mujer y ave

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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Fuegos cruzados y escapando al amor.


Un nuevo amanecer, capítulo 11

Llevaba unos diez minutos exactos desde que se abrazó al cuerpo cálido de su amiga y compañera desde que se bajaron del taxi que les dejo en la calle adyacente al conjunto de departamentos donde residía su colega de trabajo.


No cruzaron palabra alguna en todo lo que duró el trayecto y sólo se dejo abrazar y el silencio se otorgó entre ellas, al mismo tiempo que vino a ser un tranquilizante para un corazón que en esos instantes estaba tan vulnerable y con un desasosiego muy fuerte a raíz de todo lo que expuso una mujer que llevada por envidia y despecho; quiso limpiarse del camino a una posible adversaria y lo hiso de la forma más vil que pudo optar.

Aquellas palabras calaron tan fuerte en su fuero interno que retumbaban una y otra vez en su mente, destrozando sus nervios y es que no dejaba de darle vueltas esos dichos; y vislumbrar a su pareja haciendo exactamente lo que dijese su cuñada. El solo imaginarlo; le causo la congoja más grande en su vida y es que le aterró pensar que pudiese ser desechada como un juguete, del cual un pequeño se aburre enseguida.

No podía negar que cuando una persona está acostumbrada a tenerlo todo en la vida; le resultaba muy fácil perder la ilusión de las cosas y termina por aburrirse. Consiguiendo enfriar las relaciones personales y perdiendo el interés en lo que antes era de suma importancia u objeto de desvelos.

Mientras su mente le devoraba la paz y la razón. Una mano comenzó a moverse despacio sobre sus cabellos al acariciarlos y así, otorgarle consuelo y cariño a la joven.

─ ¿Por qué? ─ susurró la muchacha entre sollozos ─ Si no deseaban que formara parte de su familia; no lo dijeron ese mismo día, que tuvieron que enviarla a ella y hacer el trabajo sucio.
─ ¡Mi Flo! ─ murmuró Carla, abrazándola aún más a ella ─ No sé qué pasa por la mente de esa familia y lo único que puedo deducir es que por causa de su estatus social no pueden aceptarte dentro de su familia.
─ ¡Yo sabía! ─ exclamó Florencia con un nudo en la garganta ─ nunca debí mezclar las cosas. No debía. Soy una estúpida.
─ Flo, por favor ─ imploró Carla ─ No digas eso. Tú no eres ninguna estúpida, simplemente te enamoraste. Eso es todo.
─ Pero no de mi jefa ─ refuto con dolor Florencia, asiendo fuertemente la ropa de su compañera, estrujándola entre sus manos. ─ no debí romper esa regla, pues sabía que podría traerme problemas.
─ Muchas veces uno propone tantas cosas, más Dios dispone todo lo contrario ─ mencionó Carla ─ escapa de nuestras manos, Flo. Por más que nos esforcemos por hacer una determinada cosa a nuestra voluntad, acabamos por hacer lo opuesto a nuestros deseos y tenemos que aceptar los hechos y convivir con ello.
─ Hubiese preferido evitarlo y así, no vivir lo que ahora estoy sintiendo ─ expresó con abatimiento la joven Villar.

Al oír aquello, Carla, la separó de su cuerpo y la quedo viendo fijamente, antes de preguntar.

─ ¿Acaso te arrepientes de amar a Sofía? ─ indagó Carla, cuyos ojos buscaban en los otros su verdad.
─ No ─ respondió al instante Florencia ─ y es que por amarla tanto;  es que tengo miedo de que el día de mañana se cumpla lo que dijo Colomba y ella se aburra de mí por ser más joven y encuentre a una persona más acorde a su edad y de su nivel social. No deseo convertirme en alguien pasajero en su vida por ser tan ignorante de la vida.
─ ¡Flo! ─ murmuró Carla, llevando su mano a su boca para tapar o ahogar el dolor que le produjo oír aquello ─ te  pregunté tanto lo de la edad, si es que no influiría en tus sentimientos como en una posible relación entre ambas y por lo visto, no me equivoqué.
─ Sofía, es una mujer tan segura de sí misma, tan culta, ambiciosa y sabe muy bien lo que quiere de la vida ─ señaló Flo con su voz cargada de tristeza ─ que siento que yo la estoy frenando y le impido avanzar. Ella necesita su igual, una pareja que vaya a la par, que aporte en su vida y sea su complemento. Y no de alguien como yo que debe estar enseñando todo el tiempo. Ahora puedo responder esa pregunta con la triste verdad de que la edad si influye a la larga.
─ ¡Por Dios! ─ exclamó Carla, que no pudo contenerse más y lágrimas asomaron por sus mejillas al palpar el dolor de su amiga ─ No te sigas lastimando más con eso. Me duele verte así, por favor, no sigas.
─ Carla ─ murmuró Flo, que la abrazo de inmediato ─ Lo siento mucho. No llores tú por mi culpa.
─ ¿Cómo no quieres que lo haga? ─ soltó con la voz quebrada Carla ─ Si yo te quiero mucho, mensa. Eres una idiota.
─ ¡Mi Carlanga! ─ exclamó conmovida Florencia que no podía evitar llorar junto a su amiga ─ Y tienes razón, soy una idiota por hacerte llorar a ti.
─ Mi dulce, Flo ─ dijo entre sollozos Carla ─ no te preocupes que no es la única vez que he llorado en mi vida y no será la última. Después de todo; tú y yo tenemos una historia similar que nos une.

Esto último, dejo pasmada a la joven Villar, que sin desprenderse de su abrazo, quiso indagar más con respecto a lo dicho por la contadora.

─ ¿Qué es lo que nos une? ─ se atrevió a preguntar Florencia. ─ Por favor, Carla. Sé sincera conmigo y dime a qué te refieres con una historia similar.
─ ¡Ay mi Dios! ─ murmuró entre ahogos Carla, que se percató que había cometido un error del cual no podía poner pie atrás. ─ ¡Yo y mi bocota!...No tengo arreglo.
─ No evadas mi pregunta ─ apremió Flo ─ y habla por favor.
─ Es una larga historia, Flo ─ mencionó Carla algo esquiva.
─ ¿Somos amigas o no? ─ inquirió Florencia.
─ Claro que sí ─ afirmó con vehemencia Carla. ─ No dudes de ello.
─ No dudo, Carla ─ corrigió Flo y rompiendo el abrazo, fue su turno de verla a los ojos ─ de mi parte has tenido la confianza para contarte todas mis cosas y ahora, te pido que tú también seas sincera conmigo y me expliques a qué te refieres con aquello que nos une.
─ ¡Está bien! ─ respondió Ramos con los ojos aún nublados por el llanto, ─ Tienes razón. Debo ser sincera contigo, mi querida Flo. Sólo te pido que me acompañes a mi departamento y ahí, te explicaré todo.
─ De acuerdo ─ convino Flo, que envolvió en sus brazos a su amiga y emprendieron rumbo hasta el conjunto de apartamentos.

En el trayecto, se limitaron en calmarse paulatinamente y sonreír nuevamente a pesar de la congoja de ambas.

Una vez que entraron al conjunto de edifico, ambas muchachas, tomaron el ascensor que las llevó hasta el séptimo piso, dónde vivía Ramos. Al ingresar, la contadora, invito a su acompañante a ponerse cómoda. Mientras se dispuso a preparar dos tazas de café.

Cuando ya estaba todo listo, la joven contadora, tomo fuerzas mentales para comenzar a develar sus dichos.

─ Cuando dije que ambas tenemos una historia similar, es la verdad ─ comenzó por revelar Carla ─ Y es que ambas estamos involucradas sentimentalmente con nuestras jefas.
─ ¿Cómo? ─ exclamó Florencia, que casi se ahoga con el café en su boca ─ ¿oí bien?, ¿has dicho jefa?
─ Oíste muy bien ─ respondió tajantemente Carla.
─ Pero… ¡¿Cómo es qué tú?! ─ exclamó aturdida Flo, que sacudía su cabeza para convencerse de los hechos. ─ ¿Con quién estás involucrada?
─ Quieres adivinar o prefieres que te lo diga ─ instó Carla, con algo de suspicacia dentro de lo que se podía.
─ Prefiero que seas tú la que me lo digas ─ instó Florencia, viéndola a los ojos.
─ Yo acabé enamorándome de las más temible de las tres,  Mariela Sopric ─ confesó con mucho pesar Carla, bajando sus ojos al piso.
─ ¡Oh mi Dios! ─ exclamó Florencia, que casi se le cae la mandíbula de la sorpresa ─ Me había percatado de que entre ustedes dos algo extraño estaba sucediendo, porque se notaba mucha tensión entre ambas. Pero jamás hubiese pasado por mi cabeza de que te hubieses enamorado de una mujer y menos de Mariela, ya que tú fuiste muy clara en decir que te gustaban los chicos hace un tiempo atrás.
─ Eso fue solo pantalla nada más, Flo ─ respondió avergonzada Carla ─ he salido con chicos, pero solo han sido para tratar de olvidarme de Mariela y no podía confesarte que había algo entre ella y yo, porque nunca lo ha habido ni lo habrá.
─ Comprendo ─ atinó en decir Flo, que intuyó que era muy doloroso para Carla entrar en detalles y prefirió cambiar de tema. ─ ¿por eso me sacaste rapidito que yo era les?
─ Eso mi dulce Flo, se llama radar gay ─ repuso Carla, con una sonrisa algo forzada al percatarse del cambio de tema y agregó ─ y lo que mencioné en aquella ocasión era verdad; salvo lo de los chicos; que  llamaste mucho mi atención y si no hubiese conocido a Mariela, ten por seguro que te hubiese conquistado mucho antes que Sofía.
─ Carla ─ murmuró algo turbada Florencia, que sonría tímidamente ante la confesión ─ como dices tú: si no hubiésemos conocidos a esa par de Arquitectas, hubiésemos terminado siendo pareja posiblemente, porque eres una mujer muy hermosa, muy inteligente y tan especial, que no dudo que hubiese terminado enamorándome de ti.
─ ¡Quizás llegamos un poco tarde al amor! ─ señaló entre suspiros de resignación Carla ─ El tiempo lo dirá al final de cuentas.
─ Nunca será tarde para amar, mi querida Carla ─ señaló Florencia, tomando entre sus manos, las de la joven Contadora ─ Puede que nuestras historias con ellas no haya funcionado, pero no quiere decir que no volvamos amar nuevamente. Sólo debemos dejar pasar un tiempo para curar nuestros corazones y darnos otra oportunidad. ¿No te parece a ti?
─ Lo creo verdaderamente, por ello estoy intentando dar vuelta la página y cambiar el rumbo de mi vida ─ confesó Carla ─ Tengo pensado alejarme de la empresa por un tiempo y buscar en otra parte, una oportunidad para ser feliz.
─ ¿Vas a renunciar? ─ preguntó sorprendida Florencia.
─ Sí ─ respondió Carla ─ estoy en buscando empleo en el sur y así, alejarme definitivamente.
─ Comprendo ─ señaló Flo ─ por lo visto no serás la única en hacerlo.
─ ¿Qué quieres decir? ─ indagó Carla ─ Tú estás recién comenzando a forjarte en el mundo de la construcción y necesitas el empleo por un tiempo más.
─ Te equivocas ─ refutó Flo, sacando un papel que llevaba en su chaqueta y que al desdoblarlo, se lo mostro a su amiga.

Carla, leyó cuidadosamente el documento y quedo con la boca abierta. Más rápido de lo que canta un gallo, fue una sonrisa la que adorno su rostro y levantó la vista hacia esos ojos negros.

─ ¡Te felicito por ese logro! ─ celebró Carla.
─ Muchas gracias ─ señaló Florencia ─ Es una postulación que hice antes de salir de Coihaique y venirme a Santiago. Por lo visto, es la empresa más grande de obras viales que se adjudico el proyecto y como son un holding Europeo, tengo posibilidades de emigrar al extranjero.
─ ¿Qué harás entonces? ─ preguntó Carla ─ deberás presentar tu renuncia cuanto antes, ya que ese proyecto comienza pronto.
─ Renunciar ─ respondió Flo ─ Pero…
─ ¿Pero qué? ─ indagó Carla.
─ No deseo ver a Sofía por ahora ─ admitió Florencia ─ Podría echar por tierra mi decisión y necesito alejarme de ella y de todo su entorno.
─ Comprendo ─ mencionó reflexiva Carla ─ ¿estás muy segura de esto? Flo, no me has contado lo que sucedió entre ustedes para que tomes esta decisión.
─ Carla…Hoy vino Colomba a la obra y… ─ comenzó Flo, por narrar los sucesos acaecidos en la obra.

Fue una conversación que llevo unos buenos minutos en lo que la contadora oyó atentamente todo lo que le explicó la joven Villar.

─ Aunque mi corazón la ame como nunca lo he hecho en mi vida. No puedo seguir a su lado, pues estaría perjudicándola tarde o temprano y verla sufrir o avergonzarse de mí, es lo que menos quiero ─ terminó por confesar Florencia, que jugaba nerviosamente con sus manos.
─ Creo que ya es hora de partir, mi dulce Flo ─ expuso Carla, que sostuvo las manos de la chica e interrumpió ese tic nervioso ─ Sin duda que todo esto traerá serias consecuencias en tu vida, más si no es tu deseo hablar con Sofía, yo respeto tu decisión. Es más, te propongo que me dejes acompañarte y de paso puedo descansar unos días en tu compañía en nuestro querido terruño, ¿qué dices?

Florencia, contempló aquellos hermosos ojos pardos que lucían distintos después de desahogar sus emociones. Podía hacer una perfecta idea del motivo por que también deseaba alejarse de Almapric.

─ Por mí, no hay problema ─ mencionó Florencia, viéndola fijamente ─ Pero en tu caso, ¿No piensas hacérselo saber?

La respuesta no se hizo esperar por parte de Carla, quién alzó su mentón en forma desafiante y agregó sin más…

─ ¿Lo harás tú? ─ preguntó Carla directo al callo.

No se necesitaba ser adivino para saber la respuesta y solo un movimiento de cabeza en forma negativa confirmó lo que ya a esas alturas era más que obvio para ambas chicas.

─ Entonces no hay más que decir ─ convino Carla, que se levantó del sillón y se fue hasta la mesita de arrimo en donde se encontraba su teléfono y marco de inmediato a cierto número y al responderle al otro lado de la línea, añadió ─ Elsa, puedes a eso de las cinco informarle a Casandra, que me ausentaré de la empresa por unos días y que voy hacer uso de mis vacaciones pendientes.
─ Descuida; yo le avisaré ─ respondió la jefa de recursos humanos ─ Pero me van a preguntar el motivo para que las tomes tan imprevistamente. Además, debes hacerme llegar cuanto antes una carta con dicha solicitud y así, hacer efectivo tu feriado legal. Sabes mejor que nadie cómo son las reglas.
─ Te enviaré en unos minutos más, dicha carta ─ aseguró Carla ─ Y en cuanto al motivo. Diles que necesito resolver un asunto personal cuanto antes.
─ Oka ─ respondió Elsa ─ Como sugerencia, deberías hablarlo con Mariela, ya que está por llegar a la empresa en una hora más; solo fue a una obra y regresa pronto.
─ Aprecio tu sugerencia, pero no puedo hacerlo ─ refuto seca Carla ─ tengo cosas que atender en este momento.
─ Comprendo ─ acotó Elsa ─ haré lo que me pides, pero no vayas a olvidarte de la carta, la quiero a las siete a más tardar.
─ Vale ─ acordó Carla ─ No lo olvidare. Nos vemos (se despidió, cortando la llamada)

La joven Ramos, dejo el auricular en su sitio y se acercó hasta dónde se hallaba su amiga.

─ Asunto resuelto ─ indicó Carla, tomando su mano y hacerla levantar de su asiento ─ Ahora, vamos por tus cosas y nos largamos hoy mismo en el último vuelo.
─ ¡Pero no hemos sacado pasaje para irnos por avión! ─ señaló Flo, que apenas alcanzó a tomar su bolso y ser arrastrada por Ramos hacia la puerta. ─ Además, no regresaré al departamento de Sofía. No es mucho lo que tengo que recoger. Más adelante mandaré por mis pertenencias.
─ ¡Ya veo! ─ exclamó pensativa Carla, que ya abría la puerta en esos instantes ─ ¿quién lo iba a decir? Somos un par de tontas escapando del amor.
─ Hoy nos tocó perder, Carla ─ repuso Florencia, que se colgó de su brazo y caminar más a prisa ─ Mañana será otro día en que podremos ser felices.
─ Créeme, Flo, que estamos dejando atrás; lo que otras no harían ni loca ─ mencionó con un dejo de dolor Carla ─ Pero no se puede vivir de esta manera. Necesitamos una pareja que nos valore y nos haga sentir especiales, que se juegue el todo por el todo. No valemos menos que otros por nuestra condición. Tenemos el mismo derecho en ser felices y por eso voy a lucharlas hasta el final.
─ Carla ─ murmuró Florencia, que podía apreciar la decepción en la voz de su amiga y compañera. ─ Pronto vamos a dar vuelta la página y recordaremos todo esto como una anécdota.
─ Eso espero, mi Flo ─ mencionó Ramos, que ya hacía señas a un taxi.
─ ¿Dónde vamos? ─ preguntó Florencia al subir al coche.
─ Ya te dije ─ repuso Carla ─ Al aeropuerto.
─ ¡Eh! ─ balbuceó Florencia ─ debo pasar a un cajero para tener efectivo y comprar los boletos para el avión.
─ Tontita ─ reclamó Carla ─ No hace falta, ya que tengo a mi hermana que trabaja en Lan y podemos pedirles de los suyos y así, irnos de inmediato.
─ ¿Se puede hacer eso? ─ preguntó sorprendida Florencia.
─ ¡Ay señor! ─ exclamó con estupor Carla, por la ingenuidad de su compañera ─ Definitivamente tú vives en un mundo aparte. Claro que se puede, Flo. Los trabajadores tienen descuentos y otros beneficios.
─ ¡Ah! ─ murmuró avergonzada la joven Villar ─ ¿Y tu hermana no se molestará por darnos unos pasajes?
─ Claro que no ─ respondió Carla, que terminó por rendirse ante la forma de ser de su amiga ─ Lorena, siempre me ha ofrecido boletos para viajar y como yo hace rato que no viajo, de seguro que me los dará más que encantada.
─ Comprendo ─ fue la escueta respuesta de Florencia.

Carla, a modo de consuelo, acarició las manos de la joven, brindándole su cariño y apaciguando su ansiedad.

─ ¡Ya verás, qué todo va a estar bien! ─ reconfortó Carla y le obsequió una sonrisa a la joven.

Florencia, solo asintió aunque no muy convencida en su fuero interno, ya que sentía que estaba arrancando de cuajo sus sentimientos por Sofía y relegando a su corazón a una mazmorra de soledad perpetúa.

Por más que se quiera esconder de la verdad y hacer callar los sentimientos. Es bien sabido que nadie es dueño de lo que un corazón siente y guarda dentro de  sí y por más que se le impongan cosas al final de cuentas terminará tarde o temprano exponiendo una dolorosa verdad…Y es que el amor no se puede negar como tampoco burlar…El solo no se tapa con un dedo, es completamente ridículo como absurdo.

Mientras ambas muchachas se dirigían rumbo al aeropuerto y en otro sector de Santiago…

El jeep de la Arquitecta Almagro, llegaba a la obra de Sapunar y fue recibida por su colega y amiga, que no tenía buen semblante en esos instantes.

─ Dime, Mariela ¿Lograste que te responda el celular? ─ preguntó con ansiedad Sofía, mientras bajaba de su coche.
─ Lo siento, Sofí ─ respondió Sopric ─ por más que insistí en llamarla. Ella terminó por apagar su móvil. Amiga, mucho me temo que Flo, no desea saber nada de ti en estos momentos.
─ ¡Eso no! ─ exclamó con dolor Sofía, que dio un certero puñetazo al capot de su jeep. ─ No voy a permitir que esa loca de Colomba, se salga con la suya. Voy a encontrar a Flo, cueste lo que cueste.
─ ¡Cálmate Sofía! ─ ordenó de inmediato Mariela ─ No pierdas los estribos de esa manera, ya que no conseguirás nada positivo con alterarte de ese modo.
─ ¿Y cómo quieres que esté? ─ reclamó indignada Sofía, cuya mirada encerraba dolor como impotencia ─ ¡Qué aplauda y sonría feliz! ¿Cómo no te das cuenta que esa idiota consiguió apartarla de mi lado con sus mentiras.
─ No te pido que célebres las locuras de tu cuñada ─ espetó sería Mariela ─ Lo único que deseo es que te calmes y pienses con la cabeza fría y ver en dónde se puede hallarse Florencia.
─ ¡Discúlpame, por favor! ─ se excuso Sofía ─ No quiero emprenderlas contigo, pero he tenido un día horrendo. Primero mis suegros y ahora, mi cuñada. Y es cuando se deja caer lo malo viene con vale otro adosado.
─ Descuida, Sofí ─ mencionó contrariada Mariela ─ Comprendo a la perfección cómo te sientes y es que da mucho coraje cuando terceras personas se confabulan para acabar con tu relación y más si son cercanos a ti como lo es tu familia.

Sin darse cuenta, la Arquitecta Sopric, al decir aquello, dejo al descubierto un secreto que estaba celosamente guardado y que provocó que los ojos azules de Sofía, le quedasen viendo detenidamente como asimilando sus dichos y viendo sus reacciones. Por lo visto, su gran amiga no se percató que aquellas palabras dejaron asombrada a Sofía, al punto de sospechar que su colega y socia, al parecer mantenía un idilio en secreto tras el rompimiento con su esposo.

─ Mariela ─ mencionó Sofía, que se encaminó hasta su oficina y recibir el libro de obras del capataz mayor ─ Cuando logre solucionar este mal entendido con mi Flo. Tú y yo vamos a conversar tendido de lo que te está sucediendo.
─ ¿A qué te refieres? ─ preguntó anonada Mariela ─ si mal no recuerdo, eres tú la que tiene dificultades en este preciso momento o ¿Me perdí de algo?
─ No quieras hacerte la desentendida de lo que estoy hablando ─ confrontó Sofía, que no dejaba de chequear todas las anotaciones de su novia en dicho libro. ─ Sabes muy bien que me refiero a tu corazón y a lo que estás sintiendo.
─ ¡Ah eso! ─ exclamó sin emoción Mariela y salió rápido del paso ─ No hay nada que decir. Sólo que disfruto a concho de mi soltería junto a mi hijo.
─ Mariela Sopric ─ reprendió Sofía, levantado la vista y viendo fijamente a su mejor amiga ─ de nada te servirá hacerte la loca conmigo porque no funciona ponerte en el plan de impenetrable e indiferente. Te conozco muy bien y sé de sobra que estás sufriendo mucho por alguien que te tiene de cabeza.
─ ¿Podemos concentrarnos en ti mejor? ─ refutó Mariela, esquivando de plano el tema ─ Es prioridad para ti, encontrar a tu novia antes que haga cualquier barbaridad influenciada por esa bestia que tienes por cuñada.
─ ¡Ya te dije! No dejaré que Colomba se salga con la suya ─ respondió tajantemente Sofía y luego, agregó ─ Ahora. Dime ¿recibieron los camiones con el hormigón?
─ No ─ indicó Mariela ─ alcancé a detener el envío y quede con ellos para que hagan la entrega otro día. Claro está, que la gracia nos va a costar caro porque el gerente debió venderlo a otra constructora a bajo precio para no perderlo.
─ Ni modo. Deberemos asumir ese costo ─ aclaró seca Sofía, que no gustaba perder parte de su inversión estúpidamente. ─ No me voy a exponer que se pierda al no contar con un encargado que este vigilando las cosas y tú sabes, que no disponemos de más personal para trasladarlo a la obra.
─ Creo que deberemos buscarnos a otro constructor para hacerse cargo de Sapunar ─ sugirió Mariela ─ Debemos ponernos en todos los escenarios sin la presencia de Flo y es que no podemos darnos el lujo de descuidar esta obra.
─ No voy a contratar a nadie más ─ replicó molesta Sofía ─ El puesto es de Florencia y aunque ella no se encuentre en este momento, nadie la va a remover de su lugar. ¡Que te quede muy claro esto! Voy a encontrar a mi pareja y vamos a sacar a delante este proyecto aunque me tome estar en dos lugares a la vez y trabajar hasta el anochecer.  No voy a permitirle a ninguna persona que pase por encima de mi mujer y eso te incluye, Mariela.

Los ojos verdes de la Arquitecta, se abrieron desmesuradamente y es que por primera vez en su vida, se veían enfrentadas ambas mujeres. Lo que muchas veces le tocó ver de lejos o como espectadora, ahora le tocaba vivirlo en carne propia y es que Sofía Almagro, era una acérrima enemiga y no dudaba en hacer sentir todo su peso y poder. Sin importarle nada más y ahora, comprendía que se equivocó rotundamente en hacer esa sugerencia, debido a que su socia estaba muy sensible con todo lo que lo tocó vivir en el transcurso de la mañana y su reacción era lógica y de esperarse.

─ Entendí el mensaje y soy yo la que me disculpo contigo por la sugerencia ─ expuso Mariela─ No debí sugerir tal cosa y tienes toda la razón. El jefe de terreno es Flo y lo ha ganado con su trabajo.

Tras oír las disculpas de su socia, colega y amiga, Sofía, bajo la intensidad de su mirada y pudo dejar de estar a la defensiva. Todo su cuerpo comenzó a relajarse y es que le había tocado un día bastante desagradable y tuvo que defender sus derechos como su relación con su novia. Jamás pensó encontrar oposición en su trabajo y menos de parte de quién es su mejor amiga y confidente.

─ Mariela ─ expuso Sofía ─ Flo, no sólo es mi pareja sino que además, será la cuarta socia de esta empresa y tanto tú como Casy están al tanto de mis planes de pasarle la mitad de mis acciones a su nombre y así, ella se haga cargo de licitar a los únicos proyectos en lo que no hemos incursionado.
─ Lo sé ─ convino Mariela, pensativa ─ pero antes de cualquier cosa, debes hallarla y luego, deberás decirle acerca de tus planes. Recuerda que para ese tiempo debemos tener personal con experiencia en obras viales.
─ Lo tengo muy presente ─ respondió Sofía e hizo un alto para mandar a llamar a su capataz.

Cuando el hombre hizo acto de presencia, le dio instrucciones precisas de nuevos trabajos a realizar en lugar de hormigonar los cimientos de la edificación. Después de diez minutos de aclarar dudas y zanjar los procedimientos a seguir en la faena. Ambas Arquitectas se retiraron de la obra en un solo vehículo. Siendo Mariela; quién estaba al volante del jeep, ya que Sofía, seguía insistiendo en llamar a su novia.

Sin embargo todo fue en vano, ya que el móvil seguía cayendo a buzón de voz por estar fuera de servicio u apagado. La Arquitecta Almagro, dejó unos cinco mensajes al buzón del equipo y luego, se concentró en buscar posibles lugares en que podía hallarse su pareja.

─ Mariela, vamos directo a mi apartamento. ─ ordenó Sofía, que jugaba con su equipo celular sin atreverse a marcar al número de su hogar. ─ Tal vez necesitaba despejarse en casa.
─ De acuerdo ─ se limitó en decir Sopric, que intuía que la joven no se hallaba en el lugar y no quiso refutar nada al respecto, porque comprendía en cómo se sentía su amiga.

Les tomo veinte minutos llegar al condominio. Aparcaron el jeep y subieron de prisa al apartamento. Cuando entraron al inmueble, pudieron comprobar que la muchacha, no se hallaba ahí y que sus cosas estaban tal cual las dejará en la mañana.

Sofía, tuvo una corazonada y presintió que algo anda mal y sin más agarró del brazo a Sopric y salieron raudas del edificio.

─ ¿Se puede saber dónde vamos ahora? ─ preguntó Mariela, que comenzó a preocuparse un poco al ver el rostro de su socia.
─ A la pensión ─ respondió seria Sofía ─ Debo hallarla cuanto antes, Mariela. Mi corazón, me dice que mi Flo, no lo está pasando nada de bien.
─ Comprendo ─ mencionó Mariela y aceleró lo que más pudo ─ Tomaremos un atajo y quitarnos el bendito taco de pajaritos.
─ Haz lo que sea necesario para llegar pronto ─ apremió Sofía ─ sólo quiero hallarla.
─ La encontraremos, Sofí ─ repuso Mariela, pisando a fondo el acelerador y tomando calles aledañas que les condujeron a una caletera.

Entraron de pronto a la autopista central y en menos de unos metros, volvieron a ingresar a otra caletera que los llevó directo a la Alameda y terminar en un avenida que le dejo en la ruta principal de Maipú y tras rodar unas metros, tomaron calle los escritores y en poco minutos, dieron con la antigua pensión de la joven Villar.

Fueron recibidas por la dueña de la pensión, que les informó de inmediato que la muchacha no se encontraba en el lugar y que no sabía de ella desde el día que se marchó de la casa.

Sofía, resopló sulfurada al ser negativas sus tentativas de hallarle y es que la cabeza comenzó a latirle mucho, dado la preocupación y angustia que tenía.

─ ¿Dónde puede haberse metido? ─ preguntó desesperada Sofía en ese instante, mientras subía nuevamente a su coche.

Mariela, guardo silencio al comentario de su amiga y es que trataba  de descartar opciones y como se arrepintió en ese momento de no haberle sacado mayor información a Carla, sobre la vida de Florencia y en eso, sus ojos verdes se abrieron como plato al descubrir la verdad.

─ ¡Cómo no se me ocurrió antes! ─ exclamó Mariela, dándose una palmada en la frente. ─ Ella es la respuesta.
─ ¿Qué sucede Mariela? ─ preguntó Sofía, que le quedo viendo desconcertada.
─ Vamos con la única persona con quién puede estar tu mujer ─ mencionó Mariela ─ Y es de la absoluta confianza de Florencia, como para buscar consejo.

Recién ahí, Sofía; cayó en cuenta a lo que se refería Sopric y es que sólo había una sola persona a la cual su pareja adoraba y gustaba de su compañía.

─ Carla ─ murmuró Sofía, cuyos ojos azules volvieron a brillar singularmente y es que en el fondo de su corazón, no pudo evitar sentir celos; aún en esa situación angustiante.
─ Estoy completamente segura que está con ella ─ afirmó Mariela con severidad ─ Y si llega a negarla, seré yo misma quién la mate con mis propias manos.
─ ¡Mariela! ─ susurró atónita Sofía, ante el tenor de las palabras ─ me asustas.
─ Nada de Mariela ─ refutó seca y con disgusto ésta ─ tengo mis motivos para desconfiar de Carla y es tiempo de que la frene de una vez por todas.

Sofía, optó por no decir ninguna palabras más  y aunque era ella la más afectada con toda esta situación. Comprendió que no era aconsejable llevarle la contra a su colega y es que podía percibir un aura negativa desprenderse de su persona y con ello, tuvo la certeza de que el sufrimiento de su mejor amiga, tenía nombre y apellido… Carla Ramos.

« ¿Cómo es que no me di cuenta antes? Y es que en todos estos años, ellas dos han tenido una relación muy cortante y tensa al punto de fastidiarse a diario. Eso no es otra cosa más que…ATRACCION. » Reflexionó Almagro, pasmada ante el descubrimiento.


─ ¡Mi Dios! ─ murmuró para sí, Sofía, llevando su mano a taparse la boca y no dejar entrever nada de sus conclusiones.
─ ¿Sucede algo, Sofí? ─ Inquirió Mariela, viéndola por el rabillo.
─ Nada ─ mencionó Sofía, que ocultó la verdad y para salir del paso, agregó. ─ Pensaba en Flo y en lo qué esa estúpida de Colomba, puede haberle dicho.
 ─ Puedes esperar cualquier estupidez de parte de tu cuñada ─ aseveró seca y sin guardarse ninguna impresión de aquella mujer, añadió ─ ya te dije, Colomba es bisexual y ten por seguro que la motivo la envidia y los celos de no ser ella, la que esté en el lugar de Florencia.
─ Jamás podrá estar en la posición de mi mujer ─ aclaró Sofía, irritada al recordar la causa de su angustia ─ En cuanto encuentre a mi Flo y me explique lo que esa víbora le dijo. Voy a reunir a toda la familia y la voy a desenmascarar frente a todos y me importa un rábano como deba enfrentar a Efraín. Ella se lo buscó al meterse con lo que más amo en esta vida. Voy a darle una lección que jamás olvidara en su vida.
─ ¿Y quién da miedo ahora? ─ preguntó un tanto burlona Mariela, aunque en honor a la verdad, ganas de reír era lo que menos deseaba hacer al escuchar a su amiga y colega. Es que simplemente daba pavor.
─ Ya te dije, que no permitiré que nadie le falte el respeto a mi mujer ─ afirmó tajante y enérgicamente Sofía ─ Aprenderán a respetarla les guste o no. No les estoy pidiendo permiso para ser feliz junto a la mujer que amo. Haré cualquier cosa por protegerla de imbéciles como Colomba o Victoria.
─ ¡Ya tranquila, Sofí! ─ instó cariñosamente Mariela ─ no es bueno que mal gastes tu energía en personas como ellos. Debes ocupar esa energía en hacer feliz a tu novia nada más. Por ella debes desvivirte, es por lo que vale la pena luchar.
─ Convengo contigo de desvivirme por Flo y es que ella, es toda la razón de mi existir ─ concordó Sofía.
─ Ahora nos estamos entendiendo ─ acotó Mariela al llegar al estacionamiento de la constructora. ─ Es hora de ir por ella ¿No te parece?
─ No necesito que me lo recuerdes ─ señaló Sofía, que bajo más que rápido del coche y se fue en busca de su compañera.

Al momento de entrar al edificio, el reloj marcaba las 5:40 de la tarde y justo cuando se disponían a entrar a la oficina de la contadora, fueron interrumpidas por su socia.

─ ¡Qué bueno que las encuentro! ─ señaló Casy ─ chicas tenemos que hablar ahora.
─ Tendrá que esperar, Casy ─ refutó Sofía ─ Debo hablar antes con Carla.
─ Justamente de ella es que les quiero hablar ─ mencionó Casandra.
─ ¿Qué sucede con Carla? ─ saltó en el acto Mariela, que no le gusto la cara de disgusto de su colega.
─ Carlita, se nos fue de vacaciones hoy y sin avisarnos con anticipación ─ informó Casy, que le molestaba situaciones improvisadas.
─ ¿Cómo que se fue de vacaciones? ─ preguntaron al unísono Sofía y Mariela.
─ ¡Ey, chicas! No me maten que la culpa no es mía,  sino de nuestra adorada contadora que se le ocurrió irse de descanso de un momento a otro ─ mencionó con algo de disgusto la arquitecta.
─ ¿Hace cuánto que informó que se iba de vacaciones? ─ inquirió Mariela, que estaba especulando en los horarios.
─ Elsa me informó hace unos treinta minutos ─ mencionó Casy ─ me dijo que Carla, deseaba que me informarán a mí, ya que ustedes estaban ocupadas en ese momento.

Sin esperar más, Sofía, agarró el teléfono de una de las secretarias que estaban a unos pasos de ellas y marcó a la oficina de la jefa de recursos humanos.

─ Elsa, ¿A qué hora te notificó Carla que se iba de vacaciones? ─ preguntó de plano Sofía.
─ A eso de las dos ─ respondió la mujer al otro lado de la línea.
─ ¡Ya veo! ─ exclamó molesta Sofía por la noticia ─ Digo cuáles eran los motivos de su ausencia.
─ Asuntos personales que debía resolver lo antes posible ─ explicó Elsa. ─ Y ya me hizo llegar la carta con la solicitud hace una hora.
─ Envíamela a mi correo ─ ordenó Sofía y agregó  ─ y deja sin efecto esa carta. Ella sabe muy bien que a menos que fuese un motivo de salud urgente, no hay tal permiso sin avisar con anticipación de dos días a lo sumo. Sabe muy bien como son las reglas en esta empresa.
─ Como tú digas ─ respondió Elsa, inquieta del futuro de la joven. ─ ¿Deseas que haga algo más?
─ Comunícate de inmediato con ella y dile que se presente mañana mismo en la empresa o está despedida ─ Ordenó sin asco Sofía, que a esas alturas le hervía la sangre al sospechar que se encontraba en compañía de su pareja.

Esa orden fue una estocada al corazón de la Arquitecta Sopric, que se resintió al ver las represalias que tendría la joven Ramos y concluyó que tendría que intervenir a su favor de prisa y evitar que despidiesen a la muchacha y eso era algo que no estaba dispuesta a consentir.

El ambiente se enrareció de improviso y es que dos posturas estaban a punto de entrar en pugna a causa de un posible mal entendido y sólo la mirada suspicaz de Casandra, pudo percibir la tempestad que estaba a punto de estallar en sus narices y es que conocía de sobra el brillo peligroso que habían en los ojos de sus amigas y colegas.

Su intuición muy rara vez se equivocaba con respecto a temas muy relevantes y más tratándose de sus socias y presintió que Carla, era un tema delicado y un punto álgido en ese momento. Aunque le disgustase las acciones de la contadora, tenía muy presente que aquella jovencita contaba con todo el respaldo de una de sus socias y no sólo eso; sino que además, era muy importante en la vida de su colega, aunque nunca dijo o hiso ver sus impresiones, pero Goicochea, sabía más de lo que sus amigas suponían. Era la más observadora de las tres y sacaba rapidito una conclusión acertada de los hechos.

─ Sofía, espera ─ intervino Casandra a favor de la contadora ─ déjame a mí hacerme cargo de este tema y resolver las cosas con Carla. Verás que responderá como siempre lo ha hecho y que debo recordarle a ambas que ella  está en su derecho ya que tiene un periodo adentro y es que nos apoyó cuando más la necesitábamos y es lógico que reclame sus derechos.
─ Nadie discute lo contrario con respecto a sus derechos ─ replicó Sofía que no la veía con buenos ojos en ese momento. ─ Sólo que debe ceñirse al reglamento de la empresa como cualquier otro funcionario. Sino imagínate que cada trabajador haga lo que se le venga en gana; terminamos en la ruina. Lo siento Casy, pero quiero a Carla, devuelta o que se atenga a las consecuencias.

Eso último que se desprendió de los labios de la Arquitecta Almagro, fue el detonante que su socia, la viese de una manera que producía escalofríos y una onda negativa en el aire estremeció a la tercera socia y Goicochea, cerró sus ojos como suplicando que no se desatase una tormenta y es que ya nada podía evitar que ocurriese un enfrentamiento entre Mariela y Sofía a causa de la joven contadora.

─ Si quieres encontrar a Florencia. Vas a tener que dejar en paz a Carla y que sea ella, quién nos conduzca al paradero en dónde se halla tu mujer ─ siseo Mariela en un tono que era una clara advertencia a su socia de no estar bromeando. ─ Si persistes en despedirla, tendré que hacer valer mis derechos como socia y exigirte que desistas por las buenas. ¡Por Dios, Sofía! ¿Puedes dejar tus estúpidos celos y ver que Ramos es todo lo que tienes para hallarla?

Sólo un sismo escala del 6 al 7 puede provocar que el asombro, desazón e incredulidad y se vea reflejado en el rostro de las personas y es que efectivamente las amenazas de Sopric, consiguieron remover la actitud hostil en Sofía, que ha estado sometida a una ola de cosas negativas en un par de horas y que por otro lado de la moneda; Casandra, por primera vez desde que las tres se conocieron, estuvo casi segura que su sociedad terminaba por disolverse ahí mismo.

Sofía, al escuchar la vehemencia con que Mariela, salió en defensa de Carla, no tuvo más dudas al respecto, que entre ellas dos había un vínculo sentimental y es que absolutamente nadie pone las manos al fuego por un empleado a menos que sea pariente o pareja. Y claramente esto último es lo que se apreciaba.

Y como si de una tregua se tratase, le vinieron a la memoria las palabras de su madre hace un tiempo atrás:

«Cuando una mujer ama es capaz de irse contra los mismos cielos y defender a su pareja aún a costa de su propia vida. En ese momento tendrás la certeza de que estás frente a un amor verdadero, ya que verás que no se está pensando en sí misma sino que es prioridad para ella, la felicidad y la seguridad de su ser amado y no le interesará saber en contra de quién deba enfrentar con tal de proteger a su amor. Así sea la persona más poderosa, respetada o temida. Esa mujer dará todo por procurar a su pareja. Cueste lo que cueste» reflexiones hechas por Alicia en el momento en que su hija le confesaba acerca de sus sentimientos por la joven Villar.

Al evocar aquellas palabras, Sofía, pudo comprender que su amiga, socia y colega, amaba poderosamente a la joven contadora. Al igual que ella, estaba dispuesta a todo con tal de procurar a su pareja y no le interesaba en lo más mínimo el precio a pagar.

─ Discúlpame Mariela ─ dijo arrepentida Sofía, de haber puesto en apuros a su mejor amiga. ─ Tienes razón en decir que es Carla, la única persona que puede ayudarme a encontrar a mi mujer.
─ ¡Eh!... Chicas pueden decirme  qué está pasando ─ inquirió sumamente confundida Casandra con tamaños ojos ─ ¿Y qué sucede con Flo? ¿Acaso está pérdida?
─ Así es Casy ─ respondió Sofía ─ No puedo hallar a mi novia y todo por culpa de mi cuñada que fue a verla a la obra.
─ ¿De qué cuñada estás hablando? ─ preguntó Goicochea ─ porque tienes cuatros…A menos que sea… (Y clavó sus ojos en Mariela, en una forma suplicante) ¡Por favor dime que no es ella!
─ Colomba ─ fue la escueta y amarga respuesta de Sofía.
─ ¡Mi Dios bendito! ─ exclamó Casy, llevando sus manos a su rostro ─ ¡Por todos los cielos!, es mi culpa, debí advertirte que no debías presentarla con ella.
─ ¿A qué te refieres, Casy? ─ inquirió con curiosidad viva, Sofía ─ ¿Hay algo que no me has dicho sobre Colomba?
─ Sofía, cariño. ─ trataba de explicar nerviosamente ésta ─ Colomba ha estado enamorada de ti desde que se conocieron en aquella gira de estudios en la Laguna San Rafael y siempre buscó el modo de estar cerca de ti.
─ ¡Vez! Te lo dije ─ evidenció Mariela ─ tu cuñada es bisexual. Y tú, Casy ¿cómo es que lo sabías y no habías dicho nada?
─ Por la sencilla razón de que Colomba se casó con Efraín y pensé estúpidamente que se olvidaría de Sofí ─ reveló Goicochea, cuyas manos eran un mar de nervios y ansiedad. ─ Además, yo sé muchas cosas que ustedes presumen que nadie más sabe.

Esto último fue dirigido a la propia Mariela, puesto que sus ojos grises quedaron viendo por el rabillo de estos a su colega. Consiguiendo que Sopric, como muy pocas veces, sintiera las mejillas arder.

─ Bueno, bueno. Lo relevante aquí; es que esa loca de Colomba con su visita causó un gran problema ─ retomó el tema Mariela y en pocas palabras puso al tanto de todo a su otra socia de lo sucedido con Villar y que ahora se sumaba lo de Carla.
─ Es muy lógico que haya buscado a Carla, antes que nadie. ─ dedujo Casy ─ Tú me disculparás Sofí, pero en su lugar habría hecho lo mismo. Necesitaba desahogarse de una forma u otra y solo una amiga puede aconsejarte imparcialmente con respecto a tu pareja.
─ Lo sé ─ respondió Sofía algo perturbada ─ sólo que me deje llevar por los celos.
─ Mira Sofí ─ acotó Casandra ─ Puedo poner mis manos al fuego a que esas dos son amigas y se quieren mucho y les ruego a ambas, que dejen de ver fantasmas donde no los hay, por que lo único que consiguen es desconfiar injustificadamente de las chicas y motivos no les han dado como para suponer que tuviesen una relación entre ellas. Es más que obvio que ahí; solo existe una sincera y valiosa amistad.

Ese comentario sí que enmudeció a las otras dos Arquitectas, que sintieron la vergüenza en carne viva reflejada en sus rostros y era tal su vulnerabilidad que no repararon en lo dicho por Goicochea, que estaba al tanto del amor que profesaban por sus chicas en especial Sopric.

─ Veamos ─ murmuró Casy y llevando su mano al mentón, reflexionó un poco ─ Si Carlita se fue de vacaciones apuradamente, es más que obvio que Flo, está con ella y la está protegiendo a toda costa. Lo que nos deja una sola alternativa.
─ ¿Cuál? ─ fue la pregunta que nació de parte de sus dos colegas.
─ Han perdido mucho tiempo aquí y deben irse ya al departamento de Carla. Antes de que esas dos se vayan a otro lugar ─ instó acertadamente Casandra ─ Y más les vale que se den prisa, yo me ocuparé de todo aquí y me mantendré en contacto con ustedes y ni se les ocurra apagar sus celulares, ¿Me han oído el parcito?
─ Sí, mi capitán ─ respondieron ambas como en los viejos tiempo de colegio y es que Casandra, tenía mucha sensatez y una voz de mando que no permitía oposición alguna.
─ ¿Entonces qué están esperando? Salgan de mi vista antes que sea yo misma, quién las mande a volar ─ reprochó Casandra muy seria.
─ ¡Ay la enana se enojo! ─ exclamó con espantó Mariela ─ Vámonos Sofí, sino Miss Goicochea hace un sepelio con nosotras dos.
─ Sí ─ fue el comentario de Sofía, que era arrastrada por Mariela al elevador ─ Nos vemos pronto, Casy y te debo una.

Casandra, no dijo nada hasta que las vio perderse en las puertas del ascensor y sólo ahí, soltó una risita muy propia de ella y es que le encantaba hacer que ese par de mujeres duras, inflexibles, exitosas y en algunas ocasiones malas pulgas; terminarán acatando sus órdenes sin chistar lo mismo que en la época de la universidad. Podía ser la más pequeña de las tres y la más relajada en su forma de ser, pero se gastaba un porte como carácter que hacía palidecer a las otras dos. Definitivamente tenía un don de mando único y se veía reflejado en su trabajo y negocio. Los casos más complicados los resolvía ella solita y zanjando cualquier problema de índole interpersonal de entre sus trabajadores y es que a su haber ya tenía cientos de despidos sin temblarle la mano en lo más mínimo y hasta el más duro constructor como Néstor y el implacable Arquitecto Renzo, le tenían un respeto único y ni siquiera se atrevían hacer bromas con ella, pues nunca podían saber qué pensaba o como actuaría.

─ Elsa, deja sin efecto la orden de Sofía ─ demandó amablemente Casy ─ y busca en los registros de Carla, su antiguo domicilio  como su número de teléfono y me lo haces saber de inmediato.
─ Como tu mandes, Casandra ─ respondió ésta y cortó la llamada enseguida y es que el tono dulce que empleaba su jefa, era sinónimo de ser una orden inmediata y absoluta. De no ser obedecida significaban problemas graves.

Sin duda que lo dicho por Carla hace un tiempo atrás con Florencia, era totalmente cierto; ya que las tres Arquitectas eran peor que Atila y éste era solo un bebe que palidecía al lado de estas tres profesionales y empresarias.

Dejando de lado aquella anécdota. Amas socias ya dirigían su coche por la autopista central con dirección al centro para luego tomar calle Ñuble y dar con Vicuña Mackenna hasta llegar a San Jorge y al hogar de la contadora.

Después de 70 minutos de lidiar con un taco enorme, semáforos y unos cuantos brutos al volante. El jeep se aparcaba justo a las afueras del conjunto de block, dónde vive la joven Ramos.

─ Hay veces que realmente detesto vivir en Santiago por los benditos tacos ─ escupió con bronca Mariela ─ Uno de estos días comprare una parcela al sur del país y vivir en paz.
─ ¿Qué tan al sur? ─ preguntó suspicazmente Sofía, sin ir al grano.
─ ¡Um!... Olvídalo ─ rezongó de  mala gana Mariela, al percatarse el rumbo de la conversación y arrugó la nariz al hablar, pues no le gustaba que la dejasen entre la espada y la pared. ─ Será cuando Benjamín esté más grande.
─ ¡Ya veo! ─ murmuró algo risueña Sofía, de ver el gesto en su amiga.

Bajaron del coche y se presentaron con el portero…

─ Al 702 ─ dijo Mariela sin rodeos.

El portero al reconocer a Sopric, las dejo ingresar sin poner traba alguna y saludarla muy amablemente.

─ ¡Vaya!  ─  exclamó Sofía bien sorprendida ─ Y dime una cosa, Mariela, ¿Cómo es que sabes la dirección exacta de Carla?
─ Está en sus registros ─ respondió espontáneamente ésta, salvando la situación.
─ ¡Ese señor parecía conocerte muy bien! ─ especuló Sofía, sin dejarle salida alguna a su amiga ─ es muy curioso o es simple casualidad que también estuviese en los registros de Carla.

Mariela, casi se ahoga con el comentario pues no tenía escapatoria ante las sospechas de su mejor amiga.

─ No vas a rendirte ¿No es así? ─ murmuró aún atorada Mariela.
─ No. Hasta que seas sincera y me digas que tienes con Ramos ─ expresó Sofía, viéndola con una ceja alzada.
─ ¡Uf! ─ exclamó ya cansada Mariela ─ te prometo que te contaré todo, una vez que resolvamos lo de tu novia y luego, nos sentaremos a conversar tú y yo.
─ Cobrare tu palabra Mariela Sopric y pobre de ti que busques un pretexto para escapar de nuestra conversación ─ advirtió Sofía.
─ No hace falta que continúes con tus advertencias ─ reprochó Mariela ─ No falto a mi palabra cuando la doy.
─ De acuerdo ─ convino Sofía, siguiendo a su socia al entrar al edificio.

Mariela, buscó el ascensor y al encontrarse fuera de servicio, no les quedo más remedio que subir por las escaleras al séptimo piso y casi llegan ambas con la lengua afuera, ya que ninguna estaba acostumbrada a subir escaleras casi corriendo.

─ ¡Mi Dios! ─ murmuró agotada Mariela ─ Creo que estoy fuera de forma o me estoy volviendo más vieja y me pesan mis piernas de tantas escaleras.
─ ¡Uf! ─ concordó Sofía, también ligeramente cansada ─ Ahora entiendo porque Carla, tiene esas piernas tan bien torneadas. Apuesto a que no usa ascensor.
─ No te equivocas ─ repuso Mariela, que dirigió sus pies directo al número de Carla. ─ Ella me dijo que no necesita ir al gimnasio ya que su edificio le proporcionaba todo lo que necesitaba.
─ Ni que lo digas ─ concordó Sofía, muy divertida de ver cómo a su amiga se le iban escapando más cosas sobre la joven. ─ aquí haces más de 50 abdominales de una sola tirada.
─ A lo que vinimos ─ mencionó Mariela al ver el rostro de su socia.

Sopric y Almagro, quedaron de frente con el 702. Siendo Mariela, que tocó el timbre del departamento, pero fue en vano al no haber respuestas. Insistió varias veces y optó por marcar el celular de Carla, pero éste estaba con buzón de voz.

─ ¡Al carajo, Carla! ─ gruñó Mariela, que apretó su mandíbula del coraje que le dio toparse con la grabación ─ ¿Dónde rayos te metiste tú ahora?
─ ¿No te contesta? ─ indagó con incertidumbre Sofía, que a esas alturas comenzó a desesperarse de verdad.
─ No ─ respondió Mariela.
─ ¡Mierda! ─ Exclamó con rabia Sofía ─ ¿Qué voy hacer ahora?

En eso como si presintiera lo que estaba sucediendo, sonó el celular de Mariela…

─ Dime Casy ─ apremió Mariela.
─ ¿Cómo les fue? ─ preguntó ésta.
─ Pésimo ─ respondió Mariela ─ No se encuentran aquí.
─ Me lo temía. Tardaron mucho en llegar ─ refuto Casandra ─ Mariela, sólo les queda una opción y es que vayan a la casa de los padres de Carla y pregunten por ella.
─ ¿Tienes la dirección? ─ Inquirió ésta, poniéndose en marcha con Sofía.
─ Ellos viven justamente en Vicuña Mackenna ─ informó Casandra ─ Vayan al paradero 10 y busquen Hipólito Solfeen 1432.
─ Eso haremos ─ respondió Mariela ─ ¿Tienes algún número al cual llamar antes?
─ Descuida preciosa;  que ya les llamé y las están esperando ─ aclaró Casy ─ Obviamente que no les dije el motivo para no poner sobre aviso a las chicas.
 ─ ¡Excelente jugada de tu parte, Casy! ─ alabó Mariela ─ ¿qué haríamos sin ti?
─ Muy simple…Llorar a mares su mala suerte ─ soltó entre risas y suelta de cuerpo Casandra.
─ ¡Cómo te gustaría que yo besara tus pies! ─ reprochó del mismo modo Mariela ─ Déjame aterrizarte de una buena vez. Sigue soñando… ¡Goicochea!
─ Algún día te postrarás ante mí ─ se mofo entre risas Casandra ─ ¡Ya verás!
─ En tus sueños, nena ─ rebatió Mariela ─ ahora te dejo que no puedo seguir perdiendo más mi tiempo.
─ Oka ─ señaló Casy ─ las dejo también y no demoren mucho o las perderán por su lentitud.
─ No lo haremos, tontuela ─ se despidió Mariela, cuando ya salían del edificio. Olvidando por completo el carreron que se dieron escalas abajo.

Cuando subieron al jeep, Sofía, colocó su mano sobre la de Sopric…

─ Gracias por todo lo que estás haciendo por mí ─ mencionó Sofía, con un semblante algo inquieto.
─ Sofí, no tienes nada que agradecer ─ repuso Mariela  ─ Soy tu amiga ante todo y estoy para ayudarte en lo que más puedo.
─ Aprecio muchísimo tu amistad ─ convino Sofía ─ Soy muy afortunada en todos los sentidos.
─ Sin duda lo eres ─ concordó Mariela y arrancó tan veloz como pudo.

Fueron unos 15 minutos de una carrera loca en que el jeep adelanto cuanto auto se cruzó en su camino y por más insultos que recibieron, hicieron caso omiso a las gesticulaciones de los demás conductores y es que conducir en Santiago es de locos y uno se acostumbra a ello y a estar en tensión constantemente. Es el pan de cada día de los capitalinos.

─ Mariela ─ susurró Sofía, tras meditar en lo que iban a hacer.
─ Dime ─ instó ésta.
─ ¿Has hablado con los padres de Carla, alguna vez? ─ preguntó sin rodeos Sofía.
─ No ─ respondió Mariela, cuyo semblante se ensombreció mucho al pensar en ello y agregó ─ Y debía hacerlo hace mucho, pues estoy segura que ellos han de saber quién soy yo en la vida de Carla.
─ A eso me refería ─ mencionó Sofía ─ ¿qué harás al respecto?

Los ojos verdes de Mariela, se empequeñecieron y es que ya no había marcha a tras para ella y debía asumir las consecuencias de sus acciones y darle una definitiva solución.

─ Antes que nada, disculparme por no haberme presentando con ellos y hacer las cosas como debía haberse hecho ─ asumió su verdad Mariela, sin importarle ya nada más. ─ Ella tuvo que lidiar con todo sola y fui incapaz de defender lo nuestro. Todo porque el maldito miedo me invadió y no quise que la perjudicaran directamente.
─ Entonces…Tú ─ indujo sutilmente Sofía.
─ Yo amo a Carla desde hace mucho ─ confesó por fin Mariela.
─ ¿Por ella se acabó tu matrimonio? ─ indagó cuidadosamente Sofía.
─ Así es ─ afirmó seria Sopric ─ Ricardo, descubrió que me había enamorado de alguien más y aunque nunca nos llevamos mal en lo que duro nuestro matrimonio. Terminó de la peor manera y sólo me dijo que él no aceptaba a Benjamín como su hijo porque, yo le había sido infiel. Y que haría pedazos a mi amante de encontrarse con él.
─ Mariela ─ susurró con cariño Sofía, acariciando su mano para confortarla ─ Eso ya se terminó y lo que cuenta ahora, son tus sentimientos por Carla.
─ No sabes cuánto he deseado hacer lo correcto ─ develó con mucho pesar Mariela ─ Solo estaba a la espera de una resolución y así, poder ir por ella y no creyese que no me importaba;  solo estaba protegiéndola.
─ No te angusties, Mariela ─ repuso Sofía ─ Debes aclarar las cosas con ella y plantearse un futuro juntas. Ahora, debes decirles la verdad a sus padres.
─ Claro que lo haré ─ respondió Mariela ─ ya he dejado pasar mucho tiempo para reclamar el amor de Carla y hacerla mi pareja. Además que Benjamín, la adora y la ve como su mami.
─ ¿De verdad? ─ preguntó con asombro Sofía.
─ Mi hijo, adora a Carla y la extraña mucho al punto de preguntarme por ella casi todos los días cuando regreso a casa ─ develó más aliviada Mariela, al dejar salir sus sentimientos por tanto tiempo reprimidos.
─ Entonces amiga mía, como has dicho tu misma,  es hora que reclames a Carla y la hagas tu pareja y le des el lugar que se merece ─ sugirió Sofía.

Mariela, no respondió nada, ya que el coche se detuvo justo en las señas que le diera Casandra y un señor salió de inmediato a recibirlas al escuchar detenerse al vehículo.

─ La hora de la verdad llegó ─ se animó Mariela y se bajo del jeep junto a Sofía.
─ ¡Buenas tardes! ─ saludó el señor.
─ ¡Buenas tardes! ─ fue el saludo de ambas Arquitectas y estrecharon su mano.
─ Mi nombre es Oscar Ramos  y me dijo la señorita qué me llamó hace un rato que necesitan de mi ayuda ─ mencionó éste. ─ ¿Acaso sucede algo con mi hija?
─ Don Oscar mi nombre es Sofía Almagro y el de mi socia es Mariela Sopric y estamos buscando a Carla urgente ─ señaló ésta.

Los mismos ojos pardos del padre se clavaron de una sobre la persona de Mariela y le quedo viendo de una forma sombría.

─ Así que usted es la mujer que ha hecho sufrir a mi hija ─ encaró el padre de Carla. ─ ¿Por qué debería ayudarla ahora?

Sopric, tragó saliva ante lo expuesto por dicho señor y por primera vez en su vida, se arrepintió de no haber enfrentado esta situación y  haberse dado el tiempo de conocer a la familia de la mujer que se enamoró. Más ahora, nada podía cambiar la forma de pensar de ese señor con respecto a ella.

─ Yo me disculpo por todo el sufrimiento que he causado en la vida de su hija, Don Oscar ─ esgrimió Mariela ─ Lo que sucedió entre ella y yo, fue algo que surgió sin buscarlo ninguna de las dos y por más que intentamos ignorar nuestros sentimientos, terminamos por ceder ante el amor. Es un tema que me gustaría platicarlo con usted en otro momento, porque hoy he venido con el propósito de buscar a una amiga y compañera de Carla, a quién no podemos encontrar y que es la pareja de mi socia.
─ Mire señora, hay algo que le voy a decir sin rodeos ─ señaló sin asco éste ─ Y es que por culpa de mujeres de su clase, muchachas como mi hija y esa joven que buscan terminan por cometer locuras a causa de ser engañas vilmente con promesas que nunca cumplirán. Ellas son jóvenes respetables y no corrompidas por el dinero como otras. No tienen derecho a jugar con sus sentimientos.
─ Yo no he jugado con los sentimientos de Carla ─ protestó Mariela, perdiendo la paciencia y es que de tal palo, tal astilla, padre e hija, la sacaban de sus casillas. ─ He tenido que esperar por tres malditos años a que saliera la resolución de mi divorcio y así, ofrecerle un hogar y familia a su hija o usted se piensa que ando por la vida enamorándome de cualquier mujer y burlándome de ellas. Pues déjeme aclararle que solo me enamore de su hija y le amo demasiado al punto que soy capaz de arriesgar mi vida por ella con tal que nada le suceda.
─ ¡Mariela! ─ murmuró Sofía, que tocó su brazo para calmarla un poco.

El hombre al oír los descargos de la Arquitecta, quedo tan pasmado que no supo que más decir y es que jamás espero que ella correspondiese a los sentimientos de su hija. Como tampoco, está demás decir; ver el carácter que se gastaba esa mujer que era muy similar al de su descendiente.

─ Lo siento ─ se disculpó Mariela con un resoplido que se llevo todo su coraje.
─ Don Oscar, soy yo la que le suplicó ahora que nos ayude ─ imploró Sofía ─ necesito encontrar a mi mujer y solo su hija sabe el paradero de ella.
─ Yo no les puedo decir nada ─ expuso éste, apartando su vista de esos ojos azules.

Sofía, quedo de piedra ante la respuesta del padre de la joven Ramos y sentía una impotencia tan grande al tener que depender de otros para averiguar dónde se encontraba su pareja.

─ Si tú no se los dices. Entonces se los diré yo ─ se escuchó una voz de mujer a sus espaldas.
─ Carmen…No ─ espeto Oscar ─ ¿Acaso no te das cuenta que pueden lastimarlas?
─ Querido. Comprende los sentimientos de ellas y ponte en su lugar ─ amonestó su esposa ─ Ya hemos visto sufrir mucho a nuestra hija como para dejar que se vuelva a repetir la historia. Además, algo dentro de mi corazón me dice que ambas son sinceras en lo que sienten por las muchachas.
─ Muchas gracias, señora Carmen ─ repuso Sofía, que tomo las manos de la mujer y las apretó emocionada ─ Dígame ¿En qué lugar se encuentran ellas?
─ Las chicas viajaron a Coihaique hace unas horas  ─ respondió la mujer ─ Ellas necesitaban alejarse de ustedes y es que tanto Carla como Flo, estaban muy tristes y decidieron volver a comenzar muy lejos y así, poder olvidarlas.
─ ¡Qué! ─ fue la exclamación que salió de los labios de Almagro y Sopric.
La noticia sentó fatal a las dos Arquitectas que jamás sospecharon que las mujeres que amaban fuesen capaces de abandonarlas sin ninguna explicación y sin ningún tipo de misericordia.

─ ¡Flo! ─ murmuró con un nudo en la garganta Sofía y cuyos labios temblaban al comprobar que su cuñada había causado un daño muy grave en su vida y la volvía a someter al mismo dolor que vivió con la partida de su difunto esposo.
─ Yo puedo comprender que Carla, me terminase por abandonar por mi estupidez ─ mencionó dolida Mariela y sus manos estaban tan empuñadas que se resistían en aceptar los hechos. ─ Pero, Florencia… ¿Qué motivo le dio Sofía para qué le haga una cosa así?

La madre de Carla, sintió pena por las dos mujeres que a leguas se podía palpar su dolor y desazón en el orbe de sus ojos que se cristalizaron enseguida y sin siquiera conocerlas, se conmovió de su congoja y quiso ayudarlas de alguna manera.

─ El único consejo que les puedo dar. Es que sí aman verdaderamente a las chicas no dejen que nada ni nadie las aparte de su lado; ni siquiera ellas mismas ─ indicó Carmen ─ Tuérzanle la mano al destino y aquellas personas que se han opuesto al amor que ustedes sienten por las muchachas. Demuestren que lo que sienten puede superar cualquier obstáculo y salir airoso de las pruebas y con ello, habrán hecho solido su amor como su relación.

Aquel consejo, les vino como anillo al dedo al corazón de ambas jóvenes y como bálsamo que renovó sus ánimos. A Sofía, le pareció estar escuchando a su madre y se sobre puso a su dolor y sacudiéndose las malas vibras arrojadas por su cuñada. Volvió a recuperar su confianza como también en su pareja.

─ Tiene mucha razón Carmen ─ convino Sofía ─ No es momento para darnos por vencida e iremos por ellas, se lo prometo. ¿Puede indicarme la dirección en la cual podemos hallarlas?
─ Como no ─ repuso contenta la mujer ─ Eso sí que es la dirección de mi casa en Coihaique y la de Flo, está a las afueras de la ciudad. Deberán preguntarle a mi hija su dirección.
─ Le aseguro que yo sacaré esa información de Carla ─ señaló Mariela y abrazando a la mujer, agregó. ─ Agradezco su ayuda como también que haya creído en mis sentimientos por su hija. Perdóname si la hice sufrir, pero temía que le sucediese algo por mi causa.
─ Mariela ─ mencionó Carmen ─ Soy yo también que debo disculparme con usted y mi hija, por no comprender un amor como el suyo y es que la vida y Dios, se encargó de demostrarme lo equivocada que estaba y ahora le voy a pedir que cuide de Carla y la haga muy feliz.
─ Con mucho gusto haré lo que me pide ─ concordó Mariela, que por primera vez tenía la oportunidad de conocer a sus suegros. ─ Entregaré hasta el último segundo de mi vida para hacer de ella la mujer más feliz de la tierra.
─ Con eso me basta ─ repuso Carmen ─ Ahora deben irse cuanto antes, porque ambas están pensando tomar un trabajo que las llevará fuera de la ciudad y quizás a tierras Argentinas.
─ ¿Trabajo? ─ preguntaron ambas socias.
─ Así es. ─ reveló Carmen ─ A Florencia, le aceptaron la solicitud en una holding de obras viales que se adjudico una carretera al sur del país y es más que seguro que mi hija también postulará a dicha empresa.
─ ¡Sobre mi cadáver! ─ Exclamaron al unísono ambas Arquitectas.

La madre de la contadora, no dijo nada al respecto y una sonrisa afloró en sus labios y es que le dio mucho gusto saber que esas mujeres estaban dispuestas a luchar por las chicas en todos los ámbitos y no pudo evitar decírselos.

─ Ahora puedo irme en paz, sabiendo que mi hija y su mejor amiga, están en muy buenas manos ─ soltó con alegría Carmen  ─ Ahora váyanse y vayan abrigadas hace mucho viento en estas fechas en Coihaique.
─ Nos despedimos entonces. ─ convino Sofía y la besó en la mejilla ─ Gracias por su ayuda y muy pronto nos estaremos viendo nuevamente, porque usted y su esposo son parte de nuestras familias.
─ Lo mismo digo, Carmen ─ murmuró Mariela, emulando el gesto de su socia ─ al regresar vendré con Carla y les pediré formalmente la mano de su hija.
─ Las estaremos esperando ─ convino Carmen y les acompañó hasta el jeep y desde ahí, les vio partir.

Cuando el coche de ambas Arquitectas, doblará la esquina del pasaje, el esposo de Carmen, se acercó y le quedo viendo.

─ ¿Crees que ellas estarán bien al lado de esas mujeres? ─ preguntó Oscar.
─ Por supuesto que sí ─ respondió su esposa y se abrazó a él. ─ Después de estar  a las puertas de la muerte y de casi perderlos a todos ustedes. Lo único que tengo pensado es disfrutar de su compañía y verlos contentos.
─ Si tú crees en ellas, pues entonces yo también les apoyaré ─ mencionó Oscar ─ Pero más le vale a esa mujer que traiga a mi hija de vuelta y cumpla su palabra. De lo contrario se las verá conmigo.
─ Querido… ─ exclamó risueña Carmen ─ Deja de ser tan posesivo con tu hija. Ella va a ser feliz al lado de Mariela. De eso puedes estar tranquilo.
─ Eso espero mujer ─ refuto Oscar, aún con el ceño fruncido y es que los padres son muy celosos con sus hijas.

Mientras la pareja, se adentró a su hogar. El vehículo de las chicas, volaba por Vicuña Mackenna más que aprisa y es que debían llegar lo más pronto al aeropuerto y tomar el primer vuelo con rumbo a Coihaique y evitar que sus respectivas parejas tomasen una decisión, que las dejaría fuera de sus vidas y les negaría el derecho de ser felices.

Sofía, sacó su celular y marcó directo con la casa de sus padres y habló directamente con su madre y la puso al corriente de todo lo sucedido. Además de pedirles que se reuniesen con ella en el aeropuerto y fuese su padre como su hermano Federico. Luego, cortó la llamada y se comunicó con su otra socia.

─ ¿Cómo te fue lindura? ─ preguntó Casandra impaciente. ─ ¿Las encontraron?
─ Ellas no estaban en casa de los padres de Carla, pero ya sabemos en qué lugar se encuentran ─ señaló Sofía, a la vez que veía el horizonte por su ventanilla ─ Casy, necesito que pases a recoger a Benjamín al jardín y te pases al aeropuerto. Nosotras debemos viajar a Coihaique cuanto antes. Ahí, te daré más detalle de todo.
─ Salgo de inmediato ─ afirmó Goicochea, que ya salía de su oficina casi volando ─ Nos vemos en un rato más.
─ Vale ─ dijo Sofía y cortó la llamada.

La joven Arquitecta no pudo abstraerse de las palabras de la madre de Carla, en cuánto a dejar que personas como Colomba, interfirieran en su relación y destruyesen su futuro junto a su ser amado.

─ No dejaré que te salgas con la tuya, Colomba ─ murmuró entre dientes Sofía, cuyo mandíbula estaba al máximo de tensa y es que recordar la osadía de su cuñada, le había devuelto el coraje en su totalidad.
─ Te aconsejo que no la prevengas aún hasta no hablar con Flo y saber exactamente lo qué paso ─ instó Mariela. ─ Si confrontas a esa loca de cuñada que tienes. Ella negará todo y sólo tu mujer puede decirte la verdad de lo sucedido hoy.
─ Tienes razón en ello ─ concordó Sofía ─ más sabrá de mí en cuanto sepa que le hizo a mi mujer y en ese minuto se lamentará por el resto de su vida por partida doble; ya que mi madre hablará esta noche con Efraín a solas y créeme, Mariela, nada ni nadie salvará a Colomba.
─ No seré hipócrita en decir que lo siento por ella, porque no es así ─ expresó sin una pizca de emoción alguna por esa mujer. ─ Ella se buscó solita su desgracia por envidiosa y falta de sinceridad para con ella misma.
─ Aunque ella hubiese confesado sus sentimientos, yo jamás me habría fijado en alguien como  Colomba ─ señaló con enfado Sofía ─ Como decirlo sin que parezca soberbio o pretencioso de mi parte y es que ella no es; ni será  mi tipo de mujer;  porque nunca la hubiese visto con otros ojos y de solo llegar a pensarlo, me produce nauseas,  más ahora que sé;  la clase de mujer que es.
─ Sofía ─ se limitó en exclamar a Mariela, que la veía por el rabillo de sus ojos y sacudió su cabeza por respuesta ─ ¿Nos vamos directo al aeropuerto?
─ Antes iremos a mi apartamento a recoger ropa y luego al tuyo ─ respondió Sofía.
─ Deberíamos comprarlo en el mismo aeropuerto, ¿no te parece? ─ sugirió Mariela ─ ya que no vamos en un viaje de placer y debemos estar de regreso lo más pronto posible.
─ No puedo refutarte ese punto por lo que accederé a que vayamos directo ─ concordó Sofía ─ Aunque tengo la corazonada que estaremos más de un día y es que es mi obligación conocer a la familia de mi novia y presentarme como corresponde y no a las carreras.
─ Buen punto, Sofí ─ acotó Mariela ─ Casy, tendrá que llevarse todo el peso de la empresa en nuestra ausencia.
─ No será tan así, Mariela ─ aclaró Sofía ─ le he pedido a mi madre que lleve a mi padre y a Federico, para que apoyen en todo a Casy.
─ Eso es excelente ─ afirmó ésta ─ Entonces solo nos restas sacar esos pasajes al sur y traerlas de vuelta.
─ Así es, Mariela ─ repuso Sofía, viéndola a la cara y esos ojos azules brillaron con tal intensidad al continuar. ─ Te puedo asegurar que no regresaré a casa sin ella.
─ Ya somos dos, Sofí ─ acotó Mariela ─ yo no dejaré escapar a esa mujer otra vez.
─ ¿Hasta las últimas consecuencias, amiga mía? ─ inquirió Sofía, estirando su mano empuñada como en los viejos tiempos de universidad.
─ Hasta las últimas, mi querida Sofí ─ aseguró Mariela, chocando su mano libre por unos segundos.

Ambas mujeres sonrieron llenas de seguridad, optimismo y complicidad de que esta vez el destino estaría a favor de ellas y conseguirían su propósito de traer de vuelta a sus parejas y retomar su relación más fortalecida después de un gran revés.

Una hora y media más tarde en el aeropuerto Arturo Merino Benítez, Las dos mujeres se reunieron con los padres de Sofía; su hermano, Casandra y el pequeño Benjamín.

Sofía, explicó a su familia en qué consistía su plan y es que: a Federico, por ser Ingeniero Civil, apoyaría en la constructora a Casy. Por su parte, su padre Rafael; como Arquitecto estaría a cargo del proyecto del subsecretario y Alicia, cuidaría de Benjamín, por estar ausentes los padres de Mariela.

Los tres implicados aceptaron ayudarlas sin mayores inconvenientes y acordaron no hacer la reunión de familia hasta que Sofía no regresará y ahí, llamarían a Efraín a casa y ponerle al tanto de todo lo sucedido y es que era de suma importancia para una familia como los Almagro Subercaseaux, mantener el respeto dentro de sus miembros, la honestidad y la lealtad, eran valores intransables en  el seno de esa familia y una traición como la de Colomba, jamás la dejarían pasar.

Después de ultimar los detalles y tras un largo de tiempo de espera, ambas Arquitectas, abordaron el vuelo de Airbus con destino a Coihaique a eso de las tres de la madrugada.

Agotadas por una jornada cargada de tensión, frustración, dolor, angustia y carreras todo el santo día, por fin podían hallar un poco de alivio y de descansar en las horas de vuelo que las separaban de sus respectivas parejas.
Sin duda, que ya no se estaban jugando el todo por el todo, sino que en ello habían puesto su corazón como sus sentimientos y no escatimarían esfuerzos con tal de volver a conquistar el corazón de las mujeres que amaban.

Cuando sopla un segundo viento en nuestras vidas, es claramente una nueva oportunidad para triunfar en el plano sentimental y dar todo lo que se tiene con tal de ser dingos y merecedores de un amor, sencillo, fuerte e integro, que puede darte la dicha más grande de tu vida.

En la vida de Sofía Almagro, quedaba una sola cosa por hacer y estaba decidida a cumplirla junto a la mujer que amaba y es que después de una dolorosa partida de su primer amor. La vida le presentó una segunda oportunidad para concretar ese anhelado sueño y ser completamente y definitivamente, feliz.

Nada es imposible de realizar, si te decides irte con todo y luchar por tu derecho de ser feliz y amar hasta vaciar tu alma en ello.

Un amanecer, un canto nuevo a la vida y al amor.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

waaaaaa!!!!! muero!! muero!! es... simplemente lo mejor, capitulazo!! nunca defraudas, como disfruté leerlo, gracias, graciaasss (ataque de emoción, shock total, infarto y resucitación lol) me has hecho mi día, enormes saludos, una vez más graciiiaasss ^^

lisbet dijo...

Me encanto la actualización, gracias sinceramente fantástico, saludos te deseo un Feliz 2015

Alejandra dijo...

Que capitulo, fue todo una montaña rusa de emociones. Gracias, muchas gracias por seguir compartiendo tus escritos. Que tengas una Feliz Navidad y un prospero año nuevo lleno de amor, salud y mucha felicidad.

Unknown dijo...

Ooww vamos Sofi, tu puedes recuperarla!! *-* Me fascinó la actualizacion, gracias por seguir escribiendo tan lindas historias. Saludos~

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