Un nuevo amanecer, capítulo 8
Después de haberse desaparecido por tres relajantes
días del mundo exterior, en que la pareja se concentró y se prodigó todas las
muestras de cariño y de mutua entrega que pedían sus corazones.
Era hora de volver al excitante y vertiginoso mundo
real, en que la corriente de la vida te subyuga al punto de hacerte su esclavo,
te guste o no.
Una joven, revisaba todas las llamadas perdidas de su
celular y una sonrisa brotó de sus labios al ver los mensajes que su madre, que
le había dejado en el buzón de voz y mejor que nadie, sabía que ya era tiempo
de presentarles a su nuevo amor a toda la familia y es que Alicia Subercaseaux, ya había preparado el
camino a su hija para dicha ocasión.
─ ¡Ya es hora de
presentarte con mi familia! ─ exclamó Sofía, que procedió a marcar a casa de
sus padres. ─ ¡Buenos días, Margarita!
─ ¡Niña Sofía! ─ exclamó
su vieja nana ─ ¡Qué alegría escucharla! Ha pasado mucho desde que no visita a
sus padres.
─ Jajaja ─ bromeó Sofía
al escuchar a su querida nana ─ ¡Oh Nana! ¿Cuándo me llamarás por mi nombre
nada más? Mira que ya estoy bastante crecidita para que me digas niña.
─ Tú siempre serás mi
niña ─ espetó con cariño Margarita.
─ ¡Mi querida Nana! ─
mencionó Sofía risueña ─ Nunca podré vencerte, así que me rendiré a ti y seré tu eterna niña.
─ Así debe ser ─ indicó
Margarita ─ ¿Quiere hablar con su madre?
─ Sí ─ respondió la
Arquitecta ─ Puedes pasármela, por favor.
─ Enseguida ─ repuso
Margarita.
El auricular quedo con
una suave melodía de espera y en unos segundos más, se escuchó al otro lado de
la línea.
─ ¡Al fin das señales de
vida, Sofía! ─ mencionó un tanto seria Alicia.
─ ¡Buenos días, madre! ─
saludó ésta.
─ ¡Oh Cielos!...
discúlpame hija mía ─ se retractó Alicia ─ ¡Buenos días Sofí!
─ Madre, debo ser yo
quién me disculpe contigo por no responder tus llamadas ─ explicó Sofía ─
Estuve desconectada por tres días.
─ Algo así me explicó
Mariela, ya que debí llamarla cuándo en vano intente llamarte como quince veces
en un solo día ─ mencionó su madre.
─ Madre, lo siento mucho
─ señaló Sofía ─ pero tenía mis razones para alejarme por ese tiempo y créeme
que ha sido la mejor decisión que pude haber tomado.
─ De eso estoy más que
segura. Mira que no necesité presionar mucho a Mariela para saber que estabas
junto a tu chica ─ acotó Alicia ─ Y te prohíbo que le reclames algo, dado a que
ella es y ha sido siempre fiel a ti, pero ninguna de las dos ha podido
engañarme en todos estos años.
─ ¡Madre! ─ exclamó Sofía
─. Tú siempre vas un paso más adelante y te das cuenta de todo ¿Puedes decirme
cómo lo haces?
─ ¡Sofía…Sofía! ─ expuso
su madre ─ No olvides nunca que una madre siempre sabe en qué pasos andan sus
hijos y puedes llamarlo sentido maternal. Siempre lo sabemos todo y que
callemos de vez en cuando; no significa que seamos tontas, porque no es así.
─ ¡Ya veo! ─ mencionó
Sofía y decidió confesar ─ Confirmaré tus deducciones madre y estabas en lo
correcto, he estado junto a Florencia y ahora sabes porque necesitaba ese
tiempo a solas.
─ Me alegra saber que ya
están juntas ─ afirmó Alicia ─ Y con sólo oír tu tono de voz, puedo darme cuenta que has vuelto a ser feliz,
hija mía.
─ Sólo puedo decirte que
soy la mujer más feliz de esta tierra ─ agregó la Arquitecta ─ no sé cuántas
mujeres pueden decir que se sienten doblemente bendecidas por el amor, más yo
me considero muy afortunada de ser una de ellas.
─ El amor es una
bendición para todos, hija mía ─ explicó Alicia ─ Más no todos pueden
disfrutarlo porque blindan sus corazones y se dejan guiar por lo que ellos
piensan y creen que debe ser.
─ Coincido contigo, madre
─ concordó Sofía ─ Entre menos se fuerza un sentimiento hacia otra persona, más
florece y se hace fuerte cuando no hay egoísmo de su parte.
─ Veo que ya comienzas a
crecer, mi pequeña Sofía ─ agregó con ternura su madre ─ y ahora jovencita,
¿Qué planes tienen para esta noche?
─ Ninguno, madre ─
respondió Almagro ─ por eso te llamaba para ponernos de acuerdo y así
presentarles a Florencia.
─ Tráela esta noche, ya
que todos tus hermanos vendrán hoy a cenar ─ Confidenció Alicia ─ Será la
ocasión perfecta para que conozcan a la mujer que amas.
─ Debo confesarte que
tengo cierto nerviosismo de cómo vayan a reaccionar mis hermanos frente a ese
hecho ─ se sinceró Sofía.
─ Quédate tranquila, hija
mía ─ apoyó Alicia ─ Ya he hablado con ellos y les he puesto al tanto de tu
nueva situación sentimental y verás que nada debes temer. Somos una familia que
se formó en la sinceridad, respeto y en un fuerte lazo de amor que nos mantiene
unidos a pesar de la adversidad.
─ ¡Gracias por tu apoyo,
madre! ─ evidenció Sofía, soltando un fuerte suspiro de alivio. ─ No sabes el
peso que me quitas de encima. Temía que fueran a molestarse o se mostrasen reticentes
al saberme en compañía de una mujer.
─ Mi pequeña Sofí ─ mencionó
Alicia ─ Debes saber muy bien que si otra fuese tu familia, estarías con serios
problemas por nueva situación sentimental, ya que verían con muy malos ojos a
tu pareja y créeme que te rechazarían a la primera instancia en que te hubieses
declarado.
Sofía, estaba muy
consciente de que era muy afortunada de tener la familia que tenía. Se
caracterizaban por ser comprensivos y se les educó con un concepto que en la
vida todo es valioso e importante y que se debe respetar los puntos de vista
contrarios pues una verdad u oportunidad puede haber detrás de ellos.
Cada hijo fue criado con
valores que estaban arraigados en el amor, respeto y en la tolerancia en dónde
la dignidad de cada ser humano está por encima de todas las cosas.
De su padre recibieron
los conocimientos para tener una mente abierta a las oportunidades y que todo
en la vida se puede concretar y revertir para crear un negocio u proyecto de
vida.
De su madre, recogieron
el amor por la vida, el entorno, el respeto por las personas y por sobre todo,
con ella conocieron que la perseverancia y la actitud positiva les abriría
camino en la vida y se granjearían la simpatía de muchos.
─ ¡Entonces, Sofía! ─
demandó su madre ─ ¿Te esperamos a las ocho en punto para que cenemos todos
juntos?
─ Por supuesto, madre ─
respondió ésta ─ estaremos puntuales con Florencia.
─ Sofía ─ dijo Alicia.
─ Dime, madre ─ instó
ella.
─ Hija mía, cuando vengas
en camino intenta mantener calmada a tu chica ─ aconsejó su madre ─ No ha de
ser fácil para ella verse de sopetón conociendo a la familia de tu pareja. Al
menos nosotros hemos tenido tiempo para prepararnos para ello y no es la misma
situación para Florencia.
─ Tendré muy en cuenta tu
consejo, madre ─ manifestó Sofía ─ Mi Flo, es una mujer extremadamente tímida
aunque no lo parezca y tiene un pequeño tic nervioso que aflora cuando se ve
enfrentada a situaciones incómodas.
─ Con mayor razón,
procura mantenerla relajada lo más posible ─ comentó Alicia ─ Aunque la
situación que debe enfrentar es inevitable y demás está decir que todos debemos
lidiar cuando entablamos una relación sentimental. Es un pequeño trance que
debe pasar y con el tiempo lo recordará con cariño.
─ Eso es muy cierto,
madre ─ acotó Sofía ─. Cuando conocí a los padres de Cristóbal, era un mar de
nervios y al final terminé viviendo el mejor momento de mi vida.
─ Mi pequeña, Sofí ─
evidenció Alicia ─. Ya no es bueno que recuerdes tanto a tu esposo y menos
ahora que comienzas una nueva relación, porque a la larga salen a relucir las
odiosas comparaciones y mandar por el traste todo y hacer que tu compañera
terminé cediendo a la presión y termine abruptamente su noviazgo.
─ Descuida, madre; sólo
lo comento contigo ─ repuso ella ─ Sería estúpido de mi parte hacerle sentir
incómoda con comentarios de mi pasado y aunque suene algo ingrato. Cristóbal
fue muy importante en mi vida tanto que no nunca lo olvidaré y hacerlo sería
negarlo. No obstante, es a Florencia a quién amo hoy y con quién formaré una
familia.
─ ¿Tienes pensado tener
hijos con Florencia? ─ preguntó con asombro Alicia, ya que eso no se lo
esperaba. ─ ¿Ella está de acuerdo?
─ ¡Madre! Claro que tengo
pensado formar una familia con ella ─ exclamó Sofía con un tono de voz que no
permitía discusión alguna ─ Siempre he querido tener hijos y si bien con
Cristóbal no pudimos, no quita no pueda tenerlos con la mujer que amo.
─ ¡Sofía! ¡Tranquilízate
carajo! ─ demandó su madre ─ ¡Por Dios!
Todo Almagro, se ponen en pie de guerra
cuando les tocan una fibra interior. No pretendía poner en dudas tus palabras,
sino que me sorprendiste con esa confesión y sólo pregunté porque pensé que
estabas yendo muy de prisa, ya que apenas estás empezando y me pareció que
puede ser mucha presión para tu joven pareja.
─ ¡Discúlpame, madre! ─
exclamó un poco más calmada Sofía ─ Sé que es muy pronto para hablar de familia
y que es un tema que debo discutir con Florencia en su momento. Más me hace
mucha ilusión tener hijos con ella. Además, no me negarás que siempre has querido
que yo te de muchos nietos, ¿No es así, madre?
─ Bueno la verdad que sí
─ confesó al fin Alicia, ya que era un anhelo oculto que tenía y que se vio
postergado por la infertilidad del esposo de su hija. ─ Siempre acaricié la
idea de ver entre mis brazos a tus hijos y cuando supimos lo de Cristóbal, me desilusioné
un poco y más lo sentí por ti, ya que sabía de tu anhelo de ser madre.
─ Para mí fue muy duro de
aceptar en ese momento y sólo el amor que por él sentía me ayudó a mitigar esa
frustración ─ admitió Sofía al recordar aquél día en que el doctor, les
comunicó que no podrían ser padres. ─ Ahora, la vida no sólo me ha dado la
oportunidad de volver amar sino el poder ser madre en un tiempo más.
─ Sin duda que has sido
muy bendecida por Dios, hija mía ─ reconoció Alicia ─ Sólo debes hablarlo con
calma con tu novia y ver si está en los planes de ella ser madre y juntas tomar
la decisión de formar una familia.
─ Madre, claro que lo
haré ─ mencionó Sofía ─ Más te puedo asegurar por la forma de ser de Flo,
querrá tener hijos en un futuro.
─ ¡Pues que no sea tan
futuro, mi querida Sofí! ─ advirtió Alicia ─ Mira que yo no tengo todo el
tiempo del mundo y ya quiero tener esos nietos míos cuánto antes y así, poder
consentirlos como Dios manda.
─ Jajaja ─ rió Sofía de
buena gana por el comentario de su madre. ─ ¿Qué no era yo la que tenía prisa?
─ Pues ni modo, hija mía.
─ refutó Alicia con bastante desenvoltura ─ Tu planteaste el tema de la familia
y yo solo reclamo mi derecho de ser abuela. No hay engaños, mi dulce Sofí.
─ ¡Madre! ─ exclamó una
encantada joven Almagro ─ Déjame que le proponga a mi hermosa constructora,
tomar el mayor de nuestros proyectos y así, buscar el mejor método para tener a
tus nietos.
─ ¡Hazlo pronto! ─
apremió Alicia, igual de encantada ─ Usa todos tus encantos, mi pequeña, para
conseguir la rendición absoluta de tu chica.
─ Jajaja ─ volvió a
estallar en risas la Arquitecta con la propuesta de su madre. ─ Ten por seguro
que usaré más que mis encantos en mi bella Florencia, pues un Almagro, jamás
conoce la palabra rendirse.
─ ¡Así se habla, hija
mía! ─ Alabó Alicia con mucho orgullo y luego acotó ─ Ahora, te dejo para que
desde ya comiences con tu plan y no olvides que las esteremos esperando esta
noche.
─ Ahí estaremos, madre ─
respondió Sofía y cortó la llamada.
Luego de dejar el
aparato, se acercó hasta el ventanal de la suite y salió al balcón a respirar
un poco de aire fresco matutino antes de despertar a su novia y así, prepararla
desde ya para lo que se les venía al anochecer.
El frío aire capitalino,
entre húmedo y contaminado, logró refrescarla y se quedo viendo al horizonte.
Mientras reflexionaba sobre lo que hablaron con su madre y del hecho de que
deseaba formar una familia junto a Florencia. Sin duda, que este sería un tema delicado
y sumamente importante para ella, ya que desde que volvió a encontrarse con la
joven Villar en esa reunión, tuvo la certeza de que la muchacha sería una
estupenda madre por su forma tan sencilla de ser y por esa inocencia casi
angelical que emanaba de ella y que por cierto; fue robándole el corazón
gradualmente hasta el punto de que en muy poco tiempo ya amaba con toda su alma
a la muchacha y al mismo tiempo que no soportaba la cercanía que tenía con
Carla y que fueron despertando los molestos celos en ella.
Sin duda, cada vez que
las veía juntas, le hervía la sangre a tal punto que deseaba desaparecer del
mapa a la contadora y más aún cuando, Ramos, logró ponerla en jaque y
desafiarla abiertamente a que tomará una decisión sobre Florencia.
¡Y vaya que lo hizo! Desde
ese mismo día, se propuso no darle chance alguna a la joven Ramos de quedarse
con su chica y aunque nunca demostró en ningún momento su interés por la
muchacha y así, no dejarle ver sus reacciones a su «posible rival» y es que ante todo es una mujer que sabe ocultar muy bien
sus emociones y no deja entrever sus puntos débiles y menos si se trata de un
oponente.
Claramente, Carla, había
ido muy lejos al plantearse quedarse con la muchacha y es que para Sofía, nunca
cedía un centímetro en algo que era de suma importancia para ella: como lo eran
los negocios, proyectos, estudios y con mayor razón tratándose de la familia y
más aún si involucraba al corazón. Y es que jamás estuvo en los planes de la
Arquitecta Almagro, dejar escapar a Florencia y eso lo había decido desde el
mismo momento en que tomaba el avión con rumbo de regreso al país.
─ Reconozco que eres una
mujer muy guapa, Carla y que tendrías muchos argumentos para conquistarla ─
susurró en voz alta Sofía ─ No obstante, hubieses sido muy ilusa, si tuvieses
la más remota esperanza de conseguirlo, pues ella siempre fue para mí y fue desde el primer día de conocernos.
Un brillo muy particular
se vislumbra en aquellos ojos del color del cielo, pues atrás habían quedado lo
opaco de su mirada y ahora, resplandecían producto del amor que se desbordaba
de ellos.
La vida le había cambiado
de la noche a la mañana y hoy le tocaba la dicha de volver a ser feliz junto a
esta mujer que le devolvió más que la esperanza, sino que le entregó su corazón
para amar y de paso consiguió que el suyo le amase casi de inmediato.
─ Nunca te dejaré
escapar, mi hermosa y dulce Florencia ─ murmuró una radiante Sofía. ─ Mi
constructora del amor.
Aspiró profundamente el
aire matutino y una amplia sonrisa, iluminó su rostro y sin más, volvió a
ingresar al apartamento con un objetivo muy claro…su novia.
Cerró ese gran ventanal y
se fue muy despacio por el corredor hasta llegar a la puerta de su alcoba en
donde descansaba su compañera, novia, empleada y amante.
─ Deberé hacer algo
respecto a eso ─ murmuró Sofía antes de entrar ─ Desde anoche has dejado de ser
mi empleada. Hablaré con las chicas sobre ello.
Sofía, abrió despacio la
puerta y descubrió que la joven aún dormía, con su cuerpo semidesnudo en la
parte superior y cubierto por algo de sabanas desde la cadera hacia abajo.
La Arquitecta se acercó
despacio hasta el borde de la cama y desde ahí, la contempló en silencio.
La recorrió
paulatinamente con la mirada y con arrobamiento admitía que era una chica muy
bella. Y es que Florencia, no era la típica joven sureña de rasgos caucásicos
como los Europeos: cabellos dorados o cobrizos, sino de un negro azabache y de
un largo prudente hasta un poco más debajo de los hombros, su tez de un color
caoba casi bronceado; cosa muy extraña para una región dónde el invierno
predomina sobre todo y el sol apenas es para entibiar; sus ojos rasgados como
los orientales y de igual color que sus cabellos. Su complexión no era muy
delgada sino lo suficiente como para acentuar curvas a diferencia de Sofía.
Tenía desarrollados sus brazos y piernas a raíz del esfuerzo que implicaba
vivir a las afueras de Coihaique y tener que hacer cosas típicas de campo.
Con respecto a su
estatura era promedio y rozaba apenas el 1,68, aunque muchos consideran eso
como una mujer alta y en comparación a sus hermanos, era la más baja de todos.
Toda esa escena,
provocaba en la Arquitecta un sinfín de cosas que iban desde lo acelerado de su
corazón hasta la ternura infinita que despertaba con el sólo hecho de
contemplarla descansando en su lecho y es que aún le costaba trabajo creerlo.
Pues le resultaba increíble tenerla tendida en su cama, desnuda y relajada ya
que hasta hace muy pocos días, la joven le había evitado a toda costa por un
simple mal entendido que casi le cuesta su felicidad y la dicha de convertirla
en su novia y mujer.
─ Sin duda que a veces
puedes ser una mujer muy testaruda ─ susurró Sofía al mismo tiempo que sus
dedos delineaban el rostro de su chica.
Esa suave caricia
consiguió su objetivo de despertar a la joven que yacía en ese lecho. Despacio
los parpados de Florencia, comenzaron abrirse y sus ojos negros enfocaron la
silueta que tenía delante suyo y al tener nítida esa imagen. Una gran sonrisa
adornó su rostro e iluminó por completo su faz.
─ ¡Sofí! ─ murmuró con
letargo Florencia y giró un tanto su cuerpo para dejar su posición de lado y
quedar de frente a esos hermosos ojos azules que le veían extasiada.
La Arquitecta, sintió
como su corazón dio un brinco al escuchar pronunciar su nombre como solo su
madre suele hacerlo. Ese simple detalle la enterneció muchísimo e hizo ver que
la muchacha se había vuelto la mujer más importante de su vida por sobre Alicia
Subercaseaux.
─ ¡Buenos días, cariño! ─
saludó Sofía, que extendió su mano para tomarla la de Flo y depositar un breve
beso.
─ ¡Buenos días, mi vida!
─ correspondió el saludo Florencia y elevó su torso para buscar los labios de
su pareja.
Sofía, nada perezosa, se
entregó de inmediato a la caricia de su flamante novia y prolongó ese momento
por un buen tiempo, lo justo para interrumpir lo que se podría convertir en una
hoguera de pasión y con ello, envolverlas por mucho, mucho tiempo.
─ ¡Cariño mío! Lamento
tener que romper el encanto de tan bello momento, pero debemos levantarnos, ya
que tenemos muchas cosas por hacer en este día ─ mencionó Sofía controlando un
poco su agitado ritmo cardiaco y de respiración.
─ ¡Um! ─ murmuró Flo, con
algo de pesar.
─ Cariño. Te prometo que
voy a compensarte por esto apenas despunte el manto de estrellas ─ propuso
Sofía, que alzó a la joven de la cama y la puso en pie ─ No sabes el trabajo
que me cuesta renunciar a tus caricias.
Con esas simples
palabras, Florencia, consiguió consolar a su corazón y a cambio le brindó una
amplia y genuina sonrisa, que por cierto; rebosaba de dicha al saberse
correspondida por una mujer como Sofía y es que nunca imaginó que en el momento
en que la sostuvo en sus brazos para que no cállese al piso, estaba sellando y
escribiendo un nuevo guión en sus vidas.
¿Cuántas mujeres pueden
tener una historia como esta? En que el amor de tu vida llega justo para
salvarte y llevarte a un mundo dónde el corazón es el único soberano, regente y
predominante en este anfiteatro del amor y sus tesoros.
Y es que para Florencia,
era más que un sueño, era infinitamente increíble saberse amada por una mujer
que hasta hace poco tenía una opción sexual muy distinta de la suya y que para
mayor mortificación había sido lastimada en lo profundo de sus sentimientos al
serle arrebatado un amor que creyó ser único e irremplazable.
De que la vida te da
sorpresa, te las da y muchas, lo que se supone que está destinado a ser de una
sola línea cambia en un giro de 360 grados y es que en la vida, nada está
escrito ni nada está dicho por completo. Absolutamente nadie tiene la verdad
absoluta de los hechos, solo un ser la tiene…Dios y él sabe lo que es mejor
para cada uno de nosotros.
─ ¿Iremos a directo a ver
el proyecto Sapunar? ─ preguntó de pronto Florencia.
─ No, cariño ─ respondió
Sofía con una sonrisa al percatarse de que la joven tenía muy presente la
necesidad de trabajar al igual que ella. ─ Aún no iremos a la obra. Aún nos
quedan unos días solo para nosotras.
─ ¡Entonces! ¿Cuál es el
motivo de tanta prisa? ─ preguntó con curiosidad Florencia.
─ ¡Mi dulce, Flo! Eres
como una niña en tu curiosidad, vas de plano en ello ─ señaló una enternecida
Sofía, que la envolvió en sus brazos y de a poco se la fue llevando hasta el
baño.
En cosa de segundos,
estaban bajo la regadora y comenzó a enjabonarla y del mismo modo recibió el
mismo tratamiento hasta que luego de unos minutos, ya la envolvía en una toalla
y la sacaba del baño para vestirla y así, desayunar y aprovechar al máximo el
tiempo.
─ Sofí… ─ murmuró
Florencia, mientras Sofía le secaba sus cabellos.
─ Dime, cariño ─ repuso
Sofía.
─ Aun no respondes mi
pregunta ─ arremetió Florencia sin darse por vencida.
─ ¡Qué persistente que
eres, cielo! ─ exclamó complacida Sofía, ya que sabía de ante mano que su mujer
no tranzaría y de hecho ya la estaba esperando.
─ ¡Me dirás! ─ apremió
Florencia, que inconscientemente hizo un puchero con los labios, provocando que
el corazón de la Arquitecta se derritiera con ese acto.
─ Claro que sí, cariño ─
respondió Sofía, depositando un breve beso en los labios de su pareja. ─ Hoy te
llevaré a conocer a mi familia y presentarte como mi novia. Pero antes de eso,
debemos atender algunos asuntos como es el caso de retirar tus pertenencias de
la pensión y salir de compras.
─ ¿Hoy conoceré a tus
padres? ─ preguntó con asombro Florencia que no pudo evitar ponerse nerviosa
con semejante situación.
Sofía, se percató al
instante de que la joven se puso tensa y su tic nervioso salió a relucir en el
acto, por lo que dejó de lado la toalla y la envolvió en sus brazos para
confortarla y así, serenarla enseguida.
─ ¡Cariño!...todo va a
estar bien ─ confortó Sofía, acariciando la espalda de su pareja al mismo
tiempo que prosiguió ─ Estamos invitadas a cenar en casa de mis padres y ahí
estarán todos mis hermanos que esperan conocerte, ya que mi madre les habló
mucho de ti porqué fui yo misma que le confesé mis sentimientos hacia a ti y lo
muy importante que eres en mi vida. No hay nada que temer, confía en mí.
Sofía, separó lentamente
su cuerpo del de su mujer y buscó en aquellos ojos negros, sus impresiones.
─ Amor, no temas te lo
ruego ─ afirmó Sofía ─ Mi familia es muy diferente a lo que muchos suponen que
puede ser una familia de clase alta. Se puede decir que nosotros rompemos los
cánones de todo lo convencional y estoy más que segura que los vas a conquistar
rápidamente por tu forma de ser.
─ ¿Estás segura? ─
inquirió un tanto dubitativa Florencia.
─ Cariño estoy muy segura
de ello, porque usted señorita Villar, es una mujer muy especial que no está
muy consciente de su valía por el simple hecho de que eres muy despistada, vida
mía ─ explicó con determinación Sofía.
─ ¡Bueno!...Eso es
verdad, soy algo despistada para mis cosas ─ confesó Florencia que rascó su
cabeza inconscientemente. ─ Pero sólo un poquito.
─ Jajaja… ─ estalló en
carcajadas Sofía y añadió ─ cariño mío, eres más que un poquito, eres todo
despiste a decir verdad y no te das cuenta de las cosas como tampoco ves con
malicia a las personas y lo mismo se
puede decir en que no te interesan las cosas materiales de las personas. Y eso
vida mía, te hacen única e invaluable.
Las mejillas de
Florencia, se tiñeron de golpe de escarlata por la confesión de su novia y es
que no es costumbre en ella, recibir halagos de las personas ya que
inconscientemente se dedicaba a dar a otros en vez de recibir, se puede decir
que es innato en ella y a su modo es feliz de ese modo. Si la vida se basará en este simple hecho, nos
daríamos cuenta que casi rosamos en lo que puede denominarse un amor
incondicional, que no tiene prejuicios ni se encadena en egoísmos.
─ Sofía ─ murmuró
avergonzada Florencia ─ ¿Porqué les causa tanta conmoción que una persona no le
pueda interesar las riquezas, clases sociales o el poder?
Para la misma Sofía, esa
pregunta le tomó por sorpresa y es que podía entender la forma de ser de su
pareja motiva por la lejanía en que se crió apartado de un mundo envolvente y
demasiado competitivo.
─ Porque en el medio en
que nos desenvolvemos: la riqueza, el poder y la información son quienes rigen
el mercado y por ello, casi todas las personas creen que son lo fundamental
para triunfar en un mundo tan competitivo como el nuestro ─ respondió Sofía, a
la vez que jugaba con las manos de su pareja ─ Por eso resulta muy extraño y
sorprendente encontrarse con personas como tú; a las cuales aquellas cosas les
resultan irrelevantes. Cariño, las personas sopesan a otros por sus posesiones
u apellidos y dependiendo de ello son tratadas en casi todos los ámbitos
profesionales y muchas veces son cruelmente discriminados, mermando sus
oportunidades de triunfar, por eso son tan desconfiados en casi todas las
clases sociales.
Florencia, escuchó
atentamente lo que explicaba su pareja y dentro de sí, creyó que realmente el
hombre era estúpido en llenarse de ataduras en vez de construirse un camino más
sencillo para llegar a la felicidad.
─ Es una lástima que un
ser humano se desviva tanto por las apariencias y se encadene a muerte por
riquezas y poder cuando no se alcanza a disfrutar ni siquiera un tercio de lo
que se consiguió en vida ─ Acotó Florencia ─ Según mi perspectiva solo tres
cosas deberían ser fundamentales para nosotros: nuestro cuerpo, mente y tiempo
y a quién se lo dedicamos, porque nuestro paso por la tierra es brevísimo. ¿No
te parece a ti?
─ Luego me dices porque
te encuentran especial, mi dulce y hermosa constructora ─ repuso con orgullo
Sofía, que la envolvió en sus brazos y en su oído susurró. ─ Nunca cambies tu
forma de ser, amor mío.
─ Claro que no haré eso,
Sofí ─ concordó Flo, apoyando su cabeza en el hombro de su novia ─ Aunque digan
que soy ingenua o tonta, prefiero ser así, que ser alguien vacía y gris.
─ ¡Flo!... ¡Mi Flo! ─
murmuró Sofía ─ Sólo sé tú misma sin importar lo que digan los demás.
Ambas mujeres se quedaron
por unos minutos, abrazadas y en silencio, disfrutando de ese simple momento. Y
es que las palabras estaban demás y muchas veces decir o hacer no son
suficientes para una pareja, hay cosas que sólo se disfrutan aunque sean tan
simples, pero que van cimentando una relación y fortaleciéndola para
situaciones difíciles que pueden presentarse en el camino.
─ Cariño, ahora debemos
apresurarnos en vestirnos y así tener tiempo suficiente para arreglarnos con
calma antes de la cena ─ instó Sofía, interrumpiendo aquel momento.
─ ¡Está bien! ─ dijo con
algo de resignación Florencia al igual que una niña pequeña.
─ Jajaja ─ estalló en
risas la Arquitecta por la actitud de su pareja ─ Cariño, todo va estar bien,
ya verás como mis padres y hermanos no te dejarán sola un momento.
─ ¡Aha! ─ Exclamó una
nerviosa Flo, que terminaba de secarse el cabello. ─ Por cierto, ¿Cuántos
hermanos tienes? Pues pareciera que fuesen muchos.
─ ¡Hermosa y lista,
señorita Villar! ─ respondiendo una divertida Sofía, que buscaba ropa en uno de
los clóset. ─ No estás muy alejada de la realidad, somos muchos.
─ ¿Cuántos? ─ preguntó
más que curiosa Florencia.
─ ¡Um!... ─ exclamó
risueña Sofía, que sabía que con su respuesta dejaría conmocionada a su chica ─
Déjame ver… Muchos.
─ ¡Sofía! ─ protestó Flo,
impaciente.
─ Jajaja ─ bromeó ésta y
finalizó con mucha naturalidad ─ Somos apenas 8.
─ ¡¿Ocho?! ─ exclamó con
espanto Florencia ─ y yo que pensé que nosotros éramos mucho siendo cinco.
─ Ambas venimos de
familias numerosas ─ repuso Sofía, que le entregó en ese momento ropa a su
novia. ─ Y tú mi cielo, ¿Qué lugar ocupas dentro de tus hermanos?
─ Soy la menor de todos ─
respondió Florencia, que quedo sorprendida por la ropa ─ Sofía, ¿qué es esto?
No es mi ropa.
─ Cariño, comprenderás
que no puedo dejar que salgas con la misma vestimenta que llegó hace tres días
─ explicó Sofía e instó a revisarla ─ Son de tu talla, ya que le encargué a
Mariela que le preguntase a Carla y como es la más cercana a ti sin duda que lo
sabía.
─ ¿Tú me compraste ropa?
─ inquirió Florencia un tanto aturdida.
─ Así es cariño ─
respondió Sofía ─ Mejor dicho fue Mariela, quién lo hizo por mí, porque yo no
iba a dejar sola a mi novia.
─ Comprendo ─ repuso
Florencia, que comprobó que si eran de su talla ─ Me dirás cuánto es para
reponerte ese dinero.
─ Nada de eso, Florencia
─ señaló un tanto seria Sofía ─ Estarías ofendiéndome si lo hicieras, pues
somos pareja y es normal que yo me ocupe de ti como tú lo harías de mí.
─ Pero, Sofía ─ protestó
Florencia.
─ Sofía…Nada ─ rebatió
ésta más seria aún.
─ Yo no deseo
aprovecharme de ti. Ya es mucho para mí, el mudarme a tu apartamento cuando yo
no he aportado para ello y es obligación de ambas partes en contribuir a
sustentar o levantar ese hogar ─ Mencionó Florencia, tratando de explicar en
cierta manera porque de su oposición.
─ ¡A ver cariño! ─
explicó Sofía y tomó entre sus manos el rostro de su pareja. ─ Comparto
completamente ese punto de vista contigo. Más déjame recordarte que la otra
noche fui bien sincera contigo al preguntarte que si te gustaba el departamento
y tu respuesta fue positiva. Y en esa
misma oportunidad dejé muy en claro que este sería nuestro hogar de ahora en
adelante hasta que construyamos una casa en la que podamos traer a nuestros
hijos.
Sin duda que la
Arquitecta Almagro, era muy directa para sus cosas y no se andaba con rodeos
por la vida, por lo que no pudo evitar revelar un hecho que debía ser hablado
con más tiempo y en otro momento. Pero tal como dijese su madre, un miembro de
esa familia jamás se daba por vencido ya que eran familia de guerreros con una
larga tradición.
─ ¡¿Hijos?! ─ fue la
pregunta que brotó de los labios de una Florencia, que tenía los ojos abiertos
como platos y estaba casi en estado shock por el cometario de su pareja.
Solo con esa pregunta,
Sofía, cayó en cuenta de su error y que había cometido una imprudencia al
develarle algo que debía ser planteado más adelante.
─ Florencia, cariño ─ se
disculpó Sofía, atrayendo hacia su cuerpo al de su mujer ─. Perdóname, sé que
antes de decirte algo de esa índole debía haberlo consultado contigo
primeramente. No era mi intención asustarte con un deseo que deseo concretar
contigo más a futuro, si tú estás de acuerdo.
─ Sofía ─ trató de hablar
Florencia entre el asombro y su sentir del momento. ─ Yo necesito tiempo para
darte una respuesta a eso último. Te ruego que hablemos este tema en otro
momento, por favor.
─ Está bien, cariño ─
respondió Sofía, que en cierta forma sintió que había complicado las cosas por
su imprudencia.
La Arquitecta, la soltó
lentamente y se fue por un momento al baño para estar a solas y no dejar ver la
decepción que sintió por las palabras de su chica. Fue un pequeño revés del que
se ufana salir airosa mas se precipitó más de la cuenta.
« Soy una estúpida. ¿En
qué rayos estaba pensado al arrojarle un hecho como ese? De seguro que con esto
la terminé por asustar» se recriminaba mentalmente Sofía.
Por su parte en la
alcoba, la joven Villar, también se debatía entre preguntas y temores al
percatarse del brillo en la mirada de Sofía y ver esa decepción que le causó su
respuesta un tanto negativa o al menos no era la que ella esperaba.
─ ¡Quiere hijos! ─
murmuró Florencia ─ y conmigo… ¿Pero cómo?
Sacudió su cabeza y con un suspiro ahogado, se limitó
en vestirse y cuando ya estaba casi lista. Entró Sofía de nuevo a la
habitación, había demorado más de la cuenta y eso que tenía prisa.
La Arquitecta, se vistió
en silencio, volviendo a su habitual traje de dos piezas, que la caracterizaba
y cuando estaba maquillándose sintió clavada en ella, esos ojos negros que
estaban serios y pensativos a la vez.
Sofía, se sobrepuso a sus pocos habituales nervios y
se levantó de su banqueta y se fue hasta donde se encontraba la muchacha y sin
mediar palabras entre ellas, la tomó entre sus brazos y simplemente se adueñó
de sus labios, reclamando su cariño de inmediato.
La respuesta de su novia no se hizo esperar y
correspondió enseguida al beso dejando entrever que pese al impasse, ella le
amaba por sobre todas las cosas y su amor por ella no había disminuido en
absoluto por aquel comentario.
Fue esta vez, la propia Florencia, que detuvo el beso
y en su lugar, colocó un dedo para acallar la protesta de su mujer.
─ Creo que debemos irnos
o se nos hará más tarde ─ instó Florencia, depositando un beso en la mejilla a
modo de compensación por la interrupción.
Sofía, asintió nada más y
con un suspiro ahogado, tomó la mano de su novia y la llevó directo a la cocina
del departamento y fue ella misma, quién le preparó el desayuno a la joven
Villar.
El desayunar les llevó
muy poco tiempo entre palabras que cruzaron y luego, entre ambas limpiaron la
cocina y guardaron todo en su lugar a las 10 en punto salían del apartamento.
Tomaron en elevador y quedaron justo en los estacionamientos en dónde estaba el
jeep de la Arquitecta.
Le tomó sólo dos minutos
chequear que su automóvil estuviese en optimas condiciones y luego, lo puso en
marcha con rumbo hacia la pensión de Florencia.
Luego de recorrer varios
pasajes en busca de una vía más corta, tomaron Presidente Riesco para finalizar
en Costanera norte e ir rumbo a Maipú.
─ ¿Cómo has podido vivir
tantos años en una ciudad tan congestionada de autos? ─ preguntó Florencia, que
no le gustaba mucho que digamos. ─ Todo es un caos aquí para conducir.
Sofía, de reojo le veía y
esbozó una sonrisa por la pregunta de su mujer y es que se notaba muchísimo que
cualquier persona de regiones extremas solía detestar la capital por el estrés y
lo acelerado de la vida.
─ Ya te acostumbrarás,
cariño ─ repuso Sofía, sin perder de vista el camino y verla a hurtadillas. ─
Es muy necesario que vayas de a poco aclimatándote a Santiago y su ritmo.
Aunque lleves ya casi cinco meses, es muy pronto para tomarle cierto cariño.
─ Tú sigues empeñada en
que le tome cariño a esta ciudad de locos ─ mencionó algo divertida Florencia,
alzando un poco su mentón en forma desafiante.
─ Por supuesto ─ acotó
sin vacilaciones Sofía ─ Recuerdas que te mencioné que esperaba que encontrases
a una persona que te hiciera cogerle cariño a este terruño y así, te quedases a
residir definitivamente aquí.
─ Lo recuerdo
perfectamente ─ respondió Florencia y alzando una ceja, añadió ─ Supongo que
esa persona eras tú… ¿o me equivoco?
─ Desde luego ─ afirmó
Sofía, que volteó a verla y le guiñó un ojo al ser descubierta. ─ Desde hacía
un tiempo que abrigaba ese anhelo en mi corazón de ser la persona a quién tu
amases y te quedases junto a mí a vivir en Santiago.
─ ¡Ya veo! ─ exclamó Florencia
impresionada ─ Así que la Arquitecta Almagro, tenía todo muy bien planeado y
consiguió su objetivo de hacerme quedarme en este laberinto llamado ciudad.
─ Jajaja ─ rió de buena
gana Sofía ante el comentario y el rostro de su chica y acotó entre risas. ─
Cariño…Es bien sabido que el amor es el único que puede cambiarlo y exigirlo
todo sin convertirse en una carga. Y en mi caso muy particular aposté a tu
corazón que me conquistó desde el primer día en que nos conocimos y fuiste tú,
quién terminó por embrujarme y hacerme su prisionera.
─ Tienes razón. Solo el
amor nos puede pedir hechos que están más allá de nuestra voluntad ─ concordó
Florencia, y para fortuna de la Arquitecta, volvió inconscientemente a
obsequiarle la misma sonrisa del primer día ─ Sofía, lo único que tengo claro
en mi vida; es que yo te seguiría donde quiera que tu vayas, porque mi corazón
jamás me permitiría alejarme de ti, pues él te pertenece desde ese primer
momento.
Dos pequeños
contracciones sintió el corazón de Sofía, con lo esgrimido por su novia y es
que estaba loco de alegría por lo último que admitió y que la dejó sumida más
allá de la estratosfera…En los mismos cielos.
─ ¡Amor mío! Ese mismo
día, tú, me liberaste del manto de dolor que envolvía mi ser entero y a mi
corazón ─ confesó Sofía, que no pudo evitar emocionarse y unas lagrimillas se escaparon mejilla
abajo. ─ Nunca voy a olvidar como esa sonrisa y esas palabras trastocaron todo
en mí y me devolvieron la esperanza.
─ Sofí… ─ exclamó una
angustiada Florencia, que se apresuró en limpiar la mejilla de su pareja con su
pañuelo ─ No sabes cuánto me dolió ver tu rostro y lo opaco de tus ojos, cansados
de tanto llorar y sufrir. No vuelvas a llorar te lo ruego, ya no hay motivos
para seguir haciéndolo. Daré todo por hacerte feliz y que tus hermosos ojos
azules brillen tan limpios como el cielo azul.
La Arquitecta Almagro, se
hizo a un costado de la costanera para no interrumpir el tránsito y detuvo su
coche. Luego, se giró para tomar el rostro de su mujer entre sus manos y
añadió…
─ Ya no habrá más
lágrimas en mi vida, te lo prometo ─ Susurró Sofía muy cerca de los labios de
su pareja y le robó un beso con cual entregó su promesa basada en hechos y al
separarse de esos labios, agregó ─ Tú eres el motivo de mi felicidad y solo
habrán sonrisas en mi vida.
─ ¡Sofí! ─ exclamó feliz
Florencia.
─ Ahora debemos continuar
o sino nunca llegaremos a tiempo, cariño ─ mencionó Sofía, que retornó a la
conducción.
Florencia, solo asintió y
se dedicó a observar por la ventanilla los alrededores, aunque la verdad, no estaba concentrada en ello precisamente.
Sino que dejo que su corazón volará tan alto como deseará.
Tiempo después, el coche
de Sofía, se estacionaba enfrente de la pensión y ambas mujeres descendieron de
su interior y se dirigieron hasta la puerta principal.
Fueron recibidas por la
propia dueña, que no dejó de gastarle bromas a Florencia al momento de entrar.
─ ¡Vaya! Veo que al fin
la brisa te trajo de nuevo al hogar, muchacha ─ soltó la dueña de la pensión ─
En verdad que ya pensaba que te había abducido los extraterrestres, Florencia.
Ésta última, sintió como
el rubor inundaba sus mejillas ante el comentario de la pensionista. Más no
tuvo tiempo a responder cuando alguien se adelantó en los hechos.
─ Nada de eso ─ respondió
una tajante Sofía ─ Ella estuvo conmigo todo este tiempo y corresponde al ser
yo su novia. ¡Buenos días, tenga usted! Mi nombre es Sofía Almagro.
De una pieza quedó la
dueña de la pensión ante lo expuesto por Sofía y es que no era para menos y es
que el apellido Almagro, era bastante conocido en la capital, ya que pertenecía
a una de las familias más antigua del país y poderosas por lo demás.
─ ¡Buenos días, Sofía! ─
saludó la mujer, tendiendo la mano hacia la joven ─ ¿Así que usted es novia de
Florencia?
─ Eso es correcto ─
afirmó sin rodeos Sofía ─ Y el motivo que me trae aquí es recoger las
pertenencias de mi novia, ya que ella se mudará a nuestro apartamento.
─ Comprendo ─ respondió
la señora ─ sólo tenemos un pequeño problema que resolver antes de que
Florencia se mude con usted.
─ ¿Cuál sería ese pequeño
problema? ─ inquirió Sofía con cierta aprensión.
─ Verá usted señorita
Almagro ─ explicó la mujer, viendo a la joven Villar ─ Hace unos dos meses que
renovamos contrato con Florencia a un plazo fijo de un año y buscar un nuevo
pensionista me tomará tiempo y pérdida de dinero. Por eso hago un acuerdo de un
año como mínimo.
─ ¡Ya veo! ─ exclamó
Sofía, que en cierta forma intuía que se trataba de dinero. ─ En resumidas
cuentas, lo que usted desea es que Florencia, deje cancelado el año completo,
¿No es así?
─ Efectivamente ─
respondió la señora ─ Así son los negocios y usted lo sabe mejor que nadie.
Sofía, alzó su ceja
derecha y fulminó con la mirada a la mujer, pues comprendía hacía dónde quería
llegar. Sin duda que ese tipo de personas le disgustaba sobre manera y quiso
zanjar el problema de una buena vez y largarse cuanto antes de ese lugar.
─ ¿Cuánto es la renta que
le cobra mensual? ─ preguntó de frentón Sofía ─ para liquidar la diferencia
restante.
─ 200 mil ─ respondió la
arrendataria.
─ ¿Es pensión completa? ─
inquirió con cierta ironía Sofía.
─ Con derecho a desayuno
─ contestó la mujer sin cortarse un ápice. ─ Si fuese con todas las comidas,
aumenta el valor.
─ ¡Vaya! Algo caro dado
la ubicación ─ soltó mordaz la Arquitecta y saco de su bolso, la chequera para
cancelar la deuda.
─ ¡Sofía, Espera! ─
intervino Florencia, que interpuso su mano entre la de su novia sin permitirle
ningún movimiento. ─ Yo tengo ahorrado un poco más de la mitad de ese monto y
es mi deber hacerme cargo de mis compromisos.
─ Podemos hacer la
cancelación en dos cuotas si gustas, Florencia ─ señaló la dueña y así, ayudar
un poco a su pensionista que se había ganado su cariño.
La joven Villar ya se
disponía a responder cuando nuevamente intervinieron…
─ De ninguna manera consentiré
que mi novia tenga deudas con usted ─ protestó seca Sofía y liberando su chequera,
rápidamente anotó la cifra de la deuda. ─ ¿A qué nombre debo extenderlo?
─ ¡Sofía! ─ exclamó
Florencia algo indignada ─ ¿puedes dejar que me haga cargo de mis asuntos?
─ Cariño, lo siento ─
repuso Sofía, tomando entre sus manos la de su pareja ─ Quiero que me brindes
la oportunidad de apoyarte en esta ocasión.
─ ¿No vas a darte por
vencida, no es así? ─ inquirió Florencia que no podía negarle nada a esa mirada
suplicante de su pareja.
─ Nunca tratándose de ti
─ respondió una más serena Sofía, que espontáneamente sonrío ante su mujer y
ver esa dulzura con la que la veía.
─ De acuerdo, se hará
como tu digas ─ dijo resignada Florencia que no le quedó de otra, de lo
contrario estaría todo el santo día reconciliando ambas posturas.
─ ¿Y bien señora? ─ apremió
Sofía a la dueña de la pensión.
─ Claudina Márquez ─
contestó ésta ─ Y sólo coloqué la mitad de la cifra, es un regalo a Florencia por su forma de ser.
Tanto Sofía como
Florencia, quedaron sorprendidas con eso último y fue la joven Villar que se
acercó a agradecer a su arrendataria por medio de un abrazo.
─ Gracias ─ murmuró Flo
bajito.
─ Es lo menos que te
mereces, pequeña ─ acotó la mujer ─ ya no quedan personas como tú en este mundo
y fue un honor tenerte como compañera todos estos meses.
Cuando, Sofía entregó el
cheque a la dueña. Florencia, aprovechó para ir por sus cosas y sólo le tomó
diez minutos empacar todo y luego de ello, se despidió de la dueña.
En cosa de segundos, el
coche se dirigía al centro de la capital con rumbo desconocido para la joven
Villar, pues no sospechaba que la próxima parada era en una boutique para
comprar un poco más de ropa para la joven.
─ ¿Qué hacemos acá? ─
preguntó algo aturdida Florencia ─ Pensé que nos regresaríamos al departamento.
─ Lo haremos, cariño ─
respondió Sofía, que le ayudaba a bajar en ese instante ─ buscaremos unos
hermosos vestidos para ti, porque ya es tiempo que dejes un poco de lado lo
deportivo para lucir más apropiadamente al mundo en que te vas a desenvolver.
─ ¿A qué te refieres con
eso, Sofía? ─ inquirió con viveza Florencia.
─ Cariño, tú ahora te mueves en un círculo más amplio en
dónde muchas veces deberás tratar directamente con clientes y tu presentación
personal será clave para cerrar un buen trato ─ explicó Sofía ─ Recuerda amor
que todo entra por la vista en especial en el mundo de los negocios.
─ Comprendo ─ contestó
Florencia con un suspiro.
─ ¡Entramos! ─ solicitó
Sofía, ofreciendo su brazo a su pareja sin dejar de verla con ternura por las
expresiones de su rostro.
Sofía, en poco tiempo
escogió varios atuendos para la joven y se los hizo probar al cabo de unos
minutos ya salían de la boutique y retomaban el camino a casa.
Una vez que llegaron al
apartamento, les estaba esperando Mariela dentro del mismo y con varios
encargos que le hiciera Sofía a temprana hora.
─ ¡Buenas Tardes, chicas!
─ saludó Mariela, besando la mejilla de Florencia como si se tratase de amigas
de hace mucho tiempo ─ Han demorado un poco en llegar.
─ ¡Buenas tardes,
Mariela! ─ saludó Sofía, dejando los bolsos en la sala ─ Había un tráfico
tremendo en las principales arterias.
─ ¡Buenas tardes,
señorita Sopric! ─ saludó Florencia, que no podía dejar de respetarla por ser
una de sus jefas.
─ ¡Ay no! Eso sí que no─ exclamó con espanto Mariela al
escuchar el saludo de la joven Villar. ─ Florencia, te prohíbo que vuelvas a
llamarme señora o señorita Sopric, para ti de ahora en adelante soy Mariela a
secas. ¿Acaso no eres la novia de Sofía?
─ Sí ─ fue la respuesta
de Florencia algo turbada por las palabras de la Arquitecta Sopric.
─ Florencia, para tu
información has dejado de ser una trabajadora de Almapric para convertirte en
la pareja de mi mejor amiga y eso para mí está por sobre todo lo demás ─
explicó Mariela ─ ¿No es así, Sofía?
─ Por supuesto ─ apoyó
ésta, acercándose hasta donde se encontraban las otras dos y se sentó junto a
su pareja y la tomó de la mano para luego, añadir ─ Cariñó, lo que acaba de
decir Mariela es la verdad y es muy lógico que piensen de ese modo porque
nosotras tres somos mucho más que una simples socias, somos amigas desde hace
mucho tiempo y respetamos muchísimo esa amistad y la ponemos por encima de
cualquier relación de trabajo.
─ Comprendo lo que
quieres decir ─ respondió Flo ─ Sin embargo, me resulta un tanto difícil de
asimilar para mí todo esto, ya que he confesarles que jamás estuvo en mis
planes involucrarme con un superior. De hecho estaba en contra de mis
principios, ¿pero quién puede ganarle al corazón?
─ Ninguna persona puede
vencer lo que dicta un corazón ─ acotó Sofía ─ es una batalla que está
destinada a la derrota simplemente.
─ Mira Flo, ¿puedo
llamarte así? ─ inquirió Mariela con cierta picardía ─ ¿o prefieres que te diga
señora de Almagro?
─ Marie…la ─ tartamudeó
Florencia con las mejillas totalmente ruborizadas por la sugerencia y
visiblemente avergonzada.
─ Carla, tenía razón. Eres un verdadero
tomatito andante ─ soltó Mariela de improviso pues no daba crédito a lo que sus
ojos veían.
─ ¡¿Eh?! ─ fue la
exclamación de Flo como de Sofía, que la quedaron viendo muy sorprendidas.
─ Jajaja ─ Bromeó Mariela
por la respuesta y la cara de ambas, excusándose en parte de ciertos hechos ─ En
esta vida todo se sabe.
─ ¿Qué te traes tú con
Ramos? ─ preguntó con pica Sofía, que aprovechó la instancia de poner en jaque
a su amiga. ─ Por lo visto hay algo que no has querido contarme, Mariela Sopric
¿o estoy equivocada?
─ No hay nada que decir,
querida mía ─ se escabulló olímpicamente Mariela ─ ¿Qué vamos a cocinar hoy?
Pues para eso me has invitado, Almagro.
─ Claro que sí ─
respondió ésta y se dispuso a preparar el almuerzo junto a su mejor amiga ─
Cariño, ¿Te nos unes?
─ Encantada ─ contestó
Florencia, que había estado al margen de lo último de la conversación de las
Arquitectas, debido a que algo le daba vueltas en su cabeza y tenía relación a
Carla.
Entre las tres se
dispusieron en hacer labores culinarias. Compartiendo gratos momentos entre
bromas y platicas basadas en diversas áreas. Aquella escena, era muy especial
como si lo hubiesen hecho toda su vida y es que las tres encajaban muy bien y
eso que no estaban en lo que más les apasionaba como era su profesión.
─ Tarde o temprano voy a
descubrir tu secreto con Ramos ─ murmuró entre dientes Sofía, bajo para que
solo Mariela, la oyese ─ A mí no me engañas, boba.
─ Perderás tu tiempo ─
advirtió divertida Mariela.
─ ¡Ya veremos! ─ Se mofó
Sofía ─ No hay nada imposible en esta vida.
Mariela, al oír lo
último, alzó instintivamente su ceja derecha con claros signos de escepticismo
por la tenacidad de su amiga. Movió su cabeza negativamente y sólo suspiró por
respuesta.
─ Por cierto. Se está
haciendo tarde y Casy aún no llega ─ zanjó con un cambio de tema, Mariela.
─ Debe estar por llegar ─
aclaró Sofía, que sonreía ante la huida de su colega y amiga.
─ ¿Vendrá la Arquitecta
Goicochea? ─ preguntó Florencia, que de golpe se tapó la boca con una mano y
rectificó al instante ─ Digo…Casandra.
─ Así está mejor,
Florencia ─ reprendió Mariela divertida. ─ nosotras hemos sido invitadas por tu
querida noviecita para algo crucial.
─ ¿Crucial? ─ inquirió Flo con incredulidad ─
¿De qué me estoy perdiendo?
─ Oficialmente hoy voy a
presentarte no solo con mi familia sino también con mis socias y amigas ─
confesó Sofía, dejando en la mesa las fuentes con alimentos que acaban de
terminar de preparar.
En eso sonó el timbre del
apartamento…
─ Justo a tiempo ─ señaló
Mariela, dirigiéndose a la entrada y recibir a su compañera ─ ¡Tantos años
juntas y aún no logras conseguirlo! Casandra.
─ ¡Um! Y tú no dejas de
ser intransigente con el horario ni que fueses hija de cronos para tener tal
fijación ─ contravino una risueña Casandra que mostraba una botella de vino en
sus manos ─ Me desvié por esta preciosura, ya que un almuerzo no es tal sin
acompañamiento.
─ ¡Vaya astucia la tuya,
enana! ─ soltó mordaz Mariela.
─ Eres una aguafiestas ─
repuso Casandra y decidió ignorarla por completo y no perder su tiempo ─ Hola
chicas bellas y desaparecidas del mapamundi.
─ Hola Casy ─ saludó
Sofía risueña al ver la disputa eterna entre sus socias ─ Llegas en un buen
momento para ayudar a colocar los cubiertos.
─ Como digas ─ respondió
Casy, que lavó sus manos y fue en busca de los cubiertos al mismo tiempo veía a
cierta persona ─ ¿Y tú no me vas a saludar Florencia?
─ ¡Este!...sí ─ saludó
Florencia un poco abrumada de estar en esa posición ─ ¡Buenas tardes, Casandra!
─ ¿Cómo te la has pasado,
lindura? ─ preguntó pícara Casy, guiñándole un ojo en el intertanto.
Para desgracia de
Florencia, el rubor subió de golpe en sus mejillas, delatándola por completo,
pues estaba avergonzada a decir basta ante la insinuación de Goicochea, que
para nada era disimulada en sus interrogatorios.
─ ¡Por Dios, Casy! ─
reprendió duramente Mariela, dándole un golpe en la frente ─ No tienes arreglo,
que no ves que esta niña se muere de la vergüenza ante semejante pregunta. ¿No
te enseñaron a ser más discreta?
─ ¿Y yo que hice ahora? ─
protestó ésta con signo de interrogación en su cara ─ Sólo hice una simple
pregunta acorde a la situación del momento.
─ Sí…Sí ─ rebatió Mariela
─ ¿Y yo soy santa Claus?
─ Chicas déjense de
locuras y pasen a servirse será mucho mejor ─ instó Sofía que sabiamente las
interrumpió porque sino ese par tendría toda la tarde en discutir por cualquier
motivo y eso no podría ser en esta ocasión.
─ Acertada como siempre,
Sofí, cariño ─ alabó Casy y tomó su lugar al lado de Mariela.
Las cuatro mujeres ya
dispuestas en la mesa, comenzaron a servir sus platos con lo que estaba servido
en cada fuente y luego, sirvieron sus copas con el vino que trajese Casandra y
procedieron a brindar por la ocasión. Fue la anfitriona quién tomó la palabra…
─ Quiero dejar de lado
los protocolos de costumbre y decirles que la razón principal de este almuerzo
es para presentarles oficialmente a Florencia como mi novia. Ella lo es todo
para mí y sin duda que gracias a Dios tuve la fortuna de conocer a una mujer
extraordinaria que con su sencillez terminó enamorándome como nunca imaginé y
que devolvió las esperanzas a mi corazón de volver a sentir algo que creí que
murió junto a mi difunto esposo ─ manifestó una Sofía visiblemente emocionada,
que unía su mano con la de su pareja y agregó ─ Quisiera pedirles que le
brinden su apoyo como su amistad, ya que ustedes dos son más que mis amigas son
parte de mi familia y quisiera que la integrasen a sus vida como se lo merece,
ya que Flo en un tiempo muy cercano se convertirá en mi esposa.
La confesión de Sofía, no
fue sorpresa para ninguna de sus amigas; que por cierto ya estaban al tanto de
la relación; puesto que ambas se percataron que en aquella reunión, la Arquitecta
Almagro, veía con ojos de corderito degollado a Florencia y eso terminó por
confirmarse el día en que la contadora, sacó de sus casillas a la dueña de la
constructora y dejando ver celos ocultos.
Sin duda que en ese
instante podían sentir que el amor de esas dos, inundaba todo el lugar y hacía
resplandecer aún más Sofía, que estaba radiante como nunca antes.
Para ambas socias de la
Arquitecta, la felicidad de su amiga y colega, lo era todo y lo más relevante
de todo. El que hubiese encontrado el amor en el rostro de una mujer, carecía
de importancia y en nada cambiaría su relación de amistad como de negocios.
─ Sofía ─ expuso Mariela
─ En la vida lo que cuenta es ser feliz y si tu lo eres junto a Florencia, por
mi parte sólo puedo decirte que te lances con todo por esa dicha y disfrutes de
cada momento junto a ella.
─ Me sumo a las palabras
de Mar ─ acotó Casandra ─ y sólo puedo agregar que en este brevísima vida hay
oportunidades que debemos tomar y tú ya los has hecho, ahora sólo vive
plenamente de esa dicha que te la mereces, mejor dichos ambas se la merecen.
Así que hagamos un brindis por ustedes dos, ya que el amor vino a pintar su
lienzo en la rama de la Arquitectura y nos muestra su lado sexy y sensual en
dos hermosas mujeres.
─ Mejor debemos brindar
por el amor constructivo de Sofía y Florencia, que nunca deje de crecer y se
haga sólido como cimiento e indestructible como el acero ─ convino Mariela, que
llevó sus deseos al ámbito laboral.
─ ¡Por el Amor
constructivo! ─ brindaron las cuatro.
Después de ese brindis,
todas comenzaron a disfrutar de un delicioso almuerzo español y entre bocados y
copas, el ambiente se volvió muy distendido y los minutos fueron avanzando
veloces en el reloj de la sala.
─ Por cierto. ¿A qué hora
deben estar en casa de tus padres? ─ inquirió Mariela, que daba un último sorbo
a su copa.
─ Quedamos estar a las
ocho ─ respondió Sofía, viendo a su novia que en ese momento palideció
sutilmente.
─ Y tú, Flo ¿Cómo te
sientes de conocer a tus futuros suegros? ─ preguntó sin rodeos Casandra.
La aludida, casi se
atragantó en su bebida, pues el tema no dejaba de ponerle los nervios de punta
ya que todo había sido muy sorpresivo y de repente. Puesto que de la noche a la
mañana estaba siendo presentada oficialmente como novia ante las que hace unas
horas atrás eran sus jefas y en unas pocas horas menos, estaría conociendo a la familia en pleno de su pareja…¡Era para
crisparles los nervios a cualquiera!
Florencia, tras limpiarse
con una servilleta sus labios de rastros de la bebida, sólo atinó en ver
aquellos ojos azules que estaban expectantes de su respuesta, sin contar que
otros dos pares más estaban en las mismas circunstancias.
Aspiró profundamente y
tranquilizó los latidos de su corazón para estar lo más serena para responder.
─ Siendo bien honesta.
Estoy algo nerviosa dado que todo ha sido tan rápido e inesperado que te ves de
pronto con todo encima de ti, que no puedes dejar de sentir esa tensión ─
respondió sinceramente Florencia, sin dejar de ver el rostro de Sofía y sonreír
tímidamente ─ A pesar de todo ello, puedo decirles que estoy feliz de vivir lo
que hoy vivo junto a Sofía, pues el amor es capaz de llevarte hasta el mismo
cielo. Con nervios y todo, no cambiaría por nada lo que siento por ella y es
que no puedo ser más feliz.
─ Mi…Flo ─ murmuró
dichosa Sofía, que entrelazó su mano con la de su pareja.
─ ¡Wow! ─ exclamó
Casandra, extasiada del cariño de ambas ─ En verdad que ustedes dos son tal
para cual en muchos aspectos y es que se les nota por los poros el amor que se
prodigan y lo digo, porque antes se comían con los ojos cada vez que se veían y
todo el resto desaparecíamos de su existencia, ¿No es así Mariela?
─ Efectivamente ─ repuso
feliz Sopric ─ Y no es que desapareciéramos Casy, sino que ellas estaban en otra
frecuencia y nosotras años luz de ellas.
─ Jajaja ─ se carcajeó
Sofía ─ chicas creo que exageran un poco las cosas.
─ ¿Exagerar? ─ exclamó Casandra
─ ¡Perdón! Querida, tendrían que haberse visto las caras ya que hasta un ciego
se daba cuenta que entre ustedes había mucha química presente.
─ ¿Así? ─ indagó Sofía,
con curiosidad.
─ Sí. Es que cuando una
persona está destinada para la otra, es una conexión inmediata y absoluta que
desprenden tal armonía y sincronización que encajan en muchos aspectos ─ explicó
una avezada Casandra ─ ustedes dos se complementaban tanto en el trabajo que
era más que obvio que una interacción personal sería mucho más significativa
aún.
─ Concuerdo plenamente
contigo, Casy ─ acotó Mariela ─ las hubieses visto en terreno que parecían ser
una sola persona, es tal su afiato que te dejaba con la boca abierta y la
prueba viva es que ahora ya están más complementadas que nunca y eso se ve con
solo ver como se buscan inconscientemente a los ojos.
Una sonrisa muy amplia
brotó de los labios de Sofía e igualmente sucedió con Florencia, tras lo
esgrimido por ambas mujeres y eso venían a ratificar lo dicho por las dos
Arquitectas y es que un amor verdadero simplemente te hace vivir ese
sentimiento con tal libertad y espontaneidad que todos sus actos son el reflejo
de un corazón enamorado y radiante.
─ ¡Lo ven! ─ apuntó
Mariela, haciendo notar ese acto entre ambas. ─ lo diré las veces que sea
necesario. Ustedes dos son tal para cual en todos los aspectos y créanme que
nunca vi antes una pareja que se complementase a tal punto como lo hacen
ustedes chicas. Sinceramente las felicito.
─ Gracias ─ murmuró una sonriente Sofía. ─ Es
verdad lo que dicen. Con Flo, nos compenetramos infinitamente que puedo sentir
sus emociones con solo verla a los ojos.
─ Cuando Sofí, estuvo en
Colombia y sin que yo supiese quién era, nunca deje de pensarla y lo opaco de
su mirada me traspasaba todo mi ser y hacía doler mi corazón ─ confesó Florencia ─ Desde que la conocí
solo un pensamiento tuve y lo sostendré siempre. Y es que solo una sonrisa es
todo lo que quiero ver presente en su rostro.
─ ¡Amor! ─ exclamó
dichosa Sofía, que sin remediarlo y olvidándose de las demás, la besó por un
tiempo prolongado.
─ ¡Coz… Coz! ─ carraspeó
Casandra y acotó ─ Chicas. Dejen eso para más luego, mira que cuentan plata
frente los pobres. No sean malitas.
─ ¡Oh…lo siento! ─ se
apresuró en decir, Almagro.
En eso, un móvil sonó de
pronto, interrumpiendo la plática.
─ Disculpen. Debo atender
─ Señaló Mariela, viendo de quién se trataba.
─ Ve ─ instó Casy.
La Arquitecta Sopric, se
fue un poco más allá para contestar.
─ ¿Qué sucede Carla? ─
fue lo que se oyó decir a Mariela un poco preocupada.
Mientras las demás,
recogían todo en la mesa y se disponían en dejar limpio y así, continuar con la
plática en la sala. En eso se les unía Mariela, visiblemente contrariada por
algo al parecer.
─ ¿Todo bien? ─ preguntó
Casandra.
─ En el trabajo está todo
como en viento en popa ─ mencionó Mariela, desviando la mirada un tanto ─ Sólo
son cosas personales que están algo convulsionadas por el momento.
Sofía, por primera vez en
mucho tiempo quedo viendo fijamente a su mejor amiga y si no fuese por los años
de conocerse hubiese jurado ahí mismo que Mariela, estaba sufriendo, pues sus
ojos verdes, estuvieron por una milésima de segundos muy melancólicos. Mas eso
duro menos que un pestañear de ojos, pues Sopric, era una mujer que no se
permitía que sus emociones salieran a relucir. Era muy cuidadosa en ese
aspecto.
Luego de unos minutos de
conversación…
─ Bueno chicas, no hay
plazo que no se cumpla y ustedes tienen un compromiso al cual asistir y es
tiempo que nosotras nos retiremos y ustedes se alisten para esa cena ─ mencionó
Casandra, viendo de reojo a Mariela.
La Arquitecta Sopric,
asintió en respuesta a su amiga y colega y juntas se pusieron de pie y se
despidieron de la pareja.
─ ¿Estás bien? ─ preguntó
Sofía a Mariela, mientras la acompañaba a la puerta del ascensor.
─ Claro ─ respondió una
evasiva Mariela ─ Tranquila, Sofí. Tengo que revisar unos trabajos de Matías
para el colegio y asunto arreglado.
─ Si tú lo dices ha de
ser, Mariela ─ fue el argumento de Sofía para nada convencida de lo expuesto
por su amiga.
─ Descuida, tú ve a
alistarte para esa cena. Mira que es muy importante para ambas ─ repuso ésta.
─ Bueno, me despido ─
Señaló Sofía y dándole en un beso en la mejilla, susurró ─ Cualquier cosa te
cuento mañana y tú trata de solucionar eso que te agobia, Mar.
Mariela, sonrió levemente
y de una agarró el brazo de Casandra para introducirla al elevador.
─ Suerte ─ exclamaron
ambas antes de que el ascensor cerrase su puerta.
Sofía, por un instante
quedó pensando en la reacción de su mejor amiga y estaba ahora más convencida
que nunca que había algo muy sospechoso con respecto a Carla y Mariela. Esas
dos tenían una larga historia de desavenencias y altercados que solían arreglar
ignorándose por completo sin hablarse por una semana y eso que eran jefa y
empleada.
─ Es hora de ponerle
atención a este parcito ─ murmuró en voz alta Sofía y entró a su apartamento.
Florencia, estaba parada
junto al ventanal y observaba el horizonte…Perdida en sus pensamientos.
─ Sofí, ¿Tú crees que
sucede algo entre Mariela y Carla? ─ preguntó de pronto Florencia.
─ Eso no lo sé, cariño ─
respondió ella ─ Una cosa si te puedo asegurar y es que la única persona capaz
de enloquecer hasta lo indecible a Mariela es justamente Carla. Ni siquiera su
ex esposo en todos los años de casados pudo alterarla ni una sola vez.
─ ¡Vaya! ─ exclamó más
pensativa Florencia ─ Eso es serio entonces.
─ Puede ser cariño ─
repuso Sofía, que envolvió en sus brazos a su mujer y la instó a ─ Ahora tú y
yo debemos ocuparnos de nosotras ya que en dos horas más debemos estar en casa
de mis padres.
─ ¡Um!...Lo sé ─ señaló
Florencia ─ Vamos alistarnos mi vida.
─ Perfecto ─ acotó feliz,
Sofía, pues su pareja ya estaba más tranquila para la reunión familiar.
Les tomó casi una hora y
treinta minutos, el estar esplendidas para la ocasión.
Sofía, lucía un vestido
color vino tinto, su cabello recogido en un prendedor, un collar de amatistas
adornaba su cuello, unos zarcillos pequeños lucían perfectos de
acompañamientos.
Florencia por su parte,
estaba ataviada en un vestido azul eléctrico, con hombros descubiertos y
envuelta en un chal de gaza de la misma tonalidad. Una gargantilla con un
topacio en forma de corazón adornaba su cuello y su cabello estaba peinado en
ondas cerca de su rostro, dándole un aspecto muy juvenil y sexy a la vez. Su
maquillaje era muy suave y es que su novia lo difuminó de ese modo para
contrastar con la intensidad del vestido.
─ ¡Estás preciosa,
cariño! ─ alabó Sofía, que le hizo dar una vuelta completa y así dar su
aprobación. ─ Por suerte sólo será una cena en familia sino estaría algo celosa
si otros te miran mucho.
─ ¡Sofí! ─ exclamó
Florencia algo ruborizada ─ No digas eso, porque no te daré motivos para que
tengas tales sentimientos. Yo sólo tengo ojos y un corazón sólo para ti.
─ Me da gusto oírlo ─
repuso dichosa Sofía, al mismo tiempo que le robaba un beso a su novia ─ Y es
que usted mi hermosa señorita no tendrá tiempo de estar mirando nada. Pues la
mantendré muy ocupada y concentrada en mis brazos.
─ Amor ─ susurró casi sin
aliento Florencia, pues las caricias de su mujer, la volvían como mantequilla
derretida en sus manos.
─ Cariño… Me tienes
loquita ─ murmuró con voz desgastada por el deseo aplacado ─ Nunca tengo
suficiente de ti y es una tortura parar todo esto. Es una agonía infinita.
─ Sofí…debemos irnos o
llegaremos tarde ─ recordó Florencia a quién también le costaba mucho dejar de
amar a su hermosa novia.
─ ¡Dios! ─ exclamó
resignada Sofía con un suspiro profundo.
La Arquitecta, retocó el
labial de su mujer y reviso el suyo en un abrir y cerrar de ojos y cuando ya
estaba lista, preguntó…
─ ¿Lista para conocerlos?
─ inquirió Sofía con cierta expectativa.
─ Lista y segura, amor ─
respondió Florencia con una amplia sonrisa que demostraba que ya tenía asumido
los hechos.
─ Entonces ¡Vayamos por
ellos, cariño! ─ demandó una radiante Sofía, que entrelazó la mano de Florencia
y juntas salieron del apartamento con rumbo a su coche.
Así comenzaba a
pavimentarse el camino de una vida en pareja y como toda relación tienen que
enfrentar una serie de obstáculos a lo largo de su vida sentimental y en
especial al inicio de esta incipiente relación estaban por venir algunos
imprevistos que sólo ellas podrían resolver.
2 comentarios:
Como siempre, fenomenal esta historia =). Valió la pena, tanta espera :3. Felicitaciones, estupendo!!!
excelente, realmente genial, saludos
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