mujer y ave

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jueves, 16 de enero de 2014

Protección.

En aras del pasado, capítulo 11.
En la habitación el ambiente era tenso, una sorprendida  Anette,  trataba de buscar  la manera de que su invitada no se fuese, por dos motivos:


1.- Ella es su huésped y no sería capaz de dejarla ir. Si apenas acaba de haber llegado desde un país tan lejano como el suyo. Y además, esa chica le caía en gracia, por su amabilidad y lo educada que era, no se podría decir eso de muchos ingleses hoy en día.
2.- Estaba el hecho de que ella podría ser el eslabón perdido de Rowine  Mcraune y  sí eso era efectivamente así, podría cambiar mucho las cosas para su viejo amigo  Joseph e incluso para la familia Calguiere, podrían  enmendar una injusticia que se cometió hace muchos años atrás.
Por lo que decidió intervenir y persuadir a la muchacha hasta que David tuviese noticias, pero primero debería reunir a esas dos y aclarar el mal entendido que habían ocasionado.
Dime mi querida niña, ¿te gustan los caballos?, lo digo porque hay muchos en tus  bocetos. ─ preguntó Anette
Amo los caballos tanto como la naturaleza, me permiten ser  totalmente libre, sin ataduras, siento que soy  una con ellos, al momento de cabalgar dijo una apasionada Raniel.
La señora Calguiere, se limitó a sonreír. No cabía duda que esa jovencita aparte de ser muy espontánea, era muy sencilla en su forma de ser.
Bien entonces le diré a Marcus que te acompañe a las caballerizas para que puedas escoger el que más te guste y puedas salir a dónde tu desees,  claro está que te acompañara Ralph, para que no te pierdas y más adelante puedas hacerlo tú  sola – dijo Anette.
 Se lo agradezco mucho señora Calguiere  respondió  Raniel
No me digas más señora Calguiere, llámame Anette. ─ instó ésta.
Permíteme un segundo ─ señaló Anette,  he hizo sonar una campañilla, al momento entro una doncella.
─ Diga usted, señora.
─ Por favor acompaña a la señorita Raniel con  Marcus, para que éste  la lleve hasta las caballerizas con Ralph, que le ensillen un caballo para ella y le acompañe dónde ella lo desee. Hazle saber que es responsable por la seguridad de ella ante mí – enfatizó Anette.
─ Como usted diga mi señora.
Otra cosa más, llame a Alesia y que inmediatamente suba a mi despacho y no hagas pasar  a nadie hasta que haya terminado. ─ ordenó Anette.
Señora y en cuanto a las  llamadas─ preguntó  la doncella.
─ De ninguna manera quiero ser  molestada, ha quedado claro. ─ respondió una enérgica  Anette.
Perfectamente dijo la doncella que se asustó un poco, ya que ella era de carácter muy dulce y era muy inusual verla enojaba y hoy era uno de eso días.
─ ¡Cielos!... mamá está enojada  pensó Anabelle  ahora sí que me irá mal.
En esos momentos Alesia  vio bajar a Raniel  junto a una de las doncellas y se dirigió hasta dónde ellas estaban, justo en el  momento que iba a hablarle, fue interrumpida por la doncella.
Señorita Alesia. La señora Anette quiere que suba inmediatamente a su despacho. ─ solicitó la doncella.
─ ¡Um!…cielos se avecina una tormenta, ¿qué has hecho Anabelle? pensaba la joven mientras subía la gran escalera.
En unos instantes se sintió unos pequeños golpes en la puerta…
─ Adelante ─ se escuchó al otro lado.
¿Querías verme tía Anette! ─ preguntó Alesia.
─ Toma asiento─ ordenó ésta.
─ Tú dirás.
─ Y ¿entonces?... quién de las dos comienza por aclararme qué  diantres fue lo que sucedió  con Raniel   dijo  suma molestia  Anette.
Ambas muchachas se miraron ante el tono de voz de Anette…Presagio de problemas.
En los establos,  Ralph le muestra los caballos a Raniel y ésta queda embelesada con un semental azabache como la misma noche  y se acercó y acarició su hocico…y Ralph quedo viéndola con mucha atención.
Señorita, ese ejemplar es uno de lo que no hemos podido amansar, porque no se deja, no creo que sea aconsejable que usted le monte. ─ indicó el hombre.
Ralph, no se preocupe. Él no me hará nada, de hecho aceptó que me acercase, ya verá usted. ─ mencionó la joven.
─ Pero señorita, soy responsable de usted ante mi señora. Si le pasa algo ella…no quiero pensar en qué sucederá. ─ explicó éste.
─ Le comprendo, pero hagamos un trato, déjeme ensillarle y si éste me rechaza, desisto de mi actitud y buscamos uno a su elección. ¿Le parece? ─ acordó Raniel.
─ Me parece bien señorita.
─ Por cierto, ¿cómo se llama este bello ejemplar? ─ Preguntó Raniel.
Espíritu Indomable  señaló Ralph.
─ ¡Vaya! hermoso nombre. Bien veamos mi amigo, no te haré nada sólo quiero ser tu compañera ─ Susurró Raniel ─ déjame colocar estas cosas y saldremos a dar un paseo…veras como seremos libres por unos momentos.
Al instante que Raniel puso la montura el animal resopló,  y ella acarició nuevamente su hocico dándole un suave beso en su nariz, es cómo le trasmitiera su paz y el animal dejo que le ensillasen.
Usted ha hecho un milagro señorita dijo muy asombrado el hombre.
─ No Ralph. Cuándo uno trata con ternura a su hermosura como esta y le trasmites tu paz, ellos se dejan, es cómo hacer amigos – explicó una sonriente Raniel.
─ Bien señorita usted gana. Vamos a dar un paseo, ¿dónde quiere ir? ─ preguntó Ralph.
─ Muéstreme  Ralph el lugar más bello que tenga en este sector. ─ solicitó Raniel.
El lago señorita, tiene una vista espectacular.
─ Vamos entonces.

Mientras tanto en el castillo…
─ Pero… ¿en qué  rayos estabas pensando Anabelle?  – Inquirió su madre – acaso no eres la Duquesa de Calguiere. Ese no es un comportamiento adecuado de tu parte.
─ Lo siento Madre, pero cómo te expliqué, tú sabes muy bien que me molesta la falta de educación. ─ argumentó la joven.
─ ¿Pero qué dices niña? Si esta  jovencita  es de lo más educada,  parece mentira que le hayas tratado de esa forma. ─ rebatió su madre.
─ Pero tía, fue culpa mía también por llevármela. Ella había insistido que aquello  podía ocasionar malos entendidos, solo que no le hice caso. ─ explicó Alesia en defensa de su prima.
Esto es insólito. Ella tiene más sensatez y juicio que ustedes dos juntas. Es una vergüenza,  ustedes tienen veinticinco años y parecen unas adolecentes peleándose por  una golosina. ─ reprendió duramente Anette.
_ Lo siento dijeron ambas al unísono.
Las disculpas agravan la falta en su caso ─ corrigió Anette.
Ambas chicas bajaron sus ojos ante lo intensa de la mirada de Anette.
─ Espero por su bien que su comportamiento cambie de ahora en adelante. No les permitiré a ninguna de las dos tales actitudes para con Raniel, es más harán de su estadía la más grata posible y una disculpa será lo siguiente que deberán hacer ─ ordenó seca Anette ─ ¿les quedo claro a ambas?
Claro que sí, tía – contestó Alesia.
─ Por supuesto madre. Iré a disculparme con ella en estos momentos señaló Anabelle.
─ Nada de eso jovencitas. Ahora es mi turno, una vez que Raniel regrese iremos a casa de tus padres  Alesia. Ya tendrán ocasión de remediar vuestras actitudes. Ahora si me disculpan, iré a mi recámara a descansar de ustedes dos. ─ señaló sumamente contrariada la antigua Duquesa de Calguiere.
Tras un largo paseo, Raniel llegó cuando  ya estaba oscureciendo. Le llamarón a unos de los salones y ahí se encontraban Anette y su esposo, Charles,  Francis, Anabelle y Alesia; cuando la vieron entrar; las dos muchachas sintieron alivio al verla un poco más serena.
Con desesperación Anabelle,  buscó la mirada de la joven,  pero ésta evitó mirar en su dirección, puesto que se había impuesto alejarse de ella  tanto como le sea posible. Además,  algo en su interior estaba comenzando a incomodarle y no le daría chance  alguna a una persona como ella,  que lo único que hacía apenas la veía era fastidiarla y humillarla. Era precisamente el tipo de personas a las que no soportaba.
─ ¡Y bien querida!, ¿cómo estuvo ese paseo? ─ preguntó Anette, rompiendo un poco el hielo.
─ ¡Excelente! me sentí libre junto a mi caballo. Éramos uno solo corazón al galopar. ─ habló con total apasionamiento Raniel.
¡Vaya ¡me parece magnífico que te hayas divertido. ─ comentó Anette, dando gracias internamente porque la joven estuviese mejor.
─ Y dime Raniel, ¿cuál escogiste? – Preguntó Charles emocionado de volver a ver la muchacha y además, de ser él,  un gran jinete y que  practica polo.
A Espíritu indomable señaló Raniel.
─ ¡¿Qué?! ─ exclamaron todos en la sala.
─ ¡Por Dios niña! – exclamó una preocupada  Alesia  podrías haber puesto en riesgo tú vida.
Raniel, ante la actitud de todos. Les obsequió una gran sonrisa y a más de uno robo un suspiro;  en especial a esos ojos azules que luchaban por no sentir en su pecho ese extraño latido de su corazón.
─ Mi querida jovencita, eres toda una caja de sorpresas, mira que a espíritu. Sin duda;  ya conquistaste su corazón también ─ celebró entre risas Anette ahora ven conmigo y Charles que vamos a casa de los padres de Alesia.

Anabelle, vio como Raniel se despidió de todos, pero no le dirigió una sola mirada y mucho menos la palabra… ¿qué estúpida había sido?…como le duele su indiferencia.

1 comentario:

Ángelus dijo...

Me encanta este capítulo. A mi también me gusta mucho los caballos, desde muy pequeña. Y Raniel con ese caballo, y como se quedan todos cuando oyen que lo ha montado sin problema, es lo mejor que has podido hacer amiga mía.

ME ENCANTA!!!

Ángelus Drakul

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