Un nuevo amanecer, capítulo 10.
Las manillas del reloj de la oficina
marcaban las 11 en punto de la mañana y Sofía, estaba absorta en el diseño del
interior de un despacho de abogados y que había sido encargado personalmente
por el subsecretario del interior, quién era el padre de uno de los socios del
bufete.
La Arquitecta, mantenía sobre su
escritorio los bosquejos a mano alzada como a su vez, mantenía abierto en su
computadora, el autocad con las imágenes
en 3D que deseaba plasmar en dicho lugar.
Sin duda que Sofía, era una
trabajólica empedernida y solo ayer había retomado sus labores junto a su novia
y estaba a full trabajo con varios proyectos sobre la mesa. Había relegado toda
la responsabilidad en Florencia de supervisar los trabajos en Sapunar, ya que este
contrato se presentó de improvisto y requería toda la dedicación de la
Arquitecta y justamente era una de las áreas de las cuales ella dominaba y que
estaba ligado directamente al propósito por las cuales las tres socias
decidieron crear Almapric. Una empresa que se dedicase a cubrir casi todas las
necesidades de la Arquitectura y la construcción, como son: Electricidad,
Diseño interior, Cálculo estructural, paisajismo e Ing. Hidráulica y por esta razón tomaron
carreras paralelas para cubrir todas esas necesidades y ser un equipo completo.
Podían ejecutar cualquier proyecto que se
solicitará y por ello siempre se adjudicaban muchos contratos públicos
como privados.
Sólo había una sola área que habían
dejado relegada momentáneamente y esta era Obras viales por estar faltos de
personal que contase con la experiencia necesaria para aventurarse a un sector
que es bastante lucrativo. No obstante, la última de las contrataciones (personal)
de la constructora contaba con esa experiencia que ellas requerían y que muy
pronto les iba ayudar a entrar en ese campo.
Sofía, estaba de lleno en las
modificaciones del programa cuando una llamada interrumpió su labor.
─
Arquitecta, siento interrumpirla pero la señora Undurraga desea hablar con
usted urgente ─ explicó su secretaria.
─ Está bien, Lorena ─ señaló Sofía ─ trasfiere la
llamada.
─ Enseguida
─ respondió ésta.
Mientras
quedo a la espera de que le traspasarán la llamada, la Arquitecta suspiró
pesadamente pues se hacía una idea del motivo por el cual dicha señora le
llamase.
─ ¡Buenos
días, Sofía! ─ saludo la mujer al otro lado de la línea.
─ ¡Buenos
días, Victoria! ─ respondió la Arquitecta.
─ ¿Sabrás
el motivo por el cuál te llamó? ─ preguntó la mujer.
─ Me hago a
la idea, Victoria ─ acotó Sofía ─ Supongo que Colomba, ya debió informarte de
lo sucedido en casa de mis padres.
─ En
efecto, Sofía ─ respondió tajantemente ésta ─ Podría decirte miles de cosas por
teléfono, pero una dama como yo no hace algo impropio y vulgar como aquello.
Por eso quiero que vengas a mi casa ahora mismo y nos expliques esa nueva
locura que te entró a unos meses de enviudar de mi hijo.
A Sofía,
que no era dada en permitir ser cuestionada en asuntos privados e íntimos, le
supo mal el tono como las palabras de la que fue su suegra por muchos años y
ahora, debía dar explicaciones que le desagradaban en lo sumo, más estaba
obligada a ellas por razones de respeto y consideración de quiénes fueron por
mucho tiempo su familia. No obstante, hizo saber su inconformidad al respecto.
─ Victoria,
hablaré con ustedes de ese tema, pero quiero dejarte bien en claro que no
puedes ordenarme como si yo fuese de tu propiedad por que no es así ─ rebatió enseguida
Sofía ─ Además, debo recordarte que mis asuntos personales los resuelvo fuera
de horarios de trabajo porque yo no mezclo las cosas. Pasaré por tu casa en la
tarde.
─ Sofía,
lamento escuchar que te excusas para no darnos una explicación que nos merecemos
por respeto a la memoria de Cristóbal… Tú, esposo ─ recalcó indignada Victoria
y prosiguió demandante. ─ no voy aceptar que nos trates de esta forma y si
persistes en tu actitud, seré yo misma quién llame al subsecretario y detenga
los trabajos y anule tu contrato.
─ ¿Serías
capaz de una cosa así, Victoria? ─ preguntó incrédula Sofía al ver una faceta
de su suegra que nunca antes imaginó.
─ Soy capaz
de eso y mucho más ─ replicó ésta ─ Has sido tú misma, quién nos ha obligado a
actuar de este modo al no contarnos de esa « aventura» enfermiza que tanto
presumiste en casa de tus padres.
─ No es una
aventura como tú dices como tampoco es una enfermedad, Victoria ─ protestó con
disgusto Sofía ─ Y tienes mucha razón en que el teléfono no es el medio más apropiado
para hablar de un tema delicado. Así, que en estos momentos voy saliendo hacia
tu casa. Nos veremos dentro de unos momentos.
─ Te estaré
esperando ─ respondió seca Victoria y colgó el auricular fuertemente.
A Sofía, le
molestó y le dolió a la vez que la madre de su esposo tuviese una actitud tan
desdeñosa para con ella, cuando habían sido años de compartir una relación
suegra y nuera de lo más cordial y basada en cariño y respeto. Pero por lo
visto eso solo había sido tan solo una fachada mientras Cristóbal vivía, ya que
una vez que se realizaron los funerales de su esposo. La familia de éste
desapareció por completo de su vida y solo una semana después vinieron a ver
cómo se encontraba y de ahí; las visitas se hicieron más que esporádica al
punto de hacerse nulas y ya en los tres meses de la tragedia ni rastros de sus
padres como de sus hermanos y tan solo la familia de la Arquitecta como sus
colegas y amigos, fueron los que de una forma u otra trataban de levantarle la
moral y no la descuidaban en absoluto, aunque sus esfuerzos resultaron inútiles
y nada le devolvía a su marido como tampoco mitigaba su dolor hasta que
apareció Florencia en su vida que con su sonrisa y unas dulces y desinteresadas
palabras le brindaron ese alivio y comenzaron a sanar sus heridas y la
esperanza retornó a su existencia.
─ Si hay
algo que no soporto es la falta de educación ─ murmuró con vivo enojo Sofía,
colgando su teléfono.
La joven
Almagro, guardó todo lo que estaba sobre su escritorio como en su computadora.
Dio órdenes a su secretaria de no traspasarle ninguna llamada a su móvil y que
saldría de la empresa y estaría bastante tiempo fuera y no deseaba ser
molestada.
Luego de
ello, fue hasta la oficina de Mariela y la puso al tanto de lo sucedido con su
suegra, cosa que no extrañó para nada a Sopric que ya veía venir una reacción
de esa magnitud y aconsejó mucho a su colega y amiga para que no perdiese el
control y no respondiera la rabia de ellos con más fuego.
─
Tranquila, Mariela ─ acotó Sofía ─ No perderé la cabeza aunque sé de ante mano
que va se va a desatar la tercera guerra mundial en esa casa porque no estoy
dispuesta a que se me cuestione de ese modo y menos que se crean con tal
derecho de juzgarme tan a la ligera cuando han sido ellos mismos quienes me
dejaron sola tras la partida de Cristóbal.
─ Mira
Sofí, tus suegros siempre fueron bien cariñosos contigo y presumo que si han
reaccionado de ese modo ha de ser porque Colomba, debió dejarte muy mal parada ─
observó la perspicaz Mariela.
─ En eso
concuerdo contigo ─ admitió Sofía ─ Colomba, siempre ha tenido actitudes bien
extrañas conmigo desde que me case con su hermano.
En ese
momento y tras escuchar aquellas palabras de su mejor amiga, que Sopric, recordó
un hecho particular acaecido hace mucho tiempo y en la época en que ya estaban
por egresar de la universidad y decidió sacarlo a la palestra.
─ Sofía,
escúchame bien lo que te voy a decir ─ confidenció Mariela, sentando en el
sillón a su amiga y así proseguir. ─ Sabes que al escucharte hablar de tu
cuñada, recordé algo que sucedió en casa de Casy y que tiene relación con
Colomba y su actitud hostil contigo. En dicha ocasión y al estar casi todas
pasadas de copas, ella confesó a Valentina que estaba muy confundida con una
chica que la tenía loca y no sabía cómo acercarse a ella, porque estaba de por
medio su hermano.
Yo no le
tome mucho asunto cuando Vale, me lo comentó porque en época de universidad,
una suele hacer muchas locuras que no pasan más allá de ser una experiencia y
nada más. Además, que tu cuñada tiene bastantes hermanos, no sabía cuál de
ellos era y quién era la chica en cuestión. ─ terminó de confesar Mariela ─
Ahora, dadas las evidencias y su constante comportamiento para contigo desde el
momento en que te casaste con Cristóbal, mucho me temo que eras tú, aquella
chica que traía loca a Colomba.
La
confesión dejo muda a Sofía, que no daba crédito a lo esgrimido por Sopric y es
que jamás de los james hubiese creído y menos imaginado un suceso como ese. Ni
loca se le hubiese pasado por su mente. De sólo llegar a imaginarse siquiera
que su cuñada sentía algo por ella desde hace mucho, le dio escalofríos y es
que no se podía hacer a la idea y mucho menos aceptar un hecho de esa magnitud.
─ Pero
Colomba, está casada con Efraín ─ fue la torpe explicación que se dio a sí
misma, Sofía.
─ Yo me
atrevería sin temor a equivocarme que ella es bisexual ─ expuso sin miramientos
Mariela ─ Y se caso con tu hermano para estar cerca de ti y así, guardar las
apariencias de su conducta lésbica y no levantar sospechas.
─ ¡Eso es
imposible! ─ exclamó impávida Sofía ─ No la creo capaz de hacer una locura como
esa.
─ Sofí ─ expuso
Mariela ─ Mira muy poco me gusta sacar conclusiones precipitadas de una
persona. Sin embargo, desde que conozco a Colomba, siempre te ha visto con
otros ojos y no los de una cuñada y eso ha sido así desde la universidad y
desde que te casaste que se comporta pésimo contigo.
─ No te voy
a negar la conducta de mi cuñada, pero de ahí que se haya casado con mi hermano
para estar cerca de mí. Es inaudito ─ esgrimió Sofía ─ ¿Acaso te puedes hacer a
la idea de qué sucedería si Efraín descubriese que ella lo engañó?
─ No
necesito que me lo digas ─ repuso Sopric un tanto preocupada ─ él simplemente
anula su matrimonio en el acto.
─ Mariela,
mi hermano sin dudarlo le quita a mis sobrinos ─ aclaró Sofía, que se paseó de
solo imaginar los hechos. ─ Y para una madre no hay peor desgracia que perder a
sus hijos.
─ Espero
que por el bien de todos, estar equivocada en mis deducciones ─ mencionó ésta ─
de lo contario sería muy doloroso para la familia de tus suegros y para tu
hermano.
─ Yo sé muy
bien que eres muy acertada en tus impresiones, pero por esta vez deseo que te
equivoques, amiga mía ─ acotó Sofía ─ Mira que ya tengo suficiente con tener
que ir a casa de mis suegros y contarles
lo sucedido y tratar de que las cosas no pasen a mayores. Mira que Victoria, ya
amenazó con interferir para que me quiten el contrato del subsecretario.
─ Sería muy
bajo de su parte hacerlo ─ rebatió Mariela ─ no se mezclan las cosas personales
con los negocios. Por mucho que sienta que debes guardar respeto a la memoria
de Cristóbal.
─ Eso es
algo que pienso aclarar ─ señaló la Arquitecta ─ No dejaré que nadie me chantajee
de esa manera aunque sean mis suegros.
─ ¡Así se
habla! ─ instó Mariela. ─ No dejes que te pasen a llevar.
─ Descuida
que no lo haré ─ repuso Sofía, entregando unas llaves ─ Ahora, te pido que
ayudes a Florencia con lo de Sapunar, pues no creo que regrese almorzar con
ella y hay una entrega de hormigón que debe recibir.
─
Tranquila, Sofí ─ señaló Mariela ─ yo la estaré apoyando.
─ Entonces
me marcho ─ indicó Sofía ─ Nos vemos.
Sofía, tomó
el elevador que la llevó hasta su camioneta y salió rauda con rumbó a lo
Barnechea.
A su vez,
Mariela, tras unos minutos de meditar las cosas. Salió de su oficina hacer unas
consultas antes de dirigirse a la obra de Sapunar. Dirigió sus pasos al único
lugar que le darían dicha información.
─ Me puedes
decirme. Si Florencia tiene algún familiar cercano en Santiago ─ demandó
Mariela al llegar al escritorio de Carla.
La
contadora alzó sus ojos pardos; y quedo viendo a su interlocutora. Su mirada se
empequeñeció súbitamente al ver la intensidad con que la veían.
─ ¿Por qué
tendría yo que saberlo? ─ preguntó seria Carla.
─ Muy
simple. Eres su mejor amiga y entre amigas se cuentan todo ─ señaló
sarcásticamente Sopric. ─ 0 ¿Estoy equivocada, Carla?
─ Para tu
información no soy de revelar o ventilar la vida privada de mis amistades ─
convino ésta ─ porque no le preguntas directamente a Flo y sales de dudas.
─ ¡Um! ─
exclamó Mariela ─ se nota que hoy amaneciste de un humor de perros, Ramos.
─ Sopric,
¿no tienes a quién mas fastidiar hoy? ─ espetó una malhumorada Carla ─ Tengo
mucho trabajo que hacer como para perder mi tiempo contigo.
─ ¡Vaya! No
se te puede pedir nada sin que muerdas ─ se burló Mariela ─ Creo que tanto
número te altera el genio, querida.
─ ¡Sal de
mi oficina, Sopric! ─ ordenó furibunda Carla, señalando con un dedo la salida.
─ Cuando te
dignes en dejar de lado tú rabieta. Hazme saber lo que pregunté ─ demando
Mariela, de lo más burlona y guiñándole un ojo al retirarse de la oficina;
provocando el enojo vivo de Ramos.
─ ¡Idiota! ─
aulló Carla, golpeando con el puño su escritorio.
Una
risotada fue lo que se escuchó al otro lado de la contadora, tras oír el
epíteto con que la llamó a lo mismo que el golpe.
─ ¡Ya
verás, Ramos! ─ murmuró entre dientes Mariela ─ Esto recién está comenzando
para ti.
La
Arquitecta Sopric, fue hasta su despacho en busca de las llaves de su vehículo
para dirigirse a la obra de Sapunar y ver a Florencia con los trabajos.
Mientras
todo ello se desarrollaba en las dependencias de Almapric. La camioneta de
Sofía, llegaba a las inmediaciones de una parcela y su casa solariega de la
familia Peters Undurraga.
Fue
recibida por una de las empleadas que la llevo directamente a la terraza dónde
se encontraba los padres de su difunto esposo.
─ ¡Buenos
días! ─ saludo Sofía al momento de entrar.
─ ¡Buenos
días! ─ fue el frío saludo de parte de Victoria.
─ Por
favor, toma asiento, Sofía ─ instó un poco más cordial Benjamín, su esposo y
padre de Cristóbal.
─ Gracias.
Eres muy amable de tu parte ─ mencionó Sofía ─ Pensé por un momento en que me
había convertido en su enemiga.
─ Sofía, no
pienses eso ─ expuso Benjamín, sobando su barbilla por lo tenso de la situación
─ Es verdad que no estamos para nada contentos con lo que nos mencionó Colomba,
pero quiero darte el crédito de desmentir lo dicho por mi hija.
En ese
mismo momento, Sofía, supo que iba a tener dificultades con los padres de su
difunto esposo por lo expresado por Benjamín. Ahora, comenzaba a palpar el lado
siniestro de la sociedad cuando no te riges por sus normas de conducta y
valores. El precio a pagar es bastante alto en muchos casos. Sin embargo, si
alguien desea libertad debe pelearlas con todo por defender su postura como sus
derechos.
─ No sé que
tanto les habrá dicho, Colomba ─ comenzó por referir Sofía ─ Lo que sucedió en
casa de mis padres… (De este modo, la Arquitecta relató lo vivido en casa de
los Almagro)
Fueron más
de treinta minutos de larga explicación, en dónde tuvo que mencionar todo lo
sucedido desde la partida de Cristóbal. Los padres de éste, escucharon todo sin
interrumpir, pero a juzgar por la expresión de sus rostros en nada les agradó
oír que su nuera se halla involucrado sentimentalmente otra vez y mucho menos
con una mujer.
Fue una
dura estocada en el corazón de ambos padres oír todo lo expuesto por la
Arquitecta, a quién consideraban como una hija y jamás imaginaron una traición
de ese calibre de su parte. Hicieron esfuerzos por ocultar su indignación y
dejar que ésta les contará su versión de los hechos. Llegando Victoria, apretar
los puños de sus manos para contenerse tras oír lo dicho por Sofía.
─ Todo lo
que sucedió fue algo impensado y tampoco lo busque, simplemente ocurrió. No
puedo negar los hechos como tampoco ocultarlos, porque ello me devolvió las
ganas de vivir y las esperanzas de un futuro mejor; luego de la partida de
Cristóbal. ─ finalizó Sofía que los miraba sin apartar la vista de sus suegros.
─ Yo no pretendo que lo comprendan o lo acepten, solo que respeten mi decisión.
Mi esposo falleció y he rehecho mi vida.
─ ¿Cómo has
podido manchar la memoria de mi hijo? ─ terminó por explotar Victoria ─ Y claro
que no aceptaré una relación insana como esa.
─ Victoria ─
refutó Sofía, tratando de mantener la calma ─ Cristóbal está muerto y no lo
puedo revivirlo de lo contrario nunca me hubiese enamorado otra vez.
─ Pues
nunca debiste enamorarte otra vez ─ replicó ésta ─ ¿qué clase de mujer eres que
en menos de un año de fallecido tu esposo ya tienes otra relación? De la cual
haces alarde ante tu familia.
─
¡Discúlpame Victoria! ¿Qué más podía hacer? ─ protestó enérgica Sofía ─
¿Esperabas que llevase de por vida el luto y sin derecho a ser feliz?
─ Por
supuesto ─ repuso del mismo modo Victoria ─ Cuando se ama como mi hijo lo hizo
contigo, merecía que no lo olvidases jamás y guardarás perpetuamente ese amor.
─ Yo nunca
voy a olvidarme de Cristóbal ─ señaló Sofía sin dejar a espacios a
especulaciones ─ estuve casada con él diez años de mi vida. En dónde fui la
mujer más feliz de esta tierra y jamás podría negar u olvidar aquellos
momentos. Pero mi esposo se fue en ese accidente y nadie de ustedes saben
cuánto llore su partida, cuánta falta me hizo y lo que me costó asumir su
pérdida. Ustedes continuaron con su vida como si nada, mientras que fui yo la
que viví ese infierno en completa soledad y ahora que la vida me otorga una
oportunidad para ser feliz, ustedes me quieren negar ese derecho por su
egoísmo. Perdonen pero no voy a darles en el gusto.
─ Podrías
haber esperado un tiempo. Un par de años para rehacer tu vida ─ intervino
Benjamín ─ Pero no hacerlo tan prontamente y menos con una mujer ¡Por Dios, te
volviste loca!
─ No estoy
loca ni nada que se le parezca, Benjamín ─ replicó en el acto Sofía, ahora muy
indignada con el terminó que se le etiqueto ─ No se puede llamar locura al amor
y qué importa si viene de la mano de una mujer o ¿creen que es indigno que una
mujer profese tal sentimientos solo porque ustedes les parece?
─ Dios,
creo el amor y el matrimonio solo para un hombre y una mujer nada más ─ soltó
con rabia Victoria ─ Los actos homosexuales son aborrecidos por él y está
expresado claramente en la biblia.
─ El amor
no tiene género ni es propiedad de algunos ─ aclaró sin miramientos Sofía ─ De
lo contrario sería también aberrante el amor entre amigos, conocidos y
familiares.
─ Eso es
diferente ─ repuso Benjamín ─ estamos hablando de los homosexuales nada más
─ ¿Por qué
es diferente? ─ insistió Sofía ─ Porque son de un mismo sexo ¿Y eso qué? Acaso
no son seres humanos como ustedes, que lloran, ríen, sufren y todo lo demás.
Dime, ¿Cuál es la diferencia?
─ ¡Por
Dios, Sofía! ─ exclamó exasperado Benjamín ─ es evidente que tener relaciones
con el mismo sexo es abominable, es asqueroso. Está penado.
─ ¿Penado? ─
inquirió con asombro Sofía, que no dio crédito a las palabras de su suegro ─
¿Desde cuándo amar a una persona debe ser penado? Que no se dan cuentan que
son; mejor dicho; somos personas con una orientación distinta pero que
expresamos los mismos sentimientos que todos ustedes.
─ ¿Acaso te
consideras como un homosexual más? ─ preguntó espantada Victoria. ─ Ahora
resulta que te convertiste de la noche a la mañana en una asquerosa lesbiana.
─ ¡Por
favor Victoria! ─ recriminó Sofía ─ puedes moderar tus comentarios que no vine
hasta aquí para que se me insultará de este modo. Y para aclararte bien las
cosas el que me haya enamorado de una mujer no significa que me considere un
homosexual, porque no es así y digo esto porque tengo sentimientos por una
mujer y no por todas como todo el mundo presume. Sin embargo, no puedo desconocer que el
profesar amor hacia mi pareja de cierto modo me encasillan o tilde de ese modo.
─ ¿Y te
sientes orgullosa te que te encasillen como una lesbiana? ─ inquirió Benjamín
con cierto asco.
─ Ya les
dije que yo amo a mi pareja y quiéralo o no; me llamarán de ese modo ─ insistió
Sofía ─ y siendo bien honesta; nunca me ha gustado ser catalogada con epítetos,
más es algo que escapa de mis manos y te tendré que convivir con ello.
─ ¿No te
interesa el qué dirán nuestros conocidos cuando sepan que cambiaste de bando? ─
profirió con sorna Victoria
─ ¡Vamos
Victoria! ─ exclamó cabreada la Arquitecta ─ ¿Desde cuándo me ha importado a mí
lo que esta sociedad piense de mí? ¡Por Dios me conoces! Sabes muy bien que a
pulso me forje mi futuro y que no necesité jamás el apoyo o la consideración de
los respetables de la alta sociedad y es un punto de vista que compartimos con
Cristóbal por muchos años y no necesito saber lo que hablen a mis espaldas. Con
que yo sea feliz es todo lo que cuenta.
─ ¿Crees
que es tan sencillo? ─ inquirió irritada Victoria ─ A nosotros si nos importa
ser el hazme reír de nuestros conocidos. Todo porque la señorita se le ocurrió probar
algo distinto y no aceptar y respetar el luto por su difunto esposo. Ahora debemos
cargar con las habladurías de los demás. Estando de boca en boca exclusivamente
por tu insensatez. Realmente no sé como mi hijo se fijo en una basura como tú.
Has manchado nuestra reputación y nuestro apellido con tu novedad sexual por
esa mujerzuela.
─
¡Victoria! ─ terminó por perder la serenidad Sofía ─ No te permito que insultes
ni llames de ese modo a mi pareja. No la conoces para descalificarla de esa
manera, todo porque eres incapaz de ponerte en mi lugar y dejar tu egoísmo
desmedido que lo único que pretendía era mantenerme prisionera en el dolor y la
pérdida de Cristóbal sin derecho alguno en volver a ser feliz. Y no me abras
los ojos de esa manera, porque es la verdad. Esa fue la intención de todos
ustedes al abandonarme y dejarme sumida en mi miseria. No les importe un comino
y solo mi familia y amigos estuvieron apoyando y tratando de sacarme de ese
hoyo; cosa que en ustedes jamás vi ni sentí. Así que no tienen ningún derecho
de reprocharme absolutamente nada.
Aquellas
palabras tan sentidas, expresaban un sentimiento de desilusión como a la vez,
enojo que se fue acumulando en el tiempo, tras los meses de exilio en su hogar.
Ahora, salían a la luz, desbordando un sentimiento que por mucho tiempo se
calló producto de alguna consideración que se tenía o por respeto al que fuese
su antiguo compañero.
─ Díganme,
¿Dónde estaban cuando se hicieron esa misas por la memoria de Cristóbal? ─
prosiguió con sus descargos Sofía ─ ¿Qué
clase de padres son? Que dejan que un hijo quede en el olvido, porque han sido
incapaces de irle a ver al cementerio. Si tanto les importaba como hacen alarde
en este minuto, debieron ser los primeros en guardar luto por su hijo fallecido
y acompañarle en su última morada por un breve tiempo más. Sólo estuvieron para
su entierro, porque después se los trago la tierra al parecer.
─ ¡Cállate!
─ gritó con toda la rabia e impotencia Victoria ─ No tienes derecho alguno en
reprocharnos nada. Menos tú…una (No terminó la oración a propósito)
─ Una
lesbiana ─ concluyó Sofía por su suegra ─ ¿Por qué no terminaste por decirlo? Y tengo todo el derecho de decirles lo que
pienso así como ustedes no han tenido empacho de tildarme de lo que se les vino
en gana. ¿Te dolió escuchar la verdad, Victoria?
─ Sofía por
favor ─ rogó Benjamín que conocía de sobra el comportamiento de la que fuese su
nuera al hacerle enojar. Era una mujer implacable en ese sentido ─ te recuerdo
que estás en nuestra casa. Un poco de respeto de tu parte es lo mínimo que nos
merecemos.
─ ¿Respeto?
─ masculló seca Sofía, que a esas alturas estaba sumamente molesta ─ ¡De qué
hablas, Benjamín! Cuando no hice más que poner un pie en esta casa y se me
abalanzaron como animales hambrientos y para colmos, se atreven a insultar a mi
actual pareja, todo porque deben tener un culpable a mano para tapar su
cobardía de estar siempre al amparo del qué dirán.
─ Sofía ─
volvió a exclamar su suegro.
─ ¡Nada de
Sofía! ─ confrontó ésta ─ para pedir respeto se debe otorgar del mismo modo en que
se pide y ustedes me han faltado el respeto demasiado ya. Puede que sea esta su
casa, pero no les da ningún derecho a llamarme hasta acá para barrer el piso
conmigo, porque no se los voy a consentir.
─ Entonces…
¡Lárgate de mi casa! ─ espetó entre sollozos Victoria ─ pero vas a saber de mí.
Voy a quitarte todo cuanto perteneció a mi hijo. Las propiedades, dinero,
empresa y clientes.
Esa fue la
gota que derramó el vaso y sacó la parte más oscura de Sofía Almagro, que
rechino sus dientes tras escuchar las amenazas de su suegra y de una zancada,
se plantó frente al rostro de Victoria y la confrontó de una.
─ ¡Atrévete
hacerlo, Victoria! ─ encaró con encono vivo Sofía ─ y vas a conocer quién soy
yo realmente. Vas a necesitar hasta el último centavo que tengas y los mejores
abogados para quitarme lo que es de mi propiedad y que me costó años de
dedicación y esfuerzo y te recuerdo que no aportaste con un mísero peso en mis
negocios como tampoco en los de mi esposo, por tanto, nada te pertenece y en
cuanto a sabotearme a mis clientes, trata de no hacerlo porque yo me encargaré
de devolverte el favor en dónde más te duele. Tus hijos.
─ ¿Qué
estás tratando de insinuar? ─ indagó con igual prepotencia Victoria, soltando
el brazo de su esposo que la estaba tratando de frenar a esas alturas, pues
sabía que su mujer había ido muy lejos al provocarla. ─ ¡Quítame las manos de
encima, Benjamín.
─ Yo no
insinuó nada, Victoria ─ soltó irónicamente Sofía ─ solo te advierto
primeramente, que si intentas llevar a cabo tus amenazas, tus hijos pagaran las
consecuencias ya que todos sus negocios están bajo el alero de mi familia, más
precisamente de mis padres y ellos, no dudaran en dejar en la banca rota a tus
descendientes.
─ ¿No te
atreverías a inmiscuir a tus padres en nuestra pelea? ─ inquirió con
incredulidad Victoria.
─ Si me
obligas a ello, claro que lo haré ─ dijo mordazmente Sofía ─ recuerda que fui
yo, quién convenció a mis padres para invertir en las empresas de tus hijos
incluidas las de Cristóbal, cosa que él nunca supo.
─ ¡Eres una
desalmada! ─ vociferó Victoria ─ esto
jamás te lo perdonaré.
─ No
necesito de tu perdón para vivir, ya que aprendí a valérmelas por mis misma
desde muy joven ─ rebatió Sofía ─ Al menos esta reunión me sirvió para hacerme
a la idea con qué clase de personas compartí todos estos años.
─ ¡Sal de
mi casa! ─ ordenó furibunda Victoria ─ Espero nunca más verte en mi vida.
¡Sucia!
─ Jajaja ─
se mofó la Arquitecta y sin contenerse,
añadió ─ Te sugiero que en vez de insultarme tanto, te fijes que en casa no
halla ropa sucia, la cual debas ocultar.
Ese
comentario dejo totalmente descolocados a la pareja, que se quedaron viendo sin
poder entender a lo que se refería.
─ Por
favor, vete Sofía ─ solo atino en decir Benjamín ─ creo que ya tuvimos suficiente
de ti.
─ Con gusto
me marcho ─ convino Sofía, saliendo de la terraza ─ ¡Hasta nunca!
Sofía al
salir de aquella casa que por tanto tiempo visitó, dejo un sentimiento de
amargura por todo lo que vivió junto a su esposo y que hoy quedo empañado por
el egoísmo de sus suegros. Pero finalmente; aunque no era el modo; podía dar
vuelta la página y retomar su vida junto a Florencia, Aunque este pleito,
empañara un poco su dicha.
Sin duda,
aquella reunión solo fue la antesala de lo que sería un día con muchos obstáculos
en el camino.
La
Arquitecta Almagro, aunque se sentía algo triste por todo lo vivido, no quiso
regresar al trabajo y al salir de la propiedad de la Familia Peters, se fue con
dirección al hogar de los Almagro y pedir consejo a su madre.
Mientras en
la obra de Sapunar, estaba por desarrollarse otro escenario complicado, ya que
a la misma en que la Arquitecta dejaba el hogar de sus suegro. Una joven se
presentaba en el proyecto de Almapric en busca de cierta persona.
─ ¡Buenos
días! ─ saludo el portero de la obra ─ ¿En qué puedo ayudarla?
─ ¡Buenos
días! ─ respondió la joven ─ Estoy buscando a Florencia Villar. ¿Se encuentra
hoy en la obra?
─ Sí. ─
afirmó el portero.
─ Puede
llamarla, por favor ─ demandó la muchacha.
─ Antes que
me olvide ─ repuso el hombre ─ ¿De parte de quién?
─ Colomba
Peters ─ señaló ésta.
─ Mandaré a
buscar enseguida a la jefa de terreno ─ señaló el portero ─ Por favor, tenga la
amabilidad de esperar aquí.
─ Como no ─
fue la escueta respuesta de Colomba.
Cuando, el
trabajador de Almapric, volvió a entrar en el sitio. La cuñada de Sofía, quedo
meditando en lo que señaló el hombre.
─ Por lo
visto. Has escalado rápidamente en la empresa al acostarte con tu jefa ─
murmuró con cierta ironía Colomba.
Al
cabo de unos diez minutos, hizo su aparición la joven Villar y al momento de
verle a la cara y como si fuese un sexto sentido; sintió recelos de la cuñada
de su novia. Tenía algo en su mirada que le dio esa impresión.
─ ¡Buenos
días! ─ saludo Florencia, extendiendo su mano cordialmente y por educación─ ¿En
qué puedo ayudarte, Colomba?
─ Señora
Colomba para ti ─ recalcó ésta, marcando un cierto margen de distancia entre
ambas.
─ ¿En qué
puedo ayudarle, señora Colomba? ─ expuso Florencia, que no se hizo mala sangre
con el clasismo de la mujer.
─ Quiero
hablar contigo ─ señaló Colomba.
─ ¿Sobre
qué? ─ preguntó Florencia ─ porque si es del proyecto, Sofía; se encuentra en
las oficinas y puede hablar con ella directamente, yo solo soy una empleada
nada más.
─ Ja. No me
hagas reír con eso ─ se burló Colomba ─ necesito que hablemos de Sofía y te
agradecería que fuese en privado para que los trabajadores no se enteren de
cosas vergonzosas.
Florencia,
le chocó eso último que dijese Colomba, ya que tuvo la certeza que se refería a
su relación con Sofía y le gustase o no, debía escuchar lo que tuviese que
decir esa mujer.
─ De
acuerdo. Vayamos a la oficina entonces. ─ convino Florencia ─ estaremos más
cómodas para hablar.
Colomba,
solo asintió y se fue detrás de la joven Villar hasta llegar al cubículo que
las hacía de oficina técnica del administrador de obra.
─ Usted
dirá, señora Colomba ─ instó Florencia al tomar asiento frente a la mujer ─ que
debe decirme de Sofía. Mi novia.
─ Muy
simple. Quiero que te alejes de la vida de Sofía ─ expuso sin asco Colomba ─ Tú
serás su desgracia y su vergüenza.
Los ojos
negros de Florencia quedaron viendo fijamente el rostro de aquella rubia, con
actitud pedante, pues se notaba de sobra en todo su ser un nivel de
superioridad con respeto a los demás.
─ No creo
que sea motivo de vergüenza para Sofí ─ mencionó convencida Flo ─ ¿En qué se
basa para decir tal cosa?
─ Acaso tú
crees que podrán vivir ese « amor» tan libremente en esta sociedad ─ mencionó con burla Colomba ─ Serías muy ingenua o boba si piensa que
la vida es tan color de rosa y benevolente con las de su clase.
─ Acláreme,
según usted, ¿qué clase de persona soy? ─ preguntó Florencia, cuyos ojos
quedaron expectantes en los opuestos.
─ ¡Por
favor! ─ exclamó irónica Colomba ─ ¿Tengo realmente que decirlo con sus letras?
─ Hágame el
favor de llamar las cosas por su nombre ─ instó impávida Florencia.
─ ¡Está
bien! ─ respondió Colomba ─ Sí así lo quieres. Dije muy bien que la sociedad no
será indulgente con lesbianas como tú. ¿Te parece mejor así?
─ Agradezco
su franqueza, más no su sarcasmo ─ expuso seria Florencia.
Colomba,
clavó sus ojos en aquella muchacha que en ningún momento se dejaba avasallar
por sus palabras y eso en verdad le desagrado, pues no concebía que una simple
desconocida, pobre, empleada; tuviese el coraje de enfrentarla cuando no estaba
a su altura. Le faltaba linaje y clase social para considerarse una rival u
oponente para ella, porque se veía a simple vista que no era de buena familia
como tampoco tuvo una educación de clase.
─ ¿Qué
respondes a mi pregunta? ─ insistió Colomba, restando importancia a lo
esgrimido por la muchacha.
La joven
Villar, suspiró con algo de pesadez, puesto que sabía de ante mano que cual
fuese su respuesta, se desatarían problemas. Más esta joven sureña, podría ser
ingenua para sus cosas, pero cobarde jamás.
─ No haré
tal cosa ─ fue la tajante respuesta de Villar. ─ No necesito que usted me diga
que tendremos problemas en el futuro, puesto que sé muy bien en el medio en que
se crió y se desenvuelve Sofía. Cualquier obstáculo que podamos a llegamos a
tener sabremos resolverlo en su momento.
─ Veo que
no estás entendiendo ─ acotó Colomba ─ Tú jamás podrás comprender lo que
significa vivir en nuestra clase social y el tipo de conducta que debemos
tener. No sabes el daño que vas a causarle a Sofía, ¿No te has puesto a pensar
que muchos al saber el tipo de relación que tienen van a darle la vuelta la espalda?
Y hablo netamente de los negocios que tiene mi cuñada. La imagen es fundamental
y signo de prestigio entre nuestras familias.
─ Perdone
si no comprendo ese tipo de cosas a las que usted tanto idolatra. ─ repuso
Florencia ─ Y tiene toda la razón, nunca crecí entre personas de clase alta y
ha sido lo mejor que me puede haber ocurrido, ya que crecí y viví siendo una
muchacha feliz. Rodeada del amor de mi familia y mis amigos y nunca fui
sometida a los estereotipos de su clase. En la vida; el dinero es vital pero no
es requisito para ser feliz. Es sólo un medio que nos permite vivir con
comodidad y alcanzar los bienes que precisamos para sustentarnos en las diversas
etapas de nuestras vidas y si fuese lo máximo como dice usted, todos los ricos
de este mundo estarían con una sonrisa de oreja a oreja, desbordando amor a
manos llenas y creo, que tampoco es su caso porque de lo contrario respetaría
la decisión de su cuñada y no estaría haciendo cosas a sus espaldas.
─ ¡Cómo te
atreves! ─ soltó con indignación Coloma, cuya mirada era asesina en ese
instante al ser refregada en su cara, una verdad. ─ ¿Te crees mejor que yo?
─ No me
creo mejor que usted ─ aclaró con propiedad Florencia ─ pero tampoco soy menos
que usted o que otros. Soy un individuo que se precia de lo que es por el
simple hecho que no necesita encadenarse a cosas innecesarias y esa es la gran
diferencia entre usted y yo.
─ ¿Así? ─
bramó una enajenada Colomba que se puso de pie ─ Si fuese verdad lo dices,
entonces no hubieses tenido que acostarte con tu jefa para alcanzar un mejor
nivel dentro de la empresa. Eres una vulgar trepadora.
Ese
comentario fue un golpe sucio y bajo de parte de la cuñada de la Arquitecta y
que fue respondido en el acto por la muchacha y sin darse cuenta, su mano
derecha quedo incrustada en el rostro de Colomba, que se dejo sentir con tal intensidad
como si se hubiese quebrado un objeto al caer al piso.
Los ojos
verdes de Peters, quedaron abiertos desmesuradamente al ser confrontada por la
joven e inconscientemente llevó su mano a su mejilla y solo le tomó unos
segundos de conmoción y trató de reaccionar y se disponía en responder de igual
modo, cuando la mano de Villar contuvo el ataque. Sosteniendo firmemente el
brazo de su oponente.
─ ¡No se
atreva a insultarme más! ─ exclamó con tal fuerza Florencia ─ El que sea la
cuñada de Sofía, no le da derecho a tratarme de esa forma.
─ ¡Suéltame
grandísima idiota! ─ vociferó Colomba ─ Quita tus sucias mano de mí, ¿acaso
piensas que te saldrás con la tuya? Verás la reacción de la familia de Sofía
cuando sepan que la inocente muchachita es una forajida que no sabe tomar a
bien las cosas que se le dicen. Verás que serán los padres de Sofía, quienes te
pidan lo mismo que yo. Tú no perteneces
a este lugar, ni jamás podrás codearte entre nosotros.
Seré yo
misma quién les diga la clase de conducta que has tenido conmigo y verás por
tus propios ojos que tanto Sofía se avergonzará de tu conducta y la decepción
hará que se piense las cosas y por fin comprenderá que nunca debió unirse a una
mujer como tú que no le llegas ni a los tobillos a Cristóbal, porque con él, mi
cuñada si llegó a amar de verdad. Un hombre que sí supo hacer hacerla feliz en
todo momento y que hizo de su esposa una mujer respetable y admirada por todos.
No como tú; una aparecida que presume una falsa modestia; que lo único que ha
conseguido es sembrar la discordia en la familia. La cuál siempre fue unida,
que se precia del respeto que nos tenemos unos a los otros y que jamás hubiesen
realizado un acto como el tuyo. Hoy por hoy, has conseguido dividirnos y
sembrado la vergüenza en cada uno de nosotros.
O te
piensas que los hermanos de Sofía, tomaron a bien que tú llegases a la vida de
su hermana. Abre los ojos, pobre ilusa, porque después que se fueron realmente
expresaron su sentir con respecto a ti y omitieron dar sus verdaderas
impresiones porque la familia Almagro tiene una de las mejores educaciones de
este país. Son personas con un alto sentido de respeto y no hacen jamás sentir
incómodos a sus invitados y eso te incluye niñita. No eres más que un nuevo
juguete o desafío en la vida de mi cuñada y aunque ella haya dicho este ese
discurso, jamás podrá olvidar a mi hermano y siempre, pero siempre estará comparándote
de una u otra forma con Cristóbal y será en esos momentos en que sopesará su
equivocación.
Más Sofía,
tratará por un tiempo en hacer llevadera esa relación hasta que ya no pueda
soportar más el peso de las habladurías de nuestro entorno y cuando sus
negocios comiencen a mermar, producto de haberse involucrado contigo. Entonces
tomará la decisión de pedirte que te marches de su vida. Claro está que ella
sabrá compensarte y te dará un resguardo económico por tu tiempo en que la
acompañaste, porque todos tenemos un precio y estoy más segura que tú también
lo tienes. Por este motivo, vine hablar contigo para que le evites esa vergüenza
y esa carga a ella y tenga que ser yo, quién te de esa compensación y así, te
vayas de su lado y la dejes que encuentre a la persona apropiada entre los de
su clase.
Así que tú
decides ahora, Florencia ─ terminó de hablar Colomba ─ ¿Cuánto quieres por
dejarla y que nuestra familia vuelva a la normalidad?
La joven,
que permaneció inmóvil mientras la víbora de Colomba, esparcía su veneno. Quedo
a merced de la maldad de esa mujer, que no dudo en sembrar inquietudes en el
corazón de la muchacha y consiguió inyectarlo en lo más profundo de su ser
interior, provocando resquemores y destrozando su confianza como titubeo en la
fuerza del amor de su pareja.
─ Te lo
vuelvo a preguntar ─ insistió Colomba al ver el rostro sombrío de la joven ─ ¿Cuánto
pides por la libertad de Sofía?
El terminó
libertad, fue lo que hizo reaccionar a la joven Villar y en el acto sus ojos
centellearon en respuesta a lo dicho por Colomba.
─ Hágame el
favor de salir de esta oficina ─ demandó seca Florencia ─ porque no necesito de
su dinero porque yo no estoy a la venta como tampoco pongo precio a las
personas.
─ ¿Estás
segura? ─ repuso burlona Colomba ─ Sólo quise evitarte el mal rato que tendrás
muy pronto con Sofía. Es solo cuestión de tiempo nada más.
─ ¡Salga de
aquí! ─ ordenó Florencia y apuntó hacia la salida.
─ Pero mira
que engreída que eres. ─ advirtió Colombo ─ ¡Echarme a mí! La propia cuñada de
Sofía, que tengo más derecho que tú a estar en este lugar por ser la hermana de
Cristóbal y la esposa de Efraín. Realmente debería darte vergüenza, pero
descuida me iré pues creo será otra la que te corra muy pronto de Almapric.
Y sin más y
satisfecha con el resultado de su cometido; salió fuera de la oficina del
administrador de obra y una enorme sonrisa bordo su rostro. A juzgar por la
expresión de Villar, estuvo plenamente segura que había hecho mella y era cosa
de ser paciencia y esperar el desenlace definitivo de esa estúpida relación.
─ ¡Ya verás
Sofía, que me lo vas agradecer con el tiempo! ─ se lisonjeaba Colomba.
Cuando se
actúa en forma tan egoísta y despiadadamente, la balanza termina por equilibrar
tus acciones y todo lo que sembraste tendrás que cosecharlo y muy pronto se
verían las verdaderas consecuencias de sus acciones por que estaba por venir la
reacción de la Arquitecta Almagro al descubrir los actos de su cuñada. ¿Tal vez
sería la hecatombe para la familia Peteres, después de todo?
Tal como
dijese Mariela en una conversación con Néstor, no era nada aconsejable desafiar
a Sofía, ya que ella tenía una conducta muy distinta de la intachable vida
profesional como mujer de negocios. Era una adversaria temida y ya lo comprobaron
los padres de su difunto esposo.
Después de
que la cuñada de su pareja abandonase la obra de Sapunar. Florencia, quedo muy
mal tras aquella conversación y no pudo evitar pensar en las consecuencias de
sus actos como su vida en pareja y en lo que ésta podría provocar en Sofía.
Como agujas
clavando sus sienes, los pensamientos terminaron por devorar la paz de la
muchacha y sopesó tanto las cosas que provocaron que una espina de dudas se clavara
en su corazón y fue suficiente para replantearse las cosas.
Sin más,
sacó su celular y llamó de inmediato a la única persona capaz de confortarle en
esos momentos.
─ Departamento
de finanzas de Almapric, ¡Buenas tardes! ─ Saludo la encargada ─ ¿En qué puedo
ayudarle?
─ Carla ─
murmuró a duras penas Florencia ─ necesito tu ayuda.
─ ¿Flo, qué
sucede? ─ preguntó preocupada Carla.
─ Carla…─
Balbuceó Florencia ─ No puedo más… ¡Ayúdame por favor!
─ ¿Dónde
estás? ─ Inquirió ésta, guardando sus cosas rápidamente.
─ En la
obra ─ respondió Florencia ─ Quiero mandar todo al carajo en este minuto.
─
¡Tranquila, mi Flo! ─ confortó Carla ─ sal de ahí y nos vemos en 10 minutos en
la estación Manquehue.
─ De
acuerdo ─ Contestó la muchacha.
─ Avísale
al portero que te ausentarás y te vas enseguida a la estación ─ demandó Carla ─
yo me iré en taxi para recogerte.
─ Está bien
─ Convino Florencia.
─ Flo ─
dijo Carla.
─ Dime ─
respondió ésta.
─ ¿Es por
Sofía? ─ preguntó sin preámbulos Carla.
─ Sí ─ fue
la respuesta de Florencia y se quebró al teléfono.
─ ¡Mi Flo! ─
exclamó Carla, con pesar ─ Todo va a estar bien. ¡Te lo prometo!
─ ¡Por
favor, ven pronto! ─ suplicó la joven Villar.
─ Voy
enseguida ─ respondió Carla y colgó.
Una vez que
guardó todo, marco a un taxi que en cosa de segundos estaría en las puertas de
Almapric, dado la cercanía.
Al salir de
su oficina, dejo avisado a una de las secretarias que se ausentaría de la
empresa y que si preguntaban por ella, las dueñas, le diesen el recado que
retornaría más tarde.
Cuando el
taxi llegó, la joven Ramos, dio las señas en que debían recoger a otro pasajero
y se fueron rumbo a la obra de Sapunar.
Mientras
todo esto ocurría en las empresas de las Arquitectas…
Una
camioneta de la constructora se estacionaba en la obra y preguntaba al
encargado por la jefa de terreno. Éste le comunicó que la muchacha se había
retirado del lugar y al mismo tiempo le puso al tanto de la visita que había
recibido. Cosa que puso en alerta a una de las dueñas, pues supo enseguida que
era sinónimo de problemas.
Sacó de su chaqueta,
su móvil y no tuvo respuesta alguna. Luego, marcó otro número…
─ Sofía,
¿Dónde estás? ─ preguntó Mariela.
─ En casa
de mis padres ─ respondió ésta ─ iré más tarde y te pondré al corriente de cómo
me fue en casa de mis suegros.
─ Sofía ─
explicó Mariela ─ no te llamo por ese motivo sino que debes venir cuanto antes
a la obra.
─ ¿Qué
sucede Mariela? ─ inquirió Sofía con preocupación tras notar la seriedad de su
amiga.
─ Amiga hay
problemas aquí ─ explicó la Arquitecta Sopric ─ estuvo Colomba en la obra y habló
con Florencia. Sofía, no tengo la menor idea qué sucedió entre ellas, pero lo
que fuese que ocurrió hizo que Flo, dejará todo botado aquí y no sé hacia dónde
se fue; ya que marqué su celular pero no contesta.
─ ¡Con un
demonio! ─ masculló molesta Sofía ─ ¿Qué mierda fue lo qué hizo Colomba ahora?
─ No lo sé,
Sofí ─ respondió preocupada Mariela ─ seguro que es malo para que Florencia,
haya tomado la determinación de largarse así como así.
─ Voy para
allá ─ señaló la Arquitecta ─ Por favor Mariela, sigue marcando su celular
hasta que te responda.
─ Descuida
lo haré ─ acotó ésta ─ solo vente rápido que yo me encargo de ubicarla.
─ Oka ─ respondió
Sofía y cortó la llamada.
Tras darlas
explicaciones del caso a su madre y ponerla al tanto de lo sucedido. Subió a su
choche y salió rauda al encuentro de su amiga y de dar con el paradero de su
novia.
─ ¡Maldita
seas, Colomba! ─ masculló con rabia Sofía, mientras conducía ─ Te haré pagar
muy caro si has lastimado a Florencia. Voy a destruirte como me enteré de lo
que le has hecho.
Se dice que
siempre en la vida que los comienzos son
hermosos y felices pero en algún trayecto de este recorrido suelen haber baches
que te hacen tambalear sobre tus pisadas y provocar algunas lágrimas como
dolor. No obstante, no hay éxito sin probar también la copa de la derrota y el
fracaso para ponerse de pie nuevamente y volver con nuevos bríos sobre la
senda.
Hoy comenzaba
la otra arista de esta historia de amor que no está exenta de dificultades y
sin sabores. ¿Podrá llegar a tiempo la Arquitecta e impedir que se lleven a
cabo los planes de Colomba? O ¿Florencia tomará una decisión irrevocable?
Un nuevo
amanecer. Un nuevo desafío.
7 comentarios:
waaaaaaaaa, !buenísimooo! realmente este capítulo hizo mi día, genial.
Que grato es leer una buena historia.
Malvada Colomba, lo que se hace por la envidia (*>.<*) o al menos eso parece.
Gracias por compartirnos tus historias *^O^*
Que estés excelentemente :)
Abe, muchas gracias por leer y un placer entregarte un capítulo cada semana.
Anrhia
Tocaya...jejeje para mí es más grato compartir con ustedes este mundo de líneas e imaginación.
Un abrazo y éxito en la semana,
Anrhia
Alexsa, no sabes cuánto me agrada leer las impresiones que les causan cada capítulo y eso es el premio a mis locuras lineales que adoro escribir.
Desde mi austral país te saludo.
Anrhia
Es grato encontrar una historia tan buena
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