mujer y ave

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jueves, 6 de junio de 2019

El precio


Polos opuestos, capitulo 7




— ¡Dios cuánto frío hace! — se lamentó una trigueña de cabellos lisos que luchaba a dos bandos esa mañana.
Dio unos pasos más hacia ninguna parte, por ratos llevaba su mano derecha a la altura de su boca y la tapaba por efecto de algún tic nervioso poco reconocido por sí misma.


Entre dar unos pasos hacia adelante y después retroceder otros tantos, jugaba con sus manos tratando de calentarlas con su propio aliento.

Escudriñaban por su cerebro tantas cosas entre telarañas del destino, jugarretas de la vida y la mala fortuna que se presentaba a menudo con cara de hipocresía infinita. Sin duda, que mantenía hilvanando pensamientos por doquier sin poder desenmarañar la madeja de estos mismos.

Junto sus manos sobre su rostro como en oración y sintió un  vacío tan grande que la sumían en una incertidumbre tan grande o tan atroz como en ese preciso momento lo estaba sintiendo.

Intentaba hace más de 45 minutos dirigir sus pasos hacia algún  punto en concreto y por más que lo intentaba no avanzaba a la nada. Tanto así, que hacía un buen rato que varios transeúntes le observaban desconcertados y otros tantos pasaban por su lado y la miraban en forma burlona.

¡Vaya a saber Dios que disparate pensaban de ella! Y a decir verdad, muy poco podía hacer. En otras circunstancias lo hubiera manejado al instante, pero esta vez, no.

De un repente esa desquiciante rutina se quebró debido a un ruido que le costó identificar hasta que se dio cuenta que era su móvil el que estaba sonando dentro de su chaqueta y casi en cámara lenta lo sacó de su lugar. Para quedar viendo la pantalla y quedar en suspensión psíquica y fuera de raciocinio. Hasta que terminó siendo llevada mecánicamente a responder.

— ¡Diga! — preguntó entre tímida y a la vez con desconfianza.
Una respiración suave se escuchó al otro lado de la línea y luego, hablaron…
— ¡Quiero verte! — demandó el interlocutor.

El solo oír ese timbre de voz, le erizó todos los bellos de sus brazos y tragó con dificultad porque sintió que se le cerraba su garganta en forma dolorosa.

Pasaron casi un minuto sepulcral de silencio y puedo roto nuevamente por la otra persona detrás de la línea.

—Han pasado dos semanas que no sé nada de ti — cuestionó la otra persona. — Has intentado evadir mis llamadas anteriores y te advertí que no lo intentarás.

Se puede decir que le dolían las carretillas de la cara como suelen hablar los abuelos de antaño, y es que todo en ella estaba rígido en ese momento y difícilmente podía articular algún sonido.

Eran un nudo tras otro atorado en su garganta y su cuerpo que se debatía entre el frío y el encono repentino que brotó apenas reconoció esa voz.

— ¿Por qué callas? —siguió ejerciendo presión.

Sabía que no tenía más alternativa más que responder ¡Bueno había otro camino! Y no lo pensó mucho que digamos.

Puso enfrente el celular y sin perder más el tiempo cortó la llamada y guardó el aparato en el bolsillo, rogando para que todo acabase ahí y la vida se encargará de cerrar ese mal capítulo en su vida.

Pero como bien dicen por ahí…Lo que mal empieza, mal termina. Y estaba muy equivocada si las cosas volverían hacer las mismas o que se producirían un hoyo negro cósmico y se la tragaría en forma definitiva.  Y la respuesta no se hizo esperar.

Dos minutos y volvió a sonar el celular. Lo sacó de su bolsillo solo para r rechazar la llamada y solo bastó unos segundos y nuevamente a la carga una llamada entrante. Nuevamente rechazó todo contacto y lo dejo en silencio.

Pero olvido que había quedado en vibración y le produjo unos calambres la vibración del aparato por lo que lo sacó y nuevamente cortó toda comunicación.

Esta vez, no guardó de inmediato dicho aparato sino que estuvo unos 4 minutos a la esperaba de un nuevo intento, pero no hubo más. Por lo que finalmente lo dejo ahora en el bolsillo de su pantalón y reanudó su desorientada caminata.

Habrá dados unos pasos locos por ahí y por allá, cuando la vibración la hizo saltar y con rabia sacó el dichoso equipo y tras comprobar que no reconocía el número de contacto, descargó toda su frustración…

— ¿Qué mierda quieres ahora? — preguntó furibunda la muchacha que estaba a poco de romper con sus manos el bendito medio de comunicación.
— ¡Ey cálmate! Soy yo— respondieron al otro lado de la línea. — Tania.

Los ojos avellana se expandieron tanto que dejo salir todo cuanto llevaba acumulado dentro de sí y…

— ¡Oh por Dios! Lo siento tanto — habló entre llanto la joven que no se pudo contener más. — pensé que era ella quién volvía acosarme.
— ¡Tranquila Laura! — dijo Tania preocupada por su amiga. — estoy muy preocupada por ti, ya hace días que no vas a trabajar y creo que necesitamos hablar.
—Lo sé — respondió ésta hablando entre su llanto. — no he tenido cabeza para nada después de esa noche. He mentido a mamá con tal de que no me obligue a ir al hotel.
—Tampoco yo he ido a trabajar y solo sé de ti por mamá — acotó Tania. — ¿podemos vernos  ahora en mi casa?
—No sé — se excusó Laura. — estoy algo lejos de todo.
— ¿Dónde estás? — preguntó Tania con angustia.
—En Viña — contestó Laura. — caminando por la playa.  Solo el mar puede calmarme.
— ¡Oh Laura! — se lamentó Tania. — sabes que estás más cerca de ella de lo que imaginas.
— ¡Por favor no me digas eso! — suplicó Laura limpiando su nariz tras taparse sus fosas nasales. — dime que no es cierto.
—Por lo que supe por mamá, Martina, tiene una casa en Reñaca— repuso Tanía. — y un departamento en el centro Viña.
— ¡Lo que me faltaba! — se lamentó aún más Laura con rabia. — esa maldita me llamó hace unos minutos.
— ¿Qué deseaba? — preguntó nerviosa Tania.
— ¿No lo adivinas? —contra preguntó Laura con sarcasmo.
—No quiero pensarlo — adujo Tania que temía la respuesta.
—La infeliz quiere verme — contestó con coraje Laura. — que había pasado dos semanas y debía verme.
— ¿Qué le respondiste? — inquirió Tania.
—No le respondía nada — dijo Laura. — simplemente le corté la llamada y luego, la muy cretina siguió llamando hasta que le dio hipo.
—Ahora entiendo porque me respondiste de ese modo —adujo Tania. — hubiera hecho lo mismo.
— ¿Y tú cómo estás? —fue el turno de Laura en preguntar. — No he sido la mejor amiga que digamos, pero no podía serte de ayuda.
—La verdad tampoco me ha ido muy bien que digamos — aclaró Tania. — Desde ese día que no la he vuelto a ver y menos, quise ir a trabajar. Mamá no ha querido seguir presionándome con el tema pero estoy segura que sospecha algo.
—Las mamás tienen un sexto sentido para los problemas de sus hijos. — acotó Laura. — la mía también intuye algo ya que les preguntó a mis primos y éstos le inventaron un entuerto más grande que un circo y mi vieja no les creyó ni lo que rezaban. Pero ha sabido darme mi espacio. Yo no quiero saber cómo reaccionara ella cuando sepa que me metí con una mujer y mayor más encima.
— ¡Tú no te involucraste con una mujer! — refutó Tania con pesar. — Ella fue la que se aprovechó. Soy la única responsable de lo que pasó ese día. Si no hubiera estado tan fuera de mí por querer estar con Alex, nada de eso hubiera ocurrido.
— ¡Ya no sirve culpar a alguien! — repuso Laura con tristeza y asumida. — Porque si hubiese sido más fuerte, no hubiera permitido que franquearan mis convicciones. La única responsable aquí soy yo por permitirle a esa mujer que trastocará mi vida de esa manera.
— ¡Laura! — exclamó con dolor Tania.
— ¡No sigas! — contradijo Laura. — ¡Ya nada se puede hacer para cambiar las cosas! Esa mujer me marcó y para mi desgracia tengo que vivir con ello. Tengo que seguir con mi vida y trazarme nuevos objetivos. ¡Voy a salir delante amiga! Me tomará un tiempo, pero salgo como que me llamó Laura.
—Estoy segura de qué lo harás — apoyó Tania entre lágrimas.
—Te aseguró que no es una bonita experiencia como todo el mundo piensa — repuso Laura. — Nada de romance como en los cuentos de hadas que te pintan los demás o que el príncipe azul te lleva a tocar el cielo. Nada de adornos rosa como en las novelas baratas que te acostumbran a vender en los kioscos de poca monta. ¡Aquí nada más es un asunto carnal! Tan simple como eso… ¡Sexo frívolo!
— ¡Um! — fue el quejido de parte de Tania porque no se atrevía en decir nada más.
—Al menos una espera que la primera vez, sea memorable y valga la pena hacerlo con alguien que uno quiere estar al menos. — dijo sin mucha emoción Laura. — Pero no es mi caso.
—Laura, no sigas por favor. — suplicó Tania que le dolía escucharla hablar de ese modo, tan vacía.
— ¡Déjame desahogarme al menos! — rebatió Laura. — No he tenido con quién descargar mi miseria en todos estos días y al menos, sé que puedes darme la chance de escucharme. ¡Sé que es egoísta de mi parte! Y sé que estás con tus problemas también porque no creo que tu experiencia haya sido color de rosa con esa otra vieja de mierda.
— ¡Tampoco lo fue! —respondió dolida Tania. — pero a diferencia tuya, yo si buscaba tener algo serio con ella. Pero…
—Pero no era lo que soñabas ¿Verdad? — dedujo Laura.
—No — contestó con la verdad Tania. — nunca fue lo que esperaba encontrar en una mujer como ella.
— ¡Admítelo amiga! — exigió Laura. — fuimos las única ilusas que creyeron que todo sería lo máximo al involucrarse con una mayorcita. Por lo menos a los chicos les funciona meterse con una mujer mayor, pero a nosotras nos fue como el forro por meternos con viejas torcidas.
— ¡Fue un error mío nada más! — contravino Tania. — fui quién se equivocó con Alexandra, no tú con Martina, no la conocías y tampoco tenías que saber sobre sus preferencias. ¡De hecho ninguna de las dos lo hubiese adivinado! Son mujeres que nos llevan años luz de experiencia y que muy poco o nada creen en el amor. Por algo necesitan de esos jueguitos estúpidos para satisfacer su tremendo vacío sentimental.  Lo qué más lamento en este minuto es haberte arrastrado a esto y que hubieses conocido a esa mujer.
— ¡Ya te dije que no sirve que nos lamentemos! — refutó Laura. — Ni tú ni yo, podemos cambiar las cosas. Nos tocó vivir lo que nos tocó vivir no más. Ahora debemos tratar de salir adelante y sacar del universo mental y físico a esas dos imbéciles.
— ¿Cómo lo vamos hacer si trabajamos con ellas? — preguntó Tania asfixiada con todo lo que vivía.
—Será tu caso no el mío—contravino Laura. — ella no se relaciona con mi trabajo gracias a Dios, por mucho que sea amiguita intima de la infeliz de tu jefa.
—Tienes razón. — reconoció Tania.
—Tú tienes que ver la forma en que vas a continuar con tu práctica—señaló Laura. — Puedes pedirle a la tía Lucia que te cambie de área y comenzar una nueva etapa.
— ¡Quizás tengas razón! —admitió cansada Tania. — tal vez sea el mejor camino para sacarla de mi cabeza.
—No solo de tu cabeza, Tani; sino que de tu corazón — refirió Laura. — ella se te metió en la piel y tienes que anularla cuanto antes, porque vas a sufrir como una condenada si te llegas a enamorar de una mujer como esa.
—Lo sé ¡Créeme! —repuso Tania. — estoy muy consciente de eso.
—Entonces ponte a trabajar en ello, porque debemos retornar a nuestra vida muy luego, antes que nuestras mamás se den cuenta y arda Troya y Roma juntas de llegarse a saber lo que nos pasó— explicó Laura. —Cuanto más pronto lo hagamos, más luego, nos libraremos de problemas bochornosos ¿no te parece?
—Te haré caso esta vez — aceptó Tania. — Es lo mejor.
—No es lo mejor, es lo que nos queda por alternativa — advirtió Laura. — es un plan b hasta tener claro lo que haremos cada una con nuestras vidas después de este mal episodio.
— ¿Vendrás a mi casa más tarde? — preguntó Tania. — necesito a mi mejor amiga conmigo.
—Yo también — aseguró Laura. — Dame una hora al menos para salir de aquí y tomar un bus que me lleve a casa.
—Te estaré esperando con algo rico— mencionó Tania. — dulce como a ti te gusta.
—con un café muy negro — solicitó ácidamente Laura. — para que se me quite lo bobalicona de una vez por todas y vea la vida como es, no más.
— ¡Amiga! — susurró Tania.
—Te dejo— repuso Laura sin emoción. — de lo contrario se me hará tarde y terminaré enojándome contigo por cualquier tontera y es lo que menos quiero hacer.
— ¡Bueno! — aceptó Tania y escuchó como le cortaron de inmediato la llamada.

Con un profundo suspiro que descargó parte de la tensión que llevaba encima. La joven Tello, guardó su móvil y se abrochó la chaqueta corta viento que llevaba puesta para quitarse el frío costero.

Fue avanzando despacio a lo largo de lo que suponía era la costanera y ese extenso sendero de playa y puestos veraniegos que estaban por toda la costa. Se notaba que era ya invierno porque no había ni un alma por la playa y menos puestos abiertos. ¡Quizás unas pocas almas que paseaban sus perros! Pero fuera de eso, nada más.

En parte agradecía que fuera de ese modo, porque lo molestaría francamente verte un tumulto de personas en el estado que se encontraba. De vez en cuando miraba el mar un tanto bravo con sus olas más agresivas que de costumbre y otras tantas veces miraba el suelo. Pero jamás miró a su costado derecho en lo que concernía a estacionamiento o la avenida principal atestado de una afluencia de tráfico vehicular que poco le importaba. No existían para ella.

Continuaban avanzando a lo largo del sendero, viendo solo sus zapatos avanzar por la acera gris como si contase los pasos que daba. Sumida en sus pensamientos, a miles de kilómetros de la tierra por así decirlo.
Sentía todo pesado y excluyente de sí, como si estuviese dentro de una burbuja que la alejaba del mundo real. Tal vez, una barrera defensiva que le impedía sentir la cotidiana rutina, tan solo su respiración y el peso de sus pensamientos.

Un paso, un suspiro, una mirada perdida en la lejanía y silencio al final de la ecuación. ¡Nada más inspirador y desolador que eso! ¿Pero qué más podía pedir? ¿Piedad o respiro por su equivocación? ¡En sueños! La vida no es nada complaciente cuando uno se equivoca y te enrostra repetidamente tus errores en las malas decisiones tomadas. ¡Aquí no existe la clemencia! Existe la aceptación de tus acciones para bien o para mal.
Por un momento, detuvo sus pasos y sintió una punzada cercana a su corazón e instintivamente llevó su mano a la altura de su pecho y trató de sobar y aliviar ese malestar. ¡Algo repentino y poco frecuente! Era una mujer muy joven como para tener dolencias cardiacas y antecedentes no había en su familia por lo que la dejó perpleja. Al cabo de otros segundos, todo pasó tal como había aparecido.

—Un corazón quejumbroso — murmuró entre dientes Laura descolocada por la repentina dolencia. — ¡Ya paso! ¡Andando!

Reanudó su camino más despacio ¡Quizás por precaución! Pero lento al fin y al cabo. No avanzo más que unos cuantos pasos cuando sintió un frenazo muy cerca de ella, pero lejos estaba de investigar qué sucedió como se suele hacer normalmente, no estaba para estupideces y continuó caminando.

Dos o cuatro pasos más…Cuando la toman fuertemente del hombro y la voltean bruscamente…

— ¡Te dije que quería verte! — fue la exigencia que halló al encontrarse cara a cara frente a una pelirroja de unos centelleantes ojos verdes que la fulminaban con la mirada.

¡Ahora sí! Perdió el color y el calor de su cuerpo al encontrarse frente a ella…
— ¡Martina! — exclamó Laura con pavor. Que tembló de pies a cabeza por ese encuentro.
— ¡Al menos recuerdas mi nombre! — recriminó la pelirroja escudriñándola fieramente.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó Laura.
—Vivo aquí en Viña por si no lo sabías encanto — se burló Martina.
— ¡Lo olvide! — se lamentó Laura golpeando su frente. — ¿Cómo me encontraste? Se suponía que no había ninguna probabilidad de toparnos.  ¡Fue un error venir justamente aquí!
—Sabía que podías estar por la ciudad — aclaró Martina sin dejar de verla. — a tu edad es muy frecuente huir y encontrar paz cerca del mar.
— ¡No lo olvidaré a futuro! — se dijo para sí, Laura.
—Seré honesta,  no fue coincidencia sino certeza de que estabas en Viña por eso te llamé — dijo Martina.
— ¿Cómo? — preguntó Laura.
—Te rastreé por el Gps —Develó sin escrúpulo alguno Martina. — conseguí tu número de celular por medio de Alex y por ello, pude saber que estabas aquí.
— ¿Me estás vigilando? — preguntó choqueada Laura. — ¿Quién demonios te crees para hacer una cosa así?
— ¡Ve bajando el tonito niña! — replicó Martina sujetando su mano que ya iba  por su mejilla para ser golpeada. — No estás en posición de reclamar. Te recuerdo que soy tu dominatriz, te guste o no.
— ¡No me lo recuerdes! — bramó Laura que ya comenzaba a encolerizarse.
— ¡Mantén tus manos quietas, caramba! — ordenó seca Martina sujetando su mano y colocando presión sobre la misma. — No estamos en un lugar apropiado para montar esa clase de espectáculos.
— ¡Lo olvidaba! — siseó Laura que hervía por dentro. — Las mujeres como tú, guardan las decorosas apariencias a la luz del día. No pueden ver la clase de mujeres retorcidas que son realmente.

¡Zas! Fue el sonido de una sonora cachetada que le propinaron a la joven Tello que le giró su cabeza y la descolocó completamente, puesto que no la vio venir.

— ¡Me respetas! — exigió Martina con una dura mirada que le lanzó a la joven. — ¿Me has oído?
— ¡Eres…!— masculló con rencor la joven que se volteó a verla. — Eres…
— ¿Soy qué? — exigió Martina presionando ahora su rostro fieramente. — ¡Dilo!
—No se me da la gana decirlo — siseó Laura sosteniendo la mirada con el mismo coraje que la otra mujer. — ¿Puedes soltar mi cara? No soy tu hija ni tu propiedad.
— ¡Claro que no eres mi hija! — espetó Martina que soltó gradualmente la presión y retiró su mano del rostro de la joven.
—Por tu estilo de vida, difícilmente tendrías hijos — provocó Laura con una mirada altanera. — Descubrirían que su madrecita sería todo menos una santa.
— ¡Al diablo contigo Laura! — bramó Martina y la tomó fuerte de su brazo para arrastrarla junto a un vehículo estacionado más allá. — No estoy para recibir tu pesadez infantil. ¡Te vienes conmigo te guste o no! Porque yo si tengo derecho sobre ti, fiera mía.
— ¡Suéltame desgraciada! — masculló furiosa Laura, que ancló sus pies de golpe sobre la acera y puso todo su peso en ello. — No iré a ningún lado más contigo, ¡Nunca más!

Al igual que un resorte el cuerpo de Martina o mejor dicho su brazo, rebotó contra el cuerpo de la joven Tello y fue el acabose de su paciencia. Se giró por completo y sin pedirle permiso alguno, en un solo movimiento la alzó en brazos y condujo la distancia que le restaba con su auto, soportando todos los golpes que en su espalda le dieron.

— ¡Abra esa puerta José! — ordenó Martina a su chofer.
—Enseguida — respondió el hombre abrió rápidamente la puerta detrás del mercedes.
— ¡Adentro! — ordenó Martina dejando caer el cuerpo de la joven y subiendo ella también al coche. — Directo a casa José y busca un atajo para llegar pronto.
—Como usted ordene — contestó el chofer al sentarse al volante y cerrar la cortina automáticamente que lo separaba de su patrona.

No solo se perdió contacto con el chofer sino que se oscureció la separación con él al igual que los vidrios de los costados del vehículo.

— ¿Qué demonios pretendes? — masculló con rabia Laura y a la vez, asustada.
—Para pretender ser tan brabucona como quieres mostrar, no dejas de ser una cobarde — espetó Martina, ordenando su traje sin dejar de verla por el rabillo de sus ojos. — ¡Admite que tienes miedo más que nada!
—Nunca voy a darte en el gusto — respondió Laura, alejándose lo más posible de aquella mujer, no quería tener contacto con su cuerpo.
—Eres tremendamente predecible, niñita tonta — se mofó Martina que giró su rostro para verla. — no puedes ocultar lo obvio contigo.
— ¿Y qué sería lo obvio según tú? — desafió Laura cruzándose de brazos en su pecho.
—Tu cuerpo — acusó descaradamente Martina viéndola con morbo. — Se debate entre sostener tu rabieta o rendirse a su dueña.
—Yo no voy a darte el gusto nuevamente de estar íntimamente contigo — mencionó con indignación Laura alzando su barbilla en forma desafiante. — No importa lo que digas, yo no quiero ser parte de tu mundillo y menos ser tu juguete sexual que tomas cuando se te da la reverenda gana. Me importa un comino si eres dominatriz y tienes una reputación que cuidar. Yo solo quiero que te desaparezcas de mi vida para siempre. Quiero que seas tan solo un mal recuerdo de una noche estúpida.

Aquellos ojos verdes la contemplaban con diversión y paciencia tal que no se podía anticipar nada con ella. Tan solo observaba tranquilamente los esfuerzos de la joven. Martina jugo con sus manos  y tocando el borde de sus uñas meditaba en las palabras de aquella chiquilla.

—Sería muy fácil para mí, desaparecerte del mapa de mis recuerdos y del mundo en que me desenvuelvo. Ese mundo sórdido como tú has dicho — expuso Martina con medida calma, mordiendo cuidadosamente cada palabra que salía de sus labios como quién disfruta de un gran postre o vino. — Y cerraría todas las puertas para que nunca más puedas siquiera asomarte. ¡Créeme que sería tan fácil como chasquear mis dedos! Pero eso te facilitaría tanto las cosas a ti a un punto de hacerlas agradable y no es la idea. ¡Verás mi querida Laura! En mi mundo hay un precio que pagar y tú vas a pagar el mío con creces.
— ¿Qué quieres decir con pagar un precio? — interrumpió Laura. — Que yo sepa, ya pague bien caro, la imprudencia de haber ido a ese antro y no estoy dispuesta a seguir pagando eternamente por algo que no buscaba y que por desgracia me tocó vivir.
— ¡Hablas como si hubieras padecido un infierno! — se burló Martina tomando entre sus dedos parte de los cabellos de la joven y jugar con ellos. — Quiero recordarte que tampoco fue una violación o algo que se le asemeje. Fue un mutuo placer el que compartimos esa noche. Ahora sobre el precio a pagar, no lo harás tú si no yo, ya que en nuestra comunidad hay una regla muy clara que es la familia. Tenemos por norma no involucrarnos con ningún miembro o parentesco con nosotros a menos que asumamos una unión con ese sumiso o sumisa. ¿Me explico?
—Para ti puede estar claro como el agua, pero sigo sin entender que diantres tengo yo que ver con tu mundillo y sus normas — señaló molesta Laura. — si mal no recuerdo, tu misma dijiste que hay novatos que buscan ser iniciados y es elección de un dominante si quiere o no serlo y el tiempo que desee permanecer en ese tipo de relación ¿no es así?
—Eso es correcto — respaldó Martina divertida sin dejar de jugar con esos cabellos.
— ¿Entonces cuál es tu punto? — cuestionó Laura que intentaba en vano dejarse acariciar por la pelirroja.
— ¿Aún no lo entiendes verdad? — persistió Martina. — ¿por qué crees que insisto contigo?
—Ni idea a decir verdad — se mofó Laura. — no tengo una bola de cristal o una carta astral para adivinar tus intenciones.
— ¡Qué mal! — advirtió Martina que le tomó el rostro en sus manos y le quedo viendo fijamente a los ojos. —Voy aclarar tu cabecita entonces. Aquella noche terminé por involucrarme con cierta novata a la cual hice mi sumisa ¿Pero no cualquier novata? Sin saberlo termine haciendo sumisa nada menos a que a la hija de una antigua miembro de nuestra comunidad.
— ¿Qué diantres trata de insinuar? — preguntó descompuesta Laura que no le estaba gustando la dirección en qué iban las cosas.
—No estoy insinuando nada — aclaró tajantemente Martina. — estoy afirmando que me involucre con la hija de una antigua miembro de esta comunidad y que no es nada menos que tu madre. ¿Me entiendes ahora?
— ¿Cómo te atreves a levantarle semejante calumnia a mi madre? — terminó por enfurecer a Laura que le quitó la mano bruscamente a la pelirroja. — Eres el colmo de desgraciada. No basta que seas retorcida sino que te gusta enlodar a otros con tu mugre.
— ¡Alto ahí! — bramó Martina sujetando ambas manos de la joven. — Tienes una tendencia compulsiva de andar agrediendo a otros cada vez que te dicen algo que no te agrada.
— ¡Suéltame! — exigió Laura llena de rabia.
—No hasta que te controles de una buena vez — demandó Martina y anuló las manos de la joven. — Ya es hora que domines tus emociones y te comportes un poco mejor y no como una niñita mal enseñada.
— ¡Mira quién habla! —siseó Laura intentando en vano zafarse del agarre. — Tú puedes ir por la vida haciendo tu real gana y tomando a chicas que no quieren ni verte en pintura y calumniar a su familia solo porque eres adulta y de buena familia con educación pagada.
— ¡Realmente eres una cría resentida y prejuiciosa! — terminó por enojarse Martina que le soltó las manos y la encaró fieramente. — ¿crees tú que yo me gastaría mi tiempo, paciencia y palabras en andar difamando a la gente? No soy de ese tipo de personas. Además, eres la única niñata con la que tuve la desgracia de involucrarme sexualmente hablando y que resultó ser la hija de una mujer del pasado de una amiga de infancia. Aunque me fastidie el asunto; estoy metida hasta el cuello en todo esto y estoy asumiendo las consecuencias de mis actos y voy a cumplir mi promesa que le hice a tu madre hace unos días.
— ¿Qué hiciste? — preguntó Laura con los dientes apretados. — ¿Qué le prometiste a mi madre?
Ahora fue el turno de Martina de resoplar con fastidio y molestia genuina. Su rostro denotaba cansancio y también aceptación de los hechos…
—Por el bien de las dos — develó Martina observando aquellos ojos almendrados. — a partir de ahora, nos convertiremos en pareja.
— ¡¿Qué?! — chilló fuera de sí, Laura descompuesta completamente ante el comentario.
—Lo que has oído — respondió serenamente Martina y volvió acomodarse en su lugar, dejando en el limbo a la joven. — por eso quería hablar contigo personalmente. Además, quise darte un tiempo para que pudieras asumir los hechos que vivimos esa noche. Ahora, puedes hacerte a la idea el precio que debemos pagar ambas por nuestra imprudencia.

Laura, realmente quedo petrificada y a la vez, atontada por partida doble. Primeramente por la información del pasado de su madre y la segunda, porque el futuro no era nada prometedor para ella.
¡Era su fin! Una noche que resultó ser trascendental…Una noche que jamás podría olvidar de su memoria, de su corazón o de su piel.

2 comentarios:

SAORI dijo...

este capitulo me adejado sin palabra ... eres la mejor

gwen1991 dijo...

Si tienes mas de esta historia porfa. Anrhia. Sube mas.

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Saludos

 Estimadas lectoras, un saludo para cada una de ustedes a partir de hoy comienzo un nuevo camino y de regreso a casa. No deseaba irme sin de...