Destino implacable.
Capítulo
24
Un
corazón vulnerable.
Salir
de aquel edificio que en nada le gustaba que por órdenes superiores estuviera
obligada a cumplir. De lo contrario no se hallaría en ese sitio ya que era o
mejor dicho es; una mujer físicamente capacitada. En resumen, sana.
La
brisa invernal le sentó terriblemente ya que fue un presagio que las cosas no
serían favorables para ella ese día y la verdad, por mucho que tratase de
mentalizar el positivismo dentro de sus pensamientos. La angustia y temor la
hacía presa a un nivel que iba creciendo más y más a medida que las horas
transcurrían en la ciudad y le apartaban de su ser amado.
¡Lo
prometió! Se decía una y otra vez en cada rinconcito de su cabeza para
sostenerse cuerda y no enloquecer ante el fantasma de la peor desgracia de un
ser humano…Los celos.
¿Cómo
decir a ese sentimiento tan hostil y desconfiado? Que sume a un individuo al
punto de robarle todo dejo de paz y razonamiento. Son los verdaderos gestores
de las mayores desgracias de la humanidad en todo tipo de ámbitos.
Quería
no pensar y tratar de confiar en ella, otorgándole su voto de confianza. Pero
se hacía imposible sabiendo que en ese preciso instante quizás podría estar con
esa mujer. Y a sabiendas que aceptó sus términos tal cual le fueran planteados.
La devoraba la angustia y ese dolor que estaba sintiendo en su corazón.
¡Qué
sensación más angustiante y asfixiante! La cordura y lógica salían huyendo
cuando se presentaban los inexorables celos. ¿Cómo podría luchar contra ellos y
no volverse loca en el intento?
Hasta
el clima le jugaba una mala pasada y se volvían un arma contra su ánimo
interno, dado que se presagiaba una tormenta en el horizonte en que traía
claros signos de problemas para todo el paraje.
─ Y
Carlos desea que regrese al campamento como si nada ocurriese entre nosotras
dos. ─ se lamentó Marcela. ─ Las cosas no surgen de un día para otro o una se
enamora de un momento a otro y te olvidaste que se conocen desde hace un
tiempo. Éste sentimiento va creciendo despacio dentro de uno y por más que
intentes oponerte, terminas cediendo. Yo no busqué enamorarme de Bianca y
tampoco voy a dejar que esa mujercita me aparte de ella.
Después
de reflexionar, despotricar y aspirar aire frío. La rubia inspectora dirigió
sus pasos hacia calle Muños Gamero y tomar locomoción que la llevase a la
mutual y hacerse el vendito examen que le pidiese Carlos y así, poder partir
cuanto antes a Posesión. De lo contrario de seguro se iba a ganar una úlcera de
tanta angustia y nervios que estaba sintiendo al por mayor.
No le
costó mucho hallar un colectivo de la línea 15 que la dejaría justo al frente
de la mutual y realizarse el bendito examen. Mientras el coche recorría la
arteria principal avenida Bulnes, la inspectora estaba inmersa viendo sobre la
ventana del vehículo sin ver nada en nada en particular puesto que nada lograba
concentrarla o llamar su atención. Demás está decir que el transitar por las
calles de la ciudad de Punta Arenas, era algo cotidiano y tantas veces
realizado que podía hacerlo con los ojos cerrados. Es la costumbre de gente que
vive en una ciudad pequeña en demografía, pero que es amplia en territorio.
¡Así es hacer patria en el confín del mundo!
En
cosa de minutos ya se encontraba bajando del colectivo y esperaba un semáforo
para poder cruzar aquella amplia y transitada avenida a esa hora en particular
por vehículos que se dirigían a la zona franca como a la universidad de
Magallanes.
Tras
el cambio de colores del suplente de la autoridad de tránsito, al fin pudo
cruzar y encaminó sus pasos hacia un edificio de una sola planta de tonalidad
ocre y que estaba edificado en una forma poco convencional. Más parecía un
laberinto ilógico. Pero al fin y al cabo, cumplía su función de prestar
servicio de salud laboral.
Paredes,
ingresó por la entrada principal y se presentó ante la recepcionista que le
tomó sus datos y la hizo esperar en una sala publica adjunta hasta ser llamada.
30 minutos más tarde, era su turno de ser recibida por los especialistas que
verían su caso.
¡Estaba
claro que sería un día largo para ella! Dado que examinar una parte tan
delicada y diminuta como es el oído, es tomar un trabajo muy acucioso y
demoroso.
Entre
las preguntas de rigor con respecto a lo sucedido en casa de la dueña de los
pozos. La mente de la inspectora estaba tan lejos como los parajes de las pampas
de Posesión. No dejaban de torturarle sus pensamientos que le conllevaba
saberla cerca de esa mujer que podría destruir todos sus planes.
Si
bien había quedado en respetar los deseos de Bianca y aceptó de buenas a
primeras ese acuerdo fuera de toda lo lógica y razón, pero que era una gran
verdad más grande que un buque.
Tan
solo la intervención del especialista con una pequeña máquina, vino a sacarla
de su tortura y la trajo a la realidad de porrazo porque le dolió aquella
prueba y dejo pensativo al médico que volvió a realizar la prueba y se topó con
la misma respuesta. Hizo sus anotaciones y consultó con otro médico para hacer
una evaluación completa del asunto.
─ ¿Y
bien? ─ preguntó Marcela al especialista con dudas lógicas por la respuesta que
su cuerpo dio.
─ La
verdad hay una parte que está comprometida y que te tomará un tiempo en sanar
dado que ese disparo consiguió quitar el 30 % del funcionamiento de ese pequeño
órgano. ─ respondió el médico que seguía anotando cosas en su informe. ─ Creo
que es aconsejable que viajes a Santiago a realizarte un chequeo más completo y
sigas al pie de la letra el tratamiento que te voy a dar. Por nada del mundo
debes usar nada con audífonos o música a un alto nivel y debes alejarte de
ruidos con mucho decibel como plantas de procesamiento. Está prohibido hasta
ver mejorías en tu oído interno. ¿Está claro?
─ Lo
de la música y eso, no habrá problemas ─ dijo Marcela. ─ Pero lo otro dependerá
netamente de la empresa dado que mi labor es revisar el funcionamiento de todas
las plantas y estaciones de Posesión.
─ Por
eso mismo estoy haciendo este informe para que tu jefe directo te de trabajo
administrativo por el tiempo que estés con el tratamiento de lo contrario
perderás la audición de tu oído izquierdo a causa de lo lastimado que te dejo
ese disparo. ─ hizo notar el especialista. ─ el problema de las personas es que
se toman las cosas a la ligera y luego, perjudican su salud a largo plazo y
llegan a la vejez reventados. Al igual que el motor de un auto, mucho rodaje y
pocos cuidados.
─ ¡Ya
entendí! No hace faltas que me des la reprimenda de mi vida ─ repuso Marcela
rascando su cabeza de los nervios. ─ Seguiré el tratamiento al pie de la letra.
¿Me darás una interconsulta con Santiago?
─ Por
supuesto que sí ─ contestó el médico. ─ Iras directo al hospital del trabajador
con hora para la próxima semana. ¿Tienes dónde quedarte allá?
─ Sí
con unos tíos ─ respondió Marcela.
─
Perfecto. ─ dijo él. ─ Ahora puedes ir a casa a descansar un poco ya que te veo
algo estresada. No sé si es porque estás acá u otra cosa te tiene así.
─
¡Yap! ─ exclamó Marcela para luego, agregar. ─ Mejor me voy.
─ ¡Ve!
─ indicó el médico sonriendo al ver la evasiva de la inspectora.
No
hizo falta que se lo volvieran a repetir porque deseaba alejarse rapidito de
ese lugar. No era muy amante de nada que se relacionará con la medicina. Y
estar en esas condiciones por causa de una mujer arrogante y sin respeto por la
vida de otros menos afortunados que ella. Esto no estaba siendo dicho o pensado
por ser alguna mujer resentida social, nada por estilo. Si no que, al tenerlo
todo en la vida hace que algunos se comporten como verdaderos malditos en ser
déspotas y arrogantes.
No le
tomó ni cinco minutos estar fuera de las dependencias de la mutual y lo primero
en hacer fue respirar con tanta fuerza para limpiarse por dentro con algo tan
bello y mágico como es el aire puro de la naturaleza. Dado que Punta Arenas era
una ciudad sin ese detonante maligno que es el esmog y la contaminación
acústica y casi todo la urbe estaba rodeada de grandes alamedas de árboles
autóctonos, pequeños pero árboles al fin y al cabo.
─ Nada
como el hogar. ─ se dijo para sí, Marcela mientras seguía aspirando oxígeno a
todo pulmón. ─ ¡Qué delicia!
Tan
grato fue esa simple acción que se perdió en el tiempo que fue a convertirse en
15 largos minutos. Algo la vino a sacar de su tan agradable terapia. Cuando un
auto se estacionó cerca de ella. La inspectora quedo viendo al automóvil y se
quedó perpleja de toparse con…
─ ¿Qué
haces acá? ─ preguntó Marcela al ver descender del interior a su ocupante. ─
Pensé que ya estarías de regreso en el campamento.
─ Me
concedieron dos días de permiso con goce de sueldo por la gauchada (favor) que
hice. ─ respondió Valeria. ─ Y le pregunté a tu hermana si te encontrabas en
casa y me dijo que estaba en la mutual. Así que vine a buscarte y saber cómo te
había ido.
─ ¡Uf!
No me digas nada ─ mencionó Marcela. ─ Tengo que ir a Santiago para hacerme un
tratamiento de lo contrario pedirán que haga trabajo de oficina acá. Y tú sabes
que muerta a que sencilla.
─
¡Jajaja! ─ Se carcajeó la enfermera. ─ solo a ti pueden pasarte esas cosas.
Dime ¿qué más dijo el médico?
─
Tengo un 30 % de pérdida de audición ─ Informó Marcela. ─ La maldita esa
consiguió lastimarme después de todo. Y se salió con la suya sin que nada le
diga o haga nada.
─ Es
el precio del dinero ─ acotó Valeria. ─ Nadie se opone a lo que los estancieros
hagan. Todo el mundo les tiene miedo o sino son comprados como los pacos
(Carabineros= policía) Nada qué hacer al final.
─ Eso
es lo injusto de todo esto ─ señaló la inspectora. ─ Uno llega hacer algo y lo
secan en la cárcel. Pero cómo se trata de la reina de las pampas todo le
perdonan.
─ ¡Muy
cierto! ─ secundó Valeria. ─ Esa mujer es una arpía de tomo y lomo.
─ Es
más qué eso ─ repuso Marcela. ─ Es la infeliz más desgraciada de todas.
─
Jajaja ─ terminó en risas Valeria. ─ Una desgraciada con suerte, querrás decir.
─ Así
es no más ─ aceptó Marcela.
─ Oye
¿por qué no vamos almorzar por ahí? ─ preguntó Valeria desviando la
conversación. ─ Estamos en la ciudad y es difícil que coincidamos aquí dado
nuestros turnos. ¿Te tinca?
─ Por
supuesto ─ contestó Marce. ─ Apoyo esa moción. Es lo mejor de lo que va del
día.
─
¡Sube entonces! ─ solicitó Valeria. ─ Mira que tengo pocas oportunidades de
andar en auto y podemos ir dónde queramos.
─
Llévame dónde tú quieras, lindura─ instó Marcela.
─
¡Hecho! ─ aceptó Valeria y subió al coche.
Dio
contacto y espero que su copiloto se colocara el cinturón y arrancó para el
centro de la ciudad. Los gustos de la enfermera eran tan especiales que seguro
irían al centro mismo; muy cercano a la playa estaban los restaurantes más
caros y lujosos de la ciudad y con una rica variedad gastronómica de
Magallanes.
La
inspectora solo se dejó llevar y veía todo el panorama desde su lugar y
procurando dejar su mente lo más sosegada posible ya que era un volcán a punto
de estallar por la angustia y la falta de noticias por parte de Bianca.
─
¡Deja de pensar! ─ habló Valeria que la veía desde el rabillo de sus ojos y era
consciente de su situación.
─ Eso
trato ─ señaló Marcela. ─ Todo esto es asfixiante.
─ Te
creo ─ afirmó Valeria sin perder de vista el frente. ─ Por muy descabellado que
suene, tendrás que ser más paciente de lo que eres porque esto no se va a
resolver de la noche a la mañana. ¡Aceptaste los hechos de este modo!
─ Lo
sé ─ repuso Marcela. ─ Una cosa es esperar, pero una tan silenciosa como esta y
que no depende de uno; es como pedirle peras a un olmo. ¡Me cuesta créeme! Pero
hago más que el intento.
─
¿Deduzco que no te ha llamado? ─ preguntó Valeria.
─ No ─
respondió la inspectora.
─
¡Insisto! Tendrás que armarte de mucha paciencia, más de lo que eres capaz de
dar ─ Acotó la enfermera.
─ No
me queda de otra ─ se resignó Marcela.
─ ¿Qué
deseas comer? ─ preguntó Valeria viendo los locales disponibles. ─ ¿Algo de mar
o carnes?
─ Mar
─ contestó la rubia inspectora.
─ Sotitos
Bar es el lugar ─ dijo Valeria dirigiendo el automóvil a dicho restaurante.
─
Buena elección ─ adujo Marcela.
─ Es
mi ligar favorito ─ acotó la enfermera. ─ ¡Tú sabes! Lo mejor de lo mejor.
─
¡Para lo mejor! ─ terminó Marcela la frase.
─
¡Exacto! ─ exclamó Valeria.
Ambas
se quedaron viendo y broto instantáneamente las carcajadas. Sin duda, eso era
un buen comienzo para la jefa de inspectores de Enap. Pasar un buen momento que
le hiciera olvidar sus preocupaciones.
Mientras
todo esto ocurría en pleno centro de la ciudad de Punta Arenas, muy alejado de
todo y a unos 250 kilómetros aproximados
de distancia de dicha urbe. En el corazón mismo de las pampas y en los pozos…
─
¡Romí! ─ susurró Ariza después de separarse de los labios de la joven Rangel. ─
¡Te extrañado tanto!
Aquellas
palabras provocaron que los parpados de la joven se fueran abriendo despacio y
sus ojos grises quedaran viendo a la morena.
─ No
hemos estado juntas en este tiempo para qué me extrañes de ese modo ─ replicó
Bianca sin ánimos de confrontarse con ella.
─ Lo
hemos estado ─ refutó Ariza con una leve sonrisa. ─ En tu casa ¿Recuerdas?
─
Cierto ─ repuso Bianca.
─ ¡Lo
ves! ─ dijo Ariza sin dejar de verle a los ojos. ─ Aunque no solo lo hago desde
ese día sino que desde la otra vida y ha sido una verdadera eternidad.
─
¡Despacio Ariza! ─ suplicó Bianca y se despegó un poco de la estanciera. ─ No
apresures las cosas.
─ No
lo hago ─ rebatió serenamente Ariza. ─ Solo dije algo que siento y que en nada
te obliga a ceder. Tan solo es mi verdad.
─
Comprendo. ─ adujo Bianca y se apartó del todo de ella. ─ Yo sé que prometí
darnos esa oportunidad y que tendré que vivir este tipo de cosas contigo, pero
no me presiones tanto.
─ ¡Um!
─ exclamó Ariza apartando un mechón de cabello de su rostro y añadió. ─ Si lo
dices por el beso. No pude evitarlo. Mi reacción fue instantánea e inevitable,
¿No puedes pedirme que no responda a ti? Es lógico mi comportamiento. Tenerte
cerca de mí es una tentación tan grande que me supera completamente.
─ No
sé si creerte ─ mencionó dubitativa Bianca. ─ es un argumento muy conveniente
para ti ¿no te parece?
─ ¡Tal
vez! ─ aceptó medianamente Ariza. ─ Pero no quita que sea nuestra verdad. Yo jamás
pude resistirme a ti.
─ ¡Uf!
─ exclamó Bianca suspirando pesado. ─ Siempre lo hiciste notar. No había un
momento en que pudiera esconderme de tus encantos.
─ ¿No
sería al revés? ─ contradijo Ariza risueña. ─ eras tú quién me hechizó desde el
primer día.
─ Sin
comentarios ─ señaló Bianca tratando de escapar de algo que sabía que tenía las
de perder. ─ Prefiero abstenerme de decir algo que lo utilicen en mi contra.
─
Tampoco exageres Romí ─ replicó Ariza. ─ hicimos una tregua entre las dos y
pienso honrarla. Por lo tanto puedes decir o hacer según tú sientas y creas que
te representa.
─ ¡Pero
que complaciente! ─ se burló ahora Bianca que sabía que podía abusar un poco de
ello, porque lo traía consigo desde el pasado.
─
Siempre dando lo mejor de mí para ti ─ siguió el juego Ariza que se iluminaron
sus ojos al ver a su amor juguetón como en el pasado.
─ Y
puedo verlo ─ mencionó Bianca desviando su mirada por toda la fuente o terma
caliente. ─ Tienes lo mejor de todo el lugar.
─
Siempre me ha gustado poseer lo mejor de todo ─ aseguró Ariza con notable
orgullo.
─ A
veces ostentas más soberbia que humildad ─ Contravino Bianca al recordar cosas
del pasado que incluso hoy le molestaban.
─ No
puedo ser prefecta, Romí ─ señaló la gitana que se acercó más a la joven y la
envolvió entre sus brazos. ─ No en ese aspecto que me pides. Estoy acostumbrada
a tener todo cuanto he querido y lo único que la vida me ha negado tanto es tu
amor. Por lo que cedería cuanto tengo con tal de torcerle mano al destino y
romper esa cadena nefasta que nos ha condenado tantas veces ya.
Aspiró
despacio entre los cabellos húmedos de la morena y percibió su sentir de un
modo más fuerte y palpable tanto para su corazón como a sus pensamientos. Le
parecía extraño que después de todo lo que se juró hacer para no tener que
volver a encontrarse con ella nunca más en la vida. Ahora estaba dispuesta a
ceder y bajar las defensas que edificó en su corazón para permitirle acercarse
y ver si podía ser feliz con ella como en el pasado o tan solo era una ilusión
nacida de lo que faltó anteriormente.
─ Es
lo que intentamos descubrir, Ariza ─ susurró Bianca aferrada a ese abrazo. ─ El
saber si ese amor aún existe o tan solo es una nostalgia nacida del pasado.
Un
fuerte tirón le sacudió el corazón de la estanciera al oír la última parte de
esas palabras y es que se negaba a darle más dolor y le costaba una enormidad
poder disolver esas frases que le herían profusamente. Y es que ella mantenía
ardiendo la esperanza de que su amor se mantuviera más firme que en el pasado y
esa flama jamás se extinguiera por muchos obstáculos y adversidad que
sobrevinieran.
Estaba
claro que no era una súper heroína, pero condenar a un corazón a tanto
desprecio y desdeño causaban heridas que se estaban volviendo indeleble sobre
la superficie de aquel órgano que tanto anhelaba sentir a su dueña.
─
Cuando un amor es verdadero, ni siquiera el tiempo o las circunstancias pueden mermar la potencia
que siente o profesa por esa persona que lo es todo. ─ mencionó Ariza hablando
desde la profundidad de su ser interior. ─ Tan solo su ser amado, es el único
que puede condenarlo a muerte, rebajarlo y despreciarlo al punto de herirlo
profusamente y volverlo irreconocible. En nuestro caso, solo tú; Bianca; puedes
lastimar mortalmente a mi corazón y el amor que te profesa, porque yo no he
podido si quiera disminuir un gramo lo que siento por ti. Estoy tan atada a ti
que no sabría cómo dejarte de amarte por más que pudiera proponérmelo.
─ ¡Oh
Ariza! ─ se lamentó de inmediato Bianca, despegándose de su abrazo. ─ Por más
que intento hacer las cosas bien contigo, terminó hiriéndote con mis palabras.
¡Lo lamento!
─ Romí
─ susurró Ariza viéndola con un dejo de tristeza.
─ Dime
─ respondió Bianca con un sentimiento culposo.
─ Sé
que también te lastimé en el pasado al contraer nupcias, pero jamás fui mi
intención lastimarte y una parte de mí puede comprender tu reticencia en volver
a confiar en mis sentimientos. ─ repuso Ariza. ─ y en parte aceptó tu reacción
negativa hacia mi persona por lo que aconteció entre nosotras, pero te suplicó
que no pongas en duda mi querer porque eres lo más importante y que jamás he
podido a llegar a sentir por otra persona que no fueses tú. Me enamoré de ti
desde el primer día de conocernos y te amé profundamente con el trascurrir de
los días y aún hoy profeso del mismo modo y con mayor intensidad. No dudes de mí
querer por favor.
─ No
lo hago ─ respondió la joven Rangel. ─ Es de mí de quién desconfió y de quién
tengo dudas. De ser capaz de volver amarte como en el pasado. Sé y estoy
consciente de que aún me haces sentir cosas fuertes aquí dentro (tocándose el
corazón) pero quiero estar completamente segura de que es amor y no cariño.
─ ¿Lo
dices por lo que sientes por esa otra mujer? ─ preguntó directamente Ariza.
─ Más
que eso, es simplemente que no es factible a mi entendimiento tener sentimiento
por dos mujeres que son completamente distintas. ─ expuso sinceramente Bianca. ─
Hay algo que no está bien ahí, un corazón no ama a dos bandos. Y es lo que
quiero descubrir realmente porque es duro para mí estar divida entre la espada
y la pared entre tú y Marcela.
─ ¡Por
favor no la nombres en mi presencia! ─ reclamó Ariza que el hirvió la sangre al
instante. ─ Sabes que corre sangre gitana por mis venas y soy terriblemente
posesiva de la persona que amo y no me hace gracia saberla querida por ti y que
pretenda tu corazón cuando éste fue creado solo para mí.
─ Por
mucho que esta situación te lastime y que no desee hacerlo, es con la verdad
que tengo que lidiar ahora. ─ rebatió Bianca que en parte le abrumaba estar dividido
su corazón entre dos mujeres. ─ Son preguntas que surgen en mi cabeza y que
necesito dilucidar por el bien de todas. Además yo hice una promesa antes de
venir a ti.
─ ¿Qué
promesa? ─ interrumpió de inmediato Ariza que se puso en alerta.
─ Que
volvería con ella, una vez que hablase contigo y solucionase las cosas entre
las dos ─ respondió Bianca que mantenía la vista perdida en el agua y no podía
ver de frente a la estanciera.
─ ¿Por
qué no me ves a los ojos? ─ preguntó Ariza confusa por esa actitud. ─ Quedamos
de hablar con la verdad por mucho que nos doliese. Es hora de ser sincera,
romí.
Bianca
mordió su labio inferior y con un pequeño suspiro fue levantando la mirada
despacio como si lo hiciese a propósito o con un dejo de temor en ello.
─
Porque temo tu reacción ─ contestó Bianca quedando enfrentados sus ojos con los
de la morena. ─ sé la sangre que corre por tus venas, ya que siempre me lo has
hecho ver y estoy consciente que puedes tomar acciones muy drásticas en contra
de ella por el simple hecho que mi decisión te fuera adversa.
Aquellos
ojos verdes contemplaban los de su romí con emociones encontradas, ya que
constataba que el asunto con la inspectora era más delicado de lo que supuso en
una primera instancia y eso, le carcomía como si fuese ácido por sus venas. Muchas
veces o tantas más, no estamos preparados para asumir la verdad tan cruda como
cuando nos dicen de frente que no nos aman más. Es romperte con millares de
alfileres que se incrustan a los largo del cuerpo adormeciendo todo a su paso,
pero dejando solo tu mente libre de sus efectos para que aceptes los hechos tan
duros como son. Es morir lentamente y casi eternamente, no hay consuelo alguno
o gesto que nos pueda librar de ese tormento agónico en el cual esa persona nos
puede sumir.
¿No
sabía cuánto más podría soportar? Estaba consiente que en el pasado hizo las
cosas mal y que ahora, también había tomado decisiones un tanto erradas, pero ¿Por
qué debían someterla por segunda vez al mismo martirio? Solo había hecho lo que
creyó que era lo más apropiado en el pasado para salvaguardarla de su padre y
ahora, usó todo su poder para poder concretar su anhelo de tenerlo de regreso
junto a ella.
¡No
era justo! Darlo todo para quedarse con las manos o mejor dicho, el corazón
roto por segunda vez. La vida…¡Aquella que es el tesoro más grande y bello! Pero
que tiene tantas dificultades, caminos e ironías que son capaces de ponernos de
rodilla hasta arrancarnos el alarido más grande que puede haber en nosotros
mismos.
¡Un
animal herido! ¿Quién puede culparlo por querer protegerse? Absolutamente
nadie, porque ninguno está en tus zapatos y siente lo que tú estás sintiendo
porque no pueden vislumbrar siquiera la magnitud con que tu corazón puede
percibir las cosas, los sentimientos son tan distintos y diversos porque amar
no es igual en todos. Las vivencias son parecidas pero el dolor es único en
cada uno de nosotros.
En
resumen… Amar es infinito y basto, pero
los sentimientos con lo que lo vivimos es la diversidad, tan finita y tan
estrecha a la vez. ¿Podremos superar alguna vez el egoísmo con que vivimos el
amor? ¡Tal vez! Pero lo único cierto aquí, es el escenario que enfrentaban
aquellas mujeres. En especial aquella morena que sentía que la vida se ensañaba
con ella.
Sus
ojos por un leve segundo se volvieron opacos cuando sus orbitas se cerraron en
un parpadeo para luego, recuperar su intensidad habitual.
Esta
vez, la estanciera se apartó gradualmente de la joven enapina hasta salirse por
completo de aquella terma. Estando desnuda y mojada, tomó sus ropas que estaban
dejadas a un costado y procedió en vestirse en silencio sin pronunciarse por el
momento. Cuando ya estuvo lista, acomodó bien su cabello sin dejar una gota de
agua en éstos. Luego, se giró para ver a
la joven que permanecía sumergida en las aguas.
─ Por
hoy ha sido suficiente que menos precies mi corazón, no dejaré que lo hagas
pedazos por tus confusiones. ─ habló Ariza con una voz gélida ─ He demostrado
hasta el cansancio que te amo al igual que lo hice en el pasado, pero no
significa que debas ensañarte conmigo por aquel error que cometí en mi otra
vida, ya suficiente caro pagué mi equivocación para que ahora continúes con el
castigo. ¡No seas tan intransigente conmigo! Cuando mi único delito ha sido
quererte más allá de la razón, de mis capacidades y de mis fuerzas. Estoy dando
todo de mí para demostrarte que no soy la misma, pero sigues empeñada
condenarme ¡No es justo!
Terminado
de hablar, le dio vuelta la espalda y se marchó del lugar. Dejando a una Bianca
completamente abatida, cuyos ojos se nublaron con lágrimas que brotaron de la
nada y con justa razón. También ella, se estaba rompiendo por dentro y se lo hizo
saber su corazón que le hizo sentir su dolor y tristeza por lastimar a la única
mujer que ha mantenido su postura al igual que en el pasado. De amarla más allá
de la razón y de toda lógica.
¡Quizás
siempre fue ella la que se equivocó verdaderamente! Cuyo egoísmo fue más
evidente ya que fue incapaz de permitirle defenderse o darle una explicación
como se merecía. ¡Sólo escuchó su razonamiento! Y la condenó a sufrir el peor
de los tormentos del mismo modo en que sufrió ella, porque una cosa era muy
cierta…Ella jamás olvidó a esa belleza gitana y su corazón se lo afirmó hasta
el último segundo de vida.
Y
ahora volvía a condenarla por un hecho tan simple y verdadero… ¡Temor!... ¿A
qué? Estaba claro que su desconfianza era
la culpable de todo, por no creer que la amasen de ese modo. Temor en volver a
entregar su corazón, su vulnerabilidad, su confianza, su ser entero y en
mostrarse dependiente de otro ser. ¿Quién puede culparle? Sólo su corazón que
se negaba a repetir la misma condena.
«Ariza
¿Qué estoy haciendo? »
susurró con dolor Bianca llevando sus manos a su rostro y dejando que el llanto
se apoderara de ella.
A veces
el destino se vuelve implacable tan solo por darnos la oportunidad de
rectificar nuestros errores del pasado y poder ser libre de nuestras cadenas
que nos impiden ser felices.
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