea le habló por espacio de unos diez minutos y al finalizar, le preguntó. ─ ¿Lo harás?
─ ¡Claro que lo haré! Aunque no me lo hubieses pedido, lo haría, ya que no te la entregaría jamás ─ respondió tajantemente Sofía y viendo el reloj en la sala, añadió. ─ ¿A las ocho quedaron?
─ Así es ─ contestó la otra persona ─ Trata de no volver a lastimarla, porque aunque seas Sofía Almagro y tengas la posición que tienes, no te temo y no permitiré que nadie le haga llorar otra vez.
─ ¿Eso es todo lo que debías decirme? ─ instó Sofía, molesta por el tono amenazador de la otra persona.
─ Sí ─ respondió escuetamente la voz al lado de la línea.
─ Antes de despedirme de ti…Gracias por el consejo ─ repuso seca Sofía ─ Y otra cosa, jamás lastimaré  a Florencia por el simple hecho de que yo la amo.

Sofía, cortó la llamada sin permitir que la otra persona, respondiese a sus dichos.

─ ¿Quién era? ─ preguntó Mariela con mucha curiosidad al ver la reacción de Sofía.
─ ¡Adivina! ─ respondió Sofía.
─ No me digas nada ─ Repuso Mariela, que movió su cabeza al imaginarse de quién se trataba ─ En verdad que tiene agallas para desafiarte. Jamás lo hubiese creído sino me lo cuentas tú misma.
─ Sí y muchas ─ contestó Sofía, que se levantó para dejar su tasa en la cocina. ─ Pero conmigo no podrá, pues la quiero a un kilometro lejos de ella.
─ Jajaja ─ estalló en risas Mariela, que era la primera vez que veía celosa a la que por años jamás supo de ese sentimiento. ─ Será mejor que te des prisa, te quedan 40 minutos nada más.
─ Tiempo suficiente ─ señaló Sofía, que ya estaba rumbo a su alcoba y de ahí le grito ─ Mariela, puedes llamar a Elena y preguntarle qué tiene.
─ No se diga más ─ respondió Mariela, que tomó su celular y marcó el numero de su clienta ─ Encargaré lo más bello y apropiado para ti.
─ Gracias ─ se escuchó decir en la habitación.
─ No hay de qué, Sofí ─ mencionó Mariela sonriente, cosa poco habitual en ella, pero es que todo lo que tenía relación a su familia y amiga, lo ameritaba. ─ sólo asegúrate de impresionarla y no te perdonaré que vuelvas sin ella.
─ Pues regístralo bien en tu agenda.  Hoy nada librará a la señorita Villar de mí ─ afirmó con vehemencia y pasión Sofía, que asomaba en la sala de estar. ─ Esta noche, no descansaré hasta seducir a mi hermosa constructora y sacar de sus labios el sí que tanto anhelo. Ella será toda mía, ni el mismo cielo la salva.
─ ¡Wow! Dios mío… ¡Estás preciosa, Sofía! ─ exclamó embobada Mariela ─ Te concedo la razón…Ni el cielo librará a Florencia de tu hermosura y encantos.

Y es que las palabras de Mariela, estaban en lo cierto y es que esa pelirroja estaba de infarto y muy pronto cierta constructora lo iba a descubrir.

─ ¿Cómo luzco? ─ inquirió Sofía para aumentar un poquito el ego más que nada.
─ Estupenda, es todo lo que diré ─ respondió Mariela y viendo el reloj, agregó ─ Ya es hora de irte y sabes la dirección de nuestra víctima.
─ Claro que sí. Desde hace unas semanas que sé dónde vive ─ repuso Sofía ─ Sabes muy bien que no dejo nada al azar cuando se trata de algo que me interesa mucho.
─ ¡No me digas qué le has seguido! ─ preguntó con asombro Mariela.
─ ¿Qué crees tú? ─ respondió con otra pregunta Sofía muy coqueta.
─ ¡Ay mi Dios! ─ acotó Mariela ─ No se te escapa ni el más mínimo detalle.
─ En la guerra del amor, todo está permitido ─ murmuró Sofía, guiñando un ojo ─ Nos vemos mañana, querida mía.
─ Mañana muy tarde, por lo visto ─ mencionó pícara Mariela, que ya adivinaba la jugada de su socia ─ No olvides recoger tu presente.
─ No lo haré ─ señaló Sofía, que ya tomaba las llaves de su coche.
─ ¡Éxito!  ─ fue la frase de Mariela, levantando ambos pulgares; que solían usar desde tiempos de la universidad y era también la aceptación de Sopric, en cuanto a los sentimientos de Sofía.

Ambas mujeres abandonaron la casa con rumbos distintos cada una.

El tiempo volaba rápido y en otro lugar….

El reloj ya marcaba las 19:50 y una joven terminaba de arreglarse. Aunque era una chica bastante informal en su forma de vestir por lo cómoda que le resultaba. Se consideraba de un estilo casual, pero pulcro ante todo.

Fue así como Florencia, dejo sus tradicionales jeans, por un pantalón de tela en color crema, una blusa de color verde musgo con finas rayitas verticales, unos botines negros que hacían juego con su chaqueta del mismo color.

Colocó un reloj de pulsera en su muñeca derecha, poco usual en este país, unos aretes  de turmalina verde y aplicó un suave perfume de flores en sus muñecas como en su cuello, cosa que no fuese tan pasosa.

Estaba ya terminando de maquillarse, cuando tocaron el timbre de la pensión y siendo la misma dueña, quién se ocupase y tras unos segundos, se oyó llamar del corredor.

─ Florencia, te buscan en la entrada ─ señaló la dueña.
─ Voy enseguida ─ Respondió la joven.

Guardó sus cosas y luego, se colgó un pequeño bolso con sus documentos, llaves y celular. Y salió de su habitación, bajando las escaleras aprisa para no hacer esperar a Carla y es que en verdad estaba esperando verla y ver como lucía esa coqueta compañera suya.

─ ¿en dónde está? ─ preguntó Florencia a la dueña.
─ ¡Qué guapa estás! ─ mencionó la señora ─ Está esperando a fuera en el jardín, no quiso entrar, dijo que era una sorpresa para ti.
─ ¡Una sorpresa para mí! ─ exclamó anonada Florencia ─ Vaya, qué se traerá entre manos esta loquilla.
─ Lo que sea mija, sólo disfrútalo en plenitud. Mira que después de esta vida no hay otra ─ comentó la pensionista, cerrando un ojo en complicidad ─ Por cierto, pondré seguro a la reja. ¿Llevas tus llaves por si acaso?
─ Sí ─ fue la respuesta de Florencia, que no se dio por enterada de la insinuación de la mujer, que era bastante perspicaz y sabía más de lo que la joven suponía.
─ Pues ¡ándate ya! y no la hagas esperar mucho ─ Acotó la señora ─ porque una persona así no se ve todos los días.

Florencia, quedo con la boca abierta, pues recién comprendió que su arrendataria ya se había dado cuenta de su inclinación

La mujer mayor, se limitó en sonreír ante la sorpresa de la muchacha y hacía señas con la mano para que se fuese de una vez por todas.

Florencia, algo conmocionada por ese comentario, sacudió su cabeza y apagó la luz del pasillo y dando la espalda al jardín, cerró la puerta de la casa tras de sí.

Se giró despacio para buscar a su compañera, quedo enfrente de unas hermosas rosas blancas que le tapaban la visión de la persona, pero a simple vista por el porte; no se trataba de Carla…

─ ¡Buenas noches, dulce Florencia! ─ fue el saludo sensual de una mujer, que bajó el ramillete de rosas de su rostro, dejando ver de quién se trataba.
─ ¡Sofía! ─ exclamó una atónita Florencia, que no daba crédito a quién tenía delante suyo.

Definitivamente, fue una verdadera sorpresa para la joven Villar…pues la jugada había resultado tal como lo planeó Carla Ramos y ahora solo dependería de ellas dos, el que todo funcionase y se escribiera una nueva historia de amor.



3 comentarios:

Anrhia dijo...

Estimadas lectoras les subo un nuevo capítulo de nuevo amanecer y espero les agrade y disfruten. Lo he querido subir en el día de mi cumpleaños y dedicarlo a la persona que más amo. Mireille.

Gracias por su compañía y saludos a todas, desde mi Chile hermoso, un abrazo a la distancia,

Anrhia

Unknown dijo...

Como siempre, ESTUPENDO, =). Continuación pronto xD!!

Alexsa dijo...

Genial! A jajaja esa Carla por algo me intrigaba xp
GracIaS por el capi
Que estes excelentemente!

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