Karina, sintió como la tierra se abría a sus pies, de la impresión que le causó tener enfrente de ella, a su jefa. Su angustia no podía ser mayor, pues esos ojos verdes, se volvieron duros como el acero al momento de oírle pronunciar el nombre de Majo. Tragó en seco, pues se preparó mentalmente para una pelea inevitable entre ambas.
Para su fortuna y tranquilidad entre comillas. Su móvil, pasó desapercibido entre sus cabellos húmedos y con un movimiento sutil, lo dejó caer entre su cuello y la blusa, perdiéndose en su espalda.
─ ¿Cómo me llamaste? ─ preguntó seca Akiane y con una cara de malas pulgas.
─ A ti, no te he llamado por ningún nombre ─ aclaró molesta Karina ─ no te creas la gran cosa. El mundo no gira en torno tuyo.
─ No me vengas con
discursos baratos, para desviar la atención de lo que te pregunté ─demandó Akiane ─ respóndeme
de una buena vez.
─ como tú quieras ─ expresó
con indiferencia Karina ─ dije: “Majo” y es
por qué, me acordé de ella. Para tu información, ha sido una persona
muy importante en mi vida y es lógico, qué la entrañe y desee verla. Más que
mal, estuve ausente del país por más de siete años.
─ Mientras vivas conmigo, no la verás ─ sentenció
ruda Akiane.
─ No se necesita ser muy inteligente para darse
cuenta de eso ─ puntualizó mordaz
Karina ─ en todos los
casos, no me preocupa, ya que un año pasa volando.
─ Será el año más largo de tu vida ─ amenazó
Akiane ─ eso te lo puedo
asegurar.
─ Di lo que quieras ─ señaló
Karina ─ tarde o temprano,
tendré que irme de esta hacienda y podré ver a Majo. Aprovechando que
estoy en el país, le propondré que se vaya conmigo y así, juntas iniciaremos
una nueva etapa en nuestras vidas.
Para la joven Rosemberg, escuchar de los labios de Karina, insinuar una vida al
lado de María José, le supo amargo, como si hubiese bebido una copa de natre.
Lo que originó que se escuchará un pequeño gruñido de su parte. Provocando que
los ojos celeste de Karina, brillaran con un dejo de maldad.
─ No pongas esa cara ─ aclaró
Karina, burlona ─Adriana,
debió advertirte que a mí, me gustan las mujeres y digo esto, por si eres
homofóbica querida.
─ Claro que estoy consciente de tus
preferencias ─ dijo mordaz
Akiane ─ además, no tengo
una mente obstruida por rancios estereotipos de moralidad, de los que se
ufanan otros. Gracias a Dios, me crié en otro país, con una mente más
abierta.
─ Me alegra saberlo ─ advirtió
con saña Karina ─ pues de eso modo,
podrías acompañarme a Inglaterra, para cuando me case con Majo.
Esas palabras lograron el efecto deseado, pues la quijada de Akiane, se tensó
en el acto y una gruesa vena se dejo ver en su cuello y el color de sus ojos,
eran más fríos que la misma noche. Transformando su semblante en algo
aterrador, pero, que no consiguió amedrentar a la joven Sotomayor en lo
absoluto.
“¿será posible?” Se preguntó mentalmente Karina.
En una partida de ajedrez, nadie puede darse por vencedor antes de tiempo y
menos, cuando ha hechos jugadas en solitario, pues el oponente sabe muy bien,
cuándo mover sus fichas y provocar un pequeño jaque mate, para su contrincante
y eso, fue precisamente lo que recibió Akiane. Un golpe de N. K. directo al
centro de su corazón.
─ Acompáñame, será mejor ─ demandó
Akiane ─ Greta, nos espera.
─ Dame, un minuto ─ señaló
Irónica Karina ─ déjame ponerme un
chaleco, pues me dio frío con sólo verte.
Akiane, la fulminó con la mirada, provocando que una sonrisa diabólica se
asomara en la comisura de los labios de Karina, que entró rauda a su
habitación, asegurándose de cerrar y así, poder sacar su móvil de su espalda y
esconderlo pronto. Antes, se aseguró de apagarlo para no levantar sospechas,
pues estuvo a punto de ser descubierta y salió librada por muy poco.
─ ¡Rayos!, ¿por qué dije una cosa así? ─ Se recriminó Karina ─ cómo
sea, era la única forma de hacerle probar un poco de su propia
medicina.
Tras colocarse un chaleco y se aprestó a salir de su dormitorio, pero al estar
afuera de éste, se llevó una sorpresa mayúscula al no encontrarse con Akiane.
Hecho que le causó extrañeza.
“¿Habré dado con su talón de
Aquiles?” reflexionó Karina.
Mientras encaminaba sus pasos en dirección de la cocina, no dejaba de pensar en
ese último hecho. Sin embargo al llegar al lugar, lo primero que notó fue la
presencia de Akiane, de lo más sonriente hablando con Pedro y ni siquiera la
tomó en cuenta.
─ ¿Te sirvo Karina? ─ preguntó
Greta.
─ Por favor ─ respondió
Karina.
─ ¿Cómo estuvo tu día? ─ inquirió
Greta, mientras le servía y así, mantener una conversación con la joven.
─ Fue muy productivo, Greta ─ comentó
Karina ─aprendí
cosas bastante interesantes y conocí a una joven muy simpática, que
no había visto antes.
─ ¿Quién sería? ─ Indagó
Greta ─ aquí trabajan un
total de diez mujeres.
─ Se llama Úrsula ─ afirmó
alegre Karina ─ me comentó que es
la veterinaria de esta hacienda.
Tras mencionar a aquel nombre, Karina, no pudo evitar mirar de reojo a su jefa
y vio que de inmediato fijó su mirada en ella. Apreciar ese brillo en los ojos
de la joven, no hizo más que hacerle sonreírse para sus adentros y disfrutar de
una pequeña victoria personal sobre su enemiga.
─ Sí. Ella pasó a ocupar el lugar de Adriana, tras el
accidente ─ acotó Greta ─ antes
era la ayudante de tu hermana y hacían una dupla estupenda.
─ Me imagino que sí ─ expresó
Karina ─ con lo apasionada
que era Adriana, de su profesión, no podría esperar otra cosa.
─ ¿Y qué tal, te pareció Úrsula? ─ preguntó
de lleno Greta.
─ ¡Um! Una chica estupenda ─ Exclamó
pícara Karina ─ una mujer que no
pasa desapercibida y que vale la pena conocer en profundidad.
─ ¡Ya veo! ─ dijo
Greta, asombrada de ver hacia dónde iban esos comentarios.
─ Digo en todo el sentido de la palabra, estimada
Greta ─ dijo con toda malicia la joven ─ resulta muy
interesante y claro que, en el plano personal aún más (guiñando un ojo a
la mujer)
Greta, se quedó sin palabras, pues se percató de las intenciones de la joven
Sotomayor y ella, cayó en su trampa irremediablemente. Si bien, la muchacha
hasta el momento ha sido sociable con su persona. En esta ocasión, le resultó
extraño verla tan afable en platicar con ella, delante de otras personas.
Por su parte, los otros dos, permanecieron en silencio en todo lo que duró la
conversación de Karina y Greta. El aire en ese lugar se podía cortar con un
hilo, de lo tenso que se puso de pronto. Sin embargo, fue el capataz, que salió
a salvar la tarde; distrayendo a la joven Rosemberg, con asuntos del trabajo,
ya que la mirada de ésta era demasiado dura y quería evitar enfrentamientos
entre ellas.
Además, que de igual forma se conmovió con ella, pues estaba consciente de los
sentimientos que Akiane, profesaba por la joven Sotomayor e intuía, que no
sería nada grato conquistar a una mujer como Karina.
─ Mañana
tendremos a primera hora, funcionando toda la maquinaria en el sector de
baguales ─ comentó Pedro.
─ Perfecto ─ agregó
Akiane, que se percató del intento de su capataz por distraerla.
En ese momento, Karina, que había terminado de almorzar y que se disponía en
lavar todo lo que utilizó, pero que fue detenida por Greta.
─ Deja eso en el lavaplatos, Karina ─ demandó
Greta ─ yo me haré cargo.
Aprovecha para descansar, has tenido un día pesado.
─ Gracias, Greta ─ dijo
Karina, cuando ya se retiraba del lugar, se volteó a ver a su
jefa. ─ por cierto,
Akiane, ¿necesitas algo más de mí?
─ Nada ─ dijo
cortante ésta ─ sólo retírate de mi
vista.
─ Será todo un placer hacerlo ─se mofó Karina.
La joven Sotomayor, se marchó de la cocina con una gran mueca dibujada en sus
labios, signo de la más absoluta provocación, dejando a una Akiane, mordiendo
su rabia.
Al llegar a su dormitorio, se apresuró en sacar su móvil y encenderlo, pero
teniendo la precaución de cerrar con llave su puerta para no ser sorprendida.
Buscó en el registro de llamadas recibidas y dio con el último número y marcó
en el acto.
─ ¡Karina! ─ se
escuchó al otro lado de la línea.
─ Majo –dijo Karina ─ discúlpame
por haberte dejado hablando sola, pero me vi en la obligación de hacerlo,
pues habían moros en la costa.
─ Te refieres a tu carcelera ─ indagó
Majo.
─ ¡Quién más! –Comentó seca Karina─ ella
no sabe que tengo medios para estar en contacto contigo e Ignacia. Es de suma
importancia, mantener todo oculto.
─ Comprendo ─ acotó
Majo ─ esa idiota de
Akiane, ha pasado por encima de todo, al tenerte forzada en ese lugar
y sin respetar siquiera tu voluntad.
─ Eso lo sé muy bien ─ agregó
Karina ─ pero descuida, muy
pronto le haré lamentar su osadía.
─ Sigues impresionándome aún, mi querida Karina ─ susurró
sensual Majo ─ esa es la
mujer que conocí y recuerdo hasta hoy.
─ sigo siendo la misma, Majo ─ dijo
burlona Karina ─pero,
existe una diferencia con la antigua Karina y es que, sé jugar muy
bien mis cartas y puedo golpear muy duro, cuando me provocan.
─¡Ups! ─ Exclamó
divertida Majo ─ ya Nacha, me
advirtió de que venías cambiada y para mejor.
-Todos aprendemos de nuestros
errores, Majo –mencionó Karina –por cierto, ¿cómo has estado tú? Han sido
muchos años sin vernos y que por lo demás, tenemos una conversación pendientes
tú y yo.
-No hay plazo que no se cumpla, ¿no
es así, Karina? –Aclaró de frentón Majo.
-En efecto –sentenció Karina –te lo
advertí antes de irme. Sin embargo, lo veremos en su debido momento, pues
necesitaré de ti, para librarme de la albacea de mi hermana.
-cuenta conmigo para lo que sea
–agregó de inmediato Majo –es lo menos que puedo hacer por ti, después de
haberte fallado.
-Olvidémonos del pasado por el
momento –sentenció Karina –ya habrá tiempo para eso. Ahora, cuéntame, ¿qué es
de tu vida?
-Bien, dentro de lo que se puede
decir –expresó Majo –me recibí de médico y luego, me fui a EE.UU a
especializarme en Neurocirugía Infantil y regresé no hace mucho al país.
-¡Eso es excelente! Te felicito Majo
–Exclamó Karina –aunque te confieso, que internamente creía, que te irías por
la Pediatría.
-Mi madre, también daba por sentado
que eso escogería al final –agregó Majo- sin embargo, siempre he querido ayudar
de un modo más profundo, a los males que suelen atacar a los niños.
-Comprendo –dijo Karina – y en lo
personal, ¿estás casada ya?
-¡Cómo se te ocurre! –Reprochó seca
Majo –no haría una estupidez como esa, por seguir ridículas tradiciones y mucho
menos por el qué dirán.
-Eso lo sé muy bien –agregó Karina
–mi pregunta, apuntaba a la otra clase de matrimonio, Majo. Aunque en este país
un hecho así, no suceda.
-Disculpa –mencionó Majo –pensé que
te referías a lo otro. La respuesta a tu pregunta, es no.
-¿por qué no? –Inquirió curiosa
Karina –eres una mujer bella, inteligente y una excelente profesional, cómo
diría mi madre, un gran partido.
-No seas ridícula –bromeó Majo – en
asuntos del corazón, lo que menos cuenta es la clase social o condición física,
pues él no reconoce ese tipo de prejuicios nuestros. El amor, llega a tu vida
sin pedirte permisos y se instala en lo más profundo de tu ser y escoge
libremente a quién pertenecer.
-Muy cierto –acotó Karina –pero aún,
no respondes mi pregunta.
-Muy simple –respondió Majo –porqué a
la única persona que amado en mi vida, se marchó a otro país.
Karina, guardó silencio por unos
segundos, pues intuía, de qué podría tratarse de ella…
-Esa persona eres tú, Karina –confesó
Majo –lamentablemente, te lastimé por tratar de hacerte ver que estaban jugando
contigo y tuve que asumir mi error, el día en que te vi marchar.
-Esa, no era la forma de hacerme ver
que me engañaban –expuso seria Karina –podía haber esperado eso de cualquier
persona, menos de ti, Majo.
-Lo sé. No sabes cuánto me ha
arrepentido de ello –explicó Majo –no habido un día, en que no me lamente de
esa decisión.
-¿Tienes idea, de lo qué sentí al
verlas? –Preguntó Karina –sentí que me arrancaban el corazón de cuajo, mi mejor
amiga junto a la mujer que amaba. Ambas, me traicionaron ese día y aunque te
justifiques, que deseabas probarme la mala clase, que era Melisa.
-¿Podrás perdonarme algún día?
–preguntó majo, con la voz quebrada.
-Despreocúpate. No te guardo rencor
alguno, Majo –mencionó Karina –claro que en ese momento, sí te odie, por
arrancarme la ilusión de mi corazón.
-Perdóname, Karina –señaló Majo –sólo
quería mostrarte que ella, hace mucho que te era infiel.
-¿cuántas veces estuviste con ella?
–indagó Karina.
-Sólo ese día –explicó Majo –de
hecho, eso fue una trampa para dejar al descubierto a Melisa, frente a ti.
-¿Trampa? –Inquirió confusa Karina
–explícate, Majo.
-Por accidente me topé con Melisa, en
un pub en La Serena –comentó Majo –aunque me extraño muchísimo verla sin ti, le
resté importancia, pues creía que se estaba divirtiendo nada más. Sin embargo,
una hora más tarde, la vi de lo más acaramelada con una chica más joven.
-¿Cuándo fue eso? –preguntó Karina.
-Un año antes de que te marcharas
–indicó Majo.
-Ya veo –dijo Karina –supongo que
desde eso tiempo, que Melisa, me engañaba.
-Temo, que fue mucho más atrás
–comentó Majo –pues una colega mía, tuvo un romance con ella, en el tiempo que
nosotras estábamos en la universidad.
Karina, ya no se extrañaba de lo que
podían decirle de su ex pareja, al parecer, acostumbraba a jugar con todas las
mujeres que encontraba a su paso.
-Dime una cosa –especuló Karina –
¿cuánto tiempo planeaste montar ese teatro tuyo?
-Para serte sincera –explicó Majo –me
llevó un buen tiempo ganarme su confianza, pero una noche en qué tú, fuiste de
viaje a Copiapó, tu noviecita se me insinuó, diciendo que había que aprovechar
la salida del gato para hacer fiesta.
-¿Cuánto tiempo? –apremió Karina.
-Llevaba planeándolo alrededor de
ocho meses –aseveró Majo.
-ya veo –dijo Karina –tiempo
suficiente, en el qué podrías habérmelo dicho y así, evitado esa traición de tu
parte.
-¿Me hubieras creído en ese momento?
–inquirió Majo.
-Por la situación en que me
encontraba no –respondió seca Karina –pero hubiera preferido mil veces,
encontrarme a Melisa con cualquier otra mujer, en vez de ti.
-Karina, lo que hice estuvo mal desde
un principio –comentó Majo –pero fue el único medio que encontré para
desenmascararla. Créeme, me arrepentiré el resto de mi vida.
Karina, suspiró amargamente, al traer malos recuerdos a la memoria.
Definitivamente, este día había estado marcado por el pasado. Pero, era tiempo
de dar un paso al presente y continuar con su camino. Aquella mujer, ya
no significaba nada en su vida. Era tiempo, de cerrar una historia y qué mejor
manera de hacerlo, que aclarando las cosas con una de las protagonistas de su
cruz.
-Ya no tiene caso que continuemos hablando de ella –demandó Karina –lo hecho
está y formará parte del pasado. Para mí, está muerto y sacramentado.
-¿segura? –preguntó reacia Majo.
-Muy segura de ello –señaló Karina –
al punto que queda cancelada esa conversación pendiente. Tengo cosas mejores de
que preocuparme ahora.
-comprendo –expuso Majo -¿en qué
deseas que te ayude?
-Majo, voy a confiar en ti –comentó
Karina –lo que necesito que tú hagas, es lo siguiente…
Mientras, Karina, procedió a
explicarle su plan a Majo. En otro sitio de la casa.
Akiane, luego de almorzar; mejor dicho, que trató de digerir, ya que le supo
mal y amargo a la vez. Trabajaba desde hace un buen rato en su despacho,
revisando facturas y documentos que debería presentar en unos días más en
distintos departamentos del municipio de Puerto Varas.
Sin embargo, por más que se
esforzaba, no conseguía dejar de pensar en aquellas crueles palabras, que le
herían en lo más profundo de su corazón.
-Nunca te entregaré a la mujer que amo, maldita Majo –rabió Akiane, golpeando
fuerte su escritorio con la mano izquierda –ella es para mí y no estoy
dispuesta a renunciar a Karina.
Akiane, no es mujer de perder la calma y mucho menos, dejarse amedrentar por
las circunstancias adversas. Siempre le ha hecho frente a situaciones complejas
y tres, han marcado su vida.
El primer suceso que marcó su vida, fue la separación de sus padres por
posturas irreconciliables que suelen tener los adultos y que los niños son
ajenos a todo ello, pero son a la larga los más perjudicados. Su padre,
ciudadano Australiano, decidió llevarse a su hija y dejar al niño con su madre.
Sólo una tragedia volvería a reunir a toda la familia y decidieron establecerse
nuevamente en Chile.
La segunda fue, asumir su condición frente a su madre, un poco
antes de que ésta falleciera en un accidente. Eleonor (madre) era una
mujer arraigada en principios y valores morales muy severos y no aceptó
un hecho de esa magnitud y culpaba a su esposo, por fomentar en su hija
tales sentimientos, por habérsela quitado y llevársela a vivir a Australia.
Sólo en su agonía pudo comprender los sentimientos de la joven y alcanzó a
disculparse antes de fallecer.
La tercera y tal vez, la más dura de asumir, fue perder a su padre, hermano y
cuñada en un mismo accidente, mientras venían de regreso de unas vacaciones y
de las cuales, ella no viajó por razones de salud. Dejándola en una completa
orfandad familiar. Aunque, habían un par de tíos y primos en Australia, pero no
era lo mismo para la joven.
De su padre, aprendió que en la vida hay que hacerle frente a todo tipo de
cosas y que si bien, se debía liberar al corazón por medio del llanto, tenía
que ser muy breve y ponerse de pie cuanto antes y proseguir con su camino, pues
la vida continua y no se detendrá por más que lo desees algunas veces.
Ahora, debía enfrentarse con una situación compleja en un principio, ya que
después de que Adriana, le confesará en su lecho de muerte, aquellas extrañas
visiones que la ligaban a su hermana menor. Al comienzo, quiso restarle
importancia, pues la susodicha no pasaba de ser una simple desconocida que
debía retener en su hogar hasta que se cumpliera el plazo que acordasen en la
clínica. Sin embargo, todo cambiaría con ese fugaz encuentro que tuviesen ambas
en la ciudad de Puerto Varas y que por cierto, fue una movida de piso bastante
fuerte para la joven Rosemberg, pues quedó prendada de aquella joven mal
educada.
Al recordar esos episodios en su vida. Consiguió serenarla un poco y darse una
pequeña bofetada mental, para no perder de vista, su objetivo principal y
recobró de inmediato su espíritu de pelea.
-No perderé –murmuró Akiane –ya lo verás Karina. Ni todas las Majo del mundo
conseguirán apartarte de mi lado.
Tras recuperar su acostumbrada forma de ser. Una sonrisa más burlona que nunca,
se dibujó en sus labios. Con sólo pensar en lo que le depararía en unos meses
más a su amada citadina.
Mientras en el cuarto de Karina.
-Espero que hayas comprendido bien, Majo –demandó Karina.
-Perfectamente –aclaró Majo –ha
quedado claro como el agua, mi bella Karina.
-Estupendo –señaló Karina –ahora
deberás llamarme sólo en las noches, no me puedo arriesgar que esa idiota me
descubra.
-Comprendo –afirmó Majo –esa infeliz
debe estar al pendiente de cualquier movimiento que tú hagas.
-Algo por el estilo –agregó seca
Karina –pero no te preocupes, sé cuidarme muy bien de personas como ella.
-Por tus palabras, deduzco que la
aborreces demasiado –resaltó Majo.
-Te parece poco, privarme de mi
libertad y someterme a todos sus caprichos. Por el simple hecho de seguir un
testamento –ironizó Karina.
-Adriana y esa mujer, perdieron la
razón –masculló Majo –no debes dejarte vencer Karina. Todas nosotras te vamos
ayudar en todo lo que necesites y no descansaremos hasta conseguir tu libertad.
-Lo sé, Majo –mencionó Karina –al
menos me queda la dicha de contar con ustedes y eso, es más que suficiente para
mí.
-Nunca te dejare sola Karina –acotó
Majo.
-Gracias –respondió ésta –ahora debo
colgar. Tengo que hablar con esa mujercita por unos asuntos pendientes.
-No confíes en ella –demandó Majo –es
una mentirosa convulsiva.
-¿Por qué lo dices? –preguntó con
mucha curiosidad la joven Sotomayor.
-Supongo que no estás enterada que mi
madre y yo fuimos hasta la hacienda y preguntamos por ti y la muy descarada te
negó –relató Majo –esa sinvergüenza tuvo la osadía de señalar que no sabía que
Adriana tuviese una hermana.
-¿De verdad dijo eso? –inquirió
confusa Karina.
-Sí. Esa Akiane, es una cínica de lo
peor –alegó con molestia Majo.
-Ya veo –acotó Karina –tendré en
cuenta tus palabras. Ahora, me despido Majo, estamos en contacto.
-Claro que sí –aseveró Majo –una
última cosa, antes de que te cortes.
-Dime –apremió ésta.
-Te quiero –expuso Majo, cortando en
el acto la llamada.
Esas últimas palabras, dejaron una sensación extraña en el pecho de Karina,
pues nunca se imaginó que María José, estuviera enamorada de ella. Nunca hubo
un indicio siquiera que delatase ese sentimiento de parte de la joven. Siempre
la vio como una amiga muy querida en la que confiaba plenamente y habían
formado un fuerte lazo de amistad desde sus tiempos en la universidad y
también, por los vínculos que tenían sus madres.
-No me puede estar pasando esto a mí –se quejó la joven –la vida es tan extraña
a veces. Siento que se ha ensañado conmigo. Primero Melisa, ahora Majo y para
colmo de males, ella, mi karma.
Karina sacudió su cabeza, en un intento de dejar de torturarse con cosas que no
puede explicar y menos comprender en este momento. Guardó su móvil en el lugar
de siempre y salió de su dormitorio, en busca de la persona que menos desea
tener un tipo de contacto, pero dada las circunstancias, debe hacerle frente
quiéralo o no.
Llegó hasta la cocina y preguntó a Greta por su jefa. Ésta le indicó que se
encontraba en su despacho trabajando. La joven se despidió de la mujer y se fue
rumbo al despacho. Al llegar al lugar, respiró profundamente dándose ánimos
para estar lo más relajada posible y evitar una confrontación con ella.
Tras golpear su puerta. Escuchó su inconfundible voz, la que le indicaba
entrar. Al momento de cerrar la puerta y voltear a verla, sintió de inmediato
su mirada clavada en ella, de una forma más intensa de lo habitual y ello, hizo
que tragará saliva, pues la puso un tanto nerviosa.
─ ¿ A qué debo el honor de tu visita? ─ preguntó
Akiane.
Mientras cruzaba sus manos recargadas sobre el escritorio y apoyaba su mentón
en ellas y así, la dejaba en una posición donde no perdía detalle
alguno de su huésped.
─ Necesito hablar contigo un momento ─señaló Karina.
─ Primero que nada ─ indicó
Akiane ─ toma asiento. No
hablaré contigo estando de pie.
A Karina, no le quedó de otra que
seguir sus indicaciones, por más que deseó en ese instante mantenerse a
kilómetros de ella. Una vez, que se ubicó y quedó de frente a ella, lamentó su
decisión, ya que tuvo plena consciencia que su mirada la traspasaba y sintió
cómo la desnudaba con ese acto. Dejando a una temblorosa Karina.
«¡Mi
Dios! Esta mujer me descontrola con su sola presencia» –se
lamentaba mentalmente la joven.
─ ¡Bien! ─ Señaló
Akiane ─ ¿De
qué deseabas hablar?
─ Necesito salir de la hacienda─ mencionó
Karina.
─ ¿Y por qué sería ello?─ preguntó
indiferente Akiane.
─ Debo ir a Puerto Varas para comprar más ropa ─ expuso
Karina ─ cómo no dejarás que
vaya sola. Deseo que uno de tus trabajadores me acompañe; digo esto,
para que te asegures que no escaparé.
─ Aunque lo intentaras, no llegarías más que a unos
ciento de metros ─ provocó Akiane.
─ Puedes dejar de lado las ironías ─ exclamó
seca Karina ─ ¿nunca
te cansarás de ello?
─ Lo haré, siempre y cuando tú dejes de estar a
la defensiva conmigo ─ replicó Akiane.
─ No pretendo ser tu amiga, Akiane ─ señaló
Karina ─ serías la última
persona en serlo. Pero podemos tratar de llevar las cosas en paz.
─ Nadie habló de amistad, querida ─ ironizó
ésta ─ no encajas dentro
de lo que son mis conceptos para ese término. Dudo que pueda verte
como amiga.
─ ¡Olvídalo! ─ Exclamó
Karina ─ pues precisamente
no eres un monumento a lo que se podría llamar algo sociable y que
uno pudiera profundizar en un vínculo más estrecho contigo.
─ ¡Profundizar! ─ Se
burló Akiane ─ interesante
propuesta. Será un placer descubrir facetas ocultas de tu persona.
Karina abrió muchísimo sus ojos, al escuchar y comprobar hacia dónde iban
sus insinuaciones. Aunque fuese una mujer hábil en esconder sus sentimientos,
esta vez no pudo evitar sentirse más incómoda y que un leve rubor cubriese sus
mejillas. Esa mujer, tenía o estaba adquiriendo la mala costumbre desarmarla
con ese tipo de comentarios y eso, ya no le estaba agradando en lo absoluto,
pues se sentía intimidada en su privacidad.
-Creo que nos estamos desviando del tema –se apresuró a decir Karina.
-¿Tú así lo crees? –provocó Akiane,
con un tono de voz demasiado meloso.
-Por supuesto –mencionó Karina, con
un pequeño temblor en su voz.
-¡mm! –murmuró Akiane, que la observó
de los más divertida al percatarse de lo nerviosa que ésta se encontraba en su presencia.
-¿Me darás el permiso? –Preguntó de
lleno Karina –es todo lo que necesito saber y el día en qué puedo hacerlo.
-¡Cuánta ansiedad, mi bella citadina!
–exclamó la joven Rosemberg.
-Déjame de llamarme de ese modo
–demandó seria Karina –tengo nombre por si no lo sabías.
-Cómo tu digas, mi hermosa Karina
–añadió Karina con malicia – ¿eso te complace más?
-¡Uf! –Resopló Karina -¡olvídalo! Has
de cuenta que no te dije nada.
-Difícil –señaló Akiane – ya lo
pediste y tus deseos serán órdenes para mí.
-¿Te estás burlando de mí? –preguntó
con asombro Karina.
-Para nada, mi dulce Karina –refutó
Akiane – ¿me crees capaz de una cosa así?
-De ti, puedo esperar cualquier cosa,
Akiane –replicó molesta Karina.
-Tienes toda la razón, mi bella
Karina –agregó Akiane –pues tendrás ese permiso que estás solicitando, pero…
-¿Pero qué? –Inquirió Karina –
¿cuáles son tus condiciones, Akiane?
-Irás a Puerto Varas, este sábado
–señaló Akiane –pero, iremos juntas para que puedas comprar todo lo que
necesites.
-¿Contigo? –Preguntó Karina – ¿por
qué?
-Sí, conmigo –señaló Akiane – ¿tienes
algún inconveniente con eso?
-No –replicó en el acto Karina –me da
igual con quién vaya.
-¿Segura? –preguntó burlona Akiane.
-Muy segura –aseveró con firmeza
Karina.
-Perfecto –comentó Akiane –por cierto
este viernes debo pagar tu salario, así que podrás disponer de algo de dinero
para tus gastos.
Karina, no respondió nada, ya que tenía planes para ello. Por lo que
decidió dar por terminada la plática y sin más, se levantó de su lugar
con dirección a la puerta y cuando estaba presta a abrirla fue interrumpida por
su jefa.
─ Por
cierto, Karina –comentó Akiane ─ no
confiaría en una mujer que te traicionó con tu pareja. No es de fiar en
absoluto.
Karina, se volteó en el acto a verla y su semblante lo dijo todo.
-¿te refieres a Majo? –pregunto con molestia Karina.
-¿De quién más podía estar hablando?
–refutó sin emoción Akiane.
-Creo que eso no es asunto tuyo
–replicó Karina –te sugiero que te mantengas al margen de mi vida personal.
-No haré tal cosa –sentenció Akiane
–Sin embargo, puedo decirte que de haber estado en su lugar, hubiera
hecho hasta lo imposible para que te fijases en mí y nunca recurrir a una
treta cómo la que ella usó.
-No te refieras de ese modo a Majo
–reprochó enojada Karina –no te puedes igualar a ella en ningún sentido.
-Jamás pretendería una cosa así
–expuso Akiane – no podría rebajar de esa manera a la mujer que amo.
-Dudo mucho que tú seas capaz de amar
a alguien –refutó seca Karina –con tu forma de ser, espantas a cualquiera
mujer, que esté a cien millas a la redonda.
-Jajaja –bromeó Akiane –no te estaría
tan segura de ello, ya que a la persona que tengo en la mira, no se podrá
escapar de mí.
-La compadezco –se mofó Karina – no
sabe la que le espera. Es una pobre ilusa si te cree.
-¡Um! –Exclamó burlona –lo dudo, pero
habría que preguntárselo a las que trabajan conmigo, haber si alguna comparte
tu punto de vista.
-Por favor –acotó disgustada Karina
–no me hagas reír. Ellas no dirán nada en contra tuyo, tal vez por temor y creo
que la chica en la que estás interesada debe estar en la misma posición.
-Sólo puedo decirte que ella es muy
especial –comentó Akiane –tiene una coraza, con la cual disfraza su verdadera
identidad, pero terminaré por derribar todas sus barreras y le mostraré que es
una mujer que nació para ser amada y que no tiene nada malo volver a confiar en
otra mujer.
-Ese es tu problema Akiane –reprochó
Karina –piensas que es llegar e imponer tu voluntad, sin tomar en cuenta sus
sentimientos. Realmente, no quisiera estar en los zapatos de esa mujer.
-No se trata de imponerla nada, mi
dulce Karina –puntualizó ésta – si no de que ella, es muy difícil de convencer
con métodos tradicionales.
- Y eso te da derecho a pasar por
encima de sus sentimientos y deseos –inquirió Karina –eres el colmo de
petulante.
-Estás equivocada. No haré tal cosa
–refutó Akiane –digamos que ella es reacia a demostrar y dejar ver su corazón,
no quita que le conquiste de un modo especial, ¿no te parece?
-Haz lo que quieras –dijo Karina –no
es asunto mío al final de cuentas. Sólo vine por algo en concreto y ya lo
obtuve, pero te vuelvo a insistir, mi vida privada no es, ni será de tu
incumbencia.
-Me encantaría decir que tienes toda
la razón, encanto –ironizó Akiane –pero estaría siendo deshonesta de mi parte y
creo que no te mereces eso.
-Creo que si fuera por merecer. Tú
has sido mi peor castigo en esta vida por todo aquello malo que hice en ésta
–confidenció Karina –hubiera sabido, lo enmiendo antes de haberme topado
contigo.
─ ¡Qué mal concepto tienes de mí! –Exclamó divertida
Akiane –lástima que no te des el trabajo de conocerme. Te aseguro que te gusto.
-Ni en mis peores pesadillas haría
tal cosa –respondió Karina –no tengo tan mal gusto.
-¡Qué lástima! –Dijo burlona Akiane
–No sabes lo que te pierdes.
-¡Perder!, ja –exclamó mordaz ésta
–me sacaría un gran peso de encima. Sería un milagro sin ser navidad.
-Jajaja –bromeó Akiane –ya verás que
muy pronto te entregaré el mejor obsequio y te aseguro que no lo olvidarás
jamás.
-Ahórrate la molestia, tiempo y
dinero –sentenció Karina –no quiero nada que tenga relación contigo. A menos
que desees devolverme mi libertad y en ese caso, podría reconsiderarlo y
levantarte un monumento a la humanidad, aunque sea sólo por un día.
-Jajaja –rió divertida Akiane
-¡NUNCA!
-En ese caso…púdrete –rabió Karina.
La joven Sotomayor, se dio media vuelta, llena de coraje al ver que cualquier
intento por buscar una salida pacífica, jamás funcionaría entre las dos. Eso
era, como pedir peras al olmo. Nunca ocurriría.
-Karina –llamó Akiane.
-Dime –respondió ésta, sin dejar de
sostener la manija de la puerta, dándole la espalda.
-Eres tan hermosa cuando estás así de
enojada –provocó risueña Akiane.
Karina, perdió el último gramo de paciencia que le quedaba…
-¡Grandísima idiota! –murmuró entre dientes y salió del despacho dando un feroz
portazo en respuesta.
Al salir, escuchó las risotadas por parte de Akiane y una corriente fría
invadió todo su cuerpo, llenándola de cólera mal contenida.
-Un día de estos…te juro que te arrepientes de haberme conocido –profirió
mentalmente la joven.
Mientras se fue rauda a su
habitación y descargó su frustración con su almohada. No se detuvo hasta no
calmar esa rabia que la consumía por dentro. Tenía impotencia de quedar siempre
atada de manos ante Akiane y ver cómo ésta, terminaba siempre burlándose de su
persona. Maldecía una y otra vez el día que decidió regresar a su país y quedar
totalmente prisionera de la perversión de su albacea.
Ajenas al sentir de la joven Sotomayor. Dos mujeres buscarán el modo de
obtener el corazón de la muchacha y para ello, pondrán todo su empeño.
Santiago…Hospital de Neurocirugía,
ubicado en José Manuel Infante…
-Por favor, comuníqueme con el Juez Manzur –solicitó Majo.
-¿De parte de quién? -preguntó su
secretaria.
-María José Rubilar –respondió ésta
–él está esperando mi llamada.
-Enseguida le comunico –indicó ésta.
Por otra parte…Puerto Varas, despacho de la joven Rosemberg…
-¡Buenas tardes, Mauricio! –saludó Akiane.
-Mi bella, Akiane. Que gusto recibir
tu llamada –contestó éste – ¿ha sucedido algo en particular?
-Necesito que averigües todo lo
relacionado con María José Rubilar –solicitó Akiane –sobre todo, quiero saber
sus pasos.
-Comprendo –respondió el abogado –al
parecer te dará qué hacer la hija de Eloísa Izquierdo.
-Podría suceder y quiero saber a qué
atenerme con ella –respondió Akiane.
-Ya veo –señaló el abogado -¿qué
estás pensando?
-Verás…-indicó Akiane.
Mientras todo ello sucedía. En un departamento de calle Klener, de la misma
ciudad. Una joven reflexiona sobre lo sucedido en el transcurso de su día. No
ha podido dejar de pensar en la muchacha que conoció, en su forma de reaccionar
y también de comportarse ante su jefa.
-Karina –murmuró Úrsula, extraviando su vista por el ventanal que daba con la
hermosa vista al lago Llanquihue.
Una historia que recién comenzaba a
tomar forma y dejaba vislumbrar que tomaría ribetes muy especiales, para la
persona que un breve tiempo más, se le denominaría…El ave del paraíso.
2 comentarios:
Excelente cap. De verdad eh quedado fascinada con todos tus FF, de verdad eres grande. Saludos.
Hola!!
Espero el proximo capitulo con impaciencia :DD !! Quede en Mala decision y me muero por el proximo.
Saludos!!
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