mujer y ave

mujer y ave

viernes, 13 de diciembre de 2013

Caminos que convergen.


Capítulo 1. Caminos que convergen.


El sueño se ve reflejado en sus ojos azules, llevaba bastantes días en vela y sin dormir desde que su mejor amiga y colega de trabajo, le diera la nefasta noticia de que su esposo falleció en el accidente de Coquimbo, ese mismo que transmitían la noticia y como ya era costumbre en ella, no quiso ver, ya que la televisión últimamente pasaba solo cosas trágicas que su único propósito era mantener a su audiencia bajo una constante nube de tristeza de malas noticias, eso se podía decir que tenía directa relación a un grupo selecto de la sociedad mundial, dueña de casi todas las cadenas de comunicación cuyo fin es tener sometido a la población mundial y así, ejercer cierto control. Aunque esto fuese poco relevante en estos momentos para ella, no quiso ver esa noticia y apagó su televisor hasta que fue ya tarde en su oficina que se enfrentó a la triste realidad de haber quedado viuda.


Fumar no era un hábito en su persona, más hoy, era una necesidad y desahogo en estos casi tres meses desde que el destino le quitase su razón de ser y felicidad.
Aspiró una última bocanada antes de guardar sus cosas y cancelar su cuenta en esa cafetería y así, ir rumbo a su empresa a ultimar unos detalles antes de partir de viaje a Colombia.

─ ¿Desea que le traiga su cuenta? ─ preguntó el garzón.
─ sí fueses tan amable ─ respondió ella.
─ Enseguida ─ contestó el garzón y se fue hasta el sector de caja.

En eso…
Un móvil, sonaba bastante en el bolso de mano que estaba sobre la mesa. Al sacarlo y ver de quién se trataba, se escuchó…

─ Mariela, no podrás esperarme un poco más ─ se dijo la joven y luego, contestó. ─ dime.
─ ¿Cómo qué dime? ─ refutó la mencionada ─ por casualidad has visto la hora, Sofía.
─ Mujer, no seas tan exagerada ─ contradijo, Sofía, que le dio un vistazo a su reloj de pulsera. ─ Aún hay tiempo para llegar a la empresa y ultimar detalles.
─ ¿Tiempo? ─ exclamó con estupor la chica ─ estás a punto de abordar un avión que te llevará fuera del país y que salir de esta ciudad, es una odisea y me dices que cuentas con tiempo, ¿estás loca?
─ Contigo me he vuelto loca con el correr del tiempo ─ bromeó Sofía un poco, aunque ya había olvidado como sonreír.
─ Sino fuese porque estás corriendo de un lado a otro, te prometo que te hago comer tus palabras ─ expuso Mariela ─ te quiero en diez minutos acá y no quiero un solo pero de tu parte.

Un soplido de resignación se escuchó salir de la garganta de Sofía y acotó…
─ Tú ganas, estaré ahí ─ respondió ésta.
─ Así me da gusto ─ expresó Mariela ─ dentro de diez minutos.
─ Ok, ok ─ afirmó Sofía y corto la llamada, de lo contrario se expondría a una lenta agonía con su socia, amiga y confidente.

Mientras ello ocurría, en otro sector de la capital Santiaguina, una joven revisa su vestuario y chequea que no haya una sola pelusa en su chaqueta antes de entrar a la oficina de recursos humanos.
Aspira profundamente y se da ánimos mentalmente, ya que es la última oportunidad que se dará en este día para presentar sus antecedentes laborales y así, buscar ese empleo que tanto necesita y que fue la causa de migrar a la capital y tener mayores opciones de poder hallarlo.
Llevaba dos meses buscando la dichosa oportunidad y había dejado rejado carpetas con currículum por casi toda la ciudad y todo era lo mismo…«la estaremos llamando, déjeme verlo con el administrador, cuanto haya un cupo te avisamos, están las vacantes ya tomadas » así se dilataba todo y el tiempo y dinero se agotaba para la muchacha.
Era demoledor estar en meollo del mundo de la construcción, con tantas empresas que se dedicaban al rubro y ni un solo puesto miserable disponible. Era frustrante llegar a la pensión con los pies cansados, sudorosa y con hambre, y nada aún en el horizonte.
Sacudió su cabeza para sacarse nefastos pensamientos de su ser y por enésima vez levantó su moral y se dispuso jugárselas por completo y revertir su mala racha.

─ Aquí vamos ─ se envalentonó la joven. ─ recuerda… mente positiva, positiva…tú puedes.

Tomó el picaporte de la puerta y entró a recursos humanos, al momento de cruzar el umbral, una joven empleada, que lucía una ceja arqueada, signo inquisitivo a su intromisión.
─ ¿En qué puedo ayudarla? ─  preguntó la empleada.
─  Buenas tardes ─  saludó la joven ─  Mi nombre es Florencia y quisiera saber con quién debo hablar para dejar mi currículum para una vacante de trabajo.
─  La empresa no está necesitando personal para limpieza hasta dentro de dos meses más ─  señaló la empleada ─  pero si gustas puedes dejar tus papeles y se los hago llegar al jefe de mantenimiento.
─ No estoy buscando trabajo como auxiliar de limpieza ─  manifestó Florencia ─ sino otro puesto de trabajo.
─  ¿A qué cargo quieres postular? ─ indago con curiosidad la empleada.
─ Acabo de titularme de Constructor Civil en Coyhaique y vine a Santiago a buscar empleo y en eso estoy ─ confidenció Florencia.
─ A ver dame tu documentación ─ instó la empleada.
─ Como no ─ respondió Florencia, entregando su carpeta.

Después de echarle un vistazo, la joven, sonrió más amablemente y agregó…

─ ¿Así que de Coyhaique? ─ indagó la joven.
─ Sí ─ respondió Florencia.
─ Con razón has migrado de allá ─ expuso la empleada ─ todos terminamos por dejar  nuestra tierra en busca de una mayor oportunidad.
─ ¿Eres de allá? ─ inquirió asombrada Florencia.
─ Así es, con la diferencia que yo me vine cuando tenía 16 años junto a mi familia ─ revelo la empleada, estirando su mano ─ por cierto, mi nombre es Carla Ramos y soy la contadora de este depto.
─ Florencia Villar ─ saludo ésta, estrechando la mano de su coterránea ─  encantada de conocerte.
─  Lo mismo digo ─  señaló Carla y levantándose de su asiento y tomar la carpeta de la joven, mencionó. ─  te seré sincera, están los cupos completos. Sin embargo, veremos qué puedo hacer por ti. Toma asiento y espérame aquí, ya vuelvo. 

Momentos más tarde…
─ Te tengo buenas noticias. Hablé con el jefe de obra y me dijo que fueses hablar con Don Néstor Ponce, administrador o Mariela Sopric, Arquitecta, y que les presentes tu currículum, sólo ellos pueden tomar la decisión ya que el dueño de la compañía estará de viaje.
─ ¿Dónde debo ir? ─ inquirió Florencia, bastante conmocionada.
─ Sales de aquí y tomas mano derecha y te vas hasta el fondo al último container que dice oficina técnica y detrás de esa está la oficina de los Arquitectos y ahí preguntas por cualquiera de los dos ─ explicó Carla.
─ ¿Cómo puedo agradecerte tu ayuda? ─ indagó Florencia.
─ Agradéceme cuando tengas el empleo ya que pagarás el piso con tu primer sueldo ─ manifestó Carla, guiñando un ojo.
─  Trato hecho ─  concordó Florencia, que levantó su pulgar derecho y salió rauda de la oficina rumbo a donde le señalasen.
Al llegar al sitio indicado, pudo escuchar una discusión entre el personal, más cerró sus oídos a la disputa y se fue directo a preguntarle a una secretaria y ésta la envió directo a un pasillo que parecía laberinto que terminó por perderla y sin otra persona  a quién preguntar, enfiló sus pasos en busca de una salida, apurando el paso y debido a lo distraía que venía chocó de frente con alguien, que logró sujetarla de la cintura para que no cállese de espaldas al piso.

─ ¿Te encuentras bien? ─ preguntó una suave voz de mujer.
─ Sí ─ fue la breve respuesta de Florencia, que recién alzo su rostro desde el torso de la otra mujer y pudo ver unos opacos ojos azules.

Ambas mujeres por leves segundos quedaron como hipnotizadas viéndose sin articular palabra. Siendo Florencia, quién se recuperó al observar la tristeza en aquellos ojos que hicieron contraer su corazón sin razón aparente y en eso, los parpados de la otra joven se cerraron y volviéndose abrir con un mirar distinto, pero vacío a la vez. Separándose ambas rápidamente.

─ Me alegro saber que estás bien ─ señaló la extraña mujer.
─ Gracias por evitar mi caída ─ señaló Florencia y que levantó su carpeta del suelo.
─ No agradezcas ─ mencionó la mujer  y la ayudó a recoger otros papeles esparcidos un poco más allá. ─ Por cierto, ¿quién eres y qué estás buscando? Tal vez pueda ayudarte.
─ Me llamo Florencia y estoy buscando al administrador o a la señorita Sopric para entregar unos documentos.
─ Estás un poco lejos ─ comentó la mujer, indicando con la mano la oficina a la que debía ir.
─ Es que me perdí en este laberinto ─ explicó Florencia, recibiendo los restantes papeles.
─ Comprendo ─ afirmo la mujer y tomando de la muñeca a la joven, añadió. ─ ven, yo te llevare y así puedas hablar con ellos.
─ Creo que estaré en deuda contigo ─ expresó Florencia con un suspiro. ─ serás la segunda persona en ayudarme.
─ Aquí es ─ manifestó la mujer y le hizo señas para que entrase a la oficina ─ ahí hallarás a Mariela.
─ Muchas gracias por tu ayuda ─ señaló Florencia y se despidió de la otra mujer.
─ De nada ─ respondió ésta y se volteó para irse en otra dirección.
Florencia la siguió con la mirada y vio como esa melena cobriza se iba perdiendo y movida por un impulso, acotó…
─ Por cierto, no sé tu nombre ─ mencionó Florencia.

La joven detuvo sus pasos y con un suspiro, respondió sin voltear a verla.

─ Sofía ─ contestó ésta.
─ Me permites decirte algo ─ inquirió Florencia.
─ Dime ─ instó Sofía sin abandonar su postura.
─ Muy pronto todo va a estar bien y cualquier cosa que haya producido esa penita que llevas contigo, el tiempo la sanara y cómo las flores, el astro sol sale para ellas y cada una de ellas, obsequiándoles,  un nuevo amanecer ─ comentó Florencia.

Sofía, abrió muchos sus ojos tras el comentario de la joven y se giró para verla y se encontró con que la joven, le obsequió una hermosa sonrisa como si fuese un abrazo que confortó su corazón y su alma.

─ Que tengas un bonito día y nuevamente muchas gracias por tu ayuda ─ señaló Florencia y fue su turno de irse.
Sofía, no alcanzó a pronunciar palabra alguna y se limitó en verla perderse por esa gran puerta de vidrio.
No podía explicar con palabras lo que aquel comentario produjo en ella, en todos esos meses, ninguna persona allegada a ella, consiguió estremecerla con un simple abrazo de palabras que estaban llenas de dulzura y sinceridad.

Se dice que el destino no se puede cambiar porque ya viene señalado y que todo está escrito en el libro de la vida. No obstante, nada es imposible y sólo Dios sabe el porqué de cada cosa y si pone un obstáculo es para probarte a ti mismo y demostrarte que puedes soportarlo y superarlo para trascender en el ciclo de la vida y el destino es precisamente eso...un obstáculo más.
La joven, tuvo la certeza o premonición de qué con aquella muchacha algo estaba por escribirse y que no sería la última vez que volviesen a verse las caras.
Sus ojos azules se volvieron más profundos y un pequeño y leve destello, se desprendió de ellos. Era una tonalidad más transparente como si lo opaco de su mirada por un leve momento se hubiese esfumado.
Sofía, siempre ha sido muy intuitiva y muy pocas veces se equivoca con respecto a una persona que recién conoce y algo en su interior, le hizo saber que aquella desconocida tenía algo especial. A pesar de ello, sacudió su cabeza para despojar cualquier idea, ya que no estaba para imaginarse nada ni a nadie, sólo quería escapar y estar lejos de todo y de todos, por lo que prosiguió con lo suyo y encaminó en dirección dónde se encontraba su camioneta.
Por su parte, Florencia, había ya dado con Mariela Sopric y un poco para su desgracia, estaba de un genio de los mil demonios y que al momento de entrar a su oficina, casi la aniquiló con la mirada y le dio sendo sermón de la privacidad, del respeto del derecho a que se consultará con anticipación si deseaba recibir alguna persona en su oficina y que su empresa no estaba para dar vacante de trabajo a cuanto loco se le antoje, viniese de dónde viniese y fuera hijo del rey de Roma.
En resumen, fueron 30 minutos de tragarse cuanto la desquiciada mujer se le antojase decir, por ser una de las dueñas de la constructora.
Si no fuese porque necesitaba  un empleo cuanto antes, ahí mismo le dijese sus verdades y le hubiese refregado valores y principios que debe tener cualquier persona que se precia de ser educada y no por tener el dinero que tiene, debe pasar por encima de las personas como aplanadora sin importarle la dignidad de un ser humano, pero la vida suele ser muy dura y caprichosa a veces dejando sentir su peso y Florencia, como cualquier persona de este mundo , tuvo que hacer tripas corazón y calarse toda la ira de esa mujer por la simple necesidad de requerir un trabajo… se dice que la necesidad tiene cara de hereje, pero muchas veces se pasa todo límite.
Cuando Mariela Sopric, Arquitecta e Ingeniera, hubo acabado su discurso y de escupir todo su veneno, se limitó en decir lo siguiente:

─  Nos vemos mañana para una entrevista a las ocho en punto. Ni un segundo de atraso porque puedes considerarte desempleada aún  ─  sentenció Mariela, arrojando en su escritorio su currículum ─ ahora sal de mi oficina.
─  Hasta mañana, señorita Sopric y muchas gracias por su tiempo ─ expresó Florencia, que no dejo de verla con serenidad, demostrando que su educación no provenía de la basura.

Aquellas sencillas palabras, vinieron a dejar descolocada Mariela, que abrió sus ojos más de la cuenta y quedo clavada al piso viéndola alejarse de su oficina hasta perderla de vista por completo, sólo ahí cayó en cuenta que la pobre chica pagó los platos rotos que debían ser para Sofía y su autodestrucción al abandonarse a la tristeza.
─  ¡Cielos! ─  exclamó avergonzada Mariela ─  creo que me excedí mucho con esta chica y ella, ni chisto por mis insultos. Mi Dios, me sacas el orochi que llevo adentro, Sofía.

Por otro lado, Florencia tenía sentimientos encontrados dentro de sí, porque si no fuese porque en su región las posibilidades de ejercer su profesión son escasas, no estaría yendo de puerta en puerta, recibiendo agrestes respuestas que muchas veces disminuyen un poco el espíritu de pelea de muchos y de valientes igualmente, pero la vida es sí, no hay tiempo para quedarse pegado en la melancolía y se debe continuar buscando porque de una cosa se debe estar más que seguro, el trabajo no cae del cielo como la lluvia, hay que salir a buscarlo y aprovechar las oportunidades y estar atento a los cambios, que son para mejor.
La muchacha, aspiró profundamente y se marchó de la empresa, no sin antes despedirse de Carla, quién se disculpó por el comportamiento de su jefa y prometió invitarla a un hapy hour para celebrar su contratación.
Después de un largo trecho de viaje, consiguió llegar a su pensión y sólo quiso darse un baño y olvidar su accidentado día, no cenó y menos probo nada, sólo alcanzó a tirarse de bruces a la cama y se quedo dormida de un tirón sin  siquiera taparse.
Al día siguiente a las 5: 30 de la mañana ya estaba en pie, con un café en la mano y guardando las últimas cosas en su cartera y así, salir pronto a su entrevista, porque al igual que un pájaro carpintero; retumbaba en su cabeza las palabras de Mariela Sopric y en honor a la verdad no quería darle el gusto para que le volviesen a darle reverendo sermón.
Guardó todo y bebió el último sorbo de su bebida para luego lavarla y guardarla en su sitio, tomó sus llaves y salió de la pensión en absoluto silencio para no despertar al resto.
Tras caminar dos cuadras, llegó justo para tomar el bus que la llevaría a la estación central y de ahí, coger otro bus que la llevase hasta Providencia hasta llegar al edificio en que se encontraba las oficinas de la constructora y no en terreno.
A las 7:40 en punto llegaba hasta las puertas de vidrio de la constructora e inmobiliaria Almapric S.A cuyo diseño llamó bastante su atención por lo futurista y práctico del diseño en luces de neón, cuya arquitecta, fue la creadora y visionaria en diseño de iluminación para empresas del rubro de la comida y hotelería.

─ Hay que admitirlo, tiene mucho estilo ─ murmuró Florencia y sin más, entró a las dependencias de la constructora y se encontró con un lugar muy bien decorado y bien vanguardista, que contrastaba mucho con lo que vio ayer.
─ ¡Buenos días! ─ saludó la secretaria ─ ¿En qué puedo ayudarla?
─ Tengo una entrevista con la arquitecta ─ respondió Florencia.
─ ¿Con cuál de las tres? ─ preguntó la empleada.
─ Con la señorita Mariela Sopric ─ contestó Florencia.
La secretaria, revisó la agenda y preguntó…
─ ¿Es usted Florencia Villar? ─ inquirió la empleada.
─ Así es ─ respondió ésta.
─ La señora Mariela ya está en su oficina ─ adujó la secretaria ─ veré si puede recibirla enseguida.
─ Muchas gracias ─ dijo Florencia.
En cosa de segundo, ya estaba de regreso y la invitada a pasar hasta donde se encontraba la señora Sopric.
Florencia, reiteró su agradecimiento y sin más, ingresó al despacho para recibir la mayor de sus sorpresas…La arquitecta Sopric, estaba muy cordial y amable en esta ocasión, invitándole a tomar asiento para dar inicio a la entrevista.
Fue algo meramente protocolar, hubo las preguntas habituales, las pretensiones de sueldo, experiencia y aspiraciones. Una vez que concluyeron, tomo un block  de dibujo y sin cortarse un ápice, le solicitó que dibujase un edificio, una casa a mano alzada y luego, diseñase un plano de ambos y a grandes rasgos cubicase un monto aproximado de las edificaciones, un cálculo estructural de uno y otro con dos tipos de materiales base.
La joven Villar, nada perezosa, procedió a realizarlo y le tomó una hora hacer lo encomendado, llevando los planos detalles constructivos de los materiales a usar. Una vez listo, los entrego a la arquitecta.
Mariela, le echo un rápido vistazo y vio la hora en su reloj de pulsera.

─ Hubieses demorado menos tiempo, hubieses quedado inmediatamente sin chance de trabajar ─ adujo Mariela con una amplia sonrisa y añadió. ─ ello viene a demostrarme  tu seriedad, capacidad y responsabilidad. Esto habla por ti, es tu sello y carta de presentación. A contar de este minuto, formas parte de mi personal y en nombre de mis socias, te doy la bienvenida.
─ ¿En verdad? ─ exclamó anonadada Florencia y casi tartamudeando, acotó. ─ ¿Me…quedaré trabajando en su empresa…Hoy?
─ Claro ─ respondió Mariela ─ ¿Acaso dudas de mis palabras?
─ No es eso, sólo que ayer…─ expuso Florencia y no terminó la frase.
─ A ver... ─ explicó Mariela ─ antes que nada, me disculpo por lo sucedido ayer. No es por justificarme, pero ayer tuve una tarde horrible y tú pagaste los platos rotos. Ahora, haremos borrón y cuenta nueva y así, empezar con el pie derecho, ¿Aceptas mis disculpas?
─ Claro que las acepto ─ manifestó Florencia, tendiendo su mano en señal de reconciliación.
─ No se digas más ─ expuso Mariela, que con algo de asombro por el gesto y acotó ─ ve con Carla para que te haga contrato y te presentas con el jefe de obra para que te asigne trabajo.
─ Enseguida ─ respondió contenta Florencia, que salió con paso rápido de la oficina de la Arquitecta.
Mientras la joven, se perdió de la vista de Mariela, ésta sacó su móvil y marcó un número con mucha prisa y una vez que se logró contactar…
─ ¡Ya está! ─ exclamó Mariela, viendo el cielo raso de su oficina y prosiguió. ─ la chica acaba de aceptar trabajar para nosotras.
─ Perfecto ─ respondió una voz femenina.
─ Me debes una ─ aclaró Mariela ─ más tarde se la presentaré a Casandra y veamos en que obra la podemos incluir.
─  Te aseguro que no te arrepentirás. ─  señaló la voz ─  algo me dice que tiene mucho potencial, es una corazonada.
─  En ese punto concuerdo contigo ─  afirmó Mariela ─  la puse a prueba y déjame decirte que se nota que no fue a la universidad a calentar asiento y sabe lo que está haciendo.
─  ¿Qué prueba le hiciste? ─  preguntó con curiosidad.
─  La misma que nos hiciera Goitia, cuando tuvimos nuestro primer empleo ─  reveló Mariela. ─  tú ya sabes el resto.
─  Claro ─  concordó ésta ─ en el mundo de la construcción, se busca lo mejor que cimenté   las bases del éxito y la perpetuidad.
─ En efecto ─ afirmó Mariela.
─  ¿Entonces tú piensas que ella será un pilar para nuestra empresa? ─ indagó la voz.
─ Dímelo tú, no has apostado tus fichas por ella ─ apremió Mariela ─ o será que estás dudando ahora.
─ No dudo, solo qué…─ respondió la voz, no terminó de hablar cuando fue interrumpida.
─ Lo sé, pero tú en estos momentos no tienes cabeza para hacerte cargo de la empresa y mucho menos estar al pendiente de esta nueva contratación ─ expuso Mariela ─ pero déjame decirte que siempre he creído en tus instintos y siempre han sido acertados. Esta vez también han de serlo con respecto a la señorita Villar.
─ Gracias por tu apoyo Mariela ─ comentó la voz.
─ No tienes nada que agradecerme ─ concluyó ésta ─ sólo una cosa te voy a pedir encarecidamente. Disfruta de lo bonito que vean tus hijos y recupérate pronto y así estés de regreso con nosotras, Sofía.
─ Mariela ─ susurró ésta.
─ La vida continua amiga mía y la tuya también debe hacerlo, es la ley de la vida ─ concluyó ésta.
─ Intentaré descansar ─ adujo Sofía.
─ Nada de intentar. Debes hacerlo por tu salud y bienestar mental ─ demandó Mariela ─ así que tienes tres meses para hacerlo y cualquier cosa hasta la más mínima, sólo pincha mi número que yo te llamo.
─ ¡Mon Dieu! ─ exclamó algo cansada Sofía ─ D’accord, amie.
─ ¡Très bien! ─ exclamó triunfante Mariela y cortó la llamada.
La Arquitecta Sopric, guardó su móvil y se quedo observando por un largo rato el inmenso ventanal de su oficina viendo en la lejanía, una posible solución.

« Espero que la lejanía pueda sanar tu corazón de la muerte de tu esposo amiga mía. Por favor no claudiques, aquí estaré esperándote como siempre» meditaba Mariela.

Por otro lado, después de dejar el edificio de la constructora, Florencia, tomó un bus con dirección dónde estaba la obra de Almapric S.A. y luego, fue en busca  de la contadora y fue la misma Carla, que al momento de referirles los pormenores de la entrevista, loca de alegría se colgó de un abrazo de la joven Villar; algo fuera de lo común en la empleada, pero como eran coterráneas, la alegría de una era la de la otra.
Y después de hacerle contrato que era por tres meses, fue la misma Carla, quién la llevó con Rubén, el jefe de obra, tras unas breves bromas entre ellos. El hombre le dio la bienvenida formalmente y procedió a asignarle trabajo, claro que estaba, que comenzaba recién en la obra, estaría junto a él, todo el resto del día y así, ver cual era su desempeño e informarle a la dueña de sus avances.
Se iniciaba de este modo, a una nueva etapa en la vida de estas dos mujeres, en dónde el destino escribiría su guión para bien o para mal. Se vería con el correr del tiempo si las heridas de una sanarían y si la nobleza de la otra, dejaría espacio para el amor que no deseaba y asustaba…una nueva oportunidad…UN NUEVO AMANECER.
 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Una verdad del pasado

  Capítulo 24, atada por un testamento. —Amor — murmuró quedamente sopesando cada letra de esa palabra. Mientras que a la distancia era ...