Las horas que orbitan en cada manecilla de un reloj
pueden parecer que avanzan muy velozmente y en otras ocasiones parecieran que
demoran un siglo en dar la vuelta completa. Todo dependerá con el ojo que se le
mire y la intención que cada cual tenga ¿no es así?
Eso lo tenía clarísimo una persona en la oficina…
─ Esto
se pone color de hormiga ─
consideró
en voz alta n hombre que rascaba su barba. ─ De seguro que ambos no tardaran en llegar.
Estaba casi balbuceando lo último cuando…
─ Carlos
─ desde la puerta entre abierta de aquella
oficina.
─ ¡Adelante!
─ ordenó éste.
Al instante asomó su secretaria…
─ El
guardia aviso que Parada está subiendo para hablar contigo ─ informó la mujer.
─ Por
favor hazla pasar en cuanto entre ─ solicitó Carlos─ No me pases ninguna llamada a menos que sea
Don Marcial Pedrales.
─ Como
tú digas ─ respondió
su secretaria.- ¡¿Algo más que necesites?!
─ No por
el momento ─ dijo
Carlos.
─ Ok ─ murmuró la mujer y salió de la oficina
cerrando tras de sí.
No habían transcurrido ni cinco minutos cuando se abrieron
las puertas de su piso y el rostro familiar de una rubia entró en la mira de la
funcionaria.
─ Carlos
te está esperando ─
indicó
la secretaria.
─ Gracias
─ repuso Marcela.
Dirigió sus pasos tres oficinas más allá hacia el sector norte y tocó una sola
vez, cuando se le invitó a ingresar.
─ ¿Cómo
te fue? ─ preguntó de lleno Carlos.
─ ¡Cuánta
ansiedad! ─ señaló
la inspectora dejando sobre el escritorio el informe médico. ─ constátalo por ti mismo.
─ Es mi impresión o noto un tono un tanto
rebelde ─ convino Carlos tomando el sobre y revisando.
─ Será
tu impresión ─ se limitó en decir Marcela.
─ Mira
sé que tuvimos una diferencia de opinión acerca de cierta compañera, pero debes
ser profesional y dejar de lado cual
emoción que no sea lo laboral ─
Puntualizó
Carlos─ De lo contrario pensaré que no sabes separar
las cosas y esto te está nublando tu buen juicio profesional.
─ No veo
que debamos seguir hablando del mismo asunto cuando me quedo clarito la postura
de la empresa con respecto al abuso de los estancieros en Posesión en contra de
cualquier trabajador ─
señaló
Marcela─ No somos más que carne de cañón para ser
sacrificados a los antojos de personas ganaderas.
─ Veo
que tu resentimiento sigue a carne viva mujer ─ evidenció Carlos. ─ Sabes que puedo pedir tu traslado a cualquier
otra planta o mejor, traerte hacer trabajos administrativos.
─ Tú
eres el que está a cargo ─
Contestó
ella. ─ En lo que a mí respecta, acataré órdenes nada
más.
─ Bien ─ añadió el mandamás sin levantar la vista del
documento. ─ Aquí
dice que debes viajar a Santiago para realizarte una resonancia profunda.
─ Eso
dijo el buen doctor─
contestó
Marcela viendo a otro lado que no fuera la cara de su superior.
─ El
problema que esto me acarrea es que no tengo con quién suplirte hasta dos días
más ─ Aclaró Carlos y despegó la vista para ver a
la inspectora. ─ Tendré
que enviarte de vueltas para que capacites rápidamente a Ata y pueda hacer tu
trabajo por lo menos una semana.
─ ¿Vas a
dejarlo 14 días en el campamento? ─ preguntó Marcela. ─ Eso es mucho.
─ No me
queda más remedio y tendré que pedir un aumento de días para su feriado legal ─ explicó Carlos.
─ Eso
está mejor ─ repuso
Marcela más aliviada por su colega y sub alterno.
─ Ahora
necesito que arregles unas pocas cosas tuya para que te vayas de vuelta a
Posesión ─ ordenó
Carlos-─ llamaré a Alejandro para que te esté
esperando.
─ Pero a
estas horas no hay bus al campamento ─ mencionó Marcela. ─ a menos que desees que vaya en mi auto.
─ Un
chofer te llevará ─
aclaró Carlos─ y se
quedará a pasar la noche. Regresando por la mañana.
─ Entonces
me voy yendo ─ dijo
la inspectora levantándose de su silla.
─ Un
segundo ─ demandó el mandamás, tomando unos documentos
y que entregó a la inspectora. ─
revisa
y cíñete a lo que se te pide sin chistar. Tu futuro está en juego y no estoy
tratando con una cabra chica berrinchuda que está molesta por mal de amores.
Quiero que me demuestres que no me he equivocado
contigo al enviarte de vuelta estos días.
Hasta la medula se remeció con las palabras de su jefe y
está de sobra decir que los dientes casi rechinan a causa del enojo que la
invadió por la implicancia de esos dichos denigrantes.
─ Descuida
que no tendrás quejas mías ─
asumió
Marcela con voz resignada. ─
sabré
separar las cosas con la señora Pedrales y me enfocaré en preparar a Ata.
─ Bien ─ acató Carlos. ─ Puedes irte entonces.
─ Nos
vemos ─ repuso la inspectora con la nueva carpeta y
se alejó de aquella oficina.
La rubia fue más que rauda al ascensor y cuando estuvo sola
dentro de este pudo respirar.
─ Esto
no me lo esperaba ─
murmuró
Marcela y despacio sus labios comenzaron a ensanchar una atractiva sonrisa,
llena de orgullo y victoria. ─
Nos
veremos muy pronto mi amada Bianca.
Justo en eso…
Una joven mujer estornudo de la nada y sintió escalofríos por
todo su cuerpo, presentimiento de que algo se avecinaba para bien o mal, pero
traería sus consecuencias en el corto plazo.
¡Quién busca encuentra!
─ Bianca ─ Demando de golpe Ariza acercando a su romí de golpe como presintiendo algo en
sus venas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario