Un nuevo amanecer, capítulo 6.
Sin duda que las palabras de Sofía, causaron distintas
reacciones en las dos jóvenes.
Para Florencia, simplemente era inexplicable ese
comportamiento; dado que ellas habían quedado claras con respecto a la
conversación de ayer.
Al contrario de su compañera, Carla, no le sorprendía
en nada esa reacción. De hecho la estaba esperando, ya que sus acciones
apuntaban en esa dirección. Por lo tanto, quiso ir más allá; aún estando
consciente del mensaje que veía relucir en los ojos de su jefa.
─ Sofía, permíteme recordar que sigo al pie de la
letra tus recomendaciones ─ mencionó Carla y tomando del brazo a su compañera,
añadió ─ De relacionarnos con Florencia en horarios fuera del trabajo y es
precisamente eso lo que estamos haciendo y que además, vengo a recogerla; ya
que tenemos una cita que acordamos con anterioridad, ¿No es así, mi dulce Flo?
No conforme con poner a Florencia, en una situación
más que compleja ante la Arquitecta y con un movimiento muy sutil a los ojos de
los espectadores, pasó su mano por detrás
de su espalda y presionó con sus dedos en la costilla de la joven
Villar. Movimiento con el cuál indirectamente le señaló que le siguiese el
juego.
─ ¡Eh!...Sí ─ fue la escueta respuesta de ésta, un
tanto vacilante. Esbozando una sonrisa para disimular su sorpresa y evitar
dejar en evidencia a Carla. ─ Quedamos en salir hoy.
Pese a que hubiesen conseguido burlar a cualquier otra
persona con ese ardid, no consiguieron convencer a Sofía, que siendo fiel a su
intuición se percató del engaño, ya que el rostro de Florencia, era un libro
abierto para ella y podía leer en sus ojos, el embuste.
─ ¿Estás segura? ─ preguntó de frentón, Sofía,
viéndola directamente a los ojos.
Florencia, que no acostumbraba a mentir; salvo como
todo joven producto de los años y falta de madurez; se dejaba llevar por amigos
y de vez en cuando omitía algo o simplemente decía sus «mentirillas blancas»
La penetrante mirada de
esos ojos azules, provocó que su ser entero se estremeciera y sintió como sus
piernas comenzaron a flaquear. Muy en su fuero interno, comprendió lo que
sentía estar siendo escaneada en cámara lenta y es que era como una radiografía
humana en ese instante por la profundidad de esa mirada. Estaba siendo desnudada
paulatinamente, provocando un hormigueó incesante en las palmas de sus
manos…esos eran nervios a más no poder.
─ Sí ─ fue la concisa respuesta de la joven y desvió
en el acto sus ojos por vergüenza.
Ese simple gesto; gatilló en Sofía, una reacción
propia de una persona enamorada y que sin poder remediarlo, salieron a relucir
los inevitables…celos.
─ ¡Entonces! Prefieres salir con tu compañera, en vez
de solucionar un pendiente que tenemos tú y yo ─ descargó con enfado Sofía y
sin importarle en absoluto la presencia de Carla, la cogió del brazo y la plantó frente a ella y agregó. ─
Sabes muy bien que dejamos a medias, un tema muy importante para ambas y no
permitiré que lo evadas más.
Por primera vez, fueron los ojos de la joven Villar
que se abrieron muchísimo ante la actitud como las palabras de Sofía, pues no
entendía por qué deseaba hablar del incidente de ayer. Cuando fue ella misma
que dejo muy en claro que no le gustaban las mujeres y que mucho menos era o se
calificaba como lesbiana, por consiguiente, era absurdo proseguir hablando de
un tema que no tenía futuro alguno.
Pese a la conmoción se repuso de ello y quitó la mano
de la Arquitecta de su brazo y retrocedió dos pasos; pues esa mujer la intimidaba
hasta decir basta y quería tener esa barrera que le permitiese poner un límite
entre ellas.
─ Creo que no tenemos nada de qué hablar, señora
Almagro, pues según recuerdo fue muy clara en responder a mi pregunta ─ manifestó
Florencia ─ Por lo tanto, no hay nada que discutir. Ahora, me disculpa, pero se
nos hace tarde con Carla y debemos alistarnos para nuestra cena que tendremos
esta noche.
Fue la propia Florencia, quién cogió la mano de su
compañera y comenzaba a tironearla para irse de aquel lugar, cuando oyó decir.
─ Si tanto deseas salir con ella, pues adelante, ya no
te detendré más ─ mencionó Sofía, al mismo tiempo que enfilaba hacia su
jeep y al momento de pasar junto a las
dos y lanzarle una gélida mirada, agregó. ─ Con huir no conseguirás nada.
Tras eso último, le tomó más que unos cuantos pasos y
subió a su coche para salir con las llantas rechinando en el pavimento y
perderse de la vista de ambas chicas.
─ ¡Zhisssss! ─ fue el silbido que salió de los labios
de Carla ─ Si no lo veo, no lo creo. Tú sí que sabes cómo provocar ciertas
reacciones.
─ ¿De qué estás hablando? ─ preguntó una confundida
Florencia.
─ ¡Qué no es obvio! ─ señaló Carla y colocando una
mano en su cintura a modo de desafío, prosiguió ─ Me refiero nada menos que a
Sofía Almagro. ¿Desde cuándo la llamas señora?, ¿de qué me he perdido en esta
semana?
─ ¡Ay no!...no empieces con tus juegos detectivescos
otra vez ─ amonestó Florencia ─ Mira que cada vez que abres la bocota… ¡Zas!
Que tengo problemas y todo por tu culpa.
─ ¡¿Mi culpa?! ─ exclamó con exagerado ademán Carla ─
Perdóname, pero yo no tengo la culpa que tu jadees como bebé cada vez que la
ves. Aprende a disimular tontona.
A Florencia, se le cayó la mandíbula tras oír
semejante salvajada de su compañera.
─ ¡Tú te pasas Carla! ─ rebatió Florencia, que herida
en su amor propio, decidió proseguir con su camino y dejar totalmente sola a la
chica. ─ No pienso seguir hablando más contigo hasta que me pidas disculpa por
cada disparate que sale de tu bocota.
─ Ja… ¡Disparate! ─ comentó Carla ─ No son mentiras
las que te estoy diciendo. Cada vez que la tienes cerca, se te cae la baba por
tu jefecita y luego me dices, yo no podría fijarme en una mujer como ella. Mira
que la que dice mentiras, eres tú.
No obstante, Florencia, no respondió la queja de su
compañera y continuó su camino.
─ ¡Ey, Flo!... ¿En verdad piensas dejarme hablando
sola? ─ chilló Carla.
Florencia, tan sólo alzó la mano en señal afirmativa y
continuaba su marcha.
─ ¡Oye Angelina Jolie en potencia! ─ provocó Carla y
con sus manos en la cadera, demandó enérgica y sensual ─ Quieres traer aquí, tu
lindo traserito y dejarte seducir por mis encantos.
Como si fuese un repelente para gatos, esas palabras
consiguieron detener en seco a Florencia y que se diera vuelta a verla.
─ ¡Carla! ─ exclamó atónita Flo ─ ¡Eres el colmo! No
tienes arreglo mujer.
─ Jajaja ─ con una sonora carcajada, Carla, sonría
descaradamente por la cara de espanto de su amiga ─ al menos conseguí que te
dieses vuelta a mirarme, nena. ¡Viste che el poder que me gasto!
─ ¡Ah no!...ahora te las das de Casanova Argentina de
versión de segunda ─ apabulló Florencia con saña y que hacía esfuerzos para no
reírse ─ Creo que tanto número te está fundiendo el ceso.
─ Nada de eso preciosa. Lo que pasa que no puedes
negar el talento innato de seducción que hay en este cuerpazo caribeño ─
rebatió coquetamente Carla y tocando su pecho, agregó ─ y te advierto que todo
es cien por ciento natural como dijo la Tomka y ciento por ciento chileno,
producto de calidad.
Fue el turno de Florencia para estallar en risotadas
ante las ocurrencias de la joven Ramos.
─ ¡Yaaaaaa! ¿De cuál te tomaste hoy? ─ se burló entre
risas Flo ─ tiene que haber sido muy fuerte para decir tanta tontera junta.
¿Cómo quieres qué te diga ahora?...Sharon Stone.
─ Disculpa que no coincida contigo en ese punto
lindura, ya que la imagen de mujer fatal te viene a ti precisamente y no a mí ─
soltó una ofendida Carla.
─ ¿Mujer fatal?... ¿Yo? ─ preguntó picada Florencia ─ en
verdad que estás alucinando Carlanga.
─ Tarada, ya te dije que no me llames así ─ murmuró
Carla, con el ceño fruncido como niña chica ─ ¿Qué no te has visto en un espejo
ultimadamente?
─ Bueno sí para maquillarme y peinarme, creo ─
respondió algo pensativa Florencia.
─ Ese es tu problema y es que eres demasiado
despistada ─ mencionó Carla y levantándole con un dedo la barbilla de la joven,
añadió. ─ ¿por qué crees que te llame Angelina en potencia?
─ No sé. ─ Contestó Flo, viendo los ojos pardos de
Carla y leyendo en ellos ─ Tal vez lo hiciste para molestarme como siempre.
─ ¡Ay mi Dios!...dame paciencia ─ exclamó con un
suspiro Carla y tomando el rostro de su compañero con ambas manos, acotó ─ Tienes
una belleza inusual para una chica sureña. Con esos labios, ojos tan profundos
e inocentes, cuya mirada angelical te hacen lucir muy sexy y que además, el
cabello y el color de tu piel, hacen la combinación perfecta. No te das cuenta
que a varios en esta empresa los tienes difareando y sin mencionar que a Sofía,
la tienes más que loquita.
El rubor hiso presa a la joven Villar, que sentía como
la sangre hervía en sus mejillas y casi en todo su cuerpo y es que no estaba
acostumbrada a los piropos y menos que elogiaran su presencia física.
Simplemente no estaba acostumbrada a ello.
─ Ahora entiendo porque nuestra querida Arquitecta
Almagro, no logra despegar sus ojos de ti ─ murmuró Carla, que la veía con
mucho cariño ─ y es que tu ingenuidad conquistó ese corazón solitario, que
estaba hambriento de volver a sentirse amado por una joven como tú.
─ ¡Ya para Carla! ─ protestó apenada y con tristeza
Florencia, quitando las manos de su compañera. ─ Sofía, nunca se fijará en mí y
es porque no le gustan las mujeres. Así que no sigas más con ese tema.
─ Florencia ─ susurró Carla, que se conmovió con la
congoja de la chica y la estrechó por detrás de su espalda para confortarla. ─
¿Tanto te gusta Sofía?
─ No se trata
de que me guste o no ─ susurró conteniendo a duras penas el nudo en su garganta
que le oprimía su pecho al pensar en ella y sus palabras. ─ Simplemente me
enamoré de Sofía y me cuesta mucho acallar lo que siento. Pero entiendo que ha
sido mi error por franquear mi regla de oro y por eso estoy viviendo todo esto.
─ ¿Cuál es esa regla? ─ inquirió Carla, muy bajito,
sin dejar de abrazarle.
─ No involucrarme jamás con una profesora como tampoco
de una superiora ─ reveló con pesar Flo. ─ No debí fijarme en Sofía.
─ Comprendo ─ dijo Carla.
─ Sólo espero que esto que siento muera pronto en mí.
De lo contrario deberé presentar mi renuncia y así poder olvidarla ─confesó
triste Florencia.
─ ¡Eso nunca! ─ rebatió enérgicamente Carla y la
abrazó con más fuerza sin hacerle doler. ─ No puedes tirar por la borda tu
futuro por cuestiones del corazón.
─ No tengo más elección, Carla ─ sentenció Florencia,
que tenía un tanto brillante su mirada en ese instante.
─ Antes que pretendas hacer cualquier locura, quiero
que me aclares algunas cosillas ─ mencionó Carla.
─ ¿Qué cosas? ─ preguntó Florencia.
─ ¿Te afecta la
diferencia de edad que existe entre ambas? ─ indagó Carla y continuó con su
interrogatorio. ─ ¿Estás dispuesta a enfrentar su familia y círculo íntimo?, ¿Tienes
claro que encontrarás mucha oposición en el entornó en que Sofía se mueve? Y
por último, lo más crucial de todo ¿puedes lidiar con el fantasma de Cristóbal
en la vida de Sofía?
Florencia, se estremeció al oír cada una de las
preguntas que formulase, Carla y es que una de ellas, le devoraba el sueño cada
vez que pensaba en la joven Almagro.
Y con un amargo suspiro, respondió de la siguiente
forma…
─ Muchas noches me rebanado el ceso de tanto pensar en
preguntas similares y créeme que por más que desee que sean positivas, no logro
conseguirlo ─ confesó Florencia, cuyos ojos se cristalizaron por todo lo que
estaba sintiendo ─ No puedo visualizarme junto a ella porque la imagen de su
esposo me persigue cada vez que veo a Sofía con tristeza.
Siento que nunca podré arrancar tanto dolor de su
corazón y que por más que luche en mis sueños, veo como se va alejando de mí y
como él se la lleva muy lejos. Ese es mi mayor temor y angustia a la vez.
Con respecto a las otras preguntas; la familia no la
conozco pero sin duda que no les ha de parecer nada gracioso una situación así
y no sé qué más podría decirte.
Con respecto a las demás preguntas, no podría decirte
mucho y más porque no conozco a su familia y lo único que tengo claro es que la
clase social del cual ella pertenece, sería mal visto y no le perdonarían que hubiese
estado casada con un varón y de la noche a la mañana estuviese liada con una
mujer.
─ ¡Ya veo! ─señaló Carla. ─ Y… ¿la edad?
─ ¿Qué tiene la edad? ─ respondió con otra pregunta
Florencia.
─ Mucho y es que son diez años de diferencia que
pueden afectar mucho con el correr del tiempo ─ manifestó Carla.
─ No te negaré que desde que nos volvimos a encontrar,
pensé mucho en la barrera de la edad y me inquietó por un tiempo. Luego deseche
de mi mente tales pensamientos por dos razones más que obvias: Comprendí que el
amor no tiene edad, frontera ni banderas y la segunda razón y la más fuerte de
todas; fue oír de la propia Sofía, decir que no le gustaban las mujeres y ese
fue un motivo más que suficiente para no seguir alimentando falsas esperanzas,
aunque con ello; sintiera que le daba vuelta la espalda a mi corazón ─ admitió
con mucho dolor Florencia, que en ese momento terminó por quebrarse y no pudo
evitar llorar su desconsuelo.
Carla, dentro de lo poco que podía hacer en ese momento.
Giró a Florencia y la atrajo a su pecho y le brindó todo el cariño que podía
entregarle y entre sus brazos, consoló a la muchacha.
─ Llora mi dulce Flo… saca afuera todo ese dolor ─
instó con dulzura Carla, mientras acariciaba su cabello. ─ Todo va a estar
bien, te lo prometo.
Florencia, no respondió a lo dicho por su compañera,
tan sólo se abrazó más a la joven Ramos y se dejo llevar por esa muestra de
cariño. Desahogando su ser entero que había estado un tanto alicaído debido a
la confesión de la Arquitecta Almagro, sometiéndola a la mayor tristeza que
haya enfrentado a sus cortos 23 años.
Ambas jóvenes permanecieron abrazadas hasta que
Florencia, consiguió serenar su espíritu y despacio fue rompiendo el abrazo
para quedar de frente a su compañera.
─ Muchas gracias ─ expuso Florencia y cogió la mano de
la muchacha y la besó delicadamente, mostrando su gratitud ─ Por escucharme y
brindarme tu apoyo. Si algún día necesitas de mí no dudes en buscarme en
cualquier lugar en que me halle.
Carla, entrecerró un poco sus ojos y en el acto, con
una gran sonrisa, añadió…
─ No te creas que te dejaré partir ─ advirtió Carla y
devolviendo el gesto de cariño ─ ¿Sabes que es muy fácil quererte sin medidas?
─ No lo sabía ─ dijo apenada Florencia.
─ Lo es créeme, es tan fácil encariñarse contigo y
desear protegerte ─ reconoció Carla ─ Realmente Sofía, es muy afortunada de
haberte encontrado. Mira que si no fuese porque me gustan los chicos, te
hubiese echado la soga al cuello el primer día en que pisaste la constructora,
pues llamaste mucho mi atención.
Florencia, no supo como su mano comenzó a temblar
producto de los nervios por el halago que le hiciera Carla.
─ Yo… ¡Este!...Gra…cias ─ balbuceó avergonzada
Florencia y roja como un tomate.
─ ¡Dios!...eres un encanto a más no poder ─ murmuró
extasiada Carla ─ Eres como una fresita toda rojita…Dan ganas de probarte.
─ ¡Carla!... ─ protestó Flo ─ es muy vergonzoso estar
toda roja por cualquier cosa.
─ Jajaja ─ saltó en carcajadas, Carla y entre risas,
acotó ─ es que no puedo evitarlo y es que me robas el corazoncito cada vez que
te pones tomatito para tus cosas.
─ ¡Ya córtala! ─ advirtió Florencia ─ si sigues en ese
plan, no iremos a cenar esta noche.
─ ¡Eso si que no!...perderme una cena romántica en tu
dulce y sensual compañía…Jamás de los jamases ─ aulló Carla y arrastró de una a
su compañera. ─ ¡Vámonos ya! Mira que me toma al menos una hora en estar
esplendida.
─ ¡Oye loca, para! ─ protestó Florencia, que trataba
de zafarse del agarre de la contadora ─ Me estás haciendo doler.
─ ¡Ups! ¡Lo siento! ─ exclamó con cierto pesar Carla y
rascándose un poco la cabeza, acotó. ─ Es que algunas veces olvido medir mi
poquita fuerza!
─ ¡Poquita fuerza! ─ rebatió asombrada Florencia,
sobando su brazo ─ Yo diría que te pareces a Sansón, pero en versión femenina,
¿No has pensado en hacerte luchadora profesional?... ¡Te iría muy bien!
En el acto, los ojos pardos de Carla, brillaron casi
en forma asesina ante el comentario de la chica.
─ ¡Eres una grandísima tarada! ─ masculló picada Carla,
dándole un pellizco en el brazo a Flo ─ ¿Cómo puedes compararme con un bruto
como ese?, ¿Acaso te parezco, un marimacho o qué?
─ ¡Mil perdones, Carlita bella! ─ Se disculpó
Florencia, dándole palmaditas en su espalda a modo de consuelo. ─ No lo dije
para ofenderte sino por la tremenda fuerza que te gastas. Eres la chica más
bella, femenina y sexy que he visto en mi vida.
─ ¡Eres una embustera! ─ exclamó Carla con una ceja
alzada ─ Pero, te disculpo por esta vez, porque has dicho una gran verdad. Y es
que soy un portento de mujer y eso nadie lo puede negar.
─ ¡Dios mío, pero qué ego el tuyo! ─ mencionó
Florencia entre risas ─
Madre del
hombre que te conquiste, deberá adularte noche y día.
─ Pues le tocará ─ acotó Carla, haciéndose la
interesante ─ Una debe hacerse valer y respetar. Si me ama, que luche porque no
se la pondré fácil.
─ Jajaja ─ bromeó Florencia ─ ¡Eres tremenda!
─ Eso me han dicho mis admiradores ─ adujo Carla muy
suelta de cuerpo ─ ¡Estás de infarto mamacita! ¡Eres una diosa! Esas son algunas
frases de algunos chicos con los que salgo de parranda.
─ Jajaja ─ reía a más no poder Florencia, que limpiaba
alguna lagrimilla de sus ojos de tanto reír. ─ Ya me imagino de dónde sale toda
esa humildad.
─ ¿Acaso tienes algún problema con eso? ─ preguntó con pica Carla.
─ Para nada… ¡Mamacita! ─ respondió muerta de la risa
Florencia, doblándose a causa del término que empleaban con su amiga.
─ ¡Tonta! ─ rabió Carla y terminó contagiándose
también.
Estuvieron algunos minutos en un severo ataque de risas,
hasta que el dolor de panza, les indicó que debían parar por salud.
─ ¡Vamos a alistarnos será mejor! ─ señaló Carla,
entre algunos ahogos ─ sino se nos hará tarde y mañana debemos presentarnos a
trabajar o de lo contrario nuestra jefecita nos mata de una.
─ Sí ─ Contestó
Florencia, un poco más recuperada ─ Aunque no sabes cuál de las tres, lo hará.
─ En lo personal; a mi me toca con la loca de Mariela ─
mencionó Carla, que comenzó a enfilar a la parada ─ y con respecto a ti, está
claro que tú Sofía. Rematando en un doble sepelio con Casandra llevándonos al
crematorio. Porque esas tres son temibles cuando su personal falta a sus
obligaciones y créeme…te dará pavor.
─ ¡En serio! ─ indagó Florencia, siguiendo el paso de
su compañera ─ Creo que exageras un poco.
─ ¡Exagerar! No preciosa mía ─ explicó Carla, que ya
estaba haciendo parar un taxi ─ Esas
tres son peor que Atila cuando su personal presenta la falla y en los 6 años
que llevo con ellas, he visto rodar cabezas por montón. Te aconsejo que ni se
te pase por tu cabecita faltar al trabajo, de lo contrario tendrás dos
alternativas.
En cosas de segundos, ya estaban rodando por Américo
Vespucio, rumbo a la pensión de Florencia y luego, dejarían en Puente Alto a
Carla.
─ ¿Cuál son esas dos alternativas? ─ preguntó
Florencia.
─ La primera que te despidan ─ mencionó Carla,
haciendo un alto a la conversación para luego proseguir. ─ A calle Los
escritores por favor (indicándole al taxista) La segunda es que te sometan a un
régimen de trabajo duro para que aprendas a cumplir con tus obligaciones.
─ ¿En Maipú? ─ Preguntó el chofer.
─ Pues claro ─ respondió seria Carla ─ Luego me lleva
a mí al paradero 20 de Puente Alto.
─ Usted manda o mejor dicho paga ─ exclamó con algo de
ironía el hombre.
Carla, le fulminó con la mirada haciendo que el chofer
se mortificará por sus dichos. Sin embargo, no se rebajó en discutir con él.
─ ¿A qué hora te paso a recoger a la pensión? ─
inquirió Carla, dirigiéndole la palabra a su compañera.
─ A las 8 estará más que bien, ¿Te parece a ti? ─
Señaló Florencia, que estaba asombrada con el carácter que se gastaba su
compañera.
─ Me parece perfecto ─ respondió la contadora.
Durante todo el trayecto se dedicaron a conversar de
cualquier tontera para distraerse de tantas emociones que vivieron unas horas
atrás y fue así, que Florencia; fue la primera en llegar a destino y el taxi se
fue con rumbo a la casa de Carla.
Mientras en otra parte de la capital…
Una mujer lleva bastante tiempo charlando con su mejor
amiga y colega en la salita de estar de su casa. Le ha puesto al tanto de los
pormenores que han ocurrido en su vida; mejor dicho; confesó su verdad con
respecto a una joven que le interesa demasiado.
A pesar que un principio fue reacia a creer la
magnitud de la confidencia, terminó por aceptarla, ya que en cierta forma la
venía sospechando por la forma de comportarse de su amiga y cómo fue que la
vida de ésta giro en 360 grados desde la muerte del esposa de su amiga.
─ ¿Qué piensas hacer cuando la gente empiece a
murmurar de ti? ─ preguntó Mariela, bebiendo un sorbo de café. ─ Sabes tan bien
como yo, que habrá muchos que te juzgarán severamente y terminen por darte la
espalda. Serás el comidillo de muchos en la clase alta.
─ Te seré honesta ─ repuso Sofía, que dejo de lado su
taza de café ─ Si hubiese tenido unos 20 años y recién comenzará a trabajar,
ten por seguro que me hubiese dado pavor que me viesen mal y más tratándose de
un campo laboral donde hay un machismo exagerado principalmente por las propias
mujeres.
─ ¡Entonces! ─ instó Mariela.
─ Es muy simple, Mariela ─ explicó Sofía ─ Y es que no
soy una adolecente para necesitar de otros para forjar mi futuro profesional.
Después de todo lo que he pasado, tengo el pleno derecho de elegir lo que me
conviene o no. Tengo derecho de ser feliz con quién yo quiera, le guste a quién
le guste.
─ Sabes…te admiro mucho en ese aspecto ─ confesó
Mariela ─ Pues has sabido enfrentar verdaderos retos en tu vida y uno de ellos
fue la pérdida de Cristóbal. Realmente tienes agallas.
─ No es desmerecerme; porque bien sabes que yo me
tengo en un muy alto concepto ─ comentó Sofía, que retomó su café ─ Pero en
esta ocasión el destino me torció la mano y créeme que llegué a pensar que de
esta no salía. No había cura para tanto dolor emocional y corporal, pues mi
corazón parecía romperse cada día y solo encontró una salida con la llegada de
Florencia.
─ Es increíble lo que esta muchachita consiguió ─
concordó Mariela ─ ya que ninguno de nosotros pudimos darte consuelo y siendo
honesta, jamás se me paso por la cabeza que volvieses a enamorarte; al menos en
un largo tiempo; y menos que la persona de quién lo hicieras fue una mujer
─ Sin duda que la primera persona en sorprenderse fui
yo ─ confesó Sofía, cuyos ojos brillaban como nunca, un azul profundo, intenso
y transparente. ─ No te imaginas, cuántas veces me preguntaba qué me estaba
sucediendo al recordarla tanto y desear fervientemente poder verla una vez más,
y lo más sorprendente fue escuchar el latir de mi corazón al escuchar como la
llamaba en mis sueños como despierta.
Noche con noche en mi estadía en Colombia, no dejaba
de pensarla. No había un minuto que no la pensara y que su sola sonrisa pusiera
mi vida de cabeza y a mil a mi corazón.
Cuando regresé al país, mi único deseo era volver a
verla cuanto antes y ese mismo día, quede como boba al verla entrar a la
oficina y no sabes las ganas que tenía de poder estrecharla en mis brazos en ese momento, aunque fuese una sola vez en
la vida.
Definitivamente, Florencia; cambio mi vida para bien y
me enseñó que el amor todo lo puede. Aunque te preguntarás cómo llegué a amarla
y sólo puedo responderte que ella fuese ganándose un lugar en mi corazón con su
bondad, trasparencia y su generosidad en regalarme el único bien que necesitaba
en ese instante…Amor, uno sencillo, incondicional y desinteresado.
Florencia, terminó por enamorarme con su simpleza y
dulzura. Su ingenuidad terminó por robarme el corazón ─ acabó de referir una
Sofía, cuyas palabras eran el reflejo de lo que se vislumbraba en sus ojos, su
sentir más verdadero y profundo.
Mariela, escuchó atentamente la confesión de Sofía,
que no dudo un segundo de las palabras de ella, pues había tanta pasión,
seguridad y convicción que nada ni nadie podría dudar de la veracidad de ese
sentimiento que arrobaba su corazón.
─ ¿Y qué harás para confesarle tus sentimientos? ─
inquirió Mariela.
Sofía, no alcanzó a responder cuando su celular sonó
fuertemente y era tan persistente, que acabó por contestar.
─ ¡Discúlpame! ─ dijo Sofía ─ Atiendo y te respondo.
─ ¡Adelante! Contesta ─ apremió Mariela.
Sofía, tomó su móvil y procedió a contestar…
─ Sí ─ exclamó Sofía, que supo de quién se trataba por
el número en pantalla.
─ Quiero que me escuches atentamente y luego, me
respondas ─ se escuchó al otro lado de la línea.
─ Habla ─ respondió Sofía, con su ceño algo fruncido.
─ Verás… ─ fue así que la persona al otro lado de la
línea le habló por espacio de unos diez minutos y al finalizar, le preguntó. ─ ¿Lo
harás?
─ ¡Claro que lo haré! Aunque no me lo hubieses pedido,
lo haría, ya que no te la entregaría jamás ─ respondió tajantemente Sofía y
viendo el reloj en la sala, añadió. ─ ¿A las ocho quedaron?
─ Así es ─ contestó la otra persona ─ Trata de no
volver a lastimarla, porque aunque seas Sofía Almagro y tengas la posición que tienes,
no te temo y no permitiré que nadie le haga llorar otra vez.
─ ¿Eso es todo lo que debías decirme? ─ instó Sofía,
molesta por el tono amenazador de la otra persona.
─ Sí ─ respondió escuetamente la voz al lado de la
línea.
─ Antes de despedirme de ti…Gracias por el consejo ─
repuso seca Sofía ─ Y otra cosa, jamás lastimaré a Florencia por el simple hecho de que yo la
amo.
Sofía, cortó la llamada sin permitir que la otra
persona, respondiese a sus dichos.
─ ¿Quién era? ─ preguntó Mariela con mucha curiosidad
al ver la reacción de Sofía.
─ ¡Adivina! ─ respondió Sofía.
─ No me digas nada ─ Repuso Mariela, que movió su
cabeza al imaginarse de quién se trataba ─ En verdad que tiene agallas para
desafiarte. Jamás lo hubiese creído sino me lo cuentas tú misma.
─ Sí y muchas ─ contestó Sofía, que se levantó para
dejar su tasa en la cocina. ─ Pero conmigo no podrá, pues la quiero a un
kilometro lejos de ella.
─ Jajaja ─ estalló en risas Mariela, que era la
primera vez que veía celosa a la que por años jamás supo de ese sentimiento. ─
Será mejor que te des prisa, te quedan 40
minutos nada más.
─ Tiempo suficiente ─ señaló Sofía, que ya estaba
rumbo a su alcoba y de ahí le grito ─ Mariela, puedes llamar a Elena y
preguntarle qué tiene.
─ No se diga más ─ respondió Mariela, que tomó su
celular y marcó el numero de su clienta ─ Encargaré lo más bello y apropiado
para ti.
─ Gracias ─ se escuchó decir en la habitación.
─ No hay de qué, Sofí ─ mencionó Mariela sonriente,
cosa poco habitual en ella, pero es que todo lo que tenía relación a su familia
y amiga, lo ameritaba. ─ sólo asegúrate de impresionarla y no te perdonaré que
vuelvas sin ella.
─ Pues regístralo bien en tu agenda. Hoy nada librará a la señorita Villar de mí ─
afirmó con vehemencia y pasión Sofía, que asomaba en la sala de estar. ─ Esta
noche, no descansaré hasta seducir a mi hermosa constructora y sacar de sus
labios el sí que tanto anhelo. Ella será toda mía, ni el mismo cielo la salva.
─ ¡Wow! Dios mío… ¡Estás preciosa, Sofía! ─ exclamó
embobada Mariela ─ Te concedo la razón…Ni el cielo librará a Florencia de tu
hermosura y encantos.
Y es que las palabras de Mariela, estaban en lo cierto
y es que esa pelirroja estaba de infarto y muy pronto cierta constructora lo
iba a descubrir.
─ ¿Cómo luzco? ─ inquirió Sofía para aumentar un
poquito el ego más que nada.
─ Estupenda, es todo lo que diré ─ respondió Mariela y
viendo el reloj, agregó ─ Ya es hora de irte y sabes la dirección de nuestra
víctima.
─ Claro que sí. Desde hace unas semanas que sé dónde vive
─ repuso Sofía ─ Sabes muy bien que no dejo nada al azar cuando se trata de
algo que me interesa mucho.
─ ¡No me digas qué le has seguido! ─ preguntó con
asombro Mariela.
─ ¿Qué crees tú? ─ respondió con otra pregunta Sofía
muy coqueta.
─ ¡Ay mi Dios! ─ acotó Mariela ─ No se te escapa ni el
más mínimo detalle.
─ En la guerra del amor, todo está permitido ─ murmuró
Sofía, guiñando un ojo ─ Nos vemos mañana, querida mía.
─ Mañana muy tarde, por lo visto ─ mencionó pícara
Mariela, que ya adivinaba la jugada de su socia ─ No olvides recoger tu
presente.
─ No lo haré ─ señaló Sofía, que ya tomaba las llaves
de su coche.
─ ¡Éxito! ─ fue
la frase de Mariela, levantando ambos pulgares; que solían usar desde tiempos
de la universidad y era también la aceptación de Sopric, en cuanto a los
sentimientos de Sofía.
Ambas mujeres abandonaron la casa con rumbos distintos
cada una.
El tiempo volaba rápido y en otro lugar….
El reloj ya marcaba las 19:50 y una joven terminaba de
arreglarse. Aunque era una chica bastante informal en su forma de vestir por lo
cómoda que le resultaba. Se consideraba de un estilo casual, pero pulcro ante
todo.
Fue así como Florencia, dejo sus tradicionales jeans,
por un pantalón de tela en color crema, una blusa de color verde musgo con
finas rayitas verticales, unos botines negros que hacían juego con su chaqueta
del mismo color.
Colocó un reloj de pulsera en su muñeca derecha, poco
usual en este país, unos aretes de
turmalina verde y aplicó un suave perfume de flores en sus muñecas como en su
cuello, cosa que no fuese tan pasosa.
Estaba ya terminando de maquillarse, cuando tocaron el
timbre de la pensión y siendo la misma dueña, quién se ocupase y tras unos
segundos, se oyó llamar del corredor.
─ Florencia, te buscan en la entrada ─ señaló la
dueña.
─ Voy enseguida ─ Respondió la joven.
Guardó sus cosas y luego, se colgó un pequeño bolso
con sus documentos, llaves y celular. Y salió de su habitación, bajando las
escaleras aprisa para no hacer esperar a Carla y es que en verdad estaba
esperando verla y ver como lucía esa coqueta compañera suya.
─ ¿en dónde está? ─ preguntó Florencia a la dueña.
─ ¡Qué guapa estás! ─ mencionó la señora ─ Está
esperando a fuera en el jardín, no quiso entrar, dijo que era una sorpresa para
ti.
─ ¡Una sorpresa para mí! ─ exclamó anonada Florencia ─
Vaya, qué se traerá entre manos esta loquilla.
─ Lo que sea mija, sólo disfrútalo en plenitud. Mira
que después de esta vida no hay otra ─ comentó la pensionista, cerrando un ojo
en complicidad ─ Por cierto, pondré seguro a la reja. ¿Llevas tus llaves por si
acaso?
─ Sí ─ fue la respuesta de Florencia, que no se dio
por enterada de la insinuación de la mujer, que era bastante perspicaz y sabía
más de lo que la joven suponía.
─ Pues ¡ándate ya! y no la hagas esperar mucho ─ Acotó
la señora ─ porque una persona así no se ve todos los días.
Florencia, quedo con la boca abierta, pues recién
comprendió que su arrendataria ya se había dado cuenta de su inclinación
La mujer mayor, se limitó en sonreír ante la sorpresa
de la muchacha y hacía señas con la mano para que se fuese de una vez por
todas.
Florencia, algo conmocionada por ese comentario,
sacudió su cabeza y apagó la luz del pasillo y dando la espalda al jardín,
cerró la puerta de la casa tras de sí.
Se giró despacio para buscar a su compañera, quedo
enfrente de unas hermosas rosas blancas que le tapaban la visión de la persona,
pero a simple vista por el porte; no se trataba de Carla…
─ ¡Buenas noches, dulce Florencia! ─ fue el saludo
sensual de una mujer, que bajó el ramillete de rosas de su rostro, dejando ver
de quién se trataba.
─ ¡Sofía! ─ exclamó una atónita Florencia, que no daba
crédito a quién tenía delante suyo.
Definitivamente, fue una verdadera sorpresa para la
joven Villar…pues la jugada había resultado tal como lo planeó Carla Ramos y
ahora solo dependería de ellas dos, el que todo funcionase y se escribiera una
nueva historia de amor.
3 comentarios:
Estimadas lectoras les subo un nuevo capítulo de nuevo amanecer y espero les agrade y disfruten. Lo he querido subir en el día de mi cumpleaños y dedicarlo a la persona que más amo. Mireille.
Gracias por su compañía y saludos a todas, desde mi Chile hermoso, un abrazo a la distancia,
Anrhia
Como siempre, ESTUPENDO, =). Continuación pronto xD!!
Genial! A jajaja esa Carla por algo me intrigaba xp
GracIaS por el capi
Que estes excelentemente!
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