Destino implacable, capítulo 23.
Despertar
─
Ariza ─ fue el susurró que alcanzó en salir de los labios de Bianca antes que
fuesen reclamados por la estanciera.
En la
vida nada es porque sí como tampoco casualidad y en el preciso momento en que
los labios de la morena se posaban sobre los de su Romí, unos escalofríos
cubrían el cuerpo de una rubia dejando su piel de gallina y su corazón con una
palpitante sensación de angustia que se apoderó de lleno en su mente y…
─
¡Bianca! ─ fue el llamado de aquella rubia que veía el bello de sus brazos
totalmente erizados por esa desagradable sensación. ─ ¡No puede ser!
Al fin
se abrían las compuertas de un escenario que se pronosticaba adversos para
ambos bandos y es que ninguno se podía proclamar vencedor con tan solo haber
robado una base…Es decir…Un beso. ¡Todo no estaba dicho en este juego del amor!
─
¿Sucede algo? ─ Preguntó Carlos de frente al rostro de su subalterna que estaba
siendo examinada por el médico de la mutual de trabajadores.
─
¡Disculpa! ¿Has dicho algo? ─ inquirió desorientada ésta.
─ Te
pregunté Marcela qué sucedía ─ respondió Carlos.
─ Nada
de porque preocuparse ─ mencionó la inspectora.
─ ¡Ah!
Como llamaste a Bianca, pensé que algo malo pasaba con ella ─ expuso
suspicazmente el estratega. ─ Me acordé de ella eso es todo ─ indicó a modo de
excusa Marcela mientras sus pensamientos sacaban conclusiones.
─
¡Mira te voy a ser bien sincero! ─ expuso Carlos que de tonto no tenía un pelo
y fue directo al grano. ─ Hay dos razones porque te cité tan temprano hoy. Y la
primera tiene que ver que antes de regresarte a Posesión quiero que te hagas
ver por el especialista de la mutual para ver eso del disparo que afecto tu
oído.
La
segunda razón y un tanto quisquillosa es que necesito ponerte al tanto de
algunas decisiones que se tomaron directamente de Santiago y tienen relación
con los estancieros y especialmente hablamos de la dueña de los pozos.
─
¡Nada bueno tiene que ser para que me cites hablar precisamente de ella! ─
interrumpió la inspectora intuyendo que habían cosas un tanto turbias.
─ ¡Por
favor no interrumpas! ─ ordenó Carlos rascando su mejilla porque sabía de ante
mano que el tema a tratar sería escabroso. ─ Tal como te mencioné te enviaré de
vuelta al campamento bajo una condición y tiene relación precisamente con tu
compañera de trabajo. Marcela, quiero que entiendas que la empresa está en vías
de llegar a un acuerdo con nuevos socios y es crucial que esto se concrete al
precio de que sea dado que es muy beneficioso para todos nosotros. Nuestro
futuro está precisamente en dicho acuerdo y para ello, te voy a pedir
encarecidamente que te mantengas al margen y lo más alejada de Bianca Rangel.
─ ¿Y
eso por qué? ─ preguntó de frentón Marcela a quién los escalofríos le
retornaron y le daba mala espina todo esto. ─ Que yo sepa nunca me he propasado
con ella y con ninguna otra funcionaria de Enap.
─
¡Vamos que no te hagas conmigo la que no sabe a lo que me refiero! ─ confrontó
Carlos. ─ Bianca no es cualquier funcionaria para ti ya que tienes sentimientos
involucrados hacia ella. Lo que hace que estemos en una posición bien difícil
en estos momentos con la dueña de los pozos.
─ En
ningún minuto estoy negando que Bianca me gusta y mucho. Pero en nada tiene que
ver mis afectos con mi relación laboral para con ella ─ aclaró tajantemente
Marcela. ─ Trabajo es trabajo y el corazón es otra cosa muy distinta y ¡Créeme!
Sé separar ambas cosas.
─ No
te lo discuto ─ concordó Carlos. ─ Conozco muy bien tu ética profesional y no
estamos discutiendo ello. Lo que te estoy pidiendo que te mantengas alejada de
ella por el bien de la empresa y de todos tus compañeros.
─ Sigo
sin entender ─ refutó Marcela. ─ Mejor por qué no me dices ¿Qué tiene que ver
Ariza Pedrales con Enap? Para que me pidas que piense en el bienestar de la
empresa y de los demás.
─ Veo
que no tienes un pelo de tonta ─ adujo Carlos.
─ No
llegué hasta aquí por idiota ¿No te parece? ─ replicó con sarcasmo Marcela.
─
Obviamente. ─ coincidió Carlos. ─ Te has ganado un lugar y el respeto de un
rubro que es netamente para hombres.
─
Dejando de lado es tremendo logro según tú ¿Cuál es el punto aquí? ─ insistió
la inspectora.
─ Enap
está por llegar a un acuerdo con los hermanos Pedrales como inversionistas. ─ reveló Carlos
sopesando el rostro de su subalterna. ─ Lo que hace tu situación complicada ya
que a tu compañera se le atribuye el estar casada con la dueña de los pozos. Y
tendríamos inconvenientes de que te vean cercana a Bianca. ¿Comprendes ahora?
─
Claro que entiendo ─ masculló Marcela que le sentó mal escuchar los argumentos.
─ Y no se ha comprobado que realmente estén casada y a ti eso te consta.
Además, no tengo pensado perjudicar los intereses de la empresa en faena si eso
es lo que te preocupa. Fuera de mis horarios no te garantizo nada ya que no voy
a dejar de ver ni hablar con Bianca solo porque a esa mujercita le disguste.
─
Podría cambiarte de ITO y se acabó el problema. Así de fácil ─ advirtió Carlos
bajándole los aires a su empleada.
─
Puedes y estás en tu derecho ─ convino Marcela viéndolo fijamente a los ojos. ─
Pero no me hubieses planteado sobre el nuevo proyecto en Gregorio sino fuera
importante mi presencia allá. ¿No es así?
─
¡Mira que salió astuta la niña! ─ rebatió Carlos. ─ le doy una promoción y se
me sube a la cabeza.
─ No
te equivoques ─ refutó Marcela que no se dejaba amedrentar por las
insinuaciones de su superior. ─ Tu juego de palabras ya me los conozco de
memoria y lo que menos deseo es una confrontación entre nosotros por causa de
esa mujer. Aquí yo no he faltado a ninguna norma con respecto a la empresa y
mis antecedentes son intachables y lo sabes bien.
─ Ya
veo que no llegaremos a ningún puerto con esta conversación ─ dijo algo
cabreado el estratega. ─ Lo único que me interesa es que llevemos la fiesta en
paz con la estanciera y será tú problema no entrar en pleito con «esa mujer»
cómo dices tú.
─
Descuida que sé hacer muy bien mi pega ─ aclaró Marcela y levantándose de la silla,
añadió. ─ ¿Hay algo más? Y así irme directo a la mutual para que me revisen.
─ Nada
más ─ respondió Carlos ─ Puedes irte y hacerme llegar el parte médico.
─ Por
supuesto ─ contestó Marcela.
─ Bien
─ dijo Carlos. ─ No lo olvides Paredes. ¡Cuídate de Ariza Pedrales! Y no
piñizques la uva ajena.
A
veces trabajar netamente en un ambiente de puros hombres tiene un precio que
pagarse y es la brutalidad con que suelen tratarte y si te muestras débil estás
frita como profesional. Lo último que dijese el estratega de la petrolera le
sentón como patada en el estómago a la
inspectora.
─ Que
yo sepa ella no es ninguna fruta ─ masculló con sorna Marcela. ─ Ni tampoco le
pertenece a nadie por lo tanto, no estoy cometiendo ningún delito con estar a
su lado y está por verse si dice la verdad o no.
Dicho
esto, salió de la oficina del director de operaciones con las manos apretadas
por el coraje que la embargó por las amenazas e insinuaciones de la infame
estanciera.
─ ¡Me
vale que sea la dueña de todo Chile si quiere! ─ masculló con dientes apretados
Marcela mientras bajaba por las escaleras. ─ No es nadie y menos va a
prohibirme ver a Bianca ya que tiene un acuerdo conmigo y sólo ella puede
decidir si quiere o no estar conmigo.
¡Realmente
esto se ha convertido en un triángulo amoroso! Tres mujeres que sentían dentro
de sus corazones muy distintos y que a la larga una de ellas tendría que tomar
la más difícil de las decisiones.
─
Definitivamente se enamoró de Bianca ─ murmuró Carlos viendo la ficha de vida
de la joven Rangel. ─ Esto no pinta bien para ninguna de las dos. Tendré que
moverme cuánto antes si quiero quedarme con las dos.
Mientras
en otro lugar…
Una joven estaba cada vez más confundida al ser envuelta por las emociones que le estaba arrastrando su viejo amor. Por más que deseara tener la mente fría para pensar y sopesar lo que realmente necesitaba en su vida. Todo se estaba complicando al punto de estar contra la pared y envuelta en dos sentimientos simultáneos. Estaba muy consiente que fue por voluntad propia en busca de respuestas con respecto a la que fuera su gran amor del pasado. Sin embargo, también fue deseo propio darle una chance a la joven inspectora dado que también le provocaba emociones a su corazón y dio por sentado antes de tiempo que podría resolver en un dos por tres como quién chasquea los dedos y asunto resuelto. ¡La realidad puede ser cruda y devastadora!
¿Podrá
resolver Bianca el enigma de su corazón? Ya que es sabido que jugar a dos
bandos puede resultarte letal al final de cuentas o como dicen los entendidos
no se puede tener pan y pedazo porque no es bueno saludablemente hablando…Un
corazón jamás de dividirá entre dos amores…A uno se ama y al otro se quiere.
¿Cómo
poder diferenciar cuando todo te confunde? Todo gesto, caricia, acción, beso y
precisamente esto último era lo que la sumergía en una nube de confusión plena
ya que le estaba costando una enormidad reconocer que se estaba volviendo
adicta a los besos que Ariza le robaba cada vez que se encontraban o cruzaban
caminos. ¿Cómo negar esa sensación?
No
tenía conciencia de cuánto tiempo estaban envueltas en aquel beso, pero si
estaba clara de que sabía muy bien que aquello se iba a dar más de una vez
porque esas fueron las condiciones de aceptar irse a vivir un tiempo junto a
ella para descubrir sus verdaderos sentimientos.
Aquel
beso la sumergía en un abismo sideral como a la vez, la elevaba hasta las
mismas nubes. Dejándola sin la capacidad de control. Le era arrebatado tal
poder y dominio de sus emociones al punto de sentirse flaquear y débil ante la
presencia de aquella morena.
Dicen
que en el juego de los enamorados existen roles que son conscientes y otros no,
pero que hay una parte más dominante que la otra y la segunda se vuelve sumisa
a su amante y no es que capacidades amatorias no tuviesen sino que hay muchas
veces una parte más avallasadora que la
otra; ya sean parejas heterosexuales u homosexuales. En ambos pueden verse este
tipo de comportamiento de roles. Y que por cierto, nada tienen que ver con el
romanticismo de una pareja.
Y todo
indicaba al parecer que la parte dominante de esta relación estaba enfocada en
la belleza gitana; ya sea por la sensualidad, artilugios u embrujos que suelen
envolver a esta estirpe de la sociedad humana.
Basta
con echarles un vistazo en aquella recámara para sacar conclusiones ya que el
brazo de la morena sobre la cintura dejaba claro esa afirmación o dominio.
Tenía asida a la joven Rangel de tal manera que no tenía opciones de escapar o
resistirse a sus caricias. Y el estar de pie y su amante alzada desde el torso
sin abandonar por completo el lecho.
Ahora
si hablamos de lo más relevante que es un beso. Aquella caricia se apreciaba
del mismo modo demandante, pero que para la ingeniera era suave y delicado y al
mismo tiempo envolvente donde dejaba claro que no había motivos para la
resistencia o rechazo de su parte. Y ese era el punto más peligroso de todo,
porque no tenía fuerza para oponerse ya que en el fondo sabía muy bien que lo
disfrutaba más de lo que estaba dispuesto a admitir y eso lo venía haciendo
desde la otra vida.
Muy
despacio y tal como se había acercado a ella, rompió el embrujo y cortó el
beso. Distanció unos milímetros su rostro de la joven y observó detenidamente
aquellos ojos grises. Y con ello,
comprobaba lo que siempre ha creído o tenido plena certeza de que sus caricias
jamás le han sido indiferente a la joven Rangel.
Al
sentir esa pequeña separación, esos ojos grises fueron abriendo sus parpados
para encontrarse de lleno con los verdes de la gitana que la veían con un dejo
de ternura y a la vez, inquisición.
─ ¿Por
qué me ves de ese modo? ─ preguntó Bianca al mirar esa profundidad verdosa.
─ Ya
te lo había dicho anteriormente. ─ explicó Ariza sin dejarla de ver. ─ busco las razones
dentro de ti del porque has permitido que otra mujer desee vehemente robarme tu
corazón. Cuando éste siempre ha sido mío e incluso hoy, lo sigue siendo.
─ ¿Y
qué te hace pensar que no lo consiguió ya? ─ se aventuró en cuestionar Bianca
no con el ánimo de confrontación si no de especulación pura.
Sin
duda que la pregunta no cayó nada bien a la estanciera y sus ojos se
empequeñecieron al oír el argumento en cuestión.
─ Si
ello hubiera ocurrido como insinúas. Tú no estarías aquí conmigo buscando
descubrir tus verdaderos sentimientos. ─ respondió y aclaró Ariza. ─ Esa mujer
solo consiguió inquietarte a un punto en que te cuestionas los sentimientos que
expresa tu propio corazón. Has decidido dudar de tu capacidad de raciocinio e
ignorar los latidos que nacen dentro de ti. Es por ella, que dudas de tu amor
por mí.
─
¿Verdaderamente crees eso? ─ insistió en su pregunta Bianca. ─ ¿No puede ser
que realmente sienta algo por Marcela? Pequeño o débil sentimiento quizás, pero
que sí exista. ¿Te has preguntado por qué ocurrió? ¡Tal vez si pueda volver
amar, pero a otra persona.
Eso
fue una estocada dura y difícil de amilanar o suavizar. Y es que nadie está
preparado para aceptar un hecho de esa índole cuando solo se desea ser único y
exclusivo en el corazón de su ser amado.
─ Tus
conjeturas son crueles para mí y te pido que midas tus palabras que no soy de
fierro y también tengo un corazón que cuidar de tus ataques constantes que has
tenido conmigo desde que nos encontramos─ Aclaró tajantemente Ariza. ─ Puede
que haya despertado una especie de cariño que puedas profesar por ella y sin
embargo, si la amases verdaderamente no estarías aquí en esta casa hablando
precisamente de solucionar las cosas y buscar tu verdad. Cuando se ama no hay
lugar para dudas, solo te dejas llevar por tus sentimientos y luchas contra
quién sea.
─
Ariza ─ susurró Bianca conmovida de la ferocidad y capacidad de hablar de una
entrega total en el amar.
─
Puedo entender tus dudas con respecto a mí y lo que ocurrió en el pasado. ─
prosiguió con sus descargos Ariza. ─ Pero en este tiempo no hay un lazo legal
que nos una y tu corazón sigue encadenado al mío por voluntad propia y deseo.
Desconocer aquel sentimiento tan solo nos hace daño y lastima más y más al
punto de que otros terminan involucrándose en nuestras vidas y provocando que
retrasemos lo inevitable.
─ ¿Por
qué tuve que conocerte? ─ Preguntó
Bianca sacudiendo su cabeza para luego bajarla por el peso de la conciencia que
la orillaba hacer desagradable muchas veces. ─ Mejor dicho; ¿por qué tuvimos
que volvernos a encontrar?
─ Bianca
─ protestó Ariza en el acto, posando su mano sobre el mentón de la muchacha y
levantándolo para que la viera directo a los ojos. ─ No te arrepientas por
nuestro pasado como tampoco por nuestro presente dado que estaba en nuestro
destino encontrarnos y ocurriría las veces que fuese necesario hasta zanjar y
darle solución a lo que dejamos pendientes.
─ ¿Te
das cuenta que solo conseguimos sufrir siempre? ─ refutó Bianca viéndola con
ojos llorosos. ─ Y ahora, estamos arrastrando a otros a ese eterno sufrimiento.
─ Me
doy cuenta perfectamente de ello y sin embargo, solo nosotras tenemos la
solución ─ repuso Ariza sin apartar sus ojos de la joven Rangel. ─ De romper
esa cadena de sufrimientos y darnos el derecho de ser felices de una vez por
todas. ¿No te parece a ti?
─
Ahora hay otras personas en esta historia ─ indicó Bianca.
─ No
hables en plural porque solo es una sola persona nada más. ─ Contra vino Ariza
y con una mueca de disgusto muy notoria de su parte, agregó. ─ Y que nada puedo
hacer yo por esa mujer. No voy a entregarle en bandeja de plata lo que más amo
en esta vida. Primero muerta que permitirle que se quede contigo. No es
problema mío ni injerencia evitarle que sufra, solo puedo decirte que tendrá
que vivir con ello porque yo ya sufrí demasiado por tu ausencia y ni loca
vuelvo a dejarte ir. Llámame egoísta si quieres, pero esta es nuestra verdad y
no hay cabida para un tercero, además de ser un mal tercio.
─
Ariza, esto no es tan simple o fácil como lo haces ver ─ rebatió Bianca
sintiendo como su corazón se contraía por pensar en el dolor de la jefa de
inspectores. ─ Se trata de sentimientos y que por cierto, también están dentro
de mi corazón.
─ Lo
que tú tienes es una simple confusión que está basada en la negación que te has
sumido por no aceptar de lleno tus sentimientos por mí y por eso, dejaste que
la presencia de esa mujer te fuese envolviendo y embaucando. ─ objetó Ariza a
los dichos de su viejo amor. ─ Puedo apostar que te sientes atraída por ella
porque es lo opuesta a lo que yo soy y que además, cuenta con un encanto
físico, pero que realmente es simplón a la vista de cualquiera. Puede que sus
caricias te parezcan tiernas y delicadas y te eleven por las nubes, pero tú
sabes perfectamente que es lo que te llena por completo y eso precisamente te
lo puedo entregar únicamente yo y nadie más. El pasado es el mejor testigo que
necesitas para sacarte de dudas.
─
Ariza… ¡Eres tan arrogante y engreída a veces! ─ recriminó Bianca tragando con
dificultad porque sabía que estaba al filo del abismo en lo arriesgado de sus
palabras. ─ Te consideras superior a Marcela en belleza y eso te hace verla por
sobre el hombro y eso no me gusta.
─
Bianca…Bianca…─ aclaró la gitana tocando su mejilla y alzando su frente con
soberbia, añadió. ─ No te gusta que hable de ese modo porque no deseas que sea
cruel de mi parte para con esa mujercita. ¡Reconócelo! Y además, por supuesto
que soy mejor. ¡No está en discusión ese punto ahora! A pesar de ser arrogante
y engreída como tú dices, he tenido las de perder contigo porque me has visto
como un enemigo, no como tú esposa del pasado. Como la mujer que más te ha
amado y te amara hasta el fin de sus días. Tú solo deseas que sea humilde para
reconfortar tu corazón y saber que no escogiste a un ogro de pareja. ¿No es así
Romí?
─ La
humildad te sentaría bien ─ respondió Bianca sin dejar de verle. ─ Eres la
mujer más hermosa que he conocido pero tanta belleza te hace soberbia y te
resta atractivo a los ojos de una mujer.
─ ¿Tú
realmente crees eso? ─ preguntó en oposición Ariza.
─ Lo
creo, por eso estamos separadas en este tiempo ─ afirmó Bianca. ─ Porque esa
actitud tuya me choca mucho a decir verdad y no quiero repetir los errores del
pasado de dejarme avasallar por tu personalidad territorial y egoísta. No
siempre has tenido la razón en tus resquemores porque jamás te fui infiel y no
puedo decir lo mismo de ti. Como suelen decir hoy en día, cuando una persona
engaña en forma descarada, es la primera en celar en forma enfermiza y sin
piedad porque sabe que sí lo hace podrían hacérselo también.
─ No
te fui infiel. ─ refutó Ariza con tono cortante. ─ solo asumí un compromiso
pactado por mi familia y con arreglos a nuestro favor y jamás me llegó a tocar
porque estaba acordado de ese modo. Y si te celé en el pasado era lógico porque
provenía de una familia gitana y por mis venas corre la misma sangre, jamás
dejaré que toquen lo que es mío ya que no comparto aquello que fue destinado a
mí al igual que lo soy yo para ti. ¿Por qué crees que permanezco soltera aún?
De por gusto no es.
─
Puedes tener a quién tú desees ─ apuntó Bianca.
─ Solo
me interesas tú ─ objetó Ariza sin rodeos.
─ De
seguro hay muchas mujeres que se pelearían por ti ─ intentó una vez más Bianca
de buscarle otra opción a su viejo amor.
─ Sin
duda ─ repuso Ariza. ─ Y mi respuesta sigue siendo la misma, solo tú y nadie
más que tú. Es todo lo que quiero en esta vida.
─ ¿Por
qué te empecinas en reunir lo que fue separado en el pasado? ─ preguntó Bianca
sin darse aún por vencida. ─ ¿Capricho tal vez?
─
¿Capricho? Jamás ─ contestó Ariza tocando la punta de la nariz de la muchacha. ─
Puedes inventarte un sinfín de excusas para quererme alejar de ti, pero no lo
conseguirás porque esta mujer arrogante que tienes frente a ti, te ama como
solo tú sabes que lo hago y lo hice.
─ Yo…
─ intentó protestar Bianca.
─
¡Shis! ─ exclamó Ariza poniendo un dedo sobre los labios de Rangel. ─ deja de
hablar tanto que solo gastas palabras innecesarias en este momento y tenemos un
acuerdo entre las dos de darnos esa oportunidad y una promesa de sangre,
equivale a un contrato voluntario. De mi parte la cumpliré cabalmente y por eso
te pregunto nuevamente ¿cumplirás tu voto?
Aquellas
pupilas grises se expandieron un poco y luego, retornaron a la normalidad…
─ Sí ─
fue la simple respuesta.
─ Eso
es todo lo que debe importarnos ─ adujo Ariza, quitando su dedo de los labios
de la chica y tomándola de la mano, la levantó de la cama. ─ ¡Acompáñame por
favor!
─
¿Dónde me llevas? ─ preguntó Bianca que intentaba equilibrarse. ─ Espera, estoy
descalza.
─ No
hace falta ─ contestó Ariza.
─ ¿Por
qué no? ─ persistió Bianca.
─ Muy
simple ─ respondió Ariza y de súbito la cogió en brazos. ─ Yo te llevaré.
─ ¿En
brazos? ─ inquirió Bianca pasmada.
─
Recuerda que siempre lo hice y tú eres más baja ─ concluyó Ariza.
─
Gracias por decirme enana ─ dijo molesta Bianca.
─ Dije
más baja nada más ─ repuso Ariza de percibir ese enojo del pasado. ─ Y aunque
lo fueras, igual te amaría con la misma pasión que lo hago.
─
¡Tonta! ─ rabió Bianca. ─ No lo soy.
─
Claro que no lo eres ─ acotó Ariza. ─ Y para mí, eres lo más hermoso.
─ Eres
algo cursi para ser gitana ─ acusó Bianca.
─ Los
gitanos podemos ser muy amorosos estando con nuestras parejas o familia. ─
mencionó Ariza. ─ En nuestra privacidad.
─
¿Dónde me llevas? ─ cambió de tema Bianca para no seguir por ese rumbo.
─ A
que te relajes conmigo ─ contestó Ariza bajando con cuidado unos escalones. ─
llevas demasiado tiempo sin un descanso y tengo el lugar indicado para eso.
─ ¿Qué
lugar es? ─ indagó como una niña Bianca.
─
Jajaja ─ se carcajeó Ariza al oírla y aclaró lo siguiente. ─ Por mi propiedad
cruza una napa termal que da justo a un costado de esta casona y que hice las
modificaciones necesarias para tenerla bajo techo y acondicionada para momentos
de relajación después de una extensa jornada.
─ ¡Vaya!
─ exclamó atónita Bianca. ─ Esta tierra me sorprende con sus secretos.
─
Magallanes es una tierra de encantos. ─ señaló Ariza llegando a un pasillo que
conducía hacia un inmueble de madera cónico a usanza indígena y por una cortina de piel de guanaco. ─ ¡He
aquí las aguas del Tehuelche!
Al
cruzar por esa capa de guanaco, se encontraron de lleno con una especie de
vertiente hirviendo que estaba encajonada en una pared de piedras en forma
circular y en todo su alrededor había cuarzo molido que empedraba una especie
de camino también en forma redonda en todo el ancho de ese toldo con banquetas
con un sinfín de jarras de aceites aromáticos, perfumes entre otras cosas.
─
¡Sorprendente! ─ exclamó Bianca al ver todo el lugar y picada por la
curiosidad, preguntó. ─ ¿por qué el nombre? ¿Cómo has dicho que se llamaba?
─
Tehuelche ─ respondió Ariza avanzando hasta el borde de la vertiente y
depositando a su romí en el piso─ Los aborígenes patagones conocidos como
Aoniken o Tehuelche (pie grande) en la estación de invierno solían refugiarse
en lugares como esté y permanecían protegidos en la parte más dura del invierno
en las pampas.
─ Por
eso has puesto esa piel de guanaco ¿no es así?
Porque te identificas por las costumbres de ese pueblo que te hacen
acuerdo a las tuyas del pasado ─ refirió Bianca al comprender las similitudes.
─ Sin
duda, eres muy inteligente Romí ─ repuso Ariza observando cada uno de sus
gestos y motivada por su corazón, prosiguió. ─ Respeto las tradiciones al igual
que las costumbres de este extinto pueblo y he querido dejarlo reflejado para
todo aquel que tenga el privilegio de conocer mi hogar y apreciar el esfuerzo
de aquellos que hacen patria y vida en tierra de nadie.
─ Veo
que sigues siendo muy sentimental en ese aspecto…Ariza ─ mencionó Bianca tras
oír lo expuesto por la estanciera. ─ Algunas cosas del pasado no cambian.
─ El
pasado forma parte de nuestras memorias y de nuestra identidad ─ señaló Ariza
tomando la mano de la joven y llevándola hasta sus labios para besarla. ─ Ahora
nuestro presente comienza a escribirse según nosotras queramos.
─ ¿Qué
haces? ─ preguntó sorprendida Bianca al sentir las manos de la estanciera sobre
su ropa.
─ ¡Ya
lo dije! ─ repuso Ariza y abriendo la camisola que llevaba puesta la joven
Rangel. ─ Voy hacer que te relajes.
─
Pero…─ intentó protestar Bianca al posar su mano sobre la de la morena. ─
Pero…Yo…puedo hacerlo sola.
─ Lo
sé ─ contestó Ariza bajando el perfil a la protesta para proseguir con su labor
y su aclaración. ─ Y es mi deseo que me permitas hacerlo yo. Quiero ser quién
te devuelva esa tranquilidad que tanto necesitas.
─
Ariza…─ murmuró avergonzada Bianca al verse desnuda frente a la gitana.
─ Dime
─ respondió al llamado la estanciera y viéndola con una mirada muy penetrante.
─ ¿Lo
haremos juntas? ─ preguntó Bianca y al instante se retractó. ─ Quiero decir…El
bañarnos.
Ariza
se tomó un tiempo para responder y se dedicó a observarla de pies a cabeza y es
que hacía mucho tiempo que no tenía el placer y la dicha de verla en tanta
intimidad; es decir, desnuda. Y podía
palpar el nerviosismo de la joven al igual que la vergüenza de estar desnuda en
su presencia.
¡Qué
decir para la propia Ariza! Luchaba ferozmente por no saltarle encima como una
desesperada a muerte que estaba en cumplir su deseo final; y es que llevaba
tanto tiempo añorándola y esperándola que le resultaba tremendamente difícil
controlar sus emociones. Esas que solo su romí podía despertar en ella y la
agonía habían sido tremendas. ¡Años de espera infinita!
─
Romí, no te cohíbas conmigo ─ suplicó Ariza haciendo un doble esfuerzo para no
dejarse llevar por su pasión y deseo por su esposa. ─ Prometí que te respetaría
y necesito que confíes en mí. Más tú sabes que debemos vivir todo tipo de cosas
juntas y ésta es una de ellas. Debemos interactuar mucho entre nosotras para
que vayas despertando tus sentimientos dormidos y aclares tus dudas. Sólo así
podremos salir adelante y dejar de sufrir por este presente que nos enfrentó
duramente.
─
¡Ariza! ─ susurró Bianca sintiendo un estruendo en su corazón al escuchar tan
sinceras palabras. ─ Yo… ¡Está bien!
─ Romí
─ dijo Ariza y fue su turno en desvestirse frente a su esposa y dejarlas a un
costado y extendiendo su mano hacia la muchacha, añadió. ─ ¡Ven a mí!
¡Ni
que decir de los escalofríos que estaba viviendo Rangel! Eras tantos que ya
había perdido la cuenta y es que estaba en shock…Casi embrutecida; por así
decirlo; viendo aquella belleza gitana. Que sentía que la se le hacía un nudo
en la garganta a causa de su corazón que se sentía que lo iba a devolver por la
boca. Y es que era mucho para ella. ¡Le estaba costando una enormidad mantener
la calma!
¡Y
razones tenía de sobra! Siempre se ha dicho que dónde hubo fuego, cenizas
quedan. Y este era precisamente el caso. Bianca, no solo estaba impactada por
la belleza de Ariza en su estado más natural, que ya de por presencia lo había
hecho desde el primer día de reencontrarse;
sino que su cuerpo al igual que su corazón guardaban memorias del pasado
en forma nítida y las emociones o sensaciones que le estaban causando le estaba
costando una agitación dantesca en toda su piel…Un escozor tan aplastante y
avasallante que sentía que en cualquier momento ardería en llamas.
Por su
parte, aquella morena la contemplaba tan serena y extasiada de ver la reacción
que estaba provocando en su romí, que lejos de jactarse a viva voz. La escena
la enternecía en demasía y es que por mucho que su joven romí luchase
fieramente en poner un muro entre ellas jamás conseguiría acallar su propio
corazón al igual que las reacciones de su cuerpo que venía a demostrar que
nunca le sería indiferente.
Sin
duda… ¡Esa mujer era completamente suya!
─ ¡Mi
amor! ─ susurró Ariza que se acercó hasta ella y la envolvió en sus brazos. ─
¡Todo está bien!
¿Cómo
sería sentir en carne propia el impacto de un rayo golpeando la tierra? De
seguro sería tan increíble como aterradora, pero que en este caso; fue de un
gran impacto en todo el ser de la joven Rangel, que quedó a completa merced de
ciento de descargas que subían desde la planta de sus pies y electrizaban la
punta final de sus cabellos. Una descarga tras otra la sacudían no solo su cuerpo físico sino que
interiormente estaba en igual de condiciones porque su alma se agitaba como
aguas marinas ante la tempestad. Esas eran las reacciones de sentir los efectos
que se tiene estar piel con piel, corazón con corazón y la desnudez de sus
cuerpos eran llamas ardientes de las profundidades de la tierra.
Podía
inhalar su aroma que profanaba sus fosas nasales sin ninguna piedad y la
envolvían de tal manera dejándola en suspensión e incapaz de levantar defensa
alguna y completamente perdida en el abismo de un estado catatónico; pero
hablando desde el lenguaje romántico para no decir que se encontraba casi por
las nubes de ensoñación.
Entre
lo perdida que se hallaba, estaba consciente del repiqueteó del corazón de la
estanciera, como un tambor persistente y acompasado. Estaba tan perpleja y a la vez, perceptiva a los efectos que
provocaba el estar desnuda en brazos de su viejo amor.
¡Simplemente
esa mujer era su perdición pasada y presente! No podía negar aquello que se
obligó en ocultar por temor a ser lastimada al igual que el pasado y no quería
pensar qué cosas más podría despertar y
tan solo un simple contacto afectivo y físico la dejaba completamente
devastada. No quería imaginar si volvían
a consumar su unión del pasado. ¡Estaría acabada definitivamente! Porque
sabía de sobra que ya no tendría argumentos para escapar y acusarle de algo que
no estaba en el plano real.
Conocía
las leyes de la belleza gitana y la pasión que la desbordaba cuando se trataba
de su persona. Tendría que aferrarse a un milagro si quería que las cosas
funcionasen del modo correcto o mejor dicho; del que ella esperaba.
Pero
sin duda, esto iba a resultar más difícil de hacer qué pensar, dado que el
cuerpo y su necesidad nos suelen traicionar a la primera oportunidad y de ese
modo lo descubriría la joven. ¡Dónde hubo fuego…Cenizas quedarán eternamente!
─ ¡Oh
Romí! ─ susurró en un gemido Ariza que se estremecía ante el contacto con su
esposa puesto que ella no negaba lo que provocaba en todo su ser tenerla
desnuda en sus brazos.
Era
una mujer demasiado apasionada y le era totalmente conflictivo tener que
aplacar su deseo más animal que tiene un amante por su pareja.
Dominó
su fervor de tan solo recodar el propósito de traerla aquel lugar. Le
demostraría que podía confiar en ella y se ganaría a pulso su derecho de
reclamar a su esposa como la ley gitana demandaba.
Con un
suspiro más lánguido que nada, rompió el abrazo entre las dos y tiro hacia tras
su torso para contemplar el rostro de su romí. Le quedo viendo con infinita
ternura y adoración al saberse correspondida físicamente por la mujer que amaba
con cada fibra de su ser.
Tras
la contemplación de amor, se inclinó un poco y suavemente tomó entre sus brazos
a la joven y de espaldas a la terma fue avanzando sin dejar de ver aquella
profundidad gris de la mirada de su romí hasta llegar al borde acuoso e
ingresaron despacio y quedar en el centro de la terma. Sumergiéndose despacio y
quedar cubiertos sus cuerpos.
Una
mirada dice más que mil palabras y así, lo sintió Ariza que al límite de su
resistencia acortó la poca distancia de sus rostros y descendió lentamente
hasta adueñarse de aquellos labios de Bianca. No encontró oposición alguna tan
solo una entrega tímida y anhelante al igual que sucedía con ella.
« Esto
es lo que he esperado por tanto tiempo, mi amada Bianca» se dijo en sus
pensamientos Ariza mientras besaba aquella boca «esta es mi revancha y no te
dejaré ir nunca más»
Mientras
estas dos mujeres, dos amantes del pasado se perdían ante el poder del
amor en un beso…
a las afueras de un edificio la figura de una joven mujer se debatía
contra el viento y sus temores…Sus cabellos dorados eran revueltos por las olas
de esa brisa invernal y de sus verdes ojos…Unas lágrimas asomaban
irremediablemente…
Un
presentimiento, una angustia infinitiva que estrujaba su corazón a más no
poder…
─
Bianca… ¡Por favor! ─ suplicaba en un hilacho de voz Marcela. ─ No lo
hagas…Amor.
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