mujer y ave

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sábado, 29 de junio de 2019

Un corazón vulnerable.




Destino implacable.
Capítulo 24

Un corazón vulnerable.

Salir de aquel edificio que en nada le gustaba que por órdenes superiores estuviera obligada a cumplir. De lo contrario no se hallaría en ese sitio ya que era o mejor dicho es; una mujer físicamente capacitada. En resumen, sana.


La brisa invernal le sentó terriblemente ya que fue un presagio que las cosas no serían favorables para ella ese día y la verdad, por mucho que tratase de mentalizar el positivismo dentro de sus pensamientos. La angustia y temor la hacía presa a un nivel que iba creciendo más y más a medida que las horas transcurrían en la ciudad y le apartaban de su ser amado.

¡Lo prometió! Se decía una y otra vez en cada rinconcito de su cabeza para sostenerse cuerda y no enloquecer ante el fantasma de la peor desgracia de un ser humano…Los celos.

¿Cómo decir a ese sentimiento tan hostil y desconfiado? Que sume a un individuo al punto de robarle todo dejo de paz y razonamiento. Son los verdaderos gestores de las mayores desgracias de la humanidad en todo tipo de ámbitos.

Quería no pensar y tratar de confiar en ella, otorgándole su voto de confianza. Pero se hacía imposible sabiendo que en ese preciso instante quizás podría estar con esa mujer. Y a sabiendas que aceptó sus términos tal cual le fueran planteados. La devoraba la angustia y ese dolor que estaba sintiendo en su corazón.
¡Qué sensación más angustiante y asfixiante! La cordura y lógica salían huyendo cuando se presentaban los inexorables celos. ¿Cómo podría luchar contra ellos y no volverse loca en el intento?

Hasta el clima le jugaba una mala pasada y se volvían un arma contra su ánimo interno, dado que se presagiaba una tormenta en el horizonte en que traía claros signos de problemas para todo el paraje.

─ Y Carlos desea que regrese al campamento como si nada ocurriese entre nosotras dos. ─ se lamentó Marcela. ─ Las cosas no surgen de un día para otro o una se enamora de un momento a otro y te olvidaste que se conocen desde hace un tiempo. Éste sentimiento va creciendo despacio dentro de uno y por más que intentes oponerte, terminas cediendo. Yo no busqué enamorarme de Bianca y tampoco voy a dejar que esa mujercita me aparte de ella.

Después de reflexionar, despotricar y aspirar aire frío. La rubia inspectora dirigió sus pasos hacia calle Muños Gamero y tomar locomoción que la llevase a la mutual y hacerse el vendito examen que le pidiese Carlos y así, poder partir cuanto antes a Posesión. De lo contrario de seguro se iba a ganar una úlcera de tanta angustia y nervios que estaba sintiendo al por mayor.

No le costó mucho hallar un colectivo de la línea 15 que la dejaría justo al frente de la mutual y realizarse el bendito examen. Mientras el coche recorría la arteria principal avenida Bulnes, la inspectora estaba inmersa viendo sobre la ventana del vehículo sin ver nada en nada en particular puesto que nada lograba concentrarla o llamar su atención. Demás está decir que el transitar por las calles de la ciudad de Punta Arenas, era algo cotidiano y tantas veces realizado que podía hacerlo con los ojos cerrados. Es la costumbre de gente que vive en una ciudad pequeña en demografía, pero que es amplia en territorio. ¡Así es hacer patria en el confín del mundo!

En cosa de minutos ya se encontraba bajando del colectivo y esperaba un semáforo para poder cruzar aquella amplia y transitada avenida a esa hora en particular por vehículos que se dirigían a la zona franca como a la universidad de Magallanes.

Tras el cambio de colores del suplente de la autoridad de tránsito, al fin pudo cruzar y encaminó sus pasos hacia un edificio de una sola planta de tonalidad ocre y que estaba edificado en una forma poco convencional. Más parecía un laberinto ilógico. Pero al fin y al cabo, cumplía su función de prestar servicio de salud laboral.
Paredes, ingresó por la entrada principal y se presentó ante la recepcionista que le tomó sus datos y la hizo esperar en una sala publica adjunta hasta ser llamada. 30 minutos más tarde, era su turno de ser recibida por los especialistas que verían su caso.

¡Estaba claro que sería un día largo para ella! Dado que examinar una parte tan delicada y diminuta como es el oído, es tomar un trabajo muy acucioso y demoroso.

Entre las preguntas de rigor con respecto a lo sucedido en casa de la dueña de los pozos. La mente de la inspectora estaba tan lejos como los parajes de las pampas de Posesión. No dejaban de torturarle sus pensamientos que le conllevaba saberla cerca de esa mujer que podría destruir todos sus planes.
Si bien había quedado en respetar los deseos de Bianca y aceptó de buenas a primeras ese acuerdo fuera de toda lo lógica y razón, pero que era una gran verdad más grande que un buque.

Tan solo la intervención del especialista con una pequeña máquina, vino a sacarla de su tortura y la trajo a la realidad de porrazo porque le dolió aquella prueba y dejo pensativo al médico que volvió a realizar la prueba y se topó con la misma respuesta. Hizo sus anotaciones y consultó con otro médico para hacer una evaluación completa del asunto.

─ ¿Y bien? ─ preguntó Marcela al especialista con dudas lógicas por la respuesta que su cuerpo dio.
─ La verdad hay una parte que está comprometida y que te tomará un tiempo en sanar dado que ese disparo consiguió quitar el 30 % del funcionamiento de ese pequeño órgano. ─ respondió el médico que seguía anotando cosas en su informe. ─ Creo que es aconsejable que viajes a Santiago a realizarte un chequeo más completo y sigas al pie de la letra el tratamiento que te voy a dar. Por nada del mundo debes usar nada con audífonos o música a un alto nivel y debes alejarte de ruidos con mucho decibel como plantas de procesamiento. Está prohibido hasta ver mejorías en tu oído interno. ¿Está claro?
─ Lo de la música y eso, no habrá problemas ─ dijo Marcela. ─ Pero lo otro dependerá netamente de la empresa dado que mi labor es revisar el funcionamiento de todas las plantas y estaciones de Posesión.
─ Por eso mismo estoy haciendo este informe para que tu jefe directo te de trabajo administrativo por el tiempo que estés con el tratamiento de lo contrario perderás la audición de tu oído izquierdo a causa de lo lastimado que te dejo ese disparo. ─ hizo notar el especialista. ─ el problema de las personas es que se toman las cosas a la ligera y luego, perjudican su salud a largo plazo y llegan a la vejez reventados. Al igual que el motor de un auto, mucho rodaje y pocos cuidados.
─ ¡Ya entendí! No hace faltas que me des la reprimenda de mi vida ─ repuso Marcela rascando su cabeza de los nervios. ─ Seguiré el tratamiento al pie de la letra. ¿Me darás una interconsulta con Santiago?
─ Por supuesto que sí ─ contestó el médico. ─ Iras directo al hospital del trabajador con hora para la próxima semana. ¿Tienes dónde quedarte allá?
─ Sí con unos tíos ─ respondió Marcela.
─ Perfecto. ─ dijo él. ─ Ahora puedes ir a casa a descansar un poco ya que te veo algo estresada. No sé si es porque estás acá u otra cosa te tiene así.
─ ¡Yap! ─ exclamó Marcela para luego, agregar. ─ Mejor me voy.
─ ¡Ve! ─ indicó el médico sonriendo al ver la evasiva de la inspectora.

No hizo falta que se lo volvieran a repetir porque deseaba alejarse rapidito de ese lugar. No era muy amante de nada que se relacionará con la medicina. Y estar en esas condiciones por causa de una mujer arrogante y sin respeto por la vida de otros menos afortunados que ella. Esto no estaba siendo dicho o pensado por ser alguna mujer resentida social, nada por estilo. Si no que, al tenerlo todo en la vida hace que algunos se comporten como verdaderos malditos en ser déspotas y arrogantes.

No le tomó ni cinco minutos estar fuera de las dependencias de la mutual y lo primero en hacer fue respirar con tanta fuerza para limpiarse por dentro con algo tan bello y mágico como es el aire puro de la naturaleza. Dado que Punta Arenas era una ciudad sin ese detonante maligno que es el esmog y la contaminación acústica y casi todo la urbe estaba rodeada de grandes alamedas de árboles autóctonos, pequeños pero árboles al fin y al cabo.

─ Nada como el hogar. ─ se dijo para sí, Marcela mientras seguía aspirando oxígeno a todo pulmón. ─ ¡Qué delicia!

Tan grato fue esa simple acción que se perdió en el tiempo que fue a convertirse en 15 largos minutos. Algo la vino a sacar de su tan agradable terapia. Cuando un auto se estacionó cerca de ella. La inspectora quedo viendo al automóvil y se quedó perpleja de toparse con…

─ ¿Qué haces acá? ─ preguntó Marcela al ver descender del interior a su ocupante. ─ Pensé que ya estarías de regreso en el campamento.
─ Me concedieron dos días de permiso con goce de sueldo por la gauchada (favor) que hice. ─ respondió Valeria. ─ Y le pregunté a tu hermana si te encontrabas en casa y me dijo que estaba en la mutual. Así que vine a buscarte y saber cómo te había ido.
─ ¡Uf! No me digas nada ─ mencionó Marcela. ─ Tengo que ir a Santiago para hacerme un tratamiento de lo contrario pedirán que haga trabajo de oficina acá. Y tú sabes que muerta a que sencilla.
─ ¡Jajaja! ─ Se carcajeó la enfermera. ─ solo a ti pueden pasarte esas cosas. Dime ¿qué más dijo el médico?
─ Tengo un 30 % de pérdida de audición ─ Informó Marcela. ─ La maldita esa consiguió lastimarme después de todo. Y se salió con la suya sin que nada le diga o haga nada.
─ Es el precio del dinero ─ acotó Valeria. ─ Nadie se opone a lo que los estancieros hagan. Todo el mundo les tiene miedo o sino son comprados como los pacos (Carabineros= policía) Nada qué hacer al final.
─ Eso es lo injusto de todo esto ─ señaló la inspectora. ─ Uno llega hacer algo y lo secan en la cárcel. Pero cómo se trata de la reina de las pampas todo le perdonan.
─ ¡Muy cierto! ─ secundó Valeria. ─ Esa mujer es una arpía de tomo y lomo.
─ Es más qué eso ─ repuso Marcela. ─ Es la infeliz más desgraciada de todas.
─ Jajaja ─ terminó en risas Valeria. ─ Una desgraciada con suerte, querrás decir.
─ Así es no más ─ aceptó Marcela.
─ Oye ¿por qué no vamos almorzar por ahí? ─ preguntó Valeria desviando la conversación. ─ Estamos en la ciudad y es difícil que coincidamos aquí dado nuestros turnos. ¿Te tinca?
─ Por supuesto ─ contestó Marce. ─ Apoyo esa moción. Es lo mejor de lo que va del día.
─ ¡Sube entonces! ─ solicitó Valeria. ─ Mira que tengo pocas oportunidades de andar en auto y podemos ir dónde queramos.
─ Llévame dónde tú quieras, lindura─ instó Marcela.
─ ¡Hecho! ─ aceptó Valeria y subió al coche.

Dio contacto y espero que su copiloto se colocara el cinturón y arrancó para el centro de la ciudad. Los gustos de la enfermera eran tan especiales que seguro irían al centro mismo; muy cercano a la playa estaban los restaurantes más caros y lujosos de la ciudad y con una rica variedad gastronómica de Magallanes.
La inspectora solo se dejó llevar y veía todo el panorama desde su lugar y procurando dejar su mente lo más sosegada posible ya que era un volcán a punto de estallar por la angustia y la falta de noticias por parte de Bianca.

─ ¡Deja de pensar! ─ habló Valeria que la veía desde el rabillo de sus ojos y era consciente de su situación.
─ Eso trato ─ señaló Marcela. ─ Todo esto es asfixiante.
─ Te creo ─ afirmó Valeria sin perder de vista el frente. ─ Por muy descabellado que suene, tendrás que ser más paciente de lo que eres porque esto no se va a resolver de la noche a la mañana. ¡Aceptaste los hechos de este modo!
─ Lo sé ─ repuso Marcela. ─ Una cosa es esperar, pero una tan silenciosa como esta y que no depende de uno; es como pedirle peras a un olmo. ¡Me cuesta créeme! Pero hago más que el intento.
─ ¿Deduzco que no te ha llamado? ─ preguntó Valeria.
─ No ─ respondió la inspectora.
─ ¡Insisto! Tendrás que armarte de mucha paciencia, más de lo que eres capaz de dar ─ Acotó la enfermera.
─ No me queda de otra ─ se resignó Marcela.
─ ¿Qué deseas comer? ─ preguntó Valeria viendo los locales disponibles. ─ ¿Algo de mar o carnes?
─ Mar ─ contestó la rubia inspectora.
─ Sotitos Bar es el lugar ─ dijo Valeria dirigiendo el automóvil a dicho restaurante.
─ Buena elección ─ adujo Marcela.
─ Es mi ligar favorito ─ acotó la enfermera. ─ ¡Tú sabes! Lo mejor de lo mejor.
─ ¡Para lo mejor! ─ terminó Marcela la frase.
─ ¡Exacto! ─ exclamó Valeria.

Ambas se quedaron viendo y broto instantáneamente las carcajadas. Sin duda, eso era un buen comienzo para la jefa de inspectores de Enap. Pasar un buen momento que le hiciera olvidar sus preocupaciones.
Mientras todo esto ocurría en pleno centro de la ciudad de Punta Arenas, muy alejado de todo y a unos 250 kilómetros  aproximados de distancia de dicha urbe. En el corazón mismo de las pampas y en los pozos…

─ ¡Romí! ─ susurró Ariza después de separarse de los labios de la joven Rangel. ─ ¡Te extrañado tanto!
Aquellas palabras provocaron que los parpados de la joven se fueran abriendo despacio y sus ojos grises quedaran viendo a la morena.
─ No hemos estado juntas en este tiempo para qué me extrañes de ese modo ─ replicó Bianca sin ánimos de confrontarse con ella.
─ Lo hemos estado ─ refutó Ariza con una leve sonrisa. ─ En tu casa ¿Recuerdas?
─ Cierto ─ repuso Bianca.
─ ¡Lo ves! ─ dijo Ariza sin dejar de verle a los ojos. ─ Aunque no solo lo hago desde ese día sino que desde la otra vida y ha sido una verdadera eternidad.
─ ¡Despacio Ariza! ─ suplicó Bianca y se despegó un poco de la estanciera. ─ No apresures las cosas.
─ No lo hago ─ rebatió serenamente Ariza. ─ Solo dije algo que siento y que en nada te obliga a ceder. Tan solo es mi verdad.
─ Comprendo. ─ adujo Bianca y se apartó del todo de ella. ─ Yo sé que prometí darnos esa oportunidad y que tendré que vivir este tipo de cosas contigo, pero no me presiones tanto.
─ ¡Um! ─ exclamó Ariza apartando un mechón de cabello de su rostro y añadió. ─ Si lo dices por el beso. No pude evitarlo. Mi reacción fue instantánea e inevitable, ¿No puedes pedirme que no responda a ti? Es lógico mi comportamiento. Tenerte cerca de mí es una tentación tan grande que me supera completamente.
─ No sé si creerte ─ mencionó dubitativa Bianca. ─ es un argumento muy conveniente para ti ¿no te parece?
─ ¡Tal vez! ─ aceptó medianamente Ariza. ─ Pero no quita que sea nuestra verdad. Yo jamás pude resistirme a ti.
─ ¡Uf! ─ exclamó Bianca suspirando pesado. ─ Siempre lo hiciste notar. No había un momento en que pudiera esconderme de tus encantos.
─ ¿No sería al revés? ─ contradijo Ariza risueña. ─ eras tú quién me hechizó desde el primer día.
─ Sin comentarios ─ señaló Bianca tratando de escapar de algo que sabía que tenía las de perder. ─ Prefiero abstenerme de decir algo que lo utilicen en mi contra.
─ Tampoco exageres Romí ─ replicó Ariza. ─ hicimos una tregua entre las dos y pienso honrarla. Por lo tanto puedes decir o hacer según tú sientas y creas que te representa.
─ ¡Pero que complaciente! ─ se burló ahora Bianca que sabía que podía abusar un poco de ello, porque lo traía consigo desde el pasado.
─ Siempre dando lo mejor de mí para ti ─ siguió el juego Ariza que se iluminaron sus ojos al ver a su amor juguetón como en el pasado.
─ Y puedo verlo ─ mencionó Bianca desviando su mirada por toda la fuente o terma caliente. ─ Tienes lo mejor de todo el lugar.
─ Siempre me ha gustado poseer lo mejor de todo ─ aseguró Ariza con notable orgullo.
─ A veces ostentas más soberbia que humildad ─ Contravino Bianca al recordar cosas del pasado que incluso hoy le molestaban.
─ No puedo ser prefecta, Romí ─ señaló la gitana que se acercó más a la joven y la envolvió entre sus brazos. ─ No en ese aspecto que me pides. Estoy acostumbrada a tener todo cuanto he querido y lo único que la vida me ha negado tanto es tu amor. Por lo que cedería cuanto tengo con tal de torcerle mano al destino y romper esa cadena nefasta que nos ha condenado tantas veces ya.

Aspiró despacio entre los cabellos húmedos de la morena y percibió su sentir de un modo más fuerte y palpable tanto para su corazón como a sus pensamientos. Le parecía extraño que después de todo lo que se juró hacer para no tener que volver a encontrarse con ella nunca más en la vida. Ahora estaba dispuesta a ceder y bajar las defensas que edificó en su corazón para permitirle acercarse y ver si podía ser feliz con ella como en el pasado o tan solo era una ilusión nacida de lo que faltó anteriormente.

─ Es lo que intentamos descubrir, Ariza ─ susurró Bianca aferrada a ese abrazo. ─ El saber si ese amor aún existe o tan solo es una nostalgia nacida del pasado.

Un fuerte tirón le sacudió el corazón de la estanciera al oír la última parte de esas palabras y es que se negaba a darle más dolor y le costaba una enormidad poder disolver esas frases que le herían profusamente. Y es que ella mantenía ardiendo la esperanza de que su amor se mantuviera más firme que en el pasado y esa flama jamás se extinguiera por muchos obstáculos y adversidad que sobrevinieran.

Estaba claro que no era una súper heroína, pero condenar a un corazón a tanto desprecio y desdeño causaban heridas que se estaban volviendo indeleble sobre la superficie de aquel órgano que tanto anhelaba sentir a su dueña.
─ Cuando un amor es verdadero, ni siquiera el tiempo o  las circunstancias pueden mermar la potencia que siente o profesa por esa persona que lo es todo. ─ mencionó Ariza hablando desde la profundidad de su ser interior. ─ Tan solo su ser amado, es el único que puede condenarlo a muerte, rebajarlo y despreciarlo al punto de herirlo profusamente y volverlo irreconocible. En nuestro caso, solo tú; Bianca; puedes lastimar mortalmente a mi corazón y el amor que te profesa, porque yo no he podido si quiera disminuir un gramo lo que siento por ti. Estoy tan atada a ti que no sabría cómo dejarte de amarte por más que pudiera proponérmelo.
─ ¡Oh Ariza! ─ se lamentó de inmediato Bianca, despegándose de su abrazo. ─ Por más que intento hacer las cosas bien contigo, terminó hiriéndote con mis palabras. ¡Lo lamento!
─ Romí ─ susurró Ariza viéndola con un dejo de tristeza.
─ Dime ─ respondió Bianca con un sentimiento culposo.
─ Sé que también te lastimé en el pasado al contraer nupcias, pero jamás fui mi intención lastimarte y una parte de mí puede comprender tu reticencia en volver a confiar en mis sentimientos. ─ repuso Ariza. ─ y en parte aceptó tu reacción negativa hacia mi persona por lo que aconteció entre nosotras, pero te suplicó que no pongas en duda mi querer porque eres lo más importante y que jamás he podido a llegar a sentir por otra persona que no fueses tú. Me enamoré de ti desde el primer día de conocernos y te amé profundamente con el trascurrir de los días y aún hoy profeso del mismo modo y con mayor intensidad. No dudes de mí querer por favor.
─ No lo hago ─ respondió la joven Rangel. ─ Es de mí de quién desconfió y de quién tengo dudas. De ser capaz de volver amarte como en el pasado. Sé y estoy consciente de que aún me haces sentir cosas fuertes aquí dentro (tocándose el corazón) pero quiero estar completamente segura de que es amor y no cariño.
─ ¿Lo dices por lo que sientes por esa otra mujer? ─ preguntó directamente Ariza.
─ Más que eso, es simplemente que no es factible a mi entendimiento tener sentimiento por dos mujeres que son completamente distintas. ─ expuso sinceramente Bianca. ─ Hay algo que no está bien ahí, un corazón no ama a dos bandos. Y es lo que quiero descubrir realmente porque es duro para mí estar divida entre la espada y la pared entre tú y Marcela.
─ ¡Por favor no la nombres en mi presencia! ─ reclamó Ariza que el hirvió la sangre al instante. ─ Sabes que corre sangre gitana por mis venas y soy terriblemente posesiva de la persona que amo y no me hace gracia saberla querida por ti y que pretenda tu corazón cuando éste fue creado solo para mí.
─ Por mucho que esta situación te lastime y que no desee hacerlo, es con la verdad que tengo que lidiar ahora. ─ rebatió Bianca que en parte le abrumaba estar dividido su corazón entre dos mujeres. ─ Son preguntas que surgen en mi cabeza y que necesito dilucidar por el bien de todas. Además yo hice una promesa antes de venir a ti.
─ ¿Qué promesa? ─ interrumpió de inmediato Ariza que se puso en alerta.
─ Que volvería con ella, una vez que hablase contigo y solucionase las cosas entre las dos ─ respondió Bianca que mantenía la vista perdida en el agua y no podía ver de frente a la estanciera.
─ ¿Por qué no me ves a los ojos? ─ preguntó Ariza confusa por esa actitud. ─ Quedamos de hablar con la verdad por mucho que nos doliese. Es hora de ser sincera, romí.
Bianca mordió su labio inferior y con un pequeño suspiro fue levantando la mirada despacio como si lo hiciese a propósito o con un dejo de temor en ello.
─ Porque temo tu reacción ─ contestó Bianca quedando enfrentados sus ojos con los de la morena. ─ sé la sangre que corre por tus venas, ya que siempre me lo has hecho ver y estoy consciente que puedes tomar acciones muy drásticas en contra de ella por el simple hecho que mi decisión te fuera adversa.

Aquellos ojos verdes contemplaban los de su romí con emociones encontradas, ya que constataba que el asunto con la inspectora era más delicado de lo que supuso en una primera instancia y eso, le carcomía como si fuese ácido por sus venas. Muchas veces o tantas más, no estamos preparados para asumir la verdad tan cruda como cuando nos dicen de frente que no nos aman más. Es romperte con millares de alfileres que se incrustan a los largo del cuerpo adormeciendo todo a su paso, pero dejando solo tu mente libre de sus efectos para que aceptes los hechos tan duros como son. Es morir lentamente y casi eternamente, no hay consuelo alguno o gesto que nos pueda librar de ese tormento agónico en el cual esa persona nos puede sumir.

¿No sabía cuánto más podría soportar? Estaba consiente que en el pasado hizo las cosas mal y que ahora, también había tomado decisiones un tanto erradas, pero ¿Por qué debían someterla por segunda vez al mismo martirio? Solo había hecho lo que creyó que era lo más apropiado en el pasado para salvaguardarla de su padre y ahora, usó todo su poder para poder concretar su anhelo de tenerlo de regreso junto a ella.
¡No era justo! Darlo todo para quedarse con las manos o mejor dicho, el corazón roto por segunda vez. La vida…¡Aquella que es el tesoro más grande y bello! Pero que tiene tantas dificultades, caminos e ironías que son capaces de ponernos de rodilla hasta arrancarnos el alarido más grande que puede haber en nosotros mismos.

¡Un animal herido! ¿Quién puede culparlo por querer protegerse? Absolutamente nadie, porque ninguno está en tus zapatos y siente lo que tú estás sintiendo porque no pueden vislumbrar siquiera la magnitud con que tu corazón puede percibir las cosas, los sentimientos son tan distintos y diversos porque amar no es igual en todos. Las vivencias son parecidas pero el dolor es único en cada uno de nosotros.

En resumen…   Amar es infinito y basto, pero los sentimientos con lo que lo vivimos es la diversidad, tan finita y tan estrecha a la vez. ¿Podremos superar alguna vez el egoísmo con que vivimos el amor? ¡Tal vez! Pero lo único cierto aquí, es el escenario que enfrentaban aquellas mujeres. En especial aquella morena que sentía que la vida se ensañaba con ella.

Sus ojos por un leve segundo se volvieron opacos cuando sus orbitas se cerraron en un parpadeo para luego, recuperar su intensidad habitual.

Esta vez, la estanciera se apartó gradualmente de la joven enapina hasta salirse por completo de aquella terma. Estando desnuda y mojada, tomó sus ropas que estaban dejadas a un costado y procedió en vestirse en silencio sin pronunciarse por el momento. Cuando ya estuvo lista, acomodó bien su cabello sin dejar una gota de agua en  éstos. Luego, se giró para ver a la joven que permanecía sumergida en las aguas.

─ Por hoy ha sido suficiente que menos precies mi corazón, no dejaré que lo hagas pedazos por tus confusiones. ─ habló Ariza con una voz gélida ─ He demostrado hasta el cansancio que te amo al igual que lo hice en el pasado, pero no significa que debas ensañarte conmigo por aquel error que cometí en mi otra vida, ya suficiente caro pagué mi equivocación para que ahora continúes con el castigo. ¡No seas tan intransigente conmigo! Cuando mi único delito ha sido quererte más allá de la razón, de mis capacidades y de mis fuerzas. Estoy dando todo de mí para demostrarte que no soy la misma, pero sigues empeñada condenarme ¡No es justo!

Terminado de hablar, le dio vuelta la espalda y se marchó del lugar. Dejando a una Bianca completamente abatida, cuyos ojos se nublaron con lágrimas que brotaron de la nada y con justa razón. También ella, se estaba rompiendo por dentro y se lo hizo saber su corazón que le hizo sentir su dolor y tristeza por lastimar a la única mujer que ha mantenido su postura al igual que en el pasado. De amarla más allá de la razón y de toda lógica.

¡Quizás siempre fue ella la que se equivocó verdaderamente! Cuyo egoísmo fue más evidente ya que fue incapaz de permitirle defenderse o darle una explicación como se merecía. ¡Sólo escuchó su razonamiento! Y la condenó a sufrir el peor de los tormentos del mismo modo en que sufrió ella, porque una cosa era muy cierta…Ella jamás olvidó a esa belleza gitana y su corazón se lo afirmó hasta el último segundo de vida.
Y ahora volvía a condenarla por un hecho tan simple y verdadero… ¡Temor!... ¿A qué?  Estaba claro que su desconfianza era la culpable de todo, por no creer que la amasen de ese modo. Temor en volver a entregar su corazón, su vulnerabilidad, su confianza, su ser entero y en mostrarse dependiente de otro ser. ¿Quién puede culparle? Sólo su corazón que se negaba a repetir la misma condena.

«Ariza ¿Qué estoy haciendo? » susurró con dolor Bianca llevando sus manos a su rostro y dejando que el llanto se apoderara de ella.

A veces el destino se vuelve implacable tan solo por darnos la oportunidad de rectificar nuestros errores del pasado y poder ser libre de nuestras cadenas que nos impiden ser felices.

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