Usando mis instintos.

La maldición de la Luna, capítulo 4.

─ Mi señora ─ gritó James ─ apenas se dio cuenta que algo no andaba bien en la habitación  y se encontró que Elizabeth,  se estaba transformándose en lobo,  sin ser de noche y menos con luna.

─ Déjala ─ repuso Durían ─ espera a que se transforme del todo y ahí me ayudarás  a sacarla fuera de este lugar, es horade que  tu ama aprenda ciertas cosas que sólo como lobo puede hacer.


─ Como usted mande, Durían ─ dijo el hombre, no se atrevió a desobedecer a la mujer, pues conocía su gran poder.
Una vez terminado la transformación, ante ellos surgió un gran lobo blanco, más grande que el común de su especie, pero ya con los años no estaba erguido en dos patas como los hombres, había alcanzado el desarrollo total y era muy diferente a lo que muchos creían con respecto a los licántropos y sus leyendas medievales.
─ Ya es hora ─ dijo Durían ─ y tomó su bastón, que de inmediato paso a ser un vara que en su punta tenía el símbolo de la luna, se acercó al lobo y tocó su frente con ella, hasta que el animal se calmó y al instante se unió mentalmente o telepáticamente a Durían. ─ trae el auto debemos ir al bosque, tu ama debe ser entrenada con los de su especie.
─ Como usted ordene, Durían ─ dijo james y fue en busca del vehículo.
Fue así como Elizabeth, permaneció un tiempo en el bosque, dónde aprendió a cazar, a luchar con otros lobos para desarrollar sus capacidades, su olfato se volvió más agudo, lo mismo que su oído, podía escuchar a cientos de metros y muy luego, podía detectar el peligro como el más sutil cambio en el aire o el miedo que percibía en sus presas. Hasta que un día fue puesta a prueba por Durian y debió cazar por sí misma, fue una larga noche dónde el lobo desarrollo todos sus instintos, alcanzando su recompensa.
─ Bien, ahora estás lista Elizabeth ─  dijo Durían y tocó con su vara a ese gran lobo blanco y volvió a su forma natural de mujer ─ has comprendido ahora niña, lo que debes hacer, tienes todas las herramientas que necesitas para tu batalla.
─ ¡Por supuesto! – Exclamó Elizabeth ─ yo me quedare con ella, Durían, a como dé lugar.
─ Controla tu ira siempre, niña ─ dijo Durian ─ pues no siempre estaré a tu lado para ayudarte. No cedas ningún centímetro ante tu rival y hazlo que te pedí, ve a  cada una de las empresas, parte por las más lejanas y termina en Londres. Ahora vete Elizabeth, muy pronto nos volveremos a ver.
─ Así lo haré, Durían ─ repuso altiva Elizabeth ─ visitaré cada una de  mis empresas hasta dar con ella, pero que te quede claro, que no permitiré que nadie me la arrebate, si es necesario obligarla a que esté a mi lado, no lo dudare en hacer y limpiaré de mi camino a todo aquel que se oponga.
Durían,  la miró por unos instantes, veía en ella tal determinación  en conseguir su objetivo, que no era lo habitual en un hombre si no en un animal. Elizabeth, ya daba signos de una obsesión con la joven, ya no habría escapatoria para aquella muchacha…las cartas ya estaban tiradas y muy pronto comenzaría el juego…el más duro para Elizabeth y también, para Kiara.
─ No lo olvides, Elizabeth ─ volvió a insistir, Durían ─ debes conseguir su amor, no su odio, esfuérzate.
 La mujer tras decir esto se retiró y dejo a la Marquesa junto a su sirviente, James.
─ Vámonos James ─ ordenó Elizabeth ─ es hora de regresar a casa y de buscar a la que ha de ser mi esposa.
─ ¿Su esposa? ─ preguntó asombrado el hombre.
─ ¡Así es! ─ sentenció la Marquesa ─ ella se va convertir en mi esposa,  le guste o no y para ello, cuento contigo. No dejaré cabos sueltos. No me voy a arriesgar querido amigo a dejarle el camino libre a ninguna imbécil.  Durían, me mostró el camino que debo seguir, ahora debo hallarla y lo otro, vendrá con el tiempo.
─ Yo le ayudaré en todo,  mi señora ─  respondió James ─ cuente con ello, no le fallaré. No permitiré que nadie se acerque a la mujer que ha sido destinada para usted. Es una promesa, Marquesa.
─ Gracias James ─ dijo Elizabeth ─ tu fidelidad será recompensada muy bien, amigo mío. Esta vez, no perderé. Te lo juro, no me daré por vencida y huiré.
 Ambos, subieron al coche y emprendieron rumbo al hotel para iniciar el viaje que los llevaría de regreso a Inglaterra.
Mientras tanto en  Londres…
Una joven,  espera tranquila en una sala de estar a ser llamada para la entrevista, ojeaba unas revista para no aburrirse. Aunque de vez en cuando,  levantaba la vista, pues la secretaria del señor Paterson, no dejaba de verle con una cara o era de incredulidad o estaba esa mujer embobada, pues era muy obvia en sus miradas. Le estaba causando gracia la reacción de esa mujer, pues no sabía disimular en absoluto.
Momentos después, una puerta se abre la puerta del despacho del señor Paterson y una hermosa rubia sale del lugar molesta al parecer.  Cuando llego dónde se encontraba Kiara, le miró de pies a cabeza y de pronto frunció su ceño y le insultó.
─ ¿Sabe con qué ardid lo hiciste? ─ Bramó ella ─ típico de mujerzuelas como tú.
Kiara, se levantó de golpe y le abofeteó tan fuerte, que la rubia giró su cabeza 90 grados y después se acercó a ella y susurró al oído.
─ ¡Mira dulzura! ─ señaló burlesca ─ ¿no sé qué te sucedió? pero no me vengas a insultar gratis. Aprende a perder niña idiota, con enojarte nunca conseguirás nada; por cierto;  no me vendo a ningún postor, preciosa.
Tanto la rubia como la secretaria, se quedaron pasmadas ante Kiara, que retornó a seguir leyendo su revista sin inmutarse con ninguna de las dos mujeres. De pronto llamaron a la secretaria y unos segundos más tarde,  Kiara, era llamada
─ Señorita Milovic ─ dijo nerviosa la secretaria ─ tenga la bondad de pasar. El señor Paterson, le espera.
─ ¡Gracias! ─ acotó burlesca Kiara, al ver lo nerviosa de la mujer.
Al entrar al despacho, Kiara, vio sentado a un hombre joven, de a lo sumo unos 40 cuando máximo, con una expresión también de incredulidad al verle entrar.
─ Tome asiento,  Señorita Milovic ─ invitó cordialmente él y luego agregó ─.  Hemos estudiado detalladamente sus antecedentes y hemos quedado gratamente complacidos con ellos. Sus recomendaciones ya han  sido comprobadas y nos han dado muy buenos elogios de su persona.
Kiara, miró un tanto asombrada, pero no dejó que sus emociones se reflejaran en lo absoluto.
Sin embargo, Jules, no dejaba de verle y se sonría para sus adentros, pues cuando la Marquesa, viese a la nueva contratación; quedaría muy complacida, puesto que no sólo era una mujer muy capacitada para el puesto; sino que es muy hermosa,  de los gustos propios de la Señorita Erlington.
« ¡Vaya! creo que serás una grata sorpresa para mí jefa, aunque no te imaginas que clase de mujer, es. Y si te escogió, es por algo. Ella nunca hace algo porque si, tiene planes para ti» ─ pensó Jules.
─ Dígame una cosa ─  preguntó Jules ─ aparte del inglés ¿Qué otro idioma domina?
─ Como usted vio en mis antecedentes, soy Chilena y, por tanto, el español es mi lengua materna, pero también hablo francés y alemán. ─ expuso Kiara.
─ Me parece excelente ─ alabó el ─ de todas las nuevas contrataciones, usted es la más calificada  y el hecho que domine otros idioma, le permitirá acompañar en viajes de negocios a nuestra dueña, quien es la Señorita Elizabeth Erlington.
─ Espere un momento ─ aclaró Kiara ─ por lo que deduzco de sus palabras, habla como si ya hubiese sido aceptada para el cargo.
─ Es muy perspicaz, señorita Milovic ─ mencionó serio el hombre ─ pero aún no se adelante a los hechos. Debemos saber más de usted, antes de darle a conocer nuestra decisión.
─ Usted, dirá, Señor Paterson ─ acotó Kiara ─. ¿Qué necesita saber?
« De verdad este hombre me molesta. Se cree muy listo, es un papanatas» fugases pensamientos de la joven Kiara.
─ Queremos saber, el motivo de su postulación en nuestra empresa ─ indagó él ─ además de saber, si es que trabaja en la actualidad.
─ Seré muy honesta con usted ─ respondió Kiara, que le disgustaba la mentira ─. La verdad,  yo no postulé, por el contrario; lo hizo una amiga. Pero como he sido llamada a entrevista, decidí venir.
«Tal como pensé. Es una mujer de un carácter fuerte y directa, será interesante ver cómo se comporta ante nuestra Marquesa» nuevamente divagaba Jules en su mente.
─Además ─ prosiguió ella ─ actualmente me desempeño como asistente en un banco. El cual se menciona en mis antecedentes.
─ Efectivamente ─ concordó éste ─ sabemos cuál es. Dígame una cosa, Kiara. Si me permite llamarle por su nombre.
─ Adelante ─ instó Kiara─ no me molesta.
─Kiara, si nosotros le ofrecemos el triple de lo que usted gana en el banco. ¿Estaría dispuesta a trabajar para la Señorita Erlington? ─ inquirió Jules ─ claro está,  que a veces incluirá viajes de negocios con ella, en la cual usted deberá acompañarle y muchas veces suplirle en esta empresa, pues es un cargo de mucha confianza. Por este motivo, le ofrecemos un honorario elevado a usted.
─ Es una oferta muy tentadora, Señor Paterson ─ mencionó Kiara, un poco incrédula al respecto ─.  Pero me gustaría saber qué clase de administrativo, es la que ustedes buscan como perfil y por supuesto, qué esperan de mí.
─ Veo que está reacia un poco a nuestra oferta ─ intuyó, éste un tanto serio por la reacción de la joven ─. Seré más claro. Usted será la mano derecha de la Señorita Erlington en esta sucursal, que por cierto; es la principal de todas sus empresas.
─ ¿Mano derecha dice, usted? ─ inquirió ella, más escéptica ─. Pensé que usted,  lo era.
─ Se equivoca, señorita ─ rebatió Paterson ─ soy su asistente personal, como usted,  lo será en la parte financiera. Digamos que ambos, somos directos a la hora de trabajar para ella.
─ Comprendo ─ repuso Kiara sin conmoverse por ese hecho.
Jules, al ver la actitud de la joven y ver que se podría estropear sus planes y perder a la joven;  cosa que molestaría en lo sumo a la Marquesa. Decidió adelantar su decisión.
─ ¡Entonces, Kiara! ─ señaló Jules ─ ¿acepta trabajar con nosotros? Dispondrás de todo el personal de la empresa, como también se te asignará,  un asistente.
Kiara, meditó un poco las cosas. Si bien,  estaba contenta con su trabajo en el banco. Su amiga Cristina, tenía razón. Era hora de tener un cambio y buscar nuevos horizontes, por lo que decidió aceptar el puesto de trabajo.
─ ¡Muy bien, Señor Paterson! ─ contestó Kiara ─ acepto, el cargo.
Jules, respiró aliviado. Su cometido estaba asegurado y también él.
─ ¡Seas bienvenida, Kiara a Erlington Company! ─ saludó  protocolarmente, el hombre, estrechando sus manos ─. A partir de mañana, te integraras con nosotros, pues queremos comenzar cuanto antes. Tus demás colegas ya lo han hecho, sólo nos faltabas tú.
─ ¿Mañana? ─  inquirió pasmada, Kiara ─ ¡cielos! deberé avisar hoy mismo al banco.
─ Así es jovencita ─ concordó él ─.Ahora te dejo en libertad para que efectúes tus compromisos, nos vemos mañana.
─ De acuerdo ─ acotó ella.
─ Ahora,  ven conmigo ─  solicitó Paterson ─. Por cierto, llámame, Jules
─ De acuerdo, Jules.
Ambos, salieron del despacho y se dirigieron donde se encontraba,  la secretaria…
─ Emilie ─  dijo Jules ─ A partir de mañana,  la señorita Kiara Milovic, trabajara con nosotros como directora de gerencia. Por lo tanto, te ruego le asignes una secretaria y un asistente para ella. Ten la gentileza  además, de anotar sus datos antes de que ella se retire.
─ Como usted diga ─  repuso la joven,  visiblemente sonrojada de ver los ojos de la chica clavados en ella, pues Kiara, disfrutaba de ver lo nerviosa que estaba.
─ Con su permiso ─ Se despidió Jules ─  nos vemos Kiara.
─ ¡Hasta mañana, Jules!
El hombre, entró a su despacho y tomó el fono marcando directo con la Marquesa…
─ Dime,  Jules ─ apremió ella ─ ¿qué novedades me tienes?
─ Ella aceptó, Marquesa ─ refirió Jules ─ Tal como le comente. La joven Milovic, no había postulado sino su amiga lo hizo por ella. Resultó muy difícil de convencerla,  porque es reacia y un tanto desconfiada. Diría que es una mujer un tanto mordaz por así, decirlo.
─ ¡Vaya! ─ expresó irónica, Elizabeth ─ ¿quién lo diría? para ser tan joven, ya es algo cínica, ¿a eso te refieres, Jules?
─ Así es Marquesa ─ respondió él ─ esa impresión me dio.
─ Jajaja ─  se burló Elizabeth ─ que una mujer te provoque esa impresión en t, i es todo un caso.  Valdrá la pena conocerla entonces. Bien Jules, has cumplido muy bien tu cometido, ya hablaremos a mi regreso. Mañana parto a Inglaterra, no quiero que informes de mi llegada a ninguno de mis empleados, ¿quedo claro?
─ Perfectamente,  Marquesa ─contestó,  Jules.
─ Bien. Nos estamos viendo dentro unos días ─ señaló Elizabeth y cortó la llamada.
─ ¿Todo bien, mi señora? ─ inquirió James.
─ Sí, James ─  respondió ella ─  el rompecabezas está listo, acaba de integrarse la última persona.
─ ¿Me permite decirle algo?
─ Dime.
─ Parece feliz,  mi señora ─ mencionó Jame ─ con la noticia que le dio, Jules. Pues, no la había visto sonreír de esa manera desde hace muchos años ya.
─ Puede ser James ─ Analizó Elizabeth ─ que esta última joven, sea la persona que estoy buscando, pues acaba de dejar muy impresionado a Jules. Al parecer,  la jovencita es muy arisca, lo que la hace la candidata perfecta. No obstante,  seguiré al pie de la letra los consejos de Durían, ya veremos si es ella o no.
Elizabeth,  quedo asombrada por las palabras de Jules. Algo le decía que podría tratarse de la joven.

« ¿Con que cínica y mordaz?…justamente las características apropiadas para alguien que me va odiar y se convertirá en mi esposa. Me gustas, .ya deseo conocerte Milovic»