Capítulo 1. Caminos que convergen.
Fumar no era un
hábito en su persona, más hoy, era una necesidad y desahogo en estos casi tres
meses desde que el destino le quitase su razón de ser y felicidad.
Aspiró una
última bocanada antes de guardar sus cosas y cancelar su cuenta en esa
cafetería y así, ir rumbo a su empresa a ultimar unos detalles antes de partir
de viaje a Colombia.
─ ¿Desea que le
traiga su cuenta? ─ preguntó el garzón.
─ sí fueses tan
amable ─ respondió ella.
─ Enseguida ─
contestó el garzón y se fue hasta el sector de caja.
En eso…
Un móvil, sonaba
bastante en el bolso de mano que estaba sobre la mesa. Al sacarlo y ver de
quién se trataba, se escuchó…
─ Mariela, no
podrás esperarme un poco más ─ se dijo la joven y luego, contestó. ─ dime.
─ ¿Cómo qué
dime? ─ refutó la mencionada ─ por casualidad has visto la hora, Sofía.
─ Mujer, no seas
tan exagerada ─ contradijo, Sofía, que le dio un vistazo a su reloj de pulsera.
─ Aún hay tiempo para llegar a la empresa y ultimar detalles.
─ ¿Tiempo? ─
exclamó con estupor la chica ─ estás a punto de abordar un avión que te llevará
fuera del país y que salir de esta ciudad, es una odisea y me dices que cuentas
con tiempo, ¿estás loca?
─ Contigo me he
vuelto loca con el correr del tiempo ─ bromeó Sofía un poco, aunque ya había
olvidado como sonreír.
─ Sino fuese
porque estás corriendo de un lado a otro, te prometo que te hago comer tus
palabras ─ expuso Mariela ─ te quiero en diez minutos acá y no quiero un solo
pero de tu parte.
Un soplido de
resignación se escuchó salir de la garganta de Sofía y acotó…
─ Tú ganas,
estaré ahí ─ respondió ésta.
─ Así me da
gusto ─ expresó Mariela ─ dentro de diez minutos.
─ Ok, ok ─
afirmó Sofía y corto la llamada, de lo contrario se expondría a una lenta
agonía con su socia, amiga y confidente.
Mientras ello
ocurría, en otro sector de la capital Santiaguina, una joven revisa su
vestuario y chequea que no haya una sola pelusa en su chaqueta antes de entrar
a la oficina de recursos humanos.
Aspira
profundamente y se da ánimos mentalmente, ya que es la última oportunidad que
se dará en este día para presentar sus antecedentes laborales y así, buscar ese
empleo que tanto necesita y que fue la causa de migrar a la capital y tener
mayores opciones de poder hallarlo.
Llevaba dos
meses buscando la dichosa oportunidad y había dejado rejado carpetas con
currículum por casi toda la ciudad y todo era lo mismo…«la estaremos llamando, déjeme verlo con el
administrador, cuanto haya un cupo te avisamos, están las vacantes ya tomadas »
así se dilataba todo y el tiempo y dinero se agotaba para la muchacha.
Era demoledor
estar en meollo del mundo de la construcción, con tantas empresas que se
dedicaban al rubro y ni un solo puesto miserable disponible. Era frustrante
llegar a la pensión con los pies cansados, sudorosa y con hambre, y nada aún en
el horizonte.
Sacudió su cabeza
para sacarse nefastos pensamientos de su ser y por enésima vez levantó su moral
y se dispuso jugárselas por completo y revertir su mala racha.
─ Aquí vamos ─
se envalentonó la joven. ─ recuerda… mente positiva, positiva…tú puedes.
Tomó el
picaporte de la puerta y entró a recursos humanos, al momento de cruzar el
umbral, una joven empleada, que lucía una ceja arqueada, signo inquisitivo a su
intromisión.
─ ¿En qué puedo
ayudarla? ─ preguntó la empleada.
─ Buenas tardes ─ saludó la joven ─ Mi nombre es Florencia y quisiera saber con
quién debo hablar para dejar mi currículum para una vacante de trabajo.
─ La empresa no está necesitando personal para
limpieza hasta dentro de dos meses más ─
señaló la empleada ─ pero si
gustas puedes dejar tus papeles y se los hago llegar al jefe de mantenimiento.
─ No estoy
buscando trabajo como auxiliar de limpieza ─
manifestó Florencia ─ sino otro puesto de trabajo.
─ ¿A qué cargo quieres postular? ─ indago con
curiosidad la empleada.
─ Acabo de
titularme de Constructor Civil en Coyhaique y vine a Santiago a buscar empleo y
en eso estoy ─ confidenció Florencia.
─ A ver dame tu
documentación ─ instó la empleada.
─ Como no ─
respondió Florencia, entregando su carpeta.
Después de
echarle un vistazo, la joven, sonrió más amablemente y agregó…
─ ¿Así que de
Coyhaique? ─ indagó la joven.
─ Sí ─ respondió
Florencia.
─ Con razón has
migrado de allá ─ expuso la empleada ─ todos terminamos por dejar nuestra tierra en busca de una mayor
oportunidad.
─ ¿Eres de allá?
─ inquirió asombrada Florencia.
─ Así es, con la
diferencia que yo me vine cuando tenía 16 años junto a mi familia ─ revelo la
empleada, estirando su mano ─ por cierto, mi nombre es Carla Ramos y soy la
contadora de este depto.
─ Florencia
Villar ─ saludo ésta, estrechando la mano de su coterránea ─ encantada de conocerte.
─ Lo mismo digo ─ señaló Carla y levantándose de su asiento y
tomar la carpeta de la joven, mencionó. ─
te seré sincera, están los cupos completos. Sin embargo, veremos qué
puedo hacer por ti. Toma asiento y espérame aquí, ya vuelvo.
Momentos más
tarde…
─ Te tengo
buenas noticias. Hablé con el jefe de obra y me dijo que fueses hablar con Don
Néstor Ponce, administrador o Mariela Sopric, Arquitecta, y que les presentes
tu currículum, sólo ellos pueden tomar la decisión ya que el dueño de la
compañía estará de viaje.
─ ¿Dónde debo
ir? ─ inquirió Florencia, bastante conmocionada.
─ Sales de aquí
y tomas mano derecha y te vas hasta el fondo al último container que dice
oficina técnica y detrás de esa está la oficina de los Arquitectos y ahí
preguntas por cualquiera de los dos ─ explicó Carla.
─ ¿Cómo puedo
agradecerte tu ayuda? ─ indagó Florencia.
─ Agradéceme
cuando tengas el empleo ya que pagarás el piso con tu primer sueldo ─ manifestó
Carla, guiñando un ojo.
─ Trato hecho ─
concordó Florencia, que levantó su pulgar derecho y salió rauda de la
oficina rumbo a donde le señalasen.
Al llegar al
sitio indicado, pudo escuchar una discusión entre el personal, más cerró sus
oídos a la disputa y se fue directo a preguntarle a una secretaria y ésta la
envió directo a un pasillo que parecía laberinto que terminó por perderla y sin
otra persona a quién preguntar, enfiló
sus pasos en busca de una salida, apurando el paso y debido a lo distraía que
venía chocó de frente con alguien, que logró sujetarla de la cintura para que
no cállese de espaldas al piso.
─ ¿Te encuentras
bien? ─ preguntó una suave voz de mujer.
─ Sí ─ fue la
breve respuesta de Florencia, que recién alzo su rostro desde el torso de la
otra mujer y pudo ver unos opacos ojos azules.
Ambas mujeres
por leves segundos quedaron como hipnotizadas viéndose sin articular palabra.
Siendo Florencia, quién se recuperó al observar la tristeza en aquellos ojos
que hicieron contraer su corazón sin razón aparente y en eso, los parpados de
la otra joven se cerraron y volviéndose abrir con un mirar distinto, pero vacío
a la vez. Separándose ambas rápidamente.
─ Me alegro
saber que estás bien ─ señaló la extraña mujer.
─ Gracias por
evitar mi caída ─ señaló Florencia y que levantó su carpeta del suelo.
─ No agradezcas ─
mencionó la mujer y la ayudó a recoger
otros papeles esparcidos un poco más allá. ─ Por cierto, ¿quién eres y qué
estás buscando? Tal vez pueda ayudarte.
─ Me llamo Florencia
y estoy buscando al administrador o a la señorita Sopric para entregar unos
documentos.
─ Estás un poco
lejos ─ comentó la mujer, indicando con la mano la oficina a la que debía ir.
─ Es que me
perdí en este laberinto ─ explicó Florencia, recibiendo los restantes papeles.
─ Comprendo ─
afirmo la mujer y tomando de la muñeca a la joven, añadió. ─ ven, yo te llevare
y así puedas hablar con ellos.
─ Creo que
estaré en deuda contigo ─ expresó Florencia con un suspiro. ─ serás la segunda
persona en ayudarme.
─ Aquí es ─
manifestó la mujer y le hizo señas para que entrase a la oficina ─ ahí hallarás
a Mariela.
─ Muchas gracias
por tu ayuda ─ señaló Florencia y se despidió de la otra mujer.
─ De nada ─
respondió ésta y se volteó para irse en otra dirección.
Florencia la
siguió con la mirada y vio como esa melena cobriza se iba perdiendo y movida
por un impulso, acotó…
─ Por cierto, no
sé tu nombre ─ mencionó Florencia.
La joven detuvo
sus pasos y con un suspiro, respondió sin voltear a verla.
─ Sofía ─ contestó
ésta.
─ Me permites
decirte algo ─ inquirió Florencia.
─ Dime ─ instó
Sofía sin abandonar su postura.
─ Muy pronto
todo va a estar bien y cualquier cosa que haya producido esa penita que llevas
contigo, el tiempo la sanara y cómo las flores, el astro sol sale para ellas y
cada una de ellas, obsequiándoles, un nuevo
amanecer ─ comentó Florencia.
Sofía, abrió
muchos sus ojos tras el comentario de la joven y se giró para verla y se
encontró con que la joven, le obsequió una hermosa sonrisa como si fuese un
abrazo que confortó su corazón y su alma.
─ Que tengas un
bonito día y nuevamente muchas gracias por tu ayuda ─ señaló Florencia y fue su
turno de irse.
Sofía, no
alcanzó a pronunciar palabra alguna y se limitó en verla perderse por esa gran
puerta de vidrio.
No podía
explicar con palabras lo que aquel comentario produjo en ella, en todos esos
meses, ninguna persona allegada a ella, consiguió estremecerla con un simple
abrazo de palabras que estaban llenas de dulzura y sinceridad.
Se dice que el
destino no se puede cambiar porque ya viene señalado y que todo está escrito en
el libro de la vida. No obstante, nada es imposible y sólo Dios sabe el porqué
de cada cosa y si pone un obstáculo es para probarte a ti mismo y demostrarte
que puedes soportarlo y superarlo para trascender en el ciclo de la vida y el
destino es precisamente eso...un obstáculo más.
La joven, tuvo
la certeza o premonición de qué con aquella muchacha algo estaba por escribirse
y que no sería la última vez que volviesen a verse las caras.
Sus ojos azules
se volvieron más profundos y un pequeño y leve destello, se desprendió de ellos.
Era una tonalidad más transparente como si lo opaco de su mirada por un leve
momento se hubiese esfumado.
Sofía, siempre
ha sido muy intuitiva y muy pocas veces se equivoca con respecto a una persona
que recién conoce y algo en su interior, le hizo saber que aquella desconocida
tenía algo especial. A pesar de ello, sacudió su cabeza para despojar cualquier
idea, ya que no estaba para imaginarse nada ni a nadie, sólo quería escapar y
estar lejos de todo y de todos, por lo que prosiguió con lo suyo y encaminó en
dirección dónde se encontraba su camioneta.
Por su parte,
Florencia, había ya dado con Mariela Sopric y un poco para su desgracia, estaba
de un genio de los mil demonios y que al momento de entrar a su oficina, casi
la aniquiló con la mirada y le dio sendo sermón de la privacidad, del respeto
del derecho a que se consultará con anticipación si deseaba recibir alguna
persona en su oficina y que su empresa no estaba para dar vacante de trabajo a
cuanto loco se le antoje, viniese de dónde viniese y fuera hijo del rey de
Roma.
En resumen,
fueron 30 minutos de tragarse cuanto la desquiciada mujer se le antojase decir,
por ser una de las dueñas de la constructora.
Si no fuese
porque necesitaba un empleo cuanto
antes, ahí mismo le dijese sus verdades y le hubiese refregado valores y
principios que debe tener cualquier persona que se precia de ser educada y no
por tener el dinero que tiene, debe pasar por encima de las personas como
aplanadora sin importarle la dignidad de un ser humano, pero la vida suele ser
muy dura y caprichosa a veces dejando sentir su peso y Florencia, como
cualquier persona de este mundo , tuvo que hacer tripas corazón y calarse toda
la ira de esa mujer por la simple necesidad de requerir un trabajo… se dice que
la necesidad tiene cara de hereje, pero muchas veces se pasa todo límite.
Cuando Mariela
Sopric, Arquitecta e Ingeniera, hubo acabado su discurso y de escupir todo su
veneno, se limitó en decir lo siguiente:
─ Nos vemos mañana para una entrevista a las
ocho en punto. Ni un segundo de atraso porque puedes considerarte desempleada
aún ─ sentenció Mariela, arrojando en su escritorio
su currículum ─ ahora sal de mi oficina.
─ Hasta mañana, señorita Sopric y muchas gracias
por su tiempo ─ expresó Florencia, que no dejo de verla con serenidad,
demostrando que su educación no provenía de la basura.
Aquellas
sencillas palabras, vinieron a dejar descolocada Mariela, que abrió sus ojos
más de la cuenta y quedo clavada al piso viéndola alejarse de su oficina hasta
perderla de vista por completo, sólo ahí cayó en cuenta que la pobre chica pagó
los platos rotos que debían ser para Sofía y su autodestrucción al abandonarse
a la tristeza.
─ ¡Cielos! ─ exclamó avergonzada Mariela ─ creo que me excedí mucho con esta chica y
ella, ni chisto por mis insultos. Mi Dios, me sacas el orochi que llevo
adentro, Sofía.
Por otro lado,
Florencia tenía sentimientos encontrados dentro de sí, porque si no fuese
porque en su región las posibilidades de ejercer su profesión son escasas, no
estaría yendo de puerta en puerta, recibiendo agrestes respuestas que muchas
veces disminuyen un poco el espíritu de pelea de muchos y de valientes
igualmente, pero la vida es sí, no hay tiempo para quedarse pegado en la
melancolía y se debe continuar buscando porque de una cosa se debe estar más
que seguro, el trabajo no cae del cielo como la lluvia, hay que salir a
buscarlo y aprovechar las oportunidades y estar atento a los cambios, que son
para mejor.
La muchacha,
aspiró profundamente y se marchó de la empresa, no sin antes despedirse de
Carla, quién se disculpó por el comportamiento de su jefa y prometió invitarla
a un hapy hour para celebrar su contratación.
Después de un
largo trecho de viaje, consiguió llegar a su pensión y sólo quiso darse un baño
y olvidar su accidentado día, no cenó y menos probo nada, sólo alcanzó a
tirarse de bruces a la cama y se quedo dormida de un tirón sin siquiera taparse.
Al día siguiente
a las 5: 30 de la mañana ya estaba en pie, con un café en la mano y guardando
las últimas cosas en su cartera y así, salir pronto a su entrevista, porque al
igual que un pájaro carpintero; retumbaba en su cabeza las palabras de Mariela
Sopric y en honor a la verdad no quería darle el gusto para que le volviesen a
darle reverendo sermón.
Guardó todo y
bebió el último sorbo de su bebida para luego lavarla y guardarla en su sitio,
tomó sus llaves y salió de la pensión en absoluto silencio para no despertar al
resto.
Tras caminar dos
cuadras, llegó justo para tomar el bus que la llevaría a la estación central y
de ahí, coger otro bus que la llevase hasta Providencia hasta llegar al
edificio en que se encontraba las oficinas de la constructora y no en terreno.
A las 7:40 en
punto llegaba hasta las puertas de vidrio de la constructora e inmobiliaria
Almapric S.A cuyo diseño llamó bastante su atención por lo futurista y práctico
del diseño en luces de neón, cuya arquitecta, fue la creadora y visionaria en
diseño de iluminación para empresas del rubro de la comida y hotelería.
─ Hay que
admitirlo, tiene mucho estilo ─ murmuró Florencia y sin más, entró a las
dependencias de la constructora y se encontró con un lugar muy bien decorado y
bien vanguardista, que contrastaba mucho con lo que vio ayer.
─ ¡Buenos días! ─
saludó la secretaria ─ ¿En qué puedo ayudarla?
─ Tengo una
entrevista con la arquitecta ─ respondió Florencia.
─ ¿Con cuál de
las tres? ─ preguntó la empleada.
─ Con la
señorita Mariela Sopric ─ contestó Florencia.
La secretaria,
revisó la agenda y preguntó…
─ ¿Es usted Florencia
Villar? ─ inquirió la empleada.
─ Así es ─
respondió ésta.
─ La señora
Mariela ya está en su oficina ─ adujó la secretaria ─ veré si puede recibirla
enseguida.
─ Muchas gracias
─ dijo Florencia.
En cosa de
segundo, ya estaba de regreso y la invitada a pasar hasta donde se encontraba
la señora Sopric.
Florencia,
reiteró su agradecimiento y sin más, ingresó al despacho para recibir la mayor
de sus sorpresas…La arquitecta Sopric, estaba muy cordial y amable en esta
ocasión, invitándole a tomar asiento para dar inicio a la entrevista.
Fue algo
meramente protocolar, hubo las preguntas habituales, las pretensiones de
sueldo, experiencia y aspiraciones. Una vez que concluyeron, tomo un block de dibujo y sin cortarse un ápice, le
solicitó que dibujase un edificio, una casa a mano alzada y luego, diseñase un
plano de ambos y a grandes rasgos cubicase un monto aproximado de las
edificaciones, un cálculo estructural de uno y otro con dos tipos de materiales
base.
La joven Villar,
nada perezosa, procedió a realizarlo y le tomó una hora hacer lo encomendado,
llevando los planos detalles constructivos de los materiales a usar. Una vez
listo, los entrego a la arquitecta.
Mariela, le echo
un rápido vistazo y vio la hora en su reloj de pulsera.
─ Hubieses
demorado menos tiempo, hubieses quedado inmediatamente sin chance de trabajar ─
adujo Mariela con una amplia sonrisa y añadió. ─ ello viene a demostrarme tu seriedad, capacidad y responsabilidad.
Esto habla por ti, es tu sello y carta de presentación. A contar de este
minuto, formas parte de mi personal y en nombre de mis socias, te doy la
bienvenida.
─ ¿En verdad? ─
exclamó anonadada Florencia y casi tartamudeando, acotó. ─ ¿Me…quedaré
trabajando en su empresa…Hoy?
─ Claro ─
respondió Mariela ─ ¿Acaso dudas de mis palabras?
─ No es eso,
sólo que ayer…─ expuso Florencia y no terminó la frase.
─ A ver... ─
explicó Mariela ─ antes que nada, me disculpo por lo sucedido ayer. No es por
justificarme, pero ayer tuve una tarde horrible y tú pagaste los platos rotos.
Ahora, haremos borrón y cuenta nueva y así, empezar con el pie derecho,
¿Aceptas mis disculpas?
─ Claro que las
acepto ─ manifestó Florencia, tendiendo su mano en señal de reconciliación.
─ No se digas
más ─ expuso Mariela, que con algo de asombro por el gesto y acotó ─ ve con
Carla para que te haga contrato y te presentas con el jefe de obra para que te
asigne trabajo.
─ Enseguida ─
respondió contenta Florencia, que salió con paso rápido de la oficina de la Arquitecta.
Mientras la
joven, se perdió de la vista de Mariela, ésta sacó su móvil y marcó un número
con mucha prisa y una vez que se logró contactar…
─ ¡Ya está! ─
exclamó Mariela, viendo el cielo raso de su oficina y prosiguió. ─ la chica
acaba de aceptar trabajar para nosotras.
─ Perfecto ─
respondió una voz femenina.
─ Me debes una ─
aclaró Mariela ─ más tarde se la presentaré a Casandra y veamos en que obra la
podemos incluir.
─ Te aseguro que no te arrepentirás. ─ señaló la voz ─ algo me dice que tiene mucho potencial, es una
corazonada.
─ En ese punto concuerdo contigo ─ afirmó Mariela ─ la puse a prueba y déjame decirte que se nota
que no fue a la universidad a calentar asiento y sabe lo que está haciendo.
─ ¿Qué prueba le hiciste? ─ preguntó con curiosidad.
─ La misma que nos hiciera Goitia, cuando
tuvimos nuestro primer empleo ─ reveló
Mariela. ─ tú ya sabes el resto.
─ Claro ─ concordó ésta ─ en el mundo de la
construcción, se busca lo mejor que cimenté
las bases del éxito y la perpetuidad.
─ En efecto ─
afirmó Mariela.
─ ¿Entonces tú piensas que ella será un pilar
para nuestra empresa? ─ indagó la voz.
─ Dímelo tú, no
has apostado tus fichas por ella ─ apremió Mariela ─ o será que estás dudando
ahora.
─ No dudo, solo
qué…─ respondió la voz, no terminó de hablar cuando fue interrumpida.
─ Lo sé, pero tú
en estos momentos no tienes cabeza para hacerte cargo de la empresa y mucho
menos estar al pendiente de esta nueva contratación ─ expuso Mariela ─ pero
déjame decirte que siempre he creído en tus instintos y siempre han sido acertados.
Esta vez también han de serlo con respecto a la señorita Villar.
─ Gracias por tu
apoyo Mariela ─ comentó la voz.
─ No tienes nada
que agradecerme ─ concluyó ésta ─ sólo una cosa te voy a pedir encarecidamente.
Disfruta de lo bonito que vean tus hijos y recupérate pronto y así estés de
regreso con nosotras, Sofía.
─ Mariela ─
susurró ésta.
─ La vida
continua amiga mía y la tuya también debe hacerlo, es la ley de la vida ─
concluyó ésta.
─ Intentaré
descansar ─ adujo Sofía.
─ Nada de
intentar. Debes hacerlo por tu salud y bienestar mental ─ demandó Mariela ─ así
que tienes tres meses para hacerlo y cualquier cosa hasta la más mínima, sólo
pincha mi número que yo te llamo.
─ ¡Mon Dieu! ─
exclamó algo cansada Sofía ─ D’accord, amie.
─ ¡Très bien! ─
exclamó triunfante Mariela y cortó la llamada.
« Espero que la lejanía pueda sanar tu
corazón de la muerte de tu esposo amiga mía. Por favor no claudiques, aquí
estaré esperándote como siempre» meditaba Mariela.
Por otro lado,
después de dejar el edificio de la constructora, Florencia, tomó un bus con
dirección dónde estaba la obra de Almapric S.A. y luego, fue en busca de la contadora y fue la misma Carla, que al
momento de referirles los pormenores de la entrevista, loca de alegría se colgó
de un abrazo de la joven Villar; algo fuera de lo común en la empleada, pero
como eran coterráneas, la alegría de una era la de la otra.
Y después de
hacerle contrato que era por tres meses, fue la misma Carla, quién la llevó con
Rubén, el jefe de obra, tras unas breves bromas entre ellos. El hombre le dio
la bienvenida formalmente y procedió a asignarle trabajo, claro que estaba, que
comenzaba recién en la obra, estaría junto a él, todo el resto del día y así,
ver cual era su desempeño e informarle a la dueña de sus avances.
Se iniciaba de
este modo, a una nueva etapa en la vida de estas dos mujeres, en dónde el destino
escribiría su guión para bien o para mal. Se vería con el correr del tiempo si
las heridas de una sanarían y si la nobleza de la otra, dejaría espacio para el
amor que no deseaba y asustaba…una nueva oportunidad…UN NUEVO AMANECER.
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