Capítulo 28 de Destino implacable
─ ¡Bianca!
─ Llamó nuevamente Ariza frunciendo el sueño.
─ ¡ Eh! ─ Balbuceó ésta intentando centrarse en esa
voz.
─ ¡ Qué sucede contigo? ─ Preguntó la estanciera cerniéndose más a la joven, tenía un presentimiento. ─ Estás perdida viendo a la nada.
Esta vez sacudió un poco su cabeza para despejarse de esa
bruma que la tenía petrificada.
─ Creo
que me perdí y quede en blanco ─ fue la sincera explicación de la joven
Rangel.
Sin duda que la estanciera no estaba al cien por ciento
contenta y a decir verdad, la odiosa sensación no la dejaba en paz. No obstante
a ello, no iba a presionar, tenía que dar muestras que no se impondría en
algunos asuntos. ¡ojo! No estaba más recalcar que todo tenía un límite para
ella y no corría sangre gitana en sus venas por nada.
─ ¡Prosigamos
con lo planeada! ─
instó
Ariza tomando su mano y entrelazándola con la de ella.
─ ¿Cuál
plan? ─ fue una pregunta un tanto estúpida de parte
de Bianca, olvidando todo.
Un paso quedo atascado en el pasillo e hizo que la Ariza
ladeara su cabeza alzando una ceja inquisitiva. Más claro le quedaba que su
joven amor estaba divagando tontamente.
“ De seguro está pensando en esa odiosa mujer” reflexionó
Ariza.
Educó sus facciones y simplemente continuó caminando arrastrando
a su pareja con ella sin decir nada por el momento. Tenía claro que debía estar
calmado o se desataría un nuevo infierno porque era difícil templar de la noche
a la mañana su carácter posesivo.
Solo en la retina de sus ojos verdes se podía vislumbrar
una tormenta de conflictos que nada dejaba reflejar en sus facciones morenas.
Al rato de andar por ese extenso pasillo de la casona, se
detuvo enfrente de dos puertas finamente talladas. Colocó la palma de la mano sobre
la manija negra y empujo.
Era la misma alcoba que había mandado a preparar para
compartir con su joven esposa pero que no pudo hacerlo antes porque su romí se
desmayó y no le quedó más remedio que llevarla a su propia recamara.
Era una habitación extremadamente amplia con grandes
ventanales con vistas a las extensas pampas de su estancia. En el centro de
ella una cama con dosel estilo antiguo o victoriano. Toda su ropa de cama era
de seda con finos adornos de tejidos almidonados, una gran cantidad de cojines
y almohadas.
Un hermoso tocador de caoba con las suficientes cremas y
perfumes y otros objetos de cuidado y belleza. Esa mujer sabía consentirse en
todo desde la elegancia y opulencia en su dormitorio. Hablaba de una mujer con
poder y elegancia.
Estaba claro que la reina de las pampas no viviría en una
pocilga a mal traer o de mediano estándar.
Eso ni decirlo, el poder se suele asociar a majestuosidad y tantas más al
derroche excesivo. Pero en este caso, la mujer más poderosa de las tierras
australes de la Patagonia tenía cierto equilibrio de tener lo mejor, elegante,
sofisticado pero sin caer en la vulgaridad de ostentar lo último solo para
elevar el ego y despertar la envidia de los demás.
Ella era Ariza Pedrales, no cualquier mujer y menos
ingenua. Dura como el acero, terca y obstinada como la pasión de su sangre
gitana. Fiera hasta la misma medula al punto de rallar en lo despiadada.
Arrogante e insolente como ella sola. Apasionada con la fuerza de una tormenta
de fuego. E indomable como las olas del
mar.
Toda ella era casi infranqueable y como todo gran titán, había
un solo destello de vulnerabilidad, un solo grano de arena en la basta playa…Que
hacia mortal a esta morena de estepas milenarias.
Una sola debilidad…
─ El plan
es solucionar nuestras equivocaciones y comenzar una nueva etapa donde tú
puedas tener claro tus sentimientos con respecto a mí ─ Concluyo Ariza dejando casi a los pies de la
cama a su romí y pararse desde uno de los ventanales para contemplar su dominio
y dejar que sus emociones se adormecieran por el bien de las dos.
Aquellos ojos grises se detuvieron en la figura de la
estanciera que permanecía inamovible en su lugar a la espera de su respuesta.
“Quién lo diría que es capaz de controlarse al punto ahogar
su temperamento aprensivo y controlador. Realmente no pensé que llegaría el día
que pudiese ver este nivel de concesión” Meditaba Rangel sin dejar de contemplar
a la morena.
Después de unos perdidos minutos de un tosco silencio al
fin , se dio valor mental y dar esos pasos decisivos para hallar una solución.
─ Ariza
si bien nosotras tenemos una historia pasada que culminó pésimo y por esto
quiero hacerte la siguiente pregunta por ridícula que pueda parecerte ─ inició Bianca el camino de descubrir más.
─ Habla ─ fue toda la respuesta de parte de ésta.
─ Una
cosa es lo que sentimos en el pasado, pero hoy cómo puedes esta tan segura de
que lo que sientes no es más que una obsesión y no amor porque ¿cómo se puede
vivir anhelando algo que no tienes idea si será igual o diferente de lo que se
vivó? ¿Puede llamarse amor a algo que no hemos enfrentado? ─ explicó Bianca jugando nerviosamente con sus
manos.
Un suspiro pesado se oyó a continuación.
─ La pregunta
ofende a una mujer como yo y sobre todo viniendo de ti ─ aseguró Ariza ─ quién me conoció mejor que nadie y que puede
que sean otros tiempos y todo lo que tú quieras poner por excusa. ¡Por el amor
de Dios Bianca! ¿Cómo te atreves a dudar de mi capacidad de amar? Cuando tú
eres quién tiene conflictos con su propio corazón.
La que una y otra vez se niega a admitir lo que te grita tu
propio cuerpo, tus deseos más profundos salen a relucir en cada beso que he
recibido de ti. Cada respuesta tuya no es un error para mí y tampoco creo que
estés bajo una alucinación inducida por drogas u otra cosa parecida.
No soy yo la que cuestiona su sentir, no la que niega que
en esta vida pueda sentir tanto como el pasado. Que le aterra estar nuevamente
enamorada de la misma mujer que lastimó su corazón. Puede que esos miedos
también se parezcan a los míos al no querer perderte por segunda vez.
No tengo control alguno con lo que siente mi corazón, lo
que provocas a mi psiquis y a todo mi cuerpo. A la pasión que estuvo dormida
por largos años, la que me hace suspirar y anhelar tus caricias como un
condenado a muerte, la que hace que me proyecte positivamente al futuro sin
temer a los obstáculos porque eres tú, solo tú la que es capaz de ponerme de
rodillas y llegar hasta el límite de la razón.
Aquella persona que me hace crecer, la que me vuelve más
fuerte de lo que soy, con la que solo puedo tener paz, aquella que me hace
mirar más allá del horizonte. Con la que siento que es correcto proyectar mi
camino por la vida.
El tiempo que nos toca vivir no es el mismo que ayer, pero
no cambia lo que puedo sentir y entregar. No soy una chiquilla que recién
experimenta emociones que te hacen girar alrededor de una persona como el sol.
Ya tengo mi trayectoria y puedo discernir claramente lo que quiero y a quién
quiero amar.
Te elegí ayer y hoy te elijo nuevamente, libremente a pesar
de nuestros votos pasados. Escojo amarte por quién eres y aunque seas la que me
hace perder la razón y me impulsa a estar en guardia constantemente. No
cambiaría nada de lo que estoy viviendo si eso significa que puedo tener el
privilegio de amarte y ser amada por ti ─ finalizó su defensa Ariza que había volteado
a verla.
Esa tan contundente respuesta dejo sin palabras a Bianca
que por unos instantes no dudo en querer interrumpir cuando se sintió ofendida
por algunas palabras pero igual que Ariza tuvo que lidiar con su impulsividad.
Tomo aire y lo dejo salir muy despacio para hablar. Era su
turno así que…
─ Coincidirás
conmigo que me siento que estoy dando vueltas en el mismo lugar sin avanzar ─ comentó Bianca rascando su frente.
─ Por
supuesto ─ admitió
Ariza con los brazos cruzados en su pecho. ─ Desde hace un rato que jugamos a las
escondidas para terminar exactamente el mismo lugar de partida ¿no te parece?
─ Ariza ─ Se quejó Bianca haciendo pucheros como niña
pequeña, le picaba que tuviera razón.
─ ¿Qué? ─ preguntó ésta─ acaso dije alguna mentira.
─ No ─ respondió Bianca con rostro de pedir más
paciencia─ Tal
vez no te costaría ser un poquito más delicada.
─ Jajaja ─ soltó Ariza en risa y bajo los brazos de su
pecho y se acercó a la joven. ─
Quieres
el cielo y la tierra amor mío. Quieres que sea avasalladora como sé que te
gusta que lo sea y también quieres una santa de virtudes.
─ No
sería tan malo ¿no crees? ─
cuestionó
Bianca con las mejillas rojas como la grana siempre le intimidaría la profundad
de esos ojos.
─ ¿Cuánto
más debo demostrarte para que me creas cuando te digo que aún me amas? ─ inquirió la estanciera, trazando con sus uñas
el contorno de sus labios de la joven Rangel.
─ ¡Ah! ─ fue el susurró casi gemido de la muchacha
ante la caricia y esa mirada que la dejaba tan perdida.
─ Tu
elocuencia siempre me deja sin más palabras que decir y solo una cosa en mente ─ Admitió Ariza inclinándose un poco hacia el
rostro de Bianca.
─ ¿cuál?
─ preguntó Rangel con la mirada perdida en esos
ojos verdes que la abducían a su mente a rendirse.
─ A…
¡um!...Esto ─ susurró
Ariza casi rosando los labios de la muchacha para finalmente cubrirlos con los
suyos.
Eso sería todo tal como dijese la dueña de las pampas, no
había mucho más que decir y solo actuar para poder reclamar lo que era suyo de
un modo no tan violento o intimidante, suave como una pluma y conciso que no
deja dudas a lugar de cuáles eran los verdaderos sentimientos de ambas.
Las vueltas una y otra vez pueden parecer agotadoras y quizás
desalentadoras y sin embargo, quién es paciente puede recoger su premio al
final cuando menos lo esperes.
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