Aras del pasado, Capítulo 49.
─ ¡Alesia! ─ murmuró quedamente la mujer más
irreverente que podía haber en un mundo tan estructurado como es el inglés.
Sin duda que aquel encuentro fue el menos esperado
en ese preciso momento y la piel de la rubia se erizo al igual que la piel de
una gallina que ha sido desplumada. Sabía que aquello podría suceder y es más,
estaba a la espera, pero no de esa forma.
La Condesa no dejo de sentir escalofríos por esa
colorina que tenía enfrente suyo y a pesar de conocerse desde los tiempos de
universidad en que fueron compañeras de la misma carrera y que además, por
mucho tiempo tuvo la osadía de pretender a su prima con claras muestras de
cariño de amigas.
Aquella mujer que no dejo de incomodar con su
presencia como sus acciones y se valió de varias artimañas para realizar sus
primeros movimientos en la vida de la Duquesa de Calguiere y muy de a poco se
fue metiendo por los ojos al ese entonces novio de Anabelle, Robert Davison.
─ ¡Querida! ¿No vas a saludarme como dicta la
ocasión? ─ exigió sin más Camille, volviendo a extender sus brazos. ─ No es muy
inglés esa frialdad viniendo de ti, una Condesa.
─ ¡Cómo no! ─ aceptó impertérrita Alesia, apenas
correspondiendo el saludo y un doble beso sobre la mejilla de su antigua compañera
para agregar. ─ Mis disculpas para ti y no sabía que habías retornado de norte
América. Habías dicho que el viejo continente te tenía un poco cansada de ver
las mismas caras todo el tiempo.
─ ¡Corrección querida Alesia! ─ refutó Camille con
cierta burlona sonrisa. ─ ¡Patrones de vida obsoletos!
─ ¡Cierto! ─ concordó la Condesa con una sonrisa
tan limpia y educada de un inglés. ─ Rancias costumbres ¿querrás decir?
─ Y tú, tan directa como siempre ─ apeló a los
recuerdos Camille. ─ Aguda e inteligente. La mente brillante tras la familia
Brigston.
─ Agradezco el cumplido, más proviniendo de ti ─
mencionó sarcásticamente Alesia. ─ La compañera más elitista de toda la clase.
─ ¡Oh vamos Alesia! ─ se quejó Camille. ─ No seas
rencorosa para tus cosas. Sabes muy bien que es deber de todo joven inglés
poner en su sitio a todo recién llegado a esta tierra y por más ingles que sea,
debe ponerse a tono con nuestra sociedad y además, fue hace tanto tiempo que se
lo dije a Misha, que no veo el asunto que sigas con eso. Deberías agradecérmelo
después de todo, le sirvió mucho a ella, su vida cambio tanto ¿No te parece a
ti, Condesa de Brigston?
─ Sin duda que le cambio ─ espetó Alesia viéndola
fijamente. ─ Y de seguro está agradecida contigo. De eso no me cabe duda. ¡En
fin! Como dice mi padre: Toda línea es una recta y toda recta se vuelve curva.
No lo olvides tú también, Camille.
─ ¿Me quieres decir algo Alesia? ─ inquirió con
despotismo ésta. ─ Percibo cierto dejo de amenaza en el aire o ¿es idea mía
nada más?
─ Me conoces ¿no? ─ interpeló la Condesa. ─ No soy
de amenazar a las personas. Pero… no dejo cabos sueltos Renout.
─ ¡Ya veo! ─ exclamó taciturna Camille y con una
sonrisa más que forzada, agregó. ─ Bueno. No quito más tu tiempo, Alesia. Solo
pasaba a saludar a mi dulce Anabelle nada más.
─ ¿Tuya?... ¡Vaya! ─ mencionó con alevosía Alesia. ─
Creí que mi prima solo podía ser de su pareja y no de otros ajenos a la familia
¿no te parece? Además, siento decirte que ella está de viaje y «mi» prima no
desea ser molestada como tampoco quiere que se dé a conocer su paradero ¿tú
entiendes? Privacidad y protocolo inglés.
─ Entiendo ─ respondió con dientes apretados
Camille ante la provocación de su vieja compañera. ─ Ya que mi estadía será
extensa en esta ocasión, no tendré inconvenientes en esperar un poco más por
ella y volvernos a reencontrar.
─ ¡Bueno que puedo decir! ─ expuso cínicamente
Alesia. ─ Te invito a volver en otra ocasión porque hoy debemos cerrar la
empresa más temprano ya que estamos en inventario y no podemos darnos el lujo
de recibir visitantes en este momento.
─ ¿Estás corriéndome de este lugar? ─ preguntó
inquisitiva Camille con su mirada más que puesta en la Condesa.
─ Siendo bien educada contigo, necesito que te
retires por las razones que te acabo de explicar y no lo tomes personal. ─
aclaró sin cortarse un ápice Alesia.
─ ¡Uf! ─ fue el bufido que salió de la garganta de
la pelirroja y aspirando profundamente, dijo. ─ Lo cortés no quita lo educado,
Alesia.
─ ¿Y qué digo yo? ─ replicó ésta. ─ fui educada
contigo o ¿no?
─ No pareciera ─ refutó Camille. ─ Pero tienes
razón, debo dejarte trabajar en paz por el momento. ¡Con tu permiso!
─ ¡Concedido! ─ Enrostró con pica Alesia, haciendo
una pequeña reverencia que fue tomada muy a mal por Renout.
Solo una respiración más que pesada es la que se
dejo sentir por parte aquella pelirroja que fulminó con la mirada a su vieja
compañera. Salió dando de portazo en dirección de la primera planta. Juró
vengarse de esa afrenta tarde o temprano.
¡Bien sabido era que nunca se pudieron llevar! En
todos los años como compañeras tuvieron bastantes enfrentamientos educados y
cargados de animosidad. Siempre fue la persona que se oponía de lleno en que se
concretaran sus salidas con la Duquesa a viajes o fiestas en su departamento
privado. Era el gran obstáculo en su camino y la que siempre interrumpía
cualquier posible declaración de su parte. Era casi la sombra de Anabelle y eso
la llenaba de ira, aunque siempre solía disimularlo muy bien dado que ambas
rubias eran las hijas directas en la sucesión de sus respectivos padres y lo
que menos deseaba era tener problemas con un noble; mejor dicho Duquesa o Condesa,
porque sabían que las represalias eran grandes.
Conocía de sobra el carácter de Michael Brigston y
el poder e influencia que tenía en muchos ámbitos. Sin mencionar a la Duquesa,
Anette Calguiere; esa mujer por muy dulce que pareciese era más temida aún
porque era indescifrable en todo pero actuaba con firmeza y sin contemplación
alguna cuando le hacían enojar. Y si quería quedar bien con su posible pariente
por no decir, suegra. Debía mostrar una imagen sumisa y permisiva para ganarse
la confianza de la familia.
En varias ocasiones estuvo así de cerca de
conseguir entrar de lleno en esa familia, pero…Siempre estaba el bendito
pero…Alesia Brigston… La sombra del ángel de Calguiere.
Era una mujer de los mil demonios que olía a leguas
su presencia y salía al paso para intervenir en cualquier ocasión que lo
ameritase. Tuvo momentos para el olvido y para tragarse el orgullo con lejía
porque no consiguió en cinco años conseguir su objetivo.
¡Como odiaba a esa mujer! La salía hasta en la sopa
y no le bastaba tener que soportarla en la universidad sino que donde quiera
que veía… ¡allí estaba junto a Anabelle! Era insoportable.
No obstante a todos esos sin sabores, tuvo una
cierta revancha el día en que apareció en escena Misha Dorwen… Dicen que todo
guerrero épico tiene su talón de Aquiles y la sucesora a Condesa, tenía el suyo
en la persona de esa asustadiza rubia venida de Suecia.
Cada cosa en este mundo viene con una caja de
sorpresas extra o bajo la manga; que
pueden ir desde sucesos extraordinarios, otros ordinarios como algunos
misterios demasiado interesantes. Y este fue el caso de aquella joven venida de
los países bajo de Europa. Con ella venía uno de los mejores secretos que se
pueden utilizar como recursos para manipular o extorsionar a ciertos individuos.
Sin duda que además de ser el talón de Aquiles de la futura Condesa de
Brigston, estaba la receta mejor escondida y que era nada menos que la
orientación sexual de la muchacha y que a vista de sus ortodoxos padres; siendo
su progenitor un aclamado juez; que por nada del mundo permitiría que su nombre
fuese enlodado por una conducta impropia y enfermiza que pudiese tener su única
hija. ¡Jamás permitiría un hecho de esa naturaleza! Primero la enterraba viva
que exponerse a las habladurías de la sociedad y la vergüenza pública.
En ese tiempo supo sacar provecho de esta situación
y como un hábil titiritero dejo pasar un tiempo hasta que en la escena apareció
su mejor y más grande socio; que le ayudaría en todas sus fechorías juveniles.
Bastían Wilson, un personaje único y arribista por decirlo sutilmente.
Sin duda que aquellos tiempos fueron muy
provechosos, aunque no pudiese truncar la mano y obtener su premio. Al menos
consiguió dar sus buenas estocadas a esa secreta relación de aquellas dos
rubias y su galardón mayor fue destruir el corazón de la futura Condesa, sin
que ésta tuviese la menor idea de sus planes. Dicen que: Ojos que no ven,
corazón que no siente…Mejor dicho, no sabe qué lo golpeó.
─ Tan buenos momentos aquellos. ─ se jactó
Camille mientras subía al coche que la
estaba esperando a las afueras de las empresas Calguiere. ─ ¡Qué lástima que
tendré que volver a empezar con ella!
─ ¿A qué lugar mi señora? ─ preguntó el chofer.
─ Llévame a la casa de los padres de Robert ─
ordenó de inmediato Camilla, recordando un encargo. ─ Debo emplear bien el
tiempo que tengo antes que ella regrese a casa.
─ Cómo usted ordene ─ respondió el chofer.
La joven quedo un momento meditando y al poco rato
posó sus ojos grises sobre la ventanilla y observó el paisaje mientras el
automóvil se desplazaba por las callejuelas del recinto.
─ Tendré que asegurarme de que las cosas salgan
bien y Alesia Brigston nunca pueda concretar su más grande sueño ─ murmuró con
saña Camille y una mirada cargada de rencor se vislumbró entre el cristal de la
ventanilla. ─ Y dejar en jaque lo que en otra vida no conseguí…Destruir a esa
familia que me dio la espalda.
De apoco se fue bordando una sonrisa diabólica en
los labios de aquella pelirroja que venía marcada en esta vida con la crueldad
y el resentimiento del pasado.
─ Ni tú que eres descendiente de los Brigston como
tampoco, ella; mi acérrima enemiga ─ masculló Camille. ─ podrán ser felices en
esta vida, lo juro que no descansaré hasta acabar con las dos.
¡Al fin entraba en escena el último eslabón de esta
historia! Y venía recargada de energías e ideas que ya se estaban gestando
desde un buen tiempo ya. Pero que sin duda, no fueron advertidas en su momento
por los involucrados.
Una revancha por partes iguales… Vivian/Camille
versus Rowine/Raniel y Camille versus Alesia. Un enfrentamiento que ya estaba
dando sus primeros frutos en este tiempo.
La joven Renout contaba ya con muchas cosas a su
favor y venía planeando las cosas con antelación y los resultados estaban
dejándose sentir y otros fueron dados en su momento como fue el caso de la
Condesa. No obstante a ello, había una diferencia que no estaba siendo tomada
en cuenta por la amante de Robert y es que Alesia como Raniel, no eran las
mismas del pasado, ingenuas y sumisas, dispuestas a sacrificarse por su ser
amado. En esta ocasión las circunstancias habían cambiado y ninguna de las dos
eran las mismas.
La primera estaba a punto de dejarse caer a uno de
sus cómplices y descubrir la verdad dolorosa de su juventud. Y nadie podía
garantizar la reacción que tendría al saberse cómo ocurrieron los hechos y las
consecuencias directas que tendrían en su vida.
La segunda y principal protagonista…Estaba lejos de
ser la misma muchacha del pasado. Era mucho más confrontacional que en su vida
anterior, más decidida a enfrentarse al peligro y lo mejor de todo el asunto
era que ya recordaba absolutamente todo lo que vivió en su pasado y quién era
la responsable de su desgracia. ¡Dejarse hacer daño por segunda vez y sufrir por
amor nuevamente! Estaba muy lejos de volver a ocurrir.
Muy pronto se vería los resultados y cómo se
desenredaba la madeja de esta historia.
Mientras el automóvil proseguía su trayecto hacia
Londres. En las oficinas de las empresas Calguiere…
─ ¿Estás segura? ─ preguntó Alesia viendo a una
mujer que estaba parada frente a ella.
─ Muy segura ─ contestó la mujer. ─ Fue su propia
esposa, quién vino a darme a conocer la notica, ya que fui yo, quién los
contactó.
─ ¡Ya veo! ─ dijo Alesia. ─ De seguro fue ella,
Mildren y por lo visto corres el riesgo de terminar de igual manera. Esto te da
una idea de que es una mujer despiadada y sin escrúpulos.
─ ¿Qué sucederá conmigo? ─ preguntó Mildren.
─ Como dije, si colaboras con nosotros,
salvaguardaremos tu identidad de la policía y te mantendremos a salvo de
Camille. ─ Respondió Alesia. ─ Mi padre ha dispuesto un apartamento dentro de
la ciudad en que no serás molestada y menos, encontrada por esa mujer. Tengo
muy buenos contactos que se encargarán de velar por tu seguridad.
─ Se lo agradezco, Condesa ─ repuso Mildren. ─
Nunca debí dejarme chantajear por ella. Es algo que me arrepentiré el resto de
mi vida por haberle fallado a la señora Anette.
─ Lo positivo de cometer errores es tomar
conciencia de nuestras faltas y servirnos como lección a futuro de lo que no
debemos hacer para no pasar un mal rato en nuestras vidas. ─ señaló Alesia que
aún conservaba cierto respeto por aquella empleada de la familia. ─ Ahora es
importante que guardes todos los documentos originales que te pidió y solo
dejes copias en su lugar. Debemos hacerle creer que su plan marcha como viento
en popa.
─ Comprendo y así lo hare ─ respondió Mildren,
entregando unos archivos que conservaba con ella y dándolos a su jefa. ─ Estos
son los archivos que vinculan al joven Davison con la estafa hecha consorcio
Hospret. Hay retiros y desvíos de dinero con la banca de Mónaco a su nombre,
mejor dicho, registrados a su segundo nombre. En uno de los documentos se
menciona a una socia capitalista que le permitió vincular estos activos con
varios clubes para señoritas y casinos.
─ ¡Déjame verlos! ─ pidió Alesia y al momento en
que abrió una de las carpetas y tras echar un rápido vistazo a las trasferencias, se hizo una imagen
completa de todo el asunto. ─ Sin duda que es vinculante con el desfalco pero
no relaciona a Camille en nada y no tenemos cómo probar que esa accionista es
ella. ¡Rayos! Es muy hábil escondiendo sus huellas y no permite que se le
asociara a ninguno de estos delitos.
─ Mi prima no se permitirá quedar en evidencia ante
ustedes ─ mencionó Mildren. ─ Es una mujer muy inteligente y siempre va dos
pasos más adelante que cualquiera de sus adversarios. Sobre todo con el caso de
la señorita Larson.
─ ¿Qué quieres decir con eso Mildren? ─ preguntó
Alesia viéndola seriamente. ─ ¿Que la descarada de tu prima no tiene un punto
débil y es más lista que nosotras?
─ No quise decir eso, señorita ─ se disculpó la
secretaria. ─ Me refiero que ella lleva mucho tiempo planeando las cosas y es
tan sigilosa que no se percatan de sus acciones solo hasta cuando ya es
demasiado tarde.
─ A simple vista estás en lo correcto Mildren. ─
aseveró Alesia. ─ Hemos demorado un poco en percatarnos de sus acciones, pero
no la hace la mujer más lista. Sino astuta y embaucadora ya que de este modo
fue que se metió por los ojos a Robert y se volvió en su amante.
─ Camille es mucho más lista de lo que fue en el
pasado, my lady ─ expuso Mildren. ─ Viene con un firme propósito de
estropearles los planes a todos ustedes y quedarse con la Duquesa Anabelle y se
valdrá de todo cuanto esté a su alcance para conseguir su objetivo.
─ No nos subestimes, Mildren. ─ objetó en el acto
Alesia. ─ También nosotros hemos aprendido nuestros errores del pasado.
Personalmente hablando, también mi familia, tía Anette y por sobre todo;
Anabelle y Raniel, no van a permitir que Camille se salga con la suya. En
especial ellas, no son las mismas de su otra vida y eso te lo puedo asegurar
con haber visto actuar a Anabelle y en los ojos de Raniel, hay una clara señal
que las cosas no serán lo que tú prima haya planeado. Podría poner mis manos al
fuego a que van a torcerle la mano y alguien saldrá muy lastimado y no serán
ellas precisamente.
─ Me hago a la idea ¡Créame! ─ concordó Mildren. ─ Vi
con mis propios ojos la actitud de la señorita Anabelle al defender a su
prometida.
─ Lo que viste solo fue la punta del iceberg,
Mildren. ─ adujó Alesia. ─ Aún no hemos visto qué sucederá con mi prima cuando
regrese desde Chile. Solo ahí, veremos a la verdadera Anabelle Calguiere.
Esta vez, la empleada no dijo u comentó nada al
respecto pues suponía que ese viaje sería decisivo y clave para su futuro como
también se develarían cosas que solo ella, debía averiguar y cerrar etapas que
estaban suspendidas en el aire, haciendo incómoda su vida al tener cosas
inconclusas.
─ Ahora necesito que vayas a casa y te mantengas
alejada de las calles hasta que yo te lo diga─ ordenó Alesia. ─ Debemos hacerle
creer que estamos bajo cierre por inventario y no levantaremos las sospechas de
Camille.
─ Se hará como usted diga ─ respondió Mildren.
Una vez que la secretaria de la antigua Duquesa, se
retirase de la oficina de Alesia. Ésta, quedo meditando unos momentos hasta que
el timbre de su móvil la sacó de sus pensamientos.
─ ¡Habla! ─ demandó Alesia a sabiendas de quién se
trataba.
─ ¡Um! ─ reprochó de inmediato la persona al otro
lado de la línea. ─ Creo que se comienza con un saludo y luego, vas directo al
grano. No quiero tener que recordarte la educación querida Condesa de Brigston.
─ ¡Buenas tardes Kat! ─ saludó a regañadientes
Alesia. ─ Por una vez en tu vida puedes olvidarte un instante del protocolo.
─ ¡Nunca! ─ replicó Kat. ─ ¡Por favor soy inglesa!
No pidas una flagelación a las buenas costumbres.
─ ¡Flagelación es la que tú haces conmigo con tu
sentido tan patriótico y no ir de lleno a lo que nos convoca! ─ espetó Alesia
que no estaba en su mejor momento.
─ ¿Estás bien? ─ preguntó sin rodeos Kat.
─ ¿Por? ─ Contra preguntó Alesia.
─ No eres la
de siempre ─ se quejó Kat y aspiró como oliendo el aire. ─ Noto cierta mala
vibra en tu tono de voz.
─ ¡Puede ser! ─ esquivó un poco Alesia.
─ ¡Vamos Alesia! ─ amonestó Kat. ─ Te conozco muy
bien. Siempre has sido una especialista en evadir mis ataques con tu
acostumbrado sarcasmo sin moverte siquiera un cabello de tu fashión peinado.
Así que no me vengas con ese ¡Quizás!
─ Yo no dije quizás ─ corrigió Alesia. ─ dije,
puede ser.
─ ¿No significa lo mismo? ─ adujo Kat. ─ ¡Hello! Es
un sinónimo del mismo asunto 0 ¡estoy equivocada Condesa?
─ ¡Ay Dios! ─ exclamó Alesia que perdió la
paciencia. ─ ¡Tú ganas!
─ ¿Y? ─ instó Kat.
─ No estoy bien ─ respondió Alesia.
─ ¿Es por Misha? ─ fue directo al grano Kat.
─ Así es ─ Confirmó Alesia. ─ Hay cosas de las que
dijo que no me calzan. Aún me dan
vueltas en la cabeza el argumento que diera delante de las chicas. Por
más que le he preguntado, se rehúsa hablar. Por eso necesito saber cómo te fue
con lo que te encargue sobre Wilson.
─ Hay mucho que podría decirte Alesia. ─ contestó
Kat y pausó un momento para luego, proseguir. ─ Concerniente a Bastían Wilson y
de seguro que ninguna de ellas te va a gustar. Más sabiendo que está detrás de
tu separación.
─ Nunca nada de ese imbécil me ha gustado y con
respecto a ser en parte responsable a mi separación. Quiero saber
específicamente qué fue lo hizo para que
Misha, haya decidido terminar nuestra relación ─ refutó molestísima Alesia. ─
Así que te exijo que hables claro, Kat. No estoy para más rodeos. Quiero la
verdad de una vez y ¡Ya!
Con solo oír el tono de voz de la Condesa y la
rabia que se desprendía en su timbre. Todas sus sospechas se confirmaban.
Porque desde que le encomendó investigar a ese viejo compañero de universidad.
Supo que iba a resultar amargo para ella dar malas noticias; porque era bien
sabido el interés que Wilson siempre mostró por Misha. Sin embargo, había
llegado muy lejos en sus pretensiones y se había metido en un terreno muy
escabroso al privar a la Condesa de sus derechos de esposa y haber urdido un
plan muy macabro que terminó por lastimar a su pareja a niveles insospechados.
¡Le gustase o no! Debía ser portadora de malas noticias. Tomó aire y se armó de
valor para comenzar a explicar los pormenores de su investigación.
─ Antes de seguir, ¿Quiero saber si estás preparada
para escuchar la verdad? ─ indagó Kat, muy seria.
─ ¡Que no oíste lo que dije! ─ se exasperó más
Alesia que estaba en un punto muy sensible de su vida. ─ Llevo tres años
esperando una explicación lógica a lo que nos sucedió. ¡La verdad ahora, Kat!
─ ¡Bien! Así será. ─ dijo Kat. ─ Amiga me temo que
tu matrimonio fue saboteado desde un principio por Bastían Wilson y compañía.
─ ¿Compañía? ─ preguntó Alesia.
─ No me interrumpas, que voy aclararte ese punto en
un momento ─ amonestó Kat.
─ Lo siento ─ se disculpó Alesia. ─ prosigue, por
favor.
─ Como decía: Bastían Wilson, supo desde siempre
que tú y Misha, mantenían una relación desde hace mucho y cómo tu pareja nunca
le dio luz verde a sus insinuaciones. Utilizó sus encuentros a su favor y mando
todo el tiempo a un compañero fotógrafo a cada lugar que ustedes iban para
poder enviar dichas fotografías a un buffet de abogados. Uno de los cuales era
íntimo amigo del padre de Misha. Fue así que, se inició la extorsión con la
cual Wilson sometió por largo tiempo a
tu esposa.
Al no tener buenos dividendos de su extorsión al
principio. Este bastardo concertó una cita con el Juez Dorwen a las afuera de
Manchester, cuando éste había asistido a un encuentro de jueces. Al parecer
tuvieron un altercado entre ambos con el resultado de que Wilson, terminó con
la nariz fracturada y Dorwen no fue denunciado.
A pesar de ese pleito entre ambos, Bastían
persistió en su cometido y mantuvo al juez bombardeado con fotografías y cartas
anónimas de su hija. Lo que provocó que al cabo de unos meses, el juez mismo
concierte una cita entre ambos. Lo que de ahí salió, no fue nada bueno para
Misha, ya que fue severamente castigada por su padre y tuvo que viajar a
Liverpool por unas semanas ausentándose de la universidad e incluso de ti.
Fueron dos años muy duros para tu esposa que cada
cierto tiempo estuvo ausentándose de Londres por cuestiones de negocios de su
padre. Cuando el motivo era de índole Psicológicas, ya que estaba siendo
recluida en un viejo convento cada vez que se enfrentaba con su progenitor.
Tengo el nombre de la religiosa que asistía a tu
esposa. Se llama Margaret Pickent o mejor dicho, Sor Marget, como le dicen en
el convento. Ella me mostró los registros en los que aparecía el nombre de
Misha y su estadía breve o prolongada. E incluso me mostro algunos exámenes
médicos que le hacían cada cierto tiempo a tu esposa. Constatando lesiones que
a simple vista no se veían físicamente.
¡Créeme Alesia! Que tú esposa, tuvo una vida
prolongada de maltratos físico como psicológicos por parte de tan honorable
progenitor. Al igual lo que vivió su madre y ocasionó la separación de ambos,
cuando Misha, solo era una niña de 6 años.
A los meses después que ustedes se hubieran unido
por las leyes que rigen tu familia. Hubo un incidente en el departamento del
juez, que originó que Misha fuese internada de inmediato en una clínica a las
afuera de Londres sin que tú supieses dado que se te entregó una carta firmada
por tu esposa que te avisaba que viajaría urgente por razones personales en
compañía de su padre.
Detrás de esa carta estaba la mano de Bastían
Wilson y del padre de Misha. Ella no escribió dicho documento porque estuvo
internada en estado inconsciente dado que su salud se vio comprometida y estaba
impedida de hacer o decir cualquier cosa.
Mira Alesia, yo no quiero justificar a tu esposa
por la conducta que ha tenido en estos tres años después de vuestra separación.
Sin embargo, comienzo a entender que la cercanía contigo le trajo serios
problemas a su vida, a su salud y terminó por ceder a la presión que fue
sometida.
Como dije, quisiera ser portadora de buenas
noticias, amiga mía. Pero tú sabías que no iba a ser este el caso ─ culminó en
decir Kat, a grandes rasgos. ─ Detrás de la separación y conducta posterior de
Misha, está Bastían junto al juez Dorwen.
Después que Kat, terminase de exponer todo. Hubo un
silencio no sepulcral porque no era el caso sino un silencio tenebrosamente
calmo. Como el que suele haber en alta mar antes de…
─ ¡Alesia! ─ llamó Kat.
Unos momentos más de silencio…
─ ¡Rayos Alesia! ─ insistió Kat. ─ ¡Háblame!
Un segundo más…
─ ¡Alesia! ─ porfió una vez más, Kat.
─ Dime ─ por fin respondió ésta.
─ ¿Cómo te sientes? ─ preguntó directo Kat. ─ No deseo
ser indolente contigo o una cizañera, pero quiero saberlo.
─ ¿Cómo podría sentirme? ─ rebatió la pregunta
Alesia. ─ ¡Horrible! Eso resume, mi estado.
─ ¡Créeme que me hago a la idea! ─ señaló Kat. ─
creo que debes hablar con Misha y conocer su propia verdad de los hechos.
Aunque te confieso que los certificados médicos son aplastantes, debes
enfrentar los hechos junto a ella y permitirle que confíe en ti. Sólo así,
podrá desahogar su alma de lo que tuvo que vivir a manos de esos dos.
─ Voy saliendo en estos momentos. ─ indicó Alesia
que ya estaba por subirse a su vehículo. ─ Ella está en mi departamento tal
como se lo pedí.
─ ¡Hazlo! ─ instó Kat. ─ Debes ayudarla y buscar
una forma de curar sus heridas internas.
─ ¡Lo haré! ─ afirmó Alesia y antes de poner en
marcha su vehículo colocó auriculares para proseguir con la conversación. ─
Juro por lo más sagrado que no dejaré indemne de castigo a esos dos.
─ Los dos hombres que me pediste están sobre Wilson
a la espera de tus órdenes ─ mencionó Kat, sabiendo muy bien a qué iban. ─
¿Quieres que procedan?
─ Por supuesto ─ escupió con rabia Alesia. ─ Quiero
que sienta en carne propia todo el dolor que sintió, Misha. Cuando esté todo
listo ¡Avísame!
─ Te mantendré informada ─ respondió Kat. ─ De
todo. Una vez que se haya hecho el trabajo.
─ Gracias ─ fue la escueta respuesta de Alesia.
─ Una cosa más Alesia ─ recordó Kat.
─ ¿Cuál? ─ preguntó seria la Condesa.
─ Es tiempo que te apoyes en tus padres ─ sugirió
Kat. ─ No es bueno que enfrentes esto tú sola como en el pasado.
─ Ya no soy la chiquilla de antes Kat ─ repuso con
disgusto Alesia. ─ Por mucho tiempo hice lo que los demás querían y esperaban
de mí. Los complací según dictaban las
normas y obligaciones a expensas de mis propios sentimientos. Esa etapa se
acabó. Ahora soy la Condesa de Brigston y no tengo que tomar el parecer a nadie
de lo que creo correcto o no de hacer. ¡Ya me postergué mucho por el bien de
otros! Es mi vida la que desperdicié complaciendo a otros. Mis padres, mi familia,
mis amigos e incluso cedí con la única persona que me tenía en su poder…Misha.
Es tiempo que reclame mi derecho a vivir sin condiciones y restricciones. Así
que, no insistas más con ese tema Kat ¿queda claro?
─ ¡Alesia! ─ quiso protestar y hacerle ver su
error. ─ Sé que has sufrido mucho por lo de Misha; pero deberías…
─ ¡Suficiente Kat! ─ exigió Alesia en un tono de
voz muy potente. ─ No estoy pidiéndote permiso o solicitando consejo. ¡Cíñete a
lo que te concierne!
─ Ok ─ fue ahora la débil respuesta de Kat y
terminó por decir. ─ Sólo me limitaré hacer mi trabajo, que para eso pagas mis
servicios. ¿No es así?
─ Sí así quieres llamarlo ─ siseó Alesia que no
estaba de humor para estupideces y orgullos heridos. ─ Cuándo esté listo
avísame.
─ Así se hará ─ repuso cortante también Kat y cortó
la llamada.
Por su parte, Alesia, detuvo su coche un momento,
guardó el aparato junto con su móvil en la guantera de su coche y volvió a encender
el motor para seguir en ruta. Tras un
largo recorrido desde las instalaciones de las empresas Calguiere. La joven
Condesa, mantenía la vista fija en el camino, mientras que su mente mantenía
una lucha feroz a inversa de su corazón que se estremecía con cada pensamiento.
Sin duda que ver a una joven mujer que siempre luce
alegre, muy energética y con una buena dosis de humor pícaro contrastaba mucho
con la mujer que se refleja en el espejo. Tenía rígida su mandíbula, su ceño
fruncido y aquellos ojos azules lucían tan gélidos que parecían tanto a un
bloque de hielo. Simplemente lejos quedaba la imagen de la chica que suele ser
muy perspicaz y sagaz. Nada quedaba de ella en esos instantes.
Oleadas de emociones cruzaban su espíritu y es que
la noticia que le fue entregada realmente causó estragos de proporciones en su
ser. Estaba preparada para cosas desagradables pero jamás imaginó verse en un
escenario de esa magnitud. Años creyendo que su vida era perfecta, llena de
amor y sinceridad.
Desde que la conoció supo que nunca sería fácil de
abordar y mucho menos conquistarla. Aún así, estaba muy clara en que esa joven
había nacido para ella. Lo supo cuando su corazón se detuvo al verla entrar y
sin siquiera imaginarse que le atrajesen las de su mismo sexo. Simplemente, su
presencia la impactó tanto que no pudo desconectarse de esa joven y aunque le
hubiesen aconsejado que se olvidará de cometer la peor de las locuras; no
hubiese tomado importancia a las advertencias. Solo un camino había para ella y
lo tomó sin pensarlo.
Su decisión fue inquebrantable hasta el último día
en que tuvo que ceder a la petición más despiadada que le hubiesen planteado a
manos de la misma mujer de la cual se enamoró perdidamente. Aquello la destrozó
por completo e hizo que su actitud en parte cambiara de un modo silencioso y
sin embargo, no pudo evitar que le diese la libertad y la dejo marchar de su
lado porque no podía obligarla a que la siguiese amando cuando solo veía dolor
en sus ojos y un desencanto atroz para con su persona.
Tres malditos años creyendo que fue la responsable
de que el amor de la joven acabase abruptamente por haberla orillado a casarse
en secreto. Cuando verdaderamente nunca estuvo lista para ser su esposa y menos
aceptar el peso de ser la hija de Michael Brigston, Conde.
¿Y ahora se daba cuenta que todo fue un embuste? Un
engaño orquestado por dos hombres que no se detuvieron en salirse con la suya y
perjudicar no solo a Misha sino a ella misma, haciéndola sentir miserable por
no ser capaz de hacer feliz a su esposa.
Una sola cosa tenía más que clara… ¡Quería
venganza! Y la iba a tener de un modo u otro e iba hacerles pagar muy caro todo el dolor y
la miseria en que sometieron a Misha.
Sin duda que cuando una persona se halla sometida a
la peor situación y la cubre la rabia y el dolor, muy difícilmente el juicio
pueda siquiera hacer razonar y meditar
las cosas antes de hacer cualquier disparate del que se puede arrepentir de por
vida. En ese preciso momento es cuando se debate entre el bien y el mal. Una
delgada línea que todos podemos llegar y difícilmente escapar sin salir ileso
si se toma la decisión equivocada.
Mientras las llantas de aquel coche seguían desplazándose
por las calles de Londres ya a esas alturas. En su interior, la conductora
mantenía seguía al volante tan impertérrita en su labor y solo el brillo
intenso sobre sus pupilas denotaban que la puja del dolor estaba ganando. Y fue
que una pequeña lágrima se desprendió de sus ojos y se desplazó tan despacio
por su mejilla que parecía una carrera en cámara lenta.
Apretó los ojos y pasó su mano por el costado de su
ojo para impedir que cualquiera otra se saliese sin su consentimiento. Respingó
un poco su nariz como obligando a esconder su dolor y acallar su espíritu dentro
de su ser.
Suspiro pesadamente y al exhalar todo ese aire
nuevamente se mentalizó para proseguir con su cometido. Ya había tiempo a solas
para dejar salir sus emociones en la privacidad de su hogar donde nadie pueda
ser testigo de su fragilidad.
Continuó conduciendo por espacio de unos veintes
minutos más hasta que aparcó su auto junto al frente de uno de los edificios emblemáticos
del lugar. Se aseguró de cerrar las ventanillas con
seguro a distancia y entró de prisa al inmueble.
Fue recibida por el conserje del edificio que pidió
sus referencias a lo que ella contestó ostentando su título por primera vez y
fue dejada entrar de inmediato.
─ ¿Qué piso? ─ preguntó el botones.
─ Al 53 ─ respondió seca Alesia, acomodándose en la
parte posterior del elevador.
Minutos después…
La puerta del ascensor se abrió y unos finos tacos
se desplazaron fuera de éste y se encaminaron por el pasillo sin detener su
paso por mucho que la recepcionista del lugar quiso indagar quién era y a quién
buscaba. Por el contrario solo recibió una severa mirada que les helo la sangre
y se apartaron sin chistar.
Luego fue el turno de la secretaria que salió a
impedir el paso de la mujer, pero esta fue apartada de su camino con un poco de
fuerza en el mismo instante que sus pasos se detuvieron en la puerta en que se
leía un…
La puerta se abrió de golpe, dejando entrar la
figura de Alesia Brigston como si ella misma fuese un tornado e iba a desatar
todo su poder sobre la persona que alzaba la vista desde su escritorio y sobre
los documentos que estaban frente a él.
─ Lo siento mucho Juez Dorwen ─ fueron las palabras
que se oyeron a espaldas de la Condesa. ─ Ella no se anunció…
Pero no pudo continuar con las explicaciones porque
una mano levantada detuvo sus argumentos y le indicó con la misma mano que se
retirase. Segundos después.
─ ¿A qué debo el honor de esta visita Condesa de
Brigston? ─ preguntó sin inmutarse el juez Dorwen y padre de Misha.
Uno a uno fueron aquellos tacos acortando la
distancia entre ella y el escritorio del juez. Sin dejar de verle.
─ Si sabe quién soy y el peso que tengo, ha de
saber el motivo por qué estoy aquí. ─ increpó Alesia, cuyos ojos estaban en el
punto más álgido de encono y no disimulaban en nada su sentir porque el odio ya
era mucho a esas alturas. ─ ¿No es así Brandon Dorwen?
El hombre tomo conciencia de lo desafiante de la
muchacha y al instante su rostro se tensó por completo.
─ El tono soberbio de su voz me da entender que
está por razones personales ─ asumió el juez. Con la misma actitud. ─ Y eso
solo puede tratarse de mi hija… Misha.
─ Mi esposa, querrá decir ─ masculló Alesia con
dientes apretados y cuando gran parte de su torso quedo enfrentado al rostro
del juez, frente a sus propios ojos y en medio de estos, colocó un objeto que
le quito hasta la misma respiración al progenitor de Misha. ─ Llegó la hora que
pagues todo el daño que le has hecho… ¡Maldito hijo de puta!
Como si fuese una escena de terror, la puerta se
cerró de golpe en el departamento y dejo con escalofríos a una rubia de ojos
azules, que dejo caer sobre la alfombra el vaso con whisky que sostenía en su
mano…
─ ¡Alesia! ─ fue el llamado de aquella rubia, que
palideció de pies a cabeza.
¡Ya estaba! Lo inesperado se hizo realidad y lo
incierto despertó la pasión más despiadada que un ser humano puede generar y
dejar de ser quién para convertirse en…LA SOMBRA DE UN ANGEL.
3 comentarios:
Buenisiimoo, me voy a desmayar, que intriga, que emoción, waaa, super genial, me encanta esta trama, uff, me hiciste el día.
Por cierto, (Penosa) ^.^ podrias hacer una imagen de como es Sara, Camille y la familia de Alesia, please, anda anda, jejeje si tienes tiempo digo...
Realmente me gustaría saber como se ven, así como pusiste a la duquesa y sus hermanos, son tan geniales, al igual que tus imagenes de las otras historias, le dan un toque más especial, bueno ya lo son, jejejeje, en fin, esperaré después uno de tus capítulos que son tan emocionates y me alegran el día, saludos y que estés muy bien.
Por la diosa de la venganza! ya empezó arder troya..y Alesia va por todo...bueno ya era hora que los malos pagen sus maldades. Y como siempre un gran capítulo.
Saludos y nos vemos en el siguiente...*.* *.*
Publicar un comentario