El legado Mldito, capitulo uno.
Cuando nací
fui el motivo de dicha para mis padres y un regalo muy esperado ya que
estuvieron mucho tiempo intentando con tratamientos de que madre pudiera quedar
encinta debido algunas dificultades de infertilidad por parte de mi progenitor
y por ello, fui realmente su regalo del cielo a sus peticiones.
Ellos pusieron toda su esperanza en mi desde el minuto que fue confirmado por los médicos que había resultado positivo todo el procedimiento y venía a coronar todos los esfuerzos y obstáculos que debieron enfrentar desde el minuto de conocerse en tierras francesas de donde es originario mi padre.
Se puede
decir que soy el fruto de una mezcla latina francesa. Con una madre chilena y la
procedencia de papá es de la ciudad de Lyon. Ambos se conocieron por un
intercambio estudiantil a temprana edad de ambas partes lo que llevo a
profundizar su interacción en constantes viajes de ir y venir hasta que ambos
se atrevieron a hablar con sinceridad y declarar los sentimientos que ambos
profesaban uno por el otro. No obstante, aquello fue lo más fácil dado que no
hubo facilidades de parte de la familia de madre para ayudar a la pareja a
establecer y fortalecer su relación.
Mis abuelos
apenas supieron de esta creciente relación la enviaron directo a otro país más
específicamente a Japón para continuar con sus estudios en ingeniería industrial
algo poco usual para ellos que deseaban que continuase con el patrón de la
familia de los negocios o la medicina, pero ante la constante terquedad de mi
madre por realizar sus sueños los llevo a privarle de un enamoramiento que
podría perjudicarle en sus intereses. Se puede decir que el egoísmo es
características de mi familia materna por decirlo de algún modo.
Les llevaría
más cuatro años poder volverse a encontrar y tras un periodo más de tiempo
concretar vivir juntos aún sin la aprobación de la familia por lo que llevaría
a madre a establecerse en Francia recién graduada y con todo el anhelo de
abrirse camino en negocios de tecnología y apoyar a su prometido a concretar
sus aspiraciones en el mundo del diseño y la industria de la moda. Les tomaría
más tiempo, energías, esfuerzos y economía poder darle forma a una nova empresa
innovadora en la reutilización de tejidos preciosos y técnicas estando inmersos
sus buenos 20 años yendo y viniendo entre Paris, Nueva york y Chile.
En todo ese
periodo de tiempo habían concretado tras unos años de convivencia tomar la
decisión de formalizar su vida sentimental y es así como mis padres se casaron
cuando ya contaban con 44 años cada uno. Una edad algo avanzada para lo que se acostumbra
a hacerse muy temprano en la vida.
No obstante,
a esto último, siempre estuvo presente el deseo de tener familia y desde que
descubrieron que no se podía hacerlo en forma natural tuvieron que recurrir a
otros métodos e incluso pensar en adopción. Lo cual no se concretaría dado que
el fruto de su perseverancia les permitió alcanzar el éxito en uno de esos
tratamientos y el resultado es que madre pudo quedar embarazada contando ya con
sus cuarenta años.
En la vida no
todo ocurre cuando uno lo planea sino cuando las circunstancias lo permiten y
es el caso de mis padres. Ellos vivieron un largo camino para concretar su
anhelado sueño de la familia pero la vida tiene también sus otros caminos
escabrosos que fueron socavando la salud de mi madre y a muy poco de nacer,
ella realmente enfermo originando un retroceso en sus planes y conllevo a que
fuera llevada por su familia de regreso a Chile y dejándome con mi padre por un
tiempo en Paris hasta que ella pudiera restablecer su salud ya que no estaba en
condiciones de poder cuidar una bebé.
Al cabo de un
año de seguir un riguroso control médico mi madre pudo estar en condiciones de
viajar y contando ahora con el respaldo de ambas familias que los apoyaron en
todo el proceso para que pudieran legalmente formalizar su relación y proteger
a su hija ante cualquier situación imprevista que pudiese suceder.
Serían unos
relativos seis tranquilos años que se nos permitió vivir plenamente el concepto
de familia en todo su esplendor hasta que nuevamente la vida tuvo algo que
decir y lo que se creía que habría sido erradicado volvió con más bríos que
nunca y la salud de mi madre volvió a jugarle una mala pasada consumiendo su
existencia por completo.
Y es aquí
donde comienza a escribirse mi propia historia de pasar a ser una bebe muy
anhelada y amada a ser una niña completamente dejada en el olvido puesto que mi
padre no pudo superar aquella pérdida y se encerró en sus negocios dejándome al
cuidado de una institutriz estando en Francia y al cuidado de mis abuelos
maternos en época estival. Él no rehízo su vida sentimental. pero se excluyó
por completo de la mía, resintiendo el hecho de que su hija tenía rasgos
similares a su mujer y no podía soportar el hecho de que yo le recordase lo que
perdió.
De este modo pase
mi infancia y adolescencia viajando entre ambos continentes hasta que le
solicite a mi progenitor que me dejase radicarme en mi país junto a mis abuelos
y fue que él accedió por un tiempo hasta que decidió también asentarse en
Santiago muy cerca de dónde yo vivía. ¿Quizás para recuperar el tiempo perdido?
¿o cargo de conciencia paternal? No lo sé y poco me interesa realmente.
Aprendí a
temprana edad a decidir por mí misma y a manipular a los adultos según mis
necesidades y antojos. A luchar por todo cuanto quería jamás me permití mostrar
ningún lado de vulnerabilidad que todos aducían por la falta de crianza materna
y, no obstante, eso solo contribuyó a que mi carácter se hiciera duro y mordaz.
No había necesidad sentimental. Eso era banalidad simplemente.
Con el
transcurrir de los años terminé de graduarme de Ingeniero comercial y
establecer mi propio negocio en la capital. Mantener una vida saludable sin nada
de ataduras dado que había permitido por un breve tiempo fingir una ilusión
amorosa que a la larga terminó siendo un verdadero bochorno del cual no estuve
dispuesta a repetir y de ahí en más solo ligues pasajeros.
Todo iba bien
encaminado hasta que me vi envuelta en un suicidio del que fui culpada sin
mayor asco generando un altercado con mi padre y una serie de visitas
desagradable por parte de efectivos policiales que hicieron mi estadía por un
tiempo lo más desagradable posible. Tenía seguimientos a donde quiera que fuera
estaba siendo vigilada, habían intervenido algunas cosas personales, pero, al
fin y al cabo, les pesaría por falta de probidad legal.
Aunque debo
reconocer que eso era solo la punta del iceberg ya que lo mejor de todo estaba
por venir con el rostro de una mujer mayor con aires de autoridad suprema que
vino a dictar sentencia según ella, por todos mis crímenes cometidos.
Ese día,
mejor dicho, esa tarde ya casi noche, fue el comienzo de mi verdadera desgracia
cuando se me fue impuesto un legado maldito que hoy me consume hasta lo
indecible y me une a una idiota mujer que aborrezco con todas las fuerzas de mi
ser.
Soy aquella
que deambula entre las sombras y mantos de la noche cual espectro de la muerte.
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