mujer y ave

mujer y ave

martes, 25 de diciembre de 2018

Despertar


Destino implacable, capítulo 23.

Despertar

─ Ariza ─ fue el susurró que alcanzó en salir de los labios de Bianca antes que fuesen reclamados por la estanciera.

En la vida nada es porque sí como tampoco casualidad y en el preciso momento en que los labios de la morena se posaban sobre los de su Romí, unos escalofríos cubrían el cuerpo de una rubia dejando su piel de gallina y su corazón con una palpitante sensación de angustia que se apoderó de lleno en su mente y…


─ ¡Bianca! ─ fue el llamado de aquella rubia que veía el bello de sus brazos totalmente erizados por esa desagradable sensación. ─ ¡No puede ser!
Al fin se abrían las compuertas de un escenario que se pronosticaba adversos para ambos bandos y es que ninguno se podía proclamar vencedor con tan solo haber robado una base…Es decir…Un beso. ¡Todo no estaba dicho en este juego del amor!
─ ¿Sucede algo? ─ Preguntó Carlos de frente al rostro de su subalterna que estaba siendo examinada por el médico de la mutual de trabajadores.
─ ¡Disculpa! ¿Has dicho algo? ─ inquirió desorientada ésta.
─ Te pregunté Marcela qué sucedía ─ respondió Carlos.
─ Nada de porque preocuparse ─ mencionó la inspectora.
─ ¡Ah! Como llamaste a Bianca, pensé que algo malo pasaba con ella ─ expuso suspicazmente el estratega. ─ Me acordé de ella eso es todo ─ indicó a modo de excusa Marcela mientras sus pensamientos sacaban conclusiones.
─ ¡Mira te voy a ser bien sincero! ─ expuso Carlos que de tonto no tenía un pelo y fue directo al grano. ─ Hay dos razones porque te cité tan temprano hoy. Y la primera tiene que ver que antes de regresarte a Posesión quiero que te hagas ver por el especialista de la mutual para ver eso del disparo que afecto tu oído.
La segunda razón y un tanto quisquillosa es que necesito ponerte al tanto de algunas decisiones que se tomaron directamente de Santiago y tienen relación con los estancieros y especialmente hablamos de la dueña de los pozos.
─ ¡Nada bueno tiene que ser para que me cites hablar precisamente de ella! ─ interrumpió la inspectora intuyendo que habían cosas un tanto turbias.
─ ¡Por favor no interrumpas! ─ ordenó Carlos rascando su mejilla porque sabía de ante mano que el tema a tratar sería escabroso. ─ Tal como te mencioné te enviaré de vuelta al campamento bajo una condición y tiene relación precisamente con tu compañera de trabajo. Marcela, quiero que entiendas que la empresa está en vías de llegar a un acuerdo con nuevos socios y es crucial que esto se concrete al precio de que sea dado que es muy beneficioso para todos nosotros. Nuestro futuro está precisamente en dicho acuerdo y para ello, te voy a pedir encarecidamente que te mantengas al margen y lo más alejada de Bianca Rangel.
─ ¿Y eso por qué? ─ preguntó de frentón Marcela a quién los escalofríos le retornaron y le daba mala espina todo esto. ─ Que yo sepa nunca me he propasado con ella y con ninguna otra funcionaria de Enap.
─ ¡Vamos que no te hagas conmigo la que no sabe a lo que me refiero! ─ confrontó Carlos. ─ Bianca no es cualquier funcionaria para ti ya que tienes sentimientos involucrados hacia ella. Lo que hace que estemos en una posición bien difícil en estos momentos con la dueña de los pozos.
─ En ningún minuto estoy negando que Bianca me gusta y mucho. Pero en nada tiene que ver mis afectos con mi relación laboral para con ella ─ aclaró tajantemente Marcela. ─ Trabajo es trabajo y el corazón es otra cosa muy distinta y ¡Créeme! Sé separar ambas cosas.
─ No te lo discuto ─ concordó Carlos. ─ Conozco muy bien tu ética profesional y no estamos discutiendo ello. Lo que te estoy pidiendo que te mantengas alejada de ella por el bien de la empresa y de todos tus compañeros.
─ Sigo sin entender ─ refutó Marcela. ─ Mejor por qué no me dices ¿Qué tiene que ver Ariza Pedrales con Enap? Para que me pidas que piense en el bienestar de la empresa y de los demás.
─ Veo que no tienes un pelo de tonta ─ adujo Carlos.
─ No llegué hasta aquí por idiota ¿No te parece? ─ replicó con sarcasmo Marcela.
─ Obviamente. ─ coincidió Carlos. ─ Te has ganado un lugar y el respeto de un rubro que es netamente para hombres.
─ Dejando de lado es tremendo logro según tú ¿Cuál es el punto aquí? ─ insistió la inspectora.
─ Enap está por llegar a un acuerdo con los hermanos Pedrales  como inversionistas. ─ reveló Carlos sopesando el rostro de su subalterna. ─ Lo que hace tu situación complicada ya que a tu compañera se le atribuye el estar casada con la dueña de los pozos. Y tendríamos inconvenientes de que te vean cercana a Bianca. ¿Comprendes ahora?
─ Claro que entiendo ─ masculló Marcela que le sentó mal escuchar los argumentos. ─ Y no se ha comprobado que realmente estén casada y a ti eso te consta. Además, no tengo pensado perjudicar los intereses de la empresa en faena si eso es lo que te preocupa. Fuera de mis horarios no te garantizo nada ya que no voy a dejar de ver ni hablar con Bianca solo porque a esa mujercita le disguste.
─ Podría cambiarte de ITO y se acabó el problema. Así de fácil ─ advirtió Carlos bajándole los aires a su empleada.
─ Puedes y estás en tu derecho ─ convino Marcela viéndolo fijamente a los ojos. ─ Pero no me hubieses planteado sobre el nuevo proyecto en Gregorio sino fuera importante mi presencia allá. ¿No es así?
─ ¡Mira que salió astuta la niña! ─ rebatió Carlos. ─ le doy una promoción y se me sube a la cabeza.
─ No te equivoques ─ refutó Marcela que no se dejaba amedrentar por las insinuaciones de su superior. ─ Tu juego de palabras ya me los conozco de memoria y lo que menos deseo es una confrontación entre nosotros por causa de esa mujer. Aquí yo no he faltado a ninguna norma con respecto a la empresa y mis antecedentes son intachables y lo sabes bien.
─ Ya veo que no llegaremos a ningún puerto con esta conversación ─ dijo algo cabreado el estratega. ─ Lo único que me interesa es que llevemos la fiesta en paz con la estanciera y será tú problema no entrar en pleito con «esa mujer» cómo dices tú.
─ Descuida que sé hacer muy bien mi pega ─ aclaró Marcela y levantándose de la silla, añadió. ─ ¿Hay algo más? Y así irme directo a la mutual para que me revisen.
─ Nada más ─ respondió Carlos ─ Puedes irte y hacerme llegar el parte médico.
─ Por supuesto ─ contestó Marcela.
─ Bien ─ dijo Carlos. ─ No lo olvides Paredes. ¡Cuídate de Ariza Pedrales! Y no piñizques la uva ajena.
A veces trabajar netamente en un ambiente de puros hombres tiene un precio que pagarse y es la brutalidad con que suelen tratarte y si te muestras débil estás frita como profesional. Lo último que dijese el estratega de la petrolera le sentón como patada en el estómago  a la inspectora.
─ Que yo sepa ella no es ninguna fruta ─ masculló con sorna Marcela. ─ Ni tampoco le pertenece a nadie por lo tanto, no estoy cometiendo ningún delito con estar a su lado y está por verse si dice la verdad o no.
Dicho esto, salió de la oficina del director de operaciones con las manos apretadas por el coraje que la embargó por las amenazas e insinuaciones de la infame estanciera.
─ ¡Me vale que sea la dueña de todo Chile si quiere! ─ masculló con dientes apretados Marcela mientras bajaba por las escaleras. ─ No es nadie y menos va a prohibirme ver a Bianca ya que tiene un acuerdo conmigo y sólo ella puede decidir si quiere o no estar conmigo.
¡Realmente esto se ha convertido en un triángulo amoroso! Tres mujeres que sentían dentro de sus corazones muy distintos y que a la larga una de ellas tendría que tomar la más difícil de las decisiones.
─ Definitivamente se enamoró de Bianca ─ murmuró Carlos viendo la ficha de vida de la joven Rangel. ─ Esto no pinta bien para ninguna de las dos. Tendré que moverme cuánto antes si quiero quedarme con las dos.
Mientras en otro lugar…

Una joven estaba cada vez más confundida al ser envuelta por las emociones que le estaba arrastrando su viejo amor. Por más que deseara tener la mente fría para pensar y sopesar lo que realmente necesitaba en su vida. Todo se estaba complicando al punto de estar contra la pared y envuelta en dos sentimientos simultáneos. Estaba muy consiente que fue por voluntad propia en busca de respuestas con respecto a la que fuera su gran amor del pasado. Sin embargo, también fue deseo propio darle una chance a la joven inspectora dado que también le provocaba emociones a su corazón y dio por sentado antes de tiempo que podría resolver en un dos por tres como quién chasquea los dedos y asunto resuelto. ¡La realidad puede ser cruda y devastadora!
¿Podrá resolver Bianca el enigma de su corazón? Ya que es sabido que jugar a dos bandos puede resultarte letal al final de cuentas o como dicen los entendidos no se puede tener pan y pedazo porque no es bueno saludablemente hablando…Un corazón jamás de dividirá entre dos amores…A uno se ama y al otro se quiere.
¿Cómo poder diferenciar cuando todo te confunde? Todo gesto, caricia, acción, beso y precisamente esto último era lo que la sumergía en una nube de confusión plena ya que le estaba costando una enormidad reconocer que se estaba volviendo adicta a los besos que Ariza le robaba cada vez que se encontraban o cruzaban caminos. ¿Cómo negar esa sensación?
No tenía conciencia de cuánto tiempo estaban envueltas en aquel beso, pero si estaba clara de que sabía muy bien que aquello se iba a dar más de una vez porque esas fueron las condiciones de aceptar irse a vivir un tiempo junto a ella para descubrir sus verdaderos sentimientos.
Aquel beso la sumergía en un abismo sideral como a la vez, la elevaba hasta las mismas nubes. Dejándola sin la capacidad de control. Le era arrebatado tal poder y dominio de sus emociones al punto de sentirse flaquear y débil ante la presencia de aquella morena.
Dicen que en el juego de los enamorados existen roles que son conscientes y otros no, pero que hay una parte más dominante que la otra y la segunda se vuelve sumisa a su amante y no es que capacidades amatorias no tuviesen sino que hay muchas veces una parte más avallasadora que  la otra; ya sean parejas heterosexuales u homosexuales. En ambos pueden verse este tipo de comportamiento de roles. Y que por cierto, nada tienen que ver con el romanticismo de una pareja.
Y todo indicaba al parecer que la parte dominante de esta relación estaba enfocada en la belleza gitana; ya sea por la sensualidad, artilugios u embrujos que suelen envolver a esta estirpe de la sociedad humana.
Basta con echarles un vistazo en aquella recámara para sacar conclusiones ya que el brazo de la morena sobre la cintura dejaba claro esa afirmación o dominio. Tenía asida a la joven Rangel de tal manera que no tenía opciones de escapar o resistirse a sus caricias. Y el estar de pie y su amante alzada desde el torso sin abandonar por completo el lecho.
Ahora si hablamos de lo más relevante que es un beso. Aquella caricia se apreciaba del mismo modo demandante, pero que para la ingeniera era suave y delicado y al mismo tiempo envolvente donde dejaba claro que no había motivos para la resistencia o rechazo de su parte. Y ese era el punto más peligroso de todo, porque no tenía fuerza para oponerse ya que en el fondo sabía muy bien que lo disfrutaba más de lo que estaba dispuesto a admitir y eso lo venía haciendo desde la otra vida.
Muy despacio y tal como se había acercado a ella, rompió el embrujo y cortó el beso. Distanció unos milímetros su rostro de la joven y observó detenidamente aquellos ojos grises.  Y con ello, comprobaba lo que siempre ha creído o tenido plena certeza de que sus caricias jamás le han sido indiferente a la joven Rangel.
Al sentir esa pequeña separación, esos ojos grises fueron abriendo sus parpados para encontrarse de lleno con los verdes de la gitana que la veían con un dejo de ternura y a la vez, inquisición.
─ ¿Por qué me ves de ese modo? ─ preguntó Bianca al mirar esa profundidad verdosa.
─ Ya te lo había dicho anteriormente. ─ explicó Ariza  sin dejarla de ver. ─ busco las razones dentro de ti del porque has permitido que otra mujer desee vehemente robarme tu corazón. Cuando éste siempre ha sido mío e incluso hoy, lo sigue siendo.
─ ¿Y qué te hace pensar que no lo consiguió ya? ─ se aventuró en cuestionar Bianca no con el ánimo de confrontación si no de especulación pura.
Sin duda que la pregunta no cayó nada bien a la estanciera y sus ojos se empequeñecieron al oír el argumento en cuestión.
─ Si ello hubiera ocurrido como insinúas. Tú no estarías aquí conmigo buscando descubrir tus verdaderos sentimientos. ─ respondió y aclaró Ariza. ─ Esa mujer solo consiguió inquietarte a un punto en que te cuestionas los sentimientos que expresa tu propio corazón. Has decidido dudar de tu capacidad de raciocinio e ignorar los latidos que nacen dentro de ti. Es por ella, que dudas de tu amor por mí.
─ ¿Verdaderamente crees eso? ─ insistió en su pregunta Bianca. ─ ¿No puede ser que realmente sienta algo por Marcela? Pequeño o débil sentimiento quizás, pero que sí exista. ¿Te has preguntado por qué ocurrió? ¡Tal vez si pueda volver amar, pero a otra persona.
Eso fue una estocada dura y difícil de amilanar o suavizar. Y es que nadie está preparado para aceptar un hecho de esa índole cuando solo se desea ser único y exclusivo en el corazón de su ser amado.
─ Tus conjeturas son crueles para mí y te pido que midas tus palabras que no soy de fierro y también tengo un corazón que cuidar de tus ataques constantes que has tenido conmigo desde que nos encontramos─ Aclaró tajantemente Ariza. ─ Puede que haya despertado una especie de cariño que puedas profesar por ella y sin embargo, si la amases verdaderamente no estarías aquí en esta casa hablando precisamente de solucionar las cosas y buscar tu verdad. Cuando se ama no hay lugar para dudas, solo te dejas llevar por tus sentimientos y luchas contra quién sea.
─ Ariza ─ susurró Bianca conmovida de la ferocidad y capacidad de hablar de una entrega total en el amar.
─ Puedo entender tus dudas con respecto a mí y lo que ocurrió en el pasado. ─ prosiguió con sus descargos Ariza. ─ Pero en este tiempo no hay un lazo legal que nos una y tu corazón sigue encadenado al mío por voluntad propia y deseo. Desconocer aquel sentimiento tan solo nos hace daño y lastima más y más al punto de que otros terminan involucrándose en nuestras vidas y provocando que retrasemos lo inevitable.
─ ¿Por qué tuve que conocerte? ─  Preguntó Bianca sacudiendo su cabeza para luego bajarla por el peso de la conciencia que la orillaba hacer desagradable muchas veces. ─ Mejor dicho; ¿por qué tuvimos que volvernos a encontrar?
─ Bianca ─ protestó Ariza en el acto, posando su mano sobre el mentón de la muchacha y levantándolo para que la viera directo a los ojos. ─ No te arrepientas por nuestro pasado como tampoco por nuestro presente dado que estaba en nuestro destino encontrarnos y ocurriría las veces que fuese necesario hasta zanjar y darle solución a lo que dejamos pendientes.
─ ¿Te das cuenta que solo conseguimos sufrir siempre? ─ refutó Bianca viéndola con ojos llorosos. ─ Y ahora, estamos arrastrando a otros a ese eterno sufrimiento.
─ Me doy cuenta perfectamente de ello y sin embargo, solo nosotras tenemos la solución ─ repuso Ariza sin apartar sus ojos de la joven Rangel. ─ De romper esa cadena de sufrimientos y darnos el derecho de ser felices de una vez por todas. ¿No te parece a ti?
─ Ahora hay otras personas en esta historia ─ indicó Bianca.
─ No hables en plural porque solo es una sola persona nada más. ─ Contra vino Ariza y con una mueca de disgusto muy notoria de su parte, agregó. ─ Y que nada puedo hacer yo por esa mujer. No voy a entregarle en bandeja de plata lo que más amo en esta vida. Primero muerta que permitirle que se quede contigo. No es problema mío ni injerencia evitarle que sufra, solo puedo decirte que tendrá que vivir con ello porque yo ya sufrí demasiado por tu ausencia y ni loca vuelvo a dejarte ir. Llámame egoísta si quieres, pero esta es nuestra verdad y no hay cabida para un tercero, además de ser un mal tercio.
─ Ariza, esto no es tan simple o fácil como lo haces ver ─ rebatió Bianca sintiendo como su corazón se contraía por pensar en el dolor de la jefa de inspectores. ─ Se trata de sentimientos y que por cierto, también están dentro de mi corazón.
─ Lo que tú tienes es una simple confusión que está basada en la negación que te has sumido por no aceptar de lleno tus sentimientos por mí y por eso, dejaste que la presencia de esa mujer te fuese envolviendo y embaucando. ─ objetó Ariza a los dichos de su viejo amor. ─ Puedo apostar que te sientes atraída por ella porque es lo opuesta a lo que yo soy y que además, cuenta con un encanto físico, pero que realmente es simplón a la vista de cualquiera. Puede que sus caricias te parezcan tiernas y delicadas y te eleven por las nubes, pero tú sabes perfectamente que es lo que te llena por completo y eso precisamente te lo puedo entregar únicamente yo y nadie más. El pasado es el mejor testigo que necesitas para sacarte de dudas.
─ Ariza… ¡Eres tan arrogante y engreída a veces! ─ recriminó Bianca tragando con dificultad porque sabía que estaba al filo del abismo en lo arriesgado de sus palabras. ─ Te consideras superior a Marcela en belleza y eso te hace verla por sobre el hombro y eso no me gusta.
─ Bianca…Bianca…─ aclaró la gitana tocando su mejilla y alzando su frente con soberbia, añadió. ─ No te gusta que hable de ese modo porque no deseas que sea cruel de mi parte para con esa mujercita. ¡Reconócelo! Y además, por supuesto que soy mejor. ¡No está en discusión ese punto ahora! A pesar de ser arrogante y engreída como tú dices, he tenido las de perder contigo porque me has visto como un enemigo, no como tú esposa del pasado. Como la mujer que más te ha amado y te amara hasta el fin de sus días. Tú solo deseas que sea humilde para reconfortar tu corazón y saber que no escogiste a un ogro de pareja. ¿No es así Romí?
─ La humildad te sentaría bien ─ respondió Bianca sin dejar de verle. ─ Eres la mujer más hermosa que he conocido pero tanta belleza te hace soberbia y te resta atractivo a los ojos de una mujer.
─ ¿Tú realmente crees eso? ─ preguntó en oposición Ariza.
─ Lo creo, por eso estamos separadas en este tiempo ─ afirmó Bianca. ─ Porque esa actitud tuya me choca mucho a decir verdad y no quiero repetir los errores del pasado de dejarme avasallar por tu personalidad territorial y egoísta. No siempre has tenido la razón en tus resquemores porque jamás te fui infiel y no puedo decir lo mismo de ti. Como suelen decir hoy en día, cuando una persona engaña en forma descarada, es la primera en celar en forma enfermiza y sin piedad porque sabe que sí lo hace podrían hacérselo también.
─ No te fui infiel. ─ refutó Ariza con tono cortante. ─ solo asumí un compromiso pactado por mi familia y con arreglos a nuestro favor y jamás me llegó a tocar porque estaba acordado de ese modo. Y si te celé en el pasado era lógico porque provenía de una familia gitana y por mis venas corre la misma sangre, jamás dejaré que toquen lo que es mío ya que no comparto aquello que fue destinado a mí al igual que lo soy yo para ti. ¿Por qué crees que permanezco soltera aún? De por gusto no es.
─ Puedes tener a quién tú desees ─ apuntó Bianca.
─ Solo me interesas tú ─ objetó Ariza sin rodeos.
─ De seguro hay muchas mujeres que se pelearían por ti ─ intentó una vez más Bianca de buscarle otra opción a su viejo amor.
─ Sin duda ─ repuso Ariza. ─ Y mi respuesta sigue siendo la misma, solo tú y nadie más que tú. Es todo lo que quiero en esta vida.
─ ¿Por qué te empecinas en reunir lo que fue separado en el pasado? ─ preguntó Bianca sin darse aún por vencida. ─ ¿Capricho tal vez?
─ ¿Capricho? Jamás ─ contestó Ariza tocando la punta de la nariz de la muchacha. ─ Puedes inventarte un sinfín de excusas para quererme alejar de ti, pero no lo conseguirás porque esta mujer arrogante que tienes frente a ti, te ama como solo tú sabes que lo hago y lo hice.
─ Yo… ─ intentó protestar Bianca.
─ ¡Shis! ─ exclamó Ariza poniendo un dedo sobre los labios de Rangel. ─ deja de hablar tanto que solo gastas palabras innecesarias en este momento y tenemos un acuerdo entre las dos de darnos esa oportunidad y una promesa de sangre, equivale a un contrato voluntario. De mi parte la cumpliré cabalmente y por eso te pregunto nuevamente ¿cumplirás tu voto?
Aquellas pupilas grises se expandieron un poco y luego, retornaron a la normalidad…
─ Sí ─ fue la simple respuesta.
─ Eso es todo lo que debe importarnos ─ adujo Ariza, quitando su dedo de los labios de la chica y tomándola de la mano, la levantó de la cama. ─ ¡Acompáñame por favor!
─ ¿Dónde me llevas? ─ preguntó Bianca que intentaba equilibrarse. ─ Espera, estoy descalza.
─ No hace falta ─ contestó Ariza.
─ ¿Por qué no? ─ persistió Bianca.
─ Muy simple ─ respondió Ariza y de súbito la cogió en brazos. ─ Yo te llevaré.
─ ¿En brazos? ─ inquirió Bianca pasmada.
─ Recuerda que siempre lo hice y tú eres más baja ─ concluyó Ariza.
─ Gracias por decirme enana ─ dijo molesta Bianca.
─ Dije más baja nada más ─ repuso Ariza de percibir ese enojo del pasado. ─ Y aunque lo fueras, igual te amaría con la misma pasión que lo hago.
─ ¡Tonta! ─ rabió Bianca. ─ No lo soy.
─ Claro que no lo eres ─ acotó Ariza. ─ Y para mí, eres lo más hermoso.
─ Eres algo cursi para ser gitana ─ acusó Bianca.
─ Los gitanos podemos ser muy amorosos estando con nuestras parejas o familia. ─ mencionó Ariza. ─ En nuestra privacidad.
─ ¿Dónde me llevas? ─ cambió de tema Bianca para no seguir por ese rumbo.
─ A que te relajes conmigo ─ contestó Ariza bajando con cuidado unos escalones. ─ llevas demasiado tiempo sin un descanso y tengo el lugar indicado para eso.
─ ¿Qué lugar es? ─ indagó como una niña Bianca.
─ Jajaja ─ se carcajeó Ariza al oírla y aclaró lo siguiente. ─ Por mi propiedad cruza una napa termal que da justo a un costado de esta casona y que hice las modificaciones necesarias para tenerla bajo techo y acondicionada para momentos de relajación después de una extensa jornada.
─ ¡Vaya! ─ exclamó atónita Bianca. ─ Esta tierra me sorprende con sus secretos.
─ Magallanes es una tierra de encantos. ─ señaló Ariza llegando a un pasillo que conducía hacia un inmueble de madera cónico a usanza indígena  y por una cortina de piel de guanaco. ─ ¡He aquí las aguas del Tehuelche!
Al cruzar por esa capa de guanaco, se encontraron de lleno con una especie de vertiente hirviendo que estaba encajonada en una pared de piedras en forma circular y en todo su alrededor había cuarzo molido que empedraba una especie de camino también en forma redonda en todo el ancho de ese toldo con banquetas con un sinfín de jarras de aceites aromáticos, perfumes entre otras cosas.
─ ¡Sorprendente! ─ exclamó Bianca al ver todo el lugar y picada por la curiosidad, preguntó. ─ ¿por qué el nombre? ¿Cómo has dicho que se llamaba?
─ Tehuelche ─ respondió Ariza avanzando hasta el borde de la vertiente y depositando a su romí en el piso─ Los aborígenes patagones conocidos como Aoniken o Tehuelche (pie grande) en la estación de invierno solían refugiarse en lugares como esté y permanecían protegidos en la parte más dura del invierno en las pampas.
─ Por eso has puesto esa piel de guanaco ¿no es así?  Porque te identificas por las costumbres de ese pueblo que te hacen acuerdo a las tuyas del pasado ─ refirió Bianca al comprender las similitudes.
─ Sin duda, eres muy inteligente Romí ─ repuso Ariza observando cada uno de sus gestos y motivada por su corazón, prosiguió. ─ Respeto las tradiciones al igual que las costumbres de este extinto pueblo y he querido dejarlo reflejado para todo aquel que tenga el privilegio de conocer mi hogar y apreciar el esfuerzo de aquellos que hacen patria y vida en tierra de nadie.
─ Veo que sigues siendo muy sentimental en ese aspecto…Ariza ─ mencionó Bianca tras oír lo expuesto por la estanciera. ─ Algunas cosas del pasado no cambian.
─ El pasado forma parte de nuestras memorias y de nuestra identidad ─ señaló Ariza tomando la mano de la joven y llevándola hasta sus labios para besarla. ─ Ahora nuestro presente comienza a escribirse según nosotras queramos.
─ ¿Qué haces? ─ preguntó sorprendida Bianca al sentir las manos de la estanciera sobre su ropa.
─ ¡Ya lo dije! ─ repuso Ariza y abriendo la camisola que llevaba puesta la joven Rangel. ─ Voy hacer que te relajes.
─ Pero…─ intentó protestar Bianca al posar su mano sobre la de la morena. ─ Pero…Yo…puedo hacerlo sola.
─ Lo sé ─ contestó Ariza bajando el perfil a la protesta para proseguir con su labor y su aclaración. ─ Y es mi deseo que me permitas hacerlo yo. Quiero ser quién te devuelva esa tranquilidad que tanto necesitas.
─ Ariza…─ murmuró avergonzada Bianca al verse desnuda frente a la gitana.
─ Dime ─ respondió al llamado la estanciera y viéndola con una mirada muy penetrante.
─ ¿Lo haremos juntas? ─ preguntó Bianca y al instante se retractó. ─ Quiero decir…El bañarnos.
Ariza se tomó un tiempo para responder y se dedicó a observarla de pies a cabeza y es que hacía mucho tiempo que no tenía el placer y la dicha de verla en tanta intimidad;  es decir, desnuda. Y podía palpar el nerviosismo de la joven al igual que la vergüenza de estar desnuda en su presencia.
¡Qué decir para la propia Ariza! Luchaba ferozmente por no saltarle encima como una desesperada a muerte que estaba en cumplir su deseo final; y es que llevaba tanto tiempo añorándola y esperándola que le resultaba tremendamente difícil controlar sus emociones. Esas que solo su romí podía despertar en ella y la agonía habían sido tremendas. ¡Años de espera infinita!
─ Romí, no te cohíbas conmigo ─ suplicó Ariza haciendo un doble esfuerzo para no dejarse llevar por su pasión y deseo por su esposa. ─ Prometí que te respetaría y necesito que confíes en mí. Más tú sabes que debemos vivir todo tipo de cosas juntas y ésta es una de ellas. Debemos interactuar mucho entre nosotras para que vayas despertando tus sentimientos dormidos y aclares tus dudas. Sólo así podremos salir adelante y dejar de sufrir por este presente que nos enfrentó duramente.
─ ¡Ariza! ─ susurró Bianca sintiendo un estruendo en su corazón al escuchar tan sinceras palabras. ─ Yo… ¡Está bien!
─ Romí ─ dijo Ariza y fue su turno en desvestirse frente a su esposa y dejarlas a un costado y extendiendo su mano hacia la muchacha, añadió. ─ ¡Ven a mí!
¡Ni que decir de los escalofríos que estaba viviendo Rangel! Eras tantos que ya había perdido la cuenta y es que estaba en shock…Casi embrutecida; por así decirlo; viendo aquella belleza gitana. Que sentía que la se le hacía un nudo en la garganta a causa de su corazón que se sentía que lo iba a devolver por la boca. Y es que era mucho para ella. ¡Le estaba costando una enormidad mantener la calma!
¡Y razones tenía de sobra! Siempre se ha dicho que dónde hubo fuego, cenizas quedan. Y este era precisamente el caso. Bianca, no solo estaba impactada por la belleza de Ariza en su estado más natural, que ya de por presencia lo había hecho desde el primer día de reencontrarse;  sino que su cuerpo al igual que su corazón guardaban memorias del pasado en forma nítida y las emociones o sensaciones que le estaban causando le estaba costando una agitación dantesca en toda su piel…Un escozor tan aplastante y avasallante que sentía que en cualquier momento ardería en llamas.
Por su parte, aquella morena la contemplaba tan serena y extasiada de ver la reacción que estaba provocando en su romí, que lejos de jactarse a viva voz. La escena la enternecía en demasía y es que por mucho que su joven romí luchase fieramente en poner un muro entre ellas jamás conseguiría acallar su propio corazón al igual que las reacciones de su cuerpo que venía a demostrar que nunca le  sería indiferente.
Sin duda… ¡Esa mujer era completamente suya!
─ ¡Mi amor! ─ susurró Ariza que se acercó hasta ella y la envolvió en sus brazos. ─ ¡Todo está bien!
¿Cómo sería sentir en carne propia el impacto de un rayo golpeando la tierra? De seguro sería tan increíble como aterradora, pero que en este caso; fue de un gran impacto en todo el ser de la joven Rangel, que quedó a completa merced de ciento de descargas que subían desde la planta de sus pies y electrizaban la punta final de sus cabellos. Una descarga tras otra la sacudían  no solo su cuerpo físico sino que interiormente estaba en igual de condiciones porque su alma se agitaba como aguas marinas ante la tempestad. Esas eran las reacciones de sentir los efectos que se tiene estar piel con piel, corazón con corazón y la desnudez de sus cuerpos eran llamas ardientes de las profundidades de la tierra.
Podía inhalar su aroma que profanaba sus fosas nasales sin ninguna piedad y la envolvían de tal manera dejándola en suspensión e incapaz de levantar defensa alguna y completamente perdida en el abismo de un estado catatónico; pero hablando desde el lenguaje romántico para no decir que se encontraba casi por las nubes de ensoñación.
Entre lo perdida que se hallaba, estaba consciente del repiqueteó del corazón de la estanciera, como un tambor persistente y acompasado. Estaba tan perpleja  y a la vez, perceptiva a los efectos que provocaba el estar desnuda en brazos de su viejo amor.
¡Simplemente esa mujer era su perdición pasada y presente! No podía negar aquello que se obligó en ocultar por temor a ser lastimada al igual que el pasado y no quería pensar  qué cosas más podría despertar y tan solo un simple contacto afectivo y físico la dejaba completamente devastada. No quería imaginar si volvían  a consumar su unión del pasado. ¡Estaría acabada definitivamente! Porque sabía de sobra que ya no tendría argumentos para escapar y acusarle de algo que no estaba en el plano real.
Conocía las leyes de la belleza gitana y la pasión que la desbordaba cuando se trataba de su persona. Tendría que aferrarse a un milagro si quería que las cosas funcionasen del modo correcto o mejor dicho; del que ella esperaba.
Pero sin duda, esto iba a resultar más difícil de hacer qué pensar, dado que el cuerpo y su necesidad nos suelen traicionar a la primera oportunidad y de ese modo lo descubriría la joven. ¡Dónde hubo fuego…Cenizas quedarán eternamente!
─ ¡Oh Romí! ─ susurró en un gemido Ariza que se estremecía ante el contacto con su esposa puesto que ella no negaba lo que provocaba en todo su ser tenerla desnuda en sus brazos.
Era una mujer demasiado apasionada y le era totalmente conflictivo tener que aplacar su deseo más animal que tiene un amante por su pareja.
Dominó su fervor de tan solo recodar el propósito de traerla aquel lugar. Le demostraría que podía confiar en ella y se ganaría a pulso su derecho de reclamar a su esposa como la ley gitana demandaba.
Con un suspiro más lánguido que nada, rompió el abrazo entre las dos y tiro hacia tras su torso para contemplar el rostro de su romí. Le quedo viendo con infinita ternura y adoración al saberse correspondida físicamente por la mujer que amaba con cada fibra de su ser.
Tras la contemplación de amor, se inclinó un poco y suavemente tomó entre sus brazos a la joven y de espaldas a la terma fue avanzando sin dejar de ver aquella profundidad gris de la mirada de su romí hasta llegar al borde acuoso e ingresaron despacio y quedar en el centro de la terma. Sumergiéndose despacio y quedar cubiertos sus cuerpos.
Una mirada dice más que mil palabras y así, lo sintió Ariza que al límite de su resistencia acortó la poca distancia de sus rostros y descendió lentamente hasta adueñarse de aquellos labios de Bianca. No encontró oposición alguna tan solo una entrega tímida y anhelante al igual que sucedía con ella.
« Esto es lo que he esperado por tanto tiempo, mi amada Bianca» se dijo en sus pensamientos Ariza mientras besaba aquella boca «esta es mi revancha y no te dejaré ir nunca más»
Mientras estas dos mujeres, dos amantes del pasado se perdían ante el poder del amor  en un beso…                                                     a las afueras de un edificio la figura de una joven mujer se debatía contra el viento y sus temores…Sus cabellos dorados eran revueltos por las olas de esa brisa invernal y de sus verdes ojos…Unas lágrimas asomaban irremediablemente…
Un presentimiento, una angustia infinitiva que estrujaba su corazón a más no poder…
─ Bianca… ¡Por favor! ─ suplicaba en un hilacho de voz Marcela. ─ No lo hagas…Amor.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Una verdad del pasado

  Capítulo 24, atada por un testamento. —Amor — murmuró quedamente sopesando cada letra de esa palabra. Mientras que a la distancia era ...