El camino de rosas y espinas.
Oneshot
Las vueltas de la vida
Una joven lleva bastante tiempo
embelesada viendo por la ventana de su apartamento ver caer la lluvia y cada
gota resbalando por el ventanal, se siente como pequeñas dagas sobre su
corazón.
Ha intentado ya muchas veces dejar de
pensar en aquello que le roba su paz interior y por más que se prometió
mantenerse al margen y a muchos metros de su alcance. Resultó más que poco
factible.
Y es que cuando los pasos de dos
personas están destinados a encontrarse en la senda de la vida; nada ni nadie podrán
evitar el desenlace final y tarde o temprano quedaron frente a frente y Cupido
hará de las suyas de una forma u otra.
Muchas veces intento mentirse de que
todo había sido un espejismo hormonal nada más, producto de ese porte sensual
que irradiaba y que se confabulaba con la excesiva seguridad que de ella
emanaba.
Era un magnetismo que jamás había
visto en mujer alguna y eso que estaba acostumbrada a estar constantemente
rodeada del sexo femenino, dado porque provenía de una familia de puras
mujeres, que estudió en un colegio de monjas y en la universidad dicho número
era mayoritariamente del llamado sexo débil.
Llevaba tanto tiempo esquivando
cualquier contacto con su persona, que en muchas ocasiones terminaba
discutiendo con ella con el propósito de mantenerla lo más alejada suyo y así
estar a salvo.
Sin embargo, el tiempo que ha
transcurrido le ha jugado en su contra y lo que comenzó como una simple
curiosidad y de ser muy directa en sus comentarios, terminaron por romper los
cimientos de un matrimonio y de cierta forma se sentía culpable por lo
sucedido.
Por momentos deseaba volver el tiempo
atrás y no haber dicho nada que pudiese perjudicar la vida familiar de una de
sus jefas y como se suele decir en el campo; lo que siembras lo cosechas a
larga.
Aún recordaba cuando recién egresada
de la universidad se presentó a una entrevista de trabajo en una prometedora
constructora, cuyas dueñas eras tres jóvenes Arquitectas y que estaban en busca
de personal administrativo y contable para su empresa.
Flash back
Cuando la joven se presentó en aquella
diminuta oficina para dicha entrevista, quedo impactada al chocar de frente con
aquellos ojos verdes que tenían la mirada más inquisitiva que en su vida
hubiese visto. Tenía un grado tal de frialdad como análisis y parecía desnudar
tu alma con su solo mirar.
Le tomó más de unos minutos, sacudirse
la impresión del cuerpo y poner atención a las preguntas que las tres mujeres
le estaban haciendo. Cuando ya tuvo control sobre sus emociones, pudo resolver
satisfactoriamente cada pregunta que le hicieron y fue gratamente aceptada por
dos de las socias y sólo una de ellas, estaba reacia en confiar en una joven
novata y sin nada de experiencia. Y tuvo que ser ella precisamente la que se
oponía a necesitar sus servicios.
─ Es tan
solo un niña en pañales ─ argumentó en esa oportunidad la joven Arquitecta ─ es
mucha la responsabilidad que recaerá sobre sus hombros. Pienso que debe ser un
hombre y no una mujer para el cargo.
Sus dos
socias trataron de convencerla de lo contrario por diversas razones, pero sería
la propia muchacha que llevada por su instinto y que en parte herida en su amor
propia, se defendió por sí sola.
─ Con todo
el respeto que se merece. Usted no puede juzgar a una persona con la primera
impresión, eso es poco profesional ─ rebatió la joven viendo directamente
aquellos ojos verdes y sin inmutarse, continuó. ─ Muchos suponen que ser joven
es sinónimo de imprudencia e irresponsabilidad y sin embargo, yerran en esa
suposición, ya que un joven tiene los bríos que los adultos por temor o
desconfianza no se atreven en arriesgar e ir más allá por costumbre de ir a lo
seguro. Por otro lado, una mujer está mucho más capacitada que un hombre por el
simple hecho de que es perfeccionista por naturaleza y no competitiva por
deporte como es el caso de los varones.
Cuando la
muchacha terminó de exponer sus descargos, se produjo un silencio casi
sepulcral y es que jamás se espera que en una entrevista de trabajo, un
postulante puede comportase de ese modo dado que por lo general hay mucho
nervio de por medio y se necesita de mucho desplante para expresarse a ese
nivel sin ser mal educado o insolente.
Sólo una
ceja alzada de aquella Arquitecta fue la primera y más clara reacción de las
tres socias y es que las otras dos estaban más que impresionadas de la
personalidad y tenacidad de la joven contadora.
Sin emitir
ninguna palabra, ambas colegas solo voltearon a ver a su socia y dejaron que
fuese ella; quién determinará el destino de la postulante. Al percibir la
reacción de sus colaboradoras. Ésta se tomó unos minutos para observar
detenidamente a la joven y pudiese analizar minuciosamente su desempeño en toda
aquella reunión.
─ Muy bien ─
mencionó la Arquitecta y sin dejar de verla a los ojos ─ Espero que seas capaz
de demostrar aquello que tanto haces alarde y no seas una brabucona de muchos
que son incapaces de cumplir con su palabra como objetivos.
─ No me
considero una brabucona ─ esgrimió sin amilanarse la muchacha ─ siempre
sostengo lo que digo y me caracterizo por no dejar nada a medias.
Nuevamente
la joven postulante dejaba sin palabras a las tres profesionales y provocando
diversas reacciones pero con un factor en común.
─ Ese es el
espíritu y la actitud que estamos necesitando en la empresa ─ mencionó una
Arquitecta de cabellos cobrizos y ojos azules ─ ¿Cuándo estarías dispuesta a
comenzar?
─ Cuando
ustedes lo determinen ─ respondió la joven sin rodeos y dando por hecho que ya
el puesto era suyo.
─ Entonces ─
demandó aquella mujer de ojos verdes ─ Comienzas hoy mismo.
─ ¿Hoy
mismo? ─ exclamó algo perturbada la chica, que no contaba con un hecho así
ocurriese.
─ ¿Acaso no
has dicho cuándo nosotras determinásemos? ─ soltó la rubia desafiándola con la
mirada ─ o… ¿Tienes miedo ahora?
─ Eso jamás
─ respondió con fuerza la muchacha.
─ ¡Bienvenida
a Almapric! ─ expuso la tercera Arquitecta. Una trigueña de ojos grises y muy
risueña.
─ Muchas
gracias por su confianza ─ señaló la joven postulante. ─ Señor… (No terminó de
hablar pues se percato de que no sabía sus nombres)
─ Jajaja ─
Bromeó la Arquitecta al ver el estupor en la chica ─ Mi nombre es Casandra
Goicochea, a mi derecha Sofía Almagro y a mi izquierda; la rubia malas pulgas;
Mariela Sopric.
─ Encantada
de conocerlas ─ fue todo lo que atino en decir la chica, ya que sentía
atravesarle el alma, eso odiosos ojos verdes.
─ Bueno…
¿Cómo has dicho que te llamabas? ─ soltó irónicamente Mariela y a las vez
desafiándola más. ─ ¡Así!...Creo que te llamas… ¿Ramos?... Carla Ramos ¿No es
así?
─ Así me
bautizaron ─ respondió de igual modo Carla.
─ Bien,
Señorita Ramos ─ ordenó Mariela ─ Tienes dos minutos para salir de mi oficina y
comenzar a trabajar.
─ Como
usted ordene ─ atinó en decir Carla y se dispuso en retirarse cuanto antes de
aquel lugar o sufriría un colapso nervioso.
La joven
estaba por coger la manija de la puerta, cuando de súbito tocaron su hombro, sobresaltándola
mucho al punto de llegar a saltar y al darse vuelta quedo de plano frente a los
burlones ojos verdes de Sopric.
─ Creo que
estas olvidando algo vital ─ señaló Mariela, cuyo rostro reflejaba la ironía
ejemplarizada ─ Y es saber hacia dónde debes dirigirte y qué hacer ¿No te
parece señorita perfección?
─ Adivina
no soy y está más que claro ─ refuto Carla, que a duras penas contenía el enojo
por el olvido de preguntar y no hacer el ridículo como lo estaba haciendo. ─ Y
asumo mi error.
─
¡Admitiendo tu derrota antes de tiempo! ─ exclamó con alevosía Mariela ─ Pensé
que durarías más tiempo dando batalla. Veo que no me equivoqué en mi primera
impresión contigo.
En
respuesta, Carla, suspiró lenta y pesadamente, conteniéndose al máximo para no
mandar al carajo a semejante petulante y es que en media hora de permanencia
con ella y había conseguido arrancarle la paciencia en menos de cien metros
planos y creía que nadie podría aguantar a semejante mujer, con mucha suerte
quizás un esposo y eso sería un milagro de Dios.
─ Le pido
disculpas por mi olvido, Arquitecta Sopric ─ mencionó Carla, tratando de
templar al máximo su carácter ─ No volverá a tener quejas mías en un futuro. Eso se lo doy firmado.
─ ¡Qué
soberbia y engreída eres para ser tan joven! ─ acusó Mariela y cuya mirada se
volvió totalmente fría y escéptica. ─ Seré yo misma, quién me encargue de
supervisar tu trabajo y si encuentro un solo y mísero error de tu parte, tendré
el placer de poner de patitas en la calle ¿Queda claro?
─ Claro
como el agua ─ asumió Carla y escondió muy bien su molestia, pues no quería darle motivos a esa bruja para que la
corriese por el momento.
─ Perfecto
entonces ─ mencionó Mariela y le entregó un documento a la joven ─ Ve a recursos
humanos y que hagan tu ficha de ingreso y luego te presentas con Ricardo para
que te ponga al día con las facturas y todo el papeleo legislativo y sólo
cuando hayas acabado, te podrás retirar a tu hogar. Tómalo como un relajo para
ser tu primer día de trabajo.
Aquellos
ojos pardos por poco y asesinan a su jefa, más le tomó menos de dos segundos y
logró mostrar una indiferencia absoluta y así, no responder al ataque de
aquella mujer.
─ Será como
usted ordene ─ fue la escueta respuesta de Carla.
─ Como ya
entendiste. Sal de mi vista, prospecto de perfección ─ soltó mordaz Mariela.
No se hizo
esperar la reacción de la joven y sólo le quedo viendo por un segundo y se
largó sin más de aquella oficina conteniendo su ira con guardias de seguridad
mental para no darle su merecido al ogro de su jefa.
Cuando la
muchacha cerró la puerta detrás de sí. Las reacciones de las demás no se
hicieron esperar.
─ ¡Por
Dios, Mariela! ─ espetó con incredulidad Sofía ─ ¿Tenías que ser tan pedante
con ella?
─ Concuerdo
con Sofí ─ acotó Casandra ─ ¿Qué te hizo esa pobre chica para que la tratases
de ese modo?
─ Tengo mis
motivos ─ se excuso sin más Sopric ─ Me desagradan las personas fanfarronas que
mucho dicen y poco hacen.
─ Para que
digas tal cosa, debes tener más tiempo de conocerla ─ rebatió Sofía ─ Ella apenas
ha sido entrevistada y no le has dado argumentos para defenderse laboralmente
hablando.
─ Descuida,
Sofí ─ aclaró Mariela ─ te aseguro que a contar de hoy me dará todos los argumentos
que necesito y sólo cuando haya pasado un año, asumiré mi equivocación y me
disculparé personalmente ante ustedes.
─ Aun así,
Mariela ─ refutó Sofía ─ Yo confío plenamente en tus deducciones o como
decisiones. Más te aseguro que esta chica, este día no olvidará jamás y es que
fuiste muy dura con ella.
─ Es por su
propio bien ─ mencionó ésta ─ es la mejor forma de darle motivos para
esforzarse y no ser una mediocre.
─ Te puedo
asegurar que esa joven no es una de esas ─ corrigió Sofía ─ se notó enseguida
con solo oírla hablar.
─ Carla,
tiene un desplante único y fue suficiente para mí ver cómo te dejo sin
argumentos cada vez que la confrontabas ─ expuso Casandra, muy divertida. ─
¡Admítelo! Tiene agallas.
─ Sostengo
mis palabras de hace un rato ─ contravino Mariela ─ Esa una niña en pañales
aún.
─ Sabes lo
que creo que es ─ repuso Casandra.
─ ¿Qué cosa
según tú? ─ apremió Mariela.
─ Te lo
diré con todas sus letras y así lo digieras mejor ─ señaló burlonamente
Casandra ─ «Encontraste la horma de tu zapato»
Aquellos
ojos verdes de Mariela, se abrieron como platos ante lo expuesto por su colega
y socia. Y solo con el transcurrir del tiempo se comprobaría aquella teoría.
Fin del
flash back
Rememorar
aquel día, le trajo nostalgias y también agregó mas pesar a su corazón alicaído
y es que nada parecía darle consuelo a su vida. Por más que lo intentará
siempre terminaba en el mismo lugar de siempre en sus pensamientos…La
Arquitecta Sopric.
Aunque no
quisiera admitirlo; necesitaba la sonrisa burlona y palabras tajantes de esa
coraza hecha mujer. Y por más que tratase de mantenerse a un kilometro de su
persona, terminaba por llegar a su puerta como siempre y se maldecía una y otra
vez. Y es que podía ver en aquellos ojos verdes reflejado un sentimiento que le asustaba como atormentaba
hasta lo indecible a causa de no poder más con la vergüenza de haber sido la
causante de la ruptura matrimonial a unos meses de haber nacido el primogénito
de esa familia.
Aún
recordaba la mirada de desprecio del esposo de la Arquitecta, cuando fue a encararla
a su hogar y de paso agradecerle por mandar al diablo su matrimonio y si no fuese
suficiente con ello, le escupió en el rostro que le dejaba como herencia al
bebé, porque sin asco le soltó que ese niño fue concebido pensando en ella,
cuándo su esposa al terminar de hacer el amor, la nombró y a partir de ese día
ya no la volvió a tocar más, ya que ésta no se lo permitió.
Ese día se convirtió
en un verdadero infierno, ya que sus padres descubrieron parte de su verdad
tras oír los gritos exacerbados del esposo de su jefa y le dieron a elegir
entre su familia y destierro total lejos de su casa.
Carla, no
tuvo más alternativa que asumir las consecuencias y se marchó del hogar de sus
padres y rentó un apartamento por un tiempo hasta que pudo optar al propio. Permaneció por dos años alejada de su familia
y sólo la enfermedad de su madre, le dio una tregua y vino a brindarles otra oportunidad como familia.
Tras una larga conversación llena de dolor y lágrimas, pudieron reconciliarse
padres e hija y desde ahí, mantuvieron un vínculo más cercano y unido, debido a
que sus padres aceptaron la forma de su ser de su hija.
No
obstante, la contadora, permaneció inmutable ante la Arquitecta Sopric y se
esforzó por cambiar las cosas y optó por salir con muchos chicos ante la vista
y paciencia de Mariela y así, olvidarse de ella de una vez por todas.
Más aquello
jugo en su contra, ya que podía ver reflejado el rencor en aquello ojos verdes
y por cada chico que le venía a buscar a la salida del trabajo; al día
siguiente su jefa estaba de un humor de perros y se descargaba su frustración
de lleno en ella, llenándola de trabajo y fastidiándola hasta lo infinito.
─ Así como
tienes mucho tiempo para divertirte, lo tendrás para cumplir con tus labores y
tener esto antes de que te marches ─ ordenaba sin miramientos Mariela.
─ ¡Pero
esto es demasiado para un solo día! ─ aulló con espanto Carla. ─ ¿Te has vuelto
loca o qué?
─ Acaso no
presumías que no dejabas nada a medio terminar ─ desafió Mariela ─ cumple con
tu trabajo y si te tienes que quedar hasta tarde no es mi problema, por último
cobrarás horas extras.
─ Deberías
buscarte a otro contador y así, podrías explotarlo como se te antoje ─ soltó
con rabia Carla ─ porque según tú, no doy la talla. Ahora, tienes argumentos
para refregarme en la cara mi incompetencia.
─ Nada de
eso querida ─ refutó sin asco Mariela ─ tu tiempo para renunciar expiró hace
mucho y ahora, debes asumir tus obligaciones.
─ Te puedes
ir al carajo, Mariela ─ rabió Carla sin contenerse más ─ Me largo de este puto
trabajo. Me tienes harta de tu pesadez y mal humor. Quédate con tu bendito empleo
y búscate a otro idiota para que te bese los pies y haga tu reverenda voluntad.
La
contadora, tiro los documentos al escritorio. Recogió su cartera y abrigo y se
dispuso a largarse de aquel lugar.
─ ¿Adónde
demonios crees que vas? ─ increpó Mariela, agarrándola fuertemente del brazo.
─ Dónde no
pueda ver más tu odioso rostro ─ replicó Carla y se soltó del agarre. ─ No
vuelvas a tocarme, idiota ególatra.
─ ¡Así que
te soy odiosa! ─ espetó Sopric y esta vez jalo de ambos brazos a la muchacha
hasta pegarla a su cuerpo. ─ pues déjame aclararte que esta ególatra esta como
una idiota por tu culpa.
─ ¿Qué
quieres decir con eso? ─ inquirió Carla, tratando de zafarse de los brazos de
Sopric ─ ¡Suéltame Mariela de una vez!
─ Que has
hecho de mi vida un infierno desde que te conocí y no tengo sosiego ni paz al
punto de hacer añicos mi matrimonio ¿Y sabes por qué? ─ masculló fuera de sí,
Mariela.
─ No me
interesa saberlo. ¡Sólo suéltame ya! ─ demandó seca Carla y sin conseguir
deshacer el abrazo que la mantenía cautiva.
─ No te voy
a soltar ─ rebatió Mariela y cerró aún más el abrazo entre ellas ─ ¿Cómo no te
das cuenta cómo me tienes?
─ Yo no te
hecho nada ─ protestó Carla ─ déjame ir Mariela.
─ Nunca ─
gritó a viva voz, ésta ─ no tengo vida a causa tuya, Carla. No duermo, ni como
bien y sólo una cosa podrá devolverme la paz como el respeto por mí misma.
─ ¿Qué cosa
deseas para dejarme tranquila? ─ preguntó sin más Carla, dispuesta a
escucharla.
─ Esto ─
fue la escueta respuesta de Mariela y sin darle tiempo a nada, se adueñó de los
labios de Carla.
La
contadora quedo estupefacta al sentir sobre sus labios, los de Mariela y fue
incapaz de reaccionar y dejo que la Arquitecta, hiciera con ella lo que quisiera,
porque no tuvo fuerzas para negarse a sí misma lo que anhelaba su corazón desde
aquella vez en que en una fiesta de aniversario de Almapric, y con un par de
copas de más en el cuerpo y sumado a lo
condenadamente sexy que lucía Sopric, Y que cediendo a sus hormonas
alborotadas, acabó por llevarse a su cama a su jefa y vivir la noche de pasión
más intensa de su vida y que jamás podría olvidarse como negar que desde ese
día no tenía ojos más que para su malhumorada Arquitecta y su corazón le
pertenecía por completo aunque ella tratase de negar su amor por ella al costo
que fuese.
─ No
vuelvas a salir con nadie más ─ susurró Mariela sin desprenderse de su boca ─
No puedo soportarlo. Tú eres mía desde esa noche y no te compartiré con persona
alguna.
La vida
muchas veces te depara tantas sorpresas que terminan por dejar tu mundo de
cabeza al punto de envolverte en una situación que jamás hubiese imaginado y
desbarajustan todo el escenario que habías formado y encontrarte con tu propia
verdad. Simplemente son las vueltas de la vida.
1 comentario:
Genial *-*
Así que eso se traían esas dos cx
GracIaS por compartir esta historia (:
Que estés excelentemente c:
Publicar un comentario