mujer y ave

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viernes, 21 de marzo de 2014

Esta noche serás mía, parte II


En aras del pasado, capítulo 21.

A los minutos después, le llegaba  a su mesa, la bandeja con las bebidas.

Entonces dijo Alesia, alzando su copa propongo un brindis por esta pareja, Anabelle y Raniel, que el amor que se despertó en ustedes les acompañe y ayude a superar todo obstáculo y vaya in crescendo, salud.
Salud – dijeron todas.



Todas chocaron sus copas con la de la pareja y las  felicitaron cada cual, hicieron bromas a Raniel, ya que había dejado de lado la soltería y se unía al club de las que no pueden mirar para el lado.

Ahora si te compadezco dijo Francis los Calguiere son muy territoriales, en especial Anabelle (guiñándole un ojo a su hermana)
Jajaja rió Raniel ─ Eso no me preocupa, porque sé, que estoy en buenas manos. Ella cuidara de mí, como yo de ella.

Anabelle,  estaba complacida con las palabras de su amor y no cabía en sí de felicidad, menos esperaba que fuese tan tierna y madura para su edad. Definitivamente era ella con quién quería pasar el resto de su vida.

 Las chicas siguieron compartiendo un buen rato, hasta que Kat, se las llevó para no interrumpir a las enamoradas, quienes no dejaban de besarse.

La pista estaba que ardía con todos esos cuerpos pegados al ritmo de “mr. simple” de Super Junior, ya que el pop Coreano, es lo que estaba de moda en gran parte de los continentes.

─ ¡Vaya! sin duda, esta noche no la olvido señaló Francis  coqueteando un poco con Kat.
─ Deja eso traviesa  dijo Kat ─. ¡O no respondo de mí!
─ No le hagas caso, Kat repuso una risueña  Claudine.
─ No te preocupes Claudine. Es una niña apenas y las bebés, no saben mucho ─ Sentenció  burlesca Kat ─. Así que hermanitas Calguiere, les aconsejo, que aprendan de nosotras es más sabio y prudente.
¡Qué!, ¡Niñas! bramó Francis, herida en su amor propio ─. Que no te oiga Raniel, sino fuera por lo embobada que está con mi hermana, te mostraríamos que tan niñas somos.
Jajaja ─ entre risas provocó, Alesia, quién seguía muy de cerca aquella conversación. ─ Te sugiero que no lo intentes prima querida, ya que están son ligas mayores.

 En ese preciso instante, llegaban Raniel y Anabelle, que alcanzaron escuchar lo que dijese Alesia.

¡Así que ligas mayores! señaló una burlesca Raniel y  besando a Anabelle, suavemente en los labios, añadió. ─. Permíteme amor. Hay algo que deseo enseñarle a tu primita.
Anabelle, sonrió y sabía que Alesia, había ido muy lejos al provocar a su hermana y al tener a Raniel de su lado, iban a provocar algo más que una lección.

Entonces comenzaba a sonar  “Bonamana” del mismo grupo y Raniel,  sin perder mucho tiempo, tomó a Francis de la cintura y de soslayó clavo una mirada altanera en Alesia.

─ Vamos hermosa susurró Raniel ─ Mostrémosle algo a esta señorita.
─ Te arrepentirás de tus palabras amenazó Francis, viendo a su prima.
¿Lista? preguntó Raniel.
─ Toda tuya ─ murmuró  coqueta Francis ─ Vamos a pulverizarles los sentidos.

Las demás hicieron un círculo en torno a las chicas, para ver el espectáculo que se iniciaba con dos chicas hermosas, muy sexy, que pegaban sus cuerpos hasta el punto de rozar sus cuerpos al son de la música.

Francis, colocó las manos alrededor del cuello de Raniel y ésta, la tomó de  sus caderas, y ambas sonrían perversamente, dejando toda su sensualidad en el baile.

Las chicas, sólo observaban sin reaccionar aún, excepto por Claudine, aunque mayor un año que Francis; disfrutaba como nadie del espectáculo, porque sabía muy bien de lo que era capaz su hermanita pequeña.

Al igual que las muchachas, otros espectadores observaban complacidos y así, fue creciendo el número de personas en torno a la sensual pareja, que desplegaban todo su encanto y femineidad en una danza que de a poco subía la temperatura en aquel lugar.

En eso, las chicas con mucha complicidad entre ambas dan la vuelta, quedando Francis de espaldas a Raniel. Ésta, abraza a la muchacha y apoya su mentón en el hombro de Francis y ella coloca una de sus manos en la cabeza de Raniel y la otra en una de las piernas de la joven y comienzan a descender lentamente y sensualmente al ritmo de la música, sacando silbidos del grupo de observadores que comienzan a vitorearlas pidiendo más.

Y para subir más el tono, Francis, volteó su rostro hacia Raniel, quedando a escasos centímetros de la joven y comienzan a subir con una compenetración como si fuesen dos amantes… y sus movimientos son cada vez más sensuales.

En ese momento, el DJ, enfocó todas las luces en dónde se hallaban las chicas, para así llamar mucho más la atención y prender más el ambiente, siendo ellas el foco de atención y subir la libido de los morbosos, que entre vítores y silbidos, lograban deleitar sus pupilas.

Entre tanto, Alesia, Anabelle y Kat, simplemente estaban atónitas ante el espectáculo que estaban dando las jóvenes. Se podría decir que estaban en estado de shock y no daban crédito a tanta sensualidad e inhibición de ambas chicas.

Sólo Claudine, era la única que reía divertida y de buena gana al observar la cara de las otras tres.

─ Acuérdame nunca más desafiar a esas dos ─ mencionó una atónita Alesia.
─ No te quepa la menor duda que te lo recordaré,  pues no pienso dejar que Raniel,  vuelva a bailar así con nadie más que no sea yo dijo Anabelle
¿Quién lo diría?, estas niñas simplemente infartan a cualquiera ─ adujó Kat.
─ Ni que lo digas manifestó  Anabelle, sin mucha emoción. ─ Tendré que custodiarla cuando salga de ahora en adelante.
─ Definitivamente estas chicas latinas, tienen la pasión en la sangre suspiró resignada Alesia.

Después que finalizó la canción. Las chicas,  cesaron de bailar y todos estallaron en un aplauso encendido de jolgorio. Ambas  jóvenes se miraron complacidas y sonrieron.
Estaban bastante cansadas, más se habían divirtieron en grande, tras recuperar un poco el aliento, voltearon a ver a las demás.

Anabelle, con un rostro que claramente mostraba un leve disgustó, hizo señas con su dedo índice para que Raniel, fuese a su lado.

─ Vamos dijo Raniel y juntas se acercaron a dónde estaban las demás.
─ ¡¿Quién ríe ahora, prima?! ─ provocó con ironía,  Francis.
─ Nada mal, señoritas ─ aceptó su derrota, Alesia ─Lo tendré presente para una próxima salida. Debo admitirlo, son unas excelentes bailarinas.

Anabelle, abrazó a Raniel y buscó su boca, demarcando inconscientemente su territorio, ante los espectadores que veían a su pareja con ojos maliciosos.

─ Chicas, ustedes realmente son atrevidas – reía Kat – pero reconocemos, que no son unas niñas, son muy buenas y estupendas bailarinas ambas, hacen palidecer hasta un profesional.
-gracias por tu cumplido Kat – dijo Raniel.
-ustedes las mujeres latinas, tienen el ritmo y la sensualidad en la sangre señaló Alesia- y eso, se notó en tus movimientos. Llevaste muy bien a Francis. De verdad, estaban muy compenetradas. Deberían bailar juntas en un concurso, apuesto que lo ganarían.
─ Jajaja  rieron las dos aludidas.
─ Gracias por tus palabras  ─ expuso Raniel  pero para la única persona que voy a bailar así, de ahora en adelante, es, para Anabelle.
- tampoco yo, te dejaría hacerlo con nadie más – reprochó Anabelle.
-te dije, que es muy territorial- se burló Francis.
- así y todo me encanta tal cuál es- dijo Raniel – me gusta su posesividad, eso me indica que le importo.
-claro que me importas – señaló ésta, besando a su pareja – ven. Te quiero ahora, sólo para mí. Si nos disculpan (y se la llevó a la pista)

Ya en la pista, la Duquesa, miraba a su pareja con ojos celosos.

─ Tendrás que hacer merito –manifestó Anabelle – sabes acaso, lo que me costó verte bailar así y contenerme para no ir y arrancarte de los brazos de Francis.
 Jajaja- río Raniel – no te cría celosa, mi preciosa.
─ Tú eres la responsable – le decía Anabelle, mientras le provocaba con sus movimientos- de que tenga estos sentimientos, ahora demuéstrame, que sólo eres para mí.
-cielos, me vas a matar – dijo resignada Raniel – tengo unas ganas de perderme en ti.

La tomó fuertemente contra ella y la besó, aliviando ese ardor de su ser y aplacando la necesidad que también tenía su pareja.

Pasaron unos dos temas más, cuando una voz la interrumpió…

─ Debemos irnos ya  dijo seria Alesia y se acerco al oído de Anabelle  Misha está aquí.

Anabelle,frunció el ceño y asintió al instante, tomó de la mano a Raniel y fueron en busca de sus cosas y salieron de la discoteca sin decir una palabra y sin ver a Misha.

Todas comprendían el riesgo que corría Raniel, si permanecían ahí más tiempo, y las hermanas no estaban dispuestas a arruinarles la noche a la pareja.

Más tarde, el coche se detenía frente a un condominio de lujosos  apartamentos, Alesia bajo y abrió la puerta y entregó unas llaves a Anabelle.

─ ¿Qué es esto?─ preguntó ella.
─ Son las llaves de mi apartamento ─ mencionó Alesia.
─ Eso lo sé  dijo la muchacha.
─ ¡No pretenderás que vayamos con ustedes! ¿o sí?─ Mencionó pícaramente Alesia   ya vayan, que nosotras iremos a otro lugar. Disfruten el momento, que la noche es joven aún.

Anabelle, comprendió que su prima había planeado todo para que estuvieran solas y que había cumplido su palabra de ayudarles a estar juntas.

─ Gracias. Te debo una ─  dijo Anabelle.
─ Ni que lo digas ─ repuso Alesia y abrazó a su prima ─ Sabes que te quiero y que haría cualquier cosa por ti.

Las chicas se despidieron de las demás y tomadas de la mano se fueron rumbo al departamento.

Una vez dentro Anabelle, se despojó de su ruana y le quitó la chaqueta a su amada.

─ ¿Deseas que te prepare algo para beber o deseas comer algo liviano? – preguntó Anabelle.
─ ¡Um! La verdad, tengo un apetito que dudo que puedas saciar tan fácilmente ─ provocó sensual Raniel.
─ ¿Así?  exclamó Anabelle,que entendió la indirecta enseguida ─. Prepárate, que me voy a cobrar cada una de tus deudas de esta noche.

Y tomando de la mano a Raniel, la condujo al dormitorio.

─ Vas a rogar que te haga mía. ¡Créeme! ─ advirtió una sensual Anabelle.
─ Suena interesante  alcanzó a decir Raniel.

Anabelle, se acercó despacio a ella y buscó sus labios y cuando Raniel, creía que la besaría, sólo procedió en quitarle la blusa y dejarla con las ganas de un beso. Cuando ya había desabrochado por completo la prenda de vestir. Una vez más fue en busca de esos labios y esta vez se limitó en respirar sobre ellos nada más.

Al mismo tiempo, sus manos, recorrían lentamente su abdomen, haciendo círculos en él, para luego, besar sus hombros y lamer su cuello muy despacio, saboreando la piel de su amante.

(Mientras de fondo se escuchaba el tema de Adele, «Turning tables»)

─ He soñado contigo desde que te vi en el salón. No has dejado de torturarme una y otra vez, cada noche despertaba sudando. Te apoderaste de mi mente y corazón. Ahora, vida mía, vas a pagarme cada una de esas noches, en las que te anhelaba con toda mi alma  dijo Anabelle, con una voz ronca por el deseo, que llevaba aplacando  toda la noche.

Raniel , sintió un escalofrió recorrer todo su cuerpo y tragó en seco, pues sabía que Anabelle, la haría padecer hasta lo infinito por sus caricias y la amenaza que le profirió minutos antes, se estaba volviendo realidad, pues la joven añoraba sus besos, quería perderse  y fundirse con sus labios para beber de ella, como si la vida pendiera de ello.

 Estaba experimentando por primera vez el amor y hoy, se entregaría a la persona, que había despertado ese sentimiento tan intenso. No sólo le regalaría su inocencia, sino todo su alma y ser, pues el amor, es una entrega sublime, que exige el total abandono y complacencia para con el ser amado.

Anabelle, apegó su cuerpo más a ella, sus manos recorrieron lentamente la espalda de Raniel, con caricias le despojo de su brasier , cayendo lejos de ahí.

 Ésta, contempló extasiada los senos bien formados de la joven y con sus labios comenzó a acariciarlos, besó y mordió esos botones rosa, hasta dejarlos totalmente erectos y dóciles a sus caricias, así permaneció por  unos minutos hasta que oyó el gemido de su amada. 

Y comenzó a subir lamiendo todo  a su paso, saboreando esa piel que de ella, emanaba un olor a rosas y la enloquecía hasta el punto de querer poseerla de golpe, pero contenía sus deseos, pues quería verla padecer, que le rogase que la hiciera su mujer.

Ella tenía el control y lo disfrutaba al máximo.Una vez, que estuvo frente a sus ojos, pudo ver como esos ojos esmeraldas, estaban totalmente oscurecidos por el deseo y que su respiración era agitada, no ofrecía lucha alguna, estaba rendida a sus caricias y esto provocó, el regocijo de Anabelle. 

Su mano acarició su rostro, hasta llegar a sus labios y delineó todo su contorno y veía el tormento por el que estaba atravesando su amada y acercó su boca hasta la de ella, pero no la besó, sino que rozó nada más esos hermosos labios.

Con un acto muy sutil, la depositó en la cama y mientras caían ambas, sonría al ver a Raniel, tan frágil y hermosa.Tantas noches anhelantes, que hoy se  saciaría hasta el cansancio.

 La despojó de su prendedor que sostenía su cabello y se sentó ahorcajadas sobre la muchacha y recorrió con su lengua desde su cuello hasta su ombligo. Raniel, se arqueaba del placer que Anabelle le prodigaba y no sabía cuánto más podía resistir sin rogarle, estaba perdida en el mar de caricias y sensaciones que estaba viviendo. No podía pensar con claridad, de hecho lo único  que sabía, era que necesitaba que Anabelle calmara ese fuego que la devoraba.

Entonces Anabelle, volvió a sentarse sobre la muchacha y recorrió todo su cuerpo lenta y deliberadamente. Los gemidos de la joven aumentaban su libido y fue en busca de los labios de la joven y esta vez, los tomó con pasión, su lengua se entrelazó con la de Raniel, en un juego de seducción y exploración, como si nunca se hubiesen besado y el deseo, comenzó arder  aún más en ella y como pudo, llegó hasta el oído de Raniel y le suplicó...

¡Tócame! demandó Anabelle, con una voz enronquecida por el deseo.

La joven obedeció en el acto, pues quería tener  contacto con esa piel, desabotonó la blusa  y una vez que la quitó, depositó en toda su piel, pequeños besos y mordisqueó sus hombros. Anabelle, volvió a reclamar su boca, mientras que sus manos, se entretenían atormentando los senos de la Raniel. sin embargo, ésta se las arregló para quitarle el brasier a Anabelle y cuándo se disponía a acariciarlos, la joven Duquesa, le sujetó las manos.

─ Aún no  murmuró ella.

La joven se sentía desarmada, no le gustaba estar así, a merced de alguien que la estaba haciendo sufrir con sus caricias y no poder dar el mismo placer que el otorgaban a ella. 

Anabelle, podía ver a través de sus ojos; era un libro abierto para ella; así que se acercó y le besó con ternura, se dirigió a su cuello y lo atormento hasta que así lo quiso y le susurro...

-Ahora mi vida, ¡desvísteme! demandó Anabelle.

Raniel , suspiró y se inclinó para despojarla de sus prendas, lo hizo con mucho cuidado y mientras lo hacía, con unos de sus dedos acariciaba la piel de su amada, arrancando suspiros a la joven, le quitó todo;  excepto su ropa interior, a petición de Anabelle.

 Ésta, la reclamó enseguida, depositándola una vez más sobre la cama. Entonces el juego comenzó realmente para Anabelle.  Reclamó los labios de su amor, los mordisqueó una y otra vez.

 Luego, bajó despacio por su cuello, lamiendo cada sitio, hasta llegar a sus senos, dónde se entretuvo un tiempo hasta dejar totalmente gimiendo a Raniel y continuó su escarnio, bajando por su abdomen; alzó la vista para ver el rostro de ésta; que no podía ser más suplicante, pero aún no pronunciaba aquellas palabras que tanto ansiaba escuchar.

 Con manos diestras, la despojó de  la única tela que la separaba del centro de la femineidad de Raniel y rozó con sus labios el contorno de los muslos de la joven, abrió aún más sus piernas y comenzó a atormentar a la joven con sus caricias, se sentía  cálido y húmedo, era agradable sentir retorcerse de placer a su amada, y entonces, su lengua aprisionó el clítoris de la muchacha y jugueteó con él, mientras que Raniel, ya no pudo contenerse más y le suplicó.

─ Anabelle, por favor…

 Ésta, por el contrario, siguió estimulando su clítoris hasta dejarlo totalmente hinchado, y de a poco, introdujo sus dedos dentro de la muchacha, acto que hizo tensarse de golpe a Raniel. 

Anabelle, subió hasta ella, sin sacar sus dedos de ella; para reclamar sus boca y así, calmar a la joven y una vez, que consiguió su objetivo, volvió a su labor, lentamente sus dedos fueron palpando el ser de la joven hasta ubicar el punto G de Raniel.

─ Anabelle, por favor ya no puedo más…  gemía la joven.

La muchacha, alzó la vista y le sonrió maliciosamente y volvió a concentrase  en su clítoris y sus dedos estimularon esa zona, hasta que pudo percibir que muy pronto alcanzaría su objetivo,  y de súbito, cesó su labor y miró a Raniel.

La muchacha, sintió morir, ya sin fuerzas, le rogó…

─ Por favor Anabelle,  hazme tuya…hazme tu mujer  imploró Raniel.

La satisfacción era total en Anabelle y sin perder más tiempo, fue en busca de su trofeo…estimuló intensamente la zona más intima de una mujer, hasta que Raniel tensó su cuerpo, alcanzando su primer orgasmo, sus fluidos se derramaban sobre la mano de Anabelle y ella sacó lentamente  sus dedos de la joven, los chupó hasta dejarlos limpio y luego, comenzó a subir lentamente, mientras besaba cada parte de su cuerpo hasta llegar a los labios de Raniel, reclamándolos y devorándolos. Una vez que se separo de ellos, le susurró.

─ Ahora me perteneces, eres  complemente mía y de nadie más  dijo posesivamente Anabelle.- y tomare posesión de lo mío, cada vez que quiera, me has oído.

Raniel , estaba exhausta y sólo la contempló, pero este juego de seducción, estaba lejos de terminar, puesto que Anabelle, no tenía intenciones de dejarla descansar, además, que ahora, era  su turno de entregarse en cuerpo y alma a Raniel.

Jaló de ella y la sentó  sobre sí, haciendo que sus piernas cruzaran por su cintura, acarició su rostro y reclamó sus labios intensamente, sin darle respiro alguno, sus manos acariciaban su nuca, jugueteando con su cabello. 

Raniel, aún con algo de letargo, correspondió al beso de su amada y sus manos se movieron por la espalda de la joven, demarcando con sus uñas senderos de placer, acariciando y  buscando, esas zonas erógenas de Anabelle. 

Nada, podía ser tan placentero, como hacer el amor con ella. No tenía experiencia alguna, pero era una buena aprendiz, así que, se dejó llevar por su instinto y se dispuso a buscar la forma de darle el mayor placer posible a su amante.

Se separó de los labios de Anabelle , sujetó las manos de ésta , para tener control antes que ella pudiese oponerse a los planes que tenía en mente. Estaba determinada a hacerle  sentir la mejor de las experiencias, pues era consciente de que Anabelle, no era ninguna novata en cuestiones de sexo y aunque, no quisiera reconocerlo, sentía celos de Robert, por que éste había ya disfrutado de las caricias de Anabelle.

Buscó el cuello de la joven, lo besó y se entretuvo con el lóbulo de su oreja, mordiéndole y jugueteó con su lengua, en ese sector y comprobó los escalofríos que la joven sentía, pues había dado con una de sus zonas erógenas y no pensaba  renunciar a ella tan fácilmente. Sus manos, fueron dibujando un camino de fuego por su torso hasta alcanzar los senos de Anabelle y la joven se estremeció con sólo sentir el contacto de los dedos de Raniel, era su turno de padecer.

Anabelle, estaba al borde de la locura con tan solo unas pequeñas caricias, pero eso no era tan así, ya que haberle hecho el amor a Raniel, había conseguido excitarla a niveles inimaginables, nunca pensó que se podía disfrutar de esa manera con una mujer y mucho menos que ella, llegara a amar así. Deseaba entregarse por completo,  darle todo su ser a Raniel, sus caricias, su pasión, quería hacer eso y mucho más con ella. La joven, despertó el verdadero amor, celos y la necesidad de querer cuidar de ella, realmente buscaría la forma  y agotaría todos los medios para que Raniel, permaneciera con ella e hicieran una vida juntas en pareja.

Estaba tan sumergida en sus pensamientos, que no sintió que Raniel, había llegado con su lengua hasta el borde de sus pezones y ahí, tomó conciencia de que el juego de la seducción, comenzaba para ella y que sería completamente suya.

Raniel, tomó con sus labios el pezón de Anabelle y succionó de él, tirando suavemente hasta que la joven emitió un agudo gemido de placer y sin más, paso a reclamar el otro pezón, para proporcionales el mismo tormento que a su gemelo. Sus manos bajaron por el abdomen de la Anabelle hasta situarse en su prenda interior y palpar cada centímetro de su ser, con suaves y lentos movimientos circulares. Raniel, buscó los labios de Anabelle y la besó con tanta pasión que despertó aún más el deseo de la otra muchacha.

─ Amor, déjame sentir tu piel con la mía- le suplicó Anabelle.

Raniel, le miró y lentamente inclinó su cuerpo hasta dejar recostada Anabelle y procedió a quitarle el último obstáculo que se interponía entre las dos. Extendió su cuerpo sobre la joven y reclamó su boca devorándola con sus besos, mientras que su mano jugaba  con el pubis de Anabelle, acariciando las paredes de sus muslos, movimientos circulares y llegaron hasta el clítoris de la joven y comenzaron a masajear sutilmente ese rincón intimo de su amante. 

Luego, descendió nuevamente hasta sus pezones y beso y mordisqueo cada uno de ellos, mientras su mano aumentaba la presión entre la parte interior de la joven, quién ardía de deseo y se arqueaba su espalda con cada caricia, quería más, sentirla dentro suyo, deseaba que acabase con ese tormento, estaba delirando entre tanta pasión.

─ Raniel,  no sigas torturándome  murmuraba Anabelle jadeando de deseo.

La joven, obvió los ruegos y besó cada parte de ella, su abdomen, sus piernas, y subió lentamente hasta llegar a sus caderas y ahí, se deleito con lo que sus ojos contemplaban, ¡que sensación más embriagante! era sentir y oler la esencia de su amada y su lengua fue en busca de su clítoris y comenzó a jugar con él deliberadamente. Mientras que sus dedos iniciaban el camino de exploración hacia el interior de Anabelle, penetraban y salían, una y otra vez desde el interior de su amante, que a esas alturas, ya sentía morir con el juego al que era sometida.

─ Raniel… no lo puedo soportar más…. Hazme ya tu mujer  exigió casi ahogada Anabelle.

La muchacha, besaba  cada rincón del cuerpo de Anabelle hasta llegar a sus labios, le  besó sutilmente y le susurró al oído.

─ Tranquila…espera un poco más  dijo ésta.

Pero Anabelle, no podía esperar más y cruzó sus piernas por sobre las caderas de Raniel y presionó, para que ésta se recostara sobre ella, obligándola a poner fin a su tormento. Una vez conseguido esto, acarició la espalda de Raniel, enterrando sus uñas en la piel demandando mayor placer de  la joven.

 Ésta a su vez, sintió clavarse en su espaldas las uñas de su amante y sabía que no podía prolongar más la agonía, así que, con su mano aún en la parte baja de la joven, intensificó las caricias y sus labios atormentaron más y más los pezones hasta obtener quejidos de placer  cada vez más roncos… y cuando su clítoris, ya no podía soportar más el escarnio al que estaba siendo sometido, Raniel, con su mano abrió más los labios de la vagina de Anabelle y puso la suya en su lugar y con movimientos circulares  comenzó a embestirla lentamente, hasta que los movimientos se intensificaron a tal punto que Anabelle, presionó más con sus piernas a la joven.

Anabelle, estaba en el punto álgido del placer y muy pronto se vendría, pero no era solo ella, sino que Raniel, también estaba excitada al extremo de no poder más y el deseo de su amada, había conseguido despertarla una vez más, reclamándole más y más placer y estaba dispuesta a dárselo y satisfacerla en su totalidad. Sus movimientos aumentaron frenéticamente sus embestidas, hasta que Anabelle, tenso su cuerpo alcanzando el clímax y se desbordo en su orgasmo, clavando fuertemente sus uñas en Raniel, ésta  prosiguió con sus caricias hasta que ella  a los pocos segundos  también alcanzó un nuevo orgasmo.

Te amo Raniel  pronunció Anabelle  soy ahora tu mujer y me siento feliz de serlo.

Ambas chicas, estaban agotadas, pero felices por haberse amado con tal pasión y entrega…
Raniel sonrió y dejó caer lentamente su cuerpo sobre Anabelle, quién la abrazó y la recibió en su regazo para que su amante descansará, pues comprendía que era nuevo para ella, pero estaba gratamente sorprendida de los dotes que ella poseía, sin haber tenido experiencia alguna. Pero lo que más la hacía feliz  en se momento, era el hecho de que estaba junto a la persona que amaba y ésta, ahora, era totalmente suya, le pertenecía.

Anabelle, estuvo completamente consciente  que desde la llegada de la muchacha a su hogar, le llovían admiradores y pudo comprobarlo esta noche, al ver que no dejaban de codiciarla.

─ ¡En fin! murmuró ella ─ Lo que cuenta es que estás conmigo y te haré la mujer más feliz que pisa esta tierra.

Raniel,  sin fuerzas, ya  que no podía mantener sus ojos abiertos, acarició con su mano el rostro de Anabelle y susurró.

─ He esperado toda mi vida por ti… yo…te amo ─ susurró Raniel,  y cerró sus ojos feliz y cayó en un sueño profundo.

Anabelle, sintió acelerarse aún  más el corazón ante las palabras de la joven, ella correspondía plenamente a sus sentimientos…

─ No te dejaré ir de  mi lado susurró Anabelle  no puedo permitirlo, eres todo para mí. 

Y también se acomodo, abrazando a Raniel y se dispuso a dormir un poco, ya que en unas horas debía hacer una llamada importante.

Horas más tarde… casi a medio día…

─ Por favor avísale a mi madre, que estaré lejos de casa por una semana – expresó Anabelle – y deseo pedirte, que tú te hagas cargo de los negocios en mi ausencia.
─ Está bien  respondió Alesia ─ ¡Las tortolitas quieren su luna de miel!

Todas rieron en la sala de la sala de estar, por el comentario pícaro de Alesia.

─ Ahora  se dirigió a sus hermanas ─ Necesito pedirles a ustedes, que hablen con el encargado de intercambio estudiantil, la posibilidad de acceder a una beca para Arquitectura.
─ ¡Vaya hermanita!  dijo Francis ─La cosa va en serio.
─ Por supuesto  que hablo muy en serio respondió resueltamente Anabelle.
─ ¡Pero! Balbuceó Francis.
─ Sé, lo que estás pensando ─  respondió Anabelle  Robert. Cuándo él llegue hablaremos y daré por terminado mi compromiso. No será fácil, pero no voy a seguir con una mentira y aunque él, será el más perjudicado, yo no puedo seguir a su lado. Entiendan, yo la amo y es con ella, que deseo pasar el resto de mi vida. No sé cómo explicarlo bien, pero siento que he esperado por ella casi una eternidad.
─ No tienes que explicarnos nada Anabelle ─  dijo Claudine  nosotras entendemos y comprendemos que es Raniel, tu felicidad; que por cierto; ha hecho que tú seas más feliz  de lo que eras habitualmente con Robert.
─ Apoyo esa moción – acoto Alesia – has cambiado, pero es para mejor, quién iba a decirme que aquella jovencita que conocí en Chile, sería el amor de tu vida. Mira que la vida te da sorpresas y hablando de eso, cuando regreses  hay algo que debo mostrarte y es importante, tiene relación con la antigua Duquesa Anabelle.
─ ¡Baja la voz!  solicitó Anabelle  no deseo que se entere aún de quién soy.
¿Cómo? – Preguntó Francis  ¿No sabe que tú eres una Duquesa?
─ N respondió Anabelle.
─ ¡Vaya! eso no será nada bueno hermanita  sentenció Claudine ─ ¿ por qué no les has dicho todavía? Podría perjudicarte más adelante, si dejas pasar el tiempo.
─ Lo sé. Por una razón en especial,  quería conocerla sin el peso del título de Duquesa explicó Anabelle ─ Que no estuviera obligada a compartir con nuestra familia sintiéndose incómoda. Quería que conociese a una familia normal, eso era todo. Ahora bien, estoy consciente de que debo buscar el modo de explicarle y créanme que tengo cierto temor, a que me rechace por ser quién soy.
─ sí te ama, como creo, no te rechazara. Le costará asumirlo, pero aceptara quién eres  dijo Kat.
─ Lo mismo pienso  argumentó Alesia  ella es una muchacha simple y muy inteligente, solo debes buscar el modo de decirle y es aconsejable, que no dejes pasar más tiempo.
─ Lo haré – dijo Anabelle  estoy decidida a luchar por su amor.
─ Bueno, entonces nosotras nos retiramos  expuso Alesia.
─ ¡Despreocúpate!  Señaló Claudine  nosotras nos encargaremos de ver el modo que Raniel, sea aceptada como alumna de intercambio.
─ Todo por nuestra cuñadita y por que seas feliz Anabelle ─ Acotó sonriente Francis.
─Gracias chicas, no saben lo importante que es para mí  dijo ella.
─Lo sabemos o al menos, ya nos dimos cuenta ─  expresó Francis.

Todas las presentes rieron y se despidieron de Anabelle…

Mientras en el dormitorio, Raniel descansaba después de una larga y extenuante noche. Unos brazos, la envolvieron y comenzaron a acariciar su piel, llenándola de besos.


─ Te amo y no te dejaré partir   estas fueron las últimas palabras que se escucharon antes que sus manos buscasen el cuerpo de su amante, para reclamarle que calmase su deseo que surgía otra vez.

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