mujer y ave

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lunes, 15 de julio de 2024

Un tiempo compartido antes de retornar a casa

 

Capítulo 16, Un nuevo amanecer

Un tiempo compartido antes de retornar a casa.

Unas cuantas nubes grises en el horizonte al alzar los ojos vienen a recordar la belleza de tierras sureñas y también recordar porque muchas veces se hace inhóspito por el cambiante clima que ahí predomina.

Vivir en el sur de esta larga y angosta faja de tierra llamado Chile, tiene un muy diverso clima en sus diferentes estaciones. Un calor predominante en el norte, templado y seco en el centro, pero húmedo, frio y ventoso en el sur y el extremo del terruño lo hace exquisitamente gélido y celestial. Una opinión un tanto parcial pero la mirada de quién ama su tierra como nadie.

Mirar este vasto cielo infinito hace de sus moradores, personas acostumbradas a convivir con las inclemencias del tiempo que suelen asomar en forma abrupta.

De igual forma lo son para aquellos que inician sus pasos de vida en aquellas hermosas y agrestes tierras. También lo son para muchos de sus visitantes de paso. Es el caso de dos de nuestras protagonistas de esta historia de amor entre mujeres que luchan por el derecho de amar como todo ser humano.

Un amor libre, respetable y con una diferencia marcada de estar siempre en constante cuestionamiento por la vida liviana con la que se suele vivir en sus primeros años y que muchas veces son la comidilla de muchas personas prejuiciosas que nunca verán con buenos ojos el sentir de quienes deciden amar sin nada más que con su verdad por delante, les guste a quién sí o no. Amar no es propiedad de algunos o derecho de unos cuantos. Se ama porque nacimos para ello y de ello. Un amor universal con el que fuimos creados.

Es el amor que han decidido vivir plenamente Sofía y Florencia. Ambas después de haber compartido con la madre de su pareja en el caso de la Arquitecta, decidieron retornar nuevamente a Coyhaique en época estival que tendrían más tiempo dado los trabajos que ambas tenían encima y que requerían su presencia para dichos compromisos.

Por su parte Luisa se comprometió en viajar con su familia a Santiago para compartir y conocer al clan Almagro en plenitud a la brevedad posible según la solicitud hecha por la propia Sofía. Era una necesidad reafirmar los lazos entre familia y consolidar aún más su relación para lo que se vendría a futuro.

Ella sabía que tenían un pendiente que resolver llamado Colomba Peters y lo que ello, significaría en la vida de su hermano Efraín. Estaba consciente de que acarrearía un mal sabor de boca para él conocer la verdad de su esposa y tenía claro ésta podría acudir alguna artimaña tal como le tocó vivir en casa de sus ex suegros. Era inevitable, pero se debía asumir un hecho de esa magnitud dado que ahora ella misma tenía una opción de amor distinto al que se suele esperar y que, no obstante, es la mayor dicha en su corazón y no permitirá a otra persona que la extorsionen o amenacen como ya lo han hecho Victoria y Colomba. Era hora de frenar en seco todo ese atropello.

Ella era dueña de su vida, de sus decisiones, su tiempo y su albedrío le pertenecía por derecho e iba a pelear con todo por el respeto amar a quién su corazón eligió y fue conquistado con tanta simpleza y ternura. Sin condiciones y mentiras, sin falsedad tan solo con la pureza de quién es, sencilla, ingenua y decidida a luchar en sus propios términos a pesar de que vaya contra la corriente de una sociedad que no está acostumbrada más que a un espejismo materialista y especulador.

Todo eso es su nuevo amor, su novia, su constructora y su todo…Florencia Villar Ibacache.

Una sonrisa tonta se bordó en sus labios al reconocer el vibrato de su corazón a la persona dueña de ese órgano vital físico, pero hablamos de aquel interior. La voz de su ser.

—Sofí — llamaron a su lado.

Aquella voz la trajo a la realidad de golpe porque en verdad estaba sumida muy interiormente en sus pensamientos y se desconectó por completo de todo.

—Disculpa cariño — justificó Sofia viendo con esa cara de ensueño a su pareja. — estaba algo distraída.

—¿Estás bien? — atinó en preguntar a la joven Villar al verla tan alejada.

—Lo estoy, cariño — respondió la Arquitecta sacudiendo un poco sus pensamientos porque de lo contrario preocuparía a su pareja. — Solo meditaba en lo que tú eres y lo feliz que me haces.

—Pensé por un momento que algo te preocupaba ya que sueles dejar la vista perdida en la nada cuando un asunto te inquieta y es algo que he ido aprendiendo a reconocer en este tiempo. — mencionó Florencia viéndola con un dejo de tímides ya que es poco lo que llevan como pareja y no suele o quiere entrometerse cuando se busca cierto espacio personal y eso lo sabe muy bien ella.

—Cariño mío — susurró Sofía que le conmovía cada vez más cuan sencilla y preocupada es su pareja hasta en detalles un tanto escabrosos, suele tener ese dejo de respeto. — si bien no es ajeno que una vez que lleguemos a Santiago deberemos hablar de los hechos que sucedieron en sapunar y ello conllevará una incomodidad de tu parte y malestar posiblemente para mi hermano Efraín por las repercusiones que vendrá con ello. No obstante, es inevitable y para mí es fundamental dejar las cosas claras en mi familia ya que no estoy dispuesta a permitir otro atrevimiento de parte de Colomba.

—Entonces… ¿si estabas preocupada? — cuestionó algo inquieta Florencia. — a pesar de que me has dicho que pensabas en mí y lo feliz que te hago.

—Amor no mentí cuando dije lo anterior porque realmente es así como me siento, feliz. — aclaró Sofía. — Tú me haces extremadamente dichosa y por ello es por lo que no estoy dispuesta a que una persona como mi cuñada vuelva a faltarte el respeto de la forma en que lo hizo. Estoy consciente que habrá otros que no estén de acuerdo con mi nueva vida, pero no les concierne en absoluto en cómo vivo mi vida y con quién la vivo. No es y ni será jamás de su incumbencia.

—Entiendo — repuso Florencia y fuel el turno de ella para dar tranquilidad a su novia puesto que sabía que enfrentar ese momento sería más que escabroso para sí dado que aún tenía en la retina tanto el rostro como las palabras de Colomba y debía ser valiente por su propia tranquilidad y la de su pareja. — Sé que es inevitable ese momento, pero lo haremos juntas y es un respaldo inconmensurable para mí contar contigo cuando llegué ese día.

—Claro que lo haremos juntas cariño. No pensaría jamás dejarte sola frente a personas como Colomba que se valen de artimañas para conseguir sus objetivos. — señaló la Arquitecta y tocando su rostro, agregó. — También sé que usted mi amada señorita Villar es valiente y lucha sus propias batallas, pero ésta es una disputa que nos cierne a las dos y como pareja la vamos a enfrentar. ¿está de acuerdo mi hermosa y valiosa mujer?

—Sofí…— acotó turbada hasta las orejas Florencia.

—Definitivamente tendré mucho que trabajar contigo en ese asunto de aceptar elogios amor mío — indicó Sofia que no se contuvo y la abrazo para luego llenarla de besos sobre todo su rostro.

Entre caricias y mimos de parte de ambas mujeres cuando una voz se escuchó…

—Disculpen la interrupción — habló un joven garzón a un lado de las mujeres y avergonzado. — ¿desean algún servicio que pueda ofrecerles?

En el acto ambas chicas sonrojadas un tantito, concluyeron su sesión de amor y fue la Arquitecta que se dispuso a recibir la carta de las manos del joven empleado.

—Antes que nada ¡Buenos días! — dijo Sofía viendo al muchacho.

—¡Buenos días! — saludó el empleado ahora rojo de la vergüenza ante la muestra de educación.

—Me gustaría pedir un desayuno continental para cuatro personas — solicitó la Arquitecta hojeando rápidamente el menú. — con la salvedad que en vez de café cortado sea un americano para mí, por favor y tú amor ¿deseas alguna modificación?

—No está bien lo que has pedido, aunque creo que es mucho, pero sé que no te haré cambiar de opinión. — respondió Florencia asumida de la decisión de su pareja.

—Me complace de sobre manera escucharte — señaló feliz Sofia y viendo aún la carta. — Y la verdad parece mucho, pero no lo es realmente ya que tendremos que viajar y en lo personal no soy fanática y amiga del servicio de comidas que dan en las aerolíneas. Es comida muy procesada que es más dañina que nutritiva.

—¿Aun en clase ejecutiva? — preguntó Florencia algo perpleja ya que intuía que su novia viajaba a otro nivel y no el económico.

—Mi Flo, aún en clase premium no deja de ser alimentos procesados cariño — rectificó Sofía viéndola con ternura por algunas cosas que se ignoraban. — Con la altura y la presión que conlleva es lógico que deben intervenir químicamente la comida. Nada es fresco hoy en día en un servicio de transporte.

—¡Oh! — balbuceó Florencia mientras meditaba en lo que le habían dicho y viendo la carta, añadió. — Creo que estará muy bien este desayuno entonces.

—Por supuesto, cariño — afirmó Sofía.

—¿Alguna otra cosa que necesiten? — preguntó el garzón que les dio el tiempo para la charla y no interrumpir.

—Nada más — contestó la Arquitecta.

—Me retiro con su pedido — repuso el joven empleado.

Una vez que el muchacho se alejó, la joven Almagro quedo viendo con dirección hacia la calle desde ese amplio ventanal del hotel.

—Creo que deberemos abrigarnos bien antes de salir — concluyó Sofía viendo hacia el exterior. — esas nubes no dan buen aspecto.

—Eso es porque no eres de aquí amor — objetó Florencia tomando una mano de su pareja entre las suyas. — Aun no conoces el comportamiento del clima sureño, pero te informó que lo que vez en el horizonte es señal de que habrá nieve más al atardecer.

—Y me estás dando la razón cariño — convino Sofia que le sonrió a su pareja con un dejo de malicia. — tiene muy mal aspecto y eso como tú bien dices, que no soy de este terruño y no conocedora de este clima suyo.

—¡Sofí! — protestó Florencia. — Es un hermoso lugar con un clima algo especial.

—No he dicho lo contrario señorita Villar — refutó la Arquitecta divertida de lo apasionada que es su pareja con su tierra. — Aprovechando la ocasión y hablando de terruño ¿cuáles son tus planes amor?

El rostro de la joven Villar quedó viendo a su novia algo confundida porque la pregunta la descolocó un poco.

—¿A qué te refieres amor? — contra preguntó Florencia. — no estoy entendiendo tu pregunta.

—Me disculpo por mi error, fue una pregunta algo ambigua — aclaró Sofía acariciando ahora ella la mano de su pareja. — Yo quisiera saber mi Flo, si tienes contemplado retornar a tu tierra a vivir en tu tiempo más.

—¡Oh eso! — exclamó Florencia mientras sopesaba su respuesta y ser fiel y sincera. — La verdad que en un principio deseaba regresar a casa para contribuir en el ámbito de la construcción luego de estar un tiempo en el extranjero. Ahora no lo creo que pueda ser de ese modo ya que mi lugar es a tu lado. Lo que sí deseo es venir en vacaciones para estar con mi familia y me gustaría mucho que me puedas acompañar en algunas ocasiones. Claro está, si tú quieres.

—Por supuesto que me encantaría acompañarte y no en algunas ocasiones, sino que siempre que se pueda — respondió muy resuelta Sofía. — Y siendo bien honesta amor, tampoco me veía viviendo permanentemente en este lugar. No estoy acostumbrada a un clima un tanto hostil. Eso sí, de ser necesario por motivos más de negocios u otra índole personal de suma importancia lógicamente que cambaríamos de residencia hablándolo entre ambas ¿te parece?

—Estoy de acuerdo con ello, Sofí — aceptó Florencia y percatándose de algo. — Por cierto… ¿las chicas dónde están?

—Mariela habló conmigo muy temprano para hacerse cargo de sacar los pasajes, así como entregar la camioneta a la rentacar. — respondió Sofía viendo la hora en su reloj de pulsera. — Ya deben estar por llegar. Quedamos a eso de las nueve en juntarnos a desayunar.

—¿Pero en qué regresaran? — inquirió la joven Villar. — el aeropuerto está un tanto lejos de aquí y supongo que rentaron la camioneta desde ese lugar o ¿me equivoco?

—Claro que no, cariño — convino la Arquitecta. — debíamos entregarla ayer, pero se nos hizo tarde en casa del abuelo de Carla y llamamos para hacerlo hoy y aunque a mí no me guste, nos vamos a trasladar en taxi tanto para el aeropuerto como algún otro sitio que necesitemos.

—¿Por qué no te gustan los taxis? — insistió en su curiosidad Florencia.

—Jajaja — se carcajeó Sofía que no podía reprimir y menos ocultar lo que del divertía ese espíritu curioso de su pareja. — respondiendo a esa curiosidad tuya amor, es porque simplemente me gusta conducir y no que otros me lleven.

—¡OH! — exclamó Florencia al escuchar a su novia y recordar algo en particular. — Carla me contó que tú y Mariela eran pilotos de rally.

—Así es amor — contestó Sofia con cariño a su novia. — por eso me gusta mucho conducir al igual que otra señorita que yo conozco que le gusta hacerlo en motocicleta ¿Desde cuándo lo haces cariño?

—Desde lo doce años — respondió Florencia. — Papá me inscribió a esa edad en que me regalo mi primera motoneta. Un vespa del 90 con esa me trasladaba al colegio e hice mis primeras competencia y luego, me dieron autorización para hacerlo en forma más profesional.

—Comprendo cariño. — acotó Sofia viendo a un lugar en específico, añadió. — ¿desde cuando tienes la licencia entonces? Porque a ninguna persona se le entrega un documento como ese.

—Acá es distinto con autorización de mis padres se me otorgó a los 13 justo. — explicó Florencia.

—Muy jovencita — dijo Sofía y de pronto, añadió. — Ahí vienen las chicas.

Precisamente entraban al comedor la otra pareja siendo escoltadas por el joven empleado. Es protocolo hacerlo en cualquier hotel del país.

—¡Buenos días! — saludó Mariela frotando sus manos por el frío. — Este clima acabará conmigo.

—¡Buenos días! — saludaron al unísono Flo y Sofía que le vieron con asombro y divertida la segunda.

—Eso es porque no eres de este hermoso terruño — espetó muy divertida Carla tomando asiento y viendo a su pareja, agregó— Antes que me mates ¡buenos días, chicas!

—¡Buenos días! — devolvieron el saludo las otras dos.

—A veces olvido que nunca conocerás la palabra humildad — contra dijo Mariela tomando asiento en su lugar y disponiéndose a servirse un vaso de zumo y agregó. — y que siempre tendrás un argumento para rebatirme en cualquier plano y aún así, te amo mucho.

—¡Aha! — acotó Carla dando una de esas miradas desafiantes tan propias de ella, pero la sonrisa estaba dibujada en todo su rostro. — Te salvas solo porque te amo muchísimo, Arquitecta.

—¿Ustedes nunca dejaran de enfrentarse verdad? — preguntó Florencia un tanto confundida e ingenua para no percatarse de cierto detalle. — Pensé que estaba todo bien entre ustedes.

—¡Cariño! — exclamó Sofía que se percató que su pareja debía acostumbrarse a leer el lenguaje corporal que pasaba por alto.

E iba aclararle aquello a su novia cuando fue la propia Mariela que detuvo a su colega y amiga colocando una mano en alto frente a ella.

—Flo — habló Mariela.

—Dime — contestó ésta.

—Entre Carla y yo está todo más que bien — aclaró la Arquitecta Sopric viendo a la joven en cuestión. — Lo que tú acabas de apreciar no es otra cosa que nuestro acostumbrado coqueteo. Una forma de molestarnos con cariño, por así decirlo. Aquí dónde tú me ves, amo a esta mujer con todo mi ser y ella sabe muy bien que siempre la respeto ¿no es así amor?

—Así es, mi vida — secundó Carla sonriendo con cara de boba a su pareja para luego, dirigir su atención a su compañera y amiga — ¡Mi Flopy! Desde que conocí a Mariela siempre ha existido esta forma de comportarnos y demostrarnos nuestro cariño ya te irás acostumbrando a ello con ayuda de Sofía porque sin duda, eres el despiste hecha mujer mi querida amiga.

—Yo…este… ¡Um! — balbuceó Florencia avergonzada por lo dicho por su compañera. — ¡Lo siento!

—¡Amor mío! — Salió en socorro Sofía que le enternecía cada gesto de su mujer. — No te disculpes por algo que no estás consciente y como bien dijo Carla, te ayudaré con ello al igual que también las chicas lo harán para que te vayas acostumbrando a recibir elogios en tu vida.

—Sofí — protestó Flo con las mejillas al rojo vivo y es que aquello la hacía sentir incómoda y no sabía cómo hacerles entender.

—¿Qué sucede cariño? — inquirió la Arquitecta al percatarse de un cambio en los ojos de su pareja.

—No quiero que me traten como una niña — respondió Florencia mortificada por sus palabras y luchaba por hacerse entender. — No deseo que digan cosas que no puedan sentirlas…Este quiero decir…obligar a las personas a elogiarte no siempre es verdadero. Yo no busco eso. No busco lo que ustedes llaman elogiar el trabajo o las cosas, yo lo único que quiero es saber si lo estoy haciendo bien o no para rectificar mi trabajo. Eso es todo. Las personas se desviven porque las adulen todo el tiempo, no es mi caso. No les estoy pidiendo ese tipo de cosas, puedo vivir perfectamente sin eso, por favor entiéndanlo.

Aquel descargo hecho desde lo profundo de su interior dejo conmocionadas a las otras tres mujeres ya que eran ellas las que no estaban acostumbradas a tratar con personas como Florencia. Tan simple y desprendida de cosas superficiales que parecía anti natural dado los tiempos que se viven.

Entre todas cruzaron miradas y sopesaban mentalmente las palabras de la joven Villar. No cabía duda de que, estaban frente a una mujer diferente en muchos sentidos, pero el haberla conocido les permitía percatarse de que muchas cosas pueden ser simples y muy valiosas junto con haberse ganado el corazón de las tres con tales gestos.

La primera en romper el silencio fue…

—¡Mi dulce Flopy! — exclamó con mucha ternura su mejor amiga carla. — Quiero disculparme contigo por hacerte sentir incómoda con lo que dije hace un rato. A mi me gustas tal cual eres y reafirmo lo que te dije hace un tiempo de que si no hubiese conocido a Mariela antes y que Sofía me disculpe por lo que diré; hubiera hecho de todo por conquistarte. Eres realmente una mujer extraordinaria para mí y siempre estaré contigo sin importar qué.

Ante lo expuesto por Carla no fue mal visto por la Arquitecta Almagro, todo lo contrario. Valoró su sinceridad y reconoció una verdad muy grande en sus palabras. Su pareja era una mujer extraordinaria y se sentía muy orgullosa de ella y lo que despertaba en los demás por lo que no dudó en expresarlo.

—Cariño — expuso con adoración Sofia tomando las manos de su pareja. —tal cual expreso Carla, eres una mujer extraordinaria. A quién amo con todo mi corazón y ser. Me siento muy orgullosa de cómo eres y aprecio que nos abras tu corazón y nos dejes ver cómo te sientes. Prometo que respetare tus deseos y apoyaré esa petición de perfección de tu trabajo. ¡cuenta con ello amor!

—Gracias — correspondió el gesto Florencia sonriendo tímidamente aún a su novia.

—Habiendo escuchado tu solicitud y las respuestas de Sofí y de Carla, te puedo decir Florencia sin temor alguno que a lo largo de mi vida no he conocido a otra mujer que sea como tú — señaló Mariela observando a la joven constructora. — Ni creo que vaya a verlo nuevamente. En lo laboral y haciéndome de las palabras de mi amiga y colega, eres un diamante en bruto con una capacidad de superación y observación que pocos poseen. Das todo de ti para entregar un producto de calidad y bien acabado. No posees envidia alguna con referencia a tus demás colegas, siempre estás dispuesta a dejarte enseñar o preguntar cosas que no están en tu dominio. No dudas en ayudar a otros sin importar si ellos no lo hacen contigo. No vas por la vida empleando el ojo por ojo, no guardas rencor contra aquellos que discrepan de ti y lo más importante para mí, es que siempre quieres aprender y te das por entera a ello. Esto mi querida Florencia es como personalmente te veo y me encanta infinitamente.

Esto dejo más que aturdida a la joven Villar que no pudo evitar sonrojarse hasta lo indecible por todo cuanto dijesen de ella y es que era mucho.

—Yo… ¡Um! — intentó decir Florencia. — Gracias.

Después de esto, ninguna de las otras quiso seguir exponiendo a Florencia a más elogios dado que hubiese enloquecido o quizás sufrir una conmoción dantesca para su forma de ser. Por lo que decidieron silenciosamente continuar disfrutando de su abundante desayuno antes de partir.

—Creo que nos quedan unos minutos antes de que debamos presentarnos en el aeropuerto — comentó Mariela bebiendo su café ahora.

—¿De cuánto tiempo disponemos? — preguntó Sofía probando parte de su pastel.

—A lo sumo unos cuarenta minutos exactos — respondió la Arquitecta Sopric. — el viaje dura una hora y media a lo sumo por lo que deberíamos estar llegando a Santiago a esos de las doce y media a más tardar.

—Eso nos deja con un día perdido laboralmente hablando — sopesó Sofía haciendo cálculos mentales. — Ni modo, lo recuperaremos en su momento. Lo que cuenta es que tengamos tiempo para solucionar nuestros pendientes antes de ocuparnos de Almapric ¿qué harán ustedes?

—Con Carla tenemos contemplado hablar con mi familia y recoger a nuestro hijo e irnos al Departamento para disfrutar de ese tiempo juntos — explicó Mariela viendo a su pareja y contar con su aprobación, después de su asentimiento, añadió. — Y ver los pasos a seguir con respecto a mi antigua residencia porque no es factible para nosotras continuar con ella en ninguna circunstancia.

—Comprendo — repuso Sofía viendo también a su pareja. — Muy bien tu sentir, nos sucede lo mismo. ¿te parece que pongamos juntas ambas casas a corretaje?

—Me parece perfecto — respondió Mariela en nombre de las dos.

—Mariela ya que estamos reunidas justamente las cuatro y según lo que conversamos con Casy antes, me gustaría que tocásemos el tema de la sociedad de Almapric — puntualizo Sofia sorbiendo lo ultimo de su café. — Aprovechemos esta instancia para poner en conocimientos a nuestras parejas de aquellos planes ¿estás de acuerdo?

—¡Adelante Sofí! — secundó Mariela viendo a su pareja. — Ellas tienen que estar al tanto de nuestros planes y el rumbo que tomará Almapric de ahora en adelante.

—¿Qué sucede con la empresa? — preguntó Florencia viendo a su novia más que nada. — Sofía.

—Tranquila, cariño — instó cariñosamente la Arquitecta calmando a su pareja. — No hay problema alguno con la constructora, solo vamos a cambiar algunas cosas nada más.

—Entiendo — acotó Florencia más calmada.

—¿Entonces? — fue el turno de Carla de preguntar directo al callo según su costumbre.

—Como bien sabes y ahora es de conocimiento de Florencia, Almapric tiene una un porcentaje 60/20/20 entre sus tres socias — explicó Sofía haciendo un bosquejo en una servilleta. — En conversaciones tanto con Mariela y Casandra hemos decidido incluir un 20% de los 60 para entregarlos a partes iguales a las dos nuevas socias de la empresa.

—¿Y esas socias serían? — instó Carla que intuía por donde iba la mano, pero no deseaba sacar conclusiones erradas.

—Tú y Florencia — respondió Mariela.

—¿Nosotras? — inquirió sorprendida Florencia.

—Sí, ustedes dos — afirmó Sofía viendo a su novia comprendiendo su sorpresa.

—Sofía ¿estarías entregando parte de tu patrimonio a nosotras dos? — cuestionó Carla sin mala intención. — Puedo entender lo de Florencia ya que es tu pareja, pero en mi caso ¿por qué?  Soy tu empleada nada más.

—Corrección…Carla — interpeló Sofía clavando sus ojos en la contadora para proseguir. — Eres la prometida de mi mejor amiga aquí presente y aunque los sentimientos no se mezclen con los negocios o el trabajo. Nosotras tres siempre hemos tenido el concepto que nuestra amistad prima por sobre cuestiones de índole material. Tanto tú como Florencia dejaron de ser personal de Almapric y eso debió quedarles muy claro cuando viajamos hasta acá para solucionar las cosas y darles el lugar que se merecen en nuestras vidas.

—Por eso Sofia ha querido que se incorporen a la empresa como pequeñas socias por el momento y entregarles la responsabilidad de manejar ese porcentaje de acciones en las áreas que ustedes dominan — prosiguió Mariela con la explicación. — En el caso de Florencia, será quién esté a cargo de licitar nuevos contratos con el ministerio de transporte en todo lo referente a carreteras e implementación y construcción de puentes.

—Y en tú caso — señaló ahora Sofía viendo a Carla. — Serás la encargada de contratos y adquisición de inmuebles en la corredora de propiedades que anexará Almapric.

—Tú me disculparás, Sofía — refutó Carla sopesando lo dicho por su jefa. — No te niego que es muy atractivo lo que nos estás ofreciendo, pero tú mejor que nadie sabe que lo mío es llevar la parte contable de la empresa. Poco y nada sé de corretajes.

—No te engañes, Carla — impugnó la Arquitecta a su contra parte. — Eres contadora auditora ¿no es así?

—Lo soy — respondió ésta.

—Trabajas hace seis años en una constructora ¿no es así? — cuestionó Sofía.

—Si — contestó Carla.

—¿Conoces de proveedores, bancos, Serviu, Y SII (Servicio de impuestos internos)? — continuó con el interrogatorio la Arquitecta.

—Si — afirmó Ramos un pichintún incómoda ante el camino en que se le quería llevar.

—Estás instruida en la normativa constructiva imperante ya sea en el ministerio como en las Dom (dirección de obras municipales) — ilustró Sofia sin contemplación. — Has asistido a varios seminarios de Arquitectura y planificación. ¿lo recuerdas?

—Sí, han sido dos cada año — respondió la joven Ramos.

—Y manejas en tus haberes unos post grados de Administración y negocios. Según recuerdo — Hizo hincapié especialmente en ese último punto Sofía. — Algo que Almapric avaló en su momento.

—¡Um! — fue la exclamación de parte de Ramos que vio la encerrona que le tendieron en su momento las socias de Almapric.

—Y dime Carla ¿no te parece que estás bien adiestrada para incursionar en el mundo de corredor de propiedades? — instruyó Sofia intencionadamente y desafiante a la contadora. — o ¿no te sientes capaz? ¿dimitirás acaso?

Esto ciertamente gatilló directo al ego de la joven Ramos que jamás dejaría sin respuesta a un desafío viniese de quién viniese. Y esto lo sabía de sobra su pareja que la había orillado muchas veces a ello. Sus ojos verdes no dejaron de contemplar a su novia. Consciente de que la respuesta se haría sentir muy pronto.

—No cuentes con que un hecho así suceda — respondió tajantemente Carla viendo fieramente a la otra mujer y cediendo a la presión ejercida por parte de la dueña de Almapric, quién hábilmente la orilló a una respuesta favorable. — Tú ganas. Acepto, Sofía.

—Excelente — afirmó la Arquitecta Almagro viendo a su colega. — ¿Ves? Y tú que tenías temor de su reacción. Siempre he creído que ella es muy capaz y siempre lo ha demostrado.

—Estoy de acuerdo contigo, Sofí — secundó Mariela posando una mano sobre la de su pareja para bajarle la intensidad a su alter ego. —Creo que ya tienes todo resuelto.

—Así es — confirmó Sofía viendo a su novia. — Llegando a Santiago el primer fin de semana nos reuniremos en casa de Casy para ultimar detalles e iniciar las averiguaciones para lo queda de este año.

—Creo que es hora de que nos pongamos en marcha y vayamos al aeropuerto — instó Mariela viendo su reloj. — A menos que deseen pasear unos momentos por la ciudad.

—De mi parte he tenido suficiente de la ciudad — mencionó Sofia que no deseaba prologar más su estadía en dicha tierra.

—Pienso igual — concordó Sopric viendo hacia los ventanales. — No es para mí y ¿ustedes?

—Ya tuve mi ración de mi querido Coyhaique — respondió feliz Florencia de haber pasado tiempo con su familia.

—¿Y tú mi Cary? — indagó Mariela.

—Ha sido muy poquito estar con mi yayo y primos — dijo Carla añorando algo más con su gente. — Y aunque desee quedarme, no podrá ser hasta mis vacaciones.

—¿Tienes contemplado venir? — preguntó Mariela con ternura.

—Por supuesto — repuso Carla viéndola con picardía muy propia de ella. — Quedamos en traer a Benja para que mi yayo lo conozca.

—Muy cierto — coincidió Mariela sonriendo ante lo expuesto por su pareja. — Vendremos entonces una semana antes de que empiece el verano.

—En una de esas también las acompañamos — acotó Sofia deseando compartir también con su pareja y aprovechar la ocasión. — ¿te parece bien cariño?

—Sí — fue la espontanea respuesta de Florencia más que feliz de regresar. — Por cierto.

—¿Qué sucede cariño? — inquirió Sofía.

—Don Patricio, viajará a Santiago hablar con ustedes dos por lo de la carretera austral — explicó Florencia al recordar aquella palabras de su antiguo jefe.

—Que lo haga — replicaron ambas Arquitectas con cara de malas pulgas.

—¡Ups! — fue la exclamación de parte de Carla como Florencia.

—Tendrá su respuesta bien categórica — advirtió Sofía que le desagradaba dicho señor por su insistencia.

—Y de persistir en su tontera — fue el turno de Mariela de amenazar. — Se lo entregaremos en bandeja de plata a Casy. A ver si de una vez por todas entiende.

—¡Que mal! — susurró entre dientes Carla que sabía lo que ello implicaba cuando usaban a la Arquitecta Goicochea.

Y de pronto Florencia recordó lo dicho por la joven Ramos…

—¡Atila! —murmuró bajito Flo para no ser escuchada.

De pronto todo se zanjó de la siguiente forma…

—Es hora de regresar a casa — demandó sin más Sofía.

—¡Vamos! — secundó Mariela.

Solo una mirada cruzó entre Ramos y Villar sin discutir nada en absoluto y solo cedieron calladitas.

En cosa de segundos sacaban su equipaje del hotel y abordaban un taxi con dirección del aeropuerto de la ciudad de Coyhaique que las llevaría a la capital y a enfrentar cosas pendientes de suma importancia en la vida de la Arquitecta como su pareja.

—No hay plazo que no se cumpla — amenazó mentalmente Sofía mientras observaba el paraje. —Colomba.

  

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