Polos opuestos
Alvaro VanessaCapítulo 31 Reconociendo
a los míos.
Cuando las manecillas de aquel antiguo reloj (una reliquia de familia)
de pedestal marcaba las nueve en punto de la noche, un automóvil hacia su
entrada a la propiedad de Bezanni. Bordeando los jardines hasta aparcarse en la
entrada de dicha colosal vivienda y como se mencionó antes, estaba construida
completamente en piedra que le daba un aspecto palaciego. Constaba de dos
plantas con diez habitaciones con sus respectivos baños, 3 estudios, 3 garajes,
3 bungalós equipados y amoblados exclusivamente para los choferes, un amplio
jardín con dos piletas, un sector de la casa destinado para el personal. Además
de contar con una piscina que fue creada y amoldada a las rocas y que, a su
vez, servía de muro de contención y protección contra las inclemencias de la
naturaleza y de posibles malhechores.
En el momento que se aparcó el vehículo y descendieron sus ocupantes
fueron recibidos por la dueña de casa y de su compañera. Amiga y familia que
estaban en espera de ellos en el frontis de la casa.
—Mi señora, señorita Bezanni — dijo Samuel viendo a las dos mujeres. — He cumplido con sus órdenes de traerles a los jóvenes junto con el pedido de Sikel.