mujer y ave

mujer y ave

lunes, 26 de mayo de 2014

Atrapada en mis emociones.


Atada por un testamento, capítulo 8

Karina, sintió como la tierra se abría a sus pies, de la impresión que le causó tener enfrente de ella, a su jefa. Su angustia no podía ser mayor, pues esos ojos verdes, se volvieron duros como el acero al momento de oírle pronunciar el nombre de Majo. Tragó en seco, pues se preparó mentalmente para una pelea inevitable entre ambas.
Para su fortuna y tranquilidad entre comillas. Su móvil, pasó desapercibido entre sus cabellos húmedos y con un movimiento sutil, lo dejó caer entre su cuello y la blusa, perdiéndose en su espalda.

 ¿Cómo me llamaste? ─ preguntó seca Akiane y con una cara de malas pulgas.
 A ti, no te he llamado por ningún nombre ─ aclaró molesta Karina ─ no te creas la gran cosa. El mundo no gira en torno tuyo.



─ No me vengas con discursos baratos, para desviar la atención de lo que te pregunté demandó Akiane ─ respóndeme de una buena vez.
─ como tú quieras ─ expresó con indiferencia Karina ─ dije: “Majo” y es por qué, me acordé de ella. Para tu información, ha sido una persona muy importante en mi vida y es lógico, qué la entrañe y desee verla. Más que mal, estuve ausente del país por más de siete años.
─ Mientras vivas conmigo, no la verás ─ sentenció ruda Akiane.
─ No se necesita ser muy inteligente para darse cuenta de eso ─ puntualizó mordaz Karina ─ en todos los casos, no me preocupa, ya que un año pasa volando.
─ Será el año más largo de tu vida ─ amenazó Akiane ─ eso te lo puedo asegurar.
─ Di lo que quieras ─ señaló Karina ─ tarde o temprano, tendré que irme de esta hacienda y podré ver a Majo. Aprovechando que estoy en el país, le propondré que se vaya conmigo y así, juntas iniciaremos una nueva etapa en nuestras vidas.

Para la joven Rosemberg, escuchar de los labios de Karina, insinuar una vida al lado de María José, le supo amargo, como si hubiese bebido una copa de natre. Lo que originó que se escuchará un pequeño gruñido de su parte. Provocando que los ojos celeste de Karina, brillaran con un dejo de maldad.

─ No pongas esa cara ─ aclaró Karina, burlona Adriana, debió advertirte que a mí, me gustan las mujeres y digo esto, por si eres homofóbica querida.
─ Claro que estoy consciente de tus preferencias ─ dijo mordaz Akiane ─ además, no tengo una mente obstruida por rancios estereotipos de moralidad, de los que se ufanan otros. Gracias a Dios, me crié en otro país, con una mente más abierta.
─ Me alegra saberlo ─ advirtió con saña Karina ─ pues de eso modo, podrías acompañarme a Inglaterra,  para cuando me case con Majo.

Esas palabras lograron el efecto deseado, pues la quijada de Akiane, se tensó en el acto y una gruesa vena se dejo ver en su cuello y el color de sus ojos, eran más fríos que la misma noche. Transformando su semblante en algo aterrador, pero, que no consiguió amedrentar a la joven Sotomayor en lo absoluto.

“¿será posible?” Se preguntó mentalmente Karina.

En una partida de ajedrez, nadie puede darse por vencedor antes de tiempo y menos, cuando ha hechos jugadas en solitario, pues el oponente sabe muy bien, cuándo mover sus fichas y provocar un pequeño jaque mate, para su contrincante y eso, fue precisamente lo que recibió Akiane. Un golpe de N. K. directo al centro de su corazón.

─ Acompáñame, será mejor ─ demandó Akiane ─ Greta, nos espera.
─ Dame, un minuto ─ señaló Irónica Karina ─ déjame ponerme un chaleco, pues me dio frío con sólo verte.

Akiane, la fulminó con la mirada, provocando que una sonrisa diabólica se asomara en la comisura de los labios de Karina, que entró rauda a su habitación, asegurándose de cerrar y así, poder sacar su móvil de su espalda y esconderlo pronto. Antes, se aseguró de apagarlo para no levantar sospechas, pues estuvo a punto de ser descubierta y salió librada por muy poco.

─ ¡Rayos!, ¿por qué dije una cosa así? ─ Se recriminó Karina ─ cómo sea, era la única forma de hacerle probar  un poco de su propia medicina.

Tras colocarse un chaleco y se aprestó a salir de su dormitorio, pero al estar afuera de éste, se llevó una sorpresa mayúscula al no encontrarse con Akiane. Hecho que le causó extrañeza.
“¿Habré dado con su talón de Aquiles?” reflexionó Karina.

Mientras encaminaba sus pasos en dirección de la cocina, no dejaba de pensar en ese último hecho. Sin embargo al llegar al lugar, lo primero que notó fue la presencia de Akiane, de lo más sonriente hablando con Pedro y ni siquiera la tomó en cuenta.

─ ¿Te sirvo Karina? ─ preguntó Greta.
─ Por favor ─ respondió Karina.
─ ¿Cómo estuvo tu día? ─ inquirió Greta, mientras le servía y así, mantener una conversación con la joven.
─ Fue muy productivo, Greta ─ comentó Karina aprendí cosas bastante interesantes y conocí a una joven muy simpática, que no había visto antes.
─ ¿Quién sería? ─ Indagó Greta ─ aquí trabajan un total de diez mujeres.
─ Se llama Úrsula ─ afirmó alegre Karina ─ me comentó que es la veterinaria de esta hacienda.

Tras mencionar a aquel nombre, Karina, no pudo evitar mirar de reojo a su jefa y vio que de inmediato fijó su mirada en ella. Apreciar ese brillo en los ojos de la joven, no hizo más que hacerle sonreírse para sus adentros y disfrutar de una pequeña victoria personal sobre su enemiga.

─ Sí. Ella pasó a ocupar el lugar de Adriana, tras el accidente ─ acotó Greta ─ antes era la ayudante de tu hermana y hacían una dupla estupenda.
─ Me imagino que sí ─ expresó Karina ─ con lo apasionada que era Adriana, de su profesión, no podría esperar otra cosa.
─ ¿Y qué tal, te pareció Úrsula? ─ preguntó de lleno Greta.
─ ¡Um! Una chica estupenda ─ Exclamó pícara Karina ─ una mujer que no pasa desapercibida y que vale la pena conocer en profundidad.
─ ¡Ya veo! ─ dijo Greta, asombrada de ver hacia dónde iban esos comentarios.
─ Digo en todo el sentido de la palabra, estimada Greta ─ dijo con toda malicia la joven ─ resulta muy interesante y claro que, en el plano personal aún más (guiñando un ojo a la mujer)

Greta, se quedó sin palabras, pues se percató de las intenciones de la joven Sotomayor y ella, cayó en su trampa irremediablemente. Si bien, la muchacha hasta el momento ha sido sociable con su persona. En esta ocasión, le resultó extraño verla tan afable en platicar con ella, delante de otras personas.

Por su parte, los otros dos, permanecieron en silencio en todo lo que duró la conversación de Karina y Greta. El aire en ese lugar se podía cortar con un hilo, de lo tenso que se puso de pronto. Sin embargo, fue el capataz, que salió a salvar la tarde; distrayendo a la joven Rosemberg, con asuntos del trabajo, ya que la mirada de ésta era demasiado dura y quería evitar enfrentamientos entre ellas. 

Además, que de igual forma se conmovió con ella, pues estaba consciente de los sentimientos que Akiane, profesaba por la joven Sotomayor e intuía, que no sería nada grato conquistar a una mujer como Karina.

─ Mañana tendremos a primera hora, funcionando toda la maquinaria en el sector de baguales ─ comentó Pedro.
─ Perfecto ─ agregó Akiane, que se percató del intento de su capataz por distraerla.

En ese momento, Karina, que había terminado de almorzar y que se disponía en lavar todo lo que utilizó, pero que fue detenida por Greta.

─ Deja eso en el lavaplatos, Karina ─ demandó Greta ─ yo me haré cargo. Aprovecha para descansar, has tenido un día pesado.
─ Gracias, Greta ─ dijo Karina, cuando ya se retiraba del lugar, se volteó a ver  a su jefa. ─ por cierto, Akiane, ¿necesitas algo más de mí?
─ Nada ─ dijo cortante ésta ─ sólo retírate de mi vista.
─ Será todo un placer hacerlo se mofó Karina.

La joven Sotomayor, se marchó de la cocina con una gran mueca dibujada en sus labios, signo de la más absoluta provocación, dejando a una Akiane, mordiendo su rabia.

Al llegar a su dormitorio, se apresuró en sacar su móvil y encenderlo, pero teniendo la precaución de cerrar con llave su puerta para no ser sorprendida. Buscó en el registro de llamadas recibidas y dio con el último número y marcó en el acto.

─ ¡Karina! ─ se escuchó al otro lado de la línea.
─ Majo –dijo Karina ─ discúlpame por haberte dejado hablando sola, pero me vi en la obligación de hacerlo, pues habían moros en la costa.
─ Te refieres a tu carcelera ─ indagó Majo.
─ ¡Quién más! –Comentó seca Karina─ ella no sabe que tengo medios para estar en contacto contigo e Ignacia. Es de suma importancia, mantener todo oculto.
─ Comprendo ─ acotó Majo ─ esa idiota de Akiane, ha pasado por encima de todo, al tenerte forzada en ese lugar y sin respetar siquiera tu voluntad.
─ Eso lo sé muy bien ─ agregó Karina ─ pero descuida, muy pronto le haré lamentar su osadía.
─ Sigues impresionándome aún, mi querida Karina ─ susurró sensual Majo ─ esa es la mujer que conocí y recuerdo hasta hoy.
─ sigo siendo la misma, Majo ─ dijo burlona Karina pero, existe una diferencia con la antigua Karina y es que, sé jugar muy bien mis cartas y puedo golpear muy duro, cuando me provocan.
¡Ups! ─ Exclamó divertida Majo ─ ya Nacha, me advirtió de que venías cambiada y para mejor.
-Todos aprendemos de nuestros errores, Majo –mencionó Karina –por cierto, ¿cómo has estado tú? Han sido muchos años sin vernos y que por lo demás, tenemos una conversación pendientes tú y yo.
-No hay plazo que no se cumpla, ¿no es así, Karina? –Aclaró de frentón Majo.
-En efecto –sentenció Karina –te lo advertí antes de irme. Sin embargo, lo veremos en su debido momento, pues necesitaré de ti, para librarme de la albacea de mi hermana.
-cuenta conmigo para lo que sea –agregó de inmediato Majo –es lo menos que puedo hacer por ti, después de haberte fallado.
-Olvidémonos del pasado por el momento –sentenció Karina –ya habrá tiempo para eso. Ahora, cuéntame, ¿qué es de tu vida?
-Bien, dentro de lo que se puede decir –expresó Majo –me recibí de médico y luego, me fui a EE.UU a especializarme en Neurocirugía Infantil y regresé no hace mucho al país.
-¡Eso es excelente! Te felicito Majo –Exclamó Karina –aunque te confieso, que internamente creía, que te irías por la Pediatría.
-Mi madre, también daba por sentado que eso escogería al final –agregó Majo- sin embargo, siempre he querido ayudar de un modo más profundo, a los males que suelen atacar a los niños.
-Comprendo –dijo Karina – y en lo personal, ¿estás casada ya?
-¡Cómo se te ocurre! –Reprochó seca Majo –no haría una estupidez como esa, por seguir ridículas tradiciones y mucho menos por el qué dirán.
-Eso lo sé muy bien –agregó Karina –mi pregunta, apuntaba a la otra clase de matrimonio, Majo. Aunque en este país un hecho así, no suceda.
-Disculpa –mencionó Majo –pensé que te referías a lo otro. La respuesta a tu pregunta, es no.
-¿por qué no? –Inquirió curiosa Karina –eres una mujer bella, inteligente y una excelente profesional, cómo diría mi madre, un gran partido.
-No seas ridícula –bromeó Majo – en asuntos del corazón, lo que menos cuenta es la clase social o condición física, pues él no reconoce ese tipo de prejuicios nuestros. El amor, llega a tu vida sin pedirte permisos y se instala en lo más profundo de tu ser y escoge libremente a quién pertenecer.
-Muy cierto –acotó Karina –pero aún, no respondes mi pregunta.
-Muy simple –respondió Majo –porqué a la única persona que amado en mi vida, se marchó a otro país.
Karina, guardó silencio por unos segundos, pues intuía, de qué podría tratarse de ella…
-Esa persona eres tú, Karina –confesó Majo –lamentablemente, te lastimé por tratar de hacerte ver que estaban jugando contigo y tuve que asumir mi error, el día en que te vi marchar.
-Esa, no era la forma de hacerme ver que me engañaban –expuso seria Karina –podía haber esperado eso de cualquier persona, menos de ti, Majo.
-Lo sé. No sabes cuánto me ha arrepentido de ello –explicó Majo –no habido un día, en que no me lamente de esa decisión.
-¿Tienes idea, de lo qué sentí al verlas? –Preguntó Karina –sentí que me arrancaban el corazón de cuajo, mi mejor amiga junto a la mujer que amaba. Ambas, me traicionaron ese día y aunque te justifiques, que deseabas probarme la mala clase, que era Melisa.
-¿Podrás perdonarme algún día? –preguntó majo, con la voz quebrada.
-Despreocúpate. No te guardo rencor alguno, Majo –mencionó Karina –claro que en ese momento, sí te odie, por arrancarme la ilusión de mi corazón.
-Perdóname, Karina –señaló Majo –sólo quería mostrarte que ella, hace mucho que te era infiel.
-¿cuántas veces estuviste con ella? –indagó Karina.
-Sólo ese día –explicó Majo –de hecho, eso fue una trampa para dejar al descubierto a Melisa, frente a ti.
-¿Trampa? –Inquirió confusa Karina –explícate, Majo.
-Por accidente me topé con Melisa, en un pub en La Serena –comentó Majo –aunque me extraño muchísimo verla sin ti, le resté importancia, pues creía que se estaba divirtiendo nada más. Sin embargo, una hora más tarde, la vi de lo más acaramelada con una chica más joven.
-¿Cuándo fue eso? –preguntó Karina.
-Un año antes de que te marcharas –indicó Majo.
-Ya veo –dijo Karina –supongo que desde eso tiempo, que Melisa, me engañaba.
-Temo, que fue mucho más atrás –comentó Majo –pues una colega mía, tuvo un romance con ella, en el tiempo que nosotras estábamos en la universidad.
Karina, ya no se extrañaba de lo que podían decirle de su ex pareja, al parecer, acostumbraba a jugar con todas las mujeres que encontraba a su paso.
-Dime una cosa –especuló Karina – ¿cuánto tiempo planeaste montar ese teatro tuyo?
-Para serte sincera –explicó Majo –me llevó un buen tiempo ganarme su confianza, pero una noche en qué tú, fuiste de viaje a Copiapó, tu noviecita se me insinuó, diciendo que había que aprovechar la salida del gato para hacer fiesta.
-¿Cuánto tiempo? –apremió Karina.
-Llevaba planeándolo alrededor de ocho meses –aseveró Majo.
-ya veo –dijo Karina –tiempo suficiente, en el qué podrías habérmelo dicho y así, evitado esa traición de tu parte.
-¿Me hubieras creído en ese momento? –inquirió Majo.
-Por la situación en que me encontraba no –respondió seca Karina –pero hubiera preferido mil veces, encontrarme a Melisa con cualquier otra mujer, en vez de ti.
-Karina, lo que hice estuvo mal desde un principio –comentó Majo –pero fue el único medio que encontré para desenmascararla. Créeme, me arrepentiré el resto de mi vida.

Karina, suspiró amargamente, al traer malos recuerdos a la memoria. Definitivamente, este día había estado marcado por el pasado. Pero, era tiempo de dar un  paso al presente y continuar con su camino. Aquella mujer, ya no significaba nada en su vida. Era tiempo, de cerrar una historia y qué mejor manera de hacerlo, que aclarando las cosas con una de las protagonistas de su cruz.

-Ya no tiene caso que continuemos hablando de ella –demandó Karina –lo hecho está y formará parte del pasado. Para mí, está muerto y sacramentado.
-¿segura? –preguntó reacia Majo.
-Muy segura de ello –señaló Karina – al punto que queda cancelada esa conversación pendiente. Tengo cosas mejores de que preocuparme ahora.
-comprendo –expuso Majo -¿en qué deseas que te ayude?
-Majo, voy a confiar en ti –comentó Karina –lo que necesito que tú hagas, es lo siguiente…
Mientras, Karina, procedió a explicarle su plan a Majo. En otro sitio de la casa.

Akiane, luego de almorzar; mejor dicho, que trató de digerir, ya que le supo mal y amargo a la vez. Trabajaba desde hace un buen rato en su despacho, revisando facturas y documentos que debería presentar en unos días más en distintos departamentos del municipio de Puerto Varas.
Sin embargo, por más que se esforzaba, no conseguía dejar de pensar en aquellas crueles palabras, que le herían en lo más profundo de su corazón.

-Nunca te entregaré a la mujer que amo, maldita Majo –rabió Akiane, golpeando fuerte su escritorio con la mano izquierda –ella es para mí y no estoy dispuesta a renunciar a Karina.

Akiane, no es mujer de perder la calma y mucho menos, dejarse amedrentar por las circunstancias adversas. Siempre le ha hecho frente a situaciones complejas y tres, han marcado su vida.

El primer suceso que marcó su vida, fue la separación de sus padres por posturas irreconciliables que suelen tener los adultos y que los niños son ajenos a todo ello, pero son a la larga los más perjudicados. Su padre, ciudadano Australiano, decidió llevarse a su hija y dejar al niño con su madre. Sólo una tragedia volvería a reunir a toda la familia y decidieron establecerse nuevamente en Chile.

La segunda fue, asumir su condición frente a su  madre,  un poco antes de que ésta falleciera en un accidente.  Eleonor (madre) era una mujer arraigada en principios y valores morales muy  severos y no aceptó un hecho de esa magnitud y culpaba a su esposo, por  fomentar en su hija tales sentimientos, por habérsela quitado y llevársela a vivir  a Australia. Sólo en su agonía pudo comprender los sentimientos de la joven y alcanzó a disculparse antes de fallecer.

La tercera y tal vez, la más dura de asumir, fue perder a su padre, hermano y cuñada en un mismo accidente, mientras venían de regreso de unas vacaciones y de las cuales, ella no viajó por razones de salud. Dejándola en una completa orfandad familiar. Aunque, habían un par de tíos y primos en Australia, pero no era lo mismo para la joven.

De su padre, aprendió que en la vida hay que hacerle frente a todo tipo de cosas y que si bien, se debía liberar al corazón por medio del llanto, tenía que ser muy breve y ponerse de pie cuanto antes y proseguir con su camino, pues la vida continua y no se detendrá por más que lo desees algunas veces.

Ahora, debía enfrentarse con una situación compleja en un principio, ya que después de que Adriana, le confesará en su lecho de muerte, aquellas extrañas visiones que la ligaban a su hermana menor. Al comienzo, quiso restarle importancia, pues la susodicha no pasaba de ser una simple desconocida que debía retener en su hogar hasta que se cumpliera el plazo que acordasen en la clínica. Sin embargo, todo cambiaría con ese fugaz encuentro que tuviesen ambas en la ciudad de Puerto Varas y que por cierto, fue una movida de piso bastante fuerte para la joven Rosemberg, pues quedó prendada de aquella joven mal educada.

Al recordar esos episodios en su vida. Consiguió serenarla un poco y darse una pequeña bofetada mental, para no perder de vista, su objetivo principal y recobró de inmediato su espíritu de pelea.

-No perderé –murmuró Akiane –ya lo verás Karina. Ni todas las Majo del mundo conseguirán apartarte de mi lado.

Tras recuperar su acostumbrada forma de ser. Una sonrisa más burlona que nunca, se dibujó en sus labios. Con sólo pensar en lo que le depararía en unos meses más a su amada citadina.
Mientras en el cuarto de Karina.

-Espero que hayas comprendido bien, Majo –demandó Karina.
-Perfectamente –aclaró Majo –ha quedado claro como el agua, mi bella Karina.
-Estupendo –señaló Karina –ahora deberás llamarme sólo en las noches, no me puedo arriesgar que esa idiota me descubra.
-Comprendo –afirmó Majo –esa infeliz debe estar al pendiente de cualquier movimiento que tú hagas.
-Algo por el estilo –agregó seca Karina –pero no te preocupes, sé cuidarme muy bien de personas como ella.
-Por tus palabras, deduzco que la aborreces demasiado –resaltó Majo.
-Te parece poco, privarme de mi libertad y someterme a todos sus caprichos. Por el simple hecho de seguir un testamento –ironizó Karina.
-Adriana y esa mujer, perdieron la razón –masculló Majo –no debes dejarte vencer Karina. Todas nosotras te vamos ayudar en todo lo que necesites y no descansaremos hasta conseguir tu libertad.
-Lo sé, Majo –mencionó Karina –al menos me queda la dicha de contar con ustedes y eso, es más que suficiente para mí.
-Nunca te dejare sola Karina –acotó Majo.
-Gracias –respondió ésta –ahora debo colgar. Tengo que hablar con esa mujercita por unos asuntos pendientes.
-No confíes en ella –demandó Majo –es una mentirosa convulsiva.
-¿Por qué lo dices? –preguntó con mucha curiosidad la joven Sotomayor.
-Supongo que no estás enterada que mi madre y yo fuimos hasta la hacienda y preguntamos por ti y la muy descarada te negó –relató Majo –esa sinvergüenza tuvo la osadía de señalar que no sabía que Adriana tuviese una hermana.
-¿De verdad dijo eso? –inquirió confusa Karina.
-Sí. Esa Akiane, es una cínica de lo peor –alegó con molestia Majo.
-Ya veo –acotó Karina –tendré en cuenta tus palabras. Ahora, me despido Majo, estamos en contacto.
-Claro que sí –aseveró Majo –una última cosa, antes de que te cortes.
-Dime –apremió ésta.
-Te quiero –expuso Majo, cortando en el acto la llamada.

Esas últimas palabras, dejaron una sensación extraña en el pecho de Karina, pues nunca se imaginó que María José, estuviera enamorada de ella. Nunca hubo un indicio siquiera que delatase ese sentimiento de parte de la joven. Siempre la vio como una amiga muy querida en la que confiaba plenamente y habían formado un fuerte lazo de amistad desde sus tiempos en la universidad y también, por los vínculos que tenían sus madres.

-No me puede estar pasando esto a mí –se quejó la joven –la vida es tan extraña a veces. Siento que se ha ensañado conmigo. Primero Melisa, ahora Majo y para colmo de males, ella, mi karma.

Karina sacudió su cabeza, en un intento de dejar de torturarse con cosas que no puede explicar y menos comprender en este momento. Guardó su móvil en el lugar de siempre y salió de su dormitorio, en busca de la persona que menos desea tener un tipo de contacto, pero dada las circunstancias, debe hacerle frente quiéralo o no.

Llegó hasta la cocina y preguntó a Greta por su jefa. Ésta le indicó que se encontraba en su despacho trabajando. La joven se despidió de la mujer y se fue rumbo al despacho. Al llegar al lugar, respiró profundamente dándose ánimos para estar lo más relajada posible y evitar una confrontación con ella.

Tras golpear su puerta. Escuchó su inconfundible voz, la que le indicaba entrar. Al momento de cerrar la puerta y voltear a verla, sintió de inmediato su mirada clavada en ella, de una forma más intensa de lo habitual y ello, hizo que tragará saliva, pues la puso un tanto nerviosa.

─ ¿ A qué debo el honor de tu visita? ─ preguntó Akiane.

Mientras cruzaba sus manos recargadas sobre el escritorio y apoyaba su mentón en ellas  y así,  la dejaba en una posición donde no perdía detalle alguno de su huésped.

─ Necesito hablar contigo un momento señaló Karina.
─ Primero que nada ─ indicó Akiane ─ toma asiento. No hablaré contigo estando de pie.

A Karina, no le quedó de otra que seguir sus indicaciones, por más que deseó en ese instante mantenerse a kilómetros de ella. Una vez, que se ubicó y quedó de frente a ella, lamentó su decisión, ya que tuvo plena consciencia que su mirada la traspasaba y sintió cómo la desnudaba con ese acto. Dejando a una temblorosa Karina.

«¡Mi Dios! Esta mujer me descontrola con su sola presencia» –se lamentaba mentalmente la joven.
─ ¡Bien! ─ Señaló Akiane  ¿De qué deseabas hablar?
─ Necesito salir de la hacienda─ mencionó Karina.
─ ¿Y por qué sería ello?─ preguntó indiferente Akiane.
─ Debo ir a Puerto Varas para comprar más ropa ─ expuso Karina ─ cómo no dejarás que vaya sola. Deseo que uno de tus trabajadores me acompañe; digo esto, para que te asegures que no escaparé.
─ Aunque lo intentaras, no llegarías más que a unos ciento de metros ─ provocó Akiane.
─ Puedes dejar de lado las ironías ─ exclamó seca Karina  ¿nunca te cansarás de ello?
─ Lo haré, siempre y cuando tú dejes de estar a la defensiva conmigo ─ replicó Akiane.
─ No pretendo ser tu amiga, Akiane ─ señaló Karina ─ serías la última persona en serlo. Pero podemos tratar de llevar las cosas en paz.
─ Nadie habló de amistad, querida ─ ironizó ésta ─ no encajas dentro de lo que son mis conceptos para ese término. Dudo que pueda verte como amiga.
─ ¡Olvídalo! ─ Exclamó Karina ─ pues precisamente no eres un monumento a lo que se podría llamar algo sociable y que uno pudiera profundizar en un vínculo más estrecho contigo.
─ ¡Profundizar! ─  Se burló Akiane ─ interesante propuesta. Será un placer descubrir facetas ocultas de tu persona.

Karina abrió muchísimo sus ojos, al  escuchar y comprobar hacia dónde iban sus insinuaciones. Aunque fuese una mujer hábil en esconder sus sentimientos, esta vez no pudo evitar sentirse más incómoda y que un leve rubor cubriese sus mejillas. Esa mujer, tenía o estaba adquiriendo la mala costumbre desarmarla con ese tipo de comentarios y eso, ya no le estaba agradando en lo absoluto, pues se sentía intimidada en su privacidad.

-Creo que nos estamos desviando del tema –se apresuró a decir Karina.
-¿Tú así lo crees? –provocó Akiane, con un tono de voz demasiado meloso.
-Por supuesto –mencionó Karina, con un pequeño temblor en su voz.
-¡mm! –murmuró Akiane, que la observó de los más divertida al percatarse de lo nerviosa que ésta se encontraba en su presencia.
-¿Me darás el permiso? –Preguntó de lleno Karina –es todo lo que necesito saber y el día en qué puedo hacerlo.
-¡Cuánta ansiedad, mi bella citadina! –exclamó la joven Rosemberg.
-Déjame de llamarme de ese modo –demandó seria Karina –tengo nombre por si no lo sabías.
-Cómo tu digas, mi hermosa Karina –añadió Karina con malicia – ¿eso te complace más?
-¡Uf! –Resopló Karina -¡olvídalo! Has de cuenta que no te dije nada.
-Difícil –señaló Akiane – ya lo pediste y tus deseos serán órdenes para mí.
-¿Te estás burlando de mí? –preguntó con asombro Karina.
-Para nada, mi dulce Karina –refutó Akiane – ¿me crees capaz de una cosa así?
-De ti, puedo esperar cualquier cosa, Akiane –replicó molesta Karina.
-Tienes toda la razón, mi bella Karina –agregó Akiane –pues tendrás ese permiso que estás solicitando, pero…
-¿Pero qué? –Inquirió Karina – ¿cuáles son tus condiciones, Akiane?
-Irás a Puerto Varas, este sábado –señaló Akiane –pero, iremos juntas para que puedas comprar todo lo que necesites.
-¿Contigo? –Preguntó Karina – ¿por qué?
-Sí, conmigo –señaló Akiane – ¿tienes algún inconveniente con eso?
-No –replicó en el acto Karina –me da igual con quién vaya.
-¿Segura? –preguntó burlona Akiane.
-Muy segura –aseveró con firmeza Karina.
-Perfecto –comentó Akiane –por cierto este viernes debo pagar tu salario, así que podrás disponer de algo de dinero para tus gastos.

Karina, no respondió nada, ya que tenía planes para ello. Por lo que decidió  dar por terminada la plática y sin más, se levantó de su lugar con dirección a la puerta y cuando estaba presta a abrirla fue interrumpida por su jefa.

─ Por cierto, Karina –comentó Akiane ─ no confiaría en una mujer que te traicionó con tu pareja. No es de fiar en absoluto.

Karina, se volteó en el acto a verla y su semblante lo dijo todo.

-¿te refieres a Majo? –pregunto con molestia Karina.
-¿De quién más podía estar hablando? –refutó sin emoción Akiane.
-Creo que eso no es asunto tuyo –replicó Karina –te sugiero que te mantengas al margen de mi vida personal.
-No haré tal cosa –sentenció Akiane –Sin embargo, puedo decirte que  de haber estado en su lugar, hubiera hecho hasta lo imposible para que te fijases en mí  y nunca recurrir a una treta cómo la  que ella usó.
-No te refieras de ese modo a Majo –reprochó enojada Karina –no te puedes igualar a ella en ningún sentido.
-Jamás pretendería una cosa así –expuso Akiane – no podría rebajar de esa manera  a la mujer que amo.
-Dudo mucho que tú seas capaz de amar a alguien –refutó seca Karina –con tu forma de ser, espantas a cualquiera mujer, que esté a cien millas a la redonda.
-Jajaja –bromeó Akiane –no te estaría tan segura de ello, ya que a la persona que tengo en la mira, no se podrá escapar de mí.
-La compadezco –se mofó Karina – no sabe la que le espera. Es una pobre ilusa si te cree.
-¡Um! –Exclamó burlona –lo dudo, pero habría que preguntárselo a las que trabajan conmigo, haber si alguna comparte tu punto de vista.
-Por favor –acotó disgustada Karina –no me hagas reír. Ellas no dirán nada en contra tuyo, tal vez por temor y creo que la chica  en la que estás interesada debe estar en la misma posición.
-Sólo puedo decirte que ella es muy especial –comentó Akiane –tiene una coraza, con la cual disfraza su verdadera identidad, pero terminaré por derribar todas sus barreras y le mostraré que es una mujer que nació para ser amada y que no tiene nada malo volver a confiar en otra mujer.
-Ese es tu problema Akiane –reprochó Karina –piensas que es llegar e imponer tu voluntad, sin tomar en cuenta sus sentimientos. Realmente, no quisiera estar en los zapatos de esa mujer.
-No se trata de imponerla nada, mi dulce Karina –puntualizó ésta – si no de que ella, es muy difícil de convencer con métodos tradicionales.
- Y eso te da derecho a pasar por encima de sus sentimientos y deseos –inquirió Karina –eres el colmo de petulante.
-Estás equivocada. No haré tal cosa –refutó Akiane –digamos que ella es reacia a demostrar y dejar ver su corazón, no quita que le conquiste de un modo especial, ¿no te parece?
-Haz lo que quieras –dijo Karina –no es asunto mío al final de cuentas.  Sólo vine por algo en concreto y ya lo obtuve, pero te vuelvo a insistir, mi vida privada no es, ni será de tu incumbencia.
-Me encantaría decir que tienes toda la razón, encanto –ironizó Akiane –pero estaría siendo deshonesta de mi parte y creo que no te mereces eso.
-Creo que si fuera por merecer. Tú has sido mi peor castigo en esta vida por todo aquello malo que hice en ésta –confidenció Karina –hubiera sabido, lo enmiendo antes de haberme topado contigo.
─ ¡Qué mal concepto tienes de mí! –Exclamó divertida Akiane –lástima que no te des el trabajo de conocerme. Te aseguro que te gusto.
-Ni en mis peores pesadillas haría tal cosa –respondió Karina –no tengo tan mal gusto.
-¡Qué lástima! –Dijo burlona Akiane –No sabes lo que te pierdes.
-¡Perder!, ja –exclamó mordaz ésta –me sacaría un gran peso de encima. Sería un milagro sin ser navidad.
-Jajaja –bromeó Akiane –ya verás que muy pronto te entregaré el mejor obsequio y te aseguro que no lo olvidarás jamás.
-Ahórrate la molestia, tiempo y dinero –sentenció Karina –no quiero nada que tenga relación contigo. A menos que desees devolverme mi libertad y en ese caso, podría reconsiderarlo y levantarte un monumento a la humanidad, aunque sea sólo por un día.
-Jajaja –rió divertida Akiane -¡NUNCA!
-En ese caso…púdrete –rabió Karina.

La joven Sotomayor, se dio media vuelta, llena de coraje al ver que cualquier intento por buscar una salida pacífica, jamás funcionaría entre las dos. Eso era, como pedir peras al olmo. Nunca ocurriría.

-Karina –llamó Akiane.
-Dime –respondió ésta, sin dejar de sostener la manija de la puerta, dándole la espalda.
-Eres tan hermosa cuando estás así de enojada –provocó risueña Akiane.

Karina, perdió el último gramo de paciencia que le quedaba…

-¡Grandísima idiota! –murmuró entre dientes y salió del despacho dando un feroz portazo en respuesta.

Al salir, escuchó las risotadas por parte de Akiane y una corriente fría invadió todo su cuerpo, llenándola de cólera mal contenida.

-Un día de estos…te juro que te arrepientes de haberme conocido –profirió mentalmente la joven.
 Mientras se fue rauda a su habitación y descargó su frustración con su almohada. No se detuvo hasta no calmar esa rabia que la consumía por dentro. Tenía impotencia de quedar siempre atada de manos ante Akiane y ver cómo ésta, terminaba siempre burlándose de su persona. Maldecía una y otra vez el día que decidió regresar a su país y quedar totalmente prisionera de la perversión de su albacea.

 Ajenas al sentir de la joven Sotomayor. Dos mujeres buscarán el modo de obtener el corazón de la muchacha y para ello, pondrán todo su empeño.
Santiago…Hospital de Neurocirugía, ubicado en José Manuel Infante…

-Por favor, comuníqueme con el Juez Manzur –solicitó Majo.
-¿De parte de quién? -preguntó su secretaria.
-María José Rubilar –respondió ésta –él está esperando mi llamada.
-Enseguida le comunico –indicó ésta.

Por otra parte…Puerto Varas, despacho de la joven Rosemberg…

-¡Buenas tardes,  Mauricio! –saludó Akiane.
-Mi bella, Akiane. Que gusto recibir tu llamada –contestó éste – ¿ha sucedido algo en particular?
-Necesito que  averigües todo lo relacionado con María José Rubilar –solicitó Akiane –sobre todo, quiero saber sus pasos.
-Comprendo –respondió el abogado –al parecer te dará qué hacer la hija de Eloísa Izquierdo.
-Podría suceder y quiero saber a qué atenerme con ella –respondió Akiane.
-Ya veo –señaló el abogado -¿qué estás pensando?
-Verás…-indicó Akiane.

Mientras todo ello sucedía. En un departamento de calle Klener, de la misma ciudad. Una joven reflexiona sobre lo sucedido en el transcurso de su día. No ha podido dejar de pensar en la muchacha que conoció, en su forma de reaccionar y también de comportarse ante su jefa.

-Karina –murmuró Úrsula, extraviando su vista por el ventanal que daba con la hermosa vista al lago Llanquihue.


Una historia que recién comenzaba a tomar forma y dejaba vislumbrar que tomaría ribetes muy especiales, para la persona que un breve tiempo más, se le denominaría…El ave del paraíso.

2 comentarios:

Atsuko dijo...

Excelente cap. De verdad eh quedado fascinada con todos tus FF, de verdad eres grande. Saludos.

Anónimo dijo...

Hola!!
Espero el proximo capitulo con impaciencia :DD !! Quede en Mala decision y me muero por el proximo.
Saludos!!

Publicar un comentario

Una verdad del pasado

  Capítulo 24, atada por un testamento. —Amor — murmuró quedamente sopesando cada letra de esa palabra. Mientras que a la distancia era ...